Capítulo 20.
Tres días.
Carl.
En
los portones de esa casona de maravilloso jardín, toque timbre tres veces. Mi
madre siempre decía que no había que ser insistente, que era signo de mala
educación. No tenía ganas de seguir ningún consejo de ella. Ni hoy, ni mañana,
ni nunca.
Había
escapado de la cabaña de Tim por la parte trasera que da al bosque. De allí
corrí por la ruta hasta que el camino se bifurcaba en dos. Avancé bajo un cielo
plomizo que amenazaba mal tiempo. Después de varios minutos me había detenido
para cerciorarme que nadie me seguía. Había logrado burlar a Tim con la excusa
de darme un baño. Él conversaba con Drank en la cocina sobre el nuevo Jardín de
Infantes. Aproveché y escapé… Sé que si hubiera sabido no hubiera querido que
fuera. Hubiera tratado de convencerme o de acompañarme. Necesitaba ir solo y
verificar si Camile decía la verdad. Tres días habían pasado desde que ella
había escupido su burla hacia mí. No podía esperar más. La mente me carcomía
pensando si mi prima solo había intentado arruinar mi existencia o Ernestina se
había olvidado de nuestro amor.
Aguardé
impaciente tras las altas rejas que separaban esa construcción tan bella.
Jardín perfectamente cuidado de césped recortado y muchas flores, muchas… Las
ventanas de las tres plantas vestían blancas cortinas. Puerta de doble hoja,
seguramente de roble… De allí salió un mayordomo. Respiré profundo para que mi
voz saliera firme y no tartamudeara.
Él
se acercó con rictus serio y formal.
—¿Caballero?
—Buscó
a Ernestina Haugen. ¿Vive aquí?
—¿De
parte de quién?
—Mi
nombre es Carl. Soy… soy un amigo.
—La
señora salió con su esposo. Le dejaré el recado.
—¿Su
esposo?
—Eso
dije.
—La
esperaré aquí.
—Salieron
de viaje. Por favor, retírese. Le haré llegar el recado.
—La
esperaré aquí –insistí.
Mi
corazón comenzaba a latir sin control. Había mencionado “esposo”. Camile no
había mentido.
—Si
no se retira de aquí llamaré a la policía.
—¡No
he hecho nada ilegal! ¡No salté los portones ni soy un ladrón! ¡Quiero hablar
con ella!
De
pronto las cortinas de una de las ventanas se movieron.
—¡Ernestina!
–grité.
—¡Retírese!
—¡Ernestina!
El
mayordomo cogió un móvil de su chaqueta pero antes de que pudiera hacer alguna
llamada, ella salió por la puerta principal.
Estaba
bella como siempre aunque… cambiada… Sí… Lucía un peinado muy sofisticado y un
vestido negro ajustado al cuerpo… ¿Mi bebé? No podía haber nacido, ¿o sí?
Llegó
hasta la reja y simuló una sonrisa al empleado.
—Está
bien, Félix. Yo me encargo.
Él
se retiró no sin antes inclinar su cabeza a modo de respeto.
—¿Qué
quieres Carl? ¿Arruinarme?
—¿Yo?
–tragué saliva.
—¡Sí
tú! ¿No has hecho tu vida? ¿O vienes a mendigar amor?
—No…
Yo… No vine a mendigar amor… ¿Mi bebé?
—¿Qué
bebé?
—Has
corrido la voz que estabas embarazada. Que esperabas un hijo mío.
—Ah…
Hablas de ese embarazo no deseado.
—¡Sí
lo deseaba!
—Pues,
yo no. Aborté.
Me
acerqué a la reja para mirarla a los ojos fijamente.
—¿Por
qué? Era mi hijo también.
—Porque
nadie iba a aceptarme con un bastardo de otro macho. Así que decidí velar por
mi futuro.
Recorrí
la fachada de la casona y después volví a mirarla.
—Sí,
ya lo veo.
—Te
pediría que te fueras si es que tienes un poco de dignidad. Aunque según te
recuerdo, siempre careciste de ella. No quiero imaginarme que lo dicho por Camile
fue verdad. Que intestaste ahorcarte en el bosque cuando me fui.
—Sí…
Fue verdad.
—¡Qué
patético eres!
—No
soy el mismo. Aprendí a valorar lo importante en la vida.
—Yo
también –sonrió con burla.
—No,
estás equivocada como yo lo estaba. El dinero no te hará la felicidad.
Una
carcajada salió de su boca para luego mirarme con desprecio.
—¿Qué
te ha pasado? ¿Perdiste la razón?
—No,
abrí los ojos. Por favor, Ernestina… regresa a la reserva. Comenzaremos una
nueva vida. Lo prometo. No cuento con el dinero de antes pero trabajo con Tim y
podríamos darnos algunos gustos.
—¡Tú
estás loco! ¿Sabes todo lo que costó llegar aquí?
Me
retiré unos pasos y la observé… La angustia ganaba mi corazón. No tenía frente
a mí a la Ernestina de siempre, quizás… nunca había tenido a mi lado a quien
decía ser.
—No
creo que te haya costado como a cualquier hembra. Al menos te fuiste con una
suma de dinero, ¿verdad?
—¡Sí!
¡Y qué!
Avancé
y me aferré a la reja.
—Ernestina,
¿me amaste alguna vez? ¿O solo deseabas ocupar un lugar con los Rotemberg?
—Quiero
que te vayas, mi esposo llegará en cualquier momento. Llamaré a la policía.
El
anillo costoso brilló en su dedo índice.
—¡Vete
de una buena vez! Continúa elaborando quesos de cabra en esa maldita reserva.
—Tú
también eres parte de ella. Eres una loba. ¿Cómo haces para que tu esposo no se
dé cuenta de tu especie?
—¡Qué
rayos te importa! ¡Vete de aquí!
Un
coche dobló la esquina y avanzaba pegado a la acera.
—Mierda…
—susurró.
El
lujoso Mercedes Benz subió la explanada y se detuvo. De inmediato bajó un señor
de uniforme y abrió la puerta trasera. Me aferré más a la reja sin saber qué
hacer. No deseaba pasar otra vez por un idiota y ser echado como un perro.
¿Pero qué diría?
De
la parte trasera salió un hombre mayor ayudado por el chofer. Tendría unos…
setenta años o más… Abrí mi boca y arquee la ceja… Él se acercó apoyado en un
bastón lustroso.
Ernestina
se apresuró a abrir el portón.
—Querido,
aquí el señor vino a pedir trabajo. Pero ya le dije –sonrió fingiendo pena—, no
tenemos un puesto para él.
El
anciano me miró compadeciéndose.
—Lo
siento caballero. Sepa disculpar. No tenemos necesidad de otro empleado.
No
contesté. Creo que aún estaba en shock. Ella se alejó más de la reja pero antes
murmuró.
—Suelta
las rejas, no des lástima aunque es tu especialidad. Pareces un preso pidiendo
por libertad.
La
miré con los ojos húmedos, pero me repuse. No debía suplicar ni llorar.
Solté
la reja y sonreí aunque no tenía ganas.
—Te
equivocas. La que está presa eres tú.
Y
me alejé…
Caminé
con pasos rápidos y un poco inestable. Mi cabeza parecía estallar. Una y otra
vez la imagen de ella entre mis brazos, después ella junto a la reja escupiendo
todo ese mal trato. ¿Otra vez no tenía nada? Era como volver al principio
cuando me sentía desolado y triste. Estuve a tiempo de cruzar la calle con el
semáforo en rojo pero una señora me detuvo del brazo.
