INTRODUCCIÓN

Introducción:

Dentro de los Sami, una raza milenaria se ha mantenido en secreto. Los lobos basados en la naturaleza y el honor han logrado la supervivencia lejos del ojo humano.

La reserva es su hogar y transitaré en ella para conocer cada secreto. Es un gusto que ustedes me acompañen. Estoy segura que reirán y se emocionarán.

Por mi parte cada línea, cada párrafo sobre ellos, me ha llevado a un mundo de misterio y fascinación.

Lo siento no puedo prescindir de ellos. Ellos… también me han atrapado.

martes, 24 de marzo de 2020

¡Hola chicos! Solo les adelantaré que hay muchas sorpresas. Así que el capi es todo de ustedes. Gracias por comentar Besotes miles.


Capítulo 35.
La votación.

Drank.

Esa mañana me levanté a duras penas. No me sentía bien y la fiebre había regresado. Quizás debía haber guardado reposo o no involucrar sentimientos que alteraran mi estado de transición. Lo cierto es que veía borroso por momentos, la presión subía y bajaba cada media hora, y mis encías se desgarraban sin motivo alguno dejando a la vista dos perfectos colmillos. Algo no dominaba aún. Bernardo había estado muy temprano en la cabaña y recomendó que no saliera por ningún motivo.

Protesté, por supuesto que protesté. Necesitaba votar a favor de Louk, a Favor de Mamina, a favor de Gloria…

Tanto fue mi insistencia que Bernardo trajo la urna a mi cabaña. Pude votar bajo la mirada supervisora de Tim, voto a favor, y de Rita, voto en contra. De esa forma se evitaba todo fraude si es que alguien forzaba una decisión. Nadie me convencería, por supuesto. Yo tenía bien pensado mi voto.

Anouk prometió acercarse en varias ocasiones al lugar de reunión de los lobos. Informaría como iría el resultado aunque ya no quedaba mucho por hacer. Los votos se contarían por sí o por no. La votación se cerraría a las nueve de la noche para darle tiempo a todo aquel que tuviera que llegar de su trabajo. Se pondrían todos los votos afirmativos por un lado y negativos por el otro, en fila, sobre la gran mesa que servía de escritorio en las reuniones.
Tras mi ventana vi desfilar muchos de mis pares. Cada uno cargaba con el peso del destino de Louk. ¿Lo habrían pensado bien? Porque la decisión era sumamente importante.

A las cinco de la tarde, Mike y Bua vinieron a verme. Habían votado y pudieron darme algún adelanto debido a lo que se hablaba entre los lobos. Al parecer, la votación venía pareja. Supuse que hablar con la pequeña población había dado un resultado positivo, a pesar que no teníamos el triunfo asegurado.

Solo cabía esperar. Con la impaciencia propia de aquel que se juega todo y que no depende de sí mismo.

Mike.

Después de visitar a Drank me despedí de mi hermana ya que ella iría a Kirkenes para ver a Asgard. Cogí el camino hacia la cabaña de Louk y Mamina para saber cómo estaba mi amigo ante tanta presión.

Ella me recibió con una sonrisa amable pero notaba su inquietud por el resultado. Louk se sentó en la mesa de la sala y se mantuvo en silencio. Preguntarle cómo estaba era de tontos, ya lo imaginaba así que comencé por contarle de Bua y de mí.

—Mi hermana se casará con un humano. Asgard Nilsen.
—¿En serio? ¿Quién lo diría? Creí que terminaría con Drank.
—Cierto… Asgard parece ser un buen tipo. Fue quien salvó al niño de unos padres golpeadores. ¿Recuerdas? Lo teníamos escondido en casa. Era un secreto pero te lo conté.

Me miró fijo.

—Sí, y yo guardé el secreto.
—Nunca dudé que lo harías. Eres mi amigo. Seguirás siéndolo aunque te vayas de aquí.
—Lo sé. ¿Y tú? Dime que no has vuelto con Kriger.

Negué con la cabeza.

—Pensé que te caía bien.
—Eso fue antes de que te lastimara. Ahora es mi enemigo. Está haciéndote sufrir.
—Ya no.

Sus ojos canela se instalaron en mi iris. Pensó unos instantes…

—Creo que hay algo en ti… en tus ojos… algo que brilla. Como si estuvieras otra vez enamorado.

Sonreí.

—Lo estoy. Es complicado pero lo estoy.
—¿Un humano?
—Un vampiro.

Arqueó la ceja.

—Sí, es complicado, sobre todo en este último tiempo. El homicidio de tu padre no dejó bien parado a los vampiros.
—Ya lo sé. Pero él no tiene nada que ver.
—¿Dónde lo conociste?
—Es mi profesor de Geología.
—¿El romance entre ustedes se permite?
—No, no ha pasado nada importante entre nosotros. Ni siquiera sé si estaría dispuesto a ser mi pareja frente a todos.
—Ten cuidado. Puede que él no sienta lo mismo que tú. Terminarás nuevamente encerrado y con depresión. Y nadie vale la pena.
—¿July tampoco?
—En ese caso yo le fallé. Espero que pueda salir adelante sin mí.
—Dejemos que se calmen las aguas.

