Diana, lo prometido. Tu pareja predilecta.
Disculpen el capi es extenso pero no podía cortarlo.
Un besazo a todos mis lectores y muy feliz fin de semana. ¡Gracias totales!
Capítulo
13.
Lluvia
de junio.
Anouk.
Sábado
antes de caer la noche, Rose y yo salimos a beber algo para festejar la buena
nota de su examen. El cielo estaba nublado. Días anteriores, una tormenta había
amenazado con desatarse y el viento caluroso del verano la había arrastrado
lejos de Kirkenes. Quizás hoy llovería. No me gustaba el verano, creo que a
ningún vampiro le gustaba. No solo por la breve oscuridad sino porque el clima
era muy inestable. En cambio el invierno ya sabías con que te encontrarías. Si
amenazaba lluvia llovería sin amagues ni engaños…
Engaños…
Me sentía como el verano de Kirkenes con respecto a mi familia. No había
querido contarles la verdad ni siquiera a mamá. Bueno, Natasha no ignoraba
nada, pero era sabido que con ella los secretos no podrían guardarse por mucho
tiempo. Tarde o temprano los ojos eran un espejo de tu alma y lo que pensabas.
Creo que me sentía tranquila por ello. Al menos alguien de los Gólubev conocía
mi realidad. ¿Qué diría papá si supiera que su hija trabajaría entre lobos y
permanecería muchas horas compartiendo con ellos? Al menos no era tan fatalista
como mamá. Seguro ella estaría preocupada por cómo me harían sentir teniendo
tan diferentes costumbres. ¿E Ivan? ¡Oh cielos! Me miraría con cara de no entender
nada o creerme loca. Cierto, trabajar en la reserva significaba rechazar el
puesto soñado de muchos en Moscú. ¿Podría alguien cuerdo decir que no a esas
ofertas prestigiosas? Sí, podrían. Porque los sueños son lo que importan en la
vida. Y los míos tenían que ver con sentirme útil en un lugar recóndito donde a
muchos no les interesa ayudar, y estar cerca de él… De ese humano gentil,
bello, y sencillo, que me había conquistado.
Recuerdo
aquella tarde que acompañé a Scarlet a buscar leña… Sus ojos azules habían
mirado con admiración y afecto a la hija de Adrien Craig. Por supuesto el líder
había salvado su vida. Solo acompañé a Scarlet para ayudarla, sin embargo… mi
ayuda no sirvió de mucho. No porque Drank quiso cargar la leña hasta el coche,
sino porque mi presencia no había aportado absolutamente nada. Ni siquiera para
hacerlo sonreír.
Me
puse a llorar por mi zapato… Por mi costoso zapato. ¡Qué diferente hubiera
actuado hoy! ¿En qué momento me di cuenta que la pérdida de algo material es
solo eso? Pérdida material, que va y viene, que se gasta y repone. Drank había
tenido que mudarse de su tierra, de su casa, de sus rincones que amaba desde
niño. Y ahí estaba entero, de pie, con esa dignidad que tienen los que trabajan
para ganarse la vida. Pienso que eso fue lo diferente. A lo largo de los años
muchos machos me gustaron pero nada parecido a sentir lo que sentía por él. Era
su esencia y su corazón lo que me había atrapado. No podía dejarlo ir, no sin
antes contarle lo importante que era en mi vida. ¿Me animaría? Quizás… Ojalá…
—Te
veo muy callada y pensativa. Me has contado de la reunión pero no me has nombrado
al leñador. ¿Ha estado allí?
—No
Rose, te lo he dicho. Era para padres de niños de corta edad.
—Entonces,
¿no lo viste?
Negué
con la cabeza.
—Ánimo,
si te aceptan lo verás de lunes a viernes.
—Rose,
él trabaja, tiene una vida. Después de todo no tiene razón para visitar el
Jardín.
—¡Claro
qué la tiene! Verte a ti.
—No
creo que viva pensando en verme.
—Okay,
ya comenzamos con los pensamientos negativos.
—No
quiero entusiasmarme. Me encanta soñar pero debo tener un poco los pies sobre
la tierra o me dolerá la caída.
—Mmm…
Estoy segura que estás acobardada por pensar qué le dirás a tu familia de todo
esto.
—Pues…
No lo sé…
—Sé
congruente. Razona que si Drank se enamora de ti va a querer estar todo el
tiempo contigo. Tarde o temprano los Gólubev se enterarán. Mejor los preparas.
—¿Qué
quieres que les diga? Es muy pronto para amargarlos de antemano.
—¿Tanto
se disgustarían?
—No
es lo que soñaron para mí.
—Pero
son sus sueños no los tuyos.
—Lo
sé… Es mi familia. No puedo romper y distanciarme como si no significaran nada
para mí ni yo para ellos.
—Ellos
te quieren y te entenderán. Si fuera todo como lo sueñas terminarás viviendo
con él en la reserva. ¿No pensarás llevar a ese pobre chico a Moscú? Ya ha
tenido un desarraigo muy grande y al parecer ha logrado adaptarse a la reserva.
—Bueno…
Si llegara a amarme podría…
—Olvídalo.
Eso de “hago todo por ti porque te amo” no sirve. A la larga pasa factura. Debe
haber un equilibrio. Si tú trabajas en la reserva es porque te gusta lo que
haces aunque estés rodeada de lobos. ¿Pero él? ¿Qué haría en Moscú? No tendría
ningún amigo. Por otra parte tú tienes cerca a los Craig. Son como de la
familia. Me tienes a mí. Insisto, para Drank sería mucho peor adaptarse a otra
vida.
—En
fin… Estamos adelantándonos. Te repito, Drank no ha demostrado interés en mí.
El
mozo se acercó.
—Disculpen
señoritas, debemos cerrar la cafetería. Por la noche en verano no abrimos.
—Ah,
sí… Gracias. Ya nos retiramos.
Caminamos
con Rose por la acera limpia hacia la parada del bus. Los canteros bajo los
carteles de publicidad lucían flores de colores y daban ese toque alegre y
lleno de vida. El cielo había oscurecido y el aire se notó más denso. Aún así
daban ganas de caminar. Kirkenes parecía dormido. Bonita noche para caminar en
buena compañía. Rose era una buena compañía, sin embargo en segundos imaginé
que Drank podría estar junto a mí, por esta calle, y que la lluvia nos
sorprendería sin paraguas.
—¡Oye!
–Rose se detuvo asombrada y señaló la esquina—. ¿Ese no es el coche de Scarlet?
