Queridos lectores: Les deseo un hermoso Año Nuevo. Que sus deseos se cumplan. Uno de los míos se cumple año tras año desde el 2009. Tenerlos a ustedes acompañándome fielmente en la locura de imaginar y escribir. Un beso enorme a todos y buen comienzo de año. Lou.
Capítulo 60.
Tiempos de cambio.
Charles.
Entré
al hospital de Kirkenes más rápido que un huracán. Me acerqué a Marin en mesa
de entrada obviando la fila de personas que estaban esperando en recepción. Si
llamaron mi atención o me insultaron por el atrevimiento, no escuché. Tenía una
idea fija, ver a Bianca y a mi nieta nacer.
-Marin,
Marin, querida, ¿dónde está Bianca?
-¡Charles!
¡Hola! En sala de parto, seguramente. Tercer piso.
Avancé
hacia el ascensor mientras la escuchaba.
-¡Pero
no van a dejarte entrar!
Me
giré y sonreí.
-¿En
serio? Apuesto que sí.
Había
humanos esperando por el bendito ascensor así que subí por la escalera. Apenas
pisé el tercer piso caminé por el pasillo mirando los números de las puertas de
las habitaciones. Al fondo, puertas de vaivén hechas de acero, con un
indeseable letrero de advertencia, “Área restringida”.
Al
escuchar mis pasos una enfermera salió de una de las puertas cercanas, sin
número.
-Señor,
¿lo puedo ayudar en algo?
-Buenas
tardes, sí… Busco a Bianca Craig.
-¿La
doctora? Está en sala de parto. Nacerá su bebé.
-Ah…
bueno, sí. Vengo por eso. Quisiera presenciar el nacimiento –junté las palmas
con ilusión.
-Lo
lamento. Solo permitimos al padre del bebé.
-¿Y
quién le asegura que no soy su padre?
La
enfermera cambió la mirada apacible por una inquisitiva.
-Lo
aseguraría por dos razones. Primero, usted tiene cara de abuelo más que de
padre. Y en segundo lugar, el padre del bebé ya está con la doctora.
-Bueno,
uno más no cambiará nada. Por favor, permítame verla, es importante para mí ver
nacer a Odette, ser unos de los primeros en tenerla en brazos.
-Ah,
¿será niña? Ya lo saben, ¡qué bien!
-¿Puedo
pasar?
-No,
y es definitivo, son las reglas. Espere aquí que se acerque el padre y se lo
comunique.
-¡De
ninguna manera!
-¿Cómo
dijo?
-Que
de ninguna manera romperé las normas, enfermera. Esperaré aquí.
Me
observó con desconfianza mientras yo sonreía. Se dirigió a la puerta de la
enfermería y la abrió de par en par, señaló una silla junto al escritorio.
-Me
sentaré aquí para observarlo y que no rompa las reglas.
-¡Qué
eficiencia!
Ella
giró para entrar a la enfermería y Shakespeare vino a mí…
-Ay,
ay Dios… ¡Mi cabeza! ¡Ese dolor otra vez!
Ella
se apresuró a volver sobre sus pasos.
-¿Qué
le ocurre?
-¡Dios
mío! Muchos nervios juntos, terremoto, volcán, tsunami, y ahora mi nieta por
nacer. ¡Qué dolor agudo en la cabeza!
-Le
traeré una medicina, tomé asiento.
Me
cogió del brazo y trató que no cayera.
-¡Ay
Dios mío! ¡Voy a morir!
-¡Tranquilícese!
Llamaré a un doctor.
-No,
no, voy a morir, es un ACV, estoy seguro, ¡qué dolooor! Ay… me desmayo, voy a
desmayarme…
Me
tambalee. Ella me ayudó a ponerme de pie y entrar a enfermería. Me sentó en una
silla junto a unos estantes. Allí había ropa celeste prolijamente ordenada, y
una caja de barbijos.
-Tranquilo,
llamaré a un doctor.
-Gracias,
gracias, Dios la ayude.
Se
puso de espaldas a mí y cogió el teléfono. Aproveché silenciosamente a coger
una bata, cofia, y barbijo del armario.
La
enfermera se giró unos segundos para verme y me descubrió.
-¡Oiga!
¿Qué hace?
Sin
perder tiempo, me abalancé hacia la puerta quité la pequeña llave, salí de allí
y la encerré.
-¡Regresé
aquí! ¡Embustero!
Rápido
como el vampiro que era, empujé las puertas de vaivén y entré. Se escuchaban
voces y apenas un llanto de bebé. ¡Por todos los dioses, qué no llegara tarde! Mientras
me vestía con la bata, cofia, y barbijo, observé el pequeño recinto. Tres
puertas, tres salas de parto. Mierda...
