Un beso grande y feliz semana.
Capítulo 17.
Miedo y amor.
Grigorii.
Temblé
de ansiedad antes de que Anne apareciera por el pasillo acompañada por una
pelirroja. La tenía vista. También a la otra joven que las seguía como cuidando
las espaldas.
¿Cuántos
eran? ¿Cuántos seres de esa raza habitaban el planeta? ¿Por qué tuve que
cruzarme con ellos si el mundo era tan inmenso? ¿Por qué yo? ¿Por qué Anne?
Ella que era tan frágil y débil.
Me
puse de pie. No tenía un espejo frente a mí pero juro que podía asegurar que mi
rostro reflejaba la absoluta desolación y tristeza. Lo pude afirmar cuando Anne
me miró a los ojos desde lo alto de la escalera. Sí… Ella lucía una mirada de
pena, de compasión hacia mí. No tenía terror en su iris celeste cielo, tampoco
un ápice de pánico. Entonces, todo cambió dentro de mí. Fue el primer instante
en que me sentí solo, no atrapado ni amenazado, solo.
—Anne
–mi voz tembló—. ¿Estás bien?
Ella
se echó a llorar, sin embargo se apresuró a tranquilizarme.
—Sí,
estoy bien. Tú eres el que me preocupa.
—Estoy
bien –balbucee.
—Acércate
Anne, siéntate junto a tu hermano. Los dejaremos solos para que puedan hablar
–ordenó Sebastien.
Dicho
esto, me miró fijo mientras recogía el expediente de la mesa y se lo llevaba.
Hubiera dicho “gracias” en otras condiciones. Mi hermana nunca supo los
detalles de mi trabajo sucio y ni siquiera que de muy joven había caído en una
cárcel. Yo era su ídolo y descubrir el expediente haría cambiar su visión sobre
mí.
En
segundos todos desaparecieron por puertas diferentes. Inclusive las jóvenes que
acompañaban a mi hermana regresaron por donde vinieron. Al quedar a solas, Anne
se sentó en el sofá en silencio. Sus lágrimas corrían por las mejillas
convirtiendo cada minuto que la observaba en una tortura.
Le
cogí la mano y la miré a los ojos.
—Anne,
sé que no me contaste sobre los Craig porque debiste tener miedo de las
represalias. Pero te sacaré de aquí y todo será un mal sueño.
—No
–lloriqueó—. No fue por miedo a ellos, Grigorii. Yo… No quería que pasara esto.
—¿Esto?
—No
quería que los rechazaras ni que te distanciaras de Scarlet. Yo los quiero,
Grigorii. Ellos me quieren, jamás me harían daño. A ti tampoco.
—Anne…
Escucha… Son vampiros, ¿entiendes? No son personajes de tus novelas. Asesinan
personas.
—¡Para
vivir!
Quité
la mano que aferraba la de ella.
—Anne,
te han lavado el cerebro.
—¡No
es así! Gracias a ellos comencé a hablar, a confiar que nadie me haría daño. No
porque tú no servías para protegerme sino porque eres humano. Ellos… Ellos no,
y su fuerza, sus poderes y… ¡Grigorii! Me sentí segura. Perdón… Perdón –lloró.
—No
llores, por favor. Eres lo único que tengo en la vida y no soporto que sufras.
—Eres
mi hermano y no tengo a nadie de la familia. Todos nos abandonaron por ser
pobres o por tener un padre borracho. Sin embargo ellos… A los Craig no les importó
la situación. Scarlet alegró mis días. ¿Lo recuerdas?
—No
me la nombres. No quiero verla más. Nos iremos lejos. Comenzaremos de nuevo.
Verás, todo se arreglará.
—No
comenzarás de nuevo como si tal cosa. Si la amas como sé que lo haces, no podrás
arrancar todo lo vivido con ella como si arrancaras páginas de un libro. La
vida no es así. El pasado nos acompañará siempre. Lo malo y lo bueno.
—Anne…
—Por
favor, no me quites a mis amigos.
—Pero…
Anne…
—¡Por
favor!
—Hermana,
puedes encontrar amigos normales, no como ellos. ¡Diablos! Son asesinos. Insinuaron
secuestrarte, ¿no das cuenta de la gravedad?
—No
es así.
—Sebastien
me ha dicho que no me iré contigo hasta estar seguro que no diré nada a nadie.
Anne
bajó la cabeza y su confesión fue un susurro.
—No
fue idea de Sebastien. Se lo dije a Scarlet.
—¿Qué?
¿Te has vuelto loca?
—No,
solo quiero que ustedes estén juntos. Se aman.
—¡Yo
no amo a una asesina! Entiéndelo. Estaba enamorado de una mujer que no existe.
—No
sabes lo que dices. No la conoces.
—Ese
es el hecho. No la conozco –la miré con tristeza y ella rompió a llorar.
—No
quiero dejar de verlos.
Dios…
Esto debía ser un sueño… Mi amigo y mi hermana en contra de todos los
principios elementales del universo. Y yo… otra vez sintiendo esa soledad.
—Anne,
no tengo otra solución para esta monstruosidad.
—¡Debe
haber otra salida que irnos y no verlos más!
La
desesperación de mi hermana me arrastraba entre sensaciones opuestas. Por un
lado, ella los apreciaba y nunca le habían hecho daño. Por otro, no podía
continuar mi vida como si nada sabiéndolos asesinos.
La
tristeza y decepción dueñas de mí, no impidieron que pensara con claridad.
Estaba acostumbrado a salir de situaciones extremas y esta era una más. Con la
connotación espeluznante de tratar con vampiros.
Me
mantuve en silencio, cabizbajo, varios minutos. Escuchando a Anne sollozar y
suplicar por lo bajo, “no quiero dejar de verlos”. Hasta que levanté la vista y
recorrí la sala observando los detalles. Nada diferente a una familia humana.
El piano, los cuadros, las flores en un jarrón… Anne había vivido aquí con
ellos sintiéndose feliz y protegida. Mucho más que al convivir conmigo en años.
—Okay
–suspiré y me puse pie—. Ya eres mayor de edad, y por lo visto te arreglas muy
bien sin mí. ¿Quieres quedarte? Haz lo que quieras. Pero me iré para no volver.
—¡Grigorii,
no me hagas esto! Te necesito.
