Un beso grande y feliz semana.
Capítulo 15.
Predestinados.
Charles.
Sebastien
llegó del hotel poco después de que la lluvia torrencial cesara. Mientras
quitaba su impermeable negro y lo colgaba del perchero, se acercó al bar a
servirse algo fuerte. Sentado en el sofá hice a un lado el periódico del día y
cogí mi whisky de la mesa de living.
—¿Hace
mucho me esperas?
—No,
quizás una media hora.
—Lo
siento, tuve algunas cuestiones que resolver.
—¿Hablaste
con él?
—Sí.
Y has dicho bien, hablé. Porque lo que es Hakon solo atino a hablar monosílabos
y algunas preguntas.
—Natural.
No es común que se beba un café y se charle con un vampiro. Pero dime… Lo más
importante… ¿Guardará nuestro secreto?
—Eso
aseguró. Dio su palabra de honor a Olaf.
—¡Qué
buen hombre! ¿Y le creíste?
—Sí,
no me preguntes el porqué pero le creí.
—Tú
sabrás. Nunca te has equivocado.
Bebió
un trago y se sentó frente a mí.
—¿Has
visto a Numa?
—Sí,
me saludó y se encerró en su habitación. Dijo que viajaría a la Isla por la
madrugada.
—Necesitaba
hablar con él. Me contacté con Dimitri y me gustaría que tuvieran una
conversación.
—¿Qué
ocurre con Numa?
—No
lo sé. Está distante, retraído. Me preocupa.
—Es
joven. A veces no se sienten bien en la etapa que transitan. No olvides que su
amigo está de luna de miel. Debe encontrarse perdido.
—Mmm…
no sé…
—La
charla con Dimitri le hará bien, has tenido una buena idea.
—Habrá
que ver si acepta. Y volviendo al tema, Hakon me pidió un favor.
—No
digas que quiere ser vampiro.
—No
–sonrió—. Quiere que convenza a Scarlet de hablar con Petrov y decirle la verdad.
—Tu
hermana está aterrada. No se lo dirá.
—Pienso
lo mismo. Sin embargo, Hakon tiene razón. A la larga será lo mejor. Piensa,
ella lo ama y no lo olvidará.
—Cierto…
Aunque que Scarlet confiese quien es, no garantiza que Petrov la acepte.
—Lo
sabemos. Pero si lo tiene que olvidar sea porque no tiene nada que hacer de su
parte. De lo contrario… Siempre le quedará la amargura y frustración de ignorar
que hubiera pasado.
—¿Y
si él decide delatarnos?
Un
ruido en la planta principal nos obligó a mirar. Ron bajaba la escalera con
lentitud y pesadumbre.
—Lo
siento, estaba preocupado por el encuentro en el hotel.
—No
te preocupes, no lo asesinó –contesté sonriente.
—Eso
suena bien –dibujó media sonrisa.
—¿Bebes
con nosotros? –Invitó Sebastien—. De paso me cuentas como ves a Kathry.
—Está
recuperándose.
Ron
titubeó hacia el bar pero se arrepintió y se sentó junto a Sebastien.
Ante
un silencio de varios segundos, retomó.
—Me
gustaría saber cuál es la respuesta a la pregunta de Charles.
—¿A
qué te refieres?
—Charles
te preguntó qué harías si decide delatarnos.
Sebastien
lo contempló unos instantes y palmeó el hombro.
—No
los borraré, Ron. Si es lo que te preocupa. Tendremos que coger nuestras cosas
y partir de Kirkenes.
—¿Dónde
iríamos?
—Pues
no lo sé. Seguramente a la Isla del Oso.
—Vamos
Ron, no te preocupes por adelantado –lo tranquilicé.
—Por
supuesto, quizás Scarlet no se lo diga nunca. A pesar de ello… Hakon está
preocupado. Petrov no se ha sentido bien.
—La
mordida –murmuré.
—Ayer
ha estado mejor –agregó Ron.
—¿Tú
cómo lo sabes? –Sebastien repitió—. ¿Cómo lo sabes, Ron?
—Es
que… Fui a ver a Anne.
—¿Qué?
Estás corriendo un riesgo mayor.
—No
te preocupes. Me acerqué a su ventana, ella no salió y Grigorii no se enteró.
—Ron,
¿Desde cuándo ves a Anne en esas condiciones?
—Alguna
que otra noche. ¡Juro qué nadie me ve!
—Creo
que el círculo está cerrándose –aseguré— No sabemos si Anne ante la
desesperación de ver a su hermano enfermo, no confiese la verdad.
—No
lo hará. Pero necesitaba tranquilizarla. Está triste, inestable. ¿Pueden
entenderme? Piensa en Margaret – me miró y clavó su iris rojizo en Sebastien—.
Piensa en Bianca. Ustedes saben lo que es amar. No me pidan que siga de largo
haciendo de cuenta que nada pasó. Está sola, ya no nos tiene a nosotros. Y su
hermano… Y Grigorii no puede ayudarla en su situación.
—Puedo
entenderte, Ron -lo observé con pena—. Sin embargo, un paso en falso y puedes
arruinar todo. Imagínate si Petrov te ve cerca de Anne y se entera de quienes
somos. Nadie le quitará de la cabeza que estamos persiguiéndolos. Eso generará
miedo en él. Y si se entera de la verdad lo mejor que puede ocurrir es que
entienda que seremos inofensivos.
—Eso
ya no lo creerá –Sebastien bebió un trago—. Asesinamos para vivir, o por lo que
sea. Va contra sus principios. Inofensivos jamás seremos para él. Creo que es
mejor alertar al resto de la familia por si tenemos que huir. Sé que Bianca lo
entenderá.
—Hablando
de Bianca, no la he visto –pregunté.
—Después
del hospital iba a la casa de su padre. Dijo que pasara por ella a las ocho.
—Ah…
Su padre, cierto –refunfuñé.
Sebastien
rio.
—Tendrás
que dominar tus celos, querido Charles.
—Nunca
fui celoso.
—Pues
ahora lo eres, te comunico que te destellan los ojos de rabia cada vez que
Bianca comparte momentos con Eridan.
—¡Ay
por favor! Se han llevado mal muchos años. No es confidente como yo con ella.
—Te
recuerdo que le dio la vida.
—Te
recuerdo que yo también.
Cogí
el periódico y fingí leer.
—Ahora
me vienes con esas de padre compinche, ¡ja! Bastante que lo ha necesitado y no
ha estado allí. Yo he estado siempre desde que la conocí.
