Un beso grande a todos mis amigos de este convulsionado planeta. Cuídense mucho. Los quiero. Gracias por comentar. Me hace muy feliz.
Capítulo 34.
Calmando las aguas.
Bernardo.
Sentado
en el sofá, aún faltaba para buscar a Gloria a la escuela, así que continué
leyendo minuciosamente el Libro de los Lobos. Necesitaba encontrar alguna
solución para que Louk no se fuera de la Reserva en el caso que la votación así
lo decidiera.
Nada…
Nada hasta ahora. La norma era clara. La votación debía dar por mayoría y en
caso de un empate el susodicho hombre lobo debía partir de la Reserva.
Desconocía exactamente como pensaba cada lobo y loba pero a simple vista los
resultados no eran alentadores. Había muchos de ellos arriba de los cincuenta
años, más que los jóvenes en edad de votar ya que niños estaban exentos, por lo
tanto se sentirían más arraigados a las tradiciones. Por supuesto que Mamina no
estaba entre ellos. Su sufrimiento por Louk se notaba a simple vista. Ni
siquiera había salido a comprar mercadería. Tras la ventana parecía hacer guardia
como aquella loba que quieren quitarle su cachorro.
Por
otra parte yo no podía ir cabaña tras cabaña preguntando la tendencia. No
hubiera sido bien visto. Yo era quien contaría los votos por lo tanto debía
estar lo más lejos posible de los futuros votantes.
Cerré
el libro y me puse de pie. Sabina salió de la habitación.
—No
vayas por Gloria, iré yo.
—¿Estás
segura?
—Voy
a visitar a Bianca. Nicolay se encuentra en la mansión y Gloria quiere verlo.
—Ajá…
¿Tú crees que por algo en especial? No olvidemos que son niños prodigio.
—No
que yo sepa. Pienso que solo necesita salir un poco de tanta presión. Todos
saben que con el hecho de la conversión, nuestra niña tiene su cuarto guardián.
Muchos piensan si se ha equivocado.
—¡Pues,
qué me lo digan a mí! ¡Les romperé la cara!
—Calma,
Bernardo.
—Perdón…
Estoy muy nervioso.
—Lo
que no entiendo es que Gloria ganó un guardián pero perderá otro.
—Según
ella las cosas no se iban a dar así. Louk convertiría a Drank pero tal vez por
pedido suyo, no lo sé. También está prohibido pero… Dios… O Drank estaría en
peligro y Louk lo convertiría. No sé… Pero ahora todo cambió.
—Me
voy, amor. Estaré para la cena. Encárgate tú.
—Por
supuesto –besé sus labios—. Te amo.
—También
yo. Ah, Douglas y Marin quieren ver a Numa, supongo que no cenarán aquí. Me
llevo tu furgoneta.
—Vale.
¿Verás a Bianca?
—Te
lo dije, sí.
—Sospecho
que también quieres hablar con ella, ¿acerté?
Suspiró.
—Sí…
Quizás podamos hacer algo entre lobos y vampiros. Hay un aire tenso
últimamente.
—Suerte.
Dale un beso de mi parte.
—¿Y
a Sebastien? ¿Le mando saludos?
—Obvio,
sí. ¿Por qué no?
—Okay
–guiñó un ojo y se fue—. Solo decía.
Drank.
Me
desperté sobresaltado a la madrugada, víspera de la votación. Anouk se sentó en
la cama y me observó.
—Estoy
bien. Solo fue una pesadilla.
—¿Quieres
hablar de ello?
—Mi
padre me repudiaba por ser lobo. En síntesis, no lo vería más.
—Tranquilo,
eso no ocurrirá. Si fueras un vampiro sería más complejo. Ven –me acurrucó en
sus brazos—, fue un mal sueño.
—Anouk…
La votación, se acaba el tiempo y no se me ocurre nada.
Suspiró.
—No
sé cómo ayudarte… Desconozco si alguna regla puede opacar el principio general
de no convertir. Pensemos juntos.
—Te
desperté, lo siento.
—No
dormía.
—No
dejo de pensar en esa anciana que quedará sola. Ya ha sufrido bastante con lo
de Rob, ese niño que desapareció.
—Pobrecita.
Y ahora su nieto. Es peor.
—No
sé si es peor o igual. Ella quería mucho a ese niño.
—¿Nunca
se tuvo noticias?
Callé.
—¿Drank?
—Ella
no supo más de él.
—Pregunté
si no hubo noticias, ¿nadie supo de su paradero?
La
miré…
Sus
ojos se abrieron y me miraron fijo.
—Tú
sabes dónde está. ¿Lo has visto?
—Prometí
no hablar de ello.
—Okay.
Cambiemos de tema. Quiero hacerte una pregunta.
—Dime.
—¿Todos
los lobos y lobas son nacidos dentro de la raza? Quiero decir, ¿nadie fue
convertido de humano a lobo?
—No
lo sé, ¿por qué lo preguntas?
—No
creo que Louk haya sido el primero en romper la norma. De hecho Bernardo era
humano.
—Sí,
pero quien lo convirtió fue asesinado, no por nosotros pero hubiera sido echado
de aquí. No cambia nada.
—Pensemos…
Alguien de aquí debe saber toda la historia desde mucho tiempo atrás.
—Sabina.
—Quizás,
ella pueda ayudarte. ¿Entiendes?
La
miré confundido unos instantes. Anouk sonrió. Hasta que por fin descubrí dónde
quería llegar.
