¡Que tengan una feliz semana!
Capítulo 46.
El encuentro.
Sasha.
La
casa lucía bella y ordenada. Mijaíl había ayudado a asearla y a guardar los
juguetes de Milenka esparcidos por doquier. Svetlana y Anthony aprovecharon a
dar un paseo, solos, por la otoñal Moscú. Giselle daba un baño a mi nieta y Anoushka
no perdió la ocasión de colaborar en la tarea ya que resultaba muy divertida
salir de la faena, tan empapadas como la niña.
Dimitri
y Natasha recién llegada de la Isla, ayudaban en la cocina con los últimos
preparativos y se ponían al día con una charla interesante después de un tiempo
de no verse. Parecía que nuestra hija mayor había logrado por fin tener un
rincón privado y bien instalado para sus estudios sobre genética. Todos
esperábamos que hallara respuestas a tantas incógnitas sobre la raza. Y no
dudaba que Natasha tarde o temprano lo lograría.
Sentada
frente al espejo me puse la pequeña perla en el lóbulo de la oreja derecha
completando el atuendo. Falda negra en forma de tubo, medias y zapatos
stiletto. Una blusa de flores pastel combinaba perfecto y le daba el toque
elegante sin resultar desmedido. Fue lo primero que pensé al buscar en el
guardarropa, Drank no debía sentirse incómodo con la opulencia. Estaba feliz de
que el prometido de mi hija nos visitara. Nosotros no habíamos podido conocer
el nuevo hogar de Anouk porque según Mijaíl las relaciones entre lobos y
vampiros no estaban muy bien.
¿Cómo
se encontraría nuestra hija rodeada de seres que no la apreciaban? Sin sus
lujos a los que estaba acostumbrada, sin las charlas cómplices de sus hermanos,
las tardes de café, las noches invernales de coñac. Kirkenes sufriría un
invierno riguroso muy diferente a Moscú. Aquí el sol solo se escondía los días
de lluvia. La extrañaba… Necesitaba verla y saber con veracidad que estaba
feliz. Las referencias sobre Drank eran muy buenas, tanto Sebastien como mi
amiga Bianca me habían asegurado que era un chico muy bueno, honrado y
trabajador. ¿Bastaría para Anouk?
Abrí
el tercer cajón de tocador donde guardaba algunos recuerdos de mis hijos cuando eran pequeños. Cogí las
primeras ilustraciones que habían hecho en la sala de Jardín de Infantes…
Dimitri había hecho un sapo entre pastizales de aquella primera impresión que
le dio al descubrir un batracio por primera vez en el día de campo. Natasha
había hecho a su maestra junto al pizarrón, bueno… algo parecido con sus cinco
años. Ivan dibujó un perro que dormía en la plaza, amaba los animales.
Svetlana, como era de esperar sus virtudes en el arte podían notarse desde muy
pequeña y la vista de la ciudad desde la ventana era para tan corta edad,
maravillosa. Anouk… Anouk había hecho una princesa sentada en un trono
imponente.
Cerré
los ojos, sus sueños de niña y hasta creo que de adolescente, ser princesa. ¿Y
ahora? ¿Sería feliz en la cabaña de un bosque?
Tan
ensimismada estaba en recuerdos que no escuché a mi marido entrar a la
habitación. Sus delicados dedos deslizándose por mi pantorrilla me
sobresaltaron. Sonrió frente al espejo.
—Mijaíl…
—Estás
muy bella, como siempre.
Se
irguió y pasó su brazo por delante de mi pecho. Recosté la cabeza en su cintura
y nuestros ojos se encontraron.
—Eres
hermoso.
—Me
harás sonrojar.
Se
inclinó y besó mi cuello desde la clavícula hasta detrás de la oreja. Mi sangre
se alteró.
—¿Cuánto
tiempo tenemos? –murmuró junto a mi piel.
—No,
no, no tenemos tiempo.
—Igual
que aquella vez que mi avión iba a partir y tú decidiste…
—Mijaíl
ahora no es igual, recuerda que Anouk y Drank están por llegar.
—Pueden
darle la bienvenida alguno de nuestros hijos –insistió desprendiendo un botón
de mi blusa.
—No
Mijaíl, no queda bien.
Me
puse de pie lentamente y giré para abrazarlo.
—No
vas a conformarme con un abrazo, mi querida Sasha.
En
ese instante unos golpes tímidos se escucharon en la puerta.
—¿Quién?
–pregunté.
—Mami,
necesitamos una toalla –suplicó Anoushka.
Abrí
la puerta sorprendida.
—Cariño,
¿Svetlana no les dejó toalla para el baño de Milenka?
—Sí…
Digamos que está empapada y no la podemos usar. “Lenki” la lanzó a la bañera.
—Ah…
Okay. Ven, acompáñame a mi alcoba te daré una.
Ambas
nos dirigimos a mi habitación y abrí el ropero.
—Veamos…
—Estás
muy linda, mami.
—Gracias
cielo –me detuve y la observé—. Tú estás bellísima. Ese vestido azul te queda
genial con tus ojos púrpura, pero pensé que te pondrías el color salmón.
—Es
que a Dimitri le gusta este.
Cruce
los brazos y fruncí el ceño.
—Anoushka
debes usar lo que te gusta a ti. No todo gira a través de Dimitri.
—Lo
sé –sonrió—. Solo por esta vez.
—Uno
se casa pero no debe perder identidad, ni sus gustos y preferencias.
—No
te preocupes lo tendré en cuenta.
La
voz de Svetlana apresuró el trámite.
—¡Hola
mamá, llegamos!
—¡Voy!
Entregué
la toalla a Anoushka y me apresuré a llegar a la sala.
—Svetlana,
Anthony, ¿qué tal la ciudad?
—Muy
iluminada y concurrida, Sasha.
—Como
siempre hermosa, mamá.
—¿Quieren
beber algo? –invitó Mijaíl entrando a la sala.
—Por
ahora no, gracias –Anthony se sentó en el sofá frente al ventanal— ¿Milenka se
portó bien?
—¡Por
supuesto! –Exclamamos al unísono.
—Mmm…
sospecho que la están cubriendo –Svetlana me abrazó y dio un beso sonoro en la mejilla—.
Pero ya me di por vencida. No puedo con dos abuelos consentidores como ustedes.
—Hija,
no la vemos tan a menudo –protestó Mijaíl—. Déjanos mimarla.
—Toda
de ustedes mientras estemos aquí –rio Anthony.
Observé
a mi hija.
—Svetlana,
¿te quedarás de jeans y suéter?
—Obvio
mamá, es mi estilo y no iremos a ningún evento.
