INTRODUCCIÓN

Introducción:

Dentro de los Sami, una raza milenaria se ha mantenido en secreto. Los lobos basados en la naturaleza y el honor han logrado la supervivencia lejos del ojo humano.

La reserva es su hogar y transitaré en ella para conocer cada secreto. Es un gusto que ustedes me acompañen. Estoy segura que reirán y se emocionarán.

Por mi parte cada línea, cada párrafo sobre ellos, me ha llevado a un mundo de misterio y fascinación.

Lo siento no puedo prescindir de ellos. Ellos… también me han atrapado.

sábado, 23 de noviembre de 2019

¡Hola a todos mis lectores! Gracias por esperar con paciencia. Aquí es madrugada pero deseaba terminar el capi y poder regalárselos. Bueno... Capítulo largo, mil disculpas. Novedades varias... a ver mis queridos lectores, ¿cómo se ven de policías investigando? Hay varios sospechosos y no solo en el mundo de mortales. El capi todo de ustedes, gracias por la compañía. Besooos.


Capítulo 22.

Sospechosos.


Bua.

Serví un jugo fresco a July mientras colgaba su ropa en la soga. El sol de agosto no apretaba demasiado, pero al mediodía el aire caliente de un verano que poco a poco iría despidiéndose aumentaba la necesidad de consumir líquido. July trabajaba mucho, cuidaba de su hermano de ocho años y estudiaba para docente en horario vespertino. Además para ganar dinero tres veces por semana limpiaba un par de cabañas ya que algunas familias debían cumplir horarios laborales extensos en Kirkenes.

Cogí un suéter y dos broches de ropa para ayudarla. Se la veía cabizbaja y pensativa así que traté de sonsacarle el problema.

—¿Te has enojado con Louk?

Bebió un trago y suspiró.

—No nos enojamos… Solo que no nos ponemos de acuerdo.
—¿Sobre qué tema?
—Tonterías…
—Anda dime. Sabes que no se lo diré a nadie.
—Lo sé… Es que de verdad me parece una tontería.
—¿Quieres más jugo?
—No gracias. Terminaré de colgar la ropa y te invito unos panecillos con jamón. Ya tengo hambre.
—Acepto –sonreí.

Cogió más ropa después de dejar el vaso recostado en un árbol.

—Louk quiere casarse –suspiró otra vez.
—Bueno… ¿Qué tiene de malo? Te ama.
—Es que no tenemos nada, Bua. Ninguno de los dos tiene un trabajo bueno. No podríamos alquilar una de las cabañas vacías, no nos da el presupuesto. Y con Mamina no quiero vivir. Es encantadora pero quiero vivir sola con él.
—Tienes razón. Sin embargo, podrías decirle que quizás en unos meses y no negarte con un rotundo no.
—Bua, si llegara a decir un, “tal vez” a Louk, correría a poner fecha en el Registro Civil.

Reí.

—Es genial tener un macho que no piense solamente en la cama.
—Lo sé.
¿Te ayudo?

La voz de la venenosa de Camile nos sobresaltó.

—¡Camile! Me asustaste –exclamó July.
—¿Cómo entraste al patio de July? –me enfadé.

Caminó hacia nosotras haciendo un lado la ropa colgada.

—Muy sencillo. La casa no tiene ni una triste tranquera que divida la propiedad. Entré por el costado. El caso es que ofrecí mi ayuda. ¿Qué malo hay en eso?
—Nada, pero ya casi terminamos.
—Terminarás más rápido si somos tres, ¿o no? –sonrió con esa maldita sonrisa de falsa que gozaba.

Cogí el vaso del suelo y avancé hasta la casa de July.

—Traeré más jugo.
—Oh sí, ¿podría ser uno para mí?

Rodee los ojos y miré a July que asentía levemente.

Entre a la cocina echando chispas. ¡Qué entrometida! Ahora no podríamos a hablar con comodidad ya que siempre trataría de empeorar las cosas. Y más si de parejas se trataba. Su envidia y maldad le salía por los poros. Mucho más desde que Douglas Craig la había dejado plantada por Marin.

Sabía que conmigo no iría a meterse. Primero, que ignoraba lo que sentía por Asgard. Segundo, que no tendría reparo en revolcarla en el barro. Pero July…

Me apresuré para no dejarlas solas y salí con los dos vasos de jugo como si mis pies tuvieran alas.

Apenas llegué miré los alrededores.

—¿Dónde se metió esta imbécil?
—Se fue.
—¿Cómo que se fue? ¿Así nomás? ¿Sin destilar nada de veneno? ¡Qué sospechoso! Fíjate si no puso una araña pollito en tus bolsillos.
—Bua… Déjala. Bastante tiene con su vida.
—Es que no es solo su vida, no me importaría. Es que trata siempre de joder al resto.
—Quizás cambió a la fuerza. Ya sabes, no es tonta. Se ha quedado sin aliados.
—Mmm… Esa no cambiará.
—Al menos se acercó para ayudar.
—July, ¿tú desayunas con Teresa de Calcuta?
—Calla, Bua. Que Santa Teresa de Calcuta falleció, no la metas en esto.
—¿En serio? ¿Cuándo?
—¡Bua! ¿Qué lees tanto que no te enteras de noticias importantes?
—Te comento que estudio química así que no tengo porque saber datos históricos de todas las personalidades.
—Deberías conocer. Asgard parece muy bien instruido… No es como Louk… Pobre Louk.
—Nada de pena. Si quisiera puede ponerse a estudiar una carrera.
—No… Es que… Olvídalo.

Mi móvil vibró en mi bolsillo de los jeans.

—Ay, muero… ¡Es Asgard!
—¡Atiéndelo, Bua!
—¿Qué le digo? –di varios saltitos nerviosa.
—Pues al menos dile “hola”.
—Sí Sí…

Presioné el “Send” y hablé sin tartamudear.

—Holaaa Holaaa, ¡Asgard que sorpresa!
“Hola Bua”.
—¿Ocurrió algo malo?
“No, tranquila. Solo quería escuchar tu voz. Hace muchos días no nos vemos y…”
—Cierto, dos semanas y tres días. Ehm… En realidad no es que cuente los días que no te veo es que justo tenía un examen cuando nos vimos y… ¡Qué bueno que llamaste!

July cubrió su boca con una prenda para no reír fuerte.

“Si te parece podríamos vernos esta tarde. Tengo algunas cosas que contarte que sucedieron y…”
—Ah genial, sí… ¿Dónde? ¿En tu casa?
“Preferiría solos. Mamá te adora pero estaríamos mejor si hablamos tú y yo.”
—¡Por supuesto! Sí, sí… ¿A qué hora?
“¿Te parece a las cinco?
—¿A las seis? Tengo que entregar unos trabajos prácticos y no puedo faltar a la Universidad.
—Oh, muy bien. ¿A las seis en el pub de frente a la Universidad?
—Allí estaré. Un beso.
“Un beso, cariño”.

Apenas corté di un brinco.

—¡Me dijo “cariño”! Voy a morir.

