INTRODUCCIÓN

Introducción:

Dentro de los Sami, una raza milenaria se ha mantenido en secreto. Los lobos basados en la naturaleza y el honor han logrado la supervivencia lejos del ojo humano.

La reserva es su hogar y transitaré en ella para conocer cada secreto. Es un gusto que ustedes me acompañen. Estoy segura que reirán y se emocionarán.

Por mi parte cada línea, cada párrafo sobre ellos, me ha llevado a un mundo de misterio y fascinación.

Lo siento no puedo prescindir de ellos. Ellos… también me han atrapado.

sábado, 7 de septiembre de 2019

¡Hola chicos! Dejo el capi 19 esperando que les guste. Un beso grande y buena semana para todos mis lectores.


Capítulo 19.
Avatares.

Ekaterina.

El lunes a la mañana llegué al hotel Thon. Fui puntual. Como lo haría a cualquier entrevista de trabajo. No por tener amistad con Sebastien Craig sentía el lujo de ser irresponsable.

Él ya estaba allí. En esa sala de reunión tan bonita y lujosa. Un tal George me guió y hasta apartó mi silla antes de sentarme. Después que su jefe le pidiera dos cafés se retiró con una sonrisa. Debería ganar muy bien como todos los empleados del hotel. Lo noté al cruzar el hall, se respiraba alegría y entusiasmo entre quienes atendían a los huéspedes turistas.

—Ekaterina –al fin habló cuando quedamos a solas—. Te cité aquí porque me parece lo más correcto si vamos a hablar de trabajo –acomodó su corbata gris.
—Sí, estoy de acuerdo –murmuré.
—Verás, ante todo quiero reiterarte que deseo que estudies y obtengas el título de nivel superior. Mientras tanto sería buena idea que trabajes aquí. Es un lugar familiar y ameno.
—No te preocupes, me adapto fácilmente. Además sé hacer las tareas muy bien. Limpiar y cocinar. Lo hice por mucho tiempo cuando vivíamos con Nicolay en Rusia.
—En realidad, no te contrataré para tareas domésticas.
—¿Ah no?

Una llamada a su móvil interrumpió. Nunca me caractericé por ser metiche y curiosa, sin embargo el “¡hola Numa!”, me paralizó.

Seguí atenta la conversación aunque poco podía saber que hablaba su hijo. Salvo por las respuestas breves de Sebastien. Hablaban sobre la explotación de los minerales y el estado actual de las minas. Después mencionó a dos obreros que se habían reincorporado al trabajo después del accidente. Me puse de pie y me acerqué para ver de cerca un gran cuadro y así darle privacidad. Mi corazón latía a otro compás. Ese ritmo que solo provocaba Numa. Tan solo con escuchar su nombre me alteraba. Estaba segura que mis mejillas se habían teñido de color granate.

Era increíble como trastornaba todo mi cuerpo. Si en ese instante hubiera tenido que hablar hubiera tartamudeado seguramente. Por suerte pude dedicarme a admirar la imagen de esa playa con el acantilado de fondo. Tan maravillosa había sido la mano del artista que hasta podría decir que le había quitado lo estático e inmóvil al oleaje. Las olas con sus crestas blancas parecían amenazar con romperse contra las rocas.

De pronto, la frase de Sebastien me desconectó de la obra de arte. “No quiero que estés mal, hijo. Por favor, busca ayuda.”

Giré hacia el líder de los vampiros con clara desesperación. ¿Qué le ocurría a Numa? ¿Estaba triste? Y yo aquí sin poder abrazarlo y decirle que todo estaría bien. Mi amor… Mi chico desprotegido y solo en esas tierras heladas y lejanas… Te extraño… Te extraño tanto…

Me fui… Me fui por un lapso de tiempo recordando aquel día que hicimos el amor…

Las yemas de mis dedos se deslizaron por los labios. Podía recordar sus besos devorándome. El aliento cerca de mi oído mientras gemía de placer. Su cuerpo, tan vigoroso y perfecto…

—Numa, por favor. Estoy preocupado por ti.

Yo también, dije para mis adentros. Llámame amor mío… Cuéntame que tienes…

Recordé aquella vez que lo vi en el baño de su habitación. Me habían asignado su alcoba y él no lo sabía. Extendió una toalla para que me cubriera… Esos ojos… Esos labios entreabiertos por el asombro… ¿Cómo sería de niño? Tan solo por esas calles que escondían peligros. ¡Malditos padres! Hubiera querido asesinarlos con mis propias manos.

—Ekaterina.

Me sobresalté y los ojos descubrieron a Sebastien, observándome.

—Lo siento… —avancé hacia la silla con la vista en la alfombra.

Por suerte él no preguntó en qué diablos pensaba. Era ético y ubicado, y si no lo hubiera sido no tenía necesidad de preguntar. Creo que lo mío había sido alevoso.

Recuperé la compostura y sonreí.

—Decías que no me necesitas para tareas de limpieza.
—Exacto.
—¿Entonces?
—Necesito que ayudes a Douglas con los libros de balance y otros menesteres.
—¿Perdón? ¿A Douglas?
—Sí, él se recibió pero necesita un auxiliar de economía que lo acompañe en lo administrativo. Serán unas ocho horas por día. Lunes a viernes.
—Pero… Yo no sé nada.
—Aprenderás. Dime… ¿Cuánto piensas que podrías ganar mensualmente? Dilo con confianza.
—Pero… No lo sé…

¿Douglas? ¿Había dicho Douglas? ¿Ignoraba que su hijo me odiaba?

—Bueno, dejaremos el tema del sueldo para que lo pienses y me informes esta semana, ¿te parece? Lo consultas con Brander o Boris. Ahora, te daré un borrador del contrato. Léelo tranquila y me dices en qué no estás de acuerdo. Firmaremos el definitivo cuando tú me digas lo que pretendes ganar. El horario sería por la mañana hasta media tarde. ¿Te parece?
—Sí… Sin embargo si me permites quisiera acotar que… Me sentiría cómoda haciendo lo que ya sé.
—No lo dudo. Pero no es la idea que no avances. Te mereces oportunidades para crecer. Nicolay estará muy contento. Piensa en él.

Cogí los papeles que me ofrecía al tiempo que pensaba una excusa que dar.

La puerta de la sala se abrió. En segundos vi la cara de mi enemigo sonreír. En tres segundos más frunció el ceño al verme allí.