Abrí
la primera, un quirófano vacío. En la segunda, se veía por un recoveco un doctor,
dos enfermeros y una dama rubia acostada con un recién nacido en brazos. Vamos
por la tercera…
Al
entrar, lo primero que vi fue a Bianca en posición de dar a luz. Una doctora y
un enfermero parecían ayudarla. Junto a Bianca, con bata y barbijo, Sebastien.
Apenas entré, la doctora y el enfermero se giraron hacia mí.
-¿Usted
quién es?
-El
doctor, Solberg. Especialista en partos prematuros y me enviaron para evaluar
el desempeño. Permítame posicionarme junto a la señora. Ustedes sigan su
trabajo como si no estuviera.
-¿Un
doctor para evaluarme? –se extrañó la doctora.
-¿Quiere
dejar su trabajo para investigarme a mí? Lo puede hacer. No tengo problema.
Tendré motivos para completar su expediente.
-¿Expediente?
-Quise
decir antecedentes, ¡está poniéndome nervioso! Doctora…
-Gingery.
-Bonito
nombre.
-¡Es
mi apellido!
-Okey,
da igual, siga con lo suyo.
-¡La
señora dará a luz en minutos! No puedo distraerme.
-Buena
respuesta, la tomaré en cuenta en mi evaluación.
Al
acercarme a Bianca y quedar del lado opuesto a Sebastien, cruzamos miradas.
-Charles…
¿Qué rayos haces aquí? –habló en voz baja.
-Sssh,
¿cómo qué hago? Contener a mi hija -me dirigí a Bianca que entre gestos de dolor
abrió los ojos como platos, tras las lentecillas de contacto azules.
-Tranquila
cariño, todo saldrá bien.
-Charles,
para eso estoy yo –protestó Sebastien-. Soy el marido y padre de Odette.
-Y
yo soy el padre de Bianca y el abuelo de la niña. ¿Quieres callarte y no
complicar las cosas?
-¡Por
favor no peleen! ¡Tengo mucho dolor!
-¡Perdón!
-Sí,
sí, perdón.
-Doctora,
cuando yo diga debe pujar. ¿Entendió? –dijo la doctora.
-Sí,
okay… Okay... okay…
-¿Cómo
no va entender? No es tonta –retruqué.
-Amor,
estoy aquí, tú tranquila. Bueno… estamos –gruñó Sebastien.
-Doctora,
ya puedo ver la cabeza del bebé, cuando sienta una contracción, puje.
-Sí,
sí… ¡Ya tengo una contracción! Cielos… ¡Voy a morir!
-No,
no va a morir. Puje, vamos, falta poco.
En
ese instante, la puerta se entreabrió y tímidamente se asomó un caballero de
seguridad.
-Disculpen,
me informaron que hay un impostor en sala de parto, que encerró a una enfermera
y…
-¡Es
en la sala dos! ¡Lo vi entrar! –me apresuré a gritar.
-Por
favor, estamos en el medio de un parto –protestó la doctora.
-Lo
siento, me retiro, disculpen.
Sebastien
me miró sobre el barbijo.
-¿Encerraste
a una enfermera? ¿Estás loco?
-Loco
no, desesperado –respondí.
En
ese instante Bianca empujó con todas sus fuerzas mientras Sebastien y yo
sosteníamos su mano.
-¡Muy
bien doctora! Un esfuerzo más, ¡solo uno más!
Y
así lo hizo… Mi Bianca, mi niña fuerte. La que había sobrevivido en aquella
inundación convertida más tarde en una bella vampiresa. Como lo sería Odette.
Odette…
que al cortar el cordón umbilical, lloró tan fuerte haciéndose escuchar en cada
rincón de esa sala de parto. Era hermosa, bella y perfecta. Mejillas rellenas y
boca como carmín. Sus ojos, grises y vivarachos. Envuelta en una sábana blanca
que olía a desinfectante, buscó con los ojos la voz de su padre, que extendió
de inmediato sus brazos para cogerla.
Dio
algunos pasos y la acercó a una Bianca feliz. Me quedé observando esa escena
maravillosa, con el amor palpándose en el aire. Y sonreí.
Ella
la acunó en su pecho y el llanto se evaporó en el aire. La vida… un milagro
para todos los seres que habitamos este mundo. Sí, también para vampiros.
Bianca
me sonrió.
-Charles,
¿ahora quieres cargarla tú en brazos?
Titubee,
no porque no deseaba. Pero de pronto un miedo atroz me invadió. Un temor
desconocido a hacer algo mal y dañar a Odette. Miento, no era tan desconocido.
El miedo porque los hijos sufran ya lo había percibido. Sin embargo, había sido
hace tanto tiempo...
Cogí
valor, después de todo había hecho lo imposible por estar allí. Me acerqué y
acuné mis brazos para que Sebastien la acomodara. Era tan pequeña, tan frágil,
y a la vez esa mirada poderosa que me buscó al instante.