—Anthony
está muy elegante y tú…
—Me
maquillé, me planché el cabello, pero es la ropa que me siento cómoda. Iván,
¿dónde está?
—Tiene
una conferencia en Kaliningrado, imposible estar presente entre nosotros -intercambié una mirada con mi esposo.
—Iré
a ver si Milenka está lista. Ah, ¿está preparado el llavero para Drank?
Mijaíl
y yo nos miramos con temor.
—No
se lo darán –Natasha entró a la sala con el mantel de encaje.
—¿Qué?
¿Cómo qué no?
—Pues…
—titubee— Natasha cambia ese mantel es muy suntuoso y no pretendo que Drank se
sienta incómodo.
—Ivan
no está de acuerdo y debemos coincidir los siete –respondió Natasha a su
hermana lanzando el mantel en el sofá.
—¿Qué
le pasa a este chico?
—Mi
amor, quizás es cuestión de tiempo –trató de aplacar Anthony.
—Pero
si hoy se presenta formalmente, ¿cuándo se lo daremos?
—Hija,
el llavero no es tan importante.
—¡Cómo
que no, papá! El águila bicéfala es nuestro símbolo. Anouk es una Gólubev.
—Bueno,
intentemos pasarla lo mejor posible y que Drank se sienta como de la familia
–acoté afligida.
—No
entiendo cómo va a sentirse de la familia si le haremos ese desaire.
De
pronto, la puerta de ascensor se escuchó, pasos en el pasillo y… un ligero
aroma a lobo se coló por debajo de la puerta.
—Llegaron
–murmuré—. Natasha, ¿los canapés están listos?
—Todo
listo, mamá.
Mijaíl
abrió la puerta y su rostro expectante cambió en segundos al contemplar a
Anouk. La sonrisa de oreja a oreja lo iluminó.
¡Hola
papá!
—¡Anouk!
Ambos
se abrazaron mientras Natasha y Dimitri se acercaban sonrientes. Drank había
quedado un poco atrás así que avancé hacia él como buena anfitriona.
—¡Drank,
bienvenido!
Sonrió
de inmediato y contestó un tímido, “muchas gracias”.
Lo
abracé y correspondió. Al apartarlo lo miré a los ojos, ¿miel, canela? No
sabría bien. Reconocí aquel rostro amable que había evitado que cayera en la
boda de Douglas.
—¿Qué
tal el viaje?
—Dos
horas eternas pero bien. No estoy acostumbrado a viajar en avión a menudo.
—A
mí me gusta pero Mijaíl odia los vuelos. ¡Oh! Permíteme el abrigo.
Se
lo quitó y lo cogí sin perder la sonrisa. Es que en realidad no era forzada.
Drank transmitía paz y simpatía.
Mi
marido se acercó y estrechó la mano.
—Bienvenido,
Drank. Un gusto que estés aquí.
—Muchas
gracias.
Después
de la algarabía del encuentro entre hermanos, Natasha y Dimitri junto a Anthony
se acercaron a Drank para presentarse. Poco después Giselle y Anoushka llegaron
a la sala para saludar a los recién llegados.
—¡Oye
te ves muy bien de vampiresa! –rio Anouk.
—Gracias,
estoy feliz –contestó Anoushka.
—Por
favor, sentémonos antes de que esté la cena así Drank se relaja un poco –sonrió
Mijaíl invitándolo al sofá.
—Anouk
dame tu abrigo, los dejaré en el perchero.
—Iré
a ver si Svetlana necesita ayuda, permiso –Anthony abandonaba la sala cuando
chocó en la arcada con su esposa.
—Cariño,
iba por ti y la niña para darte una mano.
—Te
has acordado un poco tarde, Anthony.
—¡Pero
pensé que tenías todo controlado! Dame a Milenka –la cogió en brazos pero mi
nieta luchó por quedar libre y caminar –okay, no toques nada.
—¡Ah
noo! ¡Ven aquí con la tía! –Anouk se apresuró a cogerla— Mira Drank, ella es mi
sobrina Milenka.
Él
se acercó con una sonrisa que iluminó la sala. Le gustaban los niños, era
evidente.
Svetlana
sacudió su suéter con evidente enojo.
—¡Mira
cómo me dejó! Repleta de talco.
—¡No
tengo la culpa! –se defendió Anthony.
—No
discutan por pequeñeces, hay un invitado –me enfadé.
—Por
mí no se preocupen.
—¡Anouk,
hermana! ¡Hola Drank, soy Svetlana! Los saludaré cuando esté presentable.
—¿Alguna
vez estás presentable? –bromeó Dimitri.
—Ah
Okay, habló el que usa trajes combinados y multicolores. Natasha, ¿tienes un
suéter para prestarme?
—Claro,
ve a mi habitación –giró hacia Drank y sonrió—. Bienvenido a la familia.
Tim.
Vestido
con el atuendo multicolor propio de los sami me acerqué junto a ellos a la gran
fogata. El atardecer nos rodeaba a pesar de ser las cuatro y media de la tarde.
El fuerte olor a incienso y piñas del monte entraba por las fosas nasales y
parecía depurar los pulmones. El gran chamán de la tribu rezó unas oraciones
mientras nos manteníamos en silencio, con respeto, con nostalgia de todos
aquellos muertos que nos habían dejado.
Entendía
el idioma perfectamente por ser mi lengua madre, el lenguaje de todos los lobos
que habían nacido en tierras nórdicas. El brujo extendió sus manos como
queriendo abrazar cada llama que ascendía en forma de lenguas anaranjadas.
Convocó a Syn, guardiana del umbral del Nilfheim, el reino de las tinieblas.
Pidió a la diosa liberar a nuestros antepasados del oscuro territorio, para que
vieran la luz y descansaran en paz. Después de un largo silencio comenzaron a
entonar un “Joik” dulce y melodioso. Acompañé en voz baja cada estrofa, cada
verso, con la esperanza que mi amor diera alguna señal de estar bien, en paz,
iluminada con la misma energía maravillosa que la había acompañado durante su
corta vida… Siempre tenía ese deseo, cada año, cada día festivo de los muertos.
Pero nada… Nunca había tenido una señal de ella.
¿Dónde
iban los lobos nobles cuando morían?
¿Sería cómo el cielo al que creían los humanos? ¿Y los vampiros? ¿Ambos
seríamos bestias a los ojos de ese Dios inmortal de la raza humana? Algo se
comentaba en la reserva desde que Drank había sido salvado por Adrien. Algo así
como campos de energía donde nada corpóreo tenía lugar.
De
pronto me angustié, sentí que por más que rezara nuestros muertos no
escucharían. ¿Por qué mi fe parecía flaquear? ¿Por qué no albergaba esa
confianza que lucía en cada hermano sami frente a la hoguera?
