Espero se diviertan, y logre que aunque sea con la imaginación, estén todos allí. Invitados.
Besitos y gracias!!
Capítulo
5
Coincidencias.
Grigorii.
Era
miércoles cuando decidí enfrentar a Vikingo. Lo creía un oficial excelente y
recto en su accionar, por eso llamó mi atención aquella llamada lunes a la
noche, apartándose de las normas legales.
Mientras
terminaba mi hamburguesa en un local de comida rápida, lo largué sin anestesia.
—Te
escuché hablar por el móvil con Asgard. ¿No es el Defensor que estaba bajo la
lupa?
Vikingo
bebió un trago de gaseosa y me miró fijamente.
—Sí,
es él. Asgard Nilsen.
—Le
advertiste que estábamos en su casa. Es obvio que tenía al niño con él. ¿Por
qué?
—¿Por
qué le advertí o por qué tenía al niño con él?
—Quiero
ambas respuestas. Creo que me las debes. Por no abrir la boca.
—Te
lo diré. Antes, sacia mi curiosidad. ¿Por qué no hablaste?
—Porque
eres mi amigo. No podía traicionarte. De hecho estoy hablando contigo para
pedir una explicación.
—Soy
tu amigo sin embargo no confías en mí. ¿Crees que estoy haciendo algo malo?
—Pues…
Confío pero…
—Pero
quieres saber si tu intuición te falló, ¿es eso? Te diré que has hecho lo
correcto –se puso de pie—. Vamos, beberemos un café en el bar de la esquina.
Necesito fumar y además aquí el café es desagradable.
Salimos
del local y caminamos en silencio. No me sentía cómodo pidiendo explicaciones a
mi amigo. Él tenía razón, en el fondo dudaba de su accionar.
Al
llegar al bar, nos sentamos en una mesa al aire libre. El mozo no tardó en
llegar con la carta.
—Aquí
tienen, pidan lo que deseen. El dueño dice que la casa invita.
—Gracias,
pero no es necesario –contestó Vikingo.
—¡Claro
qué sí! Son trabajadores del orden y la seguridad. Es un placer invitarlos.
Miré
a Vikingo y bajó la vista.
—Un
café doble, por favor. Gracias.
—Lo
mismo para mí –contesté—. Es muy amable.
Después
que el mozo se fue, Vikingo encendió un cigarrillo.
—¿Piensas
que no merezco esas palabras honoríficas?
—No
creo tal cosa solo que… Olvídalo, no me debes explicaciones.
—Te
las daré igual. No por mí. Tengo la conciencia tranquila, es para calmar la
tuya. Te conozco, seguirás pensando si has hecho mal. Te aseguro que cuando
conozcas toda la verdad me darás la razón. Quizás en mi lugar hubieras hecho lo
mismo.
—Nunca
pasé por algo así. Siempre actué según las normas legales.
Sonrió
sin apartar mi mirada.
—Tienes
suerte. No es fácil decidir que debes hacer en esos casos.
Vikingo
relato los pormenores y cada hecho de la historia del niño Holt. Cierto, a
medida que desarrollaba la triste historia de Elvis no podía hacer otra cosa
que compadecerlo y felicitar al Defensor. Era extraño pensar que hay ocasiones
que debes ir contra la misma ley. Se supone que la justicia es una sola. En mi
vida no había tenido hechos que me pusieran entre la espada y la pared. Mismo
mi padre, había sido un delincuente con mi propia hermana, aún así no lo
asesiné. Lo golpee y lo eché. Quizás no había sido suficiente para esa clase de
personas que no merecían vivir. De todas formas él ya no estaba entre los
vivos.
—¿Supiste
algo más del niño?
Negó
con la cabeza.
—Seguro
no me lo dirás —murmuré.
—Es
posible. Pero la verdad que no sé nada.
—Okay…
—Supongo
lo habrá escondido en casa de algún pariente mientras realiza los trámites. Los
Holt no pueden tener a Elvis. Corre peligro.
—No
entiendo porque el juez no ve algo evidente.
—Lo
ve. Le han dado dinero seguramente. No es la primera vez que ocurre en los
juzgados. Hay de todo.
—Es
horrendo que siga en el puesto. ¿Nadie hará nada?
—Todo
cae por su propio peso. Tranquilo, ya pagará.
—Quisiera
verlo entre rejas.
Sonrió
de lado.
—Es
curioso que hasta hace minutos pensabas que el bueno era el malo y viceversa.
—Si
quieres que me sienta mal, lo has logrado.
Volvió
a sonreír.
—No,
nada de eso. Has hecho un largo camino en tu carrera. No dudo que hayas sido
digno y moral. Sin embargo ya ves. No todo lo que brilla es oro.
—Jamás
he pasado por algo así. Siempre he atrapado y detenido a personas que se lo
merecían.
—Te
felicito. No es grato estar en un lugar donde tienes que decidir apartarte de
lo que supuestamente dice ser justicia.
Callé…
—Aún
te queda de carrera. Quien te dice que alguna vez… Ese día te acordarás de mí.
—¡Hola
Grigorii!
Ante
la voz juvenil, miré a mi costado.
—¿Me
recuerdas?
Sonreí.
—¡Hola!
Claro, vives con los Craig. Tu nombre es…
—Rose.
Y ella es Anouk, una amiga.
—Oh,
encantado.
Extendí
la mano a la otra jovencita elegante la cual aceptó muy formal.
Me
dirigí a Vikingo.
—Ella
es Rose, vive con los Craig.
—Un
gusto, oficial Hakon.
La
bella pelirroja lo miró sonriente.
—Ya
nos conocemos, oficial.
—¿De
verdad?
—La
tarde de la quermese, hace tiempo. Fui atropellada por un conductor ebrio.
¿Ahora me recuerda?
Noté
que Vikingo se esforzaba por recordar.
—Usted
dijo que vaya con cuidado. Que al correr podía perder el zapato como
Cenicienta.
—Mmm…
Tengo una idea, sí. Fue hace tiempo.
La
chica elegante interrumpió.
