Juro que me emocioné con esa charla de Drank y Louk.
Espero que les guste. Gracias por comentar. Besotes miles.
Capítulo
33.
La
verdadera razón.
Sebastien.
Dejé
las maletas en el medio de la sala a penas llegué. Me quité el abrigo y lo
lancé en el sofá. Aún seguían los problemas en la Isla del Oso pero al parecer
algunos empresarios estaban dispuestos a invertir en diferentes negocios que
hicieran del lugar más habitable. Mucho había por hacer y debía tomármelo con
calma. Natasha me había acompañado y pudimos acordar los principales detalles
que necesitaba para montar el laboratorio. Quizás con dedicación e
infraestructura pudiéramos llegar a conocer secretos de la genética y entender
mejor la evolución del virus. Eso equivalía que no podía dejarla sola mucho
tiempo entre desconocidos. Lenya debía reemplazarme en el hotel aunque no le
disgustaba. Y Scarlet… Scarlet me conformaba con que no se metiera en líos en
su trabajo.
Odiaba
tener que estar ausente a menudo en mi casa. Parecía a propósito ahora que
Bianca necesitaba más mi presencia. Por suerte Rodion y Sara se quedarían una
temporada en la mansión y eso ayudaba a que estuviera entretenida con Dyre. Por
otro lado estaba Liz y mis sobrinos, así que en el ambiente flotaba paz y
alegría.
Dimitri
se había comunicado conmigo antes de ayer poniéndome al tanto de los adelantos
de Numa. Iban por buen camino y eso era motivo de festejar. Las chicas Sherpa
se aventuraban cada vez más entre los humanos y los paseos por Kirkenes junto a
Margaret y Chelle me daban un cierto respiro de pensar que no todo era malo. En
cuanto a lo negativo, además de mis ausencias, sentía que debía tener una
charla con Douglas pero desde que había comenzado a vivir en la Reserva lo
sentía más distante. Esperaba haber hecho bien en empujarlo a vivir allí, con
los lobos. Los lobos… Ese era otro detalle, algo dentro de mí me decía que las
razas estaban sufriendo un quiebre en la cordialidad mantenida hasta hace un
tiempo. La culpa era de Vilu, después de todo no había logrado descubrirnos
ante el humano, sin embargo la muerte de ese lobo había resurgido el odio por
los vampiros en muchos de ellos. No estaba dispuesto a transigir sobre algo que
mi aquelarre no era culpable. Tampoco ellos debían tomarse libertades por el
hecho de creerse mejores.
El
sentimiento de líder y defensor de mi raza iba poco a poco transformando mi
forma de pensar. Quizás mi padre era tolerante aunque con los límites bien
claros de saber cuando no dejarse faltar el respeto. Y esa línea parecía
debilitarse. Por ejemplo cuando Scarlet iba a visitar a su ahijado Yako. Fuera
del hogar de Bernardo se apreciaba un rechazo porque permaneciera en la
Reserva. Según sus comentarios los lobos casi la ignoraban y ese detalle me
enardecía. ¿Quiénes se creían que eran? Mismo Grigorii optaba por acompañarla y
el mismo afirmaba que las miradas no le gustaban en absoluto. Efectivamente
Vilu Huilliche había sembrado la semilla de la discordia.
Por
otro lado Liz, se había mantenido alejada de pensamientos vengativos,
seguramente a pedido de Lenya. Pero nadie dudaba que si ese chico Louk caía en
sus manos no la iba a pasar muy bien.
Entonces…
Entre lobos y vampiros había una calma ficticia, como si nos rodeara un lago de
combustible que permanecería latente hasta que alguien encendiera la mecha.
¿Quién de nosotros sería el primero en cortar relaciones definitivas y declarar
una guerra fría? ¿Ellos o nosotros?
Lo
peor es que reconocía que llegado el caso de un enfrentamiento, algunos de un lado
y del otro, iban a sufrir.
—¡Mi
amor! ¡Por fin en casa!
—Bianca…
—sonreí al verla bajar la escalera.
Podía
notarse la pequeña protuberancia en su vientre. Pensar que crecía y latía cada
día, un maravilloso milagro. ¿A quién se parecería Odette? ¿Tendría el cabello
renegrido como mi amada? ¿O sería rubia como yo de pequeño?
La
rodee de la cintura y la besé. Otro maravilloso milagro el sentir mi cuerpo en
combustión como aquella primera vez. La separé y la miré a los ojos.
—Te
amo. Tienes unos ojos maravillosos.
—Ya
no son azules.
—También
me gusta el borgoña. Dime… ¿Qué has hecho en mi ausencia además de trabajar?
—Pues,
estuve aseando el altillo ya que Margaret y Charles no están. Rose no puede con
todo.
—¿Asear?
¿No has hecho esfuerzo?
—No,
una embarazada puede hacer casi todo lo que hace una hembra común.
—¿Estás
segura?
—¿Quién
es la doctora?
Sonreí.
—¿Mañana
quieres ir de compras para el bebé?
—¿Contigo?
—¿Por
qué no?
—Será
un placer.
—Sin
embargo tengo una mala noticia.
—¿No
digas que viajarás otra vez?
—No,
en esta semana me quedaré aquí, en casa. Pero mañana debemos regresar temprano.
Dimitri y Numa vendrán a Kirkenes. Supongo que mi hijo se quedará unos días
antes de volver con los Gólubev. Quiero aprovechar a hablar con su psicólogo.
—Me
parece bien, amor.
—Ahora,
llevaré mis cosas a la habitación, me daré un baño, y… —la besé.
Me
atrajo por la nuca y se aferró a mí como enredadera.
—Déjame
así, Bianca –suspiré—. En tus brazos olvido todo el resto. Ya no hay problemas,
ni cuestiones que resolver.
—Ven,
subamos. Tengo un antojo que cumplir.
Reí
y la cogí da la mano.
—¿Tengo
que viajar a un lugar lejano para cumplirlo como lo de las fresas?
—No
–guiñó el ojo—, para mi antojo no tendrás que salir de la cama.
Chelle.
La
clase del jueves fue muy interesante para los alumnos. Comenté sobre un pequeño
temblor en Kirkenes aunque no dije toda la verdad. En realidad no era
información secreta de un grupo de científicos destacados en Geología donde yo
había obtenido información, la realidad es que solo los vampiros habíamos
podido detectarla.
