Capítulo 22.
Sospechosos.
Bua.
Serví
un jugo fresco a July mientras colgaba su ropa en la soga. El sol de agosto no apretaba
demasiado, pero al mediodía el aire caliente de un verano que poco a poco iría
despidiéndose aumentaba la necesidad de consumir líquido. July trabajaba mucho,
cuidaba de su hermano de ocho años y estudiaba para docente en horario
vespertino. Además para ganar dinero tres veces por semana limpiaba un par de
cabañas ya que algunas familias debían cumplir horarios laborales extensos en
Kirkenes.
Cogí
un suéter y dos broches de ropa para ayudarla. Se la veía cabizbaja y pensativa
así que traté de sonsacarle el problema.
—¿Te
has enojado con Louk?
Bebió
un trago y suspiró.
—No
nos enojamos… Solo que no nos ponemos de acuerdo.
—¿Sobre
qué tema?
—Tonterías…
—Anda
dime. Sabes que no se lo diré a nadie.
—Lo
sé… Es que de verdad me parece una tontería.
—¿Quieres
más jugo?
—No
gracias. Terminaré de colgar la ropa y te invito unos panecillos con jamón. Ya
tengo hambre.
—Acepto
–sonreí.
Cogió
más ropa después de dejar el vaso recostado en un árbol.
—Louk
quiere casarse –suspiró otra vez.
—Bueno…
¿Qué tiene de malo? Te ama.
—Es
que no tenemos nada, Bua. Ninguno de los dos tiene un trabajo bueno. No
podríamos alquilar una de las cabañas vacías, no nos da el presupuesto. Y con
Mamina no quiero vivir. Es encantadora pero quiero vivir sola con él.
—Tienes
razón. Sin embargo, podrías decirle que quizás en unos meses y no negarte con
un rotundo no.
—Bua,
si llegara a decir un, “tal vez” a Louk, correría a poner fecha en el Registro
Civil.
Reí.
—Es
genial tener un macho que no piense solamente en la cama.
—Lo
sé.
¿Te
ayudo?
La
voz de la venenosa de Camile nos sobresaltó.
—¡Camile!
Me asustaste –exclamó July.
—¿Cómo
entraste al patio de July? –me enfadé.
Caminó
hacia nosotras haciendo un lado la ropa colgada.
—Muy
sencillo. La casa no tiene ni una triste tranquera que divida la propiedad.
Entré por el costado. El caso es que ofrecí mi ayuda. ¿Qué malo hay en eso?
—Nada,
pero ya casi terminamos.
—Terminarás
más rápido si somos tres, ¿o no? –sonrió con esa maldita sonrisa de falsa que
gozaba.
Cogí
el vaso del suelo y avancé hasta la casa de July.
—Traeré
más jugo.
—Oh
sí, ¿podría ser uno para mí?
Rodee
los ojos y miré a July que asentía levemente.
Entre
a la cocina echando chispas. ¡Qué entrometida! Ahora no podríamos a hablar con
comodidad ya que siempre trataría de empeorar las cosas. Y más si de parejas se
trataba. Su envidia y maldad le salía por los poros. Mucho más desde que
Douglas Craig la había dejado plantada por Marin.
Sabía
que conmigo no iría a meterse. Primero, que ignoraba lo que sentía por Asgard.
Segundo, que no tendría reparo en revolcarla en el barro. Pero July…
Me
apresuré para no dejarlas solas y salí con los dos vasos de jugo como si mis
pies tuvieran alas.
Apenas
llegué miré los alrededores.
—¿Dónde
se metió esta imbécil?
—Se
fue.
—¿Cómo
que se fue? ¿Así nomás? ¿Sin destilar nada de veneno? ¡Qué sospechoso! Fíjate
si no puso una araña pollito en tus bolsillos.
—Bua…
Déjala. Bastante tiene con su vida.
—Es
que no es solo su vida, no me importaría. Es que trata siempre de joder al
resto.
—Quizás
cambió a la fuerza. Ya sabes, no es tonta. Se ha quedado sin aliados.
—Mmm…
Esa no cambiará.
—Al
menos se acercó para ayudar.
—July,
¿tú desayunas con Teresa de Calcuta?
—Calla,
Bua. Que Santa Teresa de Calcuta falleció, no la metas en esto.
—¿En
serio? ¿Cuándo?
—¡Bua!
¿Qué lees tanto que no te enteras de noticias importantes?
—Te
comento que estudio química así que no tengo porque saber datos históricos de
todas las personalidades.
—Deberías
conocer. Asgard parece muy bien instruido… No es como Louk… Pobre Louk.
—Nada
de pena. Si quisiera puede ponerse a estudiar una carrera.
—No…
Es que… Olvídalo.
Mi
móvil vibró en mi bolsillo de los jeans.
—Ay,
muero… ¡Es Asgard!
—¡Atiéndelo,
Bua!
—¿Qué
le digo? –di varios saltitos nerviosa.
—Pues
al menos dile “hola”.
—Sí
Sí…
Presioné
el “Send” y hablé sin tartamudear.
—Holaaa
Holaaa, ¡Asgard que sorpresa!
“Hola
Bua”.
—¿Ocurrió
algo malo?
“No,
tranquila. Solo quería escuchar tu voz. Hace muchos días no nos vemos y…”
—Cierto,
dos semanas y tres días. Ehm… En realidad no es que cuente los días que no te
veo es que justo tenía un examen cuando nos vimos y… ¡Qué bueno que llamaste!
July
cubrió su boca con una prenda para no reír fuerte.
“Si
te parece podríamos vernos esta tarde. Tengo algunas cosas que contarte que
sucedieron y…”
—Ah
genial, sí… ¿Dónde? ¿En tu casa?
“Preferiría
solos. Mamá te adora pero estaríamos mejor si hablamos tú y yo.”
—¡Por
supuesto! Sí, sí… ¿A qué hora?
“¿Te
parece a las cinco?
—¿A
las seis? Tengo que entregar unos trabajos prácticos y no puedo faltar a la
Universidad.
—Oh,
muy bien. ¿A las seis en el pub de frente a la Universidad?
—Allí
estaré. Un beso.
“Un
beso, cariño”.
Apenas
corté di un brinco.
—¡Me
dijo “cariño”! Voy a morir.
July
rio.
—¿Qué
te pondrás?
—¡Ay
no sé! Una camiseta escotada, no… no, no es su estilo. Una blusa… No… no tengo
blusas.
—Bua,
sé tú misma. Él te quiere así.
—¿Tú
crees?
—Obvio,
debes lucir como siempre. No cambies.
—Tienes
razón –suspiré—. ¿Y tú? ¿Hablarás con Louk? Pídele un tiempo para fijar fecha.
No discutan, se lo ve muy lindos juntos.
—Sí,
lo haré. Te lo prometo.
Scarlet.
Cuando
entré a la Jefatura esa mañana, el movimiento del personal no era algo
rutinario. Había grupo de policías hablando entre ellos con rostros
preocupados. Bully salió apresurado después de darme los buenos días, le
siguieron Catty y John revisando sus armas a la cintura.
