INTRODUCCIÓN

Introducción:

Dentro de los Sami, una raza milenaria se ha mantenido en secreto. Los lobos basados en la naturaleza y el honor han logrado la supervivencia lejos del ojo humano.

La reserva es su hogar y transitaré en ella para conocer cada secreto. Es un gusto que ustedes me acompañen. Estoy segura que reirán y se emocionarán.

Por mi parte cada línea, cada párrafo sobre ellos, me ha llevado a un mundo de misterio y fascinación.

Lo siento no puedo prescindir de ellos. Ellos… también me han atrapado.

miércoles, 25 de diciembre de 2019

¡Hola chicos! Muchas felicidades en estas fiestas para todos mis lectores.
Regalo humilde de Navidad. Capítulo 25, todo de ustedes.
¡Un beso grande y feliz semana!

Capítulo 25.

Horas decisivas.

Scarlet.


Apenas lo encontré junto a la carpa el miedo se adueñó de mí. Grigorii lucía un tono azulado en los labios y en muchas partes de su piel la sangre parecía haberse coagulado en forma de moretones oscuros. Sobre todo su pierna, estaba en muy malas condiciones. Quise arroparlo contra mí pero era inútil. Yo era una vampiresa, jamás le daría calor si no me lo brindaba él. Por otra parte estaba sola. Mis hermanos ignorarían lo que había ocurrido por lo tanto nadie vendría en nuestra ayuda.

Estaba sola… Sola con mis dones… No podía utilizar más de una virtud de vampiresa. Así que rápidamente opté por poner en práctica el único que podría dar resultado. Materializarme con Grigorii en el hospital de Kirkenes. Porque si fallaba en curar su estado de gravedad ya no tendría otra chance.

Conocía que todo podía acabar peor. Algún médico quizás lo sacaría del estado crítico o no. Pero para eso tenía que surgir entre los humanos sin que ellos salieran despavoridos y aterrados. Cerré los ojos con el corazón latiendo a mil por hora. Era difícil concentrarme y los segundos corrían. Grigorii respiraba lento, aislados quejidos cortaban el silencio sepulcral de las heladas cumbres. Debía lograrlo… Se lo debía a Grigorii, a Anne, también a mi madre y a Agravar, sí, a él también y a su único sacrificio por mí.

Cerré los ojos… respiré profundo… la sala de planta baja del hospital se bifurcaba, no la imaginaba nítida. Abrí los ojos y mis lágrimas comenzaron a aflorar.

—¡Por todos los infiernos! –grité—. ¿Por qué a él? ¡No lo merece!

Tranquila, Scarlet… No puedes descontrolarte… Me dije a mí misma.

Tranquila… Respira… No puedes descontrolarte… Él morirá si no lo haces bien.

Volví a cerrar los ojos… Planta principal no… Otro sitio… Otro sitio… La morgue… la morgue es el lugar que conocía perfectamente. Había visitado a Bianca muchas veces. Sí… la morgue.


Sebastien.


Corté la llamada sin respuesta con mucha preocupación. Mi hermano entró a la sala con el rostro desencajado.

—¿Qué has averiguado en la Jefatura?
—Nada. Nadie sabe donde fue. Vikingo me entregó el móvil de Scarlet. Lo dejó en el cajón.
—Con razón no contesta.
—Quizás quiera estar sola –dijo Rose angustiada.
—Lo que quiera o no ya no le concierne solo a ella –protesté—. Petrov ha ido a buscarla. Hablé con Ron.
—Entonces, ¿están juntos?
—No Lenya, Ron le dijo a Petrov que posiblemente Scarlet huiría a las cumbres. Así que si no han regresado no debemos perder más tiempo.
—Pero las cumbres es una extensión enorme. ¿Cómo los hallaremos?
—Hay que intentarlo y hay algo que me preocupa más.
—¿Qué?
—Vilu. Está suelta por ahí.
—Tienes razón, vamos. No quiero ni pensar que los encuentre.
—Avisaré a Liz y a Bianca.
—No Rose. Si no regresamos en una hora tienes permiso de decírselos. Antes no. No vamos a preocuparlas en su estado.
—Okay…


Charles.



Margaret se paseaba de un lado al otro angustiada.

—Cariño, ten calma. Sebastien y Lenya los encontrarán.

Khatry me observó sentado en el sofá.

—No me gusta estar aquí inactivo como una planta. No nací para ser espectador cuando se me necesita.
—Lo sé, guerrero. Lo sé. Sin embargo que salgas tú también es peligroso. Darás más trabajo al líder. Mi misión es cuidar a los Sherpa cuando Sebastien no está. Por favor, hazme caso. Es mejor que aguardemos noticias por ahora.
—Pobrecito humano –susurró Miyo—. Tendrá mucho frío.

Thashy observó el exterior a través del gran ventanal.

—¿Puedes ver algo? –preguntó Margaret.

Ella se mantuvo en silencio. Con sus ojos escarlata fijos.

—¿Algo que pueda guiar a Sebastien? –insistió Margaret.
—Cielo, déjala. Aún no ha podido recuperar sus dones. Intentarlo la agota.
—Lo siento.
—Parecemos tres inútiles desde que esa perversa nos capturó –se enfadó Khatry.
—Nooo, Miyo no es inútil –se dijo a sí misma. Miyo está aprendiendo, hermano.

Él sonrió a pesar de todo.

—Tienes razón.

De pronto, Thashy dio dos pasos atrás y su rostro mostró el terror.

—El mal escapó del infierno. El mal… está allí, en las cumbres con Scarlet.
—¿Qué? —me puse de pie. ¿El mal? ¿Infierno?
—¡Oh Charles! –exclamó Margaret.

Deseaba que Thashy continuara hablando pero parecía en trance, sus palabras eran susurros inentendibles. ¡Demonios! Infierno, mal… Agravar… Scarlet…

—¡Margaret debo ir por ellos! Por favor, quédate a cuidarlos. Confío en ti.
—Charles… Oh Charles…
—Khatry, necesito que cuides de las hembras. Sé que lo harás muy bien.
—Por supuesto. Tendrán que matarme si se acercan.

