Feliz semana para todos. Muchas gracias por acompañarme.
Capítulo 24.
Elegir.
Adrien.
Acogí
a Lucila entre mis brazos mientras se recuperaba. Entrar en la oscuridad había
provocado un gran desgaste emocional. Su energía luminosa se había esparcido,
ocasión que no perdió Agravar para adueñarse de la misma. No le duraría
demasiado, todos lo sabíamos, pero lamentablemente sería suficiente para
escapar al mundo terrenal.
—Lucila,
¿por qué confiaste en él? –la deposité sentada en las rocas agrietadas.
—Porque
se trata de Scarlet. ¿No entiendes? No quiero que mi hija viva una vida eterna
sin amor. Yo lo sufrí. Ese oficial la ama, ella debe ceder.
—Cualquier
solución hubiera sido mejor que confiar en Agravar.
—¿Sí?
Dime tú cuál. ¿Tú? Si estás imposibilitado de surgir entre los vivos. A mí
jamás me haría caso.
—Mi
estado es solo por un tiempo.
—¡No
hay tiempo!
—¿Y
piensas que el resolverá lo de Scarlet sin dañarla? Fuiste ilusa al creerlo.
—Sé
lo que fue Agravar, el peor asesino, despiadado, cruel, pero no le haría daño a
su hija.
—Lucila…
Runik
caminó hacia nosotros.
—¿Has
visto lo que es mi nieto? ¡Brillante!
—Runik…
Tenemos un grave problema y tú alabando a Ivan.
—Bueno…
¡Qué más da! Si la hecatombe avanza igual porque una de tus hembras ayudó a
Jack “el destripador” a bajar con los mortales. ¿No puedo alabar a un Gólubev?
—Hazme
recordar más tarde que te felicite –bufé—. Por supuesto, si todo sale bien.
Porque de lo contrario ni tu ni nadie tendrá algo que festejar.
Lucila
aspiró con dificultad. Su rostro se veía demacrado, caso traslúcido. Mi energía
se notaba liviana, como si cada segundo que permaneciera en la etapa intermedia
la luz que me había rodeado fuera debilitándose.
—Debo
irme de aquí. Si me quedo contigo no volveré a la luz. Tienes que recuperarte,
no pienses que algo saldrá mal. No cuentes mis palabras.
—Vete,
tranquilo. Si hice lo que he hecho es porque confío que saldrá todo bien. Me
recuperaré y regresaré contigo.
—Quisiera
quedarme, quizás si espero un poco más…
—Yo
la cuidaré –dijo Runik—. No te preocupes.
—Runik,
eres el único que puede permanecer aquí sin graves consecuencias. ¿La cuidarás?
Trata que no piense cosas horribles, que no se angustie o no saldrá de esta
etapa.
—Sí,
no me recuerdes que tengo que estar aquí hasta que aprenda y bla bla bla… Ve
tranquilo.
Antes
de partir, Lucila me miró.
—Confío
en él. Lo quise mucho. No hará daño a Scarlet aunque Agravar no me haya amado.
—Claro,
querida… Recupérate.
Y
partí hacia la luz tratando de dejar el temor de lado. Si los vivos pensaban
que nosotros ya no sufríamos por ellos estaban equivocados. Su dolor seguía
siendo nuestro dolor. Por la sencilla razón que no teníamos cuerpo, pero
conservábamos el alma.
Sebastien.
Bajo
la breve oscuridad que nos quedaba, Lenya cogió a Chelle de la chaqueta y lo
retuvo contra uno de los pinos. Había reaccionado pero se notaba aterrorizado y
tembloroso. Me acerqué furioso y lo increpé.
—¿Qué
has hecho, infeliz? Por tu culpa estamos todos en peligro y eso es algo que no
dejaré pasar.
No
habló palabra solo tanteó en sus bolsillos el tabaco comprado. No tenía fuerza
en sus manos así que el paquete cayó al suelo.
—¿Quieres
fumar? Si deseas puedo traerte una champagne, loco desquiciado –se enfadó mi
hermano—. Total será lo último que harás antes que te destripemos.
—¡No
pueden matarme! –exclamó lloroso—. ¡No he hecho nada malo! Solo bebí sangre
humana.
—¿Ah
no? –achiné los ojos y me acerqué—. ¿Crees que asesinar al comisario no es
llamar la atención?
—¡No
lo maté! Estaba muerto cuando llegué. El olor de su sangre me atrajo pero yo no
lo mate. ¡Lo juro por el honor de mi aquelarre!
—Mira,
tu aquelarre deja bastante que desear y en cuestión de honor ni hablemos.
—No
metamos a los Huilliches en esta basura, Ivan –retruqué—. Sus padres no tienen
nada que ver con la desobediencia y las masacres.
—Por
favor, Sebastien, debes creerme. Yo no asesiné al humano. Lo encontré
despedazado. Yo no haría eso. Bebí su sangre, aún estaba fresca. Lo admito, fui
un carroñero y me avergüenzo pero no lo maté.
—¡No
te creemos! Encontramos tu camisa con sangre del comisario. Tú la escondiste en
nuestro altillo, ¿cómo explicas eso?
—Explícate,
Chelle o te daré muerte en dos segundos.
—Sebastien,
confieso que cambié mi camisa y la escondí. Porque tenía miedo que me culparan
de la muerte de ese humano y huí. Eso no lo niego, por favor… —lloriqueó.
—Ah
pero tú piensas que somos idiotas, ¿no?
—Tranquilo,
Lenya… —observé el dije de la serpiente balacearse en el cuello de Chelle.
Recordé
a los Huilliches, tan nobles, seres bondadosos que jamás habían desobedecido a
mi padre. Lo habían respetado y cuidado de no cazar sin reparos en contra de la
raza.
—¿Y
el lobo? ¿Por qué asesinaste a un lobo?
Su
rostro cubierto por ambas manos se apartó y me miró fijo.
—¿Un
lobo? No maté a ningún lobo. No sé nada de eso.
—Estás
comenzando a impacientarme, maldito –Lenya apretó los dientes con furia.
—¡Lenya!
Déjamelo a mí –lo miré fijo—. Chelle, sabes bien que de aquí no te irás con
vida si no demuestras que no eres culpable. No correré el riesgo, mi familia y
mi raza están por encima de todo.
—¿Por
encima de la justicia, líder de los vampiros? ¿Eso harás? ¿Matarme para
quedarte tranquilo y llevar los honores?
—¡Eres
un insolente!
—Adelante,
mátame, sin embargo quien cometió esos crímenes sigue allí afuera y cuando lo
descubras, será tarde. Porque habrás quitado la vida a un inocente. ¿Podrás
vivir con ello, Sebastien Craig?
