Aquí les dejo con mucho afecto el capi 16 y espero que lo disfruten y me comenten que tal les pareció. Los extrañé, mucho.
Un beso grande y buena semana.
Capítulo 16.
La hora de la verdad.
Adrien.
En
lugar donde habitaría por la eternidad era un espacio de luz y armonía. No
había llegado aquí la primera vez que dejé de existir en la tierra, pero me
había ganado este lugar a fuerza de aprender de mis errores e ignorancia.
Recuerdo que apenas morí, mejor dicho, apenas abandoné el cuerpo, llegué a esa
etapa donde las sombras y luces juegan contigo a surgir y desaparecer según tu
forma de sentir. Es que uno trae un bagaje de sentimientos algunos acertados,
otros no tanto.
Aprendí
que no era perfecto por ser Adrien Craig, líder de los vampiros. Que había
asesinado no solo para subsistir, que había herido a seres que amaba, y muchas
veces había tomado decisiones erróneas. Sin embargo mi esencia de nobleza y
justicia estaba allí, en mi alma. Siempre estuvo. La diferencia que en la
tierra había sido más difícil buscarlas dentro de mí. Aquí afloraban junto con
todas las equivocaciones. Entonces poco a poco, reconociendo lo que podrías
haber hecho mejor y ya no lamentándote por lo que no podrías subsanar jamás,
iba formándose un equilibrio ideal en tu interior capaz de hacerte sentir
liviano, iluminado, y libre de aquella mal llamada felicidad terrenal. Porque
aquí, lo interesante del mundo se vuelve superfluo y la riqueza inútil.
En
cuanto al poder… Es diferente. Ni las armas humanas, ni tu inmensa fuerza,
sirven para lograr sobresalir aquí. El poder se trata de otra cuestión. A quien
debes ganar no es a tu enemigo o rival, sino a ti mismo. Objetivo muy difícil.
Más que la invasión humana de Troya, que las guerras Napoleónicas, y las
conquistas a nuevas tierras. Poco a poco vas dándote cuenta que el peor enemigo
tuyo has sido tú mismo.
Nunca
llegué a vivir tan equivocado como para ganarme un estadio en las penumbras.
Mucho menos terminar como Agravar, en la oscuridad completa. Sin embargo, ese
tiempo que permanecí en una etapa intermedia, por llamarla de algún modo, no
fue nada fácil. Sobre todo si ansiaba constantemente abandonar la angustia y
dolor que arrastraba del mundo en el que había vivido. Aquí, no tienes a nadie
superior a ti que se encargue de castigar o premiar tus logros, sino seres que
te guiarán o alertarán lo que es posible o no hacer con tu energía. Son seres
con experiencia porque han pasado por lo mismo o hechos similares quizás desde
millones de años.
Recuerdo
que en el primer período, me veía a mí mismo luciendo esas prendas rústicas que
solía usar en la tierra. También las capas azabaches y las joyas que
encandilaban a cualquier mortal. Pero eso no era real. Era como yo seguía
imaginándome y como quería que me vieran. Hasta que por fin lo entendí…
Nunca
supe que ocurría con los humanos al morir, y suponía que jamás lo sabría. En
este espacio, guiar a los vampiros era casi un deber porque había transitado
por lo mismo. Fue así como me acerqué a esa etapa anterior, a esas luces y
sombras que parecían ponerte a prueba a cada instante. Allí lo encontré, había
logrado salir de la penumbra. Mi gran amigo, Runik… Muerto en 1812.
En
silencio me acerqué antes de llamarlo por su nombre. Estaba sentado sobre unas
rocas, espaldas a mí. Su cabello blanco sobresalía apenas de su ushanka de piel
de oveja. El grueso abrigo lo cubría y al igual que sus botas lo protegía del
crudo invierno. Así lo recordaba la última vez. Así él, se recordaba así mismo.
¿Cuánto tardaría Runik en darse cuenta que nada de lo que lucía lo protegería
en este espacio? Ansiaba que fuera lo más pronto posible. De solo recordar lo
angustiante de esta etapa y conociendo a mi viejo amigo, no albergaba muchas
esperanzas.
—Runik
–lo llamé.
Él
se sobresaltó y dio un salto girando hacia mí con la rapidez de un excelente
guerrero. Sorprendido por algunos segundos dejó ver una sonrisa socarrona y
bajó el arma de hoja de acero que sostenía su mano.
—¡Adrien! ¡Viejo zorro! ¡Qué gusto verte!
Sonreí
y me acerqué unos pasos.
—Hola
amigo, ¡Tanto tiempo!
—¡Cierto!
¿Qué es tu vida? Por fin veo un rostro conocido. ¡Ven aquí, dame un abrazo!
Mi
mano se elevó señalando distancia.
—No
creo que pueda.
—¿Por
qué no? ¿Se te ha subido el poder? –carcajeó—. Iré por ti desgraciado.
Tal
como imaginaba, Runik avanzó rápidamente hacia mí pero no logró moverse de su
sitio.
Se
detuvo abruptamente y observó el suelo rocoso.
—¿Pero
qué rayos?
Intentó
nuevamente avanzar sin lograrlo.
Me
miró asombrado, confundido. Después midió la distancia con la vista
convenciéndose que permanecía en el mismo lugar. Su iris escarlata ensombreció.
—¿Qué
demonios está ocurriendo? ¿Por qué no puedo avanzar hacia ti?
—Tranquilo,
todo tiene explicación. Solo debes recordar. Pon el esfuerzo de tu mente para
ello.
—¿Qué
tengo que recordar? Estas no son mis tierras. Me emborraché tanto que terminé
en tus dominios, ¿es eso?
Negué
con la cabeza.
Buscó
con los ojos alrededor, alguna señal, algún detalle que le hiciera recordar. Al
mismo tiempo un dulce aroma me envolvió. No tuve que mirar detrás de mí para
saber que era ella.
Susurró
en mi oído.
—Vine
porque creo que necesitarás ayuda.
—Gracias.
Bera
se posicionó a mi lado y aguardó. Runik la descubrió al apartar la vista del
acantilado cercano.
—¡Bera!
Oh… ¡Demonios! Tú… ¿Te salvaste? Yo creí…
Un
silencio cubrió el espacio. Él solo atinó a mirarla y balbucear.
—¿Te
salvaste? ¿No es así? Pero… Si… Pariste a Sebastien y… ¿Cómo es que estás aquí?
¿Bera?
Bera
sonrió con pena y no contestó.
—Tú…
Tú moriste aquella noche… Entonces… ¿Qué haces aquí, con nosotros? ¿La
hechicera te resucitó? O tú estás viva o nosotros muertos. ¿Adrien? Tú estás
vivo, ¿verdad?
Negué
con la cabeza.
—2015
–murmuré.
—¡Yo
no debería estar con ustedes! –se exasperó—. No sé qué ocurrió contigo pero se
supone que los vampiros somos eternos.
—No
es tan así.
—¡Cómo
no! ¿No recuerdas la infinidad de veces que me han herido en batallas? Somos
inmortales.
Se
desplomó sentándose en una explanada rocosa.
Parecía
agitado, conmovido. Dentro de él algo le decía que alguna vez algo no había
salido del todo bien.