—Buen día…
—Buen día —contesté.
—Perdón papá, estás ocupado, regreso más tarde.
—De ninguna manera, adelante. Te cité a esta hora y es la correcta.

Achinó los ojos mientras cerraba la puerta desconfiado.

—¿Bebes café?
—No, gracias. Dime porqué me citaste.
—Coge asiento, Douglas. Allí –señaló la silla frente a él—. Junto a Ekaterina.

Douglas dudó y quedó inmóvil de pie.

—Hijo… Apresúrate, no tengo todo el día y Ekaterina no puede disponer del tiempo que se te ocurra. Vamos, coge asiento.
—¿De qué trata esto? –cogió la silla y la apartó medio metro de mí antes de sentarse.
—Verás, necesito que el balance de ganancias y gastos en general quede listo para fin de cada mes. Solo así podríamos con Lenya y Scarlet disponer del dinero e invertirlo.
—Papá, sé que me he atrasado unos días el mes pasado pero no volverá a ocurrir.
—Douglas, no te culpo. Tienes tus propios proyectos y una vida en familia así que no es ningún reproche. Soy consciente que Anouk ya no trabaja para nosotros.
—Lo sé, pero me veo en la obligación de excusarme.
—Nada de eso. Encontré la solución.
—¿Qué solución?
—Ekaterina te ayudará en lo que pueda y mientras podrá ir aprendiendo como llevar una empresa.
—¡Estás loco!

Sebastien era firme cuando hablaba de sus decisiones, y me di cuenta que cuando no usaba las palabras también. La mirada hacia Douglas fue un claro, “¿escuché bien? ¿Me has dicho loco?” De hecho su hijo de inmediato rectificó.

—Quiero decir… que la decisión es una locura, no hay necesidad, te lo prometo. No volverá a ocurrir.
—Claro que no volverá a ocurrir porque no estarás solo con semejante tarea.
—Le diré a Numa. Este año tiene que viajar a Kirkenes a menudo. Rendirá para su carrera y…
—Douglas, Numa no podrá. Ante todo detesta la economía y los números. Lo de él es física química, al menos por ahora si no cambia de parecer. En segundo lugar, yo dispongo quien trabaja para mí. Pensé que ese hecho no estaba en discusión.
—Pues… ¡No tienes otro empleado que me sirva de auxiliar!
—Fíjate que no se me ocurre ninguno.
—El periódico debe publicar decenas de ofertas –estiró la mano y acercó a su padre un periódico de la mesa.
—No te cité para preguntarte si estás conforme y modera tu forma de hablar. Estás poniendo incómoda a Ekaterina.
—No me importa –se puso de pie—. No puedes hacerme esto.
—¿Hacerte qué?

Quedó mudo. No fue lo suficientemente valiente para escupir delante de mí que me odiaba.

—Papá, te lo suplico. Reforzaré el esfuerzo. Buscaré entre mis ex compañeros de Universidad.
—¿No he sido claro, Douglas?

Sentí su respiración agitarse. No quise mirarlo a la cara. Imaginaba que sus ojos de lobos destellarían oro líquido.

—Muy bien, si así lo quieres, me buscaré otro trabajo. Quédate con ella –se puso de pie.
—¡Douglas!
—Lo que oíste. Me niego a trabajar con la enemiga de Bianca. Y no sé cómo puedes tener tan mala memoria y olvidarte de lo que les hizo.

Avanzó hacia la puerta, furioso.

—¡Douglas!

Giró para ver a su padre con evidente rabia.

—¿Qué? ¿Cambiarás de opinión?
—No.

Sebastien cogió el periódico doblado y se lo ofreció.

—Llévatelo, lo necesitarás para encontrar trabajo. Y si no tienes éxito, te espero a partir del lunes próximo para comenzar a trabajar junto a Ekaterina. No olvides que tienes un hogar que sostener.

Cerró la puerta de un golpe y me quedé en silencio. Sebastien se puso de pie.

—Lamento la escena. Es mi culpa, lo consentí y ahora quiero enmendar mi error de padre. No te preocupes, el lunes que viene estará aquí.
—Es que… —me atreví a hablar—. Tú ignoras el odio que me tiene. Sé que fue con razón en su momento y quizás si hubieras sabido no hubieras pensado en que trabajáramos juntos.

Sonrió al tiempo que el conserje entraba con los cafés.

—¿Si hubiera sabido? ¿Tú crees? No me subestimes. Lo que hago nada tiene de casual.


Douglas.

Entré a la habitación del hotel en el instante que Marin limpiaba una de las maletas que habíamos usado en el viaje de Luna de Miel.

—Te ayudo.
—Gracias. ¿Cómo te fue con tu padre?
—No quiero hablar.

Marin dejó la prenda sobre la cama y me miró apenada.

—¿Discutieron?
—Marin, no quiero hablar.
—Okay, no sé con quién vas a hablar si no es con tu pareja –furiosa se encerró en el baño.

Uf… Lo que me faltaba…

Cerré la maleta vacía y la guardé en el ropero. Me acerqué a la puerta del baño y me recosté en el marco.

—Oye… No te enojes…. Tienes razón. Tengo que compartir contigo lo que me pasa pero es que…

Se escuchó el grifo de la pileta.

—Marin, lo siento.

El grifo se cerró. Sin embargo no salió del baño.

—Mi padre contrató a Ekaterina para trabajar conmigo. No puede hacerme esto. La detesto. Intenté persuadirlo y no hubo caso. Así que… me buscaré otro empleo.

Abrió la puerta y me contempló con los ojos grandes.

—¿Estás seguro que podremos con mi sueldo mientras no encuentras trabajo?
—No tengo alternativa.
—Bueno… Sí la tienes.
—¡Marin! No te pongas de su parte, por favor –avancé hacia la cama y me tumbé boca abajo.

Ella se acercó y se sentó a mi lado.

