INTRODUCCIÓN

Introducción:

Dentro de los Sami, una raza milenaria se ha mantenido en secreto. Los lobos basados en la naturaleza y el honor han logrado la supervivencia lejos del ojo humano.

La reserva es su hogar y transitaré en ella para conocer cada secreto. Es un gusto que ustedes me acompañen. Estoy segura que reirán y se emocionarán.

Por mi parte cada línea, cada párrafo sobre ellos, me ha llevado a un mundo de misterio y fascinación.

Lo siento no puedo prescindir de ellos. Ellos… también me han atrapado.

viernes, 6 de marzo de 2020

¡Holaaa! Disculpen que estoy publicando muy a menudo. Ustedes lean cuando puedan. Es que entre esas pocas cosas que puedo hacer operada es sentarme y escribir. Espero que lo disfruten. Los quiero, un beso grande para todos mis lectores.

PD. Mela se que te encanta Miyo así que este capi es para ti.


Capítulo 32.
Intriga.


Scarlet.

Cerré la puerta muy despacio. Bajé los tres escalones del portal lentamente. Traté de no hacer ruido con mis tacones stiletto hasta pisar el césped. Bajo mis pies la tierra endurecía y la gramilla había perdido cierta lozanía propia del verano. La noche estaba hermosa. El cielo mostraba diadema de estrellas en un fondo azul profundo. El aire podía notarse fresco y traía un aroma a las primeras “Autumn joy” plantadas por Charles.

Me detuve para observarlo… Estaba de pie, de espaldas a mí, a unos treinta metros. La mayoría de las días cuando el clima era agradable él salía al parque y se quedaba escuchando los sonidos de la noche.

Sonreí.

Sus jeans caídos a la cintura, un suéter negro liviano, el cabello rubio, corto y desordenado. Un aire salvaje lo rodeaba. Su físico no había cambiado demasiado. Siempre había gozado de una musculatura digna de admirar.

—Scarlet, sé que estás ahí.

Reí y me acerqué.

Grigorii giró hacia mí y sus comisuras se arquearon con esa sonrisa que iluminaba mi mundo.

—No es justo –llegué hasta él y lo rodee con mis brazos a la altura del cuello.
—¿Qué no es justo? –me cogió de la cintura.
—Ya no puedo esconderme de ti. Tu oído fino me delata.
—Te equivocas, fue tu aroma, antes de escuchar tus pasos.
—Oh… Parecías extasiado escuchando los sonidos de la noche.
—Sí, me encanta. Lo que más me gusta es el ruido del mar contra las rocas.
—Eso es algo que no escucharás a menudo, solo cuando se aproxima tormenta, pero hoy no es el caso.
—Entonces, ¿por qué lo escucho a lo lejos?
—La brisa viene del oeste y además… el mar está inquieto, furioso.
—¿Y eso?

Mis ojos se dirigieron a una de las ventanas de planta alta.

—Su reina está enojada.
—¿Liz?
—Sí. Me temo que no cree que Drank esté bien. Ojalá pueda verlo pronto.
—¿Y si no puede verlo más?
—Eso no ocurrirá. Cuando Bernardo fue convertido por un lobo estuvo un tiempo encerrado hasta que se estabilizó, según ellos. De todas formas pudo asistir a la boda de su amiga Bianca. Ese detalle tranquilizó los ánimos.
—¿Convierten humanos muy a menudo?
—No, es una regla prohibitiva. Aunque ya ves, a veces puede suceder.
—¿Quién rompió la regla?
—Un amigo de Drank aunque no lo creas.
De pronto ambos quedamos en silencio. Giramos el rostro hacia la ruta.

—Hablando de amigos… ¡Es el motor de un patrullero! –exclamamos al unísono.

Reímos.

—¿Tu lo recibes? Voy a preparar café –dijo besando mis labios.
—Vale. Hace mucho que Vikingo no te ve.
—¿Luzco muy diferente?
—En absoluto, mi amor. Aunque… —tantee su espalda a la altura de los omóplatos—. Creo que están saliéndote alas puntiagudas.
—¡Qué!

Reí a carcajadas.

Frunció el ceño.

—¡Scarlet! ¡No juegues con eso!

Lo atraje y lo besé lento y profundo. Cerré los ojos y sentí que se abandonaba entre mis brazos. Inclinó el rostro buscando el ángulo mejor y succionó mi lengua. Hubiera arrastrado por la superficie cálida mis colmillos, pero era demasiados chistes en breve tiempo así que solo correspondí a su pasión.

Nos separamos y sonrió.

—¿Sabes en qué pienso cuando descubro un don nuevo?
—No.
—En que podré atrapar a los malos mucho mejor que antes.
—Ya eras muy eficaz.
—Pero ahora además del oído tengo excelente puntería.
—¿Cómo sabes?
—Esta mañana Ron me puso a prueba. Dibujó un pequeño círculo en el muro, allí –señaló a la distancia—. Dijo que disparara y lo hice. Di al blanco sin esfuerzo.
—¡Genial! –lo besé nuevamente.

La bocina de la patrulla se escuchó tras los portones y de muy mala gana nos separamos.

—Recuérdame seguir esta cita en tu recámara –sonrió y se alejó por el café.

Avancé hasta los portones y presioné el botón de apertura. Vikingo ya estaba junto a los muros y lanzó el cigarrillo en cuanto me vio.

—Buenas noches, Scarlet.
—Hola, Vikingo. Pasa, bienvenido.
—Traje un vino, imaginé que unos canapés no hubieran dado mucha gracia.
—Gracias comisario –sonreí.

Acepté el vino y caminamos por el parque a medida que los altos portones volvían a separarnos del mundo humano.

—Tu amigo sigue comiendo como antes, o quizás más. ¿Te tranquiliza?

Sonrió.

—Me alegro que esté mucho mejor.

Pasamos a la sala y lo invité a coger asiento.

—Grigorii fue a preparar café.
—Para mí estará genial porque debo conducir de regreso.
—Si es que sales vivo de aquí.
—¿Perdón? –se preocupó.

Grigorii salió de la cocina.

—Discúlpala Vikingo, esta noche está muy graciosa.
—¡Grigorii! Me alegro de verte. En cuanto al chiste, casi me lo creo.

Ambos se abrazaron y Vikingo lo apartó para observarlo.

