Capítulo 56.
Sacrificios.
Ivan.
Me
encontraba en Bruselas, Bélgica. Un país cuyas Universidades gozaban de mucho
prestigio para estudiantes de todo el mundo. Después de haber sido premiado en
Moscú, tenía la oportunidad de exponer mis teorías sobre antropología y
fisiología del cerebro humano. Por supuesto no iba a descorrer el velo que
permitiría a los humanos deducir nuestra existencia. Hasta allí llegaría mi ego
y mi pasión por ser reconocido. Sin embargo, los hallazgos arqueológicos,
sumado a varias hipótesis, habían dejado boquiabiertos a más de uno de mis
profesores, y no iba a desaprovechar la oportunidad. Era importante para mí.
Mis
padres y mis hermanos enterados del gran día, quisieron acompañarme. Al
principio lo dudé, pero decidí que, si en algún remoto supuesto el premio o la
ovación no cumplirían las enormes expectativas de mi familia, sentiría que los
habría defraudado, y pedí que no asistieran. Desconozco porque era tan
perfeccionista a tal punto que no me permitía disfrutar de mis logros, por más
que fueran pequeños. Aunque este no era caso, de pequeño logro no tenía nada.
Entrando
en la imponente puerta de la Université Libre de Bruxelles, me auto convencí
que viajar solo fue mi mejor decisión. Sobre todo, si horas antes de partir de
Moscú, la noticia del lobo desaparecido había caído como bomba en mi hogar. Lo
entendía, no era para menos, Drank era la pareja de mi hermana menor. Anouk, la
más mimada, la más simpática y elocuente, y la que más aspiraba a un
pretendiente a la altura de los Gólubev. Bonita broma le había hecho la vida...
Un leñador, sin Universidad, un cavernícola machista que la había hecho rogar
por su amor y... un lobo. ¿Algo más?
Suspiré
y subí la escalinata de mármol, pausado, lento, y con suma tranquilidad. Había
llegado media hora antes de la conferencia que debía dar ante miles de humanos.
Siempre fui previsor, jamás a ninguna cita había llegado tarde, no era de buena
educación.
Antes
de llegar al primer descanso mis ojos se cruzaron con los de François. Un
hombre francés de alrededor de cincuenta años que había pasado casi diez años
investigando sobre las posibles conductas del hombre de Neandertal. Mantuvo un
porte erguido, aunque al verme noté sus
hombros y espalda relajarse. Sonrió, feliz de ver entre tantos desconocidos que
iban y venían, un rostro familiar. Su cabello con algunos hilos de plata rozaba
apenas el cuello de su traje almidonado y le daban ese toque distinguido que
algunos humanos gozan por naturaleza. Lo acompañaba una dama luciendo un
vestido beige de coctel y abrigo al tono.
-¡Ivan!
Un gusto verte.
-Lo
mismo digo -respondí.
-Ella
es Adele, mi esposa -se dirigió a ella-. Ivan Gólubev, una eminencia en
antropología.
-Por
favor, exagera -sonreí y extendí mi mano-. Encantado.
-¿Estás
nervioso? Yo seré unos de los últimos en exponer -apretó su carpeta contra el
pecho como aferrándose a sus teorías.
-Pues...
no mucho. De todas formas, es normal que uno esté ansioso antes de exponer.
-Ivan
está acostumbrado a conferencias y a público -agregó François a su esposa-. Tiene
antecedentes brillantes, y por lo que veo no necesite apuntes.
-Lo
felicito.
-Gracias,
señora. Su esposo no se queda atrás.
-Lo
sé.
-¿Les
parece que vayamos acercándonos al salón?
-Por
supuesto, vamos –señalé el camino y me hice a un lado para que la dama pasara.
Continuamos
camino entre decenas de profesores y científicos y al llegar al final del
pasillo pude ver acercarse al vicedirector de la Universidad de Bruselas junto
a mi sponsor. Vadim Gagarin, personalidad importante en Rusia, quien había depositado
toda su confianza en mí además de mucho dinero.
Después
de presentaciones y saludos, François y su esposa se dirigieron al ala derecha
del edificio para poder registrarse y aguardar la exposición.
