¡Hola chicos! Lamento la demora espero que disfruten el capi. Dedico este capítulo a dos lectoras. A Mela que se recupere pronto, y a Diana porque sin ella y el ánimo que me da siempre no hubiera terminado el capi hoy. Besotes y feliz semana.
Capítulo 49.
Al límite.
Chelle.
De
pie en la gran sala de los Craig, escuchaba a Grigorii Petrov explicándome una
serie de procedimientos que en realidad poco me interesaban. Quería a Mike
fuera de prisión y nada más. “Poca cosa hay para hacer”. Eso fue lo que dijo
mirándome con compasión, al igual que Scarlet, Rose, Charles, Margaret, y
Bianca. Porque a esa altura nadie que estaba en la sala ignoraba que Mike me
importaba. Todos trataron de tranquilizarme asegurando que si el lobo era
inocente tarde o temprano la verdad saldría a la luz. ¿Tarde o temprano? ¿Qué
significaba en medida de tiempo tarde o temprano? Nadie respondió cuando
pregunté.
—Quiero
la verdad –me acerqué a Grigorii y lo enfrenté—. No me mientas, por favor.
Suspiró
y bajó la vista.
—El
chico está complicado. Al que señaló como jefe negó saber que iba hacer
Fjellner al puerto. No hay nada que lo implique.
—¿Y
ese amigo que debía recibir el regalo?
—Otto
Meyer se ahorcó antes de que subiéramos al barco a detenerlo.
—¡Mierda!
Desgraciado.
—Pobre
Mike –dijo Liz bajando la escalera—. Pienso también en Bua y su familia. ¿Hasta
cuándo van a sufrir?
—Chelle,
lo siento –Bianca se levantó del sofá y se acercó—. Sé que debes estar molesto
por la situación horrible y…
—No
estoy molesto, estoy desesperado. Quiero a Mike fuera de la cárcel. No se lo
merece. Y no me vengan con que la vida es injusta y hay hechos desafortunados y
bla, bla, bla. Con todo el respeto que me merecen todos los Craig. Si intentan convencerme
que me quede de brazos cruzados les diré que no lo conseguirán.
—Espera
a Sebastien. Él sabrá qué hacer.
—¿Sebastien?
Últimamente los lobos no le caen en gracia. ¿Qué puede importarle Mike?
—Chelle,
no seas injusto. Sabes que Sebastien tiene un gran cariño por ti.
—No
he dicho lo contrario. Sin embargo no soy yo el que está en prisión
injustamente.
Liz
quitó un papel de su bolsillo de los jeans.
—Bua
me dio los datos que me pediste –extendió el papel y lo cogí.
—Gracias.
Me será muy útil.
—Chelle,
ten cuidado con lo que harás. Piensa que nuestra raza no puede quedar expuesta
–se preocupó Bianca.
—No
te preocupes. No haré nada que Sebastien me reproche. Al menos nada grave que
los ponga en una situación comprometedora.
—Disculpa,
no quiero ofender a nadie –Rose se animó a sugerir—, pero… ¿Podrías dar
seguridad que tu chico no estaba metido en el mal llamado negocio de las
drogas?
—Absolutamente.
Mike jamás daría un disgusto así a su familia. No fue educado para vivir al
margen de la ley. Es un chico simple y honrado.
—Estoy
seguro que todo se aclarará –Charles palmeó mi espalda—. Scarlet ya le comunicó
a Sebastien.
—Gracias.
—Yo
debo regresar a la jefatura. Voy a cambiarme –dijo Scarlet levantándose del
sofá y avanzando hacia la escalera.
—¿Podría
verlo? –supliqué.
Ella
se detuvo y se compadeció.
—Lo
siento, está incomunicado. Nadie puede verlo, solo su abogado.
—Por
cierto, Sebastien me dio un número de móvil para contratar a un profesional
excelente –Bianca se dirigió al despacho.
Grigorii
se dispuso a abandonar la sala.
—Voy
a descansar unas horas. Cuando regrese a la jefatura me aseguraré de que se
encuentre bien y no le falte nada.
—Libertad
es lo que le falta, Petrov. Eso es solo lo que Mike necesita –refuté.
Mientras
la sala quedaba en soledad y todos volvían a las tareas, me acerqué a la
ventana. Era noche, oscura, triste para mí. Un desasosiego me invadía de solo
pensar que Mike estaba en una celda pagando por algo que no había hecho. Debía
sacarlo de allí…
Ivan
salió de la cocina junto a Miyo.
—Hola
Chelle, me enteré del lobo lindo. No te preocupes, todo saldrá bien.
—Gracias
cariño.
Miyo
subió la escalera con dos textos bajo del brazo e Ivan se acercó.
—Lo
lamento.
—Gracias.
—Sebastien
seguro hará algo para sacarlo de la cárcel.
—No
quiero que Sebastien haga algo por Mike. Es mi deber como pareja de ayudarlo.
—Es
coherente. Sin embargo… ¿cómo piensas ayudarlo con tus armas? Me comentaste la
otra vez que no cuentas con demasiado dinero y para pagar un buen abogado
necesitas mucho. Puedo prestarte si lo deseas.
—Eres
muy gentil… Acepto tu ayuda… aunque no quiero un abogado.
—¿A
qué te refieres?
—Por
medio de cualquier procedimiento cuente o no con un grupo enorme de abogados
Mike tendrá que permanecer un tiempo en prisión. No soy tonto.
—Cierto,
pero lo importante es que salga indemne de la acusación.