Mamina salió de la habitación con una maleta.

—Mike, ¿sabes cómo va la votación? Aunque estoy preparada para lo peor.
—Abuela, te dije que no es necesario que partas tú también.
—No discutiré mi decisión, Louk. Me iré contigo.
—Tranquilos, queda algunas horas. En cuanto a la votación, Anouk dijo a Drank que va pareja.
—Si hay un empate tendré que irme.
—Esperemos que no.

Bua.

Esperé a Asgard a la salida del trabajo con un curriculum en mi mano. Mi novio se había ofrecido para dejarlo en Recursos Humanos por si había posibilidad de un puesto administrativo para mí. Necesitaba un empleo y poder ayudar a mamá con el sostén de la casa.

Esperé unos veinte minutos para verlo bajar la escalera de Tribunales. ¡Qué lindo hombre! Su porte, su andar masculino, su sonrisa apenas me vio. ¿Qué pensaría de mí tras ese gesto amable? No dudaba que estaba enamorado pero no podía negar que el secreto revelado había sido impactante. Por el contrario para Neeja fue natural. Era una suerte que fuera su madre porque me ayudaría en algún momento crucial. Por ejemplo, haberse enterado de la conversión de un humano por uno de los nuestros. A mí también me habría conmocionado. Me crié conociendo la norma general, aun sin el hallazgo del libro. En mi familia había habido un caso. Mi madre… Pero todo había terminado bien, no para el lobo agresor en cuestión sino para mi padre que amaba a mamá. Mi padre… ¿Qué diría si pudiera saber lo de Louk y Drank? Lo extrañaba, lo necesitaba cada día aunque se enojara con mis rebeldías. ¿Y ahora? Pronto me casaría, formaría un hogar, tendría hijos… Nada de ello disfrutaría en familia. No escucharía esa voz amada, “vamos Bua, que llegas tarde.” “Bua, ¿dónde te has metido?” “Hija, deja de pelear con tu hermano”.

De pronto, caí en la cuenta que ya no lo tendría. ¿Era cierto? ¿Lo habían asesinado? No entendí porque no asumí su muerte en el acto, o en el entierro, o los primeros días de su ausencia en casa. No lo sé… Creo que mi cerebro quiso obviar el terrible hecho y la consecuencia del vacío. ¿Una defensa? Quizás… Hoy, esta tarde, esperando a Asgard, la angustia cerró mi pecho y creo que comencé a caer en la realidad. La mañana que lo había visto no me había despedido lo suficiente. Es que uno nunca puede imaginarse que será la última vez, la última oportunidad. La muerte no avisa fecha y hora, y los muertos… no regresan.

—¡Hola cielo! –Asgard llegó hasta mí—. ¿Estás bien?

Negué con la cabeza y mis ojos dejaron escapar las primeras lágrimas.

Me abrazó y se quedó en silencio.

Eso es lo bueno cuando encuentras tu media naranja. No tienes que explicar porque estás triste, porque Asgard lo intuyó y respetó mi llanto.

Después de varios minutos de desahogarme me aparté para verlo a la cara.

—Lo siento.
—No pidas disculpas, Bua.
—Es que la gente que pasa por la acera nos mira.
—A mí poco me interesa. Estoy aquí contigo para palear tu tristeza y la gente es solo eso, desconocidos que ignoran lo ocurrido.

Entendí que quien te ama y tus amigos están para aliviar ese insensible paso del resto del mundo que no sabe ni entiende tu desgracia. ¿Qué sería sin ellos?

—¿Quieres beber algo en un bar antes de ver a mi madre?
—No, vamos a tu casa. Me gusta hablar con ella, es tan amable y alegre. Me hace falta una cuota de su humor. Además Dalila. Hace tiempo no la veo.
—Le encantará verte.

Por el camino, Asgard se detuvo en un puesto de flores para comprarme un ramito de violetas. Recordaba que eran mis flores preferidas por su perfume y humildad. Le agradecí con un beso de esos que le gustaban tanto y convertían sus ojos en chispas de pasión.

Al llegar a su chalet, Dalila nos esperaba tras las rejas, dio unos cuantos ladridos y saltó varias veces demostrando alegría. Neeja abrió el comando y el coche entró lentamente. Bonito parque tenía Asgard, había árboles frondosos y canteros con flores bien cuidadas. Sin embargo, ese rincón donde había habido una odiosa piscina mantenía cierto aire a tristeza. Desvié la vista y sonreí al ver a Neeja acercarse.
El coche se detuvo y Asgard se apresuró a salir y abrir mi puerta. Era un caballero.