—¡Aguarde!
Es una avenida.
Me
quedé inmóvil, con las puntas de mis botas sobresaliendo la acera como si fuera
un precipicio. La vista clavada en el vacio… Sin embargo no había vacio sino el
asfalto donde al cambiar la luz podría pisar con seguridad. No caería, esta vez
no. Cometer el error de tirar todo por la borda y desear no vivir era algo que
no podía permitir. Me había costado esfuerzo a pesar que conté con ayuda. Había
sido un logro de mi parte comenzar a valorar lo que realmente tenía importancia.
Levantarme temprano, trabajar y ganarme la vida con esfuerzo. Parecía que cada
moneda que obtenía tenía mucho más valor. Tim y Bernardo tenían razón.
La
luz verde me dio paso. La respiración volvía poco a poco a la normalidad pero
un sabor a hiel restaba en mi garganta. Titubee si cruzar la calle o regresar a
la casona. Hacerle un escándalo y desenmascar a esa cretina... No valía la
pena… ¿Qué ganaba yo? Si mi hijo no nacería jamás.
El
sonido del chirriar de una frenada me sobresaltó. Una furgoneta que conocía muy
bien se detuvo junto a la acera a pocos metros. Tim y Drank salieron del
vehículo dando un portazo.
Respiré
profundo y alcé mis manos como rendición.
—Lo
siento, lo siento. Sé que escapé y te engañé pero necesitaba hacerlo.
Drank
se apoyó con una mano en el capot y me miró compasivo. Tim fue un poco más
activo.
—Tú
–me señaló con el índice—, no vuelvas a salir sin decirme dónde vas.
—Lo
siento, de verdad. Entiende que no soy tu rehén. No te ofendas.
—Claro
que no eres mi rehén pero eres un amigo.
Un
amigo… Era su amigo… Sentí que también me hubiera preocupado si estaba en su
lugar. Porque así debían ser los amigos.
—Vamos,
sube. Quiero decirte que estoy muy frustrado. Se supone que soy un guardián de
un alfa y tú… que te me escapas en las narices –protestó.
—Confiaste
en mí, lo siento –murmuré—. Y no dudes que serás el mejor guardián de Gloria.
Suspiró
con los brazos en jarro.
—Si
lo deseas puedes contarnos como te fue. Aunque, podría apostar que no muy bien.
Negué
con la cabeza y susurré.
—Fue
horrible.
Los
tres subimos a la furgoneta y en cuanto arrancó rumbo a la reserva el nudo de
mi garganta se desató… Me largué a llorar. Sin embargo, no estaba frente a
seres que se burlarían de mí o se regocijarían de los hechos. Así que no me
importó… En absoluto.
Cuando
logré calmarme eché un vistazo a la vera del camino. La fila de cipreses bordeaba
la ruta y dos renos arrancaban las hierbas tiernas.
Tim
se animó a preguntar.
—¿Camile
dijo la verdad?
Sequé
mis lágrimas y lo largué.
—Abortó
a mi hijo y se casó con un anciano.
Tim
movió dubitativo la cabeza.
—Quizás
no lo veas ahora pero, es lo mejor.
—Creo
–murmuré—. Creo que sí. Ella no es lo que creí… Y… ustedes… ¿cómo supieron la
dirección?
—Drank
se lo sonsacó a Camile. No me preguntes que hizo –miró de reojo a Drank.
—Bueno,
recurrí a una amenaza –contestó.
—¿Tú
amenazando a mi prima?
—Sí.
—Ardo
de curiosidad.
—Pues…
Sé que estuve mal pero era la única forma de dar contigo.
—La
amenazaste con golpearla.
—¡No!
Nunca haría eso. Yo… le dije que si no me decía donde vivía esa tal Ernestina
les contaría a todos que rogó por estar en mi cama y que la rechacé.
Abrí
mis ojos como platos.
—Cielos.
¿Eso es verdad? Se habrá obsesionado con tu negativa. Es peligrosa. Fuiste muy
valiente.
—No
me hagas sentir el peor del mundo. Valió la pena para Tim y para mí.
Sonreí.
—Para
mí también. Gracias…
Ron.
El
caos, así lo definiría desde que nos enteramos que Nicolay había desaparecido.
Lo habíamos buscado desde la tarde de este julio que jamás olvidaríamos.
Comenzamos la búsqueda mucho antes que Sebastien y Numa pisaran Kirkenes. Era
obvio que en su estado el líder de los vampiros no había podido materializarse.
Nos dividimos; Ekaterina, Boris y Brander en la ciudad preguntando a cada
transeúnte si habían visto un niño rubio de siete años. Nadie había visto ni
oído sobre él… Douglas y Marin partieron por la ruta que iba hacia la frontera
con Rusia. Todo sonaba descabellado, la distancia era demasiado para un pequeño,
sin embargo no debía quedar lugar sin indagar. Bianca se comunicó con Bernardo
suplicando que pusiera todos sus lobos para buscarlo. No hubiera tenido
necesidad de enfatizar lo importante de la búsqueda, él se puso a disposición y
aseguró a su amiga que buscarían en cada centímetro de la reserva. Era extraño
que Nicolay fuera a parar allí. Era pequeño, sin dones aún. Un niño común y
corriente… perdido y solo. ¿Pero dónde estaba Nicolay? ¿Qué tan lejos habría
podido ir?
La
tensión aumentó cuando Lenya y Liz decidieron buscarlo por la costa. No era
nada aliciente si el nieto de Adrien Craig hubiera escapado hacia el mar.
Acantilados, rocas resbalosas, y olas furiosas anunciando una tormenta. Aunque
Lenya la detuvo con su don. También era poco probable que se hubiera dirigido
hacia las cumbres. Aun así, Scarlet buscó allí. Nada… Absolutamente ni un
rastro… Y la noche comenzó a caer.
Todos
lo sabíamos, la oscuridad no nos ayudaría en este caso. Lo vi en la cara de
Charles cuando observó el cielo. Ambos junto a Khatry regresábamos de rastrear
las inmediaciones de la casona en las montañas. Margaret se había quedado con
las hijas de Agni esperando ansiosa alguna novedad. Fue ella quien recibió a
Sebastien y Numa desconsolados.
No
podíamos entrar en desesperación pero lo cierto que cada minuto que pasaba sin
saber de Nicolay era desesperanzador. Por suerte contábamos con los móviles
para tener comunicación aunque por el momento no había buenas noticias.
Sebastien hizo dos llamadas. La primera, a Bianca por si había novedades en el
hospital. No había ingresado ningún niño herido. La segunda, a Petrov a pesar
que Scarlet intentó alguna resistencia. Sin embargo, se trataba de su sobrino y
no cabía ni el orgullo ni la venganza en este caso.
Sebastien
volvió a las calles del centro, allí se reuniría con los errantes. Necesitaba
saber pormenores, algún detalle que lo guiara hasta Nicolay. Numa lo buscaría
en aquellos lugares de antro que conocía muy bien. Antes de partir, miró el
cielo nocturno y murmuró. “Tenemos que hallarlo cuanto antes, no debe pasar la
noche en la ciudad.” Esa frase en boca de quien sabía muy bien lo que afirmaba,
nos aterró. Nosotros volvimos al bosque buscando hasta debajo de las piedras.
