El capi 30 trae una sorpresa aunque muchos ya la esperaban hace tiempo. Estoy segura. A mí en particular me ha gustado, y la parte que me pareció más emotiva es la de Anouk y Rose. Debe ser por el valor que le doy a la amistad.
Espero disfruten del capítulo. Los quiero mucho. Besos miles.
Capítulo 30.
Mañana trágica.
Bua.
Esa
mañana salí muy temprano de casa, alrededor de las siete. Iba a presentarme en
una entrevista de trabajo. Ahora la situación económica era diferente. Sin el
sueldo de mi padre, mi madre no podría afrontar los gastos generales del hogar.
Hauk y Mike colaboraban en la construcción de las cabañas pero no ganaban
demasiado, apenas costaban sus estudios. En cuanto a Kristoff, desde esa
extraña enfermedad que sufrió a los quince años, soportaba una parálisis de la
parte derecha del cuerpo. La realidad mostraba que por más que había puesto
ahínco en conseguir trabajo, la inoperancia de su brazo y la renguera de la
pierna provocaban que nadie lo empleara. Burnaby estaba exento de dar gasto. Él
ejercía en el hospital de Kirkenes desde que se había recibido de neurólogo.
Por semana él y su esposa Lily, traían víveres y se preocupaban que la heladera
estuviera repleta.
Al
salir al jardín, el sol débil de un otoño incipiente acariciaba mis mejillas
mitigando el aire fresco. Había desayunado con mi madre y Kristoff un suculento
emparedado de jamón y queso. Mike ya había salido hacia la Universidad. Desde
que había cortado con Kriger y se había mudado a casa no había querido
compartir reuniones en familia. Creo que eso lo afectó al morir papá. Sí, a
veces actuamos como si fuera el fin del mundo y nos sentimos desgraciados hasta
que nos ocurre un hecho peor. Entonces, caemos en la cuenta que aquello que nos
parecía terrible no se comparaba con la tragedia real de la muerte de un ser
querido.
Deseaba
que mi hermano saliera de esa depresión y soledad en la que estaba sumido. No
era que yo estuviera en un ideal de condiciones pero al menos contaba con la
fuerza de caer y levantarme.
Me
detuve junto al cantero levantando el cuello de mi chaqueta de jeans. De
pronto… lo vi.
No
podía ser. ¿Estaba soñando? Pero si el emparedado lo había saboreado, mis ojos
habían contemplado a mi madre levantando la mesa, y hasta había podido oler el
perfume a lavanda de Kristoff. ¿Era él en realidad?
Se
acercó apenas me vio salir. Lucía demacrado y triste. Yo diría que avergonzado.
Aunque su cuerpo musculoso infundado en el impecable traje lo mostraba como el
humano elegante y bello que era.
—¿Qué
haces aquí?
Asgard
se detuvo. Me miró a los ojos, dubitativo.
—Vine
porque te debo una disculpa.
Podía
haber largado la frase, “¿en serio” ¿Recién te acuerdas?” Sin embargo los
dichos de un corazón enamorado son previsibles. El hecho de tenerlo frente a ti
cuando crees que nunca lo verás, o que ya no escucharás su voz, tira abajo todo
estúpido orgullo y ego.
No
podía asegurar que no sentía una pizca de enojo, sí eso sí. Así que me acerqué
sin sonreír.
—Disculpas,
¿por qué?
—Tú
sabes, Bua.
—No,
no lo sé –mentí.
Tampoco
le iba a ser tan fácil las cosas.
—Yo…
—se acercó y bajó la vista—. Sé que estuve mal. No… te di la oportunidad que me
explicaras.
—Creo
habértelo explicado. No demasiados pormenores pero lo suficiente para que
conocieras la verdad.
—Okay…
No te creí. Sonaba todo tan… loco. Igual no es excusa. Debí creerte y luego
hacerte las preguntas pertinentes. Te pido perdón.
Mi
madre salió de la cabaña y lo vio. Sus cejas se juntaron con evidente
desagrado.
—Señor
Nilsen, ¿a qué debemos su extraordinaria visita?
—Mamá
–murmuré.
—Déjalo
Bua, es imperioso conocer el motivo que lo llevó a venir a verte, después de
tanto tiempo.
—No
fue mucho tiempo, mamá –hablé con un hilo de voz.
—¿Señor
Nilsen? ¿Contestará mi pregunta?
—Sí,
señora… ¿Podría pasar a su casa?
—No.
—¡Mamá!
—No
recibimos extraños en nuestro hogar. Lo escucho.
—Porque…
vine porque necesitaba pedirle perdón a Bua. La amo. Estoy enamorado de su
hija. Y…
—¿Y?
—Mamá,
creo que es una razón suficiente.
—Pues,
fíjate que no –mi madre se acercó uniendo el suéter a la altura del cuello. La
mañana estaba muy fresca—. Dígame si no le importa que Bua diga tonterías y sea
fantasiosa. ¿Se casaría con alguien que cree que es una loba?
La
miré curiosa. ¿A dónde quería llegar?
Él
no bajó la mirada, ni tampoco dudó.
—Bua
no dijo tonterías. Le creo todo lo que me dijo.
—¿Así
nomás? ¿Sin pruebas?
—No
me interesan las pruebas. Si Bua perdió la razón la acompañaré en su locura.
Seremos dos locos contra el mundo. Ella es el amor de mi vida.
—¿El
amor de su vida? Pienso que muchos usan la frase con demasiada liviandad.
—Yo
no. De hecho nunca la he usado hasta hoy.
—¿Por
qué creerle?
—Porque
estoy aquí, por ella. Y si no me permite entrar a su casa veré a Bua en la
puerta todas las veces que sea necesario. Si no puedo lograrlo en la Reserva
entonces vendré hasta el límite del territorio. La veré de todas formas.