—No me pongo de su parte, Douglas. Solo digo una realidad. Tenemos gastos. Pero no le tengo miedo a la pobreza. Será tu decisión.
—Tenemos ahorros. Podremos vivir de ello al menos dos meses.
—Pero están destinados al nuevo apartamento que alquilaremos. Tú dijiste que no deseabas vivir más en un hotel.
—Lo sé. Sin embargo no esperaba que mi padre saliera con este disparate. Justo ella. Que hizo cuanto pudo para deshacer la pareja.
—Quizás cambió. Se arrepintió. Noté que Bianca la ha aceptado.
—Bianca es muy buena. Si lo hizo fue por Nicolay.
—¿Y si pruebas trabajar un par de meses y mientras buscas otro empleo?
—Es un rechazo natural ante su horrenda conducta pasada. Los seres no cambian de la noche a la mañana. No la quiero ver junto a mí. Siempre tuvo malas intenciones. Le costó integrarse a pesar que los Craig le abrimos la puerta. Además no olvides, dijo a Bianca la existencia de Nicolay antes que mi padre. Todo para que se separaran.
—Lo sé…
—¿Entonces? ¿Podrías ponerte una sola vez en mi lugar?
—Te entiendo. Solo sugerí que podrías soportarla poco tiempo.
—No lo haré.
—Okay. Yo aceptaré tu decisión.

Silencio…

—¿Quieres que salgamos en tu moto a pasear por Kirkenes?

Me senté en la cama…

—Algo tiene que ocurrírseme…
—Vamos Douglas, salgamos por ahí. Te hará bien.
—Lo que me haría bien sería que mi padre no fuera tan tonto de creer que esa errante cambió. Planea algo, estoy seguro. Quizás, quiera fundirlo. Por eso desea meterse en la administración.
—A lo mejor se lo sugirió tu padre.
—No lo creo. ¿Piensas que de verdad no encontraría alguien experto en economía? No soy estúpido. Para qué enseñarle desde cero a una novata. No cuadra. Ella se lo habrá pedido y él… No sé…
—Con más razón. No deberías abandonar el trabajo. Así podrías vigilarla.
—¡Tengo qué enseñarle, Marin! ¿Sabes lo que significa? Pasarme horas contemplando el rostro de una falsa. Porque solo quiere destruir a los Craig. No, no lo haré.
—Entonces, solo te queda buscar otro trabajo. Mi sueldo no servirá de mucho si tendremos que solventar todos los gastos.

Me acerqué a la pequeña ventana… Cielos, justo que podía crecer junto a mi padre y contrata a una enemiga. ¿Qué bicho le pico? El frio de la Isla del Oso le había congelado las neuronas. Mierda… Para colmo Numa lejos sin poderle contar este disparate… Seguro me daría la razón.

Me giré hacia Marin.

—¡Ya sé! Recurriré a Numa para que convenza a papá. Él tiene más poder que yo si se trata de ideas tercas. Conmigo es diferente. Piensa que al darme todo soy un caprichoso. Admito que a veces me las mando sin embargo esta vez no, Marin. Detesto a esa errante por su maldad. No me convence su cambio. Algo se traerá entre manos.
—¿Numa no está en la Isla?
—Sí, lo llamaré al móvil. Es mi hermano y amigo, me apoyará. En cuanto al paseo… Acepto tu invitación, daremos una vuelta por ahí. Necesito despejarme.

Liz.

Fue una agradable sorpresa ver a Lenya en la puerta del Registro Civil, esperándome. Fumaba un cigarrillo con la vista fija en una de las vidrieras contiguas al edificio. Sus largas piernas cruzadas recostado en el Civic de Scarlet, parecía esos modelos de publicidad de coches o algo así.

Sonreí y avancé hacia él. No me descubrió hasta que faltaron cuatro o cinco metros para llegar a él. Se inclinó, aplastó el cigarrillo contra la acera y sonrió.

—Hola cariño.
—¡Hola! ¡Qué sorpresa!
—Tenía la tarde libre y se me ocurrió que podíamos beber algo fuera de casa.
—Genial –me puse de puntillas y besé sus labios.

Abrió la puerta del acompañante y enlazó mi cadera. Ya no podía envolver ni cintura como antes pero juro que se esforzaba.

—Estás hermosa.
—Gracias, amor. Tú también. ¿Qué mirabas con tanto ahínco?
—La vidriera de Baby ´ Store. Hay muy lindas cosas para bebés.

Subí al coche y aguardé que se posicionara al volante.

—Tenemos muchas cosas para el bebé.
—Lo sé. Pero a lo mejor nos falta algo imprescindible y no nos dimos cuenta.

Reí.

—No lo creo. Aunque si te hace feliz podríamos hacer una lista.
—Sí eso es, hagamos una lista cuando lleguemos a casa.
—¿Bianca te ha comentado sobre el viaje del doctor Arve?
—Sí, se tomó vacaciones.
—¿Qué haremos? ¿Quieres que me practique el estudio aún sin él presente?
—No, sinceramente no podemos correr con riesgos. Siempre y cuando me asegures que te sientes bien.
—Tranquilo, el bebé y yo estamos bien. Esperaremos a que regrese para la ecografía.

Lenya cogió la avenida principal y guardó silencio. Una ausencia de palabras cuyo motivo conocía. Cada vez que sentía que había metido la pata fuera lo que fuera no deseaba hablar de ello. Sin embargo al mismo tiempo ansiaba que otro tocara el tema para poder liberarse de la presión. ¡Lo conocía tanto!

—Sé que fue chocante lo que dijiste a Scarlet. Pero no te sientas mal, es tu temor y estuvo bien plantearlo. Quizás no con las mismas palabras pero…
—No debí hablarle así. Me arrepentí al instante, sabes cómo soy. Es que… Nadie de los Craig ignora que fue educada por Adrien y Lucila, aún así…
—Lo sé. Dilo. A mí no me tienes que ocultar lo que piensas.
—Su genética… Tarde o temprano puede reflejarse en algún acto. Lo noté en sus ojos de furia cuando hablaba de Petrov.
—Bueno, está dolida. Él dijo cosas horribles.
—Sí… —observó un pequeño pub en una esquina—. ¿Te gusta ese lugar? Podríamos beber un jugo de los que a ti tanto te gustan.
—Vale. ¿Le pedirás disculpas?
—Sí… Creo que me lanzará algo por la cabeza, pero igual lo haré.

Sonreí.

Estacionó con cuidado y me ayudó a bajar.

—Oye, nuestro bebé crece cada día.

Reí.

—Se parecerá a ti. ¿Será Haldora o Adrien?
—Lo sabremos cuando regrese Arve.

Cogidos de la mano nos acercamos a las puertas de cristal. Me detuve bruscamente y Lenya me miró sorprendido.

—Aguarda… ¿Esa no es Anouk con Drank?

Siguió mi dedo índice a través de la ventana.

—Sí… y… creo que tu amigo está comiéndole la boca.

