INTRODUCCIÓN

Introducción:

Dentro de los Sami, una raza milenaria se ha mantenido en secreto. Los lobos basados en la naturaleza y el honor han logrado la supervivencia lejos del ojo humano.

La reserva es su hogar y transitaré en ella para conocer cada secreto. Es un gusto que ustedes me acompañen. Estoy segura que reirán y se emocionarán.

Por mi parte cada línea, cada párrafo sobre ellos, me ha llevado a un mundo de misterio y fascinación.

Lo siento no puedo prescindir de ellos. Ellos… también me han atrapado.

sábado, 18 de enero de 2020

¡Hola chicos! Aquí les dejo el capi 27. No tengo mucho que agregar antes de que lo lean. Solo decirles que el destino suele ser caprichoso, y la autora... un poco más.
Ojalá disfruten e imaginen todo lo que está por llegar.
Muchas gracias por comentar. Un beso grande y feliz fin de semana.



Capítulo 27.
Otra raza. (Segunda parte)

Scarlet.



Abrí la puerta de la habitación con el corazón latiendo a lo loco. Tenía miedo de lo que quería hablar Grigorii conmigo. A la vez tenía razón Sebastien, la incógnita me mataba.

Cerré lentamente y me volví hacia él. Grigorii estaba acostado con el edredón cubriéndole  hasta la cintura. El rostro de perfil hacia la ventana. No se movió a pesar de escuchar mis pasos atravesando la alcoba. Me detuve…

—Dijo Rose que deseabas verme.

Giró su rostro apenas.

—Scarlet… Siéntate, por favor.

Rodee la cama y me senté a los pies. Él no me miró. Sus ojos azules estaban clavados en los cristales. La piel había tomado color y sus pectorales desnudos marcaban los músculos de una vida larga de entrenamiento. Estaba repuesto de aquel horrible trance.

—Quiero agradecerte que me hayas salvado la vida.
—No lo menciones. Me avergüenza saber que ese día estuviste en peligro por mí.
—No estuve en peligro solo ese día. Lo estuve desde que te conocí y me enamoré de ti.

Tragué saliva y mi angustia recorrió todo mi ser.

—Discúlpame por cruzarme en tu camino y…
—No, déjame terminar.
—Okay…
—Cuando te vi y quise seguirte a donde fueras, siempre supe que eras sinónimo de misterio, de peligro, pero ¿sabes qué? Eso fue lo que me atrajo de ti. Porque amo el peligro. Nací para enfrentarlo. Me atrae, me hace sentir vivo. Me he dado cuenta… que eres mi destino, para bien o para mal. No puedo vivir sin ti. Te amo con todo lo que conlleva amarte.

Un suspiro de alivio escapó de mis labios.

—No sé si tú puedes aceptar ser el amor de un humano simple como yo. Ese es mi temor.
—No eres simple.
—¿Tú crees? –sonrió apenas y me miró a los ojos.
—Estoy segura, porque nunca me atrajo lo simple. Y tú, me atrapaste desde la primera vez. Aunque no lo recuerdes.
—Claro que lo recuerdo, como si fuera hoy. Ese restaurante del hotel Thon, tu andar hacia el baño de damas, tu nombre en el espejo empañado.

Sonreí.

—Sin embargo, lo que no sabes es que estabas en mis sueños. Ya te conocía. Ya te amaba sin que fueras real. No hay otra prueba mejor que esa. De lo contrario nada tendría razón de ser. La muerte de Samanta Vasiliev y mi intriga en el caso, la doctora McCarthy y su autopsia, la amistad de Vikingo hermano de Susan, el tatuaje, tu llegada a las Fuerzas Policiales, tu amistad con Anne, todo… todo llevaba un hilo conductor. No voy a luchar contra mi destino. Primero porque creo que sería inútil, segundo… porque tengo ganas de ser feliz.
—Te amo, –una lágrima corrió por mi mejilla—, con mi orgullo, vanidad, y todas mis equivocaciones. Y quiero que te quedes tranquilo en cuanto a… esa breve mordida. Rose me ha dicho que comes normal. Estaba asustada pensando que te había arruinado la vida convirtiéndote en lo que soy.
—Tú me arruinarías la vida si escapas otra vez de mí. Así que ya sabes, aunque vayas al mismo infierno, iré contigo.

Sonreí.

—No tienes que ir al infierno. No soy tan mala.
—Lo sé.

Me acerqué e incliné mi rostro hacia él. Lo besé en los labios. Grigorii alzó su mano y me cogió de la nuca profundizando el beso. Había amor… había amor en ese dulce pero apasionado beso…

Nos separamos lentamente y nos miramos a los ojos.

Él sonrió y acarició mi mejilla.

—Dime ahora, qué haremos tú y yo. ¿Cómo sigue nuestra historia de amor?
—Eso es algo que… tendremos que vivirlo paso a paso, día a día. Al principio creo que será difícil –noté un gesto imperceptible de molestia—. ¿Te duele algo?
—Es solo mi espalda. Es que he estado mucho tiempo en cama. ¿Me ayudarías a ponerme de pie? Me gustaría aunque sea ver por la ventana.
—Te recuperarás. Ven –extendí la mano para que se apoyara en mí.

Apenas se puso de pie el pantalón pijama quedó trabado en los huesos de las caderas. Estaba más delgado, sin embargo tenía fe que volvería a ser el de antes, fuerte y vigoroso.

Caminamos lentamente hacia la ventana abierta. El aire fresco pareció reanimarlo.

—Ojalá pronto pueda trabajar y volver a casa con Anne.
—¿Estás incómodo aquí?
—No, no es eso. No quiero dar más molestias a tu hermano.
—Olvídalo.

El paisaje era típico otoñal. Los colores ocres y ambarinos se mezclaban entre las ramas de los altos pinos.

Respiró profundo y me miró.