-Hola
Odette, soy tu abuelo.
De
pronto, vi borroso por segundos, sentí cosquillas en mis mejillas…Lágrimas.
Lágrimas de emoción.
Miré
a la doctora, ansioso.
-Ha
salido todo bien, ¿verdad?
La
doctora se acercó.
-Sí,
tan verdad como que usted es el impostor.
-Lo
siento, solo quería ver a mi nieta nacer.
-Yo
me encargaré de pedir las disculpas debidas a la enfermera –dijo Bianca.
-Y
yo pagaré los daños o la fianza –Sebastien arqueó una ceja.
-¡Exagerado!
Solo la encerré.
-La
felicito doctora. Es una niña sana. Aunque la verá el pediatra en unos
instantes para corroborar.
-Gracias.
Muy
bien, avisaré que preparen la habitación. Enfermero –se dirigió a un joven-,
limpie a la niña, tome medida, peso, y huellas. Después llévela a la nursery.
-Muy
bien, doctora.
-¡No!
–Bianca se inquietó-. La llevaré en mi camilla. No quiero separarme de ella.
-Tranquila,
iré yo si es posible. Tú debes reponerte.
Suspiró
y le sonrió.
-Okay,
solo porque es profesional de este hospital el padre acompañará al enfermero.
Pero usted –me señaló-, aguarde en el pasillo. Cuando esté la habitación les
informaré.
-Gracias,
doctora –contestamos los tres.
Anouk.
Mamá
había llegado para estar junto a mí en este difícil trance. Nunca supo
materializarse, y para ella aguardar que los vuelos se regularizaran fue una
tortura.
Las
dos de pie, frente al cristal que nos separaba de la terapia intensiva,
contemplábamos la segunda cama donde Drank luchaba por sobrevivir.
-Creo
que se movió –me sobresalté.
-No,
querida. Es el respirador. Tranquila, ya reaccionará.
-El
doctor dijo que hay que esperar cuarenta y ocho horas. Son cruciales.
-Por
eso, aún falta para cumplirse el tiempo y no ha empeorado. Eso es importante.
-Sí…
Es fácil para ellos decir que espere. Son fríos, no tienen emoción.
-Sí,
la tienen. Sin embargo, deben guardar calma de lo contrario, sería un caos si
se dejan llevar. Cuéntame, como se porta el bebé. ¿Te ha dado mareos? ¿Nauseas?
Ignoraba
si mi madre quería distraerme para que me sintiera mejor y no tan tensionada.
Lo cierto, es que me costaba mucho responderle. Drank era mi única prioridad.
No deseaba perderme detalle de esa máquina conectada a él. Aun así respondí.
-Un
poco. Es que con todo lo que he pasado, esos malestares son insignificantes.
-Lo
sé… Cuéntame de Bianca. ¿Ya ha dado a luz?
-Sí,
está en el tercer piso. Es una niña. Ya lo sabían. Le pondrán Odette. Como la
hija de Charles.
-¿Charles
tuvo una hija?
-Hace
mucho tiempo. Él vivía con Adrien. Conoció a su pareja en París. Se enamoró y
tuvieron una hija. Ambas murieron.
-¡Pobre,
Charles!
-Mamá,
escucha. El pitido de la máquina cambió el ritmo.
-No
puede ser, Anouk.
-¡Te
digo que sí! Mira la luz de la pantalla, va más rápido.
Cambié
de posición para ver mejor el monitor que controlaba los latidos de Drank.
Al
instante dos enfermeras se acercaron apresuradas a su cama, mi corazón comenzó
a latir alocado.
Vi
su pecho cubierto de cables subir y bajar notoriamente. Una tercera enfermera
salió por una puerta interna seguida por un doctor. La misma giró hacia mí y se
acercó a los cristales. Corrió las cortinas y mi mundo se derrumbó. No pude ver
nada más.
-¡Mamá!
¡Algo malo está ocurriendo!
-Calma,
Anouk. Desde aquí no podremos hacer nada.
-Tienes
razón, desde aquí no.
Sin
mediar palabra me acerqué a la puerta y empujé con fuerza. Fueron segundos que
me vi rodeada por tres enfermeras.
-Debe
salir de aquí.
-Por
favor, señora. Aguarde afuera.
-No
me iré de aquí. No molestaré, lo juro. ¡Pero no me iré! ¡Quiero saber que está
ocurriendo!
-Nada,
tranquila… Por favor… Retírese.
-¡No
me iré!
-¡Doctor,
está en paro!- Dijo una enfermera.
-¡Retírese!
–Me ordenó la otra.
-¡No!
Mi
madre trató de interponerse.
-Déjenla
por favor, es su pareja, el padre de su hijo. ¡Por favor!
