A Mela, Diana, Citu, Merche, Ignacio, Ramón, Anabel, Lilo, Judit, Vivi, Noe, Laura, Ale, Joha, Viki, Estefi, Caro, Alex, y Mabel. Por contar con ellos cuando los amigos son imprescindibles.
Con ustedes el capi, espero les guste. Un beso grande.
Capítulo 21.
Recomposición.
Sabina.
El
silbido de la cafetera me sobresaltó. Recostada en la ventana de la cocina que
daba al bosque, mi mirada se perdió entre los altos abedules. El sol había
caído otra vez sobre la línea del horizonte. Un color tornasol jugaba entre las
hojas perennes del follaje. La cabaña estaba en silencio… Yako dormía en su
cuna. Gloria hacia la tarea de la escuela en su pequeño escritorio de madera.
Bernardo había salido con la manada otra vez buscando incesantemente a Nicolay.
Hasta habían inspeccionado el cementerio sami. Es que después que conté que la
vampiresa de ojos escarlata había mencionado el bosque era una gran posibilidad
que el niño se hubiera perdido allí. ¿Cómo habría llegado? Un misterio. Pero en
la ciudad no había duda que no se hallaba. No habían dejado metro cuadrado por
revisar.
Mamina
había llegado a preguntar que se sabía del niño. Partió muy triste ya que no le
había podido dar buenas noticias. También July estaba preocupada. Louk se había
aventurado más allá el cementerio y no había rastro del hijo de Sebastien
Craig.
Encendí
la luz de la cocina y volqué un poco de café en una taza pequeña. Bebí un sorbo
y el iris escarlata de la vampiresa se me presentó en la mente… Es el karma, el
universo devuelve…
El
bosque…
En
ese instante golpearon la puerta. Abandoné la taza de café y me precipité para
abrir.
—¡Douglas!
—Mamá
–me abrazó.
—¿Se
sabe algo?
Se
separó con el rostro lloroso.
—Mamá,
ya es mucho tiempo. Temo que haya pasado algo malo a mi hermano.
—Tranquilo,
hay esperanza. Bernardo salió otra vez con los lobos.
—Papá
fue hasta el hangar. Pretov iba con él y otro par de policías. Buscarán con un
helicóptero. No queda mucho por hacer.
—Eso
fue lo que pensé… cuando creí que habías nacido sin vida. Pero no es el caso de
Nicolay.
—¿Por
qué mencionas lo que te ocurrió a ti?
—No
lo sé…
De
pronto, Gloria interrumpió.
—Douglas,
¿te quedarás con nosotros?
—No
cariño, solo vine para saber noticias.
—¡Qué
pena! Deberías quedarte con nosotros.
Un
rayo de lucidez cruzó mi mente. Me acerqué a Gloria y me incliné para tenerla
cara a cara.
—¿Qué
quieres decir con que Douglas se quede con nosotros? No hablas de ahora ni de
hoy, ¿verdad?
Negó
con la cabeza.
—Gloria,
¿el lobo blanco dijo algo?
—Sí,
recién. Estaba tras mi ventana de la habitación.
Douglas
se acercó intrigado.
—Hija,
¿qué te dijo?
—Tienes
que ir, mamá. Tú tienes que devolver a Nicolay a Sebastien.
—¿Dónde?
¡Dime! ¿Dónde debo ir?
—Los
dueños del bosque, ellos cuidan de Nicolay. Pero debe regresar con los suyos.
Siempre hay que regresar.
—Dios…
—me puse de pie y salí al jardín—. Douglas cuida de los niños.
—¡Mamá!
¿Dónde vas?
—Llama
a tu padre. Dile que espere en el quinto claro del bosque. Allí estaré con
Nicolay.
—¡Mamá!
—No
te preocupes, haz lo que te digo.
Sebastien.
Todos
hubieran querido acompañarme pero imposible con la capacidad del helicóptero.
Podía haberle dicho a Charles y a Ron sin embargo era injusto para los errantes
partir sin ellos. También deseaban encontrar a Nicolay en las profundidades del
bosque, único lugar que nos quedaba por inspeccionar. Decidí que iría solo con
los oficiales y que los tendría al tanto de cada novedad.
Antes
de subir Petrov me informó que cargarían combustible. Aguardé inquieto con el
corazón en un puño deseando partir. Caminé por la pequeña pista tanta veces que
creo que gasté el asfalto. Cuando dieron la orden de salir, subimos el piloto,
Petrov, Vikingo y yo, con la esperanza no solo de hallar a mi hijo sino de que
estuviera vivo.
Las
hélices comenzaron un movimiento lento por algunos segundos, después cogieron
velocidad y el ruido del motor acompañó el fuerte viento alrededor.
Douglas
me llamó y apenas escuché su extraño pedido notifiqué al piloto hacia donde
debíamos dirigirnos. Junto a la reserva sami, quinto claro del bosque. Dijo que
Sabina me esperaría allí, con Nicolay. ¿Qué había ocurrido? No entendía
demasiado la directiva pero no estaba en condiciones de analizar nada,
absolutamente nada que se me dijera u ordenara. ¿Había encontrado a Nicolay?
¿Cómo se había enterado Sabina? Gloria… Seguramente Gloria había dicho algo.
¿La reserva sami? ¿Cómo había llegado hasta allí?
—¡Por
favor! –rogué—. No nos desviemos. No perdamos tiempo. Mi hijo está en la
reserva.
Petrov
me miró preocupado.
—¿Está
seguro Craig? ¿O es solo un pálpito?
No
supe que responder. Demasiados secretos guardábamos vampiros y lobos para los
humanos. Demasiado para explicar en minutos las premoniciones de una niña de
ocho años. Por otra parte no estábamos solos. Había un humano entre nosotros
que ignoraba que llevaba un vampiro mortal en su helicóptero.
Petrov
hizo una mueca de asentimiento.
—No
se preocupe, yo también me guio por pálpitos —palmeó el hombro del piloto—. Al
quinto claro del bosque, por favor.
Sabina.