Por senderos pedregosos y poco visibles, no solo por la noche sino por las
malezas crecidas. Nada… A Nicolay se lo había tragado la tierra.
La
indeseada medianoche llegó… sin noticias. Volvimos a la mansión por si el niño
se había escondido en alguna parte y estaría donde menos pensábamos. Rose nos
contó de la llegada de Vikingo y Petrov. Lo habían buscado patrullando sin
descanso durante dos horas. Ellos le hicieron preguntas que ella no sabía
responder así que se dirigieron nuevamente al centro de Kirkenes para hablar
con los errantes.
Era
madrugada cuando llegué a la plaza de Kirkenes. Muchos turistas deambulando. La
época de verano provocaba más movimiento en las calles. Otra dificultad… A
favor, el clima ausente de frío y nevadas, en contra… extraños recorriendo la
ciudad. ¿Habría hablado con alguien Nicolay? Y si hubiera sido así, ¿ese
alguien habría tenido buenas intenciones? De pronto, recordé a Vilu… Nadie
sabía de su paradero en Chile. ¿Acaso podría encontrarse escondida en Kirkenes
siguiendo los pasos de su hermano y los Sherpa esperando el momento de
vengarse? ¿Y si aprovechaba la ocasión para hacerle daño a Nicolay como lo
había hecho Agravar con Bianca? Al principio, no mencioné mis temores frente a
Sebastien, no hubiera logrado nada solo ponerlo nervioso. Además era una locura
y mucha coincidencia. Pero al transcurrir las horas y ni señales de su pequeño
hijo… ¿Por qué no? Habría una muy remota posibilidad que la Huilliche nos
hubiera vigilado cada paso esperando la oportunidad de atacar. ¿Qué mejor venganza
que llevarse una joya de los Craig?
Sebastien.
Ignoraba
que existía otra medida de tiempo diferente a las horas, minutos y segundos. Es
el tiempo en tu cabeza que corre cuando deseas que no transcurra tan rápido. Es
un reloj que avanza cuando buscas a un hijo con todo tu corazón y no lo encuentras.
Cuando sabes que debes hallarlo porque fuera del entorno de sus seres queridos
estará vulnerable, expuesto a muchos peligros.
A
lo largo de mi vida, imaginé que en situaciones humanas siempre saldría airoso.
Que lo malo para los mortales, no me alcanzaría al ser un vampiro poderoso.
Muchas veces escuchaba noticieros y compadecía aquellos padres que perdían sus
hijos por accidentes o secuestros, pero yo era Sebastien Craig y fuera de
aquella horrible situación con Douglas y los lobos, no estaba en cánones
normales que me ocurriría. A mí no…
Había
preguntado por él a cada transeúnte, casi sin aliento. Había buscado con mi excepcional
vista cuanto rincón de la ciudad podría encontrarse. Sin embargo, al paso de
las horas, de pie en aquella inmensa plaza atestada de gente, la retina había
grabado los rostros de personas que transitaban. Había retumbado en mi oído las
bocinas de los coches, las voces de los vendedores ambulantes, hasta que con el
avance del tiempo poco a poco todo pareció quedar en silencio… Y por primera
vez en mi vida me pregunté… ¿Por qué a mí no?
¿Por
qué no podía convertirme en cualquiera de esos padres humanos a los que se les
termina la vida en instantes? Un hijo es parte de tu corazón. Si algo malo le
ocurre tu podrás seguir o no existiendo en este mundo pero no significa que
vivirás. Porque existir y vivir no es lo mismo.
El
hotel Thon había sido revisado de punta a punta, en el hospital no se tenía
noticias, ninguna señal en las calles, ni en las rutas. El bosque estaba siendo
inspeccionado por los lobos, pero lo cierto que estaba a mucha distancia del
centro para que un niño en poco tiempo se internara allí. Bernardo había
preguntado a Gloria por sus visiones, pero el lobo blanco no se le había
aparecido. Hasta revisamos cada parte de la nueva construcción de subtes.
Nicolay podía haberse escondido sintiéndose triste y enojado. ¿Dónde? Si ya no
quedaba lugar que se nos ocurriera que podía estar.
Al
llegar el nuevo día la esperanza pendía de un fino hilo dando paso a una madeja
de desolación que apretaba mi pecho. ¿Por qué no le dije la verdad sobre su
madre? ¿Por qué no acudí a Dimitri para que me ayudara con la situación?
Subestimé a Nicolay. Y subestimé la suerte y la desgracia, esa que los humanos
es factible que se encuentren a la vuelta de una esquina.
Ante
la desolación, se me ocurrían muchas frases y explicaciones para mi hijo. La
charla que no habíamos tenido por pensar que no era necesario aún. Pero a veces
los hechos tienen un justo tiempo y lugar y después es tarde.
No
deseaba preguntar nuevamente a los errantes sobre la última vez que vieron a
Nicolay. No quería ser injusto y que mi furia ganara ante la razón. La verdad
que viviendo en la mansión mi hijo también podría haber escuchado alguna
conversación ante un descuido. Nada había sido a propósito. Ahora solo quedaba
encontrarlo y estar unidos bajo el mismo imperativo de hallarlo sano y salvo.
La desesperación nos embargaba a todos, aunque era el líder de los vampiros y
debía sostenerme en pie.
Grigorii.
Inicié
la búsqueda de Nicolay por las calles que rodeaban la manzana de su hogar. Uno
de sus hogares, porque el niño convivía con sus padres adoptivos y parte del
mes se quedaba en la mansión con Sebastien. Vikingo y yo preguntamos en cada
negocio por si alguien había visto un niño rubio de siete años sin compañía de
un adulto. Nadie me brindó datos certeros. Algunos estaban acostumbrados a ver
chiquillos dando vueltas pero era algo cotidiano en ciertas calles. Claro que
para ellos la ciudad no sería tan peligrosa, como lo sería para un menor como
el pequeño Craig.
Al
ver que sería difícil hallarlo entre tanta gente decidí partir de cero. Me
dirigí a la casa de sus padres adoptivos. Encontré solo a uno de ellos, un tal
Brander. Se había quedado por si el niño regresaba a su hogar asustado y
arrepentido. En cuanto me abrió la puerta vi en su cara la desesperación y el
miedo. Ver un oficial de la policía en la puerta en esos momentos no era un
aliciente. Lo tranquilicé. Esta vez no era portador de malas noticias como
aquella vez con Sebastien. Al menos por ahora. Le expliqué que necesitaba saber
detalles y así guiarme donde podría haber escapado. Él me contó la escena
anterior a que Nicolay escapara por la ventana. Ignoraba que su madre se había
suicidado, también no sabía que el niño no había tenido ningún tratamiento psicológico.
Entré
a su habitación y revisé algunas pertenencias. No había notas que hubiera
dejado. Era un chico muy pequeño para pensar en mortificar y desaparecer. Creía
que había sido un impulso por enojo y tristeza. Lo que no me cerraba era que al
ser arrebato Nicolay hubiera ido tan lejos y por tantas horas. Generalmente los
niños se arrepienten y regresan asustados. No era el caso de Nicolay. Los Craig
habían buscado entre cielo y tierra.
Avancé
hacia la ventana y observé a través de ella el patio contiguo. Daba a un
pequeño baldío en construcción separado del apartamento por una reja de un
metro. Fácilmente habría saltado la ventana y trepado hasta escapar. Brander
había inspeccionado el terreno y no había hallado rastro. De todas formas
busqué allí sin buen resultado. Cuando regresé recordé preguntar algo esencial.
