INTRODUCCIÓN

Introducción:

Dentro de los Sami, una raza milenaria se ha mantenido en secreto. Los lobos basados en la naturaleza y el honor han logrado la supervivencia lejos del ojo humano.

La reserva es su hogar y transitaré en ella para conocer cada secreto. Es un gusto que ustedes me acompañen. Estoy segura que reirán y se emocionarán.

Por mi parte cada línea, cada párrafo sobre ellos, me ha llevado a un mundo de misterio y fascinación.

Lo siento no puedo prescindir de ellos. Ellos… también me han atrapado.

viernes, 21 de febrero de 2020

¡Hola a todos! Quiero contarles que me han operado de la vesícula y salió todo bien aunque debo recuperarme. Fue una decisión de pocos días por eso no he tenido tiempo de contarles con anticipación. Gracias por todos los deseos y saludos.

El capi 30 trae una sorpresa aunque muchos ya la esperaban hace tiempo. Estoy segura. A mí en particular me ha gustado, y la parte que me pareció más emotiva es la de Anouk y Rose. Debe ser por el valor que le doy a la amistad.

Espero disfruten del capítulo. Los quiero mucho. Besos miles.


Capítulo 30.
Mañana trágica.

Bua.

Esa mañana salí muy temprano de casa, alrededor de las siete. Iba a presentarme en una entrevista de trabajo. Ahora la situación económica era diferente. Sin el sueldo de mi padre, mi madre no podría afrontar los gastos generales del hogar. Hauk y Mike colaboraban en la construcción de las cabañas pero no ganaban demasiado, apenas costaban sus estudios. En cuanto a Kristoff, desde esa extraña enfermedad que sufrió a los quince años, soportaba una parálisis de la parte derecha del cuerpo. La realidad mostraba que por más que había puesto ahínco en conseguir trabajo, la inoperancia de su brazo y la renguera de la pierna provocaban que nadie lo empleara. Burnaby estaba exento de dar gasto. Él ejercía en el hospital de Kirkenes desde que se había recibido de neurólogo. Por semana él y su esposa Lily, traían víveres y se preocupaban que la heladera estuviera repleta.

Al salir al jardín, el sol débil de un otoño incipiente acariciaba mis mejillas mitigando el aire fresco. Había desayunado con mi madre y Kristoff un suculento emparedado de jamón y queso. Mike ya había salido hacia la Universidad. Desde que había cortado con Kriger y se había mudado a casa no había querido compartir reuniones en familia. Creo que eso lo afectó al morir papá. Sí, a veces actuamos como si fuera el fin del mundo y nos sentimos desgraciados hasta que nos ocurre un hecho peor. Entonces, caemos en la cuenta que aquello que nos parecía terrible no se comparaba con la tragedia real de la muerte de un ser querido.

Deseaba que mi hermano saliera de esa depresión y soledad en la que estaba sumido. No era que yo estuviera en un ideal de condiciones pero al menos contaba con la fuerza de caer y levantarme.

Me detuve junto al cantero levantando el cuello de mi chaqueta de jeans. De pronto… lo vi.
No podía ser. ¿Estaba soñando? Pero si el emparedado lo había saboreado, mis ojos habían contemplado a mi madre levantando la mesa, y hasta había podido oler el perfume a lavanda de Kristoff. ¿Era él en realidad?

Se acercó apenas me vio salir. Lucía demacrado y triste. Yo diría que avergonzado. Aunque su cuerpo musculoso infundado en el impecable traje lo mostraba como el humano elegante y bello que era.

—¿Qué haces aquí?

Asgard se detuvo. Me miró a los ojos, dubitativo.

—Vine porque te debo una disculpa.

Podía haber largado la frase, “¿en serio” ¿Recién te acuerdas?” Sin embargo los dichos de un corazón enamorado son previsibles. El hecho de tenerlo frente a ti cuando crees que nunca lo verás, o que ya no escucharás su voz, tira abajo todo estúpido orgullo y ego.

No podía asegurar que no sentía una pizca de enojo, sí eso sí. Así que me acerqué sin sonreír.

—Disculpas, ¿por qué?
—Tú sabes, Bua.
—No, no lo sé –mentí.

Tampoco le iba a ser tan fácil las cosas.

—Yo… —se acercó y bajó la vista—. Sé que estuve mal. No… te di la oportunidad que me explicaras.
—Creo habértelo explicado. No demasiados pormenores pero lo suficiente para que conocieras la verdad.
—Okay… No te creí. Sonaba todo tan… loco. Igual no es excusa. Debí creerte y luego hacerte las preguntas pertinentes. Te pido perdón.

Mi madre salió de la cabaña y lo vio. Sus cejas se juntaron con evidente desagrado.

—Señor Nilsen, ¿a qué debemos su extraordinaria visita?
—Mamá –murmuré.
—Déjalo Bua, es imperioso conocer el motivo que lo llevó a venir a verte, después de tanto tiempo.
—No fue mucho tiempo, mamá –hablé con un hilo de voz.
—¿Señor Nilsen? ¿Contestará mi pregunta?
—Sí, señora… ¿Podría pasar a su casa?
—No.
—¡Mamá!
—No recibimos extraños en nuestro hogar. Lo escucho.
—Porque… vine porque necesitaba pedirle perdón a Bua. La amo. Estoy enamorado de su hija. Y…
—¿Y?
—Mamá, creo que es una razón suficiente.
—Pues, fíjate que no –mi madre se acercó uniendo el suéter a la altura del cuello. La mañana estaba muy fresca—. Dígame si no le importa que Bua diga tonterías y sea fantasiosa. ¿Se casaría con alguien que cree que es una loba?

La miré curiosa. ¿A dónde quería llegar?

Él no bajó la mirada, ni tampoco dudó.