—Indemne
ya no saldrá. El que lo metió en esto debe pagar. Y… pensándolo bien… tú eres
el único que me puede ayudar.
—¿Yo?
—¿No
eres el mejor rastreador?
—Eso
dicen.
—Pues…
necesito que averigües todo sobre el jefe de Mike. Liz consiguió muy pocos
datos —leí el papel—. Su nombre es Andrev Mykolaiv, tengo la dirección de sus
oficinas. Debe tener sus debilidades, su talón de Aquiles. ¿Podrías hacer eso
por mí? No te meteré en problemas con Sebastien. Jamás diré que me ayudaste.
—Claro,
te debo una –sonrió—. Cuenta con ello. Dame los datos que sabes del humano y el
resto me encargaré yo.
Sebastien.
Esa
tarde Natasha me había presentado a sus dos colaboradores. Muy introvertidos
por cierto, pero era una virtud si se buscaba personas discretas y reservadas.
El ejército ruso tenía la esperanza que cada descubrimiento sobre los fósiles
les abriera una puerta a la fama frente al Gobierno, y nosotros albergábamos la
esperanza que Natasha fuera mucho más allá que descubrimientos prehistóricos,
en realidad el fin era desentrañar nuestra genética.
Caminamos
cerca de la costa de regreso a la cabaña. El mar estaba calmo y el cielo
estrellado. El aire frio traía cierta melancolía. Extrañaba a Bianca y a
Nicolay, extrañaba a mi familia. Natasha en cambio parecía disfrutar de esa
soledad del paisaje. Aunque pensativa se la notaba entusiasmada por el
proyecto. La hija mayor de los Gólubev tenía un carácter especial. No ignoraba
que amaba a su clan sin embargo bajo ningún punto de vista abandonaría su
objetivo. Salvo causa grave de los Gólubev pero no era el caso. Podía decirse
de ella que era firme en sus convicciones, agradable al trato fueran humanos o
vampiros, aparentemente fría y analítica, aunque si bien recordaba tenía un
corazón enamoradizo como cualquier joven. Había vivido aquella experiencia con
mi hermano. Solo esperaba que amarlo como lo amó no le impidiera conocer a su
media naranja y ser feliz. No ignoraba que Lenya había marcado a fuego ese tiempo
que estuvieron juntos. Pero el destino a él le esperaba una sorpresa… El
verdadero amor con una humana guerrera y dulce como era Liz.
No
quise indagar sobre cómo se sentía Natasha hoy por hoy en cuanto a esa relación
pasada. Me parecía desubicado hacerlo y lo que conocía era por boca de mi amigo
Mijaíl. Ella sonreía siempre con una sonrisa plena y divertida así que era
difícil saber si la ilusión que un día perdió continuaba albergando la
esperanza de resurgir con otro amor. Sin embargo algo había olvidado mientras
caminábamos rumbo a la cabaña… Su maravilloso don.
—Estoy
bien no te preocupes –me miró a los ojos mientras esquivaba con elegancia un
montículo de arena.
Al
principio la observé dudoso luego comprendí y sonreí.
—Lo
siento. Te debo parecer un entrometido.
—No,
sé que adoras a papá y a todos nosotros. Pero te repito, estoy bien. Lenya ya
es pasado.
—Okay…
Lo que necesites sabes que cuentas conmigo.
—Gracias.
Me has dado todo lo que necesito. Soy feliz en lo que hago. Lo científico es mi
vida. La química, la genética es apasionante.
—Me
alegro.
El
móvil sonó en mi bolsillo.
—Disculpa
–atendí la llamada de Scarlet.
Natasha
se apartó y aprovechó a observa hacia el mar donde una ballena emergía dando un
salto increíble. Mientras yo escuchaba atónito las nuevas noticias en la
mansión.
¿Podía
ser posible que no hubiera minuto de paz? Ahora el lobo del cual Chelle estaba
enamorado estaba preso por drogas según mi hermana injustamente. Eso indicaba
un hecho seguro, Chelle no se quedaría de brazos cruzados. Corté la llamada y
miré a Natasha.
—¿Ocurre
algo malo?
—Por
ahora no, pero debo regresar cuanto antes a Kirkenes.
Expliqué
a grandes rasgos el hecho y la necesidad de estar en la mansión. Natasha lo
entendió perfectamente incluso me aseguró que podía arreglarse sola con los
asistentes. Solo me pidió un favor. Necesitaba alguien que supiera muy bien
sobre programación de ordenadores y sistemas así que me ofrecí para convencer a
Numa de viajar y ayudarla en la tarea.
Yo,
no esperé al Sterna. Prefería materializarme en la mansión esa misma noche.
Chelle.
Entré
a la comisaría rozando las cuatro de la mañana. En realidad había salido de la
mansión alrededor de las nueve. Sabía que Sebastien no tardaría en aparecer y
todo se haría más difícil.
Esperé
escondido en la cercanía de la jefatura hasta muy tarde. Cuando estuve
convencido que por el uniforme y chapa el tal Vikingo había abandonado el lugar,
me aseguré de aguardar a que Petrov junto a un compañero cogían la patrulla
para hacer la ronda.
Me
dirigí a la mesa de entradas donde una joven oficial recibía las llamadas.
Aguardé a que terminara la conversación y sonreí apenas me miró.
—Buenas
noches, busco al comisario. ¿Podría hablar con él?
—El
comisario se retiró hace una hora, regresa a las seis. En su lugar puede hablar
con el primer oficial, George Scheik.
