Estimados, mil disculpas por la demora. Por problemas de salud no he podido subir antes el capi. Les deseo una genial semana y disfruten el capítulo. Besos, los quiero. Lou.
Capítulo 61.
Un nuevo día.
Bua.
Acaricié
la seda del vestido que lucía el maniquí de la boutique. Fruncí el ceño y Neeja
sonrió.
—¿No
te gusta el rojo? Debe quedarte muy bien. Es alegre. Justo para una boda.
—No
es eso. Es que pienso que no es adecuado para esta época. Pisamos el invierno.
—Pero
los salones tienen calefacción. También el Registro Civil.
—No
se hará en un salón de fiestas. Ni irán al Registro Civil. Mike y Chelle
decidieron contraer nupcias en pleno bosque. Contrataron al Oficial por el tiempo
estrictamente necesario.
—¿En
serio? ¡Qué original! Me gusta. Entonces, ¿la fiesta será muy íntima?
—Mmm…
Bueno lo que se dice íntima… Recuerda –miré alrededor para cerciorarme que no
estaba la vendedora cerca— habrá lobos, vampiros, humanos...
—Seguramente
todos los que los aprecian.
—Sí,
eso sin lugar a duda.
La
puerta de la boutique se abrió y mis ojos descubrieron al hombre que me quitaba
el sueño hace ya tiempo.
Asgard
nos descubrió después de echar un vistazo al salón y se acercó sonriente con su
impecable traje negro y sonrisa.
—Hola
cariño –me besó en los labios y depositó un beso en la frente de su madre—.
Hola mamá. ¿Ya eligieron vestido?
—Neeja
sí, yo aún estoy indecisa.
—¿Puedo
ayudarte?
—Por
supuesto. ¿Y Elvis? ¿Lo has dejado solo en el coche?
—¡Asgard!
—¿Cómo
se les ocurre? Lo dejé en la casa de su amiguito. La mamá de Johnny me pidió si
podía quedarse a dormir. ¿Hice bien? Te envié el mensaje para ver que opinabas
pero no contestaste y tuve que tomar la decisión.
—Me
parece bien. Johnny y él se llevan muy bien y es bueno que tenga un amigo
–contesté—. En cuanto al mensaje, lo siento. Me quedé sin batería. Juro que lo
cargué pero la batería no dura.
—Hay
que comprar otra. Tienen una vida útil.
—No
sé si vale la pena. Quizá convendría otro móvil. Aunque están muy caros. Recién
comencé a trabajar en la farmacia.
—Te
lo regalaré. Uno para ti y otro para ti, mamá.
—¿Has
sacado la lotería? –bromeó Neeja
—No,
pero me han ascendido esta semana.
—¡Ey!
¡Felicitaciones hijo!
—Asgard,
¿cuándo pensabas contarnos?
—Es
que lo iba hacer en la cena este sábado. Pensaba invitarlas al Hans ´s
Restaurante.
—¡Qué
nivel! Pero no puedo comer demasiado, estos días. Debo mantenerme a dieta.
Quiero lucir bien en la boda de mi hermano.
—Imposible
que luzcas mal, mi amor. Eres bella con harapos.
—Umm,
¡cómo te amo! –besé sus labios y lo abracé.
—¡Qué
lindos se lo ve! Estoy feliz que se hayan conocido.
—Disculpen
–la vendedora se acercó temerosa—. No quiero interrumpir pero en media hora
debemos cerrar. Es el nuevo horario de diciembre.
—Oh,
no se preocupe, lo sentimos –se excusó Neeja—. Vendremos mañana con más tiempo.
—Aguarden
–Asgard señaló un vestido bordou—. ¿Y ese? ¿No te gusta? Es…
—Terciopelo
–interrumpió la vendedora.
—Sería
ideal para la época. ¿Te gusta Bua? Deberías probártelo –sonrió Neeja.
—Sí,
me gusta. Veremos cómo me sienta.
—Mi
amor…
—Lo
sé, lo sé… reí—. Todo me queda bien.
Mike.
Sentado
en el sofá de la gran sala, aguardé impaciente a Charles. Observé de reojo el
mobiliario tan elegante pero a la vez cálido. Se percibía riqueza. Sin embargo,
no dejaba de sentirse como un hogar. Y no era por la chimenea encendida, ni el
penetrante aroma a café, era… como decirlo… las voces de la casa, el trato cariñoso
de sus integrantes. Hace un momento, Bianca había bajado de su habitación con
una joven rubia, la llamó Ekaterina. Ambas reían, al parecer, por alguna
travesura del niño Nicolay. Me saludaron y continuaron hacia la terraza donde
se hallaba Sebastien, quien me había dado la bienvenida. En la terraza se
escuchaba la charla amena. Los tres parecían llevarse muy bien. La bebé se
había dormido y suponía que aprovecharían el tiempo para relajarse. Disfrutar
como familia los momentos invaluables. La buena convivencia y amor se respiraba
en esa casa tan grande y bella.