—Hola querida, ¡qué gusto verte!
—Lo mismo digo, ¿cómo has estado?
—Bien, cuidando de las flores y aseando un poco la casa. Tú sabes, a pesar de mi hijo que no quiere que me esfuerce.
—Cariño, dejaré el curriculum en el coche así mañana no correré el riesgo de dejarlo.
—Vale, gracias.
—Ojalá encuentres un buen empleo, Bua –dijo Neeja pasando el brazo por mis hombros.

Ambas caminamos hacia la casa mientras Dalila seguía exigiendo atención.

—Oh, Dalila –me incliné—, ¿estás contenta que vine?

Dos ladridos y la movida de cola fueron la clara contestación perruna.

—Prepararé un té de hierbas de esas que te gustan –se ofreció Neeja.
—Para mí café, mamá. Gracias.
—Ah, Asgard… Llamó tu ex mujer… Dice que busques un dije de oro de Ricki. Se lo regalaron sus abuelos cuando cumplió el año.
—¿En serio? ¡No puedo creerlo!
—Pues debería creer de ella cualquier cosa, en fin. Bua, ¿me acompañas a la cocina?
—Sí.
—No voy a entrar –Asgard se detuvo y lo miramos.
—Dile que no lo encuentras –sugerí.
—No la conoces, dirá que Asgard se lo ha quedado para venderlo o que ya lo vendió. Querrá el dinero.
—¿De verdad?
—Sí, querida. No exagero.
—¿Quieres que te acompañe a entrar a la habitación. Podemos hacerlo juntos.
—Es que ni siquiera sé dónde está.
—Bueno, Bua y yo prepararemos el té y algunas macitas. Tú… piensa que quieres hacer.


Bernardo.

Sabina trajo un termo de café para Tim y Rita. Yo no estaba en condiciones de pasar algo por la garganta. Según mi memoria la votación venía muy reñida, quizás todo dependería de una decisión o dos.

A cada uno de los votantes pregunté el motivo. La razón era que aunque fuera en el último instante, pensaran si en realidad deseaban que Louk abandonara la reserva. Había muchos lobos que lo habían visto crecer. A veces el impulso te lleva a actuar con premura y no has pensado en las consecuencias. De eso se trataba indagar. Que pensaran muy bien ya que tenían el destino de uno de los nuestros en las manos.

La mayoría que votaba por el “no” se apoyaba en el libro de los lobos, su regla imperativa, el orden en la raza, etc… Válido por supuesto pero a veces las leyes deben tener un margen para la excepción. Un error imperdonable para otro podría ser que se transformara con el tiempo en un error imperdonable para uno mismo. ¿Cómo saber que te depara la vida? Por otra parte no podíamos comparar a Louk con Christopher. No debíamos medirlos con la misma vara, y a eso me refería.

A media tarde Baltar y su nieto llegaron para votar. Era un lobo anciano de alrededor de noventa y cuatro años. Caminaba con bastón y estaba casi ciego. Apenas llegó a la mesa observó los papeles para escribir el voto. Su nieto le facilitó el lápiz y le explicó que debía votar por el sí o por el no.
—Bernardo, ¿cómo estás?
—Bien Baltar. ¿Has venido a votar?
—Por supuesto, quisiera explicarte antes que no tengo nada contra ti, y te estimo mucho pero me gustaría que rote la autoridad de guía de la manada, es bueno que la autoridad cambie cada tanto.

Su nieto hizo seña de cansancio.

—Abuelo, ya te he dicho que se vota para que Louk se vaya o no de la reserva. Te lo he dicho esta mañana.
—¿El nieto de Mamina? ¿Y por qué Louk debe irse de la reserva?

Resopló.

—Porque convirtió a Drank y era humano. Está prohibido.
—¿Quién es Drank?

Sonreí.

—Baltar, si votas por el sí, Louk se quedará a pesar de haber convertido a Drank, si votas por no deberá irse.
—¿Y dónde va a irse si se ha criado aquí?
—Bueno abuelo… Las cosas están así. El libro de los lobos lo dice.
—¡Y a mí que cuernos me importa el Libro de los lobos! No le haré eso a Mamina ni a Louk. Ese humano debiera estar orgulloso de ser un lobo ahora.

Su nieto me miró.

—Lo siento.
—No te preocupes –sonreí otra vez.

Rita intervino tímidamente dirigiéndose a su nieto.

—Creo que tu abuelo no está en condiciones de votar, ¿me explico? No debería.

Baltar la miró y levantó el bastón señalándola.

—¡Rita! No me digas que por ser viejo no puedo ejercer mi derecho a voto. A veces me falla la memoria, solo a veces. Ya vez que me acuerdo de ti y del crápula de tu marido que te abandonó con la niña. ¡Esos lobos dan vergüenza! ¡El no debería pisar esta reserva! –después se dirigió a mí—. ¡Acerca la urna, joder!

Tim bajó la cabeza simulando una sonrisa.