Enmudecí…
¿Si era verdad? ¿Si asesinaba a un inocente?
—¡Trata
de engañarte, hermano! Hasta un lobo pagó el precio por no atraparlo antes.
¡Estamos perdiendo el tiempo!
—¡Yo
no asesiné a ningún lobo! ¡Jamás me enfrentaría a ninguno de ellos!
—Se
los dije –murmuró Ivan.
Charles
salió al parque apresurado.
—Charles,
prefiero que te quedes con las hembras.
—Es
algo que debía notificar…
—¿Qué
ocurrió?
—Scarlet
llamó. Le conté que habían atrapado a Chelle.
—¿Viene
hacia aquí? ¿Se lo dirá al comisario?
—Solo
dijo, “me alegro que lo hayan atrapado, estaré bien. No se preocupen por mí.”
—No
me gusta nada esa frase –dijo mi hermano.
—A
mí tampoco, pero ya nos ocuparemos de Scarlet. Ahora… —miré a Chelle—. Dinos ya
mismo qué hiciste durante tu ausencia. Quiero saber cada paso y si tienes una coartada
que puedas comprobar.
De
pronto, el ruido del motor de un coche se escuchó cercano.
—Debe
ser el comisario.
Charles
se acercó a los portones.
—No
viene desde la ciudad –alegué afinando el oído—. Y es una furgoneta. Entren a
Chelle a la sala. Pronto amanecerá.
—Pues
debería achicharrarse –murmuró mi hermano cogiéndolo de la chaqueta.
En
pocos minutos Bernardo aparcó el vehículo y de un salto avanzó hacia nosotros.
—Sebastien,
Charles, tengo poco tiempo. Enterrarán al padre de Bua y quiero estar ahí.
—Tú
dirás.
Quitó
un papel doblado del bolsillo y me lo entregó.
—Te
cuidado, dentro de ese papel hay un objeto que les servirá como pista. Lo
encontraron dentro del puño del lobo. No era de él, seguro pertenece al
asesino.
Lo
abrí con cuidado y mis ojos quedaron clavados en aquel objeto. Mi sangre se
congeló, tragué saliva. Una cadena de oro blanco encerraba en uno de sus
eslabones, el dije de una serpiente.
Charles
me miró fijo.
—Entonces,
es Chelle.
—No,
Charles. El dije de Chelle cuelga de su cuello. Lo acabo de ver.
—¡Maldita
perra!
—Llama
a Scarlet, dile que la asesina está suelta.
—¿Y
tú? ¿Qué harás?
—Salir
en su búsqueda, pero antes, debo pedir perdón a un inocente.
Ron.
Grigorii
aparcó la moto y avanzó hacia la puerta apresurado. Pero no ingresó a ver a su
hermana, tampoco saludó con un “buenas noches”. Su rostro se notaba
desencajado. Su voz al hablar, tembló.
—¿Dónde
iría Scarlet si quiere esconderse del mundo?
—¿Qué?
—Estaba
con ella cuando los Craig le informaron que habían atrapado al asesino, ella
dijo que era un tal Chelle. No la volveré a ver.
—¿Qué
dices? No entiendo nada.
Anne
salió a la puerta al escuchar a su hermano.
—¿Qué
ocurrió con Scarlet?
—Se
fue –contestó. Pude ver sus ojos brillar por las lágrimas.
—Explícate,
por favor.
—¡Por
favor! Ayúdame a encontrarla. Tú tienes que saber dónde puede esconderse.
—¡Cálmate,
Grigorii! Cuéntame mejor los hechos.
Y
así lo hizo… Una vez que los Craig atraparan al asesino, Scarlet se iría.
Desaparecería, no sabía por cuánto tiempo. Incluso había dejado su móvil en el
cajón de la oficina para que nadie la molestara.
—Ron,
¿dónde pudo ir?
Suspiré
y negué con la cabeza.
—¡Tienes
que saberlo! Eres parte de los Craig, los conoces.
—No
niego que puedo saberlo. Lo que ocurre es que… no podrás hacer nada.
—Eso
ya veremos. ¿Dónde pudo ir?
—Cielos…
—Tiré la cabeza hacia atrás y contemplé el cielo de añil—. Debe haberse
refugiado en las cumbres.
—Okay
–abrió la puerta para entrar a su casa y lo cogí del brazo.
—Aguarda,
ningún humano llega hasta allí. Te congelarás aunque sea agosto.
—Tengo
ropa apropiada para escalar, no te preocupes.
—¿Perdiste
la razón? ¿Si te ocurre algo malo? ¿No piensas en Anne? Eres su familia.
Me
miró fijo y bajó la vista.
—Anne
tiene un buen guardaespaldas –al mirarme a los ojos nuevamente afirmó—. Y los
Craig hace tiempo que también son su familia. Yo…
Anne
se acercó compungida.
—¿Verdad
que me entiendes, hermana? Debo ir por ella.
Anne
se emocionó pero asintió levemente.
—Grigorii
–interrumpí—. Estamos hablando de grados bajo cero.
—¡Grigorii,
tengo miedo que no regreses!
—Tengo
ropa adecuada. Tranquila. Te prometo que me cuidaré. Llevaré la carpa térmica.
—No
creo que sea suficiente.
—Ron,
por favor. Muchos alpinistas lo lograron.
—No,
hasta las cumbres.
—Grigorii
–lloró Anne.
—Okay,
no llores. Confía que no haré locuras. Si noto que no resistiré regresaré sin
Scarlet.
—¿Lo
prometes?
—Sí,
Anne.
Sin
embargo, cuando lo miré y me miró, supe que volvería con Scarlet… o no lo
veríamos nunca más.
Iván.
La
fiesta de boda de mi hermano sería en tres días. Estaba todo listo en ese bello
salón. Papá y sus contactos habían conseguido una de las salas del Palacio de Verano. Mucho dinero y un par de favores en la empresa petrolera, pero
Dimitri y Anoushka lo valían.
¿Quién
iba a imaginar a mi madre entusiasmada con los preparativos? Bueno, muchas
cosas no hubiera imaginado. Los Craig ausentes en la fiesta, Anoushka llamando
“mami” a mi madre, a Natasha eligiendo un vestido formal, y a mí… que amaba
esas fiestas y sin embargo me embargaba la angustia de haber dejado a Anouk en
manos de esos lobos.
Aunque
estaba claro que mi hermana menor no faltaría a la celebración sabía de
antemano que no tardaría en regresar a Kirkenes. ¿Qué ocurriría con ella? ¿Se
cansaría finalmente de toda ausencia de lujos y comodidades? ¿Por qué ese
humano había logrado hasta que olvidara su apellido?