Avancé
por el pasillo apresurada, con seguridad necesitarían mi ayuda para atrapar a
quien sabe quién. O a quienes…
Abrí
la puerta de la oficina del comisario pero estaba vacía. Giré para retomar el
camino y preguntar a la recepcionista pero Grigorii me sorprendió en la puerta
y con un “entra ya mismo”, cerró la oficina y me miró furioso.
—¡Qué
rayos te pasa, idiota!
Me
apuntó con el índice y sus ojos se llenaron de lágrimas.
—¡Tú!
¡Lo prometiste Scarlet! Los Craig no asesinarían en Kirkenes. ¡No lo
cumplieron!
—¿De
qué estás hablando?
—No
te hagas la que no sabes nada.
En
ese instante Vikingo entró con dos oficiales.
—Revisen
toda la oficina. No debemos dejar cabos sueltos. Puede haber alguna pista que
nos lleve hasta el asesino.
Observé
en silencio como mis colegas abrían con cuidado los cajones del escritorio y
revisaban un abrigo colgado del perchero. Mis ojos se clavaron en la silla
vacía…
Miré
a Vikingo con desesperación. Con los brazos en jarro suspiró y bajo la vista.
—¿Qué
ocurrió? –balbucee.
—Lo
mataron. Mataron al comisario esta madrugada.
—¿Qué?
–el suelo se hundió a mis pies.
Me
cogió del brazo suavemente mientras Grigorii cerraba la puerta para aislarnos
de los oficiales. Ya en el pasillo, aún conmocionada por la noticia, Vikingo
continuó…
—Scarlet,
unos jóvenes encontraron el cuerpo a la entrada del bosque.
—Cerca
de tu mansión, ¡díselo Vikingo!
—¡Cálmate
Grigorii! Aún no tenemos pruebas para acusar.
Me
retiré unos pasos y los miré con una mezcla de emociones. Estaba impactada por
la noticia, triste, y furiosa… Dolía la muerte del comisario pero más que el
humano del cual me había enamorado desconfiara de mí y de mi familia.
Sobreponiéndome para no darle una bofetada y quebrar su mandíbula, me dirigí a
Vikingo.
—Porque
hayan asesinado cerca de la mansión no indica que fuimos nosotros.
—Lo
sé… Pero… el cuerpo estaba destrozado. En ese caso no pudo efectuar solo el
asesinato. Su fuerza no sería humana.
—¡Dile
lo más importante! –exclamó Grigorii.
—¡Cálmate
Grigorii!
—¿Qué
más tienes para decirme, Vikingo? –lo increpé.
Grigorii
se adelantó.
—El
forense de científica nos dio los primeros resultados, ¿y adivina qué? Tenía
cortes en las muñecas y estaba desangrado. ¿Te suena? Claro que te suena
familiar. Y cuando llegue a manos de tu cuñada seguramente dictaminará que fue
un suicidio.
—¡Maldita
seas, Grigorii! ¡No me dirijas la palabra! –miré a Vikingo—. Por favor, di que
me crees. Mi familia no haría algo así. Seríamos muy idiotas.
—Una
vez lo hicieron porqué no ahora –interrumpió Grigorii.
—Scarlet,
solo necesito que averigües quién pudo ser. Los Craig deben conocer a alguien
capaz de hacer algo así con el comisario. Tienen que ayudarnos a encontrarlo.
—No
te preocupes, avisaré ya mismo. Lo encontraremos.
—¡Qué
justo que Hansen conocía tu secreto! ¿Quién sigue? ¿Vikingo? ¿Yo?
Antes
de retirarme di varios pasos hasta él hasta que su espalda chocó contra la
pared. Sin embargo sus ojos no me demostraron miedo. Lucía furioso.
—Tú
debiste estar muerto no él.
Con
esa terrible frase que dejó escapar mi indignación, me fui.
Bianca.
Contemplé
los rostros de Sebastien y Lenya respectivamente. Se veían sumamente
preocupados al escuchar los resultados de la autopsia. En la morgue los tres
reunidos hilvanábamos posibles respuestas para un hecho caótico por donde lo
vieras. Estaba claro que el asesino del comisario no era un simple mortal.
Scarlet
llegó poco después junto a Vikingo. Ambos destrozados por la noticia.
—Doctora,
¿hay alguna posibilidad que hayan sido varios humanos? –preguntó con los ojos
húmedos.
—Ninguna.
Lamento decirlo porque sé que nos perjudica –miré a Sebastien—. Pero fue
alguien de nuestra raza. No hay duda.
—
No fuimos nosotros, Vikingo –afirmó mi marido.
—Entiendo…
Les creo. No porque los conozca demasiado. Todo lo que escuché sobre ustedes
fue por boca de mi hermana que los apreciaba… Además, no pienso que sean tan
básicos y estúpidos. Sin embargo deben conocer a quien lo hizo y debe pagar.
Esto no es casualidad.
—Tampoco
creo que sea casualidad –dijo Lenya. De inmediato cogió su móvil.
—No
te atrevas a pensar mal de ellos –se enfadó Sebastien.
—Mi
amor –interrumpí—. No olvides que son salvajes. ¿No habría posibilidad…?
—No,
de ninguna forma. Son salvajes, Bianca. Pero los Sherpas no harían algo así.
Menos sin mi permiso.
—¿Quiénes
son los Sherpa? ¿Hay más vampiros en Kirkenes?
—Sí,
pero puedo jurar que ninguno de ellos lo hizo. Créame.
—Estoy
en sus manos, Sebastien Craig. La policía sola no podrá con esto. Mucho menos
si ignoran a quien se enfrentan.
—Daremos
con el asesino. Se lo prometo.
Scarlet
se acercó lentamente a la cámara de frío. Sin embargo no avanzó. Se detuvo con
la vista perdida y murmuró…
—Si
pudiera ver a Adrien, que él pudiera comunicarse… le preguntaría… ¿Pueden los
demonios escaparse del infierno?
Grigorii.
John
conducía el patrullero de regreso del bosque. Habíamos estado por segunda vez
para revisar algunas pistas sobre el homicidio de Hansen. Aún no podía creer
que no estuviera con nosotros. A mi memoria vino aquel día que me presenté en
la oficina buscando trabajo…
“Buenos
días, bienvenido. Seré tu jefe de ahora en más”.
Me
había estrechado la mano con firmeza…
Él
tenía dudas de cómo sería mi desempeño. Sin embargo, el caso de Samanta
Vasiliev cayó como anillo al dedo y se sorprendió de mis conjeturas. Estuve a
prueba un tiempo hasta que me incorporé definitivamente.
Él
creyó en mí… Pudo no haberlo hecho pero creyó en mí.
Observé
a través de la ventanilla. La noticia había corrido en Kirkenes y la gente se
notaba inquieta. Como si no estuviera segura caminando por las calles. En
realidad se justificaba. Habían asesinado al comisario de la ciudad. Lo que
ignoraban esas personas que el homicida no era alguien común y corriente con la
mente trastornada, sino un ser que solo cabría en la imaginación de quien
leería género paranormal. Como los Craig, como Scarlet.
