Regalo humilde de Navidad. Capítulo 25, todo de ustedes.
¡Un beso grande y feliz semana!
Capítulo 25.
Horas decisivas.
Scarlet.
Apenas
lo encontré junto a la carpa el miedo se adueñó de mí. Grigorii lucía un tono
azulado en los labios y en muchas partes de su piel la sangre parecía haberse
coagulado en forma de moretones oscuros. Sobre todo su pierna, estaba en muy
malas condiciones. Quise arroparlo contra mí pero era inútil. Yo era una
vampiresa, jamás le daría calor si no me lo brindaba él. Por otra parte estaba
sola. Mis hermanos ignorarían lo que había ocurrido por lo tanto nadie vendría
en nuestra ayuda.
Estaba
sola… Sola con mis dones… No podía utilizar más de una virtud de vampiresa. Así
que rápidamente opté por poner en práctica el único que podría dar resultado.
Materializarme con Grigorii en el hospital de Kirkenes. Porque si fallaba en
curar su estado de gravedad ya no tendría otra chance.
Conocía
que todo podía acabar peor. Algún médico quizás lo sacaría del estado crítico o
no. Pero para eso tenía que surgir entre los humanos sin que ellos salieran
despavoridos y aterrados. Cerré los ojos con el corazón latiendo a mil por
hora. Era difícil concentrarme y los segundos corrían. Grigorii respiraba
lento, aislados quejidos cortaban el silencio sepulcral de las heladas cumbres.
Debía lograrlo… Se lo debía a Grigorii, a Anne, también a mi madre y a Agravar,
sí, a él también y a su único sacrificio por mí.
Cerré
los ojos… respiré profundo… la sala de planta baja del hospital se bifurcaba,
no la imaginaba nítida. Abrí los ojos y mis lágrimas comenzaron a aflorar.
—¡Por
todos los infiernos! –grité—. ¿Por qué a él? ¡No lo merece!
Tranquila,
Scarlet… No puedes descontrolarte… Me dije a mí misma.
Tranquila…
Respira… No puedes descontrolarte… Él morirá si no lo haces bien.
Volví
a cerrar los ojos… Planta principal no… Otro sitio… Otro sitio… La morgue… la
morgue es el lugar que conocía perfectamente. Había visitado a Bianca muchas
veces. Sí… la morgue.
Sebastien.
Corté
la llamada sin respuesta con mucha preocupación. Mi hermano entró a la sala con
el rostro desencajado.
—¿Qué
has averiguado en la Jefatura?
—Nada.
Nadie sabe donde fue. Vikingo me entregó el móvil de Scarlet. Lo dejó en el
cajón.
—Con
razón no contesta.
—Quizás
quiera estar sola –dijo Rose angustiada.
—Lo
que quiera o no ya no le concierne solo a ella –protesté—. Petrov ha ido a
buscarla. Hablé con Ron.
—Entonces,
¿están juntos?
—No
Lenya, Ron le dijo a Petrov que posiblemente Scarlet huiría a las cumbres. Así
que si no han regresado no debemos perder más tiempo.
—Pero
las cumbres es una extensión enorme. ¿Cómo los hallaremos?
—Hay
que intentarlo y hay algo que me preocupa más.
—¿Qué?
—Vilu.
Está suelta por ahí.
—Tienes
razón, vamos. No quiero ni pensar que los encuentre.
—Avisaré
a Liz y a Bianca.
—No
Rose. Si no regresamos en una hora tienes permiso de decírselos. Antes no. No
vamos a preocuparlas en su estado.
—Okay…
Charles.
Margaret
se paseaba de un lado al otro angustiada.
—Cariño,
ten calma. Sebastien y Lenya los encontrarán.
Khatry
me observó sentado en el sofá.
—No
me gusta estar aquí inactivo como una planta. No nací para ser espectador
cuando se me necesita.
—Lo
sé, guerrero. Lo sé. Sin embargo que salgas tú también es peligroso. Darás más
trabajo al líder. Mi misión es cuidar a los Sherpa cuando Sebastien no está.
Por favor, hazme caso. Es mejor que aguardemos noticias por ahora.
—Pobrecito
humano –susurró Miyo—. Tendrá mucho frío.
Thashy
observó el exterior a través del gran ventanal.
—¿Puedes
ver algo? –preguntó Margaret.
Ella
se mantuvo en silencio. Con sus ojos escarlata fijos.
—¿Algo
que pueda guiar a Sebastien? –insistió Margaret.
—Cielo,
déjala. Aún no ha podido recuperar sus dones. Intentarlo la agota.
—Lo
siento.
—Parecemos
tres inútiles desde que esa perversa nos capturó –se enfadó Khatry.
—Nooo,
Miyo no es inútil –se dijo a sí misma. Miyo está aprendiendo, hermano.
Él
sonrió a pesar de todo.
—Tienes
razón.
De
pronto, Thashy dio dos pasos atrás y su rostro mostró el terror.
—El
mal escapó del infierno. El mal… está allí, en las cumbres con Scarlet.
—¿Qué?
—me puse de pie. ¿El mal? ¿Infierno?
—¡Oh
Charles! –exclamó Margaret.
Deseaba
que Thashy continuara hablando pero parecía en trance, sus palabras eran
susurros inentendibles. ¡Demonios! Infierno, mal… Agravar… Scarlet…
—¡Margaret
debo ir por ellos! Por favor, quédate a cuidarlos. Confío en ti.
—Charles…
Oh Charles…
—Khatry,
necesito que cuides de las hembras. Sé que lo harás muy bien.
—Por
supuesto. Tendrán que matarme si se acercan.
No
quise decirle que estando Agravar de por medio ser guerrero Sherpa no lo
salvaría.
El
móvil sonó sobre la mesa baja de living. Lo cogí y acepté la llamada de
Sebastien. Sin dejar que me dijera “hola” lo interrumpí.
—¡Hola!
Escúchame, Thashy visualizó a Agravar. ¡Voy a las cumbres!
“Charles,
no te muevas de allí, puede ser una trampa para los Sherpa. Nos encargaremos
nosotros. Es una orden.”
—Fíjate
que será la primera vez que te desobedeceré. No podrán solos contra él y Vilu.
No me quedaré aquí.
“¡Charles!”