—No
puedes estar bien con Dios y con el diablo. Elije. Te vas conmigo y prometo que
no hablaremos más del tema, o no me volverás a ver.
—¡Por
favor! Piensa, estás enojado porque te ocultamos la verdad, pero te quiero,
Scarlet te quiere, los Craig también.
—De
la única forma que me quieren los Craig es mudo y de almuerzo. Y Scarlet, ya te
dije, no me la nombres.
—¡Suficiente!
La
voz de la vampiresa retumbó en la sala. Scarlet atravesó el living y se detuvo
cerca de mí.
—No
voy a soportar una palabra más de ti que signifique rebajar o menospreciar a mi
raza. Tú –me rodeó caminando lentamente mientras me hablaba—, ¿quién te crees
que eres? ¿De qué raza perfecta vienes, humano?
No
hablé, no emití sonido. Solo la seguí con la mirada. Tan bella… Esa mirada
amenazante…
—A
ver, dime. Ya que dices ser tan especial. ¿Tu raza humana siempre tiene tan
buenos sentimientos? ¿No mata? ¿No destruye? ¿No traiciona? ¿En dónde vives?
¿En un frasco?
Se
detuvo y me miró fijo.
—No
te atrevas a sentirte superior porque no lo eres. Quise explicarte las razones
de nuestra forma de vivir, que no es la que elegimos. ¿Tú elegiste cómo vivir,
Grigorii? ¿Elegiste que hacer con tu vida? Pues nosotros no. Nacimos así. Sin
embargo queremos, nos sentimos felices, lloramos y sufrimos como cualquiera, y
también nos enamoramos.
—Tú
no te enamoraste de mí, nunca me amaste.
—¿Quieres
pensar eso? Hazlo, así podrás irte sintiéndote el humano moralista y correcto.
Así no tendrás en la conciencia que me has roto el corazón.
—¿Yo
a ti?
—Tú
a mí, ¡sí!
—Tú
tienes en la conciencia mucho más que un corazón roto, ¡asesina!
—¡Por
favor! –lloró Anne.
Scarlet
enfureció.
—¡No
la hagas sufrir!
—¿Ahora
te interesa? Hubieras pensado que metiéndote en nuestras vidas nos arruinarías.
¡Conocerte fue mi perdición!
Al
escuchar mis palabras Scarlet cambió su mirada. Sus ojos se llenaron de
lágrimas y yo… Dios, por segundos quise abrazarla, pedirle perdón. Pero eran
vampiros… Santo cielo… No podía aceptar terrible idea, juro que no podía.
—Vete
–murmuró. Después miró a Anne—. Cariño, mi casa es tu casa y puedes quedarte si
lo deseas.
—Gracias…
—lloró—. Pero mi lugar es junto a mi hermano, gracias de verdad.
Sebastien
hizo su entrada triunfal en la sala. Le siguió el tal Lenya y Charles.
—Anne
tiene razón. Debe estar junto a su hermano. De todas formas sabe que estaremos
siempre si nos necesita.
No
podía ver a Anne sufrir. No me quedaría en Kirkenes, no podía sabiendo tal
secreto. Ignoraba que iba a ser de mi vida… Sin embargo, a pesar de tanta
tristeza y enojo pensé en mi hermana. ¿Viviría de un lado a otro vagando como
yo mientras buscaba un nuevo trabajo? ¿Quedaría sola con ese miedo que aún la
gobernaba en su corazón? No era justo. No supe la razón de estar tan seguro que
no le harían daño, quizás porque nunca lo había hecho teniendo oportunidad.
—Anne,
es mejor que te quedes. No tengo idea que haré con mi vida.
—Me
iré contigo –secó sus lágrimas—. Recogeré mis cosas.
—Debes
saber que si vienes conmigo te despedirás de ellos. Que no vaya a la policía no
quiere decir que viva muy campante en la misma ciudad donde habitan seres
maléficos.
—¿Maléficos?
¿Ves mucho Walt Disney?
—Ya
está bien, Scarlet –protestó Sebastien. Después dio unos pasos hacia mí,
sereno, con esa mirada de autosuficiente—. Agradezco el buen tino de no
delatarnos, Petrov. Aunque no lo crea, ganaremos los dos con su silencio.
—No
callo porque no fueran a creerme, sino por mi hermana. Ella es la única razón
por la que no los meto presos.
—¿Presos?
¡Qué incrédulo eres! ¿Te parece que sería fácil? –Scarlet se acercó con sus
ojos bañados de furia—. No tienes idea de lo que somos capaces de hacer.
—¡Scarlet,
ya basta!
—¿No
lo has escuchado? ¡Dijo que no ama a una asesina!
—Dale
un tiempo, Scarlet –Bianca bajó la escalera con la vista fija en mí—. Grigorii…
Puedo entenderte porque pasé por lo mismo cuando me enteré quien era Sebastien.
Sin embargo el amor puede contra todo los prejuicios.
—¡No
es cualquier prejuicio! –refuté—. No se trata de ricos, pobres, negros o
blancos, McCarthy. ¡Son asesinos!
De
pronto recordé… Bianca McCarthy… convertida en una Craig… Di unos pasos hacia
ella…
—Mató
a Samanta Vasiliev, ¿verdad? Por eso ocultó las pruebas.
—Fui
yo –Scarlet me miró desafiante—. Era una lacra y se metió con mi familia. Los
detalles te los debo, no hay tiempo para ello. Supongo que estarás deseoso de
desaparecer de aquí.
—Son
unos monstruos.
Ella
avanzó hacia mí y por un instante creí que me mataría.
—Guarda
tus insultos. Yo que tú no olvidaba que estás en mi sala, en mi casa, rodeado
de vampiros. Agradece salir de aquí vivo.
Bajé
la mirada. Cierto… Recordé su poder y como se había materializado en la
habitación. La miré con el corazón destrozado.
—Es
irónico pensar que hace horas moría de amor y ahora te tengo miedo.
Ella
se acercó más sin embargo no retrocedí. Cara a cara, sintiendo su respiración
tan cerca. Murmuró…
—¿Me
tienes miedo? Lo bien que haces.
………………………………………………………………………………………………..
Y
partimos de allí… De esa mansión de vampiros asesinos… Con mi corazón partido
en mil pedazos. Con mi alma desgarrada y mi cuerpo débil y afiebrado.