Mi
madre entró en mi habitación y me vio de pie frente a la cama. Mi traje
impecable extendido sobre el edredón.
—¡Iván!
¿Seguro te lo has probado?
—Sí
mamá.
—A
ti te ocurre algo, te conozco. No me engañes. ¿Te cae mal Anoushka?
—No,
mamá. La humana es ideal para Dimitri. Lo ama.
—¿Si
no hubieras querido entregarle el llavero con el águila bicéfala me lo hubieras
dicho?
—Por
supuesto.
—¿Sabes
que si uno de la familia no está de acuerdo nuestro símbolo no se entrega?
—Lo
sé, no tengo nada contra Anoushka.
—¿Entonces?
—Aún
estoy conmocionado por el crimen en Kirkenes. Me asusté. Pensé que todos
quedaríamos expuestos.
Me
miró fijo y me refugié en el traje sobre la cama.
—Ivan,
¿tú crees que los años de madre no me enseñaron nada?
—Te
repito, no ocurre nada malo.
—Muy
bien, después de la boda insistiré.
Sonreí.
—No
lo dudo. Ahora, cuéntame de los preparativos. ¿Todo está listo?
Feliz,
echó un vistazo y juntó las manos sonriendo.
—Ya
casi. ¡Qué dicha! Todo será perfecto.
—Perfecto
no.
—¿Por
qué dices eso?
Me
arrepentí.
—Quiero
decir que… por lo visto faltan varios detalles.
—No
te preocupes, tu padre no pierde de vista nada. Es de gran ayuda. Como tú has
tenido que colaborar con los Craig no has estado. No hemos arreglado muy bien.
Tranquilo.
—Sí,
igual… Los Craig están tras la asesina.
Mi
padre entró a la habitación.
—Lo
siento, escuché lo último que has dicho. ¿No atraparon a Chelle gracias a ti?
—No
es Chelle.
—¡Cómo
qué no! –exclamó.
—Ivan,
no nos dijiste.
—Lo
sé mamá, pero estamos con los preparativos, ambiente festivo, y no voy a ser yo
el que opaque todo.
—¿Quién
es? Has dicho “asesina”.
—Encontraron
el dije de la serpiente en el puño del lobo asesinado.
—No
entiendo, es la prueba más ferviente que es él –se inquietó mi padre.
—Chelle
lleva el dije puesto.
—¡Qué
horror! Esa maldita rondando Kirkenes –se angustió mi madre.
—Tranquila,
los Craig están tras sus pasos, también los lobos. ¿Has visto porqué no te lo
decía?
—No
puede ser que esa, mal parida, esté levantando sospechas con los humanos.
Quiere destruirnos. Mijaíl…
—Tranquila,
cariño. Iván tiene razón, los Craig la atraparán. Ven, tenemos que confirmar el
hotel para los chicos.
Mi
padre me guiñó un ojo mientras señalaba la puerta. Salió tras mi madre pero
antes susurró.
—¿Anouk
corre peligro?
—Tranquilo.
Los Craig la cuidarán.
Mamá
no salió muy convencida. Por supuesto, Anouk estaba en Kirkenes. Y todos
sabíamos que no solo los Craig eran odiados por ella. También los Gólubev.
Seguramente debería tener a Svetlana entre ceja y ceja. Mi hermana estaba en
París y viajaría a Rusia. No pisaría Kirkenes. Sin embargo cualquier daño
serviría para vengarse. Y Anouk por el momento era la más accesible. No comenté
a mi padre que mi hermana se encontraba en la reserva muy a menudo. Eso era
peligroso. Porque estaba seguro que si Vilu había burlado a varios vampiros,
los lobos para ella serían presa muy fácil.
Salí
de la habitación rumbo a la sala. Natasha no estaba allí. Mamá en voz baja daba
indicaciones a mi padre que hablaba por teléfono al parecer con el dueño de un
hotel.
—¿Dónde
está Natasha?
Mi
madre me miró sosteniendo un anotador.
—En
la cocina con Anoushka. Dimitri salió con Numa.
—Gracias,
solo necesito a Natasha.
Avancé
hacia la cocina y las vi.
Reían
divertidas. Hablaban de la luna de miel. Natasha me vio y calló.
—Charla
de chicas, Ivan. Tres somos multitud.
—Siento
interrumpir. Anoushka, necesito hablar a solas con mi hermana.
—Por
supuesto.
—Discúlpame,
es urgente.
—No
te preocupes. Debo hacer algunas cosas.
Se
retiró sonriente. Natasha frunció el ceño.
—¿Te
has dejado la educación y caballerosidad en Kirkenes?
—No
estoy para ironías. Necesito el móvil de Liz.
—¿Qué?
¿Qué te hace suponer que yo lo tengo?
—Natasha…
No hablas con un idiota.
Rodó
los ojos y quitó su móvil del bolsillo. Antes de dictarme el número clavó el
iris púrpura en el mío entrando en mi mente.
—¿Para
qué quieres pedirle el móvil del humano?
—Porque
es el novio de Anouk.
Vi
la reacción de mi hermana ante mi frase.
—¿Qué
te sorprende? ¿Crees que eres la única que adivina acciones y pensamientos?
Cierto, no tengo tu don pero suelo ser observador y detallista. Supongo que las
escapadas de Anouk no te sorprenderán porque debes saberlo hace mucho. ¿Verdad?
—Ivan,
no lo molestes.
—Nadie
va a hacerle daño. No te preocupes.
—Déjalos
en paz.
—Por
si no lo sabes, la serpiente de Vilu está suelta en Kirkenes.
—¿Qué?
—¿Entiendes?
Es un riesgo para Anouk.
Después
del asombro, mi hermana continuó.
—Los
Craig la protegerán.
—¿Cómo
cuidaron a Lucila?
—Iván…
es diferente. Se trataba de Agravar.
—Y
quién te ha dicho que no puede ser él junto a la Huilliche.
—Agravar
está muerto.
—¿Tú
puedes asegurarlo?
—Charles
se encargó de sus cenizas. No puede regresar de la muerte.
—¿Quieres
que te cuente las veces que Adrien hizo acto de aparición después de morir?
Enmudeció
y su rostro mostró la duda.
—Sebastien
no dejará que le ocurra nada a Anouk.
—¿En
serio? Te diré algo. Anouk pasa mucho tiempo en la reserva. Un humano y varios
lobos no servirán de nada contra esa loca con poder.