—Eres
muy inteligente.
—Obvio,
soy una Gólubev –rio—. Entonces, ¿iré por Sabina?
—Es
madrugada pero… creo que vale la pena.
Chelle.
El
día nublado ayudó para acompañar a Miyo a la plaza de juegos. Le dije a Khatry
que quedara tranquilo. Nada le pasaría a la chica Sherpa mientras estuviera yo.
Así fuera a perder la vida. Hablar con Charles durante todo ese tiempo me había
hecho pensar que la vida no tiene sentido si uno no se juega por lo cree
correcto. Por otra parte, la hija menor de Agni sabía que debía obedecer de lo
contrario no nos darían otro permiso.
Parecía
avecinarse una tormenta. Así que los padres no se habían aventurado a traer a
sus pequeños. Solo un par jugaban en el arenero pero Miyo tenía otros planes.
Deslizarse por el novedoso tobogán una y otra vez. Sonreí mientras la
observaba. Parecía una niña entusiasmada y su inocencia la hacía más bonita y
graciosa.
—¡Mira
Chelle! –Gritó desde lo alto—. ¡Voy a hacerlo otra vez!
Aplaudí
para darle ánimo y busqué en mis bolsillos un puro turco. Tantee el jeans
buscando el encendedor cuando el chasquido de la piedra y una pequeña llama se
presentaron frente a mi rostro.
Lo
miré… ¿Qué diablos hacía en la plaza? ¿Tan concentrado en Miyo que no lo había
olido a la distancia? ¿O estaba acostumbrándome a su aroma a tierra mojada?
Sus
ojos buscaron los míos y bajó la mirada a mi boca. Acerqué el puro a su mano
hasta comprobar que ardía.
—¿Estás
tomando fresco? –preguntó mientras encendía su cigarro y se sentaba a mi lado.
Exhalé
el humo y contesté.
—Algo
así.
—¿Estás
con ella? ¿La vampiresa que parece tener diez años?
—Sí,
la he acompañado. Aún no sale sola.
—Ah…
¿También es una Craig?
—No,
Sherpa. Son de Siberia.
—¡Chelle!
¡Voy hacerlo otra vez! –gritó Miyo desde la altura.
Levanté
el dedo pulgar en señal de aprobación.
—¿Le
divierte tanto ese tobogán?
—No
conoce muchas cosas.
Observé
a Miyo y una sonrisa se dibujó en mi rostro. Era tan simple y fresca.
Contagiaba su alegría.
—Si
eres capaz de mirarme así, con esa ternura, juro que me tiraré del tobogán.
—No
lo hagas, harás el ridículo. A ella le queda bien –refunfuñé.
Bajé
la vista.
—Te
extrañé, Chelle. Ayer no fuiste a clase. La rectora dijo que estabas enfermo.
¿Tanto duró la borrachera?
—No,
la vergüenza es lo que todavía me dura.
—Todos
nos embriagamos alguna vez. ¿O es por lo que me dijiste en ese estado?
Lo
miré… Estaba tan cerca de mi rostro. Podía escuchar su corazón. Y ese aroma
mezcla de tierra húmeda y clorofila a la que estaba acostumbrándome.
—Ahora
estás sobrio. ¿Te gusto?
—Soy
tu profesor –murmuré.
—No
contesta mi pregunta.
—Es
que nada cambia si me gustas.
—Para
mí sí. Porque soy capaz de esperarte decenas de años.
—No
sabes lo que dices.
—¿Por
qué soy muy joven? Lucía Dos Santos, uno de los pastores de Fátima siguió lo
que decía su corazón y era una niña.
Me
giré sorprendido.
—¿Estás
comparándote con Santos?
—Puedo
nombrarte otros. Marie Curie atravesó dificultades para estudiar por ser mujer,
sin embargo tuvo la fuerza para no abandonar. A lo que voy, es que mi edad no
indica que no sé lo que quiero.
—¿Y
qué quieres?
—A
ti. ¿Y tú qué quieres, Chelle?
Lo
miré…
—Quisiera
ser feliz.
—Quiero
colaborar en ello…
Inclinó
el rostro lentamente y me dio un beso en la comisura que duró varios segundos. Cerré
los ojos y tragué saliva.
Escuché
risas y me puse de pie.
Miyo
se acercó corriendo. Antes de llegar a mí se detuvo bruscamente y lo señaló.
—¿Lobo?
—Sí
–contesté.
El
“por desgracia” lo omití.
—Hola,
mi nombre es Mike, ¿cómo te llamas?
Miyo
lo estudió achinando los ojos.
—¿Lobo
amigo o enemigo?
—Amigo
–se apresuró a contestar.
—¿Lobo
amigo de Chelle?
—Sí
–titubeó—. Somos amigos. Porque él solo quiere ser amigo.
Lo
miré con rabia.
—Ah…
—Miyo balanceó su cuerpo sin despegar los pies del suelo. Como hamacándose.
La
joven vampiresa quedó mirándonos. Uno por vez, alternativamente.
—Se
ven lindos.
—¿Qué
cosa? –balbucee.
—Los
dos –nos señaló—. Los dos se ven lindos.
—Miyo,
debemos irnos.
—Chelle
está nervioso.
—No,
no lo estoy.
—Sí,
Chelle está nervioso –repitió insistente.
—No
Miyo, vamos.
—Quiero
más tobogán.
—Mañana
volveremos.
—¿Volverás
mañana? –preguntó Mike.
—No
sé.
