Capítulo 6
Nupcias. (Primera
parte)
Bianca.
Faltaban
dos horas para la ceremonia en la capilla de Kirkenes, y aún no estábamos
listos. Al menos Douglas esperaba en la sala vestido con un bello modelo azul
intenso. Para ser sincera Ekaterina también lucía muy bella sentada en el sofá
tratando de que Nicolay no ensucie su traje. Tarea difícil si se trata de un
niño de siete años tan hiperactivo como el niño Craig.
Me
había bañado y envuelta en la toalla contemplaba mi vestido negro sobre la
cama. La tela tenía encajes en forma de flores que vestían los brazos dándole
un toque sensual. Por lo demás no podía haber elegido una trama demasiado
rígida ya que mi abdomen por poco que fuera comenzaba a notarse. La empleada de
la boutique me había asegurado que era un modelo muy usado entre mujeres
embarazadas. ¡Quién lo diría! Hace pocos meses lloraba por los rincones sin
marido y sin ilusiones de tener un bebé. Pero la vida te cambia de un día al
otro. Para bien o para mal. En mi caso me sentía muy feliz.
Sebastien
entró a la habitación como ráfaga.
—Mi
amor, estaré listo en pocos minutos.
—¿En
serio?
—Obvio.
—Okay.
Por las dudas me pondré el vestido cuando tú salgas de bañarte.
—¿No
confías en mí? –sonrió.
Poco
a poco su sonrisa fue cambiando el rictus. De una amable a pícara.
—Estás
muy linda.
Oh
oh…
—No
me he puesto el vestido.
—Eres
bella así con la toalla envuelta. Imagino lo que serás enfundada en esa tela.
—Tenemos
poco tiempo –me apresuré a frenar la lujuria que vislumbraban sus ojos.
En
ese instante la puerta sonó y la voz de Scarlet me sacó del apuro.
—Holaa,
¿puedo entrar?
Sebastien
rodó los ojos.
—¡Adelante
Scarlet! Mira que has madurado pero no pierdes la costumbre de ser inoportuna.
Mi
cuñada sonrió vistiendo un bellísimo modelo, al cuerpo, color uva.
—¡Es
verdad! ¿Aún lo recuerdas? Cierto, hace un par de años quería un árbol de
Navidad. Pero… ahora ustedes no estaban en plan de tener sexo, ¿o sí? –frunció
el ceño.
—En
absoluto –contestó Sebastien enfadado.
—¡Qué
bien! Porque vamos retrasados.
—Mi
intensión era bañarme y vestirme.
—¿No
digas? ¿Esperas que te crea?
Lenya
llegó muy enojado hasta la puerta abierta de par en par. Por suerte ya estaba
listo para salir.
—¿Qué
está diciendo Liz, Scarlet? ¿Cómo que no se vestirá en nuestra alcoba?
Mi
cuñada se giró para verme.
—Así
es. Bianca, tú también. Las quiero en mi habitación, Sara ya está allí. No
correré riesgo de llegar tarde.
Charles
se acercó.
—Scarlet
tiene razón, llevamos atraso. La novia no puede llegar antes que el novio.
Cogí
la ropa y salí de la habitación seguida por Scarlet. Mi marido protestaba junto
a Lenya.
—¡Tú
estás loca!
—¡Sí!
¿Qué bicho te picó? No somos bestias ninfómanas.
—Tranquilos.
Ya tendrán tiempo de ver a sus hembras y escapar con ellas después de la boda
–dijo Charles paciente.
Por
el pasillo me reuní con Liz que apresuraba el paso.
—¡Mi
amor! Dile a esta loca desde cuando no te he dejado vestir.
Liz
arqueó la ceja.
Tras
nosotras se unió Margaret.
—Querida,
¿dónde vas?
—A
vestirme en la habitación de Scarlet.
—¿Qué?
—Sí,
Charles –sonrió Scarlet avanzando con ese andar felino—. Para ti corre lo
mismo.
—¡Es
un atropello!
—¿Lo
ves? Tenemos razón –protestó Sebastien.
—¡Cállense
todos y pórtense bien! Me voy con las chicas. Cuando salgamos los quiero a
todos vestidos en la sala.
Numa.
Bajé
la escalera hasta la sala, sin apartar la vista de la hermosa dama sentada en
el sofá.
Douglas
me miró con actitud desesperada.
—¿Sabes
algo del resto? ¡Llegaremos tarde!
—Tranquilo,
que estemos una hora antes, está bien. ¡Oye! Estás muy guapo –reí.
—Gracias,
tú también. ¿Lo escogiste tú?
—Charles
me ayudó. Fuimos juntos. Ron también nos acompañó.
Me
senté frente a Ekaterina y mis ojos pasearon con disimulo por su escote.
—Ekaterina,
estás muy linda.
—Gracias
–bajó la vista y se puso de pie.
—¿Te
vas?
—Iré
a la cocina. Nicolay dijo que iba por un vaso de agua y sospecho que tarda
demasiado.
Sonreí.
—Los
niños son impacientes.
—Imagina
como estoy yo, que soy el novio.
—Calma.
¿Te has comunicado con Marin?
Mi
iris se clavó en esa silueta perfecta que abandonaba la sala.
—Sí,
dijo que su madre estaba con ella, arreglando el tocado.
—¿Estás
nervioso?
—Sí…
—¿Por
qué todo salga bien o por casarte?
—Ambas.
—Estoy
seguro que serás feliz. Marin es una chica muy dulce y te ama.