—Tranquilo…
Cuando Anouk regrese a Kirkenes después de la fiesta prometo ir con ella.
—Sería
un aliciente, sí. Sin embargo, prefiero que la convenza el humano de salir de
Kirkenes. Como noté enamorada a nuestra hermana, dudo que nos escuche a
nosotros.
………………………………………………………………………………………………..
Liz
no tuvo problema en darme el número del tal Drank. Quizás algo intuía de la
relación entre su amigo o ex pareja y habría pensado que los Gólubev querían
conocerlo. Durante dos horas se escuchó el contestador en el móvil del humano.
Seguramente se encontraría en el entierro del lobo asesinado. Así que me armé
de paciencia e insistí más tarde. La paciencia era una de mis virtudes, aunque
Anouk la estaba poniendo a prueba y dudé si era mejor materializarme en el
bosque y hablarle cara a cara. Lo cierto que se me haría más difícil, y el
tiempo corrían… Con una maldita suelta y una hermana sin protección.
Cuando
al fin atendió el móvil noté en su voz el asombro al escuchar quien le hablaba.
Fui conciso y determinante. Era mejor que se enterara el peligro real que
corría quien estuviera en la mira de la vampiresa.
“No
sé si me será posible convencerla.” Dijo con hilo de voz.
—Pues,
haz lo imposible también. Esto no es un juego.
“Ella
es un adulto. Ha dejado claro que se quedará aquí.”
Me
desesperé.
—Escucha…
humano… Si algo le ocurre a mi hermana por estar contigo, juro que ni la
benevolencia de Lenya ni el poder de Adrien Craig, te salvará de mí.
“No
me amenaces. No te tengo miedo. Lamento no llegar a los talones de los Gólubev,
pero estoy seguro de lo que siento por Anouk. La manada y yo no permitiremos
que le ocurra nada malo.”
—¡Qué
terco e incrédulo eres! La hembra de la que te estoy hablando mató a sus
padres, secuestró y torturó a los vampiros Sherpa, y puedo seguir horas
detallándote su maldad. Para agregar si no te es suficiente, odia a nuestra
familia tanto como a los Craig. Anouk no está a salvo mientras esté en esa
reserva de lobos. Convéncela, usa tus artimañas. Esas que supiste utilizar para
tener a mi hermana a tus pies.
“No
fueron artimañas. Está enamorada de mí, me quiere.”
—¿Quieres
música de violines? Humano tonto. No sabes nada de nuestra raza.
—Tú
de la mía tampoco. No todos los humanos somos iguales. Tendrían que matarme
para hacer daño a Anouk.
—Iluso…
Para Vilu, será tan fácil. Piensa lo que te dije. Y cuanto antes mejor.
Corremos contra reloj hasta que atrapen a esa asesina.
Y
corté la comunicación.
Drank.
De
regreso del cementerio Sami, las palabras de Ivan Gólubev iban y venían por mi
cabeza. Era cierto todo lo que le dije de Anouk y de mí. Tendría que matarme…
Sin embargo no podía negar que él tenía razón. Era un simple humano contra una
vampiresa al parecer, dispuesta a todo. ¿Y si le ocurría algo a Anouk? ¿Qué
sería de mí? Y no me refería a morir en manos de Ivan, sino que el solo hecho
de imaginar que le ocurriera algo malo mi vida no tendría sentido. Sí, otra
vez… Porque mi corazón había comenzado a latir con fuerza por ella. Por su risa
contagiosa, por sus besos, por ese aroma que me envolvía cuando nos
abrazábamos.
¿Por
qué todo en mi vida era tan difícil? Mierda…
Mike
me alcanzó cabizbajo. Pasé mi brazo por sus hombros y continuamos la marcha.
—Fuerza,
amigo. Estaré para lo que necesites.
—Lo
sé, Drank, gracias. Es que no puedo creerlo aún. Todo fue tan… de golpe.
Eché
un vistazo hacia los costados y arquee la ceja.
—¿Kriger
no te acompañó en este momento doloroso?
—Rompimos.
—Uf…
Lo siento.
—No
lo sientas. Un cretino. Nunca lo perdonaré.
—¿Te
engaño?
—Sí,
por eso estaba tan frío conmigo. Pero si hubiera venido de frente. Confesar que
otra le gustaba.
—¿Dijiste
otra?
—Sí,
otra. El padre de Kriger logró su objetivo. Odiaba que fuera gay.
—Son
unos cabrones, él y el padre.
—Sí…
Al menos el tiene padre.
—Uf…
—resoplé—. Amigo, no sé qué decirte. Solo cuenta conmigo para lo que sea.
Se
detuvo y me miró.
—Quiero
pedirte un favor.
—El
que quieras.
—Habla
con Bua, no la veo bien obviamente igual que toda nuestra familia pero ella es
más frágil aunque no lo parezca. A ti te quiere mucho.
—Lo
haré.
Grigorii.
Salí
de casa aprovechando la luz del día. Era un largo camino por recorrer y conocía
que llegaría el momento en que la noche me cubriría. Entonces, las temperaturas
bajarían a tal punto de congelarte los huesos. Mi entrenamiento de policía
durante muchos años quizás me ayudaría a sobrevivir, también aquel curso de
rescatista en la extensa estepa rusa, quizás… Sin embargo no tenía opción. No
había elección entre quedarme a esperar que alguna vez Scarlet me perdonara y
reconociera que no habría nadie que la amara como yo, o ir en su búsqueda y
evitar vivir con el recuerdo de aquello que nunca fue.
Nunca
pensé que tomar elecciones en la vida fuera tan difícil. Jamás creí estar en
esta situación. Uno elige a cada momento desde cuestiones triviales o
superficiales hasta decisivas para ser feliz. Te levantas, bebes café o té.
Durante el día te encuentras con amigos o prefieres pasar la tarde solo. Te
decides por una carrera o por otra. Si estudiarás lo suficiente para ese examen
o preferirás que la suerte ponga sus fichas. Decides tener pareja, ser fiel o
no serlo… Cada día de tu vida está repleta de decisiones, a veces
imperceptibles. Pero no dejan de ser una decisión.
Después
de una hora, eché andar apresurando el paso cuando el sendero se hizo más
pedregoso. El medio ambiente poco a poco iba demostrándome como sería la
verdadera soledad. Allí, donde la vegetación rebosante de clorofila se va
extinguiendo, donde solo te acompaña el susurro del viento que emite un sonido
particular entre las rocas y recovecos, allí estaba yo. Bajo las aristas cada
vez más afiladas, centenas de metros bajo sus bases, se encontraba el mar. Su
oleaje apenas perceptible a mí oído humano. Miré hacia arriba… el sendero
ascendía hasta perderse en un punto lejano. Podía distinguir trozos de manto
blanco esparcidos en los picos nevados. Se asemejaba a un dulce glaseado de un
pastel. Aunque nada sería dulce de esta larga caminata. De este peregrinaje de
amor por ella. ¿Encontraría a Scarlet? No lo sabía. ¿Me perdonaría y aceptaría
en su vida? Tampoco lo sabía. Entonces, sumé algo más al extremo clima… La
incertidumbre.