July rio.

—¿Qué te pondrás?
—¡Ay no sé! Una camiseta escotada, no… no, no es su estilo. Una blusa… No… no tengo blusas.
—Bua, sé tú misma. Él te quiere así.
—¿Tú crees?
—Obvio, debes lucir como siempre. No cambies.
—Tienes razón –suspiré—. ¿Y tú? ¿Hablarás con Louk? Pídele un tiempo para fijar fecha. No discutan, se lo ve muy lindos juntos.
—Sí, lo haré. Te lo prometo.

Scarlet.

Cuando entré a la Jefatura esa mañana, el movimiento del personal no era algo rutinario. Había grupo de policías hablando entre ellos con rostros preocupados. Bully salió apresurado después de darme los buenos días, le siguieron Catty y John revisando sus armas a la cintura.

Avancé por el pasillo apresurada, con seguridad necesitarían mi ayuda para atrapar a quien sabe quién. O a quienes…

Abrí la puerta de la oficina del comisario pero estaba vacía. Giré para retomar el camino y preguntar a la recepcionista pero Grigorii me sorprendió en la puerta y con un “entra ya mismo”, cerró la oficina y me miró furioso.

—¡Qué rayos te pasa, idiota!

Me apuntó con el índice y sus ojos se llenaron de lágrimas.

—¡Tú! ¡Lo prometiste Scarlet! Los Craig no asesinarían en Kirkenes. ¡No lo cumplieron!
—¿De qué estás hablando?
—No te hagas la que no sabes nada.

En ese instante Vikingo entró con dos oficiales.

—Revisen toda la oficina. No debemos dejar cabos sueltos. Puede haber alguna pista que nos lleve hasta el asesino.

Observé en silencio como mis colegas abrían con cuidado los cajones del escritorio y revisaban un abrigo colgado del perchero. Mis ojos se clavaron en la silla vacía…

Miré a Vikingo con desesperación. Con los brazos en jarro suspiró y bajo la vista.

—¿Qué ocurrió? –balbucee.
—Lo mataron. Mataron al comisario esta madrugada.
—¿Qué? –el suelo se hundió a mis pies.

Me cogió del brazo suavemente mientras Grigorii cerraba la puerta para aislarnos de los oficiales. Ya en el pasillo, aún conmocionada por la noticia, Vikingo continuó…

—Scarlet, unos jóvenes encontraron el cuerpo a la entrada del bosque.
—Cerca de tu mansión, ¡díselo Vikingo!
—¡Cálmate Grigorii! Aún no tenemos pruebas para acusar.

Me retiré unos pasos y los miré con una mezcla de emociones. Estaba impactada por la noticia, triste, y furiosa… Dolía la muerte del comisario pero más que el humano del cual me había enamorado desconfiara de mí y de mi familia. Sobreponiéndome para no darle una bofetada y quebrar su mandíbula, me dirigí a Vikingo.

—Porque hayan asesinado cerca de la mansión no indica que fuimos nosotros.
—Lo sé… Pero… el cuerpo estaba destrozado. En ese caso no pudo efectuar solo el asesinato. Su fuerza no sería humana.
—¡Dile lo más importante! –exclamó Grigorii.
—¡Cálmate Grigorii!
—¿Qué más tienes para decirme, Vikingo? –lo increpé.

Grigorii se adelantó.

—El forense de científica nos dio los primeros resultados, ¿y adivina qué? Tenía cortes en las muñecas y estaba desangrado. ¿Te suena? Claro que te suena familiar. Y cuando llegue a manos de tu cuñada seguramente dictaminará que fue un suicidio.
—¡Maldita seas, Grigorii! ¡No me dirijas la palabra! –miré a Vikingo—. Por favor, di que me crees. Mi familia no haría algo así. Seríamos muy idiotas.
—Una vez lo hicieron porqué no ahora –interrumpió Grigorii.
—Scarlet, solo necesito que averigües quién pudo ser. Los Craig deben conocer a alguien capaz de hacer algo así con el comisario. Tienen que ayudarnos a encontrarlo.
—No te preocupes, avisaré ya mismo. Lo encontraremos.
—¡Qué justo que Hansen conocía tu secreto! ¿Quién sigue? ¿Vikingo? ¿Yo?

Antes de retirarme di varios pasos hasta él hasta que su espalda chocó contra la pared. Sin embargo sus ojos no me demostraron miedo. Lucía furioso.

—Tú debiste estar muerto no él.

Con esa terrible frase que dejó escapar mi indignación, me fui.

Bianca.

Contemplé los rostros de Sebastien y Lenya respectivamente. Se veían sumamente preocupados al escuchar los resultados de la autopsia. En la morgue los tres reunidos hilvanábamos posibles respuestas para un hecho caótico por donde lo vieras. Estaba claro que el asesino del comisario no era un simple mortal.

Scarlet llegó poco después junto a Vikingo. Ambos destrozados por la noticia.

—Doctora, ¿hay alguna posibilidad que hayan sido varios humanos? –preguntó con los ojos húmedos.
—Ninguna. Lamento decirlo porque sé que nos perjudica –miré a Sebastien—. Pero fue alguien de nuestra raza. No hay duda.
— No fuimos nosotros, Vikingo –afirmó mi marido.
—Entiendo… Les creo. No porque los conozca demasiado. Todo lo que escuché sobre ustedes fue por boca de mi hermana que los apreciaba… Además, no pienso que sean tan básicos y estúpidos. Sin embargo deben conocer a quien lo hizo y debe pagar. Esto no es casualidad.
—Tampoco creo que sea casualidad –dijo Lenya. De inmediato cogió su móvil.
—No te atrevas a pensar mal de ellos –se enfadó Sebastien.
—Mi amor –interrumpí—. No olvides que son salvajes. ¿No habría posibilidad…?
—No, de ninguna forma. Son salvajes, Bianca. Pero los Sherpas no harían algo así. Menos sin mi permiso.
—¿Quiénes son los Sherpa? ¿Hay más vampiros en Kirkenes?
—Sí, pero puedo jurar que ninguno de ellos lo hizo. Créame.
—Estoy en sus manos, Sebastien Craig. La policía sola no podrá con esto. Mucho menos si ignoran a quien se enfrentan.
—Daremos con el asesino. Se lo prometo.

Scarlet se acercó lentamente a la cámara de frío. Sin embargo no avanzó. Se detuvo con la vista perdida y murmuró…

—Si pudiera ver a Adrien, que él pudiera comunicarse… le preguntaría… ¿Pueden los demonios escaparse del infierno?

Grigorii.

John conducía el patrullero de regreso del bosque. Habíamos estado por segunda vez para revisar algunas pistas sobre el homicidio de Hansen. Aún no podía creer que no estuviera con nosotros. A mi memoria vino aquel día que me presenté en la oficina buscando trabajo…

“Buenos días, bienvenido. Seré tu jefe de ahora en más”.

Me había estrechado la mano con firmeza…

Él tenía dudas de cómo sería mi desempeño. Sin embargo, el caso de Samanta Vasiliev cayó como anillo al dedo y se sorprendió de mis conjeturas. Estuve a prueba un tiempo hasta que me incorporé definitivamente.

