¡Hola chicos! Aquí estoy con un nuevo capi. Disfruten y comenten por fa. Los quiero. ¡Buena semana! Miles de besos.
Capítulo 50.
Lo correcto.
Branden.
Entré
al pequeño consultorio en primer piso del hospital, abandoné la carpeta en el
escritorio con las historias clínicas de los pacientes que asistiría esta
mañana. Mis primeros pacientes fueron derivados por el doctor Becker. Mi colega
tenía desbordados los turnos y era imposible atender a tantas personas y debía
comenzar a ganarme la confianza de muchos de ellos. Así ocurre con todos los
médicos que nos recibimos y no tenemos experiencia. Como un derecho de piso
para ganar un lugar como profesional reconocido en el prestigioso hospital de
Kirkenes.
Al
fin me había recibido, aunque de médico clínico. Era una base y deseaba
continuar una especialidad aunque tenía mis dudas si dedicarme a cardiología o
hematología como lo había hecho mi padre.
Me
acerqué a la máquina de café junto a la ventana y la encendí. El consultorio
era pequeño pero cómodo. La vista daba a la parte trasera del edificio. No veía
la avenida ni la plaza pero si el techo del estacionamiento, edificios, y copas
estilizadas de una gran arboleda que vestía una calle lateral. Eso sí, la vista
del cielo era maravillosa y hoy precisamente la tormenta la hacía más hermosa.
De
niño tenía temor a las tormentas, incluso de adolescente. Sobre todo de las
eléctricas acompañadas de vientos fuertes. Quizás porque me faltaba esa
protección que te inculcan las madres para sentirte poderoso. La mía había
fallecido cuando solo contaba con dos años. Mi padre siempre estuvo a mi lado
para brindarme todo lo que podía, sin embargo nunca es lo mismo.
Hoy
por hoy no temía a las tormentas. A pocas cosas temía y había una razón. Mi
enfermedad terminal a tan joven edad me demostró que hay miedos peores… Y no te
queda otra que luchar para combatir ese monstruo y vencerlo. A ese monstruo no
le importa si tienes proyectos, si te falta pocos meses para terminar la
Universidad, o si amas los días soleados y las noches estrelladas. ¿Cuál es el
secreto de la no derrota en la gran mayoría de los casos? Creer a cada segundo
de tu vida, que podrás con él.
En
mi caso, llegó Sebastien. No sé si solo hubiera vencido finalmente pero el
milagro se presentó en forma de vampiro… Y aquí estaba.
Unos
suaves golpes a la puerta desviaron la vista del paisaje gris.
—Adelante.
Sven
asomó su cabeza con una sonrisa y lentamente cogí asiento.
—Hola,
felicitaciones doctor.
Sonreí
y di las gracias.
Entró
al consultorio y cerró la puerta. Sin embargo no avanzó más y quedó inmóvil con
las manos en los bolsillos de la bata. Tomé conciencia que mis manos estaban
aferradas al borde del escritorio, como si él tan solo con su presencia lograra
arrancarme de allí y hacerme flotar.
—¿Te
has decidido que especialidad seguir?
—No,
lo pensaré. Tengo tiempo. Los cursos en la Universidad comienzan en un mes.
—Claro…
Bueno… Seguiré con mis pacientes solo quería felicitarte y desearte suerte con
los tuyos.
—Gracias.
Sonrió
nuevamente mientras mi corazón seguía golpeando mi pecho como si fuera a
salirse. Era algo que no podía evitar cada vez que lo tenía cerca. Parecía que
no lograba tener dominio de mi cuerpo por todo el tiempo que sus ojos me
miraban o su rostro sonreía.
Al
abrir la puerta para irse lo detuve.
—Sven.
Me
miró expectante.
—Yo…
Prometo hablar con él.
—Okay…
Nos vemos en cafetería.
En
ese instante escuché pasos por el pasillo y detenerse junto a la puerta. Sven
se hizo a un lado.
—Director,
buen día.
—Buen
día, doctor Andersen. Necesito hablar con mi hijo, ¿me permite?
—Por
supuesto, ya me iba. Que tenga buen día.
—Gracias,
usted también.
Mi
padre cerró la puerta y me miró. Me puse de pie y extendió los brazos.
—¡Ven
aquí! ¡Felicidades hijo! Ya eres oficialmente un doctor.
—Gracias
papá –lo abracé.
Se
apartó y cogió mi cara entre sus manos.
—¡Qué
orgullo! ¡En qué poco tiempo has rendido tus exámenes! Si tu madre te viera
estaría dichosa como lo estoy yo.
Sus
ojos brillaron de emoción.
—Lo
sé, papá. Desearía creer que ella lo sabe.