Margaret
había traído mi café y había ido por Charles ante mi pedido de hablar con él.
Lo tenía pensado desde hace un mes atrás y quería creer que estaría de acuerdo
con la solicitud que le haría. Para mí sería una sorpresa excelente que Chelle
jamás sospecharía.
Otro
de los hijos de Sebastien bajó las escaleras apresurado. Llevaba consigo,
colgado de su brazo, un traje en una percha. En cuanto me vio, sonrió y se
detuvo.
—Mike,
¿verdad?
—Sí,
pareja de Chelle.
—Okay…
Ehm… Dime, ¿ninguno de los novios irá de azul? No me gustaría arruinarles el
atuendo.
Observé
el traje balanceándose en su brazo.
—Oh,
no… Tranquilo. No nos casaremos de traje.
—¿Ah
no? –se sorprendió.
—No,
de hecho… nos vestiremos informal.
—Ah,
bien, original. ¿Chelle también?
—Sí.
—Quién
lo diría. Tan estructurado.
—Numa
–Sebastien entró en la sala—. Bonito traje.
—Gracias,
papá. Lo enviaré a la tintorería. He logrado escaparme de Nicolay y su video
juego.
—Creo
que estaba ganándote y huiste.
—En
parte sí.
Sebastien
sonrió y luego se dirigió a mí.
—Mike,
¿han avisado a Charles?
—Sí,
sí, gracias.
—¿Deseas
más café?
—No,
está bien. Muchas gracias.
En
ese instante hizo su entrada triunfal Charles Solberg. Me puse de pie de forma
espontánea. Todo él era imponente, su seguridad al caminar hacia el centro de
la sala, su mirada apacible, serena, plena de confianza en sí mismo. Sabía que
había sido el gran amigo del líder de los vampiros, el que sirvió por decenas
de años a Sebastien, fiel y leal a los Craig desde siempre. Se decía de él,
muchas cosas. Quizás algunas exageradas… o no. En la reserva, los lobos más
viejos comentaban que era el único vampiro que tenía el don de hipnotizar. Que
su lealtad podía llegar a extremos insospechables. De hecho, había ayudado a
Sebastien con el robo de Douglas a Sabina. Pero no existía ser que pudiera
acusarlo de traidor. Por eso pensaba que podía ayudarme en mi objetivo. Después
de todo, el fin era agradar a Chelle.
—Mike,
¡qué sorpresa! Margaret dijo que querías hablar conmigo.
—Sí,
señor.
—Coge
asiento, por favor.
Sebastien
palmeó el hombro de Numa.
—Vamos,
debo ir a la ciudad así que te alcanzaré.
—Odette
duerme como ángel, Rose se ha quedado con ella –informó Charles.
Sebastien
detuvo su andar y giró hacia él.
—Charles,
no le pasará nada, es su habitación, acondicionada para una bebé. Por el
momento no se le ocurrirá salir por la ventana y escapar.
—Es
por si llora…. Y… no entiendo el porqué de tu “por el momento”, ella nunca se
escapará.
—Veremos
cuando sea adolescente.
—¿Quieres
amargarme el día?
Sebastien
y Numa rieron.
—Lo
digo en serio. No hables de hechos que están muy lejos de ocurrir.
—Okay,
okay.
Apenas
quedamos solos volvió a la compostura, que al parecer la había perdido en
segundos. Sonrió amable y aproveché a beber un trago de café y armarme de
valor.
—Y
bien, Mike. Me intriga tu visita.
—Sí,
me imagino… Es… quiero pedirle un favor.
—En
lo que pueda ayudarte, no hay problema. Dime.
—Ante
todo, debe ser un secreto para Chelle.
—Ah…
presiento que eso será un problema.
—Es
que es algo bueno para él. Le gustará.
—¿Estás
seguro?
—Lo
estoy.
—Muy
bien, soy todo oído.
Sabina.
Caminé
con Gina hasta el lugar señalado por los novios. Allí, nos uniríamos a Louk, July,
Vinter, Tim, Luna, y otros lobos más. Prepararíamos el sitio donde mañana se
celebraría la boda de Mike y Chelle. Era un lugar donde muchos hechos
transcurrían. Cotidianos como reuniones y votaciones, y especiales como aquella
boda frustrada de Carl y Marin. Lo sé, no era un hecho para olvidar aunque
pasaran cien años. La boda fue interrumpida nada menos que por mi hijo, Douglas
Craig, y por supuesto… en complicidad con Drank y su falso ataque al corazón.