No quise decirle que estando Agravar de por medio ser guerrero Sherpa no lo salvaría.

El móvil sonó sobre la mesa baja de living. Lo cogí y acepté la llamada de Sebastien. Sin dejar que me dijera “hola” lo interrumpí.

—¡Hola! Escúchame, Thashy visualizó a Agravar. ¡Voy a las cumbres!
“Charles, no te muevas de allí, puede ser una trampa para los Sherpa. Nos encargaremos nosotros. Es una orden.”
—Fíjate que será la primera vez que te desobedeceré. No podrán solos contra él y Vilu. No me quedaré aquí.
“¡Charles!”
—El mal… —volvió hablar Thashy.
—Aguarda Sebastien, por favor. No cortes.

Miré a Thashy y ella giró su cabeza hacia mí. El iris escarlata lucía apagado.

—¡Charles, no te vayas sin que Thashy te de información! Las cumbres son extensas –se angustió Margaret.
“Charles, ¿estás ahí? Escucha, Lenya y yo los encontraremos. Vilu puede regresar por los Sherpa”.

Alejé el móvil de mi oído sin cortar la comunicación.

Me acerqué a Thashy… Ella repetía frases en su idioma mezcladas con el noruego. Alcancé a entender algo escalofriante.

—El mal –repitió bajito—. El mal regresó por Scarlet.
—¡Mierda! –Volví a retomar la comunicación con Sebastien—. Agravar está con Scarlet, iré a las grutas. Nos encontraremos allí.
“Estamos en camino. Ya no me podré comunicar, estoy perdiendo señal.”

Fue lo último que escuché de Sebastien.

Margaret corrió por mi abrigo y yo salí al gran balcón que rodeaba la cabaña. Giré mi cabeza hacia el Este donde los picos nevados podías distinguirse apenas por las sombras de la noche.

Margaret llegó hasta mí.

—Ten cuidado, por favor. Eres mi vida.
—Tranquila, cariño. No soy un novato en luchas.

Una vez que tuve en mis manos la chaqueta de piel, cerré los ojos… Las cumbres… la entrada de la gruta de Adrien Craig…

En ese instante Thashy salió a mi encuentro.

—¿Qué ocurre, Thashy? ¡Dime, por favor!

—El mal… todo terminó… Fue su fin.

…………………………………………………….

Surgí en las puertas de esas cavernas que conocía tan bien. Apresurado, contra el tiempo que corría sin darnos tregua, las recorrí de punta a punta llamando a Scarlet. Pero no respondió. No había nadie en las grutas. Ni señales de ninguno de los tres. Ni Vilu, ni Agravar, ni Scarlet. No estaban aquí.

Salí al exterior justo cuando Sebastien y Lenya llegaban. Habían tenido que correr entre peñascos, rocas filosas, y senderos helados. Era la única forma de encontrar a Scarlet y a Grigorii. Si se hubieran materializado podían haber obviado un paso de camino a las cumbres, y ellos podrían encontrarse en cualquier lugar.

—No hay nadie dentro de las grutas –informé.
—Encontramos una carpa abandonada –dijo Sebastien mientras Lenya tomaba aliento.
—¿No había nadie, entonces?
—No. No sabemos qué ocurrió con ellos.
—Grigorii pudo haberse congelado en cualquier parte. Es un humano –agregó Lenya observando alrededor.
—Me urge encontrar a mi hermana –declaró Sebastien—. Suena duro lo que digo pero si Agravar está en el medio es ella el primer objetivo y el mío también.
—Agravar desapareció sin Scarlet. Lo dijo Thashy, lo vio.
—¿Qué quieres decir? –preguntó Lenya.
—No sé exactamente como fue. Solo sé que Agravar no se la ha llevado con él.
—¡Scarlet! –Gritó Lenya—. ¡Scarlet!
—Vamos a dividirnos –ordenó Sebastien.

De pronto mi vista de lince descubrió las huellas en la nieve.

—Hay solo huellas de un par de pies. Fíjense. Las marcas entran a la gruta. Son pasos uniformes. Entró caminando. Y aquí –me acerqué junto a una roca saliente—. Aquí se ven otra vez, saliendo de la ruta. Puede notarse más unidas unas con las otras. Salió corriendo. Scarlet salió de aquí corriendo.
—Charles, Agravar no dejaría huellas. Está muerto.
—Cierto. Pero Thashy habló de su fin. Confiemos en su visión o nos volveremos locos.
—Agravar no ha hecho nada bueno en su vida, ¿por qué hacerlo ahora?
—Te debo la respuesta, Sebastien. Pero algo hizo bueno. Sin él Scarlet no existiría, aunque no nos guste fue quien la engendró.
—¡Joder! ¿Dónde vamos? Ya empieza a amanecer –alertó Lenya—. No tengo bloqueador.
—Será un día nublado, tenemos tiempo. Pero es mejor que regreses. Charles y yo nos encargaremos.
—¡No los dejaré solos!
—No quiero lamentar tu muerte, sé sensato –ordenó su hermano.

—¡Charles! ¡Charles!

Mi corazón se detuvo. Los tres nos miramos perplejos. La voz que salía de las grutas era de… Margaret.

Corrimos al interior con el pánico propio del que sabe que algo no anda bien. Allí estaba, apoyada en una de las paredes agrietadas. Su rostro lívido, agitada alcanzó a balbucear.

—Lo logré… Lo logré. Me materialicé… —sollozó.
—¡Margaret! ¿Qué haces aquí? ¡Qué ocurrió! ¡Dime qué ocurrió!
—Charles… Scarlet… Llamó Bianca… —Se escurrió hasta quedar sentada en el suelo rocoso—. Scarlet está en el hospital con Grigorii –llorando me abrazó.
—Oh, cariño… Gracias que estás bien… Tranquila. Lo lograste –cogí su rostro y la besé.

Sebastien y Lenya se miraron.

—¿Estás segura que están en el hospital?
—Sí, sí. Dijo Bianca... Están con ella. ¡Oh Charles! Pensé que no lo lograría. Pero tú me enseñaste, ¿recuerdas? Yo nunca practiqué… Y lo logré… Lo logré. Tenía que venir.
—Claro, cielo. Lo lograste.