Scarlet…
¡Cómo había dolido su frase! La tenía como aguijón venenoso clavado en mi
pecho. “Tú debiste estar muerto no él.”
A
pesar de todo traté de entenderla. La había acusado a ella y a su familia y a
decir verdad, pensándolo fríamente, no podía ser que vampiros tan astutos que
habían logrado vivir por centenas de años ocultos, cometieran ese grave error.
Aun así la frase iba y venía en mi cabeza. Y me pregunté, ¿alguien podría
amarte si te deseaba la muerte? ¿Alguna vez yo había deseado la muerte a
alguien? Sí, a mi padre… Después me arrepentí.
—¿Te
compro algo para comer?
La
voz de mi colega me sobresaltó.
—Perdón,
no… yo… no tengo hambre.
—Tienes
que comer algo.
—De
verdad, gracias.
—Bueno,
iré por un sándwich –estacionó la patrulla y salió del coche.
Quité
mi móvil del bolsillo y llamé a Anne. Por suerte estaba bien aunque preocupada.
Se había enterado por las noticias aunque hubiera preferido que no supiera
tanto detalle escabroso. Lo habíamos hablado al mediodía cuando pasé por mi
casa. Le dije que no abriera a nadie la puerta así fuera conocido. Ella supo
por quienes se lo decía y se enfadó. Se enfadó conmigo… Anne defendía a los
Craig y ponía la mano en el fuego por ellos. Yo no lo había hecho, pero… ¡Cómo jugarme
si poco y nada conocía de Scarlet! Al fin y al cabo me había enamorado
perdidamente de una mujer sin pasado, bellísima y con dones extraordinarios.
Otra
escena vino a mi mente…
La
alegría de Hansen ese día que Scarlet abatió al loco desquiciado que había
tomado de rehén al hijo de su ex mujer…
“¿No
vas a felicitarla?” Eso me dijo con alegría y euforia. Aún ignoraría de la
naturaleza de Scarlet. Después lo descubrió… Era muy inteligente. Una pérdida
muy grande.
Eché
la cabeza hacia atrás apoyándola en el respaldo, cerré los ojos.
¿Por
qué Scarlet o los Craig se meterían en problemas cuando el comisario los
apoyaba y guardaría el secreto? ¿No hubiera sido más fácil asesinarlo con
discreción? ¿Por qué cometer esa brutalidad tan evidente? No… No podían ser
ellos… Entonces, ¿quién? ¿Quién de su raza caminaba entre nosotros con absoluta
impunidad?
Cuando
John regresó le dije que me dejara en el hospital. Hablaría con Bianca
McCarthy. Quizás ella podría contarme alguna sospecha. Lo ideal hubiera sido preguntar
a Scarlet pero como estaban las cosas…
Entré
al hospital cuando Bianca salía de uno de los ascensores. Alzó la vista y me
vio. Entregó una planilla a un doctor que la esperaba, creo que era el
director. Se acercó a mí con pasos decididos.
—Buenos
días, Petrov.
—No
son tan buenos para mí.
—Lo
sé. Su amigo el oficial estuvo por aquí. Tiene toda la información que
necesita.
—Okay…
¿Vikingo conoce todo el dictamen real?
—Le
dije todo lo que sé. Verdaderamente. Sí a eso se refiere.
—Sí…
Y… ¿Podría preguntarle si sospechan de…? Quiero decir –bajé la voz—. De otro
como ustedes.
—Por
ahora no. Pero no pierda cuidado, los Craig removerán cielo y tierra para dar
con él. Bueno, cielo e infierno.
—¿A
qué se refiere?
—No
me haga caso, conjeturas fantasiosas.
—No
hay nada fantasioso que rodee a los Craig. Paraíso o pesadilla es todo real.
—Imagino
que la parte de “paraíso” se lo adjudicó a Scarlet, ¿no?
Suspiré
y bajé la vista.
—Me
deseó la muerte.
Echó
la cabeza hacia atrás como buscando algo en el techo. Con los brazos en jarro
negó con la cabeza.
—Le
pido disculpas en nombre de ella. Sé que no habrá querido decirlo.
—Fue
muy convincente –murmuré con angustia.
—Como
lo fue usted cuando dijo que era un monstruo.
—Estaba
furioso.
—Ella
también.
—Entiendo
que la defienda. Es su cuñada.
—Es
mucho más que eso. Es una gran amiga y siempre fue mi aliada. Bueno… —sonrió—.
Al principio no. Pero después mostró un gran corazón.
—¿Antes
no lo tenía?
Caminamos
lentamente hacia la salida.
—Sí,
pero era un poco salvaje y estaba acostumbrada a ser la consentida y mimada de
Adrien Craig, padre de Sebastien y Lenya.
—¿Adrien
no era su padre?
—La
adoptó. Scarlet es hija de otro vampiro muy poderoso. Agravar. Era maléfico y
destructivo.
—¿La
abandonó?
—Sí,
junto a su madre. De todas formas Agravar ya murió.
—Pensé
que los vampiros no morían.
—Se
equivoca. No tan fácil como los humanos. De todas formas Agravar murió en manos
de Scarlet.
—¿Qué?
¿Mató a su padre?
—Por
defender a sus hermanos. Él iba a hacerles daño… Y… —se detuvo para mirarme—.
Ahora que lo pienso… También defendió a Anne de su padre, ¿verdad?
—Sí,
pero no lo maté. Lo eché de casa.
Hizo
una mueca de sonrisa autosuficiente.
—Eso
no hubiera dado resultado con un poderoso vampiro.
—Entiendo.
—¿Necesita
algo más, Petrov?
—Sí…
Dígame… ¿Cómo pueden estar tan seguros que ningún vampiro conocido ha podido
efectuar este asesinato cruel?
—Simple,
hay un lema que se cumple a rajatabla desde centenares de años. No podemos
llamar la atención, nuestra raza se extinguiría. Ese imperativo es obedecido
por cada uno de nosotros. Salvo…
—¿Salvo?
—Que
un vampiro quiera perjudicarnos.
—¿Sospechan
de alguien?
—No
por ahora. Que tenga buen día.
—¡Espere!
Otra pregunta.
—Dígame.
—Usted
regresó de la muerte… ¿Podría suceder con otro vampiro?
Dio
dos pasos para retirarse y se detuvo. Su mirada se perdió en la avenida
transitada.
—No
lo sé.
Charles.
Serví
un café a Margaret y a Khatry, mientras Miyo observaba atenta el móvil que
manipulaba Scarlet. Sentados en la gran sala de mi cabaña comentábamos el
último suceso aberrante en Kirkenes.
—Pobre
Hansen –murmuró Scarlet.
—¿Tenía
familia?
—Sí,
Margaret. Su mujer y un hijo de treinta años. Acabo de enviarles un mensaje.
—¿Mensaje?
–repitió Miyo.
Scarlet
sonrió.
—¿Ves?
Es un móvil y puedes hablar con otros que no estén cerca –le mostró la
pantalla.
—Magia
–aplaudió.
Reímos.
—No,
no es magia. Es un poco complicado explicarte aún, pero cuando domines más
vocabulario te enseñaré.