—Mierda
–murmuró—. Estoy muerto… Mierda. Sí… Fue en esa maldita batalla contra
Napoleón.
—Cuéntale
la verdad –aconsejó Bera.
—Debe
recordar por sí solo.
Sus
ojos se clavaron en el suelo y unió sus manos entrelazando los dedos. Sentado,
cabizbajo, con las piernas abiertas, parecía meditar.
—Escucha
Runik, es importante que recuerdes las cosas como fueron. De ello depende que
salgas de aquí.
—¿Y
resucitaré?
—No,
no se trata de eso. Debes rescatar los bueno que hay en ti. El principio es ser
honesto contigo mismo.
—¿Qué
quieres decir? –me miró con rabia. Poco a poco su mirada se torno angustiada—. Morí
en una batalla, como el guerrero que era, sí… así fue. ¿De qué otra forma
podría haber muerto si no fue con honor.
Unas
sombras oscuras comenzaron a aparecer. Daban la impresión de brotar del mismo
suelo.
—Runik.
—Calla,
tú estabas lejos, no puedes decirme como morí.
—Aquí
todo se sabe, amigo.
Bufó
furioso.
—¡Quiero
un vodka! ¿Dónde hay algo fuerte para beber? ¡Necesito un maldito vodka!
—No
hay vodka, aquí –contestó Bera.
—¡Bah!
Una hembra no sabe donde conseguir alcohol.
—Se
nota que nunca ha visto a sus nietas –susurró Bera—. Mejor me voy.
—Sí,
cariño —contesté—. Déjalo en mis manos.
—Todo
tuyo.
Se
puso de pie de un salto e intentó nuevamente avanzar hacia mí no logrando el
objetivo.
Parecía
estar cada vez más lejos.
—¿Qué
dijo Bera de mis nietas? ¿Nietas? ¿Desde cuándo tengo nietas?
—Si
la memoria no me falla desde 1920, y fue un varón. Su nombre es Iván.
—Oh,
sí… Ivan. Como los grandes zares de mi Rusia. ¿Mijail? ¿Quién es la afortunada
que se acostó con él?
—Bueno…
se casó.
—¿Se
caso? ¡Qué prolijo es! –carcajeó—. No ha salido a su padre.
—Definitivamente
no –sonreí.
—¿Cómo
sabes tanto?
—Pues…
Pude verlos desde aquí.
Sus
ojos se agrandaron por la emoción.
—Entonces,
este lugar no es tan malo. Puedo volver a ver a mi hijo. ¿Cómo has hecho?
—No
es fácil. Sobre todo en tu situación. Tú… debes saber que el contacto con ellos
aunque sea a tanta distancia provoca tu debilidad. La energía que posees se
diluye, y corres el riesgo de desaparecer en un millón de moléculas. Para
siempre.
—Pero
tú lo has conseguido.
—Cierto,
y te ayudaré en lo que pueda.
—¿Lo
prometes, amigo?
—Por
supuesto, para eso estoy aquí.
—¡Quiero
ver a Mijaíl!
—Aguarda…
No te impacientes. Todo llegará a su debido tiempo. Y tiempo es lo que aquí te
sobrará.
—Es
mi deseo Adrien, necesito ver a mi hijo. Cómo está, qué hace, si es feliz.
Deseo contemplar en él el iris púrpura de su madre. Por favor…
—Lo
verás, confía en mí. Ahora… Da el primer paso y memoriza tu vida. Haz el
esfuerzo.
—¿Mi
vida? ¿Para qué? ¿De qué me servirá?
—Solo
así construirás tu verdadera esencia. Eso te hará fuerte de espíritu. La única
forma que podrás soportar la energía terrenal.
—No
tengo que indagar demasiado. Conozco mi vida.
—No
de la forma que siempre la has visto.
—No
te entiendo, amigo.
—A
ver… —me senté en una roca plana buscando la forma de ayudar a Runik—. Podrías
comenzar por reconocer cómo dejaste la tierra.
—Ya
te lo dije. Morí en una gran batalla contra Napoleón.
—Napoleón
se retiró de Rusia, no hubo batalla final. Incendiaron la ciudad, ¿recuerdas?
Gruñó
enfadado.
—Lo
sé. Créeme que te entiendo. No es fácil repasar los errores y aceptarlos.
—No
tengo nada que aceptar. La batalla ocurrió y morí defendiendo Rusia.
Suspiré.
Las
sombras seguían acechando muy cerca pero a Runik no parecía importarle. Había
sido un gran guerrero valiente y temerario. Por ello comprendía que no quisiera
aceptar la forma en la que había fallecido.
—¿Dónde
hay tabaco? Necesito fumar.
—Aquí
no hay tabaco.
Buscó
en los bolsillos de su ancho pantalón de lino. Al fin quitó un paquete y unas
cerrillas y se dispuso a armar el puro. Lo encendió y aspiró.
Arquee
la ceja. Sí, esto era más difícil de lo que pensaba.
Al
cabo de unos cuantos segundos lanzó el abano contra el suelo.
—¡No
tiene gusto! Estoy aspirando el maldito aire de aquí.
—Es
tu imaginación. No existe el tabaco ni las cerrillas. Tampoco la ropa que usas.
Es así como te quieres ver y cómo quieres que te vean. Sin embargo no es la
realidad. Si tan solo me escucharas.
—Desde
que apareciste estoy escuchando la cantidad de estupideces que dices. Solo quiero
salir de aquí y reunirme con mi hijo.
—Eso
no ocurrirá. Al menos de la forma que crees.
—¿Y
de qué maldita forma puedo irme de aquí y estar con Mijaíl? ¡Dilo sabelotodo!
Rodee
los ojos.
—Runik,
¡estás muerto! Tu cuerpo ya no servirá y nada de lo que hacías con él tendrá un
fin. Es tu alma, tu energía incorpórea lo que vale desde ahora. Concéntrate de
una buena vez.
Me
miró con rabia por pocos instantes… Después sin apartar la vista de mí su iris
se tornó brilloso. Noté la emoción y la tristeza apoderarse de su ser. Una
sombra en forma de garra acarició lentamente su musculosa espalda.
—¡Quítate
desgraciado fantasma! –se puso de pie de un salto.
—Te
seguirán donde vayas. Es común que te sientas triste. Pero no te llevarán de
regreso a la penumbra salvo que te lo merezcas. Y hay algo que vive en ti que
te ha hecho salir de la etapa anterior. Una luz, algo iluminó tu corazón.
Aférrate a ello, Runik.
Cogió
asiento nuevamente. Mejor dicho se dejó caer sin fuerzas.
—Me
ha costado llegar aquí –observó alrededor—. ¿Sabes? Antes era todo gris y
opaco. Horrible… Por suerte no había absoluta oscuridad. Pude notarla… Cerca…
Un límite que olía a desesperación. Como una frontera que separaba un lugar
tétrico. Pero tuve suerte de no ser arrastrado allí.
—Se
necesita algo más que errores en tu vida para terminar allí.
—¿Si?
—Sí…
Y quisiera que pudieras reunirte conmigo y sentir esa paz que aún no gozas.
—¿Cómo?
¿Cómo lograrlo si no dejo de pensar que todo esto es injusto? No tengo a Mijaíl
a mi lado. Tampoco pude ver a… —me miró con tristeza—. ¿La has visto? ¿Has
visto a Valquiria?