—Has recuperado el color. Ya no estás ojeroso y luces fuerte. ¡Qué alegría!
—Gracias amigo. Siéntate, en unos minutos traeré el café.
—¿Y Anne?
—Salió con Rose al Centro Comercial.
—¿No es muy tarde?
—Ron las acompañó. No creo que haya mejor guardaespaldas –contesté.
—Ah sí, lo tengo visto. Pensé que acompañaba a todos lados a Sebastien.
—No siempre. Mi hermano vive viajando últimamente a la Isla del Oso y cuando está prefiere quedarse en casa con Bianca.
—Amigo, cuéntame cómo está los chicos en la Jefatura.
—Ah pues, hay mucho trabajo y se te extraña. ¿Scarlet no te lo dijo?
—Sí, pero confieso que pensé que era un incentivo para que volviera a mi rutina.
—Te hará bien.
—Lo sé. ¿Sabes que mi oído se agudizó?
—¿En serio? ¿Qué tanto escuchas?
—Grillos, zumbido de abejas, el mar, a una distancia considerable. También las conversaciones lejanas.
—¿Creen que es por el virus?
—Sería lo lógico –respondí—. Aparentemente no ha sido efectivo en todo el organismo. Ignoramos la razón pero es una suerte.
—Quizás fueron pocos segundos o una dosis pequeña –agregó Grigorii.

Vikingo lo miró sonriendo.

—Estás feliz, ¿verdad?
—Lo estoy. Iré por el café.

Cuando quedamos a solas Vikingo aprovechó.

—Lo veo muy bien. Feliz, se lo merecen.
—Gracias.
—Sebastien, la doctora, ¿cómo están?
—Muy bien, ansiosos porque nazca Odette.
—¿Será niña?
—Sí, nacerá antes de fin de año.
—¡Qué bien! Y… ¿Los niños nacen siendo…? Tú sabes.
—¿Vampiros? No, su transformación ocurre alrededor de los veinte años o más. La razón de la edad exacta es un misterio.
—Es una pena que aún tengan tantas incógnitas.
—Es lo que hay, Vikingo. No podemos confiar en los científicos humanos.
—¡Aquí está el café para los tres!

Grigorii acercó la bandeja y sirvió la efusión de aroma exquisito.

Mi móvil sonó sobre la mesa de living.

—Disculpen –atendí a Sebastien—. Hermano, ¿todo bien?.................. ¿Qué?.............. Guauuu…….. ¡Me encanta! ¿Cuándo lo conoceremos?.................. ¿Me llevarás a dar una vuelta? –reí—. ¿Cuándo regresas?..................... Okay, es sorpresa para Bianca, no se lo diré…………… Síiii, te lo prometo…………… No, Ron no está aquí pero no tardará en llegar, le diré que te llame…………… Yo también te quiero, cuídate. Un beso.

Los miré y ambos dejaron de hablar.

—Sebastien, compró un helicóptero. Será más fácil para él estar en varios lugares en menos tiempo.
—¿Ha conseguido el permiso? –preguntó Grigorii.
—Mañana terminará los trámites. ¡Qué novedoso! Los Craig tendrán helicóptero. Tuvo la idea desde que Nicolay huyó con los Sami, ¿recuerdan?
—¡Cómo olvidarlo! –sonrió Grigorii.
—En horabuena Scarlet –felicitó Vikingo.
—¡Gracias!

De pronto, Grigorii me miró sobresaltado. Lo miré fijo sin comprender el suceso que parecía haber ocurrido.

Ambos dirigimos la vista al suelo.

—¿Qué ocurre? –se preocupó Vikingo.
—Es que… ¿no han sentido que el suelo vibró? –preguntó Grigorii.
—Yo no.
—Yo sí –contesté—. Nunca lo había notado.
—¿Los cimientos de esta casa son fuertes?
—Supongo.

Lo que siguió nos dejó boquiabierta. La araña de cristal emitió un ligero tintineo. Ambos observamos las lágrimas y su casi imperceptible movimiento.

—La araña de la sala está temblando –informé.
—¿Un terremoto? –preguntó Grigorii.
—Yo no veo nada –Vikingo se puso de pie.

Después de unos segundos todo volvió a la normalidad.

—¿Qué habrá sido? –pregunté.
—Pues, no alcancé a percibir nada, ustedes sí.
—Puede ser por el don de captar las vibraciones.
—Entonces, ¿por qué te preocupa Scarlet?
—Es que hace años estoy viviendo en esta mansión y nunca ocurrió. Ninguno comentó nada sobre temblores. Y somos varios vampiros viviendo aquí.
—¿Las montañas? –Preguntó Grigorii—. Quizás un movimiento propio del epicentro de las cumbres.
—Podría ser. Bueno, en fin… Ya pasó.
—Cierto.

Un motor se escuchó cercano y observé la hora en el reloj de pared.

—Son las nueve y cuarto, deben ser Ron y las chicas.

Escuché pasos en el pasillo superior. En segundos Liz hizo su aparición.

—Buenas noches, disculpen. ¿Han percibido un pequeño temblor?
—Sí, Grigorii y yo sentimos. Por lo que veo tu también.
—Tuve miedo, Lenya aún está en el hotel.
—Tranquila, al parecer fue mínimo.
—Es que nunca ocurrió.
—Quizás nunca prestamos atención. ¿Quieres que llame a Lenya?
—Gracias, lo llamaré yo. Buenas noches.
—Buenas noches.

……………………………………………………………………

La llegada de Ron y las chicas sirvió de ocasión para que la reunión se extendiera. Vikingo se veía a gusto y muy animado, sobre todo ahora que comprobaba que su amigo gozaba de buena salud. En cuanto a Rose no separa los ojos de él. Se la veía interesada en el flamante comisario. ¿Cómo sería Rose con una pareja como Vikingo? Era tan estructurado, formal, maduro. Rose era todo lo contrario. A esta altura no podía negar cualquier relación que pareciera disparatada. Grigorii era policía y yo una asesina.

De pronto, recordé.

—Ron, Sebastien quiere hablar contigo. Dijo que lo llames.
—Okay –se puso de pie y se alejó hasta el despacho.

Anne lo siguió con la mirada. Sonreí. Sería fantástico que ellos dos con el tiempo formaran pareja. Okay, estaba enamorada y deseaba que todo el mundo lo estuviera.

Antes de la medianoche, Vikingo decidió partir. Justo en el momento que Lenya hacia su entrada triunfal.