Mientras
Vadim desarrollaba al director las innumerables ventajas que obtendría la
ciencia en base a mis teorías, mi móvil vibró en el bolsillo de mi chaqueta.
Con disimulo lo cogí y observé la pantalla... Anouk...
Sin
dudar un segundo si apagar el móvil o atender la llamada en medio de la charla
entusiasta sobre mi persona... sonreí y pedí disculpas.
-Un
segundo, por favor. Disculpen.
Me
aparté con la intención de darle mis condolencias a mi hermana y explicarle de
su llamada inoportuna, pero nada de eso ocurrió.
"Ivan...
Te necesito, por favor. Solo escúchame."
Sebastien.
De
pie, a una distancia prudencial, fuera de los muros de la mansión, contemplé
con ojos atónitos la huella del volcán. Con los años que tenía caminando en
este mundo nunca había visto una catástrofe de esa magnitud. Sería quizás
porque nunca me había tocado de cerca.
No
quedaba nada de ese parque tan bien diseñado que en verano se cubría de césped
y flores. No había sendero que indicara la puerta de mi hogar, y si lo hubiera
habido... tampoco había puerta.
No
sé cuánto tiempo estuve inmóvil, sintiendo una opresión en el pecho y la
angustia recorrer cada centímetro de mí. Casi nada quedaba de aquella bella
mansión. Ventanas rotas, paredes derrumbadas, y escombros. Apenas el segundo
piso se mantenía en pie. Pero, aun así, era imposible llegar a él y recuperar
objetos queridos.
Rodeé
como pude el lugar hacia donde días atrás la sala magnífica era lugar de
reuniones familiares. No podía reconocer casi nada de allí. Sofás, lámparas,
alfombras, cristalería, todo había desaparecido. Agudicé la vista con el afán
de poder detectar algo, al menos algo que pudiera llevarme conmigo. No por su
valor monetario, todo lo contrario. Es que esa mansión que ahora se mostraba
destruida en su mayor parte, se había llevado también cada rincón de recuerdos
y días felices.
Entonces
lo vi... Desarmado, roto en pedazos, carbonizado... Pero lo reconocí... Mi
piano de ébano.
Mis
ojos se humedecieron. Las manos cubrieron mi rostro. No podía ver ese objeto
tan querido en ruina total.
-Sebastien,
es solo un piano.
Giré
mi cabeza y lo contemplé, con ese aplomo que gozaba siempre y que usaba en los
momentos indicados para que todo no se fuera al demonio.
-Charles...
-Querido,
comprarás otro. Lo importante no está aquí, ni se lo ha tragado el volcán.
Se
acercó y puso la mano en mi hombro.
-Eso
lo sé -murmuré-. No quita que dé las gracias por la suerte de que estén todos a
salvo.
-¿Entonces?
¿Por qué te mortificas?
-Tú
sabes que no acabó solo con una casa fastuosa, ni un piano de ébano. Se llevó todos los recuerdos. En este hogar
Douglas creció, en este parque aprendió a jugar a la pelota a pesar de ser
ciego. Yo solía tocar melodías en ese piano, para él. ¿Recuerdas?
-Claro
que sí.
-Por
la puerta que ya no está, entró Bianca por primera vez. Y ese salón, el cual ya
no existe conocí a mi hermano que traía una furia salvaje que pude aplacar con
el tiempo. Puedo enumerarte miles de recuerdos más. A todos ellos se los ha
llevado el volcán.
-Los
recuerdos están aquí -señaló su sien-. Te acompañarán hasta el día que mueras o
quizás mucho más.
-Sé
que están en el cerebro, Charles... Pero... Quizás no me entiendas.
-Te
entiendo, juro que sí. Viví en esta mansión los mismos años que has vivido tú.
Con cada vivencia de Douglas, tu encuentro con Lenya, y fui quien abrió esa
puerta por primera vez a una Bianca asustada por los lobos. Sin embargo, todo
lo que nos rodeaba acompañó esos momentos, como decorado de cada acto de esta
gran función que es la vida. No has perdido los actores, querido mío. Aquí
estamos para continuar a tu lado.
