INTRODUCCIÓN

Introducción:

Dentro de los Sami, una raza milenaria se ha mantenido en secreto. Los lobos basados en la naturaleza y el honor han logrado la supervivencia lejos del ojo humano.

La reserva es su hogar y transitaré en ella para conocer cada secreto. Es un gusto que ustedes me acompañen. Estoy segura que reirán y se emocionarán.

Por mi parte cada línea, cada párrafo sobre ellos, me ha llevado a un mundo de misterio y fascinación.

Lo siento no puedo prescindir de ellos. Ellos… también me han atrapado.

miércoles, 30 de septiembre de 2020

 ¡Hola chicos! Lamento la demora espero que disfruten el capi. Dedico este capítulo a dos lectoras. A Mela que se recupere pronto, y a Diana porque sin ella y el ánimo que me da siempre no hubiera terminado el capi hoy. Besotes y feliz semana.


Capítulo 49.

Al límite.

 

Chelle.

 

De pie en la gran sala de los Craig, escuchaba a Grigorii Petrov explicándome una serie de procedimientos que en realidad poco me interesaban. Quería a Mike fuera de prisión y nada más. “Poca cosa hay para hacer”. Eso fue lo que dijo mirándome con compasión, al igual que Scarlet, Rose, Charles, Margaret, y Bianca. Porque a esa altura nadie que estaba en la sala ignoraba que Mike me importaba. Todos trataron de tranquilizarme asegurando que si el lobo era inocente tarde o temprano la verdad saldría a la luz. ¿Tarde o temprano? ¿Qué significaba en medida de tiempo tarde o temprano? Nadie respondió cuando pregunté.

 

—Quiero la verdad –me acerqué a Grigorii y lo enfrenté—. No me mientas, por favor.

 

Suspiró y bajó la vista.

 

—El chico está complicado. Al que señaló como jefe negó saber que iba hacer Fjellner al puerto. No hay nada que lo implique.

—¿Y ese amigo que debía recibir el regalo?

—Otto Meyer se ahorcó antes de que subiéramos al barco a detenerlo.

—¡Mierda! Desgraciado.

—Pobre Mike –dijo Liz bajando la escalera—. Pienso también en Bua y su familia. ¿Hasta cuándo van a sufrir?

—Chelle, lo siento –Bianca se levantó del sofá y se acercó—. Sé que debes estar molesto por la situación horrible y…

—No estoy molesto, estoy desesperado. Quiero a Mike fuera de la cárcel. No se lo merece. Y no me vengan con que la vida es injusta y hay hechos desafortunados y bla, bla, bla. Con todo el respeto que me merecen todos los Craig. Si intentan convencerme que me quede de brazos cruzados les diré que no lo conseguirán.

—Espera a Sebastien. Él sabrá qué hacer.

—¿Sebastien? Últimamente los lobos no le caen en gracia. ¿Qué puede importarle Mike?

—Chelle, no seas injusto. Sabes que Sebastien tiene un gran cariño por ti.

—No he dicho lo contrario. Sin embargo no soy yo el que está en prisión injustamente.

 

Liz quitó un papel de su bolsillo de los jeans.

 

—Bua me dio los datos que me pediste –extendió el papel y lo cogí.

—Gracias. Me será muy útil.

—Chelle, ten cuidado con lo que harás. Piensa que nuestra raza no puede quedar expuesta –se preocupó Bianca.

—No te preocupes. No haré nada que Sebastien me reproche. Al menos nada grave que los ponga en una situación comprometedora.

—Disculpa, no quiero ofender a nadie –Rose se animó a sugerir—, pero… ¿Podrías dar seguridad que tu chico no estaba metido en el mal llamado negocio de las drogas?

—Absolutamente. Mike jamás daría un disgusto así a su familia. No fue educado para vivir al margen de la ley. Es un chico simple y honrado.

—Estoy seguro que todo se aclarará –Charles palmeó mi espalda—. Scarlet ya le comunicó a Sebastien.

—Gracias.

—Yo debo regresar a la jefatura. Voy a cambiarme –dijo Scarlet levantándose del sofá y avanzando hacia la escalera.

—¿Podría verlo? –supliqué.

 

Ella se detuvo y se compadeció.

 

—Lo siento, está incomunicado. Nadie puede verlo, solo su abogado.

—Por cierto, Sebastien me dio un número de móvil para contratar a un profesional excelente –Bianca se dirigió al despacho.

 

Grigorii se dispuso a abandonar la sala.

 

—Voy a descansar unas horas. Cuando regrese a la jefatura me aseguraré de que se encuentre bien y no le falte nada.

—Libertad es lo que le falta, Petrov. Eso es solo lo que Mike necesita –refuté.

 

Mientras la sala quedaba en soledad y todos volvían a las tareas, me acerqué a la ventana. Era noche, oscura, triste para mí. Un desasosiego me invadía de solo pensar que Mike estaba en una celda pagando por algo que no había hecho. Debía sacarlo de allí…

 

Ivan salió de la cocina junto a Miyo.

 

—Hola Chelle, me enteré del lobo lindo. No te preocupes, todo saldrá bien.

—Gracias cariño.

 

Miyo subió la escalera con dos textos bajo del brazo e Ivan se acercó.

 

—Lo lamento.

—Gracias.

—Sebastien seguro hará algo para sacarlo de la cárcel.

—No quiero que Sebastien haga algo por Mike. Es mi deber como pareja de ayudarlo.

