INTRODUCCIÓN

Introducción:

Dentro de los Sami, una raza milenaria se ha mantenido en secreto. Los lobos basados en la naturaleza y el honor han logrado la supervivencia lejos del ojo humano.

La reserva es su hogar y transitaré en ella para conocer cada secreto. Es un gusto que ustedes me acompañen. Estoy segura que reirán y se emocionarán.

Por mi parte cada línea, cada párrafo sobre ellos, me ha llevado a un mundo de misterio y fascinación.

Lo siento no puedo prescindir de ellos. Ellos… también me han atrapado.

viernes, 12 de noviembre de 2021

 Queridos lectores, con ustedes el capi 55. Espero les guste. Les envío besos miles y buen fin de semana.

Capítulo 55.

El día después.

 

Anouk.


 

El atardecer de ese día tan trágico para Kirkenes, daba paso a una breve noche otoñal. Poco y nada se sabía de la ciudad. Los móviles tenían poca señal y solíamos aprovecharla para hablar con nuestros seres queridos. Lo último que nos habíamos enterado es que el mar de Barents había entrado a la ciudad como aquella vez, aunque fue diferente. Hoy, la Reina del Mar había convertido las furiosas aguas en mansas y las había guiado por alcantarillas y subsuelos profundos, para calmar el infierno bajo tierra provocado por el volcán.

 

Entrando la noche, el gigante de fuego al fin se rindió. Se despidió dejando suelos cubiertos de ceniza, follajes grises y opacos, techos dañados, cielos nublados que poco a poco iban disipándose gracias a los vientos del oeste, y razas antagónicas unidas. Aquí en la reserva, los ojos color miel, canela, y ámbar, se mezclaban con los grises, púrpura, y escarlata. La angustia y el cansancio no eran condición de rostros de lobos o vampiros. Éramos todos sintiendo la misma sensación de desazón e incógnita. ¿Qué ocurriría mañana? ¿Volvería el volcán a despertar algún día? ¿Sería la reserva la próxima afectada? ¿Esto habría terminado? No lo sabíamos, nadie lo sabía. Sin embargo de algo estábamos seguros… Volveríamos a unirnos para ayudarnos. Había sido la mejor salida para salvar muchas vidas.

 

Me acomodé sobre los hombros el chal que Mamina me había prestado y caminé por el sendero hacia la ruta. Me detuve en la tranquera que algún día había dividido el mundo de los lobos con el resto de los seres. Apoyé las manos sobre uno de los troncos de madera cubierto de ceniza y miré hacia el final del camino… Drank volvería al amanecer junto con Tim, Louk, Douglas, y otros lobos más, que habían decidido ayudar a los humanos. Seguramente habría que trabajar mucho en la ciudad para ponerla nuevamente de pie, pero nadie temía a eso.

 

Giré la cabeza hacia atrás para contemplar a lo lejos la fogata que habían encendido Carl y Mike. Sentados alrededor estaban muchas de las hembras con sus niños. Lost, nuestro lobito, saltaba entre los críos buscando la atención. Vi a Sebastien y dos de los vampiros escarlata, a Ron, y a Anne, sumarse a la reunión… Le siguieron las chicas Sherpa.

 

Bernardo y Sabina salían de su casa. Cargaban cervezas para beber en aquella reunión improvisada. Él había trabajado duro junto a varios de los lobos para quitar la ceniza de los techos. Esta noche sería difícil conciliar el sueño, no recuperaríamos la tranquilidad por un tiempo. Bueno, quizás yo sí… Porque tenía a mi lado a Drank.

 

Tantee mi móvil en el bolsillo de los jeans y lo extraje. Pulsé el número y lo acerqué al oído. Necesitaba escuchar su voz aunque estuviera muy ocupado y fuera de peligro. La grabadora de voz me informó que el móvil estaba apagado. Era de esperar que la batería se le hubiera agotado, sin embargo Drank estaba junto a sus amigos y entre ellos se protegerían.

 

Solo deseaba verlo y poder fundirme en sus brazos de lobo. Me parecía mentira todo el camino recorrido hasta aquí. Lo que hice para conquistarlo, para poder lograr que se enamorara de mí. Yo que creía que jamás ningún macho me amaría de verdad, sin que le interesara mi linaje y fortuna. Sin embargo, había sucedido. Drank era el perfecto ser que toda hembra desearía para el resto de su vida. Buen amante, buen amigo y compañero, honrado, leal, trabajador, inteligente, y guapo.

 

Sonreí… Se había truncado la cena romántica que planeamos antes de que el volcán estallara. Quería contarle lo feliz que me sentía desde hace días, quería verle sonreír con esos labios perfectos. No importaba, íbamos a tener la oportunidad, porque nadie nos separaría. Y ahora… ahora menos.

 

Envuelta en mis pensamientos románticos no escuché a Gina venir. Solo cuando pronunció mi nombre a pocos metros me giré y la miré.

 

—¿Qué ocurrió?

—Disculpa, sé que debes estar agotada. Nos has ayudado mucho con los niños, pero… Ese vampiro…

—¿Cuál?