Apenas
llegué al salón, observé la decoración de ramos de lupines blancos y lilas. Habían
unido una decena de mesas formando una sola. Bancos largos y paralelos, para
que todos los invitados pudieran disfrutar del banquete y acompañar a los
novios en esta fecha tan importante para ellos.
Observé
alrededor, a través de los grandes cristales que rodeaban el salón. La vista al
bosque era bella, a pesar que el incipiente invierno comenzaba arrastrar parte
de la vida silvestre. Las cenizas del volcán aún cubrían parte de la vegetación
pero eso no sería motivo para desalentarnos. Habíamos podido salir de esa
brutal catástrofe, y nos sentíamos más unidos que nunca. No solo entre lobos,
también con los vampiros.
Observé
los rostros animados y sonrientes. Louk, al vernos, se acercó con entusiasmo.
Les gusta cómo está quedando. Armamos una tarima de madera para que Tim dirija
la ceremonia.
—Es
genial, Louk. ¿Tim? ¿Pero el oficial del Registro no será quién los case?
—Desde
ya. Sin embargo Tim es imprescindible. Mike pidió que se casaran bajo la ley
sami y ya se recibió de chamán. ¡Ey Tim! –lo llamó.
—Es
cierto, está feliz. Los sami lo consagraron como guía espiritual –acotó Gina.
—Lo
siento hay cosas que ya no me entero por estar tras de Yako —me disculpé—.
Requiere mucho tiempo últimamente. Mi madre me lo hubiera reprochado.
—No
te preocupes las que tenemos hijos sabemos de qué hablas –sonrió Gina.
—Gracias
por tu comprensión.
Tim
se acercó.
—Hola
chicas, trajeron la mantelería.
—Sí,
aquí está –dijo Gina—. Veremos cómo queda en las mesa.
—Tim,
felicitaciones por ser el nuevo Chamán.
—Gracias
Sabina.
—Sí,
felicidades Tim.
—Gracias
Gina. Es algo que deseaba hace mucho tiempo y los sami cumplieron mi sueño.
—Tú
te lo has ganado –sonreí—. De lo contrario, ellos no te hubieran elegido. Me
hubiera gustado estar en la ceremonia, supongo que ha Bernardo también –me
lamenté.
Fueron
segundos que noté miradas inquietas y esquivas…
—¿Bernardo
asistió?
—Bueno,
sí –balbuceó Tim— Solo los guardianes del alfa estaban invitados.
Puse
los brazos en jarro.
—No
me lo dijo –fruncí el ceño.
—Se
habrá olvidado –Gina hizo una mueca de media sonrisa—. Tranquila, con lo de
Drank…
—Sí…
Es que por mi parte, con el trabajo de ayuda a las chicas de la reserva, el
hotel, y Yako. También Bernardo está tan ocupado poniendo de pie la destrucción
que dejó el volcán…Pero no podemos dejar que nuestra pareja se distancie por
las labores u obligaciones de cada uno. No quiero que suceda eso.
—Pues
lo hablas y ya.
—Okay,
presentemos la mantelería. Ya hablaré con él.
Lenya.
Sentado
en un sofá, en una de las suites del hotel, llevé el vaso de whisky a mis
labios. Bebí un trago sin separar mi vista de la puerta del baño.
Había
avisado a mi hermano que Liz y yo nos quedaríamos esa noche en el hotel. Una
escapada sin bebés, solo con mi bella esposa.
El
alcohol refinado se deslizó por la garganta con un leve picor. Era el quinto
trago y lejos de adormecerme, agudizó mis sentidos. Excelente marca...
Apoyé
mi mano en el posabrazo y moví la mano que sostenía la bebida. Un ligero
tintinear provocó el choque de único cubo de hielo contra el cristal. Suspiré…
Observé
el reloj en la muñeca… quince minutos… ¿No era mucha espera para la Reina del
Mar? No, la vida esperaría por la diosa de las algas y corales. La vida
esperaría y la vida daría por ella. De todas formas… carraspee lo suficiente
para que escuchará.
Silencio
tras la puerta, aunque supe que sonreía.
Mis
ojos se desviaron a la ventana del tercer piso con el afán de distraerme. A
través de las cortinas de encaje y tul, una aurora boreal vestía el cielo
oscuro. El invierno se acercaba a Kirkenes, con sus noches eternas, con sus
luces permanentes en la calles, con el frio extremo, ese… que a los vampiros no
molestaba.