Muchos
alumnos se animaron a debatir y eso tornó más activa la clase. El tiempo voló.
Los minutos transcurren al estar entretenido, y también cuando no quieres que
llegue la hora que temes. Eso es otra buena razón para que el reloj se
convierta en tu enemigo.
Pero
el timbre sonó, y los alumnos fueron abandonando la clase. Lo sabía, lo intuía.
Él no iba a ser uno más del montón que correría a su hogar como si nada. Porque
la última vez que nos vimos a solas había ocurrido algo inesperado. Fue un beso
entre los dos, un beso es casi nada y a la vez puede ser todo. Un alumno, un
profesor… Un lobo, un vampiro… El impulso de su lado, la ausencia de rechazo de
mi parte.
Borré
el pizarrón esta vez en cámara lenta mientras pensaba que cuernos decirle
cuando se acercara y me mirara a los
ojos. Ojos ámbar, por cierto. Se tornaron más claros esa noche cuando que me
había besado.
Escuché
sus pasos…
—Chelle.
Joder,
me llamó por el nombre.
—Chelle,
tenemos que hablar. No me huyas.
Giré
de frente hacia él. Por supuesto antes respiré profundo unas cinco veces y pasé
mis manos transpiradas por la tela del pantalón. ¿Qué diablos le contestaba?
—Fjellner,
por favor no me tutee.
¿Esa
estúpida frase había soltado mi boca? Cobarde…
Me
miró unos segundos y traté de mantener la mirada. Pestañas oscuras, espesas,
largas. Hizo un gesto con la boca frunciendo los labios y sonrió.
—No
jodas –arqueó la ceja—, después del brutal beso que nos dimos me dices que no
te tutee.
—Por
favor… —suspiré y bajé la vista—. Sabe que puede traerme un problema. Soy su
profesor.
—¿Y
crees que correré a decirlo a todo el mundo? ¿Piensas eso de mí?
—No…
No lo conozco. Es una posibilidad.
—Claro,
y es más fácil pensar mal de mí.
—Es
la única forma de no pensar en usted.
Esperen…
¿Yo había dicho eso? ¿En serio?
Nos
miramos en silencio.
Fue
acercándose rodeando el pupitre.
—No,
no no, nooo. ¡Quédese donde está!
—¿Piensas
en mí?
—No
dije eso.
—Sí,
dijiste eso.
—Lo
haré breve. Usted y yo no podemos tener nada que no sea una relación
estrictamente docente –alumno –recogí las carpetas tan rápido como si alguien
hubiera gritado “¡fuego!”
—¿Qué
hacemos con lo que sentimos?
—No
me incluya.
Me
quedó mirando… Cielos… era hermoso. Me estudió de arriba abajo.
—Esperaré.
Algún día este curso terminará y ya no seré su alumno.
—Estoy
comprometido.
—¿Comprometido?
¿Con quién?
—Eso
a usted no le importa.
—¿Cómo
se llama?
—¿Quién?
—Dijiste
que estabas comprometido. ¿Cómo se llama tu pareja?
—Se
llama… Se llama –tenía la lista de memoria así que elegí un nombre al azar—.
Albert.
—¿Albert?
No es un nombre noruego. ¿Es de aquí?
—No.
Es de… muy lejos.
—¿Del
país de “Nunca jamás”?
Sonrió.
—Si
hay algo que me encanta de ti que eres tan transparente, Chelle. No como mi ex.
Me ha mentido varios años y se ganaría un Oscar por la actuación.
—¿Su
novio le mentía?
—No
es el caso. No desvíes el tema.
—¿Es
el prepotente del vestuario?
—El
único, no he tenido otro.
—Tamaño
de novio se buscó. Maleducado, violento, y no sé cuántos defectos más tendrá.
—El
amor no se busca, se encuentra.
—Resultó
ser muy filósofo… Me tengo que ir.
—¿No
piensas así?
—No
importa lo que piense. Estoy para dar clases de Geología.
Se
acercó un poco más y retrocedí dos pasos.
—No
me tengas miedo. No voy a besarte si no quieres.
—Me
parece correcto porque… porque –balbucee—. Estamos en un aula.
—¿Salimos
a la calle?
—¡No
se haga el gracioso!
—¿Pero
lo deseas? El beso, digo…
—Ya
le dije que estoy comprometido.
—No
tienes pareja. Tú dijiste que estabas solo el otro día cuando llovía.
¿Recuerdas?
—Por
favor, Fjellner. No puedo perder el trabajo.
Levantó
las manos en señal de rendición.
—Okay,
tienes razón. Aún estamos en el aula. Solos, pero podría entrar alguien y lo
menos que quiero es perjudicarte. Lo siento. Mejor, me voy.
—Sí,
mejor…
—Pero
recuerda que te sueño cada noche. Mucho antes de que ocurriera el beso. Porque
nos besamos, ¿o vas a negarlo?
—No
niego nada. Solo que… No voy a faltar a mi ética profesional.
—Estoy
enamorado de ti. Te pido que tomes en cuenta que no estoy jugando. No lo
olvides.
Cerró
su sudadera negra y subió la capucha. Me lanzó una mirada que podría describir.
Deseo, impotencia, una mezcla… Y se fue.
“No
te olvides” había dicho. ¡Cómo iba a olvidarme! Si mi corazón latía frenético
cuando él aparecía. Si cada noche lo soñaba entre mis brazos antes de ese beso
que nos dimos. Pero… un lobo y un vampiro… Esto a Sebastien Craig no le iba a
gustar. Y a los lobos… mucho menos.
………………………………………………………………………..
Llegué
a la cabaña de Charles y me encerré en mi habitación. Lancé las carpetas en el
escritorio y me senté en la cama. Demonios… ¿Qué iba a hacer con Fjellner si
aún faltaban muchos días de clase. ¿Renunciar? No, no podía abandonar justo
ahora que la Rectora había alabado mi desempeño. Además tenía nuevos amigos,
profesores como Kristen, Tomas, Arthur, me hacían sentir menos diferente a
pesar de ser humanos. ¿Cómo hacer para terminar el ciclo ileso? Debía ponerme
firme hasta que entendiera que lo nuestro no era viable… No podía ser tan
difícil…
Joder,
¿a quién engañaba? Hoy mismo si Fjellner se hubiera acercado más… O si se
hubiera atrevido a besarme como la otra vez…
Comencé
a transpirar, no encontrar la solución me ponía nervioso.
