¡Hola chicos! Un nuevo capítulo lleno de sorpresas. Todo para ustedes. Espero les guste.
Un beso grande y feliz semana para todos.
Capítulo
47.
Familia.
Chelle.
Apoyado en la barra de madera del balcón, mi vista
fue al puro casi consumido que sostenían mis dedos. El humo se elevaba en fina
columna dibujando un espiral que se diluía con la brisa, tal como desaparecían
mis ilusiones. Estaba solo, aunque contara con los Craig y con mi amigo
Charles. Alguna vez había soñado con construir mi propia familia. Alguna vez
creí que mi vida sería muy larga y feliz, Alguna vez…
Ahora mis días podían estar contados. La tristeza
que percibía parecía arrastrarme a una fosa oscura sin deseos de avanzar y dar
un paso, o de alimentarme... Y una asesina que me buscaría hasta el último
rincón de la tierra para vengarse de una traición. Una asesina, que nada más y
nada menos, era mi hermana.
Mike… “Contigo hubiera enfrentado lo que fuera. Pero
ya no estabas junto a mí ni lo estarías jamás”.
Por un momento traté de fantasear e imaginar que
Mike me llevaba a su cabaña y me presentaba a su familia. Sentía felicidad, veía
en sus ojos dorados tanto amor. Sin embargo cuando trataba de visualizar a los
Fjellner eran rostros de desprecio, de odio hacia mí y a mi estirpe. Mis padres
no merecían esto. Tampoco yo. Imposible comenzar una vida juntos no contando
con la aprobación de su madre y hermanos. Eso sucede en las novelas románticas
pero no en la vida real.
Amaba a Mike, nunca desearía alejarlo de sus seres
queridos. Quizás porque el valor que le daba yo a la familia era suficiente
para que me sacrificara. Es que cuando no la tienes te das cuenta de lo
indispensable que es. Una sensación gratificante y de felicidad vive aquel que
puede contar con ella. Son sus lazos desde que naces hasta que dejas este mundo
y a veces más allá de lo terrenal te acompañan.
La puerta corrediza del balcón se escuchó y giré a
mi espalda.
—Chelle, ¿cómo estás?
—Sebastien, ¿qué extraño verte por aquí?
Se acercó con esa sonrisa amable que lucía casi
siempre.
—Vine a ver a Charles y a Margaret. Estaré unos días
en la Isla y Bianca quedará al cuidado de ellos.
Sonreí y apagué el puro.
—Lo sé, ¿parezco muy sobreprotector?
—Supongo que haría lo mismo en tu situación.
—¿Cuándo comienzas las nuevas clases de docencia?
—En unas tres semanas.
—¿Quieres acompañarme a la Isla?
—Gracias, pero prefiero quedarme aquí. De verdad…
Tengo que preparar un programa nuevo, es un curso superior.
—Entiendo…
Lo miré fijo y bajó la vista.
—¿Hay algo más qué te preocupe?
Me miró.
—¿Tienes pensado visitar la reserva?
—No. Si es eso que te quita el sueño, despreocúpate.
—No es por tu ex novio. Son todos ellos. No me gustaría
que ocurriera algo cuando esté lejos. La reunión que debíamos tener entre ellos
y nosotros fue postergada.
—Me cuidaré. De mi hermana y de los lobos.
—Okay… Yo… Preferiría que te quedaras en casa. Todos
se mudarán a la mansión mientras yo no esté.
—Ah… Pues… Está bien.
—Gracias. Solo será por una semana o un poco más.
—No tengo problema. Incluso le haré compañía a
Boris.
—Me parece buena idea.
—Entonces, buen viaje. Muy amable de tu parte al invitarme.
—De nada, cuídate.
Apenas desapareció di un vistazo al paisaje a mis
pies. Los cipreses se veían desde arriba y sus hojas perennes mantenían el
verde oscuro a pesar del avance del otoño. A mi derecha, rumbo a la costa una
pequeña extensión de pinos rojos le daba un toque colorido a la vegetación.
A unos seis metros, un pinzón real se posó en la
barra del balcón y con ojos curiosos me observaba. Su pico se abrió unos
segundos y emitió un sonido extraño. Intenté acercarme pero aleteó apresurado y
tomó vuelo hacia el bosque. Kirkenes era muy bello como toda Noruega, una pena
que las sombras lo cubrirían por el largo invierno.
—Está asustado.
La voz de Ivan me sorprendió. No recordaba que hace
unos días se había hospedado en casa de Charles por las clases de apoyo a Miyo.
—No lo culpo –sonreí—. Un vampiro no debe ser de
confiar.
—No estaba asustado de ti.
—¿Cómo sabes tanto sobre aves?
—Animales en general. Un don desde hace mucho
tiempo. Distingo sus sensaciones y algunas veces las domino.
—Maravilloso.
Encogió los hombros y se apoyó en la barra para ver
mejor el paisaje.
—Creo que no es muy útil si de dones se trata.
—Uno nunca sabe. De todas formas tienes más
virtudes. Eres muy inteligente, te materializas, entre otras.
—Tú también te materializas. Y por lo visto has
logrado ser brillante ingeniero. Mi padre me habló de ti.
—Cierto, cuando me rastreabas pensando que era un
asesino.
Sonrió con pena.
—Créeme que lo lamento.
De pronto una bandada inmensa de aves salió entre la
espesa arboleda y elevó vuelo hacia la costa. Otros grupos de pájaros los
imitaron.
—¿Qué rayos ocurre? –preguntó.
Observé el panorama de la huida hacia el mar.
—No lo sé, quizás… Si estuviera en Chile podría
asegurar que…
No terminé la frase, los aullidos de lobos rompieron
el silencio y luego callaron todos al instante.
—Mira allá abajo, a la izquierda –señaló—. Esos
renos se ven desorientados. ¿Qué ocurre?
En segundos, un ligero cimbrar bajo mis pies.
Ivan me miró asombrado.
—La tierra está temblando.
Charles salió al balcón junto a Khatry.
—Las lamparillas de la sala tintinean. ¿Es un
terremoto? ¿Aquí en Kirkenes?