—¿Por
qué no? ¡Quién sabe! Y dime, ¿mi nieto postizo? ¿Está bien? ¿El colegio?
—Todo
bien, Nicolay es inteligente y se porta normal, como todo niño –sonreí con
tristeza recordando que no había querido verme.
—¿Boris?
—Todo
bien, papá… Siéntate, estaba por prepárame un café. Mis pacientes comenzaran a
llegar en veinte minutos.
—No,
debo ir ayudar a Guardia. Mucha gente.
—¿Tan
temprano?
—Hubo
varios casos de envenenamiento desde esta madrugada. Al parecer el agua que
consumieron no era potable.
—¿En
la ciudad?
—No
exactamente, en los suburbios. Casualmente el laboratorio me dio el resultado
del análisis. Se encontró pequeñas cantidades de cobre y arsénico.
—¿Arsénico?
Que yo sepa no hay fábricas en Kirkenes que utilicen ese componente.
—Cierto.
Por eso ordené una prueba más, aunque dudo que el bioquímico se haya
equivocado. Ahora bien… quería hacerte una pregunta y espero que me contestes
con sinceridad.
—Por
supuesto.
—¿Qué
ocurre entre el traumatólogo y tú?
Me
sorprendí, dudé que contestar, y me ruboricé. Tal cual en ese orden. Demasiados
datos para un padre que te conoce al dedillo.
—Veo
que te incomodé.
—Yo…
No ha pasado nada de lo que te imaginas.
—Es
que prefiero no imaginar nada solo quiero escuchar tu verdad.
Me
desplomé en la silla y bajé la vista. Se acercó y se sentó en la silla que
ocuparían los pacientes, frente a mí.
—Branden,
¿qué está pasando contigo?
Mis
ojos se llenaron de lágrimas.
—No
lo sé, ¡te juro que no lo sé! Puedes estar seguro que no te avergonzaré. No he
sido infiel a mi pareja ni ando flirteando con mis colegas.
—Estoy
queriendo saber que te ocurre a ti. No dudo que eres una persona de moral.
¡Vamos, dímelo! Confía en tu padre.
—Me
enamoré –estallé en llanto—. Me enamoré y no pude evitarlo. Boris y yo ya… Ya
no funciona. ¡Quiero que todo vuelva a ser como antes y no sé qué hacer!
—Hijo…
—suspiró—. Primero no te sientas culpable y menos si no has hecho nada
incorrecto. No le has sido infiel a Boris, eso habla bien de ti, pero… Si estás
seguro de lo que sientes, sé honesto contigo. Estas cosas pasan en la vida y no
hay culpable. Sé sincero contigo para poder serlo con tu pareja. Los dos se lo
merecen.
—¡Papá,
yo tenía una familia perfecta! ¿Por qué tuvo que pasarme esto? Pienso en Boris,
en el daño que le causo, en mi hijo y su pequeña cabecita que no entenderá por
qué le destruiré toda la armonía que nos costó lograr.
—Ah…
La vida tiene esas sorpresas y te pone en un laberinto al que debes salir, es
una obligación implícita desde el instante que nacemos hasta que morimos.
—Nicolay
perdió a su madre, luego vino lo de Sebastien… Y cuando tenemos al fin todo
controlado… ¡Ahora esto!
—No
llames “esto” al amor. No lo minimices. He notado que Sven se desvive por ti y
si los dos sienten lo mismo no hay nada que hacer.
—¿Cómo
sabes lo que siente Sven?
—Bueno…
Exactamente no sé lo que piensa y siente solo que observo actitudes. Si su hora
de salida son las cuatro de la tarde y se queda atendiendo consultas no es por
adelantar el trabajo, es por verte a ti. No soy tonto. Nadie con el cansancio
que provoca nuestra labor lo hace por simple vocación. Sobre todo si no hay
motivos urgentes. Es traumatólogo, no médico de guardia. Por otra parte veo que
es muy cuidadoso. Si no le importaras no se fijaría en dejarte expuesto.
—Boris
no vivirá sin mí.
—Bah,
eso es lo que crees. Todos tenemos la capacidad y la oportunidad de resurgir.
Yo… Nunca quise convivir y formar una familia con Susan pensando en el que
dirán, el hospital, mis colegas, amigos, y tú cuando regresaras… ¿Y sabes qué?
No hay día que me arrepienta. Enfrenta lo que sientes con entereza, juégate por
lo que sientes. Ya lo has hecho cuando debiste gritar al mundo que eras gay.
—Nicolay…
—sequé mis lágrimas.
—No
te imaginas que fuertes son los niños. Más aún si cuentan con seres alrededor
que lo apoyan y lo aman. Pero no lo sumerjas a vivir en una familia de amor
ficticio. Porque él seguramente sabrá del desamor sin que se lo digan.