—Mejor vamos a otro lugar.

Sus ojos me observaron con detenimiento.

—No malinterpretes. No es por mí. Es por él y Anouk. Arruinaré la cita.
—¿Tú crees?
—Drank está comenzando una historia con Anouk y me hace feliz. Si entramos debemos saludar y ya no se sentirán cómodos.
—Entiendo.
—Volvamos a casa.
—¿No quieres dar un paseo por la playa?

Sentí mis ojos iluminarse.

—¿En serio?
—Por supuesto. Sé que amas el mar y… a tus amigas.
—Gracias. Aunque ellas no están. Ojalá regresen pronto. Me gustaría mostrarles al bebé.
—Ya lo harás. ¿Vamos?
—Vamos –sonreí.

Anouk.

Los labios de Drank me resultaban siempre una delicia saborear, y si a ello le sumaba el sabor a café, era doble placer. En realidad él era todo un manjar. Hablando en el buen sentido, claro. Siendo una inmortal vampiresa que se alimentaba de humanos no hubiera sido muy tranquilizador expresarle esa clase de halagos.

Drank separó su boca unos centímetros para coger aire.

—Lo siento, olvidé que estábamos en un lugar público.
—Por mí no te detengas.

Sonrió y se separó.

—De solo pensar que opinaría tu familia de la escena…
—No están aquí –devolví la sonrisa—. Están muy lejos y ocupados con la boda de Dimitri.
—Cierto. Sin embargo eres una dama y no debo exponerte así.
—He descubierto que es muy aburrido ser una dama. Bien… Me portaré correctamente y esperaré la oportunidad de estar solos.
—Me gustaría que conocieras Drobak. Podríamos planear un viaje para otoño si no tienes compromisos.
—Ojalá los tenga. Indicará que la reserva me aceptó como maestra.
—Lo harán. Te lo mereces… Cuéntame, ¿te volverás a ir para la boda de tu hermano?
—Aún falta. Pero es un compromiso ineludible. ¿No deseas que vaya?
—No. Jamás te pediría algo así. La familia es muy importante.
—¿Y tú? ¿Por qué no me hablas de tu padre? Me gustaría saber algo de él. ¿Se parece a ti?

Movió la cabeza negando, divertido.

—No… Él es muy conservador y caballero y…
—Tú eres conservador y caballero.
—Ya no –su rostro dibujó la nostalgia.
—¿Qué te apena tanto?
—No lo sé. Quizás que no esté conmigo. O que nunca pueda saber de mi vida. Me refiero a vivir entre lobos.
—¿Crees que es posible algún día contárselo?
—No. Es muy religioso y…
—¿Y qué? Noto que sufriste una desilusión. ¿Por tus creencias?
—Es extraño de explicar. Desde niño imaginé un cielo que premiaba y un infierno que castigaba a los malos y hoy por hoy…
—¿Qué?
—No sé… Tú dime. ¿En qué debo creer?
—No soy yo quien deba decirte en qué creer. Hay algo que ambos estamos convencidos, sin importar la historia de cómo llegues a ello.
—¿A qué te refieres?
—El bien y el mal existen. Y tú puedes ponerle el rostro que quieras.

Sonrió apenas.

—Sí… Tienes razón.
—¿Lo ves? No soy tan tonta como parezco.
—Oye, nunca pesé que eras tonta.
—Confiesa Drank –reí.
—Una cosa es que pensara que eras muy superficial.
—Y tonta.
—¡No! Lo juro.
—Recuerdo la tarde que me probaba unos jeans y caí medio desnuda a tus pies.

Ambos reímos.

Después se puso serio y su mano acarició mi mejilla.

—Lo único que recuerdo de esa tarde es tu bello cuerpo casi al descubierto. Eres hermosa.
—¿En serio?
—Claro qué sí. No lo dudes. Me gustas mucho.
—Entonces… ¿Por qué nunca me invitaste a quedarme a dormir contigo?
—Bueno… Yo… No es porque no lo desee.
—Quiero que seas mi primer macho. En realidad, soy más ambiciosa. Me encantaría que fueras el único.

Nos miramos fijo. No imaginé que podía mantener esa mirada. Contemplar ese celeste cielo, hundirme en él con la ternura que despertaba, y a la vez sentir el fuego quemando mis entrañas.

Inclinó el rostro y me besó. A ninguno nos importó si había personas observándonos.

Después de ese beso apasionado y lento, envolvente y excitante, nos separamos.

—¿Estás segura que quieres dormir conmigo? –murmuró.
—Pregunto lo mismo. ¿Está seguro que quieres que duerma contigo?
—Anouk, me gustas mucho.
—No me has respondido.
—Tú tampoco.
—Okay —suspiré— El único miedo que tengo además de no estar a la altura de las circunstancias es… que me compares con ella.
—Jamás comparé una mujer con otra. Te he dicho la verdad sobre Bua. Fue común acuerdo. Atracción efímera. Ni ella ni yo sentimos algo profundo por ambos.
—No hablo de Bua, Drank…

El silencio reinó por unos segundos. Él bajó la mirada y sentí que mi corazón se estrujaba como un papel.

—Ya no amo a Liz. No jugaría contigo –me miró.

El alma me volvió al cuerpo.

—Pero sientes miedo, ¿verdad? Porque aún no sabes si acostándote conmigo tus recuerdos volverán. No te queda otra salida, Drank. No habrá forma de saberlo si no lo intentas.
—¿Cuándo te gustaría quedarte a dormir en mi cabaña?

Sonreí con tristeza.

—Cuando no me hagas esa pregunta sino otra.
—No sé a qué te refieres.
—Sí lo sabes.

Bajo la vista y enmudeció.

—No te preocupes. No tengo apuro. Prefiero que ese día que me invites no sea para hacerme un favor.
—No es un favor.
—Como quieras llamarlo. Más allá que me guste hacerte el amor o no, odiaría que lo preguntaras por compromiso. No es suficiente para mí si quiero recordar esa noche como la mejor de mi vida.
—¿Entonces? ¿Qué quieres que haga?
—Nada. Sigámonos conociéndonos. Quien te dice que algún día sueñes con hacer el amor tu y yo.
—No te enfades, Anouk.
—Bueno, en otro momento de mi vida me daría un berrinche y me pondría a llorar. Ahora no. Aprendí que los logros solo saben a victoria si es por tus méritos.
—Te extrañe cuando te fuiste.