—Oh…
¡Qué pena! Es con Vikingo que necesito hablar.
Al
escuchar mencionarlo la joven dudó.
—¿Vikingo?
¿Lo conoce?
—Por
supuesto, soy un amigo de la infancia. Le comenté que estaba interesado en
entrar a la Fuerza y me dijo que me acercara que iba a ponerme al tanto de los
cursos y mostrarme parte de las instalaciones. Veo que me equivoqué de horario.
Fue mi culpa tendría que haberlo llamado y quise darle la sorpresa.
—Sí,
que pena –sonrió—. Es que ya es muy tarde.
—Lo
siento. Bueno… ¿Puedo esperarlo?
—Aún
queda mucho tiempo. ¿No quiere regresar a las seis?
—Es
que viajé una hora para verlo, no tendría sentido. Si no le molesta…
—Oh
no, tome asiento donde guste. Debo seguir trabajando.
—Sí,
disculpe. No molestaré en absoluto.
—Ahí
tiene una máquina de café si gusta.
—Muchas
gracias, me serviré uno. Es usted muy amable.
—De
nada, espero seamos colegas muy pronto –volvió a sonreír.
—También
yo –guiñé un ojo y extendí la mano—. Perdón, no me presenté. Mi nombre es Ron.
El
primer nombre que se me había ocurrido.
—Un
placer, Erika.
……………………………………………………………………………….
Logré
beber dos cafés y mantenerme sentado durante media hora y aún no me explico
cómo. Tenía a Mike a pocos metros quizás y todavía no había podido burlar la
seguridad y meterme en los calabozos sin llamar la atención. El tiempo corría y
debía pensar en algo. El tal Vikingo tardaría en regresar pero Petrov podría
ser que no. Entonces mi mentira se descubriría.
Me
puse de pie y me acerqué a la joven.
—Disculpe,
¿un baño?
Ella
apartó el auricular de la oreja y tapó la entrada de voz.
—Por
allí, la última puerta. Frente al vestuario está el de caballeros.
—Gracias.
Avancé
rápidamente y llegué a la última puerta pero no entré al baño, sino al
vestuario. Recorrí con la vista algunas prendas colgadas en un sector de la
izquierda. Chaquetas… Junto a los percheros, estantes al parecer con pantalones.
Genial…
Me
llevó tres minutos vestirme como uno de ellos y salí al pasillo. Varias puertas
para elegir pero una de ella me interesó. “Área restringida para personal
ajeno”. Bien… Ahí íbamos y que la suerte me acompañara.
Sebastien.
Ron
cruzado de brazos me observaba mientras me servía un coñac.
—¡Quieres
tranquilizarte! Chelle no hará nada que nos perjudique.
Bebí
un trago de golpe.
—¿Nunca
te dije que admiro tu extraordinaria fe y confianza?
—Es
que no le servirá meterse en líos. Vamos, estoy seguro que salió de la mansión
para poder verlo.
—Scarlet
dijo que estaba incomunicado.
—Bueno,
es un vampiro. Debe tener sus recursos.
—A
sus recursos es a los que temo.
Bianca
bajó la escalera lentamente con cara de preocupada.
—Sebastien,
has llegado hace horas y no has descansado. No puedes pasarte la madrugada,
nervioso, pensando que algo malo ocurrirá.
—Bianca…
Sabes que tengo razones para preocuparme. Chelle está desesperado y también
furioso con ese tal… ¿Cómo diablos se llama el jefe de Mike?
—Mykolaiv
–respondió Ron—. Seguro que estará muy lejos de Kirkenes.
—No
lo creo. Hablé con Scarlet y dijo que estaba libre pero bajo sospecha así que
no podrá salir de la ciudad por el momento. Conociendo a Chelle tendrá los días
contados. Entonces… No sé… No quiero pensar si los humanos comienzan a
sospechar de algo extraño.
—No
exageres, amor. Ven… Vamos a la cama. Trata de descansar. Chelle regresará de
un momento a otro.
—Quisiera
estar en la sala cuando llegue.
Charles
entró a la sala tratando de no mostrarse preocupado aunque muy difícil ante mí
ya que lo conocía al dedillo.
—Recorrí
los alrededores, no hay rastro de él. Tranquilo, debe haber ido a probar suerte
si lo dejaban entrar.
—Es
que no lo dejarán entrar –protesté—. Mejor iré a la comisaría.
—Por
favor, quédate en la mansión. Llamarás la atención. ¿Qué dirás allí? No tienes
excusa –se lamentó Bianca.
—En
eso tienes razón… Ya sé lo que haré.
—¿Qué?
–preguntaron al unísono.
—Avisaré
a Grigorii. Si tenemos suerte y Chelle no asesinó a nadie que se interpusiera,
podría evitar una catástrofe.
Cogí
el móvil y lo llamé.
Chelle.
Caminé
por un pasillo apenas iluminado hasta llegar a un pequeño habitáculo donde
podía verse a un oficial sentado frente a un escritorio. Parecía estar haciendo
palabras cruzadas o algo así mientras bebía un café. Antes que sus ojos se
fijaran en mí leí la chapa identificadora.
—¡Vasili!
¡Tú debes ser Vasili!
El
oficial levantó la vista y se sorprendió. Extendí la mano y sonreí.
—¿Perdón?
–se puso de pie.
—Tú
debes ser Vasili, me dijeron que estarías aquí. Soy tu nuevo compañero.
Arqueó
la ceja y abrió la boca ante la sorpresa.
Mis
ojos fueron al manojo de llaves sobre la mesa.