—Es coherente. Sin embargo… ¿cómo piensas ayudarlo con tus armas? Me comentaste la otra vez que no cuentas con demasiado dinero y para pagar un buen abogado necesitas mucho. Puedo prestarte si lo deseas.

—Eres muy gentil… Acepto tu ayuda… aunque no quiero un abogado.

—¿A qué te refieres?

—Por medio de cualquier procedimiento cuente o no con un grupo enorme de abogados Mike tendrá que permanecer un tiempo en prisión. No soy tonto.

—Cierto, pero lo importante es que salga indemne de la acusación.

—Indemne ya no saldrá. El que lo metió en esto debe pagar. Y… pensándolo bien… tú eres el único que me puede ayudar.

—¿Yo?

—¿No eres el mejor rastreador?

—Eso dicen.

—Pues… necesito que averigües todo sobre el jefe de Mike. Liz consiguió muy pocos datos —leí el papel—. Su nombre es Andrev Mykolaiv, tengo la dirección de sus oficinas. Debe tener sus debilidades, su talón de Aquiles. ¿Podrías hacer eso por mí? No te meteré en problemas con Sebastien. Jamás diré que me ayudaste.

—Claro, te debo una –sonrió—. Cuenta con ello. Dame los datos que sabes del humano y el resto me encargaré yo.

 

Sebastien.

 

Esa tarde Natasha me había presentado a sus dos colaboradores. Muy introvertidos por cierto, pero era una virtud si se buscaba personas discretas y reservadas. El ejército ruso tenía la esperanza que cada descubrimiento sobre los fósiles les abriera una puerta a la fama frente al Gobierno, y nosotros albergábamos la esperanza que Natasha fuera mucho más allá que descubrimientos prehistóricos, en realidad el fin era desentrañar nuestra genética.

 

Caminamos cerca de la costa de regreso a la cabaña. El mar estaba calmo y el cielo estrellado. El aire frio traía cierta melancolía. Extrañaba a Bianca y a Nicolay, extrañaba a mi familia. Natasha en cambio parecía disfrutar de esa soledad del paisaje. Aunque pensativa se la notaba entusiasmada por el proyecto. La hija mayor de los Gólubev tenía un carácter especial. No ignoraba que amaba a su clan sin embargo bajo ningún punto de vista abandonaría su objetivo. Salvo causa grave de los Gólubev pero no era el caso. Podía decirse de ella que era firme en sus convicciones, agradable al trato fueran humanos o vampiros, aparentemente fría y analítica, aunque si bien recordaba tenía un corazón enamoradizo como cualquier joven. Había vivido aquella experiencia con mi hermano. Solo esperaba que amarlo como lo amó no le impidiera conocer a su media naranja y ser feliz. No ignoraba que Lenya había marcado a fuego ese tiempo que estuvieron juntos. Pero el destino a él le esperaba una sorpresa… El verdadero amor con una humana guerrera y dulce como era Liz.

 

No quise indagar sobre cómo se sentía Natasha hoy por hoy en cuanto a esa relación pasada. Me parecía desubicado hacerlo y lo que conocía era por boca de mi amigo Mijaíl. Ella sonreía siempre con una sonrisa plena y divertida así que era difícil saber si la ilusión que un día perdió continuaba albergando la esperanza de resurgir con otro amor. Sin embargo algo había olvidado mientras caminábamos rumbo a la cabaña… Su maravilloso don.

 

—Estoy bien no te preocupes –me miró a los ojos mientras esquivaba con elegancia un montículo de arena.

 

Al principio la observé dudoso luego comprendí y sonreí.

 

—Lo siento. Te debo parecer un entrometido.

—No, sé que adoras a papá y a todos nosotros. Pero te repito, estoy bien. Lenya ya es pasado.

—Okay… Lo que necesites sabes que cuentas conmigo.

—Gracias. Me has dado todo lo que necesito. Soy feliz en lo que hago. Lo científico es mi vida. La química, la genética es apasionante.

—Me alegro.

 

El móvil sonó en mi bolsillo.

 

—Disculpa –atendí la llamada de Scarlet.

 

Natasha se apartó y aprovechó a observa hacia el mar donde una ballena emergía dando un salto increíble. Mientras yo escuchaba atónito las nuevas noticias en la mansión.

 

¿Podía ser posible que no hubiera minuto de paz? Ahora el lobo del cual Chelle estaba enamorado estaba preso por drogas según mi hermana injustamente. Eso indicaba un hecho seguro, Chelle no se quedaría de brazos cruzados. Corté la llamada y miré a Natasha.

 

—¿Ocurre algo malo?

—Por ahora no, pero debo regresar cuanto antes a Kirkenes.

 

Expliqué a grandes rasgos el hecho y la necesidad de estar en la mansión. Natasha lo entendió perfectamente incluso me aseguró que podía arreglarse sola con los asistentes. Solo me pidió un favor. Necesitaba alguien que supiera muy bien sobre programación de ordenadores y sistemas así que me ofrecí para convencer a Numa de viajar y ayudarla en la tarea.

 

Yo, no esperé al Sterna. Prefería materializarme en la mansión esa misma noche.

 

Chelle.

 

Entré a la comisaría rozando las cuatro de la mañana. En realidad había salido de la mansión alrededor de las nueve. Sabía que Sebastien no tardaría en aparecer y todo se haría más difícil.

 

Esperé escondido en la cercanía de la jefatura hasta muy tarde. Cuando estuve convencido que por el uniforme y chapa el tal Vikingo había abandonado el lugar, me aseguré de aguardar a que Petrov junto a un compañero cogían la patrulla para hacer la ronda.

