Capítulo
42.
Veneno
eficaz.
Camile.
Repetidas
veces golpee suavemente la lapicera sobre la libreta de notas mientras
analizaba la información. No era mucha. Sabina no había sido muy específica en
cuanto a los vampiros que habitaban Kirkenes. Pero sí había dicho claramente
que debían ser tratados con cortesía porque Sebastien los conocía y daba fe que
eran seres respetables.
Rodee
los ojos… ¿Respetables? ¿Los vampiros? ¡Por favor!
Releí
los nombres de los tres aquelarres. Sherpa, Gólubev, Huilliches. Por supuesto
el extraño vampiro no pertenecía a los Craig. Los conocía desde hace tiempo y él
era nuevo, extranjero por su tono al hablar. Poco y nada había escuchado
palabras de su boca pero era suficiente para descartar que fuera noruego.
Cabello oscuro, rasgos fuertes… No era anglosajón. Mucho menos un Sherpa porque
de oriental no tenía nada.
¿Los
Gólubev? Naaah, esos rusos rubios, distinguidos y arrogantes… ¿Sería Huilliche?
La asesina de Fjellner era de ese aquelarre, Vilu Huilliche… No creía que alguien
de esa familia estuviera pavoneándose en Kirkenes y mucho menos compartiendo la
cama con Mike. A menos que… Mike no supiera quién era el vampiro.
Observé
el registro de clientes… Mike Fjellner, Chelle Ovensen. No había aquelarre con
ese apellido. ¿Qué estaba ocurriendo aquí? ¿Quién era Ovensen? Apellido
noruego, y no era noruego…
En
ese instante escuché a Mike y al vampiro bajar las escaleras. Cerré el libro de
notas y ensayé una sonrisa. Con simpatía sacaría más provecho e información.
Ambos
se detuvieron a mitad de la escalera. Mike lo retuvo y tironeó de su amante. El
vampiro rio y lo abrazó. Se besaron por un buen rato mientras yo rodaba los
ojos por segunda vez.
Al
fin se separaron y Mike se adelantó hacia el escritorio.
—¡No
Mike! –El vampiro bajó la escalera—. Esta vez pagaré yo y no hay discusión.
—Okay,
amor –rio—. Iré por la moto. Te espero en la calle.
Sonreí
al ver al vampiro acercarse con la billetera.
—Disculpe,
¿está bien así? –extendió un billete.
—Perfecto.
Es la tarifa que muestra la vitrina. No te cobraremos más por ser vampiro
–sonreí.
—Gracias.
Perdona,
he hablado con la dueña del hotel y dijo que tuviera mucha consideración
contigo. Así que ya ves.
—Gracias
–bajó la vista—. Adiós.
—Adiós.
Casi
llegando a la puerta exclamé.
—¡Señor
Huilliche!
Y
él se detuvo y me miró…
Sonreí.
—Regrese
cuando lo desee.
—Gracias.
Mike.
Cuando
me acerqué con la moto desde el estacionamiento, Chelle ya estaba en la puerta
esperándome. Su rostro preocupado me dio curiosidad. Habíamos pasado una noche
genial y ahora se lo veía muy pensativo con la vista clavada en las baldosas.
—¡Oye!
¿Qué ocurre?
Me
miró y sonrió.
—Nada.
Es un poco extraña la joven recepcionista.
—¿Camile?
Es una idiota. ¿Te dijo algo malo? Hablaré con Sabina, es la dueña del hotel y
la echará a la calle. Anda sube a la moto.
—No,
calma. No me dijo nada malo. Solo que me extrañó como me llamó.
—¿Cómo
te llamo?
Mi
móvil sonó.
—Disculpa,
es mi madre.
—Sí,
no hay problema.
—¡Hola
Mamá! Estoy bien, sé que desaparecí, disculpa…………………… ¿Qué?..............¿Cuándo
ocurrió?.......................Joder……………….. ¿Están seguros de quien
conducía?................................Conozco a Numa de nombre, es hermano
de Douglas Craig.
Chelle
alzó la ceja y se asombró al escucharme.
—Okay,
no te preocupes. Estaré bien, sé cuidarme. Te veré en un rato…………………… Yo
también te quiero.
—¿Qué
ocurrió con Numa Craig?
—Pues
lo atropellaron, iba en una moto.
—¿Cómo
está? ¿Tu madre sabe algo?
—Se
enteró por mi hermano, es doctor. Él lo operó. Parece que está grave.
—Pobre
Numa… Es un buen chico. Sebastien y Douglas estarán desesperados.
—Hay
algo más.
—¿Qué?
—Quién
lo atropelló fue un lobo que suele estar ebrio.
Chelle
bajó la vista y me miró con desconsuelo.
—Sí,
lo sé. Un hecho más para que Sebastien Craig odie los lobos. Pero no te
preocupes, nadie pueden interferir en nuestro amor. Te amo, Chelle.
—Yo
también.
Lo
abracé y me dio un beso en los labios.
—Es
mejor que vayas a tu casa, yo iré al hospital.
—Está
bien. Te alcanzaré y después iré a casa.
—Mejor
no, Mike. El hospital queda cerca, iré caminando. En este momento que nos vean
juntos no es buena idea.