—Buenas noches. ¿Alguien sabe por qué el suelo de Kirkenes vibró?
—¿Lo sentiste en el hotel? –preguntó Rose.
—¿Ustedes también? –me preocupé.
—Sí, pero Ron y yo pensamos que era el taxi y su pésimo conductor.
—Liz me llamó y me di cuenta que no había sido una sensación de mi parte.
—Tranquilos, ya pasó. Fueron segundos –dijo Grigorii.
—Subiré a ver a Liz. Me alegro de verlo comisario. Siéntase como en su casa.
—Muchas gracias. Ya debo irme. Dejen mis saludos a Sebastien y a Bianca Craig.


Bua.

El mes de agosto había resultado bastante lluvioso y parecía que septiembre continuaría el clima inestable. Por suerte eran lluvias discontinuas y no peligrábamos ninguna inundación. Hoy el día había amanecido muy bonito así que después de entregar un curriculum en una oficina de Kirkenes iría a visitar a Neeja.

Mamá trajo a la mesa el café humeante de aroma delicioso y yo ubiqué las tazas y sumé los panecillos calientes. Tim nos había convidado con una horma de queso fresco así que el desayuno se veía prometedor.

Kristoff terminó de ducharse y vestirse y se acercó a su sitio. Arrastraba la pierna más de lo común y con cada movimiento de su brazo acompañaba un leve gesto de dolor. No pasó inadvertido para nosotras, mucho menos para mi madre. Lo observó sentarse y preguntó con angustia.

—¿No tienes más medicina?
—Creo que sí.
—Kristoff, no me mientas.
—Se terminó –bajó la vista.
—¿Cuánto hace que no la tomas?
—Tres días.
—¿Por qué no me has dicho?
—Porque no hay dinero, mamá.
—Hubiera avisado a Burnaby, trabaja en el hospital.
—Tiene que pagarlas, es igual. Y ya está manteniendo muchos gastos. No quiero ser una carga más.
—Kristoff, somos familia. Ya estaremos mejor y podremos ayudarlo a él, quién sabe.
—Quizás tengas trabajo en poco tiempo –agregué para alentarlo.
—No me dan trabajo así, inválido.
—No digas eso, solo tienes una dificultad.
—¡Buenos días!
—¡Buenos días, Mike! –saludamos—. ¿Te vas temprano a trabajar?
—Sí, hoy no tengo Universidad.
—Pero aún no es la hora para que se reúnan en el bosque –dijo mamá sirviendo café en las tazas.
—Cierto, es que quiero desayunar con ustedes.
—Buena idea –sonreí—. Hauk se quedó en casa de su novia. Hoy somos menos.
—¡Qué suerte, hijo! Traeré otra taza.
—Iré yo, mamá. Quédate sentada –contestó.

Cuando Mike fue a la cocina mi madre y yo nos miramos. Mi hermano hacía bastante tiempo que no compartía un desayuno familiar. Era excelente noticia que quisiera modificar su actitud.

Transcurrió la hora entre charlas y novedades. Hablamos de Drank y su conversión, en el futuro de Louk después que se votara la decisión. De Anouk y su brillante desempeño como maestra, y por supuesto de mi próxima boda con Asgard.

A mamá le pareció genial que Neeja quisiera visitarnos y conocer la familia el próximo fin de semana. Le adelanté que mi futura suegra era una persona muy cálida, aunque excéntrica y divertida. Que había vivido en la India muchos años y tenía una amplia forma de pensar en cuanto a religiones y creencias se tratara.

Kristoff ayudó a levantar la mesa y mi madre se dispuso a hacer la lista de compras. Al quedarnos a solas con Mike largué la pregunta que tenía atragantada.

—¿Te arreglaste con Kriger? ¿Seguirán juntos?

Bebió el último trago de café y me miró asombrado.

—¿Cómo se te ocurre? La tarde que estuviste en la competencia te conté que quiso imponerse a que me fuera con él y lo eché.
—Sí, lo sé. Pero como hoy…
—¿Hoy qué?
—Anda Mike, te has levantado de muy buen humor, has querido desayunar con nosotros. Pensé que se habían reconciliado.
—Nada de eso. Volver con él no me haría feliz.
—Ajá… ¿Y qué te hace estar feliz? –sonreí—. ¿No vas a contarme?

Sonrió pero no me miró a los ojos.

—Escondes algo, ¡lo sabía!
—Sssh, mamá está en la cocina.
—Okay –bajé la voz—. Cuenta ya.
—Pues… nada… creo que… estoy enamorándome.
—¡Síiii! –aplaudí.
—Calla –rio otra vez.
—¿Por qué tanto secreto?
—Es que… no sé. Es muy pronto. Él no se fija en mí, bueno algunas veces.
—¿Quieres decirme quién es? ¿Lo conozco? ¡Ya sé! ¡Burt! ¡Es Burt!
—¿Burt? No sabía que era gay.
—Sí, lo es. Anda, ¿es él?
—Nooo, no es de la reserva.
—No digas que es otro humano. Conmigo ya es suficiente, a mamá le dará un infarto.

Suspiró.

—No es humano.
—Entonces… es…
—Un vampiro.
—¡No jodas!
—Ssssh… Sí, es un vampiro. ¿Qué quieres que haga? Me gusta mucho. Es guapo, viste elegante y pulcro, es inteligente, y su trato es tan… amable y correcto a pesar que lo saco de quicio, lo reconozco.

Me quedé en silencio pensando, mientras mordía el último pedazo de mi panecillo. Tenía buena memoria así que repasé mentalmente los sucesos transcurridos en el último tiempo. Guapo, amable… Mike lo sacaba de quicio…

—¿Tu profesor? ¿Ese que mintió lo de la apuesta?
—El mismo –bajó la vista.
—¡Te has puesto colorado! –reí.
—Mentira.
—Sí, oh cielos, estás hasta las pelotas.
—Calla –rio.
—Mike, un vampiro. ¿Sabes lo qué significa en esta familia?
—Ya lo sé. Porque crees que no lo comparto con mamá.

Eché un vistazo hacia la cocina.

Entonces, cuéntame a mí.

Encogió los hombros.

—No hay mucho que contar. Es todo nuevo para mí. Nunca había mirado otro macho que no fuera Kriger.
—¿No digas qué sientes que lo traicionas? Te recuerdo que te engañó y decidió darte una patada en el culo.
—Lo sé. Igual, es diferente. Lo del profesor no se me hace fácil. Cuando ganamos el premio…
—¿Qué ocurrió?
—En la competencia descubrí que me miraba, tú sabes. No con ojos de profesor orgulloso de su alumno sino…
—¿Crees qué le gustas?
—No sabría decírtelo con seguridad. Lo importante es lo que me ocurrió cuando lo vi sentado en las gradas. Había ido vestido informal, con esos jeans… Lucía una camisa celeste de manga corta y podía ver sus… brazos y…

Reí.