—Lo
sé. Ojalá que tú encuentres alguien que te quiera bien. Te lo mereces.
—Gracias
hermano.
Ron
bajó la escalera con un traje gris oscuro, chaleco elegante al tono, y una
corbata roja.
—¡Qué
elegante, Ron! –dijo Douglas.
—Gracias,
tú también. Me gusta ese azul original.
Me
puse de pie mientras ellos conversaban. Avancé hasta la cocina y abrí la
puerta.
Ekaterina
trataba de bajar a Nicolay de uno de los taburetes.
—¡No
puedes beber café! Eres un niño.
A
pesar que la clara atención la llevaba el menor de los Craig reparé en la
figura femenina y su bello vestido. La pedrería plateada que formaba el escote
se perdía en forma de ramas y hojas más allá de su abdomen plano. La tela de
satén verde complementaba la prenda al cuerpo y caía delicadamente a sus pies.
—Nicolay,
tiene razón su tía. No puedes beber café.
—Pero
papá me dijo que de traje parecía mayor. Y si parezco mayor…
—Pareces
mayor pero no lo eres –protestó ella—. Además vas a despeinarte si no te quedas
quieto.
—¡No
me gusta cómo me peinaste tía!
—Estás
muy lindo –aseguré—. ¿Por qué no te gusta?
—Porque
así se peinan los bebés y no soy un bebé.
Reí.
—Vamos,
no hagas rezongar a tu tía. Si se enoja no lucirá tan bella con ese… vestido.
Tú no quieres eso, ¿verdad?
Ekaterina
me miró fugazmente.
—No,
solo quiero probar el café.
—¡Qué
niño testarudo! —suspiró.
Las
voces de Sebastien y Lenya se escucharon en la sala.
—Vamos
Nicolay, tu padre ya está listo –cogió al niño suavemente de la mano.
Los
dedos de Ekaterina eran delgados y femeninos. Tenía manos muy bellas. Por un instante
desee que me acariciaran como lo hacía en mis sueños.
Finalmente
Nicolay desistió y caminaron hacia la puerta. Tras ella murmuré.
—Pareces
una sirena. Vas a infartarme.
Ella
no giró para verme pero supe que había escuchado.
De
pronto, antes de abrir la puerta, Nicolay se detuvo y me miró.
—¿Te
gusta mi tía?
—¡Nicolay!
–protestó ella.
—Bueno,
es una… hermosa chica.
Ambos
nos miramos. La palidez característica de su rostro cambió a un rosa tenue.
Después, incómoda, bajó la mirada.
—Te
pregunto porque no tiene novio.
—¡Nicolay,
es suficiente!
—Ah,
¿no tiene? –Sonreí disfrutado de la escena—. Es extraño siendo tan hermosa.
—¡Tía!
A lo mejor tiene un amigo para presentarte.
—¿Quieres
callarte? Estás muy atrevido últimamente. ¿Quién te enseña esas cosas?
—La
escuché a Rose hablar con Anouk sobre lo feo que es estar sin novio. Anouk
también está sola.
—¡Cielos!
Camina de inmediato a la sala y no me expongas de esa forma.
—¿Qué
hice? Te expon… ¿Qué?
Al
salir de la cocina Sebastien contempló a Nicolay.
—¡Qué
bello estás hijo! –me miró—. Los dos.
—Gracias
papá, tú luces espléndido.
—Oyee,
¿y yo? –rio Lenya.
—También
–reímos.
—¡Papá
yo quería beber café! La tía dijo que no era mayor pero ya visto traje.
Todos
volvieron a reír.
—Ven
aquí, cariño. Te explicaré la diferencia.
Antes
de que Ekaterina se alejara más de mí, aprovechando que Charles y Rodion
bajaban la escalera y todos parecían distraídos, susurré en su oído.
—Tendría
que estar loco para presentarte un amigo. Te quiero solo para mí.
Ella
me miró un tanto asombrada, como si mi frase inesperada la sacara de su eje.
Ese porte que siempre mantenía formal e introvertido.
—¿Qué?
–volví a susurrar—. ¿Te extraña saber que me gustas mucho?
—Por
favor… —alcanzó a murmurar.
Como
si nada hubiera ocurrido entre nosotros cogió asiento en el sofá.
Sin
embargo sí había ocurrido. Miradas sugestivas. Silencios incómodos. Como cada
vez que nos cruzábamos en la mansión. Aunque ella no quisiera reconocerlo. Para
mí, la sensación era nueva. Sentir la transpiración en las manos, cuidarme de
cada gesto frente a ella por si algo le desagradaba de mí. El corazón latiendo
fuerte con solo acercarme a su cuerpo. Desearla, desearla tanto que me dolía
cada centímetro de piel. Pensé en la diferencia de edad que para mí era un
obstáculo perfectamente salvable. ¿Pero Ekaterina? ¿Dejaría de verme como un
niño? Necesitaba tener más contacto íntimo. Aunque fuera un beso. Tener la
certeza que fuera de mis sueños la realidad era la misma. Porque en ellos, no
me bastaba con tenerla en mi cama. Imaginaba nunca tener que separarme de ella.
Marin.
—¡Mamá!
Estoy muy nerviosa. Caeré mientras camino hacia el altar. Mis piernas no me
sostendrán.
Mi
madre sonrió acomodando el tocado frente al espejo.
—Hija,
no exageres. Verás que en cuanto escuches la música se irán todos los nervios y
querrás llegar hasta él.
—No
podré.
—¡Claro
qué sí!
—Mamá,
tú no puedes entenderme. Te casaste con papá sin amor.