Cuando
el sol se escondió y la temperatura comenzó a bajar, encendí la linterna y
busqué un lugar para acampar. Sería otoño el mes entrante, por lo tanto tendría
que soportar solo cuatro horas de oscuridad. Con celeridad deslicé la mochila
del hombro y la lacé al suelo. Me quité el armazón de caños delgados envueltos
en lona impermeable que cargaba en la espalda, y me preparé para pasar la fría
oscuridad en aquella carpa pequeña que me serviría de cobijo.
No
era por alardear, pero en poco tiempo contemplé mi obra de pie y tirante entre
dos rocas que servirían de contención del viento. Antes de meterme en ella
quería contemplar el cielo aunque el aire helado ya golpeaba mi rostro. No
había estrellas… Espesos nubarrones amenazantes cubrían el infinito. Igual, era
bello… bello y temido. Como mi decisión.
¿Llovería?
Tal vez… Esperaba que me diera tiempo a pasar la noche. Porque de día todo se
vería más positivo. Al menos mis ojos sabrían donde pisaría.
Encendí
el pequeño farol y un cigarrillo. En pocos minutos me resguardaría en la carpa.
No dormiría, pensaría en ella, en Scarlet. Si tan solo los pensamientos
pudieran viajar en la distancia, llegar hasta ella, donde fuere que se
encuentre, y gritarle “¡estoy aquí! ¡Vine por ti!
—¡Oficial!
¿Qué sorpresa?
La
voz femenina me sobresaltó en el medio de tanto silencio.
Trastabillé
por el asombro. Mis ojos apenas veían hacia la oscuridad pero se dirigieron
hacia el sonido.
—¿Quién
es? –pregunté, tapando la luz del farol que me enceguecía.
Una
silueta de mujer se acercó y pude contemplarla de arriba abajo. Era alta,
parecía delgada, y su rostro de una belleza sin igual. Miento… No tan bella
como Scarlet. ¿Era una aparición? ¿Estaría congelándome y no me daba cuenta?
¿Desvariaba?
—Oficial,
no se asuste. No soy un fantasma. ¿No me recuerda?
Negué
con la cabeza en silencio.
—Nos
cruzamos en Kirkenes. Usted y otro compañero buscaban al asesino del comisario.
¿Lo encontraron?
—Sí…
Lo encontraron –murmuré aún confuso.
—¡Qué
suerte! No sabe lo que me tranquiliza saber que ya no corremos peligro.
—Usted…
¿Usted qué hace aquí?
Sonrió.
—Dios
lo ha puesto en mi camino.
—¿En
su camino? Hace mucho frio, señorita. No debería estar aquí.
—Mi
esposo y yo somos pastores –se acercó lentamente—. Lamentablemente bajábamos al
pueblo y él se lastimó. No puedo creer que lo haya encontrado. ¿Tendrá un
botiquín o alguna caja de primeros auxilios?
—Sí…
Pero, ¿dónde está él?
Señaló
con su dedo índice hacia las cumbres.
—Allí,
medio kilómetro hacia arriba.
—Deberíamos
llamar a un auxilio. Puedo prestarle mi móvil.
—No
se moleste, no hay señal a estas alturas. ¿Me acompaña?
—Yo…
En realidad no soy experto en rescatar personas en esta zona. No creo ser de
gran ayuda.
—Claro
que es de gran ayuda, oficial. Al menos… ¿me prestaría su chaqueta térmica?
—Mi…
mi chaqueta…
—No
creo que no sea un caballero y me deje morir de frio. Usted tiene la carpa
–señaló con su mano blanca y delgada.
Miré
alrededor, confundido. No buscaba nada en particular, solo quería huir de esa
mirada subyugante y helada.
Era
una mujer, no podía dejarla sin el abrigo. Cierto que yo contaba con la carpa.
Así que no lo dudé más y me la quité. Ella sonrió y la cogió con lentitud, sin
dejar de mirarme a los ojos. Era hermosa… y extraña. ¿Estaría soñando? ¿Me
habría dormido bajo el cielo sin darme cuenta debido al agotamiento?
Se
vistió con mi prenda con sumo cuidado, como si disfrutará la acción. A decir
verdad, hacía demasiado frío para parecer femenina ante mis ojos. Aunque fuera
una doncella que guardaría las formas nadie se hubiera detenido a pensar si parecía grosera u
ordinaria. Cualquiera se hubiera abalanzado y vestido torpemente para
protegerse de la intemperie. Sin embargo ella no.
Apagué
el cigarro con cuidado de no dejar ninguna cerilla encendida y me dirigí a la
carpa, pero me detuve a mitad de camino.
—¿Bajará
sola hasta la ciudad?
Ella
me miró, se tomó varios segundos para responderme.
—Sí,
no temo a nada. Sobre todo ahora que sé que el asesino no está suelto.
La
brisa gélida traspasó mi grueso suéter y sin quererlo me estremecí.
—Oh…
Pobre oficial. Se ha quedado sin abrigo por mi culpa.
—No…
No se preocupe –tirité—. Entraré a la carpa. Y de todas formas llamaré para que
auxilien a su esposo. Quizás haya señal.
—No,
no… no la hay. No hay señal, no hay vegetación, ni vida humana que resista
mucho tiempo –sonrió.
Tragué
saliva, algo no se veía bien en ella. ¿Una mujer mal de la cabeza? ¿Pero cómo
había llegado hasta aquí? Observé sus botas, negras, completamente secas…
—Usted
no ha venido a pie. ¿Cómo llegó hasta aquí?
Su
sonrisa se borró de un soplido. Su mirada aguda se clavó en mis ojos.
Un
relámpago cruzó por encima de nosotros.
—Muy
observador –susurró.
—Lloverá
pronto. Debería apresurarse si desea salvar a su esposo.
—La
tormenta es lo que menos me preocupa, y tampoco debería importarte. Lo que
deseas más es encontrar a tu chica, ¿verdad?
Me
retiré unos pasos sin dejar de mirarla. El temor comenzó a correr por mi cuerpo
pero ni siquiera eso logró calentarme.
—Nunca
le he dicho que buscaba a mi chica. ¿Quién es usted?