Negué
con la cabeza.
—¿Dónde
está? Ella murió cuando Mijaíl tenía quince años… Entonces si yo estoy muerto…
¿Por qué no la puedo ver?
—Esa
respuesta no la tengo.
—¿Para
qué estás aquí, entonces? ¿Solo para conversar?
—No…
Para ayudarte a ganar la última batalla de tu existencia.
Grigorii.
Después
de ducharme me preparé un café y un tostado. Al menos hoy sentía mi estómago
vacío y con ganas de comer. Daba sensación que no hubiera probado bocado en
años. Creo que fueron casi dos semanas… Sí, algo así.
Por
suerte Hansen había dicho a Vikingo que no me preocupara por la ausencia en mi
trabajo. Podían arreglarse muy bien ya que varios de los nuevos postulantes
habían terminado el entrenamiento y servían a la comunidad. Aunque la
experiencia era un tema importante en la Policía. Un error en nuestras
actividades y podría salir caro.
Sin
embargo asumí que no podía hacer otra cosa que quedarme en casa y mejorar. En
el estado que me encontraba no hubiera podido levantar el arma ni apuntar con
precisión. En cuanto a Anne se las arregló muy bien, hasta fue capaz de llevar
la ropa al lavadero y caminar sola dos manzanas. Sinceramente si de algo me
tendría que quejar sería de lo taciturna y triste que se encontraba desde que
amanecía hasta que ponía su pijama y se retiraba a dormir. Me molestaba no
porque cada uno debe ser libre y tener el ánimo como le guste o pueda, sino
porque sabía de memoria que estaba basado en el distanciamiento con Scarlet. ¿Pero
qué otra cosa podía yo hacer? Escapaba de mis decisiones. Sin embargo aunque
pareciera ridículo parecía que su enojo o melancolía tenía solo un culpable y
ese era yo.
Hoy,
durante el desayuno había decidido enfrentarla. Le dije que era injusto que
viviera con esa cara de pocos amigos y que si algo le molestaba que fuera
valiente y me lo dijera. Bebió un trago de café con leche y permaneció en
silencio. Pensé que volveríamos a tiempos viejos y su mutismo, pero no. Se tomó
su tiempo. Bebió más de su taza, mordió una macita de crema, y comió con
lentitud. Como si tuviera que ser sumamente cuidadosa con lo que diría. Demonios…
Al
fin su voz angelical se dejó escuchar.
“Creo
que para que podamos hablar tu y yo deberías tener la mente más abierta.”
¿Qué?
¿Perdón? ¿De qué hablaba?
Le
dije que se explicara mejor.
“Eso,
lo que dije. Eres muy cerrado para ciertos temas.”
¿Cerrado
yo?
Iniciamos
así una conversación confusa. Que no tenía pies ni cabeza. Yo, defendiéndome de
lo que se me acusaba. Que en definitiva, no lo tenía muy claro. Y así fuimos,
yendo y viniendo en un diálogo sin sentido hasta que me puse de pie y lancé la
servilleta sobre la mesa.
“Suficiente,
daré una vuelta por ahí. Esta charla no nos llevará a ningún lado”.
Una
y otra vez repasé la conversación con Anne. ¿Qué diablos le ocurría a mi
hermana? La notaba nerviosa, irritable, por momentos triste. Me habían ocurrido
decenas de veces frente a un detenido culpable de delito. Pero… Anne no era el
caso. ¿Qué rayos ocultaba Anne para perder la armonía?
Fui
a caminar por las calles, incluso me senté en la plaza a beber un café que
compré a un vendedor ambulante. Unos niños habían salido de la escuela y
jugaban a la escondida bajo el sol de la tarde. No había brisa y el calor
comenzaba a ser sofocante.
Me
puse e pie y busqué el amparo de otro banco bajo un frondoso ciprés. Los rayos
de sol me molestaban. Siempre me había gustado broncearme en la terraza o en la
playa, sin embargo quizás los años habían convertido mi piel en más delicada.
Observé mis antebrazos desnudos y un color rojizo cubrió rápidamente la zona
expuesta. Podía jurar que hasta me ardía como si hubiera estado bajo el astro
rey horas enteras.
Un
anciano que paseaba con su bastón y sombrero me dijo.
—Cuídate
del sol, muchacho. Los tiempos han cambiado. ¿Has escuchado sobre la capa de
ozono?
Sonreí.
—Sí,
he escuchado.
—El
sol está peligroso.
—No
se preocupe, y gracias por el consejo.
Una
bocina se escuchó repetidas veces. Ese sonido…
Giré
para buscar el coche. No dudaba que era el Civic blanco de Scarlet.
Me
puse de pie y la vi. En la esquina de la plaza. Bajó el vidrio y me hizo seña
que me acercara. Tiré el vaso descartable en la basura y caminé hacia ella. No
sé como hice para que mi cuerpo llegara al mismo tiempo que mi corazón, porque
la sensación que sentí es que me desarmaba en cada paso que acortaba la
distancia.
Tenía
gafas de sol y su boca delineada y perfecta hizo una leve mueca de agrado.
—Hola
–me detuve y aguardé.
—Hola
Grigorii.
—¿Ibas
a la jefatura?
—No,
he pedido unas vacaciones. Me dirigía a tu casa.
—¿Querías
verme? –los latidos se aceleraron.
—En
realidad… Anne me llamó. Le gustaría ir a casa unos días. ¿Te importa?
—No,
claro que no. ¿No molesta?
—Tu
hermana nunca molesta.
—¿Y
yo sí? –me apresuré a rectificar—. Quiero decir, si no venías a verme es porque
no necesitas verme y…
—Grigorii,
ya lo hablamos.
—No,
yo creo que no lo hablamos. Tú decidiste alejarte y ni siquiera sé el porqué.
Yo… No es justo.
Hubo
silencio, mucho silencio. Ella bajó el rostro en actitud reflexiva. Después dio
un suspiro de hartazgo.
—Tienes
razón. No ha estado bien partir sin darte explicaciones.
—Solo
necesito saber la verdad.
Sonrió
con pena.
—Nada
más y nada menos –murmuró.
—Te
prometo que haré mi vida y no te molestaré. Solo necesito cerrar la historia. Y
así no puedo. Son muchas preguntas que me hago una y otra vez. En que fallé,
que he hecho para…
—Tú
no has hecho nada… Escucha… Llevaré a Anne con los Craig y regresaré. Espérame
en tu casa.
—¿Ahora?
—Sí.
Nos dilataré más lo que tenga que pasar.
………………………………………………………………………………………………..
Antes
de llegar a casa hice tiempo para que Scarlet partiera con Anne. No deseaba
llegar, ver a mi hermana, y reconocer que prefería estar con amigos que
compartir conmigo el día. Así que fui por unos víveres para preparar la cena de
hoy. Invitaría a Vikingo y ya no me sentiría tan solo. Los amigos siempre te
salvan de la cruel soledad.