—Charles,
no ha estado porque lo detuvieron y después terminó internado en un
psiquiátrico. Tú mismo la ayudaste a buscarlo.
—¡Ni
me lo recuerdes!
Sebastien
rio.
—¿Estás
hablando en serio?
—¡Claro
qué no!
Bajé
el periódico y sonreí.
—Sí,
jajaja. Estás hablando en serio.
—Voy
a cazar. Pasaré por tu casa Charles, Chelle dijo que iría conmigo. Si me
necesitan estaré en unas horas de regreso –dijo Ron poniéndose de pie.
—Okay.
¿Y Khatry? ¿Lenya quedó con él?
—No,
Bianca dejó algunos sedantes y las recomendaciones. Ahora duerme. Lenya fue a
clase de parto.
—¿A
clase de qué? –preguntamos al unísono.
—De
parto. Muchos humanos machos lo hacen para acompañar a sus hembras en el
momento de parir.
—¡Ay
por favor! Terminará desmayado en el piso apenas vea a Liz dando a luz
–protestó Sebastien.
—Bueno,
para eso son las clases. Para preparar a ambos.
—Okay,
solo espero que Bianca no me pida que presencie el parto porque creo que no
resistiría verla sufrir.
El
teléfono de línea sonó sobre la repisa del hogar a leñas.
—¡Qué
extraño! Ese aparato casi nunca suena. ¿Quién será?
Me
puse de pie ante el rostro consternado de Sebastien y Ron.
Descolgué
el auricular y atendí la llamada.
—Buenas
noches. ¿Quién habla?
“Buenas
noches. Por favor, es urgente. Necesito hablar con Sebastien Craig”.
—¿De
parte?
Su
voz tembló.
“Dígale
que soy Huan yen. Tengo conmigo a Miyo y Thashy Sherpa.”
Ekaterina.
Después
que Sara y Rodion partieron con Dyre, me sentí vacía y sola. Branden y Boris
estaban muy ocupados. Cierto que contaba con las visitas de Nicolay pero
últimamente el colegio le llevaba mucho tiempo y Sebastien había decidido que
se quedara en la mansión solo los fines de semana. Branden rendiría libre
algunas materias de medicina y por lo tanto podía estar más presente durante el
día.
Bianca
había comenzado a trabajar, Liz y Lenya a menudo desaparecían, Rose estudiaba y
se ocupaba de varias tareas de la casa, y Anouk otro tanto. Con Ron no podía
contar demasiado. A pesar de ser amable nunca habíamos iniciado una relación de
amigos. Lo mismo ocurría con Scarlet. En cuanto a Charles y Margaret, venían casi
todos los días a la mansión pero luego regresaban a su hogar en las montañas.
Ambos tenían un huésped que atender. Un tal Chelle Huiliche. Al parecer lo
tenían oculto para que no lo encontrara su familia. Para ser exactas, su
hermana.
Douglas
aún no había regresado de su luna de miel con Marin. No significaba que si
estuviera en Kirkenes me haría una visita de cortesía, justo él que me
detestaba. Sin embargo hubiera sido una buena excusa para ver a Numa en la
sala, ya que el joven había llegado de la Isla y permanecido en su habitación
casi sin dejarse ver por nadie.
Me
daba vergüenza reconocer que aquel beso que me había arrebatado en el jardín,
aún seguía quemando mis labios. También, que verlo aunque fuera por segundos
producía cosquillas en mis tripas. Pero eso solo lo sabía yo. Y la única
persona a la que podía contarle todas las sensaciones que sentía por él, había
partido a vivir a Moscú.
Después
de asear la cocina me preparé un café y me senté en el taburete junto a la
encimera. El silencio me rodeó, apenas interrumpido por el tic tac del reloj de
pared y algún trueno lejano. A esta hora Sara bajaría para hacerle un biberón a
Dyre… ¿Llovería en Moscú como aquí? Había dejado el móvil en mi habitación,
seguramente ella me habría enviado un whatsapp de “buenas noches”.
Bebí
el café lentamente mientras la charla de Charles volvió a mi memoria. Entonces, los pensamientos comenzaron a
golpear mi cabeza con imágenes de esa infancia horrenda de Numa. Numa… Otra vez
Numa…
Tantee
mis bolsillos del suéter y quité la cajilla de cigarrillo y el encendedor.
Había comenzado a fumar debido a mi ansiedad desbordada y un poco de esa
soledad que detestas. El vicio no era una adecuada solución pero al menos
sentía una imaginaria compañía. Suerte ser vampiresa y no sufrir cáncer.
Aspiré
el primer humo blanco y exhalé al aire. El segundo lo tragué al escuchar la
puerta de la cocina abrir y cerrarse a mi espalda. Pero no era él... Era Rose.
Tosí
un par de veces mientras la joven me miraba sorprendida.
—¿Es
tu primera vez?
—No
–tosí otra vez—. No es que tragué el humo sin querer. No esperaba que alguien
estuviera levantado.
—No
puedo terminar de memorizar una lección de anatomía.
—Quizás
si descansas unos minutos puedas retomar mejor.
—No
hay forma –se sirvió agua fresca de la heladera—. El Sherpa está gimiendo y me
desconcentra.
—Debe
dolerle algo.
—No
lo sé. Creo que menciona a sus hermanas.
—Pobrecillo.
Ojalá las encuentren.
—Ya
las encontraron. Sebastien y Lenya partieron por ellas hace una hora. El
sirviente de la bruja malvada cuidó de ellas y las salvó. Algo así escuché. ¿Y
tú? ¿Extrañas a Sara?
—Sí,
estaba acostumbrada a cuidar al bebé. Y Nicolay ya no viene tan a menudo.
—Es
verdad. Tal vez Sara no se acostumbre a Moscú y deban regresar.
—Espero
que no. Rodion estaba entusiasmado.
—Siempre
nosotras terminamos haciendo lo que los machos quieren, es injusto.
—Es
su pareja y el padre del niño. Es su familia.
—Nosotros
también lo somos… Bueno, no me hagas caso, estoy de mal humor. De todas formas
no soy la única. Numa está insoportable. Apenas contestó mis “buenas noches”
cuando pasé por la puerta. No entiendo porqué se va a la Isla si tanto le
desagrada. Sebastien no lo obliga, podría trabajar en el hotel.
Bajé
la vista y bebí un sorbo.