 

Me dirigí a la mesa de entradas donde una joven oficial recibía las llamadas. Aguardé a que terminara la conversación y sonreí apenas me miró.

 

—Buenas noches, busco al comisario. ¿Podría hablar con él?

—El comisario se retiró hace una hora, regresa a las seis. En su lugar puede hablar con el primer oficial, George Scheik.

—Oh… ¡Qué pena! Es con Vikingo que necesito hablar.

 

Al escuchar mencionarlo la joven dudó.

 

—¿Vikingo? ¿Lo conoce?

—Por supuesto, soy un amigo de la infancia. Le comenté que estaba interesado en entrar a la Fuerza y me dijo que me acercara que iba a ponerme al tanto de los cursos y mostrarme parte de las instalaciones. Veo que me equivoqué de horario. Fue mi culpa tendría que haberlo llamado y quise darle la sorpresa.

—Sí, que pena –sonrió—. Es que ya es muy tarde.

—Lo siento. Bueno… ¿Puedo esperarlo?

—Aún queda mucho tiempo. ¿No quiere regresar a las seis?

—Es que viajé una hora para verlo, no tendría sentido. Si no le molesta…

—Oh no, tome asiento donde guste. Debo seguir trabajando.

—Sí, disculpe. No molestaré en absoluto.

—Ahí tiene una máquina de café si gusta.

—Muchas gracias, me serviré uno. Es usted muy amable.

—De nada, espero seamos colegas muy pronto –volvió a sonreír.

—También yo –guiñé un ojo y extendí la mano—. Perdón, no me presenté. Mi nombre es Ron.

 

El primer nombre que se me había ocurrido.

 

—Un placer, Erika.

 

……………………………………………………………………………….

 

Logré beber dos cafés y mantenerme sentado durante media hora y aún no me explico cómo. Tenía a Mike a pocos metros quizás y todavía no había podido burlar la seguridad y meterme en los calabozos sin llamar la atención. El tiempo corría y debía pensar en algo. El tal Vikingo tardaría en regresar pero Petrov podría ser que no. Entonces mi mentira se descubriría.

 

Me puse de pie y me acerqué a la joven.

 

—Disculpe, ¿un baño?

 

Ella apartó el auricular de la oreja y tapó la entrada de voz.

 

—Por allí, la última puerta. Frente al vestuario está el de caballeros.

—Gracias.

 

Avancé rápidamente y llegué a la última puerta pero no entré al baño, sino al vestuario. Recorrí con la vista algunas prendas colgadas en un sector de la izquierda. Chaquetas… Junto a los percheros, estantes al parecer con pantalones. Genial…

 

Me llevó tres minutos vestirme como uno de ellos y salí al pasillo. Varias puertas para elegir pero una de ella me interesó. “Área restringida para personal ajeno”. Bien… Ahí íbamos y que la suerte me acompañara.

 

Sebastien.

 

Ron cruzado de brazos me observaba mientras me servía un coñac.

 

—¡Quieres tranquilizarte! Chelle no hará nada que nos perjudique.

 

Bebí un trago de golpe.

 

—¿Nunca te dije que admiro tu extraordinaria fe y confianza?

—Es que no le servirá meterse en líos. Vamos, estoy seguro que salió de la mansión para poder verlo.

—Scarlet dijo que estaba incomunicado.

—Bueno, es un vampiro. Debe tener sus recursos.

—A sus recursos es a los que temo.

 

Bianca bajó la escalera lentamente con cara de preocupada.

 

—Sebastien, has llegado hace horas y no has descansado. No puedes pasarte la madrugada, nervioso, pensando que algo malo ocurrirá.

—Bianca… Sabes que tengo razones para preocuparme. Chelle está desesperado y también furioso con ese tal… ¿Cómo diablos se llama el jefe de Mike?

—Mykolaiv –respondió Ron—. Seguro que estará muy lejos de Kirkenes.

—No lo creo. Hablé con Scarlet y dijo que estaba libre pero bajo sospecha así que no podrá salir de la ciudad por el momento. Conociendo a Chelle tendrá los días contados. Entonces… No sé… No quiero pensar si los humanos comienzan a sospechar de algo extraño.

—No exageres, amor. Ven… Vamos a la cama. Trata de descansar. Chelle regresará de un momento a otro.

—Quisiera estar en la sala cuando llegue.

 

Charles entró a la sala tratando de no mostrarse preocupado aunque muy difícil ante mí ya que lo conocía al dedillo.

 

—Recorrí los alrededores, no hay rastro de él. Tranquilo, debe haber ido a probar suerte si lo dejaban entrar.

—Es que no lo dejarán entrar –protesté—. Mejor iré a la comisaría.

—Por favor, quédate en la mansión. Llamarás la atención. ¿Qué dirás allí? No tienes excusa –se lamentó Bianca.

—En eso tienes razón… Ya sé lo que haré.

—¿Qué? –preguntaron al unísono.

—Avisaré a Grigorii. Si tenemos suerte y Chelle no asesinó a nadie que se interpusiera, podría evitar una catástrofe.

 

Cogí el móvil y lo llamé.

 

 

Chelle.

 

Caminé por un pasillo apenas iluminado hasta llegar a un pequeño habitáculo donde podía verse a un oficial sentado frente a un escritorio. Parecía estar haciendo palabras cruzadas o algo así mientras bebía un café. Antes que sus ojos se fijaran en mí leí la chapa identificadora.

 

—¡Vasili! ¡Tú debes ser Vasili!