—El
mal… —volvió hablar Thashy.
—Aguarda
Sebastien, por favor. No cortes.
Miré
a Thashy y ella giró su cabeza hacia mí. El iris escarlata lucía apagado.
—¡Charles,
no te vayas sin que Thashy te de información! Las cumbres son extensas –se
angustió Margaret.
“Charles,
¿estás ahí? Escucha, Lenya y yo los encontraremos. Vilu puede regresar por los
Sherpa”.
Alejé
el móvil de mi oído sin cortar la comunicación.
Me
acerqué a Thashy… Ella repetía frases en su idioma mezcladas con el noruego.
Alcancé a entender algo escalofriante.
—El
mal –repitió bajito—. El mal regresó por Scarlet.
—¡Mierda!
–Volví a retomar la comunicación con Sebastien—. Agravar está con Scarlet, iré
a las grutas. Nos encontraremos allí.
“Estamos
en camino. Ya no me podré comunicar, estoy perdiendo señal.”
Fue
lo último que escuché de Sebastien.
Margaret
corrió por mi abrigo y yo salí al gran balcón que rodeaba la cabaña. Giré mi
cabeza hacia el Este donde los picos nevados podías distinguirse apenas por las
sombras de la noche.
Margaret
llegó hasta mí.
—Ten
cuidado, por favor. Eres mi vida.
—Tranquila,
cariño. No soy un novato en luchas.
Una
vez que tuve en mis manos la chaqueta de piel, cerré los ojos… Las cumbres… la
entrada de la gruta de Adrien Craig…
En
ese instante Thashy salió a mi encuentro.
—¿Qué
ocurre, Thashy? ¡Dime, por favor!
—El
mal… todo terminó… Fue su fin.
…………………………………………………….
Surgí
en las puertas de esas cavernas que conocía tan bien. Apresurado, contra el
tiempo que corría sin darnos tregua, las recorrí de punta a punta llamando a
Scarlet. Pero no respondió. No había nadie en las grutas. Ni señales de ninguno
de los tres. Ni Vilu, ni Agravar, ni Scarlet. No estaban aquí.
Salí
al exterior justo cuando Sebastien y Lenya llegaban. Habían tenido que correr
entre peñascos, rocas filosas, y senderos helados. Era la única forma de
encontrar a Scarlet y a Grigorii. Si se hubieran materializado podían haber
obviado un paso de camino a las cumbres, y ellos podrían encontrarse en
cualquier lugar.
—No
hay nadie dentro de las grutas –informé.
—Encontramos
una carpa abandonada –dijo Sebastien mientras Lenya tomaba aliento.
—¿No
había nadie, entonces?
—No.
No sabemos qué ocurrió con ellos.
—Grigorii
pudo haberse congelado en cualquier parte. Es un humano –agregó Lenya
observando alrededor.
—Me
urge encontrar a mi hermana –declaró Sebastien—. Suena duro lo que digo pero si
Agravar está en el medio es ella el primer objetivo y el mío también.
—Agravar
desapareció sin Scarlet. Lo dijo Thashy, lo vio.
—¿Qué
quieres decir? –preguntó Lenya.
—No
sé exactamente como fue. Solo sé que Agravar no se la ha llevado con él.
—¡Scarlet!
–Gritó Lenya—. ¡Scarlet!
—Vamos
a dividirnos –ordenó Sebastien.
De
pronto mi vista de lince descubrió las huellas en la nieve.
—Hay
solo huellas de un par de pies. Fíjense. Las marcas entran a la gruta. Son
pasos uniformes. Entró caminando. Y aquí –me acerqué junto a una roca saliente—.
Aquí se ven otra vez, saliendo de la ruta. Puede notarse más unidas unas con
las otras. Salió corriendo. Scarlet salió de aquí corriendo.
—Charles,
Agravar no dejaría huellas. Está muerto.
—Cierto.
Pero Thashy habló de su fin. Confiemos en su visión o nos volveremos locos.
—Agravar
no ha hecho nada bueno en su vida, ¿por qué hacerlo ahora?
—Te
debo la respuesta, Sebastien. Pero algo hizo bueno. Sin él Scarlet no
existiría, aunque no nos guste fue quien la engendró.
—¡Joder!
¿Dónde vamos? Ya empieza a amanecer –alertó Lenya—. No tengo bloqueador.
—Será
un día nublado, tenemos tiempo. Pero es mejor que regreses. Charles y yo nos
encargaremos.
—¡No
los dejaré solos!
—No
quiero lamentar tu muerte, sé sensato –ordenó su hermano.
—¡Charles!
¡Charles!
Mi
corazón se detuvo. Los tres nos miramos perplejos. La voz que salía de las
grutas era de… Margaret.
Corrimos
al interior con el pánico propio del que sabe que algo no anda bien. Allí
estaba, apoyada en una de las paredes agrietadas. Su rostro lívido, agitada
alcanzó a balbucear.
—Lo
logré… Lo logré. Me materialicé… —sollozó.
—¡Margaret!
¿Qué haces aquí? ¡Qué ocurrió! ¡Dime qué ocurrió!
—Charles…
Scarlet… Llamó Bianca… —Se escurrió hasta quedar sentada en el suelo rocoso—. Scarlet
está en el hospital con Grigorii –llorando me abrazó.
—Oh,
cariño… Gracias que estás bien… Tranquila. Lo lograste –cogí su rostro y la
besé.
Sebastien
y Lenya se miraron.
—¿Estás
segura que están en el hospital?
—Sí,
sí. Dijo Bianca... Están con ella. ¡Oh Charles! Pensé que no lo lograría. Pero
tú me enseñaste, ¿recuerdas? Yo nunca practiqué… Y lo logré… Lo logré. Tenía
que venir.
—Claro,
cielo. Lo lograste.
Scarlet.
Con
Grigorii entre mis brazos la morgue surgió ante mí. Caí de rodillas y el
impacto hizo que Bianca saliera de la pequeña oficina. Por cinco segundos me
contempló con los ojos de asombro. Después corrió hacia mí.
—¡Scarlet!
Oh… Cielos… Scarlet, ¿qué ocurrió?
—Por
favor –lloré—, te contaré todo pero ahora debemos salvar a Grigorii. Estuvo
mucho tiempo bajo temperaturas extremas. ¡Por favor, Bianca!