Suspiré
y lo miré a los ojos.
-¿Sabes
qué has salido de tu hogar sin lentecillas?
Sonrió.
-Claro,
pero no tengo intención de pasear por la ciudad. Imaginé que tarde o temprano
pasarías por aquí.
-No
sé cómo seguir ahora, debo pensar desde cero.
-Por
lo pronto mi casa es tu casa. Es muy grande para los que la habitamos. Los
samis regresaron a sus tierras, así que ya sabes, viviremos allí mientras
planeas un nuevo hogar. Estoy feliz de que vivamos juntos nuevamente.
Sonreí
y achiné los ojos.
-Tú
porque quieres a Odette cerca. ¿No es así?
Rio.
-Comienzo
a imaginarme momentos increíbles.
-Te
pido que no la malcríes.
-Jamás
se me hubiera ocurrido -rio otra vez.
-Vamos,
volveré a la reserva para contarle al resto lo del nuevo hogar. No sé cómo lo
tomará Bianca, aún está en el hospital.
-Cierto,
hablé con ella. Lo tomará con tristeza como tú, pero es fuerte. Y ambos tienen
a Odette en camino... ¿Sabes algo de Drank?
Cerré
los ojos, compungido.
-Nada
nuevo. Mijaíl ha llegado para contener Anouk.
-¿Lo
ves? Has corrido con suerte.
-Sí...
Tienes razón.
-Ojalá
ese chico aparezca con vida.
-Ojalá.
Anouk.
Rodeada
de las lobas que intentaban contenerme, trataba de mantenerme entera. Mi padre
había regresado al lugar donde Drank había desaparecido después de dejarme en
la reserva. Me quedaría aquí por pedido de Ivan. Necesitaba saber que yo me
cuidaría y no haría locuras. Tuve que prometérselo en la llamada que hice. Era
justo.
En
cuanto a Natasha, no pude darle buenas noticias. Cortó la comunicación telefónica
muy apenada. Aún no sabía nada de Drank, nada. Sabina se acercó con un té de
yuyos que según ella tenía propiedades calmantes. Le agradecí, pero no bebí ni
una gota. No era que no confiaba en ella, pero prefería no beber nada. Tenía
que estar con los cinco sentidos alertas. Necesitaba pensar claramente y sobre
todo confiar. Sí, eso... Confiar.
Drank
no debía morir. No merecía este final. Él había luchado siempre a lo largo de
su vida por distintas circunstancias y en todas había salido triunfante. Con
ayuda y sin ayuda.
La
puerta de mi cabaña sonó con tres golpes secos. Luna que estaba sentada junto a
mí se levantó y fue abrir mientras mi corazón se estrujaba. ¿Alguien vendría a
darme una mala noticia? No... Eso no podría ocurrir.
Me
puse de pie retorciendo mis manos por la incógnita y la angustia. Luna abrió la
puerta y después de quedar inmóvil por unos segundos, se hizo a un lado.
Entonces… pude verla.
Lucía
pálida y demacrada, cansada. Aun así, su porte imponente la acompañaba y creo
que siempre la acompañaría a lo largo de su vida. Era innato en ella. Allí
estaba de pie, mirándome a los ojos. Con ese iris entre rojizo y verdoso.
-Liz
-alcancé a murmurar.
-Anouk
-respondió y avanzó hacia mí fundiéndose en un abrazo.
Al
separarnos me miró fijo.
-Sé
que todo saldrá bien.
-Sí,
tengo esperanza que Drank resista -contesté con ojos vidriosos.
Hice
ademán invitándola a sentarse en el sofá y ella asintió. Las lobas se retiraron
a la cocina con la tranquilidad que me dejaban en muy buena compañía. Antes de
abandonar la sala, Sabina le ofreció a Liz una taza de té.
-Gracias,
pero preferiría café si no es molestia. Creo que la cafeína me reanimará un
poco.
-Por
supuesto, te lo traeré cargado y dulce.
-Muchas
gracias.
Apenas
quedamos solas, Liz me tomó la mano y sonrió.