—No te rías, Bua. Esto es serio.
—No me burlo de ti, me encanta que estés enamorándote. Continúa.

Sonrió mientras sus ojos se perdían en un punto de la sala.

—Esa camisa… Madre mía. Son esas que la tela es elastizada y se le marcaba todos los músculos de abdomen. Sentí por primera vez que ansiaba poner mis manos sobre ese cuerpo.
—¿Y quién dice que no podrás?
—Me huye. Puedo notarlo. No sé si es por temor a que lo descubran siendo profesor. Sin embargo… Hay algo que debo contarte. Puede que no tenga importancia.
—¡Cuenta!
—Sssh… —bajó la voz—. Cuando estaba en el vestuario ese día de la competencia, mi profesor fue para darme unas pertenecías que le había dejado a Kristen.
—¿Quién es Kristen?
—Profesora de Matemática.
—¿Por qué las tenía él?
—No, es que Kristen se las dio, debía irse.
—Suena extraño.
—Pero eso no es lo importante. En un momento Kriger llegó para felicitarme. Tú sabes, con ese aire de que me hace un favor acercándose y convencido que debemos hablar para volver a estar juntos.
—¿Y?
—Se puso pesado, me jaló del brazo y le dije que se fuera. Insistió prepotente y el profesor lo echó furioso. Me lo sacó de encima.
—¿Echó a Kriger? ¡Ese vampiro es mi héroe! –reí—. Hubiera dado todo por verle la expresión.
—Eso… que… no sé. Podía no haberse metido. Quizás me ilusiono demasiado y cumplió con un deber de defender a su alumno.
—No estés tan ansioso, disfruta del momento. Enamorarse más allá que nos resulte bien o mal es una sensación maravillosa.
—Ya lo creo –rio.
—No tengas miedo. Te apoyaré como siempre.
—Te amo, hermana.
—Y yo a ti. Es más, iré a buscarte al aula el lunes.
—No, no. Deja yo me arreglo solo.
—¡Qué va! Has tenido solo un novio y ese zapato de Kriger está muy lejos de saber seducción. Aprende de mí.
—¡Por supuesto! Y después me echarán de la Universidad.
—No dije que iría a ser alevosa. Tú confía en mí.
—Estoy temblando.

Reí.

—Ya se me ocurrirá algo. Escucha, ¿has ido a ver a Drank?
—Sí, por supuesto. Está muy triste con lo de Louk, le ha dolido que lo haya acusado de traición.
—Es todo tan horrible. Le creí a Drank desde el primer instante. La cuestión es, ¿cómo llegó la prenda de July allí?
—Ni idea.
—Hay que averiguarlo hermano.

Chelle.

El día había amanecido nublado. Aprovechamos con Miyo para recorrer la costa. Era un paseo con diversión segura. La Sherpa era simpática y ocurrente. Sinceramente me hacía olvidar de cualquier problema o mal trago de la semana.

Caminamos por la orilla descalzos, conversando. Mejor dicho ella preguntando curiosa y yo respondiendo. Le gustó saltar las pequeñas olas que rompían en la arena húmeda y reía cada vez que la salpicaban. Pensé que había seres que podían divertirse y ser felices con poco. Eso era ser muy afortunado. Maravillarse de cosas simples como lo eran las caracolas y cangrejos de la playa fue algo que admiré en Miyo.

Me senté en la arena mirando el mar de Barent. Ese mar tan diferente a mí océano Pacífico que bañaba las costas de Chile. Al menos me transmitía paz y sosiego. Una sensación que hace muchos años no percibía.

Miyo corrió hacia mí con una caracola apoyada en su oreja.

—Escucha –se sentó a mi lado—. Dijo la Reina del Mar que tiene sonido a olas.

Acerqué la caracola y traté de escuchar.

—Sí, tienes razón.

Cuando se la devolví volvió a acercar la oreja y se quedó por largos segundos inmóvil. Después frunció el ceño tratando de descubrir el interior.

—¿Dónde está el mar? Miyo lo escucha pero no lo ve –apuntó sus ojos hacia el recoveco oscuro del caparazón.
—No lo verás. El mar es muy misterioso.

No podía decirle a Miyo que la razón era el aire golpeando suavemente el exterior de las paredes de la concha produciendo la vibración. ¿Por qué quitarle un pensamiento tan maravilloso como pensar que un trozo de mar estaba atrapado?

—Ah…
—Puedes llevártela de recuerdo.

Abrió los ojos escarlata, como asombrada.

—Nooo, es del mar.
—Bueno, el mar te la regala.
—¿Dónde dijo que me la regala?
—Se dice “cuando dijo” corregí risueño—. Y no lo dijo, se entiende que puedes llevarla. Tiene muchas caracolas.
—Pero si Miyo se lleva, Chelle se lleva, y muchos se llevan, el mar no tendrá más caracolas.

Enmudecí.

—Chelle no contestó –me miró impaciente.
—No, es que… tienes razón en parte pero… no todos pueden llevarse caracolas. Si la descubriste es porque el mar quiso que la encontraras.
—¿En serio?
—Por supuesto.

Observé un barco pesquero que atravesaba la línea del horizonte. A lo lejos, a mi izquierda, un cúmulo de rocas formaba una explanada baja. Tras de ella surgía un bosque. Según mis cálculos, estaba el asentamiento Sami, cerca de la Reserva de los lobos. Fjellner viviría allí… ¿Estaría a salvo de ese energúmeno? ¿Y si lo había convencido de volver?

—¿Miyo y Chelle pueden ir allí?
—¿Dónde? –pregunté siguiendo su dedo índice.
—Allí, donde miras mucho.
—Ah… El bosque. No, no podemos.
—¿Es lejos y Miyo se cansará?
—No, es porque viven los lobos.
—Los lobos son amigos.
—No todos.
—Bernardo, lobo amigo. Humano que ahora es lobo, amigo –contó con los dedos de una mano.
—Sí, ellos sí pero hay lobos amigos y lobos enemigos. Podrían hacer daño.
—Como la mala.

Supe a quién se refería.

—No, como ella no. No hay nadie tan malo –bajé la vista.
—¿Dónde estaba Chelle cuando la mala hizo daño?

Cielos… Es difícil asumir que uno es cobarde.