—Ese extraño con el bebé. Lo trajo Sebastien Craig.

—Ah, sí… Se llama Daven.

—Pues, su niño no cesa de llorar. Tiene hambre. Pero él no quiere que lo ayude. Parece que no confía en nosotros. Le ofrecí –extendió su mano con un biberón de leche— es de cabra. Lo alimentará. ¿Podrías insistir tú? Quizás te escuche.

—Por supuesto.

 

Cogí el biberón tibio y regresamos al complejo de cabañas.

 

Gina.

 


Cuando me acerqué con el biberón a ese extraño vampiro, me miró amenazante. ¿Creería que me robaría su bebé? ¿Qué pensaba que éramos los lobos? ¿Delincuentes despiadados? ¡Qué idiota! Ni siquiera me había dado las gracias al rechazar la ayuda. Un cavernícola sacado de los libros de historia. Con el único que articulaba palabras era con su líder, Sebastien. Ah sí, también con Chelle y ese vampiro que había llegado del mismo infierno que él. Un tal… Odin. Juro que ponía todo de mí para ser amable y hospitalaria pero parecía que me ponían a prueba con esas caras y gestos de, “¿qué diablos hago aquí en estas tierras de ignorantes lobos?” Okay, podría ser mi imaginación… Sin embargo hubiera agradecido una amable sonrisa o un “muchas gracias por hacernos un lugar”. Nada, de parte de esos dos solo gestos duros y ceños fruncidos.

 

Solo esa vampiresa que los acompañaba parecía al menos más educada. Aunque no hablaba con nadie permanecía callada y cabizbaja junto a las Sherpa. Me enteré que su macho había muerto y creo que eso en mí despertó una gran compasión. La entendía… Yo había pasado por lo mismo.

 

Cuando Anouk se acercó con el biberón al troglodita y a ese pequeño bebé, aproveché para sentarme cerca de la fogata, junto a esa vampiresa. Mientras Thashy observaba las profundidades del bosque como alerta a algún suceso nuevo, y Miyo seguía las chispas saltarinas que desprendía la leña, me dirigí a ella para tratar de consolarla.

 

—Mi nombre es Gina. ¿Tú cómo te llamas?

 

Ella no levantó la vista del suelo pero respondió.

 

—Gerda.

—Lindo nombre…

 

Hubo un silencio prolongado y volví a insistir.

 

—¿Vivías en las cumbres con Adrien?

 

Asintió con la cabeza.

 

—¿Y dónde te has mudado después de la ola de frío?

 

Pareció pensar la respuesta para luego murmurar.

 

—Creo que se llama Alberta, muy lejos… En Canadá.

—No conozco Canadá, debe ser bonito –uní las manos en mi regazo sin saber si continuar la charla.

 

Hubo más silencio hasta que ella susurró.

 

—Ya no importa. No tengo nada allí.

 

Más silencio…

 

—Entiendo –retorcí mis dedos con pena.

—No creo que entiendas.

 

Por supuesto, yo vivía en una reserva con mis seres queridos.

 

La voz de Thashy nos interrumpió a pesar de que su mirada no se apartó del bosque.

 

—Gina perdió a su macho.

 

Noté que su cuerpo hasta ese momento decaído e inmóvil, se irguió echando los hombros hacia atrás, aunque no me miró.

 

—¿Cómo fue? –preguntó con voz débil.

—Pues… —mis ojos encontraron el rostro de Chelle desde el otro extremo de la fogata—. Un accidente.

—Lo asesinó mi hermana –retrucó él.

Gerda lo miró y volvió a bajar la vista.

 

—Bueno… lo importante es que entiendo la pérdida –continué con voz trémula.

—Pero tienes hijos, ¿no es así? No estás sola  –balanceó su cuerpo para atrás y adelante, lento. Como si hamacarse la librara del tema tan penoso.

—Sí… Pero es diferente a tener tu compañero. Los hijos algún día hacen su vida y se van. Es la ley de la vida.

 

Entonces, levantó la vista y me miró.

 

—¿Cómo has hecho para vivir después que se fue?

 

Callé y por unos segundos cerré los ojos y traté de recordarlo. Entrando a casa después de trabajar, sonriendo con alguna ocurrencia de nuestros hijos, paseando por senderos del bosque de mi mano, a la noche… el calor de sus brazos aún lo siento, su aroma… Y respondí…

 

—Es que no se fue. No lo veo pero sé que está.

—¡Es cierto! ¡Papá está, yo lo vi una vez! –Miyo nos miró sonriente.

—Es diferente conmigo. Aren no querrá verme –lagrimeó.

—¿Por qué dices eso? –pregunté.

—No lo salvé. Debí hacer algo y solo corrí cuando escuché el temblor –se echó a llorar desconsoladamente.

—Escucha, no es que no quisiste salvarlo. No había mucha opción, debías escapar del derrumbe.

—Debí morir con él.

 

Thashy apartó la vista del bosque y la miró.

 

—No, no debiste morir porque por algo estás aquí. Entiende, nada es casualidad.

 

Mike.


 

Después de una hora de estar reunidos alrededor de aquella fogata, me puse de pie y extendí la mano a Chelle. Él elevó la vista hasta encontrarse con mis ojos y sonrió.