Allí, en los semáforos.
Miré
hacia el punto señalado.
—Sí,
es ella. ¡Vamos! ¡Tenemos suerte!
Nos
acercamos apresuradas hasta que ella nos vio por la ventanilla. Rose abrió la
puerta de copiloto y yo abrí la trasera.
—¡Scarlet!
Dinos que vas a casa porque no tenemos ganas de esperar el autobús –dijo Rose
sonriente.
—Voy
para casa, sí. Me alegro de verlas. No deseaba hacer el viaje sola.
—¿Estás
bien? –pregunté intrigada.
—Creo…
Sí…
—¿Vienes
de la Jefatura? –preguntó Rose.
Scarlet
arrancó el coche al tener la luz a su favor.
—Fui
a ver a Grigorii. Hace unos días lo visito. No se siente bien.
—Pobre,
¿Está enfermo? ¿Qué tiene?
—No
lo sé, Rose. Se siente débil, y ha tenido fiebre.
—Este
clima odioso –acoté.
—Lo
mordí.
El
silencio reinó en el interior del coche. Tanto que mi escasa experiencia
hubiera detectado una falla en el motor.
—Lo
mordí –repitió—. Pero no lo suficiente para convertirlo. Evidentemente el
veneno inoculado fue mínimo.
—¿Qué
pasará con él? ¿Y si se convierte después de un tiempo? –se preocupó Rose.
—No
lo creo. Sin embargo sirvió para darme cuenta de cuánto daño le hago cada vez
que estoy cerca de él.
—No
digas eso, él está enamorado de ti.
—Pero
eso no me da el derecho de hacerlo trizas. Anne está muy triste.
—Dile
la verdad y que sea lo que deba ser –volvió a hablar Rose.
—Hoy
me despedí de Grigorii. Es suficiente. Parece que juego con él y no es lo que
quiero. Solo quería asegurarme de no haberlo convertido. Ya no volveré. Ni
siquiera a la Jefatura. Presentaré mi renuncia y trabajaré con Sebastien y
Lenya.
—¡Qué
fácil suena! –mi frase salió sin pensar.
Sus
ojos me buscaron por el espejo retrovisor.
—No
es fácil. Lo amo. No quiero arruinar su vida. Aceptar una raza que mata para
vivir contra sus principios. Porque lo quiero no estoy pensando en mí.
Mi
mirada recorrió el paisaje nocturno, y ese bosque que comenzaba a dibujarse a
la vera de la ruta. La reserva más allá de la profundidad del monte de
cipreses. El lugar de Drank…
Lo
imaginé lejos de allí, en la lejana Moscú. Y supe desde ese instante que jamás
trataría de alejarlo. Porque yo también amaba a Drank y deseaba lo mejor para
él.
Al
llegar al último tramo de la ruta cuando los muros de la mansión podías distinguirse
perfectamente, mis ojos captaron algo pequeño que se movía a la vera del
camino.
—¡Detente,
Scarlet!
Scarlet
frenó.
—¿Qué
ocurre?
—Aguarden.
Salí
del coche y me acerqué hasta el objetivo. Mi vista privilegiada descubrió a un
pequeño cachorro que gemía lastimero. Cuando llegué hasta él, Rose y Scarlet
habían seguido mis pasos.
El
cachorro me descubrió e intentó escapar pero no podía. Lo alcé con cuidado y
pude comprobar que tenía una de sus patas rotas.
—Pobrecito,
está lastimado y no podrá seguir.
—Quizás
por eso se alejó de la manada –dijo Rose apenada.
—Scarlet,
¿podrías ayudarlo? Tú tienes el don de sanar.
—Pero…
Nunca lo he hecho con animales.
—Debería
ser lo mismo, por favor prueba.
Scarlet
dudó unos segundos al tiempo que una cálida lluvia comenzaba a caer. No había
nada que perder. Sostuve al cachorro y estiré su pata para que ella envolviera
su mano y presionara.
A
veces en la vida de un instante a otro muchos se encuentran cumpliendo
consignas que no desean, llegando a sitios nuevos haciendo amigos que nunca
hubo imaginado, cantando una canción que antes habían odiado, o logrando alguna
meta que resultaba imposible… O como yo, caminando a la madrugada rumbo a la
reserva con un cachorro de lobo en los brazos. Sí señor, la vida era imprevisible.
Y
allí iba yo rumbo al lugar donde habitaba otra raza que no era la mía, sin
saber cómo me recibirían y si creerían que solo quería ayudar y no almorzarme
al cachorro.
Suspiré
mientras la lluvia aminoraba su caída convirtiéndose en mansa y tibia. El
bosque estaba oscuro a mi alrededor. Solo la angosta ruta lucía iluminada por
la luz artificial de los postes.
—Anouk,
¿qué cuernos estás haciendo? –me dije a mí misma.
Bueno,
a la mansión no podía llevar a Lost, ah sí, porque durante el trayecto le puse
nombre. ¡Qué mejor que “Perdido”! Si eso era el cachorro. Un lobito, perdido.
Sé que Scarlet me miró cómo si estuviera loca y Rose otro tanto pero así era yo
últimamente. Un manojo de decisiones improvisadas y espontáneas.
Un
aullido profundo cortó el silencio. Me detuve…
—¿Esa
no será tu madre? Pues mejor que no, porque cómo le explico yo que solo
intentaba salvarte.
Otro
aullido le siguió al primero, y luego otro, y otro…
El
iris canela del cachorro me miró para después acomodarse en mis brazos.
—Creo
que no es tu madre, y más vale que me apresure. ¿Quieres saber cuán rápido
corro? Pues, ahí vamos.
Cogí
la ruta a toda velocidad hasta llegar a la curva que daba a la reserva. Las
pequeñas luces de las ventanas indicaban que no todos los lobos dormirían.
Suerte para mí. Aunque sinceramente una sola de todas esas cabañas importaba
que estuviera iluminada. El hogar de Drank.
Continué
camino presionando al cachorro con suavidad contra mi pecho.
—Tranquilo,
él sabrá qué hacer.
¿Sabría
qué hacer? Al menos conocía que no era un desalmado. Seguramente se
compadecería del cachorro.
Las
luces de tres ventanas estaban encendidas en la cabaña del dueño de mi corazón.
Bien… Al menos no dormía. ¿No dormía? ¡Cielos! ¿Y si estaba con alguien?
¿Dejaría al cachorro en la puerta y saldría corriendo? No… Eso era de cobarde.