-Lenya
me dijo que había llegado tu padre.
-Sí.
Estaba preocupado por Drank y por mí. En realidad, toda mi familia lo está.
Mamá debe esperar que el aeropuerto de Kirkenes se habilite y mis hermanos quisieron
viajar para estar junto a mí, pero he logrado convencerlos. Sería inútil, no
podrían ayudarme. Han llamado cada hora para saber novedades.
-¿Nadie
de ellos podría ayudar? -su pregunta tenía un leve dejo de dolor.
-¿Te
refieres a Ivan?
-Por
supuesto, es el mejor rastreador según los Craig.
-He
hablado con él. De hecho, me mantengo en mi hogar tratando de cuidarme, porque
le hice una promesa.
Suspiró.
-Puedo
entender su rabia hacia Drank. No lo conoce. Aunque creo que tampoco tiene
deseos de hacerlo… Marin también odiaba a Lenya.
-¿Marin?
-Sí,
cuando se enteró que me había convertido me contaron que armó un escándalo y
hasta Douglas ligó una bofetada.
-Sonreí
y bajé la vista.
-Ivan
es un buen chico. Mis padres nos educaron bien y rodeados de buenos
sentimientos. Él es un poco terco y cerrado y…
-No
te preocupes, no puedes responder por otro, aunque éste sea tu hermano.
-Es
que… hablamos hace una hora. Le pedí que me escuchara. Le hice saber lo que
amaba a Drank y lo importante que era para mí que lo encontraran con vida.
-¿Qué
te dijo?
-Me
rogó que me cuidara y me dijo… “Anouk, no iré a Kirkenes a buscar a tu lobo
cuando termine mi conferencia… Iré ya mismo.”
Bernardo.
Muchas
horas habían pasado desde que Drank había desaparecido en el remolino. No podía
hacer notar que mi esperanza por encontrarlo con vida era mínima. No podía. ¿Si
yo flaqueaba que quedaría para el resto? Esos lobos, vampiros, y humanos, que
lo buscaban con afán, sin permitirse ni un segundo en tener pensamientos
negativos debían tener fe.
Por
un instante, mientras mi linterna recorría las paredes húmedas del conducto, el
rostro de Gloria vino a mi mente. Ese gesto de preocupación, de angustia, la
situación no se veía nada bien. Aunque ella había mencionado algo, seguramente
importante… “Salvar al cuarto guardián no depende de nosotros. El amor debe
vencer al odio, es la única forma. Me lo dijo el lobo blanco.” Entonces… Si no
dependía de nosotros, ¿de quién sino? ¿Por qué el amor debía vencer al odio?
¿Quién era capaz de odiar a Drank si era un chico maravilloso? No tenía
enemigos.
-¡Bernardo!
La
linterna de Louk giró hacia mi espalda antes que yo lo hiciera. Ambos
contemplamos a Mike abrirse camino con el agua por la cintura.
-¡Bernardo!
-¿Qué
ocurre muchacho?
-¿Lo
encontraron? -preguntó Louk casi con desesperación.
-No
-Mike llegó hasta nosotros-. Ha llegado ese vampiro rubio, hermano de Anouk.
Dice que él lo buscará. Que despejen el área.
-¿Qué
cosa? ¡Quién se cree que es, Bernardo! No lo permitas, conozco sus intenciones.
Siempre ha odiado a Drank desde que Anouk lo eligió como su destino.
-Calla
Louk. Quiere ayudar, no podemos echarlo y ser descorteses -contesté.
-Por
favor, Bernardo, él solo le hará daño y es su oportunidad. Encontrarlo
desvalido y matarlo. ¡Dile Mike! ¡Dile que tengo razón!
Mike
suspiró.
-Louk
dice la verdad. Iván Gólubev lo odia.
-¿Están
seguros que lo odia?
Recordé
la situación en la cabaña con Gloria. “El amor debe vencer al odio”.
-¿Están
seguros que lo odia?
-Sí -respondió Louk.
-Si
es así, iremos por él. Ivan lo encontrará.
-¿Qué?
No entiendo -murmuró Mike.
-Bernardo,
¿te has vuelto loco?