De
pronto una moto se escuchó cada vez más cerca. Rose se acercó a la ventana y
maldijo.
—Malditos
muros, nos ves nada desde aquí. Igual –sonrió—, podría adivinar quién es.
La
moto se detuvo y Rose enjuagó el vaso y lo guardó.
—¿Alguien
viene a esta hora? –pregunté.
—Sí,
me juego que es Anouk. Y…—observó el reloj—. Si no me equivocó en un minuto
entrará a la sala.
Abrió
la puerta de la cocina y espió al tiempo que terminaba mi café.
Lavé
la taza y la coloqué boca abajo sobre la encimera.
Rose
giró su cabeza y me miró.
—¡Oyee,
ese beso duró mucho mas eh! –rio.
Sonreí
mientras la puerta de la sala se escuchaba.
—¡Hola
Anouk!
Percibí
acercarse a la joven Gólubev y Rose se despidió.
—Buenas
noches Ekaterina.
—Buenas
noches.
Apagué
las luces y subí la escalera tras las chicas que cuchicheaban divertidas.
Caminé
por el pasillo de planta alta con la idea de llegar a mi habitación, pero me
detuve.
La
puerta de la alcoba de Douglas estaba abierta. La luz, encendida… y me acerqué
con pasos sigilosos. Apenas me asomé, lo vi de espaldas, junto a la cama.
Estaba de pie doblando algunas prendas y armando una maleta.
Sus
hombros firmes bajo la camiseta azul se trababan y distendían en armonía con el
movimiento de sus brazos. Sus piernas infundadas en los jeans gastados, levemente
separadas. De esa forma soportaban el equilibrio de su cuerpo alto y musculoso
mientras se estiraba para coger más prendas sobre la cama. Era perfecto para
mí. No, me desdigo. No era perfecto… Era muy joven para mí.
Amagué
con retirarme tan silenciosa como había llegado pero él me detuvo.
—Ni
siquiera vas a decirme “buenas noches”.
Quedé
muda contemplándolo. Como si mis pies hubieran estado clavados en el piso.
Levantó
la vista de la maleta y giró su cabeza hasta encontrar mis ojos asustados.
—Yo…
ya me iba a descansar. No quise molestarte. Ignoraba que tuvieras tan fino
oído.
Continuó
mirándome como queriendo indagar en mi alma.
—No
te escuché. Es tu perfume el que te delata.
Mi
mano derecha fue hacia mi cuello inconscientemente. En un intento ilusorio de
detener el aroma a canela que desprendía mi cuerpo. Deslicé los dedos hasta
unir el escote V de mi suéter.
Numa
me observó y siguió el recorrido de mi mano hasta mi pecho. A los segundos me
miró a los ojos. Pero no lucía una mirada libidinosa, sino de tristeza.
—Si
necesitas que te ayude con la maleta –balbucee.
¿No
debería haber dicho “buenas noches” y retirarme? ¿Por qué seguía allí? ¿Por qué
no huía de una vez por todas a mi habitación?
—A
desarmarla. A eso me puedes ayudar.
—¿Cómo
dices?
Lanzó
un abrigo de lana en la maleta y se acercó. Creo que retrocedí dos pasos y se
detuvo.
Sus
ojos entre un gris y rojizo se clavaron en mi iris. Tragué saliva, sin embargo
no pude apartar la vista de él. Tampoco retrocedí esta vez cuando se acercó
hasta llegar a mí.
Podía
sentir su aliento a caramelo de miel acariciando mi rostro.
—A
desarmarla, dije. Con solo un pedido tuyo de que me quede y no dudaré ni un
segundo.
Continué
sin poder hablar. Podía haberle contestado, “¿estás loco?” O quizás decirle lo
que pensaba, “te he dicho que lo nuestro no puede ser”. Pero no… no emití
palabra.
Él
se acercó más. Era un poco más alto que yo, así que se obligó a inclinar el
rostro para que su nariz rozara la mía. Su perfume varonil antes tenue, ahora
me envolvía como trampa mortal.
—Dime
–susurró acariciando la mejilla con sus labios carnosos—, dime que me quede y
solo haré una maleta para seguirte a donde vayas.
Cielos…
Cielos… ¿Cómo poder contra esa atracción que ejercía su cuerpo cerca y sus
palabras?
Cuando
sus labios llegaron a mi boca temblé de ansiedad. Deseaba que me comiera con
esa pasión que siempre lo desbordaba.
Es
solo un beso Ekaterina, pensé. Quítate
esas ganas que tienes de besarlo y que te bese… Después él se irá y todo
seguirá como antes. Pero algo de sensatez me decía que nada volvería a la
normalidad si yo le correspondía. Aunque… Si Numa fuera quien me arrebatara el
beso podía salir indemne de la escena. ¿Pero era justo? No, ni para él ni para
mí. Hubiera sido actuar de forma sucia y tramposa. Querer enredarlo incitándolo
para después lavarme las manos y actuar como ultrajada.
La
mano voló a su nuca y lo aferré con fuerza. No le di tiempo a sorprenderse. Lo
atraje y comí su boca como si en ese beso se fuera mi propia vida. Percibí sus
músculos contraerse y separar los brazos de su cuerpo. Poco transcurrió para
sentir sus manos sobre mi espalda, atrayéndome contra ese pecho duro y fibroso.
Hacía
tanto tiempo que no tenía un contacto tan íntimo con un macho. Quizás fue eso,
no lo sé. Lo único que podía asegurar que deseaba que apagara el fuego que ya
incendiaba mis entrañas.
Su
actitud no ayudó mucho a ser consciente. Cada gemido que escapó dentro de mi
boca, cada caricia de su lengua palpando cada rincón, cada contacto de mis
dedos en su rostro, su sexo firme contra la pelvis. No iba a poder detenerme…
No iba a poder. La razón, porque simplemente no quería.
Con
una mano cerró la puerta de un movimiento brusco. Podría haber sido la ocasión
para detener la caliente escena. Tampoco lo hice. Solo quería que continuara,
que no apartara su cuerpo excitado y hambriento de mí. Necesitaba comprobar
cómo era sentirse tan querida.
Me
arrastró hacia la cama sin dejar de comernos la boca. No supe cómo hizo para
que en breves segundos hiciera volar la maleta de la cama y acostarme sobre
ella. De rodillas en el colchón, con las piernas a cada lado de mi cuerpo, se
quitó la camiseta. Mis manos que habían quedado suspendidas en el aire sin
saber si tocarlo o morderme los dedos, se decidieron ante el calor que emanaban
nuestros cuerpos. Lo recorrí desde los hombros hasta el ombligo, su pecho, la
cintura estrecha, cada centímetro de su piel desnuda.