Okay, ¡qué fuera lo que el infierno quisiera! Por lo menos lo vería con otra y
me desengañaría de una vez. ¿Cuánto podría durar mi tristeza? ¿Un día? ¿Una
semana? No, toda mi vida. ¡Diablos! ¿Por qué no le dije a Rose que me
acompañara? Lo sé, sencillamente porque si tienes planes de conquista tres son
multitud, quitando al cachorro. Además por el gesto de mi amiga no creía que
hubiera dicho que sí a esa locura. Era mi amiga pero no estaba loca. Yo sí…
Locamente enamorada.
Sasha.
Apenas
salí del aeropuerto un hombre de uniforme elegante se acercó.
-Madame, avez vous besoin d´un taxi?
-S´il vous plait.
-Viens avec moi.
-Merci.
-Madame, avez vous besoin d´un taxi?
-S´il vous plait.
-Viens avec moi.
-Merci.
Indiqué
al chofer mi destino y depositando el pequeño bolso junto a mí recosté la
espalda en el asiento, dispuesta a disfrutar del paisaje. Aunque este no era un
viaje de placer. Estaba preocupada por Svetlana y Anthony. No los vi bien
durante la boda de Douglas y por varias comunicaciones que habíamos mantenido
con mi hija intuía que el matrimonio no estaba en el mejor momento. Muchos
podrían acusarme de metiche, sinceramente poco me importaba. Yo no estaba en
Francia para indicar a mi hija como debía asear la casa ni cuidar a Milenka,
solo intentaría ayudar si se sentía agobiada o triste.
Las
siete horas de vuelo desde Vnukovo me habían dado tiempo a pensar e imaginar
miles de situaciones por las cuales una jovencita casada, profesional, y con
una niña pequeña, podía tener problemas para organizarse. Había vivido esa
situación. A pesar de no haber sido tan joven cuando Ivan, mi primer hijo llegó
a nuestras vidas. No era profesional pero trabajaba de costurera para sentirme
útil y aportar. Coser y bordar era lo que me había enseñado Alexandra Romanov.
Me sirvió de mucho, ya que Mijaíl comenzaba la base de lo que sería más tarde
su fortuna en acciones petroleras. Cierto, llegó un momento que ya el tiempo
escaseó. Pronto llegó Natasha y las cosas se complicaron. Ya no era tan fácil
distribuir mi tiempo y lucir fresca y lozana por más que fuera vampiresa.
Nosotros también nos agotamos.
Observé
por la ventanilla. La lluvia caía mansamente sobre la ciudad norteña de
Francia. El Sena serpenteaba rodeado por calles principales y la gente iba y
venía con paraguas de colores. El verano en París no era diferente a tantas
ciudades del norte del mundo. Alta temperaturas durante el día, brisa tibia por
la noche. A veces cielo despejado, otras como hoy, donde las nubes espesas y
grises daban un descanso al calor de junio. El invierno comenzaba, pronto el
frio envolvería las calles de Europa y el manto blanco de la nieve se
convertiría en un paisaje natural. Amaba este mes de transición, y amaba sus
lluvias repentinas.
En
mayo Milenka había cumplido otro año. Caminaba y trataba en su lenguaje
precario de comunicarse con su clásica simpatía. Ser abuela me abrió otro mundo
desconocido. Un mundo donde ya no tenía que preocuparme por educar. No estaba
en su vida llevando el peso de esa responsabilidad, sino todo lo contrario. Las
malas lenguas lo llamarían malcriar, fea palabra. Yo lo llamaría haber aprendido
a entender que es ser niño. Una vez alguien dijo, “se aprende a ser hijo cuando
se es padre, se aprende a ser padre cuando se es abuelo”. La vida te da el texto de saber vivir casi siempre
tarde.
Mi
mirada recorrió la calle del barrio pintoresco de Montmartre. El conjunto de
manzanas empedradas y angostas obligó al chofer a bajar la velocidad. En la
cima podía verse la parte superior y cúpula de la Basílica del Sagrado corazón.
Para llegar a la parte bohemia donde vivía Svetlana debía subir los ciento noventa
y siete escalones donde el flujo de turista aumentaba. Por eso al llegar a las
puertas del Moulin Rouge pagué mi viaje y seguí mi camino a pie.
Colgué
mi bolso en mi brazo derecho y emprendí el último tramo del camino hacia la
Place du Tertre situada en la cima de la colina. Bajo los techos y toldos de
cabaret y locales la llovizna molesta no impidió que disfrutara ver los negocios callejeros de obras de arte y
artesanías. Al llegar a la última manzana antes de los escalones de piedra, un
caballero que tenía diversos paraguas colgados de su brazo, me ofreció.
—Madame,
Avez—vous besoin d'un parapluie?
—No.
Merci.
Continué
camino deseando poder llegar y abrazar a Svetlana y a Milenka. Sabía que
Anthony debía estar en el suntuoso local de la Plaza Pigalle. Allí Svetlana
tenía en exposición sus bellas obras, y él se dedicaba a la venta y a organizar
eventos de beneficencia para diferentes hogares de niños.
Durante
el camino, Mijaíl llamó para contarme de su llegada a la mansión de los Craig.
Había querido pasar por allí desde la Isla del Oso para hablar con Sebastien y
ponerlo al día de las novedades. Dijo que invitaría a Anouk a beber algo por
Kirkenes mañana al mediodía. Me alegré mucho saber que al fin podría enterarme
como le iba en la docencia por boca de mi marido, ya que mi hija menor parecía
muy escurridiza últimamente y reacia a contar demasiado de su vida con los
Craig. Sin embargo apelaba al gran dominio de Mijaíl para sonsacar datos. Es
que sinceramente Anouk me preocupaba. De ser una joven consentida y mimada
incapaz de independizarse completamente, me encontraba en este último tiempo no
solo con un ser autosuficiente, que ello hubiera sido perfecto, sino con una
hija que parecía molestarle sus raíces y su pasado. Creería que no exageraba, simplemente
lo intuí. Algo de los Gólubev molestaba a Anouk. ¿Pero qué? Y lo más
importante, ¿por qué?
Anouk.
Tanto
pensar, tantos dichos y entredichos llegué a la ansiada puerta de Drank. Mi
corazón comenzó a galopar y parecía salirse de mi cuerpo. La lluvia había
cesado y la brisa estaba fresca, sin embargo juro que transpiré como si hubiera
cuarenta grados. ¡Qué extraño era sentirse enamorada! Se sentía bonito por
momentos y por otros se asemejaba a una tortura china.