Nicolay era un niño vampiro, ¿qué tan rápido corría? Pero su padre me aseguró
que era un chico normal y lo sería por varios años. Bien… No podía estar lejos…
Andando a pie, claro… Porque si alguien se lo hubiera llevado en un vehículo
podría estar muy lejos de aquí.
Cuando
llegué a la mansión para saber si los Craig tenían novedades me crucé con
Scarlet. Vikingo y yo nos quedamos al pie de los portones mientras Bianca salía
a nuestro encuentro. Se notaba muy angustiada y tenía razón, ya habían pasado
muchas horas y el niño no aparecía.
Scarlet
se acercó hasta nosotros. Se detuvo y cruzó los brazos con el ceño fruncido.
—No
creo que tú, simple humano, puedas encontrarlo.
Rodee
los ojos. Era evidente que tenía mucha
rabia por como habíamos terminado y las palabras que le dije.
—De
todas formas colaboraré.
—No
necesitamos tu ayuda. ¿No era que somos monstruos?
—Mira
Scarlet, no lo hago por ti, lo hago por el niño y porque Sebastien me ha ayudado.
Los Craig han tenido a Anne como si fuera de la familia.
—¡Cierto!
¿Cómo fue que no la matamos? ¿Verdad? Somos asesinos.
—Scarlet
–murmuró Bianca.
—¡Qué
se vaya! No lo quiero aquí. Si no encontró a Nicolay no sé que hace en nuestra
casa.
—Ya
me voy. No vine a hablar contigo.
—Sebastien
no está en condiciones de ofrecerte un café, te imaginarás.
En
ese instante Lenya salió de la casa y cruzó el parque hacia nosotros.
—Hola
Petrov, hola oficial.
—Hola
–respondimos Vikingo y yo.
—¿Se
supo algo?
—No
hay pista aún –contesté.
—Okay,
gracias por molestarse.
—Es
nuestro deber –dijo Vikingo—. A las órdenes. Aunque ahora debemos volver a la
Jefatura, tenemos más trabajo.
—Se
los agradezco –se apenó Bianca—. Ténganos al tanto.
—Así
lo haremos –murmuré y partimos.
Bernardo.
Esa
noche y casi entrando la mañana los lobos ya habían buscado por todas las
entradas del bosque. Nadie lo había visto, con nadie de nosotros había hablado
pidiendo ayuda. Era un niño muy pequeño para adentrarse entre coníferas y pinos
que en la noche parecían figuras fantasmales. Lenya Craig había detenido la
tormenta, pero los animales salvajes estarían revolucionados. A ellos no se los
engañaba y antes del clima tormentoso y el aroma a mar revuelto que traía el
viento caliente, seguramente saldrían por presas fáciles.
No
quería pensar en un final trágico para los Craig. Sin embargo, Nicolay no podía
estar vagando solitario sin que nadie se hubiera percatado del suceso.
Cualquiera le hubiera llamado la atención y hubiera preguntado que hacía solo
con siete años. Hubiera avisado a la policía y ya se tendría noticias. Pero,
¿dónde estaba el niño que nadie sabía de él?
Sabina
estaba muy angustiada. Ella conocía el horrible sentimiento de la ausencia de
un hijo. Hasta sugirió buscarlo en el cementerio sami. Imposible adentrarnos en
tierras sagradas cuando no se tenía una finalidad coherente. El territorio
estaba en el corazón del bosque, alumbrado solo por la luz de la luna. Para que
Nicolay terminara perdido allí debía haber recorrido mucho camino, incluso
parte por la reserva.
El
aullido de los lobos se había escuchado lejano, pero no buscaban alimento ni lo
habían encontrado. Era una llamada a un integrante de la manada. Como lo hacían
a menudo desde hace algún tiempo. Por varias horas más buscamos siguiendo el
recorrido de la cañada hasta que esta se convertía en un ancho brazo del río.
Nada… Ni rastro de Nicolay.
Al
otro día Anouk nos visitó. Esperó a Drank en la puerta de la cabaña. Nuestro
humano había salido por la noche con su moto internándose entre el monte hasta
la costa. Tampoco trajo noticias.
Bua
se había comunicado con Nilsen, el Defensor en el juicio de tenencia. Dijo que
se puso a disposición y sugirió que la familia distribuyera fotos del niño en
toda la ciudad. Era una forma de que cualquiera pudiera reconocerlo y dar aviso
a la Jefatura o al Juzgado. Insistí con Gloria por si el lobo blanco hubiera
dado una pista pero mi niña muy compungida aseguró que no se le había
presentado. ¿Dónde estaba Nicolay? Lo más importante, ¿con quién?
Al
segundo día de búsqueda y desesperación, Sabina y yo nos reunimos en la casona
de Charles. Planearíamos nuevas rutas bordeando la costa por un sendero que iba
a la reserva. Preguntaríamos a pescadores e incluso llegaríamos hasta el
puerto. Lo cierto es que no nos quedaban muchas opciones pero aguardar sentados
no cabía de ninguna forma.
Grigorii.
Al
día siguiente Vikingo tenía el día libre, así que me dediqué de lleno a cubrir
su puesto patrullando con Candy, una oficial muy competente. A la hora del
almuerzo le dije que tenía que hacer unas preguntas a personas que podían haber
visto al niño perdido. Me despedí aunque ella hubiera preferido pegarse a mí
todo el resto de la jornada de trabajo. No ignoraba que Candy estaba enamorada
de mí. Hubiera sido una pareja excelente. Era divertida, amable, e inteligente.
Trataba de acompañar a Anne en sus días libres y paseaba con ella por la
ciudad. Mi hermana la apreciaba, aunque nunca llegaría a tener esa adoración
como la tenía por Scarlet. Tampoco podía enamorarme de Candy y pensar en formar
una familia porque mi corazón… tenía dueña. Lamentablemente y para mi mal, le
pertenecía a una vampiresa. Reconocer que por más monstruosidades que hubiera
cometido Scarlet estaba atado a su amor no me fue fácil. Noches enteras
repitiéndome a mí mismo, “Grigorii, no puedes amarla”, “Grigorii, búscate a
otra”. Y es difícil hacer que tu corazón no siga sus dictados. Forzar al
cerebro para que el alma entre en razón y entienda que tus ojos no quieren
verla más, que el aroma de su piel no está impregnado en la tuya, que tus
labios se saciarán con otros besos… Pero todo el mundo asegura… Cuando estás
enamorado la mente y el corazón no intercambian palabras. No existe conexión
entre el raciocinio y los sentimientos. Estás perdido en una ola de emociones
desencontradas. La gran pregunta es, ¿quién ganaría?
Me
sentía más perdido que Nicolay. Al menos a él tarde o temprano lo
encontraríamos.
Entré
al negocio de variedades y suvenires, quedaba en la esquina de la casa de los
padres adoptivos del niño. Me acerqué al mostrador y exhibí la chapa
identificadora.
—Oficial
Petrov, buenos días. ¿Podría hacerte unas preguntas?
—Sí
–el joven titubeó.
—¿En
qué horario tienes abierto el negocio?
—Ah
pues… Desde las siete de la mañana hasta las veintitrés. Es verano y hay muchos
turistas.
—Es
importante que pienses antes de responderme, por favor.
Se
puso pálido.