—Tienes
razón –di arranque a la moto—. Llámame para saber cómo sigue el chico.
—Lo
haré.
Sebastien.
Sentado
en una silla no apartaba la vista de esas benditas puertas cerradas que me
separaban de mi hijo. Si tan solo pudiera abrazarlo y decirle al oído que todo
iba a estar bien. Sin embargo no me permitían ingresar. Él estaba delicado y
necesitaba tranquilidad. Cualquier emoción podría causar un desequilibrio en el
cerebro dañado. Me habían informado que estaba en coma inducido para evitar
sobresaltos. ¿Pero hasta cuándo?
Chelle
se acercó y se sentó junto a mí. Puso su mano en el hombro.
—Ya
saldrá adelante.
—Gracias,
eso espero. ¿Tú cómo estás?
—Bien.
—¿Quién
te avisó? Charles me dijo que no habías pasado la noche en la casa.
—Ah…
No… Yo salí por ahí. Me enteré de casualidad.
—Cielos,
hace horas y no hay buenas noticias. El doctor dijo que deben transcurrir al
menos veinticuatro horas.
—Ten
paciencia. Ustedes se merecen que no ocurra nada malo.
Lo
miré.
—¿Y
desde cuándo en la vida solo pasan cosas que mereces? Tú lo sabes bien –bajó la
vista.
—No
será el caso, verás. ¿Y Bianca?
—Trabajando.
En tercer piso.
El
parlante pequeño empotrado en una esquina del pasillo produjo unos ruidos casi
imperceptibles y después la voz de una mujer.
“Doctor
Fjellner se necesita con urgencia en Terapia Intensiva. Doctor Fjellner se
necesita con urgencia en Terapia Intensiva.”
Salté
como resorte y me puse de pie.
—¡Es
el doctor de mi hijo!
—Tranquilo.
Scarlet
y Charles estaban en el extremo del pasillo y apresurados se acercaron. Les
siguieron Douglas y Marin que habían estado sentados junto a las puertas. Ekaterina
se puso de pie. Había permanecido sentada apartada, cabizbaja y triste. Se
acercó lentamente con el terror en su rostro.
—¿Qué
está ocurriendo? –pregunté.
—Mantengamos
la calma, Sebastien –aconsejó Scarlet—. Quizás es rutina.
—No
es rutina, ¿no escuchaste? Dijo con urgencia.
La
voz del parlante otra vez…
“Doctor
Fjellner se necesita con urgencia en Terapia Intensiva. Doctor Fjellner se
necesita con urgencia en Terapia Intensiva.”
En
ese instante el cirujano avanzó rápidamente por el pasillo hacia las puertas de
Terapia.
—¡Doctor!
¿Es mi hijo?
—Disculpe
señor Craig, debo entrar.
—Okay…
Joder…
Otra
vez las puertas con un insolente e
indiferente vaivén frente a mi cara. A esperar otra vez…
Ekaterina
se echó a llorar. Marin la abrazó. El rostro de Douglas se descompuso.
—A
lo mejor no son malas noticias y Numa reaccionó –alentó Chelle no muy
convencido.
Charles
cogió a Douglas por un brazo a punto de desmayarse.
—Vamos,
salgamos de aquí unos segundos. Comerás un sándwich.
—No
quiero moverme de aquí.
—Tu
padre se quedará, no te preocupes. Nada puedes hacer y menos si caes redondo
por no alimentarte.
Lo
arrastró convenciéndolo que empeoraría las cosas si continuaba en ese estado
calamitoso.
Nosotros…
comenzamos la lenta agonía de la espera de noticias. Siempre y cuando alguno de
nosotros lo soportaría con obediencia.
Burnaby.
Apenas
crucé las puertas noté el movimiento del personal al que ya estaba
acostumbrado. Sabía perfectamente que no necesitaba llegar a la cama del paciente
en riesgo, ni escuchar el sonido anormal de cada máquina que los conectaba a la
vida para adivinar que algo andaba mal.
Giré
el recodo de la sala y avancé sintiendo mi corazón acelerarse. Sí… Los médicos
también nos asustamos.
Triny
salió a mi encuentro.
—Doctor,
el chico Craig.
—Lo
imaginé. Dime la situación.
Avanzamos
hacia el box de cortinas corridas mientras ella me ponía al tanto. En Terapia
los pocos boxes de pacientes en riesgo no permanecían cerrados para mejor
vigilancia de enfermeras y terapeutas así que de inmediato lo vi. Parecía
convulsionar y antes de llegar a él y entrar al recinto de esterilización, mi
fino oído escuchó el suave pitido de la máquina mezclado con el ronquido de su
pecho.
Mark,
un lobo que comenzaba las prácticas de enfermería, me ayudó con la bata y el
barbijo al tiempo que me esterilizaba. Salí rápidamente de allí y entré al box
de Numa. Dos enfermeros estaban con él. Sus movimientos ágiles, los rostros
preocupados.
Numa
abrió los ojos pero no miró los rostros que lo rodeaban sino un punto fijo.
Acto seguido hizo lo que nunca deseamos que ocurra en un paciente. En un
movimiento reflejo sus manos intentaron arrancar los tres catéteres y las
sondas.
—¡No!
