Muchas gracias y una bella semana para todos.
Capítulo 31.
Propensión.
Lenya.
Bajé
con Sebastien a la sala mientras Scarlet y Bianca iban por Liz. Debía sentirme
como el macho poderoso y seguro para darle tamaña noticia a mi amada. Debía ser
contenedor, equilibrado, tranquilo. Olvídelo, muy lejos de sentirme así. Es
más, creo que la entereza la pisaba cada vez que caminaba sobre la alfombra de
un lado a otro. Por suerte mi hermano gozaba de toda esa imperturbabilidad que
no sé de dónde diablos la sacaba. Cierto, él era nuestro líder. Si alguna vez me
pregunté porque había heredado el lugar de mi padre, hoy mis dudas quedaban
totalmente disipadas.
Se
sirvió un whisky y me ofreció uno. Acepté de inmediato.
—Tranquilo
–se acercó con total parsimonia.
Cogí
el vaso y me lo bebí de un trago.
—¿Tú
me ves nervioso? ¡Estoy tranquilo!
—¿Por
qué todo tiene que acabar mal?
—¡Por
supuesto! ¿Qué puede pasar? ¡La Reina del Mar irá a buscar al susodicho y lo
enterrará entre caracolas y cochinillas! Entonces, se les sumarán otros lobos
como venganza y se sumarán vampiros y… será una hecatombe.
—Liz
no hará eso.
—No
la conoces.
—No
la conozco pero tendrá que escucharme. Además llamé a Charles con la mente.
Dije que lo necesitaba.
—¡Ah!
¿Buscando refuerzos?
Encogió
de hombros.
—No
estará demás.
—¿No
quieres probar con el Ejército de Gendarmería de Kirkenes? Un médico,
deberíamos llamar a Arve para que facilite la situación porque está embarazada.
¡Demonios!
—¡Exagerado!
—¡Ay!
Escucha, creo que ya salieron de la habitación –me senté en el sofá crujiendo
los dedos.
—¿Quieres
calmarte?
Carraspee
y ensayé varias opciones en voz baja.
—Ejem…
“Mira Liz… ha ocurrido algo… no es tan grave… en realidad… Drank no tenía un
futuro nítido y era como estar sin saber qué hacer con su vida, esto le vino al pelo y…” ¡Joder! No se lo cree nadie.
No, mejor le digo así, “Liz, cariño. Tengo una gran noticia que darte. Tu amigo
ya no tendrá que sentirse diferente entre los lobos… ¿Adivina qué? Es uno de
ellos.” Nooo, no puedo decirle eso.
—Se
lo diré yo.
—¡Jamás!
Me hago cargo, soy su marido.
—Entonces
piensa con tranquilidad. Dándole un tono que no parezca una catástrofe.
—¿Hay
algún tono que obre ese milagro?
Charles
se materializó en la sala, sonriente. Con la toalla de baño a la cintura.
—¿Tenemos
reunión, caballeros? Disculpen, justo había tomado un baño, pero dijiste que
era urgente. Aquí estoy. Perdonen el atuendo de gala.
—Sí
–contestó mi hermano—. Quizás nos ayudes.
—Hay
un lobo nuevo –largué.
—¿Y
por eso me han llamado?
—Es
Drank.
—¿Ves
qué fácil se lo has contado? –dijo Sebastien.
—Una
cosa es Charles otra es Liz.
—¿Perdón?
¿Escuché bien? ¿Drank?
—Sí,
y Lenya debe decírselo a Liz. Te llamé porque eres muy inteligente y razonable
en estas situaciones.
—¿Liz?
¿Liz todavía no lo sabe? –Abrió los ojos como platos—. Creo que dejé patatas
fritas cocinándose y debo quitarlas de la hornalla.
—¡Charles!
–exclamó mi hermano.
—Es
broma, es broma. Pondremos el pecho. Literal porque ni tiempo a ponerme una
camisa.
—Charles,
Lenya está muy nervioso. Por favor, convéncelo que no es para tanto –protestó
mi hermano.
—¿Y
si te convenzo a ti que escapemos a la Isla del Oso?
—Basta,
Charles. Esto no es broma.
—Eso,
trato de relajarlos. Bien, respiremos profundo. Se trata de hablar con nuestra
querida Liz… de carácter jodido… y… con un don… nada despreciable… ¡Pero bueno! No es para tanto, a ver Lenya, levántate
de ese sofá que pareces una cucaracha escondiéndose de mi insecticida. Es tu
hembra, quiere a su amigo pero sabe que está embarazada. No hará nada contra su
salud. Tranquilízate.
—Eso
digo yo, que se calme.
Por
el pasillo el taconeo de Scarlet anunció que tras de ella venía la pequeña
comitiva. Bianca y Liz.
Me
puse de pie. Respiré una, dos, tres veces.
—¡Liz,
qué bella estás!
Ella
se detuvo al final de la escalera y miró a Bianca y a Scarlet. Ambas sonrieron
leves. Liz rio.
—¿Qué
ocurre? ¿Me has llamado para decirme que estaba bella? Nos vimos hace una hora,
en la habitación.
—Bueno…
estás más bella –resoplé.
—¡Ya
sé! Tienes un regalo para mí o para el bebé.
—¿Un
regalo? No… Bueno es una sorpresa en parte sí… No un regalo.
—Scarlet,
¿por qué no traes un vaso con agua de la cocina? Por favor…–pidió mi hermano.
Scarlet
bajó rápidamente la escalera y Bianca se acercó a Liz lentamente. Ella siguió
con la mirada a Scarlet y despacio volvió su iris verde sanguinolento a Lenya.
Bajó uno a uno los escalones con cuidado.
—¿Qué
ocurre aquí?
—Siéntate
–invité ya resignado— tengo que hablarte algo delicado. No es grave… es…
importante.
—¿Quieres
romper conmigo?
—Noo,
¿cómo se te ocurre?
—Es
que –cogió asiento. Bianca lo hizo junto a ella—. A ver, me dices que no es
grave y hay reunión en la sala. No es importante y veo a Charles a medio vestir
como si lo hubieran llamado urgente. ¡No soy tonta!
Scarlet
trajo el vaso con agua y se lo ofreció.
—¿Encima
me traen agua? Gracias Scarlet, no tengo sed. Pasa algo malo y no soy imbécil.
—Lo
sé, lo sé. Es que, que no sea grave no quiere decir que no sea difícil para mí
darte la noticia.
—¿Qué
noticia? Larga el rollo, Lenya.
—Se
trata de Drank –largué la frase.
—¿Drank?
¿Qué ocurrió? –se asustó.
Charles
se acercó y puso una mano en el hombro de Liz.
—Tranquila,
él está bien –nos miró a espaldas de ella como diciendo, “¿dije bien? ¿Está
bien?
—Sí,
no te preocupes, cariño. Solo que… okay… Hubo una pelea con uno de los lobos y…
—¿Y?