—Lobo,
¿sabes que tengo aquí? –señaló sus ojos.
—No
–sonrió Mike.
—Se
llaman lentes marrones. No pueden verse los ojos. Los tengo rojos. ¿Tú?
—Pues…
Creo que miel claro, no sé.
Ambar,
pensé. Pero no lo dije.
Ella
se acercó despacio.
—Hueles
a plantas del bosque.
—Espero
sea un halago.
—¿Un
qué?
—Miyo,
por favor, vamos.
Ella
se pegó a mí y me dio la mano.
—Nos
vamos lobo.
—Bueno…
un placer.
—¿Un
qué?
—Él
quiso decir que le gustó conocerte.
—Ah…
A Miyo no.
—¿Por
qué?
—Porque
ya no hay más tobogán.
—¿Y
yo soy el culpable? –sonrió.
—Sí,
Chelle se puso nervioso del lobo y quiere irse.
Fjellner
sonrió burlón.
—No,
cariño. No es por él. No debemos llegar tarde.
Lo
escuché murmurar.
—Hasta
ella se da cuenta.
—Adiós
–saludé y me alejé.
Miyo
caminó en silencio aunque varias veces giró hacia atrás para ver al lobo.
—El
lobo está mirándote.
—Déjalo.
Cogeremos un taxi y pasaremos por la mansión.
—¿La
casa de Sebastien?
—Sí,
Charles nos espera allí.
Giró
nuevamente la cabeza.
—El
lobo sigue mirándote.
—No
importa, Miyo. ¡No tendrá nada que hacer!
—¿Por
qué Charles está en la casa de Sebastien? Charles tiene otra casa.
—Porque
ha querido visitar a su familia.
—¿Tú
no tienes familia? No la mala, otra familia.
—No,
mis padres y hermano murieron.
—Ah…
Miyo puede ser tu familia. ¿Los lobos no tienen nada que hacer?
—Él
–suspiré agotado—, en especial.
—¡Puede
venir con nosotros! Lobo amigo.
—¡No!
Quiero decir… No es conveniente.
—Chelle
tiene palabras difíciles.
—Lo
siento. Trataré de no usarlas. Y será bueno para mí que pueda ser parte de tu
familia.
Sonreí.
—Siii,
a Miyo le gusta ser tu hermana. Como es Thashy, y Khatry.
—Exacto.
Giró
nuevamente la cabeza hacia atrás.
—El
lobo se fue.
—Sí…
—¿Estás
triste?
—No.
—Miyo
cree que sí. Pero Miyo no entiende a Chelle. Porque quiso irse y después se
puso triste. ¿Miyo habló bien?
—Es
que recordé algo triste. No te preocupes. Ya se me pasará. Y sí, usaste muy
bien los verbos, te felicito.
Al
llegar a la mansión entramos a la sala y la joven Sherpa abrazó a Charles y a
Sebastien que bebían un café. Ambos sentados en el sofá se interesaron en la
experiencia de la plaza. Conté la verdad, no hubo problema con la nueva
experiencia y Miyo se divirtió.
—Me
alegra mucho –sonrió Sebastien—. Solo falta que Khatry hable con Iván para
poder enseñarte muchas cosas.
—¿Vampiro
lindo?
Reímos.
—Sí,
vampiro lindo pero debes hacer caso.
—Sí,
Miyo hace caso siempre –se sentó frente a él—. Cuando llegó el lobo y Chelle
dijo “vamos”, no hice berrinche.
—¿Qué
lobo? –se preocupó Sebastien.
—El
que dio beso a Chelle.
Charles
abrió los ojos como platos, me miró, y cogió el periódico de la mesa de living
simulando interés por la lectura.
—Ah…
no porque… —sonreí nervioso—. Es un alumno y me reconoció y saludó.
—¿Con
un beso? –se extrañó el líder de los vampiros.
—Sí
–agregó Miyo señalando su boca—. Aquí.
Creo
que Charles fue hundiéndose en el sofá como si quisiera desaparecer.
Balbucee.
—No…
es que pareció que fue ahí pero me lo dio en la mejilla.
—No,
no, no, Miyo vio bien –insistió.
—¡A
ver! –Sebastien ajustó la chaqueta de su traje y se puso de pie—. ¿Quieres
contarme sobre el lobo?
—No
hay nada interesante que decir.
—Pues,
fíjate que a mí me parece que sí.
—Mucho…
Mucho músculo –Miyo se señaló los brazos pecho y piernas—, músculo aquí, aquí,
y aquí, lobo lindo.
—Chelle,
¿cómo es que te encontraste con un lobo? –Preguntó Sebastien—. Y según Miyo,
¡es lindo!
Charles
interrumpió.
—¡Ay
por favor! Hay lobos lindos en la calle, en la plaza, en el supermercado, en
todas partes.
—Sucede
que le dio un beso. Solo quiero saber desde cuando tienes algo con un lobo.
—No
tengo nada, de verdad.
—Deja
en paz a este pobre chico. Déjalo vivir.
—Charles,
si lo interrogo no es por autoritarismo. Chelle es mi responsabilidad. No
quiero que le ocurra nada.
—Lo
sé. Pero, ¿por qué debería ocurrirle? Le dio un beso no le arrancó un pedazo.
—Te
diré algo simple que al parecer ustedes dos no están tomando en cuenta.
—No
sé a qué te refieres.
Me
miró con cierta preocupación y tal vez dudó si continuar. Suspiró y lo largó.