Mi
mente voló unos instantes a la cercana Rusia. Mi antiguo hogar. ¿En qué momento
mi madre dejó de existir? ¿Cuándo crecí y fui convirtiéndome en un vampiro?
¿Cuándo Rodion se alejó para formar su propia familia? ¿No fue ayer?
Pareciera…pero no. Había transcurrido el tiempo. Muchos hechos habían sucedido
hasta hoy. Por suerte, la mayoría felices. Otros no tanto. Lamentablemente, ni
siquiera los vampiros teníamos el don de que nuestro cerebro escogiera solo
aquello que quisieras recordar. Todo está almacenado como en diminutas
casillas. Van y vienen, dependiendo de tu estado de ánimo.
Extrañaba
a mi madre, extrañaba a Rodion, aunque hablábamos a menudo por móvil. Había
prometido venir con Sara y Dyre, para Navidad. Eso iba a ser maravilloso.
De
pronto, una corriente electrizante recorrió mi espalda. Sentí la mano de Liz
detenerse en mi hombro mientras me abrazaba por detrás. Sus labios helados en
la nuca. Mis cabellos se erizaron.
—Hola
–susurró en mi oído.
Giré
mi rostro hacia la derecha para encontrarme con su rostro.
—¿En
qué instante saliste del baño?
Sonrió
y los dedos dibujaron mis labios.
—Parecías
muy concentrado.
—Pensaba…
en el tiempo, en lo rápido que pasa.
Me
rodeó hasta quedar frente a mí.
Un
babydoll negro muy escotado, que apenas tapaba sus muslos. Piernas delgadas
aunque sus músculos se marcaban finamente. Su piel, blanca, sin imperfección
alguna, parecía porcelana. Su vientre plano, no había dejado vestigios de una
maternidad meses atrás.
Una
de mis manos sujetó su cintura. La otra alcanzó su rodilla y serpenteó
ascendiendo poco a poco. Nuestros ojos se encontraron. Ese verde sanguinolento…
Ese iris tormentoso similar a un mar bravío. Ella aseguraba que mi mirada era
la que atrapaba el cielo tormentoso, esa mirada gris plata que amaba. Y yo
amaba que fuera así.
—No
sabes cuánto te amo –susurré.
Ella
cerró los ojos mientras mis dedos buscaban el bajo vientre.
—Tú
no sabes que ya lo sé –me miró fijo, con una mirada ardiente—.
Mi
cuerpo comenzaba a reaccionar ante tanta belleza al alcance de mis manos.
Se
sentó a horcajadas y presionó mi sexo. Arqueó la ceja y sonrió de lado.
—¡Qué
suerte que estés dispuesto con solo verme!
Guiñé
un ojo y mis manos atenazaron su cintura.
—Cierto,
aun cuando me odiabas. ¿Lo recuerdas?
—Te
odiaba por amarte tanto.
—Creo
que también porque era un poco engreído y terco.
—Bueno,
sí… engreído un poco, y lo de terco… debo agradecértelo. Tu tenacidad ha
llevado que hoy este aquí.
Sonreí.
—Es
que desde que te conocí, no imaginaba una vida sin ti. Hubiera pagado un alto
precio porque fueras mía para siempre.
Sus
delgados dedos se mezclaron entre las hebras de mi cabello. Y por instantes, su
mirada entristeció.
—Lo
pagaste. No lo olvido. Quiero que sepas que lo mismo haría por ti.
—Lo
sé.
Sus
manos se apoyaron en mis hombros y echó la cabeza hacia atrás. Su cabello largo
y rubio rozó el comienzo de su espalda. El cuello quedó expuesto ante mis ojos.
La vista prodigiosa que gozábamos los vampiros, detectó el leve pulsar de la
sangre por las venas. Deslicé la lengua por mis labios, segundos antes que mis
encías comenzaran su trabajo de abrirse paso. Pero ella no era humana, su
sangre no me atraía. Mi naturaleza a través de mis incipientes colmillos solo
era parte de la excitación. Ella lo sabía, porque simplemente su cuerpo
respondía con los mismos síntomas.
Sin
embargo, hubiera apostado que aun siendo humana, en la misma situación, no le
hubiera importado. Así era ella, y su amor por mí.
La
cama cedió ante el peso de nuestros cuerpos. No supe en que instante me llevó
hasta ella. ¡Si me dejé llevar? Posiblemente. ¿Por qué alguien se negaría al
máximo disfrute con el ser amado? Adoraba dominar y dirigir. Había aprendido
como era en el sexo y en la vida cotidiana. Su poder me volaba la cabeza. Ella
conocía de mis gustos, de mis zonas más sensibles. Y no era comodidad no tener
que especificar lo que más me agradaba, simplemente era la satisfacción de
entendernos sin mirarnos.