—Los
dejamos beber el café. No queremos importunar. Nosotras debemos seguir camino.
—No
es molestia –contesté.
—¿Desean
acompañarnos? –invitó Vikingo.
Noté
la duda en la chica pelirroja pero finalmente rechazó la invitación.
—No,
gracias. Tiene razón mi amiga. Tenemos cosas que hacer. Tenemos una boda en la
familia y debemos comprar ropa apropiada.
—No
creo que a los oficiales les interese lo que vamos a hacer –interrumpió la joven
elegante—. Que tengan buenos días.
—Un
gusto, entonces —respondió Vikingo.
—Sí,
me alegro de verlas bien. Le diré a Scarlet que las he visto.
—Adiós,
que pasen bien –respondió.
—Sí,
adiós y buenas tardes.
Apenas
se alejaron pregunté.
—¿Zapato?
¿Cenicienta? ¿De qué hablaba Rose?
—Pues...
tengo algún recuerdo en la memoria por aquel idiota borracho que nos trajo
problemas.
—¿Quiso
escapar?
—Era
hermano de un político. Así que pagó una multa y tuvimos que dejarlo ir. De
todas formas conseguimos su inhabilitación por dos años.
—Me
parece bien.
Aspiró
el cigarro lentamente y me miró con preocupación.
—¿Y
Scarlet? ¿Cómo van tus cosas con ella?
—No
van. Bueno, está resentida porque no dejé a Anne con los Craig cuando viaje a
Solntjevo. Supongo se le pasará.
—¿Y
eso por qué? ¿No confiabas en ellos?
—¡Claro
qué sí! La cuidaron un tiempo. Lo hicieron de maravilla. Es que no deseaba
molestarlos otra vez.
—Anne
adora a Scarlet.
—Lo
sé. Ella está feliz porque nos invitaron a la boda de Douglas Craig. Veré si
alquilo un traje y un vestido para Anne. Es una gran fiesta en el hotel Thon.
—Podría
prestarte un traje pero creo que te bailará.
—Descuida,
gracias. Estoy al alcance de un alquiler.
—¿Y
qué ocurrió en Solntjevo? ¿Pudiste averiguar sobre la muerte de tu padre?
—El
forense dijo que había hechos que no cerraban –bebí el café—. La caída por una escalera aun ebrio no
coincidía con el golpe que le puso fin a su vida. Es decir, como si lo hubieran
empujado con mucha fuerza.
—¿Ningún
testigo?
—No.
Y si los hubo nadie colaboró. Creo que lo odiaban en el barrio. Tampoco hubo
huellas.
—Mejor
déjalo así.
—Es
lo que le dije al forense. Si de mí dependía no iba a involucrarme con extensos
trámites y tampoco exhumar el cadáver. Quizás tuvo una pelea y dudo que no la
haya provocado.
—Has
hecho bien… El sábado pasado me acordé de ti.
—¿Por
qué?
—Encontré
una caja llena de calcos y modelos de tatuaje. Eran de Susan.
—¿Tu
hermana?
—Sí.
¿Adivina qué?
—Dime.
—Encontré
tu famoso tatuaje del león.
Bua.
El
día lucía maravilloso. Pleno sol, brisa agradable, aroma a flores silvestres.
Era una pena que Elvis solo lo contemplara desde el interior de casa. No me
arriesgaba a que saliera a correr y jugara al aire libre. Mis padres habían
aceptado a regañadientes la estadía del niño. En parte lo entendía. Era una
bomba de tiempo. Sobre todo si me ponía a pensar que la imagen del “niño
perdido” salía impresa en la contracara del diario local.
Pocos
en la reserva lo sabían. Mi familia, Bernardo, Sabina, Tim, Drank, y mi mejor amiga
Amelia. Era probable que algunos más en la reserva al saberlo no me delatarían,
sin embargo el riesgo era mayor. Cuantos más lo supieran, podía llegar a oídos
de Camile. Y ahí sí, tendríamos a la policía golpeando mi casa en escaso
tiempo.
Gloria
nos había visitado cada tarde desde que Elvis llegó. Al menos podían jugar en
casa mientras el Defensor luchaba porque esas alimañas de los Holt no
consiguieran su objetivo.
Lo
cierto que a medida que transcurriera el tiempo, la estadía corría el riesgo de
dejar de ser un secreto.
Asgard
vendría a la reserva por la corta noche. Elvis se había bañado como todos los
días y usaba parte de la ropa que mamá guardaba de mis hermanos cuando eran
pequeños. Sí… No entendía el porqué los padres retienen reliquias que ya no
servirán. Era un bonito recuerdo pero de utilidad no tenía nada, salvo en este
caso. Lucir en Elvis.
Mientras
Elvis ayudaba a mamá a cortar patatas para la cena, Amelia me tomaba la primera
lección que rendiría mañana en la Universidad.
Sentada
en mi cama con la tabla periódica entre sus piernas, mi amiga bufaba cada vez
que me equivocaba en la respuesta.
—Vamos
Bua, ya te lo he dicho, haz memoria. La primera fila son metales alcalinos.
—Litio,
sodio, potasio, y… ¡Ay cielos!
—Ru…
—Ru…
¿qué más?
—Rubi…
—¡No
recuerdo, Amelia!
—¡Rubidio!
Es fácil.
—¿A
quién se le ha ocurrido poner rubidio de nombre a un elemento?
—Pues,
eso no importa. Sea quien sea se llama así.
—Mejor
sigamos con otros.
—Okay,
pero debes saberlas todas.
—¡Anda
Amelia! Una más fácil.
—Los
no metales.
—Ah…
Bueno… Carbono, nitrógeno, oxigeno, fósforo, azufre, y… Y…
—Selenio.
—Uf…
—me miré en el espejo de pie—. ¿Luzco bien?
Amelia
levantó la vista de la tabla y arqueó la ceja.
—Que
luzcas bien o mal no te servirá para salvar la lección.
Me
senté en la cama a su lado.
—Ya
lo sé. Es que vendrá Asgard a ver al niño. Me preocupa que lo encuentre bien.