Transcurrió
alrededor de una hora, o más… Los hombres se quitaron la casaca y quedaron con
sus torsos desnudos. Las mujeres abandonaron sus ponchos de colores manteniendo una prenda sencilla y blanca como
la espuma. Los imité. Era una señal de estar despojados de lo terrenal, de
agravios, con sencillez y pureza ante los muertos. Ellos no se llevaban nada de
aquí.
Poco
a poco cada uno fue alejándose cogiendo un carbón encendido en vasijas y cuencos,
atravesaron lentamente el cementerio, como si el pequeño hilo humeante que
dispersaban fuera un regalo para ellos, para su descanso.
Me
quedé allí, cerca de la fogata casi extinguida. El silencio ganó mí alrededor y
se extendió por el bosque. El fresco abrazó mi piel como helada matutina. La
noche caía y ni grillos ni búhos se atrevía a romper la quietud. Me había
quedado solo con un sabor a fracaso muy pocas veces sufrido. Siempre fui
optimista, alegre, con una fuerza interior capaz de levantarme mil veces si
caía. Vaya que caí… Pero aquí estaba de
pie. Aunque solo necesitaba saber cómo estaba ella.
Mis
ojos se empañaron por las lágrimas… Cielos, solo quería saber cómo estaba ella.
Si tan solo Syn existiera realmente y me lo dijera. En sueños o aquí mismo, no
importaba. Mi fe se diluía, y no quería que ocurriera.
De
pronto una silueta femenina corrió entre los árboles, el follaje era espeso
pero aun así su luz violeta no pudo ocultarse ante mis ojos de lobo.
Tragué
saliva, luz violeta, silueta femenina… ¿Si era la vampiresa asesina de
Fjellner? Estaba solo… Los sami se habían retirado, el complejo de cabañas
estaba lejos… Sin embargo la valentía le ganó al temor. Si era mi hora de morir
no me importaba. Iba a encontrarme con ella y mi bebé.
Me
mantuve quieto con la vista fija hacia el tercer ciprés, donde creí
visualizarla por última vez. Veinte segundos, treinta, cuarenta… Al fin se dejó
ver asomándose al costado del tronco. La poca luz de la fogata casi extinguida alcanzaba
para ver un rostro de rictus serio y unos ojos brillantes. Lo violeta del aura
se confundía con el tono claro oscuro que daba la luna en el follaje.
Mi
voz salió firme de mi garganta.
—Si
vas a matarme hazlo al menos de frente. Cara a cara.
Inclinó
el rostro, un rostro perfecto, como sorprendida. Entonces escuché su voz que
movió las nervaduras de cada hoja del monte.
—¿Matarte?
No he venido a eso.
Se
acercó lentamente. El cabello largo y renegrido se balanceó con sutileza a cada
paso. Sentí rígidos mis músculos.
—Eres
el lobo de mis apariciones.
—¿Qué?
–balbucee.
—Esto
es para ti –extendió un colgante con un dije que parecía un colmillo.
Sin
saber por qué lo cogí y le di las gracias.
Lo
observé en la palma de mi mano. Un colmillo…
—¿Por
qué me regalas esto, vampiresa? –volví la mirada ante ese iris sanguinolento.
—No
es un regalo, es un préstamo. Es el colmillo del leopardo de las nieves,
símbolo Sherpa.
—Yo…
no soy Sherpa.
Sonrió.
El arco de sus labios rojo intenso en ese gesto me congeló. Hubiera caído de
rodillas frente a ella si no hubiera mantenido la cordura.
—¿Por
qué yo?
—Te
lo dije, eres quien más lo necesita. Me lo dicen mis visiones. ¿Acaso no
quieres saber de tus muertos?
—Y…
¿este colmillo…?
—Perteneció
a mi padre, líder de los Sherpa. Está entre los muertos y su objeto tan amado
ahora te une a él.
—¿Quién
eres?
—Thashy
Sherpa, hija mayor de Agni. He soñado con él y debía entregártelo.
Solo
cuídalo.
Cerré
el puño y mantuve el colmillo apretado hasta que lo acerqué para verlo mejor.
No era imitación. No conocía al animal pero era evidente que no era fantasía.
—¿Qué
debo hacer con él? ¿Guardarlo? –levanté la vista para ver a la vampiresa.
Ya
no estaba. Se había esfumado entre la vegetación. Entonces cogí el colgante y
me lo puse en el cuello. Acaricié el colmillo comenzando a sentir una sensación
extraña. La brisa de alrededor fue desapareciendo y mi piel desnuda sintió una
tibieza agradable. Algo me llevó a acercarme aquella fogata casi extinguida.
Los carbones aún despedían el aroma de piñas e incienso. Los brasas ardientes
cambiaron el color rojo característico por uno brillante parecido al oro. Como
los ojos de los lobos cuando su energía se expandía por el cuerpo.
De
pronto parecieron muchos ojos que me miraban, y yo a ellos…
Aparté
la mirada lentamente y me di cuenta que no me hallaba en el bosque. Al menos no
en el que conocía desde niño. Era un paraje muy bello, con el atardecer
despuntando en el horizonte. Árboles, césped, flores…
¿Dónde
estaba?
—Bienvenido
Tim, guardián del alfa.
Miré
a mi costado, a unos cuantos metros la vi. Una hermosa hembra de vestido muy
largo y vaporoso.
—¿Me
conoces? ¿Quién eres?
Sonrió.
—Te
conozco, sí. De muy pequeño. Tú no me recuerdas pero alguna vez guié a la
manada.
—¿Alfa?
¿Eres Maia?
—Sí,
soy yo.
—¿Pero
estás muerta? ¿Cómo puedo verte y escucharte? ¿He muerto?
—No,
tú no eres de aquí, al menos faltará tiempo para eso. El colmillo es lo que
provocó tu viaje.
—¿Mi
viaje?
—Dime,
¿no era tu necesidad imperiosa saber dónde estamos? Pues aquí, la mayoría
estamos bien.
—¿Puedo
quedarme?
Arqueó
la ceja confundida.
—No
te engañes. Tú no quieres quedarte. Sabes que eres muy útil en el lugar de
dónde vienes.
—¿No
puedo verla? Por favor…
Volvió
a sonreír y señaló a mi espalda. Me giré bruscamente y me encontré con esa
figura tan amada que había extrañado tanto.
—Mi
amor… —mis ojos se llenaron de lágrimas.
—Tim…
Estamos bien.
—Te
extraño.
—También
yo.
Estaba
igual que la última vez que la vi, con un estado de embarazo avanzado.
—Debes
regresar. Yo siempre te cuidaré.
—No
quiero irme sin ti.