La
puerta sonó con tres golpes secos.
—Miyo,
hoy no puedo salir. Perdona. Mañana saldremos.
—No
soy Miyo.
Charles…
—Pasa,
estaba –me puse de pie rápidamente y abrí las puertas del ropero—, terminando
de arreglar mi ropa.
Cerró
la puerta y me miró sonriente portando una taza de café.
—Te
traje algo para el frío. Lo hice yo con mis propias manos.
Sonreí
y cogí la taza.
—Gracias
–bebí un sorbo.
—¿Así
qué no saldrás con Miyo?
—No,
tengo que limpiar mi habitación –volví a mentir.
—Oh
–echó un vistazo alrededor—, eres muy pulcro. Diría que no necesita limpieza
pero, ¿por qué no haces una cosa a la vez? El caso es que… si tienes que
ordenar el ropero y hacer limpieza te sorprenderá la madrugada.
—Claro,
tienes razón.
—Siempre
la tengo –sonrió—, aunque suene vanidoso. En realidad, se sentó en el borde de
la cama—. Poseo otras tantas virtudes. Por ejemplo… intuir cuando alguien que
aprecio está en problemas. Sin embargo, a veces me equivoco. De hecho tú no
estás en problemas porque solo ibas a ordenar tu ropero y limpiar la
habitación.
Tragué
saliva pero no bajé la vista de su mirada.
—Sí
estoy en problemas.
—¡Qué
alegría! Perdón, no me alegra que los tengas solo que es aliviador saber que no
he perdido la intuición.
—No,
no la has perdido.
—¿Quieres
contarle a este viejo vampiro que te ocurre?
—Tengo
conflictos con un alumno.
—¡Estos
jóvenes! ¿Por qué no se dedican a estudiar?
—Eso
digo yo.
—¿Y
si hablas con la Rectora? Quizás lo sancionen, o lo echen.
—No
quiero que lo echen –me angustié de solo pensarlo.
—Sería
una solución. Tú, seguirías trabajando y él saldría del medio.
—No
le haría eso.
—¿No?
—Moriría
antes de dañarlo
—¿No
digas? Bien… Pensemos en otra solución…
—No
la hay –bebí un sorbo de café.
—No
seas tan trágico, Chelle.
—Es
que pasaron cosas, cosas que no puedo contarte por pudor.
—¿Pudor?
Pudor era… Oh sí, ya recuerdo. A mis años no suelo usar esa palabra muy a
menudo. Pero créeme desde que no la aplico a mi vida me siento mucho mejor.
Sonreí
y bajé la vista.
—Lo
que ocurre es que es un lobo y tengo problemas para enfrentarlo.
—¿Un
lobo? Demonios, ¡qué horror!
—Sí,
cuando… se acerca… no puedo… no reacciono.
—Lo
imagino, un alumno lobo, ¡qué mala suerte! Tener que respirar ese aroma
horrible a clorofila y…
—Tierra
húmeda.
—Sí,
eso. Y además que te miren con esos ojos amarillos espantosos como si fueran
dos faroles de una cuatro por cuatro.
—Son
ámbar.
—¿En
serio? ¿Ámbar? Lo has podido ver de muy cerca. En mi caso no he tenido
oportunidad de ver lo suficiente para determinar el color del iris de los
lobos.
—Sí…
son ámbar.
—¿Qué
te ocurre con él?
Callé.
Pensé qué decir a Charles, pero no podía confesarle lo que había ocurrido. No
estaba preparado. Así que me excusé.
—Le
tengo temor. Creo que se ha dado cuenta.
—Y
se aprovecha de eso.
—Mucho.
—¡Qué
malévolo! Bebe el café, se te enfriará –se puso de pie y palmeó mi hombro—.
Poco a poco le demostrarás quien manda en la clase. Tú puedes, eres un
Huilliche.
—Gracias.
—Te
dejo ordenar el ropero y limpiar tu habitación. Ya sabes que puedes contar conmigo
si necesitas hablar.
—Muchas
gracias.
—¡Ah!
Lo olvidaba. Margaret estuvo buscando fotos para mostrar a Miyo y entre ellas,
vi una que quizás te interese. Te la he dejado en el cajón de tu mesa de luz.
Avancé
hasta el lugar y abrí el cajón…
Mi
mano cogió delicadamente una foto muy vieja. Mi corazón se encogió, la emoción
se adueñó de mí, los ojos se llenaron de lágrimas. Eran mis padres junto con
Sebastien y Charles.
—Sé
que huiste de tu casa con lo puesto. Pensé que te gustaría tenerla.
—Sí
–asentí emocionado –gracias Charles.
—De
nada. Hasta mañana. Descansa.
—Tú
también.
Esa
noche dormí angustiado recordando todo lo que había perdido por culpa de Vilu.
Imaginé a mi madre feliz porque había conseguido ser docente de una
Universidad. Con los ojos cerrados la imaginé sonriente, dándome ánimo. Su voz…
cantando en la sala mientras tocaba el piano. El perfume de su cabello, podía
olerlo como si ella estuviera aquí.
Me
abracé a la almohada y estallé en llanto.
—Estoy
muy solo… muy solo.
Cerré
los ojos y vi a mi padre preocupado. Se acercaba a mí y extendía sus brazos.
“No
estás solo, Chelle”.
Iba
a su encuentro. Necesitaba sentir ese abrazo contenedor. Sin embargo, a punto
de rozarlo, su rostro se diluía… y surgía él… Mike. También lucía preocupado, apenado
por mí.
“No
estás solo, Chelle. Ven, abrázame. No llores, por favor.”
Y
yo… me dejaba abrazar. El calor de su cuerpo me reconfortaba.
“No
estás solo, mi amor. Estoy aquí”.
Me
acurrucaba en su pecho y con esa sensación maravillosa, me dormí.
Mike.