Entrar
en ella mientras mis brazos la rodeaban, no era solo posesión de mi parte.
Siempre había ocurrido así. Era extraño… ¿Cómo explicarlo? Percibía todo mi ser
y cada una de mis moléculas desintegrarse y unirse en una energía poderosa que
provenía de su más íntimo ser. ¿Eso quería significar convertirse en uno solo?
Pues sí, eso era.
Nunca
me cansaría de ser su amante, de escuchar sus gemidos al compás de los
embistes. No me cansaría de sus labios sabios recorriendo mi piel, de esos
surcos ardientes que marcaba la lengua a su paso. Nunca me cansaría de
contemplar sus ojos brillando de placer. De sus pechos perfectos contra mi
pecho, de su belleza única de sirena. Nunca me cansaría de agradecer al
destino, de esa noche de Navidad, de su vestido azul, y de esa mirada en la
escalera, adentrando en mi corazón para no irse jamás.
Sebastien.
Entré
al hotel buscando a George con la vista. Mientras avanzaba vi a Scarlet caminar
hacia mí con una sonrisa fresca. Se notaba que con Grigorii las cosas iban de
maravilla. Mi hermana era muy transparente y cualquier contratiempo en su vida
podía adivinarse en segundos de verla.
—Buen
día, hermanito.
—Buen
día. El “¿todo bien?”, está demás, por lo que veo estás sonriente.
—Es
cierto, la vida me sonríe. Encontramos casa con Grigorii, pensamos que íbamos a
demorar en la búsqueda pero se dio la gran oportunidad. Es preciosa. Estamos
muy felices.
—Me
alegro. ¿Está en la ciudad?
Ambos
avanzamos hacia la sala de reuniones.
—A
dos manzanas de la comisaría. Es amplia y tiene una pequeña terraza. Aunque no
tiene jardín, pero es lo de menos. Las plantas no son mi fuerte y me durarían
minutos.
—Lo
sé, para eso está Charles y Margaret –sonreí—. La cabaña tiene especies de las
que quieras, suerte no soy alérgico.
Rio.
—¿Te
quedarás a vivir allí?
—Por
el momento. No deseo que cambie la rutina de mis anfitriones. Somos muchos.
—¿Numa
y Ekaterina? ¿No volverán a la isla?
—Quizás
el año entrante. Nicolay debe ponerse al día en el colegio, y a la vez debe
acostumbrarse a Odette. Ekaterina nos ayudará en la adaptación. Además, está
preocupada por Boris, hace tiempo que no sabe nada de él. Si regresa vendrá a
Kirkenes y ella estará cerca para consolarlo.
—¿Es
por lo de Branden?
—Exacto.
—Hablando
de Branden… ¿Se sabe algo de Olaf?
—No
está nada bien.
—¿En
serio? ¿Qué pudo haber salido mal?
—Desde
que un vampiro lo mordió, todo.
—¡Señor
Craig! ¡Señorita Craig! ¡Buenos días!
—¡Ah
George! –estreché su mano.
—Buenos
días, George –mi hermana inclinó la cabeza en señal de saludo.
—¿Todo
bien?
—Sí,
hay tres postulantes para ayudante de conserje. Un caballero y dos damas.
—Muy
bien. Cuando baje mi hermano dígale que ya estamos en la sala. Aguarde quince
minutos y haga pasar al primer postulante.
—Sí,
señor Craig. Muchas gracias por considerar que necesito una ayuda.
Sonreí.
—Gracias
a ti, George.
Entramos
a la sala de reuniones y Scarlet se ubicó en la cabecera.
—¿Puedo
sentarme aquí?
—¿Por
qué no?
—Porque
siempre la eliges para sentarte.
—Eso
es porque llego primero que ustedes a cada reunión que convoco.
—Ah
bueeenoo, okay. ¿Nunca has llegado tarde a ningún lado?
—No
lo recuerdo –cogí asiento a su derecha.
En
ese instante Lenya entró con una sonrisa de oreja a oreja y un efusivo, “¡Holaaaa,
buenos díaaaas!”
Scarlet
arqueó la ceja y yo sonreí de lado.
—Buen
día, Lenya.
—Buen
día… para ti parece serlo –aseguré.
—Por
supuesto. ¿Y bien? ¿Qué tenemos? ¿Cuál es la orden del día en este maravilloso
hotel?
—Ehm…
Bueno… —acerqué la agenda del centro de la mesa—. Tenemos que elegir una
ayudante para George. Se acerca la temporada de turistas y no podrá solo esta
vez.