-No,
¿confían en Gloria?
-¡Claro!
-¡Por
supuesto que sí!
-Entonces
vamos por él, síganme a la superficie. Hablaré con ese vampiro.
Mijaíl.
Me
dio alegría ver a Ivan caminando hacia mí por la avenida principal. Lo abracé y
palmeé su hombro con una ancha sonrisa.
-Sabía
que no abandonarías a tu hermana.
-Hubiera
llegado unos minutos antes, solo recordaba la parte Este de la plaza. Es lo
único que pude visualizar. Supongo que la mansión me hubiera quedado a
trasmano.
-Lo
bien que has hecho. El volcán destruyó el hogar de los Craig, no queda nada.
-Cielos…
-Ven,
le diremos al grupo de rescate que estás aquí para encontrar a Drank.
-Para
buscarlo, papá. No tengo la certeza de encontrarlo.
Lo
miré a los ojos y sonreí.
-Yo
sí tengo la certeza. Porque eres mi hijo, y eres el mejor rastreador.
-Sonrió
apenas y suspiró.
-¿Qué
le diremos a la policía del porqué estoy aquí?
-Los
lobos se encargarán.
Ivan.
Fue
difícil mantener mi cordialidad mientras varios pares de ojos pardos me miraban
con desconfianza. Miento, cordial no fui, fui educado. Sobre todo, con un tal
Louk que ante total resistencia de mi parte insistió en bajar conmigo. Lo
cierto que no podíamos perder más tiempo, así que desistí de convencerlo de que,
si hasta el momento él no había encontrado al lobo pelirrojo, nada cambiaría en
lo sucesivo, pero en fin… Allí me encontraba con ese cavernícola de ojos miel,
con el agua del Barents a la altura de mi cintura, un traje de buzo que a duras
penas me habían convencido de usar, y una linterna potente en mi mano.
Antes
de iniciar la recorrida, desde la superficie, una voz femenina gritó mi nombre.
-¡Ivan!
Me
acerqué y miré hacia arriba al hueco de la alcantarilla.
-¡Ivan
soy Scarlet! Escucha, he podido visualizar a Drank.
-¿Qué
ves?
-No
mucho, hay una línea de lamparillas que iluminan el canal. Está entre la octava
y novena a partir de una curva cerrada. Lo sé, no es mucho dato, pero al menos
no está sumergido.
-¿Está
consciente?
El
silencio que sobrevino fue preocupante.
-No
puedo saber en qué estado está. Solo visualizo con claridad los lugares que lo
rodean. Las aguas son limpias, parece ser drenaje de lluvia. Tiene los ojos
cerrados, pero… No lo sé.
-Okay,
Scarlet. Gracias por tu ayuda.
Retomé
el camino hasta unirme con el lobo.
-¿Qué
ocurrió?
-Nada,
era Scarlet, lo visualizó. Hay que buscar una curva cerrada.
-¡Eso
es bueno! Al menos no está bajo agua. ¿Verdad? -su rostro dibujó una media
sonrisa.
-Vamos,
no podemos perder tiempo. Hay que buscar una curva cerrada.
Su
linterna iluminó la pared agrietada y húmeda cerca del techo. Un gráfico
parecía indicar un mapa de canales y tuberías.
-Hay
varias. Según el mapa tenemos dos a cien metros. ¿Cuál decidiremos avanzar?
-Te
lo diré cuando lleguemos.
………………………………………………………………………………
Estaba
en la encrucijada de decidir por cual túnel iríamos. Sabía que una mala
decisión podía cobrarse la vida del lobo. Ni siquiera teníamos la certeza de
sus condiciones. Incluso podía ser ya muy tarde. Tenía los ojos cerrados, podía
ser que estuviera concentrado en cómo salir, podía estar desmayado, o podía
estar muerto… Okay, lo último estuvo demás.
Recorrimos
los cien metros. Me detuve un momento a observar alrededor…
Por
la curva de la izquierda podía escuchar agua caer. Caminé hacia ella y vi como
el túnel descendía unos dos o tres metros. El olor era fuerte e insoportable.
