INTRODUCCIÓN

Introducción:

Dentro de los Sami, una raza milenaria se ha mantenido en secreto. Los lobos basados en la naturaleza y el honor han logrado la supervivencia lejos del ojo humano.

La reserva es su hogar y transitaré en ella para conocer cada secreto. Es un gusto que ustedes me acompañen. Estoy segura que reirán y se emocionarán.

Por mi parte cada línea, cada párrafo sobre ellos, me ha llevado a un mundo de misterio y fascinación.

Lo siento no puedo prescindir de ellos. Ellos… también me han atrapado.

lunes, 17 de diciembre de 2018

¡Hola chicos! Comenzamos a recorrer el camino hacia la boda de Douglas y Marin. Aún falta unos días pero los preparativos ya pueden disfrutarse. Iré subiendo imágenes de los distintos vestidos y trajes para que curioseen.
Espero se diviertan, y logre que aunque sea con la imaginación, estén todos allí. Invitados.
Besitos y gracias!!


Capítulo 5
Coincidencias.

Grigorii.

Era miércoles cuando decidí enfrentar a Vikingo. Lo creía un oficial excelente y recto en su accionar, por eso llamó mi atención aquella llamada lunes a la noche, apartándose de las normas legales.

Mientras terminaba mi hamburguesa en un local de comida rápida, lo largué sin anestesia.

—Te escuché hablar por el móvil con Asgard. ¿No es el Defensor que estaba bajo la lupa?

Vikingo bebió un trago de gaseosa y me miró fijamente.

—Sí, es él. Asgard Nilsen.
—Le advertiste que estábamos en su casa. Es obvio que tenía al niño con él. ¿Por qué?
—¿Por qué le advertí o por qué tenía al niño con él?
—Quiero ambas respuestas. Creo que me las debes. Por no abrir la boca.
—Te lo diré. Antes, sacia mi curiosidad. ¿Por qué no hablaste?
—Porque eres mi amigo. No podía traicionarte. De hecho estoy hablando contigo para pedir una explicación.
—Soy tu amigo sin embargo no confías en mí. ¿Crees que estoy haciendo algo malo?
—Pues… Confío pero…
—Pero quieres saber si tu intuición te falló, ¿es eso? Te diré que has hecho lo correcto –se puso de pie—. Vamos, beberemos un café en el bar de la esquina. Necesito fumar y además aquí el café es desagradable.

Salimos del local y caminamos en silencio. No me sentía cómodo pidiendo explicaciones a mi amigo. Él tenía razón, en el fondo dudaba de su accionar.

Al llegar al bar, nos sentamos en una mesa al aire libre. El mozo no tardó en llegar con la carta.

—Aquí tienen, pidan lo que deseen. El dueño dice que la casa invita.
—Gracias, pero no es necesario –contestó Vikingo.
—¡Claro qué sí! Son trabajadores del orden y la seguridad. Es un placer invitarlos.

Miré a Vikingo y bajó la vista.

—Un café doble, por favor. Gracias.
—Lo mismo para mí –contesté—. Es muy amable.
Después que el mozo se fue, Vikingo encendió un cigarrillo.

—¿Piensas que no merezco esas palabras honoríficas?
—No creo tal cosa solo que… Olvídalo, no me debes explicaciones.
—Te las daré igual. No por mí. Tengo la conciencia tranquila, es para calmar la tuya. Te conozco, seguirás pensando si has hecho mal. Te aseguro que cuando conozcas toda la verdad me darás la razón. Quizás en mi lugar hubieras hecho lo mismo.
—Nunca pasé por algo así. Siempre actué según las normas legales.

Sonrió sin apartar mi mirada.

—Tienes suerte. No es fácil decidir que debes hacer en esos casos.

Vikingo relato los pormenores y cada hecho de la historia del niño Holt. Cierto, a medida que desarrollaba la triste historia de Elvis no podía hacer otra cosa que compadecerlo y felicitar al Defensor. Era extraño pensar que hay ocasiones que debes ir contra la misma ley. Se supone que la justicia es una sola. En mi vida no había tenido hechos que me pusieran entre la espada y la pared. Mismo mi padre, había sido un delincuente con mi propia hermana, aún así no lo asesiné. Lo golpee y lo eché. Quizás no había sido suficiente para esa clase de personas que no merecían vivir. De todas formas él ya no estaba entre los vivos.

—¿Supiste algo más del niño?

Negó con la cabeza.

—Seguro no me lo dirás —murmuré.
—Es posible. Pero la verdad que no sé nada.
—Okay…
—Supongo lo habrá escondido en casa de algún pariente mientras realiza los trámites. Los Holt no pueden tener a Elvis. Corre peligro.
—No entiendo porque el juez no ve algo evidente.
—Lo ve. Le han dado dinero seguramente. No es la primera vez que ocurre en los juzgados. Hay de todo.
—Es horrendo que siga en el puesto. ¿Nadie hará nada?
—Todo cae por su propio peso. Tranquilo, ya pagará.
—Quisiera verlo entre rejas.

Sonrió de lado.

—Es curioso que hasta hace minutos pensabas que el bueno era el malo y viceversa.
—Si quieres que me sienta mal, lo has logrado.

Volvió a sonreír.

—No, nada de eso. Has hecho un largo camino en tu carrera. No dudo que hayas sido digno y moral. Sin embargo ya ves. No todo lo que brilla es oro.
—Jamás he pasado por algo así. Siempre he atrapado y detenido a personas que se lo merecían.
—Te felicito. No es grato estar en un lugar donde tienes que decidir apartarte de lo que supuestamente dice ser justicia.

Callé…

—Aún te queda de carrera. Quien te dice que alguna vez… Ese día te acordarás de mí.

—¡Hola Grigorii!

Ante la voz juvenil, miré a mi costado.

—¿Me recuerdas?

Sonreí.

—¡Hola! Claro, vives con los Craig. Tu nombre es…
—Rose. Y ella es Anouk, una amiga.
—Oh, encantado.