Vikingo
nos esperaba y fue quien nos dejó en casa. No dije palabra durante el viaje y
creo que él también pensó que no era el momento de hablar. Apenas pise mi
hogar, me acosté. Anne y mi amigo se quedaron en la pequeña sala. Supe que
hablaban por lo bajo pero no llegaba a escuchar. Pienso que tampoco me
interesaba. Solo quería dormir. Reponerme del desgaste mental y físico. Sí… Me
dormí… Fue una suerte. Lo único que deseaba era sumergirme en un sueño y no
pensar. Mañana… Mañana sería otro día.
Sebastien.
Después
que Petrov partió con Anne, Scarlet se encerró en su habitación a llorar.
Bianca y Liz se quedaron con ella a consolarla. Yo, en el despacho, con la
presión arterial volviendo a la normalidad, trataba de animar a Ron
convenciéndolo que todo se arreglaría. Son esas mentiras blancas que uno dice a
los amigos para evitar que se suiciden por amor.
—No
la veré más.
—No
es así, deja que transcurra el tiempo, joder. Estas siendo demasiado pesimista.
—¿No
has escuchado sus frases determinantes? ¿Su mirada de desprecio? Nos odia.
—Bueno,
entendamos que no es para felicitarnos. Sobre todo le hemos mentido mucho
tiempo.
—Scarlet
está desconsolada, y la entiendo. Vivir en este mundo sin el amor de tu vida
es…
—Ron,
el amor de tu vida no es como mucho para conocer a Anne tan poco.
—¿Necesitaste
conocer mucho tiempo a Bianca?
—Uf…
—¿Lo
ves?
Lenya
entró al despacho.
—Hermano,
debemos partir a Chile. Las Sherpa están escondidas y no sabemos por cuánto
tiempo no las descubrirán.
Me
puse de pie.
—Tienes
razón. Pero debemos esperar a Ivan. Mijail me dijo que conoce la zona al
dedillo.
—¿Qué
ha hecho Ivan en tierras chilenas?
—Dio
varias charlas sobre antropología en la Universidad. Parece que aprovechó a
recorrer el país.
—¡Qué
suerte que tiene tiempo para viajar y divertirse mientras trabaja!
—Es
soltero, hermano.
—Ah,
pequeño detalle. Por cierto, hablando de pequeños detalles… Khatry irá con
nosotros.
—¿Se
siente bien?
—En
realidad no lo sé. Se ve mucho mejor. Además no creo que haya poder en la
tierra que lo obligue a quedarse de brazos cruzados –miró a Ron—. ¿Y tú? ¿Cómo
te sientes?
—Quiero
morir.
—Oh…
Okay… Mira, seguro encontrarás otra hembra que te ame y…
—¿Por
qué no buscaste tú una hembra que remplazara a Liz? Me voy –se dirigió a la
puerta—. Estaré en mi habitación y no se preocupen no haré nada estúpido.
—¡Qué
humor de mierda!
—Déjalo,
Lenya. Quizás el tiempo mejore las cosas.
—¿Le
creíste a Petrov? ¿No nos delatará? Porque debes saber que si tengo que empacar
necesito un par de días.
—Yo
que tú las tendría listas, por las dudas –guiñé un ojo.
—Eres
un cabrón.
—Gracias,
es de familia.
Camile.
Salí
de casa radiante de felicidad. ¿Cómo podía tener tanta suerte de haberla visto por
Kirkenes? Yo que pensaba que la muy rata había terminado en un callejón de mala
muerte y resultó todo lo contrario. Se sorprendió cuando me vio. No esperaba
que la descubriera con ese millonario. Creo que me hubiera evitado si hubiera
podido. Sin embargo nuestro encuentro casual me sirvió para acecharla,
amenazarla si no me contaba la verdad.
Por
supuesto que su vida no me interesaba en absoluto, sin embargo sería divertido
ver la cara de mi primo cuando le contara. No podía esperar llegar a la humilde
cabaña de Tim. Aceleré el paso sin importarme que mis zapatos nuevos se
llenaran de la mugrosa tierra del camino. ¡Qué ansiedad! ¿Qué haría Carl?
¿Lloraría como un desgraciado? ¿Se sentiría peor de lo que ya estaba? ¿Correría
a buscarla? Sería buena idea, quizás podría convencerlo de hacerlo. Entonces…
su corazón se partiría en mil pedazos y hasta intentaría suicidarse otra vez. Ojalá
tuviera éxito. Así sería un mal recuerdo en nuestra ilustre familia y el tiempo
borraría poco a poco a la oveja negra del linaje de los Rotemberg.
Antes
de llegar a la casa de Tim, pude ver a Carl saliendo y entrando de un costado
del establo. Era la cocina donde se preparaban los quesillos de cabra para vender.
Seguramente mi primo estaría colaborando en la tarea. Deseaba que el guardián
de Gloria no se encontrara con él, sería un impedimento para mi plan.
La
puerta de la construcción estaba abierta. De allí podía olerse el aroma a queso
fundido y escucharse los balidos de las cabras en el establo lindante. Avancé
hasta el marco para poder ver el interior de la cocina. Si Tim estaba allí
debía ser cuidadosa con la información, pero no. La suerte estaba de mi lado y
Carl estaba solo junto a un tanque de acero. A simple vista usaba su fuerza
para levantar un gran colador. Me acerqué y carraspee, entonces levantó la
vista, me miró, y frunció el ceño.
—¿Qué
haces aquí?
—Primero
di buen día, ¿has perdido la buena educación?
—Y
tú has perdido la vergüenza. No escuché cuando pediste permiso para entrar.
—Estaba
abierto, y se supone que es una cocina. ¿Estás preparado los quesos?
Se
mantuvo en silencio mientras continuaba la tarea.
—Me
alegra que trabajes, Carl. Hace bien.
—Deberías
hacer lo mismo –refunfuñó.
—Sabes
que estudio en la Universidad. Me queda menos de un año para recibirme de
Licenciatura en Diseño. En cuanto al trabajo, mamá dice que no necesito
hacerlo. Como bien sabes nunca le cayó bien que trabajara en ese hotel de mala
muerte. El de Sabina, me refiero.