—Aaaah…
No magia…
De
pronto Margaret bebió un trago y quedó pensativa.
—¿En
qué piensas, cariño?
—Charles…
Los Escarlata no harían eso, ¿verdad?
—En
absoluto. Son guerreros de Adrien aunque se mantengan aislados no romperían
reglas básicas.
—¿No
hubo noticias de ellos? –preguntó Khatry.
—No.
Bianca fue la que tuvo contacto y después Odin visitó a Sebastien para dar con
el paradero de ella.
—Odin…
—Khatry sonrió—. Guerrero poderoso de sangre vikinga. ¡Tengo ganas de verlo!
—Me
temo que no se acercará a Kirkenes. Según Bianca les ha costado encontrar un
refugio y varios de ellos no se materializan.
—¿Dónde
se encuentran?
—En
Alberta, Canadá.
—¿Lejos
de aquí?
—Bastante,
norte de América.
—¿Américaaa?
¿Bosque?
—No
Miyo, hay bosque pero no como el que tienes cerca de aquí.
—¡Quiero
ir al bosque!
—Bueno…
quizás si un día te acompaño podríamos correr por el bosque. ¿Te gusta la idea?
–sonreí.
—Síiiii,
bosque lindo, pájaros, gato.
—No
cariño, aquí no hay leopardo de las nieves como en Siberia –corrigió Khatry.
—¿No
gatos?
—No,
y ya te lo he enseñado son leopardos de las nieves. Tú debes saber muy bien
eso. Es nuestro símbolo.
Miyo
se miró el colmillo que colgaba de su cuello.
—Ah
sí, leeeeoopaardo, no gato.
Reímos.
Miyo era fresca y divertida. Tan inocente. Thashy en cambio era más medida y
muy inteligente. Callada había observado a cada uno de los que estábamos en la
sala.
—¿No
es peligroso para Miyo que vaya al bosque? Sebastien me contó sobre los lobos
de la reserva.
—No
te preocupes Khatry, los lobos son amigos.
—¿Lobos?
¿Amigos?
—Sí
querida. Los lobos son inofensivos. Es más, Bernardo guardián del alfa es amigo
de Bianca.
—Si
tuviera otros ánimos, te llevaría al centro comercial –dijo Scarlet—. Allí te
fascinarías.
—Es
muy pronto Scarlet –aseguró Margaret.
—Lo
sé, de todas formas no tengo ganas de comprar ni un par de soquetes.
—Eso
sí que es grave, querida –agregué con una sonrisa.
—¿Petrov
y tú siguen enemistados? –preguntó Margaret.
—Enemistados
es poco. El imbécil creyó que los Craig éramos artífices del homicidio. Pero me
desquité y le dije que él tenía que haber muerto y no el comisario.
—¡Scarlet!
—No
me retes, Margaret.
—¿Petrov?
¿Es el oficial que vino por Sebastien? ¿El que buscó a Nicolay?
—Sí
Thashy, el mismo –contesté.
La
hija mayor de Agni miró hacia la ventana y después clavó sus ojos en Scarlet.
—¿Petrov
es humano?
—Sí,
el grandísimo hijo de su madre es humano.
—Extraño…
Olí a vampiro.
—Ah
sí… No es que… —explicó Scarlet—. Yo lo alcancé a morder pero fueron segundos y
no tan profundo.
—¿Un
vampiro poquito? –Miyo señaló una corta distancia entre dos de sus dedos.
Volvimos
a reír.
—Sí
querida Miyo, poquito vampiro –después me dirigí a Thashy—. ¿Así qué oliste
nuestro aroma en él?
—Algo…
Sí… Como ahora, por el viento de la ventana abierta.
Antes
de que reaccionara y me pusiera de pie los golpes de llamada no se hicieron
esperar. Abrí la puerta ante la mirada expectante de todos.
—OH,
rastreador –sonreí—. Gusto de verte. Adelante.
Margaret
y Scarlet se pusieron de pie.
—¡Buenos
días, Ivan!
—Buenos
días.
Khatry
y Thashy se levantaron del sillón.
—Ivan
Gólubev, gusto verte. ¡Cómo has crecido!
—Khatry
Sherpa –inclinó la cabeza—. El gusto es mío.
Después
se dirigió a Thashy.
—Señorita,
un placer –besó la mano de la vampiresa que sonrió gentil.
Miyo
se mantuvo sentada con la boca abierta.
—Hermana,
él es Iván Gólubev, ¿recuerdas que te conté de los Gólubev? Acércate por favor,
saluda porque es de buena educación.
—No
te preocupes, Khatry. Yo entiendo –titubeó Ivan.
Miyo
se acercó pero no extendió la mano para que la besara o estrechara, estiró los
dedos hasta tocar el cabello del joven Gólubev.
—Vampirooo
rubio.
Ivan
sonrió.
—Miyo,
por favor –llamó la atención su hermano.
Ella
puso cara de llanto.
—No
te he retado Miyo solo digo que no tienes que ser tan confianzuda.
—No
hay problema, solo se extrañó de mi cabello.
—Sí,
vampiro rubio –Miyo acarició su propio cabello y continuó alegre—. Yo champú,
en la ducha. ¿Tú champú?
Iván
rio.
—Sí,
yo también uso champú.
—Querido
–interrumpí—, ¿has venido en ayuda? ¿Sebastien te ha contado?
—A
mi padre y él a mí. Cuenten conmigo si hay que buscar a ese asesino.
—Eres
tan atento, Ivan. Te prepararé un café –ofreció Margaret.
—Muchas
gracias.
—Vampiro
atento –se tentó Miyo al desconocer la palabra.
—Atento
y lindo –sonrió Scarlet.
—Lindooo
siiii –repitió bajito Miyo.
Reímos.
A pesar de tener sobre nuestra espalda el trabajo de encontrar a ese vampiro,
la tarde que le siguió con Ivan y los Sherpa fue agradable y amena. Por la
breve noche el resto de los Craig se reunieron con nosotros. Solo faltó Ron que
habría ido a cazar. En la sala de mi cabaña, tratamos de idear un plan para dar
con el asesino. También se nos unió Boris y Ekaterina. Bernardo fue alertado
por Bianca para que la manada estuviera atenta ante cualquier visita no
deseada. Aproveché a pedir al amigo de Bianca la autorización para que Miyo
paseara por el bosque, del cual no se negó, como era de esperar viniendo de
Bernardo. Solo quedaba poner todo de nuestra parte para que Kirkenes tuviera la
tranquilidad de una ciudad bella y turística. Aunque no mencioné mi falta de
confianza en que lo atraparíamos fácilmente. ¿Y si no era de este mundo? Intuí
con temor si al atraparlo… alguno de nosotros no moriría en el intento.
Grigorii.
Ya
en la comisaría nos reunimos en la sala de informes a pedido de Vikingo.
Estábamos todos los oficiales de turno. Seríamos doce contando conmigo. Nos
acomodamos en diferentes sillas diseminadas, Vikingo se mantuvo de pie después
de cerrar la puerta.