Bianca
tomó su pulso y corrió hacia las puertas de vaivén. Empujó con todas sus
fuerzas y salió al pasillo.
—¡Urgencia!
¡Necesito ayuda! ¡Guardia!
Mientras
Bianca se encargaba de pedir auxilio a los médicos observé a Grigorii… Ese
rostro tan bello ahora demacrado y rígido. No podía ver sus ojos azules que
tanto amaba, aún cuando estaba furioso conmigo. Era bello… Era un buen hombre… Lo
había metido en esto, me había cruzado en su vida, era la culpable de que
terminara así.
Mis
manos acariciaron el cabello al tiempo que mis lágrimas mojaban su cara.
—¡Grigorii,
tienes que salir adelante! Por favor, no me hagas esto –lloré.
En
ese instante Bianca entró con dos hombres.
—Por
favor, póngalo en una camilla. Hay que llevarlo a terapia.
—Doctora,
¿qué hacía este hombre en la morgue?
—Ocurre
que… ocurre que ya iba a practicar la autopsia y dio señales de vida. Un
milagro. Por favor, no perdamos tiempo tiene hipotermia.
—¿Estuvo
mucho tiempo en el depósito?
—¡No
lo sé Tyner! Por favor, apresúrense.
Cuando
lo cargaron y la camilla salió de la morgue corrí tras él.
—¿Se
salvará?
—No
lo sabemos, señorita. Aguarde en sala de espera, segundo piso. Lo llevaremos a
terapia.
—¿Puedo
entrar con él?
—De
ninguna forma. Cualquier virus o bacteria que se inocule será peligroso.
Bianca
me cogió del brazo y me apartó de la camilla.
—Scarlet,
quédate tranquila. Al menos está en manos de los doctores. Yo entraré.
Tranquila, te tendré al tanto. Si quieres busca a Olaf Arve. Dile que Grigorii
está aquí. Cuéntale la situación. Necesitamos un aliado.
—Okay…
¡Bianca! –Giró para verme—. Si le ocurre algo moriré.
……………………………………………………
Allí
me quedé… sentada en una de esas sillas del pasillo, como uno más de los que
esperaban noticias. Recorrí rostros, algunos preocupados. Otros rezaban por lo
bajo y sollozaban.
Arve
no estaba en el hospital. Faltaban dos horas para que comenzara su turno.
Estábamos solas, Bianca y yo. Con un terrible secreto a cuestas. Grigorii había
pasado mucho tiempo en las cumbres. Había salido tras una vampiresa… Se había
enamorado de un ser inmortal, sin embargo él no lo era… Su vida pendía de un
hilo.
Podía
haber hecho las cosas más simples. Lo hubiera convertido. Pero Grigorii no
quería ser un monstruo y yo iba a respetar esa decisión a cualquier precio. Era
su voluntad.
Vi
a Vikingo avanzar por el pasillo. Me puse de pie y fui a su encuentro. Lo
abracé y lloré desconsoladamente.
—¡Es
mi culpa!
—Calma,
Scarlet. Los hechos se dieron así. Ambos se aman solo que… complicaron las
cosas. Saldrá adelante, es fuerte. Dime cómo está ahora.
—Ha
pasado mucho frio, se ha congelado, su pierna no estaba cubierta y… —lloré—.
Seguro que Vilu quiso asesinarlo y mi padre llegó y…
—¿Tu
padre?
—Sí…
¡Vikingo! Voy a morir con él. ¡No quiero vivir sin él!
—Tranquila,
Siempre tuvo suerte. ¿Qué dijeron los médicos?
—¡Scarlet!
–Sebastien y Lenya corrieron por el pasillo.
Me
abracé a mis hermanos, desconsolada. Nada podía tranquilizarme. Solo si algunos
de los médicos salía de terapia y me decía que todo iba a estar bien.
Pero
nadie salió en tres horas…
……………………………………………………
Recostada
en el hombro de Sebastien no cesaba de llorar. ¿Qué sería de mi vida sin
Grigorii? ¿Qué sería de Anne? ¿Cómo iba a decirle que por mi culpa ya no vería
más a su hermano?
Lenya
se inclinó y me dio un beso en la coronilla.
—Paciencia,
verás que sale de esta.
Al
fin Bianca surgió por esas benditas puertas de terapia intensiva. Un doctor la
acompañaba. Ambos se acercaron y nos pusimos de pie. Como quien espera una
sentencia.
—¿Familiares
de Grigorii Petrov?
—Sí…
Bianca
se mantuvo callada. Noté la mirada hacia Sebastien. Conocía a mi cuñada y sus
ojos no transmitían buenas noticias.
—El
paciente entró con un alto grado de hipotermia. Mantiene los signos vitales
pero el total de su piel es blanquecina y no es una buena señal. Tiene ampollas
en su pierna. No sabemos si los vasos sanguíneos se destruyeron. Posiblemente
no podremos salvar la extremidad. Necesito autorización para amputar.
Creí
que el suelo se hundía a mis pies. Mis hermanos se mantuvieron en silencio.
Bianca me miró y bajó la vista.
—¡No,
por favor! –exclamé.
—Señorita,
si perdemos tiempo corre riesgo su vida.
—¡Por
favor, Bianca! ¡No lo permitas!
—Disculpen,
¿quién es el familiar responsable?
—Yo
–dijo Bianca—. Es mi hermano.
—¿Nos
autoriza?
—Aún
no.
—Puede
ser fatal, doctora.
Bianca
volvió a clavar su iris en mí. Vio mi desesperación. Y respondió.
—Correré
ese riesgo.
……………………………………………………
Al
mediodía me permitieron verlo, solo unos minutos. Contemplarlo lleno de cables
y rodeado de máquinas no fue alentador. No cesaba de llorar preguntándome una y
otra vez por qué había llevado las cosas al extremo. ¿Por qué había tenido que
aprender de esa forma que el orgullo tiene un precio altísimo? ¿Por qué había
actuado así? ¿Por qué él no me había querido tal como era yo? ¿Por qué se había
enojado? ¿Por qué me había dicho “monstruo”?
¿Por qué no lo perdoné? ¿Por qué? ¿Por qué?
