INTRODUCCIÓN

Introducción:

Dentro de los Sami, una raza milenaria se ha mantenido en secreto. Los lobos basados en la naturaleza y el honor han logrado la supervivencia lejos del ojo humano.

La reserva es su hogar y transitaré en ella para conocer cada secreto. Es un gusto que ustedes me acompañen. Estoy segura que reirán y se emocionarán.

Por mi parte cada línea, cada párrafo sobre ellos, me ha llevado a un mundo de misterio y fascinación.

Lo siento no puedo prescindir de ellos. Ellos… también me han atrapado.

lunes, 18 de marzo de 2019

¡Hola chicos! Aquí con ustedes el capi 11. Y continuamos desentrañando el libro de los lobos, y seguimos tras Vikingo y sus dudas y... Y los dejo con el capi. Espero les guste y comenten, me hace feliz saber sus opiniones. Besotes y gracias por acompañarme.


Capítulo 11.
Un paso más.

Sebastien.

El día había amanecido teñido de un naranja tormentoso y a través de los grandes ventanales podía olerse un ligero aroma a lluvia lejana. Antes de viajar a la Isla del Oso recibí la visita de Bernardo. Después de esa conversación breve que habíamos tenido en la boda de Douglas había prometido darme más detalles sobre ese misterioso libro encontrado. Había adelantado que el texto involucraba a la raza de vampiros, cuestión que llamó poderosamente la atención.
Pero fue más mi sorpresa cuando pude ver con mis propios ojos la firma de mi padre en esa hoja tan antigua.

Levanté la vista para contemplar a Bernardo bebiendo un trago de coñac. Sentado frente a mí en el sofá, suspiró mientras aguardaba mi veredicto.

—Sí, es la letra de mi padre. No entiendo por qué nunca lo mencionó.
—Es cierto. El libro contiene frases importantes. Habla de profecías. Sabina dice que quizás su madre lo firmó cuando era muy joven. Ya sabiendo que sería el alfa.
—Suena coherente, ahora… ¿A quién pertenece la tercera firma?
—Ella lo ignora. Pensaba si tú… Sin embargo veo que no la reconoces.
—No tengo la menor idea. Y pensándolo bien, mi padre ocultó a Lenya por años, ¿por qué me contaría de este libro.

Arqueó la ceja e hizo señal de aprobación.

—¿Hay algo que contenga el libro que puedas resumirme? Me refiero a datos importantes que nos involucre.
—Pues verás datos precisos… no. Se basa en mantener la unión en las razas. En la lucha contra el exterminio de parte del humano. Después, son reglas nuestras, normas a seguir.
—Entiendo. Entonces, ¿el humano era una amenaza para quienes redactaron el libro?
—¿Era? ¿Descartas que lo sea ahora?
—No me lo recuerdes. No tuve un grato acontecimiento ayer. Pero dime, si se trata de defendernos de la destructora raza humana, ¿quién firma junto a mi padre y Maia?
—Nadie lo sabe en la reserva.

Anouk bajó las escaleras muy elegante con una carpeta bajo el brazo. Parecía lista para una entrevista de trabajo.

—Buenas noches. Lamento interrumpir.
—Buenas noches, Anouk.

Apenas se acercó nos pusimos de pie.

—No sé si te he presentado formalmente a Bernardo. Sé que lo conoces.
—Tengo el gusto sí, aunque nunca hemos hablado. Mi nombre es Anouk Gólubev. Del aquelarre ruso.
—Encantado formalmente –sonrió Bernardo estrechando su mano.
—Reitero, disculpen la interrupción pero me urgía hablar con el señor Bernardo.
—¿Conmigo?
—Sí.

Miré a ambos con curiosidad. ¿De qué hablaría Anouk con Bernardo?

—Coge asiento, Anouk –invité—. ¿Deseas que me retire?
—Oh no, jamás le pediría eso a nuestro talentoso líder.
—Okay –sonreí— ¿Quieres beber un coñac? –me acerqué al bar.
—No gracias, las damas no beben a estas horas.
—Y bien –sonrió Bernardo—. ¿En qué puedo ayudarte? Si es un asunto entre Drank y tú, deberías hablarlo con él.
—¿Drank? –giré la cabeza mientras volcaba más coñac para mí—. ¿Qué tienes que ver tú con Drank?
—No, no –se exaltó Anouk—. Es un disparate. Señor Bernardo pienso que el coñac no está sentándole bien.
—Ah, perdón… porque como creí que… no nada, olvídalo.
—El motivo por el que debo hablar con usted es porque ha llegado a mis oídos, por supuesto que no por una filfa ni cotilleo sino por…
—¿Perdón? ¿Una qué?
—Filfa señor Bernardo, chisme, murmuración, chismorreo.
—Ah…
—Continúo. Llegó a mis oídos porque la noticia de que la reserva contará con un Jardín de Infantes fue motivo de alegría para esta familia que tanto quiero como la mía.