—¿Vivirías conmigo en un departamento pequeño?
—¡Claro qué sí! –reí—. Siempre que permitas que escape alguna que otra noche.
—Mientras no sea para ver otro vampiro, o humano –sonrió.
—O lobo, te olvidas de ellos –bromee.
—Oh sí, lo olvidaba. Lobos también. Y a propósito de ellos, espero me dejen dormir esta noche. Creo que aúllan a la luna o algo así.

Lo miré sorprendida.

—¿Escuchas a los lobos por la noche?
—Sí, cuando la ventana queda abierta. ¿Por qué? ¿Es tan extraño que haya lobos merodeando?
—Es que… Lo lobos no merodean la mansión. Están muy lejos.

Me miró con ojos de asombro.

—Grigorii… Están muy lejos… ¿Entiendes lo que digo?
—Sí…


Natasha.

Avancé por la calle Vozdvizhenka hasta el edificio de Defensa. Me sentía agotada aunque regresaba de las vacaciones. Es que no estaba durmiendo muy bien. Tenía un sueño recurrente, inexplicable. Un sitio extraño… montañas gigantescas, imponentes… Nieves eternas y un pasaje desolado. Caminaba sin rumbo aunque juraría que sabía dónde iba. Mucho frío, a pesar de ser vampiresa. Percibía congelarme los huesos… Pero yo continuaba entre brumas y la incipiente tormenta de nieve. De pronto… el latido de un corazón cada vez más cerca. Se escuchaba con un compás lento, muy lento, como si la vida de su dueño se apagara.

“Ayúdame”

Esa voz… lastimera, que iba apagándose… Los latidos cada vez más cerca.

Buscaba alrededor… Sentía que debía encontrar ese corazón en agonía. Salvarlo… ¿Pero de qué?

Y continuaba caminando con la ventisca en contra. ¿Por qué no huía de allí? ¿Era tan importante salvar ese corazón?

Al fin lo veía… semienterrado en la nieve, rojo como la sangre, latiendo lento…

Llegaba hasta él y lo cogía delicadamente entre mis manos. Lo acunaba en el pecho… Murmuraba…

“Guerrero, estoy aquí, para salvarte.”

Entonces, aparecía ese anciano de cabello largo y blanco, sonriéndome…

“Bienvenida, reina de las nieves.”

Y me despertaba. Así sucesivamente, el mismo sueño casi todas las noches.

Volvía al presente frente a la fachada del edificio de Defensa. Saludé al guardia de seguridad de mesa de entradas y me dirigí a una de las grandes puertas de acero que dividía los más extraordinarios secretos del resto de la humanidad. Era una privilegiada por tener acceso a ello. Me lo había ganado, cierto. Mi inteligencia, mi trayectoria, y mi dedicación, habían logrado la confianza de aquellos que desconfiaban por razones obvias de cualquier mortal que tuviera tan importante información.

El General Losovich me recibió en su despacho con una sonrisa ancha y brillo de alegría en sus ojos.

—Natasha, bienvenida nuevamente. ¿Qué tal las vacaciones?

Acepté cordialmente la mano del hombre al que no dudaba sentía por mí, admiración y algo más.

—Muy bien, Igor. Tengo una familia numerosa así que he compartido momentos inolvidables. He estado muy casera en realidad.
—Me parece bien. Aunque… Bueno usted sabe, aquí todo llega a nuestros oídos. ¿Ha viajado a Kirkenes?
—Oh… Sí. Mis primos noruegos. Encantadores por cierto. Además la boda de mi hermano se ha celebrado antes de ayer.
—¡Felicitaciones! ¿Ivan o Dimitri?

Sonreí. Vaya si no olvidaba los integrantes de la familia.

—Dimitri. Ivan seguirá soltero por el momento.

Cogió asiento y sonrió débilmente.

—¿Y usted?
—Extraño que me pregunte. Deberían saber aquí si tengo algún pretendiente. Pero no, sigo soltera y será por largo tiempo.
—Es una pena. Una chica tan inteligente y bella.
—Soy una incomprendida, Igor. Me dedico mucho a lo que amo. La ciencia. No todos lo logran comprender.
—Tiene razón. Y… Hablando de ello… De su amor y dedicación por la ciencia. Estoy esperando al Mayor Tretiakov, desea hablar con usted. Quizás le interese la proposición.
—¡Qué curiosidad!
—No se preocupe, no tardará en llegar. La puntualidad es nuestro fuerte en las Fuerzas.
—No lo dudo.
—¿Bebe café?
—Por favor, gracias.

………………………………………………………………………

El Mayor Tretiakov no tardó en presentarse. Fue cortés como era habitual aunque nunca abandonaba el rictus de seriedad y rigidez que caracterizaba a su carrera militar. A pesar de ello, dejaba entrever la admiración por mi inteligencia y dedicación.

Al principio de la conversación y después que Igor sirviera para los tres un vodka de selección del bar de su despacho, pareció meditar lo que iba a decir. Losovich lo alentó.

—Mayor, confío plenamente en la doctora Gólubev.
—También yo. Mi temor es… si aceptará nuestra propuesta.
—¿Propuesta? –Bebí un sorbo y clavé mi mirada en el viejo militar—. Me intriga.

Era una pena que no leyera mentes humanas.

—Doctora Gólubev, por órdenes del gobierno ruso debemos abortar la investigación científica.
—¿Es definitivo?
—Sí.
—Es una mala noticia.
—Lo sé. Para cualquier científico lo es. Pero lo que iniciamos y adelantamos hasta ahora con su ayuda está llevando mucho dinero. Hay prioridades en Rusia. El mundo secretamente está preparándose por si acaso surgiera una…
—¿Tercera guerra Mundial?
—Exacto. Las armas nucleares son esenciales para un contraataque si ello ocurriera alguna vez. Rusia no puede estar ajena a los adelantos.
—Entiendo. Y… Entonces, ¿qué papel jugaría yo?

Carraspeó.