Ante
el silencio que le siguió, pedí perdón.
—Lo
siento.
—Está
bien… Tienes razón. Contraje matrimonio enamorada de otro hombre. Sin embargo,
las madres conocemos el corazón de nuestros hijos. Su tristeza y alegría, no
nos la tiene nadie que explicar.
Rompí
a llorar.
—Marin…
—se sentó a mi lado—. No llores.
—Tú
no sabes lo que pasé para llegar hasta aquí. ¡Tanto soñé este día! Temo
despertarme y que Douglas sea una fantasía como las que tenía con él.
—No
es un sueño. Estás aquí, casi lista para partir a la iglesia.
—¿Y
si se arrepiente y no va?
—¡Ay
corazón! No pienses esas cosas horribles. Te ama.
—Lo
sé… —secó mis lágrimas.
-Todo saldrá bien.
-Todo saldrá bien.
—Es
que tú no sabes… —insistí—. Ignoras tanto… Hice lo mismo con un pobre chico. Lo
dejé plantado en el compromiso para huir con Douglas. ¿Y si la vida me hace
pagar ese acto de maldad?
—No
conozco la historia tan bien pero ya vivía en Kirkenes. Sin embargo huir con el
hombre que amas no es un acto de maldad. Te jugaste por el amor. Y si no me
arrepiento de no haberlo hecho es porque fui bendecida con mis hijas.
Pensé…
“el hombre que amas”. ¡Cuántas cosas ignoraba mi madre! Douglas era hijo de un
vampiro y una loba…
—Mamá…
—¿Qué
cariño?
—Si
algún día te enteraras de… bueno… de hechos que no estás de acuerdo y… ¿me
dejarías de querer?
Acarició
mi mejilla.
—Jamás,
hagas lo que hagas. Eres mi hija. Igual que Liz.
—Te
quiero –la abracé.
—Tranquila
cielo, todo saldrá bien. Es una pena que no esté Signy para verte.
—Sí…
La
noté dubitativa.
—¿Qué
ocurre?
—Nada
malo… Es que quería preguntarte si te molestaría…
—Dime
mamá.
—Digo…
Sin compromiso, ¿te molestaría que tu tío te acompañe al altar? Se ha comprado
un traje muy bonito y está elegante. Me lo sugirió y le dije que no sabía si
aceptarías y…
—Sí
–sonreí—. ¡Claro qué sí! Pero… mi prima no sé si estará de acuerdo que entre a
la iglesia con su padre. Tú sabes…
—Eridan
le preguntó, antes de ayer. Ella dijo que no tenía inconveniente.
—Pues
entonces, dile que sí. ¿Está listo?
—Sí,
él nos espera en planta baja del hotel.
—Apresurémonos,
no quiero hacer esperar al novio –sonreí.
Los
últimos veinte minutos antes de partir, fue un tiempo de recuerdos de mi vida.
Mezclé mi infancia, mi adolescencia, mi despertar al sexo y al amor. Mi vida en
aquella ciudad pequeña de Drobak. La alegría, la tristeza, la soledad… Mi
abuela, mis padres, mis hermanas, mis amigos…
Y
este paso importante… Para muchas no cambiaría la vida por casarte si ya
convivías. Pero en mi caso, una chica romántica que amaba los cuentos de hadas,
salir de una iglesia del brazo de mi marido, era un muy buen final feliz.
Natasha.
Esperábamos
pacientes en la modesta pero bella iglesia de Kirkenes. Sinceramente, el
murmullo de todos los que asistíamos a la ceremonia y el calor agobiante para
un vampiro, estaba resultando insoportable. Todos los Gólubev nos habíamos
ubicado segunda fila a la derecha. Menos Anouk. Mi hermana menor estaba sentada
en las filas de la izquierda junto a Rose, Sara, y Rodion. Al parecer tenía en
sus rodillas al bebé, Dyre.
Bufé.
—Tengo
calor, mamá. Espero que la novia se apresure.
Mi
madre habló en voz baja.
—Natasha,
por favor. No muestres incomodidad, es de mal gusto.
—¿Qué
quieres que haga? No hay aire acondicionado.
—Estamos
en junio, hace once grados. No exageres, hija –agregó mi padre.
—Es
casi verano. Y aquí es sofocante.
Cuatro
ventiladores grandes ubicados en las esquinas se encendieron.
—Dios
me escuchó, o quien sea.
—¡Natasha!
—Milenka
también está molesta –se preocupó Svetlana—. Anthony la acaba de llevar a dar
un paseo por el parque.
—Los
bebés siempre están molestos en ceremonias así, cielo –tranquilizó mi padre.
—Primera
boda de los Craig que no oficio —dijo Ivan—. Disfruto no estar concentrado en
lo que debo decir.
—¿Qué
extraño, mamá? Bianca y Liz se casaron por Civil pero nunca por iglesia —preguntó
Svetlana—. ¿Marin no es hermana de Liz?
—Ajaaa
–rodee los ojos.
—¿Y
eso qué tiene que ver? –Dijo Dimitri—. Pueden tener elecciones diferentes.
—Sé
por Bianca que es una chica de pueblo y muy romántica. Además es humana –mamá
bajó la voz—. Liz ya no lo era.
—¿Le
has preguntado a Bianca por la novia? Indiscreto de tu parte, me extraña –dijo
mi padre.
—Con
Bianca somos amigas, Mijaíl.
Sonreí.
—Imagínate
todo lo que hablarán de Sebastien y de ti, papá.
Mi
padre miró a mi madre preocupado.