La
naturaleza me abrazó con su aroma a clorofila mientras corría zigzagueando
pinos y coníferas. Hacía tiempo que no echaba a correr a toda velocidad
saltando matas y bajo u cielo que iba poco apoco oscureciendo. La penumbra de
la luz débil que regalaba el sol, alcazaba para que mis ojos dorados por el
ímpetu y la energía vieran perfecto cada escollo del camino. Con un salto esquivé
un brazo angosto de la cañada y continué mi carrera.
Llegar
al corazón del bosque no era fácil si eran un ser humano común, solo los lobos
y los sami conocían los secretos de los senderos sinuosos. El hombre había
logrado crear laberintos sorprendentes, pero nunca como los de la naturaleza
cuando ésta quería esconder valiosos tesoros. Y aquí crecían las especies
extrañas, las flores sorprendentes. Moraban las criaturas de pelajes asombrosos,
las fieras más indomables. Aquí, región que rodeaba el quinto claro, podía
escucharse los sonidos más llamativos durante el día y los más aterradores
durante la noche. Era el lugar donde habitaban los sami y el alma del bosque.
Me
detuve unos segundos… observé alrededor. Tras los altos y frondosos cipreses se
hallaba la reserva. Con sus costumbres arraigadas, sus creencias, y un pacto
con la naturaleza que jamás romperían. Eché andar hacia el oeste siguiendo con
mi olfato el aroma a piñas quemadas. Poco a poco más sonidos en mi fino oído…
El casco de los renos en un corral… voces… Y un suave canto lastimero.
Al
llegar al gran matorral de frutos pequeños y amarillentos, me detuve. Mis manos
hicieron a un lado las ramas y mis pies esquivaron las espinas. Así surgió ante
mis ojos las lavvu y una fogata en el medio. Varios rostros se giraron para
verme. Inmóviles aguardaron mis pasos hacia la tribu. Me acerqué y saludé en
sami. Murmuraron un buenas tardes y expectantes se mantuvieron quietos.
Antes
de preguntar por Nicolay salió un anciano de su lavvu. Por sus colgantes y
vestimenta era el chaman. Llevaba al
niño de la mano.
Respiré
profundo, Nicolay parecía estar bien, aunque un poco aturdido y temeroso.
—Buenas
tardes, reina loba. Bienvenida.
—Buenas
tardes Chamán. Vengo por el niño.
El
brujo miró a Nicolay y él al brujo.
—Es
la hora. Tu familia te espera.
Nicolay
asintió.
Me
arrodillé y extendí la mano.
—Ven,
cariño.
Soltó
la mano del Chaman y caminó hacia mí pero antes de llegar se detuvo. Giró para
ver al brujo y decirle gracias.
El
Chamán sonrió.
El
sonido de un helicóptero sobrevoló el cielo. Los focos potentes iluminaron aun
en el atardecer parte del monte. Todos elevamos la vista. Sebastien aterrizaría
en el quinto claro del bosque.
—Ven,
Nicolay –insistí.
Nicolay
avanzó hacia mí hasta que pude abrazarlo. Él me rodeó con sus brazos en
silencio. Cerré los ojos y lo presioné contra mi pecho. Poco a poco el perfume
de su ropa lavada por los samis fue desapareciendo… Era otro perfume… Un aroma
delicado a bebé… Escuché una voz…
—Mamá…
No
era la voz de Nicolay, era otro sonido de un niño diferente.
—¿Mamá?
–susurré sin entender.
Otra
vez esa voz dulce muy peculiar de un niño desconocido.
Lo
aparté delicadamente para mirarlo a la cara. El rostro del hijo de Sebastien se
veía difuso a pesar de la escasa distancia. A la vez los lineamientos de un
rostro distinto de afirmaban… Párpados cerrados… nariz respingada, boca en
forma de corazón… como Douglas.
Abrí
mi boca por el asombro pero no articulé palabra, y volví abrazarlo.
Creo
que transcurrieron varios minutos sin separarnos. Mis ojos no contemplaban la
tribu ni su reserva. Estaba en el bosque y corría entre los árboles con ese
niño. Él reía divertido tratando de que no lo alcanzara.
—¡Atrápame
mamá!
Corté
camino por un sendero y lo sorprendí en un atajo. Lo rodee con mis brazos
mientras reía.
—Te
atrapé. ¿Has visto? —Sonreí— No volverás a escaparte.
—Nunca
me fui, mamá. Nunca me fui.
Cerré
los ojos y una lágrima rodó por mi mejilla.
Cuando
volví a abrirlos los ojos grises de Nicolay me miraban.
—Cariño…
vi a Douglas en ti.
—Yo
vi a mi mamá –susurró—. Le dije porqué se había ido.
—¿Y
qué te dijo?
—Nunca
me fui.
Volví
abrazarlo.
—Es
cierto, Nicolay. Aunque ya no la veas. Nunca se irá de ti.
Me
puse de pie y saludé a la reserva. Después me dirigí al Chamán.
—Gracias
por ese mágico momento.
Sonrió.
—Yo
no he hecho nada, reina loba. Fue el bosque.
Sebastien.
Grigorii
dio un salto y bajó del helicóptero. Se acercó a mí que miraba los alrededores
buscando ver a Sabina y Nicolay.
—¿Quiere
que vayamos por él?
—No,
dijo que esperara aquí.
—¿Quién
lo dijo?
—No
importa. Hay que esperar aquí.
Observé
ese trozo de bosque que quedó en silencio al detenerse las hélices. La tierra
bajo mis pies abrazaba la hierba y parecía retenerla. Las raíces de los
milenarios cipreses penetraban el suelo y se hundían quien sabe cuántos metros
hacia las profundidades. El alto follaje que había silenciado el sonido de las
aves se elevaba al cielo, inalcanzable. Todo parecía demostrar que pertenecía
aquí… Como los sami, como los lobos…
Cerré
los ojos para afinar mi oído. Un murmullo lejano que parecía haber escuchado y
se hacía cada vez más nítido.
“Devuélvelo”.
¿A
quién? ¿Qué significaba ese pedido?
“Devuélvelo.
Pertenece al bosque”.