—Tendrás
que hacerlo, amor. No pertenezco a los vivos y tú sí. Pero no sufras, algún día
nos volveremos a ver.
Una
lágrima corrió por mi mejilla.
—Si
tú no estás nada es igual.
—No,
nunca lo será. Pero será mejor, lo mereces. Y me hace feliz. Si tú estás feliz
lo estaré yo. Recuérdalo siempre.
De
pronto el llanto lastimero de alguien llegó a mi oído. Mis ojos alcanzaron a
ver no muy lejos una parte sombría del bosque. Ella miró hacia allí y su rostro
dibujó la tristeza.
Avancé
sin pensarlo dos veces hasta que reconocí el rostro de aquél lobo.
—¡Fjellner!
¡No llores!
Me
miró con desaliento y murmuró.
—Mike…
Miré
a Maia y ella me habló antes de desaparecer.
—Puedes
ayudar, Tim… Guardián del alfa. Tú has podido contemplar lo que muchos no
podrán. Debe servir para algo. El colmillo es un préstamo que lleva consigo una
misión.
Parpadee
varias veces. ¿Estaba soñando? ¿La vampiresa me habría dado algún alucinógeno?
No… Todo era demasiado real.
Quise
avanzar hasta el lobo pero nunca llegaba. La distancia parecía mantenerse a
pesar de haber dado una decena de pasos. Quería abrazarlo, consolarlo, fue entonces cuando todo cambió a mi
alrededor.
El
bosque giró sobre sí mismo y caí al suelo. Mis ojos fijos en el cielo
estrellado. El frio alrededor, el aroma al incienso, y la voz de Carl.
—¡Tim!
¡Tim! ¿Dónde estás?
—Aquí
–murmuré en voz baja primero… Después más fuerte hasta gritar—. ¡Aquí! ¡Carl,
aquí estoy!
Llegó
hasta mí sosteniendo una linterna y me observó en el suelo.
-Pero…
¿Qué haces? Me preocupé, tardabas demasiado. Dejé a los dos demonios solos en
tu casa. Mis sobrinos deben estar incendiándola.
-Solo
fue un par de horas.
-Te
equivocas, hace mucho más. ¿Perdiste noción del tiempo? Mira tú reloj.
Acerqué
la muñeca mientras me ponía de pie. Una de la madrugada… No podía haber
transcurrido tanto tiempo. ¿O sí?
Douglas.
Esa
mañana no debíamos trabajar en el monte, había que aguardar desde Kirkenes una
carga de tirantes que traería Bernardo en la furgoneta y Marin tenía el día
libre en el hospital. Así que junto a mi amada desayunamos en la cama y
aprovechamos a quedarnos un poco más disfrutando del asueto. Cuando el sol bañó
la gran parte de la pequeña habitación de nuestra alcoba, decidí darme un baño
y llegar puntual a la cita de Ron.
Me
vestí, me puse la chaqueta, mientras observaba a mi chica sentada en la cama
con un tejido. Estaba preocupada porque no lograba tejer el punto para uno de
los gorros de los mellizos.
—¿Te
vas?
Le
di un beso en los labios y despeiné el largo cabello. Me gustaba hacerla
enojar.
—¡Ey!
No hagas eso.
Sonreí.
—Sí,
Ron me dijo que me esperaba en el centro, quería prestarme dinero para
comprarnos algunas cosas para la cabaña.
—¿Qué
le dijiste? –me miró asombrada.
—Pues
qué no. Insistió y dijo que esperaría en la plaza. No quería que papá se
enterara.
—¿Le
aceptarás?
—No,
Marin, saldremos de esto sin ayuda, entre tú y yo.
—Estoy
de acuerdo, lo mismo le dije a mamá y a Liz. ¿Irás igual a la plaza?
—Sí,
no quiero dejarlo plantado y juró ir.
—¡Qué
terco! –Rio— Es muy bueno.
—Sí,
lo es. Te veré luego cariño.
—Mejor
pasa por la mansión, seguro querré ver a mis sobrinos.
Dudé.
Ella bajó el tejido y me miró con cierto reproche.
—Algún
día tendrás que cruzarte con Numa.
—Espero
que por ahora no, muero de vergüenza. No soportaría que me mirara con reproche.
—Se
ha recuperado.
—Pero
lo he hecho pasar muy mal.
—Pídele
disculpas, es tu amigo.
—No
las aceptará, Marin. Casi pierde la vida.
—Inténtalo.
—Es
muy pronto. Estará furioso.
—Bien,
como tú gustes. Regresaré por mi cuenta. Seguro que Scarlet o Lenya me traerán
hasta aquí.
—No
creo que entren a la reserva así que llámame y te esperaré a la entrada.
Cerré
la puerta y avancé hacia mi moto. Arranqué rumbo al centro con una presión en
mi pecho que me ahogaba. Hoy le habían dado el alta a Numa y me sentía feliz en
ese sentido, pero en otro momento y dadas otras circunstancias hubiera estado
firme a su lado compartiendo el gran logro. Sin embargo él tenía a Ekaterina y
no dudaba que lo hacía feliz. No me necesitaba, hoy no. Ya no quería sentirme
el obstáculo como en tanto tiempo lo había sido, al principio ignorando ser una
piedra en su camino, después… el enfrentamiento.
Mi
moto giró en la última curva para acortar camino. A lo lejos, la mansión…
Aminoré
la marcha para quitar el móvil del bolsillo y presionar el botón de “llamada
rápida”, después el “8” de Ron.
—¡Hola
Ron! Llego en quince. ¿Estás en la plaza?
“Listo
Douglas, junto al cerco de glicinas, en la gran arboleda.”
—Vale,
nos vemos.
Corté,
guardé el móvil, y aceleré.
Sasha.
Observé
con disimulo el plato medio vacío de Drank.
—Querido,
¿te gusta el bife al horno? Tienes más patatas.
—Delicioso,
muchas gracias.
—Si
no te apresuras, Milenka te ganará en comer patatas –sonrió Svetlana.
—¿Algunas
vez se preguntaron qué pensará “Lenky del porqué no comemos? –bromeó Natasha.
—Para
eso estará su tío, hermanita –Dimitri guiñó un ojo—. Para guiarla hacia una
vida normal.
—¿Tú
eres normal?
—¡Calla,
Frankenstein!
—¡Mamá,
me dijo Frankenstein!
—¿Y
cómo quieres que te llame si andas desarmando cadáveres prehistóricos para
darles vida?
—¿Quién
te dijo ese disparate? Tienes una frondosa imaginación.
—Dimitri,
Natasha… —murmuró mi marido.
Anouk
bebió de su vino y se dirigió a Drank.
—Mi
hermana estudia la genética de las razas y ha conseguido dos fósiles muy
interesantes.