—No
me dijeron que entraría uno nuevo a la Fuerza. ¿Hiciste el curso?
—Bueno
–puse cara de compungido—, en realidad… entre nosotros… Soy amigo de Vikingo y…
No tenía trabajo y me ofreció entrar a la Fuerza a prueba. Debo hacer el curso
para estar a la altura del resto pero mientras tendré trabajo cuidando este
recinto.
—Pero…
ehm… Aquí tienes que tener responsabilidad y es un cargo que no parece
importante pero lo es.
—Por
supuesto, lo sé. Vikingo confía en mí. Nos conocemos desde niños. De todas
formas no puedo portar arma aún. Eso me dijo.
—Oh,
claro… De todas formas, ¿no te molesta que me quede contigo? De paso puedo
enseñarte sobre la jefatura y ponerte un poco día.
—¡Claro!
Sería genial.
Mierda…
Necesitaba que Vasili se fuera de allí. ¿Pero cómo?
El
oficial observó alrededor como buscando algo.
—Disculpa
no hay una silla para ti.
—No
te preocupes.
—En
la sala junto a los baños hay varias sillas que usan los alumnos, tráete una
así estarás más cómodo.
—¿Baños?
Perdón no tengo idea de las instalaciones.
—Okay,
iré yo.
—Eres
muy amable.
Apenas
desapareció tras la puerta cogí las llaves y probé una de ellas. Por suerte la
puerta principal que daba a un pasillo estaba sin llaves. Evidentemente
pertenecían a los calabozos. Debía apresurarme, el oficial no tardaría en
buscarme y no podía darle ninguna explicación coherente que cubriera mi actuar.
Avancé
por el pasillo desesperado observando dentro de las celdas, hasta que el aroma
a lobo me guio a la antepenúltima.
Lo
vi… Lo vi sentado en el suelo rodeado de… ¿tres presos durmiendo? No, no
estaban durmiendo, parecían heridos con golpes en la cara. Mike levantó la
vista y me vio. Dio un salto y se pegó a la reja.
—¡Chelle!
Joder, ¿cómo entraste?
—No
importa eso. Voy a sacarte de aquí.
—No
sé cuál podría ser la llave… Ayúdame.
—Tienen
número Chelle, busca el ocho.
Uno
de los presos intentó levantarse y cayó nuevamente.
—¿Qué
les has hecho?
Sonrió.
—Se
cuidar mi culo muy bien.
—¡Ya
lo veo! –sonreí y probé la llave que giró como las dos vueltas.
—¿Dónde
iremos? Me buscarán –salió y nos abrazamos.
—No
te preocupes –cogí su rostro entre las manos—. Será mientras se prueba tu
inocencia.
¿Crees
en mí? No he hecho nada malo.
—Lo
sé, mi amor –lo besé por unos segundos—. Ahora… no tenemos tiempo solo…
perdóname.
—¿Perdonarte?
¿Por qué?
Lo
miré con un dejo de duda, sin embargo no había otra salida.
—Sé
materializarme, pero tú no. Es la única salida.
—¿Qué
haremos?
—Tú
no, lo que hay que hacer lo haré yo.
Un
golpe en la mandíbula certero y con fuerza fue lo único que necesité para
desmayar a Mike. Cayó a mis pies y rápidamente mi puño se cerró en su chaqueta.
Cerré los ojos… A lo lejos unas voces… Una de ellas, Petrov. Me concentré… Mis
músculos, tejidos… células… desvaneciéndose... Vamos Chelle tú puedes… Tú debes
hacerlo porque lo haces desde decenas de años.
Imaginar
el tacto bajo las manos de aquel sofá donde me sentaba… la ventana que daba al
balcón… la mesa de living, la alfombra… Mis pies pisando el tejido persa…
Mi
piel ya no sintió el olor a la humedad de esas celdas… sino el olor a lavanda
que tan bien recordaba… Abrí los ojos… Y la sala de la cabaña de Charles se
mostró ante mis ojos. A mi lado sobre la alfombra y sujeto aún por mi puño
cerrado, Mike.
Sebastien.
Bajé
la escalera con Bianca pisándome los talones. Petrov sentado en el sofá en
actitud despreocupada. A decir verdad, nunca lo había visto nervioso o fuera de
sí. Tenía un aplomo especial para su profesión. Realmente no lo imaginaba
siendo otra cosa que policía. Junto a mi amado piano, con las manos en la
cintura, cabizbajo, Vikingo. En cuanto me vieron se miraron y mi cuñado se puso
de pie de un salto y suspiró.
—Lamento
traerte malas noticias, Sebastien.
—Gracias
por compadecerme Grigorii, pero vayamos al grano. Buenas noches, comisario.
—Buenas
noches, señor Craig.
—¿Qué
ocurrió? ¿Detuvieron a Chelle?
—No,
ni siquiera lo vi –respondió Grigorii.
—Entonces,
¿no fue a la comisaría a ver a Fjellner?
—Bueno,
en verdad –titubeó Vikingo.
—¡Caballeros!
Sean breves.
—Desea
un café –invitó Bianca.
—No,
gracias, señora. Señor Craig –el comisario se ajustó la chaqueta y acomodó la
gorra—, su protegido según Grigorii, no solo rompió las reglas para ver al
detenido y se coló por los pasillos como si fuera uno de los nuestro también
engañó al guardia. Escapó con el delincuente sin dejar rastro.