—No
me mires, Mijaíl. No suelo hablar intimidades.
—Vamos
mamá, con las amigas se habla todo.
—Natasha,
por favor…
—Ssshh
el novio está en el altar junto a la loba, ya debe haber venido la novia
–alertó Ivan.
—Noté
un dejo de desprecio al mencionar, “la loba” –guiñe un ojo.
—No
es así.
—No
lo ocultes con nosotros, sabemos bien que los lobos te caen muy mal.
—¡Mamá,
dile a Natasha que no busque pelea!
—¡Por
favor! –susurró—. Natasha tu hermano siempre se ha desenvuelto correctamente
con otras razas. Y tú Ivan, recuerda que esa loba es la madre de Douglas.
—Bien
que lo abandonó.
—Sebastien
no le dijo que existía.
—¡Basta
los dos! –ordenó mi padre.
La
loba… Pensé en el énfasis de Ivan… Pensé en Anouk… Enamorada de un humano que
adoraba los lobos y vivía entre ellos…
Giré
mi cabeza para contemplarla. Como adivinando, ella me miró y sonrió. La saludé
con una mano. De inmediato entregó el niño a Sara y se hizo paso hacia
nosotros.
Apenas
llegó, mi madre se entusiasmó.
—Anouk,
viniste con nosotros. Dimitri, hazle lugar junto a Anoushka.
—No
me quedaré aquí, mamá. Solo quise saludarlos.
—Pero
deberías estar con tu familia. ¿Por qué no te quedas?
—Estoy
con Rose, mi amiga.
—¡Qué
lindo vestido, Anouk! Rojo sangre –bromee—. Muuy apropiado.
—Gracias,
lo compré aquí. Todos ustedes lucen hermosos.
—El
mío es un modelo de Oscar de la Renta. El de mamá es un diseñador ruso,
Valentin Yudashkin.
—Me
lo mostró por móvil. Maravilloso.
—Gracias
hija, tú luces hermosa.
—¿Sabes
si llegó la novia? –preguntó papá.
—Creo
que sí –Rose dijo que vio a su madre y a la carroza que la trajo.
—¿Vino
en carroza? ¡Qué romántico! –exclamó Svetlana.
—Fue
idea de Douglas.
—¡Qué
detalle, Mijaíl!
—Sí…
No sé cómo no se me ocurrió.
—Porque
nunca nos casamos, querido.
—¿Nunca
te casaste con mamá? –se asombró Svetlana.
—Bueno…
los dos quisimos esperar a qué naciera Ivan, y seguido nació Natasha, después
tú, Dimitri… Fuimos postergando.
—Nací
primero que Svetlana, papá.
—¿Y
qué dije?
—Svetlana,
Dimitri.
—¡Ay
por favor! ¡Cómo no voy a saber las edades de mis hijos!
—Tranquilo
papá, no te pondré en ese aprieto –reí.
El
sonido de la marcha nupcial nos calló a todos. Anouk se apresuró a tomar su lugar.
Fue alejándose de nosotros y mamá… la
siguió con la mirada triste.
Mientras
las puertas de la iglesia se abrían para dar paso a la novia, contemplé a mi
hermana menor feliz entre los Craig. Suponía que si Anouk algún día conseguía
enamorar al humano, sería el primer golpe de separación para mis padres. De
hecho ninguno había dado un paso tan drástico. Svetlana se había casado con un
Craig, Dimitri enamorado de una humana, pero vivía con nosotros, sí… iba a ser
duro.
Antes
de fijar la vista en la novia que avanzaba por la alfombra blanca, eché un
vistazo a Lenya. Estaba bellísimo, como siempre. Junto a él, la afortunada de
Liz. Sumámosle, no había engordado demasiado con el embarazo. ¡Si sería
desgraciada! El billete ganador de lotería en su bolsillo. Además parecía que
me restregara su felicidad cada vez que cruzábamos miradas. Pronto tendrían al
bebé. ¡Natasha quita de tu mente la idea de cómo lo engendraron! Mierda… ¡No!
No quiero imaginarlo.
—Natasha
—la voz de mi madre me salvó—, ¿quién es el hombre que acompaña a la novia?
—¿Cómo
voy a saber?
Busqué
a Anouk con la mirada. En cuanto me vio hice una seña con disimulo. Estaba muy
lejos para leer la mente así que ella vocalizó.
“El
padre de Bianca”.
—Dice
Anouk que es el padre de Bianca.
—Ah…
Su tío. La madre de Marin escapó con él.
—¿Qué?
–se extrañó Ivan.
—Eso
también te lo contó Bianca, querida.
—Sí,
por supuesto. Pero no es como suena tan fuera de ética. Es largo de explicar.
—Me
encanta el traje azul de Douglas –dijo Svetlana.
—A
mí también –apoyó Anoushka.
—Es
original y bonito –aseguró mamá.
—Todos
están muy apuestos. ¿Qué ocurre con Anthony? Debería estar aquí.
—Quizás
Milenka no quiere entrar y ha hecho un berrinche, hija.
—No
puedo permitirle cualquier capricho, papá.
—Svetlana
–agregó mamá con ternura—, si la niña llora no puede interrumpir en la iglesia.
—No
quiero que Anthony se aleje por tanto tiempo.
—¿Tanto
tiempo? –Miré a mi hermana con asombro—. ¿No estás demasiado posesiva?
—Sé
porqué lo digo.
A
todos nos llamó la atención la frase con animosidad. Sin embargo a nadie se le
ocurrió indagar en ese momento que la ceremonia comenzaba.