—gritó Triny casi sin pensarlo— De inmediato cogió las ataduras para sujetarlo.
Los
pacientes nunca se atan salvo situaciones extremas que puedan provocarse daño,
esta era una de ellas. Pero había un pequeño detalle en Numa que el resto del
personal no lo sabía. Su fuerza no era humana…
—¡Doctor,
no puedo con él! ¡Jack, ayúdame! –pidió a otro enfermero.
Pero
ninguno de los dos parecía controlar la situación.
—Doctor,
el paciente tiene iris de color gris extraño. No es normal.
—¡Mark!
–Lo llamé—. ¡Mark te necesito aquí!
Al
acudir y ver el cuadro sus ojos canela me miraron fijo. Sin perder tiempo aferró
las manos de Numa mientras yo trataba de poner en el lugar correcto la sonda y
Triny preparaba la inyección para sedarlo. Numa llevó la mano a sus encías.
¡Mierda!
—Doctor,
¿qué le ocurre? –exclamó la enfermera.
—He
visto cuadros así no se preocupe –mentí.
Triny
sugirió.
—Doctor,
iré por el cardiólogo si está de acuerdo.
—No,
busque a Sebastien Craig. ¡Dígale que venga!
—¿Al
padre del chico? –me miró asombrada.
—Haz
lo que te digo y desalojen el box. Solo quiero a Mark conmigo. ¡Rápido!
El
joven había arrancado el catéter intravenoso central ubicado en su cuello y la
sonda vesical ubicada en la vejiga. Al menos el tubo endotraqueal continuaba en
la posición correcta. Numa no respiraba por sí mismo desde que había llegado al
hospital.
Sebastien
llegó al instante y se detuvo con los ojos fijos en Numa.
—Este…
no es mi hijo –balbuceó.
Cierto,
a sus ojos parecería irreconocible. Equimosis, edemas, debido a traumatismos e
intervenciones.
—Sí
lo es, ayúdeme a sujetarlo.
Reaccionó
en un instante y colaboró con Mark. Ambos pudieron atarlo mientras buscaba la
arteria principal.
—Señor
Craig necesito que vigile la atadura no puede soltarse otra vez.
—Okay,
okay –respiró agitado.
—Mark,
coloca el oxímetro en su dedo otra vez.
—Sí
doctor.
El
director Olaf Arve entró al box.
—¿Qué
ocurre doctor Fjellner?
—Por
favor, Olaf necesito que aguardes afuera.
—Estoy
al tanto de todo por mi hijo, soy amigo del señor Craig –me miró—, me quedaré.
—¿Qué
es eso en su cabeza? –tartamudeó el vampiro.
—Tranquilo,
es la ventriculostomía. Controla la presión del cerebro y debemos estabilizarla
ya mismo. Ahora que llegó el doctor me ayudará, puede esperar afuera, gracias
por su ayuda.
—No
me moveré de aquí.
—Señor
Craig… Por favor, ha sido de gran ayuda pero ahora necesito que solo quede el
personal.
—No
interrumpiré, se lo juro –se apartó a un costado. No me aparte de mi hijo.
—Hay
que sedarlo, Fjellner.
—Lo
sé, Olaf. Hay algo más urgente –observé la máquina de presión arterial—. Sospecho
un ataque cerebral y hay que detenerlo.
Inyecté
rtPA lentamente mientras no perdía de vista el respirador.
—Veo
una disritmia, parece haber tenido otra cuando llegué. No soportará una más.
De
pronto la máquina de ritmo cardíaco produjo el sonido indeseable.
—¡Fjellner,
está haciendo un paro!
—¡Lo
sé Olaf! ¡Mark, las palas!
—Disculpe
Fjellner, no creo sea buena idea el desfibrilador en este momento.
—¡No
queda otra, me arriesgaré! ¡Rápido Mark!
—¿Qué
van a hacerle a mi hijo? –el vampiro intentó acercarse.
—¡Manténgase
allí, señor Craig! ¡Haga caso no puedo ocuparme de usted!
—Okay…
Okay…
Mark
colocó las palas sobre el pecho desnudo del chico.
—Fjellner,
mejor esperamos –insistió—. En su estado no resistirá.
—¡A
la cuenta de tres, Mark!
—¡Okay
doctor! Estoy listo.
—Uno,
dos, tres.
La
descarga hizo saltar el cuerpo de Numa. Observé la pantalla sin resultado.
—¡Vamos
Numa! –incité—. ¡Ayúdanos! ¡Vamos Numa! ¡Otra vez Mark!
—¡Okay
doc!
—Una,
dos, tres.
Nuevamente
el cuerpo convulsionó. Después silencio… el cuerpo inmóvil. Mi respiración
agitada al compás de mi corazón. Y el de él… Al fin…
La
máquina mostro signo de ritmo cardíaco y el alma volvió a mi cuerpo.
Hubo
suspiros. Cerré los ojos por unos segundos. Su vida había caminado por el fino
pretil de un precipicio. Pero una vez más había echado a la muerte de allí. No
era la hora ni el lugar y Numa seguiría con nosotros.
A
los quince minutos de la crisis habíamos estabilizado a Numa y salí de allí
lanzando la bata y el cubreboca al bote de basura. Olaf se quedó hablando con
el vampiro. Felicité a Mark antes de abrir las puertas de salida. Él se notó
preocupado a pesar del éxito.