—Bua no dijo tonterías. Le creo todo lo que me dijo.
—¿Así nomás? ¿Sin pruebas?
—No me interesan las pruebas. Si Bua perdió la razón la acompañaré en su locura. Seremos dos locos contra el mundo. Ella es el amor de mi vida.
—¿El amor de su vida? Pienso que muchos usan la frase con demasiada liviandad.
—Yo no. De hecho nunca la he usado hasta hoy.
—¿Por qué creerle?
—Porque estoy aquí, por ella. Y si no me permite entrar a su casa veré a Bua en la puerta todas las veces que sea necesario. Si no puedo lograrlo en la Reserva entonces vendré hasta el límite del territorio. La veré de todas formas.
—¿Cree que se lo haremos fácil? Bua no tiene padre pero me tiene a mí y a cuatro hermanos que la adoran.

Él bajó la vista, pensativo, para luego mirarla a los ojos.

—Señora, con todo el respeto que me merece, me he enfrentado a rivales más peligrosos que una madre protectora y cuatro hermanos celosos.
—No le darán al niño si no se casa con Bua, ¿es eso?
—¡No! De hecho… Elvis se fue de Noruega con sus padres adoptivos. Ya lo perdí.

Mi madre lo observó por unos segundos interminables. Después se dirigió a mí.

—¿Y tú? ¿Querrás compartir tu vida con este suicida que te cree cualquier cosa que digas?

Sonreí.

—Sí.
—Bueno… Estará a prueba, señor Nilsen. Un paso en falso que haga sufrir a Bua y lo perseguiré hasta el fin del mundo.

De pronto un griterío se escuchó desde las cabañas cercanas. Mis ojos se dirigieron hacia donde parecía provenir la pelea. Mi corazón comenzó a latir fuerte, la respiración se volvió agitada. Y grité…

—¡Draank! ¡Draaank!


Anouk.

Caminé por el sendero del parque tratando de percibir todos los elementos de la naturaleza que me rodeaban. El perfume de la resina de los pinos, la vista de las flores coloridas que había plantado Charles al comienzo de la temporada. El aire fresco de un amanecer inminente. El sonido de los pájaros que despertaban en los nidos. Y el gusto… no… ese era totalmente mío. Aún tenía en mi boca el sabor del café y los besos de Drank.

Cuando abrió los ojos esta mañana, me buscó con la mirada. Yo no había dormido, no tenía sueño. Pero si lo hubiera tenido creo que igual me hubiera quedado observándolo dormir. Las sábanas cubriendo apenas la cintura, su pecho subiendo y bajando al ritmo de la respiración humana. Ese ombligo perfecto. El rostro iluminado por la luna inclinado hacia mí. Los labios entreabiertos. El cabello desordenado. Una de sus manos sobre mi pierna, la otra descansaba en su abdomen.

En segundos sonrió y giró atrapándome bajo su cuerpo. Mis dedos acariciaron sus labios lentamente. Inclinó el rostro y me besó. Él… sabía besar con todo el cuerpo. Sentía su entrega. Convencida de que me pertenecía, esa mañana me animé a mucho más. Mi boca lo recorrió por completo, de pies a cabeza. Sus puños cerrados en la almohada dejando escapar esa sinfonía de gemidos por mi culpa. Hay un placer mucho mayor que el propio, el del ser amado.

El sabor de su piel impregnó mis papilas gustativas e invadió cada célula. Supe que lo reconocería con los ojos cerrados y aun dormida, por el resto de mi vida.

Volví al presente, me detuve para ver la fachada antes de subir los tres escalones que me separaban de la puerta. Partí siendo una hembra insegura y atormentada por mi falta de experiencia. Ahora, había renacido en los brazos de un macho que se había adueñado de mi corazón.

Entendía por fin que la espera había valido la pena. Porque no hubiera sido lo mismo tener sexo con cualquiera para escapar de la virginidad. Entendía el verdadero significado de la entrega. Siempre había visto a mis padres convivir con ese amor que se tenían. Pero jamás los había observado con detenimiento. Porque de ser así, no hubiera aspirado a ser amante de cualquiera, no… Hubiera perseguido esa pasión de eternos enamorados. Esa, que me encontró de casualidad. Agradecía a mi padre la quita de los abundantes recursos que me llovían sin esforzarme. Así comencé mi vida en Kirkenes, mi primer trabajo con Sebastien, la ganancia por mi propio mérito, y poco a poco el aprendizaje de uno de los valores más grandes que nos regala la vida, la amistad.

Avancé hasta la puerta y la abrí. La sala se veía solitaria y silenciosa. Mis ojos se clavaron en el sofá… Allí, tiempo atrás, me sentaba rodeada de mi familia y los Craig. Svetlana, con Milenka recién nacida queriendo ganar el amor de Anthony. Según yo, un sirviente. Sonreí…

La voz de Scarlet llegó a mi memoria…

“Voy a la reserva por leña, Anouk. ¿Quieres acompañarme?”

Y yo… buscando algo acorde para ponerme porque iba a una reserva de lobos. Mis ojos se humedecieron.

Esa tarde, esa tarde lo vi por primera vez. Su iris azul que ni siquiera deseaba enfocarme por casualidad. Su gesto de fastidio ante mi presencia. El rostro atónito por el llanto de mi tacón roto.

Mi frase cuando Scarlet sugirió que era hermoso… “Es un humano, Scarlet.”

Pasó el tiempo y algo desconocido fue ganando mis pensamientos. El miedo… Miedo de que no se fijara en mí, miedo que le causara rechazo, y miedo de un nombre… Liz. Ella que había sido su novia hermosa y sencilla como era él. Esa amante experimentada que estaba tan lejos de ser.