Al poner el papel en la urna me miró.

—¿Cómo crees que va la votación?
—No muy bien si quieres que Louk se quede.
—Tendríamos que armar un plan B.
—Abuelo…
—Sí, como en los viejos tiempos. Planear una revolución.
—Vamos abuelo, la suerte está echada.
—¡No es suerte! Es la cantidad de lobos sin cerebro que votan sin pensar. ¡Eso no es suerte!

Antes de retirarse me miró preocupado.

—Y cómo va la relación con los vampiros?
—Pues…—dudé—. Supongo que… bien.
—¿En serio?
—Sí…
—Pregunto por el homicidio de Fjellner. Me preocupa. Huelo a… cierta tirantez. Eso es malo, muy malo. Sí… Deberías hacer algo para mediar. Hablar con… ¿Cómo se llama este chico… el hijo de Adrien?
—Sebastien.
—Ah, Sebastien. ¿Sabrá él como su padre que la unión hace la fuerza? ¿Lo sabes tú que eres nuestro guía?
—Hablaré… más adelante.
—Hazlo antes que el gigante de fuego despierte. Eso dice el bendito libro, ¿no?
—Sí, eso dice.
—Abuelo, no existen gigantes de fuego. Tranquilo.
—¡Es una metáfora, tonto! A la que deberían prestarle atención… Buenas tardes.
—Buenas tardes…

Y así votó Baltar… Un viejo lobo que se pasaba las leyes por el traste. Imaginé que de joven habría tenido mucho carácter. En cuanto a hablar con Sebastien posiblemente lo haría. Aunque no le veía mucho sentido. Los vampiros deberían haber dado muerte a esa asesina. Bianca dijo que era muy peligrosa, sin embargo, nosotros, ¿qué podíamos hacer?

Alrededor de las seis July y sus padres se acercaron para votar. Sentí un nudo en el estómago. Ya imaginaba la serie de explicaciones que me darían por lo tanto omití preguntar.

El padre de July escribió el “no” en uno de los pequeños papeles destinados para ello y me miró.

—Imagino que no preguntarás el porqué.
—No –respondí acercando la urna.
—Yo sí te preguntaré –dijo Tim.
—¿Qué hay que explicar? ¿Qué mi hija fue tratada por su ex novio como una cualquiera?
—No, James. Desearía que me dijeras porqué votaste porque se quedara Kan. ¿Recuerdas? Yo era pequeño pero tengo memoria. Kan fue el lobo que mordió a la madre de Bua, siendo humana. Aunque los votos casi dieron por unanimidad para que fuera echado, tú… votaste por lo contrario. Déjame pensar la razón teniendo a la manada en contra… Ah sí, Kan era tu amigo.
—No sé a qué viene la cita de un pasado. Se trata de mi hija, ahora.
—Por supuesto, hoy se trata de July. Pienso cómo puede cambiar una ley según nuestra conveniencia. ¿Con Kan no era importante que se cumpliera?
—Suficiente, no tengo que dar explicaciones. Mi voto es no. Es por un hijo. Tú nunca entenderás porque perdiste el tuyo.
—Eso estuvo demás, James –protesté—. Vota y vete.
—Lo siento, estoy nervioso… Perdóname.

De pronto vi que clavaba la vista detrás de Tim. Su rostro palideció en segundos. Abrió la boca y balbuceó.

—¿Qué hace esa vampiresa detrás de ti?

Tim giró a su espalda. También yo. ¿Qué vampiresa?

—No hay nadie detrás de mí –dijo Tim mirándolo preocupado.
—No hay nadie, James –reafirmé.
—Sí… Ahora ya no está. Pero la vi. Me miraba seria con sus ojos escarlata y su aureola violeta. Tenía un colgante… un colmillo o algo así.
—¿Estás bien, querido? –se inquietó Clara.
—¿Papá, estás bien? –se preocupó July.
—Sí, solo que no he dormido en toda la noche, lo siento. Voten por favor, quiero ir a casa.

July se acercó, escribió un “si” y acerqué la urna.

Sonreí.

—A ti tampoco te preguntaré el porqué de tu voto.
—Pero yo te lo diré. Quiero que se quede. No merece vivir lejos de los suyos. Más allá que no lo perdone.
—Hija, estás equivocándote. Verlo todos los días será peor para ti.
—Tu padre tiene razón –se compadeció Rita—. Estás sacrificándote por él.
—Lo que haría cualquiera que ama, aunque esté dolida. No puedo dejar de quererlo de un día al otro. ¿O tú olvidaste a tu marido? Y eso que te abandonó con la niña.
—Mi caso es diferente, tenemos diez años de matrimonio.
—Ah claro, el papel hace la diferencia –contestó irónica.
—No te entiendo. Solo espero que Ruth no se cruce con un macho así.
—Quizás, si lo conocieras como yo… Pensarías diferente.

El papel cayó dentro de la urna y la madre de July cogió la pluma.