—Oficial…
yo… le juro que tengo la hierba para uso personal, jamás la vendo. No trafico,
sé que es ilegal.
Arquee
la ceja y negué con la cabeza.
—No
vine por tu hierba.
—¿Ah
no? —sonrió apenas.
—Escucha,
se ha perdido un niño. Tiene alrededor de siete años y es rubio de ojos claros.
—No…
No he visto ningún niño solo.
—¿Y
acompañado por alguien? ¿Algo que te haya llamado la atención?
Quedó
pensativo y respondió.
—No…
Aquí entran turistas a los que les vendo recuerdos de Kirkenes. También
gaseosas y golosinas.
—Entre
los turistas que dices, nadie con un niño de esas características.
—No.
—¿Siempre
estás al frente del negocio? Pregunto por si se hubiera escondido aquí y no
alcanzaste a verlo.
—No.
Si no estoy yo está mi madre.
—¿Puedes
llamarla? Quisiera preguntarle.
—Por
supuesto.
Desapareció
y eché un vistazo.
Era
muy difícil que Nicolay se escondiera allí. Los estantes estaban a la vista y
no había rincones que no fueran visibles.
Una
señora de avanzada edad surgió tras una puerta.
—Buenas
tardes oficial, mi hijo me informó de su búsqueda.
—Buenas
tardes, así es. Solo quería asegurarme que no recuerda algo que pueda ayudarme.
—¡Qué
pena, oficial! Me he enterado por las imágenes pegadas por la ciudad. Desde
esta mañana hemos comentado entre vecinos. No he visto a ningún niño.
—¿En
qué horario ha estado atendiendo el negocio?
—Creo
que alrededor de las cinco reemplacé a mi hijo. Atendí unos cinco turistas de
Londres y tres que venían de París. Después vinieron los sami. Les compramos
tapices y cerámicas por buen dinero. Son nuestros clientes desde hace años.
—¿Las
cinco de la tarde? ¿No vio si llevaban un niño?
—Los
sami no son ladrones.
—No
me refiero si robaron a un niño, pero los pequeños suelen mezclarse y meter las
narices en todo lo que llama la atención. Pudo mezclarse entre el grupo de
aborígenes. Son muy amigables. Suelen mostrar sus prendas coloridas y entonan
canciones.
—Cierto.
De todas formas nunca vienen caminando. Ellos se desplazan en un carruaje
tirado por renos. Ya sabe, detestan contaminar y la carga que llevan es
bastante para andar a pie.
—Entiendo…
Gracias.
Salí
a la calle y de pie en la acera pensé… Nicolay no podía haber desaparecido tan
rápido a no ser…
Volví
sobre mis pasos.
—Señora,
una última pregunta. ¿Hacia dónde se dirigió el carruaje?
Ella
salió de detrás del mostrador y se acercó a la puerta.
—Hacia
allí, oficial. Derecho hasta que el asfalto termina. Cogen el sendero hacia el
corazón del bosque, donde habitan. Pero ni lo piense. Jamás llevarían un
extraño a su reserva aunque fuera un niño.
—Supongo…
A no ser que ellos no lo supieran… Gracias, buenas tardes.
Charles.
No
nos detuvimos nunca en la búsqueda de Nicolay. Aun entrando el tercer amanecer.
Engorrosa tarea decirle a Sebastien que no teníamos novedades. Cada hora que
pasaba para todos los Craig era una tortura, pero para él y los errantes era
una agonía espantosa. Traté de tranquilizarlo y quitarle la idea de un
secuestro. A esta altura ya hubieran pedido dinero por Nicolay. Solo quedaba la
esperanza que no estuviera mal herido o peor… Ni siquiera quería imaginarlo.
Scarlet
trató desde un primer instante visualizar a Nicolay pero eran en vano sus
esfuerzos. No podía utilizar su don permanentemente, era desgastante e
infructuoso. La última vez había sido por la noche y solo había visto al niño
dormido pero por las señas de su alrededor no adivinábamos de qué lugar se
trataba. En las primeras horas de desaparición había visto a Nicolay inmóvil,
todo oscuro alrededor. Parecía estar encerrado. Después, los visualizó en un
ambiente cálido iluminado por una lámpara de aceite. No había humanos alrededor
que pudieran darnos una pista.
Margaret
se paseaba por toda la casa, inquieta y llorosa. No podía darme ánimo porque
sencillamente ella carecía de él.
Bernardo
partió nuevamente para continuar la búsqueda en sus dominios, Sabina decidió quedarse
así llevaría algunas fotos que le daría Margaret para esparcir por lugares
públicos. Todos unidos por la desaparición de Nicolay. Vampiros, lobos, y
humanos. Lo que nunca lograría la ONU, porque de hecho jamás se lo imaginaría,
lo había conseguido un niño de siete años.
Petrov
llegó casi rozando las veinte y treinta. El sol otra vez débil sobre el
horizonte recorría en forma lineal y lenta el anochecer típico de Kirkenes.
Aceptó sentarse en el sofá y beber un coñac mientras me contaba sus sospechas.
Nicolay no hubiera podido desaparecer tan rápido a no ser que no fuera a pie.
No cabía duda para él que había subido a un transporte. Desarrolló la hipótesis
del carruaje de los sami. El niño podía haberse escondido en la parte trasera
sin ser visto y quizás haber terminado en el bosque. Habría que seguir
insistiendo por esos lares.
Cuando
llegó Sebastien y Bianca, repitió su versión y no nos pareció descabellada. Sin
embargo el bosque no era un lugar que nos tranquilizaba. Preguntó si habría posibilidad
de indagar a la tribu. Una tarea dificultosa si de nosotros se trataba. Había
entre los aborígenes una clara simpatía por la raza de los lobos, no así por la
nuestra. Pero había que intentarlo.
Sabina
se reunión en la sala junto a Margaret. Llevaba imágenes de Nicolay y se notaba
su angustia por la desesperación del líder de los vampiros. En un momento
rompió a llorar y abrazó a Sebastien.
—Sé
cómo te sientes. Ojalá lo encuentres pronto.
Thashy,
hija mayor de Agni, había escuchado parte de la conversación. Se acercó a la
reunión con reparo, con esos movimientos lentos de los felinos y la mirada fija
en Petrov y la loba.
—No
te preocupes querida, Petrov es un amigo. Y sabina es la madre de Douglas.
Ella
quedó inmóvil y sus ojos escarlata fueron al gran ventanal.
—El
bosque –susurró.
Thashy
tenía el don de ver el futuro en algunas ocasiones. Pero su don se había
perdido desde que había estado en cautiverio en manos de la serpiente.
Sebastien
avanzó hacia ella.
—Thashy,
haz un esfuerzo, por favor. ¿Ves un niño en el bosque?
—No,
no lo veo. Presiento el karma –volvió su vista a Sebastien y a Sabina y susurró—.
El universo devuelve…
¿Qué
querría decir? Nadie entendía y no podíamos perder más tiempo. Petrov prometió
llevar refuerzos en las inmediaciones del monte. Nosotros nos internaríamos al
corazón mismo de la naturaleza.
Sabina.
Pegué
la imagen de Nicolay en el árbol y enganché el papel en la punta de una corteza
saliente, así el viento no lo arrastraría. La angustia me ganaba. Un hijo
perdido, un hijo ausente, y ese vacío intolerable que despedaza tu corazón.