—No,
Nicolay es mío –exclamé sin importarme que me trataran de loco.
“Devuélvelo”
¿Por
qué devolver a Nicolay? Era mi niño. No era un lobo ni su hogar era el bosque…
Abrí
los ojos y estudié alrededor. Buscaba ver a Sabina con mi hijo pero solo vi más
maleza y metros de llano que se
extendían hasta una gruta. Una gruta… La recordé… ¿Cómo olvidarla? La imagen
pasada era aún vívida. Sabina desmayada y el llanto de un bebé… Douglas… El
karma había dicho Thashy. Era a él a quien debía devolver. ¿Pero cómo volver el
tiempo atrás? Douglas ya era un adulto…
La
voz de Sabina hizo que reaccionara.
—¡Aquí
estamos, Sebastien!
Giré
mi cabeza para contemplarla de la mano de mi hijo.
—¡Nicolay!
–corrí abrazarlo y se aferró a mí.
—Perdón
papá.
—Nicolay…
Nicolay… No sabes lo que sufrimos por ti.
—Perdón,
no lo haré más. Me enojé mucho pero ahora ya no estoy enojado.
Lo
miré a la cara.
—Juro
que te explicaré todo con la verdad.
—Ya
lo sé, papá. Chamán ya me lo dijo.
—¿Chamán?
–miré a Sabina.
—Sí…
Yo… Vamos, luego te contaré lo que ocurrió.
Me
puse de pie y la miré a esos ojos color miel, tan similares a Douglas.
—Lo
siento, ¡lo siento tanto! –mis ojos se humedecieron.
Ella
supo a qué me refería y sonrió.
—Ya
te he perdonado hace mucho. Dejemos el pasado doloroso atrás.
—No
–insistí—, hay algo que debo hacer y aún no sé que es. Debo saberlo… Tengo que
saberlo.
Sabina
posó su mano en mi hombro.
—Tranquilo,
Nicolay está aquí. Regresa con él.
Me
di cuenta que el helicóptero se ponía en marcha y Grigorii me hacía señas de
subir.
Abandoné
el lugar sintiendo esa desazón a pesar de tener mi valioso tesoro conmigo.
Había una deuda con el bosque, y con la vida. Una deuda que pensaba saldar
aunque ignoraba el cómo y el cuándo.
…………………………….
Regresamos
a la mansión, todos rodearon a Nicolay. Se escucharon frases de alegría y
también algún que otro rezongo por la travesura. Mi hijo se quedaría unos días
con nosotros pero aseguré a Boris y a Brander que no cambiaría en absoluto la
tenencia. Sabía que siempre lo habían cuidado y un descuido podía haber pasado
a cualquiera de nosotros.
A
media noche me encerré en el despacho. Necesitaba pensar. Solo Charles me
acompañó después de una hora de soledad. Apenas entró cerró la puerta y me
contempló angustiado.
—¿Cómo
te sientes? Sé que por un lado feliz por el regreso de Nicolay pero… algo me
dice que te ves diferente. ¿Qué ocurrió en el bosque?
—Siéntate,
te contaré.
Charles
escuchó paciente cada detalle de lo sucedido. También mi pregunta buscando una
respuesta de parte de él.
—Tú
eres muy sabio, Charles. ¿Qué debo hacer? Douglas es un adulto.
—No
lo sé. Sin embargo estoy seguro que sabrás tarde o temprano. No eres un vampiro
común y corriente. Eres el líder. La respuesta debe salir de ti.
—Me
quedé con Douglas, pero después él fue el que eligió quedarse.
—¿Tú
crees?
—¿Por
qué lo dices?
—Porque
siempre lo ha tenido todo. ¿Por qué elegir cuando se está tan cómodo?
—Si
vamos al caso con Bianca ocurrió lo mismo.
—Te
equivocas. Bianca eligió varias veces quedarse.
Permanecimos
en silencio un buen rato hasta que la puerta se abrió y se cerró tras su
espalda.
—Scarlet
–murmuré.
—Siento
interrumpir pero me urge saber sobre el humano “sabelotodo”.
Charles
arqueó una ceja.
—¿Te
refieres a Petrov?
—Sí,
¿dijo algo de mí?
Desvié
la vista de la ventana y la miré.
—No,
no dijo nada.
—Por
supuesto, se sentirá superior con su hazaña. ¿Pueden creer que un simple humano
nos guió hasta Nicolay? Es inconcebible.
—Quizás
porque no es un simple humano, Scarlet.
—Tienes
razón –se burló—. Si se atrevió a desafiarme aun sabiendo que era una
vampiresa. Está loco. Me dijo en la cara que era una asesina, un monstruo.
—Deberías
hablar con él. Ustedes nunca volvieron a juntarse para tratar de llegar a un
acuerdo. Él podría cambiar la visón de ti.
—¡No
me interesa! No voy a rogar a nadie que me quiera.
—Al
menos podrías decirle gracias. Su intento fue muy fructuoso. Nos guio hasta los
sami antes que Gloria.
—Hubiéramos
podido llegar hasta Nicolay.
—No
lo sé. Todo se dio en una cadena de sucesos que quizás debieron darse.
—Estás
muy filosófico.
—Puede
ser… Yo sí le di las gracias. Se lo merecía.
—Pues
yo no las daré. Y ya que vas a mantener un próximo contacto dile que no se me
aproxime. Su rechazo lo tengo grabado en el corazón.
—Scarlet…
Despareció
del despacho y me dirigí a Charles.
—¿Qué
haré con esta chica?
Sonrió.
—Tranquilo.
Está enojada. No debes hacer nada. Ella también tendrá que elegir.
Adrien.
Halldora
se acercó sonriente mientras yo esperaba el regreso de Runik de aquel paraje
donde tantas veces pude contemplar a los míos.
—Tu
nieto apareció.
—Lo
sé. Agni me lo dijo. Lo que ignoro es como Sebastien puede hacer que Douglas
regrese al bosque.
—Ya
lo sabrá. Confía en tu primogénito.
—Confío
en mis tres hijos.
Sonrió.
