INTRODUCCIÓN

Introducción:

Dentro de los Sami, una raza milenaria se ha mantenido en secreto. Los lobos basados en la naturaleza y el honor han logrado la supervivencia lejos del ojo humano.

La reserva es su hogar y transitaré en ella para conocer cada secreto. Es un gusto que ustedes me acompañen. Estoy segura que reirán y se emocionarán.

Por mi parte cada línea, cada párrafo sobre ellos, me ha llevado a un mundo de misterio y fascinación.

Lo siento no puedo prescindir de ellos. Ellos… también me han atrapado.

sábado, 19 de enero de 2019


¡Hola chicos! Un capi lleno de novedades. Espero les guste. Un beso grande para todos y muchas gracias por comentar.

Capítulo 8.
Rescate.

Grigorii.

Giré sobre la cama mientras mi mano tanteaba el cuerpo de Scarlet buscando su contacto. Me incorporé lentamente entre dormido para asegurarme de su presencia junto a mí pero ella no estaba. Había abandonado el lecho quién sabe cuándo. ¿Fue un sueño? ¿No habíamos dormido juntos? No… No había sido un sueño. Poco a poco fui recordando las horas de amor compartidas. Mis manos en su cintura estrecha, en su vientre, en sus pechos turgentes y llenos. Ese perfume embriagador que me adormecía y me excitaba.

Me hundí en ella, lo recuerdo. Con el afán de lograr lo que tanto había ansiado. El orgasmo maravilloso pero a la vez, extraño. Imágenes en la penumbra… Gestos de placer tratando de que los gemidos no despertaran a Anne. Esos labios, esa boca peligrosa capaz de hacerme perder la cabeza. Si es que no la había perdido.

Lo admito, bebí en la fiesta. Después aquí con ella, en el sofá. Mientras esperábamos que mi hermana se durmiera. ¿Podría haber estado tan borracho que imaginé cosas que no ocurrieron? ¿Su iris violeta en el clímax, lucía un brillo aterrador?

Me senté en la cama. Observé mi habitación… Estaba mi ropa esparcida por los rincones. ¿Qué hora era? ¿Mediodía? ¿Medianoche? El sol se escondía otra vez. Por las persianas cerradas débiles hilos dorados de sol jugaban sobre las sábanas.

Presté atención… No se escuchaba la tv en la sala, ni tampoco ruido en la cocina. ¿Anne estaría en su alcoba? ¿Y Scarlet? ¿Dónde estaba Scarlet?

Salté de la cama buscando algo decente para vestirme. Sin embargo apenas quise ponerme de pie la habitación giró sobre sí misma y debí buscar apoyo para no caerme.

—Diablos… ¡Cuánto bebí! No, debí mezclar y eso fue lo que me afectó tanto.

Miré hacia la puerta… Poco a poco las líneas del marco se marcaron más definidas y no tan borrosas. Volví a sentarme en la cama. ¿Scarlet se habría ido ofendida? ¿Cómo pude beber así? Respiré profundo. Una vez, dos, tres. La boca del estómago se hizo un nudo. Por Dios, que no vomitara. Estaba lejos del baño y para ello debía atravesar la pequeña sala.

Aspiré, expiré… Cerré los ojos.

Otra vez esas imágenes distorsionadas. Otra vez sus ojos en la penumbra… Y ese cuerpo celestial, perfecto…

No me sentía en perfectas condiciones, sí lo suficiente para ponerme de pie y vestirme con los jeans. Así lo hice y caminé despacio hasta el ropero. Abrí la puerta y observé los estantes. Camisetas, cazadoras de algodón, jeans… Okay.

Antes de cerrar la puerta mi rostro se reflejó en el espejo rectangular. Ojeras… Era de adivinar que no estaba para la pasarela de modas de París. Demacrado como si hubiera pasado la noche en vela. Bueno, casi… Lo que apenas recordaba no era precisamente haber dormido como un ángel sino haber cabalgado sobre una diosa del Olimpo.

Sonreí a pesar de mi malestar. Procuraría no beber ni una gota la próxima vez que haríamos el amor.
De pronto, en uno de mis hombros, unas marcas rojizas y profundas, sobresalían en mi piel blanca salpicada de lunares.

Las yemas de los dedos acariciaron la superficie lastimada. Abrí los ojos y arquee una ceja.

—Vaya…—murmuré—. Una mordida de la princesa de los Craig.

Al presionar la punzada me hizo ver las estrellas. ¿Qué tan profundo me habría mordido? Al parecer los dos habíamos enloquecido de pasión. Lástima que yo no recordara demasiado.

Tragué saliva… Cielo… ¡Qué vergüenza! Si estaba enojada tendría toda la razón. Pensar que había imaginado otro tipo de primera vez. Quizás la segunda sería mejor.

Después de vestirme a duras penas, abrí la puerta lentamente. Ignoraba si Anne estaría sentada en el sofá, aunque la tv parecía apagada. ¿Si Scarlet estaba en la cocina? Cielos… ¿Qué le diría? “Mira muñeca, nunca bebo de esta forma. No estoy acostumbrado, por favor disculpa.” O quizás ella me vería y me encerraría otra vez en la habitación para desatar la lujuria. No, pero ya no eran horas de llamar la atención si es que Anne podría estar despierta. Nunca había traído mujeres a mi casa en presencia de ella. Aunque Scarlet no era cualquier mujer, era el amor de mi vida. Al pasar los años, sé que estaríamos juntos, amándonos y enamorados como dos adolescentes. No se trataba de meter chicas de esas que no recuerdas el nombre ni ellas el tuyo. La bella Craig tenía su nombre grabado en mi corazón. Como aquella vez que lo dibujó en el espejo del bar.

Scarlet, leí en el cristal empañado. Scarlet…

—Scarlet –me animé a llamarla.

No respondió.

—Scarlet, ¿estás en casa?

Anne salió de su cuarto vestida con el pijama de ositos.