Antes
que el cachorro aprendiera a hablar y se burlara de mí, llamé tres veces y
esperé tratando de respirar con tranquilidad. Quiero que sepan que jamás lo
logré en esos cinco minutos que nadie respondió y que decidí golpear más
fuerte.
Esta
vez, la voz más hermosa del mundo gritó desde el interior.
—¡Pasa!
¿Pasa?
¿Así nomás? No, pero… Okay…
Abrí
y cerré la puerta antes de arrepentirme. Me quedé de pie en ese pequeño living
tan acogedor. Se respiraba calidez y aroma a lavanda.
Afiné
el oído por unos segundos y pude comprobar el agua de la ducha caer y
detenerse. Tragué saliva. ¡Ay cielos!
Otra
vez la voz de Drank.
—¡Pasa
Louk! Enciende la Tv, el partido comenzará en breve.
Oh
oh…
Respiré
profundo y lo largué.
—¡No
soy Louk!
De
inmediato la puerta del baño se abrió y Drank asomó la cabeza. Su cabello
estaba empapado y por sus hombros desnudos gotas de agua brillaban como
diademas.
—¡Anouk!
¿Qué…? ¿Qué haces aquí?
—Hola…
Yo… Bueno encontré un cachorro perdido y me dije…
Él
me quedó mirando algunos segundos para después fijar su vista en el cachorro.
—¿Encontraste
un cachorro y qué?
—Que
lo encontré perdido y… te lo traje.
—¿A
mí?
—Sí,
a ti.
La
puerta se cerró y escuché movimiento. Di un vistazo alrededor aprovechando la
soledad. La Tv apagada, luz en la cocina, el sofá sin ropa y almohadones en su
sitio. Al menos no era desordenado.
Sobre
la mesa baja de living había naipes y un anotador.
Drank
no tardó en salir descalzo secándose el cabello. Vestía únicamente los jeans y
sus abdomen plano contrastaba con lo cóncavo y convexo de sus hombros y pecho.
Sí… verlo era una tortura china.
—Creo
que voy a desmayarme.
—¿Lo
dices en serio? –se asustó.
—¿Lo
qué?
—Que
vas a desmayarte.
—Nooo,
lo dije por el cachorro, es que caminé mucho para llegar hasta aquí.
De
inmediato señaló el sofá.
—Por
favor, coge asiento. Cuéntame eso de que encontraste al lobito y se te ocurrió
traérmelo.
—Ah
pues, estaba perdido y tenía rota una pata. Scarlet lo curó y yo pensé que
dejarlo allí en medio de la nada sin su manada… y… no tengo confianza con el
resto de los lobos de aquí. Sí con Bernardo pero no daba para golpear su casa y
su familia duerme, tiene un bebé y… ¿Estoy hablando mucho? –enmudecí.
Sonrió.
Creo
que en el living una luz dorada lo envolvió, ¡qué forma de sonreír!
—Permíteme
–sus manos cogieron al cachorro con delicadeza.
Su
piel fresca por la ducha rozó mis manos. Pienso que si mis dedos hubieran
cobrado vida en ese instante no hubiera podido detenerlos. Lo hubieran
recorrido, centímetro por centímetro. Pero lo único que hice fue estremecerme.
Él levantó la vista del cachorro y me miró. ¡Qué ojos azules índigo!
—¿Te
sientes bien?
—¡Perfecta!
—¡Mira
cómo estás! Tu ropa está húmeda –se preocupó.
No
solo mi ropa, pensé. Obviamente no se lo dije.
—Es
muy tarde, Anouk. El bosque es peligroso.
Sonreí.
—Sé
cuidarme sola.
Alzó
al cachorro y lo revisó con cuidado.
—¿Dices
que tenía una pata rota?
—Sí,
Scarlet lo curó. Ella puede hacer eso.
—Oh…
—Rose
me contó. Una Navidad, Sabina aún no podía tener hijos por un defecto en su
útero –cielos dije la palabra útero con total naturalidad. Carraspee—. Scarlet
posó su mano y la curó. No me preguntes cómo. Es un don natural.
—Vaya…
Conseguiré algo para que esté cómodo.
Desapareció
con el lobito y volvió en pocos minutos mientras yo cogía asiento aún sin
entender qué diablos hacía yo a esas horas en la cabaña de un macho solo.
Hubiera sido el motivo perfecto del desmayo de cada uno de los Gólubev. Bueno,
al menos no el de Natasha.
—Lo
pondré sobre este edredón –estiró la tela en el piso junto al sofá—. Es viejo
pero servirá para él.
Me
puse de pie para ayudarlo.
—No
te preocupes, ¿por qué no preparas café caliente?
—¿Para
el cachorro?
Rio.
—Para
ti.
—Ah…
Estoy bien. Pero si deseas beber café puedo preparar para los dos.
—Me
parece bien.
Apresurada
me dirigí a la cocina. Busqué la cafetera con los ojos y me acerqué a la
encimera. En segundos me di cuenta que no se trataba de la “Luxe Expres” que
tenía en casa ni tampoco en la mansión. Okay… Aquí íbamos… Observé el aparato
por instantes… Jarra de vidrio, enchufe…
—¿Encontraste
el café y el filtro?
—¡No!
—El
café en el segundo estante superior. Los filtros, primer cajón.
—¡Okay!
Quité
un filtro de la caja y abrí un compartimiento de la máquina. Por suerte la
forma del recipiente indicaba que ahí iba el filtro, listo… Dentro de la bolsa
de café encontré una cucharita que usé para llenar el filtro y la ausencia de
un cartelito con la leyenda, “tonta no sabes hacer café.”
—¿Cuántas
cucharadas pongo? ¿Diez? ¿Quince?
—Cuatro
–su voz sonó a mi espalda.
Giré
y me encontré con su cuerpo a poca distancia de mí.
—Lo
siento, el modelo de cafetera me desorientó –me avergoncé.
—No
te preocupes, permíteme —sus dedos rozaron los míos al coger la bolsa de café.
—Te
debo parecer idiota.
—Nada
de eso. No tienes porque saber.
Con
rapidez puso el café y llenó de agua el otro compartimiento.
—¿El
cachorro?
—Se
quedó acostado en el edredón. Parece que tenía frío.
—Pobrecito.
Enchufó
la máquina y me miró.
—¿Dónde
lo encontraste?