Llegó
una noche más. El doctor había dicho que esperaría hasta la medianoche para
amputar. La vida del paciente era su responsabilidad. ¿Saben cuántas horas
lleva un día mientras esperas la mejoría de un enfermo? No son veinticuatro.
Son muchas más… Al menos lo parecen.
Antes
de partir de terapia intensiva, di un beso en los labios. Mis ojos recorrieron
su físico. Tan fuerte había sido siempre y ahora… Observé su pierna… Grigorii
quizás prefería morir antes de estar minusválido…
Mi
mano se posó en la pierna y cerré los ojos… En mi cerebro se representó la piel
quemada por el frío, manchones negruzcos, el comienzo de la necrosis, los
tejidos desconectados de las terminaciones nerviosas, la sangre recorriendo muy
lento entre arterias y venas gracias a las máquinas. Pero no sería suficiente,
lo sabía.
Al
fin visualicé los cristales de hielo entre las células deshidratadas. La
solución era romperlos. Debía intentarlo o Grigorii perdería la pierna.
Lamentablemente alguien entró a terapia. Una doctora… Retiré mi mano y tragué
saliva.
—No
puede estar aquí, menos manipular al enfermo. Por favor, retírese.
—Solo
unos minutos más.
—No
señorita, retírese. O llamaré a seguridad.
Salí
de la sala sin saber qué hacer. No había podido usar mi don y éste era la única
posibilidad que podría tener Grigorii. Todo en contra… Regresé a la sala de
espera donde Vikingo aguardaba noticias. Había tenido que volver a la Jefatura
y ver a Anne. Ella ya estaba al tanto de la situación. Seguro me odiaría.
—¿Cómo
sigue?
—Mal.
—Mierda…
Pobre Grigorii.
—¿Anne?
—Llegué
cuando tus hermanos fueron por ella. Creo que también estaba el guardaespaldas.
La llevaron a la mansión. No podía quedarse allí.
—Hicieron
bien… ¿Qué voy a hacer?
—Yo…
pregunto… —bajo la voz—. Antes que lo perdamos… digo…
—No,
Vikingo. Grigorii no me lo perdonaría nunca. No puedo convertirlo.
—Okay…
Solo lo sugerí.
Sebastien
me llamó tres veces con intervalos de media hora. Pero no pude darle noticias
alentadoras. Bianca estaba practicando una autopsia y al terminar se reuniría
conmigo. No ignoraba que a la medianoche el doctor surgiría por una de las
puertas para avisar que debía comenzar la intervención. Quise que fuera un
sueño, una terrible pesadilla de esas que puedes despertar. Pero no…
Una
vez de pequeña, en aquellos campos de pastores, imaginé ser la princesa de un
cuento. Un príncipe llegaba con su armadura vikinga y me rescataba de un
monstruo inventado. Ya no era una niña, ni era una princesa, mi príncipe
vikingo estaba muriendo, y el monstruo… era yo.
Bianca
llegó apresurada. Se la veía agotada pero seguramente era el estado de
preocupación por el desenlace eminente. Se sentó a mi lado y saludó a Vikingo.
Preguntó por Anne y se mantuvo callada unos segundos. Hasta que pronunció
aquellas palabras que nunca hubiera querido escuchar.
—No
quiero tener a Grigorii en la morgue, Scarlet. Hay que hacer algo, sé que es
horrible, pero es lo mejor. Si no amputan el miembro, él morirá.
—Bianca…
—Escucha,
no hay salida. Soy doctora. Corre peligro de gangrenarse. Ya esperamos
demasiado.
—No
pude usar mi don. Una enfermera entró –sollocé.
Suspiró.
—Hiciste
lo que pudiste. Ahora, cuéntame que ocurrió en las cumbres. Sebastien me habló
de Agravar. ¿No te hizo daño?
Negué
con la cabeza.
Un
doctor avanzó por el pasillo. Según Bianca, era el cirujano. Y quise morir…
Sebastien.
Encerrado
en mi despacho esperaba noticias sobre Petrov. Lenya y Liz estaban en su
habitación. Rose descansaba en la de ella. Charles y Margaret habían regresado
con Chelle y los Sherpa a la casona. Ron había acompañado a Anne al hospital.
Allí junto con Bianca y Scarlet seguían paso a paso la evolución del oficial.
Los errantes y Nicolay trataban de continuar la vida normal en su hogar. Mi
hijo debía ir al colegio, no saltearse comidas, y sobre todo estar ajeno a la
situación difícil por la que habíamos pasado.
Hacía
menos de una hora que me había comunicado con Douglas. El próximo fin de semana
él y Marin dejarían el hotel “La manada”. Sin trabajo, no era posible mantener
el ritmo de vida anterior. Sentí el reproche en su voz cuando me informó su
decisión. Quizás esperando que le dijera, “está bien Douglas, le diré a
Ekaterina que no trabajará contigo”, pero no lo hice. Ponerle en bandeja la
vida no le había dado opción de elegir.
Ahora
sí… Ahora Douglas debía pensar que quería hacer con todas las herramientas
propias. Y decidió… Con los ahorros podría pagar una modesta cabaña en la
reserva y trabajar de lo que fuera. Aunque había obtenido el título de Contador
Público, la realidad le demostraba que no siempre consigues emplearte en lo que
te gusta hacer. Debes escoger las opciones que te da la vida e ir remando para
lograr tus objetivos. Mi hijo tuvo todo servido porque se lo facilité. Me
equivoqué pensando que le hacía un bien. Es normal en muchos padres. Sin
embargo estaba en mí hacer que Douglas supiera valerse y luchar por sus metas.
Así que en cuanto a Ekaterina no iba a cambiar de opinión. Si aceptaba el
trabajo debía ser con mis condiciones. Como cualquier jefe o patrón.
De
pronto, escuché el timbre de casa. Me puse de pie y salí a la sala. Al observar
la cámara vi a Chelle recostado en los portones. Pulsé el comando y salí al
jardín. Mientras avanzaba hacia su encuentro lo noté cabizbajo y triste. Evidentemente
no habían ocurrido cosas buenas en el último tiempo, era natural sentirse
deprimido.
—Chelle,
¿ocurre algo?
—Sí,
conmigo. Así que no te preocupes, tu familia está bien.
—Tú
eres parte de mi familia, ahora.