—Muy
bien –suspiró—. Por mí ya estoy listo.
—Se
nota –murmuró Scarlet.
—Por
cierto, la suite es espléndida. Genial recomendación la tuya. Liz y yo quedamos
satisfechos.
—También
se nota –volvió a acotar mi hermana.
—Oye,
¿tienes algo que decirme?
—En
absoluto. Admiro que después de tu noche maravillosa recuerdes como era la
suite.
—Estoy
enamorado no estoy ciego.
—Okay…
Tres
golpes en la puerta interrumpieron la amena charla.
—¡Adelante!
–invité a la primera postulante.
—Permiso
–entró y cerró lentamente la puerta.
Nos
miró a cada uno con cierta timidez y permaneció inmóvil.
—Pasa,
siéntate cerca de nosotros. Soy Scarlet. Ellos son mis hermanos, Sebastien y
Lenya. ¿Tu nombre?
—Ingrid
Eiriksdóttir.
—Doble
T, ¿verdad?
—Sí.
Anoté
y ella cogió asiento apartada de nosotros.
—Puedes
sentarte más cerca, si lo prefieres. No mordemos –sonrió mi hermana.
—A
veces –bromeó Lenya.
—Prefiero
quedarme aquí, no hay que olvidar el lugar que ocupan los jefes de los
subordinados. Ese detalle, a la larga trae problemas –aseguró.
—Ah…
okay –respiré profundo—. Le aseguro Ingrid, que nos interesa otras
características. Por ejemplo… Disponibilidad, desenvolvimiento en días
complicados de muchos turistas, y por supuesto… cuánto aspira de sueldo.
—Cuarenta
y cinco mil coronas… Semanales.
Abrí
la boca y la cerré. No lo creía apropiado exclamar, “¿qué?”. Para eso estaba
Scarlet…
—¿Qué?
¿No es mucho?
—Pues,
eso es lo que aspiro.
—Okay,
lo respetamos. Lo que ocurre es que no está dentro de las posibilidades.
—Es
un hotel muy famoso, señor Craig. Aquí –recorrió con los ojos la sala y sonrió—,
debe entrar mucho dinero. La prensa habla mucho de los Craig y sus suculentas
cuentas bancarias.
Antes
que Scarlet saltara al cuello Lenya interrumpió. Demasiado teníamos con Ivan y
el director Olaf Arve.
—Señorita
Eiriksdóttir, no sé qué lee en la prensa, pero le aseguro que exageran —mientras sus ojos achinados la traspasaban
como laser.
—Usted
verá lujo y confort –continué—, y todo está pensado para bienestar de nuestros
huéspedes. Como razonará, tenemos gastos, y parte de ellos son los sueldos de
quienes trabajan eficientemente para ello. Hay mucho personal en todo el hotel,
noche y día. Un sueldo razonable serían veinticinco mil coronas. Es nuestra
oferta.
—Pues,
les dejaré mi número de teléfono por si se arrepienten. Cuando lean mi curriculúm
verá.
Observé
de reojo las siete u ocho hojas que me había brindado.
—Okay,
lo tendremos en cuenta. Buenos días.
—Buenos
días.
Apenas
salió de la sala y cerró la puerta Scarlet juntó las hojas y las desechó en la
papelera.
—Estamos
de acuerdo que no tiene probabilidad alguna de quedarse, ¿no?
—Por
mí, de acuerdo –contestó mi hermano.
—De
verdad que no podemos. Douglas me acercó la cifra que podíamos ofrecer. Y es
buen contador.
—No
lo dudo –reafirmó Scarlet.
En
eso momento la puerta se abrió dejando ver un hombre de rasgos orientales que
de inmediato hizo una reverencia con un “buenos días” algo dudoso.
—Buenos
días, adelante, coja asiento –invité.
Se
sentó lentamente y apenas sonrió.
—¿Su
nombre? –preguntó Scarlet.
—Chang
Li Jie Chen.
—¿Es
usted chino? –Preguntó Lenya.
—No,
si va a ser árabe –murmuró mi hermana.
Lo
que siguió a continuación fue un monólogo de parte de él en su idioma de
origen, el cual no entendimos absolutamente nada.
Resumiendo,
no pudimos hacernos entender, cuestión que hacía difícil contratarlo. Lo
despedimos con la mejor de las sonrisas y reverencias hasta que desapareció por
la puerta.
—¿Solo
tres aspirantes? –pregunté.
—Eso
le escuché a George –aseguró Scarlet.
—Quizás
mañana tengamos mejor suerte.