—Sé
a cuál te refieres. Te equivocas. Es un bonito hotel. Ha sido remodelado con
sacrificio.
Reí.
—No
puedo creer que esté hablando con el mismo Carl de hace un tiempo atrás.
—Pues,
créelo. Repito, ¿qué haces aquí? ¿Has venido solo a molestarme?
—Nada
de eso –fingí enfadarme—. Aunque no lo creas pienso en ti y de qué forma
ayudarte.
—No
necesito tu ayuda.
—Por
supuesto, tienes a tu amigo Tim… Sin embargo –me acerqué hasta la olla
observando los cuajos sobre el cedazo y el suero escurriéndose—, él no puede
saber nada sobre Ernestina.
De
inmediato sus ojos me miraron con expresión de asombro.
—¿De
qué hablas? ¿Sabes algo de ella?
Sonreí
y avancé hasta él. Le acaricié el cabello con compasión.
—¡Quítate!
–se apartó—. ¿Qué sabes de Ernestina? ¡Dímelo ya!
—Calma…
He venido para eso. Por fin la hallé. Para que veas que sigo pensando en ti y
cómo ayudarte.
—¿Dónde
está? ¿Cómo fue que la viste?
Se
quitó los guantes de látex con que hacía la preparación y los dejó caer al
suelo. Retrocedí unos pasos al ver que venía hacia mí.
—Tranquilo,
te contaré cada detalle.
—¡Habla
de una vez!
—Fui
a visitar a tu madre. Vive en un apartamento en el centro de Kirkenes. Se lo
dio mamá para que viva ya que no tenía donde ir.
—¡No
me interesa la vida de mi madre!
—Okay…
Okay… —suspiré—. Es un barrio lujoso, de
mansiones y apartamentos costosos. Un barrio como merece la tía Rosalie.
—¡Estás
impacientándome, Camile!
—¡Bien!
Ernestina salió de una de las mansiones.
—¿Sabes
si está trabajando allí? ¿Hablaste con ella?
—Por
supuesto. Al verla fue lo primero que hice. Enfrentarla recordando lo mal que
te hizo cuando desapareció. Le dije que vivías pensando en ella. Que habías
cambiado de vida y hasta tenías amigos, ¡todo le conté!
Sus
ojos cambiaron la expresión. De una mirada desesperada a una de brillo
esperanzado. Creo que hasta sonrió. Pero yo no había tomado el trabajo para
verlo feliz, todo lo contrario.
—¿Tienes
la dirección?
—Claro
–quité un papel doblado del bolsillo de mis jeans—. Aquí está.
Lo
cogió con manos temblorosas y susurró un “gracias”.
—De
nada. ¡Ah! Debes saber algo, antes de encontrarte con ella.
—¿Qué?
—No
la noté embarazada. Quizás… Optó por abortarlo.
—Ella
no haría eso. Me amaba.
—Amaba,
has dicho bien… Pero… No deja, no quiero que te amargues.
—¿Qué
diablos tienes que decirme?
—Bueno…
No sé… Es tan… doloroso…
—¡Habla,
maldita sea!
—¡Okay!
Ella no trabaja en esa mansión. Al parecer vive con un millonario. La vi con
mis propios ojos y me lo confirmó. Un hombre mayor la besaba apasionadamente.
—¡Mentira!
—¿Qué
pasa aquí?
Tim
entró a la cocina.
—¡Mentira!
¡No es cierto! –rompió a llorar.
—Carl
–Tim se acercó y lo abrazó para contenerlo.
Mi
primo contó a duras penas entre sollozos la noticia sobre su amada sirvienta.
—Tranquilo.
—¡Tengo
que ir! ¡Tengo que cerciorarme que es verdad lo que dice Camile!
—No
le hagas caso.
—¡Es
verdad! –interrumpí—. Juro que la vi y me dijo
que ya no piensa en Carl. Debe ir para conocer la verdad.
—¡Vete
Camile! ¿Será posible qué no hagas nada bueno?
—Idiota.
—¡Vete!
–ordenó Tim.
—¡Amigo!
–lloró—. Debo ir, debo ir…
—Entonces
iré contigo.
Me
retiré de allí asqueada de tanta bondad de parte de ese inútil que decía ser el
guardián de la pelirroja. ¿Guardián? ¿No se supone que habría que tener grandes
virtudes para tener tamaña misión? Ni siquiera creía que esa estúpida niña
metiche y rara fuera la futura alfa. ¡Ridículos! Eso eran todos en la reserva.
Retorné
el camino a mi casa silbando una canción. ¡Qué pena no poder estar presente
cuando Carl viera a esa mugrosa con el viejo de marido! Porque lo que no le
había contado a mi primo era el brillante anillo de Ernestina en su dedo
anular. Diablos, después de todo Dios le da pan al que no tiene dientes. Esa
gentuza ni siquiera conoce la diferencia de un brillante a un strass de vidrio.
De
pronto, vi un cachorro de lobo correr hacia el bosque. Tras él, Drank intentaba
alcanzarlo. Gracias a mi velocidad pude
llegar antes que el humano. Cogí en brazos al lobezno y lo acurruqué. Drank
llegó jadeante.
—¡Qué
lindo cachorro!
—Dámelo.
Se
lo entregué y sonreí.
—Al
menos me debes las “gracias”.
—Sí,
gracias.
—¿Es
tuyo?
—Sí
–lo acarició.
—¿Cómo
se llama?
—Lost.
Por “perdido”.
Reí.
—No
me tienes que traducir, sé perfecto inglés.
—Okay.
Bueno, gracias.
Al
girar para regresar a su cabaña mis ojos lo recorrieron de pies a cabeza. Vaya…
Un ejemplar humano digno de devorar.
—¡Oye
Drank!
Se
detuvo y me miró.
—¿Estás
solo?
—¿Cómo
dices?
Me
acerqué.
—Si
estás solo en tu casa. Puedo hacerte compañía.
—Estoy
esperando a Louk.
—¿En
serio? Porque Louk salió a pescar. Volverá al anochecer.
—Debo
irme. Que tengas buen día.
Avancé
y me atravesé en su camino.
—¿Me
tienes miedo? –sonreí.
—No.
Solo estoy siendo caballero.
—No
tienes que ser caballero conmigo. Sé cuándo ser una dama y cuando ser una puta.