Scarlet.


Con Grigorii entre mis brazos la morgue surgió ante mí. Caí de rodillas y el impacto hizo que Bianca saliera de la pequeña oficina. Por cinco segundos me contempló con los ojos de asombro. Después corrió hacia mí.

—¡Scarlet! Oh… Cielos… Scarlet, ¿qué ocurrió?
—Por favor –lloré—, te contaré todo pero ahora debemos salvar a Grigorii. Estuvo mucho tiempo bajo temperaturas extremas. ¡Por favor, Bianca!

Bianca tomó su pulso y corrió hacia las puertas de vaivén. Empujó con todas sus fuerzas y salió al pasillo.

—¡Urgencia! ¡Necesito ayuda! ¡Guardia!

Mientras Bianca se encargaba de pedir auxilio a los médicos observé a Grigorii… Ese rostro tan bello ahora demacrado y rígido. No podía ver sus ojos azules que tanto amaba, aún cuando estaba furioso conmigo. Era bello… Era un buen hombre… Lo había metido en esto, me había cruzado en su vida, era la culpable de que terminara así.

Mis manos acariciaron el cabello al tiempo que mis lágrimas mojaban su cara.

—¡Grigorii, tienes que salir adelante! Por favor, no me hagas esto –lloré.

En ese instante Bianca entró con dos hombres.

—Por favor, póngalo en una camilla. Hay que llevarlo a terapia.
—Doctora, ¿qué hacía este hombre en la morgue?
—Ocurre que… ocurre que ya iba a practicar la autopsia y dio señales de vida. Un milagro. Por favor, no perdamos tiempo tiene hipotermia.
—¿Estuvo mucho tiempo en el depósito?
—¡No lo sé Tyner! Por favor, apresúrense.

Cuando lo cargaron y la camilla salió de la morgue corrí tras él.

—¿Se salvará?
—No lo sabemos, señorita. Aguarde en sala de espera, segundo piso. Lo llevaremos a terapia.
—¿Puedo entrar con él?
—De ninguna forma. Cualquier virus o bacteria que se inocule será peligroso.

Bianca me cogió del brazo y me apartó de la camilla.

—Scarlet, quédate tranquila. Al menos está en manos de los doctores. Yo entraré. Tranquila, te tendré al tanto. Si quieres busca a Olaf Arve. Dile que Grigorii está aquí. Cuéntale la situación. Necesitamos un aliado.
—Okay… ¡Bianca! –Giró para verme—. Si le ocurre algo moriré.

……………………………………………………

Allí me quedé… sentada en una de esas sillas del pasillo, como uno más de los que esperaban noticias. Recorrí rostros, algunos preocupados. Otros rezaban por lo bajo y sollozaban.

Arve no estaba en el hospital. Faltaban dos horas para que comenzara su turno. Estábamos solas, Bianca y yo. Con un terrible secreto a cuestas. Grigorii había pasado mucho tiempo en las cumbres. Había salido tras una vampiresa… Se había enamorado de un ser inmortal, sin embargo él no lo era… Su vida pendía de un hilo.

Podía haber hecho las cosas más simples. Lo hubiera convertido. Pero Grigorii no quería ser un monstruo y yo iba a respetar esa decisión a cualquier precio. Era su voluntad.

Vi a Vikingo avanzar por el pasillo. Me puse de pie y fui a su encuentro. Lo abracé y lloré desconsoladamente.

—¡Es mi culpa!
—Calma, Scarlet. Los hechos se dieron así. Ambos se aman solo que… complicaron las cosas. Saldrá adelante, es fuerte. Dime cómo está ahora.
—Ha pasado mucho frio, se ha congelado, su pierna no estaba cubierta y… —lloré—. Seguro que Vilu quiso asesinarlo y mi padre llegó y…
—¿Tu padre?
—Sí… ¡Vikingo! Voy a morir con él. ¡No quiero vivir sin él!
—Tranquila, Siempre tuvo suerte. ¿Qué dijeron los médicos?
—¡Scarlet! –Sebastien y Lenya corrieron por el pasillo.

Me abracé a mis hermanos, desconsolada. Nada podía tranquilizarme. Solo si algunos de los médicos salía de terapia y me decía que todo iba a estar bien.

Pero nadie salió en tres horas…

……………………………………………………

Recostada en el hombro de Sebastien no cesaba de llorar. ¿Qué sería de mi vida sin Grigorii? ¿Qué sería de Anne? ¿Cómo iba a decirle que por mi culpa ya no vería más a su hermano?

Lenya se inclinó y me dio un beso en la coronilla.

—Paciencia, verás que sale de esta.

Al fin Bianca surgió por esas benditas puertas de terapia intensiva. Un doctor la acompañaba. Ambos se acercaron y nos pusimos de pie. Como quien espera una sentencia.

—¿Familiares de Grigorii Petrov?
—Sí…

Bianca se mantuvo callada. Noté la mirada hacia Sebastien. Conocía a mi cuñada y sus ojos no transmitían buenas noticias.

—El paciente entró con un alto grado de hipotermia. Mantiene los signos vitales pero el total de su piel es blanquecina y no es una buena señal. Tiene ampollas en su pierna. No sabemos si los vasos sanguíneos se destruyeron. Posiblemente no podremos salvar la extremidad. Necesito autorización para amputar.

Creí que el suelo se hundía a mis pies. Mis hermanos se mantuvieron en silencio. Bianca me miró y bajó la vista.

—¡No, por favor! –exclamé.
—Señorita, si perdemos tiempo corre riesgo su vida.
—¡Por favor, Bianca! ¡No lo permitas!
—Disculpen, ¿quién es el familiar responsable?
—Yo –dijo Bianca—. Es mi hermano.
—¿Nos autoriza?
—Aún no.
—Puede ser fatal, doctora.

Bianca volvió a clavar su iris en mí. Vio mi desesperación. Y respondió.

—Correré ese riesgo.