–Pareció pensar unos segundos. Después, sus ojos largaron chispas—. ¿Lo
convirtió? ¿Convirtieron a Drank en lobo? Si es así, ¡ese hijo de puta se
arrepentirá de haber nacido!
—¡Espera!
No tenemos demasiada información –dijo Charles—. Bueno, en realidad Lenya la
tiene. Así que te contará todo.
Lo
miré para partirlo en dos.
—Liz,
mi amor. Necesito que me escuches. Por favor –me arrodillé frente a ella y cogí
sus manos temblorosas.
Su
iris recorrió la sala lentamente, con angustia. Hasta que se encontró con mis ojos
y el tinte de su mirada fue opacando el brillo criminal.
—Esto
es horrible… Te escucho. Solo dime primero si él está bien.
—Sí
–contesté, aunque no sabía exactamente como se encontraba—. Bernardo dijo que
un tal Louk lo acusó de acostarse con su novia. Lucharon y todo se fue de las
manos.
—¿Drank
rompiendo códigos? ¿Tú no creerás eso?
—No,
no. Evidentemente habrá habido una confusión.
—¿Cómo
lo permitieron? ¿No afirman que es una regla prohibitiva? ¡Lobos inútiles!
—Yo
creo que Bernardo no estaría cerca –lo defendió Bianca— Es guardián de Gloria.
—Pues
si se le fue de las manos el cumplimiento de tan importante regla Gloria
debería tener más cuidado.
—¡Liz,
por favor!
—Sé
que es tu amigo, pero es la verdad. No pueden convertir a humanos. Está al
frente de la manada –me miró fijo—. ¡Quiero ver a mi amigo!
—Eso
no podrá ser –retrucó Sebastien—. Por ahora.
—¿Esperan
que me quede con los brazos cruzados? Lenya, por favor, no iré sola pero debo
ir.
—Escucha
cielo, prometo que te acompañaré cuando los lobos lo permitan. Debemos esperar.
—Es
decir, los lobos cometen un error garrafal y se dan el lujo de ordenar que no
vayamos. ¿Secuestraron a Drank?
—Noo,
no es secuestro. Tiene que pasar por alguna etapa, eso dijo Bernardo. Nos
mantendrá al tanto.
—Quiero
hablar con Bernardo. ¿O eso también no me lo permitirán?
Cogí
el móvil de mi bolsillo y se lo entregué.
—Busca
en contactos, está por la B grande.
—Sé
cómo se escribe Bernardo.
—Okay.
Pero
Bernardo no contestó al llamado de Liz. Pienso que hubiera calmado los ánimos
candentes. Al menos mi esposa sabría de buena fuente cómo se encontraba Drank.
Tras varios llamados insistentes se dio por vencida. Sebastien prometió que
iría a hablar con él y que solo tuviera paciencia.
Es
difícil tenerla cuando no sabes cómo está tu amigo, lo entendía. Por eso la
admiré más. Si no salía corriendo para sacarse la duda, fue por mí y mi pedido.
También por su estado. Charles tenía razón. Ella no pondría en peligro a
nuestro bebé.
Parecía
que todo estaba bajo control, sin embargo nos habíamos olvidado de algo
importante… O de alguien.
Rose
y Anouk caminaron por el pasillo conversando animadamente. No hubo nadie de la
sala que apartó la vista de la Gólubev. Miré a Sebastien y a Charles por si me
daban una mano. Mi hermano apoyó el vaso de whisky en la mesa y se acercó a la
escalera antes que ellas llegaran al primer peldaño.
—Charles
–rio Rose—, ¿qué haces vestido como un emperador de Roma?
No
sé qué hubiera dicho Charles ya que Liz no dio tiempo.
Se
puso de pie y la enfrentó.
—Anouk,
tengo que decirte algo.
—¿Tienes
dolores de parto? ¿Ya es la hora? Yo debo ir a trabajar pero cuenta conmigo si…
—No,
es sobre Drank.
Su
rostro abandonó la sonrisa y fue ensombreciéndose. Se acercó a Liz con evidente
angustia.
—¿Te
dijo que no quiere verme más?
—No,
no es eso.
—¿Estás
enojada porque pasamos la noche juntos?
—No.
Escúchame… Ocurrió algo con ese tal Louk. Se pelearon. Muy feo.
—¿Cómo
está Drank? –su voz sonó desesperada.
—Dicen
que bien… Eso dicen. Pero lo mordió.
Los
ojos de ambas se encontraron. No sabía descifrar ese sentimiento porque de
hecho no era el mismo el de una y otra, y a la vez la intensidad de la
preocupación era idéntica.
—¿Lo
mordió? –balbuceó.
Sus
ojos se llenaron de lágrimas. Y Liz la abrazó.
—Dicen
que está bien. Todo saldrá bien, tranquila –Liz estalló en llanto y a mí me
partió el corazón—. Solo calma un poco de mi angustia. Dime que no lo dejarás
porque sea un lobo. Dímelo, por favor. Sé que está enamorado de ti. No lo dejes
solo ahora que es un lobo.
Anouk
se separó y secó sus lágrimas.
—No
dudes que lo amo, sea humano o lobo.
—Aguarden
–interrumpió Scarlet—, si Anouk dijo que pasó la noche con Drank, ¿cómo es que
lo acusan de haber estado con otra?
—No
deben saberlo –aportó Sebastien.
—¿Quién
lo acusó de ese disparate? –Anouk encolerizó.
—Debió
ser un mal entendido –dijo Charles.
—Pues
el mal entendido les salió caro, echarán a Louk de la Reserva, es una ley.
Disculpen, tengo que ir.
Sebastien
abrió la boca para protestar pero Bianca lo enfrentó.
—Déjala
ir. Es su hembra. No pueden negarse.
—No
quiero problemas, Anouk. Es mejor que te quedes y esperes noticias.
—Sebastien,
no me quedaré aquí. Sé que en el fondo lo sabes. No insistas.
—Tiene
razón –opinó Charles. Ella tiene derechos, trabaja en la Reserva educando a
lobos. Y es la hembra de un humano que acaban de convertir.
Liz
suplicó.
—Anouk,
por favor. Tenme al tanto.
—Lo
haré.
Drank.
Abrí
los ojos y todo me dio vueltas. Los cerré para que mi estómago no sufriera las
consecuencias. En el instante que había podido ver, reconocí mi habitación, las
paredes echas de troncos lustrados, el techo de tablones de madera, y la
pequeña ventana.
Estaba
en casa. ¿No había ido a trabajar? ¿Me había dormido? ¿Qué hora era?
Abrí
mis ojos nuevamente e intenté mantenerlos así por algunos segundos. Fue cuando
escuché ruidos en la sala. No estaba solo. ¿Anouk? No, se escuchaba murmullos
graves, de voces masculinas.