Si
tuviera que ser sincero diría que sentí temor por lo que iría a decir. Sí…
frente a todos. Parecía irónico que ante una amenaza como la que estábamos
soportando y la triste muerte de Hansen, yo… pensara en Scarlet y los Craig.
¿Sería capaz de desenmascararlos? ¿Y yo qué haría? ¿Lo negaría ante todos? ¿Lo
trataría de loco? Sí… Supe que eso haría si él delataba a los Craig.
Pero
no lo hizo y respiré profundo al escuchar sus primeras palabras.
—Los
reuní a todos porque debemos prepararnos para trabajar intensamente en la
búsqueda del asesino.
—¿Se
tiene sospecha de alguien, Vikingo? –preguntó Bully.
—No,
no tenemos idea de nada. Ni una pista. Solo el lugar del hecho.
—¿Pero
qué arma usó? ¡Yo vi el cuerpo, joder! –exclamó Catty—. No pudo hacerlo solo.
—Quizás
una banda de forajidos, dementes –sugirió
Mac.
—Es
posible, ahora… debemos mantenernos despiertos y con los cinco sentidos.
Recorramos cada rincón de Kirkenes. El asesino o los asesinos debieron dejar
una pista. Les pido que—Vikingo suspiró—, por favor… cualquier hecho o actitud
extraña me la hagan saber.
—¿A
ti debemos responder? –preguntó Bully.
—Sí…
Eso es algo que también quería comunicarles. Me ha llegado un nombramiento provisional
para ser su comisario y espero cumplir mi rol como merecen.
—Okay
–dijeron todos.
—Me
alegra que seas tú –Catty se acercó—. Estoy segura que estamos en buenas manos.
—Gracias
oficial. Bueno, ¿alguien tiene algo más que informar? Trabajaremos en equipo.
Nadie ocultará información por más insignificante que sea.
—¡Hecho!
—Lo
encontraremos Hansen, digo… comisario.
—Estoy
seguro que sí. Ahora vayan, hablaré a la noche con los oficiales de turno.
Cuando
me quedé a solas con Vikingo me acerqué. Él estaba cabizbajo y muy triste, como
lo estábamos todos, aunque sabía que a Hakon le preocupaban otras cosas.
—No
creo que los Craig lo hayan hecho, comisario.
—No
me llames comisario si no hay nadie de tus colegas, Grigorii. Somos los mismos
amigos de siempre. Solo que un poco más asustados. Y no, tampoco creo que sean
los Craig y de que tengan idea de quién es el homicida. Sin embargo eso me
preocupa más. Si ellos no pueden ubicar a quien lo hizo ese monstruo acabará
con todos.
—Hablando
de ello, debo ir a casa. Anne está sola.
—Sí,
ve. Mañana comenzaremos la ronda.
—¿Quieres
que te alcance en la moto?
—No,
iré en la patrulla hasta la mansión de los Craig, quizás tengan alguna novedad.
Descansa.
—Puedo
acompañarlo.
—Preferiría
que no. Si llegara a estar Scarlet…
—Okay…
Nos vemos mañana, entonces.
—Hasta
mañana y cuida a Anne.
—Lo
haré.
Cogí
las calles a velocidad media, tratando de ver algo en la ciudad que llamara la
atención. Un vampiro entre humanos no era tan fácil reconocer pero en el caso
del asesino evidentemente sería un salvaje. Para haber asesinado así… Hansen no
tenía enemigos. Todos los que había metido en la cárcel estaban muy bien
guardados y tampoco habría posibilidad de una venganza de ese tamaño contra él.
Mañana
sería un día largo. El cuerpo sería entregado a la familia y debíamos asistir
al entierro. Nada fácil…
Aparqué
la moto en el estacionamiento y caminé sumido en miles de preguntas hasta que
levanté la vista… y lo vi.
Allí
estaba, de pie como soldado, pegado a mi puerta… El guardaespaldas de los
Craig.
—¿Qué
haces aquí? –avancé hasta tenerlo frente a frente.
Estaba
vestido de jeans, camiseta, y chaqueta de cuero. Llevaba gafas oscuras y sus
rasgos eran rígidos como la piedra.
—Cuidando
a Anne.
—Puedes
irte, mi hermana me tiene a mí.
—¿En
serio? –hizo un pequeño gesto burlón.
—Sí,
no dejaré que nada le pase –palmee mi arma en la cintura.
—¿Crees
que con eso la defenderás? Es extraño que el comisario no lo haya hecho.
¿Llevaba arma también?
—Pasarán
por mi cadáver antes de tocarla.
—Tus
intenciones son buenas, pero tu fuerza de voluntad no basta para protegerla
contra todos.
—Vete
tú…. Como te llames.
—Ron.
—Bueno
Ron, te invito a que te marches. Yo me encargo.
—Te
repito, no confío en que puedas hacerlo.
—No
me importa lo que pienses, quiero que te vayas.
—Y
a mí no me importa lo que quieras, no me iré. Así que no pierdas tiempo y entra
de una buena vez. Anne debe estar preocupada por ti.
—¿Quién
crees que eres para darme órdenes y decirme como está mi hermana?
—Al
menos soy el que salvará tu pellejo si ese vampiro viene por ti o por Anne.
—Así
que sabes que es un vampiro? ¿Ya no hay duda?
—¿Tú
tienes duda?
Suspiré
y observé alrededor. Tomé coraje para seguir.
—Mira,
mi hermana tiene problemas y la pondrás nerviosa.
—Sé
que problemas tiene Anne. Te aseguro que la dejarás más tranquila si dejas de
discutir conmigo y entras a tu maldita casa de una vez.
—¡Joder
contigo!
La
puerta se abrió y Ane asomó apenas la cabeza.
—Grigorii,
¡qué suerte estás aquí! Estaba deseando que llegaras. Me preocupa que estés en
la calle.
El
tal Ron arqueó una ceja.
—Ya
estoy aquí, cariño. Estoy convenciendo al guardaespaldas de los Craig que puede
irse tranquilo, te cuidaré.
—Por
favor, que se quede. ¿Ron, te quedarás?
Ahora
el de la ceja levantada era yo.
Él
sonrió autosuficiente.
—Claro,
Anne. No me moveré de aquí.
—Gracias.
Respiré
profundo y bajé la vista.
—Ron,
llamarás la atención de los vecinos.
—¿Piensas
qué a esta altura me importa? Y a ti creo que tampoco.
—¿Es
qué no entiendes? No quiero que te quedes en la puerta como centinela. Si lo
deseas puedes quedarte en la esquina vigilando.
Pareció
mirarme serio bajo las gafas oscuras y aseguró.
—En
la esquina podría no llegar a salvarlos.
Tragué
saliva…
¿Sería
verdad que corríamos tanto peligro frente a un vampiro? Su seguridad me hizo
dudar… y temer. Recordé a Scarlet cuando se había materializado en mi
habitación. Su rapidez y silencio para moverse.
—Okay,
entraré. Solo porque no quiero seguir discutiendo frente a Anne.
—Decisión
razonable, Petrov.
—Trata
de no dormir colgado o sí llamarás la atención.
—No
digas nada, ¿tu serie favorita fue Drácula? Pues borra toda idea de tu cabeza
porque nada más lejos de la realidad.