¿Y aquella tarde en la tienda? Caí arrollada por la cortina con mi sostén y él que no sabía qué hacer. Sonreí otra vez recordando. Al final, sí que sabía que hacer conmigo…

Otra vez sentirlo como si estuviera aquí. Su aroma excitante, la piel sedosa con algunas pecas salpicadas en la espalda. Y esa boca… perfecta y sabia.

De pronto sentí ruido en el pasillo. Levanté la vista y la vi con su cabello pelirrojo. Avanzaba despacio arrastrando la mano por la baranda con los ojos puestos en mí. En silencio se detuvo en el último peldaño. No me dijo nada ni yo a ella. Pero la comisura de sus labios fue arqueándose en una sonrisa cómplice.

Di algunos pasos hacia la escalera sin dejar de mirarla.

Entonces… bajó corriendo y me abrazó.

Rose… mi gran amiga. Y solo murmuré, “gracias”.


Mike.

Cuando llegué a la Universidad la mañana estaba fresca y parecía que el sol nos acompañaría toda la jornada, sin embargo en poco tiempo el viento cambió y trajo unas nubes renegridas que desataron la lluvia en menos de una hora.

La tormenta se escuchaba aun con los sonidos cotidianos del aula. Dos ventanas grandes daban a los fondos de la Universidad. Al final, un día gris y lluvioso como tantos otros. El final del verano se anunciaba, se notaba el aire fresco por las mañanas y al finalizar la tarde.

El salón olía a un ligero aroma a humedad y a madera lustrada. Habíamos juntado de a tres mesas para armar equipos. Un trabajo práctico que debía estar terminado antes de que sonara el timbre de clase. Birmhan y Naty había buscado material en el libro y Stephy escribía los datos que le parecían importantes. Me había tocado la acción de redactar cuando el resto hubiera finalizado la investigación. Mientras simulaba escuchar a mis compañeros el intercambio de ideas, observaba a través de los cristales diminutos ríos que se deslizaban hasta morir en la canaleta del marco.

Cuando era pequeño, en mi hogar, y no llegaba a la altura de la ventana, solía ponerme en punta de pie y me esforzaba por llegar a los cristales. A mi padre le divertía verme hasta que notaba mi angustia por no lograrlo. Me preguntaba, “¿qué quieres ver Mike? Es solo lluvia.” Entonces me alzaba con sus manos fuertes y podía admirar el retazo de bosque empapado frente a casa y las ardillas que corrían a su madriguera.

Ahora soy adulto y alcanzo esa ventana que me parecía inalcanzable. Pero ya no tengo el mismo interés. Quizás porque lo que conseguimos lograr después no nos parece tan extraordinario, o porque ya no está él.

La congoja me ganó y un nudo apretó mi garganta.

—Mike –murmuró Birmhan.

Seguramente habría notado mi tristeza.

—Lo siento, ya regreso.

Me puse de pie y recorrí el pasillo entre los bancos, apresurado. Ovensen levantó la cabeza de sus apuntes sobre el escritorio y me siguió con la mirada.

Salí del aula y avancé hasta encontrar la puerta que daba al patio. La abrí y me ubiqué bajó el alero que daba al parque. Llovía torrencial. No había nadie alrededor. Todos los alumnos estaban en clase. Me largué a llorar con la esperanza que el dolor de mi pecho se aliviara. ¿Por qué me había quedado sin mi padre? ¿Por qué salió ese día y encontró la muerte en manos de esa vampiresa asesina? ¿Si lo hubiera acompañado?

—¿Se siente bien?

Giré la cabeza y vi al profesor. Se lo notaba preocupado. Definitivamente terminaría reconociendo que era excelente docente. Para Ovensen no eras un número más.

—Sí… Estoy bien.
—¿Puedo ayudarlo en algo?
—No, gracias –desvié la vista al parque y sequé mis lágrimas—. Regreso en unos minutos.
—Tómese el tiempo que quiera.

Lo miré e hizo además de retirarse.

—Mi padre murió hace poco tiempo –lo largué sin pensar.

Se detuvo y me contempló serio.

—Entiendo. Lo siento.

Sacudí la cabeza negando.

—No, no entiende. La ausencia no puede explicarse si uno no ha vivido algo parecido.
—Mis padres murieron –su iris entre el lila y el azul brillaron combinando con el aura violeta que lo rodeaba.

Me sorprendió.

—También lo siento –contesté.

Se acercó y dejé que se acercara. Observó el parque como si tratara de recordar algún hecho.

—Mis padres, mi hermano, mi pareja. Así que de ausencias… puedo darle cátedra.
—¿Un accidente?
—No, pero no quiero hablar de ello.

Asentí y volví a secar los restos de lágrimas.

—A veces creo que no podré con el dolor.

Sonrió con tristeza. Tenía una hermosa sonrisa aunque no fuera de felicidad. Un hoyuelo como el mío se marcaba en la mejilla.

—Podrá, créame que podrá. Sin embargo llorar es bueno. Nos alivia.

Recosté la espalda a la pared con las manos en los bolsillos.

—Tengo miedo de que alguna vez olvide su voz.
—Eso es lo que no debe nunca permitir. Porque el día que lo haga, esa será la verdadera muerte –exhaló el aire de los pulmones—. Mejor regreso, antes que escapen todos de la clase.

Sonreí.

Lo vi marcharse. Era alto y fuerte. Su cuerpo armonioso bajo esas camisas impecables que siempre usaba. Sus zapatos lustrados. Ademanes educados y palabras adecuadas. Una pena no fuera lobo. Era el típico macho perfecto del que todos se enamoran. Pero era un vampiro…

Regresé a la clase en un par de minutos. No deseaba dejar a mis compañeros con todo el trabajo. Sí, a veces volvía esa responsabilidad que siempre me había caracterizado.

—Mike –dijo Katy—, ya terminamos. ¿Crees que podrás pasarlo en limpio y redactarlo en quince minutos?
—Claro, pásenme los apuntes.