Casi tres días de buscar a Nicolay, de no saberlo vivo o muerto. La sensación
que sufría Sebastien se asimilaba a lo vivido con Douglas. Aunque me habían
dado la certeza que mi bebé había fallecido, yo no lo había visto. No había enterrado
su cuerpo. Y ese detalle para un padre es una luz de esperanza, agónico, pero
esperanza al fin. El tiempo es la única medida cruel y paciente que te hace
perder las ilusiones. Tan solo dos días habían transcurrido pero ignorábamos
cuanto más seguiríamos buscando a Nicolay sin encontrarlo.
Me
detuve en esa cara sonriente de cabello rubio y ojos claros. Tenía un iris
gris, como las nubes espesas que cargan la tormenta. Iguales a su padre y a su
abuelo, Adrien Craig. Debió ser muy difícil para el niño escuchar sobre el
suicidio de su madre. La muerte es desagradable para los adultos, quizás para
los niños tenga un ápice de fantasía. Sin embargo por más que se la dibujemos o
adornemos, la muerte es ausencia y lleva su tiempo aceptarla.
Mi
vista apuntó hacia el sendero que se bifurcaba de la ruta y entraba al bosque.
Más de un kilómetro hacia las entrañas del monte se hallaba el cementerio sami.
Cuando parte un ser querido no entierras solo un cuerpo, también el futuro y
las ilusiones. Como si arrancaran las hojas de un almanaque de los días
posteriores que aún no han llegado. Y te quedas allí, inmóvil porque el tiempo
se detiene para ti. Sin embargo tu alrededor continúa… El resto del mundo se
levanta, va a trabajar, come, duerme… Y tú sigues allí, estático. No entiendes
de estadios y dimensiones, ni de religión ni de energías. Aunque seas pastor,
erudito, o catedrático. Sencillamente porque ya no te interesan explicaciones.
Quizás porque sabes que no serán suficientes. La muerte se presenta y te dice,
“estoy es lo que hay, te guste o no, no podrás dominarlo.” Y lo que los seres
vivos no podemos dominar, nos aterra.
Observé
la imagen de Nicolay. ¿Se encontraría bien? ¿Le habría ocurrido algo
irrevocable? El rostro del pequeño se transformó en el rostro de Douglas. Lo
había imaginado tantas veces aunque debo confesar que con rasgos más parecidos
a los míos… ¿Por qué me había mirado así la chica Sherpa? ¿De qué karma
hablaba?
El sami.
Había
llegado al atardecer a visitar a los sami, como cada quince días acostumbraba a
hacerlo. Les llevé leña y un par de botas de piel que había confeccionado para
el trueque. El regalo de mi amigo Drank resultaba muy útil para no cargar a los
hombros la carga pesada, aunque el sidecar no podía llegar hasta el interior
del bosque. Sin embargo ellos estaban atentos a mi llegada. Muy puntuales
esperaban antes de la puesta de sol en el corazón del bosque.
De
camino a la reserva sami, a veces entonábamos un “joik”, cántico que nos recordaba
a nuestros antepasados y costumbres. Esas que ellos habían sabido mantener muy
bien a pesar del progreso. Sin embargo, esta vez iban muy callados aunque se
alegraron de verme como siempre. ¿Habría alguien enfermo? Se notaban
preocupados.
No
acostumbraba a preguntar. Ellos tampoco a mí. Sin embargo al llegar a las diez
primeras “lavvu”, chozas circulares, el movimiento de rutina no era el mismo y
el aire podía palparse enrarecido. No veía hembras atareadas ni machos ocupados
en tareas comunes. Solo la olla de hierro hervía sobre la fogata desprendiendo
un leve aroma a guisado. Era raro que no me esperaran con un “suova”, carne de
reno ahumada con patatas y frutos del bosque. Quizás estarían ocupados en algo
muy importante.
—¿Te
quedarás a comer, “Sjernet”? –preguntó Audum, hijo mayor del chaman.
Dudé
unos instantes.
—Solo
si no seré una carga.
—Tú
nunca serás una carga.
—Gracias…
Pero… Creo que no es una buena noche para los sami –observé alrededor.
Sonrió
apenas.
—No,
no lo es. Aunque tú no tienes la culpa.
—Quisiera
dar mi pesar si es que alguien falleció.
Esperaba
que mi pregunta encubierta no cayera tan mal. La verdad que no deseaba quedarme
si era un día de duelo y recogimiento. No era parte de la tribu aunque mi
descendencia fuera sami.
Él
depositó parte de la leña en el suelo y me miró.
—No
hay muertos, aún –sus ojos color café se achinaron buscando el horizonte.
—Oh…
—Pero
quizás pronto lo habrá.
—¿Quién
enfermó? Puedo traer más medicina.
Negó
con la cabeza. Se acercó y habló entre susurros.
—La
medicina no nos salvará de la muerte si él no regresa con los suyos. Y él no
quiere regresar.
—¿Él?
Un “sjernet”. Audun, dime cómo puedo ayudar. ¿Necesitan que lo ahuyente de
aquí?
—No…
Lo haríamos si fuera un turista entrometido, pero no lo es.
De
pronto, una hembra salió de un lavvu y aguardó inquieta en la puerta de la
choza del chaman. Esperó a Autun, que se le unió y ambos entraron al lugar
sagrado. Los renos que acostumbraban llegar con los pastores desde la pradera
habían permanecido en el establo.
¿Qué
diablos ocurría en la reserva sami? Abandoné la bolsa de arpillera que contenía
medicina y las botas de piel. Me senté sobre un tronco y Asta se acercó sin
sonreír. Encendió una pipa con tabaco. Dio dos pitadas largas y me la ofreció.
Fumamos en silencio. No volví a preguntar ni él tampoco dijo palabra. El sol se
había ocultado por completo y permanecería así por un par de horas. En el cielo
nocturno una tormenta poco a poco se avecinaba. Parecía querer descargar una
lluvia torrencial, sin embargo con el transcurso del tiempo no cayó una gota.
Más
tarde, hembras y machos nos reunimos junto a la fogata para cenar el guisado.
Éramos alrededor de quince personas contando conmigo. Pero tenía buena memoria,
faltaban hermanos en esa reunión. ¿Estarían en la choza del chamán? ¿O
vigilando al extraño intruso? Sabía que no estaban acostumbrados a recibir
visitas y formaban un círculo muy cerrado entre ellos. El significado de “sami”
lo marcaba, “gente que está unida”. No solo era su ropa colorida y sus cánticos
dulces y melancólicos los que lo hacía pertenecer a un mismo grupo, también su
historia, sus costumbres, su amor por la naturaleza. Quizás por eso su
admiración y respeto hacia los lobos. Pero ese día había algo más que les
producía un temor reverencial. Autun lo había dicho… “No nos salvaremos de la
muerte si él no regresa con los suyos.” ¿De quién hablaba el hijo del gran
chaman?
La
tormenta pareció alejarse y las estrellas fueron dueñas del cielo. Me puse de
pie. No me quedaría a pasar la noche junto a la hembra que me regalaba placer,
hoy no…
—Debo
irme. El regalo de “Brann har” ha quedado en el bosque.
—Venn,
amigo… deseamos que te quedes –dijo Asta.
—No
te preocupes, el tiempo ha cambiado, no me sorprenderá la lluvia.
—No
es por eso, sjernet. Ya no lloverá. Es el deseo de alguien muy poderoso.
Me
pregunté quién era tan poderoso para cambiar el clima ante una tormenta
inminente.