—¿Cree
que se lo haremos fácil? Bua no tiene padre pero me tiene a mí y a cuatro
hermanos que la adoran.
Él
bajó la vista, pensativo, para luego mirarla a los ojos.
—Señora,
con todo el respeto que me merece, me he enfrentado a rivales más peligrosos
que una madre protectora y cuatro hermanos celosos.
—No
le darán al niño si no se casa con Bua, ¿es eso?
—¡No!
De hecho… Elvis se fue de Noruega con sus padres adoptivos. Ya lo perdí.
Mi
madre lo observó por unos segundos interminables. Después se dirigió a mí.
—¿Y
tú? ¿Querrás compartir tu vida con este suicida que te cree cualquier cosa que
digas?
Sonreí.
—Sí.
—Bueno…
Estará a prueba, señor Nilsen. Un paso en falso que haga sufrir a Bua y lo
perseguiré hasta el fin del mundo.
De
pronto un griterío se escuchó desde las cabañas cercanas. Mis ojos se
dirigieron hacia donde parecía provenir la pelea. Mi corazón comenzó a latir
fuerte, la respiración se volvió agitada. Y grité…
—¡Draank!
¡Draaank!
Anouk.
Caminé
por el sendero del parque tratando de percibir todos los elementos de la
naturaleza que me rodeaban. El perfume de la resina de los pinos, la vista de
las flores coloridas que había plantado Charles al comienzo de la temporada. El
aire fresco de un amanecer inminente. El sonido de los pájaros que despertaban
en los nidos. Y el gusto… no… ese era totalmente mío. Aún tenía en mi boca el
sabor del café y los besos de Drank.
Cuando
abrió los ojos esta mañana, me buscó con la mirada. Yo no había dormido, no
tenía sueño. Pero si lo hubiera tenido creo que igual me hubiera quedado
observándolo dormir. Las sábanas cubriendo apenas la cintura, su pecho subiendo
y bajando al ritmo de la respiración humana. Ese ombligo perfecto. El rostro
iluminado por la luna inclinado hacia mí. Los labios entreabiertos. El cabello
desordenado. Una de sus manos sobre mi pierna, la otra descansaba en su
abdomen.
En
segundos sonrió y giró atrapándome bajo su cuerpo. Mis dedos acariciaron sus
labios lentamente. Inclinó el rostro y me besó. Él… sabía besar con todo el
cuerpo. Sentía su entrega. Convencida de que me pertenecía, esa mañana me animé
a mucho más. Mi boca lo recorrió por completo, de pies a cabeza. Sus puños
cerrados en la almohada dejando escapar esa sinfonía de gemidos por mi culpa.
Hay un placer mucho mayor que el propio, el del ser amado.
El
sabor de su piel impregnó mis papilas gustativas e invadió cada célula. Supe
que lo reconocería con los ojos cerrados y aun dormida, por el resto de mi
vida.
Volví
al presente, me detuve para ver la fachada antes de subir los tres escalones
que me separaban de la puerta. Partí siendo una hembra insegura y atormentada
por mi falta de experiencia. Ahora, había renacido en los brazos de un macho
que se había adueñado de mi corazón.
Entendía
por fin que la espera había valido la pena. Porque no hubiera sido lo mismo
tener sexo con cualquiera para escapar de la virginidad. Entendía el verdadero
significado de la entrega. Siempre había visto a mis padres convivir con ese
amor que se tenían. Pero jamás los había observado con detenimiento. Porque de
ser así, no hubiera aspirado a ser amante de cualquiera, no… Hubiera perseguido
esa pasión de eternos enamorados. Esa, que me encontró de casualidad. Agradecía
a mi padre la quita de los abundantes recursos que me llovían sin esforzarme.
Así comencé mi vida en Kirkenes, mi primer trabajo con Sebastien, la ganancia
por mi propio mérito, y poco a poco el aprendizaje de uno de los valores más
grandes que nos regala la vida, la amistad.
Avancé
hasta la puerta y la abrí. La sala se veía solitaria y silenciosa. Mis ojos se
clavaron en el sofá… Allí, tiempo atrás, me sentaba rodeada de mi familia y los
Craig. Svetlana, con Milenka recién nacida queriendo ganar el amor de Anthony.
Según yo, un sirviente. Sonreí…
La
voz de Scarlet llegó a mi memoria…
“Voy
a la reserva por leña, Anouk. ¿Quieres acompañarme?”
Y
yo… buscando algo acorde para ponerme porque iba a una reserva de lobos. Mis
ojos se humedecieron.
Esa
tarde, esa tarde lo vi por primera vez. Su iris azul que ni siquiera deseaba
enfocarme por casualidad. Su gesto de fastidio ante mi presencia. El rostro
atónito por el llanto de mi tacón roto.
Mi
frase cuando Scarlet sugirió que era hermoso… “Es un humano, Scarlet.”
Pasó
el tiempo y algo desconocido fue ganando mis pensamientos. El miedo… Miedo de
que no se fijara en mí, miedo que le causara rechazo, y miedo de un nombre…
Liz. Ella que había sido su novia hermosa y sencilla como era él. Esa amante
experimentada que estaba tan lejos de ser.
¿Y
aquella tarde en la tienda? Caí arrollada por la cortina con mi sostén y él que
no sabía qué hacer. Sonreí otra vez recordando. Al final, sí que sabía que
hacer conmigo…
Otra
vez sentirlo como si estuviera aquí. Su aroma excitante, la piel sedosa con
algunas pecas salpicadas en la espalda. Y esa boca… perfecta y sabia.
De
pronto sentí ruido en el pasillo. Levanté la vista y la vi con su cabello
pelirrojo. Avanzaba despacio arrastrando la mano por la baranda con los ojos
puestos en mí. En silencio se detuvo en el último peldaño. No me dijo nada ni
yo a ella. Pero la comisura de sus labios fue arqueándose en una sonrisa
cómplice.