Cuando
entré a casa observé el living intacto, ordenado. Anne habría tenido la
gentileza de dejar prolijo antes de irse. Quizás la había ayudado Scarlet. Dejé
las bolsas sobre la encimera de la cocina y enchufé la cafetera. Puse una taza
sobre la mesa y encendí la tv en la pequeña sala. La puerta de la habitación de
Anne estaba abierta. Con una mirada de reojo vi su cama hecha y por una
corriente de calor adiviné que no estaba la ventana cerrada. A ella le gustaba
que entrara el sol, pero yo le aconsejaba que en verano no era conveniente
abrir las ventanas hasta el atardecer.
Entré
a su habitación. Bajé las persianas e hice a un lado las cortinas de tul. Sobre
la almohada una nota manuscrita…
Grigorii,
tenía ganas de ver a mis amigas. Volveré en un par de días. Scarlet y yo nos
vamos a la mansión pero ella volverá para hablar contigo. Recuerda que los
Craig me han ayudado mucho y siempre me protegerán, como tú. Solo quiero que
sepas que eres lo más importante en mi vida. Y gracias… Gracias por todo lo que
haces por mí.
Anne.
Mierda,
parecía más una carta de despedida que una nota contando donde se dirigía.
Me
senté sobre la cama y mis ojos se encontraron con dos estantes prácticamente
vacíos. ¿Cuántos días se quedaría en la mansión? Bueno, Scarlet estaba de
vacaciones y a mi hermana su amistad le había hecho mucho bien. Pero aún así…
Releí la nota. Daba una sensación de escalofrío.
De
pronto, a los pies del ropero, noté tres o cuatro láminas en el piso. Me puse
de pie y las cogí. Anne habría llevado su carpeta de dibujos y habrían caído
con el apuro algunos de ellos. Di vuelta las hojas blancas y sonreí. El primero
era una ilustración de nosotros dos, de la mano. Un campo verde con flores de
colores nos rodeaba. Y el sol, el infaltable sol que ella amaba dibujar.
El
segundo dibujo, una señora sentada en un jardín. Imaginé que habría querido
representar a nuestra madre cada vez que nos esperaba llegar. Era una imagen
que Anne tenía muy nítida más que nada de tanto que yo le había detallado. Ella
era pequeña cuando murió.
El
tercer dibujo era algo extraño. Unas montañas y una chica. Una joven de
cabellos castaños y… colmillos. ¿Colmillos? Mis ojos se desviaron a las repisas
de su pequeña biblioteca… El caballero de la oscuridad; Extrañas desapariciones
en Nueva York; Linaje inmortal”; Entrevista con un vampiro, etc…
Parecía
obsesionada con ese tipo de lecturas.
La
puerta de calle se escuchó abrir y segundos después la voz de Scarlet.
—Grigorii,
soy yo.
Mi
corazón saltó.
—¡Pasa!
Seguido
del sonido al cerrarse se notaron pasos y las llaves de su coche en el cristal
de la mesa de living.
Esperé
verla aparecer en la puerta para cerciorarme que no era un sueño y había
cumplido con venir.
Estaba
bella. Rectifico, era bella. Más si sonreía, aunque fuera apenas, como en ese
momento.
—Ya
estoy aquí.
—Veo…
¿quieres un café?
—No,
gracias.
Si
hubiera dejado echar a volar mi imaginación, la hubiera tenido entre mis brazos
en la cama. Ella disculpándose por todo este tiempo que me hizo sufrir con sus
idas y venidas, y yo perdonando, y feliz. Porque simplemente no podía vivir sin
ella. Pero nada de eso pasó.
Se
acercó con la vista fija en el dibujo que sostenían mis manos. Miré la
ilustración y volví a sus ojos.
—Sí,
es de Anne… Ella… tiene una extraña obsesión con…
—Soy
yo.
Sus
dedos finos y delicados cogieron el dibujo mientras los míos se desprendían del
papel con lentitud.
—La
del dibujo soy yo –habló casi sin voz—. Anne lo hizo hace tiempo. Cuando le
conté el secreto.
—¿Secreto?
¿Qué…? No sé de qué hablas.
—Sí
lo sabes. Creo que sí lo sabes dentro de ti y nunca quisiste aceptarlo. La
chica del dibujo tiene colmillos.
Tragué
saliva.
—Eres
muy inteligente y astuto investigando casos, es imposible que no hubieras
deducido que algo oscuro rodeaba a los Craig. Piensa… Tu cerebro quiso anular
toda hipótesis que te alejara de mí.
—Estás
loca –balbucee.
Dejó
el dibujo sobre la cama y me miró.
—No,
no estoy loca. Soy un vampiro, todos los Craig lo somos.
—¡Vete
de aquí! ¡Viniste a burlarte otra vez!
—Nunca
me burlé y ahora tampoco. Somos vampiros, Grigorii.
La
cogí del brazo y la arrastré hacia la puerta. Cerré en la cara la única
frontera que me separaba de ella.
—¡Vete!
¿Por qué me lastimas así? –Estallé en llanto con las palmas de mis manos
apoyadas en la cálida madera—. ¡Vete! ¡No quiero verte más!
—Grigorii.
Su
voz sonó suave, calma, subyugante, y… detrás de mí.
Me
congelé. Sí… quedé tieso. Sintiendo los latidos de mi corazón acelerarse pero
ya no por el amor que me desbordaba, sino por el miedo. Sentí miedo… Eso fue lo
que sentí. No había duda que ella estaba a mis espaldas. Ella… se había
materializado en la habitación.
Las
lágrimas corrían por mis mejillas, mi boca estaba seca, el pulso acelerado. Yo
que nunca había sentido terror ante ningún delincuente peligroso… Yo… no me
atrevía a girar y enfrentarla.
Escuché
sus pasos alejarse y el ruido leve de los resortes de la cama al sentarse.
—Tranquilo,
no voy a hacerte daño. No te lo he hecho nunca teniendo oportunidad, y ahora
tampoco lo haré. Mírame y enfréntame.
—No…
—murmuré—. No puedo…
Mi
cuerpo temblaba. Antes jamás había sentido pánico, jamás. Y ella había logrado
hasta eso. Que me sintiera pequeño, indefenso, e inútil. Vampiros… Vampiros…
Esto era una pesadilla. Cerré fuerte los ojos y golpee la cabeza contra la
puerta varias veces. Quería despertar, deseaba que todo esto terminara.
Apoyé
mi frente dolorida en la madera y traté de respirar profundo. Una vez, dos
veces, tres… ¿Y si giraba y no estaba allí? ¿Y si había bebido alcohol y no
recordaba estar borracho?
—Grigorii,
no alarguemos esto. Te explicaré cada detalle que quieras saber.
¡No!
¡Dios mío, seguía allí!
—¡Es
que no quiero detalles! –al fin el sonido de mi garganta escapó—. ¡Quiero que
desaparezcas para siempre de mi vida y la de mi hermana!
Mi
hermana… El pánico regresó.
Anne
estaba con los Craig. ¡Anne estaba con los Craig! Vampiros… Vampiros… No, no
podía ser. No podía alegar a mi mente que eran locos, ya no podía insistir con
ello porque los locos no se materializaban. Anne…
Pienso
que fue la única fuerza que hizo que girara para verla cara a cara.
—¡Mi
hermana! ¡Te llevaste a mi hermana!
—Anne
quiso visitar a Rose. Nadie la obligó.
—¡Le
lavaron el cerebro!