—Bueno –se acomodó en la silla de respaldo ornamental—. Sé que su familia goza de una situación privilegiada, económicamente quiero decir. Tal vez no cuente con tanto dinero como la Fuerza sin embargo… es la más cercana ayuda en la que podemos recurrir. Usted tiene un alto coeficiente, ama la ciencia, y es responsable. Nuestro secreto seguiría resguardado.
—Disculpe, no sé si he entendido bien. ¿Quiere que me haga cargo totalmente de la investigación? ¿Eso incluye, los fósiles?
—Sí. El gobierno quiere que los restos encontrados queden a resguardo para unos años más. Y con mi experiencia eso quiere decir que abandonó el interés por el estudio prehistórico. El General Losovich aquí presente y quien le habla nos sentimos frustrados ante este abandono por parte del Gobierno. Sabemos que es por una buena razón pero todos los que participamos en la investigación de esas extrañas especies hemos puesto alma y corazón.
—¿De cuánto dinero hablamos para invertir?
—Mucho. Pero no se preocupe. No la abandonaremos. Igor y yo tenemos ahorros que aportar. Por supuesto, la infraestructura será en parte a nuestro cargo. No podremos pagar su suculento sueldo como hasta ahora y… tampoco a Vladimir y a Yuri, ambos colaboradores.
—Necesitaré la ayuda de los dos. En mi familia no hay científicos.
—Lo sabemos. Además no podemos arriesgarnos a contratar personas ajenas. Confiamos en ellos. Ahora mucho más, en la situación secreta en la que seguiremos la investigación.
—Okay… No sé si responder en este momento. Mi padre puede donar cierta parte de la fortuna familiar. Lo haría por mí, sin embargo los estudios pueden durar años, incluso décadas.
—¿Y los Craig?

Alcé la ceja.

—¿Mis primos?
—Tenemos conocimiento que son potentados. Uno de sus primos es empresario, dueño de un importante hotel en la ciudad de Kirkenes y contratado por el Gobierno noruego en el proyecto de habitar y explotar la Isla del Oso.
—Cierto. Veo que está muy bien informado, Mayor.

Sonrió.

—Ocurre que dudo que mi primo desee gastar dinero en investigar sobre la prehistoria –mentí.
—Es entendible. Lo que necesitamos urgente es un lugar para depósito de los fósiles, que sea seguro y esté acondicionado. La Isla del Oso es un perfecto lugar. Hoy por hoy está poco habitada. ¿Cree que su primo accederá? No podemos contarle la verdad. Cuantas menos personas sepan de los hallazgos y nuestras intenciones, será mejor.
—No sé cómo podría convencerlo, Mayor. Pedirle un lugar en la Isla y no notificar la intención es complicado.
—Doctora, tengo la impresión que usted tiene el magnetismo de convencer a cualquiera.

Sonreí.

—No lo crea. A veces me ha sido imposible.

Recordé a Lenya Craig y su abandono por Liz.

—¿Podría intentarlo?
—Por supuesto, ¿cuánto tiempo tengo antes de que el Gobierno se deshaga de los fósiles.
—Dos semanas.

Suspiré y simulé dudarlo. Sabía que era una buena noticia tener a cargo la investigación con total libertad. Conocía que Sebastien no me negaría el pedido pero no podía demostrar que estudiar la genética de esos fósiles para nosotros sería sumamente importante. Porque éramos parte de ella.

—Me comunicaré con usted en cuanto tenga la respuesta.
—Yo debo presentarme en un proyecto nuclear en tres días. Cualquier novedad puede hablar con Losovich.

Igor hizo una mueca de asentimiento.

—Si me disculpan, tengo una última pregunta.
—Dígame.
—Ustedes, ¿tendrán acceso al laboratorio? Porque tendré que avisarle a mi primo Sebastien.
—No podemos levantar sospechas, doctora. Por eso confiaremos plenamente en sus informes. Sé que no nos defraudará.
—Por supuesto.

………………………………………………………………………

—¿Qué? ¿Cuánto dinero necesitas?

Mi padre se puso de pie de un salto.

—Papá, si te pones a pensar no es tan grande la cifra para el objetivo. Además Sebastien estará encantado de cooperar.
—Sí, por supuesto. Tan encantado como ser líder de todos nosotros.
—Papá… Se trata de nuestra genética. Puedo lograr desentrañar muchos secretos y mejorar la estirpe futura.
—¿Pero tú te crees Frankenstein?
—No exageres.
—No podrás cambiar el orden de la naturaleza.
—No dije que iba a crear mutaciones. Pienso que la charla con Anouk te ha caído pésima, ves todo horrible.
—¿Qué charla?
—Los vi. Juro que no escuché. Sin embargo es muy simple deducir que Anouk no volverá a Moscú y vivirá con los lobos.

Me miró fijo y rendido se dejó caer en el sofá.

—Tu madre está desconsolada.
—Se le pasará. Anouk tiene derecho hacer su vida como quiere.
—Lo sé… Igual no es fácil.
—¿Qué cambia? Vendrá a visitarnos como hasta ahora viviendo con los Craig.
—No, no la veremos a menudo –mi madre entró en la sala con pasos cansinos y rostro apenado—. El bosque… el bosque se quedará con ella.
—¿Qué dices, mamá?
—Sí, esa es la sensación que he sentido cada vez que he pasado cerca de allí. Me robará un pedazo de corazón.
—Pienso que están muy susceptibles. Dimitri y Anoushka viajaron, Svetlana y Anthony en París, Ivan en… ¿Dónde está Ivan?
—En Nueva York. Tiene que dar una charla sobre Mitología –contestó mi padre.
—Oh… Bueno, retomo… Con casi todos los hijos fuera del hogar deben estar sufriendo el “síndrome del nido vacío”. Se les pasará y si no Dimitri sabrá como aconsejarlos. Pero piénsenlo bien. Querían vernos felices, aquí estamos, proyectando nuestro futuro. Algún día tenía que ocurrir.
—Natasha… Tu madre y yo siempre deseamos lo mejor para ustedes y sabíamos que cada hijo debe buscar su felicidad. Lo que ocurre es que Anouk es un tema aparte. Vivirá entre lobos. Poco a poco se alejará de sus costumbres y añorará cada vez menos sus raíces.
—No es así. O imaginan que le crecerá pelo en el cuerpo y aullará a la luna.
—No te burles, hija. Eres inteligente, sabes a que me refiero.