Los
instantes que siguieron fueron confusos. Voces dando órdenes, rodeando la cama
de Drank, ese pitido agudo e intenso, sin intervalo, sobre todo sin intervalo,
como tantas veces había visto en películas ante la muerte inminente. Recuerdo
escenas entrecortadas, mis súplicas que hicieran todo lo posible, las planchas
de acero en las manos de ese doctor presionando el pecho de él, mi madre
conteniéndome y llorando junto conmigo, los segundos transcurriendo sin
detenerse… cinco, diez, quince, veinte. Después el silencio… Un silencio
inexplicable…
Solo
sé que salí corriendo por el pasillo, subí las escaleras gritando un solo
nombre una y otra vez.
-¡Scarlet!
¡Scarlet, ayúdame!
Sebastien.
Con
mi niña en brazos la miraba embelesado dormir. Sería una bebé muy tranquila,
para nada inquieta o quejosa. Cuestión que hubiera sido normal. Sin embargo,
ella parecía rodeada de un halo de armonía y luz. Quizás, era yo que la veía de
ese modo. Siempre tenía la idea que los bebés recién nacidos, les cuesta
adaptarse al mundo exterior. Muy razonable. Luz, ruidos, contacto, etc.
Recuerdo que Douglas me había dado trabajo. Aunque con el correr de las semanas
se normalizó. Lo sé… No tenía a su madre cerca. Corrijo, le quite a su madre…
En cuanto a Nicolay, no había sabido de su existencia hasta sus cinco años.
Aunque en ese caso, no había tenido la culpa.
Suspiré
y miré a Bianca que conversaba con su tía Mildri. Eridan estaba sentado a los
pies de la cama con las piernas colgando. Balanceaba suavemente los pies. De
vez en cuando levantaba la vista del suelo y me observaba con la niña. Entonces
una mueca leve en sus labios dibujaba una sonrisa. Se lo notaba calmo. Bianca había
dicho que el neurólogo había tenido que cambiar la medicación. Su enfermedad
sería progresiva, pero buscarían todos los medios para que no impidiera una
vida normal.
¿Pero
cómo mencionar “vida normal”? Si a tu cerebro se le escapa por momentos hasta
quien eres. Difícil consolar a Bianca. ¿Qué podría decirle? ¿Lo que informó el
doctor? ¿Qué su padre se comportará o no como su padre? ¿Qué dependerá el día?
¿La hora?
-Papá,
¿quieres sostener en brazos a tu nieta?
Bianca
sonrió y él la miró sorprendido.
Titubee,
tenía temor, lo confieso. Es que un hijo es un gran tesoro, invaluable e irrepetible.
Por otro lado, confiaba en Bianca, así que me acerqué en cuanto él extendió sus
brazos. Mildri se acercó a nosotros y lo ayudó a acomodar a Odette. Sentí la
tensión en mí y en algunos de los presentes. Lenya, Liz, Marin, Douglas, Margaret,
todos hicieron silencio. Como si fuera poco, sentí en la nuca la mirada potente
de Charles. Pero nadie se atrevió a contradecir a Bianca.
Eridan
la cogió en brazos acunándola y sus ojos la estudiaron con ternura. Después de
unos minutos interminables, desvió la mirada a su hija y afirmó, “es igual a
ti”.
-Sí,
¿verdad? Aunque tiene los ojos y boca del padre.
En
ese instante, Scarlet entró en la habitación. Había salido como rayo tras Anouk
y su pedido de ayuda. Douglas pidió para cargar a su hermana cuestión que me
dio tranquilidad. Aproveché a acercarme a Scarlet y preguntar.
-¿Cómo
te fue? ¿Pudiste…? ¿Todo bien?
-Por
supuesto. Salvé la vida de Drank.
-¿Qué
ocurrió? –preguntó Liz angustiada.
-Tuvo
un paro, pero tranquila, todo está bien.
-¿Seguro?
-Sí,
tranquila. Anouk y sus padres están con él.
-¿Te
dejaron… actuar? –arquee una ceja.
-¿Por
qué no? Soy policía pero sé de medicina.
-¿Eso
dijiste? –balbucee. Bajé la voz un poco más-. Creo que vamos a tener que dar
alguna que otra explicación en el hospital.
-Tranquilo,
tenemos a un comisario y a una forense a nuestro favor –susurró.
-¿Eres
doctora? –preguntó Mildri.
-Casi
–mintió mi hermana. Reprobé la última materia.
-La
sensatez –murmuró Lenya.
-Cielos…
No quiero pensar si alguien… -callé, no olvidaba que Mildri y Eridan ignoraban
lo que éramos.
-Policía,
casi doctora, eres muy completa, Scarlet.
-Oh
sí, Mildri. Lo soy. La más completa de la familia. Y se lavar, planchar,
cocinar…
-Y
abrir la puerta para irte a jugar – completó mi hermano levantando una ceja.