-Por
aquí no es, Scarlet mencionó agua limpia y lo que sigue más abajo son
cloacales. Tomaremos la curva de la derecha.
-Okay.
¿Crees que lo encontraremos con vida?
-No
lo sé.
-Cambiaré
la pregunta –iluminó mi rostro con la linterna- ¿Quieres encontrarlo con vida?
Lo
iluminé también.
-Te
diré que no cambia en absoluto mi sentimiento con que me fuerce por encontrarlo.
Se lo prometí a mi hermana.
-Ah…
Continuamos
abriéndonos camino a través del agua.
-¿Puedo
hacerte otra pregunta?
Rodee
los ojos y me giré hacia él.
-No
tengo opción más que escucharte. ¿Dónde escaparía?
Sonrió
de lado.
-¿Por
qué no quieres que tu hermana viva y trabaje en la reserva? Se la ve feliz.
-No
puedo creer que Anouk se conforme con tan poco.
-Quizás
para ella no es poco.
-¿Tu
nombre, lobo?
-Louk.
-Vamos
Louk, no podemos perder tiempo.
-Okay…
Vikingo.
Después
de recorrer centenas de hogares de Kirkenes, y comprobar que, gracias a Liz
Craig, el daño que temíamos por el volcán no había sido demasiado cuantioso,
acompañé a las autoridades con el objetivo de que aquellas personas que habían
soportado secuelas de la inundación estuvieran contenidas. Nos encontramos con
muchas pérdidas materiales, pero las pérdidas humanas que en un momento creí
que sufriríamos ante terrible monstruo de fuego y tsunami, no fueron tales.
Solo unas pocas que se volcaron a las calles sin control, aprovechando la
catástrofe y tratando de saquear alguna que otra propiedad.
Siempre
hay seres que equivocan el camino y eligen la delincuencia.
Antes
de reunirme con el grupo de rescate del chico desaparecido, entré al hospital
de Kirkenes para buscar información sobre un viejo oficial de nuestro
destacamento. Su esposa e hijos me dijeron que no sabían nada de él desde ayer
a la mañana. La casa estaba rodeada de agua y se había advertido que no se
movieran de los hogares.
Al
echar un vistazo a la planta principal, pude divisar cerca de los ascensores a
Olaf Arve, director del hospital, hablando con la prensa. Hice seña de que se
acercara y se despidió al instante de los periodistas. Apenas llegó hasta mí
extendió su mano y sonrió.
-Comisario,
un gusto de encontrarlo bien. Debo felicitarlo por el gran trabajo en Kirkenes.
-No
fue nada, director. Me han ayudado… Sin esa ayuda nada hubiera podido hacer.
-Comprendo.
Gracias a Dios el tsunami no ha llegado con la fuerza destructiva que
esperábamos. Sin embargo, fue suficiente para detener la lava del volcán.
-Así
es… Gracias a Dios… Sí, también.
Él
me miró fijo y bajé la vista. Creí ver en ese cruce de miradas que algo más
sabía sobre la suerte que habíamos corrido. Pero lo cierto que ninguno de los
dos mencionó algo más.
-Director,
estoy buscando información sobre un oficial, Peter Becker. No se sabe nada de
él y…
-Los
heridos ya abandonaron el hospital. Hubo un par de oficiales que entraron por
heridas graves. Uno de ellos un tal Igor…
-Igor
Holl -completé.
-Sí,
el mismo. Ya fue dado de alta. Tendrá que cuidarse y hacer reposo por un
tiempo.
-¿El
otro oficial?
Me
miró y dudó si seguir hablando.
-Director,
debo saber que ocurrió con él.
-Pues,
debería estar seguro antes de darle esa información. La lista de los decesos la
tengo aquí -extrajo un papel A4 del bolsillo- los periodistas la consultaron.
Mientras
leía en silencio repasando nombres y apellidos, mi corazón rogaba porque no
mencionara a mi viejo compañero.
Finalmente
murmuró.
-No
lo tengo en la lista…
-Okay
-suspiré.
-Pero…
-¿Pero?