—No
es lo mismo… De todas formas gracias.
—¿Quieres
pasar? Beberemos un café.
—Por
favor. Necesito hablarte de algo importante.
……………………………………………………
Sentados
en la cocina frente a un café cargado, rompí el silencio.
—Tú
dirás. ¿Qué necesitas?
—Trabajar.
Necesito trabajar –bebió la infusión.
—Es
lógico. En poco tiempo habrás encontrado empleo.
—No
quiero esperar. Vagando por la ciudad vi un cartel en la Universidad. Buscan
urgente un profesor de Geología. Soy ingeniero pero la materia que solicitan
está de más aprobada.
Bebí
un sorbo y pensé unos instantes…
—Chelle,
es peligroso aún. Sabes que tu hermana puede estar tras tus pasos y puedes
terminar como tus padres.
Me
miró fijo con un rictus de amargura.
—Prefiero
que me mate de una vez a seguir escondiéndome. Quiero recuperar mi vida.
—Lo
sé, solo espera un tiempo. Corroborar que se ha ido de Kirkenes.
—¡Cuánto
más! Ni tú ni yo lo sabemos. No quiero vivir de prestado. Es horrible.
—Te
entiendo.
—No,
no me entiendes, nunca has pasado por esto. Sebastien… Necesito trabajar. Si no
me das autorización volveré a Chile.
—¡No
puedes regresar!
—Me
da igual. Escaparé en algún momento y si me atrapan por desobedecerte, Lenya
Craig se sacará el gusto de asesinarme.
—No
digas eso. Mi hermano es un poco… impulsivo. Nada más. No tiene la idea fija
contigo.
—Fue
una suerte que el lobo arrancara el dije de la serpiente, ¿verdad? De lo
contrario… no estaría hablando contigo.
Respiré
profundo y lo miré.
—No
iba asesinarte sin pruebas. Aunque no me creas… Hablando de ello… ¿Quieres el
dije que tengo en mi poder?
—No,
tengo el mío. Ese… debe estar maldito desde el día que ella nació. E insisto,
ya sabes… sin trabajo ni una vida normal, no me quedaré de arrimado.
Bebí
otro sorbo de café… Entendía a Chelle, ¿pero cómo podía protegerlo?
—No
tengo dinero, ¿tú pagarás mis vicios? ¿Mi tabaco? ¿Mi refresco? ¿Irás conmigo a
cazar? ¿Qué más? ¿Hasta que tarde un par de horas sin decirte a donde fui y
dudes si asesiné indiscriminadamente a alguien?
—Te
he pedido disculpas.
—Te
las acepté. Sin embargo sé lo que puede llegar a ocurrir. Necesito hacerme un
lugar propio en la sociedad. Que todos aquí me tengan confianza.
—Chelle…
Pensé
que nunca habíamos tenido una situación así. Debía encontrar la forma que no
fuera tan fácil dar con él… Pero… Sí habíamos tenido una situación similar.
Numa… cambiamos su apellido para protegerlo.
—¡Se
me ocurre algo para que solicites el empleo en la Universidad!
—Dime,
lo que sea.
—Tengo
en mi poder pasaportes y sellos. Un viejo amigo llamado “el ruso”, nos lo
regaló.
—¿Entonces?
—Te
haré un documento. Conservarás tu nombre pero no el apellido de tu aquelarre.
—Soy
un Huilliche y me honra.
Suspiré.
—No
estoy afirmando que es una vergüenza ser Huilliche. Conocí a tus padres, sé
cómo fueron. Se trata de cubrirte. Es mi opción. Estoy dándote una salida. Será
por un tiempo. Cuando tu hermana… Bueno, cuando ya no corras peligro volverás a
usar tu documento.
—No
sé… Es como si renegara de mis orígenes.
—Piensa,
es una oportunidad de insertarte.
—¿Solo
por un tiempo?
—Te
lo prometo. Elige cualquier apellido. No será definitivo.
—Está
bien… Necesito trabajar. En el fondo sé que tienes razón si regreso a Chile,
ella me encontrará. Pero a la vez… es como si no me importara morir. No tengo
incentivo.
—Lo
tendrás. Han ocurrido muchos hechos aberrantes. Pero estoy seguro que serás
feliz.
—Acepto
el pasaporte, solo por un tiempo.
—Me
alegro que aceptes. No quiero perderte, Chelle. Tus padres sé que me hubieran
pedido que cuidara de ti.
—¿Qué
debo hacer? Tendría que presentarme el lunes.
—Bien,
me comunicaré con Charles. Tiene el material muy bien guardado. Solo consígueme
una foto cuatro por cuatro y el resto lo haremos nosotros. Verás, todo irá
excelente.
—Nada
irá excelente. Me quedé sin familia. Nunca nada será igual.
Scarlet.
Sentada
en el piso, acurrucada, con lágrimas resbalando por mis mejillas, no dejaba de
pensar en Grigorii. Anne había estado junto a Ron. Ni siquiera me miró con un
dejo de reproche, solo se puso a llorar y él la consoló. Después se retiró en
silencio.
Hubiera
preferido que me dijera toda la cantidad de adjetivos horribles que yo pensaba
sobre mí misma. Pero no… Ni siquiera eso.
El
doctor Arve salió por la fatídica puerta del quirófano. Bianca había regresado
a la mansión y había prometido volver en una hora. Vikingo cabeceaba de vez en
cuando por el mal dormir pero cuando el director se presentó ambos nos pusimos de
pie como si tuviéramos resortes en los pies.
—Señorita
Craig… Necesito hablar con usted –observó de reojo a Vikingo.
—Si
se trata de Grigorii yo también quiero saber. Soy su mejor amigo.
—Escuche,
comisario… Es un asunto muy personal de la familia Craig.
—Está
bien, Arve. Si no lo recuerda le diré que usted y yo ya hablamos sobre “lo
particular” de la familia Craig.
—Tiene
razón, doctor. Vikingo sabe todo lo nuestro. Ahora, por favor no me tenga en
ascuas. ¿Qué tiene que ver Grigorii con nosotros?
Acomodó
sus anteojos y observó alrededor para verificar que solo estábamos los tres en
el pasillo.