—Hui.
—¿Tenías miedo?
—Sí… Escucha…
—¿La caracola? –volvió apoyarla en su oreja.
—No, a mí. Quiero que escuches lo que voy a decirte.
—Miyo escucha –me miró a la cara con suma atención.
—Lamento no haberte podido ayudar. Debí hacerle frente aunque fuera yo solo contra ella. Pero… cuando mis padres desaparecieron yo… entré en pánico, quiero decir… miedo. Siempre tuvo ese efecto en mí. Efecto, quiero decir… me hacía sentir miserable y pequeño ante su maldad poderosa. Perdón. Necesitaba decírtelo.
—Miyo te perdona porque Chelle es bueno.
—Gracias.
—Como Chelle es bueno, ¿iremos allí? –señaló el bosque.

Sonreí.

—Eso es trampa. Pero… ¡Okay! –Me puse de pie—. Iremos pero solo hasta donde yo crea conveniente.
—¿Conveniente?
—Sí, quiero decir hasta donde crea que no hay peligro. No te separes de mí.
—Miyo hace caso.
—Muy bien, vamos.

………………………………………………………………………..

Casi sin darnos cuenta, la tarde comenzaba a morir lentamente y las nubes grises daban paso a un cielo vespertino y tormentoso. Entre el follaje el olor a vegetación silvestre se hacía más penetrante. Sin embargo no era igual que el aroma que despedían los lobos. Ese era más intenso mezcla de tierra húmeda. Por lo tanto estaba seguro que no había peligro rondando.

Miyo corrió detrás de una mariposa amarilla. Saltó las matas y la atrapó. La observó y acarició las alas. Después la soltó y quedó admirada de su revolotear.

—Es una mariposa.
—Ma ri po sa. Linda mariposa.

Me senté sobre un viejo tronco y la observé atento. Caminó con cuidado entre unas flores silvestres y se detuvo.

—¡Mira! ¿Eso qué es?

Seguí la trayectoria de su dedo.

—Eso es una ardilla. Sube y baja del árbol porque allí tiene su casa.
—Ah…

De pronto la ardilla salió del hueco y se escurrió entre las raíces retorcidas. Miyo se acercó pero el animal corrió hacia las matas. En un intento por cogerla la joven Sherpa la siguió.

Me puse de pie en cuanto la perdí de vista.

—¡Miyo! ¡No te alejes!

Joder, en un abrir y cerrar de ojos había desparecido. ¿Y ahora? No tuve más remedio que salir tras ella aunque el bosque parecía espesarse y la luz natural no ayudaba demasiado.

Carl

Con la pronta llegada del otoño las tiernas raíces e hierbas que alimentaban las cabras iban escaseando. Así que me aventuré con ellas hasta un claro para que lograran comer mejor. La leche que producían era excelente gracias al cuidado de Tim. Había aprendido con él muchos secretos para que los quesos que vendíamos fueran de calidad.

Nunca hubiera imaginado terminar como granjero. Sin embargo no me disgustaba trabajar con mi nuevo amigo. O quizás mi único amigo. Tim era algo excepcional. Siempre tenía la palabra justa para hacerme sentir mejor. Era solidario, amable, y paciente. Cualidades que rogaba contagiarme alguna vez. Aunque igual que él no había nadie. Por algo Gloria lo había elegido como guardián. Si analizaba la situación, los cuatro guardianes eran diferentes pero con grandes virtudes. Bernardo era analítico y razonable. Intentaba ser justo y creo que lo lograba en cada ocasión que se le presentaba como guía. Louk, a pesar de sus arrebatos contaba con esa intuición de conocer cuando Gloria podía estar en peligro. Así había sido la primera vez cuando estuvo cerca de ser atrapada por lobos salvajes. Lástima en el lío que se había metido por lo impulsivo. Y Drank… Bueno, no hubiera adivinado que el humano ahora convertido sería el cuarto guardián. Pero si lo analizaba a fondo la elección era coherente. Su fortaleza para enfrentar cualquier hecho, incluso había burlado a la muerte. Era un gran luchador de la vida. Leal con sus amigos y los conocidos. Incluso conmigo siempre se había comportado amable.

En cambio yo… Tenía un pasado vergonzoso.

Un movimiento brusco hizo que entrara en alerta. Si un lobo rondaba atraído por las cabras no tardaría en llamar a su manada. Estarías en problemas, no podría con todos a la vez y no debía perder a ningún animal.

Otra vez más movimiento tras los matorrales. Me apresuré a coger una rama gruesa y seca, quité el encendedor de mi bolsillo y prendí fuego en un extremo. Los lobos les temían a las llamas. Observé alrededor por si la fiera saltaba por algún costado y me sorprendía.

De pronto, una cabeza se asomó tímidamente sobre la planta de moras, la rodeaba una luz violeta.

Se irguió y la pude ver de cuerpo entero. Una vampiresa de largos cabellos negros y vestido vaporoso. Estaba descalza.

—¡Oh! Fuego, magia –exclamó asombrada mirando mi mano.

Exhibí el encendedor.

—No es magia. ¿De dónde vienes? ¿Eres de los Craig?
—No, soy Miyo. Miyo Sherpa. ¡Lobo!
—Sí, eso soy.
—¿Amigo o enemigo?
—Bueno… ni uno ni lo otro. Deberías regresar, estamos cerca de la Reserva.
—Miyo se perdió –encogió los hombros.
—Ah… Pues… Deberías volver. No hay buen ánimo entre lobos y vampiros últimamente.
—¿Úl ti ma mente? Lobo habla difícil. Lobo inteligente.

Reí.

—Nunca me han dicho eso. Gracias –sonreí.
—De nada. Miyo sabe decir “de nada”, “gracias”, “por favor” y… —contó con sus dedos.
—Eres muy graciosa. Pero, de verdad, deberías regresar por el sendero de allí. Al menos darás con la ruta y de allí es más fácil.

Sin hacer caso a lo que explicaba descubrió las cabras.

—¡Cabras!
—Sí, son cabras.
—¿Del lobo?
—De un amigo.
—¡Miyo! –la voz tras la espesura del follaje vino acompañada de un macho rodeado de la luz violeta.

Ella lo miró y sonrió.

—¡Chelle! Mira, cabras como en la montaña de casa.
—Sí, vamos Miyo, no debes estar aquí.
—Miyo quiere tocar la cabra.
—No Miyo. Vamos.
—Déjala que acaricie una –retruqué—. Total ya estás aquí. Aunque no entiendo como llegaste tan lejos de tu aquelarre. Este territorio es Sami.
—La perdí –señaló a la vampiresa.
—Pues ten más cuidado aquí hay lobos salvajes –después me dirigí a ella—. Ven, acaricia a una.