Él creyó en mí… Pudo no haberlo hecho pero creyó en mí.

Observé a través de la ventanilla. La noticia había corrido en Kirkenes y la gente se notaba inquieta. Como si no estuviera segura caminando por las calles. En realidad se justificaba. Habían asesinado al comisario de la ciudad. Lo que ignoraban esas personas que el homicida no era alguien común y corriente con la mente trastornada, sino un ser que solo cabría en la imaginación de quien leería género paranormal. Como los Craig, como Scarlet.

Scarlet… ¡Cómo había dolido su frase! La tenía como aguijón venenoso clavado en mi pecho. “Tú debiste estar muerto no él.”

A pesar de todo traté de entenderla. La había acusado a ella y a su familia y a decir verdad, pensándolo fríamente, no podía ser que vampiros tan astutos que habían logrado vivir por centenas de años ocultos, cometieran ese grave error. Aun así la frase iba y venía en mi cabeza. Y me pregunté, ¿alguien podría amarte si te deseaba la muerte? ¿Alguna vez yo había deseado la muerte a alguien? Sí, a mi padre… Después me arrepentí.
—¿Te compro algo para comer?

La voz de mi colega me sobresaltó.

—Perdón, no… yo… no tengo hambre.
—Tienes que comer algo.
—De verdad, gracias.
—Bueno, iré por un sándwich –estacionó la patrulla y salió del coche.

Quité mi móvil del bolsillo y llamé a Anne. Por suerte estaba bien aunque preocupada. Se había enterado por las noticias aunque hubiera preferido que no supiera tanto detalle escabroso. Lo habíamos hablado al mediodía cuando pasé por mi casa. Le dije que no abriera a nadie la puerta así fuera conocido. Ella supo por quienes se lo decía y se enfadó. Se enfadó conmigo… Anne defendía a los Craig y ponía la mano en el fuego por ellos. Yo no lo había hecho, pero… ¡Cómo jugarme si poco y nada conocía de Scarlet! Al fin y al cabo me había enamorado perdidamente de una mujer sin pasado, bellísima y con dones extraordinarios.

Otra escena vino a mi mente…

La alegría de Hansen ese día que Scarlet abatió al loco desquiciado que había tomado de rehén al hijo de su ex mujer…

“¿No vas a felicitarla?” Eso me dijo con alegría y euforia. Aún ignoraría de la naturaleza de Scarlet. Después lo descubrió… Era muy inteligente. Una pérdida muy grande.

Eché la cabeza hacia atrás apoyándola en el respaldo, cerré los ojos.

¿Por qué Scarlet o los Craig se meterían en problemas cuando el comisario los apoyaba y guardaría el secreto? ¿No hubiera sido más fácil asesinarlo con discreción? ¿Por qué cometer esa brutalidad tan evidente? No… No podían ser ellos… Entonces, ¿quién? ¿Quién de su raza caminaba entre nosotros con absoluta impunidad?

Cuando John regresó le dije que me dejara en el hospital. Hablaría con Bianca McCarthy. Quizás ella podría contarme alguna sospecha. Lo ideal hubiera sido preguntar a Scarlet pero como estaban las cosas…

Entré al hospital cuando Bianca salía de uno de los ascensores. Alzó la vista y me vio. Entregó una planilla a un doctor que la esperaba, creo que era el director. Se acercó a mí con pasos decididos.

—Buenos días, Petrov.
—No son tan buenos para mí.
—Lo sé. Su amigo el oficial estuvo por aquí. Tiene toda la información que necesita.
—Okay… ¿Vikingo conoce todo el dictamen real?
—Le dije todo lo que sé. Verdaderamente. Sí a eso se refiere.
—Sí… Y… ¿Podría preguntarle si sospechan de…? Quiero decir –bajé la voz—. De otro como ustedes.
—Por ahora no. Pero no pierda cuidado, los Craig removerán cielo y tierra para dar con él. Bueno, cielo e infierno.
—¿A qué se refiere?
—No me haga caso, conjeturas fantasiosas.
—No hay nada fantasioso que rodee a los Craig. Paraíso o pesadilla es todo real.
—Imagino que la parte de “paraíso” se lo adjudicó a Scarlet, ¿no?

Suspiré y bajé la vista.

—Me deseó la muerte.

Echó la cabeza hacia atrás como buscando algo en el techo. Con los brazos en jarro negó con la cabeza.

—Le pido disculpas en nombre de ella. Sé que no habrá querido decirlo.
—Fue muy convincente –murmuré con angustia.
—Como lo fue usted cuando dijo que era un monstruo.
—Estaba furioso.
—Ella también.
—Entiendo que la defienda. Es su cuñada.
—Es mucho más que eso. Es una gran amiga y siempre fue mi aliada. Bueno… —sonrió—. Al principio no. Pero después mostró un gran corazón.
—¿Antes no lo tenía?

Caminamos lentamente hacia la salida.

—Sí, pero era un poco salvaje y estaba acostumbrada a ser la consentida y mimada de Adrien Craig, padre de Sebastien y Lenya.
—¿Adrien no era su padre?
—La adoptó. Scarlet es hija de otro vampiro muy poderoso. Agravar. Era maléfico y destructivo.
—¿La abandonó?
—Sí, junto a su madre. De todas formas Agravar ya murió.
—Pensé que los vampiros no morían.
—Se equivoca. No tan fácil como los humanos. De todas formas Agravar murió en manos de Scarlet.
—¿Qué? ¿Mató a su padre?
—Por defender a sus hermanos. Él iba a hacerles daño… Y… —se detuvo para mirarme—. Ahora que lo pienso… También defendió a Anne de su padre, ¿verdad?
—Sí, pero no lo maté. Lo eché de casa.

Hizo una mueca de sonrisa autosuficiente.

—Eso no hubiera dado resultado con un poderoso vampiro.
—Entiendo.
—¿Necesita algo más, Petrov?
—Sí… Dígame… ¿Cómo pueden estar tan seguros que ningún vampiro conocido ha podido efectuar este asesinato cruel?
—Simple, hay un lema que se cumple a rajatabla desde centenares de años. No podemos llamar la atención, nuestra raza se extinguiría. Ese imperativo es obedecido por cada uno de nosotros. Salvo…
—¿Salvo?
—Que un vampiro quiera perjudicarnos.
—¿Sospechan de alguien?
—No por ahora. Que tenga buen día.
—¡Espere! Otra pregunta.
—Dígame.
—Usted regresó de la muerte… ¿Podría suceder con otro vampiro?

Dio dos pasos para retirarse y se detuvo. Su mirada se perdió en la avenida transitada.

—No lo sé.

Charles.

Serví un café a Margaret y a Khatry, mientras Miyo observaba atenta el móvil que manipulaba Scarlet. Sentados en la gran sala de mi cabaña comentábamos el último suceso aberrante en Kirkenes.