—Algo así –murmuré.
El leve temblor pareció cesar y entré a la sala.
Margaret y las chicas lucían anonadadas.
—Enciende la tv, Margaret, por favor. Este temblor
seguro se habrá escuchado en todo Kirkenes.
Así lo hizo mientras nos reuníamos en la sala.
—¿No deberíamos abandonar la casa? –preguntó Ivan.
—No estamos en la ciudad –contesté—. No corremos
peligro por la construcción de estos cimientos, salvo… que vuelva a repetirse
con una intensidad mayor.
Bernardo.
Descolgaba la ropa de la soga cuando mi móvil sonó.
Era Sabina desde el hotel “La manada”.
—¿Cariño, todo bien?
“Sí, solo quería avisarte que llevaré a Gloria al
cine cuando salga del colegio. Llegaremos tarde”.
—Muy bien, diviértanse.
“¿Cómo sigue Louk?”.
—Está mejor pero la gastroenteritis es un proceso
largo. Así le dijo el doctor.
“Lamento que la reunión con Sebastien se haya
postergado”.
—No te preocupes, en cuanto regrese de la Isla nos
reuniremos.
De pronto una gran bandada de pájaros levantó vuelo
de las copas frondosas de los pinos. Emitieron un trinar ruidoso y al mismo
tiempo, mientras… se alejaban hacia el Mar de Barents.
—¿Qué demonios les ocurre? –miré al cielo.
Varios habitantes de la reserva salieron de sus
casas debido al sonido extraño. Algunos se acercaron hasta mi cabaña como si
pudiera dar explicación al fenómeno.
—¡Bernardo! ¿Qué fue eso?
—Pues no lo sé. Parece que huyeron al mismo tiempo.
—¿De qué? –preguntó Vinter, observando las nubes.
—Es la gran pregunta.
Segundos después, el aullido de lobos casi al
unísono.
Abandoné la ropa en el canasto y avancé hacia el
bosque con un grupo reducido de lobos pero al tomar el sendero que se adentraba
al corazón del monte, el suelo cimbró levemente.
Todos nos detuvimos y nos miramos confundidos.
—¿Tembló el suelo? –preguntó Tim.
—Sí, pero ya no –contesté.
—Nunca ocurrió –dijo Luna.
—Que yo recuerde, nunca –confirmó Mamina.
—Regresemos a nuestras casas. Estaremos alertas por
si se repite –ordené.
Drank, Hauk, y Rita salieron a nuestro encuentro.
—¿Qué está ocurriendo? ¿Tembló el suelo?
—Sí Rita, pero ya pasó.
—Iré al Jardín para ver Anouk, los niños pueden
haberse asustado –dijo Drank.
—¿Quieres que te acompañe?
—No gracias, Bernardo. Cualquier noticia te la haré
saber.
El móvil sonó nuevamente…
—Sabina. ¿Estás bien?
“Sí, Bernardo… Las lámparas del hotel se movieron
casi imperceptiblemente y creo que el suelo vibró por unos instantes”.
—Tranquila, aquí también. Debió ser un movimiento de
las capas desde las cumbres.
“Es que nunca ocurrió”.
—Calma, fue solo un pequeño temblor. Escucharé las
noticias. Mejor no vayas al cine, pospone la salida. ¿Te parece?
“Sí, Okay. Nos vemos”.
Liz.
Después del temblor decidí acercarme a la costa
acompañada por mi marido. Llegamos a la mansión donde esperaban Rose y
Ekaterina un tanto preocupadas. Adrien dormía en el cochecito y Halldora se veía
tranquila en brazos de Ekaterina.
—¿Vieron algo extraño? –preguntó Rose.
Lenya se dejó caer en sofá y sus ojos fueron con
embeleso a cada uno de los bebés.
—Liz dice que la marea subió unos dos metros.
—Sí, pero lo más raro es la grieta que se ve antes
del risco. No estaba allí. Lo sé porque solía sentarme en ese lugar para
observar el mar.
—¿La grieta es grande? –Ekaterina alcanzó a Halldora
a su padre que extendió los brazos.
—No mucho. Me preocupa lo que sucedió. Sobre todo si
Kirkenes no está acostumbrado a hechos de esta naturaleza.
—¿Qué habrá ocurrido? –preguntó mi marido.
—Ekaterina y yo escuchamos las noticias apenas
ustedes se fueron. Dijeron que un pequeño temblor se notó en el centro de
Kirkenes pero que no produjo daño por la poca intensidad. Un experto aseguró
que suele ocurrir esporádicamente en lugares donde hay cumbres. Movimientos
sísmicos pequeños pero naturales.
—¿Ha sucedido esto en el pasado, Rose?
—No, Lenya. Ni siquiera cuando vivía junto a Adrien.
—No estamos preparados para las consecuencias de un
terremoto –me angustié.
—Tranquila mi amor, la mansión es fuerte. No caerá.
—No me preocupa que caiga –observé por la ventana
hacia el oeste—. Me preocupa que pueda cubrirla el mar.
Mike.
Regresaba de cumplir la tarea que me había dado mi
jefe cuando percibí el leve temblor bajo mis pies. Había tenido que llevar hasta
un chalet muy bello, en una lujosa limousine, un regalo que debería ser costoso.
La destinataria era una dama llamada Marge Bonpland. Al parecer mi empleador
era un galán soltero que le gustaba conquistar a mujeres con la opulencia. Por
donde vieras había dinero. Incluso mi traje clásico de Dolce Gabbana había sido
obsequiado para que luciera perfecto ante ocasiones especiales o reuniones en
los que debía acompañar a Andrev Mykolaiv, mi flamante jefe.
Había tenido mucha suerte entre varios aspirantes al
empleo, pero durante la entrevista con él quedó impresionado con la educación y
el porte. Según él era lo que necesitaba. No buscaba jóvenes inexpertos para el
trato con personalidades importantes que solían rodearlo, y aseguró que le
impactó la sencillez y humildad de mi forma de ser.