—Pero…
¿Pero no tiene guardias preparados? ¿Nadie pudo detenerlo antes que violara la
seguridad? Permítame decirle que sus oficiales dejan bastante que desear. ¿Fue
un intruso solo y pudo con la Jefatura?
—Sebastien…
—murmuró Bianca.
—El
intruso, señor Craig es de los suyos. Con esto quiero decir que no es un simple
humano sino un vampiro. Así que desapareció como humo en segundos.
—Se
materializó –agregó Grigorii.
Miré
a Bianca y ella a mí…
—¿Quién
fue testigo que se materializó? –me preocupé.
—Nadie,
por suerte. Es lo que pienso conociendo los dones de los vampiros. Nadie pudo
salir por ningún medio por la puerta principal. Por suerte ningún mortal salvo
yo, sospecha de lo paranormal –Grigorii volvió a coger asiento—. Simplemente
toda la policía se siente estúpida.
—¿Sabe
dónde pudo ir? Usted lo conoce bien, señor Craig.
—Por
el momento no, pero le aseguró comisario que daré con ellos.
—Eso
espero. Usted entiende que puedo ser condescendiente en cuanto a todos los
secretos que sé de ustedes, pero por favor… me niego a cubrir un delito más.
—Nosotros
no somos delincuentes. Y Mike es inocente –la voz de Liz se escuchó desde
planta alta.
Se
asomó por la barandilla y su mirada verde con vetas rojizas apuntó al
comisario.
—¿Tiene
pruebas, señorita?
—Señora
–corrigió—. No, pero conozco a su familia y todos son honrados. Ese humano que
dejó en libertad es el culpable de todo.
—Habrá
que probarlo.
—Creo
que eso tratará de hacer Chelle, comisario.
—Liz
–interrumpí—. El comisario solo hace su trabajo.
—Debería
hacerlo bien. Mike no es un traficante, a sola vista puede uno verlo.
—Entiéndame,
usted lo conocerá pero el chico puede haber llevado otra vida oculta.
—Según
tengo entendido todos somos inocentes hasta probar lo contrario.
—En
eso tiene razón mi cuñada –afirmó Bianca.
—Sí,
pero sucede que Fjellner fue sorprendido con la droga. Puede decirlo Grigorii
mismo.
Grigorii
se tomó unos segundos para continuar.
—Liz,
sé que eres amiga de Bua. No queremos perjudicar a su hermano. Es la ley.
—¿Ley?
La de ustedes, los humanos. Que bastante deja que desear.
—Por
favor –interrumpí—. Dejemos al comisario hacer su trabajo. Si Mike es inocente
no habrá ningún obstáculo para que recupere su libertad. Chelle podrá colaborar
en ello y lo ayudaremos. Sin embargo no es la forma la que escogió y lo
entiendo.
—¿Si
fuera Bianca no actuarías así?
—Liz…
—Sí,
lo harías. Como yo por Lenya o él por mí.
—Disculpen,
debo retirarme y continuar con mi trabajo. Solo quería notificarlo y pedirle
que en todo lo que pueda colaborar, se lo agradezco.
—No
se preocupe. Buenas noches, comisario.
—Te
acompaño hasta los portones –dijo Grigorii.
Cuando
ambos salieron de la sala Bianca me miró. Liz se retiró a la habitación y me
senté en el sofá.
—No
creas que no comprendo lo que ha hecho Chelle pero todo será más difícil para
Mike de esta forma.
—Está
desesperado y quiere probar su inocencia. Estoy segura que Mike lo es.
—¿Sabes
dónde está Charles y Ron?
—Margaret
dijo que salieron a cazar.
—Bien,
cuando regresen hablaré con ellos para que me ayuden en la búsqueda. Quizás
Charles tenga noticias de Chelle.
Chelle.
—¡Mike!
¡Mike! –lo sacudí en forme violenta para despertarlo.
Él
aspiró el aire de golpe y parpadeó. Rápidamente su mano tocó la mandíbula
dolorida.
—¿Qué
ocurrió?
—Lo
siento, te golpee. No podía materializarme contigo sino eras peso muerto.
—Pues
casi me matas –sonrió con gesto incómodo.
—Pero
ya estás fuera de allí.
—Gracias…
—observó alrededor mientras lo ayudaba a ponerse de pie—. ¿La casa de Charles?
—Sí,
está vacía. Sebastien decidió que por breve tiempo viviéramos todos juntos en
la mansión por seguridad.
—¿Tu
hermana?
—No,
una serie de temblores que aún no tienen explicación. Escucha, te conseguiré
algo de ropa y pondré la que tienes para lavar. Seguro quieres darte un baño.
—Por
favor, gracias.
—Ven,
sígueme. Mientras te bañas prepararé algo de comer.
—¿Hay
comida en la casa de vampiros? –sonrió.
Devolví
la sonrisa.
—Margaret
le gusta cocinar para alguna visita humana. Así que tengo víveres. ¿Un
emparedado?
—Genial.
No he comido en dos días. Lo que sirven es… como decirlo…
—Lo
imagino, no es caviar precisamente.
Avancé
por el pasillo que comunicaba con habitaciones de la casa y él me detuvo.
—¡Chelle!
Me
detuve y lo miré.
—¿Qué
haré con el correr de los días? La policía no vendrá hasta aquí pero si
Sebastien o Charles.
—De
eso me ocupo yo.
—Debo
demostrar mi inocencia.
—Lo
sé, tengo un plan pero para eso debemos esperar unos días. Mientras
permaneceremos aquí.
—Yo…
no quiero abusar de tu ayuda pero necesitaría tranquilizar a mi familia. Mi
móvil me lo quitó la policía.