Sonreí.

—Es un buen comienzo. Ahora… —miré mi reloj pulsera—. Debo hablar con Ekaterina antes que se encierre en su habitación. Sebastien quiere que la ayude con los datos de la empresa.
—¿Sabes economía?
—No, pero conozco el movimiento del hotel. Trabajé tiempo para el Thon.
—Entiendo. Por eso Douglas estaba tan furioso. No quiere trabajar junto a “la errante”, así me dijo.
—¿Lo viste?
—Suele pasar por casa. Conversamos y bebemos café. Marin no viene tan a menudo, tú sabes. Por no cruzarse con Carl.
—¿Qué le dijiste a Douglas?
—Pues… No conozco demasiado el tema de fondo. Él habló sobre la tía de Nicolay y su rivalidad con Bianca.
—Yo vivo en la mansión y el aire cortaba como cuchillo entre las dos. Sin embargo… Hoy por hoy se hablan correctamente y han limado asperezas.
—Douglas asegura que algo tramará para romper la felicidad de su padre y Bianca. No le cree que tenga buenas intenciones.
—No pondría las manos en el fuego por Ekaterina. Pero Sebastien no es tonto.
—Quizás busque integrar a la familia por Nicolay.
—No lo dudo.
—Será difícil. Douglas es bastante terco. En el lugar de Sebastien dejaría que las cosas sucedan de a poco y tomen su curso.
—Mmm… Tienes razón… Ahora que lo pienso, a lo mejor Sebastien tiene otra razón para apresurar que acepten a Ekaterina. Pero… ¿Cuál podría ser el motivo?
—Ni idea, cariño. Vamos, te alcanzaré con la moto hasta la mansión.

Sebastien.

Había llegado a la Isla del Oso un miércoles por la mañana. Tenía planeada mi llegada el lunes pero la cita con la directora del colegio de Nicolay sumada a la categórica suspensión que le habían impuesto, forzó a postergar mi viaje.

Bianca me acompañó a la reunión mientras Ekaterina quedaba ansiosa esperando en la mansión noticias de la travesura de su sobrino. Aunque no lo llamaría travesura…

A veces los niños reciben información y son demasiado pequeños para manejarla o peor aún… guardar un secreto.

Cuando la directora nos contó sobre Nicolay no pude menos que entrar en pánico. Lo disimulé bastante bien a pesar de todo. La docente nos informó sin anestesia que Nicolay había amenazado a una compañera aseverando que la convertiría en vampiresa para que fuera su novia.

Bianca estalló en carcajadas, por supuesto de los nervios. Sin embargo salió airosa mientras yo abría mi boca sin articular palabra.

—¡Ay qué chico! Pasa jugando esos videos juegos. ¡Qué ocurrente! Sí…

Me miró y la miré atónito.

—Yo… lo siento… —atiné a balbucear.
—Sí, disculpe. No tome en cuenta la imaginación de un chico. Por favor –sonrió Bianca.

La directora nos dio un sermón de más de media hora. Lo soporté como buen caballero y padre responsable… Tendría que hablar con Nicolay… Cielos…

No puedo negar que me angustié. Es que no sabía qué hacer al margen de prohibir a Nicolay hablar de vampiros. Debía urgente explicar a mi hijo que hay temas que podían ponernos en peligro. Suponía que ya habían hablado con él desde el instante que Nicolay conocía su genética pero obvio que seguía siendo un niño de siete años, incapaz de medir la verdadera amenaza frente a los humanos. Por otra parte no ignoraba que él pensaba que nos alimentábamos de transfusiones obviando los detalles de una caza, aún así… Evidentemente Nicolay se la había ingeniado para escuchar mucho más de lo que debía conocer a su corta edad. Lo subestimé, lo admitía.

Después de informar a sus padres adoptivos decidimos hablar con el niño, juntos. Era lo justo. Así fue. Nicolay pareció entender perfectamente que una palabra fuera del entorno familiar podrían perseguirnos por ser diferentes. Tampoco lo apabullamos amedrentándolo pero sí dejamos en claro que había temas que solo se discutían en familia. Por supuesto los adultos establecimos tener más cuidado de lo que hablábamos en su presencia.

Ya en la Isla del Oso, hice mi recorrida habitual por los túneles y las minas de carbón. La explotación de petróleo se postergaría hasta no tener en claro el grave accidente ocurrido. Bebí un whisky con András, feliz de verme después de largo tiempo. Conversamos de nuestras respectivas familias y como había crecido la población en la Isla gracias a la oferta de trabajo. Cuando llegó el atardecer me despedí de él deseando volver a la cabaña y hablar con Numa. Hasta ese momento no nos habíamos cruzado.

Al entrar a la sala vi la tv encendida pero él no estaba allí.

Me asomé por la puerta de la cocina y tampoco lo hallé así que subí la escalera hacia las habitaciones.

Golpee su puerta unas tres veces.

—Numa, ¿estás ahí?
—Sí, papá.

Su voz me tranquilizó. Aguardé que me abriera ya que no deseaba invadirlo. Quizás estaba agotado y quería descansar. Sin embargo no tardó en abrir.

—¡Qué suerte estás aquí! –me abrazó.

Lo cobijé en un abrazó fuerte y contenedor.

—Hijo… ¿Qué ocurre? Sabías que vendría. Tuve un contratiempo pero ya estoy aquí.

No se separó de mis brazos. Al contrario se aferró más y rompió a llorar.

—Numa… Estoy aquí… Llegué está mañana pero no estabas. ¿No has visto mi maleta en la habitación?
—No –sollozó—. Es que dijiste el lunes y no viniste y…
—Tranquilo, te contaré que pasó. Ahora, es más importante saber de ti. ¿Qué te ocurre? ¿Fue la charla con Dimitri? Porque si es así no quiero causarte dolor.
—No… O sí… —limpió sus lágrimas apartándose de mis brazos—. No sé… estoy extraño. Pienso cosas… Mi pasado regresa y regresa y regresa y… no me deja en paz.
—Ven, beberemos un café en la sala y me dirás todo. Aunque sea terrible, hablar te hará bien.
………………………………………………………………………………………………...

Deposité la taza de café sobre la mesa de living y moví dubitativo la cabeza.