Sin
decir palabra se abalanzó hacia mí y de un empujón me lanzó entre unas rocas.
El dolor me adormeció la espalda y cadera. Abrí la boca y la cerré. El aire era
gélido y en una sola bocanada me quemó la garganta.
Ella
se trepó por las rocas como una araña tras su presa, y llegó hasta mí. Se
inclinó en la oscuridad para verme mejor.
—Mi
nombre es Vilu, oficial… Será mi rostro lo último que verá antes de morir.
—Eres…
el monstruo asesino… Tú eres la que… —tirité de frio y dolor.
—Sí,
la que maté al comisario. De origen vampiresa, asesina por opción.
—Los
Craig te encontrarán –balbucee.
Su
risa escalofriante llenó cada gélido espacio que nos rodeaba.
—Ay
síii, ya puedo verlos en el horizonte, Vienen a salvarte. O no, mejor no. Será
Scarlet que llegará pronto a cobijarte y arrancarte de mis garras. Aunque… no…
Pensándolo bien, Scarlet te detesta. Y los Craig no se molestarán por un tonto
humano.
—¡Está
loca! ¿Qué logra con tanta… maldad?
—Largo
de explicar. Una guerra que llevo desde hace muchos años. Antes de que tú,
idiota, nacieras.
Respiré
con dificultad. Comencé a sentir los músculos entumecidos. Ya no percibía el
dolor en mi cuerpo y eso era alarmante.
Sus
dedos helados recorrieron mi rostro, mis labios…
—Sí
que eres lindo, me encantaría follarte antes de quitarte la vida pero voy a
evitar las cosas desagradables que podrías decirme. ¿Verdad?
—Antes…
antes muerto.
—¡Qué
bien! Te cumpliré el deseo, maldito.
Grité
con desesperación. No tenía que perder. No sería menos hombre por pedir
socorro.
—¡Ayudaaaa!
¡Auxiliooo!
—¡Idiota!
De
un movimiento rasgó la tela de mi pantalón y mi pierna quedó a la intemperie.
—Ya
te dije que estamos solos.
—No,
no… Errooor, no están solos… querida.
La
voz masculina, penetrante y tenebrosa, fue lo último que escuché.
Agravar.
Siempre
disfruté viendo el terror en los ojos de mis víctimas. Y aunque Vilu no lo
fuera debido a mi estado “especial”, me encantó sorprenderla de ese modo. Nunca
hubiera esperado que surgiera entre las sombras. Yo tampoco hubiera imaginado
lograrlo, porque era una sombra más. La poca energía que me había dado Lucila
no daría para mucho tiempo. Lo sabía… Como también sabía que mi misión iba
contra reloj.
¿Quién
lo diría? Nadie. Absolutamente nadie. En ocasiones la semilla de la maldad nace
con uno, pero es una elección permanecer con ella. Elegí toda mi vida como
vivir, y quizás también como morir. En el fondo, no ignoraba hasta el último
segundo que Scarlet estaría del lado de los Craig. No me importó. Intuía mi
final y aun así, no escapé de él.
Durante
centenas de años decidí ser asesino, no ser padre, no necesitar amor, ni la
lástima de ningún ser vivo. Mis decisiones fueron los artífices de mi destino,
desde aquel lejano día en el barco vikingo, aún siendo un niño, esas bestias
invadieron, masacraron, y hundieron sus colmillos monstruosos en Adrien y en
mí.
Hoy
por hoy, siendo apenas una sombra a punto de desaparecer definitivamente, puedo
recordar ese día. Dos niños de seis años en un barco a la deriva, con la sed de
sangre humana, desesperación, terror, y en mí… el odio. ¿Por qué el barco tuvo
que desviar su ruta? ¿Por qué la masacre? ¿Por qué sobrevivimos Adrien y yo?
¿Por qué debía existir el mal y el bien? No… Porque con seis años, también
tenía la opción. Y elegí…
Recuerdo
ese odio contra todos como si fuera hoy. Ya no tendría padres, ni familia. Ya
no jugaría como un niño normal. A partir de ese instante debía matar para
sobrevivir, esconderme como una bestia, como las mismas horripilantes que nos
habían sentenciado.
—¡Qué
haces aquí! ¡Estás muerto!
Volví
al presente.
—Oh
sí –fui acercándome, arrastrando con gran esfuerzo el manto oscuro—. Pero te
informo que morir no es dejar de existir, querida.
—¡Maldito
Agravar! ¡Me engañaste! Eres un traidor. Loco desquiciado y traidor.
—No
me has dicho nada nuevo. He escuchado cosas así casi toda mi larga vida, sí…
—¿A
qué has venido?
—Por
venganza, ¿por qué otra cosa movería mi culo de la oscuridad?
—¿Por
los Craig? Escucha, podemos unirnos, destruirlos. Juntos nos será más fácil.
—Suena
halagador que quieras contar conmigo pero sucede que nunca quise compartir mis
triunfos. Ególatra, uno de los adjetivos que te faltó señalar de mí. Así que,
la presa y los Craig son míos –mentí.
—¡No
puedes hacerme esto! Esperé mucho tiempo para este momento.
—¿No
digas? ¿Sabes el tiempo que he esperado yo? ¡Esfúmate de Kirkenes! Yo haré de
ellos una tortura, y este humano es mío.
—¡No!
No te daré ese placer. Me corresponde por tanto esfuerzo.
—Entonces
no me dejas alternativa –estiré mi mano como si quisiera atraparla—. Te
arrastraré conmigo al infierno.
Dio
pasos hacia atrás aterrada.
—¡Aléjate
de mí!
—Es
lo que quieres. Elige, o me dejas en bandeja a los Craig o te llevo a la
oscuridad eterna. Ya no podrás salir de allí.
—¿Cómo
has salido tú? ¡Dime! ¿Crees que soy tonta?
—¿Perdón?
¿Tú piensas que eres igual que yo? ¿En serio? No llegarás nunca a mi poder. Tu
destino será el infierno para siempre. Y yo me encargaré de que lo sea.
Procuraré que no te separes de mí ni un segundo. Será un placer tenerte de
compañía, querida.
Estiré
mi mano hacia ella y avancé.
—¡Déjame
en paz! ¡Aléjate maldito demonio!
—Vete
de Kirkenes. Los Craig son míos.
Ella
titubeó… Observó al humano por unos instantes.
—El
humano es para mí. Esa es mi condición.
—No,
no… —chasquee la lengua—. Es que no entiendes. Conmigo no hay condiciones.
Podría pactar con Adrien en su caso, no con aprendices como tú. Es rebajarme y
no lo haré.