Se
puso de pie de un salto y retrocedí contra la puerta por un reflejo de defensa.
—¡Basta!
Tengo poca paciencia. Sé que la debería tener pero no es mi virtud. Si no
quieres verme más es tu decisión. Al menos me quité la carga de ocultar la
verdad.
—¿No
crees que te has acordado un poco tarde? –sollocé.
Scarlet
cambió la dura mirada por una de pena.
—Sí,
es cierto. Pero juro que no sabía cómo decírtelo y tenía miedo que esto
ocurriera. Que me rechazaras sin darme la oportunidad de explicarte quienes
somos.
—Si
ya me lo has dicho, son asesinos. Criaturas del infierno.
—¿Qué?
Nada de eso. Pertenecemos a otra raza.
—¡No
quiero escuchar absurdas explicaciones!
Rodó
los ojos impaciente y avanzó hacia la puerta.
—Hazte
a un lado. Tarde o temprano tendrás que escucharme.
—¡No
lo haré!
—Sí,
lo harás.
—¿Cómo
sabes que no iré a la policía?
Antes
de abrir la puerta y desaparecer me miró seria y triste.
—Porque
tenemos a Anne.
Sebastien.
Corté
la llamada y enfrenté la mirada de todos los que aguardaban en la sala.
—Petrov
viene para aquí.
—Oh
Charles… —suspiró Margaret.
—Tranquila,
querida. Fue lo mejor.
—No
creo que haya sido lo mejor –dijo Lenya—. ¿Dónde está Anne?
—Con
Rose y Anouk –contesté.
—Hay
que decirle que su hermano vendrá por ella –aconsejó Ron.
—Nada
de eso –informé—. Scarlet decidió que Anne no saldrá hasta que Petrov prometa
que no dirá a nadie el secreto.
—¿Qué?
–Exclamó mi hermano—. ¡Díganme que es una broma! ¿Entendí bien? ¿Estamos
secuestrando a alguien?
—No
seas exagerado –protestó Liz—. Es solo hasta que él entre en razón.
—¿En
serio? ¡Liz, por favor! No entrará en razón, la perderá.
—Si
Petrov no perdió la razón cuando Scarlet se materializó creo que resistirá el
resto –comenté, encendiendo un cigarrillo.
—¿Qué
hizo que cosa? –Enfureció Lenya.
—Eso
dijo por el móvil.
—¿Cómo
pudo hacerle eso si dice que lo ama? Pudo haberle dado un ataque cardíaco.
Liz
lo miró fijo arqueando una ceja.
—Tienes
muy poca memoria amado mío. Recuerda que desapareciste ante mis ojos cuando aún
Sebastien no me había confirmado ser vampiro.
—¡Ay
por favor, era joven y alocado!
—¡Fue
hace dos o tres años!
—Tres
años en los vampiros es mucho –refunfuñó.
—Claro,
y yo soy tonta.
—¡Basta
los dos! Nos discutamos más entre nosotros –dijo Bianca, que hasta ese momento
había permanecido callada y pensativa—. Hay que pensar en lo que le diremos.
Como explicar de nuestra raza sin que se cierre a creer que somos simples
asesinos por voluntad.
—Será
difícil, cariño –exhalé el humo del cigarro—. Petrov tiene una mentalidad muy
diferente a cualquier humano común.
Mi
hermano se puso de pie.
—Ah,
pero tú sigues como si nada, ¡eh! Fumas el cigarrillo con una tranquilidad
mientras en esta casa arderá Esparta.
—Troya,
querido –corrigió Charles. Es Troya la del dicho.
—La
que sea, aquí se arma una hecatombe.
—Aunque
no lo creas estoy pensando –corregí—. Y de nada vale que nos alteremos.
—Hermano,
mejor piensa que haría nuestro padre en una situación así.
Sonreí.
—Tendría
un as en la manga.
—¿De
qué hablas?
El
motor de un coche se escuchó cada vez más cercano. Aguardé un poco más
tranquilo que el resto de mi familia. No debía perder la calma porque nada
solucionaría.
Al
cabo de cinco minutos, una patrulla se detuvo tras los muros. No era Petrov, se
trataba de Vikingo. Ignoraba el porqué había llegado hasta aquí. Había dos
opciones. Para apoyarnos, o para hundirnos.
En
menos de diez minutos una moto se escuchó lejana.
—Es
él –me puse de pie y extendí la mano a Bianca—. Cariño, preferiría que fueras a
tu habitación. La escena conflictiva puede hacerte daño en tu estado.
Bianca
besó mi mano y guiño un ojo sin moverse del sofá.
—Cielo,
tendrías que ser muy incrédulo para pensar que seguiré tu consejo.
—Imaginé
esa respuesta.
Mi
hermano miró a Liz y abrió la boca.
—Tampoco
lo intentes, no me iré de aquí.
—Bien,
¿estamos todos preparados para lo que sea? –consulté.
—Sí
–contestaron al unísono.
—Okay,
la suerte está echada. No olvidemos que aún nos queda ir por las chicas Sherpa.
Drank.
Estaba
preocupado, realmente muy preocupado. Liz había enviado un mensaje de texto
contándome lo ocurrido. Ese oficial que había tenido un romance con Scarlet se
había enterado del secreto. ¿Qué iría ocurrir? ¿Qué pasaría con Anouk y su
familia?
Louk
lanzó la pelota contra uno de los altos muros que servían para practicar
frontón o “plaza libre”. Dejó que la pelota rebotara y la golpeó con la paleta.
No podía equivocarse más de tres veces si quería que no le ganara. Estaba
concentrado, pero aún así, lanzó la pelota nuevamente y la cogió en el aire. Se
acercó y se sentó junto a mí en el viejo tronco.
—¿Sigues
preocupado por Anouk?
—Por
todos. Es una situación difícil y peligrosa.
—Sin
embargo me has nombrado a Anouk unas cinco veces.
Encogí
los hombros y fruncí el ceño.
—Es
porque Liz tiene a Lenya, y sé que jamás le ocurriría algo junto a él.
—Entiendo.
Y Anouk no te tiene a ti.
—Poco
podría hacer por ella.
—Cierto,
eres un simple humano –sonrió divertido.
—Soy
muy valiente –me defendí.
—No
lo dudo. Has demostrado muchas veces que no tienes temor, en muchas ocasiones
otros temblarían de pies a cabeza. Oye… ¿Has hablado con Mike?
—Sí,
muy poco. No quiere contar demasiado.
—¿Es
sobre Kriger?
—Así
es.
—Ojalá
se separen. No me gusta para Mike.
—Pero
es el chico que eligió para compartir su vida.
—Lo
sé. No significa que se engañe. Son muy diferentes.
—Los
polos opuestos se atraen.
—¿Lo
dices por Anouk y tú?
—¡No!
—¡Qué
va! Lo dices por ella.
—Todo
lo contrario. Si pienso en nosotros no somos polos opuestos, hay muchas más
diferencias que eso.
—¡Muchachos!
La
voz de Bernardo interrumpió la charla.
—¡Hola
Bernardo!
—No
quiero interrumpirlos –se acercó preocupado—, pero me he enterado de un grave
problema que tienen los Craig.
—Lo
sabemos, Liz me puso al tanto.
—Debemos
estar alerta.