……………………………………………………

Al mediodía me permitieron verlo, solo unos minutos. Contemplarlo lleno de cables y rodeado de máquinas no fue alentador. No cesaba de llorar preguntándome una y otra vez por qué había llevado las cosas al extremo. ¿Por qué había tenido que aprender de esa forma que el orgullo tiene un precio altísimo? ¿Por qué había actuado así? ¿Por qué él no me había querido tal como era yo? ¿Por qué se había enojado? ¿Por qué me había dicho “monstruo”?  ¿Por qué no lo perdoné? ¿Por qué? ¿Por qué?

Llegó una noche más. El doctor había dicho que esperaría hasta la medianoche para amputar. La vida del paciente era su responsabilidad. ¿Saben cuántas horas lleva un día mientras esperas la mejoría de un enfermo? No son veinticuatro. Son muchas más… Al menos lo parecen.

Antes de partir de terapia intensiva, di un beso en los labios. Mis ojos recorrieron su físico. Tan fuerte había sido siempre y ahora… Observé su pierna… Grigorii quizás prefería morir antes de estar minusválido…

Mi mano se posó en la pierna y cerré los ojos… En mi cerebro se representó la piel quemada por el frío, manchones negruzcos, el comienzo de la necrosis, los tejidos desconectados de las terminaciones nerviosas, la sangre recorriendo muy lento entre arterias y venas gracias a las máquinas. Pero no sería suficiente, lo sabía.

Al fin visualicé los cristales de hielo entre las células deshidratadas. La solución era romperlos. Debía intentarlo o Grigorii perdería la pierna. Lamentablemente alguien entró a terapia. Una doctora… Retiré mi mano y tragué saliva.

—No puede estar aquí, menos manipular al enfermo. Por favor, retírese.
—Solo unos minutos más.
—No señorita, retírese. O llamaré a seguridad.

Salí de la sala sin saber qué hacer. No había podido usar mi don y éste era la única posibilidad que podría tener Grigorii. Todo en contra… Regresé a la sala de espera donde Vikingo aguardaba noticias. Había tenido que volver a la Jefatura y ver a Anne. Ella ya estaba al tanto de la situación. Seguro me odiaría.

—¿Cómo sigue?
—Mal.
—Mierda… Pobre Grigorii.
—¿Anne?
—Llegué cuando tus hermanos fueron por ella. Creo que también estaba el guardaespaldas. La llevaron a la mansión. No podía quedarse allí.
—Hicieron bien… ¿Qué voy a hacer?
—Yo… pregunto… —bajo la voz—. Antes que lo perdamos… digo…
—No, Vikingo. Grigorii no me lo perdonaría nunca. No puedo convertirlo.
—Okay… Solo lo sugerí.

Sebastien me llamó tres veces con intervalos de media hora. Pero no pude darle noticias alentadoras. Bianca estaba practicando una autopsia y al terminar se reuniría conmigo. No ignoraba que a la medianoche el doctor surgiría por una de las puertas para avisar que debía comenzar la intervención. Quise que fuera un sueño, una terrible pesadilla de esas que puedes despertar. Pero no…

Una vez de pequeña, en aquellos campos de pastores, imaginé ser la princesa de un cuento. Un príncipe llegaba con su armadura vikinga y me rescataba de un monstruo inventado. Ya no era una niña, ni era una princesa, mi príncipe vikingo estaba muriendo, y el monstruo… era yo.

Bianca llegó apresurada. Se la veía agotada pero seguramente era el estado de preocupación por el desenlace eminente. Se sentó a mi lado y saludó a Vikingo. Preguntó por Anne y se mantuvo callada unos segundos. Hasta que pronunció aquellas palabras que nunca hubiera querido escuchar.

—No quiero tener a Grigorii en la morgue, Scarlet. Hay que hacer algo, sé que es horrible, pero es lo mejor. Si no amputan el miembro, él morirá.
—Bianca…
—Escucha, no hay salida. Soy doctora. Corre peligro de gangrenarse. Ya esperamos demasiado.
—No pude usar mi don. Una enfermera entró –sollocé.

Suspiró.

—Hiciste lo que pudiste. Ahora, cuéntame que ocurrió en las cumbres. Sebastien me habló de Agravar. ¿No te hizo daño?

Negué con la cabeza.

Un doctor avanzó por el pasillo. Según Bianca, era el cirujano. Y quise morir…


Sebastien.


Encerrado en mi despacho esperaba noticias sobre Petrov. Lenya y Liz estaban en su habitación. Rose descansaba en la de ella. Charles y Margaret habían regresado con Chelle y los Sherpa a la casona. Ron había acompañado a Anne al hospital. Allí junto con Bianca y Scarlet seguían paso a paso la evolución del oficial. Los errantes y Nicolay trataban de continuar la vida normal en su hogar. Mi hijo debía ir al colegio, no saltearse comidas, y sobre todo estar ajeno a la situación difícil por la que habíamos pasado.

Hacía menos de una hora que me había comunicado con Douglas. El próximo fin de semana él y Marin dejarían el hotel “La manada”. Sin trabajo, no era posible mantener el ritmo de vida anterior. Sentí el reproche en su voz cuando me informó su decisión. Quizás esperando que le dijera, “está bien Douglas, le diré a Ekaterina que no trabajará contigo”, pero no lo hice. Ponerle en bandeja la vida no le había dado opción de elegir.

Ahora sí… Ahora Douglas debía pensar que quería hacer con todas las herramientas propias. Y decidió… Con los ahorros podría pagar una modesta cabaña en la reserva y trabajar de lo que fuera. Aunque había obtenido el título de Contador Público, la realidad le demostraba que no siempre consigues emplearte en lo que te gusta hacer. Debes escoger las opciones que te da la vida e ir remando para lograr tus objetivos. Mi hijo tuvo todo servido porque se lo facilité. Me equivoqué pensando que le hacía un bien. Es normal en muchos padres. Sin embargo estaba en mí hacer que Douglas supiera valerse y luchar por sus metas. Así que en cuanto a Ekaterina no iba a cambiar de opinión. Si aceptaba el trabajo debía ser con mis condiciones. Como cualquier jefe o patrón.

De pronto, escuché el timbre de casa. Me puse de pie y salí a la sala. Al observar la cámara vi a Chelle recostado en los portones. Pulsé el comando y salí al jardín. Mientras avanzaba hacia su encuentro lo noté cabizbajo y triste. Evidentemente no habían ocurrido cosas buenas en el último tiempo, era natural sentirse deprimido.