Ella sonrió. Parecía una niña feliz con un juguete. Se acercó despacio hasta llegar a Buki, el cabrito pequeño.

—Chiquito –murmuró mientras lo acariciaba.
—Sí, es de la última camada.
—¿Camada?
—No entiende mucho el noruego –explicó el vampiro sin acercarse.
—Me he dado cuenta.
—Miyo, vamos por favor. O no nos dejarán pasear más.

La vampiresa obedeció.

—Yo vengo por aquí una vez por semana. Si quieres puedes volver para ver las cabras.
—Sí, Miyo quiere.
—Eso está por verse Miyo. Hay que pedir permiso a Sebastien.

Él la tomó de la mano y partieron perdiéndose entre la vegetación. No creí que regresaría sobre todo si debía volver con el vampiro. Se notaba que no deseaba cruzarse con lobos. Mucho menos si debían pedir autorización al líder de los Craig. Después de la conversión de Drank podía notarse una cierta tirantez entre las razas. Creo que los vampiros no perdonaban el error. Quizás el malestar venía porque Drank era íntimo amigo de Liz Craig. Nada menos que de la poderosa Reina del Mar.





Mike.


Reunidos en el pasillo al terminar la clase, encendí mi móvil para no preocupar a mamá. Últimamente se perseguía con todos nosotros. Que si estábamos bien, que si era tarde y no habíamos regresado, que no apagáramos el móvil, etc… Creo que después de la muerte de papá necesitaba confiar en que no perdería a nadie más de la familia. La entendía… Yo mismo me desesperaba cuando Bua desaparecía sin decir dónde estaba. O cuando Hauk tardaba en llegar a casa del trabajo. O cuando Burbary no daba señales de vida en dos o tres días. Es que la pérdida de mi padre nos había impactado. Un día cualquiera, salió pescar y no volvió…

Birmhan codeó mi brazo y me trajo al presente.

—¿Irás a bailar este sábado?
—No lo sé. Suele frecuentar Kriger y no quiero cruzarlo. Está empecinado en volver conmigo y que lo perdone.
—No les des importancia a ese idiota. Puedes conocer a alguien más.

En ese instante Ovensen salió del aula con las carpetas bajo el brazo. Se dirigió hacia Rectoría y lo seguí con la vista. La fina tela de su pantalón de acrosel se adhería con el movimiento de su andar y marcaba ese culo extraordinario que me quitaba el sueño. Porque soñaba con él. A nadie había confesado mis fantasías eróticas. Ni siquiera a mi amigo Birmhan, ni a Bua, mi confidente.

Desde hace un par de semanas me despertaba a mitad de la madrugada, sudoroso, agitado. Reviviendo imágenes de mis sueños. Él y yo desnudos en una cama. Haciendo el amor. Porque no era sexo desenfrenado el que lograba excitarme. Eran sus frases mientras me recorría con su boca… “Te amo, Mike”. Eso era lo que conseguía encenderme. Era olvidarme las malditas diferencias de nuestras respectivas razas. En mis sueños, a él no le importaba, tampoco a mí.

Birmhan revisó su móvil.

—Mi chica está con su coche en la puerta. Ya me voy. ¿Quieres que te alcancemos cerca del lago? Te ahorrarás un bus.
—No, gracias. Esperaré un rato y luego me iré. Tendría que pedir el programa en librería. El del próximo cuatrimestre.
—Oh siii, clarooo –rio—. Y de paso lo ves.

Lo miré y arquee la ceja.

—¿Vas a negarme que te gusta?
—¿Quién?
—¿Quién va a ser? El profe de Geología. Te trae de las narices. Lánzate de una vez.
—Estás loco. No querrá saber nada conmigo. Soy su alumno.
—Bueno, ya casi terminamos. Pronto no lo serás.
—Ni siquiera me mira con interés.
—¡Por supuesto, imbécil! ¡Mira como vienes! Despeinado, y con esa sudadera negra que tapa todos tu bíceps. ¿Cómo quieres atraerlo?
—¿Me queda mal?
—No es eso. Es que vistes muy cubierto. No eras así. Toda la Universidad estaba tras de ti y tú orgulloso.
—No me interesa. Desde que Kriger me dejó…
—¡Y dale con el idiota! Que le garue finito por donde vaya y a otra cosa.

Reí.

—Me voy o cortarán mis pelotas.
—Ve, nos vemos el lunes.
—Vale.

Se alejó y envié un mensaje a mamá.

“Llego un poco más tarde, besos.”

Levanté la vista al escuchar la puerta de Rectoría. Ovensen salió y comencé a transpirar. Avanzó hacia mí con la vista en las baldosas.

No… no podía decirle como si nada lo que me pasaba…

De pronto, una chica que corría hacia la escalera patinó y cayó. Todos corrieron para ayudarla. Ovensen quedó atrás al igual que yo aunque observó impactado el hecho. Lo vi acercarse con la intensión de colaborar sin embargo… algo lo detuvo.

Entonces, me di cuenta. En la rodilla de la joven una herida abierta provocaba que la sangre brotara como manantial. Mis ojos se apartaron de ella lentamente para clavarse en el rostro del profesor. Estaba pálido, aferró las carpetas y una mano encerró la garganta. No lo pensé, no había tiempo. Nadie podía darse cuenta quién era él. Un vampiro.

Guardé el móvil en el bolsillo a la vez que corrí hacia él. Lo cogí del brazo arrastrándolo lo más lejos que pude en segundos. Lo empujé tras una columna mientras trataba de calmarlo.

—Tranquilo, ya pasó. Todo está bien. Respira, respira profundo.

Él jadeaba como si sufriera de asma y el iris pareció oscurecerse.

Mis manos lo tenían presionado por los hombros contra el cemento, sujetándolo.

—Profesor… respire… Piense en otra cosa… No pueden descubrirlo.

Ovensen jadeó. Su labios perfectos se entreabrieron buscando oxígeno. Dos pequeñas puntas blancas sobresalieron de las encías.

—Profesor, respire profundo. Piense en cualquier otra cosa.

Parecía que lo estaba logrando. Sin embargo, ahora era yo que no podía pensar en otra cosa… La barba incipiente, forma candado, encuadraba… esos labios… sedosos, en forma de corazón.