—¡Por
supuesto! –aseguró Louk.
—Estaré
para lo que necesites –agregué—. Bernardo… ¿Crees que tendrán que irse de
Kirkenes?
Dubitativo,
negó con la cabeza.
—Esperemos
que no.
Grigorii.
El
trayecto con mi moto por la ruta que llevaba a la mansión, fue eterno. Creo que
fui inconsciente de la gran velocidad que cogía sobre el pavimento. La hilera
de los cipreses a la vera del camino parecía una cinta de película teniendo
como fondo el silbido del viento. El estallido de las diminutas piedras contra
las ruedas era lo único que materializaba la prisa por llegar a destino y
salvar a mi hermana. La noche había caído como manto renegrido y duraría un
suspiro. Sin embargo para ellos, dueños de la oscuridad, sería suficiente si
deseaban hacernos desaparecer.
“No
te haré daño”, había dicho Scarlet. ¿Cómo creerle? Dijo haberme amado y había
sido falso. Al coger la última curva otra de sus frases golpeó mi cerebro. “Sí
lo sabes. Creo que sí lo sabes dentro de ti y nunca quisiste aceptarlo”.
¿Podría
tener razón? Yo, tan diestro y astuto para investigar casos difíciles. ¿Tenía
razón?
¿Anulé
mi raciocinio por seguir junto a ella? Ya no importaba…
Tras
los faroles de la ruta, la imagen de la mansión se mostró ante mis ojos
llorosos. La planta alta podía verse sobresaliendo por encima de esos altos
muros. Las luces encendidas… y alrededor, oscuridad.
Cuando
pude prestar un poco más de atención y la imponente casona salió del foco de mi
perspectiva, vi un patrullero en la puerta. ¿La policía? Scarlet no podía haber
llegado antes que yo. Bueno, eso suponía. Pero había salido en su Civic blanco
así que alguien más se me había adelantado.
Detuve
la moto al llegar a los portones, entonces lo vi. Vikingo salía del coche con
rostro desencajado.
Se
acercó a mí y pronunció una frase que no hubiera esperado. No, si él hubiera
ignorado todo sobre los Craig.
—Grigorii,
escúchame, por favor.
Titubee
si esperarlo o seguir avanzando hacia la entrada.
Me
cerró el paso y volvió a repetir.
—Grigorii,
es importante que hablemos antes.
Al
fin lo increpé.
—¿Qué
diablos haces aquí?
Me
hice a un lado sin esperar respuesta y toque el portero eléctrico.
—¡Grigorii!
—¡Escucha
tú! –giré y lo enfrenté—. Si no sabes porque estoy aquí, no te metas. Y si lo
sabes es porque eres un maldito traidor.
Con
las manos en la cintura miró al suelo.
—Escucha…
Sé porqué estás aquí. Sé todo sobre los Craig pero me enteré hace pocos días.
—¡Debiste
decírmelo! ¡Eres mi amigo!
—Lo
sé, te lo hubiera dicho, créeme. Solo quise darle tiempo a Scarlet a que te lo
confesara. Pensé que era lo mejor.
—¿Lo
mejor? ¡Lo mejor era que ella me lo hubiera dicho cuando me conoció!
—No
son cosas para contarle a un extraño.
—¡Hace
más de dos malditos años que la conozco!
—¡Se
enamoró! Se enamoró de ti. Puedo entender que tuvo temor de contártelo.
—¡Tú
estás loco igual que ellos! Y tu hermana… Ah… Es eso, ¿verdad? No quieres que
descubra todo ante la ley porque tu hermana estaba metida con estos asesinos.
¿También era un vampiro?
—Cálmate,
por favor. Grigorii… Nadie te creerá.
Intentó
tocar mi hombro y me aparté. El ruido de los portones al abrirse me obligaron a
dirigir la vista hacia ese inmenso parque iluminado.
Avancé
rápidamente. Vikingo no me siguió. Escuché su voz cada vez más lejana.
—¡Grigorii!
¡Habla con ellos! ¡No tienes mucha opción! ¡Grigorii!
Los
latidos de mi corazón parecían escurrirse por mi garganta y querer escapar de
la boca. Solo un trecho, solo unos cuantos metros me separaban de la puerta
principal. Mis ojos recorrían cada ventana. Podría esperar cualquier cosa.
¿Saltarían volando sobre mí convertidos en escalofriantes criaturas? ¿O
esperaría pacientes a que llegara a la sala para hundir sus filosos colmillos
todos a la vez?
Jadee.
Me detuve y respiré profundo. Tantee mi arma bajo la chaqueta. ¿Qué podría
hacer con un calibre 22´? ¿Eran eternos? Avancé con miedo, sí… pero avancé. ¿La
razón? Anne.
Un
caballero mayor abrió la puerta antes de que yo llegara. Creo que se hacía
llamar Charles.
—Buenas
noches, Petrov. Adelante, lo estábamos esperando.
La
sangre se congeló. Estaban esperándome. ¿Y mi hermana? Pienso que recién allí
de pie, a poca distancia de aquel ser sonriente y apacible, tomé conciencia que
saldría de allí vivo con Anne solo si ellos lo deseaban.
Pasé
a su lado y tantee el arma. Cerró la puerta y señaló la sala iluminada. Había
unos cinco pares de ojos mirándome atentos. Entre ellos Sebastien Craig.
—Adelante,
pase. Coja asiento. ¿Desea un café? ¿O quizás algo fuerte?
Miré
al tal Charles y volví a tantear el arma. Él no pasó por alto mi movimiento y
sonrió.
—Bueno,
al menos no ha venido con una estaca.
—Yo…
Necesito ver a mi hermana.
—Oh
Anne, claro, ¿por qué no?
—Dígale
que he venido a buscarla –balbucee.
Sebastien
se puso de pie pero se mantuvo en su lugar. Creo que si hubiera avanzado le
hubiera disparado a quemarropa. Y él también lo sabría.
—Tenemos
que hablar. Siéntese.
—No
tengo nada que hablar. No hablo con asesinos. ¡Quiero a mi hermana!
—Tranquilo.
Anne está con Rose, en una habitación –contestó Bianca.
—Y
no saldrá con ella a menos que nos escuche –amenazó el otro hermano de Scarlet.
—¡No
me siento a dialogar con asesinos!
—¿En
serio? –la voz de Sebastien obligó a que lo mirara.
No
supe en qué momento había caminado hasta el piano y cogido unos papeles. Volvió
a sentarse y los lanzó sobre la mesa de living.
—Acérquese
Petrov, ¿reconoce este expediente?
No
podía ver demasiado desde mi lugar pero la carátula y el número los identifiqué
sin dificultad porque jamás los olvidaría. No solo fui yo el impactado, creo
que salvo él, nadie esperaba esa acción por parte de Sebastien.
—¿Conoce
el expediente, Petrov? ¿O quiere que refresque su memoria?
Abrí
la boca y la cerré. No avancé, me quedé tieso mientras poco a poco el cerebro
me recordaba imágenes de aquellos años.
—Bien,
como veo que le es difícil recordar, y créame que lo entiendo porque yo en su
lugar también trataría de olvidarlo, le haré más fácil la situación.