—Chelle, ¿ocurre algo?
—Sí, conmigo. Así que no te preocupes, tu familia está bien.
—Tú eres parte de mi familia, ahora.
—No es lo mismo… De todas formas gracias.
—¿Quieres pasar? Beberemos un café.
—Por favor. Necesito hablarte de algo importante.

……………………………………………………

Sentados en la cocina frente a un café cargado, rompí el silencio.

—Tú dirás. ¿Qué necesitas?
—Trabajar. Necesito trabajar –bebió la infusión.
—Es lógico. En poco tiempo habrás encontrado empleo.
—No quiero esperar. Vagando por la ciudad vi un cartel en la Universidad. Buscan urgente un profesor de Geología. Soy ingeniero pero la materia que solicitan está de más aprobada.

Bebí un sorbo y pensé unos instantes…

—Chelle, es peligroso aún. Sabes que tu hermana puede estar tras tus pasos y puedes terminar como tus padres.

Me miró fijo con un rictus de amargura.

—Prefiero que me mate de una vez a seguir escondiéndome. Quiero recuperar mi vida.
—Lo sé, solo espera un tiempo. Corroborar que se ha ido de Kirkenes.
—¡Cuánto más! Ni tú ni yo lo sabemos. No quiero vivir de prestado. Es horrible.
—Te entiendo.
—No, no me entiendes, nunca has pasado por esto. Sebastien… Necesito trabajar. Si no me das autorización volveré a Chile.
—¡No puedes regresar!
—Me da igual. Escaparé en algún momento y si me atrapan por desobedecerte, Lenya Craig se sacará el gusto de asesinarme.
—No digas eso. Mi hermano es un poco… impulsivo. Nada más. No tiene la idea fija contigo.
—Fue una suerte que el lobo arrancara el dije de la serpiente, ¿verdad? De lo contrario… no estaría hablando contigo.

Respiré profundo y lo miré.

—No iba asesinarte sin pruebas. Aunque no me creas… Hablando de ello… ¿Quieres el dije que tengo en mi poder?
—No, tengo el mío. Ese… debe estar maldito desde el día que ella nació. E insisto, ya sabes… sin trabajo ni una vida normal, no me quedaré de arrimado.

Bebí otro sorbo de café… Entendía a Chelle, ¿pero cómo podía protegerlo?

—No tengo dinero, ¿tú pagarás mis vicios? ¿Mi tabaco? ¿Mi refresco? ¿Irás conmigo a cazar? ¿Qué más? ¿Hasta que tarde un par de horas sin decirte a donde fui y dudes si asesiné indiscriminadamente a alguien?
—Te he pedido disculpas.
—Te las acepté. Sin embargo sé lo que puede llegar a ocurrir. Necesito hacerme un lugar propio en la sociedad. Que todos aquí me tengan confianza.
—Chelle…

Pensé que nunca habíamos tenido una situación así. Debía encontrar la forma que no fuera tan fácil dar con él… Pero… Sí habíamos tenido una situación similar. Numa… cambiamos su apellido para protegerlo.

—¡Se me ocurre algo para que solicites el empleo en la Universidad!
—Dime, lo que sea.
—Tengo en mi poder pasaportes y sellos. Un viejo amigo llamado “el ruso”, nos lo regaló.
—¿Entonces?
—Te haré un documento. Conservarás tu nombre pero no el apellido de tu aquelarre.
—Soy un Huilliche y me honra.

Suspiré.

—No estoy afirmando que es una vergüenza ser Huilliche. Conocí a tus padres, sé cómo fueron. Se trata de cubrirte. Es mi opción. Estoy dándote una salida. Será por un tiempo. Cuando tu hermana… Bueno, cuando ya no corras peligro volverás a usar tu documento.
—No sé… Es como si renegara de mis orígenes.
—Piensa, es una oportunidad de insertarte.
—¿Solo por un tiempo?
—Te lo prometo. Elige cualquier apellido. No será definitivo.
—Está bien… Necesito trabajar. En el fondo sé que tienes razón si regreso a Chile, ella me encontrará. Pero a la vez… es como si no me importara morir. No tengo incentivo.
—Lo tendrás. Han ocurrido muchos hechos aberrantes. Pero estoy seguro que serás feliz.
—Acepto el pasaporte, solo por un tiempo.
—Me alegro que aceptes. No quiero perderte, Chelle. Tus padres sé que me hubieran pedido que cuidara de ti.
—¿Qué debo hacer? Tendría que presentarme el lunes.
—Bien, me comunicaré con Charles. Tiene el material muy bien guardado. Solo consígueme una foto cuatro por cuatro y el resto lo haremos nosotros. Verás, todo irá excelente.
—Nada irá excelente. Me quedé sin familia. Nunca nada será igual.


Scarlet.


Sentada en el piso, acurrucada, con lágrimas resbalando por mis mejillas, no dejaba de pensar en Grigorii. Anne había estado junto a Ron. Ni siquiera me miró con un dejo de reproche, solo se puso a llorar y él la consoló. Después se retiró en silencio.

Hubiera preferido que me dijera toda la cantidad de adjetivos horribles que yo pensaba sobre mí misma. Pero no… Ni siquiera eso.

El doctor Arve salió por la fatídica puerta del quirófano. Bianca había regresado a la mansión y había prometido volver en una hora. Vikingo cabeceaba de vez en cuando por el mal dormir pero cuando el director se presentó ambos nos pusimos de pie como si tuviéramos resortes en los pies.

—Señorita Craig… Necesito hablar con usted –observó de reojo a Vikingo.
—Si se trata de Grigorii yo también quiero saber. Soy su mejor amigo.
—Escuche, comisario… Es un asunto muy personal de la familia Craig.
—Está bien, Arve. Si no lo recuerda le diré que usted y yo ya hablamos sobre “lo particular” de  la familia Craig.
—Tiene razón, doctor. Vikingo sabe todo lo nuestro. Ahora, por favor no me tenga en ascuas. ¿Qué tiene que ver Grigorii con nosotros?

Acomodó sus anteojos y observó alrededor para verificar que solo estábamos los tres en el pasillo.