Drank.
Los
novios daban el “sí” en el altar. Contemplé a Marin hecha una mujer, bella y
segura de lo que deseaba para su vida. Atrás quedaron sus trenzas, sus riñas
entre hermanas, las escapadas del colegio para perseguir mariposas como si
fueran sueños en los bosques de Drobak. Allí estaba, cumpliendo su deseo más
ferviente desde que la conocí acunando muñecas. Había conseguido lo que tanto
anhelaba. Un marido enamorado, una familia unida, y más tarde vendrían los
hijos.
Quizás
algún día mi sueño lejano también se cumpliría. Aún me encontraba encajando
piezas de mi corazón. Extrañando a mi padre, asumiendo una hermana, olvidando
un gran amor, buscando enamorarme de alguien que fuera afín a mí. Con historias
parecidas, con proyectos similares… Alguien que no tuviera temor si la pobreza
te sorprende. Porque puede ocurrir… La vida te da esos altibajos.
Observé
a Anouk tan bella y atractiva con ese vestido rojo. Se notaba que estaba feliz
junto a su amiga Rose. Tres veces la había sorprendido mirándome en el parque
mientras esperábamos entrar. En la primera oportunidad me saludó con la mano y
sonrió. Devolví el saludo pero no sonreí. Anouk últimamente me producía una
sensación de inseguridad, de inquietud. No entendía muy bien el porqué. Quizás
porque era una caja de sorpresas desde que la conocí aquella vez. Es que no era
la misma… Recordé aquel día invernal que había venido a la reserva junto a la
hija de Adrien Craig. Me resultó tan altanera y desagradable en su postura
superficial. Es que era insólito que se pusiera a llorar por el tacón roto de
su costoso zapato. Aunque el desparpajo total fue cuando quiso que la alcanzara
en la moto hasta la mansión. Suplicó de una forma poco convencional. Como si yo
tuviera obligación de no dejarla viajar en autobús como el común de la gente.
Después conocí otra faceta… Era muy tímida y a la vez muy graciosa y torpe… Sí,
como aquella vez que se probaba ropa en un probador…
¿Y
en aquella Kermese? Con prendas sugestivas… Cualquier chica podía haberse
pavoneado sintiéndose orgullosa de lo que insinuaba. No Anouk. Al contrario,
parecía que fuera una tortura estar tan expuesta al género masculino. Como si
tuviera cero experiencias en ello. Sin embargo… Quien tiene un test de embarazo
en su bolso como si llevara pastillas mentoladas no demostraba ser ninguna
virgen. Me molestó, juro que me molestó. Es que apreciaba las personas que se
mostraban tal cual son, sin simular su vida. Y creía que esa vampiresa de ojos
púrpura, escondía mucho.
“No
es una buena idea que Anouk trabaje en la reserva como maestra”.
—¿Por
qué no?
Miré
a Bua sorprendido.
—¿Qué?
—Lo
que dijiste. Que no es buena idea que Anouk sea nuestra maestra.
—Pensé
que no había dicho en voz alta.
—Pues
sí, lo dijiste en voz alta –sonrió.
—Lo
siento.
—No
pidas disculpas por confesiones a una amiga.
—¿Cuál
confesión? –me enfadé—. Exageras.
—Vamos,
estás aterrado por lo que sientes.
—Estás
equivocada.
—¡Qué
no!
—Sssh,
chicos. Hagan silencio –Bernardo llamó la atención.
—Perdón
–me excusé avergonzado.
—Cobarde
–susurró en mi oído.
Fruncí
el ceño para demostrar mi enfado pero solo conseguí divertirla más.
—Basta
Bua. No sabes cómo pienso o siento –bajé la voz.
—Eres
tan transparente, Drank –sonrió—. Debes saber que me encantaría que por fin te
enamoraras y fueras feliz.
—Te
lo agradezco pero no va por ahí.
—¿Ah
no?
—¡Quieren
callarse los dos!
—Perdón
–dijimos al unísono.
Y
callamos…
Bua
estaba equivocada. Tenía entendido que el amor no era sentirse tan horrible e
inestable. Con Liz nunca me había sentido así. Ni siquiera cuando la vi por
primera vez y supe que era la chica más linda del colegio. Jamás la sentí
inalcanzable. Pero con Anouk… No sé que me ocurría. ¿Sería su estatus familiar?
¿Su posición privilegiada? ¿Ser vampiresa? ¿O ser una gran caja de Pandora?
Marin
salió del brazo de Douglas radiante y feliz. Gustaba verla así. Se lo merecía.
Esperaba que Douglas la amara y cuidara como el bien más preciado. Cierto que
el heredero del líder de los vampiros demostró valentía al llevársela consigo
ante las narices de Carl, pero eso no demostraba aún que fuera a jurar amor
eterno. Tenía mis temores, ¿por qué no decirlo? Es que ambas vidas no tenían
nada en común. Riqueza, pobreza. Dos razas diferentes. ¿Sería verdad que el
amor vencía cualquier barrera? ¿Por qué sentía un deseo ferviente que así
fuera? ¿Por qué? ¿Por Marin? No… No era por Marin. Sí… Estaba aterrado.
………………………………………………………………………………………………..
Y
en el parque, frente a la bella carroza que parecía salida de un cuento de
hadas, los novios partieron al salón de fiesta. Cada uno tomó el camino hacía
el hotel Thon. Algunos en sus coches de alquiler o propios. Bua y yo preferimos
caminar hasta el salón. Por suerte quedaba a tres manzanas.