—Pobre Hansen –murmuró Scarlet.
—¿Tenía familia?
—Sí, Margaret. Su mujer y un hijo de treinta años. Acabo de enviarles un mensaje.
—¿Mensaje? –repitió Miyo.

Scarlet sonrió.
—¿Ves? Es un móvil y puedes hablar con otros que no estén cerca –le mostró la pantalla.
—Magia –aplaudió.

Reímos.

—No, no es magia. Es un poco complicado explicarte aún, pero cuando domines más vocabulario te enseñaré.
—Aaaah… No magia…

De pronto Margaret bebió un trago y quedó pensativa.

—¿En qué piensas, cariño?
—Charles… Los Escarlata no harían eso, ¿verdad?
—En absoluto. Son guerreros de Adrien aunque se mantengan aislados no romperían reglas básicas.
—¿No hubo noticias de ellos? –preguntó Khatry.
—No. Bianca fue la que tuvo contacto y después Odin visitó a Sebastien para dar con el paradero de ella.
—Odin… —Khatry sonrió—. Guerrero poderoso de sangre vikinga. ¡Tengo ganas de verlo!
—Me temo que no se acercará a Kirkenes. Según Bianca les ha costado encontrar un refugio y varios de ellos no se materializan.
—¿Dónde se encuentran?
—En Alberta, Canadá.
—¿Lejos de aquí?
—Bastante, norte de América.
—¿Américaaa? ¿Bosque?
—No Miyo, hay bosque pero no como el que tienes cerca de aquí.
—¡Quiero ir al bosque!
—Bueno… quizás si un día te acompaño podríamos correr por el bosque. ¿Te gusta la idea? –sonreí.
—Síiiii, bosque lindo, pájaros, gato.
—No cariño, aquí no hay leopardo de las nieves como en Siberia –corrigió Khatry.
—¿No gatos?
—No, y ya te lo he enseñado son leopardos de las nieves. Tú debes saber muy bien eso. Es nuestro símbolo.

Miyo se miró el colmillo que colgaba de su cuello.

—Ah sí, leeeeoopaardo, no gato.

Reímos. Miyo era fresca y divertida. Tan inocente. Thashy en cambio era más medida y muy inteligente. Callada había observado a cada uno de los que estábamos en la sala.

—¿No es peligroso para Miyo que vaya al bosque? Sebastien me contó sobre los lobos de la reserva.
—No te preocupes Khatry, los lobos son amigos.
—¿Lobos? ¿Amigos?
—Sí querida. Los lobos son inofensivos. Es más, Bernardo guardián del alfa es amigo de Bianca.
—Si tuviera otros ánimos, te llevaría al centro comercial –dijo Scarlet—. Allí te fascinarías.
—Es muy pronto Scarlet –aseguró Margaret.
—Lo sé, de todas formas no tengo ganas de comprar ni un par de soquetes.
—Eso sí que es grave, querida –agregué con una sonrisa.
—¿Petrov y tú siguen enemistados? –preguntó Margaret.
—Enemistados es poco. El imbécil creyó que los Craig éramos artífices del homicidio. Pero me desquité y le dije que él tenía que haber muerto y no el comisario.
—¡Scarlet!
—No me retes, Margaret.
—¿Petrov? ¿Es el oficial que vino por Sebastien? ¿El que buscó a Nicolay?
—Sí Thashy, el mismo –contesté.

La hija mayor de Agni miró hacia la ventana y después clavó sus ojos en Scarlet.

—¿Petrov es humano?
—Sí, el grandísimo hijo de su madre es humano.
—Extraño… Olí a vampiro.
—Ah sí… No es que… —explicó Scarlet—. Yo lo alcancé a morder pero fueron segundos y no tan profundo.
—¿Un vampiro poquito? –Miyo señaló una corta distancia entre dos de sus dedos.

Volvimos a reír.

—Sí querida Miyo, poquito vampiro –después me dirigí a Thashy—. ¿Así qué oliste nuestro aroma en él?
—Algo… Sí… Como ahora, por el viento de la ventana abierta.

Antes de que reaccionara y me pusiera de pie los golpes de llamada no se hicieron esperar. Abrí la puerta ante la mirada expectante de todos.

—OH, rastreador –sonreí—. Gusto de verte. Adelante.

Margaret y Scarlet se pusieron de pie.

—¡Buenos días, Ivan!
—Buenos días.

Khatry y Thashy se levantaron del sillón.

—Ivan Gólubev, gusto verte. ¡Cómo has crecido!
—Khatry Sherpa –inclinó la cabeza—. El gusto es mío.

Después se dirigió a Thashy.

—Señorita, un placer –besó la mano de la vampiresa que sonrió gentil.

Miyo se mantuvo sentada con la boca abierta.

—Hermana, él es Iván Gólubev, ¿recuerdas que te conté de los Gólubev? Acércate por favor, saluda porque es de buena educación.
—No te preocupes, Khatry. Yo entiendo –titubeó Ivan.

Miyo se acercó pero no extendió la mano para que la besara o estrechara, estiró los dedos hasta tocar el cabello del joven Gólubev.

—Vampirooo rubio.

Ivan sonrió.

—Miyo, por favor –llamó la atención su hermano.

Ella puso cara de llanto.

—No te he retado Miyo solo digo que no tienes que ser tan confianzuda.
—No hay problema, solo se extrañó de mi cabello.
—Sí, vampiro rubio –Miyo acarició su propio cabello y continuó alegre—. Yo champú, en la ducha. ¿Tú champú?

Iván rio.

—Sí, yo también uso champú.
—Querido –interrumpí—, ¿has venido en ayuda? ¿Sebastien te ha contado?
—A mi padre y él a mí. Cuenten conmigo si hay que buscar a ese asesino.
—Eres tan atento, Ivan. Te prepararé un café –ofreció Margaret.
—Muchas gracias.
—Vampiro atento –se tentó Miyo al desconocer la palabra.
—Atento y lindo –sonrió Scarlet.
—Lindooo siiii –repitió bajito Miyo.

Reímos. A pesar de tener sobre nuestra espalda el trabajo de encontrar a ese vampiro, la tarde que le siguió con Ivan y los Sherpa fue agradable y amena. Por la breve noche el resto de los Craig se reunieron con nosotros. Solo faltó Ron que habría ido a cazar. En la sala de mi cabaña, tratamos de idear un plan para dar con el asesino. También se nos unió Boris y Ekaterina. Bernardo fue alertado por Bianca para que la manada estuviera atenta ante cualquier visita no deseada. Aproveché a pedir al amigo de Bianca la autorización para que Miyo paseara por el bosque, del cual no se negó, como era de esperar viniendo de Bernardo. Solo quedaba poner todo de nuestra parte para que Kirkenes tuviera la tranquilidad de una ciudad bella y turística. Aunque no mencioné mi falta de confianza en que lo atraparíamos fácilmente. ¿Y si no era de este mundo? Intuí con temor si al atraparlo… alguno de nosotros no moriría en el intento.

Grigorii.