—Sin
embargo se alimentan de sangre humana, ¿o me equivoco?
—¡Bingo!
Aunque tenemos mucho control. El mismo control que carece quien está tras de
ese crimen. Deja de pelear y guarda tu energía para algo más útil.
—¡Cabrón!
—Sí,
yo también te aprecio, Petrov.
Entré
y cerré la puerta de un portazo.
Anne
me miró enojada.
—¿Por
qué no confías en los Craig? Ron trata de ayudar. Eres un desagradecido.
—Anne
por el amor de Dios…
Cruzó
los brazos a la altura del pecho.
—Deberías
disculparte.
—Olvídalo
no lo haré. Y ahora vamos a comer algo y a descansar. No creo que hayas podido
hacerlo con todo lo que ha ocurrido.
—Cierto.
Estaba nerviosa. Aunque ahora no lo estoy. Sé que nos protegerá.
—Bien,
no discutamos. Por favor…
—Está
bien… Perdona… Estuve preocupada por ti.
La
abracé.
—Tranquila
cariño, nada nos ocurrirá.
Supe
que me creía. Sin embargo no por pensar que nadie le haría daño con un hermano
siendo policía y que daría la vida por defenderla, sino por ese extraño que
velaría nuestro sueño.
Sebastien.
Sentado
en el sofá con Bianca tras de mí, sus masajes relajantes no lograban su
objetivo. Acarició mis hombros y besó mi frente.
—Calma,
amor. Lo encontraremos.
—No
lo sé… ¿Se ha sabido algo de Chelle?
—Aún
no. Quizás regresó a Chile.
—No
lo creo. Lo menos que querrá hacer es cruzarse con su hermana.
—¿Ivan
volvió con noticias?
—No,
pero es poco tiempo aunque sea un excelente rastreador.
—Y…
¿Esa Vilu? ¿No estará en Kirkenes tras los Sherpa?
—No,
Bianca. No se arriesgaría teniendo a todos los Craig aquí.
—¿Pero
quién puede ser?
—Juro
que no lo sé.
—Sebastien,
le han cortado las venas… Es alguien que sabe lo que hacían los Craig con
aquellos moribundos.
—Cualquier
vampiro pudo haberse enterado.
—Conoces
todos los vampiros. ¿O quizás hay alguien que no estás tomando en cuenta?
Scarlet
bajó la escalera.
—Veo
que no soy la única que no puede conciliar el sueño.
—Así
es –contesté—. ¿Lenya y Liz?
—En
su habitación. Liz está preocupada. De todas formas el “Aquaman” que tiene por
marido le ha prometido que nada le ocurrirá.
—No
sé cómo guardas tanto humor, Scarlet.
Se
dejó caer en el sofá y me miró.
—¿Y
qué quieres que haga? ¿Llorar? ¿Lamentarme? ¿O sentirme desgraciada porque
nadie me protege? Tengo que cuidarme sola.
—Todos
nosotros te protegeremos –sonrió Bianca.
—No
es lo mismo.
—Quizás
–continuó sentándose a su lado—, tengas que protegerlo a él.
—¡Por
mí que se muera!
—¡Scarlet!
Mientes muy mal, entérate –protesté.
Levantó
los hombros en señal de desinterés pero esquivó mi mirada.
—¿Niégame
que no te volverías loca si le ocurre algo malo a tu Petrov?
—Bueno…
se lo merece por desconfiar de mí. Además… Está Ron para cuidarlo.
—¿Ron?
–sonreí—. Así que te aseguraste de protegerlo sin quedar en evidencia.
—Te
equivocas, fue decisión de Ron.
—Y
te vino perfecto.
-¡Ya
Sebastien! ¡Qué latoso eres!
Rose
salió de la cocina junto a Anouk.
—Chicas
–se asombró Bianca—, no sabía que estaban levantadas.
—Rose
estudiaba y yo le daba apoyo logístico. Mañana rinde la práctica de psicología.
—¡Qué
bien! –se alegró Bianca.
—Sí,
genial. Pero no quiero que vaya sola al instituto –repliqué.
—Sebastien,
tranquilo. Yo la acompañaré.
—No
es una garantía, Anouk.
—Me
ofendes. Soy una Gólubev y la más veloz.
—Gólubev,
veloz, y lo que quieras. Pero esto no es una maratón ni una competencia de
apellidos de raza. Estamos frente a un ser que desconocemos de qué es capaz. No
me arriesgaré. Te acompañaré a rendir.
—¡Qué
honor, Rose! Irás con el líder de los vampiros como si fuera tu padre.
—Ya
me acostumbré a no tener padre, por mí estará bien ir solo con Anouk.
—Creo
que no se entendió lo que dije. No fue opcional. Es una orden. ¿A qué horas
rindes?
—A
las ocho y media, pero debo estar a las ocho.
—Allí
estaremos.
En
ese instante el sonido de un motor pareció escucharse cada vez más cercano.
—Es
tarde, ¿crees que viene para aquí? –preguntó Bianca afinando el oído.
—O
viene para aquí o está patrullando. Conozco de memoria los motores de los Ford,
y el coche de Charles está guardado –acotó Scarlet acercándose al visor.
Efectivamente
una patrulla no tardó en detenerse junto a los portones. A los segundos, el
oficial rubio llamado Vikingo bajó del móvil policial.
Scarlet
accionó el comando dejando la entrada libre.
—Es
Vikingo.
—¿Qué
querrá?
—No
lo sé, Bianca –contesté—. No tardaremos en saberlo.
Lenya
bajó la escalera.
—¿Qué
quiere ese polizonte aquí?
—Tranquilo,
hermano. Posiblemente desea saber si tenemos una pista –me puse de pie. Y abrí
la puerta aguardando que el oficial llegara hasta el portal.
—Buenas
noches, señor Craig. ¿Puedo pasar?
—Por
supuesto –hice un ademán—. Adelante.
Se
lo venía abatido, cansado. Podía apreciarse la gran tristeza que lo embargaba.
Lamenté no poder darle un aliciente y decirle que sabíamos quién había
asesinado al comisario, pero no… No teníamos ninguna pista.
—Buenas
noches, Scarlet. Disculpen esta visita.
—Tome
asiento, por favor –invité.
—Gracias,
sé que la hora es inapropiada pero necesito saber algo más, un detalle por
mínimo que sea.
—Lo
que desee saber, pregunte.
—Haré
café para todos –murmuró Lenya.
Cabizbajo
buscó un anotador pequeño y un lápiz en su chaqueta. Cuando se disponía a
escribir, su mano tembló.
—¿Se
siente bien?
—Sí,
solo que… siento que por primera vez este anotador no me servirá de nada.
¿Verdad? –me miró con ojos húmedos.
—Puede
que no, o sí –me senté frente a él junto a Bianca.
—Yo…
necesito que haga memoria a lo largo de toda su vida. ¿Hay alguien que es capaz
de cometer estos hechos aberrantes?
—En
mi larga vida, oficial… he conocido monstruos que no imagina que serían capaces
de hacer. Sin embargo ya no viven.