—Sucede
que… el paciente llegó con un cuadro crítico y… antes de amputar su pierna su
apariencia cambió para mejor. Quiero decir… La necrosis no solo se detuvo sino
que se han regenerado los tejidos.
—¿De
verdad? ¿No me miente?
—Señorita
Craig… ¿Han convertido al señor Petrov en algún momento?
—No…
No lo hemos convertido.
—Es
extraño. Su organismo funciona muy similar a ustedes.
—Yo…
no lo entiendo. Bueno… –me repuse y dibujé una leve sonrisa—. ¿No será
necesario amputar?
—Por
ahora no. Y si sigue así evolucionando no dudaría que la semana próxima salga
caminando de aquí.
—Oh…
cielos… Cielos…
—Vaya
–murmuró Vikingo mirándome fijo—. Parece que aún existen los milagros.
—Sí,
eso habrá sido –murmuré.
—Tenemos
un pequeño problema. El cirujano no se explica esa reacción. Ha llamado mucho
la atención. Lo que sugiero es que en cuanto puedan deben llevarse al paciente
de aquí. Los cuidados podrían continuar en su hogar. Me parece que será la
mejor forma de no alarmar al personal. Podría correrse la voz, no sé si me
explico. Harían más estudios, más análisis de sangre y… en fin, ignoro que
pueden hallar en ellos.
—Sí…
Sí… Entiendo. Gracias doctor Arve. Mi familia estará agradecida como siempre.
—Sí,
estamos agradecidos –murmuró Vikingo.
Cuando
Arve desapareció, Vikingo se acercó a mí.
—¿A
ti también debo agradecerte, Scarlet?
—No
lo sé. Yo… lo mordí aquella vez… Sin embargo no fue una mordida común como la
que usamos… De hecho Grigorii nunca se convirtió como debía hacerlo en su caso.
No presenta signos normales de vampirismo. No entiendo. Te lo juro.
—Si
tú no entiendes, yo menos. Pero bueno, digamos que hay que celebrar que
Grigorii está fuera de peligro.
—¿Verdad
qué sí? –lloré de felicidad.
Chelle.
Cuando
cerré la puerta de la Rectoría, avancé por el pasillo de la Universidad con la
satisfacción que había logrado un buen efecto en la directora. Un buen comienzo
después de todo. Pensaba que siendo nuevo en Kirkenes las cosas no se me harían
fáciles. A nadie se le hace fácil ser nuevo y casi todos pagamos derecho de
piso. Así que no podía quejarme. Aunque… faltaba la prueba de fuego… Los
alumnos.
Me
habían dado el cargo de suplente del viejo profesor de geología. Materia que
tenía aprobada con excelente en mi carrera de ingeniería. Hubiera preferido la
rama de la aritmética, pero necesitaba un trabajo y dentro de todo enseñar era
mi fuerte. Siempre estuve dotado de paciencia y mi carácter pacífico y estable
eran el conjunto perfecto para llevar adelante un curso de…
Miré
la lista que llevaba en la mano…
Cuarenta
y cinco alumnos… Bueno… Esperaba poder incentivarlos. No eran chicos
adolescentes, se trataba de adultos que sabían lo que querían y no deseaban
perder el tiempo… Suponía.
Observé
los números pintados en las puertas… Quince, dieciséis, diecisiete… Aquí era.
Abrí
la puerta y eché un primer vistazo al aula. El ruido de las charlas a toda voz,
callaron. Mis ojos fueron al picaporte mientras cerraba. Silencio total…
Giré
y caminé hacia el pupitre con un breve “buenas noches”. Al menos la mayoría
respondió. Deposité la lista en la mesa y los enfrenté con una sonrisa segura,
muy lejos de sentir en realidad.
—Hola,
mi nombre es Chelle Ovesen. Soy el nuevo profesor de geología.
Silencio…
—Bueno…
Me gustaría conocerlos a ustedes. Si les parece bien cogeré la lista y a medida
que los nombre levantan la mano.
—¿El
viejo Vang renunció? –preguntó una chica.
—Ehm,
no. Tengo entendido que ha pedido una licencia por salud.
—Fuiste
tú, Jenny. Te dije que lo matarías de un infarto.
Todos
rieron.
—¡Cállate
idiota!
Sonreí
y retomé.
—Okay,
iré nombrándolos y…
—Profesor,
¿las calificaciones que ya logramos las respetará?
—Por
supuesto.
—¡Ay
ya salió la nerd de Caro!
Risas.
Sonreí otra vez. Bajé la vista y comencé a recorrer los apellidos de mis
flamantes alumnos.
—Adamson.
—Aquí.
—Borchgrevink.
—Yo,
profesor.
—Dohde.
—Aquí.
—Fjellner.
—Ausente,
profesor.
—Sí,
mejor quítelo de la lista, últimamente viene cuando quiere.
—Okay,
por ahora no quitaré a nadie. Si alguien tiene contacto con él puede avisarle
que el próximo examen es en dos semanas.
—¿Dos
semanas? Profesor, es muy pronto.
—Señorita…
—Jessica
Ofrend.
—Señorita
Ofrend, no se preocupe. El tiempo que nos falta practicaremos cada tema. Tengo
entendido por la directora que el programa se dio hasta… —me fijé en la hoja
que llevaba tras la lista—. Minerales que componen la capa terrestre. ¿Es así?
—Sí…
pero…
—Le
repito, no se preocupe. Me encargaré que evacuen todas las dudas. Ahora
proseguiré a nombrarlos para conocerlos mejor. Salvo que alguien tenga una
pregunta.
—Sí,
yo. Tengo una duda urgente.
—Sí,
dígame.
La
chica de cabello largo y rubio golpeó el lápiz sobre su mesa y sonrió.
—¿Tiene
novia, profesor?
Risas.
—Disculpe,
es muy guapo. ¿Nunca se lo dijeron?
Sonreí.
—Gracias
por el halago pero sigamos en lo nuestro.
—Ufaaa.
Risas
otra vez.