Ya en la comisaría nos reunimos en la sala de informes a pedido de Vikingo. Estábamos todos los oficiales de turno. Seríamos doce contando conmigo. Nos acomodamos en diferentes sillas diseminadas, Vikingo se mantuvo de pie después de cerrar la puerta.

Si tuviera que ser sincero diría que sentí temor por lo que iría a decir. Sí… frente a todos. Parecía irónico que ante una amenaza como la que estábamos soportando y la triste muerte de Hansen, yo… pensara en Scarlet y los Craig. ¿Sería capaz de desenmascararlos? ¿Y yo qué haría? ¿Lo negaría ante todos? ¿Lo trataría de loco? Sí… Supe que eso haría si él delataba a los Craig.

Pero no lo hizo y respiré profundo al escuchar sus primeras palabras.

—Los reuní a todos porque debemos prepararnos para trabajar intensamente en la búsqueda del asesino.
—¿Se tiene sospecha de alguien, Vikingo? –preguntó Bully.
—No, no tenemos idea de nada. Ni una pista. Solo el lugar del hecho.
—¿Pero qué arma usó? ¡Yo vi el cuerpo, joder! –exclamó Catty—. No pudo hacerlo solo.
—Quizás una banda de forajidos, dementes –sugirió  Mac.
—Es posible, ahora… debemos mantenernos despiertos y con los cinco sentidos. Recorramos cada rincón de Kirkenes. El asesino o los asesinos debieron dejar una pista. Les pido que—Vikingo suspiró—, por favor… cualquier hecho o actitud extraña me la hagan saber.
—¿A ti debemos responder? –preguntó Bully.
—Sí… Eso es algo que también quería comunicarles. Me ha llegado un nombramiento provisional para ser su comisario y espero cumplir mi rol como merecen.
—Okay –dijeron todos.
—Me alegra que seas tú –Catty se acercó—. Estoy segura que estamos en buenas manos.
—Gracias oficial. Bueno, ¿alguien tiene algo más que informar? Trabajaremos en equipo. Nadie ocultará información por más insignificante que sea.
—¡Hecho!
—Lo encontraremos Hansen, digo… comisario.
—Estoy seguro que sí. Ahora vayan, hablaré a la noche con los oficiales de turno.

Cuando me quedé a solas con Vikingo me acerqué. Él estaba cabizbajo y muy triste, como lo estábamos todos, aunque sabía que a Hakon le preocupaban otras cosas.

—No creo que los Craig lo hayan hecho, comisario.
—No me llames comisario si no hay nadie de tus colegas, Grigorii. Somos los mismos amigos de siempre. Solo que un poco más asustados. Y no, tampoco creo que sean los Craig y de que tengan idea de quién es el homicida. Sin embargo eso me preocupa más. Si ellos no pueden ubicar a quien lo hizo ese monstruo acabará con todos.
—Hablando de ello, debo ir a casa. Anne está sola.
—Sí, ve. Mañana comenzaremos la ronda.
—¿Quieres que te alcance en la moto?
—No, iré en la patrulla hasta la mansión de los Craig, quizás tengan alguna novedad. Descansa.
—Puedo acompañarlo.
—Preferiría que no. Si llegara a estar Scarlet…
—Okay… Nos vemos mañana, entonces.
—Hasta mañana y cuida a Anne.
—Lo haré.

Cogí las calles a velocidad media, tratando de ver algo en la ciudad que llamara la atención. Un vampiro entre humanos no era tan fácil reconocer pero en el caso del asesino evidentemente sería un salvaje. Para haber asesinado así… Hansen no tenía enemigos. Todos los que había metido en la cárcel estaban muy bien guardados y tampoco habría posibilidad de una venganza de ese tamaño contra él.

Mañana sería un día largo. El cuerpo sería entregado a la familia y debíamos asistir al entierro. Nada fácil…

Aparqué la moto en el estacionamiento y caminé sumido en miles de preguntas hasta que levanté la vista… y lo vi.
Allí estaba, de pie como soldado, pegado a mi puerta… El guardaespaldas de los Craig.

—¿Qué haces aquí? –avancé hasta tenerlo frente a frente.

Estaba vestido de jeans, camiseta, y chaqueta de cuero. Llevaba gafas oscuras y sus rasgos eran rígidos como la piedra.

—Cuidando a Anne.
—Puedes irte, mi hermana me tiene a mí.
—¿En serio? –hizo un pequeño gesto burlón.
—Sí, no dejaré que nada le pase –palmee mi arma en la cintura.
—¿Crees que con eso la defenderás? Es extraño que el comisario no lo haya hecho. ¿Llevaba arma también?
—Pasarán por mi cadáver antes de tocarla.
—Tus intenciones son buenas, pero tu fuerza de voluntad no basta para protegerla contra todos.
—Vete tú…. Como te llames.
—Ron.
—Bueno Ron, te invito a que te marches. Yo me encargo.
—Te repito, no confío en que puedas hacerlo.
—No me importa lo que pienses, quiero que te vayas.
—Y a mí no me importa lo que quieras, no me iré. Así que no pierdas tiempo y entra de una buena vez. Anne debe estar preocupada por ti.
—¿Quién crees que eres para darme órdenes y decirme como está mi hermana?
—Al menos soy el que salvará tu pellejo si ese vampiro viene por ti o por Anne.
—Así que sabes que es un vampiro? ¿Ya no hay duda?
—¿Tú tienes duda?

Suspiré y observé alrededor. Tomé coraje para seguir.

—Mira, mi hermana tiene problemas y la pondrás nerviosa.
—Sé que problemas tiene Anne. Te aseguro que la dejarás más tranquila si dejas de discutir conmigo y entras a tu maldita casa de una vez.
—¡Joder contigo!

La puerta se abrió y Ane asomó apenas la cabeza.

—Grigorii, ¡qué suerte estás aquí! Estaba deseando que llegaras. Me preocupa que estés en la calle.

El tal Ron arqueó una ceja.

—Ya estoy aquí, cariño. Estoy convenciendo al guardaespaldas de los Craig que puede irse tranquilo, te cuidaré.
—Por favor, que se quede. ¿Ron, te quedarás?

Ahora el de la ceja levantada era yo.

Él sonrió autosuficiente.

—Claro, Anne. No me moveré de aquí.
—Gracias.

Respiré profundo y bajé la vista.

—Ron, llamarás la atención de los vecinos.
—¿Piensas qué a esta altura me importa? Y a ti creo que tampoco.
—¿Es qué no entiendes? No quiero que te quedes en la puerta como centinela. Si lo deseas puedes quedarte en la esquina vigilando.

Pareció mirarme serio bajo las gafas oscuras y aseguró.

—En la esquina podría no llegar a salvarlos.

Tragué saliva…

¿Sería verdad que corríamos tanto peligro frente a un vampiro? Su seguridad me hizo dudar… y temer. Recordé a Scarlet cuando se había materializado en mi habitación. Su rapidez y silencio para moverse.