—¿En
serio? Suena interesante.
—Bueno,
es una especie de secreto así que apelo a tu discreción –sonrió mi hija mayor.
—Por
supuesto.
—Drank
es de la familia es justo que lo sepa –sentenció Anouk—. Y hablando de ello…
¿No tienen nada para darle?
Todos
nos miramos.
—¿Papá?
¿Mamá?
—Es
que… —titubee.
—Esperábamos
a estar todos y justo Ivan tuvo que… ausentarse –alegó Mijaíl.
Pero
Anouk nos conocía y las miradas de pánico no pasaron inadvertidas.
—No
está de acuerdo, ¿verdad? ¿Por eso no está aquí?
—¿Qué
tal si continuamos bebiendo en el sofá? ¿Drank, prefieres café? –invitó mi
marido.
—Sí,
gracias.
Me
dispuse a recoger la vajilla. Svetlana alzó a la niña de su silla de comer y la
llevó a la mesa de living donde estaban unas hojas de cartulina blancas y
lápices de colores. Mi nieta era demasiado inquieta para permanecer de
sobremesa y por otra parte amaba dibujar como su madre.
—Buen
provecho, Drank.
—Gracias,
Sasha.
—¡Hice
una pregunta!
—Anouk,
por favor –supliqué—. No pongas incómodo a tu novio.
—No
estoy poniéndolo incómodo, quiero saber la verdad. Él merece saber a qué se
enfrenta.
Svetlana
levantó la vista de las cartulinas y colores y nos miró.
—Hija,
estamos felices de tenerlo hoy aquí –replicó Mijaíl.
—Ponte
cómodo en el sofá, beberemos café y nos cuentas de ti y tu familia –sonreí.
Él
devolvió la sonrisa aunque una mirada rápida hacia su chica no lo hizo ignorar
la situación tirante.
—Perfecto
–Anouk se levantó de un salto—, ahora lo pondrán bajo un interrogatorio
extenuante para verificar si una de sus preciadas joyas está a su altura.
—Anouk…
—respiré profundo.
—Por
favor –él la cogió suavemente del brazo—, bebamos el café.
—Sí,
yo prepararé el café –dijo Anoushka, y partió a la cocina seguida de Giselle.
—Por
favor, coge asiento Drank –señaló Dimitri—. Relájate que Anouk está exagerando.
Nadie aquí te hará un interrogatorio.
—No
hay problema. Entiendo que no me conocen y necesiten saber sobre mí –lentamente
se acercó al sofá y se sentó.
Mijaíl
y yo lo seguimos junto a Anthony mientras Natasha se apartaba unos metros para
atender una llamada en su móvil. Anouk cruzada de brazos se mantuvo unos
segundos con la vista fija en su padre, pocos segundos después se sentó y cogió
la mano de Drank.
Drank
pareció tomar impulsó y habló.
—Sé
que no les cae en gracia que el prometido de su hija sea un lobo. Lo entiendo…
Quiero decirles que tampoco lo elegí. Fue un accidente, casualidad o quizás nada
de eso, pero lo cierto es que no imaginaba una vida como la que tengo. Tuve que
adaptarme y aún hay cosas que debo aprender a dominar.
—¿Enfureces?
–me angustié.
—¡Mamá!
–protestó Anouk.
—Déjala,
son sus dudas –reprochó—. Enfurezco pero no tengan miedo que no a modo de
bestia. No le haría daño a Anouk, jamás. Me criaron con principios morales y de
ética y eso depende de cada uno, sea lobo o humano. Mi padre y yo somos
trabajadores, siempre nos ganamos el sustento de forma honrada. Viví mi
infancia y parte de la juventud en Drobak. No tengo gran herencia que dejar si
se trata de dinero.
—Eso
no nos importa –aseguré.
—¿Tu
madre? –Preguntó Dimitri—. ¿No la mencionaste?
—Falleció
cuando tenía catorce años. Y tengo una hermana, media hermana, de una relación
de mi padre con otra mujer. Tuve amigos, muchos. Algunos creí tener y no eran
tan fieles. Supe quienes estaban a mi lado cuando me enfermé. Mi mejor amiga es
Liz a la que quiero mucho… No sé qué más quisieran saber de mí.
—Es
suficiente, Drank. Anouk es feliz y nosotros lo somos –sonrió Mijaíl.
—Sí
deseamos saber algo más –Natasha se acercó sentándose frente a él.
—Dime.
—Acabo
de cortar con Sebastien Craig. Quería saber cómo iba mi proyecto, y mi pregunta
es, ¿qué ocurre entre vampiros y lobos? Según el líder de los vampiros no somos
bienvenidos a pisar sus tierras. Pero sucede que mi hermana vive con ustedes.
¿No podemos visitarla?
—Eso
no es una decisión que parte de mí. Sin embargo es cierto que a partir de
algunos hechos un grupo de lobos se siente ofendido y la distancia pareció ser
la mejor opción.
—¿Un
grupo?
—Natasha
–interrumpió Mijaíl—, ya ha dicho que no es una cuestión de toda su raza.
—Me
siento cómoda trabajando en el Jardín de Infantes –defendió Anouk—. Los padres
me aprecian y nadie me hará daño en la reserva.
—¿Te
jugarías que a mi hermana nadie le haría daño?
Él
miró fijamente a mi hijo.
—Sí,
porque antes tendrían que matarme. Y antes de hacerlo dejaría Anouk a salvo en
vuestras manos.
—Todo
está genial, pero quiero saber porque Drank no recibirá el llavero del águila
bicéfala.
—La
verdad te la diré yo –dijo Natasha—. Ivan no está de acuerdo. Y sabemos que es
un símbolo de la familia.
—¡No
es justo!
—No
coincido con mi hermano –Dimitri aceptó el café de Giselle—. Gracias… Decía que
no coincido con él pero en el fondo intento entender a qué apunta. No te
conocemos, y el tiempo puede ser único que demuestre quien eres.
—Ivan
se encaprichó –protestó Anouk—. Si es por el tiempo, Anthony podría traicionar
a Svetlana. ¿Quién asegura que no lo hará en el futuro?
—Hija
–traté de poner paños fríos—, teníamos referencia de Sebastien.
—No,
es porque Anthony es un vampiro como nosotros.
—No
te cierres, Anouk –replicó Dimitri.
—No
me parece adecuado poner a Drank en esta situación –afirmé abochornada.
—No
mamá, creo que es peor que no lo hablemos de frente, es la única forma de que
él pueda explicar y tranquilizarnos. Anouk vive entre lobos, y lo cierto es que
no estamos en el mejor momento. Ivan solo tiene temores.