Entonces, te perderá el respeto.
Chelle.
Después
de tres días Iván se materializó en el balcón. Mike y yo hacíamos el amor en el
sofá pero tuvimos tiempo de lucir decentes antes que el Gólubev hiciera a un
lado los cristales de la puerta corrediza y pusiera un pie en la sala. Obvio
que la escena interrumpida estaba cantada.
Carraspeó
y lanzó un sobre en la mesa de living.
—Lo
que te prometí.
Prendí
mis jeans en medio de una situación un poco incómoda. Mike logró vestirse con
rapidez.
—Gracias,
y… lo siento –balbucee.
—No
me pidas disculpas, he contemplado cosas peores. Pide clemencia a tu mal gusto
–sonrió con burla.
Cogí
el sobre y extraje los papeles y fotos de su interior.
—Gracias,
de verdad.
—De
nada.
—No
le diré a Sebastien de tu ayuda.
—Se
lo diré yo cuando pase todo esto. Ahora, suerte. Debo irme a dar clases a Miyo
Sherpa.
—Claro…
¿Van bien?
Arqueó
la ceja y movió la cabeza en actitud dubitativa.
—Estoy
poniendo todo mi esfuerzo, no es fácil.
—Lo
imagino. Pero ella es encantadora. La quiero mucho.
—Sí,
es muy… ¿cómo decirlo?
De
pronto sus ojos se clavaron en el atuendo de Mike y su índice lo señaló.
—Esa…
¿Esa es mi ropa?
—Ah
pues, sí. La mía y la de Charles no le quedaba en talle y menos la de Khatry.
¿No te molesta? Era un caso urgente.
—Vampiro,
te la lavaré antes de devolvértela –se quejó Mike frunciendo el ceño.
—Ni
loco pienses que me pondré algo que ha usado un lobo.
Mike
rodó los ojos y antes que protestara interrumpí.
—Okay,
lo siento fue mi idea y te compraré nueva.
—Da
igual, me voy. Ojalá todo lo que haces por él valga la pena. Y no me refiero
solo al sexo que te pueda dar.
—¡Oye!
No sabes nada de mí.
—Eres
un lobo y con eso es suficiente.
—¡Tu
hermana está con un lobo! –se exaltó Mike.
—¡No
me lo recuerdes!
—Por
favor, no discutan. Mike, contrólate. Iván gracias de corazón. Estoy en deuda
contigo.
—No,
estamos a mano. Adiós. Cuídate, hay lobos que se disfrazan de corderos.
—Adiós.
Apenas
desapareció Mike se cruzó de brazos enfurecido.
—¿Qué
rayos le pasa a este idiota?
—Tranquilo.
No es malo solo que tiene algunos conceptos equivocados.
—Pues
uno de esos conceptos soy yo por si no te has dado cuenta. Es injusto.
—Mike…
Ahora tenemos un problema que solucionar.
—Sí…
Lo siento. ¿Estás seguro de tu plan?
—Nunca
estuve tan seguro.
..............................................................................................................
Ese
atardecer de tormenta sentía varias sensaciones. Por un lado la rabia acumulada
porque Mike vivía una situación injusta. Por otro, el orgullo de poder
defenderlo y estar a su lado cuando más me necesitaba. Y el temor… Porque nada
garantizaba que saliera todo bien.
De
pie, en la gran sala del edificio observaba la pizarra con los números de cada
oficina y sus correspondientes propietarios. “Andrev Mykolaiv y asociados”.
Oficina 303.
Okay…
Allí íbamos.
Cogí
el ascensor y bajé en el tercer piso.
Caminé por el pasillo alfombrado cruzándome con cuatro o cinco humanos que
parecían apresurados. Me detuve en la oficina 303 pero no golpee de inmediato.
Acerqué el oído para asegurarme que no habría un cliente con él. Escuché una
voz… dos voces… y aguardé.
Una
mujer de chaqueta y falda salió del segundo ascensor. Llevaba un maletín y sus
ojos se clavaron en mí con curiosidad. Rápidamente abrí el sobre y me fijé en
su interior como si buscara algún documento. No podía llamar la atención de pie
como guardaespaldas junto a una puerta, o lo que es peor como asesino al
asecho.
La
mujer ingreso a la oficina 305 y cerró la puerta. En ese instante escuché
nuevamente las voces. Alguien estaba despidiéndose. Sin perder tiempo me alejé
hasta las puertas de los ascensores como si mi intensión fuera coger alguno y
esperé…
Un
hombre joven salió de la oficina de Mykolaiv y con pasos ágiles se perdió por
el pasillo y giró hacia la izquierda. Cuando desapareció avancé y al llegar a
la puerta 303 sin dudarlo y jugado a todo, entré.