—Okay, entraré. Solo porque no quiero seguir discutiendo frente a Anne.
—Decisión razonable, Petrov.
—Trata de no dormir colgado o sí llamarás la atención.
—No digas nada, ¿tu serie favorita fue Drácula? Pues borra toda idea de tu cabeza porque nada más lejos de la realidad.
—Sin embargo se alimentan de sangre humana, ¿o me equivoco?
—¡Bingo! Aunque tenemos mucho control. El mismo control que carece quien está tras de ese crimen. Deja de pelear y guarda tu energía para algo más útil.
—¡Cabrón!
—Sí, yo también te aprecio, Petrov.

Entré y cerré la puerta de un portazo.
Anne me miró enojada.

—¿Por qué no confías en los Craig? Ron trata de ayudar. Eres un desagradecido.
—Anne por el amor de Dios…

Cruzó los brazos a la altura del pecho.

—Deberías disculparte.
—Olvídalo no lo haré. Y ahora vamos a comer algo y a descansar. No creo que hayas podido hacerlo con todo lo que ha ocurrido.
—Cierto. Estaba nerviosa. Aunque ahora no lo estoy. Sé que nos protegerá.
—Bien, no discutamos. Por favor…
—Está bien… Perdona… Estuve preocupada por ti.

La abracé.

—Tranquila cariño, nada nos ocurrirá.

Supe que me creía. Sin embargo no por pensar que nadie le haría daño con un hermano siendo policía y que daría la vida por defenderla, sino por ese extraño que velaría nuestro sueño.


Sebastien.

Sentado en el sofá con Bianca tras de mí, sus masajes relajantes no lograban su objetivo. Acarició mis hombros y besó mi frente.

—Calma, amor. Lo encontraremos.
—No lo sé… ¿Se ha sabido algo de Chelle?
—Aún no. Quizás regresó a Chile.
—No lo creo. Lo menos que querrá hacer es cruzarse con su hermana.
—¿Ivan volvió con noticias?
—No, pero es poco tiempo aunque sea un excelente rastreador.
—Y… ¿Esa Vilu? ¿No estará en Kirkenes tras los Sherpa?
—No, Bianca. No se arriesgaría teniendo a todos los Craig aquí.
—¿Pero quién puede ser?
—Juro que no lo sé.
—Sebastien, le han cortado las venas… Es alguien que sabe lo que hacían los Craig con aquellos moribundos.
—Cualquier vampiro pudo haberse enterado.
—Conoces todos los vampiros. ¿O quizás hay alguien que no estás tomando en cuenta?

Scarlet bajó la escalera.

—Veo que no soy la única que no puede conciliar el sueño.
—Así es –contesté—. ¿Lenya y Liz?
—En su habitación. Liz está preocupada. De todas formas el “Aquaman” que tiene por marido le ha prometido que nada le ocurrirá.
—No sé cómo guardas tanto humor, Scarlet.

Se dejó caer en el sofá y me miró.

—¿Y qué quieres que haga? ¿Llorar? ¿Lamentarme? ¿O sentirme desgraciada porque nadie me protege? Tengo que cuidarme sola.
—Todos nosotros te protegeremos –sonrió Bianca.
—No es lo mismo.
—Quizás –continuó sentándose a su lado—, tengas que protegerlo a él.
—¡Por mí que se muera!
—¡Scarlet! Mientes muy mal, entérate –protesté.

Levantó los hombros en señal de desinterés pero esquivó mi mirada.

—¿Niégame que no te volverías loca si le ocurre algo malo a tu Petrov?
—Bueno… se lo merece por desconfiar de mí. Además… Está Ron para cuidarlo.
—¿Ron? –sonreí—. Así que te aseguraste de protegerlo sin quedar en evidencia.
—Te equivocas, fue decisión de Ron.
—Y te vino perfecto.
-¡Ya Sebastien! ¡Qué latoso eres!

Rose salió de la cocina junto a Anouk.

—Chicas –se asombró Bianca—, no sabía que estaban levantadas.
—Rose estudiaba y yo le daba apoyo logístico. Mañana rinde la práctica de psicología.
—¡Qué bien! –se alegró Bianca.
—Sí, genial. Pero no quiero que vaya sola al instituto –repliqué.
—Sebastien, tranquilo. Yo la acompañaré.
—No es una garantía, Anouk.
—Me ofendes. Soy una Gólubev y la más veloz.
—Gólubev, veloz, y lo que quieras. Pero esto no es una maratón ni una competencia de apellidos de raza. Estamos frente a un ser que desconocemos de qué es capaz. No me arriesgaré. Te acompañaré a rendir.
—¡Qué honor, Rose! Irás con el líder de los vampiros como si fuera tu padre.
—Ya me acostumbré a no tener padre, por mí estará bien ir solo con Anouk.
—Creo que no se entendió lo que dije. No fue opcional. Es una orden. ¿A qué horas rindes?
—A las ocho y media, pero debo estar a las ocho.
—Allí estaremos.

En ese instante el sonido de un motor pareció escucharse cada vez más cercano.

—Es tarde, ¿crees que viene para aquí? –preguntó Bianca afinando el oído.
—O viene para aquí o está patrullando. Conozco de memoria los motores de los Ford, y el coche de Charles está guardado –acotó Scarlet acercándose al visor.

Efectivamente una patrulla no tardó en detenerse junto a los portones. A los segundos, el oficial rubio llamado Vikingo bajó del móvil policial.

Scarlet accionó el comando dejando la entrada libre.

—Es Vikingo.
—¿Qué querrá?
—No lo sé, Bianca –contesté—. No tardaremos en saberlo.

Lenya bajó la escalera.

—¿Qué quiere ese polizonte aquí?
—Tranquilo, hermano. Posiblemente desea saber si tenemos una pista –me puse de pie. Y abrí la puerta aguardando que el oficial llegara hasta el portal.

—Buenas noches, señor Craig. ¿Puedo pasar?
—Por supuesto –hice un ademán—. Adelante.

Se lo venía abatido, cansado. Podía apreciarse la gran tristeza que lo embargaba. Lamenté no poder darle un aliciente y decirle que sabíamos quién había asesinado al comisario, pero no… No teníamos ninguna pista.

—Buenas noches, Scarlet. Disculpen esta visita.

—Tome asiento, por favor –invité.
—Gracias, sé que la hora es inapropiada pero necesito saber algo más, un detalle por mínimo que sea.
—Lo que desee saber, pregunte.
—Haré café para todos –murmuró Lenya.
Cabizbajo buscó un anotador pequeño y un lápiz en su chaqueta. Cuando se disponía a escribir, su mano tembló.

—¿Se siente bien?
—Sí, solo que… siento que por primera vez este anotador no me servirá de nada. ¿Verdad? –me miró con ojos húmedos.
—Puede que no, o sí –me senté frente a él junto a Bianca.
—Yo… necesito que haga memoria a lo largo de toda su vida. ¿Hay alguien que es capaz de cometer estos hechos aberrantes?
—En mi larga vida, oficial… he conocido monstruos que no imagina que serían capaces de hacer. Sin embargo ya no viven.