Por eso no puedo concentrarme.
Sonrió.
—¿No
digas? ¿Te preocupa quedar bien?
—No
sonrías así. Es natural. Se me ha dado una tarea para hacer y prometí que
cuidaría a Elvis.
—Pero
sí el niño está muy bien cuidado. No te preocupes. Le has quitado las patatas
del horno. Debe estar muy agradecido.
—Por
supuesto.
Arqueó
la ceja nuevamente.
—¿No
será que también te gusta?
—¡Amelia!
No seas ridícula. Es un humano.
—¿Y?
—Sería
un problema.
—Eso
no significa que lo tomes en cuenta cuando te gusta un chico. ¿Acaso tú eres
así? ¿Tan meticulosa y medida?
—A
Asgard lo he visto un par de horas.
—Bua,
¡soy tu mejor amiga!
—¡Okay!
Me gusta y he pensado en él desde que me atropelló. ¿Estás feliz?
—Estoy
conforme. Estaría feliz si por fin encontraras al amor de tu vida. Sea quien
sea. Lo cierto es que no lo conocemos. Puede ser un loco, un esquizofrénico, un
mal padre.
—No
tiene hijos.
—Sí,
lo tuvo.
La
voz de Elvis nos sobresaltó a las dos.
—Hola
Elvis, pasa. Ven, siéntate aquí —palmee la cama.
—¿Hablaban
de Asgard?
—Ah
pues… Sí… —balbucee.
—Nos
preguntábamos como lo conociste –agregó Amelia.
El
niño se sentó entre las dos.
—Bua
sabe como lo conocí. Asgard se lo contó en el coche.
—Ah…
algo sí… algo supe.
—Es
muy bueno y quiere a los niños. Tiene una perra que se llama Dalila. Él me lo
contó.
—¡Qué
tierno! –Amelia me guiñó un ojo—. ¿Y decías que tuvo un hijo?
—Sí,
pero murió. Tenía cuatro años.
Ambas
quedamos en silencio unos segundos.
—Pobre,
¡qué triste! –murmuré.
—¿Murió
por una enfermedad? —insistió Amelia.
—No
lo sé. Solo supe que murió porque él me lo dijo una vez.
En
ese instante golpearon la puerta y di un salto.
—¡Debe
ser él!
—Sí,
¡qué suerte! –corrió hacia la puerta y se detuvo abruptamente—. ¿Y si es la
policía?
Me
puse de pie y alisé mi blusa roja.
—No
te preocupes. Tú quédate aquí con Amelia. Nadie te sacará de aquí.
Atravesé
la sala al tiempo que mis tacones stiletto hacían eco en el parquet. Mamá salió
de la cocina y la detuve.
—No
te preocupes, yo abriré.
—Aguarda
–mi madre echó un vistazo alrededor por si había alguna pertenencia de Elvis
que indicara su presencia—. Ahora abre y ten cuidado con lo que dices.
Respiré
profundo y abrí.
Lo
primero que golpeó mis sentidos fue su perfume a maderas de oriente. Después la
vista se encontró con un macho de casi metro noventa, vestido de jeans y
camiseta celeste. Su cabeza rapada le iba muy bien con la forma de su cráneo perfecto.
Había dado señales de ser un humano noble, aunque no había duda que su mirada
café podía pasar de lucir amable a aguda y filosa como un cuchillo si se
enfadaba. En el instante que me vio lucía muy lejos del enojo, pero sí lo noté
preocupado.
Rápidamente
quise quitar su duda.
—Hola
Asgard, Elvis está bien.
Sonrió
y sus ojos se achinaron por el gesto. Sonreía con todo el rostro, no solo con
sus labios. Sus sensuales labios.
—Buenas
noches. Gracias Bua.
—Pasa,
por favor. Creí que no encontrarías la dirección.
—Muchas
gracias. Sí, anoté meticulosamente cuando me explicaste por el móvil.
Mi
madre se acercó quitándose el delantal.
—Buenas
noches, señora. Mi nombre es Asgard. Mucho gusto –extendió la mano sin
abandonar el porte erguido.
—Buenas
noches Defensor. Soy la madre de Bua –estrechó su mano—. Coja asiento, por
favor.
—Gracias.
—Bua,
ve a llamar al niño.
—Sí,
mamá.
—¿Acepta
cenar con nosotros, Defensor?
Al
escuchar la invitación de mi madre me detuve y giré para alentar la propuesta.
—Sería
genial, Asgard. Así puedes compartir con Elvis más tiempo. No te lo llevarás
tan pronto, ¿o sí?
—Bua
–murmuró mi madre—, ¿podrías ir por el niño?
—Sí.
Ya regreso.
Antes
de abandonar la sala escuché la respuesta de él.
—Le
agradezco mucho pero ya cené con mi madre. Se me hizo tarde por ese motivo, mil
disculpas.
—No
se preocupe.
Al
entrar a mi habitación Elvis y Amelia reían por alguna broma.
—Elvis,
Asgard está aquí.
El
niño corrió hacia la sala y Amelia sonrió.
—¿Llegó
el galán? –vocalizó con gestos.
—Calla,
ven. Te lo presentaré.
Anouk.
Rose
permaneció muda mientras caminábamos por la avenida principal, pero al
detenernos en la primera vidriera de vestidos de fiesta, lo largó.
—Me
acabas de arruinar la oportunidad de entablar una incipiente relación con el
macho que me gusta.
Rodee
los ojos.
—Ante
todo no arruiné la oportunidad de ninguna relación, Rose. Te di el lugar que
mereces. No puedes regalarte así.
—Solo
saludé.
—Si
permanecíamos unos minutos más, el tal oficial se hubiera enterado de toda tu
vida al tiempo que el hilillo de baba correría por la comisura de tu boca.
—¡Qué
exagerada eres, Anouk!
—No
lo soy. ¡Mira! ¿Te gusta ese vestido verde?
—No
me combina con mi cabello pelirrojo ni mis ojos escarlata.
Me
quité los anteojos de sol y la observé.