—¡Claro!
–quité el móvil del bolsillo y lo extendí—. Llama a tu madre y dile que no se
preocupe.
—Gracias…
por todo.
—No
me des las gracias. Te amo y tú harías lo mismo por mí.
—Sí,
claro que sí.
……………………………………………………………………………….
Mike
se acercó a la cocina donde yo quitaba del horno unos panecillos crujientes. El
aroma a violetas del jabón se mezcló con la clorofila propia de su piel.
Apoyó
sus manos en la encimera y me observó divertido. Tenía una hermosa sonrisa. Aun
cuando los tiempos no fueran los mejores.
—¿Sabes
amasar?
Negué
con la cabeza.
—Son
bollos precocidos que compra Margaret en la feria de Kirkenes. Solo los
rellenaré con jamón y queso.
—Suena
bien, gracias. Ah y gracias por la ropa.
—Bueno…
dadas tus características el único más delgado y alto es Ivan. Suerte que dejó
algunas mudas en el vestidor. Espero no le importe.
—Sí
le importará. Es un Gólubev, y es cuñado de Drank a pesar de él. No le cae
gracia los lobos –se sentó en un taburete.
—Pues
se ofreció ayudarme en tu caso –corté un trozo de panecillo y lo extendí—.
Prueba.
Comió
con ganas y me dio el “Okay” Dio un vistazo alrededor de la cocina y suspiró.
—Los
Craig viven muy bien. Esta cocina es muy bella. También el baño.
—Cierto.
Hay cuatro –quité una fuente del armario.
—¿Cuatro
baños?
—Uno
principal y los tres en habitaciones.
—Debí
imaginarlo… ¿Es tu habitación? Olía a ti por todas partes.
—Lo
siento, no debo fumar dentro de la casa y a veces lo hago.
—No
me refería al tabaco turco –me miró fijo y como por arte de magia mis mejillas
se encendieron.
Arrastré
la bandeja hacia su lado y sonreí.
—Sé
que no has comido hace un tiempo.
—Más
tiempo hace que estoy sin ti.
El
aire escapó por mi boca y mi corazón se aceleró. Sin embargo, hice un esfuerzo
por hundirme en sus ojos ámbar a pesar que mis piernas parecían no poder
sostenerme.
—Me
encanta cuando te pones nervioso –sonrió—. Me recuerdas cuando nos mirábamos en
el aula.
—No
he logrado que eso cambie –balbucee—. Parezco idiota.
—Nada
de eso –su voz fue bajando de tono hasta convertirse en un susurro—. Tu actitud
frente a mí tiene un enorme encanto.
—¿Tú
crees?
—Sí…
¿Me muestras tu habitación?
Sonreí
y percibí todos mis sentidos encenderse.
—¿Los
emparedados podrían esperar? –pregunté casi sin dudarlo.
—El
mundo entero podría esperar si se trata de estar contigo.
Di
un salto pasé por encima de la encimera y mis brazos lo rodearon con fuerza.
Rio.
—Amo
esa velocidad en los vampiros.
Lo
besé, lo besé con locura, con ese amor que fluía por cada poro y solo deseaba
saciarse de él.
Esta
demás decir que los panecillos, quedaron para después… Quedaba muy poco tiempo
para que la madrugada diera paso a la mañana, pero lo aprovechamos muy bien.
Había extrañado tanto su cuerpo pegado al mío, el sabor de su piel de lobo, los
labios rellenos a los que adoraba mordisquear, y los latidos frenéticos de su
corazón y el mío.
¿Cómo
explicarlo? El encaje de nuestros cuerpos no era solo físico, era profundo y
palpable en todo el aire de la habitación. Sus ojos dorados ante un inminente
orgasmo, se colaban por cada tejido de mis músculos y una corriente eléctrica
acariciaba de punta a punta mi ser produciendo el más delicioso éxtasis.
Entonces,
se produce una antítesis. Por un lado deseas ferviente que él continúe
amándote, avanzando en ese goce mutuo, pero deseas que el tiempo se detenga.
Imposible, ambos hechos están unidos. Quizás porque el detalle está en que le
temes a lo que ocurra mañana, o pasado. Y yo pensaba en ello… ¿Saldría todo
bien para Mike y para mí? ¿Lograría demostrar su inocencia? El futuro es
incierto, sobre todo cuando no depende solo de ti. Aunque estaba seguro que
lucharía con todas las armas. Traté de vivir el momento, de disfrutar cada
minuto del presente que era lo seguro, y que nada empañara nuestro primer
encuentro después de tantas idas y vueltas.
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Estar
enamorado es el estado más perfecto del ser. Finalmente entendí que los
problemas a enfrentar se hacían pequeños, y los truenos como los de esta mañana
se asemejaban a una bella música de cámara. La lluvia había comenzado hacía
menos de una hora y por su caída torrencial tendríamos para rato. No importaba,
realmente no importaba que lloviera a cántaros, que nevara, o que hiciera
cuarenta grados fuera de la habitación. Tenía a Mike dormido entre mis brazos,
¿qué más podía pedir?
También
era consciente que la situación idílica podría cambiar si Ivan no llegaba a
tiempo con lo que le había pedido. Tenía que descubrir al culpable de la desgracia
de Mike. Descubrir al que lo había acusado impunemente después que lo había
usado. Esperaba que el mayor de los Gólubev se contactara por móvil ya que no
lo cruzaría en la mansión.