—Si te sientes que no puedes solo deberías llamarlo. En poco tiempo contraerá matrimonio y seguramente se irá de luna de miel. Tengo temor de mí. De ignorar como ayudarte.
—No quiero indagar sobre el pasado. No quiero que nadie me pregunte sobre mi niñez. ¡Quiero borrarla! Porque ellos aún me persiguen para hacerme daño.
—Han muerto, Numa. Jamás volverán a hacerte daño.
—No estoy tan seguro. De un día para el otro desaparecieron de mi vida.
—Charles nunca te mentiría. Tampoco Ron.
—Lo sé. A menudo pienso como murieron…
—¿Has salido con alguna chica en la Isla? ¿Has hecho alguna nueva amistad? Hay varios jóvenes viviendo hace un tiempo.
—No tengo ganas.
—Es que Douglas se casó y con su carrera, trabajo, etc… Te noto muy solo.

Se mantuvo pensativo. El rostro sumido en una gran tristeza.

—Papá…
—¿Qué? Dime lo que sea.
—Douglas me llamó.

Bebí un sorbo de café y levanté la vista para verlo de frente.

Él se mantuvo cabizbajo.

—Él… me comentó sobre Ekaterina y… me pidió…

—¡Qué terrible decisión! ¿Verdad? Encontrarse ante la súplica de ayuda de un amigo, tu hermano… Y por otro lado tener que entorpecer el futuro de la hembra que amas.

Me acerqué a su rostro invitándolo a mirarme a la cara. Lo cogí de la barbilla.

—¿Crees que te dejaría vivir esa horrible situación? No quiero que hablemos del tema. Te diré algo… Nunca te pondría en ese aprieto. Así que dejaremos el tema aquí. ¿Te parece?

Asintió imperceptiblemente.

—Solo agregaré un consejo.
—Te escucho.
—Tarde o temprano, si Ekaterina es el amor de tu vida tendrás que irle con la verdad. Le guste o no.
—No quiero ni pensarlo. La odia. No quiero perder a Douglas tampoco. ¿Por qué siempre tengo que elegir? –una lágrima resbaló por su mejilla—. Desde pequeño, si hurtar o mendigar. Si atreverme a entrar a mi casa con esos monstruos o dormir en la calle con el frío. ¡Siempre! Siempre eligiendo alguna salida menos dolorosa. No mejor, ¡menos dolorosa! No es justo, papá.
—Vamos, tranquilo. Todo pasará, verás. Estaré para apoyarte decidas lo que decidas. Esa es la gran diferencia hoy por hoy. No estás solo. Nunca te olvides que el adoptarte para mí no fue una decisión de una salida menos dolorosa. Fue la mejor.

Ekaterina.

Sentada en la pequeña cocina junto a Brander y Boris, escuchábamos las anécdotas de Nicolay mientras nos mostraba la tarea en su cuaderno.

—La señorita dijo que era muy inteligente para primero inferior. Pero que debía portarme bien y no decir cosas que asustaran a mis compañeros.
—Y debes hacer caso –sonreí.
—Sí, mis tres papás dijeron lo mismo. ¿Tú y mamá hacían travesuras, tía?
—Yo era mucho más obediente. Pero nos portábamos bien. Tus abuelos no tenían tanta paciencia como tienen tus padres.
—¿De qué murieron mis abuelos?
—Bueno… Algunos en una lucha hace mucho tiempo. La abuela Petra éramos pequeñas, no recuerdo. Y el abuelo Adrien murió de tristeza.
—¿Por qué estaba triste?
—Eso debes preguntarle a Sebastien. Conoce la historia mejor que nosotros –contestó Boris.
—Además tienes un abuelo vivo. Mi padre Olaf es tu abuelo.
—¿El doctor?
—Exacto.
—¿Trabaja con Bianca?
—En el hospital –Brander se sentó a mi lado.
—¿Por qué nunca viene a verme?
—Pues… No sé. Quizás tiene mucho trabajo.
—Papá Sebastien tiene mucho trabajo pero me ve a menudo.

Los tres nos miramos.

—Bueno… Le diré al abuelo Olaf que venga a visitarnos.
—¿Trabaja con los muertos como Bianca?
—No, él cura a las personas.

Cerró el cuaderno y bebió su leche tibia. Mientras su cabeza pensaría otras miles de preguntas capaces de poner a prueba nuestro intelecto. Al menos quedó callado un buen rato cuando Brander le prestó su móvil para jugar a un juego de ingenio.

—Brander, Sebastien dijo que por ahora basta de videojuegos –refunfuñó Boris.
—Es solo de estrategia. No tiene lucha ni depredadores –se defendió.
—Okay… A ver, Ekaterina. Cuéntanos lo de tu nuevo trabajo.
—Uy sí –palmee entusiasmada—, voy aprender mucho y cosas interesantes. Debo comprarme ropa adecuada.
—Puedo ir contigo –sonrió Brander.
—Me encantaría. Tienes buen gusto para lo sofisticado. Has vivido con los Gólubev.
—¿Yo no tengo buen gusto?

Cogí la mano de Boris.

—No, no digo eso. Es que Brander tiene más experiencia entre humanos.
—¿Te gusta mi traje?
—Claro qué sí.
—Te lo he elegido yo, Boris.
—Calla, fue mi decisión.
—No peleen –reí—. Al mencionar que no discutieran la imagen de Douglas vino a mi mente y la sonrisa se borró.
—¿Qué ocurre? –preguntó Boris.
—Uf…Largo de contar.
—Somos todo oídos –dijo Brander.
—¿Qué es un suicido, tía?
—¡Qué! –exclamé.

Hubo un profundo silencio.

—¿Por qué preguntas eso? –se preocupó Brander.
—Porque tengo cureo… curio…
—¿Curiosidad?
—Sí.
—Bueno… Suicidio significa que una persona decide no vivir más –balbucee.
—¿Y eso es muy malo?
—Sí, lo es. Porque hay que disfrutar la vida. Es un regalo. Aunque a veces tengamos problemas y creemos que no se resolverán.
—¿Mamá era mala?
—¡No Nicolay! –exclamamos.
—Se suicidó.
—¿Quieres decirme quien cuernos te dijo eso? –estalló Brander.
—Lo escuché. Hablabas con tía Ekaterina.

Boris golpeó la mesa y dio un salto se puso de pie.

—¿Te das cuenta, Brander? Es tu culpa. ¡No te fijas cuando hablas!
—Boris, cálmate –traté de tranquilizarlo.
—¡Claro si tu eres el perfecto, siempre!