Se
inclinó y me besó otra vez, caliente y apasionado. Hurgando bajo mi suéter
hasta encontrar lo que estaba buscando. Uno de mi pecho sintió la prisión de la
mano. Me arquee invitándolo a seguir mientras quitaba toda prenda superior que
obstaculizaba el contacto directo. Sus gemidos eran continuos sin dejar espacio
al silencio. Quizás también eran los míos. Sí, eran los míos, que escapaban de
la boca sin poder contenerlos. La idea fija comenzó a invadir mi cerebro. Solo
un poco más de su cuerpo, solo un poco más…
Sin
embargo, todo aquel que ha estado deseando tanto tiempo el sexo con alguien
podría entenderme. El “solo un poco más”, se convierte en más débil hasta
desaparecer y terminar en, “mentira, lo quiero todo”. Eso fue lo que ocurrió
para vernos en instantes completamente desnudos enredados en la cama.
Si
hubiera habido en el diccionario alguna palabra mejor que “perfecto” para
definirlo, esa hubiera sido la adecuada. Era un macho tan viril y musculoso que
superaba toda expectativa de cada sueño tenido con él.
Quizás
porque ahora estaba en carne y hueso. Era real. Disfrutando de su piel, de sus
labios haciéndose un festín con mis pezones. De esas piernas torneadas
encerrando las mías. Podía notar su juventud en cada poro, en el ímpetu por
acapararme toda y no soltarme ni un segundo. No hubiera podido escapar. Hubiera
sido imposible, más aún cuando su voz entrecortada pronunció mi nombre.
—Ekaterina
–jadeó.
Que
bello sonó mi nombre en su boca.
—Eres
tan lindo –murmuré.
—Tú
eres hermosa. Desde que te vi por primera vez, me vuelves loco. ¡Loco!
Nos
besamos una y otra vez, con esos intervalos breves que sirven para atrapar el
aire y provocar que desees nuevamente su boca en la tuya. Como imán, como
trampa deliciosa que altera cada uno de tus sentidos.
Jamás
había acariciado una piel tan sedosa, jamás había besado unos labios tan
carnosos. Jamás… había entregado mi alma de esa forma. Porque la entregué en
esa cama y en esa habitación. ¿Si sentí miedo en algún momento? Si fue así no
lo recuerdo. Existimos él y yo y el mundo no importaba.
Numa
tenía un gran dominio de la cama y lo que deseaba una hembra. Mentiría si por
un momento una punzada de celos atravesó mi corazón. ¿Cuántas habrían
disfrutado de su cuerpo y de su boca apasionada? Pero no podía haber reclamos.
Ambos veníamos con pasados desconocidos, caminos separados. Hasta ahora que el
destino nos había cruzado para… ¿Para qué? ¿Terminar con unas cuantas noches de
pasión y agotar la lujuria? ¿O para cambiar nuestras vidas y juntos ser
felices? Era una respuesta que por el momento no tendría y creo que tampoco
deseaba buscarla.
Él
apoyó su frente en la mía, nuestros pechos unidos respiraban entrecortado al
mismo compás. Contra mis labios susurró mi nombre varias veces hasta que ahogué
su débil voz con otro beso. No significaba que molestaba el sonido de sus
cuerdas vocales que se deshilachaban por el placer en esa habitación. No quería
quebrar ese momento único que quizás no volvería a repetirse. ¿Cómo saberlo? Si
tenía tan poca información sobre mí y yo de él. Solo su infancia terrible y su
lucha por superar la vida que tanto tiempo le había dado la espalda.
Entre
la música de sus gemidos un falso deja vu surgió en mi mente. Por segundos no fue el goce el motivo de su
lloriqueo sino el dolor. Un niño soportando los peores maltratos nada menos que
por sus propios progenitores. Porque esos desalmados no podían haberse llamado
padres.
La
visión hizo que apresara su cuerpo con fuerza contra el mío. Fue una suerte que
él no leyera pensamientos y tomara mi acción como una más sobre la cama. No
hubiera sido sencillo continuar si no hubiera logrado quitar cualquier imagen
horrenda. Hubiera arruinado todo placer. Así que me sobrepuse y me hundí en su
cuello perfumado y terso. Lo besé, lo lamí, y mordisquee. Tratando de pensar
solo en el macho hermoso que abrazaba.
Nuestros
ojos se encontraron antes que entrara en mi cuerpo. Fue como si desgarrara mi
alma y la uniera al mismo tiempo. Vi sus largas pestañas ocultar el iris y
mordió su labio inferior queriendo contener un grito. Éramos dos que debíamos
no llamar la atención, cuestión difícil de lograr en ese estado. Odié no
encontrarme en otro lugar que no fuera la mansión de los Craig. Un campo, una
playa, un hotel de mala muerte, no importaba mientras hubiéramos podido gemir y
gritar por tanto placer.
No
supe como lo logramos, pero lo hicimos. Aunque eso no significó menos goce.
Solo un poco de cordura dentro de tanto fuego y pasión. Solo besos apagando los
quejidos, solo uñas clavándose en sus muslos, solo el temblor abrupto que
sacudió cada célula ante el orgasmo. No pude esperarlo. Hubiera sido romántico
e ideal, pero lo había deseado tanto tiempo…
A
él no pareció importarle demasiado. Al contrario, dibujó una sonrisa débil
mientras seguía concentrado en su trabajo de envestir. Me gustó… Me gustó haber
recuperado alguno de los sentidos para poder disfrutar su placer en plena
explosión hasta desmadejarse de a poco entre mis brazos.
Y
así se desplomó sobre mi cuerpo. Ninguno habló palabra. Nada de esas frases
típicas de, “que bueno estuvo”, ni “lo pasé genial”. Recostó su cabeza en mi
pecho y cerró los ojos. Con una mano acaricié su cabello lentamente y con la
otra recorrí su espalda.
Su
cuerpo parecía tan poderoso aún encerrado entre mis brazos. Nuevamente pensé
que ese mismo cuerpo en el pasado había sido escuálido y pequeñito. Alguna vez
había sido un niño expuesto a las palizas de sus padres. Sin poder defenderse,
sin tener muchos recursos que llorar y pedir auxilio. Ese auxilio que un día
por fin llegó. Tarde, para mi gusto.