—Sucede que… el paciente llegó con un cuadro crítico y… antes de amputar su pierna su apariencia cambió para mejor. Quiero decir… La necrosis no solo se detuvo sino que se han regenerado los tejidos.
—¿De verdad? ¿No me miente?
—Señorita Craig… ¿Han convertido al señor Petrov en algún momento?
—No… No lo hemos convertido.
—Es extraño. Su organismo funciona muy similar a ustedes.
—Yo… no lo entiendo. Bueno… –me repuse y dibujé una leve sonrisa—. ¿No será necesario amputar?
—Por ahora no. Y si sigue así evolucionando no dudaría que la semana próxima salga caminando de aquí.
—Oh… cielos… Cielos…
—Vaya –murmuró Vikingo mirándome fijo—. Parece que aún existen los milagros.
—Sí, eso habrá sido –murmuré.
—Tenemos un pequeño problema. El cirujano no se explica esa reacción. Ha llamado mucho la atención. Lo que sugiero es que en cuanto puedan deben llevarse al paciente de aquí. Los cuidados podrían continuar en su hogar. Me parece que será la mejor forma de no alarmar al personal. Podría correrse la voz, no sé si me explico. Harían más estudios, más análisis de sangre y… en fin, ignoro que pueden hallar en ellos.
—Sí… Sí… Entiendo. Gracias doctor Arve. Mi familia estará agradecida como siempre.
—Sí, estamos agradecidos –murmuró Vikingo.

Cuando Arve desapareció, Vikingo se acercó a mí.

—¿A ti también debo agradecerte, Scarlet?
—No lo sé. Yo… lo mordí aquella vez… Sin embargo no fue una mordida común como la que usamos… De hecho Grigorii nunca se convirtió como debía hacerlo en su caso. No presenta signos normales de vampirismo. No entiendo. Te lo juro.
—Si tú no entiendes, yo menos. Pero bueno, digamos que hay que celebrar que Grigorii está fuera de peligro.
—¿Verdad qué sí? –lloré de felicidad.


Chelle.


Cuando cerré la puerta de la Rectoría, avancé por el pasillo de la Universidad con la satisfacción que había logrado un buen efecto en la directora. Un buen comienzo después de todo. Pensaba que siendo nuevo en Kirkenes las cosas no se me harían fáciles. A nadie se le hace fácil ser nuevo y casi todos pagamos derecho de piso. Así que no podía quejarme. Aunque… faltaba la prueba de fuego… Los alumnos.

Me habían dado el cargo de suplente del viejo profesor de geología. Materia que tenía aprobada con excelente en mi carrera de ingeniería. Hubiera preferido la rama de la aritmética, pero necesitaba un trabajo y dentro de todo enseñar era mi fuerte. Siempre estuve dotado de paciencia y mi carácter pacífico y estable eran el conjunto perfecto para llevar adelante un curso de…

Miré la lista que llevaba en la mano…

Cuarenta y cinco alumnos… Bueno… Esperaba poder incentivarlos. No eran chicos adolescentes, se trataba de adultos que sabían lo que querían y no deseaban perder el tiempo… Suponía.

Observé los números pintados en las puertas… Quince, dieciséis, diecisiete… Aquí era.

Abrí la puerta y eché un primer vistazo al aula. El ruido de las charlas a toda voz, callaron. Mis ojos fueron al picaporte mientras cerraba. Silencio total…

Giré y caminé hacia el pupitre con un breve “buenas noches”. Al menos la mayoría respondió. Deposité la lista en la mesa y los enfrenté con una sonrisa segura, muy lejos de sentir en realidad.

—Hola, mi nombre es Chelle Ovesen. Soy el nuevo profesor de geología.

Silencio…

—Bueno… Me gustaría conocerlos a ustedes. Si les parece bien cogeré la lista y a medida que los nombre levantan la mano.
—¿El viejo Vang renunció? –preguntó una chica.
—Ehm, no. Tengo entendido que ha pedido una licencia por salud.
—Fuiste tú, Jenny. Te dije que lo matarías de un infarto.

Todos rieron.

—¡Cállate idiota!

Sonreí y retomé.

—Okay, iré nombrándolos y…
—Profesor, ¿las calificaciones que ya logramos las respetará?
—Por supuesto.
—¡Ay ya salió la nerd de Caro!

Risas. Sonreí otra vez. Bajé la vista y comencé a recorrer los apellidos de mis flamantes alumnos.

—Adamson.
—Aquí.
—Borchgrevink.
—Yo, profesor.
—Dohde.
—Aquí.
—Fjellner.
—Ausente, profesor.
—Sí, mejor quítelo de la lista, últimamente viene cuando quiere.
—Okay, por ahora no quitaré a nadie. Si alguien tiene contacto con él puede avisarle que el próximo examen es en dos semanas.
—¿Dos semanas? Profesor, es muy pronto.
—Señorita…
—Jessica Ofrend.
—Señorita Ofrend, no se preocupe. El tiempo que nos falta practicaremos cada tema. Tengo entendido por la directora que el programa se dio hasta… —me fijé en la hoja que llevaba tras la lista—. Minerales que componen la capa terrestre. ¿Es así?
—Sí… pero…
—Le repito, no se preocupe. Me encargaré que evacuen todas las dudas. Ahora proseguiré a nombrarlos para conocerlos mejor. Salvo que alguien tenga una pregunta.
—Sí, yo. Tengo una duda urgente.
—Sí, dígame.

La chica de cabello largo y rubio golpeó el lápiz sobre su mesa y sonrió.

—¿Tiene novia, profesor?

Risas.

—Disculpe, es muy guapo. ¿Nunca se lo dijeron?

Sonreí.

—Gracias por el halago pero sigamos en lo nuestro.
—Ufaaa.

Risas otra vez.

No supe cómo conseguí terminar la lista. Eran bastante charlatanes y revoltosos sin embargo lo prefería a tener alumnos introvertidos y problemáticos. Al terminar la hora varios se quedaron alrededor del pupitre preguntándome sobre el examen. Poco a poco los logré tranquilizar. Por lo menos la rubia provocativa no se quedó. Era una suerte que no insistiera. No me hubiera gustado ponerla en su lugar el primer día de clase. Un romance entre ella y yo hubiera sido imposible. Primero porque entre profesor y alumno cualquier relación fuera de lo normal sería falta de ética y esa cualidad mis padres me la habían enseñado muy bien. Y segundo, me gustaban los machos.