Di
algunos pasos hacia la escalera sin dejar de mirarla.
Entonces…
bajó corriendo y me abrazó.
Rose…
mi gran amiga. Y solo murmuré, “gracias”.
Mike.
Cuando
llegué a la Universidad la mañana estaba fresca y parecía que el sol nos
acompañaría toda la jornada, sin embargo en poco tiempo el viento cambió y
trajo unas nubes renegridas que desataron la lluvia en menos de una hora.
La
tormenta se escuchaba aun con los sonidos cotidianos del aula. Dos ventanas
grandes daban a los fondos de la Universidad. Al final, un día gris y lluvioso
como tantos otros. El final del verano se anunciaba, se notaba el aire fresco
por las mañanas y al finalizar la tarde.
El
salón olía a un ligero aroma a humedad y a madera lustrada. Habíamos juntado de
a tres mesas para armar equipos. Un trabajo práctico que debía estar terminado
antes de que sonara el timbre de clase. Birmhan y Naty había buscado material
en el libro y Stephy escribía los datos que le parecían importantes. Me había
tocado la acción de redactar cuando el resto hubiera finalizado la
investigación. Mientras simulaba escuchar a mis compañeros el intercambio de
ideas, observaba a través de los cristales diminutos ríos que se deslizaban
hasta morir en la canaleta del marco.
Cuando
era pequeño, en mi hogar, y no llegaba a la altura de la ventana, solía ponerme
en punta de pie y me esforzaba por llegar a los cristales. A mi padre le
divertía verme hasta que notaba mi angustia por no lograrlo. Me preguntaba,
“¿qué quieres ver Mike? Es solo lluvia.” Entonces me alzaba con sus manos
fuertes y podía admirar el retazo de bosque empapado frente a casa y las
ardillas que corrían a su madriguera.
Ahora
soy adulto y alcanzo esa ventana que me parecía inalcanzable. Pero ya no tengo
el mismo interés. Quizás porque lo que conseguimos lograr después no nos parece
tan extraordinario, o porque ya no está él.
La
congoja me ganó y un nudo apretó mi garganta.
—Mike
–murmuró Birmhan.
Seguramente
habría notado mi tristeza.
—Lo
siento, ya regreso.
Me
puse de pie y recorrí el pasillo entre los bancos, apresurado. Ovensen levantó
la cabeza de sus apuntes sobre el escritorio y me siguió con la mirada.
Salí
del aula y avancé hasta encontrar la puerta que daba al patio. La abrí y me
ubiqué bajó el alero que daba al parque. Llovía torrencial. No había nadie
alrededor. Todos los alumnos estaban en clase. Me largué a llorar con la
esperanza que el dolor de mi pecho se aliviara. ¿Por qué me había quedado sin
mi padre? ¿Por qué salió ese día y encontró la muerte en manos de esa vampiresa
asesina? ¿Si lo hubiera acompañado?
—¿Se
siente bien?
Giré
la cabeza y vi al profesor. Se lo notaba preocupado. Definitivamente terminaría
reconociendo que era excelente docente. Para Ovensen no eras un número más.
—Sí…
Estoy bien.
—¿Puedo
ayudarlo en algo?
—No,
gracias –desvié la vista al parque y sequé mis lágrimas—. Regreso en unos
minutos.
—Tómese
el tiempo que quiera.
Lo
miré e hizo además de retirarse.
—Mi
padre murió hace poco tiempo –lo largué sin pensar.
Se
detuvo y me contempló serio.
—Entiendo.
Lo siento.
Sacudí
la cabeza negando.
—No,
no entiende. La ausencia no puede explicarse si uno no ha vivido algo parecido.
—Mis
padres murieron –su iris entre el lila y el azul brillaron combinando con el
aura violeta que lo rodeaba.
Me
sorprendió.
—También
lo siento –contesté.
Se
acercó y dejé que se acercara. Observó el parque como si tratara de recordar
algún hecho.
—Mis
padres, mi hermano, mi pareja. Así que de ausencias… puedo darle cátedra.
—¿Un
accidente?
—No,
pero no quiero hablar de ello.
Asentí
y volví a secar los restos de lágrimas.
—A
veces creo que no podré con el dolor.
Sonrió
con tristeza. Tenía una hermosa sonrisa aunque no fuera de felicidad. Un
hoyuelo como el mío se marcaba en la mejilla.
—Podrá,
créame que podrá. Sin embargo llorar es bueno. Nos alivia.
Recosté
la espalda a la pared con las manos en los bolsillos.
—Tengo
miedo de que alguna vez olvide su voz.
—Eso
es lo que no debe nunca permitir. Porque el día que lo haga, esa será la
verdadera muerte –exhaló el aire de los pulmones—. Mejor regreso, antes que
escapen todos de la clase.
Sonreí.
Lo
vi marcharse. Era alto y fuerte. Su cuerpo armonioso bajo esas camisas
impecables que siempre usaba. Sus zapatos lustrados. Ademanes educados y
palabras adecuadas. Una pena no fuera lobo. Era el típico macho perfecto del
que todos se enamoran. Pero era un vampiro…
Regresé
a la clase en un par de minutos. No deseaba dejar a mis compañeros con todo el
trabajo. Sí, a veces volvía esa responsabilidad que siempre me había
caracterizado.
—Mike
–dijo Katy—, ya terminamos. ¿Crees que podrás pasarlo en limpio y redactarlo en
quince minutos?
—Claro,
pásenme los apuntes.
Cogí
la lapicera y quité un par de hojas, leí los párrafos y fui corrigiendo algunos
detalles. Katy y Stephany comenzaron a hablar en voz baja sobre la salida del
fin de semana. Birmhan se acercó a mi oído.
—Oye…
¿qué ocurrió afuera con el profesor?
—Nada,
estaba triste y hablamos sobre mi padre.