Y contigo… ahora… no me dan ganas de ser una dama.
Me
esquivó y siguió caminando. Lo alcancé otra vez.
—¡Vamos
Drank! No seas tonto. Puedo hacer que pases muy bien conmigo.
—¡Basta
Camile! Estás provocando que sea grosero y no es mi estilo.
—¿Pero
qué problema tienes? Bua no es tu novia, ¿o sí?
—No,
no lo es.
—¿Entonces?
¿Te parezco muy fea? –lo miré fingiendo angustia.
—Camile,
no es por ti. No te sientas mal. Soy un hombre comprometido y no voy a ser
infiel.
—Oh,
lo siento. No sabía… ¿Y quién es la afortunada?
—No
la conoces.
—¿De
verdad? ¿O no me lo quieres decir? Mira que aquí en la reserva se sabe todo.
—He
dicho que no la conoces.
—¿En
serio? Y dime… ¿Encontraste el lobito en el bosque?
—Sí
—avanzó y lo seguí.
—Creo
que me mientes. Vi a la Gólubev llevarlo en brazos hasta tu casa. Esa noche de
tormenta. ¿Estás de novio con la Gólubev?
—No
te importa.
Reí
a carcajadas.
—¿En
serio? ¿Con una integrante del poderoso aquelarre ruso? Pues, vaya que tienes
ego.
—Buenos
días, Camile. Debo darle de comer a Lost. Disculpa.
—¡Jamás
se fijará en ti! Solo juega contigo. Los Gólubev nunca aceptarán un humano
pobre y mediocre como tú.
—¡Basta
Camile!
—Está
bien, ve con el lobito. ¡Perderás a esta loba que te haría gemir como nunca
gemiste en tu vida en una maldita cama!
Siguió
su camino… Sin girar para verme ni una sola vez… No importaba… Tarde o temprano
pagaría el rechazo. Por mi vida que se lo haría pagar.
Drank.
Cerré
la puerta y dejé a Lost en el suelo. Dios… Difícil quitármela de encima sin
llegar a ser grosero. Fui a la cocina y abrí la heladera. Tenía pocos víveres
para elegir si quería compartir con Lost algo que le gustara. El lobo me siguió
con entusiasmo. Se paró en dos patas y husmeó. Limón, queso gruyere,
mantequilla, lechuga, tomates. Desde el segundo estante, un bife pequeño iluminó
sus ojos. Okay…
Cogí
un plato de plástico y dejé el bife en un rincón.
—Cómelo
tú. Me haré un sándwich.
Mientras
preparaba mi humilde almuerzo cogí el móvil de mis jeans. Otro mensaje de Liz…
“Todo
salió bastante bien. No nos delatará.”
“Genial”
Contesté. “¿Tú estás bien?”
Me
senté en el sofá mientras esperaba respuesta. Pero antes que sucediera, una
llamada entrante de Anouk hizo que saltara de los almohadones.
—¡Hola!
“¡Hola
Drank!
—¿Qué
tal? Me enteré de lo ocurrido con el policía. ¿Todo bien?
“Sí,
al menos por ahora”.
—¿Quieres
venir? Hoy descanso así que no tengo nada que hacer. Bueno estoy cuidando a
Lost.
“Oyee,
¿se porta bien?”
—Sí,
solo que come mucho.
Rio.
Su
risa a través del móvil me hizo sonreír.
—¿Entonces
vienes?
“No
puedo. En realidad llamaba para contarte que me ausentaré unos días. Dimitri se
compromete con Anoushka y quiero estar allí.”
—¿Dimitri?
“Mi
hermano menor. El psicólogo.”
—Ah…
Okay… Pues dile que le envío saludos y felicitaciones.
El
silencio breve me indicó una respuesta.
—Tu
familia no sabe lo nuestro, ¿verdad?
“Aún
no, pero descuida, se los diré.”
—No,
no tienes que apresurarte. Recién comenzamos a conocernos y… mejor esperar.
“Drank…
No tengas miedo. Mi familia es como cualquier otra. Solo me cuidan y tienen
reparos en cuestión. Nada de otro mundo.”
—Sí,
está bien. Tú… Viaja y pásala bien. Te esperaré.
“Te
quiero”.
No
quise que hubiera ese silencio atroz que podría indicar, “yo no lo sé aún”, así
que contesté.
—Yo
también.
Sebastien.
Me
sentía verdaderamente agotado la mañana del domingo. Las Sherpa por fin
estarían bien cuidadas en casa de Charles. Fui difícil dar con ellas y con esa
alma caritativa que había resultado ser Huan Yen. Por suerte Iván nos había
ayudado en la búsqueda. Por mi parte conocía las bellas tierras chilenas pero
no lo suficiente para ubicarlas con tan pocas referencias. Mijaíl tenía razón,
no lo hubiéramos logrado en tan poco tiempo sin el primogénito de los Gólubev.
Nunca olvidaré el brillo de alegría de Khatry cuando las vio, ni ese abrazo en
el que se fundieron los tres entre lágrimas. El regreso fue planeado
meticulosamente. No queríamos fallar, no podíamos fallar.
Fue
lamentable tener que dar un golpe certero a Huan Yen para desmayarlo. Era imposible
materializarse con él ya que no conocía otras tierras que Chile y China, el
lugar donde nació y se crió. No podía visualizar ningún paisaje que hiciera
posible transportarlo con nosotros. De esa forma logré llegar con él a la casa
de Charles. En cuanto a las chicas, Lenya e Ivan se materializaron en las
cumbres, lugar que conocían de varias oportunidades de visitar a mi padre.
Desde allí iniciaron la larga caminata hasta la casona.
Me
tiré en el sofá y sentí un dolor agudo en mi espalda. Había estado tensionado y
el desgaste de materializarme completó el agotamiento. Cerré los ojos y creo
que me quedé dormido. Desperté por unas manos suaves que acariciaban mis
hombros.
Sonreí.
—Bianca,
pensé que dormías.
Continuó
el masaje presionando suavemente en los puntos que más necesitaba.
—No.
Deseaba saber que habías llegado y que todo había salido bien.
—Te
envié un mensaje cuando las encontramos –besé sus dedos.
—Sí,
pero quería asegurarme. ¿Estás bien?
—Estoy
tranquilo. No le fallé a Agni.