Una
lágrima asomó y rodó por mi mejilla. Si hubiera podido estar allí… Si hubiera
podido rescatarlo antes de que llegara a su vida Douglas Craig. Pero no podía
cambiar el pasado. No podía borrar la pesadilla de su niñez. Tampoco iba a
borrar lo recién hecho…
Levantó
la cabeza y secó la humedad de mi lágrima en su frente. Me miró con temor.
—¿Por
qué lloras?
—Por
favor, no quiero hablar de ello –acaricié la comisura de sus labios
entreabiertos.
—Me
preocupa que sea por mí.
—No…
Yo he querido que esto ocurriera —murmuré.
—¿Estás
arrepentida?
Negué
con la cabeza mientras limpiaba otra lágrima.
—¿Entonces,
dime por qué? Te has puesto triste.
Se
incorporó aún sudoroso apoyando el codo en el colchón. Me contempló preocupado.
—Estoy
triste, sí. Pero no es por haberme acostado contigo.
—No
me ocultes algo importante. Yo no lo haría.
—Es
que… no tiene que ver con lo nuestro.
—¿Entonces
con qué?
Suspiré
y lo miré a los ojos.
—Solo
que no quiero que sufras. No me preguntes porqué ese gran interés por verte
bien.
—Estoy
bien. Aunque… No entiendo a qué te refieres. ¿Al viaje a la Isla? Me gusta mi
trabajo, no es una tortura. Solo que tú te quedarás aquí y si me pidieras que…
—Es
tu pasado el que me atormenta y entristece.
Se
sentó en la cama y frunció el ceño.
—¿Qué
sabes tú de mi pasado?
No
podía mentirle, juro que no podía al menos mirándolo a los ojos.
—Me
enteré de tu horrenda niñez.
Sus
ojos sin apartarse de mí, oscurecieron. El brillo que habían lucido se apagó de
un soplo e intentó decir algo. Lo interrumpí al tiempo que mi mano rozaba su
mejilla.
—Hubiera
querido que tu pasado…
No
dejó que terminara la frase y apartó el rostro de mi contacto.
—Es
por lástima que te has acostado conmigo.
—¡No!
No es así.
—Sí.
Todo cierra. Siempre me has rechazado anteponiendo la diferencia de edad.
¿Ahora? ¿Soy más grande qué tú? No, ¿verdad? Solo te ha movido la lástima.
—¡Numa,
no!
—Vete.
No quiero sentirme un desgraciado. Y si sigues aquí me recordarás las migajas
que me has regalado.
—Numa…
—mis ojos se llenaron de lágrimas.
—Vete
Ekaterina. Si quieres hacer algo bueno por mí, desaparece. Yo trataré de no
cruzarte otra vez.
—¡Numa!
—Escucha,
no entiendes ni entenderás como me siento. Siempre que han mejorado mi vida han
sido llevados por la lástima y compasión. Douglas, Sebastien, Charles, Rose,
tú… No hay otra razón para hacerme parte de sus vidas.
—Eso
no es cierto. No creo que ninguno de los que mencionaste se han acercado y
ayudado a ti movido por ese pobre sentimiento. Te equivocas.
—Vete…
Por favor, te lo ruego.
Me
vestí y salí de esa habitación llevando mi corazón hecho trizas. Lo hubiera
dejado para que lo uniera trozo por trozo. Pero no estaba en condiciones de
unir mi corazón si el suyo estaba destruido.
Drank.
Esa
tarde aguardé ansioso que Anouk saliera del edificio donde debía terminar unos
trámites impositivos para Sebastien Craig. Estacioné la moto frente a la
fachada para que me viera apenas traspasara las puertas automáticas. Encendí el
tercer cigarrillo y miré el reloj pulsera. Seis menos cuarto… Anouk había
dicho, “quedaré libre después de las seis”. Me di cuenta que había llegado demasiado
temprano al lugar ya que hacía tres cuartos de hora que esperaba por ella. ¿Era
ansioso quizás? No, estaba ansioso que es diferente.
Mi
día había comenzado muy temprano trabajando bajo la lluvia con Bernardo, James,
Nick, y Carl. Teníamos que terminar la reconstrucción de una cabaña que había
quedado deteriorada por el tiempo. El proyecto de levantar hogares nuevos
después de aquella gran helada mortal, fue sobre ruedas. Sin embargo nos quedaban
algunas más que habíamos suspendido por levantar las paredes del Jardín
guardería y parte del presupuesto del Estado que se había atrasado en su
compromiso.
Me
encantaba mi trabajo, aunque si hubiera contado con un título de ingeniero
hubiera podido estar en más detalles o colaborar en los diseños. Por un
instante recordé a mi padre en su última visita… “Ya no tendrás que trabajar,
Drank. Podrás seguir estudiando la carrera que deseas”. Había sonado muy
atrayente. Pero resulta que no era suficiente para alejarme de la reserva.
La
tormenta se había disipado y el sol en el horizonte, escondido tras las casas
de doble planta permanecería durante horas en su sitio a causa del verano. La
noche casi era inexistente, aunque a mí no me preocupaba. No debía ocultarme como los vampiros. Sin
embargo también deseaba las horas nocturnas. Amaba mirar el cielo estrellado
pero ya no me interesaba captar alguna estrella fugaz atravesando el espacio.
En Drobak solo dos veces tuve esa suerte. En la primera pedí que mi madre se
salvara, en la segunda… que Liz me amara como yo a ella. Ninguna resultó. Quizás
porque las estrellas fugaces no se dejan ver para que pidas un deseo y cumplirlo.
Simplemente te regalan esa vista, esa magia. Quizás te convierten en un ser
afortunado porque debes tener suerte para verlas.
Y
yo era un ser afortunado. Porque había tenido un hogar lleno de amor y cariño.
Porque había conocido lo que era enamorarse de verdad, porque tenía amigos que
me querían, y porque había vencido a la muerte. No importaba si había contado
con la ayuda de Adrien Craig, estaba aquí, vivo.
—¡Holaaa!
La
voz de Anouk me sacó de mis pensamientos y giré la cabeza hacia la entrada del
edificio. Allí estaba vestida de ejecutiva de chaqueta, pantalón negro y camisa
blanca. Llevaba tacones altos que cualquier chica hubiera sentido temor de
hacer tres pasos sin caerse. Pero ella no. Al contrario caminó ágil y
apresurada con esa sonrisa que abarcaba su rostro y hacía brillar sus ojos.