Extendí la mano a la otra jovencita elegante la cual aceptó muy formal.

Me dirigí a Vikingo.

—Ella es Rose, vive con los Craig.
—Un gusto, oficial Hakon.

La bella pelirroja lo miró sonriente.

—Ya nos conocemos, oficial.
—¿De verdad?
—La tarde de la quermese, hace tiempo. Fui atropellada por un conductor ebrio. ¿Ahora me recuerda?

Noté que Vikingo se esforzaba por recordar.

—Usted dijo que vaya con cuidado. Que al correr podía perder el zapato como Cenicienta.
—Mmm… Tengo una idea, sí. Fue hace tiempo.

La chica elegante interrumpió.

—Los dejamos beber el café. No queremos importunar. Nosotras debemos seguir camino.
—No es molestia –contesté.
—¿Desean acompañarnos? –invitó Vikingo.

Noté la duda en la chica pelirroja pero finalmente rechazó la invitación.

—No, gracias. Tiene razón mi amiga. Tenemos cosas que hacer. Tenemos una boda en la familia y debemos comprar ropa apropiada.
—No creo que a los oficiales les interese lo que vamos a hacer –interrumpió la joven elegante—. Que tengan buenos días.
—Un gusto, entonces —respondió Vikingo.
—Sí, me alegro de verlas bien. Le diré a Scarlet que las he visto.
—Adiós, que pasen bien –respondió.
—Sí, adiós y buenas tardes.

Apenas se alejaron pregunté.

—¿Zapato? ¿Cenicienta? ¿De qué hablaba Rose?
—Pues... tengo algún recuerdo en la memoria por aquel idiota borracho que nos trajo problemas.
—¿Quiso escapar?
—Era hermano de un político. Así que pagó una multa y tuvimos que dejarlo ir. De todas formas conseguimos su inhabilitación por dos años.
—Me parece bien.

Aspiró el cigarro lentamente y me miró con preocupación.

—¿Y Scarlet? ¿Cómo van tus cosas con ella?
—No van. Bueno, está resentida porque no dejé a Anne con los Craig cuando viaje a Solntjevo. Supongo se le pasará.
—¿Y eso por qué? ¿No confiabas en ellos?
—¡Claro qué sí! La cuidaron un tiempo. Lo hicieron de maravilla. Es que no deseaba molestarlos otra vez.
—Anne adora a Scarlet.
—Lo sé. Ella está feliz porque nos invitaron a la boda de Douglas Craig. Veré si alquilo un traje y un vestido para Anne. Es una gran fiesta en el hotel Thon.
—Podría prestarte un traje pero creo que te bailará.
—Descuida, gracias. Estoy al alcance de un alquiler.
—¿Y qué ocurrió en Solntjevo? ¿Pudiste averiguar sobre la muerte de tu padre?
—El forense dijo que había hechos que no cerraban –bebí el café—.  La caída por una escalera aun ebrio no coincidía con el golpe que le puso fin a su vida. Es decir, como si lo hubieran empujado con mucha fuerza.
—¿Ningún testigo?
—No. Y si los hubo nadie colaboró. Creo que lo odiaban en el barrio. Tampoco hubo huellas.
—Mejor déjalo así.
—Es lo que le dije al forense. Si de mí dependía no iba a involucrarme con extensos trámites y tampoco exhumar el cadáver. Quizás tuvo una pelea y dudo que no la haya provocado.
—Has hecho bien… El sábado pasado me acordé de ti.
—¿Por qué?
—Encontré una caja llena de calcos y modelos de tatuaje. Eran de Susan.
—¿Tu hermana?
—Sí. ¿Adivina qué?
—Dime.
—Encontré tu famoso tatuaje del león.

Bua.

El día lucía maravilloso. Pleno sol, brisa agradable, aroma a flores silvestres. Era una pena que Elvis solo lo contemplara desde el interior de casa. No me arriesgaba a que saliera a correr y jugara al aire libre. Mis padres habían aceptado a regañadientes la estadía del niño. En parte lo entendía. Era una bomba de tiempo. Sobre todo si me ponía a pensar que la imagen del “niño perdido” salía impresa en la contracara del diario local.

Pocos en la reserva lo sabían. Mi familia, Bernardo, Sabina, Tim, Drank, y mi mejor amiga Amelia. Era probable que algunos más en la reserva al saberlo no me delatarían, sin embargo el riesgo era mayor. Cuantos más lo supieran, podía llegar a oídos de Camile. Y ahí sí, tendríamos a la policía golpeando mi casa en escaso tiempo.

Gloria nos había visitado cada tarde desde que Elvis llegó. Al menos podían jugar en casa mientras el Defensor luchaba porque esas alimañas de los Holt no consiguieran su objetivo.

Lo cierto que a medida que transcurriera el tiempo, la estadía corría el riesgo de dejar de ser un secreto.

Asgard vendría a la reserva por la corta noche. Elvis se había bañado como todos los días y usaba parte de la ropa que mamá guardaba de mis hermanos cuando eran pequeños. Sí… No entendía el porqué los padres retienen reliquias que ya no servirán. Era un bonito recuerdo pero de utilidad no tenía nada, salvo en este caso. Lucir en Elvis.

Mientras Elvis ayudaba a mamá a cortar patatas para la cena, Amelia me tomaba la primera lección que rendiría mañana en la Universidad.

Sentada en mi cama con la tabla periódica entre sus piernas, mi amiga bufaba cada vez que me equivocaba en la respuesta.

—Vamos Bua, ya te lo he dicho, haz memoria. La primera fila son metales alcalinos.
—Litio, sodio, potasio, y… ¡Ay cielos!
—Ru…
—Ru… ¿qué más?
—Rubi…
—¡No recuerdo, Amelia!
—¡Rubidio! Es fácil.
—¿A quién se le ha ocurrido poner rubidio de nombre a un elemento?
—Pues, eso no importa. Sea quien sea se llama así.
—Mejor sigamos con otros.
—Okay, pero debes saberlas todas.
—¡Anda Amelia! Una más fácil.
—Los no metales.
—Ah… Bueno… Carbono, nitrógeno, oxigeno, fósforo, azufre, y… Y…
—Selenio.
—Uf… —me miré en el espejo de pie—. ¿Luzco bien?