—Ah…
Oye…
—¿Qué?
—Cuando
entraste y volviste a tu asiento, te miró.
—¿Qué
hay de malo? Querría ver si estaba bien.
—Nooo,
te miroooo –abrió los ojos y movió las cejas.
—Calla,
Birmhan, nada de eso.
—Te
digo qué sí. Te miró con otros ojos.
—Tú
ves gente que se gusta en todas partes. Debiste ser uno de esos locutores de
programas de corazones que se unen.
—No
lo invento, Mike. Te miró como si le gustaras. ¿Quién te dice? A mí me gustan
las chicas pero reconozco que es un galán. ¿Te atrae?
—Calla
de una vez, déjame terminar esto. Hay que entregarlo en instantes.
—Okay…
Okay… No digas que no te avisé. ¿Quieres apostar?
—Ni
se te ocurra.
Douglas.
Aceleré
la moto al dejar atrás la última curva. El sendero se hizo más angosto y la
espesa arboleda a la vera del camino me escoltó hasta la entrada de la reserva.
Bajé la velocidad solo por disfrutar el tramo final del monte.
Marin
y yo habíamos hecho la mudanza a la pequeña cabaña que nos había ofrecido
Bernardo y mi madre. Aún no nos habíamos instalado, este sería el primer día.
Mañana comenzaría a trabajar con los lobos en la reconstrucción de un par de
cabañas deterioradas, y Marin tendría que viajar de lunes a viernes para entrar
al hospital. A ella no le importaba, me aseguró que me seguiría donde fuera
mientras estuviéramos juntos.
A
mí… bueno, algo me enfadada tener que abandonar la ciudad y que un futuro
empleo al lado de mi padre hubiera quedado en la nada. Todo por Ekaterina…
No
entendía porque mi padre se había encaprichado en que trabajáramos juntos con
lo que odiaba esa vampiresa. Es que no le encontraba explicación coherente.
¡Menos mal decía que me adoraba! Quizás cuando se me fuera el enfado lo
visitaría, por el momento era tanta mi rabia que no deseaba ni escuchar su voz.
Hice
memoria si al abandonar la habitación del hotel no habría dejado alguna
pertenencia. Marin terminaría la jornada y vendría directo para la reserva así
que puse en mi mochila los documentos y algunos pequeños objetos que habían
quedado para lo último. Cuando dejé a mi chica en el hospital le di un beso
apasionado y arranqué la moto rumbo a nuestro nuevo hogar.
El
aire cortaba mi rostro por la velocidad así que fui reduciéndola hasta ser
capaz de contemplar la vegetación de alrededor. A mi paso, tres renos se escondieron
entre el follaje y una ardilla trepó a la copa de un pino enano. Bajé la
velocidad aún más… El aroma a lilas
silvestres se hizo más fuerte. La madera, la resina, los frutos maduros de un
verano que se despedía. Detuve la moto. Me quedé inmóvil tratando de escuchar y
oler aquello que parecía que distinguía desde siempre. ¿Desde siempre? No…
Porque no había vivido nunca aquí. Sin embargo, todo me era familiar. ¿Un deja
vu?
El
trinar de los pájaros… Conocía todo aquello.
¿Por qué asimilaba como mío aquello que olía y escuchaba y no los renos
o la ardilla? ¿Por qué lo que veía no compartía la misma sensación en mí?
De
pronto entendí… Nací en este bosque. Siendo un recién nacido me acogió en su
seno. Pero era ciego. El oído y el olfato es lo que había quedado grabado en la
memoria. Aunque fuera por poco tiempo.
Me
hubiera quedado horas en el mismo sitio percibiendo la agradable sensación de
recuperar el primer instante al nacer. Pero ella… avanzaba por el camino hacia
mí desde la reserva. Se detuvo al verme y sonrió.
—Sabía
que vendrías. Marin me lo dijo. Bienvenido.
Observé
esa figura esbelta y su rostro tan bello. Como si fuera la reina del bosque.
Era una reina. Una reina loba.
Sonreí.
—Gracias
mamá.
Chelle.
Entré
al salón de profesores a la hora señalada. La puntualidad era mi virtud. Odiaba
que me hicieran esperar así que suponía que mi obsesión venía de no hacer
sufrir al otro la frustración de la pérdida de tiempo.
Saludé
con un “buenas noches” en general. Aunque mi mirada fue dirigida a dos o tres
que ya conocía por conversar en los intervalos de clase. Arthur, profesor de
Literatura. Kristen, profesora de Lenguaje Ruso. Y Lassen, profesor de
Anatomía.
La
Rectora llegó dos minutos después que yo. Cogió asiento en una de las sillas
tapizadas en cuero, como si fuera una más de los profesores. Parecía ser una
señora para nada altanera y egocéntrica, a pesar que sus diversos y destacados
títulos la habían llevado al puesto que ejercía en la Universidad.
De
inmediato se hizo silencio y ella sonrió a todos.
—Buenas
tardes a todos. Esta reunión es para tener la oportunidad de conocernos mejor.
Tengo el absoluto convencimiento que juntos podemos lograr que nuestra
institución llegue a ser una de las más prestigiosas de Noruega. Ustedes se preguntarán
porque he citado a docentes de tercer año. Pues, creo que es un año crucial
para el alumno que cursa. Muchas carreras se ramifican y deberán elegir a qué
dedicarse con vocación. Pienso… que los profesores somos quienes tenemos el
deber de guiar a nuestros jóvenes en caso de que se percaten de alguna duda.
¿Están de acuerdo?
El
asentimiento fue general, y continuó.
—Un
alumno que no sepa que es lo que desea verdaderamente, nos hará perder tiempo a
nosotros y a él mismo. Por eso, es importante que se interioricen en lo que
aspiran. No es descabellado que no tengan idea que carrera seguir aun cursado
el tercer año. Más de uno nos ha ocurrido. No por ello hemos sido inmaduros o
desinteresados. ¿Algo que acotar?