Bianca
y Scarlet intercambiaron miradas. Las mismas que no fueron pasadas
desapercibidas por el oficial.
—¿Qué
ocurre Scarlet? Dime porque te noto inquieta, he aprendido a conocerte.
—No
es nada.
—¡Dímelo,
por favor!
—Es…
descabellado, casi imposible.
—Eso
lo determinaré yo. Estoy al mando, Scarlet. Me nombraron comisario y siento
doble responsabilidad. Porque no solo debo hallar al asesino de un querido
colega sino que le debo la tranquilidad a la comunidad.
Scarlet
se puso de pie y se acercó a la ventana. Observó el parque en silencio y
respiró profundo.
—Es
que… —balbuceó—. Sería una catástrofe.
—No
pensar que pueda ocurrir quizás es lo que no debemos hacer, por favor –suplicó.
Bianca
interrumpió.
—Le
contaré lo que ocurrió conmigo al borde de la muerte. De todos modos no saque
conjeturas apresuradas porque… si el mundo de los vivos y los muertos podría
mezclarse con facilidad no estaríamos aquí sentados.
—¿A
qué se refiere?
Y
Bianca contó…
Él
solo escuchó sin interrumpir, asombrado como lo estaría cualquier humano
mortal. Bajó la vista y su cuerpo demostró la inquietud, el comienzo del
descontrol.
—No,
no podremos contra eso.
—Tranquilo,
dudamos que sea un ser del más allá –lo calmé.
—¿Por
qué no, Sebastien Craig?
—Por
lo mismo que le ha dicho mi esposa. Hubiera sido un caos desde hace centenas de
años.
—¿Y
si ahora pudieran hacerlo? ¿Si hoy por hoy serían capaces de traspasar esa
barrera de lo físico y espiritual?
—Pensemos
que no –murmuré—. Debemos ir a lo práctico, comisario.
Lenya
trajo los cafés y le ofreció a Vikingo.
—Gracias.
Lo acepto porque no me siento fuerte y el café hará reponerme.
—Le
aseguro que estamos poniendo todo de nosotros para averiguar el crimen –dijo mi
hermano.
—Pero
están aquí, en esta mansión, reunidos. Mientras en las calles suelto está ese
monstruo.
—Nos
turnamos, no se preocupe. Hay muchos de los nuestros en esta misión. Nosotros
también descansamos para reponer energía. Estamos dándole la importancia que se
merece, no lo dude.
—¿Hay
muchos de ustedes? Digo… Entre nosotros.
—Más
de una decena. Y le vuelvo a repetir, confío en cada uno de ellos.
—¿De
todos?
—Sí
–dudé unos instantes—. De todos.
De
pronto Anouk bajó las escaleras preocupada.
—Sebastien,
me despertaron unos ruidos.
Me
puse de pie.
—¿Ruidos?
¿Qué es lo extraño, Anouk?
—Vienen
del altillo. Y en planta alta solo estamos Rose, Liz, y yo.
Lenya
subió de dos en dos los escalones y lo seguí. Scarlet no tardó en unírsenos.
—¡Tengan
cuidado! –Exclamó Bianca—. Comisario, aguarde aquí.
Cuando
llegamos al altillo parecía todo normal, salvo la pequeña ventana abierta.
—Alguien
entró –Anouk se acercó a la abertura—. Estaba presente cuando Rose cerró los
cristales.
Los
ojos de Lenya al igual que los míos recorrieron el lugar, buscando algún
detalle, alguna huella de una presencia.
Bianca
se asomó a la puerta preocupada.
—Pensé
que iba a encontrar a alguien más con ustedes.
—No
–murmuré—, el visitante que piso aquí ya no está.
—¿Seguro
que entró alguien?
—No
hay suficiente viento para abrir la ventana –alegó Lenya.
En
ese instante algo llamó la atención. Las puertas del armario estaban mal
cerradas. Me acerqué y lo abrí.
—Alguien
busco ropa aquí. Está desordenado. Charles suele guardar prendas que ya no
usamos.
—¿Pero
quién querría llevarse esa ropa pudiendo llevarse objetos de más valor?
–preguntó Scarlet.
—Alguien
que deseaba deshacerse de la suya.
Busqué
con la mirada cada rincón del pequeño altillo. Antes de descubrirlo, Lenya
avanzó hacia el ropero y quitó el canasto de mimbre. Lo destapó y metió la
mano.
Cuando
sus dedos sostuvieron en el aire una tela hecha un bollo, me miró.
Me
acerqué mientras estiraba la prenda para ver mejor.
—Es
una camisa, ¿la conoces?
—Lamentablemente
sí –tragué saliva.
La
voz de Liz se escuchó en la planta alta.
—Mi
amor, ¿está todo bien?
—Sí,
cariño. Regresa a la cama.
Extendí
la camisa y comprobé la gran mancha de sangre que la cubría.
Scarlet
arrugó la nariz.
—Sangre
humana –murmuró.
—Exacto
–cogí el móvil de mi bolsillo.
—No
puedo creerlo. Me juego que es de Hansen –se apenó mi hermana.
—La
llevaré a la morgue. Sabremos con exactitud –dijo Bianca.
Mientras
esperaba que atendiera el llamado aconsejé a Lenya volver con Liz y a Anouk a
su habitación.
—Dame
una bolsa, Scarlet –dijo Bianca—, Vikingo nos llevará al hospital.
—No
digan nada por ahora –alerté—. No podemos sembrar el pánico si no estamos
seguros.
—No
te preocupes.
Mi
llamada fue atendida y respiré profundo.
—Hola,
disculpa la hora. ¿Estás en el hotel?
“No
te preocupes. Aún no dormía. ¿Qué ocurre Sebastien?”
—Escucha…
Debemos encontrar a Chelle lo antes posible.
“¿Chelle?
¿No vivía con Charles?”
—Desde
hace tres días no lo vemos.
“¿Pudo
haber salido a cazar?”
—Eso
es lo que me temo. Ivan… Rastrea cada rincón de Kirkenes. Hay que encontrarlo.