Beiwe
quitó algo del bolsillo de su falda.
—Para
tus lobos –ante mis ojos se balancearon tres collares de semillas.
—Gracias
–los cogí sonriendo.
—Protección
–agregó—. Son semillas de arce. Su cualidad, ser visionario y fuerte
—Gracias
Beiwe.
Antes
de alejarme giré para echar una última mirada a ese pequeño rincón del mundo
que apreciaba. Iba a emprender la marcha, preocupado, intrigado. ¿Quién se
encontraba entre ellos que producía ese temor? A la vez, ¿por qué resultaba ser
intocable? Mi partida fue interrumpida por Autun, salió del lavvu del brujo y
avanzó hacia mí.
—Mi
padre quiere verte.
¿El
chamán deseaba verme? No lo dudé. Mi carácter no se caracterizaba por ser
sumiso sobre todo después del abandono de mi propia sangre, pero no me negaría
ante un pedido de quien dirigía la tribu con sabiduría.
Al
entrar al lavvu sagrado, lo vi sentado sobre un tapiz descolorido. Frente a él,
un recipiente de barro despedía un humo liviano con aroma a savia. Se decía que
el anciano podía hablar con los muertos. Sus manos descansaban sobre las
rodillas. Tenía los ojos cerrados pero los abrió cuando me acerqué lentamente.
—Sjernet,
bienvenido, como siempre. Hijo de raza pura y noble, acércate.
—Chaman…
Dijeron que querías verme. ¿En qué puedo ser útil? –hablé en nuestro idioma.
Me
mantuve de pie aunque me acerqué para que habláramos frente a frente.
—Sjernet,
sé que vives aislado… Está noche debes esconderte o te encontrarán.
—¿Quiénes?
–balbucee—. Brann har jamás me delataría.
—Él
no. Pero el bosque estará alterado. Ellos lo buscarán en cada centímetro de
monte, en cada rincón de esta tierra, incluso hasta el fondo de los mares. Nos
descansarán hasta que regrese con ellos.
Con
una inclinación de cabeza a modo de respeto murmuré.
—¿Puedo
preguntar quién y por qué?
Cerró
los ojos como si memorizara. Así se mantuvo por unos largos segundos. Hasta que
los abrió y entristeció.
—Hace
mucho tiempo, más de veinte años, un niño fue robado de la raza dueña de los
bosques. Ese niño ciego debía crecer en la reserva, con su madre y con su
gente. Pero fue arrancado de su destino por los seres de luz violeta. Hoy, después
de tanto tiempo el karma se cobra la deuda. Un niño vampiro quiere quedarse en
el bosque para no regresar con los suyos.
—¿Un
niño vampiro? ¿Cómo llegó hasta aquí?
Sonrió
levemente.
—La
respuesta simple sería que se ocultó entre la carga de víveres. Nuestra gente
lo trajo sin saber que viajaba con ellos hasta el corazón del bosque. Pero no
es esa la razón. Es el destino. El ida y vuelta del universo, Sjernet.
—Entonces,
¿no lo devolverán?
—Nosotros
no lo retenemos, el niño no quiere partir de aquí. He decidido no forzarlo.
Aunque mi tribu tenga temor.
—¿Y
si cambia de opinión?
—Será
libre para partir.
—Pero…
es un niño… El bosque tiene peligros. Quizás no sobrevivirá.
—Quizás,
como tú, hijo de la guardiana del alfa.
—Tú
lo has dicho, mi madre era guardiana del alfa. Yo era un niño especial.
—Él
también lo es. Lleva en su sangre el poder del líder de su raza. Es nieto del
gran Thor.
Abrí
mi boca y la cerré. Estaba asustado como hace mucho tiempo no sentía el miedo.
Los Craig… Tarde o temprano se enterarían porque llegarían hasta aquí. No
quedaría árbol en pie. Su furia desataría la devastación de toda la reserva. No
quedaría nada contra los poderosos de luz violeta. Y la amiga de brann har…
inundaría el valle hasta la montaña.
—Tal
vez ellos son amigables –me atreví a agregar—. Entenderían que el niño quiso
quedarse.
—Nadie
es amigable cuando tienen algo tuyo.
—Pero
no robaron, es por su voluntad. Según mis padres… —me detuve ante la nostalgia
del recuerdo—. Según ellos, Thor era sabio y pacífico.
—Él
ya no está entre los vivos, Sjernet. Y no he podido comunicarme con él. Está
muy elevado, inalcanzable para mi conocimiento. De todas formas, los hechos
están en manos de su descendencia. Y… —me miró apenado—. Tú lo sabes, del árbol
que regala sombra no todos los frutos serán buenos.
Recordé
a mi hermano… Fruto venenoso…
—¿Qué
puedo hacer por ustedes? Son mis hermanos.
—Por
nosotros nada, mi querido “venn”. Escóndete todo lo que puedas. Sería bueno que
te unas a tu gente pero sé que no estás preparado.
—No
me uniré a ellos. Iré por mis lobos y me quedaré aquí. Si tú lo permites.
—Esta
es tu casa. Y es tu decisión.
En
ese instante Runa entró en el lavvu. Llevaba de la mano un niño muy bello. Su
cabello era rubio como el oro y sus ojos grises como el humo.
—Siento
entrar así, gran chamán. Pero el niño insiste en no querer partir. Hay temor
entre los hermanos.
El
brujo lo observó acercarse. Sonrió con ternura aunque podía notar cierto
resquemor.
—¿Tú
eres brujo?
—Eso
dicen —volvió a sonreír. Acércate, no me tengas miedo.
El
niño avanzó lentamente.
—Dicen
que no quieres irte de aquí. Que no quieres regresar con los tuyos.
Él
negó con la cabeza. Pareció pensar y titubear antes de hablar.
—Me
mintieron… Mi mamá quiso morir… No enfermó. Me dejó… Dicen que tú puedes hablar
con los muertos.
El
brujo arqueó una ceja.
—Sí,
algunas veces.
—Quiero
hablar con mi mamá.
—No
es tarea muy fácil. No siempre lo logro.
—Pero
yo he visto a mi abuelo, y también al mensajero de la muerte. ¿Lo conoces?
—¿En
serio? No, no he tenido ese placer. Solo con mis antepasados porque ellos
quieren comunicarse.
—¿Harás
la prueba? Por favor.
—Niño
vampiro… ¿Qué es lo que lo que los muertos pueden responderte, que los vivos no
puedan decirte? ¿Sobre partir? Eso es cosa de ellos. Acepta los dos mundos…
Aunque seas pequeño.
—¿Por
qué me dejó? No era importante para ella. Quiero preguntarle. Por favor…
—Yo…
Me retiro chamán. Permiso.
—Ve
Sjernet. Que los dioses te acompañen.
—A
ti también.
Regresé
en busca de mis tres lobos. El cielo estaba despejado, según los sami, por
alguien muy poderoso. Solo pensé que si era alguien tan poderoso para cambiar
los cielos, su poder desataría la devastación. No iría con “los míos” como
habría aconsejado el chamán. Porque hace ya mucho tiempo yo había dejado de ser
parte “de ellos”.
Uy genial capítulo que pasará con Nicolay. Lo has dejado super interesante. Ye mando un beso
ResponderEliminar¡Hola Citu! Muchas gracias por comentar, me alegro que te haya gustado. Veremos que pasa con Nicolay y si logra lo que quiere.
EliminarUn beso grande y feliz semana para ti.