—¿Tienes
iris escarlata? Siempre te veo con lentes de contacto.
—Sí…
¿Y ahora qué voy a hacer para entablar un diálogo con él? Insisto, era una
buena oportunidad. A veces pareces mi enemiga.
La
miré asombrada.
—¡No
digas eso, Rose! Te adoro y quiero lo mejor para ti.
—Pues
lo mejor para mí es que ese oficial guapo me recuerde.
—Paso
a paso. Fuiste simpática y amable. Además te miró con mucha atención.
—No
ayuda nada. Es difícil cruzarme en su camino, ¿no lo entiendes?
—Lo
que entiendo es que no puedes regalarte. Eso a los hombres de bien no les gusta
a la hora de elegir una chica seria.
—¡Pero
si no quiero casarme con él!
—Rose,
eso lo dices ahora. ¿Y si llegara a ocurrir de enamorarte y él de ti? No tengas
dudas que recordará como te conoció.
Acomodó
su bolso en el hombro y se cruzó de brazos.
—¡Cuánto
sabes de relaciones sentimentales! ¡Quién diría que entramos en otro verano y
tú sigues virgen!
—Sssh…
—observé alrededor—. Baja la voz.
—Es
la verdad. No puedes darme consejo alguno.
—Tú
dijiste que no le diera todo servido a Drank y que provocara su interés. ¡Ponte
de acuerdo!
—Son
situaciones diferentes. Al leñador lo puedes ver cuando quieras con cualquier
excusa.
—Tú
puedes visitar a Scarlet en la comisaría y cruzarte miles de veces con él.
Suspiró.
—No…
No creo que a Scarlet le parezca buena idea.
—¿Por
qué es policía? ¿Y el tal Petrov? ¿No es su novio?
—¿Novio?
¿Dónde has visto a Petrov visitándola con ese destacado título? Si han dormido
juntos ya sería gran cosa.
—¿Por
qué lo dices?
—Noto
a Scarlet muy distanciada de él. Antes comentaba sobre anécdotas y le brillaban
los ojos. ¡Oye! Me gusta ese vestido blanco.
—Quizás
tenga miedo de formalizar una relación con alguien que ignora inmenso secreto.
Me sentiría como ella en su situación. Sobre todo teniendo a dos hermanos
mayores tan celosos. ¿El blanco? –Señalé el vestido—. Olvídalo. Nunca puedes ir
del mismo color que vestirá la novia. No es ético, de mal gusto.
—No
sabía. ¿Entonces?
—Ven,
fuera de vidriera debe haber muchos más. Entremos, pediremos a la empleada
consejo.
—¿Y
tú? ¿Algún color en especial?
—Bueno,
mi madre dice que me queda muy bien cualquier color.
Rio.
—¿De
qué ríes?
—Las
madres siempre deben decir lo mismo de sus hijos.
—¡Muy
graciosa!
La
empleada se acercó apenas nos vio entrar.
—Buenos
días, ¿puedo facilitarle la tarea? Veo que están indecisas.
Arquee
la ceja y sonreí.
—Gracias,
es muy amable. En cuanto a lo de facilitarnos la tarea no lo creo necesario.
Elegir, lo haremos nosotras. Acepto que me muestre vestidos para fiesta, que no
sean blancos, por favor.
—¿Es
una boda?
—Sí,
acertó.
—Pasen
por aquí.
Quedé
un tanto rezagada junto a Rose y hablé en voz baja.
—Siempre
quieren que compres los vestidos que no tienen mucha salida. Conozco a los
vendedores.
—Calla
Anouk, nos cobrará más por tu antipatía. Cuando te sale la Gólubev por los
poros eres insoportable.
Me
detuve bruscamente.
—¿Qué
ocurre?
—Ay…
Nombraste me ilustre apellido y recordé las tiendas de Moscú. ¡Cuánto lujo!
¡Cuánta belleza! Y yo aquí en Kirkenes comprando lo que se pueda.
Rose
se acercó más. Me contempló con preocupación.
—Anouk,
¿te has puesto a pensar que si fueras la hembra de Drank no tendrías ni la
cuarta parte de lo que tienes? Vivirías en la reserva. ¿O crees que él dejaría
todo por seguirte a Moscú?
—Esa
es la idea. Sueño con poder lograrlo. Mis sueños con él no son correteando por
el bosque sino paseando por los alrededores del Kremlin.
Bajó
la mirada.
—Deberías
tener en cuenta que podrías ser al revés. Solo para que no sea un golpe duro
para ti si no sale como esperas.
—¡Por
aquí, señoritas! –llamó la empleada.
—Vamos,
Rose. Aún nos faltan los zapatos –murmuré apenada.
Llegamos
al ala izquierda de la tienda y la empleada hizo a un lado una cortina de pana
burdeos.
Mis
ojos se abrieron antes tanta elegancia colgada en perchas. Rose tardó en cerrar
la boca ante el asombro.
—Esto
será muy costoso.
—No
te preocupes. Traje ahorros de mi trabajo en meses así que te prestaré para tu
vestido.
—No
es necesario. Sebastien me dio mucho dinero. Dijo que me comprara lo que
quisiera.
—¡Qué
dadivoso es Sebastien! –sonreí—. No es como mi padre que tiene un cocodrilo en
el bolsillo.
—No
critiques a tu padre. Bastante te mantuvo decenas de años sin trabajar.
La
empleada apartó la vista de un vestido de gaza azul y nos miró sorprendida.
—Ah…
sí… decenas de años… es un decir –le sonrió Rose.
La
codee con disimulo. ¡Si sería bocotas!
—Señorita,
ese es un bonito vestido. ¿Me permite ver la calidad?
—Por
supuesto. Eso sí… Sepan disculpar mi atrevimiento pero ya me ha ocurrido varias
veces… ¿Tiene las manos limpias?
Arquee
la ceja y fruncí el ceño.
—¿De
verdad me pregunta? ¿Cree que con esta elegancia que porto vengo de jugar en el
barro?
—No,
no…
—Pues,
¿entonces?
Extendió
el vestido y lo cogí entre mis brazos.