—Lo
que ocurre –interrumpió Drank—, es que Ivan y yo no tuvimos un buen comienzo.
Eso no ayudó.
—Por
culpa de Iván.
—No
cariño, fue culpa de los dos. Sin embargo estoy dispuesto a remediar la mala
relación.
—Eres
muy amable –sonreí.
Anthony
revolvió el café y lo miró.
—No
tengo nada contra ti y la relación con mi cuñada, pero hay algo que sí me
molestó.
Todos
callamos y lo miramos sorprendidos. Incluso Svetlana dejó de dibujar.
—Has
nombrado algunos hechos de los vampiros que molestaron a los lobos, pero te
olvidas que ustedes provocaron mucho dolor tiempo atrás. Intentaron asesinar a
Douglas. Además uno de ustedes casi mata a Numa Craig. ¿El daño a los vampiros
no cuenta? Soy un Gólubev pero también soy un Craig. Ustedes tuvieron errores
graves.
—Lo
sé, no quise minimizar, a pesar que sobre Douglas no estoy demasiado informado.
—Bueno,
lo importante es que tarde o temprano solucionemos nuestras diferencias –acotó
Mijaíl—. No podemos adjudicarle a toda la raza las malas acciones de algunos.
—Lo
mismo digo para nosotros –volvió a replicar Anthony—. Sería genial que le hagas
saber a los lobos que lo que ha hecho una loca desquiciada y asesina no nos
identifica.
—Lo
haré.
Svetlana
se puso de pie y me extendió un dibujo.
-Pon
tu firma.
Lo
contemplé con la boca abierta. Era un escudo tridimensional con el águila
bicéfala. Arriba de título llevaba la palabra “Bienvenido”.
La
miré antes de aceptar la pluma. Entendí que deseaba para esta noche. Que Drank
no se fuera con las manos vacías.
Después
de firmarlo lo entregué a Mijaíl que estaba junto a mí. Él sonrió y firmó. Y
así fuimos pasando el bello dibujo a cada uno de los Gólubev, incluso a Anouk
que rio ante la ocurrencia de su hermana. Después, lo entregó a Drank.
Él
lo aceptó agradecido con esa sonrisa que parecía ser tan maravillosa y amable y que desee con todo el corazón que
fuera sincera.
Mijaíl
habló.
-Hoy
no te daremos el llavero, pero en este dibujo al que firmamos todos, ten la
seguridad que es un regalo desde el corazón.
-Muchas
gracias. Es un regalo hermoso, lo encuadraré y lo pondré en la sala. No solo
por agradecimiento, sino para no olvidarme nunca que también les pertenezco.
Al
paso del reloj, la charla se volvió más distendida y amena. Anouk bajó la
guardia una vez que vio a Drank relajado y feliz. Incluso ambos jugaron con
Milenka. Dimitri tenía razón. Hubiera sido peor hablarlo a escondidas
aumentando conjeturas y miedos mal infundados. Drank cuidaría a Anouk, más allá
de cualquier cosa que ocurriera en la reserva.
Invitamos
a la pareja a quedarse en nuestro hogar pero prefirieron alojarse en un hotel
frente a la plaza. Se quedarían solo por un par de días y prometieron regresar
para compartir un brindis antes de partir a Noruega.
Douglas.
Estacioné
la moto con un sol débil que se escurría entre los árboles de la plaza. Avancé
hacia el cerco de glicinas y eché un vistazo alrededor. Había brisa y el
perfume de las flores me pareció muy placentero. Pero no era la primera vez que
las glicinas me regalaban ese aroma. Cerré los ojos… Hubo una vez que su
potente perfume me había embriagado. Intenso, exquisito… Podía recordarlo como
hoy. Quizás porque esa vez era agudo e inequívoco… Era ciego… Con mi sentido
del olfato y el tacto desarrollados. Y el oído, mi fino oído… escuchando a un
grupo de niños jugar a la escondida.
También
deseaba hacerlo, como ellos que podían correr y saltar sin tropezarse. Como
ellos, que podían ver…
—¿Ves
qué si puedo jugar?
Abrí
los ojos al escuchar su inconfundible voz. Y allí estaba frente a mí, de pie,
sonriendo.
Abrí
mi boca y no pude hablar, ni siquiera murmurar un, “¡hola Numa!”
Se
acercó lentamente.
—Eso
dijiste, ¿recuerdas? “¡Ves que sí puedo jugar!”
Mis
ojos se llenaron de lágrimas.
—Ron
no vendrá –murmuró—. Fue una trampa para hacerte venir. Y elegí aquí, porque
aquí nos conocimos. A partir de aquí fue un antes y después en mi vida. Y en la
tuya también.
Dio
unos pasos más hacia mí.
—Nuestros
destinos cambiaron para bien. Yo, encontré una familia, pero tú y yo desde ese
día supimos que significaba ser amigo.
Al
fin con las lágrimas corriendo por mis mejillas balbucee.
—No
te merezco. No soy el amigo perfecto.
—No
hay amigos perfectos. Lo que importa es que te volvería a elegir.
Limpié
mis lágrimas.
—Y
yo a ti. Perdóname.
—Ya
te perdoné. Y lo hice porque estoy seguro que tu arrebato no fue para hacerme
daño. Equivocado o no, solo querías mi bien.
Lo
abracé y me abrazó, fuerte. Aunque no era necesario porque nada ni nadie
arrebataría lo que sentíamos el uno por el otro. Ni mis decisiones, ni las suyas.
Ni su forma de vivir, ni la mía. La amistad
iba más allá de eso. No nos habíamos cruzado por casualidad, y honor a
ello, seríamos amigos hasta el fin de nuestros días.
Sin
embargo, si hubo un problema entre amigos se debe hablar sobre lo que ocurrió.
Por lo tanto decidimos beber un café en un bar cercano y analizar lo que había
pasado aquella noche.
—Mi
error fue no contarte desde un principio, Douglas. Lo admito. Sé que eso te
enfureció. Al comienzo no sabía que lo que sentiría por Ekaterina era amor.
Siempre fui muy inestable en cuestiones de chicas, aunque poco a poco me di
cuenta que me había enamorado de verdad.
—¿Y
ella? –me apresuré a preguntar.
—Dice
que me ama y yo le creo. ¿Por qué no?
—Pues…
No tiene unos antecedentes muy buenos, tú sabes…
—No
ignoro lo de Bianca, pero ella cambió. Incluso Bianca se muestra amigable con
ella. Pienso que después que regresó de la muerte algo pasó. Ellas hablaron y
la relación mejoró.
—Solo
quiero que no sufras.
—Lo
sé. Debes confiar en mí. Tengo calle y no soy tonto. De verdad, no te
preocupes.