 

El oficial levantó la vista y se sorprendió. Extendí la mano y sonreí.

 

—¿Perdón? –se puso de pie.

—Tú debes ser Vasili, me dijeron que estarías aquí. Soy tu nuevo compañero.

 

Arqueó la ceja y abrió la boca ante la sorpresa.

 

Mis ojos fueron al manojo de llaves sobre la mesa.

 

—No me dijeron que entraría uno nuevo a la Fuerza. ¿Hiciste el curso?

—Bueno –puse cara de compungido—, en realidad… entre nosotros… Soy amigo de Vikingo y… No tenía trabajo y me ofreció entrar a la Fuerza a prueba. Debo hacer el curso para estar a la altura del resto pero mientras tendré trabajo cuidando este recinto.

—Pero… ehm… Aquí tienes que tener responsabilidad y es un cargo que no parece importante pero lo es.

—Por supuesto, lo sé. Vikingo confía en mí. Nos conocemos desde niños. De todas formas no puedo portar arma aún. Eso me dijo.

—Oh, claro… De todas formas, ¿no te molesta que me quede contigo? De paso puedo enseñarte sobre la jefatura y ponerte un poco día.

—¡Claro! Sería genial.

 

Mierda… Necesitaba que Vasili se fuera de allí. ¿Pero cómo?

 

El oficial observó alrededor como buscando algo.

 

—Disculpa no hay una silla para ti.

—No te preocupes.

—En la sala junto a los baños hay varias sillas que usan los alumnos, tráete una así estarás más cómodo.

—¿Baños? Perdón no tengo idea de las instalaciones.

—Okay, iré yo.

—Eres muy amable.

 

Apenas desapareció tras la puerta cogí las llaves y probé una de ellas. Por suerte la puerta principal que daba a un pasillo estaba sin llaves. Evidentemente pertenecían a los calabozos. Debía apresurarme, el oficial no tardaría en buscarme y no podía darle ninguna explicación coherente que cubriera mi actuar.

 

Avancé por el pasillo desesperado observando dentro de las celdas, hasta que el aroma a lobo me guio a la antepenúltima.

 

Lo vi… Lo vi sentado en el suelo rodeado de… ¿tres presos durmiendo? No, no estaban durmiendo, parecían heridos con golpes en la cara. Mike levantó la vista y me vio. Dio un salto y se pegó a la reja.

 

—¡Chelle! Joder, ¿cómo entraste?

—No importa eso. Voy a sacarte de aquí.

 

—No sé cuál podría ser la llave… Ayúdame.

—Tienen número Chelle, busca el ocho.

 

Uno de los presos intentó levantarse y cayó nuevamente.

 

—¿Qué les has hecho?

 

Sonrió.

 

—Se cuidar mi culo muy bien.

—¡Ya lo veo! –sonreí y probé la llave que giró como las dos vueltas.

—¿Dónde iremos? Me buscarán –salió y nos abrazamos.

—No te preocupes –cogí su rostro entre las manos—. Será mientras se prueba tu inocencia.

¿Crees en mí? No he hecho nada malo.

—Lo sé, mi amor –lo besé por unos segundos—. Ahora… no tenemos tiempo solo… perdóname.

—¿Perdonarte? ¿Por qué?

 

Lo miré con un dejo de duda, sin embargo no había otra salida.

 

—Sé materializarme, pero tú no. Es la única salida.

—¿Qué haremos?

—Tú no, lo que hay que hacer lo haré yo.

 

Un golpe en la mandíbula certero y con fuerza fue lo único que necesité para desmayar a Mike. Cayó a mis pies y rápidamente mi puño se cerró en su chaqueta. Cerré los ojos… A lo lejos unas voces… Una de ellas, Petrov. Me concentré… Mis músculos, tejidos… células… desvaneciéndose... Vamos Chelle tú puedes… Tú debes hacerlo porque lo haces desde decenas de años.

 

Imaginar el tacto bajo las manos de aquel sofá donde me sentaba… la ventana que daba al balcón… la mesa de living, la alfombra… Mis pies pisando el tejido persa…

 

Mi piel ya no sintió el olor a la humedad de esas celdas… sino el olor a lavanda que tan bien recordaba… Abrí los ojos… Y la sala de la cabaña de Charles se mostró ante mis ojos. A mi lado sobre la alfombra y sujeto aún por mi puño cerrado, Mike.

 

 

Sebastien.

 

 

Bajé la escalera con Bianca pisándome los talones. Petrov sentado en el sofá en actitud despreocupada. A decir verdad, nunca lo había visto nervioso o fuera de sí. Tenía un aplomo especial para su profesión. Realmente no lo imaginaba siendo otra cosa que policía. Junto a mi amado piano, con las manos en la cintura, cabizbajo, Vikingo. En cuanto me vieron se miraron y mi cuñado se puso de pie de un salto y suspiró.

 

—Lamento traerte malas noticias, Sebastien.

—Gracias por compadecerme Grigorii, pero vayamos al grano. Buenas noches, comisario.

—Buenas noches, señor Craig.

—¿Qué ocurrió? ¿Detuvieron a Chelle?

—No, ni siquiera lo vi –respondió Grigorii.

—Entonces, ¿no fue a la comisaría a ver a Fjellner?

—Bueno, en verdad –titubeó Vikingo.

—¡Caballeros! Sean breves.

—Desea un café –invitó Bianca.

—No, gracias, señora. Señor Craig –el comisario se ajustó la chaqueta y acomodó la gorra—, su protegido según Grigorii, no solo rompió las reglas para ver al detenido y se coló por los pasillos como si fuera uno de los nuestro también engañó al guardia. Escapó con el delincuente sin dejar rastro.