—En
la ruta. Al comienzo del camino hacia la reserva. La mansión estaba cerca pero
Sebastien no creo que aceptaría al cachorro. Ya tiene que soportar un gato
cuando Nicolay se queda. Además no es mi casa y sería un atrevimiento. Sé que
esta no es mi casa pero…
Sonrió…
Y morí…
—Está
bien, me gustan los animales.
—No
quería dejarlo solo en el bosque.
—Hiciste
bien.
Un
sonido de zumbido se escuchó desde el living.
—Disculpa.
Salió
de la cocina apresurado. Me quedé observando como el café caía en la jarra a
través de un fino chorro. Alcancé a escuchar…
—Okay
Louk, no te preocupes. Arregla tus cosas con July.
¿Louk?
Ah sí… su amigo… Al parecer no vendría…
Otra
hembra en mi lugar hubiera estallado de alegría por tener el camino allanado.
Él y yo solos en la cabaña. Sin embargo la idea de no saber qué hacer ni cómo
comportarme me puso en un estado calamitoso.
¡Demonios!
¿Y ahora? Tranquila Anouk, primero bebe el café y verás cómo se dan las cosas…
¡Demonios! ¿Qué haría si me invitaba a dormir? ¿Y si él se burlaba porque
ignoraba cómo tocar a un macho? Mierda… Ni siquiera podía llamar a Rose y
preguntarle.
—Mi
amigo no vendrá.
Me
sobresalté y lo miré con temor.
Me
contempló hasta que su media sonrisa desapareció del todo.
—Tranquila.
No haré nada que te ponga incómoda. Soy un caballero.
Tierra
trágame…
—Lo
sé, lo sé. Yo… Estoy nerviosa pues Sebastien debe estar preguntándose que rayos
me pasó.
—Sebastien
no es tu padre.
—Pero
se siente responsable ante los Gólubev.
—Ah…
Claro… Los Gólubev. Entonces… ¿Quieres llamarlo? Por si te demoras… También podemos
dejar el café para otro día y te acompaño hasta la mansión.
—¡No!
Quiero decir, no es para tanto. Le enviaré un mensaje a Rose y será suficiente.
Sonrió
otra vez… Diablos…
—¿Segura?
—Sí.
—¿Quieres
ayudarme con las tazas? Están en el primer estante.
—¡Por
supuesto! Yo las lleno de café.
—Gracias,
iré a ponerme una camiseta.
—Sí…
¡Para
qué! Maldita sea si lucía de infarto así como estaba.
Me
pregunté una y otra vez qué diablos haría una virgen inexperta como yo con todo
ese conjunto de músculos y boca rellena. Tanto es así que cuando regresó con su
camiseta roja di gracias al universo por haber llenado las tazas sin volcar si
quiera una gota en la encimera.
—Listo,
¿vamos?
—¿A
dónde?
—A
beber el café a la sala.
—¡Claro!
Dio
unos pasos hacia mi dirección y cogió el azucarero y dos cucharas de un
estante. Por un instante pensé que iba a besarme pero no, me hubiera hecho las
cosas demasiado simples.
Cogí
las tazas y lo seguí hasta el living. Nos sentamos muy cerca uno del otro. Miré
al cachorro que dormía plácidamente. Él también lo observó.
—Te
he metido en un lío, ¿verdad?
—No.
—Quizás
no les guste que tengas un lobito como mascota.
—Nada
de eso. Frik tiene dos lobos y Merylou también.
—Ah…
No te preocupes si te da gasto, colaboraré. Después de todo te metí en esto y
cambié tus planes.
—Has
mejorado mis planes –guiño un ojo y bebió un trago.
—¿En
serio?
—Sí
–bebió un sorbo sin dejar de mirarme a los ojos.
¡Qué
simple era para él! Por supuesto estaba acostumbrado a tratar con el sexo
opuesto. En cambio yo debí aferrar la taza para llevarla a la boca. Lo que
hubiera faltado es que volcara el café como idiota por perderme en esos ojos
tan bellos.
—Louk
iba a ver el partido de futbol conmigo, pero tuvo que quedarse con su chica. Tú
sabes, peleas de enamorados.
—Sí,
obvio. Lo imagino. Es normal.
Depositó
la taza y apoyó sus antebrazos en las piernas en actitud relajada. Su lengua
mojó sus labios y mi vista se desvió hacia la ventana.
—¿Te
ha ocurrido muchas veces?
Lo
miré.
—¿Qué
cosa?
—Eso
de pelearte con tus parejas.
—Ah…
No… Lo he visto a menudo en otros enamorados.
—¿Te
has llevado bien? Digo, porque uno a veces discute y se reconcilia. Es común.
Si no sería aburrido.
—Ehm…
En realidad… No he tenido novio.
—¿Últimamente?
—Nunca.
Se
irguió y recostó la espalda al sofá. Me miró tratando de entender mis palabras.
Arqueó las cejas.
—¿Es
broma?
—No,
no es broma.
—Tú
nunca… Yo… Mi pregunta es, y espero no incomodarte, ¿eres muy joven? Porque
como los vampiros tienen edades eternas y…
—Nací
en 1940.
Abrió
la boca y la cerró.
—Lo
siento, me sorprende solo eso.
—Ahora
sí te parezco tonta.
—No,
no es así. Al contrario creo que eres especial.
—Pienso
que el resto no lo ve así. Mismo mis hermanos creen que soy extraña.
—Pues…
Lo que creo es que nunca te has enamorado. Digo yo…
—Sí,
me enamorado. Solo una vez.
Su
rostro dibujó la decepción. Bajó la vista y asintió con la cabeza.
—¿Y
el afortunado no te correspondió?
—Nunca
se lo pregunté.
—¿Por
qué?
—Miedo.
—Oh…
El
cachorro se puso de pie y caminó husmeando la alfombra.
—Mejor
lo sacamos al portal. Intuyo que hará sus necesidades aquí.
Reí.
—Cierto,
no quiero que me odies si arruina tu alfombra.
—No
te odiaría por eso.
Se
levantó del sofá y cogió entre sus brazos a Lost. Lo seguí hasta que abrió la
puerta y salimos. La lluvia había cesado pero el denso aire cargado de humedad
me indicó que pronto estallaría una tormenta.
—Debería
irme.
Lost
recorrió a nuestro alrededor y dio pequeños saltos entre las flores silvestres.
Mordisqueó una hoja y sonreí.
—Si
esperas unos minutos te acompañaré.
—No
es necesario.