—Okay…
Le daré la oportunidad como la vida me la dio a mí. Yo… Le he pedido disculpas
cuando tú estabas en agonía. Creí que por mi culpa ibas a morir. Nunca me lo
hubiera perdonado. Ahora estás aquí, recuperado.
Sonrió.
—Quizás
algún día podríamos salir los cuatro.
—Cuando
quieras –sonreí—. No voy a perderte otra vez.
Al
primer café le siguieron otros más. Teníamos mucho de qué hablar. Lo cierto que
por nuestros compromisos y rutina nos habíamos alejado. Ni él ni yo sabíamos de
hechos importantes que habían impactado en nuestra vida. Mi vida con Marin en
la reserva, la sensación de bienvenida del bosque, mi padre, mi madre, y una
responsabilidad que estaba aprendiendo a hacerme cargo. Sus sesiones con
Dimitri, su visita al cementerio, el antes y después de haber enterrado a sus
padres biológicos.
Todo
lo que ignorábamos por apartarnos sin querer de ese invisible y mágico lugar
que es la amistad. Pero habíamos regresado… Porque no es extraño que alguna vez
por algún motivo te alejes. Lo esencial con los amigos verdaderos… es que
siempre regresas.
Mike.
Sentado
en un bar junto a Hauk bebíamos una cerveza mientras le contaba sobre mi nuevo
trabajo. Se lo veía feliz de verme bien, entusiasmado con la paga que tendría por
mes. Ahora podría ayudar a mamá y quizás hasta mudarme solo a una cabaña. Pero
yo no estaba bien… Por momentos lo sabía disimular y pienso que logré que me
creyeran. Incluso mamá y Bua cuando les conté como me había ido en la
entrevista. Sin embargo algo oscuro albergaba mi corazón y no me permitía que
ese entusiasmo que mostraba fuera real. Como una sombra que me acompañaba donde
fuera. Un fantasma que acechaba aguardando el instante de estar a solas conmigo
y susurraba a mi oído la cruda realidad. “Tú padre ya no volverá” “Chelle ya no
es parte de tu vida.” “¿Qué harás ahora? Estás solo”.
—Creo
que regresaré a casa en estos días –murmuró mi hermano apesadumbrado.
Lo
miré curioso y bebí un trago de cerveza.
—¿Tu
chica?
—No
estamos bien y creo que es mejor darle un corte antes de que terminemos
odiándonos. No es la idea. Quizás la distancia nos ayude.
—¿Tan
mal está la convivencia?
—Últimamente
sí.
—Lo
siento.
—A
lo mejor me equivoqué, nos equivocamos. No somos el uno para el otro.
—¿Ya
no se gustan?
—Sí,
pero la pareja no se alimenta solo de eso, Mike. Nunca tuvimos los mismos
proyectos pero cuando no te interesan cuáles son los de otro algo anda mal.
—Celebro
que te des cuenta con tanta claridad.
—No
te creas, lleva un tiempo. Siempre te resistes a reconocer que lo que planeaste
es un fracaso.
—Al
menos tuvieron tiempo de planear –me quejé.
Me
miró fijo y bajó la vista.
—Ya
encontrarás alguien mejor.
—Mejor
no hay nadie –protesté—. Aunque ustedes lo detesten.
—No
lo odiamos solo que… ¿es raro no? Digo… Él siendo tu novio, entrando a casa,
sentándose a la mesa junto a mamá… Mike… Es hermano de la asesina de papá.
—No
quiero hablar del tema.
—Okay,
hablemos de tu trabajo. ¿Qué deberás hacer? La paga es fabulosa.
—Es
trabajo administrativo. Mi jefe es un gran empresario muy rico, necesita
alguien eficiente y de buena presencia.
—Ajá…
¿Y es apuesto?
—Calla,
no va por ahí. Es un hombre mayor. Debe tener unos cincuenta y pico de años.
Parece muy amable.
—Genial.
Escucha, voy a pedir otra cerveza. Hay mucha gente y el mozo tardará en
acercarse. ¿Quieres otra?
—No
gracias. Anda, llamaré a mamá para contarle que estoy aquí contigo. Sabes que
se preocupa.
—Vale,
ya regreso.
Apenas
se perdió entre la gente cogí el móvil… Ningún mensaje de él… Era de esperar al
fin y al cabo, pero uno siempre tiene esperanza. Sobre todo si sigue tan
enamorado como yo estaba de Chelle. ¿Y si aguardaba con paciencia esta
distancia entre nosotros? ¿Serviría como decía Hauk? No… Sentía desesperación
por tenerlo junto a mí. Por volver a vivir cada momento maravilloso de ese
pasado no tan lejano.
—¡Mike!
Levanté
la vista de mi vaso de cerveza y mi estómago se encogió, no por placer
precisamente.
—¡Kriger!
¿Qué haces aquí? ¿Estás siguiéndome? –me enfadé.
—No,
juro que no. Vine a beber algo con un amigo de mi padre.
—Pues
disfruta y déjame solo.
Se
sentó a mi lado.
—No
dije que te sientes.
—Lo
sé, solo escúchame. Por favor…
—No
hay nada de qué hablar.
—Mike,
te amo. Me equivoqué pero he cambiado. Nunca más te sería infiel. ¡Créeme!
—¡No
entiendes! No me interesa. No estoy enamorado de ti, ya no me importas. Por
favor, ¿quieres dejarme en paz?
Dicen
que en la vida las cosas no ocurren por casualidad. Si es así, la vida me
odiaba…
Alcancé
a ver el rostro entre la gente de aquel a quien más amaba en este mundo.
—¡No
puede ser!
Miré
a Kriger furioso.
—¡Vete
de aquí!
Pero
fue tarde, los ojos púrpura tan amados fijaron la vista en la mesa y quedó
boquiabierto.
—¡Mierda!
Me
levanté de un salto y me apresuré a llegar hasta él zigzagueando entre los
clientes. En cuanto me vio, giró y avanzó hacia la puerta de salida. Lo seguí
hasta salir a la calle. Recorrí con la vista los cuatro sentidos para ubicarlo
y al fin lo vi caminando hacia la esquina. Iba con otro vampiro. Me detuve dos
segundos, confuso… Finalmente me decidí.
—¡Chelle!
–corrí hacia él—. ¡Chelle espera, por favor!
Quedó
inmóvil con las manos en los bolsillos de sus jeans. Llegué hasta él con el
corazón en un puño. Tan solo verlo me trastornaba. Convertía mi cuerpo en
gelatina, mi pulso en una loca carrera, y todo mi ser a sus pies.
—Chelle…
No es lo que tú crees.
—Seguramente
debo ir al oculista –frunció el ceño—. Me pareció ver a tu ex en tu mesa. ¿Lo
estaban pasando bien?