—Tu
hermana asesinó a un lobo no hace mucho tiempo. Si tienes algo con un lobo no
creo que su intención sea paz y fraternidad. Todos sabemos que sin contar a
Bernardo y Sabina, no caemos muy en gracia. Sobre todo después de ese hecho. Un
vampiro mató a un lobo, caballeros. Vivimos un episodio difícil con Douglas
hace unos años. No hablo por hablar. ¿Y si se acercó por venganza?
Mi
corazón se encogió…
—Sí,
quizás –murmuré—. Yo… no lo había pensado.
—Solo
ve con cuidado. Si te dañan tendré que enfrentarme a ellos y con razón.
—No
te preocupes. Me cuidaré.
—¡Por
supuesto! –Charles lanzó el periódico sobre la mesa—. Se cuidará y si lo deseas
lo pondré en una campana de cristal y así estarás seguro que no le ocurrirá
nada.
—No
seas exagerado, Charles. No fallaré a sus padres… Pensándolo bien… A ti no te
ha extrañado el encuentro con ese lobo. ¿No digas que sabías que podía correr
peligro y no me alertaste?
—Por
favor –supliqué—. No quiero que discutan por mí.
—Tranquilo,
siempre intercambiamos opiniones con el líder de los vampiros con esa energía
aterradora –se burló Charles—. Además ese lobo no tiene porqué haberse enterado
del homicidio de uno de los suyos.
—¡Charles!
Toda la reserva debió enterarse.
—Puede
que no sea de tanta importancia.
—Siempre
quieres ganarme. ¡Mejor lo dejamos aquí! Ven, Miyo. Scarlet compró para ti unas
cosas bonitas en el centro comercial. Y tú –me señaló preocupado—. Prefiero no
verte cerca de un lobo.
Miyo
aplaudió.
—¡Regalo
para Miyo!
Ambos
subieron la escalera y desaparecieron por el pasillo.
Miré
a Charles y sonrió.
—Siente
mucha responsabilidad por ti. Lo hace por un bien, aunque se equivoca.
—A
lo mejor no erra y tiene razón en cuanto a la venganza.
—¡Naaah!
No lo creo. Aunque la respuesta la tienes solo tú. ¿O no me has dicho como te
mira? Dime, ya me has contado de ese
beso, no este de la plaza, ese… en la Universidad.
Bajé
la vista. Sonreí apenas.
—Sí…
lo recuerdas bien. Me contaste que se estremeció. Que faltó poco para que lo
hicieran de pie y sin anestesia.
Me
ruboricé.
—Por
favor… —reí.
—No
te pongas incómodo. Sabes que puedes contar conmigo. Querido, lo que pasó en
ese pasillo podría llamarle pasión, calentura, quien sabe, ¿amor tal vez? Pero
no tiene nada que ver con la venganza.
—No
sé qué hacer.
Volvió
a sonreír con picardía.
—¿Con
el lobo lindo? ¿Quieres que te lo diga?
Numa.
En
el parque junto a Douglas y Ron, bebíamos una gaseosa cola y nos poníamos al
día. La visita de Rodion y Sara junto al bebé fue una de las alegrías que recibieron
los Craig en la mansión.
Había
estado mucho tiempo para mi gusto sin contar con mi amigo y el querido
guardaespaldas de los Craig, los había extrañado. Más a Douglas, por supuesto.
Siempre fuimos compinches y cómplices en travesuras. Este último tiempo me
había sentido muy alejado por mis rollos y conflictos con el pasado. Aún no me
encontraba en perfectas condiciones sin embargo podía notarse pequeños
adelantos. Percibía seguridad pero a la vez mis fatídicos fantasmas no me
habían abandonado en mis sueños.
Largas
charlas con Dimitri por las calles de Moscú logró al menos sonsacarme aquello
que pensaba que jamás confesaría mi boca. Sí, incluso mi amor por Ekaterina y
sus encuentros fogosos. Psicólogos, magos sin varita.
—¡Oye
Numa! ¿Ron te ha contado que está aprendiendo a conducir helicóptero? –rio
Douglas.
—¿En
serio? –miré a Ron.
—Sí,
bueno me faltan varias clases pero Sebastien quiere que sepa lo antes posible
así podemos trasladarnos con rapidez a la Isla.
—Genial.
Ya te veo dando un paseo con Anne.
—No,
Anne y yo… Eso es una utopía.
—Ánimo
–alentó Douglas—, mírame a mí. Hace un par de años nadie diría que conquistaría
a Marin, nos casáramos, y viviéramos juntos en la Reserva.
—¿Me
cuentas cómo terminaste viviendo entre lobos, amigo?
—Soy
casi un lobo.
—Me
refiero que siempre quisiste vivir con papá y entre vampiros.
—Bueno…
—miró a Ron y él arqueó una ceja.
—¿Qué
ocurrió en mi ausencia?
—Puf…
Varios hechos. Uno de ellos y la mayor razón por la que me fui del lado de papá
es porque quiso contratar a Ekaterina para trabajar conmigo en el hotel.
—Algo
me habías dicho. Al final… ¿No aceptaste?
—¡Estás
loco! Esa errante antipática. La quiero lejos. Su mala vibra y maldad casi
divorcia a papá y a Bianca.
—Eso…
es pasado.
—No
para mí. No creo que haya cambiado.
Desvié
la vista de Douglas y busqué un cigarrillo en mi bolsillo. Lo encendí con dedos
temblorosos. Joder…
Por
suerte Douglas giró la cabeza para ver atento a su amada, riendo con las chicas
en la sala a través de la ventana.