Salí de la Universidad y fui por tabaco turco y una gaseosa. Me sentía satisfecho. Un poco feliz. No tanto como habría estado si mis padres hubieran vivido. La tristeza intentó invadir mi corazón… Observé la deshilachada aurora boreal en ese cielo tan diferente al chileno. El aroma del aire estaba impregnado de pinos y cipreses. El ruido de la ciudad aún me aturdía. En la campiña donde nos habíamos criado, al pie de las altas cordilleras todo era más silencioso. Por un momento quise que las cosas fueran diferentes. Que nada de lo aterrador hubiera pasado… pero el pasado ya estaba escrito y nadie ni siquiera mis locas ganas de tener una familia lo harían regresar otra vez.

Crucé hasta la plaza para beber y armar el cigarro. Me ubiqué en uno de los asientos centrales, cercanos al busto del prócer. Deposité la botella de plástico junto a mí y quité los papelillos del bolsillo de la chaqueta de jeans. Al parecer sería de Douglas. La había tomado del viejo armario del altillo. Me quedaba un poco estrecha pero disimulaba bastante.

Concentrado en poner el tabaco justo, no noté su presencia acercándose. Solo cuando estuvo prácticamente a mi lado y saludó, levanté la vista sorprendido.

—¡Qué tal, Chelle!
—Charles.
—¿Descansando?
—Sí…
—¿Cómo te ha ido en la primera clase como profesor?
—Bien…
—¿Puedo sentarme?
—Por supuesto —me hice a un lado.

Observó el cielo entre las ramas de los cipreses.

—Hermosa noche, ¿no crees?
—¿Te envió Sebastien para vigilarme?

Sus ojos se apartaron del cielo y me miraron sorprendido.

—No, en absoluto. Sebastien confía en ti.
—No es casualidad que estés por la ciudad a la misma hora que yo.
—Claro que no. No creo en las casualidades. Todo tiene causa.
—¿Entonces? –lo miré fijo. Después me dediqué a armar el cigarro.

De inmediato abrió una de las bolsas azules y observó el interior.

—¿Quieres fumar o un trago de gaseosa?
—No, gracias. Te he comprado algo de ropa –echó un vistazo a mi físico y volvió a mirar el contenido—. Espero haber dado con el talle.
—Gracias, pero no voy a aceptarlo. No quiero más limosnas.
—No es una limosna. Tómalo como préstamo.
—No tengo idea cuando ganaré dinero suficiente. Mi sueldo por ahora será para darle a Sebastien algo por mi estadía. Y el resto mis gastos personales.
—Ajá… Bueno… ¿Cuándo cumples años?
—En un par de meses.
—Genial, entonces estos son presentes por adelantado.
—Charles…
—Vamos, acéptalos. Si me conocieras suficiente sabrías que no te irás de aquí sin las prendas.
—¿Eres persistente?
—Uf, pregúntale a Sebastien.
—Es que ya han hecho mucho por mí.
—Tú también por nosotros.
—¿Yo? –bebí un trago de la botella.
—Recuerda que llegaste cómo pudiste a avisar a Sebastien del cautiverio de los Sherpas. Podrías haber escapado y ponerte a salvo egoístamente. Sin embargo cumpliste como un macho de bien. Anda, no desprecies mi compra.
—Es la única posibilidad que podía darse.
—Te sorprendería saber cuán abanico de posibilidades hay en los seres.

Sonreí. Cogí las bolsas.

—Gracias.
—De nada. Las camisetas son en tonos pastel.
—¿Pastel? –encendí el cigarro.
—Sí, ¿no te gustan?
—No es eso… Es que esos colores son los que usaba a menudo. Mi madre siempre me decía que hacía juego con mis ojos y… –un nudo se formó en la garganta.

Cerré la bolsa y cerré el puño en las manijas. Bajé la vista…

Él palmeó mi hombro cariñosamente.

—Sé que no estás pasando un buen momento, Chelle.

Negué con la cabeza y estallé en un sollozo.

—Lo siento.
—No pidas disculpas por desahogarte.
—Estoy solo, Charles. Muy solo.
—Tranquilo. Todo irá mejor. Dime, ¿no has dejado algún amor en Chile? ¿No tenías pareja?
—Tenía… Un humano, se llamaba Beto.
—¿Beto? Extraño nombre para una hembra.

Lo miré confundido y echó a reír.

—Es broma, ya sé que es un macho.

Sonreí, después sequé mis lágrimas y me puse serio.

—Lo era. Mi hermana lo asesinó. Él guardó el secreto mucho tiempo pero ella decidió que era un peligro.
—Mierda… —susurró—. Ella es un peligro.
—No tengo a nadie, Charles.
—Calma, la vida siempre da una segunda oportunidad. Encontrarás el amor.
—Ya no busco eso. Solo necesito vivir en paz. Sin embargo no será posible mientras tenga la carga de no haber defendido a mis padres. ¡Es que no estaba, Charles! Aprovechó mi ausencia.
—No necesitas decirme como es ella. Muchas artimañas, astuta, despiadada. En fin… Scarlet aseguró que no se acercará a Kirkenes por un tiempo.
—No deben confiarse –bebí un sorbo de gaseosa.
—Es verdad. Pero esta vez al menos quien la echó es alguien a quien ella teme. Debe ser el único en el universo. Bueno… lo era. Dejó de existir para siempre pero ella no lo sabe.
—Agravar.
—Exacto.
—¿Cómo sigue el policía?
—No muy bien. Aún tenemos fe que salga adelante. Es fuerte.
—Ojalá, Scarlet se la ve sufriendo.
—Está vivo. Podría haber sido peor.
—Lo sé.
—¿Qué te parece si vamos regresando a casa?
—Me parece bien.
—Por el camino me cuentas que tal tu primera clase.
—No tengo muchas ganas de hablar. Estoy triste.
—Entonces regresaremos en silencio.