—Creí que ya no lo usabas –sonreí—. Pensé que te había gustado el celeste de algodón que te regalé.
—Uso ambos, Grigorii. Buenos días, o buenas tardes –hizo una mueca de tristeza.
—Buenas tardes, creo. Yo… lo siento… dormí mucho.
—Lo sé.
—Ehm… ¿Scarlet? ¿Te dijo algo antes de irse?
—Dejó una nota para ti.

Dicho esto se escabulló por la puerta del baño.

—No demores, por favor. Quisiera darme un baño y… —eché un vistazo a la mesa de living y vi un papel sobre ella.

La nota de Scarlet…

Alisé mi cabello despeinado con ambas manos y me acerqué para coger el papel. Y leí…

Sebastien.

Con Charles. Nos materializamos en las puertas del hogar Huilliche, aprovechando la noche en Chile. Tras las matas del hermoso jardín, el silencio reinaba en los alrededores. No había luces en las ventanas. ¿Se encontraría Vilu en el interior? Por los dichos de su hermano, no. Pero debíamos apresurarnos. Éramos dos machos fuertes contra ella, sin embargo la malnacida hija de ese aquelarre tan querido tenía un don aterrador. Hipnotizaba. Era esencial que si nos enfrentábamos no debíamos mirarla a los ojos por varios segundos.

Charles gozaba de ese don, aunque jamás lo había practicado para un fin malvado.

—Chelle dijo que por las noches sale a cazar –murmuré—. Debemos entrar ahora o nunca.
—Toma en cuenta que puede haber sospechado de la huida de su hermano.
—Él aseguró que no. No nos queda otra que confiar.
—Tiene que estar ese tal Huan Yen.
—Es anciano. Podremos con él.
—¿Los vampiros envejecen?
—Lo convirtieron a esa edad para salvarlo de la esclavitud que sufría –lo miré arqueando la ceja—. No digas que en estos momentos te preocupa envejecer.
—Es una broma para distender. Nos queda una dura tarea y aún no sabemos si lo lograremos.
—Rodeemos la mansión. Tiene que haber alguna ventana abierta.

Pero no la había…

Por los fondos de la construcción estudiamos cada rincón, cada pared, cada ventana…

—Era evidente que no dejaría nada al azar –protestó Charles—. No recuerdo partes de la casa para materializarme dentro.
—Pero yo sí. Quédate aquí. Volveré por ti si necesito ayuda.
—¡Tú estás loco! Prometí a mi amigo cuidarte, no te dejaré solo.
—Charles, debemos entrar para saber la situación. Llegamos hasta aquí con esa intención. Pase lo que pase no me iré sin los Sherpa.
—¡Mira! –Señaló una pequeña abertura que daría a los sótanos—. Intentemos por allí.

Con mucho esfuerzo entramos sigilosos por la abertura que daba a los sócalos. El ambiente despedía un olor nauseabundo que no pude identificar. En su interior estaba oscuro y corríamos el riesgo de que Vilu esperara nuestra llegada. No había alternativa, debíamos tratar de recorrer la gran casona a como diera lugar.

Mis ojos se acostumbraron a la oscuridad, en menos de un minuto Charles y yo pudimos registrar el sótano hasta encontrar una pequeña lámpara que pendía del techo. Tiré del pequeño cable que sobresalía y el sótano se iluminó con una luz pálida y amarillenta.

En silencio, sin movernos, el iris de vampiro recorrió el lugar. Era un espacio grande, quizás de la dimensiones de la sala que daría en planta principal. Había muebles viejos, reliquias de los Huilliches, espejos, y un gran baúl de tiempos inmemoriales.

Charles se acercó a una pared donde colgaban por un pequeño clavo, dos collares con sus respectivas serpientes. Acarició el dije con los dedos y leyó una inscripción…”Al amor de mi vida”.

Me acerqué sin hacer ruido para ver mejor.

—Es de Licarayen. Supongo que el otro pertenece a Huincha. ¡Maldita rata! Los asesinó y conservó los dijes como trofeo.

Casi al mismo instante ambos descubrimos un hule gigantesco que cubría un mueble. Los dos pensamos lo mismo, estoy seguro. No sabíamos que iríamos a encontrar allí. Parecía la escena de un film de terror.

Lo destapé sin pensarlo dos veces y el olor penetrante a leña quemada y a algo más nos invadió el olfato.

—Un horno de barro. ¿Qué diablos hace aquí?

No contesté. Creo que Charles tuvo una posible respuesta aterradora como yo.

Lentamente me acerqué a la boca del horno y espié.

—No puede verse demasiado con esta luz mortecina.

Quité el móvil y busqué la opción de linterna. Iluminé el interior y lo que vi me dejó atónito y angustiado.

—¿Qué hay?
—Leña, cenizas, y trozos de huesos. Diablos…
—Quemó la evidencia aquí.
—Está loca de remate.
—Debemos subir, Sebastien.
—Lo sé. Es la única forma de saber si los Sherpa aún están vivos o esos huesos…

No pude terminar la frase. Era espeluznante, desgarrador. Y aún había más… En una esquina cerca de la escalera angosta que daría a la planta baja, una jaula de dos metros de alto. En su interior, ropa hecha jirones, y gruesos grilletes.

—Quien quiera que cayó en sus manos estuvo prisionero.
—Prisionera –agregó Charles acercando su mano para coger una prenda—. Esto pertenece a una hembra.
—Vamos, no tenemos nada que hacer aquí.

Subimos la escalera de madera tratando de no hacer ruido. La puerta estaba entreabierta y en la sala no había luz. Pero ella podía estar escondida esperando que cayéramos en una trampa.

Por suerte no fue así. Recorrimos en penumbras la gran sala donde decenas de años atrás los Huilliches llevaban una vida de riqueza y armonía. Eran otros tiempos. La mala hierba había crecido y se había hecho poderosa y sin corazón.