—¡No
puede ser! ¡He llegado hasta aquí y ahora desarmas todo lo que logré!
—Ah
sí… La vida es injusta… Vamos, decídete. Jamás he tenido paciencia. Y después
de todo… Será divertido regresar contigo a la oscuridad.
—¡Aléjate!
¡No quiero morir!
—Bueno
yo tampoco hubiera querido. Los hechos se dan así. Decídete. Estoy dándote una
oportunidad de elegir. Nunca fui tan benevolente. Eres una privilegiada.
—¡Maldito!
Rodé
los ojos y me acerqué más.
Un
quejido leve llegó a mis oídos. El humano… Se congelaría en poco tiempo…
Me
abalancé hacia ella teniendo cuidado de no rozarla. Si lo hacía se daría cuenta
que a nadie podría arrastrar conmigo. Una mentira más en mi existencia, con la
única diferencia que el objetivo era por Scarlet.
—¡No
puede ser! ¡Maldito Agravar!
—Ven,
querida. Haremos una buena dupla en el infierno.
—¡Aléjate!
Levanté
la barbilla y sonreí al contemplarla tan asustada.
—¿Entonces?
¿Los Craig y la presa son míos?
—Hijo
de puta. Maldito hijo de puta.
—Se
me acaba la paciencia –avancé mientras ella retrocedía.
—Aguarda…
Espera… No te acerques. Podemos hacerlo juntos.
—Creo
que tus oídos no funcionan. ¿El aire de las alturas te afectó? Dije claramente,
¡qué no haré pacto contigo! ¡Son míos! Fuera… de… mi vista.
—¿Puedo
quedarme a ver? Necesito disfrutar mientras te comes al humano.
Otra
vez los quejidos se escucharon… Y mi sombra parecía desvanecerse.
—Los
Craig estás tras de ti. Complicarás las cosas. Vete… ¡Ahora!
Su
rostro mostró el odio hacia mí.
—Me
las pagarás tarde o temprano, Agravar.
—No
lo creo –murmuré.
—Algún
día regresaré a Kirkenes y si no has logrado destruirlos, lo haré yo.
—Nunca
fallo. He planeado todo con tanta anticipación.
—¿Qué
harás con Scarlet?
—La
llevaré conmigo. Como tiene que ser. Padre e hija juntos para siempre. Pero si
quieres acompañarnos… No tengo problema que seamos tres –sonreí.
No
dijo ni una palabra. La decepción y la rabia se dibujaban perfectas en su rostro.
Desapareció
en el aire. Como ocurriría conmigo, salvo una pequeña diferencia. Yo no
regresaría a ninguna parte.
Miré
al humano… Me acerqué mientras algo apretaba mi garganta y pecho. Las moléculas
de energía estaban haciendo su trabajo. Comprimiéndose, impactando unas con
otras, y disolviéndose. Finalmente nada quedaría de mí. Nada.
—Humano…
No te aseguro que Scarlet venga por ti. Si no me cree… Al menos Vilu no
regresará. Así que trata de sobrevivir para que el fin de mi existencia no haya
sido en vano.
Noté
su pierna de un color morado. Observé las cumbres… E intenté el último esfuerzo
para cumplir mi palabra. Al menos, la vería por última vez.
…………………………………………………………………………………………….......
El
silencio en la gruta de Adrien me rodeó al pisar las primeras rocas agrietadas
y ásperas.
Podía
sentirlas bajo mis pies. Como mis pulmones y corazón estrujándose poco a poco.
No tenía órganos, estaba muerto. Sin embargo, era como si mi cuerpo contuviera
cada célula microscópica. Una ilusión, quizás. No lo sabía. Nunca había
imaginado pasar por esto. Similar a un envase frágil en el cual sigues
llenándolo de cosas aunque sabes que no cabrán. El aire, el polvo minúsculo, la
humedad del ambiente, todo… todo penetraba dentro de mí y se mezclaba con mi
poca energía.
Scarlet
no tardó en verme. De un salto se puso de pie y su cara se transformó. No de
alegría por supuesto.
—¿Qué…?
¿Qué mierda haces aquí?
No
atiné a contestarle.
—¡Fuiste
tú! ¡Fuiste tú el que asesinó!
Negué
con la cabeza.
Debía
hacer mucho esfuerzo para poder hablar y tenía que guardarlo para contarle lo
más importante.
—¿Crees
que soy una idiota? ¿Con qué otro fin te presentarías aquí? No te será fácil
llevarme. ¡Te lo aseguro!
—No…
—mi voz salió apenas audible—. Fue Vilu, pero ya no molestará. La eché de
Kirkenes.
Lejos
de alejarse por el impacto de verme, se acercó con la vista fija en mi iris.
Era valiente y temeraria.
—No
te creo.
—Debes
creerme –mis pies doloridos fueron desvaneciéndose—. Si no lo haces… llegarás
tarde para salvarlo.
—¿Salvarlo?
¿De quién estás hablando, Agravar?
—De
ese… de ese policía…
—¡Qué!
¿Grigorii? Estamos en las cumbres, ¡me tomas el pelo!
—No…
Tu madre me envió para ayudarte. Dice que te… él te ama y…
—¡Agravar!
¿Mi madre? ¡Mentira! ¿Qué has hecho con Grigorii? –sus ojos mostraron la rabia.
En
otro momento hubiera sonreído. Tenía el mismo brillo que yo en la mirada
furiosa. Pero el dolor se agudizó. Se hizo casi insoportable.
—Él
te siguió. Morirá… Agoniza en las montañas gemelas. Una carpa roja…Ve…
—No
puede ser que hagas algo bueno en tu vida.
—Debe
ser… porque no tengo vida. Solo… me quedan minutos de existencia. Créeme, el
humano morirá.
Me
observó a la cara. Noté su pecho agitarse.
—No
me mientas… por favor –las lágrimas humedecieron sus ojos—. No te burles de mí
otra vez. Es una de tus trampas.
Negué
con la cabeza.
—Si
has venido a vengarte regresa por donde viniste. Defenderé a mi familia como lo
hice aquella vez.
—Lo
sé. Y no regresaré a ninguna parte. Ya no… No podré. Escucha… Si no me crees te
arrepentirás toda tu existencia.
Sus
ojos me miraron. Indagó en mi rostro, en mi gesto de dolor.
—¡Iré
por Grigorii! Más vale que sea verdad o te perseguiré al mismo infierno.
Avanzó
apresurada hacia la salida.
—¡Scarlet!
—¿Qué
quieres?
—Contemplarte
por última vez.