—Es
de georgette –aclaró la empleada.
—¿Es
el diseñador? –preguntó Rose.
La
miré para asesinarla.
Carraspee.
—Mi
amiga es muy graciosa. En cuanto a la tela prefiero la organza. Tiene más
cuerpo. Y si tiene algunos bordados mucho mejor.
—Buscaré
alguno de su gusto. Ya regreso.
—Gracias,
es muy amable.
—¿Qué
es eso de georgette y organza?
—Es
la tela, Rose. Depende con cuantos hilos de seda está confeccionada.
—Ah…
A
pocos metros de nosotras, un muestrario de alhajas y bijouterie brillaba sobre
un lienzo delicado.
—Me
llevaría todas.
—Son
bonitas, Rose. Pero no puedes usar cualquier baratija. Una joya quedaría bien.
No hay que cargarse demasiado. Y debe combinar con tu anillo de los Craig. Algo
que contenga un rubí, por ejemplo. Además tendrías que ver ante todo el vestido
que usarás. Si te gustan las gargantillas no debes usar un modelo con cuello.
—Ah…
¡Cuántos detalles! Me alegro haber venido contigo.
—Yo
también. Porque eres mi amiga y nos divertimos.
—Sí,
a pesar que me arruinaste la charla con Vikingo.
Rodee
los ojos.
—Ya
me darás las gracias.
………………………………………………………………………………………………..
La
elección de ambos vestidos nos llevó casi una hora, aunque salimos de la tienda
felices por la compra. Mi amiga se decidió por un vestido azul de gasa, corte
princesa y escote corazón. Lucía a modo de detalle incrustaciones en fino
estrás. En mi caso me decidí por un vestido rojo escotado que caía en gajos
sobrepuestos de gasa, con una bella y llamativa incrustación en la cintura.
Después
de comprar los zapatos adecuados nos dirigimos a la plaza. Nos sentamos en un
banco bajo un frondoso árbol a beber unos refrescos y conversar.
—No
podremos quedarnos mucho tiempo, Anouk. Tengo cosas que hacer en la mansión.
—Solo
unos minutos. También tengo que ayudar a Sebastien a terminar unas planillas
del hotel.
—¿Y
cómo va tú práctica de docente?
—No
me han llamado. Seguiré esperando. Tengo buenas calificaciones, excelentes.
—¿Cuál
es el problema?
—Soy
rusa. Primero quedan en lista las docentes oriundas de Kirkenes. Por otra parte
no hay tantos puestos vacantes.
Rose
bebió un sorbo de refresco de lima y se atragantó.
—¡Anouk!
Oye, ¿por qué no le preguntas a Bernardo si acepta que trabajes en el Jardín de
Infantes de la reserva? Escuché a hablar a Bianca con él sobre la búsqueda y
parece que aún no se ha presentado nadie.
—¿Cómo
te enteras de todo, Rose?
—Es
mi especialidad.
—Pero
roza lo chusma escuchar conversaciones ajenas.
—Calla
y dime qué opinas.
—¡Qué
es un disparate! ¿Qué voy a hacer yo con un enjambre de lobitos?
—Manada,
Anouk. Los enjambres son de abejas.
Rodee
los ojos.
—¡Ya
lo sé! Lo dije para resaltar el disparate. Te reitero sería muy difícil lidiar
con una raza tan diferente.
—¿En
serio? Claaaro, porque los humanos son tan simples.
Un
búho distrajo la atención justo en las ramas por encima de nuestras cabezas.
Ambas miramos.
—¡Joder!
¿Ya anochecerá?
—Por
pocas horas, sí querida. Bienvenida a Kirkenes.
Bebí
un sorbo y mi imaginación me remontó tiempo atrás. Donde la bella e iluminada Moscú
mostraba su esplendor en las noches de verano.
—Extraño
mi hogar, mi país, mi familia…
—Lo
sé. Sin embargo no estás aquí por obligación. Fue tu elección.
—Sí,
lo fue. Pero no quita que el desarraigo me duela en el pecho.
—Piensa
en Drank. Estás cerca de él. Sería imposible conquistarlo a miles de millas de
distancia.
—¿Y
si no lo consigo?
—¡Ah
no! Nunca debes quejarte por las decisiones pasadas. Estás jugándote por tu
felicidad.
—Mi
felicidad también es Moscú y mi familia… No me hagas caso –encogí los hombros—.
A veces estoy más sentimental.
Como
por arte de magia, mi móvil sonó en el bolso. Lo cogí rápidamente.
—Es
mi madre, lo sé por el tono que elegí.
—¿Anastasia
de Disney?
—Va
con ella y sus Romanov. ¡Hola mamá!
“Anouk,
cariño. ¿Estás bien?”
—Sí,
mamá. Fuimos de compras con Rose. Ya tengo mi vestido.
“Ah…
Ehm… ¿Tú no pensabas llamar?”
—No,
¿por qué?
—“Anouk,
es el cumpleaños de Dimitri.”
De
un salto me puse de pie.
—¡Lo
siento! Pásame con él, y no menciones que no lo recordé.
“Está
bien, cielo. Procura cuidarte y hazle caso a Sebastien. Recuerda que eres una
Gólubev, debes comportarte bien.”
—Sí,
mamá.
“Te
pasaré con Dimitri. Está en la sala. Por favor, envíame una foto del vestido.
Me encantaría verlo. Sabes que soy curiosa.”
—Sí,
lo haré. Tú envía una foto del tuyo.
“Por
supuesto, cariño. Un beso grande. Te extrañamos.”
Fue
una suerte que mi madre llamara para recordarme el cumpleaños de mi hermano. Yo
misma no me hubiera perdonado la ausencia de mi saludo. Siempre fuimos una
familia muy unida. Con conflictos como todas los tienen, pero el amor y el
apoyo entre nosotros nunca nos abandonó. Escuchar la voz de Dimitri me hizo
bien. Fue como tenerlo cerca aunque fuera por unos minutos.