—Claro
que no.
Eché
la cabeza hacia atrás, ella se inclinó. Nos besamos. Suave, lento, profundo…
Amaba a Bianca con todo mi corazón. Con sus virtudes y defectos. ¿Qué hubiera
ocurrido si Bianca no hubiera aceptado mi pasado y presente oscuro? Pensé en
Scarlet y Petrov…
Cuando
mis labios liberaron sus labios, la miré. Seguía perdidamente enamorado como es
primer día que la vi.
—Ven
–la cogí de la mano y la guié rodeando el sofá. La senté en mis rodillas y la
observé con la luz tenue de los spot.
Recogió
un mechón de su cabello y lo puso tras la oreja. Sonrió.
—¿Por
qué me miras tanto?
—Me
encanta. Eres tan bella. Además… desprendí un botón de su blusa—. Eres experta
en masajes. No deberías ser forense.
Rio.
—¿Te
imaginas? Dando masajes a hombres desconocidos y tú volviéndote loco de celos.
Reí.
—Pensándolo
bien, es mejor que seas forense.
—¿Lo
ves?
Mi
mano se deslizó por su pecho y se detuvo en el abdomen. Allí, en su interior,
resguardado como el más grande tesoro, crecía mi hijo. Aún no distinguía sus
movimientos. Tampoco podía escuchar sus débiles latidos. Sin embargo sabía que
estaba allí. En el mundo no existía alguien capaz de amar tanto a un ser sin
conocerlo. Solo los padres a los hijos. Esa era la excepción. Porque siendo un
desconocido, una imagen que fabricas con ilusión día a día ya lo adoraba con
desvelo. Es impactante darte cuenta que darías la vida por él y ni has visto su
rostro. Por eso ese amor no podía compararse con nada sobre la tierra.
—Charles
está muy ansioso de que nazca –susurró Bianca acariciando mi mejilla.
Sonreí.
—Lo
he notado. ¿Y Eridan?
—Me
llama día por medio. Deseaba comprar una cuna y le dije que debe esperar.
—¿Una
cuna? Pensé que la compraríamos juntos.
—Lo
sé… Pero el hecho de ser abuelo le ha dado una inyección de alegría y mi tía le
ha contado a Marin que no cesa de hablar del futuro bebé.
—Okay,
supongo que tendremos muchas cosas para elegir tú y yo. Si es que nos dejan.
Reímos.
—¿Sabes
que será consentido y caprichoso? Lucharemos contra eso –aseguró divertida.
—Puedo
imaginármelo.
Mi
móvil vibró ante una llamada. Hice el esfuerzo por quitarlo de la chaqueta y
leí.
—Es
Dimitri.
—Llenaré
la bañadera. No tardes –me dio un beso y se alejó.
—Claro,
cariño.
Atendí
el móvil con la convicción del motivo de la llamada.
—Dimitri,
¿cómo estás?
“Sebastien,
disculpa que no me haya comunicado antes.”
—No
te preocupes. A propósito, felicitaciones por el compromiso. ¿Han puesto fecha
de boda?
“Gracias,
lo hablaremos hoy en la reunión familiar. Tú sabes, las damas siempre quieren
tiempo para sus vestidos y ponerse bellas”.
Sonreí.
—Cierto.
“Hablemos
de lo nuestro. ¿Numa se encuentra en Kirkenes?”
—Viajó
a la Isla del Oso. Estará en dos semanas por aquí.
—Okay.
Envíame un mensaje para saber.
—Sí…
Él… No sé si lo tomará bien.
—¿No
lo hablaron?
—Algo
pero no creo que lo haya convencido. Y sigo pensando que necesita terapia.
—Mi
trabajo es ayudarlo y no dudes que lo haré, sin embargo tu tarea será
convencerlo de las sesiones. De lo contrario no pondrá de su parte y llevaría
mucho tiempo.
—Lo
sé… Okay… Haré todo lo que esté a mi alcance.
—Escucha,
en base a lo que me has adelantado, necesito datos personales de él. Algo…
detalles… Lo que sea. Si no está predispuesto debo llevarlo a que me cuente y
para eso debo saber por dónde piso. No ocurre con los pacientes normales pero
lo común es que se analicen por propia voluntad.
—Entiendo.
Lo haré.
Mis
ojos descubrieron a Ekaterina bajando la escalera lentamente.
—Te
llamaré en estos días si te parece. Ahora debo cortar.
“Okay,
Sebastien. Esperaré la llamada.”
Guardé
el móvil y me puse de pie.
—Lo
siento, no quería molestar –Ekaterina se detuvo al pie de la escalera.
—No
te preocupes, Bianca me está esperando y estoy realmente agotado por la
búsqueda y hallazgo.
—Me
alegro que haya salido bien.
—Gracias.
—Y
también lo del policía.
—Sí,
eso fue más difícil aunque no creas.
—Solo
quería hacerte un pedido, es breve.
—Dime.
—Necesito
trabajar. Pensaba si tú podrías darme empleo en el hotel.
—Oh…
Cierto. Te he notado algo perdida después de la partida de Sara y el bebé.
—Sí…
Por otra parte Branden y Boris se arreglan muy bien sin mí. Nicolay está bien
cuidado.
—Muy
bien. Déjame ver un puesto para ti…
—Sé
cocinar muy bien aunque no coma –sonrió—. Y me las rebusco en tareas en
general.
—Sí…
Pero… No estoy pensando en ti como una empleada más del hotel. Anouk ya no
trabajará más conmigo y necesito alguien responsable.
—Ah…
Seria genial. ¿Qué debería hacer? Porque Anouk tiene mucho estudio y yo no
terminé el secundario.
—¿Ah
no? Entonces en primer lugar una de las tareas será rendir las materias. Ponte
al tanto con Rose, te ayudará. En segundo lugar, preséntate la semana entrante
en el hotel, a la mañana. Ayudarás a Douglas con los trámites.
—¿A
Douglas? –su cara dibujó el terror.
—Ekaterina,
sé que no se llevan de lo mejor pero de verdad necesito alguien de confianza y
competente.
—Yo
no creo ser competente para números de una empresa.
—¿Has
llevado las cuentas de tu hogar?
—Sí,
pero…
—Entonces,
podrás. Llevar la economía de una casa es la más difícil de las empresas.