Nicolay echó a correr y se encerró en su habitación.

—¿Ves lo que haces?
—¿Yo?
—Sí tú, con tus gritos asustas al niño.
—Por favor, dejen de discutir –me apené—. Ahora hay que pensar que le diremos a Nicolay.
—Tienes razón —murmuraron.
—Iré yo –dijo Brander.
—¿Sabrás que decirle? –Boris junto las cejas.
—Por supuesto, no soy el idiota que crees.

Cuando Brander fue por Nicolay me puse de pie y me acerqué a Boris.

—¿Qué ocurre con ustedes dos? Se supone que se aman.
—Yo sí. No estoy seguro de lo que siente Brander.
—No digas eso. Ves fantasmas donde no hay.
—Yo sé lo que digo, Ekaterina. Tiene vergüenza de mí.
—Pero… Si está orgulloso de lo que has logrado.
—No es así. Soy poca cosa. Él estudia y se recibirá como su padre y yo… Soy un ignorante.
—Si lo eres es porque quieres. Tú podrías estudiar también. Comenzaremos juntos.
—No puedo, debo mantener la casa.
—Boris… ¿Se lo has dicho?
—¡Boris, Ekaterina! ¡Nicolay no está en su habitación! –Brander llegó a la cocina, pálido y aterrado.
—¿Qué?
—Hay que buscarlo, no puede estar muy lejos.

Numa.

Mientras mi padre miraba un programa de tv envié varios mensajes de texto a Ekaterina, pero no hallé respuesta ninguna. Bufé… Evidentemente no le interesaba que le pidiera disculpas por la situación vivida después que tuvimos sexo por primera vez. No la traté como se merecía. Ella solo se había puesto triste por mi pasado y quizás me dio rabia que su corazón sintiera lástima por mí. Yo quería que me amara y me deseara pero no que tuviera pena. No… Como había dicho Dimitri.  Lo último que deseaba era que tuvieran lástima… Debía hacerle ver a ella que podía quererme por mis virtudes. Nunca huir sintiéndome acorralado.

Insistí esta vez llamándola al móvil pero no contestó.

Recosté la espalda en el sofá y eché la cabeza hacia atrás… Cerré los ojos… Ekaterina se acercaba envuelta en tules blancos, con esa sonrisa tan bella. Me hablaba suave, al oído, como me gustaba…

“Estamos juntos para siempre amor. Nada te pasará junto a mí.”

La abrazaba y me acurrucaba en su pecho. Ella rio feliz… Sin embargo la risa se volvió más fuerte, carcajeaba casi sin respirar. Quisé apartarla y preguntarle si estaba bien y su rostro se desdibujó y dio paso al de mi madre.

“Estamos aquí otra vez querido.” Se burló en mi cara mientras sus brazos me encerraban como tenazas para que no escapara.

Di un salto y mi padre se incorporó.

—¿Qué ocurre? ¿Estás bien?
—Sí… —me puse de pie—. Sí, solo quiero… solo quiero caminar por la playa… Yo… estoy bien. No te preocupes.
—Iré contigo.
—No, por favor. Te prometo que estaré bien. Solo fue un mal sueño.
—Te enviaré un mensaje para saber que estás bien.

Salí de la cabaña y el aire fresco y renovador me despejó. Avancé por el sendero pedregoso que me llevaría a la arena. Necesitaba sentir el ruido del mar y quitar el sonido en mi cerebro de esa risa, de esa voz que me asustaba.

No podría borrarlos, no los borraría nunca… Diablos… Dimitri tenía razón. No había salida si no intentaba aprender a combatir ese miedo. Enfrentar mi pasado y que ya no arruinaran cada día o noche de mi vida.

Al llegar a las primeras rocas me senté frente al mar. Lloré, primero en silencio, después a gritos. Por ahora esas imágenes horrendas habían desaparecido, pero volverían. Lo sabía…

Cuando logré calmarme sentía que no me quedaban lágrimas para llorar. ¿Por qué? ¿Por qué volvían a atormentarme? ¿Ya no lo habían hecho en vida? Se suponía que los muertos no hacían daño… Entonces, ¿por qué?

Las luces del gran faro iluminaban retazos de mar. No muy lejos una embarcación se acercaba. No era de gran calado, seguramente algunos lugareños habían salido a navegar. Todo el mundo parecía vivir una vida normal, menos yo…

Tantee mi móvil en el bolsillo y lo quité de mi chaqueta. Busqué el mensaje de texto de mi padre… “Por las dudas que lo necesites”. Allí estaba escrito el número de Dimitri. Cerré el móvil y lo guardé. ¿Qué podía hacer él ante mis pesadillas? Nada… “¿Piensas que eres el único en el mundo que ha sufrido una infancia atroz?” Eso había dicho Dimitri… Recordé la única sesión con él… “Tengo pacientes desde hace muchos años con pasados terribles.”

Me había dolido que me tratara sin darme tanta importancia. Le dije que sería la última sesión… ¿Y si probaba una vez más? Una sola vez… Una sola vez Numa… Una sola vez…

Cogí el móvil y busqué el número en el mensaje. Casi sin pensar los pros y contras pulsé el número de ese psicólogo que me había tratado como un caso más de los tantos en el mundo… No sé si me movió el impulso de poder ganarle la partida y decirle, “¿ves? No puedes ayudar a todos, no puedes conmigo.” No sé si fue el capricho de derrotarlo, o solo… desesperación.

No puedo negar que me atendió enseguida. Tampoco que puso trabas para día y horario. Sin embargo estaba claro en su tono de voz que yo era un paciente más. No estaba desesperado por el encuentro. Era yo quien estaba buscándolo y eso creo fue el incentivo… No vendría hasta la Isla del Oso, yo debería buscar un punto cercano entre nosotros. ¿Pero que se creía? El resto de temor por lo vivido en la cabaña dio paso a una fuerza por ganarle la pulseada. Acostumbrado a la calle, al frío, al dolor, ¿cómo iba a vencerme ese psicólogo sabelotodo? Por primera estaba seguro que no tendría frente a mí alguien que se compadecía, sino un ser que debía demostrarle que lo vencería. Sentirme vencedor, eso era… Vencerlo, como no había podido con mis padres.