—Pero… ¿Pero no tiene guardias preparados? ¿Nadie pudo detenerlo antes que violara la seguridad? Permítame decirle que sus oficiales dejan bastante que desear. ¿Fue un intruso solo y pudo con la Jefatura?

—Sebastien… —murmuró Bianca.

—El intruso, señor Craig es de los suyos. Con esto quiero decir que no es un simple humano sino un vampiro. Así que desapareció como humo en segundos.

—Se materializó –agregó Grigorii.

 

Miré a Bianca y ella a mí…

 

—¿Quién fue testigo que se materializó? –me preocupé.

—Nadie, por suerte. Es lo que pienso conociendo los dones de los vampiros. Nadie pudo salir por ningún medio por la puerta principal. Por suerte ningún mortal salvo yo, sospecha de lo paranormal –Grigorii volvió a coger asiento—. Simplemente toda la policía se siente estúpida.

—¿Sabe dónde pudo ir? Usted lo conoce bien, señor Craig.

—Por el momento no, pero le aseguró comisario que daré con ellos.

—Eso espero. Usted entiende que puedo ser condescendiente en cuanto a todos los secretos que sé de ustedes, pero por favor… me niego a cubrir un delito más.

—Nosotros no somos delincuentes. Y Mike es inocente –la voz de Liz se escuchó desde planta alta.

 

Se asomó por la barandilla y su mirada verde con vetas rojizas apuntó al comisario.

 

—¿Tiene pruebas, señorita?

—Señora –corrigió—. No, pero conozco a su familia y todos son honrados. Ese humano que dejó en libertad es el culpable de todo.

—Habrá que probarlo.

—Creo que eso tratará de hacer Chelle, comisario.

—Liz –interrumpí—. El comisario solo hace su trabajo.

—Debería hacerlo bien. Mike no es un traficante, a sola vista puede uno verlo.

—Entiéndame, usted lo conocerá pero el chico puede haber llevado otra vida oculta.

—Según tengo entendido todos somos inocentes hasta probar lo contrario.

—En eso tiene razón mi cuñada –afirmó Bianca.

—Sí, pero sucede que Fjellner fue sorprendido con la droga. Puede decirlo Grigorii mismo.

 

Grigorii se tomó unos segundos para continuar.

 

—Liz, sé que eres amiga de Bua. No queremos perjudicar a su hermano. Es la ley.

—¿Ley? La de ustedes, los humanos. Que bastante deja que desear.

—Por favor –interrumpí—. Dejemos al comisario hacer su trabajo. Si Mike es inocente no habrá ningún obstáculo para que recupere su libertad. Chelle podrá colaborar en ello y lo ayudaremos. Sin embargo no es la forma la que escogió y lo entiendo.

—¿Si fuera Bianca no actuarías así?

—Liz…

—Sí, lo harías. Como yo por Lenya o él por mí.

—Disculpen, debo retirarme y continuar con mi trabajo. Solo quería notificarlo y pedirle que en todo lo que pueda colaborar, se lo agradezco.

—No se preocupe. Buenas noches, comisario.

—Te acompaño hasta los portones –dijo Grigorii.

 

Cuando ambos salieron de la sala Bianca me miró. Liz se retiró a la habitación y me senté en el sofá.

 

—No creas que no comprendo lo que ha hecho Chelle pero todo será más difícil para Mike de esta forma.

—Está desesperado y quiere probar su inocencia. Estoy segura que Mike lo es.

—¿Sabes dónde está Charles y Ron?

—Margaret dijo que salieron a cazar.

—Bien, cuando regresen hablaré con ellos para que me ayuden en la búsqueda. Quizás Charles tenga noticias de Chelle.

 

Chelle.

 

—¡Mike! ¡Mike! –lo sacudí en forme violenta para despertarlo.

 

Él aspiró el aire de golpe y parpadeó. Rápidamente su mano tocó la mandíbula dolorida.

 

—¿Qué ocurrió?

—Lo siento, te golpee. No podía materializarme contigo sino eras peso muerto.

—Pues casi me matas –sonrió con gesto incómodo.

—Pero ya estás fuera de allí.

—Gracias… —observó alrededor mientras lo ayudaba a ponerse de pie—. ¿La casa de Charles?

—Sí, está vacía. Sebastien decidió que por breve tiempo viviéramos todos juntos en la mansión por seguridad.

—¿Tu hermana?

—No, una serie de temblores que aún no tienen explicación. Escucha, te conseguiré algo de ropa y pondré la que tienes para lavar. Seguro quieres darte un baño.

—Por favor, gracias.

—Ven, sígueme. Mientras te bañas prepararé algo de comer.

—¿Hay comida en la casa de vampiros? –sonrió.

 

Devolví la sonrisa.

 

—Margaret le gusta cocinar para alguna visita humana. Así que tengo víveres. ¿Un emparedado?

—Genial. No he comido en dos días. Lo que sirven es… como decirlo…

—Lo imagino, no es caviar precisamente.

 

Avancé por el pasillo que comunicaba con habitaciones de la casa y él me detuvo.

 

—¡Chelle!

 

Me detuve y lo miré.

 

—¿Qué haré con el correr de los días? La policía no vendrá hasta aquí pero si Sebastien o Charles.

—De eso me ocupo yo.

—Debo demostrar mi inocencia.

—Lo sé, tengo un plan pero para eso debemos esperar unos días. Mientras permaneceremos aquí.