Amelia levantó la vista de la tabla y arqueó la ceja.

—Que luzcas bien o mal no te servirá para salvar la lección.

Me senté en la cama a su lado.

—Ya lo sé. Es que vendrá Asgard a ver al niño. Me preocupa que lo encuentre bien. Por eso no puedo concentrarme.

Sonrió.

—¿No digas? ¿Te preocupa quedar bien?
—No sonrías así. Es natural. Se me ha dado una tarea para hacer y prometí que cuidaría a Elvis.
—Pero sí el niño está muy bien cuidado. No te preocupes. Le has quitado las patatas del horno. Debe estar muy agradecido.
—Por supuesto.

Arqueó la ceja nuevamente.

—¿No será que también te gusta?
—¡Amelia! No seas ridícula. Es un humano.
—¿Y?
—Sería un problema.
—Eso no significa que lo tomes en cuenta cuando te gusta un chico. ¿Acaso tú eres así? ¿Tan meticulosa y medida?
—A Asgard lo he visto un par de horas.
—Bua, ¡soy tu mejor amiga!
—¡Okay! Me gusta y he pensado en él desde que me atropelló. ¿Estás feliz?
—Estoy conforme. Estaría feliz si por fin encontraras al amor de tu vida. Sea quien sea. Lo cierto es que no lo conocemos. Puede ser un loco, un esquizofrénico, un mal padre.
—No tiene hijos.
—Sí, lo tuvo.

La voz de Elvis nos sobresaltó a las dos.

—Hola Elvis, pasa. Ven, siéntate aquí —palmee la cama.
—¿Hablaban de Asgard?
—Ah pues… Sí… —balbucee.
—Nos preguntábamos como lo conociste –agregó Amelia.

El niño se sentó entre las dos.

—Bua sabe como lo conocí. Asgard se lo contó en el coche.
—Ah… algo sí… algo supe.
—Es muy bueno y quiere a los niños. Tiene una perra que se llama Dalila. Él me lo contó.
—¡Qué tierno! –Amelia me guiñó un ojo—. ¿Y decías que tuvo un hijo?
—Sí, pero murió. Tenía cuatro años.

Ambas quedamos en silencio unos segundos.

—Pobre, ¡qué triste! –murmuré.
—¿Murió por una enfermedad? —insistió Amelia.
—No lo sé. Solo supe que murió porque él me lo dijo una vez.

En ese instante golpearon la puerta y di un salto.

—¡Debe ser él!
—Sí, ¡qué suerte! –corrió hacia la puerta y se detuvo abruptamente—. ¿Y si es la policía?

Me puse de pie y alisé mi blusa roja.

—No te preocupes. Tú quédate aquí con Amelia. Nadie te sacará de aquí.

Atravesé la sala al tiempo que mis tacones stiletto hacían eco en el parquet. Mamá salió de la cocina y la detuve.

—No te preocupes, yo abriré.
—Aguarda –mi madre echó un vistazo alrededor por si había alguna pertenencia de Elvis que indicara su presencia—. Ahora abre y ten cuidado con lo que dices.

Respiré profundo y abrí.

Lo primero que golpeó mis sentidos fue su perfume a maderas de oriente. Después la vista se encontró con un macho de casi metro noventa, vestido de jeans y camiseta celeste. Su cabeza rapada le iba muy bien con la forma de su cráneo perfecto. Había dado señales de ser un humano noble, aunque no había duda que su mirada café podía pasar de lucir amable a aguda y filosa como un cuchillo si se enfadaba. En el instante que me vio lucía muy lejos del enojo, pero sí lo noté preocupado.

Rápidamente quise quitar su duda.

—Hola Asgard, Elvis está bien.

Sonrió y sus ojos se achinaron por el gesto. Sonreía con todo el rostro, no solo con sus labios. Sus sensuales labios.

—Buenas noches. Gracias Bua.
—Pasa, por favor. Creí que no encontrarías la dirección.
—Muchas gracias. Sí, anoté meticulosamente cuando me explicaste por el móvil.

Mi madre se acercó quitándose el delantal.

—Buenas noches, señora. Mi nombre es Asgard. Mucho gusto –extendió la mano sin abandonar el porte erguido.
—Buenas noches Defensor. Soy la madre de Bua –estrechó su mano—. Coja asiento, por favor.
—Gracias.
—Bua, ve a llamar al niño.
—Sí, mamá.
—¿Acepta cenar con nosotros, Defensor?

Al escuchar la invitación de mi madre me detuve y giré para alentar la propuesta.

—Sería genial, Asgard. Así puedes compartir con Elvis más tiempo. No te lo llevarás tan pronto, ¿o sí?
—Bua –murmuró mi madre—, ¿podrías ir por el niño?
—Sí. Ya regreso.

Antes de abandonar la sala escuché la respuesta de él.

—Le agradezco mucho pero ya cené con mi madre. Se me hizo tarde por ese motivo, mil disculpas.
—No se preocupe.

Al entrar a mi habitación Elvis y Amelia reían por alguna broma.

—Elvis, Asgard está aquí.

El niño corrió hacia la sala y Amelia sonrió.

—¿Llegó el galán? –vocalizó con gestos.
—Calla, ven. Te lo presentaré.


Anouk.

Rose permaneció muda mientras caminábamos por la avenida principal, pero al detenernos en la primera vidriera de vestidos de fiesta, lo largó.

—Me acabas de arruinar la oportunidad de entablar una incipiente relación con el macho que me gusta.

Rodee los ojos.