—Bueno,
por Lenya no debes preocuparte. Parece haber sentado cabeza.
—Será
un buen padre.
—Como
tú.
Suspiré.
—Siempre
quise hacer lo mejor para él que no significa que lo haya sido.
—Normal…
—Me
veo en él muchas veces.
—Creo
que Sebastien se parece más a ti.
—Me
refiero a la relación con su hembra.
—Oh…
La reina del mar… Poderosa.
—Cómo
lo eras tú, hechicera. Poderosa e indomable.
—Lo
ama, como yo te amé. Incluso, con más valor —volvió a sonreír—. Recuerda, dejó
a su mejor amigo al borde de la muerte para intentar salvar a Lenya. Yo… no
abandoné Mursmark por ir tras de ti.
—Tendrías
tus razones. Para ti eran importantes.
Lucila
interrumpió con su haz de luz. Lucía el nítido rostro de la preocupación.
Scarlet…
—Lo
perderá si sigue empecinada —murmuró.
—Quizás
no ame al humano.
—Sí,
lo ama. Reconozco la mirada de un ser cuando destila amor, aunque sea por
segundos.
—¿Por
qué no intentas bajar hasta ella? Quizás te escuche.
—¿A
mí? –sonrió con escepticismo. No… Yo siempre fui la cándida y abnegada hembra
enamorada de un monstruo. Ella jamás se identificaría conmigo. ¿Por qué
escucharme?
—No
puedo surgir entre ellos por el momento. Lo he hecho a menudo con Nicolay.
—Olvídalo,
tampoco te escuchará.
—Solo
cabe esperar y confiar.
—Cierto…
—avanzó hacia la entrada de las grutas oscuras y se detuvo pensativa—. Sin
embargo… hay alguien que sí puede ayudar.
—¿Has
perdido la razón?
El
suspiro desgastado de Runik invadió el alrededor.
—Creo
que me dará un ataque al corazón. ¡No te imaginas lo que vi de mi familia!
¿Cuándo me pondrán ver? Debería aconsejarlos antes que sigan en esa vida de
libertinaje.
—Lo
que tú deberías saber es que no puedes cambiar su destino. Y por ahora creo que
no tendrás suficiente energía para surgir en la etapa mortal.
—¡Ay
qué pena! –bufó y se sentó abatido sobre una roca.
—¿Qué
te aqueja tanto? ¿No son felices?
—¡Qué
va! Uno de mis nietos contraerá matrimonio con una humana, ¡espera hay más!
Sonreí
y negué con la cabeza.
—Están
gastando mucho dinero en esa boda principesca.
—Como
tú gastabas en la guerra, Runik.
—¡Y
mis nietas! ¡No imaginas! Se visten con telas diminutas que apenas las cubren
–señaló con sus manos cincuenta centímetros—. No perdón, es más diminuta.
Rectificó
achicando la distancia entre las manos.
—Es
otra época. Es la moda.
—¿Es
la qué? ¿Moda?
—Exacto.
Bueno… Cuéntame de tu hijo, ¿lo has visto bien?
—Oh
sí, y a su bella esposa. Aunque mucho no he podido contemplarlos, tú sabes… No
es lo mío espiar cuando otros tienen intimidad.
—Supongo
que habrás tenido algún momento para verlos sin que estén teniendo sexo.
—¡Pues
supones mal! O yo tengo muy mala puntería para elegir instantes para verlos o
ellos follan todo el día.
Halldora
rio.
—Eres
muy gracioso Runik.
—Yo
no le veo la gracia. ¡Y la más pequeña, lo olvidaba! Frecuenta una reserva de
lobos. ¡Ay de mí! Moriré de un infarto.
—Ya
estás muerto, Runik.
—Ah
sí… Lo olvidaba…
—¿Qué
tal Ivan? La joya de los Gólubev.
—Oh…
siii, Ivan… Solo dime que tiene otro don que el comunicarse con un perro de la
calle.
Sonreí.
—Iván
puede hablar con el reino animal, lo entienden, pero tranquilo. También se
materializa y es muy inteligente. Sé que presume muchas medallas y trofeos por
su capacidad.
—¿Ha
ganado muchas batallas?
—No,
ya no hay batallas como en nuestro tiempo, querido amigo.
—¿Los
humanos ya no pelean?
—Mmm…
Creo que lo hacen de una forma menos directa aunque igual de dañina.
—No
entiendo nada lo que dices.
—Ya
podrás ir sabiendo cada suceso del presente, paciencia.
Intentó
encender el tabaco.
—¡Cómo
voy a tener paciencia aquí si ni siquiera puedo fumar! Hechicera, ¿puedes
encender mi tabaco?
—No
–negó con la cabeza—. Ya no soy una hechicera, y tú tampoco eres el guerrero de
antes.
—No
me lo recuerdes. No sé qué objeto tiene estar aquí.
—Ya
lo sabrás.
De
pronto mis ojos buscaron a Lucila. Quise abrir la boca y llamarla pero su luz
lentamente era tragada por la oscuridad.
Charles.
Aproveché
que Margaret se quedaba al cuidado de los Sherpa en casa y recorrí el centro
comercial para comprar mi primer regalo para el futuro bebé de Bianca y
Sebastien. Tendría que ser meticuloso para elegir algo similar al que había
comprado para Liz y Lenya. No debía hacer diferencias. No quedaba nada bien.
Aunque mi posible predilección no se basaba en el sentimiento entre los dos hijos
de Adrien, los quería infinitamente a ambos. Pero Bianca… Era como tener mi
querida hija cerca de mí. Aquella Odette que había partido tan temprano de mi
vida sin poder disfrutarla demasiado…
Me
acerqué a la vendedora después de observar la vidriera repleta de objetos y
ropa de bebé. Ella dibujó la más tierna sonrisa y pronunció, “¿en qué podría
ayudarlo, caballero?”
—Oh,
buenos días, señorita. Busco algo especial para mi nieto o nieta. Aún no nació.
No sé qué sexo será.
—Bien,
podríamos ver algo unisex, ¿le parece?
—Sí.
—¡Charles!