¿Qué
hubiera hecho mi hermana ante un enemigo? Lo hubiera asesinado sin perder
tiempo, sin embargo a ella no le importaban los Craig y las razas ocultas, pero
a mí sí. Sebastien debía entender que no iba a ponerlos en peligro aunque las
apariencias demostraran lo contrario.
Mis
dedos se deslizaron por los cabellos cortos de Mike. Al tacto estaban sedosos y
húmedos de una ducha reciente. Se había dormido hacía diez minutos y me sentí
culpable de no contenerme y dejarlo descansar.
Levantó
la cabeza de mi abdomen y entreabrió sus ojos soñolientos.
—Perdón
–sonreí—. Te veías demasiado atractivo.
El
ámbar de su iris un tanto apagado por el sueño se tornó brillante.
—Perdonado
–sonrió y reptó por el cuerpo hasta esconder sus labios en mi cuello.
Acaricié
esa espalda desnuda que amaba tanto contemplarla como tocarla. La sábana blanca
enredada en sus torneados muslos se deslizó por el movimiento y descubrió más
piel. Imposible que mis manos quedaran inertes ante tanto paraíso a
disposición. No podía olvidarme del festín que significaba hacerle el amor de
punta a punta. Si aún tenía el sabor del almizcle en mis labios y el sonido en
los oídos de nuestros gemidos. ¿Me cansaría alguna vez de tenerlo pegado a mí?
¿Alguna vez mi sonrisa no despertaría al observar la suya? Es que tenía algo
especial en el cuerpo y rostro que me atraía como imán. Desde su perfecto trasero hasta el hoyuelo
cuando reía.
Un
trueno retumbó en las paredes y mis brazos lo encerraron como protegiéndolo. No
era que la naturaleza fuera una enemiga, pero creo que fue instinto porque no
lo pensé.
—¡Buen
día caballeros! ¡Pónganse algo decente los espero en la sala! ¡Y no se
escondan, sé que están aquí!
Mike
se incorporó de un salto y me miró con gesto de desesperación. Me levanté de la
cama y traté de tranquilizarlo a pesar de que la voz de Charles me había tomado
por sorpresa.
—Calma,
es Charles. Vístete con lo de Ivan. Iré a la sala y trataré de explicar todo.
—¿Le
dirás a Charles lo que irás a hacer?
—No
tengo escapatoria, es el único Craig que podría contar como aliado.
—Okay…
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Entré
a la sala acomodándome el cabello. Charles Salió de la cocina con una taza
humeante en mano.
—Me
preparé un café, espero no te importe. Dejé el odioso paraguas en un rincón así
no empapo la sala.
—Es
tu casa –murmuré compungido.
—Es
tu hogar también. Ven, siéntate.
—Sí…
Gracias.
Se
acomodó en el sofá y me senté frente a él.
—¿Y
dónde está el prófugo? –bebió un trago de café.
—En
la habitación.
—¡Por
supuesto! Tonta pregunta la mía. ¿En qué otro lado podría estar?
—Lo
siento… Yo…
—No
te disculpes ni te excuses. Por un lado para el hecho a escondidas no hay
excusa, y por la motivación no necesitas disculparte. Cuéntame, ¿por qué
supongo que tendrás un plan? Me corrijo, un buen plan.
—Sí…
—¡Eso
es bueno escuchar! Cuéntame, porque me tienes preocupado.
—¿Alguien
más sabe que estoy aquí?
—¿Crees
que hubiera venido solo? Margaret es la única pero por ella no te preocupes.
—Deben
estar furiosos conmigo. Sebastien, Bianca, Scarlet, Petrov…
—Debiste
pedir ayuda a Sebastien.
—Charles…
Sebastien no tiene un gran cariño por los lobos.
—Pero
sí por ti. Aún no has entendido que somos tu familia, ¿verdad?
Bajé
la vista.
—¿O
no nos crees?
—Sí,
lo siento. Creí que dominaría la situación solo y espero hacerlo.
—¿Solo?
Vaya, gran confianza te tienes. Yo diría que rozando lo omnipotente.
—No
te enfades conmigo. Eres mi único amigo.
—Pues
si me consideras tu amigo debiste confiar en mí.
—No
me malinterpretes, lo que no desee es meterte en líos con Sebastien. Ahora que
lo sabes, ¿no se lo dirás?
—¡Claro
que se lo diré!
—¡Lo
ves!
—Es
que no entiendes que lo peor que puedes hacer es arreglar las cosas por tu
cuenta.
—Iván
me ayudará.
—¿Ivan?
¿Ayudando a tu lobo? Bueno… Has logrado un milagro o ¿lo has torturado?
—No
lo digas ni en broma. No soy ella… —suspiré—. Es solo información y él es muy
bueno en ello.
—¿Qué
harás cuando tengas esa –dibujó comillas en el aire—, “información”?
—No
los expondré, tranquilo.
—¿No?
Querido Chelle te pondré al tanto de los hechos. Un detenido se ha escapado
ante los ojos de toda una Jefatura, la policía ha quedado muy mal parada ante
muchos humanos. Claro… Nadie puede explicarse como salió de allí sin ser visto
por la única puerta de entrada y salida de la comisaría. ¿Crees que se sienten
seguros si un delincuente logra escapar?
—Mike
no es un delincuente.
—No
dije eso. Piensa como un humano. Porque eso es lo que ha hecho Sebastien para
tratar de vivir entre ellos si ser descubierto.
—Lo
siento…
—Okay…
Cuéntame tu plan –bebió otro trago de café.