Hola, Lou... De acuerdo, voy a ser como un policía... y supongo que te reirás bastante si estoy muy desencaminada ;-)
ResponderEliminarEmpezaría por decirte que todos son sospechosos hasta que se demuestre lo contrario... pero no, porque descarto a los Craig... los conozco bien, ninguno de ellos asesinaría al comisario Hansen
Y te aseguro que he sentido su muerte... era un buen hombre, no merecía un final semejante... Tampoco me lo esperaba; después de encontrar al pequeño Nicolay, supongo que esperaba un capítulo feliz
También descarto a los Sherpa... Miyo es un encanto... Khatry y Thashy, no... Quien lo ha hecho, está claro que quiere que sospechen de los Craig... los cortes en las muñecas lo demuestran
Vilu, no creo... De Chelle han sospechado demasiado pronto
Yo, de quien más sospecho, es de Agravar... Ya sé que está muerto, pero de alguna manera ha podido volver
Y Agravar tiene un motivo, odia a los Craig, pero sobre todo creo que ahora debe odiar a Scarlet... Grigorii y Scarlet han vuelto a enfrentarse por la muerte de Hansen, y esto debe hacer feliz a alguien con tanta maldad como Agravar... Pues ya lo sabes... mi sospechoso principal es Agravar
Entiendo que Grigorii esté nervioso y no sepa qué pensar... Scarlet no lo entiende y le ha dicho algo terrible, sé que cuando nos enfadamos podemos decir cosas terribles, pero algo tan brutal, yo no podría
Para Anne es más sencillo confiar en los Craig, ha vivido con ellos, la han ayudado mucho... y Ron está muy cerca para protegerla, también protegerá a Grigorii
Es que, si el asesino es Agravar, Grigorii y Anne son los que más protección necesitan... Prefiero no imaginar el sufrimiento de Scarlet si la próxima víctima fuera Grigorii después de lo que le ha dicho
Me encantan Asgard y Bua... y me he reído cuando Bua le ha dicho con exactitud los días que están sin verse... A veces se cometen esos errores, supongo que son inevitables
Un capítulo genial... Enhorabuena, Lou
Besos
¡Hola Mela! Muchas gracias por tu comentario. Y desde ya que no me dio risa tus conjeturas, me ha dado ilusión. Solo alguien que sigue mi novela con tanto cariño puede desmenuzar un capi como lo haces tú. Gracias.
ResponderEliminarPasamos a tus sospechas. Lo único que puedo decirte es que coincido contigo con respecto a los Craig. No son ellos.
Si te digo que no tengo idea no me creerás, pues lo bien que haces, porque sé quien es, lástima que ni a los Craig ni a Vikingo puedo decírselos. Seguramente cambiaría el destino y no es la idea.
Tu razonamiento es muy bueno aunque... habrá que ver cuanto acierto hay con respecto al homicida. Tienes razón sea o no Agravar tendría que volver de la oscuridad. ¿Será posible? Lo vamos a saber, te lo prometo y en dos capis más.
Descartas a los Sherpas y ahí no puedo negarte la razón, son muy nobles. Ya ves, van quedando menos...
Creo que para algunos lectores será una gran sorpresa.
Sé que te ha apenado la muerte de Hansen, buen hombre. Sin embargo todo ocurre por algo, quizás como en la vida real. Imagino a Vikingo un buen comisario y aliado.
En cuanto a Ron, me ha encantado que guarde las espaldas de los dos hermanos. Está enamorado de Anne y pasarán por su cadáver si se acercan a hacer daño.
Scarlet tiene esas cosas que luego se arrepiente. Podría salirle mal, pero como la escritora y Ron lo protegen creo que estará a salvo.
Asgard nos dará una sorpresa y Bua a sus padres ni te cuento, pero será contenido del próximo capítulo.
No me queda más que darte las gracias eternas por acompañarme en esta loca historia de vampiros. Un beso grande y feliz semana para ti.
Uy quedo muy interesante . Esperó que Grigori deje la desconfianza ue mepice a creer en la mujer que ama. Te mando un beso
ResponderEliminar¡Hola Citu! Gracias por comentar. Ojala Grigorii deje la desconfianza y que Scarlet lo perdone. Aunque últimamente ella también se las manda guardar.
EliminarYo también te mando un besazo y feliz semana para ti, amiga.
Aggggghhhhhh!!!!! Vida cruel!!!! Por quéeeeeeeeee han asesinado al comisario Hansen???? Quiéeennn ha sido???
ResponderEliminarAquí falta la ayuda de Sherlock Holmes o de Hércules Poirot!!!!
Silencio, silencioso, estoy pensando. Los Craig no han sido, los Sherpas tampoco. Van quedando menos, jejejeje. Lo tengooooo!!!! Ha sido Chelle!!!! Dónde estáaaaa??? Por qué lleva desaparecido tres días??? Chelle es mi sospechoso!!!!
A Agravar lo descarto porque ha sospechado Mela y mi hermana no acierta nunca:)))))))
Me encantan Asgard y Bua!!!! Y la inocencia de Miyo!!!!
Scarlet debe hacer honor a su nombre y decir: A Dios pongo por testigo que te amo con locura, Grigorii:))))
Capítulazoooooo!!!!! Igual que Mela, te doy la enhorabuena!!!!!
Besoteeeesssssss!!!!!
¡Hola corazón! ¿Qué raro tú haciéndome reír? Jajaja, gracias por tu humor que levanta cualquier ánimo.
EliminarPues sí, han matado el comisario y sé quien es y no lo puedo decir. ¿Habrás adivinado? Quién sabe... Tendremos que esperar, bueno ustedes tendrán que esperar yo tendré que mantener mi boca callada.
A mí también me gusta Asgard y Bua. reo que darán sorpresas en el libro.
Miyo es una dulce pero creo que ha puesto sus ojos nada menos que en el erudito de Ivan Gólubev... uy si yo hablara... En fin los Craig me tienen amordazada. A ver hasta cuando.
El nombre de Scarlet lo he elegido de Lo que el viento se llevó. ¿Lo sabías? Pues ha resultado bastante tormentosa la niña.
Espero hayas disfrutado y me alegró mucho tu comentario Gracias cielo feliz semana para ti.
Puede ser que el asesino sea Chelle,es raro que haya desaparecido.Tambien puede ser Agravar.Creo que ha matado a Hansen por saber el secreto de los Craig,entonces puede ser que quiera matar a Vikingo,a Grigori y a Anne.Todos estos pueden estar en peligro.Con Grigori y Scarlet no pasa nada,los que mas riñen son los que mas se quieren.Me ha gustado mucho,escribes muy bien.Besos.
ResponderEliminar¡Hola Ramón! Muchas gracias por leerme y comentar.
EliminarEs raro que Chelle haya desaparecido sí... Creo que los Craig lo encontrarán y tendrá que dar explicaciones si las tiene.
Agravar tendría que haber podido salir de la oscuridad, quizás alguien lo ayudó sin querer. Yo en tu lugar podría pensar que cualquiera de los dos ha matado a Hansen. ¿Será así? Veremos pronto que ocurre.
Es cierto, coincido. Scarlet y Grigorii se quieren y tengo fe que resolverán sus problemas, salvo... que el asesino los sorprenda antes.
Gracias por tus palabras sobre mi escritura.
Un gran abrazo y una feliz semana para ti.
Podría decirte que la asesina es Vilu, pero pienso que ha sido un lobo. El cadáver destrozado. Soy un buen policía? Coincido con Ramón, los que más riñen se adoran. Creo que la que le ha deseado la muerte a Grigorii tendrá que salvarlo.
ResponderEliminarBso
¡Hola Ignacio! Muchas gracias por comentar. ¿Piensas qué es Vilu? Quizás sí quizás no... Paciencia que ya sabremos.
ResponderEliminar¿Un lobo? Mmm... Lo que no encajaría es que parece que el asesino busca perjudicar a los Craig, parece que los odiara, ¿no? Veremos..
Cierto, Scarlet y Grigorii se quieren, aunque en este momento no se adoren y tu conjetura final sobre Scarlet... creo que serías un buen policía.
¡Un abrazo grande y feliz semana para ti!