¡Querido Charles!
El
llamado surgió desde la puerta de entrada de la tienda. Giré sorprendido
ignorando quién podría llamarme con tanta familiaridad.
Eridan…
—Oh,
Eridan, ¿qué tal está? ¡Qué casualidad usted por aquí!
—Bueno
no sería tanta casualidad, es una tienda de bebé. Buscaba un regalo para mi
nieto. ¿Y usted?
—Esa
es la casualidad porque yo también buscaba un regalo para mi nieto.
—¿No
diga que tendrá un nieto como yo?
—Sí,
y le digo más. Juraría que hablamos del mismo bebé.
—Ah…
Cierto… Perdón.
—No
se preocupe.
—No,
no. Mil disculpas. Olvidé que usted quiere a Bianca como su hija. Es que he
pasado mucho tiempo ignorando tanto por mi problema de salud.
—¡Uf,
ni se imagina cuánto!
—El
caso es que aquí estamos los dos buscando un regalo para el benjamín.
—¡Qué
alegría!
—Dígame
ya tiene pensado qué comprar –observó alrededor.
—Pues
–miré a la vendedora que sonreía sin perder detalle de la charla—, la señorita
iba a mostrarme algunos artículos.
—¡Claro
qué sí! Pero ahora puedo mostrarles a los dos.
—¡Qué
bien! Podrá matar dos pájaros de un tiro, en el buen sentido, claro… —sonreí.
—¿En
qué época nacerá el bebé?
—Mi
hija me dijo que será para fines de diciembre.
—Disculpe
que lo contradiga, Eridan. Seguramente escuchó mal, tengo entendido que Bianca
dijo principios de diciembre.
—No,
no. Lo escuché muy bien. Dijo fines de diciembre.
—Disculpen
–interrumpió la vendedora—, no importa en ese caso ya que hará frío y es lo que
necesito saber.
—Ah…
—Muy
bien, entonces… Habrá frío –murmuré.
—Tengo
unos edredones muy bellos, aguarden. Ya regreso.
—De
aquí no me moveré –dijo alegremente Eridan.
—Yo
menos.
Alisé
mi camisa impecable echando una mirada al espejo de mi izquierda. Un poco para
verificar que de mi boca no sobresalieran dos colmillos amenazantes ansiosos de
morder a un entrometido humano llamado “abuelo”, y otro poco para no enfrentar
esa mirada de Eridan tan risueña y feliz como de “¡feliz cumpleaños! ¿No podía
haber elegido otra hora y otro día para comprar un regalo para mi nieto?
—Charles…
—¿Sí?
–lo miré.
—Quería
aprovechar a darles las gracias por aquella vez que fue al hospital para que
Bianca diera con mi paradero.
—Ni
me lo recuerde –murmuré por lo bajo—. ¡No me lo agradezca! –lo palmee en el
hombro suavemente.
Bueno…
no tan suavemente.
La
vendedora llegó con un edredón metido en un envoltorio de nylon. Lo quitó sobre
el mostrador y lo extendió. Era color amarillo pálido con duendes y estrellas
en el estampado.
Era
hermoso y abrigado. Eridan y yo dimos una exclamación de satisfacción. Al mismo
tiempo las manos de ambos se posaron rápidamente sobre la tela.
—¡Lo
llevo! –gritamos al unísono.
Nos
miramos fijo y comenzamos a tironear para nuestro lado.
—Disculpe
Eridan, yo llegué primero a la tienda es lógico que me lo lleve yo.
—No
tiene nada que ver, si me disculpa usted, ya que no había visto el edredón
antes de que yo pisara el lugar.
—¡Por
favor Eridan, sea civilizado!
—Lo
soy, no vamos a pelear por el mismo regalo habiendo tantos.
—Por
supuesto tiene mucho para elegir. Yo me llevaré el edredón.
—De
ninguna manera, es justo lo que a Bianca le agradaría. Lo llevaré yo.
—¡No
me iré sin el edredón!
—¡Yo
tampoco!
—¡Caballeros,
por favor! Tengo dos. Así que tranquilícense.
—Ah…
En ese caso llevaremos dos.
—Sí,
llevaremos los dos.
Entré
a la mansión echando humo. Con el edredón bajo el brazo subí a la habitación de
Bianca y Sebastien. Di unos tres golpes y esperé. Bianca se asomó y sonrió.
—Charles,
pasa. Justo estaba con Liz eligiendo empapelados para la habitación del bebé.
—Oh…
¡Qué oportuno! Te he comprado un regalo para la futura cuna.
—¿De
verdad? ¡Quiero verlo!
Avancé
por la habitación. Liz sentada en la cama sostenía en sus manos un muestrario
de colores.
—¡Hola
Liz!
—¡Hola
Charles!
Bianca
cogió el paquete y se sentó junto a ella. Abrió el envoltorio.
—¡Oh,
Charles! ¡Es maravilloso!
—Me
alegro que te guste.
—¡Qué
lindo! –Dijo Liz acariciando la tela—. No he visto nada igual en las vidrieras.
—Gracias
Charles, será único y especial.
—Bueno…
No tan único…
—¿Por
qué lo dices?
Conté
a Bianca los hechos tal cual sucedieron, apenado por la situación.
—Charles…
—sonrió. Se puso de pie y me dio un abrazo—. Sabes que te quiero como un padre.
—Mmm…
Sí, lo sé –refunfuñe—. Pero no es lo mismo. Él te dio la vida.
—Y
tú también.
—Sí…Pero
él no lo sabe. Entonces creo que se siente con derechos sobre mi nieto más que
yo.
Liz
arqueó la ceja y continuó viendo el muestrario en silencio.
—No
digas eso. El bebé será tan nieto tuyo como lo será para él.
Sebastien
entró en la habitación sonriente.
—¡Hola!
Bianca, Eridan y tu tía Mildri están en la sala. Y adivina te trajeron un…
edredón… como… el que tienes… ¿ahí? ¿Es igual? –Sebastien abrió los ojos
asombrado.