12 comentarios:

  1. Uy feliz navidad de nuevo. Y gracias por el capítulo . Me gusto que Grigori este bien. Espero al siguiente fragmento. Te mando un beso

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    1. ¡Hola belleza! Muchas gracias a ti por leerme y comentar.
      También estoy feliz por Grigorii y ojalá se recupere.
      Te deseo unas felices fiestas, cariño y feliz semana para ti.

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  2. Hola, Lou... Lo cierto es que he sufrido en este capítulo, seguro que menos que Scarlet, pero he sufrido... Es que, mientras lo leía, he llegado a pensar que a Grigorii le iban a amputar la pierna
    No ha sido así, y no imaginas cuánto me alegro de ello
    Es lógico que Scarlet estuviera tan desesperada, se sintiera tan mal
    No sé si lo que ha sucedido servirá para que Grigorii y Scarlet lleguen a un entendimiento, y el amor que sienten el uno por el otro tenga un buen final... Por supuesto, no me lo digas ;-)
    Vilu tiene una maldad increíble, irracional... No solo mató a sus padres, también a Beto... Entiendo que Chelle se sienta tan mal
    Charles, como siempre, es encantador... se ha portado muy bien con Chelle... Sebastien también, y me parece muy buena idea que temporalmente cambie de apellido... Vilu es un gran y verdadero peligro
    Bueno, Douglas sigue sin querer trabajar con Ekaterina... verenos como le va
    Y es imposible que no sonría cuando leo algo sobre Miyo
    Espero y deseo que estés pasando unas buenas navidades... No, Lou, este capítulo no es un regalo humilde... es un gran regalo que te agradezco sinceramente
    Besos

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  3. ¡Hola Mela! Gracias por comentar.
    Bueno, suena horrible pero la idea era mantener la tensión. Lamento el sufrimiento pero prometo que vendrán cosas buenas.
    Yo creo que lo que sucedió es un aprendizaje y deberían pensar los dos en las consecuencias.
    Está en ellos, veremos que pasa cuando Grigorii despierte.
    Vilu es malvada y ruin, esperemos que algún día le den su final merecido. Por ahora parece que no.
    Charles es el perfecto guardián y sus nobles sentimientos lo hacen un ser ideal. Entiende a Chelle, quizás porque ha perdido mucho en su vida.
    Douglas es hora que siga madurando y de paso hay un destino que lo espera hace años. Yo creo que le costará pero le irá bien.
    Miyo... es hermosa y dulce y... le espera muchas sorpresas como a los lectores.
    Te deseo muchas felicidades con esa hermosa familia que seguro tienes. Gracias por el gran regalo, es retribución a tanto cariño.
    Brindo en estas fiestas por tu amistad y por tener en mis comentarios a una escritora de prestigio. Miles de besos y feliz semana.



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  4. No soy tan buen investigador, no sé quién será el próximo villano/a. Te seré franco, sin ser franquista, leyendo he pensado que el bueno de Charles era Vilu disfrazada. No tengo perdón!
    Scarlet salvó a Grigorii hace tiempo, cuando le mordió.
    Gracias por este regalo navideño.
    Bso

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    1. ¡Hola Ignacio! Gracias por comentar.
      Sí eres buen investigador, no creas, al mismo Shelock Holmes se le ha escapado alguna pista.
      Ya te irás dando cuenta.
      ¿Has creído que era Charles? No es tan descabellado. La autora a veces tiene ideas retorcidas y locas. Pero está vez me he portado bastante bien.
      Es verdad, Scarlet salvo a Grigorii hace tiempo cuando lo mordió apenas. Parece que fue suerte la mordida leve de lo contrario Petrov estaría buscando sangre. Algo ocurrió con las células y habrá que averiguarlo.
      Un beso enorme amigo y feliz semana para ti.

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  5. Despues de lo que ha pasado Grigorii y Scarlet haran las paces.Se quieren y tienen que hacer las paces,pero a Grigorii lo tienen que sacar del hospital porque los medicos pueden sospechar.Gracias por el regalo,me ha gustado mucho.Besos.

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    1. ¡Hola Ramón! Muchas gracias a ti por comentar.
      Sí, claro que tienes razón. Se quieren y confío que hagan las paces, aunque lleve algún tiempo.
      Grigorii corre peligro. Han comenzado a sospechar y eso no es bueno para los Craig. Veremos como resuelven quitarlo de allí. Seguro algo se les ocurrirá.
      Me alegro que te haya gustado el regalo. Ha sido escrito con cariño para mis lectores.
      Espero que tengas una genial semana. Un beso grande y muchas felicidades.

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  6. Ya estoy aquí!!!! Ha llegado la pirata del Caribe, la más temida de toooodooossss los mares!!!!
    Heyyyy, Lou, no nos des estos sustos en navidades, un poquito de por favor!!!!
    Pobre Scarlet, qué mal lo ha pasado!!! Peroooo nooooo, nadie le amputa la pierna a Grigorii!!!! Si cojo a Vilu la dejo sin pelo, osease, la dejo calva. Viva el amor amore de Grigorii y Scarlet!!!
    Capítulazoooo y regalazooooo!!!!
    Feliz Año Nuevooooo!!!!

    Besoteeesssssss!!!!!

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    1. ¡Mi querida Merche! Scarlet la ha pasado terrible, pero Grigorii ya está en buenas manos.
      De Vilu poco y nada puedo agregar. Un ser malvado de la cual deben aún cuidarse.
      Deberíamos reunirnos y encontrarla para darle su merecido pero... sugiero dejárselo a los vampiros. Es muy poderosa.
      Te mando un beso enorme y gracias por estar aquí.

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  7. Menos mal que grigorii va a conservar su pierna! Me partió el corazón la soledad de chelle, pero se que dentro de poco va a encontrar un poco de felicidad!

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    1. ¡Hola Joha! Grigorii está mejorando y aún no sabemos el porqué. Chelle está muy solo por culpa de Vilu. El destino le tendrá preparado una sorpresa de dónde menos espera.
      Gracias amiga por comentar me hace feliz que te guste mi novela. Besos miles!!!

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Gracias por visitarme y comentar.