 

—¿Dónde vamos?

—A dar una vuelta por ahí. Ven…

 

Se puso de pie y sacudió sus jeans con energía. No es que estuvieran sucios, pero Chelle era así. Meticuloso y prolijo en su apariencia y forma de vestir. Sí, aún recuerdo esa pulcritud y elegancia de sus trajes y camisas cuando daba clase. Y no era solo su exterior, todo en él era correcto. Su postura, las palabras que usaba al dirigirse a los demás, su voz pausada de volumen neutro. Era extraño escuchar que alzara la voz. Bueno quizás… en algunas ocasiones… Sí… Cuando yo lo sacaba de su eje.

 

Sonreí mientras caminábamos hacia el bosque y sin quererlo encerré su mano en la mía con más fuerza.

 

—¿Tienes miedo perderte? –Rio—. Es tu bosque, lo conoces mejor que yo.

—Aunque no lo creas, estuve mucho tiempo perdido en mi propia tierra. Por suerte llegaste.

 

Él me miró y sé que recordó aquellos días que comenzamos a conocernos. La muerte de mi padre me había dejado un vacío enorme, una tristeza infinita, sumado a la rotura de Kriger. Estaba perdido, hecho trizas, y cuyos pedazos no me importaba recoger. Pero él lo logró. Me armó de nuevo, me dio consuelo y me regaló nuevas ilusiones. A mi dolor, lo abrazó y cobijó. Y todo ya no fue tan horrible y oscuro.

 

—Sé que estás pensando –dijo sonriendo.

—¿En serio?

—Sí, y quiero decirte que tú también me salvaste.

 

Me detuve y arquee la ceja.

 

—¿Cómo sabes que pienso?

—Porque tu mirada cambia, se ilumina cuando piensas en lo que yo significo para ti. Me alegro por ello porque tú eres todo para mí.

 

Lo atraje como si fuera a besarlo pero no lo hice. Mis manos fueron a su rostro y la yema de los dedos recorrió el marco de su cara, la frente, las mejillas, el mentón…

 

—Nunca hubiera imaginado que me hundiría muerto de amor ante el iris púrpura de un vampiro.

 

Sonrió y sus brazos encerraron mi cintura.

 

—Tampoco yo hubiera imaginado que amaría esos ojos… ¿miel? ¿O son canela ahora? –me miró fijo como buscando el tono, bajo la lejana luz de los faroles de las cabañas.

—Pues, depende mi estado de ánimo. Ya aprenderás a descifrarlo.

—No importa, no tengo apuro. Me basta con saber cuando se tornan casi dorados.

 

Reí y sonrió.

 

—Debes saber que estoy a punto de mutarlos.

—¡Qué buena noticia! –sus brazos me atrajeron hasta pegarme a su cuerpo, y me besó.

 

Extrañaba sus besos. Últimamente bajo la presión de correr por nuestras vidas, y la tensión que nos había dejado el volcán, creería que hace siglos no intimábamos.

 

El calor que provocaron sus besos y el contacto de su piel, no tardó en recorrerme de pies a cabeza. Como si se extendiera verticalmente desde la tierra donde pisaba y el fuego se abriera como abanico por cada vena de mi cuerpo. Me aferré a Chelle mientras lo empujaba al árbol más cercano.

 

Despegó sus labios para tomar aire y sonrió contra mi boca.

 

—¿No crees que estamos muy cerca de que nos vean? –susurró.

—Tienes razón –cogí su mano y tironee de él hacia las profundidades del bosque.

 

Cerca de la cañada, me detuve. Sin dejar de mirarlo a los ojos quité mi camiseta y jadee. Podía sentirse aún un olor desagradable en el medio ambiente, pero el perfume de Chelle, ese tan exquisito y caro que encendía mis sentidos, logró que olvidara la huella del volcán.

 

Él no tardó ni diez segundos en desnudarse, siempre me ganaba en tiempo, aunque juro, no me molestaba en absoluto. No había entre nosotros competencias ni trofeos para cualquiera de los dos. Chelle no se parecía en nada a Kriger, y yo… Yo tampoco era el mismo de antes que podía frustrarse por tonterías.

 

No podíamos meternos en el agua, y tampoco recostarnos en la hierba, sin embargo un gran tronco caído que yacía atravesado, sirvió de perfecta silla para el amor. Sentado a ahorcajada de él sus manos fuertes me atenazaron. Como si a mí se me hubiera ocurrido la loca idea de escapar.

 

Nuestros ojos se encontraron segundos antes de devorarnos a besos. Amaba sus gemidos en compás con los míos. Amaba su piel fría tornándose caliente bajo mis manos. Desordenar su cabello, el deslizar de sus colmillos por mi cuello, y ese silencio de alrededor que sabíamos romper tan bien.

 

Amaba todo de ese Huilliche. Y amaba en qué me convertía yo cuando estaba con él.

 

Entró en mí con lentitud, buscando en mis ojos tal vez la aprobación.

 

Sonreí contra sus labios.

 

—¿Acaso crees que te diría que no?