Cogió
el expediente y lo abrió. Mi corazón volvió a latir con fuerza. Me sentía
sudoroso, mareado, con el estómago revuelto.
—Aquí
dice su nombre… Veamos… Es un expediente… La primera parte pertenece al
correccional de Solntjevo, de menores, si no me equivoco… ¿Estuvo preso Petrov?
Su
mirada sobre mí indicó que no preguntaba, era una afirmación.
—Ocho
meses –murmuré.
—Ah…
¿Quiere contarnos el porqué?
—No.
—¿No?
Entonces yo le informaré al resto de la sala.
Se
puso de pie con el expediente en mano mientras sentía la presencia de Charles
tras mi espalda.
—Parece
que el caballero que tenemos aquí, oficial de policía y de intachable
comportamiento, asesinó un compañero de secundaria.
Escuché
una exclamación de varios.
—Prosigo
–me miró fijo y continuó—. Según estos papeles fue durante una pelea callejera.
—¡No
quise quitarle la vida! –me defendí.
—Pero
aquí dice que lo hizo.
—Insultó
a mi madre.
—Las
razones no me importan, Petrov. Como tampoco le importan a usted las mías.
—No
me compare –me indigné—. Quedé libre después del proceso no tuve la intensión
de asesinarlo.
—Eso
dice aquí, sí… Sin embargo podría jurarme mirándome a los ojos que en ningún
momento durante la riña deseó que muriera.
—Hay
diferencia entre el deseo y el hecho.
—Pero
en este caso se le cumplió gracias a… ¿Un golpe mortal? ¿Fue eso? Créame que lo
leí pero no recuerdo con detalle.
—¡Quiero
a mi hermana!
—Aún
no terminé, Petrov.
Me
faltaba el aire, mi corazón continuaba con una arritmia alocada.
Hojeó
más adelante y se detuvo.
—Aquí
hay un informe del Servicio de Inteligencia Ruso. Parece que hubo un hecho
violento de su parte. Exactamente… a ver… Ah, sí… Asesinó a Ivan Tolov.
—Atentó
contra Gorbachov.
—Ajá…
Parece que para calmar los ánimos se retiró un tiempo. Se mudó a Nueva york y
continuó con su trabajo de inteligencia. ¿A cuántos asesinó, Petrov?
—No
es justo, es mi trabajo. Me dedico a defender el bien.
—Y
a quitar vidas. Pero no se altere ni se sienta mal. Este recordatorio, no tiene
por fin ponerlo incómodo. Es solo que con ayuda de la memoria quizás ya no se
sienta tan mal sentándose frente a mí. ¿No le parece? Quitando los motivos, ya
que no aceptaba sentarse a hablar con asesinos, ahora… seguro lo hará –me miró
fijo—. Siéntese Petrov.
No
supe como mis pies me llevaron hasta el sofá y mi cuerpo cogió asiento frente a
Sebastien Craig. Lanzó el expediente sobre la mesa y cruzó una pierna sobre
otra. Se dedicó a mirarme a los ojos durante algunos segundos hasta que rompió
el silencio.
—Le
daré el beneficio de hablar primero. Seguro tiene muchas preguntas para hacerme
que con gusto se las responderé.
No
podía hablar. Mis labios parecían haber sido sellados. Todo era una locura, una
pesadilla, un film de ficción. Comencé a sentir frío. No era el aire de la
sala. Posiblemente la fiebre habría regresado. Me estremecí.
—¿Se
siente bien? –preguntó Charles.
—¿De
dónde salieron todos ustedes? –la pregunta escapó de mis labios temblorosos.
—Tal
como ustedes lo hicieron, los humanos. De la tierra, hace millones de años.
Evite preguntarme el origen porque es algo no sabré responder.
—¿No
mueren?
—Sí,
aunque no con la facilidad que tienen ustedes.
Sebastien
levantó la vista a mi espalda.
—Scarlet…
Giré
mi cabeza al escuchar el sonido de sus tacones. Nos miramos mientras ella
detenía su andar felino junto al piano. Esquivé la vista y miré a Sebastien.
—Pensé
que vendrías en tu coche, hermana –dijo Lenya.
—No
estaba en condiciones de conducir.
—Celebro
tu prudencia, querida –sonrió Charles.
—No
quiero preguntar nada más. Por favor, deseo ver a Anne –supliqué.
—Iré
por ella –se ofreció Bianca.
—Bien,
verá a su hermana. Sin embargo recuerde, ella no saldrá de aquí, antes de que
estemos seguros de su silencio.
Es posible que en la mansión de los Craig arda Esparta en lugar de Troya:))
ResponderEliminarEn momentos de alta tensión, el sentido de humor de Charles es la estaca que no lleva Petrov:))
Por cierto, también llamará traidora a su hermana?
Qué me ha parecido el capítulo? Espero responder a tu pregunta compartiéndolo.
Bso
¡Hola Ignacio! Muchas gracias por comentar.
EliminarTienes razón yo creo que arderá Esparta y Troya también. Charles tiene un gran sentido del humor y me ha hecho reír a mí también.
Mmm... En cuanto a Anne no sabría decirte. La adora pero es cierto que le ha ocultado algo sumamente importante. Veremos como sigue esta escena.
Gracias, miles de gracias. Compartir es una forma de ayudar a que me conozcan siendo simple aficionada. Te mando un gran abrazo y feliz semana!!
Uy me alegro de leerte de nuevo y te extrañado. Ojala Grigori y Scalert puedan arreglar sus diferencias y él la acepte por lo que es.
ResponderEliminar¡Hola mi sol! Muchas gracias por comentar. Yo también he extrañado tus comentarios.
EliminarGrigorii y Scarlet deberían arreglar sus diferencias pero me late que el problema es más profundo. Por el hecho de las razas diferentes y el matar para sobrevivir.
Gracias nuevamente amiga y te deseo una feliz semana. Besotes!
¡Hola, Lou!
ResponderEliminarLo primero que tengo que decirte es que siempre me alegra que publiques ya que me encantan tus capítulos... pero hoy me he alegrado un poco más de lo habitual
Me he enterado de tu publicación sobre las 8:00h de la mañana, y he sonreído... después he pensado que lo demás podía esperar... que lea tu capítulo y te lo comente, no
Bueno, pues voy al capítulo
Creo que Adrien encontrará el modo de ayudar a Runik a ganar su última batalla... Runik desea abrazar a su anigo, y no puede... También desea ver a Mijail, a Valquiria... son deseos tan hermosos que deben hacerse realidad
Es muy cierto el título del capítulo, llegó la hora de la verdad... y Grigorii ha reaccionado muy mal
Entiendo su reacción, es como para volverse loco saber que te has enamorado de una vampiresa... es algo que no es sencillo de entender y asimilar
Yo tengo por costumbre ponerme en la piel de los personajes, empatizar con ellos... En este caso, he imaginado estar enamorada de un hombre con colmillos y me ha dado esa risa tonta que nos da a veces... Sin embargo, te aseguro que lo seguiría amando
Creo que Scarlet ha hecho lo correcto, ha sido muy valiente... También creo que la actitud de Vikingo ha sido muy correcta al permitir que sea Scarlet quien hable con Grigorii
Charles me ha sacado más de una sonrisa, y Lenya también
Por supuesto, pienso que Anne ayudará bastante a que su hermano entienda... pero lo que más puede ayudar es ese misterio llamado Amor
Supongo que alguna cosa voy a dejar sin comentar... pero te diré que el capítulo me ha parecido espectacular
Y hoy te dedico la mejor de mis sonrisas ;-)
Eres un ejemplo a seguir como escritora y como mujer valiente
Espero que, junto a este comentario, te llegue también toda la admiración que siento por ti
Muchos besos, Lou... Y un fortísimo abrazo
Mi querida escritora, he sonreído más de una vez con tu bello comentario. Como siempre tan detallista y atento. Es una alegría que me cuentes que no has esperado para comentar y te doy las gracias. Es un mimo al alma que tanto necesito.