Branden.
Apenas
terminé con mis flamantes pacientes bajé a la Guardia. Quería saber cómo seguía
el tema de los humanos que habían llegado con síntomas de envenenamiento. Había
notado a mi padre preocupado ya que el número de personas asistidas era
considerable en pocas horas.
Lo
primero que vi al llegar a planta baja me impactó. Sentados en la sala de
espera había desde niños hasta personas mayores. Sin embargo había un detalle
más sobresaliente. El aroma a clorofila y tierra húmeda inundaba el aire. Eran
lobos… Al menos la mayoría.
Golpee
la puerta de Guardia y abrió la doctora Gilbert.
—Hola
Anna.
—Branden,
¿vienes ayudar? No paran de llegar.
—Ya
veo…
Eché
un vistazo al paciente recostado en la camilla. Un lobo…
—¿Qué
síntomas tienen?
—Claramente
intoxicación. Necesitaba ir por un refrigerio, estoy desde ayer y…
—Ve,
come algo en cafetería yo te cubro.
—Gracias,
hay muchos pacientes aún.
—No
te preocupes, he terminado las consultas.
—Gracias,
ah por cierto, felicitaciones por el título.
—Muchas
gracias.
Cerró
la puerta y me acerqué al paciente que cogía su vientre como si sufriera un
gran dolor.
—Buen
día, soy el doctor Branden Arve. ¿Su nombre?
—Doctor
me siento –se detuvo y me miró con ojos asombrados—. Me siento… muy mal. Me
llamo Mikko Junkil.
Cogí
la historia clínica sobre el escritorio de Anna y leí.
—¿Cuándo
comenzó a sentir síntomas extraños?
—Hace
un día… Es un vampiro.
Lo
miré.
—¿Importa
eso?
—No…
—Okay,
cuénteme que comió y bebió en las últimas 48 horas.
—Pues…
Nada fuera de lo común, unas galletas de cereales y un enlatado de frijoles.
Nada más. Fui de campamento así que mi amigo y yo no llevábamos demasiadas
provisiones. Pensábamos cazar y asar lo que capturaríamos. No llegamos a tanto.
Tuvimos que volver por mis dolores.
—¿Su
amigo tuvo síntomas?
—Solo
vómitos pero está mejor.
—Okay.
Le recetaré un calmante mientras ordeno los estudios. No puedo ofrecerle mucho
hasta saber que provocó la intoxicación.
Me
acerqué al escritorio y cogí varias historias clínicas que Anna había llenado
de pacientes anteriores. Leí minuciosamente casi todos los casos que se habían
presentado por el mismo motivo. Nadie había comido frijoles enlatados ni
galletas de cereales. Ninguno coincida en los alimentos que habían ingerido…
Fácilmente
deduje un factor en común en todos los supuestos. El agua… El agua parecía ser
el detonante de la intoxicación. Recordé lo que mi padre había dicho sobre los
análisis de sangre y los compuestos encontrados… Cobre y arsénico.
—Voy
a ordenar un lavaje de estómago, señor Junkil.
—¿Voy
a morir?
Me
acerqué y cogí su mano. Al principio sentí un breve rechazo sin embargo a los
pocos segundos aferró mi mano como si fuera un niño.
—No,
la intoxicación es leve pero debe saber que no podrá beber agua de río cuando
vaya de campamento.
—No
bebí agua de río, doctor. Llevé la cantimplora de casa.
Lo
miré preocupado.
—¿Tienen
agua corriente en la reserva?
—No,
es agua de pozo.
—Okay,
aguarde aquí, vendrán por usted para hacerle el tratamiento. Tranquilo, todo va
a estar bien.
Pero
nada estaba bien… Nada.
Llamé
al laboratorio y ordené que Francis el camillero viniera por el paciente. Salí
del consultorio y llamé a Ekaterina.
“Branden,
hola… Te felicito, me enteré por Boris que rendiste bien y…”
—Ekaterina,
gracias, escucha… ¿Tienes forma de hablar con Douglas?
“¿Yo?
Pues no, pero sí Numa. ¿Qué sucede?”
—Por
favor avisa a Douglas que no beban agua en la reserva. Es importante Ekaterina,
hazlo lo antes posible.
“Pero…
¿Qué ocurre?
—El
agua tiene arsénico y puede ser mortal si beben en gran cantidad. Avisa a
Douglas, por favor.
“Okay,
ya mismo le diré a Numa que se comunique con él.”
Charles.
Bajé
las escaleras con dos lamparillas de luz. Necesitaba cambiarlas a pesar de la
lluvia. El parque debía estar iluminado en cada rincón aunque Ron y el resto de
la casa siempre vigilaban. El fantasma de Vilu acechaba nuestras mentes aunque
no lo dijéramos para no asustar a las hembras. Cierto que éramos muchos contra
ella pero nunca se sabía que podíamos esperar.