Cogí la lapicera y quité un par de hojas, leí los párrafos y fui corrigiendo algunos detalles. Katy y Stephany comenzaron a hablar en voz baja sobre la salida del fin de semana. Birmhan se acercó a mi oído.

—Oye… ¿qué ocurrió afuera con el profesor?
—Nada, estaba triste y hablamos sobre mi padre.
—Ah… Oye…
—¿Qué?
—Cuando entraste y volviste a tu asiento, te miró.
—¿Qué hay de malo? Querría ver si estaba bien.
—Nooo, te miroooo –abrió los ojos y movió las cejas.
—Calla, Birmhan, nada de eso.
—Te digo qué sí. Te miró con otros ojos.
—Tú ves gente que se gusta en todas partes. Debiste ser uno de esos locutores de programas de corazones que se unen.
—No lo invento, Mike. Te miró como si le gustaras. ¿Quién te dice? A mí me gustan las chicas pero reconozco que es un galán. ¿Te atrae?
—Calla de una vez, déjame terminar esto. Hay que entregarlo en instantes.
—Okay… Okay… No digas que no te avisé. ¿Quieres apostar?
—Ni se te ocurra.

Douglas.

Aceleré la moto al dejar atrás la última curva. El sendero se hizo más angosto y la espesa arboleda a la vera del camino me escoltó hasta la entrada de la reserva. Bajé la velocidad solo por disfrutar el tramo final del monte.

Marin y yo habíamos hecho la mudanza a la pequeña cabaña que nos había ofrecido Bernardo y mi madre. Aún no nos habíamos instalado, este sería el primer día. Mañana comenzaría a trabajar con los lobos en la reconstrucción de un par de cabañas deterioradas, y Marin tendría que viajar de lunes a viernes para entrar al hospital. A ella no le importaba, me aseguró que me seguiría donde fuera mientras estuviéramos juntos.

A mí… bueno, algo me enfadada tener que abandonar la ciudad y que un futuro empleo al lado de mi padre hubiera quedado en la nada. Todo por Ekaterina…

No entendía porque mi padre se había encaprichado en que trabajáramos juntos con lo que odiaba esa vampiresa. Es que no le encontraba explicación coherente. ¡Menos mal decía que me adoraba! Quizás cuando se me fuera el enfado lo visitaría, por el momento era tanta mi rabia que no deseaba ni escuchar su voz.

Hice memoria si al abandonar la habitación del hotel no habría dejado alguna pertenencia. Marin terminaría la jornada y vendría directo para la reserva así que puse en mi mochila los documentos y algunos pequeños objetos que habían quedado para lo último. Cuando dejé a mi chica en el hospital le di un beso apasionado y arranqué la moto rumbo a nuestro nuevo hogar.

El aire cortaba mi rostro por la velocidad así que fui reduciéndola hasta ser capaz de contemplar la vegetación de alrededor. A mi paso, tres renos se escondieron entre el follaje y una ardilla trepó a la copa de un pino enano. Bajé la velocidad aún más… El aroma  a lilas silvestres se hizo más fuerte. La madera, la resina, los frutos maduros de un verano que se despedía. Detuve la moto. Me quedé inmóvil tratando de escuchar y oler aquello que parecía que distinguía desde siempre. ¿Desde siempre? No… Porque no había vivido nunca aquí. Sin embargo, todo me era familiar. ¿Un deja vu?

El trinar de los pájaros… Conocía todo aquello.  ¿Por qué asimilaba como mío aquello que olía y escuchaba y no los renos o la ardilla? ¿Por qué lo que veía no compartía la misma sensación en mí?

De pronto entendí… Nací en este bosque. Siendo un recién nacido me acogió en su seno. Pero era ciego. El oído y el olfato es lo que había quedado grabado en la memoria. Aunque fuera por poco tiempo.

Me hubiera quedado horas en el mismo sitio percibiendo la agradable sensación de recuperar el primer instante al nacer. Pero ella… avanzaba por el camino hacia mí desde la reserva. Se detuvo al verme y sonrió.

—Sabía que vendrías. Marin me lo dijo. Bienvenido.

Observé esa figura esbelta y su rostro tan bello. Como si fuera la reina del bosque. Era una reina. Una reina loba.

Sonreí.

—Gracias mamá.

Chelle.



Entré al salón de profesores a la hora señalada. La puntualidad era mi virtud. Odiaba que me hicieran esperar así que suponía que mi obsesión venía de no hacer sufrir al otro la frustración de la pérdida de tiempo.

Saludé con un “buenas noches” en general. Aunque mi mirada fue dirigida a dos o tres que ya conocía por conversar en los intervalos de clase. Arthur, profesor de Literatura. Kristen, profesora de Lenguaje Ruso. Y Lassen, profesor de Anatomía.

La Rectora llegó dos minutos después que yo. Cogió asiento en una de las sillas tapizadas en cuero, como si fuera una más de los profesores. Parecía ser una señora para nada altanera y egocéntrica, a pesar que sus diversos y destacados títulos la habían llevado al puesto que ejercía en la Universidad.

De inmediato se hizo silencio y ella sonrió a todos.

—Buenas tardes a todos. Esta reunión es para tener la oportunidad de conocernos mejor. Tengo el absoluto convencimiento que juntos podemos lograr que nuestra institución llegue a ser una de las más prestigiosas de Noruega. Ustedes se preguntarán porque he citado a docentes de tercer año. Pues, creo que es un año crucial para el alumno que cursa. Muchas carreras se ramifican y deberán elegir a qué dedicarse con vocación. Pienso… que los profesores somos quienes tenemos el deber de guiar a nuestros jóvenes en caso de que se percaten de alguna duda. ¿Están de acuerdo?

El asentimiento fue general, y continuó.