—Sí,
son iguales. Pero no importa, lavaremos uno y pondremos el otro –dijo Bianca
cogiendo el edredón de manos de Sebastien. Charles, ¿Nos acompañas con un café?
—No…
Yo prefiero quedarme por aquí… a… lavar las ventanas.
—¿Qué
dices? Rose las lavó esta mañana –protestó Sebastien con los brazos en jarro—.
¿Qué está ocurriendo aquí?
—Nada,
amor –sonrió Bianca.
—Nada,
solo que prefiero no bajar a la sala mientras ese señor roba regalos está allí.
—Ven
Charles, quédate conmigo y elijamos los estampados de pared –interrumpió Liz.
—Buena
idea. Y ojalá que el café de ese señor que cree ser el único abuelo sea tan
amargo como la hiel.
Liz
estalló en risa y Sebastien movió la cabeza antes de cerrar la puerta.
—No
puedo creerlo, Charles. ¡No puedo creerlo!
Numa.
Muchas
veces me pregunté durante el viaje qué hacía yo pidiendo ayuda a un psicólogo
para solucionar mi terrible pasado. Quizás devolverle gratitud a Sebastien por
el pedido que me había hecho. Quizás por Douglas que deseaba verme bien. O
quizás por mí, para no continuar mi vida rodeado de rencores y fantasmas del
pasado. No lo sabía… De verdad ignoraba que me había llevado a llamar a Dimitri
en la Isla del Oso. ¿La desesperación? ¿La necesidad de conquistar a Ekaterina
y que me quisiera sin tenerme lástima?
Desvié
la vista de la pequeña ventanilla del avión y quité mi billetera de la
chaqueta. La abrí y extraje aquella pequeña estampa religiosa que me acompañaba
hace muchos años…
El
destino habría querido darme una mano al morir mis padres en ese incendio.
Pero… no fue un final feliz para mí. Hubiera querido que vivieran para
gritarles en la cara, “¡ya no me harán daño!” “Su miseria ya no es mi miseria.”
“Olvídense de mí como yo lo hice con ustedes.” Sin embargo no había podido
arrancármelos, era como si continuaran con vida pero sin poder verlos. Ese
pensamiento me torturaba. ¿Qué podría hacer Dimitri si no devolvía la vida a
los muertos?
Cerré
la billetera y la guardé. Mis ojos se perdieron entre las blancas nubes…
Aunque… ¿tenía algo que perder? Estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano
encontrándome con él. El incentivo quizás era ese… Dimitri no había aceptado
por lástima, ni siquiera me rogó porque viniera. Era yo y mi decisión. Con el
único incentivo de vivir una vida mejor.
Llegué
al bello hogar de los Gólubev entrando la nueve de la noche. Sasha me dio la
bienvenida, me invitó a sentarme en el sofá, y me sirvió un coñac. Acto seguido
preguntó todo sobre la escapada de Nicolay y final feliz. Asombrada escuchó los
pormenores del rescate y la intervención de Sabina.
—Cielos…
—murmuró. Después sonrió amablemente—. ¿Y tú cómo estás? Dimitri no tardará en
venir. Fue con Ivan por su traje de bodas.
—No
se preocupe. No quisiera importunar. Sé que Dimitri contraerá nupcias en este
mes.
—Oh,
descuida. Para Dimitri es importante que estés aquí y quieras continuar con la
terapia.
—No
es el mejor plan perder tiempo con un loco en vez de trabajar en los
preparativos de tu boda.
—¿Loco?
No, de ninguna forma, Numa. Todos tenemos conflictos que resolver, yo los tuve…
Y ya estoy mejor.
—¿Dimitri
la ayudó?
—Sí,
aunque no fue de forma convencional. Quiero decir, no hubo sesiones y divanes.
Largo de contar.
En
ese instante Ivan y Dimitri entraron de la calle.
—¡Hola
Numa! ¿Has viajado bien?
—Sí
–me puse de pie y extendí la mano a los dos—. Hubo turbulencia pero nada grave.
—Buenas
noches, Numa –saludó Iván estrechando la mano.
—¿Han
elegido el traje? ¿Dónde está?
—Sí,
mamá. Tuve que dejarlo para hacer unos ajustes.
—¿A
ti te ha gustado Ivan?
—En
realidad, me convenció él –suspiró Dimitri—. Yo hubiera preferido un tono más alegre.
—Suerte
que fui, mamá. Tu hijo se hubiera casado con un traje mandarina, desagradable.
Sasha
rio.
Ivan
se mostró amable a pesar que todo en él irradiaba majestuosidad. Dio un beso en
la frente a su madre y con una inclinación de cabeza gentil desapareció por uno
de los pasillos.
Dimitri
se sirvió un coñac y Sasha se puso de pie.
—Iré
con Natasha. Creo que no se decide que vestido lucir.
—¿Para
mi boda? Dile que podrá ir de jeans.
—¡Muy
gracioso! No es para tu boda. Tiene una fiesta en las Fuerzas de Seguridad del
Gobierno, por un aniversario. Numa, siéntate como en tu casa.
—Gracias,
Sasha. Muy amable.
Cogí
asiento frente a Dimitri. Eché un vistazo al pasillo donde minutos antes Iván
había desaparecido. Lo hice con disimulo, no lo suficiente para engañar al más
experto psicólogo.
—No
te preocupes –sonrió—. Es normal que te sientas pequeño con él. A mí me pasa
desde que nací.
Reí.
—Es
un buen chico. La aristocracia le sale natural. Y… bueno, genial que estés aquí.
—No
sé aún porque estoy aquí y decidí darte una oportunidad.
—La
oportunidad te la has dado a ti, aunque ahora no lo veas.
—Okay…
—¿Quieres
que salgamos a caminar? Te mostraré Moscú.
—Buena
idea.
—Antes,
te mostraré la habitación de huéspedes y podrás ponerte algo cómodo.
—Gracias.
Cogí
mi mochila y avancé por el pasillo tras los pasos de Dimitri. Al pasar por una
de las puertas abiertas pude ver a Iván de espalda con un libro en sus manos.
Frente a él una gran biblioteca de madera. Rápidamente alzó la vista y me miró
fijo para volver la vista al libro.