Sonreí
y lancé el cigarrillo.
Mi
mano se desprendió del manubrio y la extendí hacia su dirección. Ella se fundió
en mi abrazo y besó mis labios sin dejar nunca de sonreír.
—Estas
muy lindo. Deseaba terminar el maldito trámite para verte.
—Tú
estás muy bonita vestida así pero… —la miré de arriba abajo sonriendo—.
¿Piensas subir a mi moto con tanta elegancia?
—¿Crees
qué no? –hizo un guiño divertido.
De
inmediato colgó su bolso pequeño en el hombro y remangó un poco los pantalones.
Acto seguido trepó detrás de mí.
Reí.
—¿Has
visto?
—Sí,
ya he visto.
—¿Dónde
iremos?
—¿Quieres
beber algo?
—Sí,
a ti.
La
frase me tomó de sorpresa. No era la misma Anouk que había conocido un año
atrás. De hecho no se le parecía en nada. No sé si con una chica cualquiera
hubiera contestado, “pues vamos a mi cabaña a que me bebas todo”, pero ella no
era cualquiera… Era Anouk Gólubev, virgen, y dueña de una cuarta parte de
Moscú.
Debó
confesar que de todas formas sus palabras produjeron en mí un cosquilleo. Sin
embargo había que salir lo más elegante posible de la situación si no quería
tratarla como una chica más.
—¿Estás
pensando en convertirme?
—Sssh,
calla. Hay transeúntes por la acera.
Reí
y di arranque a la moto.
—¿Te
parece que vayamos al parador?
—Es
muy costoso. Podemos buscar otro lugar.
—No
te preocupes. Cobré mi sueldo. Así que pienso gastarlo contigo.
La
moto avanzó por la avenida unas cuatro manzanas hasta que cogí la curva hacia
ese lugar soñado donde los turistas se detenían a beber un refrigerio y comprar
suvenires. Gozaba de una vista maravillosa ubicado en una parte alta del monte.
Entre la ciudad y la reserva. Podías disfrutar de extensas filas de cipreses y
abedules que formaban un manto de varias tonalidades de verde, y hoy en
particular sería un día poco concurrido debido al día lluvioso.
El
parador estaba construido en madera y lustrado al natural. Su techo abarcaba
casi treinta metros por veinte. Las mesas estaban ubicadas de tal forma que
donde quiera que eligieras sentarte podías ver toda la ladera que subía hasta
las cumbres. Las cumbres… Las misteriosas cumbres de Kirkenes.
Recuerdo
la primera vez que las vi. Aquel octubre que llegué a este lugar. No había luz
natural por la estación invernal que se aproximaba. Mucho frío, y soledad. Es
extraño como un mismo paisaje puede hacerte sentir tan diferente. Ahora ya no
percibía el escalofrío del desarraigo y desolación al contemplarlas. Y aunque
estaba claro que habían sido los dominios de Adrien, hoy por hoy era parte de
mí. De mi lugar en el mundo.
Lo
único que no podías divisar desde esa ubicación, era el mar. Pero mejor así…
Cuando
cayó la breve noche y el aroma a lluvia fue disipándose, aún estábamos
disfrutando un jugo de grosellas. No escapó de mí las miradas de Anouk con esa
carga de deseo que no sabría disimular. Lejos de sentirme como cualquier
hombre, orgulloso y pleno, había algo que lo impedía y me hacía sentir
pequeñito. Miento si dijera que no me molestaba. Pero tampoco sabía cómo evitarlo.
Estaba cerca, y muy lejos a la vez.
La
mayoría del tiempo que conversamos, ella me contó sobre su infancia y juventud.
Sobre la búsqueda de su vocación y demás. Preguntó sobre Lost y le conté que se portaba bien. Lo cuidaba Mamina y Louk cuando yo no estaba en casa. En varias oportunidades perdí el hilo
de lo que decía. No por falta de interés, sino porque mis ojos se iban a sus
gesticulaciones graciosas y su alegría chispeante. Me hizo reír. Era graciosa.
También sus labios creados para besar me distrajeron, por eso no dudé en
ocasiones interrumpir sus relatos y adueñarme de esa boca carmesí. Puedo dar fe
que a ella no le disgustó en absoluto.
Por
el camino de regreso me detuve a comprar unas flores. Anouk quedó encantada con
el detalle. Parecía ser una chica muy romántica y soñadora. El caso es que yo
no era un príncipe azul que la llevaba en carroza dorada. Muy lejos estaba de
poder brindarle una mínima parte, de lo que estaba acostumbrada. Sin embargo
ella parecía feliz.
Al
llegar a los altos portones de la mansión, ágilmente bajó de la moto sin perder
la sonrisa.
—Las
pondré en agua. Son muy bonitas. Gracias.
—De
nada.
Incliné
mi cuerpo hasta llegar a su boca y darle un beso. Anouk correspondió y cuidó que las flores no
se aplastaran mientras una de sus manos se apoyaba delicadamente en mi espalda.
Era
muy dulce al besar. Yo trataba de seguir a su ritmo. Era como si debiera evitar
que un cristal se rompiera y a la vez sentir el impulso de estrellarlo y beber
cada trozo. Me gustaba, me atraía, y me aterraba…
Cuando
el beso llegó a su fin, porque todo se termina, hasta los besos, ella se separó
y su rostro mostró inquietud.
—¿Qué
ocurre? ¿No te gustó?
—Sí,
no es eso… Quería contarte algo.
—Pues,
dime.
—Hablé
con mi padre sobre ti.
Mi
respiración se detuvo por segundos. Tragué saliva y la miré con temor.
—¿Qué
te ha dicho?
—Nada
malo. Ya soy mayor de edad. Solo se preocupó por lo que tú sentías hacia mí.
—¿Y
qué le dijiste?
—Bueno…
Estamos conociéndonos –sonrió.
—Claro…
—Dijo
que me veía muy entusiasmada.
Sonreí.
—¿No
le pareció mal que no fuera como ustedes?
—¿Cómo
nosotros? ¿Te refieres a vampiros?
—Sí…
No sé… Otras diferencias que quizás para tu familia son importantes.
—Pues
no. Para él es importante que sea feliz. Y yo me siento feliz contigo. ¿Y tú?
—Yo…
Mi
móvil sonó y lo cogí de la chaqueta.
—Disculpa.
—No
hay problema.
Era
el número de Bua.