Charles encendió una lámpara… Observamos alrededor. Todo parecía estar intacto. Sin embargo no había señales de vida. Así avanzamos por pasillos, por la cocina, por la habitación de servicio, y abrimos cada puerta que se nos presentaba. Nada… Absolutamente nada…

—Busquemos en la planta alta. Allí están las habitaciones.

Charles se dejó caer en el sofá, descorazonado, respiraba con dificultad.

—¿Te sientes mal?
—Tranquilo, ya me pasará. No puedo creer que… ¡Pobre Agni! Tras una vida difícil y de tantas carencias su preciadas hijas, su querido guerrero… ¡Terminar así!
—Charles, si no los hallo, no me quitaré la culpa. Debí hacer algo por ellos antes.
—¿Qué podías hacer? Los Sherpa no deseaban abandonar sus dominios.
—Hubiera hecho lo mismo que Vilu. ¿O no los convenció de salir de su refugio?
—Ignoramos si los convenció o los obligó.
—Khatry es un guerrero poderoso. ¿Cómo crees que los obligó?
—Hipnotiza, no lo olvides.

De pronto un ruido apenas perceptible se escuchó desde planta alta. Después, gemidos.

—¿Escuchaste eso?
—Sí, subamos.

Grigorii.

De pie, con la vista nublada por la emoción, un nudo en la garganta, y las manos temblando, leí por segunda vez la nota de Scarlet.

Grigorii, te agradezco la noche de amor que me regalaste. Quiero que sepas que me has hecho sentir realmente amada y eso es algo que guardaré por siempre en mi corazón. Sin embargo, no volverá a repetirse, ni mañana, ni nunca. No eres el indicado para mí, lo siento. Pertenecemos a mundos diferentes y para mí es una barrera insalvable.
Sé que me odiarás por mi decisión, y por no poder decírtelo en la cara. Créeme que me es imposible mirarte a los ojos y decirte “adiós”.
Debes saber que Anne no tiene nada que ver en esto. Ella tendrá las puertas de la casa abiertas cuando lo desee.
Ojalá con el tiempo no me guardes rencor, no jugué contigo. Solo soy realista, por el bien de los dos.
Voy a amarte hasta el día que deje de existir, aunque parta de tu vida para siempre.
Scarlet.

Me senté en el sofá… No podía ser cierto… Scarlet me dejaba como un trasto viejo e inútil después de haber tenido sexo por primera vez…

No sé cuánto tiempo permanecí inmóvil con la nota en mis manos. Repasando algunas líneas que me dieran alguna explicación. A pesar de que todo indicaba que estaba claro y fácil de entender.

“No eres el indicado para mí”. “Somos de dos mundos diferentes.”

¡Cuánto dolor provocaban esas palabras! Ella rica, yo pobre… ¿Cómo iba a pensar que le importaría su estatus después de acercarse con tanto entusiasmo a mí? Pero todo había sido un engaño.

“Debes saber que Anne no tiene nada que ver en esto. Ella tendrá las puertas de la casa abiertas cuando lo desee”. Entonces… ¿Yo no? Ni siquiera quería que pisara su lujosa mansión.

Eso fue lo que repetí frente a Vikingo sentados frente a frente en aquel bar. Huí de mi apartamento antes que Anne saliera del baño. No quería que me viera llorar.

—Lamento haberte sacado de la cama un domingo tan temprano.
—Olvídate, para eso están los amigos. En cuanto llamaste, me preocupé.

Observó la nota que le había compartido…

—Jugó conmigo –murmuré.

Hizo un ademán con la mano para que me detuviera.

—Déjame leer otra vez. Tiene que haber explicación para algo así de parte de Scarlet.
—Sí la hay. Ella es rica y yo soy un pobre diablo.
—Aguarda, Grigorii. No te cierres ante la primera idea que se te cruce. También conozco a Scarlet y no tiene el perfil de una chica superficial.
—Ama los centros comerciales y no come por mantener su dieta.
—Lo sé, pero también en muchas oportunidades ha tratado a la gente humilde con respeto y cariño. Tú sabes que hemos estado en hogares realmente precarios. Mismo los Craig no son una familia de discriminadores.
—Es diferente si esa persona intenta pertenecer a su clan de millonarios. Está claro.

Levantó la vista y me miró.

—¿Me has citado aquí solo para que te escuche o quieres una opinión sincera de mí?
—Quiero tu opinión –mis ojos se humedecieron—. Deseo con el corazón que me digas que estoy equivocado.
—Y en ese caso, ¿qué harías?
—Pues… No lo sé… Quizás vaya a la maldita mansión a pedir una explicación.
—Creo que eso tendrías que hacer pienses lo que pienses. Porque mirándola a los ojos solo sabrás la verdad.
—Es que… Si me humillan yo… No podré soportarlo. No pienses que es la primera vez. Desde mi infancia en el colegio me han hecho sentir poca cosa. Mi padre era famoso por las borracheras y hasta los profesores me evitaban. En los recreos, en las salidas, mis compañeros no querían saber demasiado de mí.

Suspiró.

—Hay algo que no me cierra si es que Scarlet se apartó por su linaje. Si… Es esa la razón… ¿Por qué no se despidió de Anne?
—Porque Anne puede seguir siendo su amiga, lo dice en la nota. Ella puede entrar a su casa cuando lo desee.
—¿Una chica pobre y con problemas? ¿No crees que hubiera sido más fácil deshacerse de los dos?

Bajé la vista. Él continuó…

“Voy a amarte hasta el día que deje de existir”. Dice que te ama.
—Puede decir lo que quiera para no quedar como una insensible. Pero los hechos demuestran otra cosa. Ni siquiera esperó a que despertara.
—Durante el sexo, ¿cuál fue tu sensación? Uno puede darse cuenta si una mujer lo está haciendo por lujuria y deseo o siente amor.

Lo miré fijo avergonzado.