—Un alumno que no sepa que es lo que desea verdaderamente, nos hará perder tiempo a nosotros y a él mismo. Por eso, es importante que se interioricen en lo que aspiran. No es descabellado que no tengan idea que carrera seguir aun cursado el tercer año. Más de uno nos ha ocurrido. No por ello hemos sido inmaduros o desinteresados. ¿Algo que acotar?
—Disculpe –interrumpió Artur—, con las alumnas no he tenido ningún problema, participan en clase y puede notarse el gusto por la Literatura. El caso de los chicos es diferente. Salvo dos alumnos el resto molesta en el aula. ¿Podría hacerse algo al respecto?
—Bueno… No está en mis planes quitar la Literatura porque a los hombres nos les llame tanto la atención. Yo diría que casi es normal a esa edad. Pero puedo sugerirle que modifique el modo de dar las lecciones. ¿Lo ha pensado?
—No.
—Inténtelo.
—Señora Rectora, ¿puedo exponer un caso particular? –dijo Lassen
—Por supuesto, si viene al tema.
—Tengo a cargo un grupo muy exigente, se nota que les trae curiosidad la medicina, pero hay tres alumnos que no han asistido demasiado. Tienen muchos ausentes. No deseo tenerlos en la lista. Si no asisten es que no deben tener interés. Solicito que la vacante quede libre.
—Pero estamos a mitad del cuatrimestre, Lassen –protestó Kristen—. Es una pena dejarlos afuera. Podrías exigirles más pero no quitarlos de la lista.

Pensé en Fjellner…

—Estoy de acuerdo –agregué.
—Sin embargo es de mi clase que estoy hablando. Ustedes pueden hacer lo que quieran. Y la pregunta fue para la señora Rectora.

La Rectora lo observó unos segundos mientras él acomodaba sus gafas de aumento.

—Profesor, no tiene porque dirigirse a sus colegas como si lo atacaran. Están dando una opinión y en tal caso, coincido. Estamos a mitad de un cuatrimestre. Por ahora, déjelos cursar en Anatomía. Es una materia obligatoria así que deberán rendirla si desean pasar a cuarto año.
—Sería muy fácil para mí hacerlos recursar, estoy seguro que no saben nada.
—En eso coincido con usted.
—¿Qué los haga recursar?
—No, que es más fácil el camino que está optando. Lo difícil para un docente es que su clase gane interés y levante las notas o quiera asistir. Me refiero a querer asistir porque usted da por hecho que los ausentes son porque les da la real gana. ¿Podría asegurarlo?
—No. Es intuición de docente.
—Ya veo… Yo que usted, si me permite aconsejarlo, guardaría mi intuición y me basaría en hechos. Por ejemplo, ¿qué notas tienen los alumnos de los que habla?
—No recuerdo en este momento.
—Bien… Piénselo entonces.
—Si se trata de Fjellner es brillante en mi materia, Química –interrumpió una profesora—. No ha asistido por problemas personales estoy segura. Deberías darle la oportunidad.
—Es un chico problemático –protestó—. No tengo porqué aguantarlo.
—Tú porque odias los gay –se exaltó la profesora.
—¡No me acuses sin saber nada de mí!
—Se nota a simple vista tu aversión.
—¡Profesores! ¡La reunión no tiene ese fin, por favor! Enfoquémonos a lo que hemos venido –enfureció la Rectora.

En ese instante, algo dentro de mí ocurrió. Saber que alguien quería perjudicar a Fjellner por el hecho de su inclinación sexual, me entristeció. No diría que el motivo era mi sexualidad, al igual que él. Sino algo más… No deseaba que lo humillaran o lo destrataran. Sobre todo después que me había dicho de la muerte de su padre. Tampoco era lástima hacia Fjellner, yo diría que justicia. Era excelente alumno pasando por un mal momento. Cierto que a veces era insoportable, okay… la mayoría de las veces. Sin embargo no se merecía recursar.

Cuando la reunión finalizó miré mi reloj pulsera. Faltaba media hora para que Charles llegara a la plaza como hacía la mayoría de las veces, así que acepté beber un café con algunos de los profesores.


Bernardo.

Mientras leía parte del Libro de los Lobos, comencé el desayuno. Me puse de pie y cogí mi suéter del sofá. El otoño nos pisaba los talones y anunciaba su pronta llegada con la brisa fresca de la mañana. Me asomé a la puerta de la habitación de mi niña y sonreí. Sabina no estaba, había ido a recibir a Douglas a la entrada del bosque. Sentada en la cama, Gloria aún vestía su pijama.

—¿Mi princesa está remolona hoy?

Gloria no contestó pero me miró a los ojos, suplicante.

—Vamos cariño. Te esperan tus compañeros para aprender y jugar.
—No quiero ir.
—Gloria –me acerqué y me senté en la cama—, nos queda media hora de viaje a Kirkenes, no querrás llegar tarde.
—No quiero ir papá Bernardo.
—¿Por qué? ¿Te sientes mal? Llamaremos al doctor. ¿Qué sientes?
—Siento que no tengo que ir hoy a clase.

Reí.

—Yo también siento que no tengo que ir a trabajar, pero hay que ir. Es nuestra responsabilidad.
—La reserva también es mi responsabilidad.

La quedé mirando por unos segundos.

—Lo sé, pero eres una niña que debe ir al colegio y aprender.
—Lo de hoy es más urgente.
—¿Qué es lo hoy, Gloria? –me preocupé.
—Lo que ocurrirá no debía ser así. Louk tenía una misión, pero no así.
—¿De qué hablas Gloria? Por favor, sé más clara.
—El mal está en la Reserva y torció todo. El lobo blanco y yo estamos preocupados.
—Pues ahora lo estoy yo también. ¿Quieres contarme? Puedo evitarlo.
—No, no lo evitarás. El objetivo debe cumplirse de cualquier forma. Solo que me asusta que sea así.
—Gloria –pasé las manos por mi cabeza—, ¿qué objetivo? ¿De qué mal hablas que ha torcido los hechos?
—Louk debía hacerlo pero no así.
—¿Qué objetivo, Gloria?
—Debo completar mi guardia.
—Tu… guardia… —Me puse de pie de un salto—. Iré hablar con Louk.