Sebastien
leía el periódico sentado en el sofá. Levantó la vista por unos segundos y
volvió a la lectura.
—Debo
cambiar las lamparillas.
—Llueve
mucho, espera a que cese.
—Cortaré
la corriente del parque, no te preocupes.
Llegué
hasta la puerta y lo escuché.
—Charles…
Giré
con cara de incógnita aunque temía que en cualquier momento preguntara por
Chelle y Mike.
—¿Sí?
Me
miró fijo y para mi fueron instantes interminables.
—Solo
quiero saber si todo está bajo control.
Mis
ojos se hundieron en ese gris tormentoso tan parecido al de su padre.
—Sí,
todo está bajo control.
—Confío
en ti.
—Tranquilo.
Nicolay
vestido con una chaqueta bajó la escalera apresurado tras los retos de
Ekaterina.
—¡Por
favor, ten cuidado!
—Ya
sé bajar rápido, tía. No soy un bebé como Halldora y Adrien. ¡Hola Charles!
—Hola
cariño, ¿saldrás a pasear? Es muy tarde.
—Me
voy a la Isla de Oso con tía Ekaterina y Numa.
—¡Qué
bien!
—Papá
me dejó ya que terminé los exámenes en el colegio. Ya pidió autorización. Y
también a Boris.
—Se
lo pedí a Branden también –agregó Sebastien mirando fijo a su hijo.
—Muy
bien, disfruta.
Ekaterina
posó sobre la alfombra una maleta que traía.
—Numa
ya está listo, el avión sale en una hora.
—Bien
–Sebastien sentó en las rodillas a su hijo—. ¿Te has despedido de todos?
—Sí.
—¿De
Branden?
Nicolay
negó con la cabeza. Sebastien cogió el móvil de la mesa de living y pulsó un
número. Ekaterina suspiró.
—No
quiero despedirme de papá Branden.
—Sí,
lo harás. Es lo que corresponde.
—¡Estoy
muy enojado, papá!
—Entonces
te despides y le dices que quieres hablar con él cuando regreses. ¿Entendiste?
Debes hablar con Branden y decirle lo que sientes y porqué estás enojado.
—¡Ufa!
No quiero.
—Entonces
no irás a la Isla.
Nicolay
frunció el ceño y lo miró furioso.
—No
es justo. Quiero ser grande para hacer lo que quiera.
—Me
parece estupendo pero por ahora no eres grande y harás lo que yo crea
conveniente. Y es conveniente que hables con claridad cuando tengas un problema
con alguien. Sobre todo si ese alguien es tu papá y te quiere.
—Mmm…
Está bien…
Sebastien
dio un beso en la frente del niño y le entregó el móvil que titilaba por la
llamada. Después se dirigió a Ekaterina.
—¿Numa
ha podido comunicarse con Douglas?
—Sí,
los lobos están alertados.
Me
detuve antes de salir al parque. ¿Habría algo importante que comunicar a los
lobos? Si fuera así debía enterarme porque sencillamente tenía a uno de ellos
hospedado en mi casa.
—Disculpen,
¿ocurre algo con los lobos?
Sebastien
me miró mientras Nicolay hablaba con Branden. Ekaterina subió la escalera.
—Voy
a apresurar a Numa o perderemos el avión.
Insistí
a Sebastien.
—Dime,
¿ocurre algo malo? Digo porque parecía ser un tema importante.
—Sí,
lo es.
Aguardé
que se apiadara de mí y me contara.
—En
realidad no es tan importante si no vives en la reserva. Pero… Se puso de pie y
prendió los botones de su chaqueta sin apartar la mirada de mis ojos—. Si por
alguna razón ridícula o fortuita te encontraras con un lobo deberías informarle
que no deben beber el agua. Parece que está contaminada con arsénico. Sin
embargo no es tu caso porque sería extraño que tú te cruzaras con un lobo
–sonrió.
—Por
supuesto… Sería extraño.
—Muy
extraño –reafirmó.
—Claro…
De todas formas gracias por informarme.
—De
nada.
Chelle.
Al
cierre de la puerta Mykolaiv levantó la vista de una carpeta sobre el
escritorio y frunció el ceño.
—¿Usted
quién es? No espero a nadie a estas horas.
Me
adelanté y cogí asiento frente a él.
—Mi
nombre no tiene importancia. Lo importante es lo que hará usted por mí.
—¿En
serio? –Sonrió con una mueca de sarcasmo—. Creo que usted perdió la cabeza.
Lárguese o llamaré a seguridad. No tengo cupos de empleo así que ha venido en
vano. En tal caso debió pedir una entrevista.