Hasta eso había cambiado. Ya no era aquel chico que
protestaba y luchaba por lo que creía correcto. Desde cuestiones familiares,
pasando por reuniones de amigos, en la Universidad o la calle. Lucía como
adormecido, sin reacciones que resaltaran ante cualquier injusticia. Es que me
daba igual, sinceramente ya todo… me daba igual. Al menos en este nuevo empleo,
mi perfil había obtenido resultados favorables.
Subí la escalera del edificio de cuatro plantas
después de detenerme en la acera ante el temblor. Supe que lo percibí con más
intensidad que los humanos. Al parecer apenas lo notaron y la mayoría siguió
sus quehaceres. El vendedor ambulante de café observó alrededor y continuó
sirviendo el líquido oscuro a un caballero de chaqueta de cuero. Los coches se
detuvieron por segundos y los conductores asomaron su cabeza por las
ventanillas. Sin embargo en breve tiempo todo volvió a la normalidad.
El señor Mykolaiv me recibió con una amplia sonrisa.
—¿Te ha ido bien?
—Sí, señor.
—¿La he sorprendido? ¿Le gustó?
—Mucho. Dijo que lo llamaría.
Encendió un abano y se sentó. Me mantuve de pie con
los brazos a cada lado de mi cuerpo.
—¡Siéntate Mike! Pediré café para los dos.
—No se preocupe por mí.
—No es molestia, muchacho. Vamos, coge asiento y
cuéntame más de Madame Bonpland. ¿Te pareció bella?
—Sí, es bonita.
—Creo que no hay hombre que no le guste. Puedes
decirme con confianza. Valoro la opinión de un chico joven.
Callé. Dudé unos segundos y sonreí.
—Es una mujer atractiva.
—¿Solo atractiva? Fue Miss Universo representando a
Francia hace unos años.
—Sí, es bella.
Callé y bajé la vista.
—¿Qué ocurre? ¿Viste algo malo?
—No, no… Es que… No puedo darle una opinión que le
sirva porque…
—¿Por qué?
—Me gustan los hombres.
Creí que al abrir los ojos, asombrado, me echaría de
allí. Sin embargo dio un largo suspiro de alivio.
—¡Me has asustado! Era solo eso –rio con ganas—. No
me importa en absoluto. Al contrario no correré riesgo contigo al presentarte féminas.
Porque te diré que eres un chico muy apuesto.
—Gracias –sonreí.
—¿Y tienes pareja?
—No, señor. Tuve pero ya no.
—Tranquilo, ya llegará. Ahora pediré café a Marilyn
y me cuentas que más dijo cuando recibió mi regalo.
…………………………………………………………………………………
La hora transcurrió entre una charla amena. Me
sentía cómodo con mi jefe a pesar de la diferencia social entre los dos. Me
contó de sus orígenes en Rusia, de su esposa fallecida y las ganas de haber
tenido un hijo que siguiera su negocio. Pero nunca había podido tener hijos.
Antes de retirarme se puso de pie y me miró con
cariño.
—Te ayudaré a escalar en el negocio, Mike. Me
brindas mucha confianza. Y casi nunca me equivoco.
—Gracias, señor.
—Mañana tómate el día, debo viajar a Oslo así que te
llamaré pasado para que vayas al aeropuerto con el chofer. Disfruta tu día
libre.
—Muchas gracias. Nos vemos, señor. Buen viaje.
Sasha.
Un mes había transcurrido desde que Anouk y Drank
nos visitaron en Moscú. Decidí devolver la visita. Por supuesto no podía ir a
la reserva y conocer su nuevo hogar ni el Jardín de Infantes donde trabajaba mi
niña. Pero unos días en la mansión de los Craig me daría la posibilidad de
verla y quizás beber un café juntas en el centro de Kirkenes. Al menos eso
creí.
La reunión entre lobos y vampiros se siguió
postergando. Esta vez por Sebastien, ya que su breve viaje a la Isla se había
convertido en más prolongado por la llegada de nuevas familias decididas a
instalarse en las tierras lejanas.
La mayor parte del día lo pasé con mi amiga Bianca
hasta que debió presentarse en su trabajo como casi todos los días. Decidí dar
un paseo por el centro y distraerme observando algunas vidrieras con prendas
para invierno que comenzaban a lucir por la nueva temporada.
Anouk me comunicó por móvil que era una semana
complicada para vernos. Los niños debían completar sus carpetas antes del fin
de clases y algunos con dificultad en el aprendizaje necesitaban su ayuda,
incluso fuera de horario escolar. Drank llegaba muy cansado de trabajar en el
bosque y por todo octubre se prepararía para ingresar a la Universidad pasado
el invierno.
Hubiera sido más fácil si nos hubieran permitido
visitarlos. No es que Sebastien lo prohibía literalmente, sin embargo cualquier
hecho que llegara a ocurrir entre nosotros y los lobos por pequeño que fuera
podían profundizar la grieta ya existente. No quería tener esa responsabilidad.
Sobre todo entrar a la reserva sin ser invitada por los lobos.
Estuve a punto de pedirle a Bianca que hablara con
su amigo Bernardo y me concediera la visita. Sin embargo no lo hice. Estaba
convencida que no era un buen momento para cargar con la excepción a un guardián
del alfa. Bernardo después de todo había sido humano hace pocos años, al igual
que Drank y su reciente conversión. Ignoraba si los lobos más arraigados a su
raza verían con buenos ojos mi privilegiada visita a sus tierras.
Esa tarde sentía algo especial. Me veía extraña. Es
que estar a pocos kilómetros de esa reserva, y conformarme con ver desde la
ventana de la mansión la espesa arboleda que se extendía opuesta a la costa
era… raro. Entendí aquellas sensaciones estremecedoras cada vez que visitaba
Kirkenes y contemplaba ese bosque. Presentía que se quedaría con algo mío, y
ahora entendía el porqué.
Observé con deleite en la vidriera de Yves Saint
Laurent un traje para Mijaíl color azul marino. Decidida entré y lo compré. Se
lo obsequiaría cuando pudiera verlo. Él también se encontraba en la Isla
colaborando con Sebastien. Seguramente aprovecharía a disfrutar con Natasha por
el tiempo de su estadía.