—Doctor,
Triny casi lo descubre.
—Lo
sé. Al menos salimos del paso. Te pido que busques a Branden Arve y que solo
ustedes dos queden en custodia de Numa Craig.
—Perfecto.
—No
podemos correr el riesgo otra vez.
Apenas
salí al pasillo una doctora vampiresa salió al cruce.
—¿Doctor
Fjellner?
—Sí.
—Soy
Bianca Craig, forense del hospital.
—Creo
que… Me parece de mal gusto que esté pegada a Terapia.
Sonrió.
—No
vine como forense. Soy la esposa de Sebastien Craig. ¿Cómo está Numa?
—Ah,
lo siento… Mejor. Hay que esperar.
—Gracias.
—Por
ahora, no la vamos a necesitar –sonreí.
Ella
hizo una mueca graciosa.
—No
sabe cuánto me alegra.
Chelle.
Salí
de cafetería con el vaso de café humeante. Los Craig estaban más tranquilos con
respecto a Numa. Hacía dos días que había ocurrido esa crisis y el chico
parecía lucir estable. Me alegraba mucho sobre todo por Sebastien que en más de
una oportunidad había creído que se desplomaría. Pero no… Era hijo de Adrien y
como tal hacía honor a su estirpe. Valiente y fuerte. Daría lo que fuera por
tener la mitad de su entereza. Como gozaban mis padres.
Por
el angosto pasillo solitario abrí las puertas hacia la pequeña sala contigua de
traumatología y me choqué con un rostro conocido.
—¡Profesor
Ovensen!
—¡Robert!
–reconocí a un alumno.
—¿Qué
hace aquí? ¿Está enfermo o vino por un familiar?
—Estoy
bien, es por mi familia pero ya está mejor.
—Me
alegro.
—¿Y
usted? –observé la escayola en su brazo.
—Ah
pues, caí de la moto pero nada grave. Quebré el brazo y estaré dos meses con
este yeso.
—Okay,
cuídese entonces. Y haga caso.
—Sí
–sonrió.
En
ese instante la puerta se abrió y el aroma a lobo impregnó la nariz. Era el
cirujano de Numa.
—Permiso
disculpen.
Nos
hicimos a un lado y mi alumno se despidió.
—Lo
extrañamos. Me alegro de haberlo visto profesor Ovensen.
—Los
extraño también. Suerte y pórtate bien.
Antes
de seguir camino una voz me detuvo.
—Disculpe
–el cirujano se acercó—. Escuché al pasar… ¿Usted es Ovensen, profesor de
Universidad? ¿Enseña Geología?
—Sí,
usted es el doctor de Numa, ¿no es así?
—Así
es –extendió la mano—. Burnaby Fjellener, y… Soy hermano de Mike. ¿Sabe de
quién hablo?
—¿De
Mike? Oh… Sí… Soy su profesor.
—Por
supuesto, Chelle Ovensen. Lo menciona a menudo.
Sonreí
nervioso. Me daba un poco de vergüenza estar frente a alguien cercano a Mike.
No conocía a nadie de la familia solo a su hermana Bua. Ignoraba si sabría que
me acostaba con él.
—Quería
darle las gracias, profesor.
—¿A
mí?
—Sí
–bajó la vista—. Mike no estaba bien después de algunos problemas personales y
la muerte de mi padre. Usted lo sacó adelante e incluso no abandonó la
Universidad.
—No
fue nada.
—Para
mí sí es importante. Creímos que caería en depresión sobre todo después del
asesinato de mi padre. Fue traumatizante para todos pero para él…
Lo
miré sin entender.
—Perdón,
¿asesinato? Me habló de su pérdida pero nunca mencionó…
—Así
fue. Una vampiresa Huilliche lo mató en el bosque. Pero no se preocupe, no
mezclo las cosas y sé que no todos los de su raza son así.
El
pasillo giró sobre sí mismo y mi vaso de café cayó al suelo.
—¿Se
siente bien? ¡Siéntese en el piso! ¿Sufre de hipertensión? –intentó usar el
estetoscopio pero me aferré a su brazo.
—No,
no… Yo estaré bien yo… ¡No puede ser! –estallé.
Él
insistió y me ayudó a sentarme.
Un
nudo en el estómago parecía apretar cada vez más aunque la visión borrosa de hace
segundo iba desapareciendo. Mi corazón latía rápido. Comencé a transpirar.
Traté de enfocar su rostro. Lo miré a los
ojos.
—Tengo
un caramelo. Debe comer algo dulce. Déjeme examinarlo.
—No,
no… No puede ser…
—¿Qué
le ocurre? ¿Qué es lo que no puede ser?
—Yo…
Soy Huilliche –la angustia subió por mi garganta y mis ojos brillaron por
lágrimas incipientes.
—¿Qué?
¡Su apellido es Ovensen! ¿De qué está hablando?
Negué
repetidas veces con la cabeza y a duras penas me puse de pie.
—No
es mi verdadero apellido. Soy Huilliche… ¡Lo siento de verdad!
—¿Huilliche?
¿Usted es de ese aquelarre?