 

Sonrió y antes de volver a besarme balbuceó.

 

—Es solo protocolo.

 

Era tan correcto en todo, en cada acto de su vida. Un señor, un caballero sin la armadura, romántico empedernido. Mi antítesis, pero mi complemento.

 

Nuestras caderas se movieron al compás de nuestros gemidos. Entonces ese trozo de bosque que poco antes había estado envuelto en muerte y desolación, vibró por nuestros latidos. Pareció renacer entre las cenizas. Es que el amor es eso… Vida.

 

Scarlet.


 

Ya había caído la noche y no había podido encontrar a Grigorii.  Traté que la angustia no me ganara para poder usar mi don de visualizarlo y poder hallarlo sano y salvo. Caminé muchas horas adentrándome en el bosque, llamándolo a gritos. Mi móvil había quedado sin batería y eso me desesperaba.

 

Muchas veces me detuve para estudiar el paisaje. Es que la imagen de mi amado era nítida y contundente. Lo que no era tan claro era el sitio exacto. La vegetación era muy similar en la mayoría de los sectores. No había algo específico que me llevara hasta él. Ni roca, ni lago, ni cartel, que pudiera servirme de dato.

 

De pronto, recordé la pulsera de Bua. Acaricié el cuero y rogué porque encerrara algo de magia. Me senté en un montículo de tierra y ceniza. Estaba agotada pero no cesaría la búsqueda. Solo me tomaría unos minutos para desentrañar el misterio de aquel amuleto. Adrien siempre señalaba que el bosque era de los Samis y los lobos. Entre ellos había una extraña relación. Era su tierra, pero ante todo un respeto por la naturaleza. Cuando los aborígenes y lobos cazaban no lo hacían por diversión, necesitaban del alimento para subsistir. Nosotros tampoco matábamos por hobby, pero yo sabía que este lugar que me rodeaba no me pertenecía. Era una extraña, que debía pedir permiso.

 

Cerré los ojos mientras las yemas de los dedos se deslizaban por el amuleto.

 

—Por favor –rogué—. Si hay algún espíritu del bosque, necesito encontrar a Grigorii. Ayúdame.

 

Todo era silencio, ni trinos, ni grillos, ni aullidos. Nada…

 

Intenté visualizarlo nuevamente. Lo vi… Otra vez entre malezas, sentado junto a un fuego improvisado. Y un niño… Un niño dormido entre sus brazos.

 

Abrí los ojos pero todo era penumbra. No había luz de fogata a la redonda. Volví a acariciar la pulsera.

 

—Por favor… Necesito encontrarlo.

 

Un ruido entre los arbustos de la izquierda hizo que girara mi cabeza. Dos lobos negros me miraban fijo.

 

Me puse de pie lentamente. No deseaba asustarlos y mucho menos luchar contra ellos. Yo era la extraña en sus tierras. Solo los observé por instantes mientras ellos parecían estudiarme. Noté que sus ojos brillosos apuntaban a mi mano derecha. De inmediato me di cuenta que la pulsera les había llamado la atención. ¿Les había llamado la atención? ¿O parecía que la reconocían?

 

—Estoy de paso –hablé—. Solo quiero hallar a mi humano. Él tampoco es de aquí. No me llevaré nada que no sea mío.

 

Uno de los lobos giró y echó andar por un sendero semi cubierto de maleza. Después de un trecho corto se detuvo y me miró.

 

Sonreí.

 

—Sí, por favor. Llévenme con él.

 

Bernardo.

 


Serían las siete de la mañana cuando me desperté gracias al abrazo tibio y reconfortante de mi amada Sabina. Entreabrí los ojos y noté su iris dorado recorriéndome con lujuria. Sonreí y restregué los ojos.

 

Antes de balbucear un “buen día” sentí sus labios deslizarse por mi pecho.

 

—Cariño… ¡Qué maravilloso despertar!

 

Entornó los ojos y fue bajando hasta mi abdomen. Sentí las suaves yemas de los dedos abriendo camino bajo la sábana.

 

El móvil sonó en la mesa de luz y a regañadientes lo cogí. Miré la pantalla y gruñí.

 

—Mmm… Es Tim. ¿Por qué tan inoportuno? Siempre es tan ubicado y perfecto.

 

Sabina rio y me abrazó por la cintura. Recostó su cabeza en mí mientras yo atendía la llamada.

 

—Tim… ¿Todo bien? ¿Ya están regresando a la reserva?

 

Silencio… Escuché su respiración agitada.

 

Me senté de un impulso en la cama y volví a preguntar.

 

—Tim, ¿Todo bien?

 

“No.”

—Pero… Anoche Louk me dijo que estaba todo controlado. El volcán cesó la actividad. En la tv lo vimos con Sabina.

“Es que la inundación llegó a las calles y…”

—Tim, ¡dime! ¿Liz? Las noticias no hablaron de otro tsunami.

 

Sabina se incorporó y me observó asustada.

 

“Bernardo, la inundación fue controlada, el agua bajó pero… Bernardo, Drank tuvo un accidente.”

 

Me puse de pie de un salto.

 

—¿Qué clase de accidente?