-Hay
tres personas no identificadas. Para informarse con precisión deberíamos ir a
la morgue. Lo acompaño.
En
ese instante, una chica delgada y rubia se acercó apresurada.
-Doctor,
su hijo lo necesita en la guardia.
-Gracias
Marin, en un momento estaré con él.
-No
se preocupe, iré yo solo a la morgue, cogeré el ascensor.
-Okay.
Espero que no tenga una mala noticia. Quizás su compañero está perdido por ahí
ante un estado de shock.
-Sí,
gracias.
Bianca.
Escuché
mi nombre a través de las puertas de vaivén y lo reconocí de inmediato.
Me
acerqué y abrí con gesto de resignación.
-Bianca…
-Comisario…
Adelante.
-Buscó
información sobre un compañero. Y espero no encontrarlo aquí –sus ojos se
posaron en aquella camilla ubicada en el centro de la morgue- Peter Becker es
su nombre.
-Hay
varios cadáveres que tienen identificación. Ninguno tiene ese nombre. Sin
embargo hay dos… Acompáñeme.
Okay,
gracias.
Entré
a la cámara y me siguió. Al abrir la primera el rostro de Vikingo palideció. Se
mantuvo a una distancia prudencial, inmóvil, sin parpadear. Noté como sus ojos
se humedecían.
-Dios…
-¿Es
él?
-Sí.
Es su tatuaje, el del cuello… y… sí… es Peter.
-Lo
siento. Si desea quedarse unos minutos con su compañero, lo dejaré.
-No,
no… Yo… Prefiero recordarlo de otro modo –murmuró casi sin voz.
-Bien.
Lo entiendo.
El
oficial había sido víctima de una explosión cercana. Su cara mantenía poco y
nada de los rasgos pero era evidente que Vikingo no tardó en reconocerlo.
Al
abandonar la cámara cogí la planilla y completé los datos faltantes.
-¿Cómo
murió? Es decir, parece quemado pero debo informar a la familia y cuanta más
precisión…
-Hubo
muchas explosiones en las calles debido al calor y presión del volcán. No tengo
prendas que devolverle, solo una pertenencia.
Entregué
al comisario una placa retorcida.
No
puede leerse su nombre pero estaba prendida a un trozo de chaqueta.
-Gracias
–la cogió entre sus manos y acarició el metal deformado- parece mentira que
solo quede esto del recuerdo de su gran labor. Fue un gran oficial y compañero.
-Lo
siento.
Suspiró
y creo que por primera vez reparó en mí.
-¿Cuándo
nacerá su bebé? Parece que mucho no le falta.
Sonreí.
-En
diciembre. Cuando quiera acordar la tendré en brazos. Es una niña.
-La
felicito. Será un bebé sano y fuerte, ya lo verá.
-Gracias.
Noté
que dudaba si continuar la charla y me adelanté.
-Será
un bebé normal. Sé que el tema le preocupa.
-No…
Yo solo me preguntaba…
-¿Si
será vampiro?
Respiró
profundo y me miró en silencio.
-No
se preocupe, comprendo que tenga muchas dudas. También las tengo. Sin embargo
en cuanto a nuestra raza no hay antecedentes de niños vampiros. Después de la
adolescencia recién comienzan a tener ciertas particularidades.
Recorrió
con la mirada la sala de la morgue.
-Susan
trabajó mucho tiempo en este hospital. Amaba su profesión. Y al director, por
supuesto. De otra forma estoy seguro no hubiera guardado el terrible secreto de
esos asesinatos.
-Sebastien
buscaba las córneas para Douglas. Eran enfermos terminales, eso puedo dar fe.
Sonrió
apenas.
-Sé
que en varios puntos no nos vamos a poner de acuerdo.
-También
lo entiendo. No pretendo que lo haga o que lo asuma natural. Quizás con el
tiempo…
-Quizás…
¿Cuándo podrá la familia disponer del cuerpo?
-Desde
este momento.
-Gracias.
Me retiro, ahora me toca lo más difícil. Notificar a su esposa e hijos.
Lo
siento, de verdad.