—Sí…
Yo… No lo sabía… lo de su padre… Mi hermana… ¡Perdón! Por favor, lo siento
mucho.
—Sea
más claro –el lobo juntó las cejas con enfado.
—Quien
asesinó a su padre es… mi hermana.
Sus
ojos se encendieron en segundos. Me cogió de la solapa y me encerró entre su
cuerpo y la pared.
—¡Desgraciado!
—No,
no soy como ella. No soy un asesino. ¡Se lo juro! –Mis lágrimas se deslizaron
por el rostro—. No sabía quién era Mike. Nunca imaginé que su padre era la
víctima de mi hermana.
Fueron
instantes que creí que apretaría mi cuello hasta matarme pero no… Aflojó el
amarre y me miró con angustia.
—Usted…
hermano de la Huilliche… No puede ser… ¡Mike no lo sabe! ¡Estoy seguro!
—No,
no sabe y yo también ignoraba. ¡Por favor, debe creerme!
—¿Por
qué fue que cambió su apellido? ¡A propósito!
—No,
fue Sebastien Craig para ayudarme a que ella no me encontrara. También corro
peligro. ¡Se lo juro!
Respiró
varias veces agitado y cerró los ojos por un momento.
Al
abrirlos me observó como si estudiara minuciosamente las facciones.
—Vamos
a suponer que le creo, pero Mike debe saber quién es su profesor. Merece saber
la verdad.
—¡Es
que yo lo ignoraba! ¡Juro que si no es por usted no lo hubiera sabido!
—¡Cállese!
No quiero escucharlo. Solo le digo algo, ¡busque a Mike en la Universidad y
dígaselo! Él admira a su profesor y debe conocer quién es realmente.
Lo
miré a los ojos… Siempre había pensado que era cobarde como acusaba mi hermana
burlándose, sin embargo creo que solo los valientes enfrentan una situación
peligrosa que podrían evitar y huir.
—Yo…
Yo soy algo más que su profesor.
El
rostro del lobo quedó pétreo, quizás mientras asimilaba en segundos lo que
significaba lo escuchado de mis labios. Abrió la boca sin decir palabra, creo
que intentó pero no pudo.
—Lo
amo –balbucee y sequé mis lágrimas.
Apartó
la mirada de asombro de mí y recorrió con el iris húmedo alrededor. Como si las
paredes pudieran dar explicación del destino.
—No
puede ser –susurró—. No puede ser…
—Yo,
lo siento pero…
—¡No
quiero escucharlo! –Cubrió su cara con las manos—. Esto no puede estar
ocurriendo.
Dos
enfermeras abrieron la puerta conversando divertidas. Siguieron a cafetería
mientras él trataba de sobreponerse y yo… parecía morir de a poco imaginando a
Mike cuando supiera.
De
pronto me miró fijo con furia.
—¡Dígaselo!
¡Le doy veinticuatro horas para hacerlo o se lo diré yo!
La
puerta se cerró tras él y me quedé allí, no sé por cuánto tiempo. Quizás porque
el tiempo para mí, ya no tenía valor alguno.
Douglas.
Me
acerqué lentamente a la cama donde Numa yacía. Envuelto en cables y rodeado de
máquinas molestas pero que lo mantenían con vida. Por suerte habían permitido
que lo viéramos pero no podíamos quedarnos demasiado. La enfermera había sido
clara, “quince minutos solo para familia. Necesita descansar”.
Mi
padre tuvo el gesto de quedarse seis o siete minutos para que yo pudiera verlo.
Era muy poco el tiempo a repartir porque hasta el otro día no se nos permitiría
regresar a Terapia.
Contemplé
a mi hermano y amigo en ese estado calamitoso. ¿Si no hubiéramos discutido? ¿Si
al ver a Ekaterina con él le hubiera preguntado y dejado explicar? ¿Qué
cambiaba la errante en nuestras vidas? ¿Qué no saliéramos juntos con nuestras
parejas porque yo la detestaba? ¿Qué él se dividiera entre su pareja y yo que
era su hermano y amigo? No era justo que aquello que imaginaba para nosotros en
el correr de las vidas ya no fuera posible. Sin embargo, era más injusto verlo
así…
Observé
el reloj pulsera… Apenas había estado dos minutos y debía aprovechar los
restantes seis. Mi mano intentó posarse en su mano inmóvil sobre el edredón
inmaculado, pero me arrepentí.
—No,
estoy seguro que no quieres verme –mis ojos se llenaron de lágrimas—. Perdón…
Perdóname, por favor.
Miré
el reloj nuevamente. Salí de allí sin pensarlo dos veces. Abrí la puerta que
daba al pasillo y la vi… Sentada, cabizbaja, con las manos unidas en el regazo.
No era familiar de Numa aunque era alguien muy importante para él.
—¡Ekaterina!
Levantó
la vista y me miró apenada.
—Puedes
pasar. Yo… ya estuve suficiente.
Se
acercó apresurada y abrí la puerta de Terapia.
—Sigues
tú. Creo que es a la única que necesita escuchar.
Con
un tímido “gracias” entró a Terapia. Y me quedé allí, esperando. Quizás mañana
o algún otro día, Numa desearía verme. O no… Era su decisión como cada cosa que
proyectaría en su vida.