“Pisó una parte de la calle inundada y parece que debajo del agua había una alcantarilla destapada. La fuerza del agua la levantó.

—Cielos, ¿está herido? ¿Lo llevaron al hospital?

“Bernardo… Drank desapareció.”

¿Qué? ¿Cómo que desapareció?

“Lo tragó un remolino.” Supongo no lo vio. No quisimos avisarte porque pensamos que sería fácil el rescate. Pero Douglas le extendió la mano y no alcanzó a aferrarse, desapareció. Todos estamos buscándolo. La policía también…”

—¡No puede ser! Voy para allá. Iré con algunos de aquí. Tranquilo, lo encontraremos.

“Bernardo…” Lo escuché llorar.

 

En ese instante me di cuenta que no tenía muchas esperanzas y me aterré.

 

—¡Dime dónde están!

“En la avenida Weissels Gate. Frente a la Universidad.”

—Tranquilo iré con ayuda.

 

Sabina ayudó a vestirme lo más rápido posible, cogí el móvil, la chaqueta, y abrí la puerta de la habitación. Frente a mí, el rostro asustado de Gloria. Empalidecí.

 

—Gloria… Es Drank… Dime que estará bien –dije casi en un susurro.

 

Ella me miró angustiada.

 

—Dime Gloria, todo lo que sepas. Cuanto antes mejor.

—Salvar Al cuarto guardián no depende de nosotros.

—¿De quién? Dime, porque lo iré a buscar al mismo infierno para que nos ayude.

—Tú no lograrás traer. No vendrá por ti.

—¿Qué dices? ¿Quién?

—El amor debe vencer al odio, es la única forma. Me lo dijo el lobo blanco.

 

Sabina interrumpió la charla.

 

—Bernardo debes intentarlo, ve de todas formas. No puedes quedarte aquí de brazos cruzados.

—Tienes razón –miré a Gloria—. Haré lo imposible por rescatarlo. Tranquila. A veces el futuro puede cambiar.

 

Salí de mi cabaña a pedir ayuda y dirigirme a la ciudad.

 

 

Sabina.

 


Senté a Gloria en el sillón de mimbre y preparé una leche caliente para las dos. Yako dormía por suerte porque necesitaba hablar con mi pequeña y sonsacarle algo más.

 

Me senté frente a ella mientras bebíamos la leche.

 

—Gloria, ¿puedes decirme algo más? ¿Por qué papá no puede salvarlo? Irá con varios de nosotros.

 

Ella bebió un sorbo y mantuvo el rostro apenado.

 

—Porque no lo encontrarán. Los lobos no lo encontrarán y el morirá solo –se echó a llorar.

—Cariño… —acaricié su cabellera pelirroja—. Seguro que los vampiros sí. Cualquiera de los Craig puede ayudarnos.

—Mami… Dijo el lobo blanco que solo un vampiro tiene los dones que se necesitan.

—¡Dime quién es! Le diremos que nos ayude.

 

Negó con la cabeza dubitativa.

 

—Es que me temo que… Él no querrá.

 

Anouk.

 

Quité un pastel recién horneado y lo apoyé en la encimera. Estaba muy cansada pero no había podido dormir esperando el amanecer, deseosa de reencontrarme con Drank. A él le encantan los pasteles de fresas que había aprendido a cocinar. Sé que era muy torpe en la cocina pero poco a poco había logrado hacer ricos platillos para él.

 

Peiné mi largo cabello con los dedos y suspiré. Pronto llegarían los chicos desde la ciudad. Las noticias habían anunciado buenos augurios en lo sucesivo. Sin embargo, estos trágicos días no se olvidarían para los habitantes de Kirkenes.

 

Tres golpes sonaron en la puerta y corrí atravesando la pequeña sala para abrir y encontrarme con los ojos miel que tanto amaba. Aunque confieso, ni siquiera pensé porque Drank llamaría a la puerta y no entraría directamente.

 

La respuesta estaba tras la puerta. No era él quien había llamado. Sino Rita, y también estaba Sabina y Luna.

 

—Hola –saludé confusa.

—Anouk…

 

Mi sonrisa desapareció.

 

Siempre odié que alguien no respondiera el saludo con una frase común, sino con mi nombre. Para mí el “Anouk” reemplazando un “hola” o un “qué tal” no sonaba a buen comienzo. Y no me equivoqué.

 

—¿Qué ocurre? ¿Drank? ¿Los chicos? ¿Ya volvieron?

—Anouk, ¿podemos pasar?

—Sí… —me hice a un lado mientras mi corazón latió más fuerte.

 

Sasha.


 

Sequé mis lágrimas mientras buscaba el pasaporte de Mijail y lo introducía en su bolso. Él terminó de vestirse acongojado y murmuró.

 

—Debo estar tranquilo o no me materializaré.

—No hay otra forma, querido. El aeropuerto de Kirkenes no está liberado.

—Lo sé.

 

Acomodé su chaqueta en los hombros y acarició mi cabello.

 

—No dejes de tenerme al tanto. Nuestra hija estará desesperada.