—Disculpe
–interrumpió Artur—, con las alumnas no he tenido ningún problema, participan
en clase y puede notarse el gusto por la Literatura. El caso de los chicos es
diferente. Salvo dos alumnos el resto molesta en el aula. ¿Podría hacerse algo
al respecto?
—Bueno…
No está en mis planes quitar la Literatura porque a los hombres nos les llame
tanto la atención. Yo diría que casi es normal a esa edad. Pero puedo sugerirle
que modifique el modo de dar las lecciones. ¿Lo ha pensado?
—No.
—Inténtelo.
—Señora
Rectora, ¿puedo exponer un caso particular? –dijo Lassen
—Por
supuesto, si viene al tema.
—Tengo
a cargo un grupo muy exigente, se nota que les trae curiosidad la medicina,
pero hay tres alumnos que no han asistido demasiado. Tienen muchos ausentes. No
deseo tenerlos en la lista. Si no asisten es que no deben tener interés.
Solicito que la vacante quede libre.
—Pero
estamos a mitad del cuatrimestre, Lassen –protestó Kristen—. Es una pena
dejarlos afuera. Podrías exigirles más pero no quitarlos de la lista.
Pensé
en Fjellner…
—Estoy
de acuerdo –agregué.
—Sin
embargo es de mi clase que estoy hablando. Ustedes pueden hacer lo que quieran.
Y la pregunta fue para la señora Rectora.
La
Rectora lo observó unos segundos mientras él acomodaba sus gafas de aumento.
—Profesor,
no tiene porque dirigirse a sus colegas como si lo atacaran. Están dando una
opinión y en tal caso, coincido. Estamos a mitad de un cuatrimestre. Por ahora,
déjelos cursar en Anatomía. Es una materia obligatoria así que deberán rendirla
si desean pasar a cuarto año.
—Sería
muy fácil para mí hacerlos recursar, estoy seguro que no saben nada.
—En
eso coincido con usted.
—¿Qué
los haga recursar?
—No,
que es más fácil el camino que está optando. Lo difícil para un docente es que
su clase gane interés y levante las notas o quiera asistir. Me refiero a querer
asistir porque usted da por hecho que los ausentes son porque les da la real
gana. ¿Podría asegurarlo?
—No.
Es intuición de docente.
—Ya
veo… Yo que usted, si me permite aconsejarlo, guardaría mi intuición y me
basaría en hechos. Por ejemplo, ¿qué notas tienen los alumnos de los que habla?
—No
recuerdo en este momento.
—Bien…
Piénselo entonces.
—Si
se trata de Fjellner es brillante en mi materia, Química –interrumpió una
profesora—. No ha asistido por problemas personales estoy segura. Deberías
darle la oportunidad.
—Es
un chico problemático –protestó—. No tengo porqué aguantarlo.
—Tú
porque odias los gay –se exaltó la profesora.
—¡No
me acuses sin saber nada de mí!
—Se
nota a simple vista tu aversión.
—¡Profesores!
¡La reunión no tiene ese fin, por favor! Enfoquémonos a lo que hemos venido
–enfureció la Rectora.
En
ese instante, algo dentro de mí ocurrió. Saber que alguien quería perjudicar a
Fjellner por el hecho de su inclinación sexual, me entristeció. No diría que el
motivo era mi sexualidad, al igual que él. Sino algo más… No deseaba que lo
humillaran o lo destrataran. Sobre todo después que me había dicho de la muerte
de su padre. Tampoco era lástima hacia Fjellner, yo diría que justicia. Era
excelente alumno pasando por un mal momento. Cierto que a veces era
insoportable, okay… la mayoría de las veces. Sin embargo no se merecía
recursar.
Cuando
la reunión finalizó miré mi reloj pulsera. Faltaba media hora para que Charles
llegara a la plaza como hacía la mayoría de las veces, así que acepté beber un
café con algunos de los profesores.
Bernardo.
Mientras
leía parte del Libro de los Lobos, comencé el desayuno. Me puse de pie y cogí
mi suéter del sofá. El otoño nos pisaba los talones y anunciaba su pronta
llegada con la brisa fresca de la mañana. Me asomé a la puerta de la habitación
de mi niña y sonreí. Sabina no estaba, había ido a recibir a Douglas a la
entrada del bosque. Sentada en la cama, Gloria aún vestía su pijama.
—¿Mi
princesa está remolona hoy?
Gloria
no contestó pero me miró a los ojos, suplicante.
—Vamos
cariño. Te esperan tus compañeros para aprender y jugar.
—No
quiero ir.
—Gloria
–me acerqué y me senté en la cama—, nos queda media hora de viaje a Kirkenes,
no querrás llegar tarde.
—No
quiero ir papá Bernardo.
—¿Por
qué? ¿Te sientes mal? Llamaremos al doctor. ¿Qué sientes?
—Siento
que no tengo que ir hoy a clase.
Reí.
—Yo
también siento que no tengo que ir a trabajar, pero hay que ir. Es nuestra
responsabilidad.
—La
reserva también es mi responsabilidad.
La
quedé mirando por unos segundos.
—Lo
sé, pero eres una niña que debe ir al colegio y aprender.
—Lo
de hoy es más urgente.
—¿Qué
es lo hoy, Gloria? –me preocupé.
—Lo
que ocurrirá no debía ser así. Louk tenía una misión, pero no así.
—¿De
qué hablas Gloria? Por favor, sé más clara.
—El
mal está en la Reserva y torció todo. El lobo blanco y yo estamos preocupados.
—Pues
ahora lo estoy yo también. ¿Quieres contarme? Puedo evitarlo.
—No,
no lo evitarás. El objetivo debe cumplirse de cualquier forma. Solo que me
asusta que sea así.