Cogí la mano de mamá con ternura.

—No tengas miedo, estará bien.
—No la cuidarán. No es una de ellos –murmuró con tristeza—. No nos aprecian como lo haría un aquelarre de vampiros. No olvides, hija… Una vampiresa a asesinado a un lobo.
—Anouk se hará querer, además…
—¿Además? –preguntaron al unísono.
—Está Drank, ese humano que le gusta. No es un lobo.
—¿Lo conoces? ¿Es un buen chico?
—Por lo que sé, sí. Trabajador, honrado, y si la ama sería perfecto.
—¿Y si la aparta de su familia? ¿Si no la deja venir a menudo?
—Mamá, ¿cómo se te ocurre? ¿Te olvidas quien es Anouk? Nadie le dirá qué hacer.
—Hay algo que me inquieta… No sé cómo explicarlo…
—Por esta vez, no sigas tu intuición.
—¿Tú crees?
—Sí… Y ahora… Díganme, ¿me prestan ese dinero?
—Claro, hija.
—Cuenta con ello.
—Bien, gracias –les di un beso sonoro a cada uno y sonreí—. Hablaré con Sebastien en estos días y… también con Anouk.


Chelle.

Avancé por el pasillo de la Universidad hasta la puerta de Rectoría. Golpee suavemente y una voz cascada se escuchó.

—Adelante.
—Buenas tardes, Rectora.
—Profesor Ovesen, buenas tardes. Coja asiento, por favor.

Ovesen… Apellido que había escogido al azar. Sentía angustia por no poder usar el de mi aquelarre.

—Gracias, después de usted.

La mujer de cabello corto y canoso, vestida formalmente, cogió asiento y sonrió.

—Dirá usted, profesor. ¿Por qué desea verme?
—Bueno, espero que no sea tomado como atrevimiento pero… En dos días tendré que evaluar un examen como estaba previsto por el profesor a cargo, el señor Vang.
—Así es. Y le adelanto que los alumnos están muy conformes con las clases de apoyo. Me lo han dicho.
—Gracias… Lo que ocurre es que tengo dos alumnos que no están asistiendo a clase. Fjellner y Monak.
—Estoy al tanto. Monak ha tenido que viajar a Oslo. Su madre está muy enferma. Dudo que pueda asistir más.
—Entiendo. Aun así no quisiera quitarla de la lista. Sé que hay un reglamento y sus ausentes están en el límite.
—Veremos qué podemos hacer.
—En cuanto a… —miré la lista—. Fjellner…
—Mmm… Es un caso especial. Ha tenido excelentes notas, pero de aquí a dos meses atrás no ha cumplido ni siquiera con los trabajos prácticos. No ha avisado el porqué de sus faltas. No tengo razón alguna para mantenerlo en la lista.
—Lo que ocurre… Es que tiene calificaciones muy altas. Le pido que espere a la fecha de examen. Quizás asista.

Suspiró.

—El reglamento dice treinta inasistencias. Si no me equivoco debe haberlas cumplido.
—Lo sé. ¿Puede haber una excepción? Es por sus notas.
—Es usted un muy buen docente comprometido. Estoy complacida de tenerlo en la Universidad de Kirkenes. Sin embargo debe recordar que los alumnos que asisten no son criaturas en los que pueda uno hablar con sus padres. Son adultos, señor Ovesen. Está en ellos mismos velar y cuidar su futuro. Siendo una Universidad de prestigio no pueden desechar el sitio que ocupan. Es decir, no valorarlo. Hay mucho que desean poder ingresar.
—Sí, pero quizás le ocurrió algo grave o importante para dejar la universidad. Insisto –miré la lista—, este alumno tiene nueves y ochos en las calificaciones.

Pareció meditarlo unos cuantos segundos.

—Está bien… Pero solo hasta la fecha de examen. Si Fjellner no se presenta, estará fuera del curso.
—Okay, gracias.

Me retiré con la convicción de que la Rectora tenía una muy buena impresión de mí. Quizás después de la suplencia conseguiría otro puesto definitivo dentro de mis conocimientos.

Por el pasillo muchos alumnos transitaban. Había chicos sentados en el piso leyendo y repasando lecciones, otros se agrupaban y conversaban. Algunos caminaban apresurados hacia las aulas. Al pasar por la escalera que bajaba a cafetería el aroma a café y pan caliente llegó a mi olfato. Volví al pasado. Tal vez no era el mismo aroma que aquella Universidad donde había estudiado. La prestigiosa Universidad de Santiago de Chile. Nombres de profesores y compañeros se agolparon en mi cabeza. Los rostros algunos difusos por la cantidad de años transcurridos, pero las voces… todas estaban dentro de mi corazón.

El desarraigo por tu lugar en el mundo, aquel que te vio nacer y crecer, seguramente no pueda entenderlo cualquiera. Solo aquel que lo sufre. Es similar a una planta cuando la arrancas de cuajo para trasplantar. Tendrá sus raíces consigo, sin embargo de ella dependerá que pueda adaptarse a la nueva tierra. Algunas especies lo logran, otras se marchitan y mueren.