—No
Lenya, vamos contrarreloj, debemos contratar alguien sin falta. Además George
tiene que enseñarle muchas cosas.
En
ese momento la puerta se abrió por tercera vez…
Los
tres aguardamos expectantes quien sería el postulante. Próxima postulante,
George había dicho dos damas, y un caballero.
—Buenos
días.
Una
señorita de alrededor de veinticinco años, de cabello castaño peinado en una
trenza, y silueta delgada, se presentó ante nuestros ojos.
—Buenos
días, adelante, coge asiento donde prefieras –dije con un dejo de desaliento.
Parecía
muy joven para la experiencia que necesitábamos. Su atuendo fue lo que nos
llamó más la atención. Llevaba unos jeans, botas marrones sin taco, y una
especie de poncho de colores.
Scarlet
la observó hasta que se sentó. Ella no bajó su mirada pero no abandonó la
sonrisa.
—¿Eres
sami? –preguntó mi hermana.
—Sí,
pero hablo tres idiomas. Noruego, inglés, y español.
—¡Qué
bien!
Ella
se sentó junto a Lenya y acomodó sobre su falda un morral pequeño tejido a
rayas.
—¿Cómo
te llamas? –pregunté.
—Beiwe
Gormsdóttir.
—Beiwe,
como la diosa de la fertilidad, del amor, y de la primavera –afirmó Scarlet.
—Sí,
y del sol y la cordura –agregó ella, sin perder la sonrisa.
—Dime
Beiwe, ¿tienes tu currículum para que lo veamos? –sonreí.
—Oh
sí, disculpen –de inmediato buscó bajo la solapa de su morral y extrajo una
hoja doblada a la mitad.
—No
he tenido muchos empleos anteriores a esta entrevista pero les aseguro que
tengo muchas ganas de trabajar.
—Eso
es muy bueno, Beiwe –contestó mi hermana.
Extendió
el papel y procedí a leerlo. De reojo pude ver como Lenya clavaba sus ojos en
el morral. Con un movimiento lento acercó su mano al morral y preguntó.
—¿Puedo?
Ella
siguió la vista de mi hermano y se adelantó.
—Por
supuesto, es un libro. Siempre leo. Me gusta leer.
Acto
seguido se lo ofreció a Lenya.
Mi
hermano tardó segundos en contemplar la tapa y murmuró
—¿Hijos
de la sombra? ¿De qué trata?
—De
vampiros.
Me
atragante, lo juro. Aunque supe reponerme.
—¿Crees
en vampiros? –preguntó el insensato de mi hermano.
—No
creo que tenga que responder. No deseo que mis locuras influyan en la
entrevista –contestó algo temerosa.
—¿Por
qué podría influenciar? –siguió el inconsciente.
—Bueno,
creo que podríamos seguir con las preguntas de rutina –carraspee mientras mi
mirada asesina disparaba contra Lenya.
—No,
no, espera… ¿Qué piensas de los Craig?
—¡Pero
qué tiene que ver una cosa con la otra! –se exaltó Scarlet, pronta a darle un
ataque de presión.
Ya
éramos dos…
—Es
que si tú dices que crees en toda clase de criaturas –explicó Lenya—, ¿qué
podrías pensar de nosotros? Los Craig, una familia misteriosa e insociable que
se sabe poco y nada de ellos.
—Pues…
¿podría beber un vaso de agua? –titubeó ella.
Scarlet
corrió al bar y volvió con un vaso que depositó frente a ella.
—Esto
no es… agua.
—No,
es whisky, bébelo igual. Te dará valor para responder –subió el tono mirando a
Lenya—, las preguntas delirantes que se le están ocurriendo a mi hermano. Es el
gracioso de la familia.
—Discúlpalo,
no ha dormido bien –agregué.
Me
recosté en el respaldo y respiré profundo.
—Okay,
Bewie… cuéntanos si tienes disponibilidad de horario.
—Sí,
no hay problema. Terminé mis estudios el año pasado. Curse enfermería y fui
guardabosque. En mi curriculúm tienen las referencias. Sé tratar con grupos
grandes de gente.
—Interesante
–acoté.
En
lo sucesivo no hubo más sobresaltos de parte de Lenya, gracias al universo. La
entrevista prosiguió sin preguntas extrañas y realmente quedamos satisfechos
con la joven.
Por
supuesto, que al retirarse nuestra futura nueva empleada, y la puerta cerrarse
a su espalda, Scarlet y yo disparamos contra Lenya.
—¡Te
has vuelto loco! –exclamé.
—¡El
sexo te hace perder las neuronas! ¿Qué diablos haces? –Exclamó mi hermana
indignada— Casi me da un infarto.