—Gloria
–pasé las manos por mi cabeza—, ¿qué objetivo? ¿De qué mal hablas que ha
torcido los hechos?
—Louk
debía hacerlo pero no así.
—¿Qué
objetivo, Gloria?
—Debo
completar mi guardia.
—Tu…
guardia… —Me puse de pie de un salto—. Iré hablar con Louk.
En
ese instante que pisé la sala y mi mano se posó en el picaporte de la puerta,
escuché unos gritos. Una pelea…
Salí
corriendo todo lo que daban mis fuerzas. La pelea era próxima a la cabaña de
Drank. Lo que vi… fue un cuadro aterrador.
Drank.
Aceleré
mi moto una vez más en la última curva. Me había retrasado por mi amigo Sami y
debía estar en estos momentos en la obra en construcción. Podía haberme
dirigido directamente a reunirme con mis compañeros pero recordé que por
dedicarme a despedir a Anouk había dejado herramientas que necesitaría.
Cuando
faltaba unos cincuenta metros para mi cabaña, vi a Louk salir de ella.
Evidentemente
había olvidado cerrar con llave, aunque no me preocupaba. Nadie robaba lo ajeno
en la Reserva.
Frené
la moto y la estacioné al tiempo que Louk avanzaba hacia mí… furioso. ¿Furioso?
—Ey,
¿ocurre algo?
—¡Maldito
bastardo!
Creí
que estaba bromeando por salir tarde a trabajar, pero su tono agresivo y su
rostro lleno de ira comenzó a preocuparme.
—¿Qué
te ocurre? ¿Estás loco?
—¿Loco
yo? –se detuvo y me señaló—. ¡Loco estás tú por meterte conmigo, humano!
La
palabra humano no me hubiera dado escalofrío si hubiera sido otra la situación.
Sin embargo sonó claramente despectiva. Y viniendo de Louk era increíble.
Estaba furioso, ¿pero por qué?
—¿Qué
te hecho? Dímelo en la cara –di tres pasos.
—¡Eres
un traidor!
—¿Traidor?
¿De qué hablas, idiota? Soy tu amigo.
—¡Eso
dijiste! ¡Qué eras mi amigo! ¡Y te creí, traidor! Me tomaste por imbécil.
¡Claro! No sé leer.
—¡Explícate
de una vez! –Patee la moto que cayó al costado—. ¡Estás haciéndome enfurecer!
—¡Hipócrita!
Te acostaste con mi chica, ¿y me dices que estás furioso? ¡Te romperé la cara!
—¿Qué
mierda estás diciendo? ¡No puedes acusarme de algo así!
Su
mano hecha un puño mostró lo que encerraba. Parecían bragas o algo así.
—Son
de July, no pueden engañarme. Se las regalé en nuestro aniversario, ¿y sabes
qué? ¡Estaban en tu sofá! ¿Cómo explicas eso humano traidor?
—¡Deja
de llamarme traidor, no sé de dónde sacaste eso pero no me acuses de mal amigo
porque no lo soy!
—Tratas
de convencer al tonto de Louk, ¿verdad?
—¿Crees
eso de mí, maldito lobo?
Sabía
que el sustantivo con ese adjetivo no le iba a caer bien. Pero estaba muy
enojado. No tenía derecho. Ni siquiera se me cruzó la curiosidad por las bragas
de July en mi sofá. Sentía tanta rabia por la acusación injusta.
Apenas
escuchó “maldito lobo” se abalanzó hacia mí y la trompada que recibí me mandó a
los pies del pino cercano.
Levanté
la cabeza y todo me dio vueltas. Aun así me incorporé apoyado en la corteza y
grité.
—¿Crees
qué te tengo miedo? Ven, ¡no me iré como cobarde!
—¿Encima,
me enfrentas? ¡Eres un suicida!
—¡Me
defenderé porque lo merezco! ¡No me tratarás de traidor!
Avancé
hasta él y creo que la segunda trompada me dejó atontado, pero esta vez me
defendí. Comencé a darle golpes como pude y por supuesto, también recibí.
Hubiera sido una pelea como otras entre dos machos enfurecidos. Pero yo era
humano y él era un lobo así que opté por alguna estrategia para al menos
inmovilizarlo.
Cuando
quiso sujetarme mi rodilla fue con fuerza a sus testículos y aulló de dolor.
Sus ojos se volvieron más amarillos, casi dorados. Un par de colmillos filosos
sobresalieron de la boca y sus manos crispadas por la rabia me atraparon contra
su cuerpo. No podía zafar de su agarre, no podía defenderme, así que abrí mi
boca para largar la bronca que salía de mi pecho.
—¡Imbécil!
¡Solo tienes la fuerza y dos malditas neuronas!
Oh
oh…
Me
dio un cabezazo que casi parte mi cabeza. Rodamos por el piso y me atrapó
debajo de su cuerpo. Era imposible apartarlo por más que me desesperaba por
zafar. Hasta que él tapó mi rostro con la mano. No sé si su intención era
ahogarme pero me defendí. Mis dientes se clavaron en la piel mordiendo con
fuerza. Louk se retiró dolorido y el aire captó el chasquido de su dentadura.
Filosa, perfecta depredadora, peligrosa…
Entonces
creo que todo se fue de control para él. Un sonido gutural salió de su
garganta, bajó la mirada ardiente hacia mí… y me mordió.
Tim.
Salimos
con Carl corriendo ladera abajo hacia la cabaña de Drank, donde provenían los
gritos. La carga de quesos quedó tirada a un lado de la furgoneta por el apuro
de llegar a tiempo a la pelea. Drank y Louk, amigos. ¿Por qué peleaban así?
¿Qué había ocurrido?