Con la bolsa de la tienda crucé la calle y me
adentré a la plaza. Lucía muy bonita a pesar que el día no ayudaba. Se
avecinaba tormenta y las pocas horas de sol que corresponderían a octubre hoy
no se disfrutaban. De todas formas algunos niños jugaban en las hamacas y
toboganes bajo la vigilancia de sus padres.
Me detuve contemplando el arenero. Dos niñas hacían
castillos y figuras mientras uno de los adultos leía un libro sentado en el
banco cercano. Estaba ensimismado en la lectura sin prestar atención al juego
de quienes serían sus hijas.
Quise acercarme y avisarle. No porque las niñas
corrieran peligro, todo lo contrario… El que corría peligro era él. Un peligro solapado,
de un enemigo silencioso que dejas pasar sin prestar atención. No hablaba de
mí… sino del tiempo. Sí… Casi me tiento de decirle, “cuidado, el libro siempre
estará allí para que lo leas. No ocurrirá lo mismo con la niñez de tus hijos.
El tiempo es un enemigo que aún no podrás ver.”
De pronto, mi vista privilegiada se posó en algo que
llamó la atención. En un banco alejado de los juegos, una señora contemplaba
los niños jugar. Sus ojos lucían tristes, llorosos. Estaba inmóvil con las
manos en el regazo con actitud de resignación. ¿Habría perdido un hijo pequeño?
Envuelta en la curiosidad y aún sin entender demasiado por qué, fui avanzando
lentamente hacia ella.
A medida que mis pasos comían el sendero bordeado de
gramilla amarillenta por el clima frío, me di cuenta… Un aroma peculiar llegó a
mi olfato, y sus ojos llorosos lucían un ámbar muy claro.
Una loba… Comprendí que no la había distinguido como
tal porque la brisa corría hacia el este, sentido donde ella estaba sentada.
Seguí avanzando y me detuve a pocos metros. Recién
notó mi presencia y me miró. Se mantuvo en el sitio con las manos en la misma
posición aunque con un gesto de confusión en su rostro.
—Hola, mi nombre es Sasha.
Por unos segundos su vista no se apartó de mi iris.
Después contestó apenas, “hola”.
—¿Puedo sentarme? –señalé el banco que ocupaba.
Asintió con la cabeza y se hizo a un lado.
Me senté junto a ella y contemplé a los niños de la
plaza.
—Es bello verlos jugar.
—Sí. Sobre todo cuando los hijos son adultos.
La miré apenada.
—También tengo mis hijos adultos –la emoción me ganó
y sentí mis ojos humedecerse—. Cada uno ha tomado un rumbo y ya no están tiempo
en casa.
Se mantuvo en silencio por unos segundos para
después hablar casi en un susurro.
—La casa va luciendo con ausencias. Pero es la vida,
¿verdad? –me miró.
—Sí, es la vida. Sin embargo creo que ha pasado muy
rápido.
—Coincido, muy rápido…
Permanecimos viendo los niños jugar, sus saltos de
alegría, sus risas contagiosas. Creo que hasta sonreímos con el paisaje
infantil.
—¿De dónde eres? –la pregunta me sorprendió.
—Moscú. Soy Sasha Gólubev. Estoy de visita en la
mansión de los Craig.
—¿Gólubev? ¿Eres algo de Anouk?
Al nombrarla mi corazón dio un brinco.
—¡Sí! Soy su madre. ¿Conoces a Anouk? –abandoné la
bolsa de compra a un costado.
—Claro, es la maestra del Jardín de Infantes. Toda
la reserva la conoce.
—Es mi niña, sí… ¿Y…? ¿Se encuentra bien? ¿La ves
feliz?
Su primera mirada fue de desconcierto. Es extraño
que una madre pregunte a un extraño si su hijo es feliz. Aunque en pocos
instantes se dio cuenta la situación.
—Sí, se la ve muy bien. Ella vive con Drank un…
—Conocí a Drank, me pareció muy correcto. Parece que
la ama –retorcí mis manos un poco nerviosa sin ignorar que estaba frente a
alguien que conocía la vida actual de Anouk mejor que yo.
—Drank y ella se aman –contestó— lo veo en sus ojos
cada vez que los cruzo juntos. Los ojos no engañan. Por eso… por eso me
gustaría ver a mi hijo y… quisiera verlos mirarse a los ojos.
—¿Tu hijo y quién?
—Un vampiro. Chelle Huilliche.
Abrí la boca y la cerré. Estaba frente a la viuda.
Aquella loba a la que Vilu le había arrancado a su pareja. Una extraña
casualidad.
—Oh… Lo siento. Quiero decir, siento lo del
homicidio. No lo de tu hijo y Chelle. Por lo que se comenta estoy segura que se
han enamorado.
Otro silencio le siguió, profundo, intenso. ¿Qué me
diría? “Odio esa relación y no deseo verlos juntos”. Sin embargo cuando sus
palabras salieron de la boca, me sorprendió.
—¿Quiénes fueron los Huilliches? ¿Quién es Chelle?
¡Cuéntame la verdad, por favor! –suplicó.
A lo que no me hice rogar. Y le conté…
—Los Huilliches fueron un aquelarre ejemplar. Digo
fueron porque prácticamente no ha quedado nadie. Padres de la pareja central
del aquelarre fallecieron en catástrofes. Tales como erupciones de volcanes y
grandes terremotos. Huincha y Licarayen sobrevivieron, también a la hambruna.
Se habían enamorado y decidieron unirse y formar un hogar apartado de la
civilización. Poco después tuvieron que dejar las montañas por el riguroso
clima del Aconcagua. Fueron habituándose a vivir entre humanos sin ser
descubiertos. Él prosperó en la industria de los vinos. Se adueñó de una vasta
extensión y se dedicó a la siembra y cosecha de viñedos. Ella fue una gran ama
de casa y crio tres hijos. Dos de ellos los conoces. La malvada de Vilu y
Chelle. Tuvieron mucho dinero pero eso no significó que su esencia cambiara. Al
trato eran seres amables y dadivosos. Así criaron a los hijos. Con valores, con
honor… sin embargo no sé qué ocurrió con Vilu. Muchos dicen que desde que era
pequeña podía vislumbrase su maldad.