Me tiré a una piscina con agua! La asesina es Vilu y Scarlet salvará a quien le deseó la muerte.
ResponderEliminarNo sé si cambiar de profesión. Sería un buen policía!
Bso
¡Hola Ignacio! Felicitaciones, buen investigador. Pero sobre todo me ha puesto feliz que los Craig te entusiasmen y hayas querido jugar a ser detective.
EliminarEl escritor no es nadie sin sus lectores, gracias de verdad.
Ahora bien, Vilu por el momento no molestará pero has visto siempre algún villano reemplaza a otro. ¿Quién será el o la próxima? ¿Te animas a intuirlo?
Te deseo una feliz semana y te envío un abrazo grande.
Uy ojala Sxalet lo pueda salvar. Lo dejaste muy interesante.
ResponderEliminar¡Hola Citu! Muchas gracias por comentar.
EliminarOjalá Scarlet llegue a tiempo. Es lo que desean la escritora y los lectores, y también Scarlet.
Te mando un besote enorme y feliz semana para ti.
Holaaaaa, yo también lo adiviné. Sospeché de Vilu y acerté!!!! Pobre Grigorii, Scarlet tiene que salvarlo!!!! Agravar, a pesar de los pesares, me ha dado un poco de pena. Vilu va a escapar??? Tienen que cogerla!!!!
ResponderEliminarFelices fiestas!!!! Capítulazooooo!!!!
Besoteeesssss!!!!
¡Hola Merche! Muuuy bien, te felicito, era Vilu la asesina. Pero cuidado que quizás no sea la peor... Habrá que esperar, aguardan muchas sorpresas en el correr del libro.
EliminarQuiero contarte que además de alegrar mi escritura con tus comentarios me he dado cuenta que es una suerte tener amigas llenas de luz como tú. Gracias por acompañarme. Vilu... Bueno Vilu costará atraparla pero por ahora estará muy lejos.
Veremos si Scarlet llega a tiempo.
Un besazo y feliz semana para ti.
Hola, Lou... En primer lugar te diré que te ha quedado preciosa la decoración del blog
ResponderEliminarYo también quiero desearles muy felices fiestas a Los Craig, al Los Gólubev, a Los Sherpa y a Los lobos... y, sobre todo, a ti... Muy felices fiestas, Lou... Muy Feliz Navidad... Te deseo lo mejor
La Navidad tiene algo que hace que extrañemos más todavía a personas queridas... pero me han dicho, que si nosotras no estamos contentas, nuestras personas queridas tampoco lo estarán
Por lo tanto, tenemos que celebrar la Navidad con alegría
Bueno, voy a por el capítulo
Creo que me empeñé en que el asesino era Agravar, y me equivoqué
Leí que me recordaste que Agravar no odiaba a Scarlet... pero, en otras ocasiones, Agravar hizo mucho daño sin tener en cuenta cuánto le iba a doler a Scarlet
Bueno, me ha quedado muy claro que la malvada Vilu es la asesina
Lucila no quería de ningún modo que su hija sea infeliz... y Agravar tampoco... Suele pasar eso con los padres
A Lenya lo he visto muy alterado, si no llega a estar Sebastien, quizás Chelle estuviera muerto siendo inocente
Grigorii ya ha demostrado lo que siente por Scarlet... Es casi un suicidio ir a las cumbres en su busca
Bueno, ahora lo que deseo es que Scarlet llegue a tiempo y evite que Grigorii muera congelado
A pesar de todo lo que ha sido y ha hecho Agravar, me han impactado sus últimas palabras dirigidas a Scaelet... "Contemplarte por última vez"
Felicidades por otro capítulo perfecto, Lou
Besos
¡Hola Mela!Como siempre muchas gracias por el comentario y por esas ganas de colaborar que han alegrado mis días.
EliminarMe alegro que te haya gustado la decoración, es humilde porque no tengo muchas herramientas en el programa. Ojalá pueda brindarles banners como se merecen ustedes.
No me extraña que hayas pensado en Agravar, yo lo hubiera hecho. Todo indicaba que había escapado para hacer daño, como es natural en él. Sin embargo como bien has dicho sabiamente, los padres hacen cosas increíbles por los hijos. Y este fue el ejemplo. Aunque fuera en su último instante.
Lenya siempre demuestra esa face en él. Es la antítesis de Sebastien, y creo que ser el heredero de líder es un acierto. Hay que tener mucho equilibrio para no dejarse llevar. Lenya es un buen vampiro pero es su naturaleza ser sanguíneo e impulsivo. Igual lo adoramos, lo sé. Creo que los dos hermanos han tenido el mismo padre pero madres diferentes, quizás sea ese el motivo.
Comienza una nueva vida para Chelle y si yo te contara querida escritora pero ya sabes, aún no puedo. Solo espero que también te atrape su historia.
Grigorii corre peligro, Scarlet debe llegar, se lo merecen los dos. Porque se quieren y porque alguien malvado dejó por única vez la oscuridad para felicidad de su hija. No sería justo así que esperemos que Grigorii se salve.
Muchas gracias querida amiga, y de paso te felicito por tu novela maravillosa que me tiene atrapada. Feliz semana para ti, un besote enorme.
Yo tambien pense que la asesina es Vilu y mira si tiene que ser mala que ha dejado sin la chaqueta a Grigorii.Grigorii va a buscar a Scarlet porque la quiere y sabe que Ron cuida de su hermana.Creo que Scarlet salvara a Grigori pero no se si esta pareja se arreglara.A lo mejor lo salva y se vuelve a ir.No se lo que pasara con estos dos y se quieren.Me ha gustado mucho.Besos.
ResponderEliminar¡Hola Ramón! Ante todo muchas gracias por colaborar en la investigación. Muy bien, has adivinado. Buen ojo para detective.
EliminarVilu es muy malvada pero creo que hay alguien que le ganará. Veremos.
Scarlet y Grigorii se quieren y me gustaría creer que esto que está pasando les puede enseñar a valorarse. Ojalá llegue a tiempo.
Me alegro mucho que te haya gustado. Un abrazo enorme y feliz semana para ti.
Sabía que era ella! Agravar me sorprendió gratamente... Todos tienen un talón de aquiles, y el suyo es su hija.
ResponderEliminarExcelente capi!!!!
¡Holaaa Johaaa! Síi, todos tienen un talón de Aquiles, tienes razón. Y era obvio que lo que no puede un hijo no lo podrá lograr nadie. Eso Lucila lo sabía.
ResponderEliminarBien... veremos si llega a tiempo Scarlet para salvar a Grigorii mi querida lectora. Un beso grande y gracias por estar aquí.