Antes
de cortar la comunicación, Ivan pidió hablar conmigo. No era extraño. Hacía
tiempo que ya no vivía en mi hogar y eso inquietaba a mi hermano mayor ya que
era con quien más compartíamos los gustos exquisitos. Desde que nací, Ivan fue
muy sobre protector. Lo seguía desde pequeña. Lo admiraba por su inteligencia y
educación. Si tuviéramos que enviar a cualquier parte del mundo un
representante de los Gólubev, él sería el indicado. Sabía muchos idiomas, era
correcto, cortés, y sagaz.
Cuando
hablábamos de mi futuro, él me decía que llegaría muy lejos. Quizás dando
clases en una prestigiosa Universidad como él. Estaba seguro que sentiría
orgullo de mí. ¿Qué pensaría si le dijera que me había enamorado de un leñador
que vivía con lobos? Mejor… dejaría para más adelante esa extraordinaria
confesión. ¿Temía a su respuesta? Sí, no deseaba desilusionarlo. Menos hoy por
hoy que Drank no se fijaba en mí. En un futuro… pues ya vería.
Bua.
Fue
un placer observar a Elvis y al Defensor juntos. Sentados en el sofá daban
muestras de lo mucho que se querían.
Mi
padre y mi hermano Kristoff llegaron al poco tiempo y se unieron a la charla.
Creería que mi familia tenía sobre todo la curiosidad de saber más del caso de
los Holt. Aunque Asgard cuidó de dar demasiados detalles en presencia del niño.
Amelia y yo ayudábamos a poner la mesa entre miradas de picardía de mi amiga y
mis señas de que se comportara. No deseaba quedar como una chica desesperada
tras un ejemplar tan bello. Y eso me hizo pensar que algo extraño ocurría en mi
carácter. Porque jamás me había importado lo que pensarían de mí.
Asgard
no se quedó a cenar. Fue una pena, sin embargo lo entendí. Dejó en claro que no
quería ocasionar más molestias. Agradeció una
y mil veces la ayuda dada. Incluso intentó compensar con dinero el gasto
que ocasionaba Elvis. Por supuesto que mis padres se negaron rotundamente.
Antes de partir aseguró que a más tardar el viernes, la anulación de la
adopción de parte de esos crápulas estaría lista. Aunque con pena aseguró que
Elvis no podría vivir con él, al menos por el momento. El niño iría a un hogar
de tránsito otorgado por el nuevo Defensor. Asgard lo conocía y confiaba que
buscaría lo mejor para Elvis.
Acompañé
al bello caballero hasta el jardín. Su costoso coche no estaba a la vista.
Evidentemente lo habría dejado a la entrada de la reserva. Mi familia lo
despidió amablemente, fue una suerte que cayera bien.
Antes
de desaparecer de la sala con él, mi madre advirtió.
—Bua,
recuerda que mañana tienes lección.
—No
te preocupes, mamá. Lo tengo todo memorizado. ¿Verdad Amelia?
Mi
amiga me miró, después a mi madre.
—¡Claro!
Será pan comido.
Sonreí
y salí tras el humano.
El
silencio nos ganó mientras bajábamos la escalera de madera hacia el jardín. Al
llegar al primer cantero de flores me detuve. Él me imitó y sonrió.
—No
sé cómo agradecerte.
—No
tienes que hacerlo. Elvis es maravilloso y se lo merece.
“Y
tú también”, le hubiera dicho pero preferí callar.
Nos
detuvimos frente a frente. Él metió las manos en los bolsillos de sus jeans y
yo crucé los brazos a la altura del pecho.
—Bueno,
debo irme. Aún no sé que inventar para llevar a Elvis a Tribunales cuando ya no
corra peligro. Quizás diga que vino a mí y yo al instante lo puse a disposición
del juzgado. No es lo que quisiera pero por ahora es lo que podré hacer.
—¿Lo
adoptarás?
—Sí,
pero lleva un tiempo.
—Lo
lograrás. Se nota que serás buen padre.
Su
rostro ensombreció por segundos pero volvió a sonreír.
—Gracias.
Ojalá lo haga feliz.
—No
lo dudo.
—Okay…
ahora… me voy y… bueno… nos vemos en pocos días.
—¡Claro!
Te esperaré. Digo, te esperaremos con Elvis. ¡Ah, Asgard! El once de junio
tengo una boda y tendré que dejar a Elvis con mis padres. ¿No tienes
inconveniente?
—No,
por supuesto. Además para esa fecha habré entregado a Elvis al Defensor. Ehm…
¿Tienes una boda el once de junio?
—Sí.
En realidad invitaron a mi amigo y puede llevar un acompañante. La boda es de
Douglas Craig, hijo de un millonario.
—¿En
serio? ¿Conoces a los Craig?
—Algo,
sí… ¿Tú?
—Tuve
el caso de Nicolay Craig.
—¿No
digas? ¡Guau! Es su hermano quien contrae nupcias.
Sonrió
divertido con esas sonrisas que desarman.
—Entonces
nos veremos. Nicolay llamó para invitarme. Un bello detalle.
—¡Genial!
Nos veremos allí. Y… ¿Tú vas con… alguien? ¿Novia, esposa, amiga?
—No,
mi amiga está muy enferma y mi madre podría acompañarme pero desea quedarse en
casa. Y… No, no tengo esposa ni novia.
—Ah…
Bueno… Okay… Nos encontraremos en la fiesta, aunque nos veremos antes
seguramente por Elvis.
—Cierto.
Extendió
la mano y mis ojos se clavaron en ella. Dudé… No quedaba bien darle un beso a
un desconocido. Ni siquiera era un amigo como Tim, o Drank.
Estreché
su mano cálida y sentí una corriente intensa por todo el cuerpo. Rompí el
contacto y lo miré. Él bajó la vista y murmuró.
—Buenas
noches, Bua.
—Buenas
noches –respondí.
Lo
vi apartarse y coger camino. Me quedé contemplándolo en ese andar tan varonil.