—No
quiero que regreses sola a la mansión.
—He
venido sola.
—Pero
ahora no lo estás.
Sus
ojos brillaron con cierta ternura y picardía.
“Ahora
no lo estás.” No olvidaría esa frase.
Se
acercó y recostó el hombro en la pared de la cabaña para mirarme mejor. Me
quedé tiesa mientras mi iris paseaba entre su rostro, el cachorro, y viceversa.
—Anouk.
—¿Qué?
—Mírame.
Bajé
la vista. ¡Ay qué tonta era!
—Por
favor –su voz sonó como arrullo en medio de la noche.
A
ver, no podía ser tan imbécil. ¿Por qué había llegado hasta aquí? ¿Solo por el
cachorro? No…
Respiré
profundo y lo miré.
Ese
rostro tan hermoso que había soñado decenas de veces… Tan cerca…
Sus
ojos reflejaban curiosidad, quizás algo de tristeza.
—Sé
que el cachorro te importa pero… ¿por qué estás aquí? Dime la verdad.
Quedé
muda, aunque no pude apartar la vista de sus ojos.
Inclinó
el rostro y pareció querer indagar en mi alma a través de las lentecillas de
contacto.
—Por
favor… Necesito la verdad.
Ahora
o nunca…
—Recuerdas
–balbucee— que te dije que solo una vez había estado enamorada.
—Sí
–murmuró.
—En
realidad aún lo estoy… De ti. De ti estoy enamorada.
¡Lo
dije! ¡Lo dije! ¿Lo dije? ¿En serio? ¿Me había animado a decírselo? ¡Diablos!
Bajó
la vista. En ese instante supe que se le hacía difícil creerme. No podía dejar
que pensara mal de mí. Que solo buscaba burlarme.
—No
estoy jugando. Lo digo en serio. Yo… me enamoré sin querer, sin darme cuenta.
Poco a poco te metiste en mi corazón. Y sí… Tenía miedo de que te rieras de mí.
Por eso no sabía cómo demostrártelo. Todo me salía al revés. ¿Recuerdas ese día
en la tienda? Se cayó el soporte y yo me probaba ropa.
Buscó
mis ojos y sonrió.
—Recuerdo.
—Estaba
comprando ropa para lucir bien para ti. Rose me ayudó. No tengo mucha
experiencia en atraer chicos.
—Quiero
decirte que lo has hecho bien. Quiero decir… Ha funcionado muy bien conmigo.
Sentí
mi corazón acelerar los latidos.
Nos
miramos fijo… Y ese silencio que nos rodeaba…
Drank
bajó la vista hacia mis labios. Ay cielos… Iba a morir…
Pero
no. No morí porque la naturaleza hija de puta no lo permitiría, al menos en ese
momento.
Un
trueno se escuchó tan fuerte que cimbró el suelo. Lost corrió a esconderse
entre mis piernas. Lo alcé inmediatamente y lo acurruqué.
—Ven
–murmuró—, vamos adentro. Dejaremos el cachorro y te llevaré en la moto.
—Bueno,
no me negaré porque con esa tormenta amenazando sí que los Craig se
preocuparán.
Cuando
Lost se hubo acomodado en el edredón volvimos a salir. Drank fue por su moto a
la parte trasera de la acabaña y me quedé aguardando inmóvil a que apareciera.
No podía creer todo lo que había dicho. Lo que había confesado y tenía guardado
hace tiempo. Lejos de percibir vergüenza me sentí aliviada. Ya no quedaban
secretos de lo que sentía mi corazón desde que lo había visto por primera vez.
Mis cartas sobre la mesa… ¿Y sus cartas? ¿Qué diría él después de tamaña
confesión?
Cuando
surgió entre las sombras arrastrando la moto a su costado, no apartó la vista
de mí. Se detuvo y suspiró con las manos aferradas al manubrio. Titubeó si
hablar o quedarse callado. Finalmente se decidió.
—Antes
de que subas y te lleve quiero hacer algo.
¡Ay
cielos! ¿Cómo era besar? ¡Por los infiernos que me saliera bien!
Tragué
saliva y aguardé.
Él
no se movió.
¿Esperen?
¿Él no debía acercarse para poder besarme?
—Quiero
confesarte algo.
—Ah,
eso… sí… adelante.
—También
me atraes mucho y… también tengo miedo.
—¿De
mí?
—No,
exactamente. De tu vida, de todo lo que disfrutas y tienes. Tu familia es de
muy buena posición y… Yo… Anouk… No puedo darte todo lo que necesitas.
—Todo
lo que necesito es a ti.
Se
quedó tieso contemplándome muy serio.
—Quizás
lo dices ahora pero y si no resulta. No quiero sufrir. Si dejamos esto aquí…
—Por
favor no lo hagas. Porque yo sí ya no viviré sin ti.
Estudió
mi rostro con intensidad. Continué…
—Mi
familia es muy importante para mí, sin embargo es por mi propia vida que estoy
luchando. Se trata de mi felicidad. Ser docente y trabajar en la reserva es parte
de mi logro. Quiero que el amor llegue a mi vida no por consejos de otros, por
más que me amen. Yo solo sé que es lo mejor para mí. Y eso eres tú. Porque sin
ti no puedo amar. No deseo limousines y vestir joyas si no estás en mi vida. No
me sirven.
Sus
ojos brillaron bajo la pequeña luz del portal. Los míos dejaron escapar unas
lágrimas.
—Estás
en mi mente desde hace tiempo, solo que no quería reconocerlo –aseguró—. Me
pareces tan lejana.
—Estoy
aquí.
Limpié
mis lágrimas.
Avanzó
hacia mí sin darme tiempo a reaccionar. Pero no me besó. Me abrazó… Me rodeó
con esos brazos maravillosos y fuertes, y me abrazó.
Lo
rodee por la cintura y recosté mi cara en su pecho. Podía sentir su corazón
latir con fuerza, como el mío… Nos quedamos por varios segundos así. Sintiendo
nuestros latidos.
Un
rayo iluminó el bosque y el trueno le siguió con gran estruendo.
—Vamos
–me apartó con delicadeza—. No quiero que se preocupen y te regañen.
Subí
a la moto seguida de él. Lo rodee con firmeza sintiéndome dichosa. Por fin
sabía que yo también le gustaba. Solo era miedo. Miedo de algo que ya no
existía en mí. Había cambiado. Gracias a mi padre cuando decidió no mantenerme
más, gracias a los Craig que me habían permitido vivir con ellos, gracias a los
consejos de Natasha, y gracias a Rose… Mi gran amiga Rose. Que como él, no
tenía mucho de lo material para ofrecer. Sin embargo eran parte de esos tesoros
invaluables que encuentras en la vida.