—Mmm…
La entrevista la considero innecesaria. De hecho, no quiero un trabajo.
Necesito las cintas de grabación de la totalidad de la semana anterior.
—¡Está
loco llamaré a seguridad!
—Yo
no haría eso, señor Mykolaiv –cogí una de las fotos del sobre y la lancé sobre
el escritorio.
Su
rostro palideció. Abrió la boca y sus manos temblorosas tantearon la imagen.
—¿Quién
es usted? ¿Qué…? ¿Qué quiere de mí?
—Ya
se lo dije. Ella es… —señalé la foto—. Muy bella. Su nombre es Katerine Mykolaiv,
veintidós años. Sale a la Universidad a las nueve en punto de la mañana, la
lleva el chofer. Recorren la calle de su domicilio por diez manzanas, dobla a
la izquierda y ella baja en la cafetería
para compra café. Siguen viaje, nueve y treinta y cinco llega a la Universidad.
Sale a las dos de la tarde y se dirige a un gimnasio. Permanece allí por un par
de horas –me detuve y sonreí—. ¿Desea que continué?
De
un impulsó abrió el cajón y sacó un arma. Me apuntó con ojos desorbitados.
—¡No
se saldrá con la suya! ¡No se mueva! Llamaré a seguridad.
Con
un rápido movimiento antes de que pestañeara le arrebaté el arma y lo apunté.
Él se aferró a la silla asustado.
—¿Cómo
hizo eso? –balbuceó.
—Señor
Mykolaiv, no soy un improvisado. Ni mi gente ni yo. Así que… quiero las cintas.
¡Ahora! O su hija morirá.
—No,
no… Por favor. Puedo darle una suma de dinero importante, la que desee –buscó
la chequera sobre el escritorio.
—No
quiero dinero, quiero las cintas de grabación de toda la semana anterior.
—¿Para
qué?
—¿No
se lo imagina?
—Pues
no, todo este despliegue por unas tontas cintas, está loco.
Negué
con la cabeza sin soltar el arma.
—No
son unas tontas cintas para mí. Y si para usted lo son, entonces no pierda
tiempo y entréguemelas.
De
pronto fue entendiendo la gravedad de la situación y eso hizo que más
desesperara.
—No
las tengo aquí, tardaría días en poder conseguirlas.
—¿De
verdad? Creo que usted con el mismo poder que tiene, ese que es capaz de salir
ileso de un delito haría traer esas cintas ahora mismo.
—Imposible.
Usted no saldrá de aquí sin ir preso.
—Bueno,
le diré que no necesito salir de aquí para cumplir mi amenaza. Tengo gente que
solo aguarda mi llamada para hacer lo que yo diga.
Con
la mano izquierda busqué mi móvil y fingí hacer la llamada.
—¡No!
¡Espere! Yo… Haré lo que pueda para que traigan esas cintas.
—Haga
lo que pueda y lo que no pueda también. Recuerde, no está tratando con
cualquier improvisado asesino.
Cogió
el auricular del teléfono y pulsó un número.
El
caño de la pistola lo apuntó a la cabeza y el click del seguro saltó.
—Una
palabra demás y le vuelo los sesos. Y su hija, morirá.
—Tranquilo…
Tranquilo… —balbuceó.
Mientras
Mykolaiv hablaba con alguien solicitando que le trajeran las cintas, mis ojos
se reflejaron en un gran espejo que colgaba a su espalda… El brillo de mi iris…
se parecía tanto al de ella… Ese púrpura asesino y despiadado de mi hermana.
Tragué
saliva. ¿Hasta dónde era capaz de llegar por Mike? ¿Acaso en definitiva no
estaba convirtiéndome en el monstruo de Vilu? Tenía razón Sebastien. Quizás
hubiera sido mejor pedir ayuda.
—Ya
las traen –murmuró y colgó la llamada. Vi sus ojos brillosos y desesperados—.
Usted está arruinando mi vida.
—Usted
es el que intenta arruinar la mía, pero no lo va a conseguir.
—¡Iré
a la cárcel!
—Debe
contar con excelentes abogados, señor Mykolaiv. Además, ¿qué es más importante
que la vida de su hija?
—Ella
no me lo perdonará.
—Debió
pensarlo antes de dedicarse a lo que hace. En cuanto a las cintas, no se mueva
de ahí. Las recibiré en cuanto golpeen la puerta.
—Por
favor… Escuche, puedo darle mucho dinero y…
—¿No
entiende todavía por qué estoy aquí? Por justicia señor Mykolaiv. Y eso al
menos para mí y para Mike Fjellner no tiene precio.
—Fjellner…
¿Es un familiar? Puedo pagarle un buen abogado.