—Ante todo no arruiné la oportunidad de ninguna relación, Rose. Te di el lugar que mereces. No puedes regalarte así.
—Solo saludé.
—Si permanecíamos unos minutos más, el tal oficial se hubiera enterado de toda tu vida al tiempo que el hilillo de baba correría por la comisura de tu boca.
—¡Qué exagerada eres, Anouk!
—No lo soy. ¡Mira! ¿Te gusta ese vestido verde?
—No me combina con mi cabello pelirrojo ni mis ojos escarlata.

Me quité los anteojos de sol y la observé.

—¿Tienes iris escarlata? Siempre te veo con lentes de contacto.
—Sí… ¿Y ahora qué voy a hacer para entablar un diálogo con él? Insisto, era una buena oportunidad. A veces pareces mi enemiga.

La miré asombrada.

—¡No digas eso, Rose! Te adoro y quiero lo mejor para ti.
—Pues lo mejor para mí es que ese oficial guapo me recuerde.
—Paso a paso. Fuiste simpática y amable. Además te miró con mucha atención.
—No ayuda nada. Es difícil cruzarme en su camino, ¿no lo entiendes?
—Lo que entiendo es que no puedes regalarte. Eso a los hombres de bien no les gusta a la hora de elegir una chica seria.
—¡Pero si no quiero casarme con él!
—Rose, eso lo dices ahora. ¿Y si llegara a ocurrir de enamorarte y él de ti? No tengas dudas que recordará como te conoció.

Acomodó su bolso en el hombro y se cruzó de brazos.

—¡Cuánto sabes de relaciones sentimentales! ¡Quién diría que entramos en otro verano y tú sigues virgen!
—Sssh… —observé alrededor—. Baja la voz.
—Es la verdad. No puedes darme consejo alguno.
—Tú dijiste que no le diera todo servido a Drank y que provocara su interés. ¡Ponte de acuerdo!
—Son situaciones diferentes. Al leñador lo puedes ver cuando quieras con cualquier excusa.
—Tú puedes visitar a Scarlet en la comisaría y cruzarte miles de veces con él.

Suspiró.

—No… No creo que a Scarlet le parezca buena idea.
—¿Por qué es policía? ¿Y el tal Petrov? ¿No es su novio?
—¿Novio? ¿Dónde has visto a Petrov visitándola con ese destacado título? Si han dormido juntos ya sería gran cosa.
—¿Por qué lo dices?
—Noto a Scarlet muy distanciada de él. Antes comentaba sobre anécdotas y le brillaban los ojos. ¡Oye! Me gusta ese vestido blanco.
—Quizás tenga miedo de formalizar una relación con alguien que ignora inmenso secreto. Me sentiría como ella en su situación. Sobre todo teniendo a dos hermanos mayores tan celosos. ¿El blanco? –Señalé el vestido—. Olvídalo. Nunca puedes ir del mismo color que vestirá la novia. No es ético, de mal gusto.
—No sabía. ¿Entonces?
—Ven, fuera de vidriera debe haber muchos más. Entremos, pediremos a la empleada consejo.
—¿Y tú? ¿Algún color en especial?
—Bueno, mi madre dice que me queda muy bien cualquier color.

Rio.

—¿De qué ríes?
—Las madres siempre deben decir lo mismo de sus hijos.
—¡Muy graciosa!

La empleada se acercó apenas nos vio entrar.

—Buenos días, ¿puedo facilitarle la tarea? Veo que están indecisas.

Arquee la ceja y sonreí.

—Gracias, es muy amable. En cuanto a lo de facilitarnos la tarea no lo creo necesario. Elegir, lo haremos nosotras. Acepto que me muestre vestidos para fiesta, que no sean blancos, por favor.
—¿Es una boda?
—Sí, acertó.
—Pasen por aquí.

Quedé un tanto rezagada junto a Rose y hablé en voz baja.

—Siempre quieren que compres los vestidos que no tienen mucha salida. Conozco a los vendedores.
—Calla Anouk, nos cobrará más por tu antipatía. Cuando te sale la Gólubev por los poros eres insoportable.

Me detuve bruscamente.

—¿Qué ocurre?
—Ay… Nombraste me ilustre apellido y recordé las tiendas de Moscú. ¡Cuánto lujo! ¡Cuánta belleza! Y yo aquí en Kirkenes comprando lo que se pueda.

Rose se acercó más. Me contempló con preocupación.

—Anouk, ¿te has puesto a pensar que si fueras la hembra de Drank no tendrías ni la cuarta parte de lo que tienes? Vivirías en la reserva. ¿O crees que él dejaría todo por seguirte a Moscú?
—Esa es la idea. Sueño con poder lograrlo. Mis sueños con él no son correteando por el bosque sino paseando por los alrededores del Kremlin.

Bajó la mirada.

—Deberías tener en cuenta que podrías ser al revés. Solo para que no sea un golpe duro para ti si no sale como esperas.

—¡Por aquí, señoritas! –llamó la empleada.
—Vamos, Rose. Aún nos faltan los zapatos –murmuré apenada.

Llegamos al ala izquierda de la tienda y la empleada hizo a un lado una cortina de pana burdeos.

Mis ojos se abrieron antes tanta elegancia colgada en perchas. Rose tardó en cerrar la boca ante el asombro.

—Esto será muy costoso.
—No te preocupes. Traje ahorros de mi trabajo en meses así que te prestaré para tu vestido.
—No es necesario. Sebastien me dio mucho dinero. Dijo que me comprara lo que quisiera.
—¡Qué dadivoso es Sebastien! –sonreí—. No es como mi padre que tiene un cocodrilo en el bolsillo.
—No critiques a tu padre. Bastante te mantuvo decenas de años sin trabajar.

La empleada apartó la vista de un vestido de gaza azul y nos miró sorprendida.

—Ah… sí… decenas de años… es un decir –le sonrió Rose.

La codee con disimulo. ¡Si sería bocotas!

—Señorita, ese es un bonito vestido. ¿Me permite ver la calidad?
—Por supuesto. Eso sí… Sepan disculpar mi atrevimiento pero ya me ha ocurrido varias veces… ¿Tiene las manos limpias?