—Votaré por “sí”. No quiero escucharte James, apoyaré a mi hija.

Después de un silencio sepulcral, los tres partieron del salón de reunión.

Eché un vistazo a Tim justo cuando Vinter entraba al recinto para votar.

—¿Qué fue lo que vio James detrás de ti?
—No tengo idea. Alucinó, quizás.


Charles.

Salí al balcón curioso por los ruidos que no reconocía. Apenas pisé las baldosas vi a Chelle con un aerosol, una bolsa de tierra, y unos frascos a su alrededor.

Me acerqué a las grandes macetas de terracota.

—¡Qué bien! ¿Dedicándote a jardinería?

Levantó la vista y sonrió.

—Ah sí… Compré un pesticida orgánico para los potus, y este frasco contiene vitaminas. Son para el crecimiento.
—Oh… ¿Crecen más vigorosas?
—Sí, y potentes. Es casi otoño y hay que prepararlas para el invierno.
—Ten cuidado con las carnívoras, no quisiera que me hicieran competencia.

Rio. Después se puso serio.

—Quiero darte las gracias por lo que has hecho por mí. Ser mi amigo para que no quede aislado fue de gran ayuda.
—No es un sacrificio ser tu amigo, Chelle. En cuanto a lo hecho, diría que aún, quizás… pueda hacer más cosas por ti. ¿Cómo te sientes?
—Mejor. Mañana retomaré las clases.
—Me parece bien. ¿Estás preparado para verlo? Al lobo me refiero.
—Sí… Eso creo.

Margaret salió al balcón con una pequeña bolsa de papel.

—Chelle, encontré semillas de violetas de los Alpes, pienso que en el cantero de la izquierda quedarían muy bien, ¿qué opinas?
—Para las violetas necesitaremos otro tipo de tierra.
—Oh… Genial que contemos con un geólogo –sonrió—. Por cierto, Miyo dijo que esta tarde saldrían por la playa, ¿me traerían piedras marinas o rocas para adornar?
—Por supuesto. A ella le encantará recoger piedras y caracolas. Sobre todo después que le he explicado que el mar se lo permite.

Reímos.

Khatry salió al balcón.

—Buen día –saludó a todos en general y se dirigió a mí—. Sebastien dijo que vendría en una hora. Quiere hablar conmigo. ¿Sabes sobre qué tema?
—No me ha comentado. Seguro que serán buenas noticias.

De pronto descubrí a Thashy tras una de las ventanas. Se la notaba extraña, con la vista fija hacia el suroeste. Me acerqué a Khatry mientras Margaret y Chelle conversaban sobre los mejores abonos para invierno.

—¿Ocurre algo con Thashy? Parece inmóvil, petrificada.

Khatry siguió mi perspectiva.

—Está en trance. Es un don que desapareció cuando murió su padre.
—¿Qué virtud conlleva para ella estar en trance?
—Puede aislarse de algún conflicto presente. Y también trasladarse mentalmente si alguien la necesita.
—¡Qué extraordinario! Aunque… espero que nadie esté en problemas y la necesite. ¿No ha quedado nadie de tu aquelarre en Siberia?
—No, desgraciadamente murieron por la hambruna –volvió a observarla y apuntó con el índice el punto cardinal que la tenía interesada—. ¿Qué hay allí?

Mi iris se perdió más allá de la costa, entre la frondosa y alta arboleda.

—El bosque. Y más allá la reserva. Pero no creo que algo le interese allí, hay solo lobos.

Numa.

Con Ekaterina salimos por el centro de Kirkenes. Bebimos algo en aquel bar que nos había acogido aquella vez con la tormenta. Nos contamos parte de lo hecho mientras no nos vimos, también reímos con algunas anécdotas. Se notaba feliz por mis adelantos con Dimitri y yo contento de escucharla con ganas de cumplir sus proyectos laborales. De nosotros no hablamos en todo el paseo. Parecíamos viejos amigos que se encuentran después de un tiempo. Sin embargo al llegar a las puertas de la mansión, ambos sentimos la necesidad de poner las cartas sobre la mesa.

Le dije todo lo que sentía. Que para mí ella no era un juego ni una aventura más. Que la quería conmigo para siempre, a pesar de nuestros conflictos personales, a pesar de Douglas, a pesar del mundo en contra. Ella me creyó, y yo también le creí cuando me confesó que no hubo un día que no pensara en mí. Que las charlas con Boris y Brander habían servido para fortalecerla. Ya no deseaba sentirse una dama solitaria y gruñona. No quería que los años pasaran sin ninguna ilusión más que ver a Nicolay crecer y convertirse en un macho de gran valía. Que tenía una vida para aprovechar y lo mejor de todo, que estaba segura de estar enamorada de mí.