Rodee
la plaza con la moto buscando a Chelle. No debería estar muy lejos porque la
clase había terminado hacía quince minutos. Necesitaba verlo fuera de la
Institución. Me urgía saber que sentía por mí, si le gustaba lo suficiente para
no importarle “el qué dirán”. Ayer lo había enfrentado pero como era de esperar
evitó hablar de lo que nos pasó a los dos cuando lo besé. Deseaba escuchar esas
palabras, “sí, me gustó, tu beso me gustó”. Porque era obvio que podía haberme
apartado e interrumpirme, pero se dejó besar. No tenía experiencia en novios y
amoríos sin embargo fue algo alevoso.
Hoy
al terminar la hora de Geología casi ni se despidió de nosotros, cogió sus
cosas y partió como si huyera del mismo diablo. No ignoraba que lo ocurrido nos
había sorprendido a los dos. Pero había sucedido, era un hecho, por mi culpa,
por la suya, daba igual. La cuestión es que mis labios tenía la sensación de
los suyos acariciándome. Que mi lengua aún parecía palpar el interior de esa
boca sabor a menta y tabaco.
Tabaco.
¡Eso! Debería estar en el negocio de importados. Aceleré la moto y continué
hasta la esquina, después giré por la calle hasta frenar en el local.
Observé
a todos los turistas que entraban y salían, él no estaba entre ellos. Fue la
primera vez que percibí un dolor en mi pecho similar a cuando eres niño y te
pierdes. ¿Eso era yo ahora? ¿Alguien perdido sin saber a dónde ir si él no
estaba? “Ve despacio”, había aconsejado Bua. “Es poco tiempo de conocerlo”.
Cierto, un par de meses pero eran suficientes para estar seguro que lo que
sentía por Chelle era especial. Por el momento volvería a casa, mañana tenía
que trabajar en la construcción y debía acostarme temprano. Quizás el hecho de
querer quitarme de la cabeza a Kriger, mi profesor cumplió el rol de tabla de
auxilio. Quizás… Sin embargo había machos muy bellos en mi clase y al menos un
par no hubiera dudado en acostarse conmigo e iniciar una relación.
El
problema era que no deseaba a nadie en mi cama salvo a él. Un vampiro…
Demonios, me gustaba lo difícil. Aceleré para avanzar por la calle pero unas
cuantas bocinas me despertaron del letargo. El semáforo estaba en rojo para mí.
Frené a mitad del asfalto y sentí las miradas de furia de unas decenas de
conductores.
—Lo
siento –dije por lo bajo y retrocedí hasta mi lugar.
Aguardé
el cambio de luces y arranqué. Había estado cerca de ser atropellado. Pobre mi
madre, solo eso le faltaba, perder un hijo.
Continué
la ruta hacia la Reserva esta vez concentrado en conducir. Las luces de la
noche bañaban el bosque que rodeaba la carretera. Pasado mañana sería otro fin
de semana más. Si hubiera vivido mi padre y no hubiera llovido saldríamos de
pesca. Vinter me había dicho que si deseaba ir al muelle con él pasaría a
buscarme. Le dije que no, le agradecía pero no deseaba regresar aquellos
lugares donde había estado con mi padre. Era para mí un sacrilegio.
Un
autobús se detuvo en la parada y frené detrás a una distancia prudencial. Miré
mi reloj y la pulsera de cuero bailó en mi muñeca por el movimiento. Recordé
aquel día siendo un niño de diez años llegado de Suiza y a Louk con apenas
doce. Nos regalamos esa artesanía prometiendo amistad. Louk… ¿Cómo hacer para
evitar que lo echaran de la Reserva? Si todo dependía de una votación entre
seres que casi no lo conocían. Porque podían haberlo visto crecer, jugar, hacer
travesuras, ir a trabajar, reunirse con amigos y festejar, pero no lo conocían
como yo, como su familia. Una injusticia, mal rollo con los celos que lo
cegaron por segundos.
De
pronto a metros de la parada, entre algunas personas que bajaron del autobús,
lo vi. ¿Era él? ¿Ovensen? ¡Sí! ¡Genial!
Arranqué
y avancé despacio bordeando el camino de tierra paralelo a la ruta. Las luces
del autobús fueron alejándose mientras yo continuaba despacio a poca distancia
de él. Parecía caminar inestable, ¿se sentiría mal? Al alcanzarlo frené a su
lado y me miró sorprendido.
—¿Usted?
En
su mano tenía una pequeña botella de vodka. El olor alcohol llegó a mi olfato.
Arquee la ceja.
—¿Estás
borracho?
Se
detuvo. Y me señaló con el dedo índice.
—Fjellnerrrr,
déjeme en paz o llamaré a… a la policcía por acossoo.
—Sí,
estás borracho. ¿Por qué?
—¿Por
qué? –se tambaleó—. Para… para ahogarrr… ¡las penas!
—Suena
a telenovela barata –me quejé—. Me refiero a porqué has bebido. Quisiera saber
la verdadera razón.
—No…
No… Quería… olvidarme… —al tambalearse otra vez cayó sentado.
—¡Joder!
–bajé de la moto e intenté ayudarlo.
—¡No,
no, no! ¡Déjeme! –sacudió sus manos para alejarme y me senté en el suelo cerca
de él.
—¿Qué
quieres olvidarte que has bebido así?
—De
todo, de todo… quiero olvidarme… De mi familia, de usted.
—Vamos,
sube a la moto, te llevaré a tu casa.
—No,
no quieroooo.
—Es
lo mejor. No puedo dejarte aquí. No voy a abandonarte aquí.
—Sí…
Déjeme aquí, no… mejor en el medio… de la rrruta así meatro…pelllla un camión.
Reí
a pesar de todo.
—¡De
qué ríe Fjellnerrr!
—Perdón.
Es que siempre lo vi tan correcto de impecable conducta. Ahora contemplarlo
borracho diciendo incoherencias.
—¡No
son incoherencias! ¡No me contradiga!
—No,
okay –aguanté la risa para que no se ofendiera.
Me
miró fijo a pesar de la borrachera.
—Es
tan lindo Fjellner –susurró.
Ni
siquiera ebrio se animaba a halagarme.
Mi
sonrisa fue desapareciendo y lo miré con pena.
—Vamos,
te llevaré.
No
quería escucharlo decir ese tipo de cosas en ese estado etílico importante.
—Es
taaaan lindo. Sueño con usted, no sabe qué bien lo paso cuando… ¡Espere! –Miró
hacia el bosque—. Lo… podemos hacer allí. No, no… nos verá nadie. ¿No es lo
quiere Fjellner? ¿Follarseee a un vammmpiro?