Creo que ocurría algo parecido conmigo, la diferencia es que aún no sabía si sobreviviría a los cambios. Porque además… debía sumarle la ausencia de mis padres, de aquellos amigos y amigas que había logrado tener a pesar de mi condición de vampiro. No mataba de forma indiscriminada sin importarme nada en absoluto. Así me habían enseñado. Mis padres eran maravillosos. Siempre nos criaron con dulzura y constancia. Aunque después comprendí que en todos los hijos no surge el mismo efecto. Quizás en Vilu habría que haber empleado más firmeza y rigor. O no… A lo mejor tampoco hubiera dado resultado. Era dañina desde pequeña. Con los años fue afianzando su maldad. Pero cuando eres familia a veces tardas en darte cuenta. Es que es difícil reconocer que alguien de tu sangre pueda ser tan diferente a ti. Es como si el orden de la naturaleza diera un salto en la secuencia y produjera un caos. A nadie le agrada el caos. Pienso que la primera razón es no saber qué hacer con él. Muy similar a lo que ocurre muchas veces en el planeta. Los desastres climáticos te desorientan, te paralizan, te enfadan. Por eso algunos humanos siguen rebeldes ante la ecología. Como si fuera posible ganarle la pulseada a la naturaleza. Y no… De esa forma no lo lograrán. Solo queda hacerle frente y corregir. Con Vilu no pudieron. ¿Por ignorancia? ¿Por la vanidad? ¿Por miedo? Quizás muchas veces se preguntaron, ¿cómo va a poder superarnos un hijo? Somos nosotros quienes tenemos el poder. Pero el poder no solo se tiene por decir nada más. Hay que hacerlo efectivo. Como lo hizo Adrien en su momento. Como lo hace Sebastien aunque use la adornada diplomacia. Tener el poder para algo no es un billete de lotería que te cae del cielo. Es mucho más que eso. Estar en el sitio que te permite dominar es un don que debes saber desarrollar y aplicar sobre las bases de la mayor virtud, la justicia.

Lamentaba que mis padres no hubieran podido con el caos de Vilu. El único que recordaba haberle hecho frente desde muy joven, era Dalca, mi otro hermano. Cuando el desapareció sin dejar rastro, pensamos que algo malo había ocurrido, pero creo que ninguno de los Huilliche se atrevió a creer que esa ausencia repentina podía tener nombre y apellido. ¿Por qué no ser Vilu la que se había encargado de él? Hoy por hoy, las deducciones me llevaban a que habría sido posible. ¿Acaso no había asesinado a mi novio? ¿No había sido capaz de cometer el crimen atroz contra sus propios padres? Maltratar a Huan Yen, secuestrar a los Sherpa, querer acabar con los Craig… Entonces, ¿por qué no? Y cuántos hechos aberrantes ignoraría.

La puerta del aula 17 se mostró a mis ojos. Okay…

Al entrar algunos callaron sus voces otros continuaron con la charla animada.

—¡Profesor, buenas tardes! Tengo una duda sobre el examen –se escuchó una voz.
—Buenas tardes –sonreí viendo a la joven que se acercaba al pupitre con su carpeta.
—Tranquila, no te preocupes, coge asiento. Decidí dar otra clase de repaso.

Exclamaciones de júbilo y alivio resonaron en el aula.

—Pasaré lista primero y luego iremos desarrollando los distintos temas de la prueba.

La primera media hora de clase transcurrió pacífica. Muchas dudas pero todas pude responder. Llegando al problema de las transformaciones en el núcleo de la tierra decidí hacer un bosquejo en el pizarrón, para que fuera posible retener con más facilidad las ecuaciones de las sustancias.

—Se piensa que el núcleo interno está compuesto por hierro, níquel, y otros elementos más ligeros. Aunque estudios más contemporáneos detallan que existen elementos pesados con mayor número atómico que el Cesio. Es decir mayor de 55.
—Profesor, ¿el oro, el mercurio, y el uranio, podrían existir en el núcleo terrestre?
—Así es.
—¿Cómo quedaría la fórmula final?

Arrastré la tiza con celeridad mientras escribía la conclusión hasta que algo sucedió. Me paralicé… No por el silencio sepulcral de los alumnos siguiendo la lección, tampoco fue el ruido de la puerta al abrir y cerrarse, ni siquiera su “buenas tardes”, seco y cortante. Nada de eso… Fue su fuerte aroma que distinguí en un abrir y cerrar de ojos. El olor a lobo que impregnó mi sentido del olfato y me inmovilizó.

Tragué saliva mientras escuchaba un par de voces femeninas.

—¡Bienvenido otra vez, bombón!
—¿Descansaste cariño?

Después una voz masculina.

—¡Ey, cabrón! Por fin apareces.

Mis dedos soltaron la tiza que cayó en la canaleta. La cogí apresurado e intenté escribir el nombre de la última sustancia.



Recordé el caos en el que había pensado. Enfrentarme a un lobo sin sentir miedo era para mí un caos. ¿Qué hacer? ¿Podía tener tanta mala suerte? No podía huir. Eso hubiera sido lo incorrecto ante un desastre. Traté de respirar profundo e hilvanar las palabras para continuar la clase. Sí… Debía seguir como si nada hubiera pasado.

—¡Fjellner regresó, profesor!
—¡Oh! –me hice el sorprendido y giré rápidamente.

Eché un vistazo fugaz a la clase y mis ojos buscaron refugio en la lista sobre el pupitre.

—Le pondré el “presente” –balbucee.

La punta de mi lapicera recorrió temblorosa la lista y lo escuché. Su voz grave retumbó en cada rincón del aula.

—Gracias.

Cerré la lista y traté de continuar la clase evitando los asientos del fondo porque allí había lugares vacíos. Seguramente se habría ubicado detrás de los últimos chicos.

En la hora restante hubo algunas preguntas más que no dudé en contestar. Poco a poco mi estado crítico volvió a la normalidad. Mi pulso, la firmeza de mis músculos, la desaparición del nudo en el estómago.

Sin embargo la vida últimamente no me había sido fácil. ¿Por qué ahora debía serlo?

El final de la clase se anunció con un timbre estridente. Creo que eran mis oídos sensibles por el hecho de ese alumno lobo, porque nunca me había dado cuenta que sonaba horrible.

Tras los saludos afectuosos el aula quedó vacía. Miento, casi vacía. Porque el lobo no se retiró. El aroma persistía… Intenté seguir mi rutina antes de abandonar el recinto. Guardé las tizas en el cajón y me dispuse a borrar el pizarrón.