Mientras observaba la embarcación aproximarse a la costa cogí el móvil nuevamente, esta vez para llamarla a ella. Ekaterina… Tan difícil de conquistar y retener…

Al escuchar su voz el corazón saltó de júbilo. Poco me duró. Su llanto desesperado me llenó de miedo. Apenas le entendí lo que ocurría. Sin embargo fue suficiente para cortar la llamada y correr a la cabaña.

Abrí la puerta y subí como relámpago a la habitación de mi padre. Estaba en la cama, hablaban con Bianca por teléfono. Me miró y se sentó de un salto. Quizás habría pensado que era otra pesadilla o me había vuelto loco.

Agitado apenas pude mencionar.

—Papá, Nicolay desapareció.


NOTA: ¡Bien por Dimitri! Acertó al provocarlo.



















12 comentarios:

  1. Uy genial capítulo extrañaba leerte. Ojala Douglas acepte a Ekaterina, que me da un poco de pena y veamos que pasa con Nicolas

    ResponderEliminar
  2. Hola Citu! Muchas gracias por comentar. A mí me da pena Ekaterina porque quiso cambiar su actitud pero no puedo olvidar cuánto sufrió Bianca por ella y sus desplantes. Creo que Douglas aunque debe aceptar el trabajo aún siente el rencor por haber sido lastimado alguien que ama.
    En cuanto a Nicolay... No lo sé. Los Craig me informarán en cuanto se sepa algo.
    Miles de besos y bella semana para ti.

    ResponderEliminar
  3. Hola, Lou... Bueno, estoy segura de que Ekaterina está enamorada de Numa... los síntomas que padece la delatan... Se pone nerviosa cuando escucha su nombre, no quiere hablar por miedo a tartamudear, se preocupa por él, le desespera que no esté bien
    La verdad es que no sé si Douglas trabajará con ella... parece muy decidido a no hacerlo... Lo que sí creo es que no va a conseguir que Numa le diga a Sebastien que no la contrate
    Bueno, algún día sabremos si el bebé de Lenya y Liz se llama Haldora o Adrien
    Entiendo que Anouk tema que Drank la pueda comparar con Liz
    Nicolay es un encanto... me ha divertido lo que sucedió en el colegio ;-)
    Lo cierto es que ha debido ser terrible para el pequeño enterarse de qué es un suicidio, y saber que su mamá lo hizo... Espero que lo encuentren pronto
    Sí, Numa necesita ayuda... y, aunque no me gustaron los métodos de Dimitri, me alegra que le haya llamado
    Felicidades por otro excelente capítulo
    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Hola Mela! Muchas gracias por tu comentario.
      Ekaterina está enamorada aunque aún tenga muchos miedos. Tienes razón los síntomas y reacciones la delatan. Deberá animarse a avanzar. A pesar de tener un enemigo digno de temer.
      Numa no se animó a pedir a Sebastien el deseo de su amigo y veo bien que Sebastien no lo haya puesto en la difícil situación.
      Algún día sabremos que será el bebé de Liz y Lenya, yo intuyo pero no puedo rebelar datos. No creo que esperes mucho para saberlo.
      Anouk tiene buena base para temer de Liz, no porque ellos sientan amor hoy por hoy pero no puede ni podrá borrar la historia vivida.
      Nicolay es ocurrente y gracioso. Aún no se sabe nada de él. Todos estamos en la espera de noticias. Incluso la autora. Se me ha escapado sin decirme a donde. Es el riesgo de escribir sobre niños.
      Fue terrible lo que pasó con su mamá y veremos como se las arreglan para dominar la situación.
      Dimitri ha sido crudo y hasta casi insensible, eso aparenta frente a Numa. Creo que busca su reacción. Al menos le picó competir por no darle la razón. Numa no es un paciente normal y Dimitri lo sabe. Esperemos...
      Muchas gracias por tu bello comentario. ¡Te mando un beso grande y feliz semana para ti!

      Eliminar
  4. Es urgente encontrar a Nicolay y que Dimitri trate a Numa. Anouk que no se preocupe mucho, Liz es la página de un libro que Drank ha cerrado.
    Bso

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Hola Ignacio! Mucas gracias por comentar.
      Habrá que encontrar a Nicolay, pero aún no se me ocurre dónde puede estar. Tendré que sobornar a mis musas.
      Anouk no debe preocuparse pero aún está insegura. Liz y Drank tuvieron una bella e importante relación Y el pasado a veces molesta si no eres muy seguro de si.
      Pero tienes razón, Drank ya no piensa en Liz de la misma forma y para cerrar el libro creo que le falta algo... Un abrazo.
      Muchas gracias amigo por estar aquí. ¡Un beso grande y feliz semana!

      Eliminar
  5. Ay, ay, ay, Lou, quéeeeeeeeee has hecho???? Cómoooo que Nicolay ha desaparecido y no sabes dónde está????
    Más te vale que tus musas te lo chiven pronto o Sebastien te muerde y te convierte en vampiresa!!!! Pobre de ti, Lou, que te veo y no te veo:))))))))
    Capítulazo!!!!!

    Besoteeeeessssss!!!!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Hola Merche! Jajajaja, sshh... Sebastien no sabe que yo puedo saber. Y las musas me han tirado pistas... Este niño creo que se fue bastante lejos...
      Muchas gracias cariño, eres un sol. Como siempre me has hecho reír. Gracis por tu sentido del humor y por comentar.¡Besotes miles y feliz semana!

      Eliminar
  6. Sebastien tiene 3 hijos y 3 problemas.Douglas no quiere trabajar con Ekaterina y no se lo que pasara cuando se entere que Numa quiere a Ekaterina y Numa tiene muchos problemas por su pasado y ahora Nicolay se ha ido.Lo has dejado muy interesante y me ha gustado mucho.Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Hola Ramón! Muchas gracias por tu comentario y me alegro que te haya gustado. Los hijos muchas veces traen dolores de cabeza el caso es como dices tú, se han puesto de acuerdo, pobre Sebastien. Aunque además de padre heredó el título de líder de su raza, deberá saber como resolverlo. Veremos que pasa con Douglas y Ekaterina. Si Numa confiesa a su amigo, y si Nicolay aparece sano y salvo.
      Muchas gracias, ¡un abrazo enorme y feliz semana para ti!

      Eliminar
  7. No me podes hacer esto con nicolay y numa!
    Qué pedazo de capítulo!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Muchas gracias! Me alegro mucho que te haya gustado. Ya comentaremos cuando puedamos vernos!! Besotes miles.

      Eliminar

Gracias por visitarme y comentar.