Un beso apasionado entre los dos fue el sello en aquella noche, frente a esos portones de la gran mansión que un día me vio llegar sin ninguna ilusión, siendo apenas un niño desahuciado de un futuro. Esas paredes que guardaron silenciosas el deseo ferviente de tener una familia que lo quisiera. Casi sin luchar la había conseguido. Porque Sebastien, Douglas, Charles, y todos los Craig, así lo quisieron. Pero no fue caridad como creía. Porque según Dimitri, no se encariñaron con un fulano cualquiera, un niño de la calle con padres golpeadores. No, todo lo que recibí fue por ser Numa, único e irrepetible.

Cuando separé los labios de Ekaterina, ella me miró sonriente.

—Estás diferente. Pero para bien –se apresuró a aclarar.
—¿Sigo tan apuesto? –sonreí reteniéndola entre mis brazos.
—No puedes ser más apuesto de lo que eres.
—Oh… Jamás creí escucharte decir eso.
—Mentiroso –acarició mi mejilla—, siempre supiste que me gustabas mucho. Eso me enojaba, lo confieso. Tu seguridad de tenerme conquistada era tan… irritante.

Reí.

—No te creas, no estaba seguro. Era una máscara. Estaba acostumbrado a usarlas.
—Ya no tienes que hacerlo. Por eso… necesito que nunca dejes de confiar en mí. Quiero saber todo. Lo que sientes, tus miedos, tus dudas.
—Te prometo que así será. Dimitri me convenció que quedarme con lo que siento y no compartirlo me hace más daño. ¿Y tú? Me contarás todo.

Levantó su mano derecha sin perder la sonrisa.

—Prometido. Dicho sea de paso, ¿sabes qué tengo ganas de hacer ahora?

Arquee la ceja, divertido.

—Soy todo oído.

Una de sus manos fue resbalando hasta la abertura de la camisa. Su iris púrpura pareció encenderse.

—Me gustaría pasar la noche contigo. Olvidarnos que el resto existe. Subir hasta mi alcoba y secuestrarte hasta la mañana.

Apreté los labios con impotencia y rabia.

—¿Qué ocurre? –se asustó.
—No, no es que no quiera pasar la noche contigo. ¡Mierda! Es que mi padre dijo que esperaría para hablar conmigo. Quiere saber cuanto antes como me fue con Dimitri.
—Oh no, no te preocupes, de verdad. Lo entiendo perfectamente. Yo que Sebastien haría lo mismo.
—¿No te enojas?
—¡Claro qué no!
—Tengo una idea.
—Dime.
—¿Mañana a la noche? Tengo entendido que se reunirán en la casa de Charles, incluso Sara y Rodion. Estaremos prácticamente solos.
—Me parece genial –sonrió.
—Entonces, ¿mañana?
—Sí, mañana.

……………………………………………………………………………………………….

La charla con mi padre fue un aliciente a tanta distancia soportada. Los Gólubev me recibieron como uno más de la familia pero fue inevitable extrañar a los Craig. En el despacho, Sebastien sirvió coñac para los dos y nos sentamos frente a frente. Recordaba su mirada cálida y serena, su voz que transmitía paz y seguridad. Aunque yo conocía la otra faceta del líder de los vampiros. Esa que al estar enfadado todo su alrededor cimbraba con el respeto y temor de imaginárselo como enemigo. Era un buen líder, perfecto reemplazo de Adrien. Aún recuerdo las veces que estuve en las cumbres. Sobre todo, aquella primera vez que Sebastien me llevó junto a él para presentarme formalmente. Recuerdo como me miró a los ojos. Su iris gris plata, su cabello largo y blanco, y ese timbre de voz que parecía escurrirse en cada roca y recoveco.

“¿Así qué tú eres Numa? Humano convertido en vampiro por mi hijo”.
“Sí señor.” Contesté.
“¿Sabes que tu vida cambió para siempre y no hay vuelta atrás? Sería horrible si algún día te arrepintieras.”
“Nunca.”
“Sé por mi hijo que hubo una fuerte razón para hacerlo.”
“Sí, deseaba morir. Mi vida fue un calvario por culpa de mis padres, mi refugio fue la calle aun en los peores inviernos y…”
“Esa no fue la verdadera razón de Sebastien.” Interrumpió.

Esa vez no pregunté a qué se refería. Era tan imponente su figura ante mí que no me animaba a tener un diálogo normal y preguntarle la razón.

Sin embargo aquí estaba, después de tantos años frente a quien había decidido convertirme. Frente a quién sabía la verdadera razón. Me puse de pie y me acerqué al cuadro en la pared que enmarcaba el escrito de adopción.

—Papá, ¿cuál fue la verdadera razón de convertirme?

Se acercó a mí. Sus ojos me contemplaron con ternura.

—Por ti.
—¿Por mi desgraciada vida?

Negó con la cabeza.