Negué
con la cabeza.
—No.
No quiero así.
—¿Y
cómo lo quiere? –trató de enfocar sus ojos en mi rostro por varios segundos—.
¿Sabe qué es muy lindo, Fjellner? ¿No quiere hacerlo?
Sonreí.
—Si
me hubieras dicho todas esas cosas, sobrio, no hubiera dudado.
Su
mano se apoyó en mi hombro. Percibí lo frío de su piel a través de mi camiseta.
—Me
siento mal.
—Vamos,
te ayudaré.
En
ese instante el motor potente de un coche se escuchó a gran velocidad, cada vez
más cerca.
—Vamos,
no sería bueno que nos vean aquí.
Intenté
levantarlo pero parecía resistirse. Imaginé que no le importaría pasar la noche
en la ruta.
No
pude hacer tiempo de levantarlo y ayudarlo a subir a la moto. Las luces del
coche nos iluminaron y de una frenada apoteósica giró ciento ochenta grados y
se detuvo a pocos metros de nosotros. Chelle lo miró.
—Conozco
ese coche, creo… —murmuró.
La
puerta se abrió antes de que yo pudiera parpadear y una bellísima vampiresa
caminó hacia nosotros con un andar envidiable de cualquier estrella de
Hollywood. Minifalda, tacones stiletto, cabello suelto, y un aroma a Christian
Dior como perfume.
—¡Chelle!
He salido a buscarte –Frunció el ceño—. ¿Qué rayos haces ahí? Charles está
preocupado.
Sus
ojos aún en la noche se notaban de un color extraordinario. Si me hubieran
gustado las hembras hubiera sido digna de quitarme el sueño.
—¡Scarlet
Craig! ¡Ven, siéntate con nossssotros a conversar!
La
vampiresa arqueó una ceja. Después me miró fijo.
—¿Lo
emborrachaste tú, lobo?
—¿Qué?
–me indigné.
—Nooo,
me… me emborraché solito.
—Vamos
Chelle, si Sebastien se entera, se preocupará y con razón. Te imagina dando
clase en una Universidad y no borracho en una ruta y… junto a un lobo. Más bajo
no puedes caer.
—Gracias
por lo que me toca, soy su alumno –protesté.
—Pero
yo… pero yo di la clase… Di la clase, ¿verdad? –me miró buscando apoyo.
—Sí
la diste.
—¿La
di bien?
—La
diste muy bien, ahora vamos te ayudaré a levantarte.
—Puedo
sola, gracias. ¿Desde cuándo un alumno tutea a un profesor? –achinó los ojos.
—Okay,
todo tuyo –gruñí.
—Te
he hecho una pregunta.
—Y
yo no quiero responderte. Llévalo y que beba un café cargado –me puse de pie.
—¿Me
deja Fjellnerrr? Así, como si nada. Sabía… sabía que al fffinal me dejaría.
—Nos
veremos. Cuídelo.
—Por
supuesto… Y gracias. Disculpa si he sido grosera. Soy un poco temperamental.
—No
hay problema.
Cuando
el coche arrancó subí a la moto. Tenía las palabras de Chelle grabadas, pero al
fin al cabo habían sido frases sin sentido, por su estado de embriaguez.
Aunque… ¿no dicen que los locos y los borrachos siempre dicen la verdad?
La
sonrisa que comenzaba a nacer en mis labios no se borró ni siquiera cuando me
fui a dormir esa noche.
Charles.
Esperé
a Chelle en la misma plaza y bajo el mismo árbol en el que siempre nos
reuníamos. Salvo por la diferencia que estaba vestido con un impermeable negro
y cubierto con un incómodo paraguas. Llovía aún, aunque había aminorado desde
hace una hora. En menos de un mes tendríamos el otoño y eso significaba que Liz
estaría próxima a ser madre. Un bebé alegraría la mansión. Imaginaba a Lenya y
su sobreprotección exagerada. Después con el correr de los meses, Bianca me
convertiría en abuelo. Maravilloso… Para Navidad tendríamos biberones y pañales
por doquier. Odette… que larga se hacía la espera para conocerla.
—¡Charles!
Levanté
la vista y vi a Chelle acercarse. Él tampoco se había librado de usar el
maldito paraguas. Los odiaba. Eran incómodos, solías perderlo en cualquier
parte, y con lluvia torrencial no te servían de mucho.
—Querido,
¿qué tal la clase?
—Bien.
—Me
alegro. ¿Qué tal si hoy bebemos un café en una bar acogedor?
—Me
parece buena idea.
Comenzamos
andar por el sendero que serpenteaba entre los canteros y terminaba en la
avenida principal.
Esperamos
el semáforo a nuestro favor mientras trataba que nuestros paraguas no se
chocaran entre sí.
Malditos
paraguas.
Continuamos
camino. Cruzamos la calle y llegamos hasta la esquina. Allí un bar con grandes
ventanas me sedujo.
—Parece
acogedor. Y no se ve tantos humanos.
—Por
mí está bien. Estoy controlando excelente el tema de convivir. Es otra ciudad
pero nunca he tenido problema con mi instinto.
—¡Eso
es genial!
Noté
en su rostro una sombra de duda. Entramos al bar y nos ubicamos junto a una
ventana, alejados de cuatro mesas ocupadas.
—Disculpa
si me equivoco… Cuando hablaste sobre dominar tu instinto percibí algo de duda.
—No,
no te equivocas. Igualmente salí muy bien parado de la situación.
—¿Qué
desean los caballeros? –preguntó el mozo.
—Ah
pues… un capuccino, ¿tú Chelle?
—Lo
mismo, gracias.
Apenas
se retiró, Chelle me contó el percance con la alumna herida.
—Por
suerte pude apartarme.
—¡Qué
bien! ¡Qué dominio!
Me
miró a los ojos y bajó la vista.
—En
realidad, no pude solo. Me ayudó un alumno sacándome de allí.
—¿En
serio? –Doblé la servilleta sobre la mesa—. ¿Puedo preguntar cómo sabía tu
alumno que eras vampiro? Porque por ese motivo te apartó, ¿verdad?
—Es
un lobo.
—Oh…
un lobo… ¿El mismo que te saca de quicio?