Lo
primero que hice fue quitarme las cobijas. Tenía calor, mucho calor. Casi al
punto de descomponerme. Y ese olor penetrante al curador de la madera contra
plagas.
¿Cómo
terminé en mi habitación si esta mañana me había levantado y visitado al Sami.
Después regresé en la moto… Y estaba Louk en la entrada de mi cabaña…
Las
imágenes de la pelea no tardaron en presentarse en la mente. Louk y yo habíamos
peleado, luchado… Me trató de traidor… Yo le dije otra cosas que lo
enfurecieron… ¡Me mordió! ¡Louk me había mordido! No, no podía ser… ¡No podía
ser!
Salté
de la cama y me puse de pie. Las paredes parecían un carrusel a punto de
detenerse. Entonces Tim se asomó por la puerta y me contempló. Estaba
angustiado, preocupado por mí.
—¡Drank,
regresa a la cama! –me sujetó de la cintura antes que mis piernas se aflojaran.
—Tim…
Tim, dime que soñé todo, dime que tuve fiebre y deliré. Louk no me mordió, es
mi amigo, dime que no lo hizo.
—Tranquilo,
por favor –ayudó a sentarme en el borde de la cama—. Si te desesperas será
peor. Entiende, por más que hagas lo que hagas, el tiempo no volverá atrás.
Lo
contemplé con desesperación y aún no queriendo creer en sus palabras, mi mano
hizo a un lado la camiseta a la altura del cuello… Ahí estaba, la perfecta
mordida de Louk.
—Trae
un espejo.
—No
tengo uno encima.
—¡Descuelga
el del baño! ¡Quiero un espejo!
—Okay,
okay, tranquilo. ¡Carl!
Él
se apersonó en la habitación.
—Dime
–no escapó su mirada en mí. Me di cuenta que no luciría como el mismo Drank de
siempre.
—Trae
el espejo del baño, por favor.
—¿Estás
loco?
—Haz
lo que te digo.
—Me
mordió… Ese grandísimo hijo de puta me mordió –murmuré desquiciado.
Sentía
la sangre correr por mis venas a velocidad anormal. Como si corriera una
carrera. Me dolía el cuerpo, el estómago, y ese olor tan fuerte al curador en
las paredes y techo.
Carl
regresó con el espejo del baño, se detuvo en la puerta y titubeó.
—No
me parece buena idea. Puede ser chocante.
—Dámelo
–estiré mi mano y fue cuando me detuve en los dedos, en las uñas. Cortas pero
se notaban fortificadas.
Tim
asintió y Carl ayudó a que lo sostuvieran frente a mí.
Mi
rostro, no había cambiado en fisionomía. Mi piel lucía un tono rosado oscuro,
mis ojos… tenían el iris terracota. No reflejaba el azul de los cielos que
tanto decía mi padre desde que me vio nacer. Terracota…
—¿Por
qué tienen este color? No son miel, ni ámbar, ni caramelo, no son iguales a los
de ustedes.
—Eso
necesita tiempo, depende de factores que desconocemos –contestó Tim.
—El
rojo de tu piel es la circulación, cuando te calmes volverás a tener la
pigmentación común –agregó Carl.
Dejé
caer el espejo al suelo haciéndolo añicos.
—¡No
quiero ser un lobo! ¡No quiero ser uno de ustedes! ¡Quiero ser humano, joder!
—Tranquilo.
Drank, por favor. No hagas más difícil todo.
—¡Quiero
matar a Louk! Se lo merece, ¡cretino!
—Carl,
llama a Bernardo.
—Voy
por él.
—¡Bernardo
no podrá hacer nada contra mi furia! Ni siquiera esconder a Louk, voy a
atraparlo tarde o temprano.
—Drank…
Escucha, siempre has sido razonable.
—¡Pues
ahora no lo soy! Así como cambiaron mi cuerpo y mi vida también arrebataron mi
bondad estúpida. Si hubiera sido otro ninguno de ustedes se hubiera burlado de
mí.
—No
nos burlamos de ti. Fue un accidente.
—¿Un
accidente? Ese descarado mal llamado amigo me acusó de haberme acostado con su
novia.
—Lo
sé.
—No,
no sabes que se siente que alguien que creías tu amigo te acuse de algo así
–estallé en llanto.
—Juro
que te entiendo aunque no me haya ocurrido. Debe ser horrible y… hay algo que
me tranquiliza al escucharte. Puedo darme cuenta que tu mayor dolor y rabia no
es por ser un lobo como nosotros, es la decepción.
—¡Tampoco
quiero ser uno de ustedes, maldito sea!
—Sí,
pero no es el motivo que te hace perder el control.
La
puerta se escuchó y Bernardo hizo acto de aparición. Otro rostro preocupado.
—Veo
que… —observó el espejo roto—. Despertaste.
—¡Y
adivina qué! ¡Con este puto color de ojos, una mordedura, y mis uñas
endurecidas como acero! ¿Estás feliz de ser lobo? ¡Entérate, yo no!
—Déjenme
a solas con él.
—¿Y
qué pretendes lograr? Eres el guía de esta mierda de Reserva y ni siquiera evitaste
que me mordiera un lobo. ¿No se supone que es una prohibición? ¡Contesta!
—No
te dejaré solo –aseguró Tim a Bernardo.
—Anda
Tim, por favor. Sé lo que hago. Pasé por lo mismo.
—¡Mientes!
No has pasado por lo mismo. Tú deseabas ser como ellos por la sencilla razón
que tu hembra era loba. ¡Dime qué hago! Arruinaron mi vida. Los Gólubev me
odiarán, ella me odiará.
—No
digas eso… Por favor Tim, Carl, vayan a sus casas.
—¿Estás
seguro? –preguntó Carl.
—Sí,
déjenme a solas con él.
Anouk.
Con
la virtud de correr a gran velocidad atravesé el bosque y cogí un sendero
alternativo. No podía transitar la ruta principal expuesta a que algún humano
me viera. En mi cabeza no dejaba de estar Drank y su transformación. ¿Estaría
bien? ¿Se sentiría triste? Muchas incógnitas para alguien como yo que lo amaba
con todo el corazón y no deseaba verlo destruido. Sin embargo no era tonta.
Drank había dejado de ser humano para ser lobo. No era algo que cualquiera
pudiera tomar con calma y aceptación. Diferente a cambiarse de ropa o a elegir
ser vegano a carnívoro. Era mucho más. De ahora en más pertenecería a otra raza
con todo lo que ello significaba.
Al
llegar al sendero que serpenteaba entre las primeras cabañas noté que todo
parecía normal. Ruidos y movimientos cotidianos en la Reserva. Sin embargo en
tres oportunidades que me crucé con lobos, fueron alevosas las miradas hacia
mí. ¿Qué se preguntarían? ¿Cómo lo había tomado yo, una vampiresa? ¿Si lo
dejaría? ¿Si no volvería a pisar la escuela y abandonaría todo?