—¿No pudieron hacer nada para evitarlo?
—Al parecer, no. Creo que no tenían el carácter
suficiente para darle su merecido. Debe ser difícil, supongo…
—¿Y él? ¿Cómo es él?
—¿Chelle? Chelle es bello por dentro y por fuera.
Las veces que lo he visto en su hogar siempre nos recibía con alegría y era muy
educado. Lo es, aún lo es.
—Fui a buscarlo para hablar con él –susurró.
La miré sorprendida.
—¿Y qué impresión te dio?
—No llegué a verlo. Un tal Charles dijo que no se
encontraba.
—Entonces es verdad. No estaría en la casa. No te
dejaría plantada.
—Tengo terror que mi hijo se haya enamorado de un
vampiro despiadado que lo haga sufrir. De hecho parece que no desea
reconciliarse con Mike.
Sonreí y mi mano se posó en la suya, cálida y
delgada.
—No tengas miedo. Chelle es ejemplar. Trabajador,
inteligente, y un ser muy sensible. Por eso… —dudé—. Creo que… no será fácil
para él volver con tu hijo. Amaba a sus padres, asesinados por esa maldita. No
debe gustarle que hablen mal de ellos. No tenían la culpa y es el único que
queda para defender su honor.
—¿Qué ocurrió con el tercer hijo?
—Desapareció. Todos imaginamos que Vilu terminó con
su vida. Su deseo de poder es enfermizo. Todos lo que intenten detenerla serán
enemigos, aunque sean familia. Incluso… Chelle. Sebastien cree que corre un
gran peligro. Iván, mi hijo, nos contó que cambió el apellido para hacer tiempo
y le fuera difícil hallarlo.
—El cambio de apellido no la detendrá. No sé mucho
de ella sin embargo con lo que ha hecho es suficiente. ¿Qué le molestaba de mi
marido? ¿Qué era un lobo?
—No comprendes. Vilu es más astuta de lo que
creemos. Lo que hizo fue abrir una brecha entre lobos y vampiros y así
debilitar a los Craig. Su fijación. ¿Entiendes? Por eso no puedo pisar la
reserva para ver a Anouk. Los lobos no nos quieren desde que ocurrió ese hecho
con tu esposo. Se dice que había malestar desde antes pero al menos parecía que
la paz día a día se lograría. Bernardo y Sebastien lo estaban logrando.
—Como Maia y Adrien.
Me miró por unos segundos y sonrió.
—¿Quieres ver a Anouk?
Mis ojos brillaron. Aunque en segundos reaccioné.
—No sería bien visto por los lobos. No deseo causar
problemas. De lo contrario Bernardo me hubiera invitado.
—Bernardo es el guardián del alfa pero también es
cierto que es nuevo con respecto a la raza. Algunos dudarían de sus órdenes y
eso lo perjudicaría, pero los Fjellner somos una familia arraigada de muchos
años a pesar que yo era humana y me convertí.
—¿Eras humana?
—Sí, pero desde los veinte años soy una loba. Así
que –se puso de pie—. Vamos, te llevaré a la reserva y serás mi invitada. Te
aseguro que nadie se atreverá a contradecirme.
—Gracias, ¡muchas gracias! No te he preguntado tu
nombre.
—Mi nombre es Gina.
Mijaíl.
En la cálida cafetería revestida en madera y cuadros
de paisajes alegres, bebimos junto a Sebastien y Natasha unos cappuccino
deliciosos. Conversamos sobre la familia, la futura paternidad del líder de los
vampiros, que al parecer tendría su primera hija después de tres varones.
Natasha estaba feliz, tenía un espacio donde podía libremente investigar
ayudada por dos colaboradores de gran confianza. Ninguno sabía del secreto de
nuestra raza pero aun así estaban dedicados a conocer más sobre la genética de los
fósiles. Lo que llamó mi atención fueron las preguntas de mi hija y su interés
por saber sobre Khatry Sherpa. ¿Estaría enamorada? Pocas veces lo habría visto
pero el amor a veces no tenía reglas fijas. Lo deseaba. Natasha se merecía un
ser que la quisiera y apoyara en sus proyectos. Khatry era un guerrero valiente
y honorable. Quizás… Uno nunca sabría las sorpresas del destino.
El móvil sonó y después de las disculpas debidas,
atendí. Era Sasha, se la notaba contenta.
—Amor, ¿todo bien?
“Sí, todo bien. ¿Tú?”
—Aquí bebiendo un cappuccino con Sebastien y nuestra
hija.
“Dale mis cariños. ¿Natasha bien?”
—Sí.
Ambos interrumpieron retribuyendo el saludo.
—Te envían un beso grande. Cuéntame, ¿estás con
Bianca?
“Aún no llegó del hospital. Yo… recién he llegado de
ver a Anouk y a Drank.”
—¡Qué bien! ¿Pudieron darse una escapada para verte?
“No… Yo he ido a verlos a la reserva”.
Sentí el cappuccino en la boca de mi estómago.
—¿Qué?
“Tranquilo, no hubo ningún problema.”
Miré a Sebastien que mostraba un plano a Natasha del
proyecto de la pequeña Sala de Guardias Médicas. Me puse de pie y caminé hacia
la puerta de la cafetería para poder hablar con libertad. Salí a la intemperie
y retomé la conversación.
—Sasha, no deberías haber ido. Sebastien…
“Sé lo que dijo Sebastien. Fue un caso especial. No
es que fui por mis propios medios. Me invitaron”.
—¿Anouk y Drank?
“Una loba. La encontré en la plaza. Escucha, te
contaré.”
—Soy todo oído.