—El
mismo.
—Caballeros,
aquí tienen –el mozo interrumpió.
Continuamos
en silencio. Agregué un sobrecito de azúcar a la taza. No deseaba incomodarlo
si su intención era callar, así que cambié de tema.
—Ojalá
cese de llover cuando salgamos. Me gusta la lluvia a través de una ventana sin
embargo los paraguas me ponen de mal humor. Si te descuidas quizás haga de
cuenta que olvidé el mío en este bar.
Rio.
Pero en segundos se puso serio.
—Me
besó.
—¿Perdón?
—Me
besó. Me retuvo contra una columna y me besó.
—¡Qué
atrevimiento! ¿Y tú qué hiciste? –revolví el azúcar lentamente.
Calló
unos instantes.
—Dejé
que lo hiciera. Es que… no pude reaccionar. Fue todo tan rápido –se excusó.
—¡Por
supuesto! ¿Qué otra cosa podías hacer que dejarte besar? Detenerlo, huir,
ponerlo en su lugar. ¡Qué situación!
—Juro
que no fue mi intensión.
—¿Por
qué te excusas de lo que ocurrió? No tienes porque darme explicaciones ni la
verdadera razón.
—Lo
sé…
—¿Te
gustó?
—¡Nooo!
Yo… de pronto, lo sentí tan caliente. Fue un beso arrebatador. Mi sangre se
revolucionó y cayeron mis carpetas al suelo y… mis piernas temblaron. No
recuerdo mucho más.
—Bueno,
para ser un beso sin importancia recuerdas bastante –sonreí.
—Es
un lobo, ¿entiendes?
—No,
si eso ya me lo has dicho. ¿Cuál es el problema? ¿Le gustan los machos?
—Sí,
eso murmuran. No se lo pregunté, por supuesto. No me interesa.
—¡Claro
qué no! No te interesa en absoluto.
—Charles,
hablo en serio.
—Y
yo también. ¿Te gusta o no ese lobo?
—No
me permitiría tener un…
—Ay,
no estoy hablando de si te lo permitirías. Eso sería un paso más.
—Un
paso que no estoy dispuesto a arriesgar.
—Bueno…
—cogí la taza nuevamente y bebí—. Mmm… muy rico capuccino.
—Sí,
muy rico… ¿Quería preguntarte sobre algo?
—Dime.
—¿Sebastien
sabe algo de mi hermana?
—En
absoluto. Parece que huyó de Kirkenes para no volver.
—Que
huyó es posible ahora…para no volver lo dudo.
—¿Por
qué lo dices?
—Tengo
una horrible corazonada que tarde o temprano, regresará por mí.
Drank.
La
noche había impregnado de sombras chinescas entre los árboles. La brisa fría
venía del oeste, donde el mar se desataba contra las rocas tanto que el aroma a
salitre atravesaba el bosque.
Me
aparté de la ventana y quité mi cazadora del perchero. Me acerqué a la puerta y
en un abrir y cerrar de ojos Anouk estuvo junto a mí. Me miró con ese iris tan
bello teñido de preocupación.
—Creí
que dormías, Anouk.
—No
duermo profundo. Sobre todo si estoy de guardia.
Suspiré.
—Bernardo
exagera. Ya me siento bien.
—Supongamos
que sí. ¿Dónde irás a esta hora? Si quieres correr por el bosque te acompañaré.
—No
quiero correr.
—¿Entonces?
—Debería
buscar a Lost, el veterinario dijo que ya estaba mejor.
—Drank,
el veterinario es Roco y vive en la reserva. Dijo que lo traería él. Sé dónde
vas.
Nos
miramos por unos segundos. Ella, con la confianza que lograría sacarme la
verdad. Yo, con la certeza que jamás le mentiría.
—Debo
hacerlo, Anouk. Tarde o temprano debo hablar con él.
—¿Si
esperas unos días más?
—En
dos días será la votación. Quizás ya no lo vea más.
—¿Cómo
haré para quedarme tranquila en tu ausencia?
—Con
la misma fe que me tienes en cada cosa que hago.
—Esto
es diferente. No se trata de estudiar la carrera que te propongas o pongas en
pie una construcción arruinada.
—Si
te prometo que estaré bien y que no haré locuras, ¿te basta?
Respiró
profundo con los brazos en jarro.
—Okay.
No te demores, por favor.
Besé
sus labios, cogí el picaporte, y salí.
Las
luces de las cabañas me mostraron un futuro cercano. En invierno sería el
paisaje eterno por varios meses. Oscuridad y manto helado en el monte, la
aurora boreal en el cielo, y en los hogares las chimeneas encendidas reuniría a
las familias de lobos. Sin embargo, había una de ellas que calentaría la
silueta de una anciana sola frente al fuego. La tristeza treparía por las
paredes como hiedra hasta cubrir hasta las ventanas. Posiblemente su nieto ya
no estaría en la Reserva porque había cometido la transgresión al libro sagrado
de su raza. Ahora mi raza.
Avancé
hacia la cabaña de Mamina justo cuando Douglas sacaba la moto del jardín de
Bernardo y Sabina. Me detuve y lo miré.
Él
dudó hasta que sonreí y alcé la mano.
—¡Hola!
¿Todo bien?
—¡Hola!
Todo bien, sí… Me alegro que estés mejor.
—Gracias.
Subió
a la moto y dio arranque sin dejar de mirarme.
Quité
mi caja de cigarrillos y encendí uno.
—¡Salí un poco a tomar aire!
—¡Qué
bien! ¡Yo voy al centro a buscar a Marin!
—¡Suerte!
—Sí…
Gracias.
Suerte
necesitaba yo para que Bernardo no me descubriera. De todas formas cuando
Douglas regresara y comentara haberme visto ya habría logrado mi objetivo.
Cuando
Douglas se perdió por el camino retomé el andar apresurado. Al llegar a la
cabaña la planta de arriba estaba oscura, solo había luz en la sala. Okay… Aquí
iba…
Golpee
decidido y en pocos segundos Mamina corrió la cortina de flores y me descubrió.
Noté el rostro impactado de verme en su puerta. No sé que creyó pero leí algo
de temor en su iris canela.
La
cortina volvió al lugar y hubo silencio.