—La
amo.
Sonreí
y aspiré el humo.
—Me
alegro.
—¿Y
tú?
—¿Yo
qué? –me exalté.
—¿Ninguna
hembra? Mira que Moscú tiene muy lindas chicas. ¿En serio? ¿Nada en este
tiempo?
Tosí.
—No…
Yo estuve ocupado con Dimitri.
Noté
la mirada de Ron sobre mí con tinte de preocupación.
Douglas
miró su reloj.
—Lamento
cortar esta reunión pero debemos irnos. Mañana temprano se votará en la
Reserva.
—Cierto,
han convertido a Drank. ¿Tú votarás?
—Sí.
Me lo ha dicho Bernardo. Tengo sangre de lobo y además soy hijo de la reina
Sabina.
—¿Ya
lo tienes decidido?
—Drank
es un amigo, Louk no. Ese lobo le robó su vida. Piensen, Marin es hermana de
Liz… dos más dos son cuatro, ¿quieren que me divorcie?
—Entiendo.
Cuando
entramos a la sala, Bianca se acercó a Douglas y ambos se abrazaron.
—Tienes
que venir más a menudo, me siento abandonada.
—Perdona
Bianca, sabes que te quiero.
—Entonces,
no te pierdas tanto tiempo –observó de reojo a Sebastien que cerca del piano
conversaba con Grigorii, Lenya, y Rodion —. Tu padre te extraña.
—No
estoy enojado.
—Vamos,
te conozco, aún estás resentido.
—Lo
he saludado normalmente –se defendió.
—Cuando
frunces el entrecejo y los labios como conejito es que estás atravesado. No me
mientas.
Sonrió
y besó su mejilla.
Sebastien
se acercó. Sus miradas se encontraron. Entre padre e hijo se notaba que había
desavenencias sin embargo el cariño estaba intacto. A pesar de los labios como
conejito de Douglas.
—¿Qué
tal hijo?
—Bien,
papá. Construyendo cabañas —levantó la ceja.
—Me
alegro, es bueno tener trabajo –sonrió.
De
pronto Sara surgió por el pasillo con Dyre en brazos, y… Ekaterina.
Respiré
profundo a pesar que el corazón latió más rápido. Iba vestida con un jeans y
blusa roja. Su cabello rubio caía en cascadas más allá de los hombros. Estaba
diferente, pero hermosa. Creo que hizo un panorama con la vista a toda la sala,
estaba seguro que me había descubierto junto a Douglas.
—¡Numa!
No te vi llegar –Sara se acercó sonriente.
—Hola
Sara, ¡qué grande está el niño!
—¿Has
visto? Dice muchas palabras, se hace entender.
—Genial.
—¿Y
cómo estás tú?
—Yo…
bien… Sí… Muy bien.
—Me
dijo Rose que estabas en Moscú con los Gólubev.
—Viajé
con Dimitri y regreso con él.
—Hijo,
¿no te quedarás? Aunque sea unos días –mi padre me pasó el brazo por los
hombros.
—¡Quédate
Numa! –insistió Douglas.
—Pues…
Tengo que hablarlo con mi psicólogo.
—Entonces,
le preguntaremos cuando regrese de la casa de Charles. Dijo que quería verlo.
—¿A
Charles? –preguntó Lenya.
—Creo
que Anoushka quería unas semillas de plantas exóticas y Charles las consigue
con facilidad –contestó mi padre.
—¿Y
ustedes se quedarán un tiempo en Kirkenes?
—Al
menos un par de semanas. Queríamos reunirnos con la familia. Hace tiempo que
nos dedicamos al negocio y nos merecíamos vacaciones.
Rose
se asomó por la barandilla.
—¡Sara!
Encontré tu libro, ese que creías perdido. Y otras cosas más, fotos, te van a
encantar.
—¡Bien
Rose! –acomodó a Dyre mejor en sus brazos.
Ekaterina
se acercó a ella.
—Dame
al bebé, ve con Rose.
—¡Gracias!
En media hora querrá comer.
—¿Puedo
darle la papilla?
—¡Por
supuesto, Ekaterina! Sigo pensando que eres la mejor niñera.
Liz
se levantó del sofá sonriente.
—Ya
he hablado con ella, la necesitaré para mi bebé.
—Yo
puedo ayudarte –dijo Lenya.
—Ambos
tenemos que trabajar. Es necesaria una niñera.
—¿Ambos?
Liz… por favor.
—No
discutamos –rodó los ojos.
Aprovechando
que Douglas y Marin hablaban con Rodion me acerqué a Ekaterina.
—Hola.
—Hola,
te ves bien.
—Tú
también. Estás trabajado con…
—Sí,
en el hotel. Aún estoy aprendiendo pero Lenya me ayuda con las cuentas y
balances. Pronto lo haré sola.
—No
lo dudo.
Nos
miramos por segundos hasta que ella se refugió en Dyre.
—Te
extrañé, Ekaterina. Pensé mucho en ti.
Me
miró y sonrió.
—Yo
también.
—¿En
serio?
—Sí.
—Podríamos
reunirnos en la casa de Charles uno de estos días –sugirió Bianca—. ¿Te parece
Rodion?
—Me
encantaría. Quiero que me pongan al tanto de todas las noticias.
—Para
eso no hay nadie mejor que Charles –sonrió mi padre.
La
puerta de entrada se abrió y Scarlet entró vestida de oficial.