Sabía
que ante un escaso silencio durante el camino, Bua volvería a la carga.
—No
te preocupes. Me da que los Gólubev son ricos pero no detestables y engreídos.
—¿Cómo
lo sabes? ¿Los has visto? Parecen de una familia real.
—Quizás
lo sean –encogió los hombros—. Los vampiros viven mucho tiempo.
—Jamás
permitirían que alguien como yo se acercara a uno de sus miembros.
Rio.
—¡Drank!
Nombras a miembros como si fueran un club selectivo y solo son una familia, con
privilegios pero familia al fin.
—Sabes
a lo que me refiero.
—Escucha
–se detuvo y la imité—, estás tan aterrado que no te fijas en detalles. Para
eso estoy yo. No se trata de que te permitan entrar o no a su clan. ¿No lo
notaste?
—No,
no sé de qué hablas.
Rodó
los ojos.
—¡Hombres!
Me refiero a que es Anouk que se apartó de ellos. ¿O no viste que no se sentó
junto a los Gólubev? Eso es una señal.
Siguió
caminando aunque no la seguí. A los pocos pasos giró para verme.
—No
quiero sufrir –tragué saliva.
Volvió
sobre sus pasos y palmeó mi hombro.
—Lo
sé. Sin embargo la vida se trata también de ello para ser feliz. Arriesgar
querido amigo, arriesgar. ¿Crees que a mis padres se les ha hecho fácil? Mi
madre era humana.
Abrí
los ojos asombrado.
—¿Crees
que a Mike y a Kriger se les ha hecho fácil?
—Ellos
se aman. Tus padres son encantadores. No los imagino oponiéndose por una
cuestión de homosexualidad.
—Pero
el padre de Kriger sí. Dejó de hablarle a su hijo. No se han visto durante
años.
—No
lo sabía.
—Drank,
todos en menor o mayor medida luchamos por el amor. Bueno yo no he tenido
oportunidad pero si me enamorara de un humano tendría varias barreras que
vencer.
—¿Un
humano? –Achiné los ojos—. Por algo lo dices. ¿Te gusta un humano? Dime que no
soy yo, por favor.
—No
tonto. No eres tú.
Continuamos
camino.
—¿Me
dirás quién es?
—No
lo conoces. Bueno sí, algo.
—Anda
dime. ¿Quién obró el milagro?
Rio.
—Eres
un tonto. Ya te lo diré a su tiempo.
—Malvada.
Al
seguir camino pensé en mi padre. Me gustaría verlo y poder abrazarlo. Quizás
haría un viaje a Drobak en este mes. A pesar de extrañarlo era realista. En la
reserva había concluido la construcción del Jardín de infantes pero me había
ofrecido para ayudar a Vinter en el taller mecánico. Él se encontraba limitado
por los dolores que sufría por la artrosis y yo necesitaba trabajar. Además en
unos días comenzarían las clases a nivel terciario en arquitectura y estaba
decidido a seguir una carrera y superarme. Así que era factible que el viaje a
Drobak se postergara.
Al
llegar al hotel varios de los vampiros entraban por la puerta trasera. Bernardo
nos vio llegar y se acercó.
—Chicos,
debemos entrar al salón no por la puerta principal. Es un hotel y van y vienen
turistas. Sebastien ordenó preparar un salón especial para no perjudicar el
trabajo cotidiano.
—Ah,
okay.
Nos
dirigimos junto a él y Sabina. Yako había quedado al cuidado de July. Hace días
estaba muy molesto por la dentición.
—¿Y
Gloria? –pregunté.
—Gloria
subió al coche de Sebastien. Ellos ya entraron. En cuanto vio a Nicolay en la
iglesia no fue posible que se separaran. Sabes, son niños y se llevan bien.
—Entiendo
–sonreí.
A
medida que nos acercábamos a la puerta, se formó un pequeño embudo con nuestro grupo
y el resto de vampiros. Ron, Charles, la dama que lo acompañaba, ¡y adivinen
qué! Los Gólubev. Intenté pasar lo más rápido posible. No porque me miraran con
cara de asco sino porque me sentía tan pequeñito cerca de ellos. Tan elegantes,
postura erguida, de rostros y cuerpos perfectos.
Por
mala suerte uno de ellos se adelantó cuando intentaba pasar. Ambos nos
detuvimos y nos miramos.
Era
rubio. De mirada aguda y rasgos duros. El perfume sutil olía a caro, muy caro.
Extendió
la mano hacia la puerta.
—Mis
disculpas, estaba distraído y no lo vi. Pase por favor.
—Gracias,
no hay problema.
Lo
que faltaba, era la educación andando…
Bueno,
después de todo Bua podría tener razón. No siempre la opulencia y riqueza son
signos de discriminación. ¿Dónde estaba Anouk?
Al
entrar eché un vistazo al salón. Estaba muy bello decorado y las luces bajas le
daban un toque íntimo. Los novios no habían llegado pero no faltaría mucho.
Seguí tras de Bernardo al igual que Bua para ubicarme en una de las mesas
asignadas hasta que un golpe en mi hombro me hizo voltear.
—¡Liz!
—¡Holaaa!
¿Todo bien?
—Sí,
¿y tú? ¡Estás hermosa! ¿Cómo va el bebé?
—Gracias,
tú también. Pues el bebé muy cómodo —rio.
—Cierto
–reí—. ¿Y tú? ¿Te sientes bien?
—Sí,
aunque ya no duermo muy apacible. Él manda o ella. Aún no lo sé.
—¿No
te has hecho una ecografía?