Arquee la ceja y fruncí el ceño.

—¿De verdad me pregunta? ¿Cree que con esta elegancia que porto vengo de jugar en el barro?
—No, no…
—Pues, ¿entonces?

Extendió el vestido y lo cogí entre mis brazos.

—Es de georgette –aclaró la empleada.
—¿Es el diseñador? –preguntó Rose.

La miré para asesinarla.

Carraspee.

—Mi amiga es muy graciosa. En cuanto a la tela prefiero la organza. Tiene más cuerpo. Y si tiene algunos bordados mucho mejor.
—Buscaré alguno de su gusto. Ya regreso.
—Gracias, es muy amable.
—¿Qué es eso de georgette y organza?
—Es la tela, Rose. Depende con cuantos hilos de seda está confeccionada.
—Ah…

A pocos metros de nosotras, un muestrario de alhajas y bijouterie brillaba sobre un lienzo delicado.

—Me llevaría todas.
—Son bonitas, Rose. Pero no puedes usar cualquier baratija. Una joya quedaría bien. No hay que cargarse demasiado. Y debe combinar con tu anillo de los Craig. Algo que contenga un rubí, por ejemplo. Además tendrías que ver ante todo el vestido que usarás. Si te gustan las gargantillas no debes usar un modelo con cuello.
—Ah… ¡Cuántos detalles! Me alegro haber venido contigo.
—Yo también. Porque eres mi amiga y nos divertimos.
—Sí, a pesar que me arruinaste la charla con Vikingo.

Rodee los ojos.

—Ya me darás las gracias.

………………………………………………………………………………………………..

La elección de ambos vestidos nos llevó casi una hora, aunque salimos de la tienda felices por la compra. Mi amiga se decidió por un vestido azul de gasa, corte princesa y escote corazón. Lucía a modo de detalle incrustaciones en fino estrás. En mi caso me decidí por un vestido rojo escotado que caía en gajos sobrepuestos de gasa, con una bella y llamativa incrustación en la cintura.

Después de comprar los zapatos adecuados nos dirigimos a la plaza. Nos sentamos en un banco bajo un frondoso árbol a beber unos refrescos y conversar.

—No podremos quedarnos mucho tiempo, Anouk. Tengo cosas que hacer en la mansión.
—Solo unos minutos. También tengo que ayudar a Sebastien a terminar unas planillas del hotel.
—¿Y cómo va tú práctica de docente?
—No me han llamado. Seguiré esperando. Tengo buenas calificaciones, excelentes.
—¿Cuál es el problema?
—Soy rusa. Primero quedan en lista las docentes oriundas de Kirkenes. Por otra parte no hay tantos puestos vacantes.

Rose bebió un sorbo de refresco de lima y se atragantó.

—¡Anouk! Oye, ¿por qué no le preguntas a Bernardo si acepta que trabajes en el Jardín de Infantes de la reserva? Escuché a hablar a Bianca con él sobre la búsqueda y parece que aún no se ha presentado nadie.
—¿Cómo te enteras de todo, Rose?
—Es mi especialidad.
—Pero roza lo chusma escuchar conversaciones ajenas.
—Calla y dime qué opinas.
—¡Qué es un disparate! ¿Qué voy a hacer yo con un enjambre de lobitos?
—Manada, Anouk. Los enjambres son de abejas.

Rodee los ojos.
—¡Ya lo sé! Lo dije para resaltar el disparate. Te reitero sería muy difícil lidiar con una raza tan diferente.
—¿En serio? Claaaro, porque los humanos son tan simples.

Un búho distrajo la atención justo en las ramas por encima de nuestras cabezas. Ambas miramos.

—¡Joder! ¿Ya anochecerá?
—Por pocas horas, sí querida. Bienvenida a Kirkenes.

Bebí un sorbo y mi imaginación me remontó tiempo atrás. Donde la bella e iluminada Moscú mostraba su esplendor en las noches de verano.

—Extraño mi hogar, mi país, mi familia…
—Lo sé. Sin embargo no estás aquí por obligación. Fue tu elección.
—Sí, lo fue. Pero no quita que el desarraigo me duela en el pecho.
—Piensa en Drank. Estás cerca de él. Sería imposible conquistarlo a miles de millas de distancia.
—¿Y si no lo consigo?
—¡Ah no! Nunca debes quejarte por las decisiones pasadas. Estás jugándote por tu felicidad.
—Mi felicidad también es Moscú y mi familia… No me hagas caso –encogí los hombros—. A veces estoy más sentimental.

Como por arte de magia, mi móvil sonó en el bolso. Lo cogí rápidamente.

—Es mi madre, lo sé por el tono que elegí.
—¿Anastasia de Disney?
—Va con ella y sus Romanov. ¡Hola mamá!
“Anouk, cariño. ¿Estás bien?”
—Sí, mamá. Fuimos de compras con Rose. Ya tengo mi vestido.
“Ah… Ehm… ¿Tú no pensabas llamar?”
—No, ¿por qué?
—“Anouk, es el cumpleaños de Dimitri.”

De un salto me puse de pie.

—¡Lo siento! Pásame con él, y no menciones que no lo recordé.
“Está bien, cielo. Procura cuidarte y hazle caso a Sebastien. Recuerda que eres una Gólubev, debes comportarte bien.”
—Sí, mamá.
“Te pasaré con Dimitri. Está en la sala. Por favor, envíame una foto del vestido. Me encantaría verlo. Sabes que soy curiosa.”
—Sí, lo haré. Tú envía una foto del tuyo.
“Por supuesto, cariño. Un beso grande. Te extrañamos.”

Fue una suerte que mi madre llamara para recordarme el cumpleaños de mi hermano. Yo misma no me hubiera perdonado la ausencia de mi saludo. Siempre fuimos una familia muy unida. Con conflictos como todas los tienen, pero el amor y el apoyo entre nosotros nunca nos abandonó. Escuchar la voz de Dimitri me hizo bien. Fue como tenerlo cerca aunque fuera por unos minutos.