—No recuerdo mucho, bebí en la fiesta. Aún no me siento en perfectas condiciones. Como si un camión me hubiera pasado por encima.
—Quizás se atemorizó por la historia que arrastras de tu padre.
—Sí, sí… Lo pensé.
—Ve a la mansión y pide explicaciones. A pesar de correr el riesgo de que te echen. Debes intentarlo. Cuando estés frente a ella y… —de pronto me miró detenidamente.
—¿Qué ocurre? Sé que tengo ojeras, luzco horrible, demacrado, no tuve tiempo de darme una ducha, Anne…
—¿Qué tienes ahí?
—¿Dónde?
—Entre el hombro y el cuello. Esa marca, ¿te mordió?

Acomodé rápidamente el cuello de la camisa.

—Lo siento, pensé que no se veía. Cogí la camisa leñadora y salí.
—¿Ella te hizo eso?
—Creo que sí. Bueno… Sí. Al parecer fue un encuentro tempestuoso.
—Ya veo. ¿Te has mirado en el espejo?
—Algo… Yo… No me encontraba bien. Me maree apenas salí de la cama. Bebí como un condenado.

Echó un vistazo al letrero de “SECTOR FUMADORES”, y encendió un cigarrillo.

—¿Quieres uno?
—No gracias, mi estomago aún está revuelto y el café no ha ayudado mucho. Entonces, ¿qué piensas? ¿Debo ir a la mansión? ¿O esperar verla en la oficina?
—Pienso que debes hablar con ella. Sin embargo retiro lo dicho, no vayas a la mansión. Es mejor que ese encuentro no sea allí.
—Eso haré. Si voy a su casa, su familia podría echarme.
—O no… Pero tengo un pálpito que será mejor en la oficina.

Bianca.

Margaret me sirvió un vaso con agua mineral. Ambas sentadas en los taburetes junto a la encimera, no podíamos disimular el nerviosismo.

—¿Qué habrá pasado en Chile?
—No lo sé Bianca. Ojalá los Sherpa estén bien.
—Ni Sebastien ni Charles han llamado.
—Tranquila.
—Maldita bruja. Vivirá para hacernos la vida imposible. Está dispuesta a todo. ¿Sabes? Lo pensé desde que Agravar la abandonó. No iba a quedarse de brazos cruzados.
—Cierto. Creo que Anthony y Svetlana deberían cuidarse, incluso a la bebé.
—Hablando de ello… ¿Has notado que la pareja ha estado un poco distante?
—No. Pero quizás hayan discutido. A ti te ha pasado con Sebastien.
—Sí. Y vaya si hemos discutido y reconciliado.
—Así funciona en las parejas.

Ekaterina entró a la cocina.

—Permiso, solo vine por un vaso de leche tibia. Nicolay no se ha dormido.
—¿Todavía? ¡Qué resistencia tiene el niño! –sonreí.
—Es que dice que quiere que le cante la canción de cuna vikinga y yo no la sé por completo.

Me puse de pie.

—Voy con él. No te preocupes.
—Lamento no conocer la letra hasta el final –sonrió con tristeza.
—Recuérdame que te la enseñe.
—Gracias.

Atravesé la sala y subí la escalera. Al coger el pasillo hacia la habitación vi a Numa recostado a la pared, pensativo y apenado.

—Hola, ¿no tienes sueño?
—Hola –se irguió de inmediato—. Debo ir a cazar y estaba juntando fuerzas.
—Oh… —me acerqué—. ¿Estás triste porque tu amigo abandonó la soltería? Ya te tocará.
—No. Solo que… a veces los fantasmas te persiguen.

Bajé la vista conmovida. Después lo miré a la cara.

—Debes luchar contra ellos. Si yo pude hacerlo tú también.
—Los míos no quieren llevarme a ningún sitio. Quieren destruirme a donde vaya.
—Lucha contra ellos.

Sonrió de lado.

—Suena demasiado fácil, y no lo es.
—Sé que no debe ser fácil. Pero vale la pena que lo intentes. Por tu futuro.
—Iré a cazar. Gracias por preocuparte.
—Si necesitas hablar, cuenta conmigo. Cuídate.
—Lo tendré en cuenta, gracias.

Entré a la habitación de Nicolay justo cuando el niño trataba de enchufar la consola de juegos.

—Hola Nicolay.
—Hola Bianca.
—¿Ibas a jugar videos juegos a estas horas?
—Es que me dije, tía Ekaterina irá por un vaso de leche para que duerma y mientras lo bebo puedo jugar y así me vendrá el sueño más rápido.
—¿En serio? –sonreí y me senté en la cama.
—Sí.
—Yo tengo un remedio mejor. La canción vikinga que te canto todas las noches que te quedas con nosotros.
—Ah sí, es buena idea.
—Yo creo que es excelente.
—¿Eso significa que no podré jugar?
—Exacto. Es importante que duermas. ¿Sabes por qué?
—¿Porque los adultos lo dicen?
—En parte. Pero además… Ven, te contaré algo que solo los médicos sabemos. Será un secreto entre tú y yo.
—¡Me encantan los secretos!

Nicolay se acostó con su bello pijama y lo arropé. Me miró expectante y el brillo de sus ojos grises demostró la curiosidad.

—Escucha atentamente. Cuando no duermes por muchas horas algunas células llamadas neuronas que son como pequeñas personitas en tu cabeza que piensan y nos hacen reír, llorar, saltar, correr, hablar, y muchas cosas más cuando necesitamos hacerlo, se enfadan. ¡Mucho! Cuando se enojan no quieren hacer nada. Entonces –detallé meticulosamente poniendo énfasis de peligro—, ya no puedes caminar, hablar, reír, nada.
—¿Nada?
—Ni tampoco jugar a los videos juegos.
—¿Nunca más?
—Bueno, depende de cómo se enfaden.
—¿Por qué hacen eso?
—Es su forma de protestar y decirte que debían haber descansado. Pues, las tienes trabajando desde… ¿Qué hora?

Pensativo contestó.

—Creo que desde ayer casi las diez.
—¡Cielos! Hay que dormir para que descansen.

Abrió la boca asombrado.