Aceleré
el paso deseosa de llegar a la cabaña de Drank. La misma que había sido testigo
de nuestra primera noche de amor. ¿Por qué Louk lo había acusado de algo así?
Todos debían enterarse de lo injusta que había sido la acusación. No estaba
aquí solo para corroborar su estado sino para defenderlo con uñas y dientes.
La
moto de Douglas aceleró a la distancia. Venía hacia mí desde la cabaña de
Sabina. Detrás iba ella. Me detuve y aguardé pensando si tal vez tendría que
luchar contra los dos para continuar camino.
—¡Anouk!
–gritó Sabina.
Douglas
detuvo la moto y ella bajó.
—Anouk,
por favor. Sé que quieres ver a Drank, pero no es posible.
—Sabía
que me dirías eso. Temo decirte que ni un ejército lo impedirá.
—Escucha,
no es que no lo puedas ver más, es solo mientras está en período de transición.
—No
provocaré ninguna pelea. He venido a saber cómo está.
—Está
mejor.
—Quiero
verlo, tengo derecho.
—Nadie
dice que no lo tienes, Anouk –dijo Douglas—. Escucha a mi madre. Ella sabe que
es lo mejor.
—Lo
mejor hubiera sido que a Drank no lo hubieran mordido –protesté.
—Lo
sé, pero las cosas están así. Es por el bien de él y tuyo. Debe estabilizarse —continuó.
—¿Y
qué puede hacerme? No soy una humana, gozo de más fuerza que él.
—No
hablo que te haga daño, son sus instintos animales.
—¿Piensas
que temo a que me folle?
—Anouk…
—¡Quiero
verlo y saber cómo está!
—Te
entiendo, yo también amo a mi macho y no me gustaría que me impidieran verlo y
tener esa sensación de inseguridad. Pero podemos hacer un trato. Mira… Tus
alumnos están en la puerta hace ya un buen rato. No tienen la culpa esos padres
que por motivo personal estés ausente. Por favor, da la clase y yo te prometo
que después verás a Drank.
……………………………………………………………………..
Durante
la clase junto a los niños traté de cumplir mi rol de maestra lo mejor que
podía. Para ello me habían contratado y tanto padres como infantes confiaban en
mí.
No
fue tarea sencilla y una decena de veces mis pensamientos volaban hacia la
cabaña de Drank. ¿En qué estado se encontraría? ¿Querría verme o me rechazaría
por ser yo vampiresa?
En
todo el correr de la mañana cumplí mi palabra y mantuve informada a Liz. Poco y
nada sabía hasta verlo con mis propios ojos, pero al menos Sabina se acercó al
Jardín para decirme que Bernardo había hablado con él y se sentía más
tranquilo. ¿Tranquilo? No imaginaba a Drank alterado. También aseguró que
después de terminar la hora de clase aguardara en el aula por si había una
probabilidad de verlo. Y allí me quedé, sentada en uno de esas diminutas sillas
de colores vivos escuchando un reloj imaginario que marcaba cada minuto que
transcurría.
¿Qué
diría cuando me viera? Me puse de pie y caminé hacia la ventana. A través de
ella no podía verse la fachada de la cabaña de Drank ya que quedaba hacia el
Este de la construcción. Solo podía admirar un paisaje otoñal muy bello pero
solitario. Las hojas ocres comenzaban a salpicar el follaje caduco de algunas
especies mientras los pinos perenes se alzaban orgullosos con las cargas de
piñas. El césped aún reverdecía por las lluvias, las heladas no eran tan
continuas. En poco tiempo, una alfombra de marrones y tostados de hojarascas cubriría
los suelos e iría desapareciendo bajo las primeras nevadas.
Y
después… la oscuridad.
De
pronto vi un grupo de lobos caminando hacia el lugar de reunión. Uno de ellos
era Vinter. Llevaba bajo del brazo, un libro. ¿El libro de los lobos? ¿Sería
por Drank? ¿Qué pensaban hacer con él? Me inquietó darme cuenta que me
encontraba entre leyes desconocidas. ¿Justas o injustas? ¿Cómo saberlo? Si yo era
vampiresa.
No
resistí. Abrí la puerta y avancé con decisión hacía la cabaña de Drank.
Bernardo.
Me
senté en la pequeña sala y le pedí a Drank que hiciera lo mismo. Debíamos
hablar y para ello teníamos que sentarnos frente a frente a dialogar con sensatez.
En
otro momento no hubiera dudado que él habría aceptado de buena gana, sin
embargo del humano aquel que todos conocíamos, ya no quedaba casi nada. Su
temperamento mutó debido a los cambios
celulares, pero apelaba que entrara en razón y entendiera que esta era la peor
parte y los síntomas más extremos desaparecerían.
Se
quedó de pie entre el marco de la puerta de su habitación, me miró con un gesto
que no sabía describir. Rabia, desconcierto, angustia, dolor.
—Por
favor, Drank. Aunque sea por nuestra amistad.
—Ya
no tengo amigos.
—No
digas eso. Todos queremos tu bienestar.
—Al
parecer Louk, no coincide con ustedes.
Suspiré.
—Sé
que te duele. Es difícil ponerse en el lugar de quién no confió en ti.
—¡Quién
no confió en ti era mi amigo!
—Sí,
sí lo sé. Lo peor es que no tendrás la oportunidad de sentarte y preguntarle
qué pasó.
—En
algún momento, cuando ya no tenga esta fiebre molesta y dolor en las encías, lo
haré. Que no significa que le daré una paliza.
Moví
la cabeza negando tristemente.
—No
creo tengas la oportunidad, al menos dentro de esta Reserva –me puse de pie y
me acerqué—. Louk será echado de aquí, quizás ya no lo veremos más. He leído el
Libro de los Lobos y solo habría una excepción. Que la votación de mayoría de
la manada optara por que se quede. Resultado que no creo que sea así.
Avanzó
hacia el sofá y se sentó.
—Podrían
querer que se quede. Muchos lo quieren, como yo lo quería –sus ojos brillaron
por la emoción.
—Conozco
a todos aquí, sé cómo piensan. Querrán que se cumpla el castigo porque no sería
ejemplo para el resto.
—¡Después
de todo me mordió! ¿O también vas a acusarme que lo traicioné?
—No,
no pienso eso de ti. Pero lo cierto que la prenda de July estaba aquí, en tu
cabaña a la mañana cuando Louk vino a buscarte.
—Dormí
con Anouk. Alguien puso la prenda a propósito. No encuentro explicación del
porqué.
Cogí
asiento frente a él.
—¿Ves?
Piensa, por favor. Si tú lo razonas de esa forma, ¿por qué Louk no podría
reaccionar con furia? Es lo que más te duele. No es el hecho de ser un lobo. Y
me tranquiliza. Porque para lo primero debe haber una solución, una respuesta.
En cambio ser un lobo, por más que te pese, eso no cambiará.