—No
exageren, solo la quise probar. Viniendo de los sami no saben si es una
infiltrada que desea acabar con almas del infierno. ¿No vieron lo que lee?
—¡Estás
muy loco! Se habrá ido pensando que no tenemos “los patitos en fila”.
—Calla
Scarlet, partió feliz de conseguir el puesto –protestó.
En
ese instante mi móvil vibró.
Me
puse de pie y me aparté para poder hablar sin que la discusión impidiera
escuchar la conversación.
—Buen
día, ¿cómo va todo?.................... No puede ser…………… De verdad lo
lamento………. Lo siento de verdad………… Cuenta conmigo, por favor………….. Voy de
inmediato……….
Corté
la llamada. Mi rostro transmitió que se trataba de una mala noticia, ya que mis
hermanos callaron y me miraron.
—¿Qué
ocurrió? –preguntó Scarlet.
—Era
Branden… Olaf Arve falleció.
Es genial volver a leerte. Lo dejaste super interesante. Te mando un beso.
ResponderEliminarMuchas gracias querida Judit. Me alegro te haya gustado. Besotes miles.
EliminarQuerida Lou
ResponderEliminarSiento mucho que hayas tenido problemas de salud, y me alegra saber que te encuentras recuperada... o que te encuentras mejor... Sea como sea, cuídate mucho
Yo creo que voy a tener que dar una explicación de por qué no publico los últimos capítulos de mi novela... Ya veremos, lo cierto es que estoy muy estresada, saturada y alterada... pero reconozco que leer tu capítulo ha sido un bálsamo que agradezco
Me ha encantado que Asgard sea un ladrón de sueños, y que le quite el sueño a Bua desde hace tiempo
Siento curiosidad por lo que le habrá pedido Mike a Charles... Me pregunto con qué sorpresa quiere sorprender a Chelle, y que deseen casarse en el bosque me parece ideal
¡Qué bello es el amor entre Lenya y Liz! Y qué bien lo has expresado
Ya veo que no es tarea sencilla encontrar a alguien para trabajar en el hotel... Parece que vaya a ser Beiwe... ya veremos
No esperaba para nada la muerte de Olaf, y lo siento
Enhorabuena por este nuevo capítulo, Lou... De verdad que ha sido un placer
Cuídate mucho... Te deseo lo mejor
Un abrazo muy fuerte
Querida Mela, muchas gracias por tu comentario. También espero que te encuentres mejor. Ansío tus capítulos pero tendré paciencia, tus letras lo valen. Tú tranquila que aquí estaré aguardando que puedas publicar.
EliminarMe alegro mucho que te haya gustado el capítulo. Lenya y Liz han recorrido un camino largo de alegrías y desencuentros y su amor merece brillar. Son una pareja muy querida. Asgard y Bua paso a paso se han ganado el cariño de los lectores y ojalá sorprendan con una bonita historia de amor.
La sorpresa de Mike te diré, será genial y muy emotiva. Estoy segura que te gustará,
La muerte de Olaf da cambia muchas cosas, por suerte Bianca será la nueva directora, aunque seguro lo extrañarán los Craig y también yo.
Mi querida reina de las letras, gracias como siempre. Por tu cariño y por estar cerca aunque la distancia nos separe. Miles de besos y cuídate mucho. Lou.
Otro gran y hermoso capítulo, Lou y como siempre, con un final de exoectación, con el ansia de que llegue pronto el siguiente capítulo!! De todo corazón, espero sigas mejor y por lo pronto que tu nueva vuelta al sol esté llena de oportunidades y deseos cumplidos, muchas felicidades, querida, Lou!!! 🥰😘🎂🍾🌋🎉🎁🎊
ResponderEliminarQuerida amiga, ante todo gracias por pasarte por el blog y comentar. Me alegra mucho que te haya gustado el capítulo. Pronto subo el próximo.
EliminarTe agradezco el saludo tan afectuosos de cumpleaños. Eres un ser de luz. Me alegro de que te hayas cruzado en mi vida. Besos miles amiga.
me ha gustado mucho el capitulo y ojala que Chelle y Mike sean felices.Besos.
ResponderEliminarHola Ramón! Muchas gracias por comentar. Me alegra que te haya gustado el capi. Ojalá Chelle y Mike sean felices pero me temo que tengan que luchar contra un enemigo que aún, sigue acechando. Muchas gracias y un beso enorme para ti.
EliminarMe vestiré de etiqueta para leer tu próximo capítulo por si hay boda.
ResponderEliminarBeso
Querido Alfonso, muchas gracias por leerme y comentar. Veremos que tal la boda. Abrazo grande y buena semana.
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