Antes de cortar la comunicación, Ivan pidió hablar conmigo. No era extraño. Hacía tiempo que ya no vivía en mi hogar y eso inquietaba a mi hermano mayor ya que era con quien más compartíamos los gustos exquisitos. Desde que nací, Ivan fue muy sobre protector. Lo seguía desde pequeña. Lo admiraba por su inteligencia y educación. Si tuviéramos que enviar a cualquier parte del mundo un representante de los Gólubev, él sería el indicado. Sabía muchos idiomas, era correcto, cortés, y sagaz.

Cuando hablábamos de mi futuro, él me decía que llegaría muy lejos. Quizás dando clases en una prestigiosa Universidad como él. Estaba seguro que sentiría orgullo de mí. ¿Qué pensaría si le dijera que me había enamorado de un leñador que vivía con lobos? Mejor… dejaría para más adelante esa extraordinaria confesión. ¿Temía a su respuesta? Sí, no deseaba desilusionarlo. Menos hoy por hoy que Drank no se fijaba en mí. En un futuro… pues ya vería.

Bua.

Fue un placer observar a Elvis y al Defensor juntos. Sentados en el sofá daban muestras de lo mucho que se querían.

Mi padre y mi hermano Kristoff llegaron al poco tiempo y se unieron a la charla. Creería que mi familia tenía sobre todo la curiosidad de saber más del caso de los Holt. Aunque Asgard cuidó de dar demasiados detalles en presencia del niño. Amelia y yo ayudábamos a poner la mesa entre miradas de picardía de mi amiga y mis señas de que se comportara. No deseaba quedar como una chica desesperada tras un ejemplar tan bello. Y eso me hizo pensar que algo extraño ocurría en mi carácter. Porque jamás me había importado lo que pensarían de mí.

Asgard no se quedó a cenar. Fue una pena, sin embargo lo entendí. Dejó en claro que no quería ocasionar más molestias. Agradeció una  y mil veces la ayuda dada. Incluso intentó compensar con dinero el gasto que ocasionaba Elvis. Por supuesto que mis padres se negaron rotundamente. Antes de partir aseguró que a más tardar el viernes, la anulación de la adopción de parte de esos crápulas estaría lista. Aunque con pena aseguró que Elvis no podría vivir con él, al menos por el momento. El niño iría a un hogar de tránsito otorgado por el nuevo Defensor. Asgard lo conocía y confiaba que buscaría lo mejor para Elvis.

Acompañé al bello caballero hasta el jardín. Su costoso coche no estaba a la vista. Evidentemente lo habría dejado a la entrada de la reserva. Mi familia lo despidió amablemente, fue una suerte que cayera bien.

Antes de desaparecer de la sala con él, mi madre advirtió.

—Bua, recuerda que mañana tienes lección.
—No te preocupes, mamá. Lo tengo todo memorizado. ¿Verdad Amelia?

Mi amiga me miró, después a mi madre.

—¡Claro! Será pan comido.

Sonreí y salí tras el humano.

El silencio nos ganó mientras bajábamos la escalera de madera hacia el jardín. Al llegar al primer cantero de flores me detuve. Él me imitó y sonrió.

—No sé cómo agradecerte.
—No tienes que hacerlo. Elvis es maravilloso y se lo merece.

“Y tú también”, le hubiera dicho pero preferí callar.

Nos detuvimos frente a frente. Él metió las manos en los bolsillos de sus jeans y yo crucé los brazos a la altura del pecho.

—Bueno, debo irme. Aún no sé que inventar para llevar a Elvis a Tribunales cuando ya no corra peligro. Quizás diga que vino a mí y yo al instante lo puse a disposición del juzgado. No es lo que quisiera pero por ahora es lo que podré hacer.
—¿Lo adoptarás?
—Sí, pero lleva un tiempo.
—Lo lograrás. Se nota que serás buen padre.

Su rostro ensombreció por segundos pero volvió a sonreír.

—Gracias. Ojalá lo haga feliz.
—No lo dudo.
—Okay… ahora… me voy y… bueno… nos vemos en pocos días.
—¡Claro! Te esperaré. Digo, te esperaremos con Elvis. ¡Ah, Asgard! El once de junio tengo una boda y tendré que dejar a Elvis con mis padres. ¿No tienes inconveniente?
—No, por supuesto. Además para esa fecha habré entregado a Elvis al Defensor. Ehm… ¿Tienes una boda el once de junio?
—Sí. En realidad invitaron a mi amigo y puede llevar un acompañante. La boda es de Douglas Craig, hijo de un millonario.
—¿En serio? ¿Conoces a los Craig?
—Algo, sí… ¿Tú?
—Tuve el caso de Nicolay Craig.
—¿No digas? ¡Guau! Es su hermano quien contrae nupcias.

Sonrió divertido con esas sonrisas que desarman.

—Entonces nos veremos. Nicolay llamó para invitarme. Un bello detalle.
—¡Genial! Nos veremos allí. Y… ¿Tú vas con… alguien? ¿Novia, esposa, amiga?
—No, mi amiga está muy enferma y mi madre podría acompañarme pero desea quedarse en casa. Y… No, no tengo esposa ni novia.
—Ah… Bueno… Okay… Nos encontraremos en la fiesta, aunque nos veremos antes seguramente por Elvis.
—Cierto.

Extendió la mano y mis ojos se clavaron en ella. Dudé… No quedaba bien darle un beso a un desconocido. Ni siquiera era un amigo como Tim, o Drank.

Estreché su mano cálida y sentí una corriente intensa por todo el cuerpo. Rompí el contacto y lo miré. Él bajó la vista y murmuró.

—Buenas noches, Bua.
—Buenas noches –respondí.

Lo vi apartarse y coger camino. Me quedé contemplándolo en ese andar tan varonil. Mis ojos de loba fueron tras él. Sin embargo mi cuerpo quedó inmóvil. Escaso tiempo de conocerlo, poco tiempo para decirle que me atraía como ningún macho había conseguido hacerlo. Sería admiración seguramente. Era tan bueno, tan noble, tan bello… Sí… admiración… Eso era.