—Te llamaré en cuanto pueda. No sé si las señales de comunicación serán buenas, pero no te preocupes, estaré junto a Anouk en este difícil momento.

—¿Hablaste con Sebastien?

—Antes de entrar a la ducha pude comunicarme, y las noticias no son alentadoras. Pasó mucho tiempo sin encontrarlo.

—Cielos –sollocé—. Es tan buen chico, ¿verdad? No se merece un final así.

—Creo nadie lo merece. Morir solo sin tus seres queridos rodeándote…Y su padre tan lejos.

—Es verdad… ¿Sabes qué pienso y me apena?

—¿Qué?

—No pudimos entregarle el águila bicéfala.

—Ni me lo recuerdes. No sé por qué Iván se comportó así. Quizás si todo sale bien, cuando se entere de cómo ha sufrido Anouk, entienda que es lo que ella ha elegido para ser feliz… Quizás se arrepiente y formaremos una familia junto a ese chico. Aunque sea un lobo leñador, eso no es importante.

—Pues…

 

Titubee y me miró fijo.

 

—¿Ya lo sabe?

—Sí, lo llamé y le conté de lo ocurrido.

—¿Y qué te dijo?

—Bueno, que lamenta los hechos y le envía un gran beso a su hermana.

—¿Nada más?

Sabes que no es muy expresivo en sus sentimientos… Sé que no deseará el mal.

—No, pero tampoco le preocupa demasiado, ¿verdad?

—Mijail…

 

Se acercó y me dio un beso suave en los labios. Intentó sonreí pero su iris estaba cubierto con un velo de tristeza.

 

—Recemos a los Dioses porque todo salga bien.

—Sí querido. Cuídate. Y dale un gran abrazo y beso a nuestra hija. Contenla, yo no quise atosigarla, debe estar desesperada y ocuparle el móvil no es lo aconsejable.

—Tranquila. Te llamaré. Ahora déjame solo en la habitación. Debo concentrarme o no lo lograré.

—Sí, suerte cariño.

 

Cerré la puerta  en silencio y me dirigí a la sala. Me senté en el sofá cerca del ventanal.

 

Mi café estaba helado. Desde la trágica noticia mi día se había revolucionado. ¿Cómo podía ayudar a Anouk desde tanta distancia? A pesar de los kilómetros que nos separaban podía sentir su dolor. Desgarrador… Me puse en su lugar… Perder a Mijaíl y en una situación así… Ella que había luchado tanto por conseguir el amor.

 

Sentía tristeza pero también rabia. ¿Por qué le sucedía esto a ellos dos que se amaban tanto? Tantos seres despreciables en el mundo… ¿Por qué a ellos?

 

Durante el tiempo que pasé sentada en el sofá, recibí varios llamados de Natasha, de Demetri, y de Svetlana. Estaban preocupados por Drank y por su hermana. Iván… Iván no me llamó. Cierto que mostró pesar por la angustia de Anouk, sin embargo supe que Drank no le importaba demasiado. Lo que él no entendía que la felicidad de su hermana estaba ligada a la aparición con vida de Drank.

 

Recuerdo que al contarle lo sucedido entre lágrimas, suspiró.

 

“Mamá, no te pongas mal. Todo saldrá bien. Dale un abrazo a Anouk de mi parte. Yo… Debo entrar a dar la conferencia sobre “Antropología biológica”. No me darán otra fecha para exponer. Si logro esto seré reconocido a nivel mundial.”

—Lo sé, quise acompañarte con tu padre e insististe que te pondrías nervioso por eso…

—No estoy reprochando que no me hayan acompañado a Bélgica, sé lo que les dije… Pero tengo la cabeza puesto en ello y por otra parte sé que Anouk saldrá bien de esta tragedia.

—Ivan, no hables como si todo estuviera perdido.

—Tú has dicho que su búsqueda fue infructuosa y ya han pasado veinticuatro horas. Solo soy realista. Mamá, te prometo que viajaré para verla en cuanto termine la Conferencia.

—Sí, está bien, hijo. Cuídate y te deseo mucha suerte.

 

Respiré profundo y recosté la espalda en el sofá. Mis ojos pasearon por el atardecer de Moscú. Un sol de otoño, débil y tibio, bañaba las cúpulas y edificios grises. La plaza había perdido en este último tiempo el verde característico del verano. Y las hojas ocres decoraban las cabelleras de los árboles y las aceras. Un paisaje típico otoñal que pronto se despediría dando la bienvenida al frío invierno.

 

Los inviernos en familia siempre fueron maravillosos, a pesar del crudo clima. Estas paredes habían sabido guardar el calor de un hogar unido. Aún suena en mis oídos las voces de mis hijos, los desayunos compartidos, las risas, las discusiones. Todas las familias tienen conflictos entre sus integrantes. Nosotros éramos siete, ¿cómo no tener desacuerdos? Sin embargo tarde o temprano priorizábamos el amor que nos teníamos.