Apenas
llegamos intentamos separarlos aunque fue imposible, de hecho Carl recibió un
puñetazo de Louk y yo un empujón que apenas sirvió para apartarlo de Drank
cinco segundos. Vi a Bua corriendo gritando “¡Drank!” con desesperación. Es que
todos sabíamos que el más perjudicado y en desigualdad de condiciones frente a
Louk era el humano. Aun así trataba de defenderse con todo su ser.
Bernardo
llegó agitado y lo primero que hizo junto con Carl fue retener a Louk por la
fuerza y quitarlo de encima de Drank. Yo aparté al humano y Bua llegó para
ayudarme. Lo logramos. Arrastramos a Drank hasta un extremo fuera del alcance
de la furia de su amigo. Fue en ese instante que noté que ya no se resistía. Su
cuerpo dio un temblor y se desvaneció. Traté de hacerlo reaccionar levantando
un poco la cabeza. Sus ojos se cerraron lentamente y alcanzó a balbucear, “me
mordió”. ¿Qué? Me paralicé. ¿Qué había dicho?
Su
mano temblorosa se apoyó al costado de su abdomen. Entonces vi la sangre
manchar su ropa.
Bua
se puso de pie horrorizada. Tapó su boca con la mano y comenzó a sollozar
asustada.
—¡Carajo!
¡Drank! ¡No dejes de hablarme, no te duermas!
Lo
cogí en brazos y lo llevé a su cabaña. Bua me siguió. Lo acosté en el sofá con
un almohadón bajo la cabeza. Estaba pálido, susurraba cosas sin sentido.
Arranqué la ropa y vi la mordedura de Louk. No podía ser… No podía ser… Mierda…
—¡Necesitamos
a Burnaby! ¡Es urgente! ¡Bua, dile a tu hermano que venga!
Bua
salió corriendo mientras su madre y un extraño la seguían hasta su casa.
Bernardo
y Carl se llevaron a Louk a la cabaña. Gritaba y lloraba como un chico. Había
varios de los nuestros que habían llegado al lugar. Nadie entendía nada. Yo
tampoco. ¿Cómo se había iniciado está horrible pelea? Louk conocía al dedillo
la prohibición, ¿por qué había roto la principal regla? ¿Qué había dicho o
hecho Drank?
De
pronto vi a Gloria a lo lejos. En el jardín de la cabaña. La miré y me miró con
cara de asustada. Después estalló en llanto y se encerró en su hogar.
Entré
para asistir a Drank. Había perdido el conocimiento, su piel hervía. La sangre
cesó de salir y un cascarón oscuro de coágulos se formó en la perfecta
circunferencia de la carne. Parecía profunda. Podía notarse dos hendiduras en
la herida. Eran los colmillos de Louk… Cielos… Pobre Drank. Y pobre Louk… Sabía
lo que les esperaba a uno y a otro. No sabría decir qué sería lo peor. Si ser
un lobo cuando nunca lo deseaste o se echado de la Reserva.
Asgard.
Seguí
rápidamente a Bua y a su madre hasta el lugar donde aparentemente parecía ser
la pelea. Al llegar nada pareció fuera de lo común que dos hombres luchando e
insultándose. En particular Bua se la veía angustiada por uno de ellos. Vi como
intentaba ayudar junto a dos o tres hombres. Tenían mucha fuerza sobre todo uno
de ellos. Era muy alto y robusto. Quise acercarme para colaborar pero la madre
de Bua me detuvo.
—Quédese
donde está, por favor.
También
se la veía preocupada. Así que hice caso a pesar mío ya que no deseaba dar más
problemas.
Era
imperioso que los hombres que se habían acercado pudieran separarlos. Había
sido testigo de peleas a trompadas entre abogados en Tribunales, inclusive
entre clientes opositores, pero nunca de la intensidad de esa lucha. Se
acusaban entre otras cosas de traidor, de ignorante, y no sé qué más.
Dios
mío, pensé que todo acabaría con la policía y una ambulancia. Sin embargo la
causa del final de la riña fue algo que nunca imaginé ver. Uno de ellos cambió
el color de ojos. Estaba encolerizado. Abrí la boca por el asombro, jamás había
contemplado iris dorados, mucho menos colmillos… Colmillos… Era una especie de
fiera. Entonces me eché atrás. Caminé retrocediendo hasta que mi espalda dio
con un tronco y ahí me quedé inmóvil. Recordé a Bua… Soy una loba, mi familia
pertenece a una raza diferente a la humana…
Dios…
Ahora cualquier resabio de duda se había disipado. Bua no estaba loca como
afirmó su madre. Solo se arrepintió que ella hubiera confiado el secreto.
Cielos… ¿Estaba soñando?
Un
hombre de cabello rubio alzó al herido y lo llevó al interior de una cabaña,
Bua lo siguió. Fueron acercándose muchas personas. ¿Todos eran lobos? Yo era un
perfecto intruso sin embargo ninguno prestó atención a mi presencia. Incluso hablaban entre sí sobre el hecho.
—Esto
es muy malo.
—Sí,
¿qué pasó con Louk? Sabe la prohibición. ¿Qué diablos ocurrió?
De
pronto Bua salió de la cabaña corriendo y la seguí.
—¡Bua,
espera!
Ella
se giró para verme y solo gritó.
—¡Sígueme,
hay que buscar a mi hermano!
—¡Tengo
el coche cerca!
Así
partimos. Yo conduje en silencio y ella sollozaba. Al coger la ruta traté de
calmarla.
—No
llores, todo saldrá bien. ¿El herido es tu amigo?
—Sí,
pobre Drank. No sé que pudo haber pasado con Louk.
—Ya
te enterarás, ahora iremos al hospital por un médico.
—No
iremos al hospital. Buscaremos a mi hermano. Está en su casa, es su día libre.
—¿Tu
hermano?
—Es
doctor. Por favor, apresúrate.
—¿No
es mejor que llamemos la ambulancia?
—No
–me miró—. No puede asistirlo cualquiera. ¿Entiendes?