De
pronto, husmeó el aire de la sala. Se puso de pie y se acercó a la ventana. La
nariz se pegó a la rendija diminuta. Resopló una y otra vez como buscando
respirar mejor.
—¿Te
sientes bien? –me preocupé.
Giró
la cabeza con ojos llameantes.
—Quiero
a mi hembra. Sé que está aquí.
—¿Anouk?
No sé si será conveniente.
—Te
equivocas –me miró amenazante—. No habrá nada más conveniente.
Anouk.
En
un abrir y cerrar de ojos estuve frente a la cabaña de Drank. Mi mano se acercó
al picaporte pero me arrepentí, y golpee. Me quedé en silencio escuchando con
mi fino oído por si captaba algún sonido extraño.
Aguardé…
un minuto, dos…
Al
fin la puerta se abrió.
—Bernardo.
—Buenos
días, Anouk.
—Quiero
ver a Drank.
—Primero
tienes que tomar conciencia que no verás al mismo chico que conocías.
—No
soy tonta. De humano a lobo hay una distancia bastante grande.
—En
en primer lapso las células están en constante transformación.
—Déjame
pasar.
Me
miró por unos instantes y se hizo a un lado. Avancé decidida, no importaba con
qué me encontraba. Si alguien con el rostro desfigurado o una bestia
amenazante.
La
pequeña sala estaba vacía. Me rodeaba el silencio que solo fue interrumpido por
el chirriar de la puerta al cerrarse a mi espalda.
—Drank,
soy yo. Necesito verte.
Silencio…
Volví
la vista atrás para contemplar a Bernardo de pie junto a la puerta. No se había
ido. ¿Yo corría peligro?
—Drank,
por favor –insistí.
Escuché
ruidos. Pasos en la habitación acercándose a la puerta. Hasta que se dejó ver.
—Drank…
—Hola…
Dicen que no es conveniente que me acerque a otra raza que no sea un lobo… Por
eso me quedaré aquí, a distancia de ti.
Sus
ojos se humedecieron por las lágrimas. Ojos de un indefinido color ocre, como
las hojas de otoño.
—Sé
que no me harás daño. Soy fuerte.
—Estoy
inestable. Mi carácter es un poco arisco y temperamental.
—Bueno…
—sonreí—. Al principio conmigo fuiste algo parecido.
Sonrió.
—Estaba
preocupada. ¿Estás bien?
—Estoy…
horrible. Mis ojos ya no son azules, como te gustaban, ¿recuerdas?
—La
variedad lo hace divertido.
—Tengo
dolor en las encías, me saldrán colmillos.
—Como
a mí.
Suspiró.
—Te
enamoraste de un humano. Eso jamás volveré a ser.
—Me
enamoré de Drank. Y eso seguirás siendo. Con tus colmillos y tus ojos de otro
color. Y… tú aroma a ¿plantas? ¿Tierra?
—No
lo sé –sonrió—. Tú estás hermosa… Con esa aureola… violeta.
—¿De
verdad?
—Sí
–una lágrima corrió por su mejilla.
—Tuve
miedo de ya no gustarte.
—Aunque
me convirtiera en cualquier cosa que imagines, te amaría hasta el día que me
muera.
Sin
dudarlo avancé antes que Bernardo pudiera reaccionar y lo abracé.
Sus
brazos me rodearon tan fuerte pero sin llegar a hacerme daño. Se sentía
caliente y los latidos de su corazón se escuchaban potentes y acelerados.
Nos
quedamos así, abrazados. Con sus brazos como cadenas que me envolvían, con mi
nariz pegada a la piel de su cuello que latía, y ese aroma nuevo para mí.
Porque yo olía a los lobos a una distancia pero él tenía otro olor que se
sumaba al ya conocido. El olor que estaba impregnado en mi piel cuando había
partido esa mañana.
—Anouk,
dime que nada cambiará entre nosotros. Porque es la más importante razón que me
mortifica.
Lo
miré a los ojos.
—Nunca
dudes de mi amor. Yo también seas quien seas, te amaré hasta el día que me
muera.
Inclinó
el rostro buscando un beso tan lentamente que imaginé que temía hacerme daño.
Lo cogí de la nuca y lo atraje hasta que mi boca se unió a la suya en un beso
demoledor. Fue como vivir nuevamente la noche que pasamos juntos. Nada había
cambiado para mí ni para él. Nuestro amor traspasaba cualquier barrera de razas
antagónicas.
—Yo,
debo irme –interrumpió Bernardo—. No creo que me necesites aunque… Estaré cerca
y vendré en un par de horas. Necesito saber cómo sigue tu evolución.
—Siento
haberte hablado mal –se disculpó Drank.
—No
te preocupes. Entiendo tu desesperación –después se dirigió a mí—. Por favor,
avisa a Sebastien que estás bien. No quisiera tener problemas.
—Lo
haré.
Al
cerrar la puerta volví a mirar a Drank entre sus brazos.
—Dijo
que estaría en un par de horas.
Acarició
mi rostro y sonrió.
—No
creo que hacerte el amor en ese tiempo sea suficiente.
—Coincido,
¿qué tal la llave en la puerta?
Rio.
—Excelente
idea.
Chelle.
Ese
día la institución estaba conmocionada. No tanto como en la mansión el día de
ayer, debido a la conversión de ese humano en lobo. Charles me había contado
que a Sebastien no le había caído nada bien este desliz si es que se podía
llamar así. Por otra parte, Liz, la Reina del Mar, estaba angustiada por su
amigo. Deseaba verlo y corroborar que estuviera bien de salud, pero los lobos
negaron toda visita extraña a su raza. Decían que sería por breve tiempo sin embargo
entendía a la hembra de Lenya Craig. Era su amigo quien podía estar en peligro.
Charles
me contó la historia de la Dama de los Craig y la amistad inquebrantable con el
guía del alfa. Un tal Bernardo. Por eso Sebastien había decidido mantenerla al
margen con buen criterio. Era diferente con la hija de los Gólubev, Anouk. Ella
era la hembra de Drank… Vampiresa… Entonces, ¿había supuestos en que las razas
antagónicas formaban pareja? En realidad no debería importarme el tema, yo no
estaba enredado con un lobo… ¿O sí? No… Tener pensamientos pecaminosos o sueños
eróticos con… No, eso no era suficiente.
Caminé
por el ancho pasillo de la Universidad, mezclándome con alumnos y profesores de
otras instituciones como ser la de Oslo y Bergen. Las autoridades de Noruega
otorgaban un cheque suculento para ser destinado a ampliar y modernizar
instalaciones. Nosotros habíamos quedado entre los tres mejores y ahora
debíamos disputarnos el primer puesto y conseguir el ansiado dinero. Después de
las heladas la Universidad de Kirkenes era el edificio que más necesitaba
refacciones pero lo justo era que lo ganáramos por puntaje.