Mi esposa relató los detalles del encuentro en la
plaza y de la invitación. Al principio dudé si habría hecho bien pero conocía a
Sasha. No era impulsiva y atolondrada para tomar decisiones. Aunque estaba por
medio ver a Anouk…
—Cariño, ¿la viste bien? ¿Y Drank? ¿Están pasando
alguna penuria y necesitan alguna ayuda?
“No, Mijaíl. La cabaña es pequeña pero es tan
cálida. Es muy bonita. Se sorprendieron al verme pero Gina me acompañó. Ningún
lobo dijo nada al verme allí. He conocido algunos que se acercaron. Drank me
los presentó. Ah, y hablamos sobre el Jardín de Infantes”.
—¿Y quién es esa loba con la que has hecho amistad?
“La viuda del lobo asesinado.”
—¿Qué? Justo ella… ¿Y te invitó?
“Es una madre como yo, Mijaíl. Nos entendemos muy
bien”.
A través de la ventana vi a Sebastien y a Natasha
ponerse de pie.
—Debo cortar, amor. Después hablamos. Le tendré que
decir a Sebastien lo ocurrido. No quiero ocultarle nada.
“Por supuesto. Sé que lo entenderá. Te quiero,
cuídate y regresa pronto.”
—Yo también te quiero. Me cuidaré. Tú… trata de
hacer lo mismo.
Scarlet.
Vikingo entró como rayo y lanzó su chaqueta sobre la
silla del escritorio. Con las manos en la cintura se acercó a la ventana del
primer piso en su oficina y quedó petrificado unos cuantos segundos. Grigorii y
yo nos miramos y carraspee.
Giró la cabeza para mirarnos sin moverse del lugar y
arqueó la ceja.
—Bien… ¿Novedades?
—John Von Friech fue atrapado en el restaurante “Kis
´s Winter” comiendo con un amigo. Estamos esperando a su abogado para
interrogarlo –Grigorii se puso de pie y depositó la hoja del acta— Tienes que
firmarlo.
Vikingo volvió la vista al exterior.
—Claro… Ya lo firmo… Y… ¿algún daño considerable con
el temblor?
—No, aparentemente –respondí.
Se alejó de los cristales y se dejó caer en la
silla. Cogió una lapicera de su bolsillo y se dispuso a firmar.
—¿Estás preocupado por el terremoto? –Grigorii lo
miró con compasión.
—Es algo inusual en Kirkenes. Digamos que me llama
la atención. Nunca ocurrió.
—Ha ocurrido muy leve hace mes y medio o menos
–informé.
—¿Creen que puede ocurrir un temblor más intenso?
—No tengo idea, Vikingo. Chelle sería el indicado para hablarnos del tema –aseguré—. Es ingeniero en geología.
—¿Ha dicho algo?
—No lo he visto pero preguntaré en cuanto lo vea.
—Es muy loco que ocurra esto en Kirkenes. Tengo
cuarenta y cinco años y no recuerdo de temblores. Okay… No tenemos más remedio
que estar alerta ya que las autoridades aconsejaron que no nos alarmáramos. He
hablado esta tarde con el Ministro de Medio Ambiente. Movimientos sísmicos
breves y de poca intensidad no serían tan extraños cuando hay montañas tan
altas en el relieve… Scarlet, ¿Tú y Olaf han podido efectuar el desalojo en el
campo de los sami?
—Sí, aunque el terrateniente de origen polaco
aseguró que demandaría al Estado ya que esas tierras las compró para sus renos.
—Veremos si esos papeles son legales. Ahora, me
tomaría un café bien cargado, ¿pido tres?
—Por mí, no –me puse de pie—. Debo seguir de ronda.
—Estás adelantada en horario. Creí que llegarías al
atardecer. La región de los sami queda lejos.
—¡Qué detallista, comisario! No se le escapa nada
–sonreí.
—Imagino que no has corrido por la carretera como si
fueras “fórmula 1”.
Grigorii sonrió ante la frase de Vikingo.
—En absoluto. Solo tuve muchos semáforos a mi favor.
Vikingo alzó la ceja.
—Bueno, algunos semáforos.
—Lo imaginé. ¿Los bebés Craig, están bien? Aún no
los he ido a conocer. Mil disculpas –extendió el acta a Grigorii.
—No hay problema. Sí, están muy bien. Sus padres
embobados como es natural. Sobre todo mi hermano. Mañana iré al Centro de
Compras por un babero para él o arruinará toda su ropa.
Rieron.
—Ser padre debe ser fabuloso. Siempre quise tener
hijos.
—Quien sabe, no eres viejo amigo mío.
—Nah, perdí esperanza de formar una familia,
Grigorii.
—Es increíble que las damas no reparen en ti.
—¿Estás buscando que te aumente el sueldo?
Reímos.
—Digo la verdad.
—Apoyo a mi amado. Es más, en la mansión hay una
señorita que está muerta por ti.
—¿Qué? ¿En la mansión? Pero, pero… ¿Es una
vampiresa? –sus ojos se abrieron con terror.
—Lo dices como si fuéramos una plaga venenosa.
—De ninguna forma, lo que intento decir es que…
Bueno… quiero decir…
—Mira Vikingo mejor no digas nada y me voy de aquí
ofendida.
—Oye que no es para tanto.
—Vikingo, puedo hablarte largo y tendido de las
virtudes de tener una pareja vampiresa –bromeó Grigorii.
—No quiero que me des detalles de tu relación, mejor
ve a ver si llegó el abogado y terminemos con este delincuente preso.
—Okay… Ya voy.
—Yo también me voy. Recuerda, ni siquiera me has
preguntado quien es la señorita así que ahora no te lo diré, buenas tardes,
¡nos vemos comisario!
Partimos de la oficina entre sonrisas. Teníamos
bastante trabajo antes de poder regresar a nuestro dulce hogar.
Charles.
La mansión se había llenado de vida y movimiento
desde que Sebastien partió a la Isla y decidió la mudanza provisoria. Margaret
se la veía feliz colaborando con Ekaterina en el cuidado de los bebés. Nicolay
continuaba con nosotros ya que se había empecinado en que no deseaba ver a
Branden. Se lo notaba enojado con su padre adoptivo debido a la separación con
Boris. Bianca le explicó que a veces los adultos discutimos y nos alejamos pero
que no significaba que sus padres se habían dejado de querer. De todas formas
el niño Craig era bastante obstinado y firme en lo que creía correcto. En ese
sentido era muy parecido a Sebastien.