—¡No
queremos un abogado! Quiero las cintas.
—Ya
las traen… Por favor.
—Ni
un movimiento en falso, le conviene.
……………………………………………………………………………….
Y
así fue. Ante los llamados entreabrí apenas la puerta y cogí las cintas sin
dejar de apuntar con la otra mano al cretino. Di gracias al personal de
seguridad y cerré la puerta. Escuché la voz del humano.
—¿Todo
bien señor Mykolaiv?
Posé
el dedo en el gatillo mirándolo fijo.
—¡Si
Felix, todo perfecto! –exclamó.
Me
acerqué casi con una sonrisa triunfal. Aún no había salido del peligro de
quedar atrapado. Pero tenía razón Ivan en sus anotaciones. Su hija debía ser el
talón de Aquiles. Y sí… ¿Acaso mis padres no habrían tomado represalias contra
Vilu? A pesar de ser el monstruo que era…
—Ahora
quiero que escriba una nota.
—¿Qué?
¿Ya no tiene las cintas?
—Sí,
pero quiero asegurarme que me ha dado lo que deseo y que servirá para la
exculpación de Mike. Así que… Escriba o su hija morirá. Le advierto, si yo no
salgo del edificio ileso y en quince minutos, mi gente procederá. Yo que usted
–miré mi reloj pulsera—. Me apresuraría.
……………………………………………………………………………….
Salí
del edificio aún sin creer que todo había salido perfecto. Si tuviera que
recordar algo que verdaderamente me impactó fue antes de abandonar la oficina.
Dejé el arma sobre el escritorio y él imploró.
—Por
favor, máteme. Dispáreme. Será lo mejor para todos.
Y
me fui dejándolo entre súplicas y sollozos.
Cogí
un taxi y me dirigí a la comisaría. No podía entrar como si nada ya que si la
misma oficial que me conocía estaba en Mesa de Recepción, no dudaría en dar la
alarma. En la acera me acerqué a una patrulla estacionada. Dos oficiales bebían
café y conversaban.
—Disculpe,
buenas tardes, ¿podría entregarle al comisario este paquete y la nota? Es
urgente.
—Por
supuesto. ¿De parte de alguien en especial?
—Dígale
que es la prueba que necesita. Gracias.
Avancé
por la calle bajo la lluvia. La sensación era de poder y felicidad pero a la
vez… ¿cómo explicarlo? Un dejo de tristeza se mezclaba. Quizás porque no estaba
acostumbrado a actuar de matón o vestirme de asesino. La pregunta que me hice
mientras cogía el callejón solitario para materializarme, era… ¿Me
acostumbraría como ella a destruir la vida de otro por mi objetivo?
Bernardo.
Sentado
en la cocina bebía un café junto a Sabina. Ambos anonadados con la alerta, y
muy preocupados en hallar una solución. Me había encargado junto a Douglas de
hacer correr la voz del peligro del agua con arsénico. ¿Pero por qué? Si las
napas no habían sido nunca susceptibles de ser alcanzadas por contaminantes.
Varios acuíferos había servido por centenas de años abasteciendo la reserva.
¿Qué había cambiado?
Por
suerte, ya alertados, todos los habitantes de la pequeña reserva procedieron a
consumir agua mineral embotellada y dejar para bañarse o lavar la ropa el agua
de pozo. Douglas había informado que la contaminación no era en grandes
cantidades pero no debíamos beberla bajo ningún punto de vista. Claro está que
el gasto en cada familia fue mayor. En algunos no alcanzaba su escasa economía
para comprar tanta agua.
Sabina
acarició mi mano y sonrió.
—Tranquilo,
lograremos hallar la solución. ¿Has informado al Estado? Aunque supongo que ya
estarán enterados.
—Hice
la llamada a la oficina de reclamos pero ya estaba cerrada. ¿Además que pueden
a hacer? Nos dieron la concesión de los terrenos como a los Sami pero nosotros
nos encargaríamos de construir y correríamos con los gastos. Imagínate traer un
acueducto desde el centro de Kirkenes.
—La
obra debería partir de la ruta. La mansión tiene agua corriente.
—Aun
así son muchos kilómetros.
Mi
móvil sonó sobre la encimera.
—Hola…
¿Sebastien?
“Sí
soy yo. ¿Todo bien?”
—No,
en absoluto. Pienso que ya estarás enterado.
“Sí…
Por eso te llamo. Escucha…”
—Dime.
“Tengo
un helicóptero, y en el hangar varios bidones vacíos. Creo que en el garaje tengo
más de ellos sin uso. Si no te incomoda puedo hacer varios viajes junto a Ron y
abastecerlos con agua de la mansión. Es agua corriente.”