Sentí
que no había perdido la oportunidad de aconsejarlo y guiarlo en su destino
según el bien que a mí me parecía, había perdido mucho más. Acompañarlo y
apoyarlo en cada decisión de su vida. Y ese resultado había sido únicamente mis
acciones y responsabilidad.
Chelle.
Casi
un día del fatídico instante que me enteré quien era Mike. Mi amor, el lobo de
quien estaba perdidamente enamorado, era hijo de la víctima de mi hermana. Aún
no podía creer las palabras de ese doctor que había salvado a Numa. “Mike no
estaba bien después de algunos problemas personales y la muerte de mi padre.
Usted lo sacó adelante e incluso no abandonó la Universidad”. En mi oído
resonaba la frase mortal, “una vampiresa Huilliche lo mató en el bosque”. Una y
otra vez, esa voz… “Una vampiresa Huilliche lo mató en el bosque”. Mi hermana,
mi hermana siempre mi hermana entorpeciendo mi camino, arruinando mi felicidad
y la de otros. Malvada, asesina, despiadada, que continuaba camino destruyendo
todo a su paso sin que nadie suficientemente tan poderoso pudiera ponerle
freno.
Cielos…
Mike me odiará… Pensará con justa razón que mi apellido fue ocultado para
engañarlo y acercarme a él… No… Yo lo amaba de verdad, nunca hubiera jugado con
los sentimientos de nadie. Yo no era así… Debía creerme. Rogaba que así fuera.
Mike
llegó puntual con su moto a las puertas del hotel. Bajó del vehículo con una
sonrisa que iluminaba mi mundo. Lo amaba, había desterrado no solo mi miedo a
los lobos sino que había descubierto en mí la esperanza de volver a enamorarme
y sentirme feliz. ¿Y ahora? Estaba en sus manos.
—¡Mi
amor! Parece que hace siglos no te veo. ¡Te extrañé!
Me
atrajo de la nuca y me dio beso demoledor. Lo besé… Tratando de olvidarme por
segundos quien era yo, quien era él. Quizás con el temor irremediable de no saber
si sería nuestro último beso.
—¿Qué
te ocurre? –me miró fijo al notar mis ojos brillosos—. ¡Perdón! Soy un idiota
desconsiderado. ¿Cómo está el chico Numa? ¿Es eso? ¿Empeoró?
—No,
parece que está mejor.
—Me
alegro, de verdad. ¡Vamos! Está haciendo frio aquí en la acera. Ánimo,
Sebastien Craig no tomará represalias si el chico está mejor.
—Sí,
entremos.
Me
pidió el documento para entregar en la mesa de recepción a esa chica loba que
hoy en especial no dejó un segundo de mirarme mientras estaba aguardando a Mike
en la entrada. Incluso hablaba por teléfono sin dejar de observarme.
Mike
se adelantó con esa energía propia de él. La misma que me había impactado en
clase, aunque la usara para contradecirme.
Subí
las escaleras lentamente como si fuera un cadalso mientras Mike pedía la llave
y entregaba los documentos. Me alcanzó a mitad de camino y bromeó.
—¡Oye!
¿Cómo sabes que iba a pedir la misma habitación de siempre? Tu cuerpo está
amaestrado.
Sonreí
apenas y lo esperé.
—Anda,
cambia la cara. Todo estará bien.
—No
lo sé –susurré.
Abrió
la puerta y extendió la mano hacia el interior de la habitación.
—Tu
lentitud para entrar me hará creer que no deseas estar conmigo. ¿Regresó tu
miedo a los lobos? –sonrió y cerró la puerta tras mi espalda.
—No.
No es eso.
Se
acercó quitándose la chaqueta de cuero y camiseta. Su aliento tibio a menta rozó mi
rostro.
—Dame
un beso, no sabes todo lo que pensé en ti. Fantasee con que Sebastien Craig
furioso por el accidente no te permitiera estar conmigo y yo lo enfrentaba. Bueno
por ahora no lo sabe –guiñó un ojo y sus manos aferraron mis caderas—. ¿Sabes
qué quiero que me hagas?
—Debemos
hablar –lo interrumpí.
Bajó
los brazos a los costados en actitud de rendición.
—¿Qué
ocurre? ¿No has tenido un buen día?
—No,
no he tenido un buen día.
—Okay,
pienso cambiártelo en minutos. ¿Apuestas?
Acunó
mi cara entre sus manos e intentó besarme.
—No,
espera. Espera, por favor.
—¡Joder
Chelle!
—No
te enfades. Quiero que me escuches.
—Está
bien –se sentó en la cama y me miró con el ceño fruncido.
En
ese instante unos golpes llamaron a la puerta.
—¿Quién
rayos es? –preguntó.
De
un salto avanzó hacia la puerta y la abrió.
—¿Interrumpo?
—¡Kriger!
¿Qué diablos haces aquí?
El
lobo entró a la habitación y me buscó con la mirada.
—¿Qué
hago aquí? Abrirte los ojos ante este vampiro mentiroso.
Mi
corazón se detuvo. Lo sabía, él lo sabía. ¿Pero cómo el hermano de Mike no
había dicho nada a su propio hermano y al ex novio sí? No me cerraba. ¿Pero
acaso importaba?