-Siempre
tan… gracioso -Scarlet se acercó a Douglas y me miró-. Tranquilo, todo bajo
control. Ahora –se dirigió a la bebé-, es mi turno. Voy a tenerte entre mis
brazos, ya que aún no puedo llevarte de shopping a comprar.
-Ni
se te ocurra, Scarlet. No la eches a perder –protesté.
Bianca
rio.
-¡Qué
exagerado eres, hermano!
-¡Oye,
Scarlet! Acabo de pedirla, casi no la disfruté –protestó mi hijo.
-Tú
la tendrás siempre cerca. Con Grigorii nos mudaremos y ya no la tendré a mano.
-¡Yo
vivo en la reserva! Tampoco la tendré.
-¿Te
mudarás, Scarlet? –Bianca entristeció.
-Auuuh,
siii. Hermanita, igual nos veremos a menudo. Lo prometo. Ya es hora que
convivamos con Grigorii, además la casa de Charles y Margaret es grande, pero
tampoco podrá albergar a una decena.
-Pues
casi una decena seremos –sonrió Lenya.
-No
hay problema. Margaret y yo haremos lugar suficiente para el que desee quedarse
con nosotros.
-Gracias,
Charles –sonrió Bianca.
-Y
apúrense ustedes dos, porque después me toca a mí.
-¿Y
a los tíos? –protestó Lenya.
Bianca
sonrió y me miró.
-¿Crees
que alguna vez duerma en la cuna?
-Espero
que sí, cariño –sonreí.
Ekaterina.
Ordené
la casa para que Margaret no tuviera trabajo al regresar del hospital. Numa me
ayudó con la limpieza y entretuvo a Nicolay en la habitación. Estaba deseoso de
conocer a su hermanita pero debía esperar. Al día siguiente, Bianca estaría con
nosotros y sus caprichos y mal humor se calmarían. Eso esperaba…
En
la sala, sentado en el sofá, Ivan permanecía pensativo y triste. Abandoné la
tarea de acomodar los almohadones y me senté frente a él.
-Tranquilo,
Sebastien dijo que todo está bajo control.
Levantó
la vista de la alfombra y me miró.
-Convertí
a un humano. Nada está bajo control.
-El
director del hospital sabía sobre nosotros. No tienes por qué preocuparte.
-¿No
entiendes? Será un vampiro contra su voluntad. Eso nunca ocurrió.
-No
creo que le moleste.
-¿Cómo
sabes?
-Pues…
Vivir sin miedo a morirse es un regalo.
-¿Es
un regalo?
-No
lo sé, pienso que sí.
Se
puso de pie y caminó hasta el ventanal que daba a la terraza. Su vista pareció
perderse en el horizonte.
-No,
no es un regalo si tu vida no vale la pena.
-Bueno…
Quizás la de él vale la pena.
-¿Te
imaginas? Ver morir a todos tus seres queridos y tú sigues ahí, contemplando
como parten para siempre.
-Su
hijo es un vampiro –Numa bajo las escaleras con la mirada fija en él.
Ivan
mantuvo la mirada.
-Escuchas
conversaciones sin participar en la reunión. No es ético.
-No
me des clases de ética, Gólubev.
Comencé
a sentirme incómoda. Sabía que Numa lo tenía entre ceja y ceja por mi historia
pasada con él. La tensión entre los dos comenzó a invadir la gran sala.
-¿Nicolay?
–interrumpí.
-Duerme.
-¡Qué
suerte! Pensé que hoy no lo controlaría.
Numa
se sentó a mi lado sin dejar de mirarlo.
-Se
me da bien tratar a los niños.
-¡Qué
joven para ser padre! –se burló Ivan.
-Y
tú como que ya estás viejo.
-Pero
aproveché cada día, ¿y tú? Ah no… cierto. Viviste parte de ella en la calle.
-Prepararé
un café –me puse de pie.
-Eres
bueno para dar golpes bajos, ¿quién te crees que eres? ¿Qué sabes de mi vida?
-Prepararé
café, ¿quieren café? –volví a insistir.
-¿Y
tú de la mía?
-Sé
que eres un ególatra, engreído. Nunca te ha faltado nada, has tenido todo
servido.
Numa
se puso de pie y ambos quedaron frente a frente. Cielos…
-Hablas
porque el aire es gratis. ¿Servido? No sabes lo que es luchar día a día por ser
el mejor en todo. La presión que ejerce tu familia sin ni siquiera
proponérselo.
-Vas
a hacerme llorar –se burló Numa.
-¿Llorar?
Imposible. Tú no valoras nada. Deberías estar agradecido a los Craig.
-¡Basta!
–grité, posicionándome entre los dos.
-¿Y
quién cuernos te dijo que no lo estoy? ¡Desgraciado!