La
contienda abarcaba desde el puntaje más alto en un examen de Lógica y
Matemática entre alumnos de las tres ciudades hasta el invento más novedoso de
ciencia con los jóvenes que cursaban el último año. Si se producía un empate
entre todas las competencias debíamos demostrar en Juriridicción Deportiva
nuestra superioridad. Había personas por donde quiera que miraras y la Rectora
lucía sonriente dando la bienvenida a varias personalidades.
Cuando
el reloj pasó el mediodía, el resultado era alentador. Ganamos el premio de
Lógica y Matemática gracias a un alumno de quinto llamado Frank Heig y otras
más sin tanta importancia. Pero a las tres de la tarde el invento novedoso se
lo llevó Oslo y equiparó el puntaje de Kirkenes. Había un empate y
recurriríamos al sector de deportes.
Me
senté en las pequeñas gradas que rodeaban la piscina de natación. Lassen dijo
que era un bochorno ganar por una ridícula demostración física así que abandonó
la Universidad echando chispas. En realidad a la mayoría de los profesores les
interesaba conseguir el premio y poder invertirlo en el edificio. Sonaba
coherente. Estuve de acuerdo así que nos quedamos a ver el final de la
competencia.
Junto
a mí estaba Jonathan profesor de Filosofía, Kristen de Matemática, Arthur de
Literatura, Tomas de Historia Universal,
y otros docentes de cursos superiores.
—Tenemos
que ganar, lo merecemos –dijo Jonathan.
—Es
verdad, hay muchas instalaciones que les vendría bien refaccionar –agregó
Tomas.
—¿Alguien
quiere un helado? –Preguntó Arthur—. Necesito azúcar.
—No
gracias –respondí.
Mi
apellido se escuchó entre las gradas inferiores.
—¡Profesor
Ovensen!
Recorrí
varias cabezas hasta dar con Birmhan.
—¡Hola!
–saludé.
—¡Adiviné
qué! ¡Gané la competencia de comer hamburguesas! ¡Comí dieciséis!
De
solo pensarlo me revolvió el estómago. Traté de sobreponerme.
—¡Bien,
Birmhan!
—¡Aaay!
Se agarró la tripa con ambas manos.
—¿Se
siente bien? –me preocupé.
—No…
No… Creo que voy a enfermería.
Lo
vi pedir permiso entre el público.
—¿Llegará?
–murmuró Tomas.
—¡Espero
qué sí!
De
pronto vimos pasar un caballero alto y fornido. Kristen gritó.
—¡Ey
Charlie! ¿Quién de tus alumnos nos representará en natación?
Él
se detuvo sonriente.
—¿Quién
va a hacer? ¡Fjellner!
—¡Bien!
¡Ganará estoy segura!
El
solo escuchar su apellido algo encogió mi estómago. Titubee.
—Fjellner,
¿el mismo de tercer año? –pregunté.
—Por
supuesto, Chelle. Es un gran deportista. Lo he visto nadando en una oportunidad
y te aseguro que es el mejor incluso entre muchos campeones famosos. Parece que
fuera de otro planeta.
—Ah…
Pensé…
De otro planeta no, es un lobo.
¡Ganaremos!
–se entusiasmó Arthur.
Hasta
ese momento no ignoraba que la temperatura de un vampiro ascendía por el acto
sexual, por furia, o por contacto de otro cuerpo cálido, pero desconocía que
también la sangre bulle porque tus ojos se posan en un adonis casi sin ropa.
Cuando apareció Fjellner con ese tipo malla, bóxers de baño, o no sé cómo
carajo se llamarían, la circulación me explotó en las venas. Sinceramente los
dos contrincantes parecían alfeñiques a su lado. Maldita vista de vampiro que
desde mi lugar podía apreciar cada bíceps y tríceps de extremidades, y abdomen
tipo “tabla de lavar ropa”. Joder…
—Permiso
–me puse de pie antes que el color de mis mejillas me delatara—, les traeré una
gaseosa del kiosco.
—Siéntate,
Chelle. ¡No se te ocurrirá perderte la competición! –Kristen me jaló del brazo
y me sentó.
—Oh…
no… Yo decía porque si alguno deseaba…
—Nadie
desea una gaseosa, tiene razón Kristen. No puedes irte ahora –apoyó Tomas.
Cielos…
Con
una valentía que ignoraba que tenía, respiré profundo, asumí que estaba entre
las cuerdas de un ring y debía salir lo mejor posible. Me acomodé tratando de
observar el paisaje que no era otro que un natatorio de cincuenta metros con
una pileta de tan solo veinte. Okay, no había demasiado que ver además de las
gradas con humanos de todos los colores. Y las ganas… Esas putas ganas que
jodían mi cerebro y susurraban, “míralo una vez más, solo una vez más”
En
diez minutos mi cerebro obedeció unas tres veces. Pero siempre dicen que la
tercera es la vencida, así que cuando me atreví a echar una mirada sobre él, me
animé a demorarme unos segundos más. Era tan lindo…
—¡Vamos
Fjellner! ¡Tú puedes! –gritó Kristen.
El
lobo la miró y sonrió. La saludó con la mano y… me descubrió al lado de la
profesora, mirándolo. Genial…
El
llamado Charlie se acercó y pareció darle indicaciones. Fjellner asintió pero
no apartó la mirada de mí.
—¡Salúdalo
Chelle, nos está mirando! –exclamó Kristen.
—Oh
síi –fingí entusiasmo mientras levantaba la mano.
Él
dejó de sonreír pero clavó los ojos en los míos como si quisiera saber lo que
pensaba. Después se dirigió al profesor y comentó algo. Respiré profundo
evitando que alguien se diera cuenta en que me convertía Fjellner cada vez que
me miraba.
Los
participantes se ubicaron, un silbato sonó, y la competencia comenzó. Los tres
se lanzaron al agua. En poco tiempo me contagié del entusiasmo y alegría de los
profesores y me uní a ellos en el aliento efusivo.
Tenían
razón, imposible que rompieran el récord de ese lobo. Terminó la vuelta
completa cuando los dos restantes apenas tocaban por primera vez el otro extremo.
Así que el júbilo y griterío de alumnos y profesores fue descomunal cuando él
salió a la explanada triunfante.
Después
que dirigió unas palabras para nuestra Rectora y la Universidad se retiró con
una toalla al hombro. Bien… La tortura parecía haber terminado. Eso creí.
Kristen me jaló del brazo en cuanto nos pusimos de pie.
—¡Ven!
—¿Dónde
vamos?
—Debo
llevarle a Fjellner sus pertenencias –exhibió una billetera de cuero y una
pulsera del mismo material.
—¿Qué
tal si esperamos? Debe estar cambiándose –balbucee nervioso.
—¡Lo
sé! No entraré al vestidor, soy una dama.
—Ah
okay.
—Entrarás
tú.
—¿Qué?
No, no no…
Se
detuvo y me miró.