Mis ojos de loba fueron tras él. Sin embargo mi cuerpo quedó inmóvil. Escaso
tiempo de conocerlo, poco tiempo para decirle que me atraía como ningún macho
había conseguido hacerlo. Sería admiración seguramente. Era tan bueno, tan
noble, tan bello… Sí… admiración… Eso era.
Scarlet.
Bajé
de mi coche con la carga liviana. Cerré la puerta con mi pie y caminé desde el
garaje hasta el portal. Nicolay y Bianca sentados en el segundo escalón
repasaban las tablas de multiplicar.
—¡Hola
Scarlet!
—¡Hola
tía!
—Hola
cariño, hola Bianca.
—¿Qué
traes ahí tía Scarlet? ¿Algún regalo para mí?
—Ah,
pero te has mal acostumbrado, ¿eh? –reí.
—Es
tu culpa, cuñada.
—Lo
sé. Sin embargo en este caso es una caja sin importancia. Archivos que… —arquee
la ceja—. Son… archivos importantes y… ¿dónde está mi hermano?
—¿Cuál
de los dos?
—Tu
marido.
—En
el despacho, con Charles.
—Pero
tía, dijiste que era una caja sin importancia y luego dijiste que eran archivos
importantes. No es demasiado contradictorio.
Lo
miré fijamente.
—Y
tú eres demasiado inteligente. ¿Te has aprendido las tablas?
—Más
o menos.
—Eso
es porque lo tuyo no es aritmética, sobrino. Deberías ser policía.
—¡Ay
sí! Bianca, quiero ser policía. ¿Puedo?
—Dijiste
que querías ser forense como yo.
—¡Quiero
ser las dos cosas!
Bianca
rio.
Avancé
hasta el despacho y golpee como pude. Charles abrió la puerta y sus ojos se
clavaron en la caja de cartón.
—¿Te
mudas de la comisaría, querida?
—¿Tú
crees? ¿Bastaría con esta caja para guardar mis pertenencias?
—Tienes
razón. Solo el maquillaje abarcaría mucho más que eso.
Mi
hermano se sentó erguido en la silla del escritorio y prestó atención en cuanto
apoyé la caja sobre la mesa.
—¿Qué
es esto, Scarlet?
Con
dos dedos impulsé la tapa hacia atrás para abrirla y él contempló el interior.
Charles se acercó y se asomó para ver mejor.
—¿Dibujos?
—Calcos
en papel manteca, para ser exactos, dibujos de tatuajes.
—¿Vas
a hacerte un tatuaje y quieres que te ayudemos a elegir? –sonrió Charles.
—¡Qué
iluso eres! Jamás pediría un modelo a ustedes dos. Son de Vikingo. En realidad,
eran de su hermana.
Sebastien
hurgó con sus dedos y su rostro fue mostrando preocupación.
—La
enfermera que ayudaba a Olaf Arve –murmuró Charles.
—Exacto.
Coge el tercero comenzando de arriba.
Mi
hermano siguió el consejo y extrajo el dibujo.
—Mierda…
El león de los Craig.
—¿Vikingo
te dio la caja?
—No
–me senté frente a Sebastien y crucé las piernas —, se lo iba a dar a Grigorii.
—¿Qué?
–se alarmó Charles.
—¡Lo
sabía! Tarde o temprano Petrov iría tras esa pista. ¡Maldita sea! –mi hermano
se puso de pie.
—¿Y
ahora? –preguntó Charles.
—Pues,
hice lo creí mejor. La robé de la oficina de Vikingo.
—¿Y
si hay cámaras?
—Ya
lo pensé. Diré que creí que era para tirar.
—¿Así
tan fácil?
—Sebastien,
no quedaba otra alternativa.
—Lo
que queda es decirle de una vez por todas quienes somos. Ya estoy harto que
ronde. Es probable que con todo lo que hicimos por Anne, nos tenga piedad y
escuche las razones.
—¿Del
por qué somos asesinos? –Sonrió con sorna Charles—. Olvídalo.
—Tarde
o temprano va a saberlo. Recuerden, ¡no envejecemos señores! Él sí.
—Opino
que hay que esperar. Liz está embarazada, Bianca también. Si algo sale mal, no
es conveniente que tengamos que mudarnos huyendo en menos de veinticuatro horas
–aseguró Charles.
—¿Veinticuatro
horas? No nos dará tanto tiempo –refuté.
Sebastien
volvió a sentarse.
—¿Entonces?
—Por
lo menos Grigorii no verá los tatuajes, por ahora todo seguirá igual.
—Sí
–murmuró—, por ahora. Sin embargo Petrov es una bomba de tiempo.
Charles
me miró.
Una
bomba de tiempo cuya desconexión, la tienes solo tú.
Bajé
la vista.
—No
estoy preparada.
—Porque
estás aterrada del rechazo. No lo quieres perder. Aunque de un tiempo a esta
parte te haces pasar por dura e insensible. Lo he dicho muchas veces. El miedo
paraliza.
—Charles,
dijiste que no era la mejor opción decírselo ahora.
—Lo
mantengo. Sin embargo trata de prepararte para ello. Los meses vuelan.
—Es
que tienes que seguir tu corazonada —mi hermano se compadeció—. Después que
nazcan los bebés, serán muy pequeños y así sucesivamente. No estoy con Charles
en cuanto a la espera. Siempre tendremos problemas para huir. Creo que si
Petrov se entera por otra boca que no sea la tuya no te lo perdonará.
—¿Y
sin Anne te ayuda? –Preguntó Charles—. Él ama a su hermana.
—No
quisiera meter a Anne en esto.
—Ella
ya está involucrada. Guardó el secreto y eso a Petrov no le gustará.
—Bien
–Sebastien guardó la caja en un estante con puerta—. Nos reuniremos con Bianca,
Lenya, y Liz, a ver qué opinan. Mañana a la noche si les parece. Ahora si me
disculpan, Douglas me espera en Kirkenes. Debe comprar el traje de bodas y
desea que le de opinión.
—Buena
suerte, querido.
—Suerte
con el traje, hermano.
Por qué se ha callado Bua y no le ha dicho a Asgard que es maravilloso? A pesar de su silencio, Asgard se enamorará de la loba que atropelló.