Parecía ser algo habitual que los niños ante situaciones
de separación tomaran parte de un lado o del otro. ¿Pero cuál era la razón de
tanto enojo de Nicolay hacia Branden? Estaba seguro que algo más habría y no
tardaría en averiguarlo.
A la tarde casi llegando el anochecer, recibimos la
visita de Mildri y Eridan. Ella se mostró como toda abuela amorosa y entusiasta
con esas dos bellezas diminutas. En cuanto a él… lo noté un poco perdido.
Varias veces recorrió con la vista la gran sala como si no recordara donde
estaba. A Bianca le preguntó unas cuatro veces como se encontraba y si hoy le
tocaba trabajar. Ese detalle no pasó desapercibido para la “Dama de los Craig”
y en ocasiones buscó mi mirada como sorprendida ante la conducta de su padre.
Las grandes ausencias en la reunión fueron la de
Lenya, Chelle, y Boris. El primero, porque debía reemplazar a Sebastien en el
hotel. Los segundos, habían decidido ir a cazar por tierras rusas. Douglas y
Marin habían estado unas horas antes, sin embargo debían madrugar para cumplir
con sus respectivas obligaciones así que abandonaron la mansión sin mucho
ánimo. Numa y Douglas se habían reconciliado y fue importante para mí verlos
como los viejos tiempos.
Me levanté del sofá y salí al portal. Necesitaba
tomar aire fresco y pensar sobre todo lo acontecido últimamente. La separación
de Chelle y Mike, la brecha profunda con los lobos, Vilu dando vueltas quien
sabe por dónde, los temblores en Kirkenes…
Encendí un cigarrillo y observé el parque. Sonreí al
ver a Ron juntando unas flores y a Anne pegada a sus talones con una sonrisa
brillante. ¿Qué sería de estos dos con el transcurso del tiempo? Se los veía
tan bonitos juntos.
La presencia de alguien a mi espalda provocó que
girara para ver.
—Hola.
—Eridan, ¿quiere un café o un jugo? ¿Quizás comer
algún bocadillo?
Sus ojos recorrieron el parque y sus manos se
juntaron entrelazando los dedos, con cierta inquietud.
—¿Se siente bien?
—Yo –balbuceó—, quiero irme a mi casa. Hay mucha
gente extraña.
—¿Extraña? Pero está Bianca, y Mildri.
Su mirada se clavó en la puerta entreabierta que
dejaba ver parte de la sala reunida.
—Quiero irme a casa –repitió.
—Okay, tranquilo. Le diré a Mildri que lo lleve.
Así fue, apenas entré me dirigí a la madre de Liz y
Marin y le comuniqué el deseo de su esposo. Ella se sorprendió al principio
pero en cuanto lo estudió, de pie luciendo desorientado, entregó a Halldora a
su madre y se excusó rápidamente.
Bianca no tardó en acercarse.
—¿Qué ocurre? ¿Ya se van?
—Sí, Eridan no está cómodo pero no es por ustedes,
menos por ti. Solo que a veces tiene lagunas y desconoce dónde está y con
quienes se encuentra. Le ha ocurrido en casa.
—¿Qué ha dicho el doctor?
Mildri dudó aunque finalmente mencionó el aterrador
veredicto.
—Dijo que era un comienzo de Alzheimer.
El rostro de Bianca quedó pálido. No era para menos.
Mencionar la horrible enfermedad mental al que muchos humanos temen fue para
ella un balde de agua fría. Es que sueles pensar que las cosas malas no pueden
ocurrirte a ti ni a tu familia. Sin embargo no tienes forma de evitarlo.
—Quizás con el adelanto de la medicina hay un
remedio que retarde el deterioro –sugerí.
—No hay nada que pueda hacerse –murmuró Bianca
tristemente.
—Por ahora está bien atendido. Es un doctor recién recibido,
pero tiene paciencia y es muy amable –contó Mildri.
—No necesitamos un doctor amable –refutó Bianca—,
necesitamos el mejor.
Después me miró.
—¡Fjellner, el neurólogo que salvó a Numa! Hablaré
mañana con él.
—Cualquier cosa me dices.
—Por supuesto, tía.
Mildri se disculpó y fue por los abrigos. Le pedí a Ron
si los llevaba hasta su casa cuestión que por supuesto no se negó. Antes de que
Ron se acercara con el coche desde el garaje, Eridan avanzó unos pasos hacia mì
y habló en voz baja.
—Charles, no he tenido oportunidad de darle las
gracias.
—¿Las gracias? ¿Por qué?
—Por lo que hizo por Bianca ese día de la inundación.
Le salvó la vida. Gracias.
Lo observé confundido.
—Ah… Sí… No fue nada.
—Ahora compartimos una hija –sonrió.
—Sí… Claro –devolví la sonrisa con cierta pena—.
Cuídese.
Después que el coche partió aún me quedé en el
parque pensando.
¡Qué misterio era nuestro cerebro! Fuéramos humanos,
vampiros, o lobos. Una caja de sorpresas. ¡Qué selección caprichosa la de sus
recuerdos y la de tantos otros que sufrirían la enfermedad! Pobre Eridan…
Eché un vistazo a la casa con sus ventanas
encendidas…
¿Qué sería de mí si algún día mi memoria no guardara
los rostros de mis seres queridos? ¿Un muerto en vida? Pobre de mí…
Uy genial capítulo me dio un poco de pena conocer la historia d e los padres de Chelle. Veamos que pasa se quedo muy interesante , aunque algo triste. Te mando un beso y buen fin de semana
ResponderEliminar¡Hola Citu! Muchas gracias por comentar.
EliminarEs triste sí, sobre todo porque terminaron asesinados por Vilu, su propia hija.
Me alegro que te haya parecido interesante. Te mando un beso enorme y gracias. Feliz fin de semana!!