—Tengo
fecha dentro de dos semanas. Lenya insistió.
—Hace
bien.
—Es
que debimos asegurarnos que ese día estaría el doctor Arve, tú sabes.
—Oh,
cierto.
Lenya
surgió no sé de dónde. No creía que se había materializado ya que había
invitados que ignoraban su condición de vampiro. Aun así me sorprendió.
—Buenas
noches.
—Buenas
noches –contesté.
—Cariño,
tu madre estaba buscándote.
—Okay…
Iré, quizás quiera saber del bebé.
—Es
natural. Pórtate bien y no pongas cara de pocos amigos –sonrió.
—Lo
haré por ti.
—Yo…
Yo iré con Bernardo, permiso.
Antes
de llegar a la mesa Bua se cruzó en mi camino.
—¡Muero
aquí!
—¿Qué
te ocurre?
—Ven
conmigo, voy al baño.
—¡Pero
Bua! ¿Cómo voy a ir al baño de damas?
—¡Ay
noo! Nada más quiero que me acompañes y me esperes en la puerta.
—¿Qué
diablos te ocurre?
—Llegó
Asgard a la fiesta.
—¿Asgard?
—Es
el Defensor del que te hablé –bajó la voz—. El hombre que rescató a Elvis. El
niño que teníamos en casa.
—Ah
sí…
—Vamos,
ven conmigo. No quiero que me vea sola. Dirá que soy una pobre tonta
desesperada tras él.
Reí
mientras caminábamos. La música suave había comenzado a sonar.
—Así
que es él. Déjame decirte algo. Estás equivocada si piensas que haces lo
correcto permaneciendo pegada a mí.
—¿Ah
no?
—No,
Bua. No funciona así si lo quieres conquistar. No tendrá oportunidad de hablar
contigo si te ve en mi compañía.
—¿Tú
crees?
—Claro
que sí. Anda, ve sola. Te esperaré en la mesa.
—Tengo
miedo de buscarlo para hablar y que me ignore, o se aburra conmigo.
Sonreí.
—¿No
me has dicho que en la vida tienes que arriesgar?
—¡Qué
buena memoria tienes cuando quieres!
Reí.
—Anda,
voy a saludar a los novios.
Anouk.
Rose
bebió delicadamente de la copa de vino y me sonrió.
—Amiga,
quieres un analgésico.
—¿Para
qué? No me duele nada.
—Te
dolerá el cuello de tanto que giras y estiras buscando a Drank.
—¿Es
muy alevoso? Dime la verdad. Moriré de vergüenza.
—Si
te has animado a ponerte ese vestido rojo escotado te diré que la vergüenza ya
la has pedido, ¡gracias al universo!
—¿No
te gusta?
—Amo
ese vestido y como te queda. Así se hace. Buena alumna.
Rodé
los ojos.
—Oye
Anouk, ¿te has fijado los centros de mesa? Son cabezas de lobos, con orejitas y
todo.
—No,
no lo había notado.
Un
beso sonoro en mi mejilla me hizo tambalear.
—¡Holaa,
escurridiza!
—¡Iván!
–sonreí.
—¿Puedo
sentarme?
—Obvio
querido –contestó Rose—. Haz que nuestra mesa luzca. Estás muy elegante
Gólubev.
—Muchas
gracias, señorita. Tú también. Te queda bello el azul. Va justo con tus
lentecillas de contacto.
—¡Qué
gentil! Si no fueras el hermano de mi amiga te llevaría a un lugar apartado y…
—¡Rose!
—Es
broma.
Ivan
rio.
—Quizás
en otra oportunidad. Y… —se dirigió a mí—. En serio, ¿por qué no estás con
nosotros en la mesa? Rose puede venir también.
—Es
que ahora vendrá Sara y Rodion y… Ya quedé con ellos.
—Okay.
¿Todo bien?
—Sí
–encogí de hombros—. ¿Por qué?
—No
sé, creí que habías discutido con papá o…
—Nada
de eso. Estoy por elección.
—Bueno,
si es así. Recuerda que te extrañamos. Yo más.
—Lo
sé.
Dio
un beso en mi coronilla y se alejó.
—Anouk,
¿ese es Grigorii?
—¿El
oficial?
—Sí,
está con Anne.
—¡Qué
bella está Anne!
—Cierto.
¿Y Scarlet? No la veo.
—Allí,
en la mesa de Bianca y Liz. ¿No ves a Sebastien y Lenya?
—Tienes
razón. Oye… Numa está muy guapo.
—¿Qué
hay de ustedes?
—Quedamos
como amigos. Por suerte dejó de insistir.
—Estará
tras los pasos de otra.
—No
sé… Lo noto extraño. No solo me esquiva, también al resto. Los machos son
raros. Ellos dicen lo mismo de nosotras. Hablando de machos… ¿Por qué no vas a
saludar a Drank.
—No
quiero dejarte sola.
—Pues
tu excusa llega a su fin. Ahí se acercan Rodion y Sara.
—¿Ya?
—Anda,
ve y dile que está guapo.
—¿Tú
crees?
—Por
supuesto.
—Está
bien. Pero antes esperaré a que llegue Sara. No queda ético que antes de que se
siente con nosotras yo salga corriendo.
—Como
gustes. Y buena suerte.
Me gusto la boda y los encuentros y desencuentros de tantas parejas . Genial capítulo
ResponderEliminar¡Hola Citu! Feliz año. Me alegro mucho que te haya gustado la boda y las anécdotas.
ResponderEliminarUn beso grande y gracias por comentar.