Sonreí.
—Que
tengas buen día. Habla con Rose.
—Okay…
Sí…
Natasha.
La
sala lucía espléndida. Las pequeñas luces de la araña central iluminaban cada
rincón y cada rostro feliz de la reunión. Mamá, se había esmerado en cada
detalle y las flores de los jarrones se notaban frescas y lozanas. Ella siempre
tenía buen gusto y predisposición para lograr ser la mejor anfitriona, aunque
está vez había contado con la ayuda de Gisele. En la última visita a París, mi
madre había decidido dejar solos a mi hermana y a Anthony en una especie de
segunda luna de miel. De hecho Milenka había conseguido alegrar nuestros días a
lo largo de su estadía. Y allí estaban los dos. La pareja radiante y encendida
como los primeros encuentros antes de su boda. Svetlana lucía el cabello largo
y un vestido tres cuartos, rojo, vaporoso. Estaba muy bonita. Tenía su delicada
y femenina mano apoyada en la espalda de su marido. Anthony hablaba con papá
pero no dejaba de mirar el rostro de mi hermana cada diez minutos, y sonreír…
Sonreír por amor… Para algunos como yo, casi un imposible.
El
amor… ¡Qué feliz y desdichado nos hace!
Mis
ojos fueron a otra pareja de la sala. Los prometidos. Dimitri estaba sentado en
el sofá y tenía a Anoushka sobre las rodillas. Conversaba con Anouk y reían a
menudo.
Mamá
tenía en brazos a Milenka, creo que para evitar que tocara cuanto objeto se
cruzara en su camino. Gisele junto a ella preguntaba sobre la historia del
llavero y el símbolo del águila bicéfala.
Encendí
un cigarrillo y me acerqué al gran ventanal. La tarde moría de a poco en la
extraordinaria Moscú. Otra vez juntos, como hace mucho tiempo. La mesa vestida
con el mantel blanco bordado en hilo de seda estaba lista. Distintas bebidas y
copas de cristal esperando ser usadas en el brindis.
Por
fin apareció Ivan. Su cabello aún húmedo por la ducha no impidió que luciera
elegante y sofisticado como siempre. De camisa negra impecable y pantalón
Gucci, sonrió sabiendo lo que provocaba su aparición.
—¡Ey!
¡Un aplauso rastreador! –exclamó Dimitri.
Todos
aplaudimos y él hizo una reverencia graciosa.
—Hijo,
sabía que lo lograrías –papá lo abrazó.
—Gracias.
Fue difícil, no creas.
—¡Quiero
detalles! –Svetlana se acercó y estampó un beso en la mejilla.
—Los
tendrás –rio.
—¿Mamá,
has felicitado a tu niño perfecto? –bromeó Dimitri.
—No
digas eso, mis hijos son todos iguales.
—¡Anda
ya! Di la verdad.
—¡Qué
no! –Rió mi madre— No seas tan celoso.
—Papá,
¿no tengo razón?
Mi
padre sonrió mientras buscaba una de las botellas de etiqueta negra del bar.
—Lo
que puedo asegurar que es el que ha dado menos dolores de cabeza.
—¡Han
escuchado! Lo confesó.
Reímos.
—Esto
es en serio. Todos mis hijos me ha hecho sentir orgullosa. Las cosas cotidianas
pasan en todas las familias. Pero estoy segura que siempre me traerán felicidad
–se emocionó mi madre—. ¡Ahora vamos a la mesa y no me hagan llorar!
Mi
sonrisa desapareció al ver los ojos de Anouk mirarme fijo.
“Yo
no… Tú sabes… Yo no los haré feliz”.
Se
puso de pie y se acercó mientras el resto ocupaba la mesa. Cruzó los brazos a
la altura del pecho y observó los edificios de la ciudad.
—No
te preocupes. Yo tampoco lleno las expectativas Gólubev. No creo que lleguen a
tener nietos de mi parte ni me vean del brazo de un macho, enamorada.
—Aún
no lo sabes… ¿Lenya sigue rompiendo tu corazón?
—Menos
que antes pero permanece dentro de mí. Sigo comparando machos con él y nadie le
llega a los talones. Moriré sola y en una vampiresa es decir mucho.
—Me
duele decirte que nunca lo tendrás. No puedo mentirte, hermana.
—Lo
sé… Lo sé. Duele, pero asumir la verdad y reconocerlo es un buen principio,
créeme. Y… ¿Cómo van las cosas con Drank?
—Bien.
—¿Solo
bien?
—Bueno,
no hemos tenido demasiado tiempo de pasar juntos.
—Es
decir, ¿de la cama ni hablar?
Rodó
los ojos.
—Natasha,
eres terrible.
—Es
naturaleza. Si se enamoraron mucho mejor. Me preocupa que no hayan intentado.
—Pues…
no hemos encontrado la ocasión.
—Anouk,
la ocasión cuando se quiere es tras un árbol en un bosque, en un coche, o la
incómoda mesada de una cocina.
—Creo
que aún tengo miedo.
—No
debes temer.
—Hermanas,
¿no han venido a saludarme? –Ivan se acercó y nos besó en la mejilla.
Lo
fundí en un abrazo.
—Lo
siento, no es falta de interés.
Anouk
también lo abrazó y sonrió.
—Ya
lo noté. Estaban entretenidas. ¿Alguna novedad que contar?
—No
mucho.
—Sí,
nada importante –contestó.
—¡Chicos,
vamos a la mesa!
La
voz de mi padre nos salvó de la incómoda situación. No era la indicada para
hablar sobre las famosas novedades de Anouk y ella parecía dispuesta a seguir
guardando el secreto. ¿Hasta cuándo? Lo ignoraba. Tampoco iba a delatarla aunque
en su caso hubiera sido lo mejor. Para mi hermana, lo peor de una bomba no era
lanzarla, sino tenerla en tu poder sin detonar.
Sin
embargo, no supe porqué no insistí en que contara de Drank. Ni siquiera sobre su
nuevo trabajo en la reserva de lobos. Algo extraño ocurría en mí cuando pensaba
en ella. No sabría explicarlo… Como si sus novedades no fueran solo un cambio
en su vida como puede ocurrirle a cualquiera. Era algo más. Similar a lo que
sentía mamá cuando observó en ocasiones el camino que llevaba a la reserva.