—Hola…..
Sí, todo bien, ¿y tú?...................... Ajá……………. ¿En serio? Vaya, es una
buena noticia, pero no te noto muy bien…………………. ¿Tu hermano? Oye, no te
preocupes, de verdad………………….Tranquila iré para casa. Nos vemos allí.
Cuando
corté levanté la vista para ver a Anouk. Ella permanecía callada observando las
altas copas de los pinos que rodeaban la mansión.
—Debo
irme.
—Okay.
—¿Nos
vemos el fin de semana?
—Sí,
por mí está bien –sonrió con tristeza—. ¿Era Bua?
—Sí.
Necesita hablar sobre Mike, parece que ha tenido un problema serio.
—Entonces,
nos vemos el fin de semana.
A
punto de arrancar la moto me detuve.
—Escucha,
quiero que sepas algo.
—Dime.
La
miré a los ojos.
—No
soy de esos tipos que colecciona mujeres. Tampoco juego a dos puntas. Nunca lo
he hecho. Así que puedes estar tranquila que no te engañaré.
—Lo
sé… Es que aún tu y yo no tenemos nada íntimo y…
—No
tiene nada que ver. Bua es una amiga y puedes estar segura que no me acostaré
con ella cortejándote a ti. No sirvo para eso.
—Pero
sí tuviste algo con ella, ¿verdad?
—Así
es –la luz de sus ojos se apagó—. Pero no volverá a pasar. Ambos no estamos
interesados en eso. Lo que pasó fue por soledad, o comodidad. Como quieras
llamarlo. Sin embargo se terminó.
—¿Y
para ella?
—También.
Sé a quién quiere Bua y no soy yo. ¿Confías en mí?
—Sí
–sonrió—. Confío.
—Ven,
dame otro beso para que resista no verte hasta el sábado.
Su
cara se iluminó con su típica sonrisa.
—Te
lo daré. Para que me extrañes tanto como yo a ti.
Apenas
cogí el último tramo del camino, divisé a Bua sentada en mi portal. A medida
que me acercaba la noté meditabunda y una de sus piernas se movía en actitud de
nerviosismo.
Bajé
la moto y la arrastré hasta llegar a ella.
—Hola.
—Hola
Drank. Siento haberte hecho venir de donde estabas. Sinceramente no me siento
bien.
—No
te preocupes, guardaré la moto y beberemos un café.
—Okay,
entraré a prepararlo.
En
el sofá, café mediante, Bua contó su preocupación por Mike. Su hermano hacía
días no comía y lo notaba con los ojos llorosos. No había logrado sacarle
palabra y esperaba que yo pudiera hablar con él. Le dije que sí, que lo
intentaría. Quizás solo era una pelea con Kriger aunque nunca había visto a
Mike descontrolarse por la relación.
Mi
amiga también tenía otras noticias, al menos eran favorables. Asgard la había
llamado e invitado a cenar a su casa. Tampoco había visto a Bua tan preocupada
por su apariencia y por caer bien. Estaba claro que el Defensor la traía de las
narices. Me pidió algunos consejos que no dudé en dar, aunque en cuestiones de
amor las cosas eran demasiado personales. Nadie sabe que le gustará o no al
otro hasta que vea su reacción. Los hombres éramos todos diferentes con algunas
similitudes sí, pero no tenía idea de cómo era y pensaba su príncipe azul. Lo
único que reafirmé es el consejo que fuera auténtica.
Ella
se alegró de mi salida con Anouk. Dijo que le parecía una buena chica y que
debía perder el miedo a caerle mal a los Gólubev. Después de todo lo que
importaba era lo que sentía la vampiresa por mí. ¿Y yo por ella? Cuando la
pregunta salió de la boca de Bua no supe que responder. Cierto que Liz ocupaba
un sitio diferente en mi corazón desde algún tiempo. Sin embargo, no
significaba que me enamorara hasta enloquecer. Me gustaba estar con Anouk, era
bella y divertida pero… temía no poder retribuir el mismo interés desmedido que
notaba. ¿Y si no podía sostener esa relación? ¿Qué diría de la noche a la
mañana? “Mira, me gustas pero no tanto como para compartir mi vida contigo”.
¿Qué ocurriría con ella? ¿Destrozaría su corazón? No… Por todos los cielos…
¿Hasta cuándo la vida pondría a prueba mi fortaleza?
Un
lobo aulló lejano y cortó el silencio en aquel pequeño living. Bua siguió
bebiendo café y comentando lo que pensaba vestir esa noche. Pero yo no pude, ni
beber el café ni escucharla. Un escalofrío recorrió mi cuerpo y la visión de
aquella bestia blanca en mi camino aquel día, terminó por abstraerme de la cabaña
y sumergirme en el bosque. Juro que parecía estar allí, en el medio del bosque,
rodeado de coníferas gigantes y follaje espeso. Mi imaginación me presentó una
cañada a la izquierda, la luna grande y redonda en el cielo, y frente a mí, una
manada de lobos aguardando impacientes una orden… ¿Qué orden? ¿Mi orden?
Me
puse de pie y me acerqué a la ventana. Escuché la voz de Bua preguntar, “¿te
sientes bien?”
—Sí
–murmuré, en absoluto convencido—. ¿Por qué aulló ese lobo?
—¿Aulló
un lobo?
—¿No
escuchaste?
—No.
De todas formas hay lobos por todas partes. Ha cesado de llover, puede que
salgan de su madriguera por la noche.
El
lobo se escuchó nuevamente, esta vez más cerca.
—¿Lo
escuchaste?
—Sí,
no es por el fin de la lluvia. Ese aullido es especial. Es un llamado. La
manada está incompleta.
Ni
aun cuando ella se fue la sensación extraña me abandonó. Esa noche no dormí
bien. Ni esa… ni el resto de la semana.
¡Hola, Lou!