ResponderEliminarMe vestiré de etiqueta para la boda:)
Bso
Hola Ignacio! Gracias por comentar.
EliminarCreo que para Bua todo es nuevo. La asusta lo que comienza a sentir.
Yo opino como tú, espero que se enamoren.
Me alegro que te vistas de etiqueta. Pienso que la fiesta lo merita. Aunque estoy segura que los Craig estarán felices con solo tu presencia.
Muchas gracias y un abrazo desde Argentina. ¡Buena semana para ti!
Uy genial capítulo esperó que Scarlett decida lo mejor para ella y querio ver que pasa con la boda. Te mando un beso
ResponderEliminar¡Hola Citu! Gracias por comentar!
EliminarVeremos que pasa con Scarlet y Grigorii. En la boda creo que pasarán muchas cosas importantes. Espero te guste y te diviertas. Besotes amiga y buena semana!
Hola, Lou... Me ha parecido muy interesante la conversación que han mantenido Grigorii y Vikingo
ResponderEliminarYo opino que Vikingo actuó bien... muchas veces alejarse de las leyes te acerca más a la justicia, que es lo que realmente importa
Creo que a Grigorii no le ha interesado investigar sobre la muerte de su padre, y es muy comprensible... pero ese tatuaje de león puede tener consecuencias
Sin embargo, pienso que entre Scarlett y Anne pueden conseguir que Grigorii entienda
Elvis está en muy buenas manos, Bua lo cuida muy bien... pero sí, hay que tener cuidado de que Camile no se entere
Bueno, Amelia ha conseguido que Bua le confiese que le gusta Asgard, y que ha pensado en él desde que la atropelló... No creo que sea admiración, estoy segura de que es amor lo que siente... aunque también es muy lógico que admires a quien amas
Y me queda muy claro que a Rose le gusta Vikingo
Las compras han comenzado,,, estoy segura que será una boda fantástica... Douglas y Marin lo merecen
Felicidades por otro excelente capítulo
Besos
¡Hola Mela! Gracias por comentar como siempre. Vikingo y Grigorii an hablado. Nosotras sabemos el secreto, ellos no. Sin quererlo están muy cerca de saber la verdad.
EliminarEl padre fue un monstruo y la vida que llevaba le indica a Grigorii que podía terminar así.
Anne... Scarlet... No sé. ¿Sabes? Creo que será muy difícil ese momento si ocurre.
Bua cuida a Elvis muy bien. Por ese lado está conquistando a Asgard pues él ama los niños.
Aún Bua no entiende lo que le pasa. Eso tan fuerte. No sabemos si podrá darse cuenta pronto.
Yo también coincido creo que es más que admiración.
Rose y Vikingo harían una genial pareja, se me ocurre. Habrá que ver como se dan las cosas en el futuro y si Rose logra llamar su atención.
Ojala la boda salga fantástica, se lo merecen tienes razón. Pero más se lo merecen ustedes, los lectores.
Un besazo grande amiga. Y que tengas una feliz semana.
Holaaaaa, mola la boda, también estoy pensando en un modelito:))))
ResponderEliminarHeyyyy, será genial que Asgard adopte a Elvis. Me encantan Asgard y Bua!!!!
Capi genial!!!!!
Besoteeeeeesssssss!!!!!!
¡Hola mi querida Merck! Gracias por estar aquí presente. ¿Has pensado en un modelito? Te daré algunas ideas en la semana. Así no repites vestido por las dudas, tu sabes, a veces pasa en las fiestas.
EliminarAsgard busca la adopción de Elvis. Me encanta. Pero habrá que seguir las normas y quizás tarde un poco.
Me alegro que te haya gustado. Te mando un besote grande y buena semana para ti.
A mi me parece bien que Douglas y Marin se casen,estan enamorados,me parece bien que se casen.No se si Camile sabra que Elvis esta en casa de Bua y a Grigorii nose como le sentara que sean vampiros.Esta todo muy interesante y es normal que Bua no le diga que es maravilloso porque le da verguenza.Me ha gustado mucho.Besos.
ResponderEliminar¡Hola Ramón! Muchas gracias por comentar. Es muy lindo que las personas se enamoren y se casen. Espero que la boda sea deleite de los lectores.
EliminarCreo que Camile no se ha enterado. Los que saben el secreto saben guardarlo muy bien.
Pienso que a Grigorii no le gustará el secreto de Scarlet, aunque me parece que la mentira es lo que dolerá más.
Bua siente el verdadero amor por primera vez, al parecer. No domina mucho la situación nueva que siente. Veremos como sigue esta historia con Asgard.
Te mando un abrazo desde Argentina y que tengas un feliz fin de semana!
Ahhh quiero leer sobre la vida la espero con ansias!!!...Y Scarlet si le confiesa a Grigorii creo que él no se lo va a tomar nada bien...Esperemos que sea lo contrario pero mmm no se...Lou bella gracias por el capítulo y FELIZ NAVIDAD!!! 🎅🤶🎄
ResponderEliminarPerdón es sobre la Boda no la vida...este celular escribe lo que quiere jajaja que pena!!!
Eliminar¡Hola Lau! Te entendí, jajaja no te preocupes. Ojalá te guste amiga. Yo creo que tienes razón en cuanto a Grigorii, pero debemos esperar.
EliminarYo también te deseo muy felices fiestas, cariño. Un maravillosos año nuevo para ti.
Besotes miles y gracias por comentar!!
Que lindo ver a Bua en esta faceta. Ella siempre fue muy liberal en este tema.
ResponderEliminarEn cuanto a Grigorii es cuestión de tiempo para que descubra la verdad, Scarleth tendría que vencer su miedo y hablar cuanto antes...
¡Hola Mi Johaaa! Muchas gracias por comentar. Sí, Bua parece que cayó en la trampa del amor y Asgard es genial.
EliminarEn cuanto a Grigorii creo que será difícil para él sobre todo por su profesión. Veremos que pasa amiga. Un besazo grande. Te quiero mucho. ¡¡Una feliz semana para vos!!