En ese instante que pisé la sala y mi mano se posó en el picaporte de la puerta, escuché unos gritos. Una pelea…

Salí corriendo todo lo que daban mis fuerzas. La pelea era próxima a la cabaña de Drank. Lo que vi… fue un cuadro aterrador.

Drank.

Aceleré mi moto una vez más en la última curva. Me había retrasado por mi amigo Sami y debía estar en estos momentos en la obra en construcción. Podía haberme dirigido directamente a reunirme con mis compañeros pero recordé que por dedicarme a despedir a Anouk había dejado herramientas que necesitaría.

Cuando faltaba unos cincuenta metros para mi cabaña, vi a Louk salir de ella.

Evidentemente había olvidado cerrar con llave, aunque no me preocupaba. Nadie robaba lo ajeno en la Reserva.

Frené la moto y la estacioné al tiempo que Louk avanzaba hacia mí… furioso. ¿Furioso?

—Ey, ¿ocurre algo?
—¡Maldito bastardo!

Creí que estaba bromeando por salir tarde a trabajar, pero su tono agresivo y su rostro lleno de ira comenzó a preocuparme.

—¿Qué te ocurre? ¿Estás loco?
—¿Loco yo? –se detuvo y me señaló—. ¡Loco estás tú por meterte conmigo, humano!

La palabra humano no me hubiera dado escalofrío si hubiera sido otra la situación. Sin embargo sonó claramente despectiva. Y viniendo de Louk era increíble. Estaba furioso, ¿pero por qué?

—¿Qué te hecho? Dímelo en la cara –di tres pasos.
—¡Eres un traidor!
—¿Traidor? ¿De qué hablas, idiota? Soy tu amigo.
—¡Eso dijiste! ¡Qué eras mi amigo! ¡Y te creí, traidor! Me tomaste por imbécil. ¡Claro! No sé leer.
—¡Explícate de una vez! –Patee la moto que cayó al costado—. ¡Estás haciéndome enfurecer!
—¡Hipócrita! Te acostaste con mi chica, ¿y me dices que estás furioso? ¡Te romperé la cara!
—¿Qué mierda estás diciendo? ¡No puedes acusarme de algo así!

Su mano hecha un puño mostró lo que encerraba. Parecían bragas o algo así.

—Son de July, no pueden engañarme. Se las regalé en nuestro aniversario, ¿y sabes qué? ¡Estaban en tu sofá! ¿Cómo explicas eso humano traidor?
—¡Deja de llamarme traidor, no sé de dónde sacaste eso pero no me acuses de mal amigo porque no lo soy!
—Tratas de convencer al tonto de Louk, ¿verdad?
—¿Crees eso de mí, maldito lobo?

Sabía que el sustantivo con ese adjetivo no le iba a caer bien. Pero estaba muy enojado. No tenía derecho. Ni siquiera se me cruzó la curiosidad por las bragas de July en mi sofá. Sentía tanta rabia por la acusación injusta.

Apenas escuchó “maldito lobo” se abalanzó hacia mí y la trompada que recibí me mandó a los pies del pino cercano.



Levanté la cabeza y todo me dio vueltas. Aun así me incorporé apoyado en la corteza y grité.

—¿Crees qué te tengo miedo? Ven, ¡no me iré como cobarde!
—¿Encima, me enfrentas? ¡Eres un suicida!
—¡Me defenderé porque lo merezco! ¡No me tratarás de traidor!

Avancé hasta él y creo que la segunda trompada me dejó atontado, pero esta vez me defendí. Comencé a darle golpes como pude y por supuesto, también recibí. Hubiera sido una pelea como otras entre dos machos enfurecidos. Pero yo era humano y él era un lobo así que opté por alguna estrategia para al menos inmovilizarlo.

Cuando quiso sujetarme mi rodilla fue con fuerza a sus testículos y aulló de dolor. Sus ojos se volvieron más amarillos, casi dorados. Un par de colmillos filosos sobresalieron de la boca y sus manos crispadas por la rabia me atraparon contra su cuerpo. No podía zafar de su agarre, no podía defenderme, así que abrí mi boca para largar la bronca que salía de mi pecho.

—¡Imbécil! ¡Solo tienes la fuerza y dos malditas neuronas!

Oh oh…

Me dio un cabezazo que casi parte mi cabeza. Rodamos por el piso y me atrapó debajo de su cuerpo. Era imposible apartarlo por más que me desesperaba por zafar. Hasta que él tapó mi rostro con la mano. No sé si su intención era ahogarme pero me defendí. Mis dientes se clavaron en la piel mordiendo con fuerza. Louk se retiró dolorido y el aire captó el chasquido de su dentadura. Filosa, perfecta depredadora, peligrosa…

Entonces creo que todo se fue de control para él. Un sonido gutural salió de su garganta, bajó la mirada ardiente hacia mí… y me mordió.


Tim.

Salimos con Carl corriendo ladera abajo hacia la cabaña de Drank, donde provenían los gritos. La carga de quesos quedó tirada a un lado de la furgoneta por el apuro de llegar a tiempo a la pelea. Drank y Louk, amigos. ¿Por qué peleaban así? ¿Qué había ocurrido?