—¡No!
Él se sentó a la fuerza yo vine con mi hermano para contarle de mi nuevo
trabajo no sabía que me seguía y quise echarlo y…
—Aguarda.
Levantó
su mano intentando frenar mi verborragia.
—Debes
creerme –murmuré.
—De
nada sirve creerte si estabas con él o no.
—Sí,
no quiero que pienses que te olvidé. No es así.
—¿Qué
más da, Mike? ¿Es qué no lo comprendes? Tú y yo no podremos estar juntos. No
tenemos futuro. Así que sigue tu vida.
—¿No
te importa? ¿Me olvidaste? –miré al vampiro que esperaba paciente a unos
metros.
—¡Oyee
lobo! –protestó—. ¡No me metas en sus líos!
—Es
Boris, salimos a dar una vuelta y no somos pareja –dijo Chelle sin dejar de
mirarme a los ojos—. ¿Satisfecho?
—No…
—¿Qué
más quieres saber?
—Chelle,
solo… dime que me amas. Que sigues sintiendo lo mismo que ese primer día.
Sus
ojos se desviaron de mi rostro y fingió reparar en la parada de taxi.
—¡Chelle!
Giró
hacia mí con rabia.
—¡Entiende!
Lo nuestro no puede ser. De verdad… —suspiró y sus ojos se llenaron de lágrimas—.
Quiero que sea feliz. Tienes una familia que cuidar y querer. Para ellos,
siempre seré un enemigo.
Se
alejó junto al vampiro y me quedé inmóvil. ¿Qué podía hacer? No lo convencería
en una calle con personas yendo y viniendo. Debía encontrarlo a solas, cara a
cara. Sin nadie que interfiriera. Juré que no me daría por vencido. Mucho menos
ahora que lo vi disgustado al verme con Kriger, que había logrado movilizarlo
ni siquiera rozándolo. No… No me daría por vencido.
Uy genial capítulo me dio mucha pena que Mike y Chelle sigan enojados. Veamos que pasa con Tim y su misión. adro la pareja Anouk y Drank
ResponderEliminarHola Citu! Muchas gracias por comentar!! Esperemos que se reconcilien, está difícil...
EliminarAnouk y Drank deben luchar por algunos obstáculos pero eso lo hace interesante.
Tim logró lo que quería, ver el más allá gracias a ese colmillo. Te mando un beso grande y feliz semana para ti.
Muuuuuchaaasss graciassss, Lou!!!! Te quierooooo muuuuchooooo, muchísimoooooo!!!!
ResponderEliminarQué remal me cae Kriger!!!! Te lo dije; los amores imposibles o que lo parecen son los mejores. La hermana de Chelle mató al padre de Mike, pero también mató a los padres de Chelle. Chelle y Mike se aman y espero que triunfe el amor amore!!!
Capítulazoooooo!!!!
Besoteeeeessssss!!!!
De nada mi sol!! Merecida!!
EliminarKriger siempre metiendo la pata entrometido, pero yo creo que no lo logrará.
Chelle y Mike deberían estar juntos y me está costando horrores que lo entiendan. Veremos si lo logro.
Y yo también te quiero mucho!!! Gracias querida amiga por tanto humor y alegría. Besotes miles y genial semana para ti!
Fue interesante leerte. Te encontré por facebook. Saudos
ResponderEliminar¡Hola! Muchas gracias. Bienvenida.
Eliminar¡Hola, Lou!
ResponderEliminarSasha es un encanto; creo que no debe preocuparse demasiado... Seguro que Anouk se sentirá una princesa muy feliz en la cabaña de un bosque... Seguro, porque estará con Drank
Te diré que me ha emocionado que Tim haya podido ver a quienes ama... y que haya visto que están bien
También me ha emocionado ese abrazo de Numa y Douglas... Amigos para siempre y entendiendo que no hay amigos perfectos porque no somos perfectos... nadie lo es
También me alegra que Numa haya recibido el alta
Por supuesto espero que Ivan pronto quiera entregarle el símbolo de su familia a Drank... pronto tiene que darse cuenta de que Drank es maravilloso
Bueno, Mike se está esforzando e intenta disimular que todo está bien... Es un valiente
Chelle le ha dicho que todo es imposible... Chelle debería saber que a lo "imposible" solo hay que quitarle las letras i y eme
Ha vuelto a ser un placer leerte
Besos
¡Hola Mela! Muchas gracias por tu comentario.
EliminarSasha es una buena anfitriona y siempre desea que sus invitados estén cómodos y felices, cuánto más su futuro yerno. Anouk, casi una princesa rusa se convertirá en la princesa de un bosque. Yo creo que el bosque y los lobos así lo decidieron.
Tim es un alma muy noble y esa angustia que no se atrevía a decir sobre la incógnita con el más allá, Thashy lo ha solucionado.
Numa y Douglas, imposible que dejaran la amistad. Confieso que la escena de la plaza también me ha emocionado. Tienes razón nadie es perfecto y se debe aceptar a los amigos como son como ellos a nosotros.
Ivan... Bueno creo que me dará un poco de trabajo. Sus temores a que su hermana le ocurra algo y que su futuro no sea el que ansiaba como familia lo ponen en un lugar de terquedad, veremos como lo convenzo.
Mike y Chelle no están siendo fáciles pero Mike por ahora pone todo de su parte, Chelle debería reconocerlo. Creo que está lleno de miedos.
Me encantó tu frase de "lo imposible", se nota que viene de una brillante pensadora y escritora.
El placer es mío de tenerte entre mis lectores. Gracias querida amiga. Un besazo grande y feliz semana para ti.
Me parece que Chelle y Mike no tienen futuro porque Chelle tendra miedo de que su hermana quiera matar a Mike.Me ha gustado mucho.Besos.
ResponderEliminar¡Hola Ramón! Muchas gracias por leerme y comentar.
EliminarChelle y Mike me están costando bastante, los miedos son un factor importante y anula el resto. Al menos por ahora.
Lo que dices de Chelle, no lo había pensado. Es verdad es muy probable que tema por Mike. La pregunta es, ¿será suficiente para buscar a su hermana y poner fin a tanto daño?
Veremos... Muchas gracias querido amigo. Un gran abrazo y feliz semana para ti.
Insisto en que Chelle y Mike deberían olvidar lo que les separa y recordar lo que les une.
ResponderEliminarBeso
¡Hola Ignacio! Muchas gracias por comentar. Tienes razón, ellos deberían aprovechar el gran amor que se tienen y olvidarse de los que no los quieres juntos. Aunque puede llegar a ser complicado cuando se trata de la familia.
EliminarUn abrazo amigo y feliz semana para ti.