—¡Vete
de aquí, Kriger!
—No,
no me iré sin desenmascarar a este cretino que se ha burlado de ti. Para que veas
que aún te amo y no deseo que abusen de tu bondad.
—¿Qué
mierda estás hablando?
El
lobo se acercó a mí con una sonrisa triunfal. Retrocedí unos pasos con mis ojos
fijos en ese iris casi dorados.
—¿No
se lo dijiste? –preguntó alzando la barbilla.
—¿Qué
no me dijo? ¿De qué está hablando, Chelle?
Vi
el rostro de Mike realmente preocupado.
—Iba
a decírtelo –balbucee—. Juro que iba a contarte la verdad.
—¿Qué
verdad? –el iris ámbar pareció apagarse.
Enmudecí.
¿Cómo empezar? Y frente a ese lobo extraño que aguardaba ansioso mi ruina.
—Es
tarde, vampiro. Debiste decirle la verdad mucho antes. Ahora, se lo diré yo.
Abrí
la boca y exclamé.
—¡No
tienes derecho! ¡Déjame a solas con él!
—¿Para
qué? Para que lo engañes con tu astucia y maldad.
—¡No!
¡Amo a Mike!
—¿De
qué carajo están hablando? –gritó Mike.
—Te
diré de qué hablamos. Este vampiro –me señaló con el dedo—, no es quien tú
crees. ¡Es un Huilliche!
—¡Vete
de aquí Kriger! Ya no sabes que inventar para hacerme la vida imposible.
—¿Vas
a negarlo, vampiro? Dile la verdad. ¿Eres o no un Huilliche?
Callé…
—¿Eres
o no Huilliche? –gritó el lobo
—Sí…
Soy Huilliche.
Mike
me miró y en su cara vi tantas emociones. La sorpresa, la inquietud, y el
miedo… sí. El miedo a lo que yo iría a decir. No era tonto. Si el lobo hubiera
mentido desde un principio lo hubiera echado de allí.
—Tu
nombre es Chelle Ovensen –susurró Mike, como asegurando algo que ya era más que
evidente.
Negué
con la cabeza.
—No
es mi verdadero apellido. Soy un Huilliche.
—¡Lo
ves! ¡Desgraciado! ¡Ahora lo ves!
Mike
juntó las cejas como si no entendiera nada, absolutamente nada de lo que allí
ocurría. Sin embargo, sí entendía. Abrió la boca y la cerró. Bajó la vista y su
cuerpo tembló imperceptiblemente.
—Puedo
explicarte, por favor.
Esta
vez sus ojos me apuntaron con furia.
—¿Qué
quieres explicarme? ¿Me engañaste? ¿Por qué? ¿Venganza?
—¡No!
Nunca te haría daño, ¡te amo!
—¡Ja!
Pongo violines –rio el lobo.
—Por
favor, Mike. Escúchame.
—¡Quiero
que me digas ya mismo que tienes que ver con la asesina de mi padre!
—Por
favor, Mike.
—¡Dime!
—Mi
hermana… Vilu Huilliche es mi hermana.
Una
bomba… Una bomba o algo parecieron detonar entre nosotros.
—¿Te
das cuenta? Te acostaste con el hermano de la asesina de tu padre.
—¡Cállate
Kriger! ¡Vete de aquí!
—Hice
todas las averiguaciones porque te sigo amando. Es injusto que me eches de tu
vida cuando al que debes echar es a él.
—¡Veteee!
Mike
lo cogió de la solapa y lo lanzó contra la pared. Abrió la puerta y el lobo no
lo dudó. Creo que no estaba acostumbrado a ver a Mike en ese estado. Yo
tampoco.
La
puerta se cerró de un golpe y avanzó hacia mí. Esta vez no retrocedí.
—¡Maldito!
Jugaste conmigo como quisiste ¿Estarás feliz?
—No,
déjame que te explique.
—¡No
quiero tus explicaciones! ¡Nada puedes decir en tu defensa! Tu apellido es una
deshonra, una estirpe maldita que arruinó mi familia. ¡Y me acosté contigo,
maldita sea! ¡Eres un hijo de puta!
—No
tengo culpa de lo que haga mi hermana. ¡Te amo!
Pienso
que mi frase le sonó a broma. Eso lo encendió más. Su puño se estrelló en mi
cara y caí contra las cortinas. No conforme me levantó y me cogió del cuello.
No sé si deseaba asfixiarme ahí mismo y casi lo consigue. No me defendí ni cuando
recibí dos trompadas más. Yo hubiera ganado la pelea, seguramente… pero no… Mi
dolor no era comparable con el suyo. Porque aunque no me había escuchado yo
tenía parte de la culpa por no haberle hablado sobre mi vida y mi familia. No
lo había hecho a propósito. Nunca hubiera imaginado que su padre era el lobo
asesinado por mi hermana.
—¡Eres
una lacra! ¡Eres basura! ¡Y me acosté contigo pensando que eras honorable y de
bien!
—¡Lo
soy! –grité.
—¡Malditos
todos los Huilliches! ¡Y tú también! ¡Ojalá te mueras como mi padre!
Antes
de irse con lágrimas en los ojos, me gritó.
—¡Te
odio! ¡Maldito tú y tu familia de asesinos!