-¿Siempre
te haces la víctima? ¿Crees que eso te da derecho a saber sobre los demás? ¿Por
qué mi familia tiene dinero fue todo sencillo para mí? No sabes nada. Tendrás
calle pero no sabes nada de como siente el otro. Deberías ser compasivo.
-¡Idiota!
¡Sabelotodo!
-¡Pero
mis padres me han querido!
-¡Basta
los dos!
Hubo
silencio…
-Lo
siento… Lo siento de verdad –Ivan bajó la cabeza-. No… debí decir eso… No estoy
bien.
-Escucha,
ve a descansar. No has dormido nada -aconsejé.
-Me
voy.
-¿Dónde
irás?
-Debo
ir al hospital. Necesito ver a Drank.
-¿Ahora
es tu mejor amigo?
-¡Calla,
Numa!
-Todos
saben que le has hecho la vida imposible a él y a tu hermana. No te creo que lo
hayas querido salvar. No te ha quedado otra. Seguro él te salvó a ti.
Ivan
saltó sobre Numa y lo arrinconó contra la pared.
-¡No
me provoques! Serías muy tonto. Sabes que perderías.
-Basta,
por favor –los separé muy angustiada.
Numa
frunció el entrecejo furioso.
-¡Pues
si quieres irte, vete de una vez!
-Claro
que me iré. Sin embargo, antes te diré algo. Trata de controlar tu inseguridad.
Sé que tu resentimiento es por mi pasado con Ekaterina, eso no lo puedo
cambiar. Está en el pasado y quedará ahí. Intenta no ponerla incómoda la
próxima vez.
De
un salto, se escabulló por el balcón, y lo perdimos de vista.
-Si
será desgraciado –murmuró Numa.
-Tú
debiste callarte. Llegaste a la sala con la idea fija de hacerlo pasar mal y lo
único que lograste es hacerme sentir mal a mí.
Lo
miré con los ojos llenos de lágrimas.
-Perdón…
Perdóname. No lo pude evitar. Lo veo tan… perfecto y… no sé porque no lo
elegiste antes que a mí.
-¿Por
qué? Porque hay algo que se llama amor, ¿tú me cambiarías por una vampiresa
bella e inteligente?
-Tú
eres bella e inteligente.
-No…Pero
al menos me tranquiliza que tus ojos me vean así.
Me
abrazó fuerte y besó mis labios.
-Perdóname,
no volverá a ocurrir. Te lo prometo.
Louk.
Cuando
entré en la habitación, lo observé desde la puerta. Poco a poco el nudo en la
garganta fue desapareciendo, porque debía verlo para estar seguro que estaba
allí, vivo, nuevamente con nosotros. Estaba recostado con dos almohadas y la
cama reclinada. Alrededor de él, estaba Anouk y sus padres, Liz, y una
enfermera que revisaba el suero. Debí tardar unos cuantos segundos porque Anouk
levantó la vista y me sonrió.
-Louk,
pasa. No te quedes en la puerta.
-Okay…
-Louk,
amigo –Drank sonrió.
Lucía
demacrado pero animado. Yo… Yo hubiera saltado y lo hubiera abrazado fuerte.
Sin embargo, no desconocía que hacía poco había podido salir de una situación
crítica, aunque se lo viera bien. Por lo tanto me acerqué despacio y extendí mi
mano para que la cogiera. En instantes la apretó fuerte y sus ojos se clavaron
en los míos devolviéndome tranquilidad. Es que era de no creer que después de
todo lo ocurrido estuviera vivo.
-¿Cómo
estás? –balbucee.
-Mejor,
¿y tú?
-Bien,
preocupado aunque ahora te veo y… estoy feliz.
-Qué
bueno que viniste, deseaba verte y darte las gracias.
-Pues,
no hice mucho.
-Sí,
claro qué sí. Anouk me contó todo lo que hiciste por hallarme.
-Te
encontró Ivan.
-Pero
tú fuiste muy importante. Decidiste buscarme, gracias amigo.
-Muchas
gracias –la madre de Anouk posó su mano en mi hombro.
-Todos
los queremos a Drank te agradecemos –dijo Mijail.
Liz
me sonrió y le devolví la sonrisa.
-Tú,
gracias por lo del tsunami.
-De
nada. Nada hubiera logrado sola.
-Es
cierto, Louk. Estaré eternamente agradecida por tu valor –dijo Anouk.
La
enfermera regresó con una manta.
-Aquí
le dejo un abrigo, generalmente a la noche baja la temperatura aunque esté en
la sala de cuidados intensivos. Y hablando de cuidados intensivos…
Deben
irse. La visita fue suficiente, el paciente debe descansar.
-Muy
bien, vamos. Así Drank descansa –Dijo Mijail.