Los ojos buscaron los míos. Estábamos tan cerca… Nuestros rostros tan próximos… Juro que no lo pensé. No hubo nada de raciocinio en ese beso que le robé…

No esquivó su cara. Solo quedó inmóvil dejando caer las carpetas mientras lo besaba. Creo que aún estaba en shock. O no… Nunca sabría el porqué permitió que las manos encerraran su rostro y mi lengua acariciara cada rincón de su boca. Porque apenas podía con el cúmulo de sensaciones de mi físico. Me estremecí cuando atinó a apoyar sus manos frías en mi pecho. El primer contacto que se asimilaba a los sueños. Sus brazos cayeron laxos al costado del cuerpo como si la resistencia que había intentado fuera risorio e insuficiente.

Las yemas de mis dedos apoyadas en sus mejillas percibieron un cambio de temperatura. Su piel estaba tibia, ya no se sentía tan fría como al principio. ¿Se mimetizaba con mi calor? Es que no sabía nada de él. Ignoraba cómo era un vampiro en similares situaciones. Pero adoré que ocurriera ese tipo de unión física. Como si fuéramos a fundirnos en uno solo casi sin tocarnos.

Me separé lentamente. Él mantuvo sus ojos cerrados por varios segundos, respirando con dificultad.

Mi pulso latía frenético y no salían las palabras. ¿Pedir disculpas? ¿De qué? ¿Por besarlo o por haberme enamorado de él?

Al fin abrió los ojos. Tragué saliva. ¿Me bajaría de la nube de una trompada?

—Fjellner –murmuró—, no… joder, no podemos… Sabe que no podemos.

Me aparté y recogí las carpetas esparcidas. Se la di, un poco avergonzado. Las cogió sin mirarme.

—Gracias –dijo con un hilo de voz.
—¿Por salvarlo de que lo descubrieran o por el beso?

No me respondió. Nos miramos fijo por un tiempo que pareció interminable. Y se alejó.

Drank.

Una semana encerrado entre paredes estaba enloqueciéndome. Por más que contaba con algunos lobos que venían a visitarme y darme ánimo, y con Anouk que salvo por sus horas de trabajo no se separaba de mí.

Le había enviado un mensaje a Liz tranquilizándola. La verdad que no sabía cuando podríamos vernos pero era imperioso calmarla y que su bebé estuviera en perfectas condiciones. Por mi parte me sentía mejor. La fiebre había bajado, los músculos ya no me dolían, estaba acostumbrándome a los aromas fuertes y penetrantes, y las encías hinchadas molestaban solo el momento especial de intimidad con Anouk. Entonces, al orgasmo arrollador del sexo se le sumaban mis colmillos.

No hubiera querido verme en el espejo en esos instantes. Tenía miedo de mi propia imagen.

En cuanto al humor fue apaciguándose. La irritabilidad surgía cuando deseaba correr con todas mis fuerzas por el bosque y aún no me era indicado, y cuando pensaba en Louk… ¡Joder con él! Entraban unas ganas locas de enfrentarlo y darle la paliza de su vida. Por idiota, por celoso y mal amigo. Por defraudarme…

Pero incluso esas ideas homicidas fueron cambiando, ya no eran tan intensas como el primer día. Sobre todo desde hoy a la tarde cuando Mike me visitó…

Sentados en el sofá, tv encendida, café por medio. Mike comenzó a preguntar sobre mi estado de salud, y se alegró que Anouk pudiera instalarse definitivamente en mi cabaña. Sin embargo el tema de conversación fue poco a poco desviándose hacia el hecho de la conversión. Debí intuirlo. Mike y Louk eran amigos mucho antes de que yo llegara, desde pequeños se conocían, era obvio que quisiera salir en su defensa.

—Drank, imagino que nunca habrás esperado lo ocurrido ese día.
—Nunca.
—Louk tampoco lo imaginó.
—Pero yo fui la víctima, esa es la diferencia –retruqué.
—No lo dudo. Aunque no coincido en que hubo uno solo perjudicado.
—Él es un lobo y seguirá siéndolo. Nada cambió para él.
—¿En serio lo crees? Corre el riesgo de ser echado de aquí. Este es su lugar desde que nació. Su tierra, su gente, su familia, amigos.
—Ahora tiene uno menos.

Suspiró.

—Es un buen chico, jamás tuvo maldad.
—¿Estamos hablando del mismo lobo? Te recuerdo que me acusó de acostarse con su novia y no me dio oportunidad de defenderme.
—Lo sé. Solo quiero que aunque tengas mucha rabia intentes ponerte en el lugar.
—¡Tú estás loco, Mike! Nunca haría eso a un amigo.
—Dije que lo intentes, no me respondas de forma automática. Ponte en su lugar. Tú encuentras una prenda íntima de Anouk en su casa. ¡Dímelo! ¿Piensas que descolgó la ropa de la soga y se confundió? Sé sincero contigo mismo aunque no quieras reconocerlo. Pensarías lo mismo que él. Al menos se te hubiera cruzado.

Lo miré furioso. Indignado.

—¿Tú piensas cómo Louk? ¡Que me acosté con July!

Mi puño golpeó la mesa de living y la partió en dos partes. Mike abrió los ojos sobresaltado pero no se puso de pie ni huyó.

Jadee con rabia unos segundos hasta que mi pulsación volvió a lo normal.

Observé la mesa rota y los ojos de Mike que me miraban en silencio.

Tragué saliva y respiré profundo.

—Lo siento.
—Ser un lobo no fue tu elección, pero sí lo es ser una bestia. ¿Eso deseas para ti? ¿Para Anouk?
—No –negué rotundo con la cabeza—. Tengo mucha rabia. Perdón… Entiendo que Louk es tu amigo desde que llegaste desde pequeño de Suiza. No te culpo que quieras que lo perdone para que no haya consecuencias.
—No vine aquí para conseguir que no lo echen. Tu perdón hacia él no cambiará la decisión de la votación. De ella depende. Pero los dos son mis amigos. Tú, no hace tanto tiempo pero te considero amigo. No quiero verlos así, enemistados. Sé que lo que hizo fue grave, sin embargo Bua y yo coincidimos que alguien quiso que esto terminara mal. ¿Lo pensaste? ¿Cómo llegó la prenda de July a tu casa?
—No lo sé.

Palmeó mi rodilla y se puso de pie.

—Prometo pagarte una cerveza cuando puedas salir. ¿Hecho? –sonrió.
—Hecho.