Bianca y Scarlet intercambiaron miradas. Las mismas que no fueron pasadas desapercibidas por el oficial.

—¿Qué ocurre Scarlet? Dime porque te noto inquieta, he aprendido a conocerte.
—No es nada.
—¡Dímelo, por favor!
—Es… descabellado, casi imposible.
—Eso lo determinaré yo. Estoy al mando, Scarlet. Me nombraron comisario y siento doble responsabilidad. Porque no solo debo hallar al asesino de un querido colega sino que le debo la tranquilidad a la comunidad.

Scarlet se puso de pie y se acercó a la ventana. Observó el parque en silencio y respiró profundo.

—Es que… —balbuceó—. Sería una catástrofe.
—No pensar que pueda ocurrir quizás es lo que no debemos hacer, por favor –suplicó.

Bianca interrumpió.

—Le contaré lo que ocurrió conmigo al borde de la muerte. De todos modos no saque conjeturas apresuradas porque… si el mundo de los vivos y los muertos podría mezclarse con facilidad no estaríamos aquí sentados.
—¿A qué se refiere?

Y Bianca contó…

Él solo escuchó sin interrumpir, asombrado como lo estaría cualquier humano mortal. Bajó la vista y su cuerpo demostró la inquietud, el comienzo del descontrol.

—No, no podremos contra eso.
—Tranquilo, dudamos que sea un ser del más allá –lo calmé.
—¿Por qué no, Sebastien Craig?
—Por lo mismo que le ha dicho mi esposa. Hubiera sido un caos desde hace centenas de años.
—¿Y si ahora pudieran hacerlo? ¿Si hoy por hoy serían capaces de traspasar esa barrera de lo físico y espiritual?
—Pensemos que no –murmuré—. Debemos ir a lo práctico, comisario.

Lenya trajo los cafés y le ofreció a Vikingo.

—Gracias. Lo acepto porque no me siento fuerte y el café hará reponerme.
—Le aseguro que estamos poniendo todo de nosotros para averiguar el crimen –dijo mi hermano.
—Pero están aquí, en esta mansión, reunidos. Mientras en las calles suelto está ese monstruo.
—Nos turnamos, no se preocupe. Hay muchos de los nuestros en esta misión. Nosotros también descansamos para reponer energía. Estamos dándole la importancia que se merece, no lo dude.
—¿Hay muchos de ustedes? Digo… Entre nosotros.
—Más de una decena. Y le vuelvo a repetir, confío en cada uno de ellos.
—¿De todos?
—Sí –dudé unos instantes—. De todos.

De pronto Anouk bajó las escaleras preocupada.

—Sebastien, me despertaron unos ruidos.

Me puse de pie.

—¿Ruidos? ¿Qué es lo extraño, Anouk?
—Vienen del altillo. Y en planta alta solo estamos Rose, Liz, y yo.

Lenya subió de dos en dos los escalones y lo seguí. Scarlet no tardó en unírsenos.

—¡Tengan cuidado! –Exclamó Bianca—. Comisario, aguarde aquí.

Cuando llegamos al altillo parecía todo normal, salvo la pequeña ventana abierta.

—Alguien entró –Anouk se acercó a la abertura—. Estaba presente cuando Rose cerró los cristales.

Los ojos de Lenya al igual que los míos recorrieron el lugar, buscando algún detalle, alguna huella de una presencia.

Bianca se asomó a la puerta preocupada.

—Pensé que iba a encontrar a alguien más con ustedes.
—No –murmuré—, el visitante que piso aquí ya no está.
—¿Seguro que entró alguien?
—No hay suficiente viento para abrir la ventana –alegó Lenya.

En ese instante algo llamó la atención. Las puertas del armario estaban mal cerradas. Me acerqué y lo abrí.

—Alguien busco ropa aquí. Está desordenado. Charles suele guardar prendas que ya no usamos.
—¿Pero quién querría llevarse esa ropa pudiendo llevarse objetos de más valor? –preguntó Scarlet.
—Alguien que deseaba deshacerse de la suya.

Busqué con la mirada cada rincón del pequeño altillo. Antes de descubrirlo, Lenya avanzó hacia el ropero y quitó el canasto de mimbre. Lo destapó y metió la mano.

Cuando sus dedos sostuvieron en el aire una tela hecha un bollo, me miró.

Me acerqué mientras estiraba la prenda para ver mejor.

—Es una camisa, ¿la conoces?
—Lamentablemente sí –tragué saliva.

La voz de Liz se escuchó en la planta alta.

—Mi amor, ¿está todo bien?
—Sí, cariño. Regresa a la cama.

Extendí la camisa y comprobé la gran mancha de sangre que la cubría.

Scarlet arrugó la nariz.

—Sangre humana –murmuró.
—Exacto –cogí el móvil de mi bolsillo.
—No puedo creerlo. Me juego que es de Hansen –se apenó mi hermana.
—La llevaré a la morgue. Sabremos con exactitud –dijo Bianca.

Mientras esperaba que atendiera el llamado aconsejé a Lenya volver con Liz y a Anouk a su habitación.

—Dame una bolsa, Scarlet –dijo Bianca—, Vikingo nos llevará al hospital.
—No digan nada por ahora –alerté—. No podemos sembrar el pánico si no estamos seguros.
—No te preocupes.

Mi llamada fue atendida y respiré profundo.

—Hola, disculpa la hora. ¿Estás en el hotel?
“No te preocupes. Aún no dormía. ¿Qué ocurre Sebastien?”
—Escucha… Debemos encontrar a Chelle lo antes posible.
“¿Chelle? ¿No vivía con Charles?”
—Desde hace tres días no lo vemos.
“¿Pudo haber salido a cazar?”
—Eso es lo que me temo. Ivan… Rastrea cada rincón de Kirkenes. Hay que encontrarlo.






































10 comentarios:

  1. Hola, Lou... De acuerdo, voy a ser como un policía... y supongo que te reirás bastante si estoy muy desencaminada ;-)
    Empezaría por decirte que todos son sospechosos hasta que se demuestre lo contrario... pero no, porque descarto a los Craig... los conozco bien, ninguno de ellos asesinaría al comisario Hansen
    Y te aseguro que he sentido su muerte... era un buen hombre, no merecía un final semejante... Tampoco me lo esperaba; después de encontrar al pequeño Nicolay, supongo que esperaba un capítulo feliz
    También descarto a los Sherpa... Miyo es un encanto... Khatry y Thashy, no... Quien lo ha hecho, está claro que quiere que sospechen de los Craig... los cortes en las muñecas lo demuestran
    Vilu, no creo... De Chelle han sospechado demasiado pronto
    Yo, de quien más sospecho, es de Agravar... Ya sé que está muerto, pero de alguna manera ha podido volver
    Y Agravar tiene un motivo, odia a los Craig, pero sobre todo creo que ahora debe odiar a Scarlet... Grigorii y Scarlet han vuelto a enfrentarse por la muerte de Hansen, y esto debe hacer feliz a alguien con tanta maldad como Agravar... Pues ya lo sabes... mi sospechoso principal es Agravar
    Entiendo que Grigorii esté nervioso y no sepa qué pensar... Scarlet no lo entiende y le ha dicho algo terrible, sé que cuando nos enfadamos podemos decir cosas terribles, pero algo tan brutal, yo no podría
    Para Anne es más sencillo confiar en los Craig, ha vivido con ellos, la han ayudado mucho... y Ron está muy cerca para protegerla, también protegerá a Grigorii
    Es que, si el asesino es Agravar, Grigorii y Anne son los que más protección necesitan... Prefiero no imaginar el sufrimiento de Scarlet si la próxima víctima fuera Grigorii después de lo que le ha dicho
    Me encantan Asgard y Bua... y me he reído cuando Bua le ha dicho con exactitud los días que están sin verse... A veces se cometen esos errores, supongo que son inevitables
    Un capítulo genial... Enhorabuena, Lou
    Besos