 

Hoy por hoy, el hogar había quedado en silencio. Por supuesto, los hijos crecen y tienen su vida, trabajo, amor… Confieso que me había costado notar que ya no dependían de nosotros, de sus padres. Es que al contemplarlos crecer, sabes que algún día la independencia llegará y no te necesitarán a menudo. Es obvio, ¿qué padre no lo sabe? Pero nadie te prepara para ello. ¿Cómo lo llama Demetri? Ah sí… Síndrome del nido vacío.

 

La llamada de Natasha me sacó de los recuerdos para volver a la realidad, a la triste realidad. Drank estaba desaparecido, y las opciones de hallarlo con vida, eran pocas a medida que el reloj avanzaba. No pude comunicarle noticias alentadoras, solo que Mijail ya estaría con Anouk para acompañarla. Lo mismo ocurrió veinte minutos después con Svetlana. El único aliciente para mí fue escuchar la voz de mi nieta a través del móvil.

 

“Hola abu”

—Hola cariño, ¿estás portándote bien?

“Sí, siempre.”

 

Sonreí. Era poco probable que así fuera. Milenka era bastante traviesa e inquieta y sabía que tenía a Gisele en vilo a cada momento del día. Pero también era señal de su energía y buena salud.

 

Me puse de pie y fui a la cocina por un nuevo café. Vertí el líquido frio de la taza y encendí la cafetera. Un mensaje de whatsapp de Bianca respondió el mío de esta mañana.

 

“Estoy bien querida amiga, Odette también. Solo que consternados con lo de Drank. Tranquila, haremos lo imposible para encontrarlo. En cuanto a Scarlet, no podrá usar su don. Ha estado buscando a Grigorii por muchas horas y está agotada”

 

Contesté rápidamente.

 

“¿Lo ha encontrado?”

“Sí, en el bosque. Fue una suerte. Las temperaturas a la noche en Kirkenes ya son muy bajas.”

“Me alegro”.

“Sasha, pensé en Iván, quizás pueda ser de gran ayuda.” ¿Sabes si vendrá?”

 

Me tomé mi tiempo para responder… Quizás lo suficiente para que ella se diera cuenta. Al cabo de unos minutos escribió…

 

“Entiendo.”

 

Acongojada, deposité el móvil en la encimera. Conocía que ninguno de mis hijos era insensible y malvado. Solo que… Justo Drank e Iván… Justo estos dos que no se llevaban bien…

 

¿Quién podría obrar el milagro de que mi hijo dejara tan importante acontecimiento en Bélgica y ayudara a encontrar a su peor enemigo? Drank, para él, había sido el culpable de la tristeza de Anouk por conseguir su amor. De haber sufrido varios desplantes mientras intentaba conquistarlo. Y después, de hacerle llevar una vida con carencias y sacrificio. No podía explicarle a Ivan que ese camino con espinas recorrido por su hermana a veces es parte del amor. Lo importante era el presente,  lo que ambos sentían uno por el otro y que a ella se la veía feliz. ¿Pero cómo entendería si jamás se había enamorado? Estaba convencido que Anouk se equivocaba y era otro más de sus caprichos. Capricho que le había salido caro, rechazando ofertas de trabajo prestigiosas y sumiéndola en una vida de tareas duras en el medio de un bosque de animales salvajes.

 

Anouk.

 

El mundo se vino abajo. La noticia de Drank desaparecido había partido mi corazón en dos. Es que con el correr de las horas se apagaba la ilusión de encontrarlo con vida. Quería despertar de esta pesadilla, no podía ser real que el destino me arrebatara la felicidad. Nunca hubiera imaginado que Drank, que había luchado tanto por su vida, la perdiera de esta forma tan absurda. ¿Y yo? ¿Qué haría sin él? No, no quería pensar que nuestra historia de amor terminara así.

 

Creo que grité y lloré tanto por el dolor que varias lobas intentaron contenerme sin éxito. Después de la desesperación surgió la acción. Hice lo que cualquier hembra hubiera hecho en mi situación. No quedarme de brazos cruzados sollozando en un rincón. Así que a pesar de los consejos cogí mi móvil y corrí a toda velocidad hasta la ciudad. Debía estar ahí, si era preciso bajar y rastrearlo por cada túnel subterráneo, lo haría.

 

Sin embargo, mi intención no bastó. Debido a mi estado delicado sufrí un desmayo y Vinter tuvo que sacarme entre el agua y la oscuridad. Me desperté en una cama del hospital. Lo primero que contemplé fue a mi padre. Lucía preocupado y triste. Intenté ponerme de pie de un salto para continuar la búsqueda pero la habitación giró como carrusel y mi padre se apresuró a sostenerme.

 

—Anouk, tranquila. Toda la guardia Civil lo busca y tus amigos. También los Craig. Lo encontrarán. Ten fe.

—Debo ir, necesito ir…

 

Lo cierto es que mis piernas no me sostenían. No podía volver a las alcantarillas, era una realidad que me rehusaba a reconocer.

 

Mi padre acarició mi cabello mientras yo secaba las lágrimas.

 

—Papá, nunca fui tu orgullo como mis hermanos, siempre te he dado más trabajo, ¿verdad? Ni siquiera ahora sirvo para algo.