Hola, Lou... Tres días sin Nicolay, un pequeño de siete años, es algo que debe ser terrible... y has sabido transmitir perfectamente la desesperación de todos los que le quieren
ResponderEliminarTodos están buscándole, todos desean encontrarle... y más de uno se siente culpable de lo sucedido
Tengo que destacar lo que ha pensado Sebastien: "Existir y vivir no es lo mismo"... Tiene mucha razón, no es lo mismo... pero estoy segura de que él va a encontrar a su hijo
Grigorii ya piensa que el niño ha tenido que subir al carruaje de Los Sami... irán a buscarle al corazón de ese bosque
No sé si el niño conseguirá hablar con su mamá... pero entiendo muy bien que Nicolay no entienda por qué su madre decidió quitarse la vida... es algo demasiado duro
He dejado a Carl para el final porque te aseguro que es lo que más me ha impactado de este capítulo
Yo creía que Camile mentía, que solo pretendía herir a Carl
Es increíble como ha cambiado Ernestina... y no lo digo porque haya abortado o porque se haya casado con ese señor mayor... lo digo por lo mal que ha tratado a Carl
Estoy segura de que Ernestina ha sufrido mucho... pero no sé si esto justifica la forma como ha tratado a alguien que ella había amado... es que creo que de esa forma no se puede tratar a nadie
En fin, algunas personas cambian... y Ernestina es una prueba de ello
Felicidades, Lou... Me has hecho sufrir, pero el capítulo me ha encantado
Besos hacia Buenos Aires
¡Hola Mela! Mi querida escritora, comenzaré por Sebastien y por contarte algo personal.
EliminarHace muchos años, (Brian mi hijo ahora tiene 26 años) tenía seis. Una tarde se fue de la escuela sin esperarnos a la casa de un compañero. Lo buscamos por todos lados hasta que a las ocho de la noche supimos que estaba en esa casa. Te cuento esto porque a veces escribimos y volcamos sucesos personales. Quizás esos escritos nos salen muco mejor porque transmitimos mejor lo que vivimos en carne y hueso.
Yo, como Sebastien siempre pensé que no me pasarían cosas malas, soy muy optimista. Pero esa tarde frente a la escuela, cuando ya no habían quedado ningún niño y las horas pasaban me pregunté ¿por qué no a mí? De ahí lo que siente Sebastien. Me alegro por un lado haber podido transmitirte el sentimiento, que son varios te lo aseguro.
Finalmente todo terminó bien, pero no me voy a olvidar de aquella tarde. Quería que supieras el trasfondo de esos fragmentos.
Sigo... Ernestina evidentemente no era lo que pensábamos. La mueve la codicia. Y me pone feliz que Carl pueda ir separándose de aquello que no es lo verdadero y siga aprendiendo otros valores. Los amigos por ejemplo. Debemos esperar para saber si finalmente tiene una nueva oportunidad. Yo algo me he enterado, aunque debo esperar como ustedes.
En cuanto a Grigorii es astuto, no podía ser de otra forma que atara cabos, veremos que opina Scarlet.
Yo tampoco sé si hablará con su mamá, pero sí alguien debe explicarle en la forma que pueda porque a veces pasan estas cosas. Sabemos que Nicolay está en buenas manos. Y sí la mayoría de las veces todo vuelve... Un besazo grande hasta tus tierras bellas y feliz semana para ti.
No me había creído a Ernestina, en absoluto. Pero, como curioso soy, he leído tus respuestas. Increíble el cambio de Ernestina.
ResponderEliminarDouglas no creció en la reserva. Si el karma se cobra la deuda. quizá no encuentren a Nicolay. A lo mejor, Nicolay, crece en el bosque. No sé si acertaré algo hoy:))
Bso
¡Hola Ignacio! Muchas gracias por comentar. Ernestina parece que buscaba un estatus social o mejorar su vida. Aunque el amor no está dentro de sus objetivos. Mejor así, Carl no necesita personas de ese tipo. Creo que encontrará tarde o temprano alguien especial.
EliminarDouglas fue robado, según dicen el karma se cobra y todo vuelve, ¿habrá excepciones? Quizás para aquellos que se han arrepentido de algun daño que hicieron. Veremos, la respuesta está en manos de Nicolay.
Muchas gracias por estar aquí. Un beso grande y ¡una feliz semana para ti!
Otia, otia, otia(3 veces otia) Ernestina se ha pasado muuuchoooo, es imperdonable como ha tratado a Carl!!!!
ResponderEliminarElla se lo pierde, Carl la quería de verdad. A otra cosa mariposa!!!
Yo creo del verbo creencia que sí encontrarán a Nicolay, tienen que encontrarlo!!! Es que a ninguna edad se puede soportar que una madre se suicide. Pobre peque!!!!
Anda que no me he reído con lo que le has contado a Mela de tu hijo!!! Que te cuente ella que cuando tenía 11 años se escapó unas horas y menudo jaleo se armó!!!! Toma chivatazo, jejejejejejeej.
Capítulazooooooo!!! Eres genial!!!!
Besoteeeessssss!!!!!
¡Hola Merche! Muchas gracias por tu comentario. Así que Mela resultó haber sido una niña traviesa. Me imagino el susto en la familia. Pero bueno los niños son así. No miden el peligro. Por suerte también ha terminado bien.
EliminarNicolay debería volver y seguro entenderá después que escuche explicaciones. Aunque es bastante difícil para su edad. Veremos quien lo hace y como resulta.
En cuanto a Carl menos mal que no se ha quedado con Ernestina, tarde o temprano lo dejaría con un palmo de narices.
Creo que la vida puede darle a él una oportunidad.
Me alegro que te haya gustado el capi y muchas gracias por acompañarme. Un besazo grande y ¡feliz semana para ti!
Mujeres como Ernestina hay muchas,solo quieren sacar dinero y si se casan con hombres mayores mejor que mejor por si se quedan viudas pronto.Les interesa la cartera del hombre y nada mas.A Carl no le conviene esa mujer,no lo quiere.Nicolay esta muchos dias desaparecido y es normal que esten preocupados.Grigori sigue enamorado de Scarlet,ella esta muy enfadada pero tambien pienso que lo sigue queriendo.Me ha gustado mucho y esta todo muy interesante.Besos.
ResponderEliminar¡Hola Ramón! Muchas gracias por comentar.
EliminarComo Ernestina hay muchas, tienes razón. A veces los de alrededor no se dan cuenta que clase dde personas son pero por suerte Carl tuvo esa oportunidad de abrir los ojos.
Nicolay sigue desaparecido pero no dudo que lo encuentren. Son muchos unidos buscándolo.
Grigorii y Scarlet se quieren, coincido contigo. Sin embargo se han dicho cosas feas y a veces las palabras no se borran y cuesta perdonar. Sea la mentira en el caso de ella como las ofensas de él. Veremos querido amigo que ocurre en el próximo capi.
Un beso grande, muchas gracias, y ¡feliz semana para ti!
Sentí la desesperación de cada uno buscando a Nicolay, creo que al ser madre compartí la misma angustia. Es triste que esté lejos de su familia, pero los sami lo protejen. Súper súper interesante!
ResponderEliminar¡Hola Joha! Sí, en realidad este capi fue especial, tiene mucho de mí y la desaparición de Brian cuando tenía 6 años. Me encantó que te haya gustado reina. Te mando un beso grande y cuídate mucho.
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