—¡Sí! Hay que dormir, Bianca.
—Te cantaré la canción y dormirás para que las neuronas también lo hagan.
—Sí, cántame la canción.

Se acomodó de perfil hacia mí pero no cerró los ojos. Antes de comenzar a cantarle, insistió.

—¿Cuando tienes fiebre y estás enfermo las neuronas duermen?
—No, piden ayuda a otras células llamadas leucocitos.
—¿Qué son los leuco…?
—Leucocitos. Son diminutos soldaditos que van a vencer a la enfermedad. Como el Hombre Araña lucha contra los malos.
—¿Y cómo se llaman los malos? –dijo bostezando.
—Tienen varios nombres, virus, bacterias…

Cerró los ojos y murmuró.

—¿Me cuentas como luchan los soldaditos para vencer los malos?
—Te contaré, pero tú cierra los ojos para que las neuronas comiencen a descansar.

Y allí me metí en esa odisea de explicar en tono bajo y melodioso el milagro de nuestro cuerpo hasta que Nicolay vencido por el cansancio cayó en un sueño profundo. Menos mal, porque el rugido del motor del coche de Scarlet de lo contrario lo hubiera despertado.

Después de darle un beso en su mejilla salí de la habitación apresurada. Bajé a la sala justo cuando mi cuñada hacía su entrada triunfal por la puerta.

—¡Scarlet! Estábamos preocupados por ti. ¿Todo bien?
—No, todo mal.

Quedé estática junto al sofá.

—Siéntate. Sebastien no está. Partió con Charles a Chile.
—¿A Chile?
—Vilu tiene a los Sherpa.
—¿Qué?
—Pero es otro tema. Por favor, dime qué ocurrió con Petrov.

Se dejó caer en el sofá junto a mí.

—Le dejé una nota de despedida después de hacer el amor.
—¿Cortaste con él?
—Sí.
—Y esa nota, ¿le dijiste la verdad?
—No pude. Prefiero que me odie por otra razón y no involucrar a los Craig.
—Mi sol, por eso estás tan triste… Quizás haya una solución para que estén juntos, más adelante.
—Lo mordí.

Mi boca se abrió y mi corazón saltó por el impacto de la frase.

—¿Qué hiciste qué?
—Lo mordí, Bianca. Pero no te preocupes, no lo maté. Bebí algo de su sangre.
—¿Cuánto es algo?
—No lo sé. Lo importante es que pude detenerme. Casi no lo logro –sus ojos se llenaron de lágrimas, estalló en llanto, y la abracé—. ¡Pude matarlo!
—Tranquila, tranquila, no lo hiciste.
—Sebastien se enfadará. No entenderá que fue difícil. Nunca lo había hecho con humanos. Y además él, con lo que lo amo.
—De Sebastien me encargaré yo. Respira profundo, cálmate. Piensa que tu hermano ha tenido mucha experiencia y… mejor no lo pienso.
—Bianca, debe estar destrozado. Con la nota que dejé pensará que me burlé de él. Que lo rechazo por pobre.
—Scarlet… No sé qué decirte. Has tenido mucho valor y coraje para detenerte en la mordida. Cuando me alimento de un humano no pasa por mi cabeza el hecho que deba vivir. No sé si lo lograría.
—El aroma de su piel… Sus labios besándome… Ese cuerpo tan bien moldeado para mí…
—Al menos dime que lo has disfrutado.
—Al principio tuve temor cuando Grigorii y yo caímos desnudos en la cama. Después me dejé llevar por ese placer indescriptible… Fue diferente –me miró con pena—. Muy diferente a otros casos.
—Es porque lo amas.
—No quería hacerle daño. Necesitaba unirme a él y que llegáramos juntos al orgasmo. Pero después… Él pareció apoderarse de mi ser, de mi conciencia… Y lo hizo. Porque no pensé absolutamente nada más. Su vena palpitaba por la excitación y yo… mis colmillos se abrieron paso… ¡Diablos! Su sangre llenó mi boca y tragué y tragué –rompió a llorar nuevamente.
—Calma, no lo asesinaste. Ahora, ¿Petrov fue consciente que lo mordiste?
—Habíamos bebido vodka mientras Anne lograba dormirse. En realidad cayó rendida. La pobre no está acostumbrada a trasnochar en fiestas. Aprovechamos y creo que Grigorii no está acostumbrado a beber tanto. Quizás en la boda más lo que bebió en su casa. No estaba totalmente consciente y alerta como suele estar él.
—Mejor. ¿Y las marcas? ¿Quedaron marcas?
—No lo sé. La alcoba estaba en penumbras. La mordida de un vampiro cicatriza a los segundos. Siempre fue así.
—Tranquila. Esperaremos a Sebastien. Verás que todo no es tan malo como lo ves ahora.
—¿Y si no? ¿Si nos descubre por la mordida?

Suspiré.

—Esperemos a Sebastien.

Sebastien.

Ambos subimos a la planta alta. Sin pérdida de tiempo nuestros finos oídos descubrieron la cuarta puerta. Tras de ella los gemidos se hacían más perceptibles.

No lo dudamos. Los minutos corrían y Vilu podía aparecer en cualquier momento. Sea lo que fuera detrás de esa puerta, no era ella. Claramente era una víctima.

Cuando Charles y yo entramos a la alcoba, nos rodeaba la oscuridad. No solo porque era de noche sino porque la persiana estaba cerrada por completo. Charles encontró el interruptor de la luz gracias a un pequeño aplique como teníamos en casa. Cuando la luz se encendió, lo que vimos nos dejó sin aliento.

Khatry, el querido y gran guerrero de Agni estaba sobre una cama, esposado y desnudo. Las sábanas revueltas apenas cubrían su cuerpo huesudo, poco consciente.

—Cielos… Charles…
—Tranquilo, lo sacaremos de aquí.
—Hay que buscar a Thashy y Miyo –lo miré y bajé la voz—. Si es que aún están con vida.