Scarlet.

Bajé de mi coche con la carga liviana. Cerré la puerta con mi pie y caminé desde el garaje hasta el portal. Nicolay y Bianca sentados en el segundo escalón repasaban las tablas de multiplicar.

—¡Hola Scarlet!
—¡Hola tía!
—Hola cariño, hola Bianca.
—¿Qué traes ahí tía Scarlet? ¿Algún regalo para mí?
—Ah, pero te has mal acostumbrado, ¿eh? –reí.
—Es tu culpa, cuñada.
—Lo sé. Sin embargo en este caso es una caja sin importancia. Archivos que… —arquee la ceja—. Son… archivos importantes y… ¿dónde está mi hermano?
—¿Cuál de los dos?
—Tu marido.
—En el despacho, con Charles.
—Pero tía, dijiste que era una caja sin importancia y luego dijiste que eran archivos importantes. No es demasiado contradictorio.

Lo miré fijamente.

—Y tú eres demasiado inteligente. ¿Te has aprendido las tablas?
—Más o menos.
—Eso es porque lo tuyo no es aritmética, sobrino. Deberías ser policía.
—¡Ay sí! Bianca, quiero ser policía. ¿Puedo?
—Dijiste que querías ser forense como yo.
—¡Quiero ser las dos cosas!

Bianca rio.

Avancé hasta el despacho y golpee como pude. Charles abrió la puerta y sus ojos se clavaron en la caja de cartón.

—¿Te mudas de la comisaría, querida?
—¿Tú crees? ¿Bastaría con esta caja para guardar mis pertenencias?
—Tienes razón. Solo el maquillaje abarcaría mucho más que eso.

Mi hermano se sentó erguido en la silla del escritorio y prestó atención en cuanto apoyé la caja sobre la mesa.

—¿Qué es esto, Scarlet?

Con dos dedos impulsé la tapa hacia atrás para abrirla y él contempló el interior. Charles se acercó y se asomó para ver mejor.

—¿Dibujos?
—Calcos en papel manteca, para ser exactos, dibujos de tatuajes.
—¿Vas a hacerte un tatuaje y quieres que te ayudemos a elegir? –sonrió Charles.
—¡Qué iluso eres! Jamás pediría un modelo a ustedes dos. Son de Vikingo. En realidad, eran de su hermana.

Sebastien hurgó con sus dedos y su rostro fue mostrando preocupación.

—La enfermera que ayudaba a Olaf Arve –murmuró Charles.
—Exacto. Coge el tercero comenzando de arriba.

Mi hermano siguió el consejo y extrajo el dibujo.

—Mierda… El león de los Craig.
—¿Vikingo te dio la caja?
—No –me senté frente a Sebastien y crucé las piernas —, se lo iba a dar a Grigorii.
—¿Qué? –se alarmó Charles.
—¡Lo sabía! Tarde o temprano Petrov iría tras esa pista. ¡Maldita sea! –mi hermano se puso de pie.
—¿Y ahora? –preguntó Charles.
—Pues, hice lo creí mejor. La robé de la oficina de Vikingo.
—¿Y si hay cámaras?
—Ya lo pensé. Diré que creí que era para tirar.
—¿Así tan fácil?
—Sebastien, no quedaba otra alternativa.
—Lo que queda es decirle de una vez por todas quienes somos. Ya estoy harto que ronde. Es probable que con todo lo que hicimos por Anne, nos tenga piedad y escuche las razones.
—¿Del por qué somos asesinos? –Sonrió con sorna Charles—. Olvídalo.
—Tarde o temprano va a saberlo. Recuerden, ¡no envejecemos señores! Él sí.
—Opino que hay que esperar. Liz está embarazada, Bianca también. Si algo sale mal, no es conveniente que tengamos que mudarnos huyendo en menos de veinticuatro horas –aseguró Charles.
—¿Veinticuatro horas? No nos dará tanto tiempo –refuté.

Sebastien volvió a sentarse.

—¿Entonces?
—Por lo menos Grigorii no verá los tatuajes, por ahora todo seguirá igual.
—Sí –murmuró—, por ahora. Sin embargo Petrov es una bomba de tiempo.

Charles me miró.

Una bomba de tiempo cuya desconexión, la tienes solo tú.

Bajé la vista.

—No estoy preparada.
—Porque estás aterrada del rechazo. No lo quieres perder. Aunque de un tiempo a esta parte te haces pasar por dura e insensible. Lo he dicho muchas veces. El miedo paraliza.
—Charles, dijiste que no era la mejor opción decírselo ahora.
—Lo mantengo. Sin embargo trata de prepararte para ello. Los meses vuelan.
—Es que tienes que seguir tu corazonada —mi hermano se compadeció—. Después que nazcan los bebés, serán muy pequeños y así sucesivamente. No estoy con Charles en cuanto a la espera. Siempre tendremos problemas para huir. Creo que si Petrov se entera por otra boca que no sea la tuya no te lo perdonará.
—¿Y sin Anne te ayuda? –Preguntó Charles—. Él ama a su hermana.
—No quisiera meter a Anne en esto.
—Ella ya está involucrada. Guardó el secreto y eso a Petrov no le gustará.
—Bien –Sebastien guardó la caja en un estante con puerta—. Nos reuniremos con Bianca, Lenya, y Liz, a ver qué opinan. Mañana a la noche si les parece. Ahora si me disculpan, Douglas me espera en Kirkenes. Debe comprar el traje de bodas y desea que le de opinión.
—Buena suerte, querido.
—Suerte con el traje, hermano.

