Mi fino oído alcanzó a escuchar los pasos hacia el pupitre.

Cielos… ¿Por qué a mí?

—Profesor.

Otra vez su voz penetrando en mi tímpano.

—Sí –me giré y me refugié en las carpetas y la lista de la mesa.
—Traje dos trabajos prácticos, se los debía a Vang.
—¿Vang? –lo miré a la cara con un valor que ignoraba que tenía.

Sus ojos estaban clavados en las hojas que extendía hacia mí. El ceño fruncido, como molesto, enojado con el mundo. Al menos no miraba fijo. Sus cejas, pómulos, mentón, enmarcaban un rostro perfecto.

—El antiguo profesor.
—Ah sí. Gracias. Puede dejarlo en el pupitre. Lo corregiré en casa.

Los depositó lentamente como si no tuviera el deseo de partir de allí y regresar a su hogar, lo contrario a cualquier alumno.

Cogí las hojas y las apilé entre la carpeta negra y la celeste. Traté de acomodarlas en un intento vano de hacer tiempo y que saliera de una maldita vez.

—Qué extraño… —volvió a hablarme—. ¿Un vampiro dando clase?

Debía vencer mi caos. Al menos intentarlo y hablar de frente. Así que lo miré. Sus espesas pestañas descubrieron un iris de color ámbar. Yo diría que hasta un tinte de tristeza convertía el tono en casi transparente. Respiré profundo y lento sin que lo notara.

—También es extraño tener un lobo de alumno.

Una mueca mínima de sus labios rellenos pareció dibujar una leve sonrisa de lado, ante mi respuesta triunfante. De un movimiento se colocó la capucha negra de su sudadera que le cayó hasta las cejas arqueadas.

—Tiene razón. Ambos somos extraños aquí.

Bajé la vista y recogí las carpetas.

—Bueno, puede retirarse. Pasado mañana a la tarde tendremos el examen. Trate de no faltar –mi voz salió insegura y entrecortada.
—¿Me tiene miedo, profesor? –su mirada se clavó en mis ojos asustados—. Creo que está deseando que me vaya.

Saqué fuerzas no sé de dónde.

—¿Cómo se le ocurre?
—Intuición, solo eso.
—Pues, guarde la intuición y la astucia para el examen, Fjellner.
—Me llamo Mike.
—Pues yo le diré Fjellner, como corresponde.
—¡Qué correcto! –se burló.

Volvió sobre sus pasos y aproveché a estudiarlo. No debía hacerlo, lo sabía. Pero algo me atraía a observarlo. Es que nunca había tenido la oportunidad de ver un lobo tan cerca. Su andar era seguro aunque parecía arrastrar una pesada carga en cada paso, como si se llevara el mundo por delante y a la vez no quisiera. La espalda en perfecta cuadratura, sus brazos torneados bajo la tela de algodón recogieron la mochila y la cargó a la espalda. Avanzó sin dejar de mirarme a los ojos. Esta vez no bajé la vista. No sé si fue mejor o peor.

No me había dado cuenta que me había quedado paralizado apretando las carpetas contra mi pecho. Mi respiración volvía a ser irregular.

Se detuvo a medio camino con el ámbar fijo en mí.

—Sí… me tiene miedo. Lo que no entiendo es por qué –achinó los ojos—. Y me atrevería a decir que… por cómo me mira… le gustan los machos.

La indignación ante tanto atrevimiento evitó que mi cerebro aconsejara callar.

—¡No sea insolente, Fjellner! ¡Discúlpese o notificaré a la Rectora su comportamiento!
—Haga lo que le plazca –murmuró.

Caminó hacia la puerta y la abrió.

—Hasta pasado mañana —tartamudee—, por favor póngase al día con el estudio. Hoy… no ha sido un buen comienzo.

Antes de retirarse volvió a mirarme.

—Coincido.

………………………………………………………………………………………………..

Camino a la cabaña de Charles maldije tantas veces como me fue posible. No podía creer que todo iba sobre ruedas y ese lobo me había arruinado el cuatrimestre. ¿Cuánto tiempo quedaba para terminar el curso? ¿Un mes? No, dos meses. Dos malditos meses. ¡Joder con mi destino!

Al entrar a la sala Miyo y Margaret miraban un álbum de fotos sentadas en el sofá.

—Buenas noches, querido. ¿Quieres algo de beber?
—¡Hola Chelle! ¿Quieres algo de beber? –repitió Miyo tratando de memorizar la frase de Margaret.
—Buenas noches, no gracias.

Charles llegó a la sala llevando consigo un insecticida.

—Ah, Chelle. ¿Cómo te ha ido?
—Más o menos.
—Oh...
—Te haré un café, pareces agotado –insistió Margaret.

Miyo dio un salto y se pegó a ella.

—¿Puedo hacer café?
—¿Estás segura que te animarás?
—Sí, Miyo quiere aprender.
—Okay –sonrió—. Ven conmigo.

Me senté frente al hogar apagado y deposité las carpetas a mi lado.

—¿Alumnos rebeldes? –preguntó Charles.
—Algo así… ¿Matarás algún insecto?
—No, una araña que se ha empecinado en hacerme la guerra

Sonreí.

Roció un rincón del estante y observó satisfecho.

—Es que puedes creer que limpio sobre lo limpio y la cretina tejé la tela en segundos.
—¿En serio?
—Sí… —giró para verme y sonrió amablemente.

Depositó el insecticida en la mesa de living y se sentó frente a mí.

—Cuéntame, ¿alumnos de Universidad que parecen de Primero Inferior?
—No… Mi clase es bulliciosa pero no tan molesta. Es solo uno… Que se cree… no sé… Vanidoso, arrogante, y maleducado.
—Bueno, si tuviera que jugar a adivinar apostaría que es un lobo.
—Es un lobo.
—¿De verdad? Sabía que esta semana debía comprar un billete de lotería –sonrió.
—Un lobo que me hará la vida imposible.
—¿Tan así? En fin… Tú sabes la docencia es un cadalso que en mi vida se me hubiera ocurrido seguir. Pero… tú tienes paciencia. Te pareces a tu madre.