Traté de hacer reaccionar al guerrero. Necesitaba que colaborara aunque fuera su último esfuerzo. Pero era imposible. Cuando liberé las esposas y lo incorporé para sentarlo, parecía un saco de patatas. Sus ojos púrpura habían perdido brillo y cuando repetí su nombre varias veces, su iris bailaba si hallar un punto fijo alrededor.

—Khatry, demonios… ¿Qué te ha hecho?

Un quejido de dolor salió de su garganta. Sin embargo no tardé en darme cuenta que no era causa del maltrato de su físico, sino mental. Sus manos me tantearon sin precisión y como pudo intentó hacerme saber que me apartara.

—Khatry, vinimos a ayudarlos. Nos enteramos por Chelle. Debemos buscar a tus hermanas e irnos de aquí.
—No me toques, hijo de Adrien –su voz se escuchó ronca—. Estoy sucio.

Me compadecí.

—No es así. Debemos encontrar a las chicas y partir a Kirkenes. Allí estarán a salvo.
—Quiero morir.
—No, no te dejaré aquí.

Charles insistió.

—Khatry, ¿dónde están ellas?

Por fin los ojos buscaron el rostro de Charles hasta enfocarlo.

—El macho pequeñito las llevó. Prometió salvarlas.
—¿Huan Yen? –pregunté.
—El macho pequeñito –repitió. Y estalló en llanto.
—Tranquilo… Todo saldrá bien –lo abracé fuerte—. ¿Él escapó con ellas?
—No me toques, no me toques, quiero morir.
—Khatry, no nos iremos sin ti.
—No pude defenderlas, no pude hacer nada por ellas –balbuceó—. Se lo prometí a Agni. No cumplí, ¡no cumplí!
—Escucha, no te has enfrentado a cualquier enemigo. Ella es el mal personificado.
—¿Cómo pude ser derrotado? –lloró.
—Debemos irnos de aquí –dijo Charles.
—Khatry, ella te hipnotizó. Por eso no pudiste hacer nada. Yo en tu lugar tampoco hubiera podido.
—¡Déjame aquí, morir!

Charles me miró muy serio.

—No podremos materializarnos con él en esas condiciones, salvo…
—Si no nos queda otra. Sé cuidadoso, está débil.
—Que Agni me perdone, entonces.

Acto seguido el puño de Charles se cerró sobre la mandíbula del guerrero. Este cayó desmayado sobre la cama.

—¿No buscaremos a las hijas de Agni?
—No, Charles. Tú te irás con Khatry. Me quedaré a revisar la casa. Huan yen puede estar escondido.
—¡Estás loco! No te dejaré con esa víbora rondando.
—No nos queda opción.
—Yo sí tengo otra opción volveremos con refuerzos. Si te quedas solo correrás peligro.

De pronto, se escucharon ruidos en la sala.

—Carga a Khatry ya mismo y vete.

Charles observó la puerta entreabierta.

—Son pasos en la escalera, ¿escuchas?
—Puede ser ella, vete de aquí.
—No me iré.
—Es una orden de tu líder.
—¿Con esas me vienes?
—Con las que sean, obedece. ¡Vete ya!
—¡Sebastien!
—Mijaíl, ¿qué haces aquí?
—Anouk me puso al tanto de todo —se detuvo de forma abrupta al ver al guerrero—. ¿Qué diablos le hizo?
—Por lo que parece abusó y bebió de su sangre hasta consumirlo. Charles regresará a la mansión con él. Me quedaré a buscar a Thashy y Miyo.
—Yo también. Nuestras hembras estarán más tranquilas si estamos juntos.
—Entonces, yo partiré con Khatry.
—Okay, no perdamos tiempo.

Huan yen.

Escondidos en un sucio vagón de tren de carga, logramos alejarnos de la región del volcán Osorno. El viaje fue largo y penoso atravesando campiña y cielo. Por suerte las hijas de Agni se habían alimentado gracias a mi sangre. Por poca que fuera, día a día, a escondidas de mi ama, logré que no perdieran la totalidad de las fuerzas. Aun así lucían escuálidas y demacradas. Sus pómulos salientes y ojos hundidos como calaveras, y las clavículas parecían perchas deformadas de alambre. Todo lo planee con paciencia rogando que sus vidas resistieran hasta el instante de huir. ¿Si tenía el itinerario de cómo seguir camino hasta que los Craig pudieran ayudarme? No, la verdad que no. Lo importante era escapar de esas garras del demonio.

A esta altura mi ama ya se habría enterado que escapamos. ¡Ay de nosotros si nos atrapaba! De pronto pensé en ese guerrero tan poderoso y bello que pisó la casa maldita. En qué lo había convertido… Pobre de él y su alma… Ya era tarde para él. En sus condiciones no hubiéramos ido lejos. Al menos prometí que cuidaría de ellas y las pondría a salvo. Ojalá ya descanse en paz.

Sentado en un rincón del vagón, eché un vistazo a las princesas Sherpa. Ambas estaban agazapadas, muy juntas, con ojos temerosos. La angustia bañaba ese iris que en el pasado habría sido maravilloso. Largos cabellos renegridos rozaban sus rodillas flexionadas. Los ojos rasgados, marca distintiva de nuestra raza oriental.

Una de ellas me miraba fijo, como si quisiera confiar en mí o no debía hacerlo. Pero que otra opción les quedaba sino volver al infierno. La otra joven miraba embelesada el exterior por la compuerta abierta. El invierno estaba próximo en llegar, y a medida que nos alejábamos la nieve cubría con su manto helado las laderas y bosques de alerces. Un mundo nuevo para ella, sin embargo estaba seguro que daría todo por regresar a su cueva en Siberia. Donde todo dejó allí. Su vida, su hogar, sus sueños, porque todo joven sueña aunque sea salvaje.

Yo también tenía mis sueños sin ser joven, hace ya tanto tiempo… Era un esclavo del poder tirano, sin embargo soñaba con liberarme y librar a mi familia del horror. Pero una noche vinieron a asesinarnos. La hambruna recorría las calles de esa región de China y tenía la muerte segura. Fue cuando conocí a Huicha y su pareja. Era tan dulce… ¿Cómo podía haber salido de ella tan mala entraña?