—Bueno
–sonrió Rodion—, creo que de algunas novedades ya me he enterado, Scarlet.
Bienvenido a los Craig, Petrov.
—Gracias.
—¿Has
visto? Lo logré, lo tengo conmigo –sonrió—. ¿Y Anne?
—Está
con Rose y Sara en la habitación de Rose.
—Subiré
con ellas. No me perderé esa reunión –aplaudió Scarlet—. Mi amor, ¿te quedas
por aquí o subes a la alcoba?
—Me
quedaré aquí.
—Okay,
cuídenmelo.
—Descuida,
lo morderemos uno por vez –bromeó Lenya.
Sonreímos.
Douglas
y Marin se despidieron, me excusé con ir al baño y no lo acompañé hasta los
portones. Me urgía ir a la cocina.
Apenas
entré Ekaterina me vio.
—¿Puedes
sola? Puedo tenerlo en brazos mientras preparas la papilla.
—Gracias.
Está preparada solo debo ponerla en el microondas.
—Ah…
—me senté en un taburete.
—¿Douglas
se fue? –abrió la heladera.
—Sí.
—Mejor,
no quisiera que tuvieras problema.
—Lo
sé. Está empecinado en hacerte la guerra, ¿no?
—No
nos cruzamos pero es obvio que me detesta.
—Se
le pasará, cuando te conozca de verdad. Como yo.
—No
creo que se le pase. No me perdona lo de Bianca. Y si supiera…
—¿Si
supiera qué?
—Tú
sabes. Que tuvimos algo.
—¿Tuvimos?
—Bueno…
no quedamos muy bien la última vez y… No sé qué piensas de nosotros.
Dyre
comenzó a quejarse un poco molesto.
—¿Qué
voy a pensar Ekaterina? Si estoy enamorado de ti. Recuerda que eras tú que
tenía problemas con la edad.
—Sí…
Estuve… Estuve hablando mucho con Boris y Brander. Ellos dicen que no tiene que
importarme el qué dirán. Me gustaría saber cómo estás con tus conflictos.
Dyre
comenzó a llorar impaciente.
—Mejor
–me acerqué—. Si quieres esta noche podemos beber algo por ahí. No creo que
Dimitri viaje hoy mismo.
—Tendría
que preguntar a Sara si no me necesita.
—Vale.
Bianca
entró a la cocina.
—Oh…
lo siento. Escuché a Dyre llorar.
—Ya
está lista la papilla.
—¿Te
molesta si se la doy?
—No.
Puedes practicar –sonrió.
—Ven
aquí –alzó al bebé—. Ven con Bianca. Ah, Dimitri acaba de llegar. Dijo que se
quedaría unos días así que te tendremos aquí un poco más.
—Genial.
Estaba pensando dar una vuelta por Kirkenes, ¿me acompañas? –me dirigí a
Ekaterina.
—Bueno…
Iré por mi abrigo.
Sabina.
Bebí
el café preparado por Anouk mientras Drank y yo hacíamos anotaciones. Confieso
que me comporté valiente, no por haber atravesado parte de la Reserva a la
madrugada sino por probar la infusión de la vampiresa. Bueno… Ya aprendería
hacer café.
Observé
a Drank como estudiaba minuciosamente la lista, entendí que deseaba hacer algo
porque Louk no se fuera y ese detalle lo hizo más sublime. Siempre se comentaba
que era un ser excepcional y hubiera preferido que una loba lo conquistara. No
tenía nada contra Anouk, todo lo contrario, pero no dejaba de ser vampiresa y
corríamos el riesgo que finalmente algún día se lo llevara lejos. Sí, egoísmo
puro, lo sé. Es que necesitábamos machos así en la Reserva. Como Bernardo, como
Tim, como Burnaby, Vinter, y otros más.
—Aún
no tengo nada de que aferrarnos –murmuró con desaliento.
—Déjame
repasar –cogí la lista.
—Los
lobos que convirtieron humanos todos fueron echados. Ninguna excepción.
—¿Quieres
más café? –Anouk se asomó por la cocina.
—No,
muchas gracias.
—Lo
hago horrible, ¿verdad?
La
miré compasiva.
—Solo
falta práctica, no quieras ver como hago yo las malteadas, y eso que son muy
fáciles.
Sonrió.
—Ven,
cariño. Quizás se te ocurra algo –Drank palmeó el sofá.
Anouk
se sentó junto a él y observó la lista desde su posición.
—Pues,
lo que he estado pensando… es el hecho de que Louk sea guardián del alfa. ¿No
debía convertir a Drank como cuarto guardián? Es casi una profecía.
—Pero
parece que no en estas condiciones. No fue consensuado –agregué.
—Alguien
quiso hacer daño. ¿Pero quién? –preguntó Drank.
—Se
me ocurre que Camile tendría todos los votos –aseguré—. Lo extraño es como
consiguió una prenda de July.
—No
son amigas –dijo Anouk.
—Cierto…
Ahora lo que importa es lograr que Louk se quede. Queda un día…
—Amor,
¿y si hablas con los lobos? Podrías convencerlos.
—Inténtalo,
pero no creo que cambien su parecer. La prohibición se conocía mucho antes de
hallar el Libro.
—No
me queda otra que intentarlo. ¿Qué dice Bernardo?
—Él
cree que estamos en desventaja. Aunque la esperanza es lo último que se pierde.
—Entonces,
¿Bernardo y tú votarán a favor de Louk?