Lo miré con tristeza.

—¿En serio?
—¡Claro qué sí!
—Me agrada saber que me parezco a ella. No porque mi padre fuera intolerante, pero ella…

Sentí la hiel en la garganta y nuevamente las ganas de llorar.

—Animo, Chelle. Estás aquí, vivo. Seguramente con decenas de buenas sorpresas por descubrir.
—Hoy precisamente no fue una de ellas.
—Paciencia. A veces son jóvenes rebeldes y si a eso le sumamos que es licántropo…
—Es muy inteligente. Sus calificaciones son brillantes.
—¿Ah sí?
—Sí. Debe ser su única virtud.
—Quizás tenga otras, aunque sea un lobo, claro.

Reí.

—Me gusta que te rías. Hazlo más a menudo.

Miyo apareció con una taza en la mano. Sus ojos escarlata miraban fascinados el líquido oscuro con la intención de no volcar.

—Miyo hizo café.

Charles aplaudió y lo imité.

—¡Muy bien, Miyo!
—Sí, muchas gracias –cogí la taza.

Ella aguardó que bebiera con actitud impaciente. Por no desalentarla lo probé con cuidado. Por supuesto mis labios rozaron lo caliente y pasé la lengua por los labios.

Miyo se acercó inclinando su rostro hasta que casi rozamos la nariz. Era evidente que no deseaba perderse mi expresión.

—¿Te gustó?
—Oh sí –sonreí—. Está muy rico.

En ese instante Khatry y Thashy entraron a la sala. Venían de afuera. Quizás habían ido a cazar.

—Buenas noches –dijeron al unísono.
—Buenas noches –respondimos.

Intenté beber más café. Al menos no miraría al guerrero a la cara. Es que… me sentía avergonzado por lo ocurrido en Chile. Por suerte la voz cantarina de Miyo rompió el silencio.

—Miyo hizo café. Chelle lo probó. Y le gustó.
—¡Qué bien, hermana!
—Sí, cariño. Muy bien. Te felicito.
—¡Aplaudan a Miyo! –golpeó sus manos como si les enseñara a hacerlo.

Ambos rieron y aplaudieron.

Ella dio saltos de alegría y rio hasta que Margaret hizo su entrada triunfal con una gran toalla en sus brazos.

—Buenas noches, Sherpas. Miyo… ya he preparado el baño para ti.
—¿Cómo el lago o como lluvia?

Margaret rio.

—Como el lago. He llenado la bañera.
—A Miyo le gusta la lluvia. Como la que cae del cielo —señaló el techo.
—Okay, puedes bañarte como lluvia si prefieres.
—Por favor, hermana. No des trabajo a Margaret.
—No digas eso, Thashy. Si no hago varias cosas me aburro aquí. Extraño la mansión.

Charles se puso de pie.

—Para que no extrañes la mansión te llevaré a la habitación y…
—¡Charles! –protestó su hembra.
—Y ordenaremos el ropero, querida… ¿qué creías que iba a decir?

Rodó los ojos.

—Entonces aceptaré la oferta ya que últimamente has perdido la orientación del ropero. Digo porque hay alguna camisa dispersada por la habitación.
—¿En serio? No creo haber sido yo.
—Yo no uso ese tipo de camisas.
—Ah, entonces fui yo. Estimados –hizo una reverencia—, tengan buenas noches.

Ambos desaparecieron y Miyo cogió la toalla del respaldo del sofá. La extendió estudiando el tamaño.

—Miyo pequeña, toalla muy grande.
—Anda, hermana. Pórtate bien. Si necesitas ayuda me dices.
—Miyo sabe bañarse –se ofendió—. Y hacer café.
—¡Claro! Te felicitamos.

Al quedarnos solos, me sentí incómodo. Los Sherpa se sentaron y presentí que me observaban mientras bebía el café.

—Si no está bueno puedes dejarlo. Juro que no se lo diré –sonrió Thashy.
—No, no… Está muy rico. De verdad.

Bebí de un sorbo aunque confieso que estaba caliente.

—Si me disculpan, yo iré a descansar –balbucee nervioso.
—Siéntate, por favor. Mi hermano quiere hablar contigo.

Por supuesto, si el día debía terminar como el diablo. Cielos…

—Okay –volví a coger asiento y aguardé la catarata de cosas que debería decirme sobre lo ocurrido y mi linaje. Nada menos que un Sherpa había sido denigrado y ofendido por una Huilliche.
—Chelle…

Hasta mi nombre le quedaba diminuto en su boca de guerrero.

—Sí, dime –lo miré.

Pensé que había sido valiente varias veces en el día.

—Quería proponerte algo porque sé que estás dando clase. Por mi hermana menor. Ella debe aprender y cultivarse. De todas formas Charles me contó que tus conocimientos brillantes son muy específicos. Geología, matemática… Así que busco algo más general para empezar. Sin embargo, ¿te molestaría acompañarla por los alrededores? Ella es obediente, aunque no tan cautelosa. Por eso necesito alguien además de Charles que la guíe. ¿Tienes inconveniente?
—No, puedo hacerlo –contesté confundido—. Será un honor. Pero… ¿Confías en mí?
—¿Por qué no debería hacerlo? –sus ojos me miraron con franqueza.
—Por lo que todos sabemos. Soy un Huilliche.
—Exacto. Por eso mismo.
—Pero… mi hermana… oh cielos… ¡Lo siento tanto! Debes tener grabado en la memoria cada atrocidad, cada hecho aberrante –bajé la vista.
—La memoria no es como un reflejo, Chelle. Se domina. Tengo memoria sí… Recuerdo a una pareja de vampiros honorables que habitaban a los pies del volcán Osorno. Dignos y bondadosos. Huilliche era su linaje. El resto, lo olvidé.

Mis ojos se llenaron de lágrimas y asentí con la cabeza.