—Yo… no quiero abusar de tu ayuda pero necesitaría tranquilizar a mi familia. Mi móvil me lo quitó la policía.

—¡Claro! –quité el móvil del bolsillo y lo extendí—. Llama a tu madre y dile que no se preocupe.

—Gracias… por todo.

—No me des las gracias. Te amo y tú harías lo mismo por mí.

—Sí, claro que sí.

 

……………………………………………………………………………….

 

Mike se acercó a la cocina donde yo quitaba del horno unos panecillos crujientes. El aroma a violetas del jabón se mezcló con la clorofila propia de su piel.

 

Apoyó sus manos en la encimera y me observó divertido. Tenía una hermosa sonrisa. Aun cuando los tiempos no fueran los mejores.

 

—¿Sabes amasar?

 

Negué con la cabeza.

 

—Son bollos precocidos que compra Margaret en la feria de Kirkenes. Solo los rellenaré con jamón y queso.

—Suena bien, gracias. Ah y gracias por la ropa.

—Bueno… dadas tus características el único más delgado y alto es Ivan. Suerte que dejó algunas mudas en el vestidor. Espero no le importe.

—Sí le importará. Es un Gólubev, y es cuñado de Drank a pesar de él. No le cae gracia los lobos –se sentó en un taburete.

—Pues se ofreció ayudarme en tu caso –corté un trozo de panecillo y lo extendí—. Prueba.

 

Comió con ganas y me dio el “Okay” Dio un vistazo alrededor de la cocina y suspiró.

 

—Los Craig viven muy bien. Esta cocina es muy bella. También el baño.

—Cierto. Hay cuatro –quité una fuente del armario.

—¿Cuatro baños?

—Uno principal y los tres en habitaciones.

—Debí imaginarlo… ¿Es tu habitación? Olía a ti por todas partes.

—Lo siento, no debo fumar dentro de la casa y a veces lo hago.

—No me refería al tabaco turco –me miró fijo y como por arte de magia mis mejillas se encendieron.

 

Arrastré la bandeja hacia su lado y sonreí.

 

—Sé que no has comido hace un tiempo.

—Más tiempo hace que estoy sin ti.

 

El aire escapó por mi boca y mi corazón se aceleró. Sin embargo, hice un esfuerzo por hundirme en sus ojos ámbar a pesar que mis piernas parecían no poder sostenerme.

 

—Me encanta cuando te pones nervioso –sonrió—. Me recuerdas cuando nos mirábamos en el aula.

—No he logrado que eso cambie –balbucee—. Parezco idiota.

—Nada de eso –su voz fue bajando de tono hasta convertirse en un susurro—. Tu actitud frente a mí tiene un enorme encanto.

—¿Tú crees?

—Sí… ¿Me muestras tu habitación?

 

Sonreí y percibí todos mis sentidos encenderse.

 

—¿Los emparedados podrían esperar? –pregunté casi sin dudarlo.

—El mundo entero podría esperar si se trata de estar contigo.

 

Di un salto pasé por encima de la encimera y mis brazos lo rodearon con fuerza.

 

Rio.

 

—Amo esa velocidad en los vampiros.

 

Lo besé, lo besé con locura, con ese amor que fluía por cada poro y solo deseaba saciarse de él.

 

Esta demás decir que los panecillos, quedaron para después… Quedaba muy poco tiempo para que la madrugada diera paso a la mañana, pero lo aprovechamos muy bien. Había extrañado tanto su cuerpo pegado al mío, el sabor de su piel de lobo, los labios rellenos a los que adoraba mordisquear, y los latidos frenéticos de su corazón y el mío.

 

¿Cómo explicarlo? El encaje de nuestros cuerpos no era solo físico, era profundo y palpable en todo el aire de la habitación. Sus ojos dorados ante un inminente orgasmo, se colaban por cada tejido de mis músculos y una corriente eléctrica acariciaba de punta a punta mi ser produciendo el más delicioso éxtasis.

 

Entonces, se produce una antítesis. Por un lado deseas ferviente que él continúe amándote, avanzando en ese goce mutuo, pero deseas que el tiempo se detenga. Imposible, ambos hechos están unidos. Quizás porque el detalle está en que le temes a lo que ocurra mañana, o pasado. Y yo pensaba en ello… ¿Saldría todo bien para Mike y para mí? ¿Lograría demostrar su inocencia? El futuro es incierto, sobre todo cuando no depende solo de ti. Aunque estaba seguro que lucharía con todas las armas. Traté de vivir el momento, de disfrutar cada minuto del presente que era lo seguro, y que nada empañara nuestro primer encuentro después de tantas idas y vueltas.

 

……………………………………………………………………………….

 

Estar enamorado es el estado más perfecto del ser. Finalmente entendí que los problemas a enfrentar se hacían pequeños, y los truenos como los de esta mañana se asemejaban a una bella música de cámara. La lluvia había comenzado hacía menos de una hora y por su caída torrencial tendríamos para rato. No importaba, realmente no importaba que lloviera a cántaros, que nevara, o que hiciera cuarenta grados fuera de la habitación. Tenía a Mike dormido entre mis brazos, ¿qué más podía pedir?

 

También era consciente que la situación idílica podría cambiar si Ivan no llegaba a tiempo con lo que le había pedido. Tenía que descubrir al culpable de la desgracia de Mike. Descubrir al que lo había acusado impunemente después que lo había usado. Esperaba que el mayor de los Gólubev se contactara por móvil ya que no lo cruzaría en la mansión.