¿Alguna
vez me sentiría tan seguro como él? Parecía no importarle lo que pensara el
otro sobre su persona. Le daba igual. Ivan continuaría camino sin alterarse por
nada. Una personalidad avasallante. Cualquier hembra lo admiraría. Pensé en
Ekaterina mientras Dimitri encendía la luz de la habitación.
—Espero
estés cómodo. Si te parece saldremos en veinte minutos.
—Por
mí está perfecto. Solo… se giró para verme antes de irse—. Solo quisiera no
volver a sentirme como la última vez en la Isla del Oso.
—Trabajaremos
juntos sobre ello. Te lo prometo.
…………………………………..
El
verano parecía no ser tan caluroso en Moscú como había imaginado. Al menos la
noche lucía su clásica oscuridad, no como en Kirkenes. Caminé junto a Dimitri
sin apresurarnos. La idea era que entre vidrieras y calles iluminadas fuera
soltando algo de mi pasado. Al menos eso creí con la invitación de él al
nocturno paseo. Sin embargo mi extraño psicólogo no formuló en ningún momento
las clásicas preguntas para indagar sobre mí, se dedicó a contarme parte de la
historia de la ciudad y y como fue para él adaptarse entre los humanos una vez
que ya no se vería como ellos.
—¿Tuviste
amigos? –pregunté mientras cruzábamos el gran puente.
—¿Te
refieres en mi infancia?
—Sí.
—Por
supuesto. Llevé una vida normal hasta que dejó de serlo.
—Entonces,
¿ahora no los tienes?
—Tengo
camaradas, amistades que comparten mi profesión pero si te refieres a esos
amigos incondicionales, no. Por una sencilla razón. No puedes contar con un
verdadero amigo si no puedes decirle la verdad.
—Entiendo…
Se
detuvo y se asomó observando el río. Las aguas oscuras se deslizaban suavemente
hacia el sur.
—Aquí
en este puente, mi madre enterró su pasado maldito en las profundidades. Solo
así pudo continuar en paz.
Me
mantuve en silencio con la vista clavada en el río. Él continuó.
—Eso
no quiere decir que incluyó todo su pasado, sino lo que le hacía mal y le
afectaba.
—Yo
no tengo nada que salvar –murmuré—. Imposible para mí enterrar mi pasado.
—Te
diré algo –encendió un cigarrillo y me ofreció—, imposible es una palabra que
detesto porque no es real. Te pregunto, ¿no tienes nada que rescatar en tu
memoria? ¿Nada sirve? ¿Nada te hace bien recordar?
—Es
mínimo.
—Ah…
Bueno es algo. ¿Quieres contarme lo bueno que recuerdas?
—Tendría
que hacer mucha memoria.
—Tengo
tiempo, aunque me case con Anoushka Yurosvky en unos días.
Supe
que mencionar el nombre y apellido de su chica no había sido por casualidad.
Podía haber dicho simplemente Anoushka y no lo
hizo.
—¿Anoushka
Yurosvky? –pregunté.
—Sí,
bisnieta del asesino de los Romanov. Quienes criaron a mi madre como de la
familia.
Abrí
mi boca y la cerré.
—Habrá
sido muy difícil para Sasha cerrar su pasado.
—Exacto,
difícil. No imposible.
Suspiré.
—Yo
necesito sentirme bien de una vez por todas.
—Por
eso estás aquí.
—Dimitri…
No creo que pueda lograrlo.
Sonrió.
—Por
eso estoy aquí.
¡¡Hola, Lou!!
ResponderEliminarHa sido una sorpresa muy agradable que hayas publicado, y una gran alegría
Creo que alguien como tú, que ofrece tanto cariño a los demás, merece ser correspondida del mismo modo
Yo solo puedo decirte que estoy muy contenta por haber tenido la suerte de conocerte en este mundo de blogs
Bueno, ya paso a comentarte el capítulo
Lo primero es decirte que me encantan las descripciones que haces... Son descripciones que nos ubican muy bien a los lectores
Gloria siempre me ha parecido un encanto y, desde luego, ha ayudado mucho para encontrar al pequeño Nicolay
Para mí, hay una escena maravillosa en este capítulo... cuando Sabina ve a Douglas en Nicolay... y Nicolay ve a su mamá
Y cuando Nicolay pregunta a su mamá por qué se ha ido... y la respuesta de su madre... que nunca se ha ido
Es, sin duda, un momento mágico... que no creo que Nicolay olvide jamás
He visto a un Sebastien muy arrepentido por lo que hizo en el pasado, lo he visto muy atormentado... pero, lógicamente, no sabe como saldar la deuda que piensa que tiene... Ni siquiera Adrien sabe como puede hacerlo
Scarlet sigue enojada con el humano "sabelotodo" ;-)
Bueno, yo creo que tarde o temprano, Grigorii y Scarlet solucionarán sus diferencias... porque lo más importante creo que lo tienen a raudales... el amor que sienten el uno por el otro
Me he reído con Runik... teme morir de un infarto, y ya está muerto ;-)
También me lo he pasado muy bien con Charles y Eridan... los dos abuelos del futuro bebé de Sebastien y Bianca... Creo que la vendedora de los edredones también se lo ha pasado bien ;-)
Y Numa ya está con Dimitri... espero que Dimitri pueda ayudar a Numa a enterrar ese pasado terrible que todavía le persigue y acosa
Me ha encantado el capítulo, Lou... Lo he disfrutado mucho, y ya espero el siguiente
Felicidades por hacerlo tan bien, y gracias por compartirlo
Besos, muchos
¡Hola Mela! Muchas gracias querida escritora. Mi cariño es porque se lo merecen. Es una suerte que internet nos acerque aunque la distancia sea grande. Me alegro mucho de cruzarte en mi camino. La amistad surge mágica en poco tiempo pero dura toda la vida.
EliminarMe alegro que te hayan gustado las descripciones. Viniendo de ti es un halago. Eres maestra en describir.
Sí coincido, es un momento bello el de Sabina y Nicolay gracias a la magia del bosque.