—No, no podría ir convirtiendo a cada ser que tiene un destino atroz. Tú en especial merecías la oportunidad. Sencillamente porque mi hijo necesitaba alguien con tus virtudes, con tus códigos, con tu enorme corazón. Desde ese día en la plaza, un milagro le ocurrió entre tanta oscuridad. Conoció a un niño especial que sería su amigo para siempre, y no iba a permitir que ese regalo del destino se esfumara. Por eso estás aquí, porque los seres especiales hay que saber aprovecharlos. Por eso eres un Craig –respiró profundo para poder seguir hablando sin emocionarse—. Porque eres un Craig, ¿no es cierto?
—Sí –sonreí—. Soy un Craig.

Me abrazó fuerte y me abandoné en sus brazos.

—No sabes lo que me alegra escucharte.
—A mí también, papá –lo miré a la cara—. Aún me falta parte de la terapia. Pero tengo fe que algún día los fantasmas que me acosan abandonen mis sueños.
—¿Sigues con las pesadillas?
—Ellos… Que han muerto y no han muerto. Es complicado.
—Lo sé –palmeó mi hombro—. Paciencia, Dimitri y tú lo lograrán.


Anouk.

Entré a la cabaña de Drank, no… Rectifico, a nuestra cabaña. No tenía buenas noticias, el día había transcurrido, no quedaba nadie por votar según los cálculos y la lista de Bernardo. El resultado marcaba un empate, triste empate que significaba que Louk debía abandonar la reserva.

Busqué a Drank en la cocina y en el baño, la sala estaba solitaria con la tv encendida. Cuando pisé nuestra habitación lo vi acostado, arropado con el edredón y temblando. Me acerqué preocupada.

—Drank, ¿te sientes mal? ¿Qué puedo hacer?
—Es mi estado de ansiedad. Estoy preocupado… No domino los síntomas nuevos de mi organismo.
—Es que deberías dormir muchas horas.
—No puedo.
—Dime qué hago.
—¿Cómo va la votación? ¿Ya cerró?
—Falta media hora. Debes estar tranquilo, pase lo que pase hiciste todo lo posible.

Se sentó en la cama con los ojos vidriosos.

—El “sí” va perdiendo, ¿verdad? Llegaremos apenas a un empate.

Asentí con pena.

—No, no hice todo lo posible –se arrastró por la cama y estiró la mano al cajón de la mesa de luz. Cogió un anotador y un lápiz—. Me queda algo por hacer, pero no podré solo. Deberás ayudarme, por favor.
—Dime, lo que quieras.

Aguardé mientras él garabateaba un dibujo y escribía.

—Ya has votado, Drank. ¿Qué quieres hacer?

Continuó concentrado en el dibujo…

—Te traeré un paño frío para la frente, tienes fiebre.
—No, espera… Me daré una ducha con agua helada, Bernardo dijo que da buen resultado. Yo… necesito que hagas algo urgente.

Al fin extendió el papel y me miró a los ojos, suplicante.

—Anouk, eres la más veloz de los vampiros. Confío que llegarás a tiempo de regreso.
—¿De regreso? –Estudié el dibujo—. ¿Es un mapa?
—Sí… Confío en ti. ¿Sabrás llegar?

Recorrí los senderos sinuosos plasmados con el pulso tembloroso.

—Llegaré a como dé lugar.
—¿Sabes qué hacer?
—Por supuesto, no tienes que explicarme. Sé lo quieres.
—Te amo.
—También yo.
—Casi son las diez de la noche, cuídate de los lobos salvajes.
—No te preocupes.

Charles.

Salí a caminar por la costa con Dimitri. Se había acercado hasta casa ya que deseaba hablar conmigo en privado. Numa estaba en la mansión pero podía ser que llegara hasta mi cabaña con la intensión de saludarme. En mi cabaña había demasiados testigos. Por eso más tranquilos y relajados buscamos un lugar donde nadie interrumpiría nuestra charla.

Miento si dijera que me trajo curiosidad tanto secreto. Sebastien tendría que estar al tanto de todo lo acontecido con su hijo y no veía la razón de nuestro encuentro sin él.

La arena que bordeaba la costa parecía más gruesa. Me detuve y la observé mientras Dimitri quitaba un anotador de su chaqueta.

—¡Qué extraño! Suele ser más fina y volátil.
—¿Qué cosa, Charles?
—La arena. Pero no me hagas caso. Hemos llegado hasta aquí para hablar de algo importante. ¿Verdad?
—Así es.
—¿Sobre Numa?
—Sí. Necesito un dato, por favor. Y sé que tú debes saberlo muy bien.
—Dime. ¿En qué puedo ayudarte?
—Necesito el nombre completo de los progenitores de Numa.
—Ah… Pues… ¿Él no te lo dijo?
—No se lo pregunté. No es parte del plan.
—Okay, supongo que no podré preguntarte para qué necesitas ese dato.
—Supones bien, aunque preguntar puedes, pero yo no te lo diré.

Sonreí.