Así
lo hice. Conté todo lo que pensaba hacer y me escuchó en silencio.
—Buen
día –Mike entró a la sala con rostro preocupado.
—Buen
día –contestó Charles—, ¿cómo te sientes?
—Bien…
Yo… Siento mucho haber metido a Chelle en problemas. ¡Por favor, no se lo diga
a Sebastien! No quiero que le ocurra algo malo a mi pareja.
Charles
se puso de pie y depositó la taza de café en la mesa. Se acercó a Mike
lentamente mirándolo a los ojos.
—Sé
que no conoces bien a Sebastien. Te pondré al tanto en cinco minutos. Nuestro
actual líder es hijo de Adrien Craig o del gran Thor como seguramente lo
conocerían tus bisabuelos. Puede que tenga defectos como todos pero su baluarte
es la justicia, equidad, diplomacia, y buenos sentimientos. Nunca haría daño
por placer o por deporte. Solo intentó e intentará un mundo en paz entre las
razas. Para ello entre otras cosas debió actuar decenas de años con discreción.
—Casi
me asesina cuando pensó que había matado al padre de Mike –interrumpí.
Giró
la cabeza y me observó unos segundos. Me recorrió de arriba abajo con tristeza
hasta que el iris borgoña se clavó en mis ojos.
—¿Aún
tienes ese rencor? Tengo entendido que te ha pedido disculpas y por algún hecho
fortuito o no, su decisión es que aún estés aquí, vivo. Trata de quitarte ese
dolor y cuando perdones, hazlo de corazón. Es un consejo de alguien que se considera
tu amigo.
—Si
eres mi amigo, no se lo digas. Yo arreglaré todo te lo prometo.
—Te
daré veinticuatro horas, no porque no sea tu amigo sino porque no suelo mentir
a Sebastien. Ya lo tuve que hacer una vez sobre su hermano. Lo hice por Adrien
y su secreto. Sin embargo te aseguro que fue una carga muy dolosa de soportar
–avanzó hacia la salida y se giró para mirarme—. Veinticuatro horas, Chelle. Ni
un minuto más.
Uy genial capítulo fue emocionante la fuga de Mike y el encuentro romántico con Chelle. Veamos que pasa. Te mando un gran abrazo y te deseo un buen fin de semana
ResponderEliminar¡Hola Citu! Muchas gracias por comentar. Fue un escape que casi sale mal pero por suerte ya están lejos de allí. Veremos si Chelle logra demostrar la inocencia de Mike.
EliminarYo también adoro a esa pareja. Han pasado muchas pero siguen con un amor fiel y verdadero. Te mando un besote y feliz semana para ti.
Chelle ha conseguido que Mike escape y los policias no se explicaran como ha podido pasar y creeran que Mike es mas culpable.Me ha gustado mucho y esta muy interesante.Besos.
ResponderEliminar¡Hola Ramón! Muchas gracias por comentar. Chelle creo que ha puesto peor las cosas por no pedir ayuda a Sebastien. Aunque quizás tenga suerte en su plan. Mike se lo merece por ser inocente. Te mando un abrazo enorme y feliz semana para ti.
EliminarBravo, bravísimo Chelle!!! No se puede consentir del verbo consentimiento que un inocente esté en una celda. Osease, Mike no es culpable. Bravoooo, bravísimoooo Chelle, repito del verbo repetición!!! Vivaaaaaa el amor amore y vivaaaaaaa la autora de Los Craig!!!!!
ResponderEliminarMela se va recuperando, si es que es una floja peroooo ya no tiene la nariz rota.
Besoteeeeeessssss!!!!
¡Hola mi sol! Gracias por comentar.
EliminarSiii, muy bien por Chelle! Mike no podía quedarse en la cárcel veremos que hará Sebastien y la policía. Le damos las gracias a Iván también.
Me alegro que Mela este mejor, un beso grande para ti y para ella por supuesto. ¡Feliz semana para ambas!
Hola, Lou... Muchas gracias por tu cariñoso deseo... Estoy bastante mejor, no te diré que bien del todo porque quizás Merche tiene razón y soy algo floja
ResponderEliminarVoy al capítulo estupendo que acabo de leer... Es muy posible que, tarde o temprano, la verdad salga a la luz... pero no sé si siempre ocurre de este modo
Yo entiendo a Chelle, entiendo que esté desesperado... Sabe que Mike es inocente, que es injusto que esté en una celda... Por lo tanto, estoy muy de acuerdo con lo que ha dicho Liz... todos hubieran actuado como Chelle de encontrarse en su lugar... Yo también, si tuviera los poderes de Chelle ;-)
Y creo que Chelle ha elegido un inmejorable lugar para llevar a Mike... la cabaña de Charles
Y voy a terminar mi comentario con una frase que he leído en este magnifico capítulo... "Estar enamorado es el estado más perfecto del ser"
Besos
¡Hola Mela! Te he extrañado querida escritora. Gracias por tu comentario y me alegro que vayas mejor. Ánimo que pronto estarás diez puntos.
EliminarChelle ha optado por seguir sus sentimientos y de cualquier forma ha pensado y no fue arrebatado. Iván puede ayudarlo y Charles también. Veremos que piensa Sebastien.
Si tuviera los poderes de Chelle también obraría en nombre de la justicia. Estoy de acuerdo contigo.
Hermosa frase y real. Enamorarse es soñar despierto y está genial que cualquier persona tenga esa oportunidad de sentirlo en algún momento de su vida.
Gracias tesoro, muchas gracias por estar aquí. ¡Un besazo grande!