 

¿Qué hubiera hecho mi hermana ante un enemigo? Lo hubiera asesinado sin perder tiempo, sin embargo a ella no le importaban los Craig y las razas ocultas, pero a mí sí. Sebastien debía entender que no iba a ponerlos en peligro aunque las apariencias demostraran lo contrario.

 

Mis dedos se deslizaron por los cabellos cortos de Mike. Al tacto estaban sedosos y húmedos de una ducha reciente. Se había dormido hacía diez minutos y me sentí culpable de no contenerme y dejarlo descansar.

 

Levantó la cabeza de mi abdomen y entreabrió sus ojos soñolientos.

 

—Perdón –sonreí—. Te veías demasiado atractivo.

 

El ámbar de su iris un tanto apagado por el sueño se tornó brillante.

 

—Perdonado –sonrió y reptó por el cuerpo hasta esconder sus labios en mi cuello.

 

Acaricié esa espalda desnuda que amaba tanto contemplarla como tocarla. La sábana blanca enredada en sus torneados muslos se deslizó por el movimiento y descubrió más piel. Imposible que mis manos quedaran inertes ante tanto paraíso a disposición. No podía olvidarme del festín que significaba hacerle el amor de punta a punta. Si aún tenía el sabor del almizcle en mis labios y el sonido en los oídos de nuestros gemidos. ¿Me cansaría alguna vez de tenerlo pegado a mí? ¿Alguna vez mi sonrisa no despertaría al observar la suya? Es que tenía algo especial en el cuerpo y rostro que me atraía como imán.  Desde su perfecto trasero hasta el hoyuelo cuando reía.

 

Un trueno retumbó en las paredes y mis brazos lo encerraron como protegiéndolo. No era que la naturaleza fuera una enemiga, pero creo que fue instinto porque no lo pensé.

 

—¡Buen día caballeros! ¡Pónganse algo decente los espero en la sala! ¡Y no se escondan, sé que están aquí!

 

Mike se incorporó de un salto y me miró con gesto de desesperación. Me levanté de la cama y traté de tranquilizarlo a pesar de que la voz de Charles me había tomado por sorpresa.

 

—Calma, es Charles. Vístete con lo de Ivan. Iré a la sala y trataré de explicar todo.

—¿Le dirás a Charles lo que irás a hacer?

—No tengo escapatoria, es el único Craig que podría contar como aliado.

—Okay…

 

……………………………………………………………………………….

 

Entré a la sala acomodándome el cabello. Charles Salió de la cocina con una taza humeante en mano.

 

—Me preparé un café, espero no te importe. Dejé el odioso paraguas en un rincón así no empapo la sala.

—Es tu casa –murmuré compungido.

—Es tu hogar también. Ven, siéntate.

—Sí… Gracias.

 

Se acomodó en el sofá y me senté frente a él.

 

—¿Y dónde está el prófugo? –bebió un trago de café.

—En la habitación.

—¡Por supuesto! Tonta pregunta la mía. ¿En qué otro lado podría estar?

—Lo siento… Yo…

—No te disculpes ni te excuses. Por un lado para el hecho a escondidas no hay excusa, y por la motivación no necesitas disculparte. Cuéntame, ¿por qué supongo que tendrás un plan? Me corrijo, un buen plan.

—Sí…

—¡Eso es bueno escuchar! Cuéntame, porque me tienes preocupado.

—¿Alguien más sabe que estoy aquí?

—¿Crees que hubiera venido solo? Margaret es la única pero por ella no te preocupes.

—Deben estar furiosos conmigo. Sebastien, Bianca, Scarlet, Petrov…

—Debiste pedir ayuda a Sebastien.

—Charles… Sebastien no tiene un gran cariño por los lobos.

—Pero sí por ti. Aún no has entendido que somos tu familia, ¿verdad?

 

Bajé la vista.

 

—¿O no nos crees?

—Sí, lo siento. Creí que dominaría la situación solo y espero hacerlo.

—¿Solo? Vaya, gran confianza te tienes. Yo diría que rozando lo omnipotente.

—No te enfades conmigo. Eres mi único amigo.

—Pues si me consideras tu amigo debiste confiar en mí.

—No me malinterpretes, lo que no desee es meterte en líos con Sebastien. Ahora que lo sabes, ¿no se lo dirás?

—¡Claro que se lo diré!

—¡Lo ves!

—Es que no entiendes que lo peor que puedes hacer es arreglar las cosas por tu cuenta.

—Iván me ayudará.

—¿Ivan? ¿Ayudando a tu lobo? Bueno… Has logrado un milagro o ¿lo has torturado?

—No lo digas ni en broma. No soy ella… —suspiré—. Es solo información y él es muy bueno en ello.

—¿Qué harás cuando tengas esa –dibujó comillas en el aire—, “información”?

—No los expondré, tranquilo.

—¿No? Querido Chelle te pondré al tanto de los hechos. Un detenido se ha escapado ante los ojos de toda una Jefatura, la policía ha quedado muy mal parada ante muchos humanos. Claro… Nadie puede explicarse como salió de allí sin ser visto por la única puerta de entrada y salida de la comisaría. ¿Crees que se sienten seguros si un delincuente logra escapar?

—Mike no es un delincuente.

—No dije eso. Piensa como un humano. Porque eso es lo que ha hecho Sebastien para tratar de vivir entre ellos si ser descubierto.

—Lo siento…

—Okay… Cuéntame tu plan –bebió otro trago de café.

 

Así lo hice. Conté todo lo que pensaba hacer y me escuchó en silencio.