Huicha me convirtió y viví con ellos mucho tiempo. Tanto… que ya no recordaba.

El tren fue bajando velocidad hasta detenerse. Me puse alerta. ¿Nos habrían descubierto de polizontes?

Gatee hasta la compuerta e intenté cerrarla pero fue imposible. Tendría alguna traba que no podía identificar. Yo también estaba débil. Me asomé con cautela y espié. La noche seguía su curso y poco podía divisar. Al menos ningún humano se acercaba por las vías. El silencio de la máquina a gasoil, fue quebrado por voces lejanas. Apenas unas luces a kilómetros me indicaban que estábamos distantes de lo urbano.

Una bocina estridente se escuchó y poco a poco el ruido de otro tren aumentaba más y más.

“¿Qué ocurre anciano?”

Giré hacia la voz de una de ellas. Parecía ser la mayor.

—Tranquila, el tren se detuvo por el paso de otro. Volverá a andar.

La máquina en sentido contrario por la vía paralela pasó provocando un ruido ensordecedor. La otra joven tapó sus oídos.

—Pronto reanudaremos la marcha.

Me miró sin comprender.

—Quiero decir que no tardaremos en seguir viaje.
“¿Y hacia dónde nos llevas?”

Las luces potentes de los postes de luz a la vera de las vías iluminaban tenue nuestros rostros. Comprobé asombrado que no abría la boca para hablar. En realidad debía estar transmitiendo con la mente lo que deseaba decir.

—Iremos con los Craig. Como te lo he dicho. Ellos nos ayudarán.
“Ella también dijo que nos ayudaría.”

Titubee.

—Lo sé. Pero no soy igual que ella.

Bajó la vista y acurrucó a su hermana. Los tres esperamos en silencio

Pasaron largos minutos, quizás media hora. El tren no siguió la marcha como esperaba. Ese detalle me ponía nervioso. ¿Qué ocurría? ¿Y si mi ama nos había encontrado? ¿Y si había asesinado al motorman? ¿Vendría por nosotros?

Escuché golpes de hierro y cadenas arrastrarse. No quise rezar. Ya no rezaba hace mucho tiempo. Había olvidado a mis dioses, como ellos se habían olvidado de mí.

Los ruidos se repitieron constantes. La voz de un humano gritó “¡Luis, es el cuarto riel!

—El tren se ha averiado. Lo están arreglando –tranquilicé.
“Pronto será de día, anciano. Fuera de aquí estaremos perdidos.”
—Ten confianza. La suerte pronto estará de nuestro lado –aseguré sin estar convencido.

Ella sonrió apenas. Si leía pensamientos ya sabría de mi temor.

—Puedes llamarme Huan Yen.

No contestó, trató de cobijar a su hermana haciendo una cuna con los brazos y se mantuvo pensativa. Permanecí sentado cerca de la puerta. Alerta por si alguien se acercaba. En ese caso… No me quedaba otra que asesinarlo. Por ellas lo haría. Eran las princesas Sherpa. Hijas del gran Agni.

“No lo haces solo por nosotras”

La miré a través de la penumbra.

“Lo haces por ti y no está mal. Necesitabas una excusa para ser valiente. Lo fuiste, es lo que importa.”

Sí, quizás tendría razón. Faltaba en mi vida un estímulo que valiera la pena. Mi vida había dejado de ser importante desde la desaparición de Licarayen y Huicha.

Ahora, había logrado sentirme capaz otra vez, sin contar que mi ama había logrado quitarme las ganas de existir. Solo había planeado la huida, solo había medido el momento preciso, buscado ropa entre las prendas lujosas de esos gigantescos roperos, darles esperanza, esa que había perdido yo.

Fue duro que dejaran al guerrero. Ambas se resistían, pero él prometió vengarse y reunirse en la mansión de los Craig. No le creí. ¿Dónde iría ese pobre guerrero si no podría mantenerse en pie? Sin embargo ellas confiaron que diría la verdad porque él nunca mentía. Yo lo comprendí. Hay mentiras piadosas.

Al sonido del silbato el tren inició nuevamente la marcha y su largo viaje. Durante el día, debimos ocultarnos en los rincones del vagón donde los rayos de sol no bañaban con la luz potente y mortal. Teníamos de frente el este, así que después del mediodía el astro rey desaparecía dando de lleno el lado opuesto del tren. Eso ayudaba a nuestra condición. Trascurrieron dos días así, escondidos, con hambre, y sin poder abandonarnos al sueño profundo. Hasta que la tercera noche, el tren se detuvo. Al parecer era un pueblo. Dudé si quedarnos o salir con ellas. Podía verse una vieja estación, apenas iluminada. Un grupo de humanos descargaba un conteiner del primer vagón. Estábamos rodeados de objetos parecidos, así que era probable que tarde o temprano se acercarían a descargar. Lo mejor era salir de allí. ¿Hacia dónde? No lo sabía…

—Debemos abandonar el vagón. Parecer ser un pueblo minero.
“¿Qué significa?”
—Habrá humanos pero no demasiados. Debo pedir un teléfono, es… un aparato que me ayudará a comunicarme con los Craig. Me esperarán en un lugar seguro. Aquí podrían descubrirlas.

Busqué en mi mochila la agenda que había robado. Había muchos números y nombres, pero entre ellos estaba el de Sebastien Craig.

“No puedo saber si tendrás suerte. He perdido el don de ver el futuro.”
—¿Puedes ver el futuro? –me asombré.
“Solo el inmediato. Ella hizo algo en mi mente.” Su dedo índice golpeó su sien.
—Mi ama hipnotiza. Quizás provocó un daño en tu cerebro. No te preocupes. Los Craig sabrán que hacer.

De pronto, un hombre corpulento nos sorprendió asomándose al vagón.

—¡Ey! ¿Qué hacen aquí? ¿Viajando gratis? ¡Bajen ya mismo o subiré por ustedes!