No
supe cómo conseguí terminar la lista. Eran bastante charlatanes y revoltosos
sin embargo lo prefería a tener alumnos introvertidos y problemáticos. Al
terminar la hora varios se quedaron alrededor del pupitre preguntándome sobre
el examen. Poco a poco los logré tranquilizar. Por lo menos la rubia
provocativa no se quedó. Era una suerte que no insistiera. No me hubiera
gustado ponerla en su lugar el primer día de clase. Un romance entre ella y yo
hubiera sido imposible. Primero porque entre profesor y alumno cualquier
relación fuera de lo normal sería falta de ética y esa cualidad mis padres me
la habían enseñado muy bien. Y segundo, me gustaban los machos.
Salí
de la Universidad y fui por tabaco turco y una gaseosa. Me sentía satisfecho.
Un poco feliz. No tanto como habría estado si mis padres hubieran vivido. La
tristeza intentó invadir mi corazón… Observé la deshilachada aurora boreal en
ese cielo tan diferente al chileno. El aroma del aire estaba impregnado de
pinos y cipreses. El ruido de la ciudad aún me aturdía. En la campiña donde nos
habíamos criado, al pie de las altas cordilleras todo era más silencioso. Por
un momento quise que las cosas fueran diferentes. Que nada de lo aterrador
hubiera pasado… pero el pasado ya estaba escrito y nadie ni siquiera mis locas
ganas de tener una familia lo harían regresar otra vez.
Crucé
hasta la plaza para beber y armar el cigarro. Me ubiqué en uno de los asientos
centrales, cercanos al busto del prócer. Deposité la botella de plástico junto
a mí y quité los papelillos del bolsillo de la chaqueta de jeans. Al parecer
sería de Douglas. La había tomado del viejo armario del altillo. Me quedaba un
poco estrecha pero disimulaba bastante.
Concentrado
en poner el tabaco justo, no noté su presencia acercándose. Solo cuando estuvo
prácticamente a mi lado y saludó, levanté la vista sorprendido.
—¡Qué
tal, Chelle!
—Charles.
—¿Descansando?
—Sí…
—¿Cómo
te ha ido en la primera clase como profesor?
—Bien…
—¿Puedo
sentarme?
—Por
supuesto —me hice a un lado.
Observó
el cielo entre las ramas de los cipreses.
—Hermosa
noche, ¿no crees?
—¿Te
envió Sebastien para vigilarme?
Sus
ojos se apartaron del cielo y me miraron sorprendido.
—No,
en absoluto. Sebastien confía en ti.
—No
es casualidad que estés por la ciudad a la misma hora que yo.
—Claro
que no. No creo en las casualidades. Todo tiene causa.
—¿Entonces?
–lo miré fijo. Después me dediqué a armar el cigarro.
De
inmediato abrió una de las bolsas azules y observó el interior.
—¿Quieres
fumar o un trago de gaseosa?
—No,
gracias. Te he comprado algo de ropa –echó un vistazo a mi físico y volvió a
mirar el contenido—. Espero haber dado con el talle.
—Gracias,
pero no voy a aceptarlo. No quiero más limosnas.
—No
es una limosna. Tómalo como préstamo.
—No
tengo idea cuando ganaré dinero suficiente. Mi sueldo por ahora será para darle
a Sebastien algo por mi estadía. Y el resto mis gastos personales.
—Ajá…
Bueno… ¿Cuándo cumples años?
—En
un par de meses.
—Genial,
entonces estos son presentes por adelantado.
—Charles…
—Vamos,
acéptalos. Si me conocieras suficiente sabrías que no te irás de aquí sin las
prendas.
—¿Eres
persistente?
—Uf,
pregúntale a Sebastien.
—Es
que ya han hecho mucho por mí.
—Tú
también por nosotros.
—¿Yo?
–bebí un trago de la botella.
—Recuerda
que llegaste cómo pudiste a avisar a Sebastien del cautiverio de los Sherpas.
Podrías haber escapado y ponerte a salvo egoístamente. Sin embargo cumpliste
como un macho de bien. Anda, no desprecies mi compra.
—Es
la única posibilidad que podía darse.
—Te
sorprendería saber cuán abanico de posibilidades hay en los seres.
Sonreí.
Cogí las bolsas.
—Gracias.
—De
nada. Las camisetas son en tonos pastel.
—¿Pastel?
–encendí el cigarro.
—Sí,
¿no te gustan?
—No
es eso… Es que esos colores son los que usaba a menudo. Mi madre siempre me
decía que hacía juego con mis ojos y… –un nudo se formó en la garganta.
Cerré
la bolsa y cerré el puño en las manijas. Bajé la vista…
Él
palmeó mi hombro cariñosamente.
—Sé
que no estás pasando un buen momento, Chelle.
Negué
con la cabeza y estallé en un sollozo.
—Lo
siento.
—No
pidas disculpas por desahogarte.
—Estoy
solo, Charles. Muy solo.
—Tranquilo.
Todo irá mejor. Dime, ¿no has dejado algún amor en Chile? ¿No tenías pareja?
—Tenía…
Un humano, se llamaba Beto.
—¿Beto?
Extraño nombre para una hembra.
Lo
miré confundido y echó a reír.
—Es
broma, ya sé que es un macho.
Sonreí,
después sequé mis lágrimas y me puse serio.
—Lo
era. Mi hermana lo asesinó. Él guardó el secreto mucho tiempo pero ella decidió
que era un peligro.
—Mierda…
—susurró—. Ella es un peligro.
—No
tengo a nadie, Charles.
—Calma,
la vida siempre da una segunda oportunidad. Encontrarás el amor.
—Ya
no busco eso. Solo necesito vivir en paz. Sin embargo no será posible mientras
tenga la carga de no haber defendido a mis padres. ¡Es que no estaba, Charles!
Aprovechó mi ausencia.
—No
necesitas decirme como es ella. Muchas artimañas, astuta, despiadada. En fin…
Scarlet aseguró que no se acercará a Kirkenes por un tiempo.
—No
deben confiarse –bebí un sorbo de gaseosa.
—Es
verdad. Pero esta vez al menos quien la echó es alguien a quien ella teme. Debe
ser el único en el universo. Bueno… lo era. Dejó de existir para siempre pero
ella no lo sabe.
—Agravar.
—Exacto.
—¿Cómo
sigue el policía?
—No
muy bien. Aún tenemos fe que salga adelante. Es fuerte.
—Ojalá,
Scarlet se la ve sufriendo.
—Está
vivo. Podría haber sido peor.
—Lo
sé.