—Oh…
Sí, eso sería muy amable de tu parte.
“No
sería amable, es lo que debe hacerse. Tengo agua sin contaminar y así ustedes
no tienen que gastar fortunas.”
—¡Gracias!
Me sorprende un poco tu propuesta… No hemos llegado a reunirnos y… Dada la
situación… Digo…
“Tú
lo dijiste, es una situación. Que la cambiemos depende de nosotros. Envía a
Douglas y a un par que nos ayuden.”
—Gracias.
Gracias vampiro.
—De
nada… Lobo.
Uy genial capitulo. Esperó Nicolay hable con Branden y aclaren las cosas. Esperó que Chelle se perdone no creo que se convierta en su hermana . Me gusta como van las cosas entre lobos y vampiros. Te mando un beso
ResponderEliminarHola Citu! Muchas gracias por comentar. Esperemos que Nicolay entienda que estas cosas pasan en la vida. Aunque sea pequeño.
EliminarChelle no es Vilu y por suerte todos lo sabemos, ojala él se lo crea.
Lobos y vampiros unidos, es una suerte porque se vienen tiempos difíciles.
Gracias querida amiga por tu comentario. Feliz semana para ti y muchos besotes.
Por aquí estoy otra vez ;-)
ResponderEliminarLamento que a Branden dejaran de asustarle las tormentas eléctricas porque le sucedió algo peor... pero lamento mucho más que se haya vuelto a enamorar... lo siento por Boris y por el pequeño Nicolay... Bueno, no es el fin del mundo... un fracaso siempre es el comienzo de un posible éxito
Creo que Branden se siente muy culpable y no lo es... muchas veces, el amor de tu vida, no es el primero, segundo o tercero... y nadie es culpable de esto
A Boris se le abre la oportunidad de conocer a su verdadera mitad, y será muy feliz si tiene la suerte de encontrarla... Y Nicolay será feliz a medida que vea que sus papás lo son, y que le siguen queriendo como siempre
Pues menos mal que se han dado cuenta de que el agua está contaminada... algo grave está pasando
A pesar de lo que le hizo Andrev Mykolaiv a Mike, te confieso que este señor me ha dado pena... y supongo que algo parecido le ha ocurrido a Chelle... pero no, Chelle no se parece a Vilu absolutamente en nada... El señor Mykolaiv obró muy mal y Chelle tenía que demostrar la inocencia de Mike
Porque no sería justo, no puedo perder la costumbre de felicitarte por otro genial capítulo... Felicidades, Lou
Besos
¡Hola Mela! Placer de leer tu comentario, eso seguro ya lo sabes. Gracias también por entender que comentar a veces no cuesta tanto y hace feliz al escritor. Eres muy gentil.
EliminarBranden se ha enamorado y nadie puede evitarlo, es la vida como dijo su padre. Lo importante es que no quede nadie afectado más de lo que la situación amerita. Creo que ha obrado bien y debe hablar con Boris.
Seguro que Boris encontrará alguien, la autora se encargará de ello.
Agua contaminada... temblores... Mmmm... Algo malo ocurre...
Da pena Mykolaiv, pero debemos pensar que fue su elección ser delincuente. Mike no podía pagar por ello y la justicia humana tarda horrores, al menos en mi país.
Muchas gracias por tu felicitación, y por estar aquí en mi rincón imaginario de aventuras y sentimientos. Un beso grande y feliz semana para ti.
Capítulazo donde los haya!!!!
ResponderEliminarA mí no me da pena el exjefe de Mike, que se lo hubiera pensado un poco mejor antes de hacer lo que hizo del verbo mal hacer!!! Bravoooooo Chelle!!!! Es mi héroe!!!!
Besoteeeeessssss!!!!
¡Hola Merche1 Muchas gracias por comentar. El jefe de Mike ha terminado mal porque el que mal anda, mal acaba. Yo también pienso que Chelle ha estado excelente.
EliminarUn beso grande amiga y feliz semana para ti.
Me ha gustado mucho el capitulo,el traficante de drogas se ha llevado su merecido.Chelle lo ha hecho bien y Mike puede estar tranquilo.Besos.
ResponderEliminar¡Hola Ramón! Agradezco tu comentario y que siempre te acuerdes de pasarte por aquí.
EliminarSe ha hecho justicia para Mike que no había hecho nada malo solo confiar.
Todo en su sitio, por ahora. Un beso grande y una feliz semana amigo.
¿Se avecina un terremoto en Kirkenes? Yo me contesto. Sí.
ResponderEliminarBeso
¡Hola Ignacio! Muchas gracias por comentar.
EliminarSí... parecería que la tierra está temblando y avisa... ¿De qué? Ya lo veremos.
Te mando un beso grande y deseo una feliz semana para ti.