-Lo
sé. Y… dé las gracias a Sebastien de mi parte. Sé que ayudó mucho en la
catástrofe. Cuando pueda les haré una visita a su casa y agradeceré en persona.
-Le
agradezco pero no creo que pueda ir a mi casa.
-¿No
seré bienvenido?
-Nada
de eso. Solo que ya no queda casa. El volcán la destruyó.
-Oh…
Lo lamento. Grigorii no me comentó nada.
-Muchos
de nosotros han quedado en el hotel y otros en la reserva. No sé si lo saben.
-¿Dónde
irán? ¿Se quedarán allí?
-Por
el momento.
-Okay,
cualquier cosa que necesiten…
-Gracias.
Y no se preocupe, los Craig han permanecido por centenas de años en Kirkenes.
No haremos nada que después podamos arrepentirnos.
-Los
Craig no. ¿Y el resto?
Suspiré.
-Si
se refiere al caso de esa vampiresa, puedo asegurarle que haremos lo necesario
para impedir otra masacre.
-Confiaré
en ustedes.
Me encanta volver a leer esta historia la había extraño mucho. Lo dejaste muy interesante espero Craig y los lobitos sobrevivan. Te mando un beso. https://enamoradadelasletras.blogspot.com/
ResponderEliminarMuchas gracias Citu, leeré en estos días tu capi nuevo. Besos miles.
EliminarCreo que Ivan encontrara a Drank y estara vivo.Creo que si.Anouk lo tiene que estar pasando mal.El capitulo me ha gustado mucho y me alegra que vuelvas a publicar.Besos.
ResponderEliminarMuchas gracias Ramón. Y también por la paciencia ante la larga espera. Un abrazo enorme y feliz semana.
Eliminar¡¡Hola, Lou!!
ResponderEliminarLo primero que quiero decirte es que he sonreído en cuanto he visto que has publicado... Me has alegrado el día... Cuánto tiempo, cuántas ganas de volver a leer
Bueno, paso a comentarte sobre el capítulo
Ivan es un buen hermano... eso quiere decir que quiere a su hermana... Tenía mucha ilusión de dar su conferencia y, sin embargo, lo ha dejado todo tras la llamada de Anouk
Ivan es un buen rastreador, es el indicado para encontrar a Drank
"El amor debe vencer al odio" para salvar al cuarto guardián... Tal vez el amor que siente Ivan por Anouk venza al odio que siente por Drank
Como siempre, Charles es un amor de personaje... Me ha emocionado como ha intentado animar a Sebastien cuando este contemplaba su casa arrasada y recordaba momentos inolvidables
He sentido el disgusto de Vikingo al hallar a Peter Becker, pero es que es casi imposible que no haya victimas mortales cuando suceden fenómenos tan feroces
Lou, te felicito por este nuevo capítulo... tan bueno como tienes por costumbre hacerlo
Muchas gracias por volver a darnos tanto... Esperaré con ilusión tu próximo capítulo
Te mando un fortísimo abrazo y muuuchos besos
Muchas gracias querida amiga. Ivan creo que ha vencido el odio para poder estar allí. Falta que se convenza de que Anouk es feliz con los lobos. No es fácil viniendo de un Gólubev como él. Pero ya su madre dio muestras de dejar los rencores atrás en una Navidad con Anouska.
ResponderEliminarCharles es un personaje al que siempre recurro cuando deseo estabilidad emocional. Él es perfecto para ello.
Lamentablemente todos hicieron lo imposible para que las consecuencias no fueran nefastas pero fue difícil ante tanta catástrofe.
Por último quisiera decirte que me alegro que me hayas esperado con ese ímpetu que me regalas. Gracias de verdad. El escritor se alimenta de la confianza que le dan los lectores y tú eres pura luz. Te envío miles de besos y nuevamente gracias por estar allí.
Brillante y muy emotivo!! A la espera del siguiente cap!!!
ResponderEliminarHola mi sol mexicano!!! Gracias por comentar. Me alegro que te haya gustado. Besotes miles.
EliminarFeliz Año, Lou!
ResponderEliminarTambién voy a desearle feliz año al desaparecido Drank para ayudar un poco a que sea encontrado
Beso