Cerró
la puerta y me quedé dolorido y con el corazón destrozado. No me merecía las
cosas horribles que había dicho. Mis padres habían sido seres llenos de bondad.
No tenía derecho sin escucharme a juzgar a todos por igual.
Bajé
con lágrimas en los ojos. Me acerqué a la mesa de entradas y pedí a la loba mi
documento. Ella me miró con rabia. Cogió mi pasaporte y lo lanzó al suelo.
—¡Lárgate
de aquí, asesino!
Recogí
mi pasaporte y me marché. Caminé por Kirkenes durante mucho tiempo. Sin saber
dónde ir con tanta tristeza. Finalmente me senté en la plaza y me eché a
llorar.
Hola, Lou... ¡Qué mal lo están pasando todos y qué susto con Numa!
ResponderEliminarPor supuesto que es horrible tener ingresado a alguien que quieres... Si esa persona está grave, pues mucho peor... y es muy cierto que la espera de noticias es una lenta agonía
Pero bueno, Numa ya está estable, y estoy bastante segura de que se va a recuperar... y también de que va a abrazar a su hermano y amigo
Douglas ha tenido un gesto muy noble al no consumir sus minutos y permitir pasar a Ekaterina
Chelle y Mike... y ese "noooo" del que nos has avisado... Te diré que en cuanto Camile ha llamado por su verdadero apellido a Chelle, ya he imaginado que lo ha descubierto y que no iba a tardar en contárselo a Kriger
Tal vez Burnaby sí ha creído a Chelle, quizás le diga a Mike que Chelle no sabía que su hermana asesinó a su padre... La verdad es que no tengo muy claro si le ha creído, no lo sé
Entiendo la reacción de Mike... creo que se siente engañado, estafado y, sobre todo, muy dolido
Quizás si Mike se llega a enterar que Vilu mató a sus padres, quizás pueda entender la maldad de ella y el sufrimiento de Chelle
De lo que estoy muy segura es de que Mike no volverá con Kriger por nada del mundo
Has logrado que sufra con este capítulo, y eso es porque lo has hecho muy bien... Enhorabuena, Lou
Besos
¡Mi querida Mela! Muchas gracias por tu comentario y por expresar tanto cariño a los Craig.
EliminarNuma se recuperará, también estoy segura. Aún no sé las secuelas y espero que no las haya. Ha dejado una enseñanza a Douglas quien por suerte reconoció su error y tratará de repararlo a como de lugar.
Es horrible tener alguien que quieres en Terapia, lo he pasado y desee transmitir aquella sensación de querer hacer mucho del otro lado de la puerta y no poder hace casi nada. En manos de otros, esa es la sensación.
Chelle y Mike... No dudo en absoluto que te has dado cuenta con lo de Camile. Eres excelente lectora cuestión que agradezco que dentro de tus elecciones se halle mi novela.
Quizás hubiera sido mejor que Burnaby le hubiera dicho a Mike antes que Camile, pero no sucedió. A veces los personajes en mi cabeza corren más que mi pluma.
Sí, para Mike fue una estocada mortal. Nunca creyó que Chelle tenía otro apellido del que usaba. Menos ser hermano de Vilu Huilliche.
Kriger no ha logrado nada a favor del mismo ni lo logrará. Nadie es exitoso yendo por ese camino.
Pienso que Mike se irá enterando, estaba dolido y lo entiendo, pero no sé si Chelle perdonará todo lo que le dijo sobre él y su familia. Y otro detalle a comentar contigo... Sebastien... No creo que le caiga en gracia el sufrimiento de Chelle. Veremos querida amiga.
Te mando un besazo y te deseo una bella semana.
Uy me alegro que Numa este estable ojala Ekterina y él puedan retomar su relación. Lo que e dejaste perpleja fue lo que paso entre Chelle y Mike veamos que pasa.Te mando un beso
ResponderEliminar¡Hola cielo! Gracias por comentar!!
EliminarEsperemos que Numa se recupere del todo. Se lo merece.
Chelle y Mike se distanciarán, el destino les jugó una mala pasada. Aunque el amor verdadero dicen es lo más fuerte. Veremos que pasa amiga.
Te mando un beso grande y feliz semana!!
Camile y Kriger tendrian que ser pareja,son dos sinverguenzas.Mike se ha enterado de quien es Chelle y se lo ha tomado muy mal,eso era de esperar.Todos estan muy preocupados pero Numa esta mejor.El capitulo esta muy bien,me ha gustado mucho.Besos.
ResponderEliminar¡Hola Ramón! Muchas gracias por comentar. Me alegro que te haya gustado.
EliminarCamile y Kriger son dos sinverguenzas, tienes razón. Pero creo que haría una distinción entre ellos. Kriger está equivocándose, su obsesión lo está llevando a hacer actos reprochables. Creo que en caso de Camile es malvada sin razón alguna. Le gusta hacer daño porque sí. Kriger debería pedir perdón y dejar de perseguir a Mike. Ya no es su historia y debería entenderlo. Veremos que pasa.
En cuanto a Numa ya está mejor y nos alegramos. Siempre a luchado contra todo y ha vencido una vez más.
Gracias querido amigo por tu comentario. ¡Un beso grande y feliz semana!