Sabía
que estaría aterrada. Ignoraba que intenciones tenía al presentarme allí.
Apoyé
mi frente en la puerta y respiré profundo.
—Mamina…
Abre por favor, necesito ver a Louk.
Tuve
que esperar casi un minuto para que se decidiera a abrir.
La
miré compasivo y me miró angustiada.
No
deseaba que la anciana estuviera pasando por esta horrible situación. Creo que
en parte de haber llegado hasta su puerta era evitar su sufrimiento. Durante
estos días pasados no había dejado de pensar en ella, y también en el Sami… Mi
amigo había quedado esperándome.
—¿Puedo
pasar?
—Sí.
Di
los suficientes pasos para llegar al medio de la sala. Escuché la puerta
cerrarse a mi espalda y se acercó.
—¿Qué
puedo hacer por ti? –sonrió levemente.
Parecía
más encorvada y varias arrugas de su rostro más profundas.
—Quiero
ver a Louk.
—Creo
que duerme.
—Despiértalo,
por favor.
—Drank…
Sé que Louk se portó mal, no es mal chico y…
—Sé
quién es Louk, Mamina. Llámalo.
—Estoy
aquí.
Su
voz sonó como susurro apagado. Levanté la vista y lo vi al final de la pequeña
escalera de madera. Lucía delgado y demacrado. Hasta casi tuve lástima de él.
Sin embargo era difícil olvidarme de lo sucedido. Me había acusado de acostarme
con su chica. Porque tenía razón Tim y Bernardo. El dolor más grande y la rabia
no nacían de ser un lobo, era de su acusación de traidor.
—Baja,
quiero hablar contigo.
Dudó
unos instantes pero al fin descendió los escalones lentamente. No me miraba, su
vista estaba clavada en sus pies descalzos.
Me
senté en una de las sillas sin que me dieran permiso. Apoyé mis antebrazos en
la mesa y aguardé en silencio. Mamina se retiró, tal vez a la cocina. No creí
que se iría muy lejos de su nieto. Como si fuera una super heroína capaz de
defenderlo de mi fuerza.
Louk
quedó de pie a un par de metros a la derecha.
—Siéntate.
Cogió
una silla a mi costado.
—No,
siéntate ahí –señalé el lugar frente a mí—. Quiero verte la cara y quiero que
me veas a los ojos.
Obedeció
y se sentó.
Con
la vista clavada en el mantel bordado se mantuvo en silencio.
—Mírame.
Negó
con la cabeza.
—¡Mírame,
joder! Con la misma valentía que tuviste cuando me acusaste.
Volvió
a negar y una lágrima se deslizó por la mejilla.
Respiré
profundo…
—Quiero
que me digas si en algún momento dentro de tu furia irascible, se te cruzó que
tu amigo no sería capaz de traicionarte. ¡Dímelo!
Calló.
Continué…
—Dime
cómo fue, que a pesar de no ser amigos de toda una vida, olvidaste nuestra
amistad. Porque yo nunca la olvidé. Ni siquiera en ese momento que tenía tanta
rabia contra ti por haberme mordido. ¡Porque me mordiste, Louk! Sabías que me
deparaba el destino, y me mordiste. No te sentaste a hablar, a pedir
explicación, de algo que sonaba ridículo siendo amigos como éramos.
—Éramos
–susurro—. Porque ya no lo somos, ¿verdad? –sollozó.
—Tú
contesta esa pregunta. Seguro que ya te han dicho que Anouk había estado esa
noche. Seguro que te dijeron que metiste la pata irreversiblemente, ¿por eso te
ves arrepentido? Es eso, ¿no?
—Me
lo dijeron, sí.
—Es
decir que sin pruebas seguirías pensando mal de mí. Eso contesta tu pregunta.
Ya no podemos ser amigos.
—Por
favor –imploró—, sé que no debí acusarte pero la ropa estaba ahí. No había otra
explicación.
—Ya
ves que la hay, aunque aún no la sepamos, pero hay explicación. Alguien la puso
en mi cama.
—¿No
era fácil pensar que…?
—No
dije que fuera fácil pensar bien de mí. Era la opción más válida entre amigos.
Ahora… ¿si te vas de aquí echado? ¿Qué será de Mamina? ¿De ti? July debe estar
destrozada.
—July
no quiere verme más. Me dio una bofetada y me dijo que nunca me lo perdonará.
—¡Lo
bien qué hace! La has dejado como una cualquiera.
Levantó
la vista y me miró por primera vez.
—Hace
días quise verte y no me lo permitieron. Yo también necesitaba verte. Hay algo
que me importa más que el perdón de July o partir de esta Reserva para siempre.
Y es tu perdón. Lo siento, de verdad que lo siento. Por favor, perdóname. Te lo
suplico. Dime que no podrás olvidarte que fuimos amigos, me equivoqué. Lo sé…
Estoy destrozado porque no le fallé a cualquiera, sino a mi amigo. Dime que no
te olvidarás ese sentimiento pase lo que pase.
Cerré
los ojos…
Recordé
como si fueran escenas sucesivas de una película. Mi llegada… esos días que
sufría por Liz y mi padre me había consolado sin buen resultado. Entonces Louk
y Tim golpearon mi puerta…
“Hola,
soy Louk” Y extendió la mano.
Me
invitó a recorrer la Reserva como bienvenida. Y recuerdo caminar por diez
minutos sin hablar. Hasta que me animé a preguntar.
“¿Naciste
aquí?”
“Me
crié con mis abuelos, mis padres murieron en un accidente.”
Pero
no habían muerto en un accidente… Era lógico que me dijera lo que quisiera
apenas me conocía, lo importante que tiempo después me confesó la verdad… Su
padre se había suicidado.
Y
después sus preguntas… Si tenía novia en Drobak, si me gustaban las chicas,
siempre con esa sonrisa y ojos chispeantes. Hasta que surgió la gran pregunta.
“Tú
sabes quienes somos, ¿verdad?”
“Hombres
lobo” Contesté yo…
Me
explicó a grandes rasgo su raza, me habló de Gloria, y me llevó a su casa. Aun
casi sin conocerme, me llevó a su casa…
Allí
conocí a Mamina que nos hizo un café.