—Da
lo por hecho, gloria es nuestra hija y son sus cuatro guardianes.
—¿Douglas?
Alcé
las cejas con resignación.
—Marin
es su hembra, hermana de tu amiga Liz. ¿Cómo crees que tomó Liz tu conversión
sin quererla?
—Joder…
Debería hablar con Liz y decirle que estoy bien.
—Si
quieres puedo hablar con ella –se ofreció Anouk.
—¿Lo
harías mañana? Quizás lleguemos a tiempo para cambiar el voto de Douglas. Es un
voto menos.
—Pues
será un voto menos –me puse de pie decidida –Douglas no votará.
—Se
sentirá discriminado.
—En
realidad él no tiene obligación. Podría votar si lo desea. Lo convenceré que se
aparte de este dilema.
—Douglas
es bastante terco.
—No
más que su madre –sonreí.—. Ahora, disculpen debo volver a casa. Bernardo en
una hora se despertará para trabajar. Y tú, deberías descansar. No te veo bien.
—Gracias,
por venir. Estaré bien.
—No
te confíes, los síntomas van y vienen y aún es poco tiempo de la mordida.
—Me
cuidaré.
Drank.
Muy
temprano recorrí algunas cabañas donde los lobos o lobas jefes de hogar no
trabajaban por la mañana. Traté de sonsacar que idea tenían sobre la conversión
y dejé muy claro que me sentía feliz de ser como ellos. Lamentablemente a la
mayoría no les preocupaba demasiado mi bienestar más que la norma imperativa
entre sus leyes.
Hubo
algunos que obvié visitar. Suly Rotemberg y los inquilinos de su cabaña. Ya
sabía de antemano que su pensamiento era estricto y prehistórico. Tampoco hablé
con Camile, era factible que además del no rotundo a mi pedido iría a gozar de
mi súplica. La cabaña de July y su familia también fue lo primero que taché de
mi lista. Imposible pedirle a ellos que tuvieran piedad de Louk.
Cuando
llegó el mediodía, tenía a mi favor unos cuantos. Todos ya los había contado
por el “sí” antes de preguntar. Uno va conociendo a los seres que lo rodean.
Tim, Vinter, Luna, Bua, Mike, Hauk, Burnaby, Kristoff, Amelia, etc… pero no
alcanzaba… A simple vista no alcanzaba…
Confieso
que me llevé algunas sorpresas. Carl, por ejemplo. Cuando intenté persuadirlo
me interrumpió.
—No
gastes tiempo conmigo. Dejé de ser un Rotemberg desde que mi madre me negó.
Votaré igual que Tim. Cuando estás en duda debes escuchar a tus amigos. No es
que pienses igual en todo, pero vale si te dan una buena razón.
Sonreí.
—Gracias.
Hablando de amigos, no quiero perder al mío.
Camino
a casa pensé…
¿Cómo
le habría ido a Anouk con Liz?
Anouk.
No
tuve que ir por Liz hasta su habitación, la rubia reina del mar escuchó mi
llegada y bajó a la sala apresurada.
—¿Cómo
está Drank?
—Bien,
tranquila. Vine hasta aquí por pedido de él. Necesita un favor.
—Coge
asiento, dime.
Nos
sentamos en el sofá y conté la situación. Me escuchó atenta sin interrumpir
aunque sus gestos me indicaban que no estaba muy de acuerdo con el deseo de su
amigo.
—Anouk
–al fin habló—, Drank se equivoca. Hubo una falta grave en ese lobo. Por bien
de toda la Reserva, no puede quedar impune. ¿Qué harán después? ¿Seguir
convirtiendo humanos?
—No
es así.
—Pero
piensa, ¿por qué el resto no lo haría si ya no hay castigo?
—Lo
sé. Sin embargo a ambas nos importa Drank. Es lo que más quiere.
—Es
muy noble, lo hace por el lobo.
—También
lo sé. Aunque esta vez no lo hace por Louk, sino por su amistad.
—Un
amigo que le cambió la raza y la vida.
—Lenya
también te convirtió.
—Mi
vida ya estaba predestinada a él. Y yo lo deseaba.
—Drank
está muy contento.
—¡Ay
Anouk! Ni tú te lo crees. Drank con sus creencias religiosas, su padre y
hermana humanos, no tenía necesidad de ser un lobo con todos los problemas que
le acarreará.
—Pero
ahora lo es, y no es para Drank una tragedia. Tendrás sus inconvenientes.
—¿No
desean tener hijos?
—Sí…
Es muy pronto, de hecho me cuido, pero claro que quiero formar una familia.
—Pues
entérate que el niño tendrá problemas genéticos. ¿Lo olvidaste?
Suspiré.
—No
lo pensé… Igual… eso veremos llegado el momento. Ahora no deseo ver a Drank
angustiado. De verdad no quiere perder a Louk.
—Debería
llamar a Marin a estas horas para que hable con Douglas, estamos contra reloj.
¿La votación no es mañana?
—Sí,
pero no te preocupes. Lo de Douglas está solucionado. No creo que vote a pedido
de Sabina. En realidad, vine por ti.
—¿Yo?
No voto.
—Sé
que tienes mucha rabia, lo entiendo. Por eso quise venir a explicarte la
situación entre Drank y Louk. Se quieren. Le ha pedido disculpas y era lo Drank
necesitaba.
Suspiró.
—Solo
quiero saber que Drank está bien, que no es ficticio ese bienestar para lograr
la tranquilidad en la Reserva.