—¿A
qué le tienes miedo? Mike es gay pero no por ello querrá abusar de ti. ¿O no
digas qué eres cómo el idiota de Lassen?
—No,
no. Nada más lejos. Lo que ocurre es que debería irme y quizás…
—Es
un minuto. Anda, mi marido está esperando en el coche hace más de media hora.
Ya debe estar de mal humor. Te guiaré hasta los vestidores. Dile que tuve que
irme.
—Sí,
yo… Le digo.
—Gracias.
La
puerta de los vestidores estaba cerrada y golpee. Un humano salió con su bolso
y el cabello mojado.
—Pasa,
a la derecha es el de caballeros.
—¡Ah
qué bien! Gracias.
Demonios…
Apenas
entré un pasillo separaba dos puertas vaivén. Empujé la derecha y caminé unos
pasos. El goteo de la ducha al cerrarse podía escucharse. Otro humano salió del
baño a medio vestir.
—Lo
siento, ¿hay alguien más?
—¡Yo
qué sé! –se puso los tenis y la camiseta rápidamente y salió de allí.
Era
en vano haber preguntado por él, el aroma a clorofila se sentía suave mezclada
con jabón de fresas. Me quedé inmóvil unos segundos. ¿Y ahora qué hacía?
¿Esperar a qué saliera desnudo de la ducha? No, de ninguna manera.
—¡Fjellner!
¡Soy yo, el profesor Ovensen! ¡Le traje una pulsera y billetera que me ha dejado
la profesora de Matemáticas!
Hacia
el otro extremo de los bancos se escuchó un ruido, luego silencio.
—¡Fjellner!
—¿Qué
hace aquí?
—Ah,
bueno… le traje sus pertenencias —asomó su cabeza en la última puerta.
—Se
las dejé a Kristen.
—Sí
por eso, ehmm… ella tuvo que irse. Aquí están –extendí los objetos como si él
llegara alcanzarlos desde allí.
—Okay,
ya salgo.
—Yo
se los dejo allí sobre los bancos y usted los coge y ya.
En
un abrir y cerrar de ojos abrió la puerta y bajé la vista. Escuché el sonido de
la fricción de la toalla sobre la piel y luego el de las prendas. Eché un
vistazo y lo vi sentado en uno de los bancos junto a su bolso.
—Gracias,
no se hubiera molestado –en un minuto se acercó descalzo, con los jeans desprendidos,
y el torso desnudo.
—Aquí
tiene –sonreí nervioso.
El
aroma de su raza se hizo más fuerte. Cogió la billetera y la pulsera sin
separar la vista de mis ojos.
—Gracias
por molestarse.
—De
nada… Buena competencia, lo felicito.
—Ganamos
el dinero.
—¡Sí,
qué bien!
Nos
miramos… y un silencio incómodo nos rodeó. Si hubiera sido una novela de amor
humana era el momento de acercarme y comerle la boca. Pero no, era la realidad,
un vampiro y un lobo, un alumno y un profesor.
—Me
voy –susurré.
—¿Ya
no lo siente?
—¿Qué
cosa?
—El
miedo, digo… El temor a mí por ser lobo.
—No,
yo… lo domino bien.
—Ajá…
¿Cómo cuánto lo domina? –dio dos pasos hacia mí.
—¡Quédese
ahí! Por favor –supliqué.
—Por
lo que veo, no mucho.
Le
hubiera dicho, “te equivocas, ya no es el miedo a que seas un lobo. Es el
terror a faltar a la ética y besarte hasta desfallecer.”
En
ese instante la puerta se abrió y el olor a licántropo me invadió. El extraño
que entró comenzó a aplaudir.
—¡Bravo!
¡Estuviste genial!
—¿Qué
haces aquí? –el rostro de Fjellner palideció.
El
lobo se acercó sonriente pero yo diría que no estaba feliz.
—Vine
a buscarte. Podemos dar un paseo por Kirkenes.
—No
puedo. Además yo no doy paseos contigo.
—¡No
seas rencoroso! Tenemos que hablar.
—No,
no tenemos que hablar.
Miraba
a uno y a otro sin saber qué hacer.
Fjellner
fue por su camiseta y su bolso. El lobo me miró con dejo desagradable.
—¿Interrumpí
algo, vampiro? –preguntó cruzando los brazos a la altura del pecho.
—No,
soy su… su profesor de Geología.
—Oh…
—¡Qué
diablos te importa! Vete de una vez, no me iré contigo –caminó desafiante hacia
la puerta.
El
lobo lo cogió del brazo y lo acercó a él.
—Vamos,
no seas caprichoso. Sabes que mueres porque lo solucionemos.
—¡Suéltame!
Ya no me importas.
—¡No
te soltaré!
No
sé qué me ocurrió… Yo… solo enfurecí.
—¡Dijo
qué no se irá contigo! ¿Entiendes? –lo cogí de la chaqueta y lo lancé contra la
pared.
Se
irguió y me miró furioso.
—¡Qué
mierdas te metes!
—Vete,
¿no has escuchado? No se irá contigo. Esto es una Universidad, los jóvenes
tienen libertad y si es preciso llamaré a las autoridades.
Me
ignoró y se acercó a él. Fjellner no retrocedió, levantó la barbilla y lo miró
con desprecio.
—¿No
digas qué ahora te doy asco? ¿Recuerdas como te gustaba que te la metiera en la
boca?
Una
imagen fugaz de la escena entre ellos se cruzó… Mi sangre… Mis latidos… comenzaron
a alterarse. Como si la presión subiera en segundos.
Mi
puño cerrado golpeó el casillero cercano dejando la huella de mi golpe en la
chapa.
—¿Sabes
qué? Me arrepentí, no llamaré a las autoridades, te golpearé hasta que salgas
de aquí.
No
solo el lobo clavó el iris en la puerta abollada. Fjellner también. Parecía
sorprendido por mi fuerza. Era lógico, hasta ahora me había comportado como un
profesor educado y equilibrado. Pensé… ¡Entérate Fjellner esto también es parte
de ser vampiro!
—Esto
no quedará así –gruñó el idiota.
Alisó
su chaqueta y partió echando chispas.
Miré
a Fjellner. Su rostro estaba pálido, hasta parecía asustado.
—Saldré
con usted.
—No
se preocupe, mis hermanos han venido así que no me iré solo. Gracias.
—¿Está
seguro?
—Sí.
Gracias, de verdad… ¿No era qué temía a los lobos? ¿Qué fue lo que lo hizo
olvidarse y enfurecer?
—Me
voy.
Nos
miramos otra vez ante un silencio incómodo.
—Gracias.
—De
nada, cuídese –salí de allí a pasos agigantados.
Liz.