15 comentarios:

  1. Por qué se ha callado Bua y no le ha dicho a Asgard que es maravilloso? A pesar de su silencio, Asgard se enamorará de la loba que atropelló.
    Me vestiré de etiqueta para la boda:)
    Bso

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    1. Hola Ignacio! Gracias por comentar.
      Creo que para Bua todo es nuevo. La asusta lo que comienza a sentir.
      Yo opino como tú, espero que se enamoren.
      Me alegro que te vistas de etiqueta. Pienso que la fiesta lo merita. Aunque estoy segura que los Craig estarán felices con solo tu presencia.
      Muchas gracias y un abrazo desde Argentina. ¡Buena semana para ti!

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  2. Uy genial capítulo esperó que Scarlett decida lo mejor para ella y querio ver que pasa con la boda. Te mando un beso

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    1. ¡Hola Citu! Gracias por comentar!
      Veremos que pasa con Scarlet y Grigorii. En la boda creo que pasarán muchas cosas importantes. Espero te guste y te diviertas. Besotes amiga y buena semana!

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  3. Hola, Lou... Me ha parecido muy interesante la conversación que han mantenido Grigorii y Vikingo
    Yo opino que Vikingo actuó bien... muchas veces alejarse de las leyes te acerca más a la justicia, que es lo que realmente importa
    Creo que a Grigorii no le ha interesado investigar sobre la muerte de su padre, y es muy comprensible... pero ese tatuaje de león puede tener consecuencias
    Sin embargo, pienso que entre Scarlett y Anne pueden conseguir que Grigorii entienda
    Elvis está en muy buenas manos, Bua lo cuida muy bien... pero sí, hay que tener cuidado de que Camile no se entere
    Bueno, Amelia ha conseguido que Bua le confiese que le gusta Asgard, y que ha pensado en él desde que la atropelló... No creo que sea admiración, estoy segura de que es amor lo que siente... aunque también es muy lógico que admires a quien amas
    Y me queda muy claro que a Rose le gusta Vikingo
    Las compras han comenzado,,, estoy segura que será una boda fantástica... Douglas y Marin lo merecen
    Felicidades por otro excelente capítulo
    Besos

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    1. ¡Hola Mela! Gracias por comentar como siempre. Vikingo y Grigorii an hablado. Nosotras sabemos el secreto, ellos no. Sin quererlo están muy cerca de saber la verdad.
      El padre fue un monstruo y la vida que llevaba le indica a Grigorii que podía terminar así.
      Anne... Scarlet... No sé. ¿Sabes? Creo que será muy difícil ese momento si ocurre.
      Bua cuida a Elvis muy bien. Por ese lado está conquistando a Asgard pues él ama los niños.
      Aún Bua no entiende lo que le pasa. Eso tan fuerte. No sabemos si podrá darse cuenta pronto.
      Yo también coincido creo que es más que admiración.
      Rose y Vikingo harían una genial pareja, se me ocurre. Habrá que ver como se dan las cosas en el futuro y si Rose logra llamar su atención.
      Ojala la boda salga fantástica, se lo merecen tienes razón. Pero más se lo merecen ustedes, los lectores.
      Un besazo grande amiga. Y que tengas una feliz semana.

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  4. Holaaaaa, mola la boda, también estoy pensando en un modelito:))))
    Heyyyy, será genial que Asgard adopte a Elvis. Me encantan Asgard y Bua!!!!
    Capi genial!!!!!

    Besoteeeeeesssssss!!!!!!

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    1. ¡Hola mi querida Merck! Gracias por estar aquí presente. ¿Has pensado en un modelito? Te daré algunas ideas en la semana. Así no repites vestido por las dudas, tu sabes, a veces pasa en las fiestas.
      Asgard busca la adopción de Elvis. Me encanta. Pero habrá que seguir las normas y quizás tarde un poco.
      Me alegro que te haya gustado. Te mando un besote grande y buena semana para ti.

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  5. A mi me parece bien que Douglas y Marin se casen,estan enamorados,me parece bien que se casen.No se si Camile sabra que Elvis esta en casa de Bua y a Grigorii nose como le sentara que sean vampiros.Esta todo muy interesante y es normal que Bua no le diga que es maravilloso porque le da verguenza.Me ha gustado mucho.Besos.

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    1. ¡Hola Ramón! Muchas gracias por comentar. Es muy lindo que las personas se enamoren y se casen. Espero que la boda sea deleite de los lectores.
      Creo que Camile no se ha enterado. Los que saben el secreto saben guardarlo muy bien.
      Pienso que a Grigorii no le gustará el secreto de Scarlet, aunque me parece que la mentira es lo que dolerá más.
      Bua siente el verdadero amor por primera vez, al parecer. No domina mucho la situación nueva que siente. Veremos como sigue esta historia con Asgard.
      Te mando un abrazo desde Argentina y que tengas un feliz fin de semana!

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  6. Ahhh quiero leer sobre la vida la espero con ansias!!!...Y Scarlet si le confiesa a Grigorii creo que él no se lo va a tomar nada bien...Esperemos que sea lo contrario pero mmm no se...Lou bella gracias por el capítulo y FELIZ NAVIDAD!!! 🎅🤶🎄

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    1. Perdón es sobre la Boda no la vida...este celular escribe lo que quiere jajaja que pena!!!

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    2. ¡Hola Lau! Te entendí, jajaja no te preocupes. Ojalá te guste amiga. Yo creo que tienes razón en cuanto a Grigorii, pero debemos esperar.
      Yo también te deseo muy felices fiestas, cariño. Un maravillosos año nuevo para ti.
      Besotes miles y gracias por comentar!!

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  7. Que lindo ver a Bua en esta faceta. Ella siempre fue muy liberal en este tema.
    En cuanto a Grigorii es cuestión de tiempo para que descubra la verdad, Scarleth tendría que vencer su miedo y hablar cuanto antes...

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    1. ¡Hola Mi Johaaa! Muchas gracias por comentar. Sí, Bua parece que cayó en la trampa del amor y Asgard es genial.
      En cuanto a Grigorii creo que será difícil para él sobre todo por su profesión. Veremos que pasa amiga. Un besazo grande. Te quiero mucho. ¡¡Una feliz semana para vos!!

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Gracias por visitarme y comentar.