La
miré…
—Sí…
Entiendo.
Me alegro que estés mejor. Me dejaste intrigada con lo que le pasa Drank te mando un beso
ResponderEliminarHola Citu! Gracias por comentar. Lo que ha pasado es que Louk mordió a Drank. Veremos como sigue su vida en la Reserva. Besotes miles y gracias por preocuparte.
EliminarHolaaaa preciosura!!!! Cuídate muuuchoooo, mímate muuuuchoooo, quiérete muuuchooooo!!!! Me super-alegra que todo haya ido bien!!!!
ResponderEliminarAnda con Louk, se ha pasado y muuchoooo. Qué palizón le ha dado al pobre Drank!!! Me da que vamos a tener un nuevo lobo en la reserva.
El capi es genial!!!!
Besoteeeesssss!!!!
¡Hola mi solcito! Gracias por tus buenos deseos y por comentar.
EliminarLouk se ha pasado y ahora enfrentará las consecuencias. Habrá que leer el Libro de los Lobos y ver si hay alguna solución. Drank, el cuarto guardián que esperaba Gloria.
Muchas gracias cielo, besotes miles.
Querida Lou... Merche ya me comunicó que te habían operado de la vesícula... ya sabes que es chivata ;-)
ResponderEliminar¡Dichosas vesículas! Sé de personas que también han tenido problemas y también se las han extraído... Todas se han recuperado bien... estoy segura que tú también
Asgard es un caballero y, como tal, se ha comportado... Sus disculpas han llegado antes de que tuviera muy claro que Bua ni está loca ni le ha mentido... Quiero decir que después de la pelea de Louk y Drank, creo que Asgard ya no puede albergar ninguna duda sobre lo que le confesó Bua
Supongo que Anouk se disgustará bastante cuando sepa lo ocurrido
También supongo que Louk se va a sentir muy mal por lo que ha hecho
Me impresiona mucho Mike... quizás porque lo entiendo demasiado bien... No es sencillo superar o aceptar la muerte de alguien a quien quieres... Tal vez, con el tiempo, se acostumbrará a vivir con ese dolor... tal vez lo verá normal
Creo que Chelle puede ser de gran ayuda para Mike, aunque también creo que la mejor ayuda sale de uno mismo
¡Pobre Gloria! Con mucha razón no quería asistir a clase
Douglas sigue sin entender la determinación de su padre, pero es que Douglas no se está dando cuenta de que su actitud con Ekaterina es muy injusta
Como siempre ha sido un placer leer tu capítulo, y admiro tu valentía... Ni una operación te ha detenido
Espero y deseo que te recuperes muy bien y pronto
Te mando todo mi cariño con este comentario
¡Hola Mela! Ante todo muchas gracias por tus palabras y por el comentario. Comenzaré por final. Sé qué tú me entenderás. Escribir es una terapia y ayuda mucho. Así que ha sido un placer subir capítulo incluso con mi dolencia. Estoy bien, recuperándome y además cuento con el cariño de mi familia y de todos ustedes. Son mi motor.
EliminarRespondo a tu comentario.
Asgard lo ha visto con sus propios ojos y es una suerte que haya ido a disculparse antes de la evidencia, de lo contrario no sería lo mismo para Bua.
Anouk creo que la tomará de sorpresa, pero ama a Drank, en cuanto a los Gólubev... no sé que decirte. Hay que esperar la reacción de su familia al enterarse que su hija tiene por pareja un lobo. Ya era difícil con ser humano. Imagínate.
Mike siente la tristeza e impotencia que sentimos todos los que la vida nos arrebata un ser querido. Espero haberlo transmitido. Necesita ayuda y contención y quizás Chelle sea el camino.
Gloria lo intuyó o tal vez se lo dijo el lobo blanco. La cuestión es que hay varias cosas que resolver. Un guardián nuevo, el que faltaba, pero Louk no la pasará bien.
Douglas tiene esas cosas de impulsivo y caprichoso. ¿Tendrá qué pasar algún suceso para darse cuenta que se equivoca? La autora está pensando seriamente en ello.
El placer es leer tus comentarios querida amiga. En cuanto a Merche y tú, las adoro aunque no las conozca en persona. Son personas maravillosas. Agradezco al destino conocerla. Un besazo grande. Buena semana para ti.
Por supuesto que escribir ayuda mucho a quienes nos gusta hacerlo
EliminarMerche y yo también te apreciamos mucho... y te aseguro que si alguien me hubiera dicho, antes de venir a publicar mi novela, que se puede querer a través de la pantalla... yo me hubiese reído... pues bien, lo cierto es que se puede
Sí que transmites muy bien lo que siente Mike... y es por eso que me impresiona
Besos
Gracias querida amiga.
EliminarNo me esperaba que Louk mordiera a Drank porque eran amigos y tenian que haber hablado.Ahora Drank sera lobo y Anouk lo pasara mal.Por lo menos Asgard y Bua se han entendido.El capitulo ha estado muy bien y espero que tu recuperacion tambien vaya bien.Besos.
ResponderEliminar¡Hola Ramón! Muchas gracias por tu comentario. Louk debió hablar con Drank. Creo que la prueba era tan contundente que para él no había duda. Pero de hecho no fue así, Drank no lo traicionó. Es mano negra que tiene tanta maldad... Veremos que pasa.
EliminarPobre Anouk, a pesar de ello es una prueba para ver si su amor es verdadero. A ver que dicen los Gólubev.
Muchas gracia spor tus buenos deseos querido amigo.
Que tengas un feliz fin de semana.
Drank, de humano a lobo, el cuarto guardián.
ResponderEliminarBso
¡Hola Ignacio1 Gracias por tu comentario.
EliminarDrank es un lobo y será el cuarto guardián. Se esperan muchas sorpresas en su nueva vida.
Espero te haya gustado. Un beso grande y feliz semana para ti.