Sebastien ha obrado mal y lamentablemente el pasado no volverá al punto de partida, veremos si el líder de los vampiros puede hacer algo que mengue ese error.
Scarlet lleva en sus genes ese orgullo que no le permite bajar la guardia, pero tienes razón intuyo mucho amor así que habrá que esperar un poco más. Quizás alguien la ayude.
Runik es un personaje que he introducido para dar color y humor, es divertido aunque debe aprender el objeto que tiene haber vivido y encontrarse allí, observando su familia.
Charles tiene unos celos que lo descontrolan. Yo creo que Bianca encontrará la solución. Es más ya me ha dicho que hará al respecto. Pronto lo sabremos querida amiga.
Dimitri ayudará a Numa y espero también que Numa se deje ayudar.
Me queda agradecerte por estar allí, por preocuparte por mí, y por poner como amiga que eres, luz en mi oscuridad. Un beso grande y feliz semana para ti.
Muchas gracias, Lou... por tan bellas y cariñosas palabras... Significan mucho para mí
EliminarEs cierto que en el bosque había magia, pero esa magia es tuya
Y tú eres luz en cualquier oscuridad, y ni siquiera lo sabes... pues es hora de que yo te lo diga
Felices días también para ti... y un beso más grande que el tuyo
¡Un beso grande amiga!
EliminarMe gusto leerte de nuevo, ayer ya me hice tarde para leerte. Pero lo hago ahora y te dejo un comentario. Me gusto y conmovió la parte d e Nicolay fue muy dulce. Esperó que todo vaya bien con Numa. Y esperó leerte pronto.
ResponderEliminar¡Mi querida Citu! Muchas gracias por estar cerca y preocuparte. Es muy bueno saber que se cuenta con amigos como tú.
EliminarNicolay y Sabina han tenido un momento mágico y bello. Habrá que ver como soluciona Sebastien esa deuda la cual se ha arrepentido muchas veces.
Te mando un beso grande y estaré leyendo el capi tuyo del viernes pasado. ¡
Feliz semana para ti!
¿Todas las mujeres enamoradas tienen tanto carácter como Scarlet? Runik no puede morir de un infarto, Grigorii sí!
ResponderEliminarSi llegas a tardar mucho más en volver, vuelo a buscarte!
Bso
¡Hola Ignacio! Me has hecho reír, gracias. Parece que Scarlet tiene carácter y estar dolida la hace verse peor. Yo creo que Grigorii tendrá que trabajar mucho para reconquistarla o quizás sea ella que deba bajar la guardia. El tema de vampiros no es común sobre todo para un oficial de policia que creyó en otro mundo. Veremos que pasa con ellos.
EliminarRunik es gracioso espero te haya divertido un poco.
No tardaré en volver lo prometo. Muchas gracias por tu amistad. Un beso grande y feliz semana para ti.
Holaaaa guapi!!! Nicolay ya está con su papi. Bieeeennnn!!!! Emocionante encuentro entre padre e hijo. Claro que una madre nuncaaaaaa se va!!!! Geniales Runik, Adrien y Eridan!!!! Que me parto y reparto con ellos!!!!
ResponderEliminarHeyyyy, creí que entre los dos abuelos rompían el edredón:)))))) Scarlet está enamorada peroooo también muuuyyyy cabreadilla. Qué pasará con este amor amore???? Ahhhh, Scarlet me encanta del verbo encanto!!!!
Besoteeeesssss y recuerda si alguna vez estás triste, que yo a cañonazos, elimino tristezas!!!!!
¡Hola mi sol! Muchas gracias por tu encantador sentido del humor. Un infalible remedio para la tristeza.
ResponderEliminarSíi, Nicolay ha regresado y quizás Douglas regrese también, habrá que esperar.
Me alegro mucho que te haya gustado las escenas de Runik, Adrien, Eridan. Sirve para devolverte tanto cariño.
Scarlet está terrible de terca en no perdonar a Grigorii pero seguramente entenderá que no escapará del amor, o se lo harán saber. Veremos...
Ni Lucila ni Adrien parece que no pueden colaborar. ¿Quién será? Lo sabremos más adelante. Paciencia querida amiga.
Un beso grande desde Argentina, gracias por tu compañía, ¡y feliz semana par ti!
Sebastien tiene que estar contento,ha encontrado a Nicolay,Numa esta en tratamiento con el psicologo Dimitri y espera un hijo.Los que estan mal son Grigori y Scarlet pero se quieren,pasa que se dijeron cosas que no se tendrian que haber dicho.No se que pasara con ellos.Charles no tiene que estar celoso porque Bianca lo quiere como si fuera su padre.Me ha gustado mucho y me alegra que hayas publicado.Besos.
ResponderEliminar¡Hola Ramón! Ami me alegra verte por aquí. Muchas gracia por acompañarme en este viaje de los Los Craig y por valiosa amistad.
ResponderEliminarSebastien ya está feliz aunque preocupado por cumplir con esa deuda de años atrás.
Numa ha conseguido comenzar la terapia y ojalá pueda salir adelante, se lo merece.
En cuanto a Grigorii y Scarlet están los dos en una posición enfrentada pero deberán sentarse a hablar. A pesar que les cuesta bajar el orgullo. Solo habrá que esperar un poco, quizás.
Te agradezco tu palabras y me alegro de contar con amigos buena gente.
Un gran abrazo, ¡y feliz semana para ti!
Ay mi Charles! Cada día se mete más en mi corazón! Con respecto a numa, va a poder dejar atrás lo.que le causa dolor porque lo guía el amor... Amor a.su familia y a su futura hembra! Capitulazo!!!!
ResponderEliminar¡Hola Johaa! Gracias por comentar!!
EliminarCharles es genial, juro que a mí también me sorprende en cada capi.
Seguramente Numa podrá mejorar y vivir una vida normal, faltará tiempo pero Dimitri y su familia lo ayudará. En cuanto a Ekaterina excelente que haya llegado a su vida.
Muchas gracias por leerme. Te mando un besazo grande a la distancia y feliz semana para ti.