Y
hablamos de todo… Y conté todo en pocos minutos. Mucha información para un
desconocido. Sin embargo para mí y para él éramos desconocidos pero para el
destino no. Esa magia que te rodea con alguien desde el primer minuto, y que
ignoras. Pero la vida ya lo sabe y por eso te puso allí.
Mis
ojos se humedecieron aun cerrados, recordando.
Le
pregunté si seguía alguna carrera de estudio. Bajó la vista y me ofreció
bollitos de miel. No insistí. Porque de eso se trata. Tener el tacto justo con
un amigo para decir estrictamente lo necesario para no dañarlo.
Supe
que lo sentía mucho más que un simple desconocido que habitaba la Reserva.
Antes de irme le dije, “regreso a la cabaña.”
Y
Louk retrucó con seguridad.
“No
regresas a la cabaña, regresas a tu hogar.” Sin quererlo él estaba
incorporándome a su vida.
Con
el tiempo confesó que no sabía leer ni escribir. Y así me convertí en uno de
los pocos que lo sabían. Tuve ese privilegio…
Una
lágrima escapó de mis ojos aun cerrados. Recuerdos y más recuerdos… El
parapente… sus confecciones sobre July y Gloria, sus temores… Las veces que se
preocupó por mí… Como aquella vez que salí por el Sami y me siguió. Guardó el
secreto bien guardado porque se lo pedí…
¿Y
ahora? Ese error imperdonable para el Libro de los Lobos. Ese libro que parecía
detallar la vida de esa raza tan minuciosamente. Sin embargo se había olvidado
de algo… Un amigo no quiere decir que sea perfecto, eso no indica amistad. Lo
que muestra ese sentimiento tan noble y fuerte es otra cosa. Es estar cuando te
necesita, es sufrir con el otro, es perdonar…
Lo
miré a los ojos y respondí.
—No,
no voy a olvidarme jamás. Por eso estoy aquí. No es por reproche a ser un lobo.
La verdadera razón… Necesitaba escuchar tu perdón, y necesitaba perdonarte.
Uy ami también me guto la charla de Louj y Drank muy dulce. Adoro la preja de Sebastien y Bianca. Gracias por el capítulo te mando un beso
ResponderEliminar¡Hola Citu! Gracias a ti por comentar.
EliminarSebastien y Bianca son un matrimonio común con sus idas y venidas. Por ahora me alegro que estén en paz y con ese amor de siempre.
Drank y Louk, sí... Me gustó mucho.
Un besazo grande y bella semana para ti.
Hola, Lou... Me ha alegrado leer que Numa va adelantando... ya lo creo que ese es un motivo para festejar
ResponderEliminarEs muy cierto que Vilu ha sembrado la discordia, pero creo que Sebastien y Bernardo harán lo posible para que no haya un indeseable enfrentamiento entre sus razas
Sí, es muy probable que el temor de Chelle sea fundado... y que Vilu regrese a por él
Bueno, Chelle está desesperado... no sabe qué hacer con este alumno, con este lobo... Considero que ya tiene poco que hacer, y que debe asumir que se ha enamorado
Lo cierto es que Chelle y Mike me están haciendo pasar muy buenos ratos
Charles es un personaje encantador, y pienso que es imprescindible en la novela
No es nada extraño que te hayas emocionado con la parte de Drank y Louk... ha sido realmente especial
Mamina ha sufrido mucho con lo sucedido, y parece más anciana... Louk también ha sufrido, y su aspecto físico lo demuestra... más delgado y más demacrado
Drank y Louk comparten recuerdos inolvidables de una bella amistad
Drank necesitaba escuchar que Louk le pidiera perdón, y necesitaba perdonarle... Ya puede hacerlo
Y yo ya solo puedo hacer una cosa... felicitarte por este excelente capítulo
Espero que estés mejor, y te mando un abrazo muy fuerte
Besos
¡Hola cariño1 Muchas gracias por tu comentario.
EliminarNuma ha adelantado pero aún nos falta el cierre que le dará Dimitri muy pronto. Ya verás.
Vilu lo está logrando. A veces en la vida tienes que estar en el fondo para aprender, creo que eso le hace falta a los vampiros y lobos. Y el temblor... tiene que ver...
Me alegra que te agrade el romance de un lobo y vampiro, no siempre se tiene la mente abierta. No podía esperar otra cosa de ti. Gracias.
Ambos te harán pasar buenos ratos quizás de humor sin embargo creo que no todo será color de rosas. ¡Qué pena! Porque se aman de verdad pero habrá que demostrarlo.
Muchas veces sonrío con Charles, tiene la palabra justa y es tan astuto. No hay duda que es el Celestino de esta relación, con muchos obstáculos.
Drank y Louk, sabía que me entenderías. Si escribes como lo haces gozas de sensibilidad y ese don que puedo leer en tus letras.
Drank necesitaba que Louk pidiera perdón porque creo que más necesitaba perdonarlo.
Que decirte además de gracias por comentar de la forma que lo haces. No falta el café por medio y tomar ese avión que une distancias. Estoy segura que pasaríamos hablando de tus personajes y los míos.
Un beso grande amiga, feliz semana para ti.
Me imaginaba que Drank perdonaria a Louk porque son muy amigos.No se si lo perdonara July y no se como reaccionara Mike cuando sepa quien es Chelle porque su hermana mato a su padre.Me ha gustado mucho.Besos.
ResponderEliminar¡Hola Ramón! Me alegra que te haya gustado mucho. Muchas gracias por comentar.
EliminarEs cierto Drank y Louk son amigos y el error parece estar perdonado porque se está arrepentido de corazón.
Tema importante el hecho de que Mike ignore quien es Chelle. Solo el amor creo que podrá contra terrible noticia.
Veremos amigo. Te deseo una feliz semana, cuídate mucho. Abrazo grande.
Holaaaaa!!! Chelle y Mike son geniales. No quiero que expulsen de la reserva a Louk, no quieroooooo!!!!
ResponderEliminarCapítulazo!!!!
Besoteeeessssss!!!!
¡Hola Merche1 Gracias corazón por tu comentario. Siempre me hace sonreír.
EliminarLa pareja de Chelle y Mike nos ponen color a la saga. Veremos que pasa más adelante.
Le diré a Bernardo que no quieres que echen a Louk, aunque no seas una loba quizás el voto pese.
Te mando un besazo y cuídate mucho. Feliz semana para ti.