—Bien, anota. Aegileif Bergman y Feuris Dahl.
—¡Qué memoria!
—Jamás lo olvidaría.
—Gracias…
—Y… ¿Sí podría preguntar cómo sigue Numa?
—Adelantando, por suerte. Sin embargo hay algo fundamental que debe hacer definitivamente.
—¿Con respecto a estos monstruos?
—Ajá.
—Vaya. Espero que no te equivoques. Traerlos a su presente será demoledor.
—¿Y quién te ha dicho que alguna vez se fueron? –sonrió.
—Ah… Bueno… ¿Algo más que pueda ayudarte?
—Sí, necesito una ubicación, y debe ser exacta.


Bernardo.

Muchos lobos habían venido para ver con sus propios ojos el resultado. Unos ansiaban el “si” otros lo contrario. Lo cierto que al presentar los votos sobre la mesa en dos filas el empate marcó el destino de Louk. No podía quedarse, así lo detallaba el libro de los lobos.

Había silencio en muchos de nosotros, también podía escucharse murmullos discretos en rincones de la sala. Tim se acercó y movió la cabeza tristemente. Rita bajó la vista apenada aunque ella consideraba que era justo para toda la manada seguir la ley. Vinter se sentó apartado y encendió un cigarro. Parte de la tarde había contado anécdotas de la vida de Louk en la reserva, se notaba que le tenía mucho cariño. Por supuesto, al igual que Mike y su familia, Amelia, Cataline, Frik y Merylan, y tantos otros. Sin embargo había que seguir la votación y el lamentable empate estaba ante nuestros ojos. Ya eran las diez y media. Debía declarar el resultado.

—Yo le diré a Mamina –se ofreció Tim.
—Aguarda un poco más.
—Bernardo… No hay mucho por hacer, han votado todos.
—Lo sé… Solo espero un milagro.

Me dirigí a parte de la manada presente.

—¿Alguien desea cambiar su voto?

Nadie contestó.

—Okay… Los votos por el “sí son treinta y cinco, y por el “no”… la misma cantidad. Así que según la ley…

Anouk abrió la puerta del recinto y exclamó.

—Aguarden, falta un voto.
—Tú no puedes votar, vampiresa –se escucharon un par de voces.

Ella sonrió con cierta malicia triunfante.

—Lo sé, pero él sí.

Se apartó dejando libre la entrada y… vi un lobo, desconocido, nunca lo había visto en la reserva. Era muy alto y corpulento. Llevaba un grueso abrigo sami de colores vivos y botas de piel. Junto a él, tres lobos de pelaje brilloso.

Los más jóvenes lo miraron curiosos. Los más viejos abrieron la boca asombrados. Tim susurró.

—Joder…

Él no miró a nadie en particular, sus ojos miel se clavaron en mi rostro y avanzó hacia mí lentamente.

Los murmullos se hicieron más notorios pero a él no le importó. Rápidamente extendí un papel en blanco y la pluma.

La cogió y afirmó más de lo común la pluma mientras escribía. Parecía no tener tanta práctica. Después me miró a los ojos.

—Este es mi voto, guardián del alfa. Quiero que el lobo se quede.

Sonreí y me animé a preguntar.

—¿Puedo saber tu nombre?
—Mi nombre es Rob. Rob Siida. Y estoy aquí para devolver un favor a mi amigo.















8 comentarios:

  1. Genial capítulo me alegra que Louk se quedara te mando un beso

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    1. ¡Hola Citu! Muchas gracias por comentar. Un gusto que te haya gustado el capi. Síi Louk se ha quedado, es genial. A esperar a ver que pasa ahora en adelante. Besotes reina y feliz semana. Cuidate mucho.

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  2. Bieeeennnnn, Louk se queda en la reserva!!! Mamina se alegrará!!! Vivaaaaa Drank, vivaaaa Anouk y vivaaaa Rob y vivaaaaaa tú, Lou!!!
    Capi genial!!!

    Besoteeeesssss!!!!

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    1. ¡Holaaa! Gracias!! Síii genial Louk se queda y Mamina estará feliz. El Sami piso la reserva solo por su amigo Drank. Bien hecho. Veremos si se queda.
      Un besazo amiga y feliz semana para ti.

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  3. Louk se queda por los pelos. Un empate no le valia.Es lo mas justo y sensato que podia pasar.Me ha gustado mucho y creo que July se arreglara con el.Besos.

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    1. ¡Hola Ramón! Gracias por tu tiempo y comentar.
      Es lo justo tienes razón. Me alegro que te haya gustado.
      Ojalá se arreglen Louk y July, veremos si hace falta tiempo, porque amor hay suficiente.
      Un abrazo grande y feliz semana para ti.

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  4. Me encantó, como cada capítulo le pones ese suspenso que dan ganas de seguir leyendo!!

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    1. ¡¡Gracias Noe!! Me alegro que te hayan gustado. Veremos que pasa en el próximo capi Besoteees!!

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Gracias por visitarme y comentar.