“Hola
Drank, ¿estás bien?” Ese es el único mensaje en la semana que había enviado a
mi amigo. No quería molestarlo o entorpecer su transición. Anouk me tenía al
tanto de su salud. La fiebre había disminuido y la irritabilidad de su carácter
parecía haberlo abandonado. Durante el día se sentía débil y por las noches era
como si recibiera una inyección de vitamina. Las noches y los lobos… ¿Cuántas
veces había dormido tras leer historias de hombres licántropos que luchaban
contra vampiros? Hoy, era parte de una de esas historias. Yo… vampiresa de un
linaje prestigioso. Él, lobo con la valiosa misión de proteger al alfa.
Me
acerqué a la ventana mientras la brisa nocturna que venía de la costa hacía
danzar las blancas cortinas de tul. Acaricié mi vientre al tiempo que mis ojos
se dirigían al oeste. Ante el silencio de la habitación y mi fino oído podía
escuchar el mar rompiendo en las rocas. Recordé aquella tarde que peleamos con
Drank. Él se había lanzado con parapente y corría con esa moto a gran velocidad
sin casco. Le recriminé porque no cuidaba su vida. Se enfadó. Creo que por el
rencor de no obtener mi amor. La frustración de amar sin ser amado. Ahora
estaba enamorado de otra hembra que le correspondía como merecía. Cerré los
ojos y la imagen de aquel bar donde encontré a Bernardo y Bianca en esa reunión
de amigos. Mi deseo de verme con Drank de esa forma. No quería perder a mi
amigo, quizás nunca le hubiera dado el espacio si él no me lo hacía ver.
Drank
necesitaba olvidarse de mí y para ello debía dejar de verlo. Un pedido
terriblemente injusto para mí. Así lo tomé hasta que Lenya hizo entrara en
razón. Entonces, poco a poco me alejé y aguardé en un rincón de su vida hasta
que fuera capaz de tenerme frente a frente sin que le doliera. El egoísmo es
una de los defectos que más cuesta reconocer porque siempre queremos encontrar
explicación a nuestros deseos. Para algunos lo que queremos siempre tiene más
valor, lo que ansiamos es impostergable. Sin embargo el cariño por el otro es
lo único que no hace ceder, aun a los más testarudos como yo.
Estaba
feliz de saberlo junto a Anouk. ¿Quién lo diría? Vampiresa soberbia e
irritante. Todos cambiamos por amor. No importaba la raza, humanos, lobos,
vampiros, El amor por una pareja o por un amigo seguía siendo el poder más grande
del mundo. Incluso más que el poder de un mar furioso.
Cerré
la ventana y me senté en la cama. Cogí el móvil de la mesa de luz, lo di vuelta
entre mis manos… De pronto se encendió. Era la alerta de un mensaje de
whatsapp. Drank…
Lo
abrí y leí preocupada.
“Hola
Liz. Tranquila, estoy bien.”
Contesté
rápido.
“Gracias
por el mensaje. Cuando puedas quisiera verte.”
Esperé
unos segundos. Y leí.
“Claro
cariño, hay una deuda que debo pagarte.”
Junté
las cejas, intrigada. ¿Una deuda?
Al
fin memoricé y supe a qué se refería. Sonreí.
“Pronto
nos veremos, cuídate.” Cerré el móvil y miré hacia la ventana. Murmuré…
—Cierto,
recuerda que me debes un abrazo.
Drank tenia miedo de que Anouk no quisiera un lobo y ella tenia miedo de que el no quisiera una vampiresa pero se siguen queriendo igual que antes o mas.No se como se lo tomara la familia de ella,la familia puede traer problemas.Me ha gustado mucho.Besos.
ResponderEliminar¡Hola Ramón! Muchas gracias por comentar.
EliminarDrank y Anouk se quieren no importa su raza, pero tienes razón el punto es, los Gólubev. Coincido contigo que por ahí pueden venir los problemas.
Me alegro mucho que te haya gustado. Gracias por acompañarme en esta loca imaginación. Beso grande y feliz semana para ti.
Me alegro que Drank este bien y que ahora e un lobito. Adoro su relación con Anouk. Son un linda pareja. Veamos como sigue la historia. Te mando un beso
ResponderEliminar¡Hola Citu! Muchas gracias por comentar.
EliminarA mí también me gusta mucho Anouk y Drank reo que es una pareja que promete emociones.
Tendrán dificultades pero se aman espero que triunfe el amor por sobre todas las cosas.
Un besazo grande y feliz semana!
Hola, Lou... Entiendo que Lenya estuviera nervioso, no era tarea sencilla contarle a Liz lo que le ha sucedido a Drank
ResponderEliminarMe ha encantado el encuentro entre Drank y Anouk... Anouk tiene razón... lobo o humano, sigue siendo Drank
Estoy convencida de que ambos lucharán por el amor que sienten y les une
Bueno, pues no sé qué decidirá la mayoría sobre el futuro de Louk
Chelle ha defendido muy bien a Mike frente a ese lobo estúpido
Bien, si Drank le debe un abrazo a la reina del mar, tendrá que dárselo... Creo que Drank y Liz podrán ser grandes amigos como lo son Bernardo y Bianca
Pues como siempre voy a felicitarte por otro excelente capítulo
Y espero que tu recuperación esté yendo bien... con la buena compañía de tus personajes, seguro que sí
Besos
¡Hola Mela! Muchas gracias por tu comentario. Voy a empezar por algo que me ha hecho reír. Cuando has mencionado a Kriger como lobo estúpido. ¿Y sabes qué? Me ha dado una gran alegría. No solo porque coincida absolutamente contigo, sino porque noté que los personajes los tienes en tu corazón. Y esa rabia genuina es la muestra. Gracias ante todo por querer a la saga de la forma que lo haces.
EliminarVoy a Drank y Anouk. Es muy bello que se hayan enamorado y se quieran. Anouk ha camniado mucho, ha dejado varias cosas atrás y creo que se merece el amor de Drank. Juntos podrán contra las dificultades.
No sé que decidirán sobre Louk, depende de un hecho y de que llegue a tiempo, ese hecho si lo sé. Y seguro te enterarás pronto.
El mar espera los paseos por la costa de su reina. Y su reina espera el abrazo de su amigo. Ojalá no nos hagan esperar.
Gracias nuevamente, tu comentario me anima en feos momentos. Aunque hoy por hoy ya estoy mejor.
Un beso grande amiga y feliz muy feliz semana para ti.
Douglas, hijo de Sebastien y Sabina. ¿Los posibles hijos de Drank y Anouk tendrán los mismos problemas?
ResponderEliminarBso
¡Hola Ignacio! Mi querido e inteligente amigo. Es un tema que se tratará en un tiempo. Yo tengo todo en mi cabeza pero como sabrás no puedo adelantar. Pero muy buena tu apreciación. Lo que sí ya sabemos es que un hijo de ambas razas tiene un defecto congénito. Eso es así. Veremos que pasa si Anouk y Drank tienen un bebé. Tal vez en ese tiempo habría una solución... No lo sé...
EliminarTe mando un beso grande, muchas gracias por leerme y comentar.
Feliz semana para ti!