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  2. ¡Hola Mela! Muchas gracias por tu comentario. Y desde ya que no me dio risa tus conjeturas, me ha dado ilusión. Solo alguien que sigue mi novela con tanto cariño puede desmenuzar un capi como lo haces tú. Gracias.
    Pasamos a tus sospechas. Lo único que puedo decirte es que coincido contigo con respecto a los Craig. No son ellos.
    Si te digo que no tengo idea no me creerás, pues lo bien que haces, porque sé quien es, lástima que ni a los Craig ni a Vikingo puedo decírselos. Seguramente cambiaría el destino y no es la idea.
    Tu razonamiento es muy bueno aunque... habrá que ver cuanto acierto hay con respecto al homicida. Tienes razón sea o no Agravar tendría que volver de la oscuridad. ¿Será posible? Lo vamos a saber, te lo prometo y en dos capis más.
    Descartas a los Sherpas y ahí no puedo negarte la razón, son muy nobles. Ya ves, van quedando menos...
    Creo que para algunos lectores será una gran sorpresa.
    Sé que te ha apenado la muerte de Hansen, buen hombre. Sin embargo todo ocurre por algo, quizás como en la vida real. Imagino a Vikingo un buen comisario y aliado.
    En cuanto a Ron, me ha encantado que guarde las espaldas de los dos hermanos. Está enamorado de Anne y pasarán por su cadáver si se acercan a hacer daño.
    Scarlet tiene esas cosas que luego se arrepiente. Podría salirle mal, pero como la escritora y Ron lo protegen creo que estará a salvo.
    Asgard nos dará una sorpresa y Bua a sus padres ni te cuento, pero será contenido del próximo capítulo.
    No me queda más que darte las gracias eternas por acompañarme en esta loca historia de vampiros. Un beso grande y feliz semana para ti.

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  3. Uy quedo muy interesante . Esperó que Grigori deje la desconfianza ue mepice a creer en la mujer que ama. Te mando un beso

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    1. ¡Hola Citu! Gracias por comentar. Ojala Grigorii deje la desconfianza y que Scarlet lo perdone. Aunque últimamente ella también se las manda guardar.
      Yo también te mando un besazo y feliz semana para ti, amiga.

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  4. Aggggghhhhhh!!!!! Vida cruel!!!! Por quéeeeeeeeee han asesinado al comisario Hansen???? Quiéeennn ha sido???
    Aquí falta la ayuda de Sherlock Holmes o de Hércules Poirot!!!!
    Silencio, silencioso, estoy pensando. Los Craig no han sido, los Sherpas tampoco. Van quedando menos, jejejeje. Lo tengooooo!!!! Ha sido Chelle!!!! Dónde estáaaaa??? Por qué lleva desaparecido tres días??? Chelle es mi sospechoso!!!!
    A Agravar lo descarto porque ha sospechado Mela y mi hermana no acierta nunca:)))))))
    Me encantan Asgard y Bua!!!! Y la inocencia de Miyo!!!!
    Scarlet debe hacer honor a su nombre y decir: A Dios pongo por testigo que te amo con locura, Grigorii:))))
    Capítulazoooooo!!!!! Igual que Mela, te doy la enhorabuena!!!!!

    Besoteeeesssssss!!!!!

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    1. ¡Hola corazón! ¿Qué raro tú haciéndome reír? Jajaja, gracias por tu humor que levanta cualquier ánimo.
      Pues sí, han matado el comisario y sé quien es y no lo puedo decir. ¿Habrás adivinado? Quién sabe... Tendremos que esperar, bueno ustedes tendrán que esperar yo tendré que mantener mi boca callada.
      A mí también me gusta Asgard y Bua. reo que darán sorpresas en el libro.
      Miyo es una dulce pero creo que ha puesto sus ojos nada menos que en el erudito de Ivan Gólubev... uy si yo hablara... En fin los Craig me tienen amordazada. A ver hasta cuando.
      El nombre de Scarlet lo he elegido de Lo que el viento se llevó. ¿Lo sabías? Pues ha resultado bastante tormentosa la niña.
      Espero hayas disfrutado y me alegró mucho tu comentario Gracias cielo feliz semana para ti.

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  5. Puede ser que el asesino sea Chelle,es raro que haya desaparecido.Tambien puede ser Agravar.Creo que ha matado a Hansen por saber el secreto de los Craig,entonces puede ser que quiera matar a Vikingo,a Grigori y a Anne.Todos estos pueden estar en peligro.Con Grigori y Scarlet no pasa nada,los que mas riñen son los que mas se quieren.Me ha gustado mucho,escribes muy bien.Besos.

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    1. ¡Hola Ramón! Muchas gracias por leerme y comentar.
      Es raro que Chelle haya desaparecido sí... Creo que los Craig lo encontrarán y tendrá que dar explicaciones si las tiene.
      Agravar tendría que haber podido salir de la oscuridad, quizás alguien lo ayudó sin querer. Yo en tu lugar podría pensar que cualquiera de los dos ha matado a Hansen. ¿Será así? Veremos pronto que ocurre.
      Es cierto, coincido. Scarlet y Grigorii se quieren y tengo fe que resolverán sus problemas, salvo... que el asesino los sorprenda antes.
      Gracias por tus palabras sobre mi escritura.
      Un gran abrazo y una feliz semana para ti.

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  6. Podría decirte que la asesina es Vilu, pero pienso que ha sido un lobo. El cadáver destrozado. Soy un buen policía? Coincido con Ramón, los que más riñen se adoran. Creo que la que le ha deseado la muerte a Grigorii tendrá que salvarlo.
    Bso

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  7. ¡Hola Ignacio! Muchas gracias por comentar. ¿Piensas qué es Vilu? Quizás sí quizás no... Paciencia que ya sabremos.
    ¿Un lobo? Mmm... Lo que no encajaría es que parece que el asesino busca perjudicar a los Craig, parece que los odiara, ¿no? Veremos..
    Cierto, Scarlet y Grigorii se quieren, aunque en este momento no se adoren y tu conjetura final sobre Scarlet... creo que serías un buen policía.
    ¡Un abrazo grande y feliz semana para ti!

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Gracias por visitarme y comentar.