Apenas llegamos intentamos separarlos aunque fue imposible, de hecho Carl recibió un puñetazo de Louk y yo un empujón que apenas sirvió para apartarlo de Drank cinco segundos. Vi a Bua corriendo gritando “¡Drank!” con desesperación. Es que todos sabíamos que el más perjudicado y en desigualdad de condiciones frente a Louk era el humano. Aun así trataba de defenderse con todo su ser.

Bernardo llegó agitado y lo primero que hizo junto con Carl fue retener a Louk por la fuerza y quitarlo de encima de Drank. Yo aparté al humano y Bua llegó para ayudarme. Lo logramos. Arrastramos a Drank hasta un extremo fuera del alcance de la furia de su amigo. Fue en ese instante que noté que ya no se resistía. Su cuerpo dio un temblor y se desvaneció. Traté de hacerlo reaccionar levantando un poco la cabeza. Sus ojos se cerraron lentamente y alcanzó a balbucear, “me mordió”. ¿Qué? Me paralicé. ¿Qué había dicho?

Su mano temblorosa se apoyó al costado de su abdomen. Entonces vi la sangre manchar su ropa.

Bua se puso de pie horrorizada. Tapó su boca con la mano y comenzó a sollozar asustada.

—¡Carajo! ¡Drank! ¡No dejes de hablarme, no te duermas!

Lo cogí en brazos y lo llevé a su cabaña. Bua me siguió. Lo acosté en el sofá con un almohadón bajo la cabeza. Estaba pálido, susurraba cosas sin sentido. Arranqué la ropa y vi la mordedura de Louk. No podía ser… No podía ser… Mierda…

—¡Necesitamos a Burnaby! ¡Es urgente! ¡Bua, dile a tu hermano que venga!

Bua salió corriendo mientras su madre y un extraño la seguían hasta su casa.

Bernardo y Carl se llevaron a Louk a la cabaña. Gritaba y lloraba como un chico. Había varios de los nuestros que habían llegado al lugar. Nadie entendía nada. Yo tampoco. ¿Cómo se había iniciado está horrible pelea? Louk conocía al dedillo la prohibición, ¿por qué había roto la principal regla? ¿Qué había dicho o hecho Drank?

De pronto vi a Gloria a lo lejos. En el jardín de la cabaña. La miré y me miró con cara de asustada. Después estalló en llanto y se encerró en su hogar.

Entré para asistir a Drank. Había perdido el conocimiento, su piel hervía. La sangre cesó de salir y un cascarón oscuro de coágulos se formó en la perfecta circunferencia de la carne. Parecía profunda. Podía notarse dos hendiduras en la herida. Eran los colmillos de Louk… Cielos… Pobre Drank. Y pobre Louk… Sabía lo que les esperaba a uno y a otro. No sabría decir qué sería lo peor. Si ser un lobo cuando nunca lo deseaste o se echado de la Reserva.


Asgard.



Seguí rápidamente a Bua y a su madre hasta el lugar donde aparentemente parecía ser la pelea. Al llegar nada pareció fuera de lo común que dos hombres luchando e insultándose. En particular Bua se la veía angustiada por uno de ellos. Vi como intentaba ayudar junto a dos o tres hombres. Tenían mucha fuerza sobre todo uno de ellos. Era muy alto y robusto. Quise acercarme para colaborar pero la madre de Bua me detuvo.

—Quédese donde está, por favor.

También se la veía preocupada. Así que hice caso a pesar mío ya que no deseaba dar más problemas.

Era imperioso que los hombres que se habían acercado pudieran separarlos. Había sido testigo de peleas a trompadas entre abogados en Tribunales, inclusive entre clientes opositores, pero nunca de la intensidad de esa lucha. Se acusaban entre otras cosas de traidor, de ignorante, y no sé qué más.

Dios mío, pensé que todo acabaría con la policía y una ambulancia. Sin embargo la causa del final de la riña fue algo que nunca imaginé ver. Uno de ellos cambió el color de ojos. Estaba encolerizado. Abrí la boca por el asombro, jamás había contemplado iris dorados, mucho menos colmillos… Colmillos… Era una especie de fiera. Entonces me eché atrás. Caminé retrocediendo hasta que mi espalda dio con un tronco y ahí me quedé inmóvil. Recordé a Bua… Soy una loba, mi familia pertenece a una raza diferente a la humana…

Dios… Ahora cualquier resabio de duda se había disipado. Bua no estaba loca como afirmó su madre. Solo se arrepintió que ella hubiera confiado el secreto. Cielos… ¿Estaba soñando?

Un hombre de cabello rubio alzó al herido y lo llevó al interior de una cabaña, Bua lo siguió. Fueron acercándose muchas personas. ¿Todos eran lobos? Yo era un perfecto intruso sin embargo ninguno prestó atención a mi presencia.  Incluso hablaban entre sí sobre el hecho.

—Esto es muy malo.
—Sí, ¿qué pasó con Louk? Sabe la prohibición. ¿Qué diablos ocurrió?

De pronto Bua salió de la cabaña corriendo y la seguí.

—¡Bua, espera!

Ella se giró para verme y solo gritó.

—¡Sígueme, hay que buscar a mi hermano!
—¡Tengo el coche cerca!

Así partimos. Yo conduje en silencio y ella sollozaba. Al coger la ruta traté de calmarla.

—No llores, todo saldrá bien. ¿El herido es tu amigo?
—Sí, pobre Drank. No sé que pudo haber pasado con Louk.
—Ya te enterarás, ahora iremos al hospital por un médico.
—No iremos al hospital. Buscaremos a mi hermano. Está en su casa, es su día libre.
—¿Tu hermano?
—Es doctor. Por favor, apresúrate.
—¿No es mejor que llamemos la ambulancia?
—No –me miró—. No puede asistirlo cualquiera. ¿Entiendes?

La miré…

—Sí… Entiendo.