EliminarEn cuanto al capi, Runik es un personaje nuevo que debió entrar en Iris púrpura, porque quizás hay muchas historias en este libro y no quisiera mezclar al lector, pero como es muy necesario he decidido que tenían que conocerlo. Ya verás el porqué. Los Golubev como sabrás formarán una parte importante de Miel canela y ámbar, te lo imaginas, lo sé.
Yo también me pongo en la piel de los personajes cuando escribo y cuando leo. Será por eso que amo tu historia del clan Palacios.
Scarlet ha sido valiente aunque supongo que hubiera sido mejor contarle la verdad antes pero fue lo que pudo hacer. Grigorii tiene que asimilar tamaña noticia, en un mundo donde creía que los humanos eran la única raza inteligente y dominante. Habrá que darle tiempo.
Charles y Lenya siempre me ayudan a que el lector lea esos toques de humor a pesar de que alrededor todo se venga abajo. Es un respiro para la tensión.
Anne... no sé como tomará Grigorii el hecho de ocultar la verdad pero sé que la ama y entenderá tarde o temprano.
Por último gracias cariño, me has ayudado mucho a sentirme alegre al leer tu comentario, bueno, eso no cambió. Lo logras siempre.
Muchos besos para ti. Sé que la distancia no es dificultad para sentirte una gran amiga.
Una buena semana para ti. Besotes.
¡Dios! Sabía que me dejaba algo importante por comentar, algo que ha llamado mi atención
ResponderEliminarEs que pienso que Grigorii, a pesar de que ya se encuentra mejor, se ha vuelto muy sensible al sol... y no puedo olvidar que una mujer vampiro le mordió un poquito sin querer... Quizás Grigorii ya es un poquito vampiro, también sin querer
Disculpa mi torpeza
Te mando más besos y más abrazos
¡Hola! Contestando a tu duda... Creo que es extraño sí... Hay síntomas del virus pero no todos, creo por ahora... Veremos que más siente Grigorii con el correr de los días.
ResponderEliminarBesazos reina y muchas gracias.
Lou, muchas gracias por tu cariño... Me hace mucho bien
EliminarLamento venir para comunicarte que voy a estar ausente... volveré lo antes que pueda, y me pondré al día de esta estupenda novela
Cuídate mucho, mímate mucho
Te mando miles de besos
Scarlet ha hecho muy bien de contarle toda la verdad a Grigorii,el se lo ha tomado mal pero poco a poco tiene que pensar que se ha enamorado de una vampiresa y que la seguira queriendo.Sebastien dice que Grigorii tambien es asesino porque mato al compañero pero no es asesino.El le pego por insultar a su madre,hizo muy bien pero no quiso matarlo,fue un accidente.Me ha gustado mucho y poco a poco espero que te encuentres mejor.Besos.
ResponderEliminar¡Hola Ramón! Ante todo, gracias por preocuparte. Me encuentro mejor, solo que la ausencia es muy grande y eso es como dices, poco a poco.
EliminarScarlet le ha dicho la verdad y yo coincido contigo. Tarde o temprano si la ama aceptará las diferencias. Habrá que ver en qué tiempo se da cuenta. Por ahora reo que está confundido y dolido.
Es cierto que defendió a su madre, aunque creo que a lo que se refiere Sebastien es que a veces el destino te pone en esas situaciones. No creo que los Craig si tuvieran opción no asesinarían para vivir. El caso es que las transfusiones no sirven a largo plazo. No olvides que por otra parte Grigorii a asesinado a personas que supuestamente atentaban a otras, esso no lo sabemos. Era su trabajo pero muchos pueden no estar de acuerdo.
Te debo miles de gracias no solo por comentar querido amigo sino por estar cerca en momentos difíciles. Un gran abrazo y feliz semana para ti.
Holaaa guapetona!!! Si es que no se le puede contar la verdad a nadie, la gente quiere la verdad peroooo prefieren las mentiras!!!! Anda cómo se ha puesto Grigorii!!! Síiiii, Scarlet ha tardado en decírselo, cómo le iba a decir así como si nada que es vampiresa???
ResponderEliminarY Vikingo a pagar los platos de una vajilla que no ha roto!!! Observaba a Sebastien bastante tranquilo, claroooo, tenía guardado un as en la manga, para algo es hijo de Adrien. Creo que triunfará el amor amore!!!
Drank, muuyyyy preocupado por Anouk, jejejejeje.
Capítulazooooo!!!! Eres genial!!!!
Lou, este año no está siendo bueno. Si no nos quiere dar ninguna alegría, espero que pase sin hacernos más daño. Ánimo, adelante!!! Y pisando fuerte como diría mi madre!!!!
Te quieroooo, querida amiga!!!!
¡Hola mi sol! Un gusto leer tus comentarios como siempre. Ese toque de humor que pone color a los días, y a este año también. Sí, espero que se vaya y con él todo lo feo que podamos haber vivido.
ResponderEliminarEn cuanto al capi, Scarlet ha tardado pero tienes razón, menuda verdad le esperaba a Grigorii y más siendo de su profesión.
Vikingo es muy amigo de Grigorii sin embargo la charla de Sebastien y el recuerdo de su hermana, una buena persona, le hace pensar que no todo es blanco o negro. Ojalá haga entrar en razón a su amigo.
Sebastien ha tenido un as en la manga, tal como hubiera hecho Adrien con una situación tan límite en manos de un humano. Después de todo está protegiendo a su raza.
Drank preocupado por Anouk, yo creo que ya picó y no se da cuenta. La Gólubev lo tiene amarrado y habrá que ver que ocurre con el paso de los meses.
Gracias, muchas gracias por acompañarme en esta locura de la imaginación y tambié por estar en momentos difíciles. Quiero que sepas que también cuentas conmigo.
Un abrazo grande como la distancia que nos separa y buen fin de semana, amiga.
Amiga estuvo genial se pone cada vez mejor ..
ResponderEliminarEs hora de la verdad pero, lo mordio !!!!!!
Hay que ver que pasa !!!!!.
Saludos y bendiciones .
¡Muchas gracias por el comentario! Es cierto, habrá que saber que ocurre con la mordida a Grigorii. Un abrazo para ti y feliz semana!
EliminarTenia razón lenya!!! Va a arder Esparta!!!!!!
ResponderEliminar¡Hola Johiii! Síi, arde Troya, Esparta, y demás. Pero veremos... sigue leyendo querida amiga quizás no todo se vea tan negro. O no... Quizás me equivoqué y se ponga peor.
EliminarBesitooos, y gracias como siempre!!