-Nos
veremos pronto, Drank –Liz le dio un beso en la mejilla.
Anouk
sentada en la cama junto a Drank intentó resistirse.
-Yo
me quedaré por la noche.
-Mi
amor, por favor. Ve a descansar. Estaré bien.
-Pero…
-Drank
tiene razón, te llevaremos hasta la reserva y nos iremos al hotel. Prometemos
pasarte a buscar por la mañana –dijo su madre.
Liz
la abrazó
-Vamos,
debes cuidar al bebé. Mañana temprano estarás aquí.
-Hazlo
por mí, cariño.
-Okay…
¿Y si te sientes mal?
-Estarán
las enfermeras y doctores –aseguró Mijaíl.
-Y…
Scarlet –susurró Liz.
-Yo
puedo quedarme, si Drank no le molesta. Me gustaría compartir un rato más con
él –agregué.
-Perfecto,
ve Anouk. Tranquila, pronto estaremos juntos en la reserva.
-¿De
verdad?
-Sí,
amor.
-Pero
me llamas si sientes algo raro.
-Sí
–rio-, te lo prometo.
Apenas
todos abandonaron la habitación, encendí el velador y apagué la luz principal.
Me senté en una silla a su lado y contemplé la máquina que indicaba el ritmo
cardíaco.
-Todo
está bien, Louk. Tranquilo.
-Bien…
Trata de dormir.
-Sí,
pero antes cuéntame algo de la reserva. ¿Me he perdido de mucho?
Sonreí.
-Poco.
Todo está igual. Salvo que… Bueno… Mike y Chelle van a casarse.
-¿En
serio? ¡Qué bien! Me alegro.
-Además
hay tres vampiros viviendo en la reserva.
-¿Los
conozco?
-Los
guerreros de Adrien. Son bastante amables. Uno es un poco ermitaño pero todo
bien.
-¿Se
quedarán en la reserva?
-No,
es solo hasta que Sebastien se organice. Su casa desapareció por el volcán.
-¿Dónde
vivirán los Craig? ¿Liz y Lenya, los niños? –se preocupó.
-Creo
que en lo de Charles. Por el momento. Además, tienen poder adquisitivo, deja de
preocuparte… Oye… Drank…
-¿Sí?
-Lamento
haberme ido antes. Ivan dijo que era lo mejor.
-Lo
sé, Louk. No tienes que decirme nada. Sé cómo eres. Lo que decidió Ivan fue lo
correcto. No hubiéramos salido ninguno de los tres. Lo importante que no
dudaste en bajar a los túneles por mí. Y… me salvaste la vida.
-¿Yo?
-Cuando
me convertiste. De verdad, todo es por algo. La vida tiene un propósito que a
veces ignoras. No hubiera sobrevivido siendo humano.
-Pues…
Por
la rendija de la puerta entreabierta observé la luz del pasillo apagarse.
-Debes
descansar. Hablaremos cuando despiertes por la mañana.
-Intentaré
dormir, pero me despierto muchas veces. Aún me veo en los túneles, sin salida,
rodeado de agua. No se lo digas a Anouk.
Palmee
su mano.
-Es
razonable. Pronto se irán esas pesadillas. No se lo diré.
De
pronto, la puerta se abrió lentamente. Ambos miramos a quien sigilosamente se
había colado sin ser visto. Lo admito, eso solo lo podía lograr un vampiro.
-Ivan
–murmuró Drank.
Me
puse de pie y lo observé acercarse a la cama con pasos lentos. Con la mirada
fija en mi amigo. No sonreía. Sin embargo, algo en él transmitía que no había
venido en son de guerra.
-¿Cómo
estás? –preguntó casi en susurros.
-Mejor.
Anouk ya se fue. Tus padres la acompañaban a la reserva.
-No
vine por mi hermana. Quería saber cómo estabas.
-Ahora
estoy bien. Gracias. Scarlet con su don…
-Estoy
al tanto. Excelente don.
-Los
vampiros tienen dones importantes –agregué.
Me
miró.
-Tú
tienes quizás el más importante.
-¿En
serio?
-El
valor –se dirigió a Drank-. Debes saber lo que tu amigo hizo por ti.
-No
fue nada –interrumpí, metiendo mis manos en los bolsillos un poco avergonzado.
-Sí,
lo fue. No hubiera podido conseguir salvarte sin su ayuda.
Drank
sonrió.
-Lo
sé. Les agradezco a los dos.
Mis
dedos rozaron algo en uno de mis bolsillos. Extraje el objeto y recordé.
-Oye,
esto te pertenece. ¿Recuerdas? Cuando escuchamos caer algo bajo el agua. Lo
recogí. Es… -lo miré detenidamente-. Un llavero. Tiene… Un águila bicéfala.
Símbolo de los Gólubev, ¿no es así?