 

—Buen día –Mike entró a la sala con rostro preocupado.

—Buen día –contestó Charles—, ¿cómo te sientes?

—Bien… Yo… Siento mucho haber metido a Chelle en problemas. ¡Por favor, no se lo diga a Sebastien! No quiero que le ocurra algo malo a mi pareja.

 

Charles se puso de pie y depositó la taza de café en la mesa. Se acercó a Mike lentamente mirándolo a los ojos.

 

—Sé que no conoces bien a Sebastien. Te pondré al tanto en cinco minutos. Nuestro actual líder es hijo de Adrien Craig o del gran Thor como seguramente lo conocerían tus bisabuelos. Puede que tenga defectos como todos pero su baluarte es la justicia, equidad, diplomacia, y buenos sentimientos. Nunca haría daño por placer o por deporte. Solo intentó e intentará un mundo en paz entre las razas. Para ello entre otras cosas debió actuar decenas de años con discreción.

—Casi me asesina cuando pensó que había matado al padre de Mike –interrumpí.

 

Giró la cabeza y me observó unos segundos. Me recorrió de arriba abajo con tristeza hasta que el iris borgoña se clavó en mis ojos.

 

—¿Aún tienes ese rencor? Tengo entendido que te ha pedido disculpas y por algún hecho fortuito o no, su decisión es que aún estés aquí, vivo. Trata de quitarte ese dolor y cuando perdones, hazlo de corazón. Es un consejo de alguien que se considera tu amigo.

—Si eres mi amigo, no se lo digas. Yo arreglaré todo te lo prometo.

—Te daré veinticuatro horas, no porque no sea tu amigo sino porque no suelo mentir a Sebastien. Ya lo tuve que hacer una vez sobre su hermano. Lo hice por Adrien y su secreto. Sin embargo te aseguro que fue una carga muy dolosa de soportar –avanzó hacia la salida y se giró para mirarme—. Veinticuatro horas, Chelle. Ni un minuto más.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


8 comentarios:

  1. Uy genial capítulo fue emocionante la fuga de Mike y el encuentro romántico con Chelle. Veamos que pasa. Te mando un gran abrazo y te deseo un buen fin de semana

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    1. ¡Hola Citu! Muchas gracias por comentar. Fue un escape que casi sale mal pero por suerte ya están lejos de allí. Veremos si Chelle logra demostrar la inocencia de Mike.
      Yo también adoro a esa pareja. Han pasado muchas pero siguen con un amor fiel y verdadero. Te mando un besote y feliz semana para ti.

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  2. Chelle ha conseguido que Mike escape y los policias no se explicaran como ha podido pasar y creeran que Mike es mas culpable.Me ha gustado mucho y esta muy interesante.Besos.

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    1. ¡Hola Ramón! Muchas gracias por comentar. Chelle creo que ha puesto peor las cosas por no pedir ayuda a Sebastien. Aunque quizás tenga suerte en su plan. Mike se lo merece por ser inocente. Te mando un abrazo enorme y feliz semana para ti.

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  3. Bravo, bravísimo Chelle!!! No se puede consentir del verbo consentimiento que un inocente esté en una celda. Osease, Mike no es culpable. Bravoooo, bravísimoooo Chelle, repito del verbo repetición!!! Vivaaaaaa el amor amore y vivaaaaaaa la autora de Los Craig!!!!!

    Mela se va recuperando, si es que es una floja peroooo ya no tiene la nariz rota.

    Besoteeeeeessssss!!!!

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    1. ¡Hola mi sol! Gracias por comentar.
      Siii, muy bien por Chelle! Mike no podía quedarse en la cárcel veremos que hará Sebastien y la policía. Le damos las gracias a Iván también.
      Me alegro que Mela este mejor, un beso grande para ti y para ella por supuesto. ¡Feliz semana para ambas!

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  4. Hola, Lou... Muchas gracias por tu cariñoso deseo... Estoy bastante mejor, no te diré que bien del todo porque quizás Merche tiene razón y soy algo floja
    Voy al capítulo estupendo que acabo de leer... Es muy posible que, tarde o temprano, la verdad salga a la luz... pero no sé si siempre ocurre de este modo
    Yo entiendo a Chelle, entiendo que esté desesperado... Sabe que Mike es inocente, que es injusto que esté en una celda... Por lo tanto, estoy muy de acuerdo con lo que ha dicho Liz... todos hubieran actuado como Chelle de encontrarse en su lugar... Yo también, si tuviera los poderes de Chelle ;-)
    Y creo que Chelle ha elegido un inmejorable lugar para llevar a Mike... la cabaña de Charles
    Y voy a terminar mi comentario con una frase que he leído en este magnifico capítulo... "Estar enamorado es el estado más perfecto del ser"
    Besos

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    1. ¡Hola Mela! Te he extrañado querida escritora. Gracias por tu comentario y me alegro que vayas mejor. Ánimo que pronto estarás diez puntos.
      Chelle ha optado por seguir sus sentimientos y de cualquier forma ha pensado y no fue arrebatado. Iván puede ayudarlo y Charles también. Veremos que piensa Sebastien.
      Si tuviera los poderes de Chelle también obraría en nombre de la justicia. Estoy de acuerdo contigo.
      Hermosa frase y real. Enamorarse es soñar despierto y está genial que cualquier persona tenga esa oportunidad de sentirlo en algún momento de su vida.
      Gracias tesoro, muchas gracias por estar aquí. ¡Un besazo grande!

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Gracias por visitarme y comentar.