Al
llegar a las puertas de la mansión bajé de la moto sonriente.
—¿Quieres
anotar mi móvil?
—¡Claro!
–contesté.
Cogí
mi aparato del bolsillo y anoté su número a medida que lo dictaba. Lo guardé y
lo despedí con un beso en la mejilla.
—Bueno,
al menos no he tenido que rogarte que me trajeras esta vez.
Rio.
—Cierto.
He cambiado.
—Yo
también… Ya no lloro por zapatos…
Un
relámpago cruzó el cielo y el trueno invadió el espacio.
Me
miró y sus ojos volvieron a brillar. La mano se posó en mi espalda y me atrajo
hacia él.
—Ven
aquí.
Y
me besó… Me besó… Con esos labios rellenos y suaves con gusto a café… Con el
pulgar de su mano acariciando mi mejilla… Explorando mi boca con la lengua…
Solo me dejé llevar. Apoyando suavemente las yemas de los dedos en su pecho. Sintiendo
que mis pies despegaban de la tierra. Mi cuerpo como gelatina. La piel erizada
por completo… Así era un beso de amor… Así era entregarse en los brazos de
quien estabas enamorada… Así era vivir.
Cuando
su boca despegó de los labios aún tenía sus ojos cerrados. Las rubias pestañas
cubrían el azul maravilloso de su iris. Después solo sonrió. Yo también… Sé que
pensamos lo mismo. El beso nos había gustado a ambos. Aunque no hablamos de
ello, nos contemplamos por un momento. Como si aquel simple gesto de sonrisas
nos hubiera asegurado el amor eterno. Pero yo sabía que el amor eterno se gana
día a día, como mis padres lo habían logrado hasta ahora. Estaba dispuesta a
dar lo mejor de mí para que ello ocurriera. Si alguna vez alguien estuvo
completamente enamorado me entendería. Ese estado de éxtasis cuando él se
encuentra junto a ti… Y ese terrible vacío cuando se aleja.
Esperé
a que diera arranque al motor y acelerara. No toqué el timbre de los portones
hasta que lo vi doblar en la primera curva y la luz de su moto se perdió entre
los árboles. Después me quedé allí aspirando el aroma a tierra mojada. Escuché
los portones abrirse a mi espalda y entonces giré. Justo cuando las primeras
gotas gruesas de lluvia caían a mi alrededor.
Cuando
entré a la sala de la mansión, Sebastien se puso de pie al igual que mi padre.
Rose acomodaba unas flores en un florero y giró para verme entrar. Sus ojos
grandes y expresivos me transmitieron, “¿dónde rayos te metiste?”
—Buenas
noches.
—Anouk
–murmuró mi padre disgustado.
—Lo
siento, me demoré en un trámite.
Sé
que Sebastien hubiera dicho, “¿qué clase de trámite has hecho a esta hora?”,
pero supongo que no se sentía con tanta confianza y sabría como buen sabio que
no iba a mejorar las cosas. Por ello lo preguntó mi padre.
—¿Pero
qué clase de trámite has hecho por la noche?
Quité
mi chaqueta de jeans húmeda y la colgué de mi brazo.
—En
sí no fue un trámite literalmente hablando.
—Imagino
que no.
Miré
a Rose que detrás de Sebastien hacía muecas y señas desesperadas.
“¡El
labial lo tienes corrido!”
Con
disimulo pasé las yemas de mis dedos por la boca y me acerqué a saludar a mi
padre.
Él
me abrazó y se apartó para sonreírme.
—Me
asusté, Anouk. Nunca te ha gustado salir de noche.
—Bueno,
he cambiado desde que vivo en Kirkenes.
—¡Y
cómo! –exclamó Rose.
Rápidamente
se rectificó.
—Quiero
decir que está mucho más independiente y decidida y… en fin… ¿Preparo café?
—Por
favor, Rose. Gracias –dijo Sebastien cogiendo asiento mientras su ceño se profundizaba.
—Yo
me serviré un coñac –sonreí.
—Claaaro,
para seguir festejando –Rose rodó los ojos.
—¿Festejando?
–preguntó mi padre.
—Ah,
¿no les has contado? –avancé hacia el bar para servirme—. Rose salvó el examen.
Me
acerqué y di un beso a Rose.
—Te
felicito –dijo mi padre.
—Bueno,
yo ya sabía por Bianca –agregó Sebastien.
—¡No
sabes, papá! Le está yendo muy bien.
—No
tan bien como tú –murmuró Rose con disimulo.
—Calla,
luego te cuento.
—O
te asesino –susurró, luego elevó la voz—. ¿Café negro para los dos?
—Sí
por favor, muchas gracias.
Giró
hacia la cocina con mirada amenazante. Por supuesto, no me iría a dormir sin
contar a Rose sobre el beso y Drank.
Al
sentarme junto a mi padre no lo miré, sin embargo sentí su mirada clavada en
mí.
—Tu
madre dice que no sabe nada de ti.
—Nos
hemos visto en la boda de Douglas.
—Sí…
Pero…
—Papá,
no ha pasado tanto tiempo.
—No,
claro…
—¿Y
cómo está mamá?
—Bien,
ha viajado a París a ver a Svetlana.
—¡Qué
bien!
Sebastien
encendió un cigarrillo y bajó la vista. Creo que era incómodo para él estar
allí, entre padre e hija y tantos secretos. Porque era sabido que algo
ocultaba.
—Pensaba
si podríamos ir mañana a almorzar, le dije a tu madre que compartiría tiempo
contigo.
—Por
supuesto, si mi jefe me permite ausentarme.
Sebastien
levantó la vista.
—Obvio,
por mí no hay problema.
Bebí
un sorbo de coñac que me quemó la garganta.
—¿Y
bebes muy a menudo?
Miré
a mi padre.
—No,
no te preocupes. Sebastien me tiene controlada y no permitiría nada de eso,
¿verdad?
—Eso
creo –susurró.
—Bien,
yo… Estamos esperando a Lenya. Iremos a cazar y…
—Tranquilo
papá, beberé solo esta medida y me iré a descansar. Mañana saldremos tú y yo.