—Confía
en mí. No te mentiría.
Me
cogió la mano.
—Cuídalo,
yo ya no podré hacerlo como antes. Dile que pronto lo veré.
—Se
lo diré.
Uy adoro a Miyo . Veamos que pasa Louk. Te mando un beso
ResponderEliminar¡Hola Citu! Gracias por comentar.
ResponderEliminarA mí también me gusta miyo, es divertida.
Te mando un beso cuidate mucho
Hola, Lou... Se acerca la votación que determinará el destino de Louk, y ya veo a los personajes nobles de la novela... A Bernardo, intentando encontrar en el Libro de los Lobos una solución para que Louk no sea expulsado de la Reserva
ResponderEliminarDrank, también preocupado por su amigo, y también intentando conseguir votos a favor de Louk... Incluso Anouk habla con Liz para que convenza a Marin... y Marin a Douglas
Sé que todos los lobos que convirtieron humanos fueron echados, todos... pero Louk es guardián del alfa, y siempre debe haber una excepción para confirmar una regla... Bueno, ya veremos qué deciden los lobos
Miyo es encantadora, es imposible no sonreír con ella... Y está claro que se ha dado cuenta de que Mike pone muy nervioso a Chelle... y ha contado, sin maldad alguna, algo que no debería haber contado
Entiendo que Sebastien se sorprenda y preocupe... En realidad, no sé qué pueda pasar cuando Mike se entere de quién es Chelle... estoy convencida que, por supuesto, se enterará
jajaja... Es que debes saber que Charles me ha hecho reír cuando fingía leer el periódico
Numa va avanzando, y eso me alegra... tampoco sé qué pasará cuando Douglas se entere de que Numa está enamorado de Ekaterina... y es que estoy bastante segura de que se acabará enterando
Enhorabuena, Lou... He disfrutado mucho de tu capítulo
Cuídate mucho
Besos
¡Hola Mela! Muchas gracias por comentar. Espero que todos estén bien en tu bello país.
ResponderEliminarSe acerca la votación, la decisión es de los lobos y nadie más eso es seguro pero quien sabe... Un milagro necesita Louk.
Louk es guardián del alfa pero lamentablemente no está esa excepción en el libro. Ni siquiera el empate lo haría quedarse en la Reserva. Lo veo difícil. Estamos en ello...
Miyo es especial, muy fresca y cómica. Sí, no lo ha dicho con maldad es que a veces lo que quieres ocultar no te sale muy bien.
Charles también me hace reír. A veces en casa deben creerme loca por reír sola.
Sebastien no está tan equivocado, yo pensaría lo mismo de ese lobo que no conozco. Peor si supiera la verdad de quien era el padre de Mike y Bua. Tienes razón querida escritora, sí se enterará.
En cuanto a Numa, Douglas deberá aprender lo importancia de apoyar a un amigo, créeme que lo aprenderá.
Se que este no es el lugar exacto pero vuelvo a felicitarte por tu novela. Amé el capítulo.
Te mando un beso enorme y una feliz semana para ti.
jajaja... Pues no, en tu casa deben saber que una escritora se ríe sola porque, alguien que escribe, está continuamente imaginando
EliminarTambién tenemos una ventaja o privilegio... siempre podemos pensar en lo que queramos y si nos preguntan en qué pensamos, podemos contestar que en nuestra novela por supuesto ;-)
Ya ves que he volado hasta aquí para traerte mi beso gigante ;-)
¡Muchas gracias! Lo he recibido con alegría.
EliminarCreo que no me equivoco si afirmo que Louk no se irá de la Reserva!
ResponderEliminarBso
¡Hola Ignacio! Muchas gracias por el comentario.
EliminarPuede que tengas razón. Aún estamos pensando con Drank cuál sería la forma que se quedara. Muy difícil pero Drank lo desea y la escritora hará lo posible por cumplir el deseo.
Te mando un beso grande y feliz semana amigo.
Heyyyyy, que no me sean tan rencorosos los lobos!!! Drank ha perdonado a Louk, los demás a callar se ha dicho!!!
ResponderEliminarMe parto y reparto con Chelle y Mike!!! Miyo me ha salido un poco chivatilla, jejejejejejej.
Capítulazo!!!!
Besoteeeesssss!!!!
¡Hola Merche! Muchas gracias por comentar.
EliminarQué sí! Que son rencorosos espero no se les vuelva en contra. Yo... ya sé cómo termina la votación pero no puedo hablar bajo amenaza lobuna.
Me alegro que te hayas divertido con Chelle y Mike. Y Miyo... deberá aprender lo valioso del silencio, aunque se sabe que fue sin intensión.
Me divierte como siempre tu comentario. Gracias cielo, besotes y cuidate mucho.
A la que tienen que echar de la reserva es a Camile,ella es la que lo ha enredado todo.Si echan a Louk y se queda Camile se arrepentiran.Me ha gustado mucho.Besos.
ResponderEliminar¡Hola Ramón! Excelente, ella es la que robó la prenda de la soga. Buena memoria. Esperemos que no echen a Louk. Me alegro que te haya gustado, un placer que me leas.
EliminarCuídate mucho y un abrazo desde Argentina.
No me acordaba pero he leido que sospechan de ella y me he acordado.Camile es la que puso la prenda de July en la cabaña de Drank.No te preocupes por mi,a mi esto del coronavirus no me hace ni cosquillas.Gracias y un abrazo desde España.
Eliminar¡Un abrazo Ramón!
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