Busqué los ojos de las vampiresas. Supo de mi desesperación. Estábamos en problemas y no teníamos mucha opción para elegir. Me reuní con ellas en un rincón del vagón mientras el humano de un salto subía, furioso.

Cuando salté sobre él para atacarlo alcanzó a gritar. Ellas observaron la escena por breves segundos. Hundí mis colmillos que sobresalían por el instinto, no solo de protegerme sino por el hambre. Al delicioso sabor a sangre le siguió el aroma al preciado alimento. Era evidente que las jóvenes estaban adiestradas para soportar su condición si ello significa exponer a la raza. Sin embargo todo tiene un límite. La vampiresa que parecía ser mayor gateó con la rapidez de la luz y estuvo sobre el humano exhibiendo los filosos colmillos. La otra joven la imitó. Escuché su voz ronca repitiendo con ojos brillosos… “comida”.


















































11 comentarios:

  1. Después de la fiesta, choque con la realidad. Hay personas muy avariciosas, Vilu es mala con avaricia. Da miedo.
    No influirá al malestar de Grigorii el bocado de Scarlet? Por cierto, Grigorii que relea mejor la nota de Scarlet!
    Bso

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    1. ¡Hola Ignacio! Muchas gracias por comentar. Vilu es de lo peor y seguramente terminará mal, eso espero.
      Yo creo que Grigorii a quedado débil pero no es tan grave. Hay que ver si Grigorii se presenta en la mansión y Vikingo... Vikingo es un tema aparte. Hay que esperar. Muchas gracias amigo y buena semana para ti. Un abrazo.

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  2. Uy me dejaste con ganas de más que capítulo tan emocionante ojala puedan salvar a las hijas de Agni . Te mando un beso

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    1. ¡Hola cielo! Muchas gracias por comentar. Por ahora las hija de Agni están muy lejos. Esperemos que Huan Yen sepa que hacer.
      Un besazo para ti y muy buena semana!

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  3. Hola, Lou... Lo primero que voy a decirte es que he sufrido bastante leyendo este capítulo, y eso es porque lo has hecho muy bien
    Cuando Sebastien y Charles estaban en el sótano, en todo momento he temido que apareciera Vilu... Y mucho más lo he temido en el vagón del tren donde están Huan yen y las princesas Sherpa
    Estremece el estado en el que han encontrado a Khatry... Desde luego la maldad de Vilu es descomunal
    Respecto a Grigorii... pues entiendo su decepción, su tristeza... pero yo creo que hay una frase muy importante y reveladora en la nota que le ha dejado Scarlet... me refiero a la frase donde se lee muy claro que va a amarle hasta el día que deje de existir
    Y Scarlet, pues le ha mordido sin querer... y está muy preocupada por ello
    Bueno, yo siempre he pensado que el bien de dos no lo puede decidir uno... en este caso, Scarlet
    Me ha encantado la conversación entre Bianca y Nicolay hasta que el niño se ha dormido
    Bueno, pues este ha sido otro gran capítulo de una gran saga... Muchas Felicidades
    Besos

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    1. ¡Hola Mela! Ante todo muchas gracias por tu hermoso comentario. Me alegro que te hayas sentido en el lugar y el temor de Sebastien y Charles. Vilu se ha pasado. El aquelarre de Agni es muy respetado por la raza. Ha abusado de su guerrero y maltratado a sus hijas. Él ya no está entre los vivos pero dicen que todo llega.
      Grigorri está dolido. Lo que es peor que no entiende porque Scarlet lo dejó si lo ama. Nosotros sabemos como siente Scarlet pero es cierto que hay muchos seres que mienten sentimientos.
      El error fue haberlo mordido. Aún no puede darse cuenta. Veremos cuando se encuentre con la mente despejada.
      Amé la charla de Bianca y Nicolay. Todos los niños preguntan y creo que ha salido airosa del cuestionamiento.
      Gracias querida escritora por tus palabras.
      Te mando un beso grande y buena semana para ti.

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  4. Holaaaaa guapi!!!! La nota de Scarlet es demoledora, brutal, y me da que no volverá a la oficina. Por qué no la rapta Grigorii??? Me encantan los raptos!!!!
    Vilu??? Una guarra, una supercerda!!!! Ojalá Sebastien le dé su merecido!!!!! Sebastien o quien sea!!!!
    El sótano, heyyyy el sótano de los horrores!!!!!
    Capi chulísimo, me ha encantado!!!!

    Besoteeeessssss!!!!!

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    1. ¡Hola mi sol! Scarlet ha buscado una forma de alejar a Grigorii, no sé si es la adecuada.
      Aún no ha renunciado quizás busque hacer tiempo para alejarse definitivamente. Ella no lo desea pero lo ha hecho por los Craig.
      Vilu es la villana número uno creo yo, peor que Agravar. Al menos el padre de Scarlet tenía algún código que seguir.
      El sótano guarda secretos que de a poco nos iremos enterando.
      Muchas gracias por el comentario. Te mando un besote y buena semana!!

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  5. Vilu es mas mala que el diablo,tienen que tener cuidado con ella.Grigorii y Scarlet tienen que hablar porque se quieren,el la quiere y ella lo quiere y si hablan se tienen que entender.Esta muy interesante y el capitulo es muy bueno.Me ha gustado mucho,escribes muy bien.Besos.

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    1. ¿Hola Ramón! Muchas gracias por comentar. Vilu es muy mala y está ciega por el poder. Es evidente que hay que encontrarla antes que siga haciendo daño. Grigorii y Scarlet se quieren, tienes razón, pero el secreto de los Craig no caerá bien a Grigorii. Son vampiros han asesinado aunque fuera para subsistir y él es policía. Veremos que pasa.
      Me alegro que te haya gustado. Muchas gracias por tus palabras. Te mando un abrazo desde Buenos Aires. Buena semana para ti!

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  6. Vilu: la maldad personificada. Espero que termine mal!

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