—No digas eso –sonrió—. Has tenido muchos triunfos y me he sentido orgulloso. Mira todo lo que has logrado tú sola. Acostumbrada a los lujos y sin embargo por amor no te ha importado nada de eso. Es de valientes jugarse por lo que siente el corazón. Como lo ha hecho Demetri o Svetlana en su momento. ¿Recuerdas? –sonrió.

—Sí… Aunque Natasha e Ivan nunca les dieron dolores de cabeza –murmuré.

 

Una enfermera interrumpió entreabriendo la puerta.

 

—Señorita Gólubev, ¿cómo se siente?

—Mejor, gracias…

 

Creo que dijo algo más, pero ya no la escuché. Una idea había surgido en mi cabeza. Una idea descabellada y casi imposible. Sin embargo, debía intentarla.

 

Cogí el móvil y pulsé el número de aquel último ser en el mundo que querría ayudar a Drank. Quizás… Quizás lo haría por mí.

 

Respiré profundo después de escuchar el sonido de llamada y su voz…

 

“Anouk”

—Ivan… Te necesito, por favor. Solo escúchame…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

9 comentarios:

  1. Genial fragmento me encanta tu nieva cabecera. Ojala puedan salvar a Drank te mando un beso

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    1. Muchas gracias amiga, me alegro que te haya gustado. Veremos que ocurre con la desaparición de Drank. Un beso grande y gracias por comentar.

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  2. Hola, Lou... ¡Ya lo he leído! Y ha sido un placer
    Lo primero que quiero decirte es que me han encantado las descripciones que haces... son muy buenas
    La Reina del Mar, Liz, lo ha conseguido... y cuánto me alegro
    Sí, hay mucho que reconstruir... y ojalá no vuelva a despertar el gigante de fuego
    Gina intenta consolar a Kira... pero qué difícil hallar consuelo cuando has perdido a quien amas... me temo que hay heridas que no cicatrizan
    Estoy de acuerdo con Mike... Chelle es un caballero sin armadura y un romántico
    ¡Pobre Anouk! ¡Qué disgusto! Pues creo que es Ivan el vampiro que puede salvar a Drank
    Sé que no le gusta Drank, que no lo acepta... pero no creo que soporte ver a su hermana infeliz
    La pulsera de Bua ha ayudado a Scarlet... y Sasha y Mijail son unos padres encantadores
    Gloria ha dicho que el amor debe vencer al odio... yo creo que eso no es difícil... el amor es más fuerte sin duda
    Has publicado un muy buen capítulo, Lou... y permite que vuelva a llamarte Escritora con mayúscula
    La portada también me encanta, no quiero irme sin decírtelo
    Muchos besos

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    1. ¡Hola Mela! Gracias como siempre por comentar con ese cariño y por tu halago. De verdad te lo agradezco de todo corazón.
      El gigante de fuego creo que no despertará, ya he hecho bastante daño en Kirkenes y además ha dado una lección importante. Con la unión todo se logra.
      Gina intenta consolar a Kaira pero cada uno debe vivir su propio duelo, de todas formas ha tenido una buena actitud.
      Chelle es el amor de Mike y viceversa. Pienso que he logrado una feliz pareja.
      Tienes razón, opino lo mismo. Ivan tiene rencor hacia Drank pero su hermana es lo que quiere y deberá bajar la guardia. Pienso... porque aún no sé que hará.
      Gloria siempre dice frases contundentes aunque se nota que no confía demasiado en el vampiro rubio. Veremos que ocurre.
      ¡Qué bueno que te guste la portada! No tengo mucha experiencia pero va con cariño.
      Gracias querida escritora y amiga. Muchas gracias por acompañarme siempre. Besos miles y genial fin de semana.

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  3. Ojala viniera la reina del mar a apagar el volcan que tenemos en España en una isla.Si es Ivan el que puede salvar a Drank lo tiene que hacer.Los padres estan conformes con la relacion de la hija,la familia tiene que apoyar.Me ha gustado mucho el capitulo.Besos.

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    1. ¡Hola Ramón! Muchas gracias por leerme y comentar.
      Ojalá hubiera una Liz para apagar el volcán en España. Espero de todo corazón que la situación mejore muy pronto.
      La familia ha aceptado a Drank porque sabe que ella es feliz. Debemos confiar que Ivan así también lo crea.
      Gracias querido amigo. Un gran abrazo y feliz fin de semana.

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  4. ¿Qué ha sido de Liz? Yo, siempre preguntando.
    Te sigo leyendo con mucho interés.
    Beso

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    1. ¡Muchas gracias Ignacio! Liz se sabrá el próximo capi. Estará agotada y descansando y supongo que ignora lo de Drank. Veremos que ocurre. Te agradezco mucho que me leas y comentes. Un gran abrazo y feliz semana.

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  5. ESTE CAMIÓN ──────▄▌▐▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▌
    ───▄▄██▌█ ░VA CARGADO DE MUCHO,---- ░▐
    ▄▄▄▌▐██▌█ ░░░AMOR!░░░____ ........****▐
    ███████▌█▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▌PAZ Y PROSPERIDAD*♥ Feliz año 2022. Besos.
    ▀(@)▀▀▀▀▀▀▀(@)(@)▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀(@)

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