¡Hola, Lou!
ResponderEliminarNo voy a discutirle a Chelle que la familia no sea importante... Lo es, y mucho
Pero también es muy importante el amor que siente por Mike... Chelle no puede permitir que sus ilusiones desaparezcan como el humo del puro que fumaba... Tiene que ser valiente, tiene que luchar
Y lo que ignora Chelle es que la madre de Mike aprueba su relación... Gina es encantadora, es una madre diez... y quiere ver a su hijo feliz
Sasha es otra madre diez, y me ha encantado que ambas mamás se conozcan y que Gina haya ayudado a Sasha para que pueda ver a Anouk
Esos temblores que está sufriendo Kirkenes son inquietantes, y me ha dejado muy pensativa que a Liz le preocupe que el mar cubra la mansión
No sé si Natasha está enamorada del guerrero Khatry, sí sé quien está interesada por Vikingo
Tal vez se formen nuevas parejas y nuevas estrellas brillarán en el cielo como brilla tu novela en la tierra
Nicolay sigue enfadado y no creo que se le pase el enfado... El niño quiere a Branden, quiere a Boris... es complicado que entienda su separación o quizás cree que el único culpable es Branden
Es normal que Charles esté preocupado, dile que los lectores también lo estamos... La separación de Chelle y Mike, la separación de Branden y Boris, esa brecha tan abierta y profunda entre lobos y vampiros, la malvada y cruel Vilu, los temblores en Kirkenes...
Lamento muchísimo que el maldito Alzheimer esté rondando a Eridan... No es justo, pero ya sabemos que la vida es injusta en demasiadas ocasiones
Pero sí va a ser justo que yo te diga que eres una escritora diez, y me quito la mascarilla por esta razón... es que no llevo sombrero ;-)
Gracias por aportarnos ilusión
Besos
¡Hola Mela! Muchas gracias por tu bello comentario. ¡Gracias de todo corazón!
EliminarCoincido contigo, la familia es importante pero ese amor que Chelle siente por Mike y viceversa no puede quedar en el olvido.
Gina y Sasha se han encontrado, dos madres, y excelentes seres. Se han podido entender y creo que en el encuentro ha jugado el destino que a veces es muy acertado.
Kirkenes con temblores, nunca ha ocurrido en miles de años, o quizás sí... Habrá que dejar a Chelle que investigue.
La preocupación de Liz es coherente, la historia indica que los terremotos cerca de la costa producen desastres. Esperemos que no.
Sìii, sabemos quien esta tras Vikingo pero Natasha de Khatry... Te diré algo, eres la única que no asegura su amor y eso es porque eres taaan detallista y sensible, tan minuciosa lectora, que ... no puedo hablar pero solo diré que admiro tu conocimiento para leer entre líneas. Y me conoces. Algo que parece pero quizás no lo sea. Me alegra de verdad.
No puedo agregar nada por ahora...
Nicolay enfadado con Branden, ¿capricho o sabe algo más? Ya lo sabremos.
Gracias por preocuparte por la situación, le diré a Charles. Ya no se sentirá tan solo con sus temores.
Uy, terrible enfermedad. La viví muy de cerca. El deterioro es mortal y desearía que hallaran la cura.
Gracias, mil gracias. Hermosas palabras que me llenan de alegría. El mejor pago que puede tener un escritor.
Me has hecho reír con lo de la mascarilla y el sombrero.
Un beso grande amiga, y una gran semana para ti.
Por ahora no hay un tratamiento para prevenir el mal de Alzheimer o detener su curso. Lo siento por Eridan.
ResponderEliminarLos temblores se están repitiendo, no creo que se queden en temblores sin más.
¿Está vivo el hermano de Chelle? No me lo dirás:))
Beso
¡Hola Ignacio! Muchas gracias por comentar.
EliminarSí es una pena que no haya detención para la enfermedad. Veremos que ocurre con Eridan.
Tienes razón, los temblores son avisos, quizás de algo peor.
Mmm... Hermano de Chelle. Aún no puedo decírtelo. Pero lo sabremos, apelo a tu maravillosa paciencia.
Muchas gracias por leerme y comentar. Te mando un beso desde Argentina y una feliz semana para ti.
Chelle y Mike tienen que hablar,sin hablar no se puede arreglar nada.Creo que el hermano desaparecido de Chelle esta muerto porque tambien lo mato Vilu.Sebastien se va en mal momento,con los temblores que hay en Kirkenes no se debería ir.Me ha gustado mucho.Besos.
ResponderEliminar¡Hola Ramón! Muchas gracias por tu comentario.
EliminarDeberían hablar, tienes razón. Aunque supongo que Chelle piensa que su relación los separa de la familia y no desea eso para Mike.
Del hermano de Chelle no se ha tenido paradero. Seguramente ha terminado mal en manos de Vilu.
Sebastien debe viajar porque tiene que cumplir con su cargo principal. Ya le ha ocurrido que ha tenido problemas por alejarse de la Isla y dejar en otras manos. De todas formas creo que por ahora nada puede hacer contra estas manifestaciones esporádicas de la naturaleza. Ha dejado buenos custodios de su familia. Esperemos que todo quede en temblores, aunque asumo que algo más grande puede llegar.
Te mando un gran abrazo y una feliz semana para ti.
Holaaaaaaaa, espero que no, que no, que nooooooo haya un terremoto o maremoto!!! Que Eridan no tenga esa brutal enfermedad. Y me da que Nicolay sabe algo que nosotros no sabemos. Quéeeeeee habrá hecho Branden???
ResponderEliminarCapítulazoooooo!!!!
Besoteeeessssss!!!!
¡Holaaaaa! Mi querida Merche, esperemos que no, por supuesto. Pero no sé... Mi pluma es tan maliciosa a veces y los hace sufrir.
EliminarNicolay sabe algo... ¡Muy bien! Buena deducción. Veremos que es lo que sabe sobre Branden.
Graciaaaas, miles de gracias por tu comentario y tu magnífico humor.
Te mando un besote y feliz semana para ti.