ResponderEliminarBueno, pues me alegra que Vikingo haya decidido darle la oportunidad a Scarlet de que sea ella quien le cuente toda la verdad a Grigorii... no será fácil, no será sencillo para ella ni tampoco para él... Grigorii va a tener que enterarse de que son vampiros, y que se alimentan de la sangre de humanos... si solo se alimentaran de la sangre de asesinos y malvados, podría ser más sencillo que Grigorii aceptara esta realidad
Bianca quiere muchísimo a Charles... Charles no debe tener celos de Eridan, estoy convencida de que Bianca lo considera como otro padre... Charles es un encanto
Me ha alegrado mucho que por fin Huan yen haya podido llamar... seguro que Khatry mejora y se tranquiliza
Me ha encantado como has expresado ese beso de Numa que aún quemaba los labios de Ekaterina... las cosquillas que ella siente cada vez que lo ve
Y sí, se han entregado el alma en esa cama, en esa habitación... Solo existían ellos dos, el mundo no importaba... precioso
Lamento lo que ha pasado al final... quizás todo marchaba demasiado bien... Numa se equivoca, Ekaterina no se ha acostado con él por pena... pero él cree que sí, y supongo que se siente muy herido en su orgullo, en su amor propio... Ya veremos si Ekaterina puede hacerle entender cuan equivocado está
Yo creo que Drank y Anouk van a ser felices... Asgard y Bua también... y me alegro, porque Drank y Asgard lo merecen
El final ha sido sorprendente con ese lobo que aúlla porque la manada está incompleta
En fin, Lou, muchas felicidades por otro excelente capítulo
También te mando un beso grande, y te deseo muy feliz semana
¡Hola Mela! Muchas gracias por tu comentario.
EliminarVikingo Le ha dado una oportunidad a Scarlet y ahora habrá que esperar que irá a hacer la princesa de Adrien Craig. Me temo que para Sebastien y el resto de los vampiros no encontrarán tantos asesinos al menos que ellos conozcan de lo contrario estoy segura que no dudarían en elegirlos.
Charles siempre pone esa cuota de color aunque pienso que algo de celos le dará ya que Bianca se ha convertido casi en la Odette que perdió hace tiempo.
Huan Yen se ha comunicado y los Craig irán por ellos. Ojalá Khatry se mejore.
Es cierto, a mí también me gusta leer lo que siente Ekaterina. Sé de buena fuente que se ha enamorado de Numa. Tengo confianza que Numa siente lo miso aunque creo que tiene problemas serios con su pasado y eso quizás perjudique su futuro.
Drank y Asgard son buenos hombres con pasado tristes pero la vida puede ofrecerles una oportunidad maravillosa de amar a buenas chicas.
El lobo aullando... Bueno, lo ha dicho Bua. La manada está incompleta... A mí como a Drank me pone un tanto nerviosa. Habrá que esperar.
Te mando un gran beso y abrazo amiga, que tu semana sea excelente. Gracias por acompañarme y compartir tu talento en tu blog.
Genial capítulo . Ojala Nuna se d e su valor y se de cuenta que lqa gente esta con e l por amor y cariño y no lastima. Esperó que pronto las cosas entre el y Ekaterina sigan. Me gusta la relación de Drank Y Anouk ojala les vaya bien y veamos que pasa Bua y Asgargad. Ten una genial semana
ResponderEliminar¡Hola Ju! Muchas gracias por comentar. Numa tiene serios problemas y no creo que puedan resolverse de la noche a la mañana. Ekaterina podrá hacer algo por él pero no mucho. Su pasado lo atormenta.
EliminarDrank y Anouk tienen una relación muy fresca y romántica sin embargo querida amia tendrán que remar mucho para conseguir la felicidad.
Bua y Asgard me gustan mucho aunque él no sabe aún quien es Bua.
Espero que tengas una feliz semana y te mando miles de besos.
Holaaaaaa, jejejejejejeje del verbo jejear!!! Me equivoqué, me equivoquéeeeeeeeeee, qué equivocada estaba!!!
ResponderEliminarContesté que eran Svetlana y Anthony y eran Ekaterina y Numa!!! Lo único que me consuela es que nadie lo acertó:))))))
A ver, a ver, que haya calma, sobre todo calmaaaaaa!!! Heyyyy, Numa y Ekaterina se han entregado algo más que el alma, las cosas como son y así son o han sido:)))))
Peroooooo cómo se me pone a llorar Ekaterina y le recuerda a Numa su horrenda niñez??? Qué desastre más desastroso!!!! Ahora Numa cree que se ha acostado con él por lástima, qué desastre más desatroso!!!! Ayyyyy el amor amore cuánta complicacione!!! Sí, complicacione sin ese:))))
Capítulazooooooooo!!!!! Genial!!!!!!
Besoteeeeesssssss!!!!!
¡Hola Mi sol! Te has equivocado pero yo valoro que hayas querido contestar a mi pregunta. Muchas gracias.
EliminarNuma y Ekaterina han sucumbido a la pasión y al deseo pero se necesitará mucho más que eso para salir adelante juntos. Numa no está pasando un buen momento.
Ekaterina creo que siente mezcla de amor y lástima... Ella sabrá que responder si es que lo sabe.
Me encantan tus comentarios alegres. De verdad que me haces reír y eso está genial. Muchas gracias y que tengas feliz semana reina.
Me gusta la reaccion de Sebastien,no piensa en matar a Hankon,prefiere irse de Kirkenes.Scarlet tendra que hablar con Gigori.Numa tiene que entender que por lastima se puede decir unas palabras amables,dar un beso o un abrazo,lo que ha hecho Ekaterina no se hace por lastima.Esta muy interesante,me ha gustado mucho.Besos.
ResponderEliminar¡Hola Ramón! Muchas gracias por comentar. Sebastien prefiere que los Craig partan de Kirkenes, habría que ver si Grigorii no los perseguiría como asesinos. Ojala que Scarlet confiese pronto. La mentira cuanto más tiempo se quiera mantener la consecuencia será peor.
ResponderEliminarNuma debe entender muchas cosas de la vida. Es muy joven, le falta recorrer camino, y por encima arrastra una niñez tormentosa y sin amor. Habrá que curar heridas.
Me alegro mucho que te haya gustado. Te mando un beso grande y feliz semana!
Creo que Numa y Ekaterina están predestinados, por muchos rodeos que den no podrán variar sus destinos.
ResponderEliminarPor cierto, si Los Craig se van de Kirkenes que se vengan a España:))
Beso
¡Hola Ignacio! Me has hecho reír. Podría ser un bello lugar refugiarse en España. Se los diré.
EliminarEn cuanto a Numa y Ekaterina pareciera que el destino los ha cruzado por algún motivo. Lo que ocurre que la decisión final está en sus manos y creo que hay muchos fantasmas que echar del pasado. Aun aí, seguiremos de cerca para tenderles una mano. Tú sabes, a veces las plumas de tinta hacen milagros. (También los teclados)
Te mando un gran abrazo y muchas gracias por comentar. Feliz semana para ti!