¿Anouk se distanciaría de los Gólubev? ¿Los lobos se quedarían con ella?
Drank
era humano como Anoushka… ¿Qué podía salir mal?
Uy genial capítulo me dio mucha pena la acritud de Grigori. Veamos que pasa con Aunok y Drank. Y adoro a Sebastien y a Bianca te mando un beso y te me cuidas
ResponderEliminar¡Hola Citu! Muchas gracias por comentar. Me alegro que te haya gustado.
EliminarGrigorii está muy confundido y además enojado. Habrá que ver que ocurre con el tiempo.
Drank y Anouk comienzan una linda relación pero no creo que se les haga fácil. Veremos...
Sebastien y Bianca siempre tan enamorados. A mí también me encanta esa pareja.
Te mando un besazo y feliz semana para ti, amiga.
Grigorii, enamorado de una mujer que cree que no existe. Ya lo creo que existe y da bocados!
ResponderEliminarBso
¡Hola Ignacio! Muchas gracias por comentar.
EliminarGrigorii en algún momento se dará cuenta, digo yo, que Scarlet existe y la ama. No sé si el amor que siente es suficiente para cambiar sus pensamientos tan radicalmente. Esperemos que sí.
Un beso grande y feliz semana para ti!
Al amor no hay que tenerle miedo.Miedo de robar,de amar no.Grigorii es policia y piensa que no puede amar a Scarlet porque es vampiresa y asesina humanos pero los humanos tambien asesinan.Grigori esta enamorado y aunque no quiera seguira enamorado.Drank tiene complejo de creerse inferior pero Anouk lo quiere y la familia lo tendra que entender de esta forma.Me ha gustado mucho.Besos.
ResponderEliminar¡Hola Ramón! Gracias por tu comentario!
EliminarMe alegro mucho que te haya gustado. Es cierto al amor no hay que tenerle miedo pero ocurre a menudo. Muchos no se arriesgan y pierden la felicidad. Esperemos que no se el caso de Grigorii.
Drank tiene el complejo de sentirse inferior. Anouk lo ama y lo convencerá tarde o temprano. Ahora los Gólubev son otra historia. Quizás las familias a veces piensan que lo mejor para uno es la estabilidad y no es así. Veremos la reacción de cada uno de los Gólubev. Paciencia pronto la iremos conociendo.
Muchas gracias por estar aquí compartiendo mi imaginación. Un beso grande y buena semana para ti!
¡Hola, Lou!
ResponderEliminarHoy he podido leer tu estupendo capítulo... ya estoy intentando regresar
"Miedo y Amor" "Amor y Miedo"... En ocasiones el sentimiento de amar provoca esa sensación de miedo
Creo que Grigorii y Scarlet se han dicho cosas terribles... ambos están muy nerviosos y confundidos, pero también creo que ambos siguen enamorados
Grigorii piensa que le han lavado el cerebro a su hermana... se equivoca, como también se equivoca al pretender poner distancia entre Scarlet y él... Por muy lejos que se vaya, el amor que siente por Scarlet irá con él
Me ha dado pena Anne, y Scarlet ha sido muy valiente... sé que le ha tenido que doler todo lo que ha dicho Grigorii... Sin embargo, se ha enfrentado a él e incluso le ha confesado que fue ella quien mató a Samanta
También me ha dado pena Ron, sé que está enamorado de Anne
Esto no quiere decir que no entienda la reacción de Grigorii... por supuesto que la entiendo
No creo en absoluto lo que Camile le ha dicho a Carl sobre Ernestina... pienso que Camile es muy malvada, y se regocija haciendo daño como, por ejemplo, cuando ha visto a Drank y se ha burlado de él por estar enamorado de una Gólubev
Creo que Drank también va a tener miedo al rechazo de la familia de Anouk... "Miedo y Amor"
Muy buen capítulo, Lou... Lo he disfrutado mucho... Tú no pierdes la buena costumbre de escribir bien
Besos
¡Hola Mela! Muchas gracias por comentar. Una gran alegría tenerte por aquí, tú lo sabes.
ResponderEliminarSí, el título creo que refleja un poco los sentimientos de sentir algo tan grande como es el amor y a la vez nuevo. La entrega del corazón parece ser difícil sobre todo si las condiciones no son las mejores.
Me alegro que entiendas a Grigorii, sabría que lo harías. Eres escritora y sabes que ubicar al lector en la realidad o actitudes que podrían pasar en lo cotidiano no es fácil ya que como lector uno desea que todo vaya muy bien. Pero en la vida no suele ser así. Y al escribir tratamos que se les parezca un poco. De lo contrario estaríamos tu y yo escribiendo películas de Disney que no está mal, pero pienso que no es nuestro objetivo.
Grigorii está equivocado en pensar que podrá olvidar a Scarlet, y Scarlet debería pensar que es complicado tamaña noticia para cualquier mortal.
Veremos que ocurre con el tiempo.
Ron seguirá pendiente de Anne aunque no le será fácil.
Camile ha dicho cosas horribles sin embargo debemos esperar, a veces hay más de un villano en la historia.
Hablarte de Camile y su esencia sería adelantar cuestiones futuras, pero te aseguro que es de temer.
Muchas gracias querida amiga, como siempre tus comentarios me alegran el día. Espero hayas descansado y disfrutado. Te mando un beso grande y deseo una feliz semana para ti.
Holaaaaaaaaaa, de nuevo por aquí aunque aún estoy un poco de vacaciones.
ResponderEliminarMela me chivó tooodooooo el capi, toma chivatazo!!!!!
Que haya paz entre Grigorii y Scarlet. Me da que la solución de esta pareja pasa porque Grigorii le cante a Scarlet: "Sabiendo que tus besos matan moriré de amooooorrrrr"
Capítulo genial!!!!!
Besoteeeesssssss!!!!!
¡Hola belleza! Muchas gracias por el comentario. Me alegro que estes de vacaciones aún, disfruta que el año es largo y después hay que volver a la rutina.
EliminarJajajaja, no creo que Grigorii tenga ganas de cantarle a Scarlet, está furioso y triste. Pero veremos si sele pasa, o quizás se enfade Scarlet. Tú sabes son las cosas que tiene la vida.
Un besazo reina y feliz semana para ti.