—¿Qué
te parece si vamos regresando a casa?
—Me
parece bien.
—Por
el camino me cuentas que tal tu primera clase.
—No
tengo muchas ganas de hablar. Estoy triste.
—Entonces
regresaremos en silencio.
Uy feliz navidad de nuevo. Y gracias por el capítulo . Me gusto que Grigori este bien. Espero al siguiente fragmento. Te mando un beso
ResponderEliminar¡Hola belleza! Muchas gracias a ti por leerme y comentar.
EliminarTambién estoy feliz por Grigorii y ojalá se recupere.
Te deseo unas felices fiestas, cariño y feliz semana para ti.
Hola, Lou... Lo cierto es que he sufrido en este capítulo, seguro que menos que Scarlet, pero he sufrido... Es que, mientras lo leía, he llegado a pensar que a Grigorii le iban a amputar la pierna
ResponderEliminarNo ha sido así, y no imaginas cuánto me alegro de ello
Es lógico que Scarlet estuviera tan desesperada, se sintiera tan mal
No sé si lo que ha sucedido servirá para que Grigorii y Scarlet lleguen a un entendimiento, y el amor que sienten el uno por el otro tenga un buen final... Por supuesto, no me lo digas ;-)
Vilu tiene una maldad increíble, irracional... No solo mató a sus padres, también a Beto... Entiendo que Chelle se sienta tan mal
Charles, como siempre, es encantador... se ha portado muy bien con Chelle... Sebastien también, y me parece muy buena idea que temporalmente cambie de apellido... Vilu es un gran y verdadero peligro
Bueno, Douglas sigue sin querer trabajar con Ekaterina... verenos como le va
Y es imposible que no sonría cuando leo algo sobre Miyo
Espero y deseo que estés pasando unas buenas navidades... No, Lou, este capítulo no es un regalo humilde... es un gran regalo que te agradezco sinceramente
Besos
¡Hola Mela! Gracias por comentar.
ResponderEliminarBueno, suena horrible pero la idea era mantener la tensión. Lamento el sufrimiento pero prometo que vendrán cosas buenas.
Yo creo que lo que sucedió es un aprendizaje y deberían pensar los dos en las consecuencias.
Está en ellos, veremos que pasa cuando Grigorii despierte.
Vilu es malvada y ruin, esperemos que algún día le den su final merecido. Por ahora parece que no.
Charles es el perfecto guardián y sus nobles sentimientos lo hacen un ser ideal. Entiende a Chelle, quizás porque ha perdido mucho en su vida.
Douglas es hora que siga madurando y de paso hay un destino que lo espera hace años. Yo creo que le costará pero le irá bien.
Miyo... es hermosa y dulce y... le espera muchas sorpresas como a los lectores.
Te deseo muchas felicidades con esa hermosa familia que seguro tienes. Gracias por el gran regalo, es retribución a tanto cariño.
Brindo en estas fiestas por tu amistad y por tener en mis comentarios a una escritora de prestigio. Miles de besos y feliz semana.
No soy tan buen investigador, no sé quién será el próximo villano/a. Te seré franco, sin ser franquista, leyendo he pensado que el bueno de Charles era Vilu disfrazada. No tengo perdón!
ResponderEliminarScarlet salvó a Grigorii hace tiempo, cuando le mordió.
Gracias por este regalo navideño.
Bso
¡Hola Ignacio! Gracias por comentar.
EliminarSí eres buen investigador, no creas, al mismo Shelock Holmes se le ha escapado alguna pista.
Ya te irás dando cuenta.
¿Has creído que era Charles? No es tan descabellado. La autora a veces tiene ideas retorcidas y locas. Pero está vez me he portado bastante bien.
Es verdad, Scarlet salvo a Grigorii hace tiempo cuando lo mordió apenas. Parece que fue suerte la mordida leve de lo contrario Petrov estaría buscando sangre. Algo ocurrió con las células y habrá que averiguarlo.
Un beso enorme amigo y feliz semana para ti.
Despues de lo que ha pasado Grigorii y Scarlet haran las paces.Se quieren y tienen que hacer las paces,pero a Grigorii lo tienen que sacar del hospital porque los medicos pueden sospechar.Gracias por el regalo,me ha gustado mucho.Besos.
ResponderEliminar¡Hola Ramón! Muchas gracias a ti por comentar.
EliminarSí, claro que tienes razón. Se quieren y confío que hagan las paces, aunque lleve algún tiempo.
Grigorii corre peligro. Han comenzado a sospechar y eso no es bueno para los Craig. Veremos como resuelven quitarlo de allí. Seguro algo se les ocurrirá.
Me alegro que te haya gustado el regalo. Ha sido escrito con cariño para mis lectores.
Espero que tengas una genial semana. Un beso grande y muchas felicidades.
Ya estoy aquí!!!! Ha llegado la pirata del Caribe, la más temida de toooodooossss los mares!!!!
ResponderEliminarHeyyyy, Lou, no nos des estos sustos en navidades, un poquito de por favor!!!!
Pobre Scarlet, qué mal lo ha pasado!!! Peroooo nooooo, nadie le amputa la pierna a Grigorii!!!! Si cojo a Vilu la dejo sin pelo, osease, la dejo calva. Viva el amor amore de Grigorii y Scarlet!!!
Capítulazoooo y regalazooooo!!!!
Feliz Año Nuevooooo!!!!
Besoteeesssssss!!!!!
¡Mi querida Merche! Scarlet la ha pasado terrible, pero Grigorii ya está en buenas manos.
EliminarDe Vilu poco y nada puedo agregar. Un ser malvado de la cual deben aún cuidarse.
Deberíamos reunirnos y encontrarla para darle su merecido pero... sugiero dejárselo a los vampiros. Es muy poderosa.
Te mando un beso enorme y gracias por estar aquí.
Menos mal que grigorii va a conservar su pierna! Me partió el corazón la soledad de chelle, pero se que dentro de poco va a encontrar un poco de felicidad!
ResponderEliminar¡Hola Joha! Grigorii está mejorando y aún no sabemos el porqué. Chelle está muy solo por culpa de Vilu. El destino le tendrá preparado una sorpresa de dónde menos espera.
EliminarGracias amiga por comentar me hace feliz que te guste mi novela. Besos miles!!!