12 comentarios:

  1. Me alegro que estés mejor. Me dejaste intrigada con lo que le pasa Drank te mando un beso

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    1. Hola Citu! Gracias por comentar. Lo que ha pasado es que Louk mordió a Drank. Veremos como sigue su vida en la Reserva. Besotes miles y gracias por preocuparte.

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  2. Holaaaa preciosura!!!! Cuídate muuuchoooo, mímate muuuuchoooo, quiérete muuuchooooo!!!! Me super-alegra que todo haya ido bien!!!!

    Anda con Louk, se ha pasado y muuchoooo. Qué palizón le ha dado al pobre Drank!!! Me da que vamos a tener un nuevo lobo en la reserva.
    El capi es genial!!!!

    Besoteeeesssss!!!!

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    1. ¡Hola mi solcito! Gracias por tus buenos deseos y por comentar.
      Louk se ha pasado y ahora enfrentará las consecuencias. Habrá que leer el Libro de los Lobos y ver si hay alguna solución. Drank, el cuarto guardián que esperaba Gloria.
      Muchas gracias cielo, besotes miles.

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  3. Querida Lou... Merche ya me comunicó que te habían operado de la vesícula... ya sabes que es chivata ;-)
    ¡Dichosas vesículas! Sé de personas que también han tenido problemas y también se las han extraído... Todas se han recuperado bien... estoy segura que tú también

    Asgard es un caballero y, como tal, se ha comportado... Sus disculpas han llegado antes de que tuviera muy claro que Bua ni está loca ni le ha mentido... Quiero decir que después de la pelea de Louk y Drank, creo que Asgard ya no puede albergar ninguna duda sobre lo que le confesó Bua
    Supongo que Anouk se disgustará bastante cuando sepa lo ocurrido
    También supongo que Louk se va a sentir muy mal por lo que ha hecho
    Me impresiona mucho Mike... quizás porque lo entiendo demasiado bien... No es sencillo superar o aceptar la muerte de alguien a quien quieres... Tal vez, con el tiempo, se acostumbrará a vivir con ese dolor... tal vez lo verá normal
    Creo que Chelle puede ser de gran ayuda para Mike, aunque también creo que la mejor ayuda sale de uno mismo
    ¡Pobre Gloria! Con mucha razón no quería asistir a clase
    Douglas sigue sin entender la determinación de su padre, pero es que Douglas no se está dando cuenta de que su actitud con Ekaterina es muy injusta
    Como siempre ha sido un placer leer tu capítulo, y admiro tu valentía... Ni una operación te ha detenido
    Espero y deseo que te recuperes muy bien y pronto
    Te mando todo mi cariño con este comentario

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    1. ¡Hola Mela! Ante todo muchas gracias por tus palabras y por el comentario. Comenzaré por final. Sé qué tú me entenderás. Escribir es una terapia y ayuda mucho. Así que ha sido un placer subir capítulo incluso con mi dolencia. Estoy bien, recuperándome y además cuento con el cariño de mi familia y de todos ustedes. Son mi motor.
      Respondo a tu comentario.
      Asgard lo ha visto con sus propios ojos y es una suerte que haya ido a disculparse antes de la evidencia, de lo contrario no sería lo mismo para Bua.
      Anouk creo que la tomará de sorpresa, pero ama a Drank, en cuanto a los Gólubev... no sé que decirte. Hay que esperar la reacción de su familia al enterarse que su hija tiene por pareja un lobo. Ya era difícil con ser humano. Imagínate.
      Mike siente la tristeza e impotencia que sentimos todos los que la vida nos arrebata un ser querido. Espero haberlo transmitido. Necesita ayuda y contención y quizás Chelle sea el camino.
      Gloria lo intuyó o tal vez se lo dijo el lobo blanco. La cuestión es que hay varias cosas que resolver. Un guardián nuevo, el que faltaba, pero Louk no la pasará bien.
      Douglas tiene esas cosas de impulsivo y caprichoso. ¿Tendrá qué pasar algún suceso para darse cuenta que se equivoca? La autora está pensando seriamente en ello.
      El placer es leer tus comentarios querida amiga. En cuanto a Merche y tú, las adoro aunque no las conozca en persona. Son personas maravillosas. Agradezco al destino conocerla. Un besazo grande. Buena semana para ti.

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    2. Por supuesto que escribir ayuda mucho a quienes nos gusta hacerlo
      Merche y yo también te apreciamos mucho... y te aseguro que si alguien me hubiera dicho, antes de venir a publicar mi novela, que se puede querer a través de la pantalla... yo me hubiese reído... pues bien, lo cierto es que se puede
      Sí que transmites muy bien lo que siente Mike... y es por eso que me impresiona
      Besos

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  4. No me esperaba que Louk mordiera a Drank porque eran amigos y tenian que haber hablado.Ahora Drank sera lobo y Anouk lo pasara mal.Por lo menos Asgard y Bua se han entendido.El capitulo ha estado muy bien y espero que tu recuperacion tambien vaya bien.Besos.

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    1. ¡Hola Ramón! Muchas gracias por tu comentario. Louk debió hablar con Drank. Creo que la prueba era tan contundente que para él no había duda. Pero de hecho no fue así, Drank no lo traicionó. Es mano negra que tiene tanta maldad... Veremos que pasa.
      Pobre Anouk, a pesar de ello es una prueba para ver si su amor es verdadero. A ver que dicen los Gólubev.
      Muchas gracia spor tus buenos deseos querido amigo.
      Que tengas un feliz fin de semana.

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  5. Drank, de humano a lobo, el cuarto guardián.
    Bso

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    1. ¡Hola Ignacio1 Gracias por tu comentario.
      Drank es un lobo y será el cuarto guardián. Se esperan muchas sorpresas en su nueva vida.
      Espero te haya gustado. Un beso grande y feliz semana para ti.

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Gracias por visitarme y comentar.