—Bueno,
hija…
Lenya
bajó la escalera tan apuesto como siempre. Me hubiera gustado que Natasha
cumpliera su sueño de estar con él, pero eso significaba que Liz no estaría con
Lenya… A veces la vida va moviendo las fichas y despejando caminos. A unos o a
otros. De todas formas ambos se amaban. No deseaba el mal para Liz aunque ella
tuvo la suerte de ganarse el corazón de Drank. Solo soñaba que él pudiera
olvidarla como pareja y yo finalmente ganara su amor.
En
pocos minutos Rose trajo el café. Luego se disculpó dando la excusa del cansancio.
Aunque yo sabía que por nada del mundo se dormiría sin antes escuchar la nueva
noticia.
Cuando
los tres machos abandonaron la sala, subí la escalera rumbo a la habitación de
Rose. A mitad de camino, por el pasillo, llegó a mi móvil un mensaje de
Natasha…
“Ya
indagué. Tranquila hermana, todo tuyo.”
Sonreí
y contesté.
“Gracias”.
Anouk casi muere al ver sonreír a Drank, al ver sus ojos azules. Yo me hubiera muerto si Drank no la besa.
ResponderEliminarExcelente! "Por una mirada, un mundo. Por una sonrisa, un cielo. Por un beso, yo no sé qué te diera por un beso".
¡Hola Ignacio! Gracias por comentar.
EliminarCierto había mucha expectativa y creo que varios cómo tú hubieran dicho lo mismo si no se besaban. Por suerte ha pasado y aún queda camino que resolver.
Hermoso recuerdo de Adolfo Bécker. Muchas gracias. Un abrazo enorme desde Buenos Aires y muy buena semana!!
Anouk lo tiene mas facil que Scarlet.Le ha dicho a Drank que esta enamorada de el y se han besado y la familia de ella lo tendra que entender.No pasa nada porque ella sea virgen,eso es mejor y el la ve especial.Esta muy bien escrito,me ha gustado mucho.Besos.
ResponderEliminar¡Hola Ramón! Gracias por comentar. Sí tienes razón, Anouk la tiene más fácil que Scarlet. Pero quizás deba luchar contra opiniones de su misma raza. Como dices tú, la inexperiencia no es mala, hay cada momento para cada hecho en la vida.
EliminarMuchas gracias por lo de bien escrito, es un halago para cualquier escritor. Te mando un gran abrazo desde Argentina. ¡Muy buena semana para ti!
Uy que buen capítulo . Me gusta mucho que Anouk y Drank vayan avanzado y que Scarlet curo al lobito. te mando un beso
ResponderEliminar¡Hola Citu! Gracias por el comentario. Esta noche paso a leerte.
Eliminar¡Qué bueno que te haya gustado el capi! Lo de Anouk y Drank comienza y seguiremos descubriendo que pasa.
Te mando un besote amiga y muy buena semana para ti!!
Holaaaaaa, vengo con otra imagen perooooo sigo siendo yooooo, la pirata más terrible de toooodoooosssss los mares!!!!!!!!
ResponderEliminarQué bonito, qué bonito es el amor, qué bonito que Anouk quiera a Drank y que Drank quiera a Anouk!!!!!
Digo yo por decir algo, quéeeeeeee pasará cuando la familia Gólubev se entere de que Anouk se ha declarado???? Pretende Anouk matar de un disgustazo a sus padres????
Capítulazo!!!!!!
Besoteeeeessssss!!!!!!!
¡Holaaa mi querida amiga! Hermosa imagen de la pirata. Es bonito el amor sí, Anouk y Drank hacen bonita pareja pero... Ay, no puedo adelantar nada... ¿Los haré sufrir? Quizás sí, quizás no, veremos veremos.
Eliminar¿Qué pasará con los Gólubev? Yo ya imagino a Sasha abanicándose con el abanico de Catalina de Rusia. ¿Tú qué dices?
Gracias corazón por el comentario. Un gran beso desde Buenos Aires y buena semana para ti, reina.
Hola, Lou... Todo un placer llegar a tu blog, todo un placer leer un nuevo capítulo
ResponderEliminarEl título me ha encantado... y, si llueve en junio, voy a acordarme de Drank y Anouk
Lamento que Scarlet lo esté pasando tan mal... mordió a Grigorii sin querer, pero lógicamente se siente muy culpable
¡Cómo me ha gustado pasear con Sasha por Francia!
Bien, pues te digo que deseando deleitar a tu amiga Diana... me has deleitado a mí también, y supongo que a todos los lectores
Sinceramente, pensé que Anouk no se atrevería a tanto... me equivoqué
La he visto muy nerviosa, muy real, muy valiente
Muy adecuado el nombre que le han puesto al cachorro
Felicidades, Lou
Besos
¡Hola Mela! El placer es leer tus comentarios. ¡Muchas gracias!
Eliminarreo que tenemos un gusto muy similar para titular los capítulos. Tú lo haces grandioso. Aquí también llueve en junio, mes de mi cumpleaños. Salvo que es invierno. Pero yo amo el otoño y el invierno.
Scarlet lo está pasando mal y creo que la única salida es ir con la verdad, porque el engaño por más razón que haya, pesa demasiado.
Sasha y París, sí me ha encantado recorrer con ella. Nunca he viajado solo a Uruguay, por suerte internet y los videos nos ayudan mucho.
Me alegro que también te hayas deleitado con esta pareja que recién comienza. Vendrán tiempos difíciles pero aún como escritora creo que nuestra pluma puede solucionar aquello que en la vida real serían imposibles.
Anouk se ha atrevido por el gran amor que la desborda, y eso está genial. Por parte de Drank ha pasado por desilusiones sin embargo la vida te da un mapa para seguir y queda en cada uno no estancarse en la tristeza. Porque la vida se va... no te imaginas cómo cuando uno pasa los cincuenta.
¿Te gusta Lost? A mí me pareció adecuado también. Me alegro que te guste.
Por último, gracias, muchas gracias por estar aquí, ayer, y hoy. Acompañándome. Un besazo amiga y buena semana para ti.
Aaaayyyyyy! Literalmente grité en silencio!!! Jajajaja al fin se dijeron las cosas! Los amo demasiado, oficialmente este es mi capítulo favorito hasta el momento!
ResponderEliminar¡Holaaa! ¡Qué bueno que te gustó mucho! Me alegra. Si, por fin ya que Anouk y Drank se le merecían. Fue difícil olvidarse de un gran amor como Liz pero parece que lo logró.
EliminarGracias amiga por tu emotivo comentario. Un besote y nos vemos pronto.