Hola, Lou... Me ha encantado la portada... Muchas Felicidades a ti, y Muy Feliz 2019
ResponderEliminarBueno, por supuesto muchas felicidades a Douglas y a Marin que ya son marido y mujer
Te diré que he sonreído muchas veces leyendo este magnifico capítulo
Al comienzo solo faltaban dos horas para la ceremonia, y los nervios estaban a flor de piel... eso ya me ha hecho sonreír
El miedo de Marin a caer mientras camina hacia el altar también me ha hecho sonreír
Me ha parecido perfecto que Marin llegue en carroza, y que la acompañe Eridan al altar
Nicolay es estupendo, vestido con traje se siente mayor... y quiere tomar café ;-)
También, este niño estupendo, ha puesto en un serio aprieto a Numa y a Ekaterina... Me ha encantado ;-)
Drank ha observado mucho a Anouk... mucho ;-)
No sabría decirle a Drank si el amor vence cualquier barrera... sí podría decirle que es el causante de que comentamos grandes torpezas, y de que suframos los mayores miedos... Para contrarrestar, es la sensación más hermosa que podamos percibir
Esa fiesta en el salón del hotel promete
Un capítulo muy bonito, Lou
Besos
¡Hola mi sol! Espero que hayas pasado bello en las fiestas. Gracias por los buenos deseos a Douglas y Marin, te dan las gracias ellos también.
EliminarMaravilloso que hayas sonreído. Me encanta que los lectores se diviertan y lo pasen genial.
Marin tenía miedo de caer pero creo que era más por los tacones tan altos sin estar acostumbrada. Eso creo yo.
Ella ha permitido que Eridan la acompañe. Lo veo bien, los rencores no sirven y menos si su madre es feliz.
Nicolay es una dinamita y te diré un secreto. Estoy segura que es el más parecido a Adrien. Es muy observador y tiene la frase justa a pesar de su corta edad. Más adelante habrá un encuentro de nieto abuelo que te encantará.
Ekaterina y Numa sienten cosas nuevas respectivamente, aunque aún se resistan. Todo a su tiempo querida escritora.
Drank está comenzando a descubrir que puede enamorarse pero le aterra la idea de sufrir otra vez. Tal vez Anouk lo convenza. La familia... eso no sé decirte aún.
Bellas palabras las tuyas para terminar el comentario, que como siempre me provoca una sonrisa. Gracias amiga por tu apoyo de siempre. Feliz 2019! Besazos!!
Este capítulo es un regalo de reyes anticipado. Gracias!
ResponderEliminarFelicidades a los recién casados! He asistido a la ceremonia con esmoquin. Los Gólubev no me mirarán mal, espero:)
No es algo injusto que siempre el novio tenga que esperar a la novia?
Numa no está loco, no le presentará un amigo a Ekaterina.
Sí, la fiesta promete! Feliz 2019!
Besazo!
¿Hola Ignacio! Un gusto como siempre leer tu comentario.
EliminarGracias por las felicitaciones, Douglas y Marin te envían un abrazo. No creo que los Gólubev te miren mal. No dudo que habrás asistido muy elegante. Sí es algo injusto que el novio espere pero creo que Douglas no esperó tanto. Casi llega tarde.
Numa quiere a Ekaterina para él, veremos que dice Ekaterina. La fiesta es para ustedes así que espero disfruten mucho. Gracias por estar aquí como siempre, me hace feliz saber que te gusta leerme. Un besazo desde Buenos Aires y el mejor de los año para ti!
Como Marin se hubiera caído de caminito al altar me parto y reparto!!!!! Ya se han casado, ya se han casado!!!!! Bieeeennnnn!!!! Felicidades Douglas y Marin!!!! Qué elegancia, guapísimos toooodoooosss!!!!!
ResponderEliminarAhora a festejar perooooo qué pasará luego???? Quéeeeee pasará en la noche de bodas??? Ejem, ejem, más ejem!!!!
Capítulazo!!!! Feliz 2019!!!!!
Besoteeeessssss!!!!!
¡Hola Merck! Feliz año nuevo!! Marin no se ha caído, pobre Marin hubiera sido muy vergonzoso.
EliminarMuy elegantes es cierto, justo para la boda del príncipe de los Craig.
Festejar... festejarán seguro. Pero creo que habrá otras sorpresas en esa boda... a estar atenta.
Noche de bodas como se la merecen. Veremos que tal la segunda parte.
Gracias cariño por tu comentario y por estar siempre junto a los Craig. Un besazooo reina!
Es una boda bonita porque se han casado dos que estan enamorados.La madre de Marin no se tendria que haber casado porque queria a otro.El capitulo me ha gustado mucho.Besos.
ResponderEliminar¡Hola Ramón! Muchas gracias por comentar siempre. Es una boda bonita y me alegro que te guste.
EliminarLahistoria de lo que ha ocurrido con la madre de Marin creo que está desarrollada en el tercer libro. Supongo que enamorarse del novio de tu hermana no debe ser muy convincente para robárselo. Y sigo suponiendo que se ha resignado a perder el amor para siempre. Los Craig es una historia de fantasía sin embargo tiene condimentos de la vida real. Y a veces los hechos que lees pueden pasar en la vida real, sin que la autora este de acuerdo o no.
Esperemos que Marin y Douglas sean muy felices.
Te deseo un feliz año querido amigo. Un abrazo desde Argentina y gracias por estar aquí.
Excelente capítulo! Amé la boda y reí mucho con bua y anouk!
ResponderEliminarTe quieroooooooooo