Y ese día, el cual me había dedicado a enseñar a otros, aprendí una lección. Ser virtuoso guerrero Sherpa no lo demostraba su cuerpo poderoso ya casi recuperado, sino su espíritu. Ese que forjaba su corazón.





























10 comentarios:

  1. Me encanto que Grigorri y Sacalert se reconciliaran. Me dejaste intrigada sobre lo que es Grigori ahora. Te mando un beso y te me cuidas mucho

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Hola Citu! Me alegro mucho que te haya gustado. Parece que ambos comienzan una nueva etapa. ¿Qué es Grigorii? Yo creo que es un humano, aunque me animaría a decir que con algunos dones extraños. Parece que la leve mordida algo provocó. Veremos que ocurre. Un besazo y muchas gracias por comentar. Feliz semana para ti.

      Eliminar
  2. Hola, Lou... Es preciosa la nueva cabecera de tu blog, y me ha sorprendido la pregunta... Elijo ser Caperucita... no me imagino como lobo
    También ha sido preciosa la reconciliación de Grigorii y Scarlet... Después de tamaña tormenta, has logrado que salga un muy hermoso arcoíris
    Grigorii escucha a unos lobos que están muy lejos... Grigorii parece entenderlo, creo que Scarlet también
    Es cierto que el sueño recurrente de Natasha parece inexplicable, pero seguro que alguna explicación va a tener
    Solo espero que Anouk viva feliz entre los lobos y, en especial, con Drank... Bueno, solo deseo que nada malo le suceda
    Fjelner ha resultado ser Mike... con unas notas muy brillantes, y aroma a lobo... Bien, Chelle es un profesor brillante y con aroma a vampiro
    Creo que va a ser imposible que Miyo no me arranque las sonrisas que ella quiera
    Excelente capítulo, Lou... Lo he disfrutado mucho... Leer tu capítulo ha sido una bonita manera de comenzar el día, y la semana
    Besos

    ResponderEliminar
  3. ¡Hola Mela! Como siempre un gusto leer tu comentario y me encanta que te haya gustado el capi y la cabecera.
    La reconciliación de Grigorii y Scarlet por fin ha llegado aunque como dices tú, hay cosas y hechos que irán descubriendo a partir de esa breve mordida. Supongo que algunas respuestas las dará Natasha.
    Y hablando de ella, mi inteligente lectora, ese sueño algo tiene que ver con su destino. Muy pronto lo sabrás.
    Anouk será feliz en la reserva pero obvio en la vida no todos son rosas, ya lo sabemos. Así que recorreremos el camino con ella en su nueva vida lejos de los Gólubev.
    Mike Fjelner... un lobo. Chelle Huilliche, un vampiro... Parece que las distintas razas van acercándose, como alguna ve ocurrió con las distintas razas de humanos hace mucho tiempo. Es que a veces la historia se repite.
    En cuanto a ellos especialmente, te diré que el destino no se les hará fácil. Tú sabes, al padre de Mike lo asesinó Vilu, y Chelle es su hermano, a pesar que por ahora ambos ignoran quienes son. Veremos que pasa querida amiga.
    Me queda agradecerte que siempre me acompañes en esta loca imaginación.
    ¡Miles de besos y feliz semana!

    ResponderEliminar
  4. Sin peleas no habría reconciliaciones y el amor sería aburrido. Me llevaría bien con Natasha por la ciencia y la investigación. Chelle y Mike, ¿nueva pareja?
    Bso

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Hola Ignacio! Muchas gracias por comentar.
      Tienes razón sin peleas no hay reconciliaciones y tienen su encanto. Esperemos que haya un poco de paz para Scarlet y Grigorii por un tiempo.
      ¿Te gusta la ciencia y la investigación? Es muy atrayente. En mi caso me resulta muy difícil la química y física así que admiro a los que pueden dominarla.
      Chelle y Mike nueva pareja, parece que sí. Habrá que ver el camino que les toca recorrer. Porque al parecer fue un comienzo no tan pacífico.
      Un beso grande querido amigo y feliz semana para ti.

      Eliminar
  5. Holaaaaa, Grigorii y Scarlet tenían que entenderse. Preciosura de reconciliación!!!
    A los papis de Anouk se les pasará la tristeza cuando vean a su hija feliz con el bueno de Drank. Natasha seguirá estudiando los fósiles y me da que algo ocurrirá entre Chelle y Mike.
    Capítulazo!!!!

    Besoteeeessssss!!!!

    ResponderEliminar
  6. ¡Hola Merche! ¡Qué bueno que te haya gustado! Muchas gracias por comentar.
    Scarlet y Grigorii se han reconciliado y ahora toca vivir cada día con ese amor y sus razas diferentes. Aunque veremos que tan diferentes.
    Los Gólubev siempre han tenido a sus hijos cerca a pesar que Svetlana está en París. Lo que ocurre es que se enamoró de un vampiro así que aún en Francia sienten que no la perdieron. Anouk es otro tema. Es humano... y vive en una reserva de lobos. Pero tienes razón todo pasa. Solo hay que esperar.
    Chelle y Mike los polos opuestos se atraen, en este caso sus historias también son opuestas. Espero que te diviertas mucho con ellos y también con Natasha y esos descubrimientos novedosos.
    Un besazo reina y feliz semana para ti.

    ResponderEliminar
  7. Me ha gustado muchisimo porque Grigorii y Scarlet se merecen estar juntos porque ella se fue a las cumbres y el se jugo la vida por ir a buscarla.Se quieren de verdad y creo que Vilu tambien mato a Dalca.Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Hola Ramón! Muchas gracias por comentar.
      Tienes razón ambos se merecen estar juntos. Afianzar el amor será cuestión de tiempo como ocurre con los enamorados.
      Coincido contigo, Dalca despareció con seguridad por culpa de Vilu. Esperemos que algún día tenga su merecido.
      Un abrazo amigo, y feliz semana para ti.

      Eliminar

Gracias por visitarme y comentar.