Lo
extendí y lo cogió en su mano. Lo observó por unos segundos como si no lo
reconociera. Al fin me miró y se acercó a Drank.
-Cierto,
es el águila bicéfala de Rusia. Símbolo de los Gólubev –dos de sus dedos la
sujetaron provocando un suave balanceo en el aire-. La extraje de la caja de
los llaveros. Había cinco, solo quedaban tres. Esta…desde hace un tiempo la
llevo conmigo. Pero no me pertenece.
Extendió
la mano ofreciéndola a mi amigo.
-Te
pertenece a ti, lobo. Hace tiempo te la debía. Bienvenido a la familia.
Drank
la cogió, por varios segundos la contempló. La encerró en su mano y sonrió.
-Gracias.
Es un honor. La cuidaré como mi segundo tesoro. El primero… el primero ya sabes
quién es.
-Lo
sé, y el honor es nuestro. Lamento haber desconfiado de ti.
-Entiendo
tu recelo. Aunque me daba rabia no poder demostrarte quien era yo. Que era
capaz de amar a Anouk como nadie lo hará.
-Solo
quiero verla feliz.
-Lo
que de mí dependa, te prometo que así será.
Que fragmento más movido. extrañaba leerte. Te mando un beso y te deseo un feliz año para ti y tu familia.
ResponderEliminarFeliz 2024. Abrazos
ResponderEliminarMuchas gracias. Lo mismo para ti. Abrazo grande.
EliminarHola, mi querida Lou
ResponderEliminarLa locura de escribir es una muy buena locura, tiene magia... Tú eres una gran maga
No he podido venir antes, y eres a la primera persona que visito su blog este año... Creo que me puede dar suerte comenzar 2024 leyendo uno de tus magníficos capítulos
Quiero que sepas lo mucho que me he reído con Charles, mucho, muuuucho... Está claro que Charles tenía un objetivo... quería ver nacer a Odette, y nadie iba a poder impedírselo... Y qué bien ha fingido su falso dolor de cabeza... jajaja
Quiero darle la bienvenida a Odette, y le deseo una vida feliz
Me ha parecido muy tierno el momento en el que Eridan sostiene en sus brazos a la pequeña
La verdad es que me has asustado con Drank (a veces eres un poco mala) pero te perdono, porque Drank ha sobrevivido ;-)
Ivan sigue preocupado por haber convertido a un humano en vampiro; Ivan tiene buenos sentimientos y Numa también, aunque casi se pegan ;-)
Todos agradecen a Louk lo que ha hecho, y yo te agradezco que nos regales estos momentos de muy buena lectura
Te deseo lo mejor en este año que tiene pocos días todavía... ¡¡Feliz 2024, Lou!!
Hola Mela! Gracias por lo de maga. Tú también lo eres.
EliminarTe deseo mucha suerte en este 2024 de todo corazón.
Me alegro mucho que Charles te haga reír, creo que todos necesitamos momentos de risa. Gracias por leerme.
Charles es un gran actor, y creo que está acostumbrado a hacer todo lo posible por sus deseos que siempre son buenos.
Eridan ha sostenido a su nieta con mucho amor, ojalá pueda disfrutarla un largo tiempo.
Drank ha sobrevivido, también me alegra pues también me he asustado. Las musas a veces son traviesas. Tú debes saberlo muy bien por la gran escritora que eres.
Ivan tiene buen corazón, sus miedos deben abandonarlo poco a poco y desearía que pronto encuentre su alma gemela... ¿Tú qué dices? Veremos querida amiga.
Numa está celoso pero pienso que deberá razonar que todos tenemos un pasado y como tal debe quedarse allí.
Gracias, miles de gracias por tu compañía, me hace mucho bien lectoras como tú. Un beso enorme y un muy feliz año para ti y familia.
Pues ya te lo dije en Facebook... Creo que Ivan merece encontrar a su alma gemela, y su alma gemela merece encontrarle a él... Y los lectores disfrutaremos mucho con esto
EliminarMuchos besos
Querida amiga, espero que si llega esa alma gemela, te guste mucho. Beso grande.
Eliminar¿Seguro que podrán casarse Mike y Chelle? Recuerdo a una hermana muy mala.
ResponderEliminarBeso
Hola Ignacio! Gracias por leerme y comentar. Yo también estoy en duda. Ojalá que todo se desarrolle en paz. Abrazo grande y buena semana.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho todo lo que ha hecho Charles para ver nacer a la niña y ha sido muy ingenioso con la enfermera.Claro,quien dice que no pueda ser el padre?Besos.
ResponderEliminar¡Hola Ramón! Muchas gracias por comentar. Charles ha logrado lo que tanto deseaba y la verdad que sí, fue ingenioso. Y tienes razón puede perfectamente ser el padre.
EliminarMuchas gracias por acompañarme y genial semana para ti.