Antes de abrir la puerta para partir lo detuve.

—Mike.
—¿Qué?
—¿Dónde tienen a Louk?
—En su casa, con Mamina. Hasta que tomen la decisión.









8 comentarios:

  1. Uy me gusta la pareja de Scarle y Grigori se merecen ser felices. Veamos que pasa con Drank al ser lobito y el castigo de Louk . Te mando un beso y gracias por el capitulo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Hola Citu! Scarlet y Grigorii parecen que no tienen problemas y era hora. Drank esta muy enojado pero tiene un corazón noble. Uy, pobre Louk, deberá afrontar la decisión. Ojalá se quede.
      Te mando un besote y feliz semana. Muchas gracias por el comentario!!

      Eliminar
  2. ¡Hola, Lou!
    Sí, me gusta Miyo... me gusta su inocencia pura y sencilla, su frescura
    Y voy a empezar mi comentario con ella... sería muy descortés por mi parte no hacerlo
    ¿Quién no ha saltado olas más de una vez? ¿Y quién no se ha reído cuando le ha salpicado el agua salada?
    Te diré que yo también tengo una caracola, y también creo que, en su interior, hay un pedazo de mar
    A ver si un día le hago una foto, y la ves... Es preciosa
    La mariposa, la ardilla... todo llama la atención de esta genial muchacha... He disfrutado mucho de su paseo con Chelle, y estoy segura de que a Carl también le ha gustado conocer a Miyo... y al cabrito, Buki
    Me ha encantado como has expresado ese cielo con estrellas... "Diadema de estrellas en un fondo azul profundo"
    Grigorii y Vikingo siempre fueron buenos amigos, tenían que abrazarse
    La verdad es que me ha sorprendido ese pequeño temblor del suelo
    Me encanta que Asgard y Bua tengan planes de boda... Asgard merece ser feliz, es un buen hombre, es muy noble... y lo pasó demasiado mal por lo que sucedió con su pequeño hijo
    Me he reído con Mike... cuando le confiesa a Bua que se está enamorando de alguien a quien saca de quicio
    Bueno, pues ya no ha podido evitar darle un beso al profe de Geología ;-)
    Puedo entender que Mike defienda a Louk, y creo que Drank sabrá disculpar lo que Louk le hizo
    He tenido tiempo, y muchas ganas, de leer este capítulo que es un gran regalo que nos haces a todos los lectores... Entonces, creo que ya nunca debes disculparte por ello
    Felicidades por ser tan gran escritora, y Felicidades por ser tan excelente, tan especial
    No te recuperes muy pronto y sigue publicando a menudo... Es broma, yo deseo que te recuperes pronto
    Muchos besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Hola mi corazón! Querida escritora, muchas gracias por tu comentario.
      Tienes razón Miyo es todo lo que dices y por eso creo que al lector le llega al corazón.Te confesaré que no sabía el motivo por el que se escucha el sonido del mar, al menos lo parece. Lo supe indagando la respuesta que debía dar Chelle a Miyo. Sí, aprendo bastante escribiendo porque me gusta tratar de darle las respuestas al lector. Y te diré que me quedo con la mágica. Es un trozo de mar dentro de la caracola. Me encantaría conocer por foto la caracola. Gracias por tomarme en cuenta.
      Carl le ha caído bien Miyo, ¿a quién no? Pero te daré un pequeño adelanto. Lo que surgirá es una linda amistad. El corazón de Miyo irá por otro lado...
      Grigorii y Vikingo, otro ejemplo de amistad en la saga. Una de los regalos que tenemos los seres humanos es tener amigos. Vikingo ha quedado tranquilo con ver a Grigorii y saberlo feliz.
      Vamos por la boda de esta loba tan simpático y extrovertida y de ese hombre con tan buen corazón. Muy pronto sucederá.
      Hubo un temblor... Pienso que si haces memoria, quizás... Hay algo que dice el Libro de los Lobos... Tranquila, nosotras solo debemos esperar porque serán los lobos y vampiros que deberán resolverlo a tiempo.
      Mike y Chelle será una pareja que dará que hablar. No solo por sus situaciones divertidas y extremas sino porque hay un secreto que sabemos y ellos ignoran. Veremos que ocurre cuando Mike sepa quién es Chelle. ¿Triunfará el amor?
      Me alegro que hayas tenido tiempo porque tu comentario siempre me alegra el día, te lo aseguro.Muchas gracias querida amiga, hasta otro capi nuevo que ojalá sea de tu altura.
      Besazos miles!!

      Eliminar
  3. Grigorii era buen policía, como policía vampiro será más eficaz. La madre de Bua tiene que aprender de la madre de Asgard.
    ¿Quién puso la prenda intima de July en la cabaña de Drank? No me lo vas a decir:)
    Bso

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Hola Ignacio! Grigorii será muy eficaz sobre todo ahora que se siente más cómodo con sus dones.
      La madre de Bua tiene otra mentalidad. y creo que deberán pasar algunos hechos para que aprenda. Verás qué sí. Falta poco.
      ¿Quién puso la prenda? Piensa... piensa en algún capítulo de los anteriores. Siempre hay una mala rondando. Y la villana de la Reserva creo que tiene nombre y apellido.
      ¿Recuerdas cuando Bua y July colgaban la ropa de la soga? Alguien llegó... y evidentemente aprovechó la situación y el descuido para armar su plan.
      Estoy segura que ya sabes quien es, querido amigo.
      Por mi parte te mando un beso y te agradezco el comentario y tu entusiasmo en la saga. Gracias!!
      Feliz semana para ti.

      Eliminar
  4. Creo que a Louk no lo echaran,creo que Drank hara las paces con el.La que puso la prenda de July creo que fue Vilu,la misma que mato al padre de Mike y Bua.Esa tiene muy malos sentimientos y no para de enredar y hacer daño.Me ha gustado mucho,siempre me gustan tus capitulos.Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Hola Ramón! uchas gracias por comentar. Me alegro mucho que te haya gustado el capi.
      Creo que tienes razón, algo tiene que pasar para que no echen a Louk, pero no dependerá de Drank. Su perdón no cambiará el libro de los lobos.
      No es Vilu... Hay otra villana en este libro y ha aprovechado un momento de distracción de July para robar la prenda de la soga. reo que ha ocurrido eso en capítulos anteriores. No recuerdo cual.
      Vereos que pasa y si la descubren. Te ando un beso grande y feliz semana para ti.

      Eliminar

Gracias por visitarme y comentar.