Arquee la ceja.

—Bueno, un poco menos que la mía –corrigió.
—Eso me parece más sincero –sonreí.
—Como decía, dado que abrirán las puertas de esa institución que lleva en sus bases nada menos que la responsabilidad de educar a los más pequeños, propongo que me acepte para el cargo.

Bernardo parpadeó. Miento, Bernardo y yo parpadeamos.

—Ah… Tú dices para el cargo de maestra.
—Docente queda mejor, señor Bernardo. Derivado de docens, enseñar.
—¡Claro cómo no se me ocurrió!
—Por eso me tomé el atrevimiento de preparar el curriculum. Espero que esté conforme. El documento contiene todas mis notas y experiencia en áreas de práctica.
—Bernardo sabe que contiene un curriculum, Anouk.
—¡Por supuesto, por supuesto! No he querido menospreciarlo.
—No has querido, es que a ti te sale natural –la regañé.
—Déjala, a pesar de su verborragia, palabra que sé perfectamente que quiere decir –sonrió divertido—, a pesar de ello me cae simpática. Es muy… fresca. Sí, eso es.
—Es muy amable.
—Bueno, permíteme verlo y te llamaré.
—Si se lleva el curriculum se olvidará y pasarán los días, y días, y días, y comenzará el período de clase y los lobos no tendrán docente. Lobitos, en realidad. Porque ustedes los adultos ya tuvieron quien les enseñara. Eso creo…
—Anouk… —murmuré.
—Es que no puedo decidirlo ahora.
—¿Por qué no?
—Debo consultarlo.
—¿Con quién? ¿Cuántos tan bien instruidos hay aparte de usted?
—¡Anouk! –exclamé.
—Perdón, perdón, me expresé mal y eso no habla bien de una docente. Hasta los cavernícolas del Matto Grosso pueden llegar a instruirse y no quita que vivan en una reserva y sean lobos. ¡No perdón!

Bernardo lanzó una carcajada.

—Quiero decir, que a pesar de ser lobos pueden ser inteligentes y, ¡ay! Mil disculpas, estoy nerviosa. Necesito el trabajo. Por favor, tómeme a prueba. ¿Qué perderá?

Bernardo se recostó en el sofá.

—De ninguna forma tomaré la decisión sin preguntarle a la manada.
—¡Ay qué tierno es! Manada, como si fueran corderitos.
—Somos lobos, señorita Gólubev –sonrió Bernardo—. Espero que no lo haya olvidado al pedirme el puesto. Estará rodeada de ellos.
—No, lo tengo bien en claro.
—Me alegro, la llamaré por sí o por no, lo prometo.
—Espero que sea por sí porque romperá mi corazón de lo contrario.

Liz y Lenya entraron a la sala. Venían de su corta luna de miel.

—Bienvenidos, ¿qué tal lo pasaron?
—Muy bien —contestaron sonrientes.
—Hola rubia, ¡cómo crece ese bebé! –Bernardo la abrazó.
—Es verdad, este último tiempo no ha parado de crecer –sonrió.
—Chicos, ¿beben un coñac con nosotros? –invité.
—Yo no pero mi marido puede que sí. Estará hambriento de alguna charla de hombres. Oh perdón. Anouk, ¿qué tal estás?
—Muy bien, Liz. En realidad yo también me retiro. No se olvide del encargo señor Bernardo.
—No lo olvidaré. Y gracias por pensar en nosotros –sonrió.

Anouk subió la escalera y Liz se despidió de mi hermano con un beso en los labios. Sin embargo antes de retirarse sus ojos se clavaron en el viejo libro sobre el sofá.

—¿El libro de los lobos?
—Así es.

Bernardo lo cogió delicadamente y se lo dio.

—Guauu…

Lenya se acercó curioso.

—Es muy antiguo.
—Sí, lo es.
—¿Y qué hallaron de importante? ¿Solo son reglas para ustedes? ¿Qué hay de las profecías?
—Aún no podemos descifrarlas.

Lenya pasó las hojas con cuidado.

—En la última hoja está la firma de papá –agregué.
—¿En serio?
—Sí, y de Maia. Madre de Sabina. Era el alfa en ese momento.
—Hay otra firma más –dijo observando detenidamente.
—Olvídalo, no sabemos quién es.

Liz deletreó en voz baja. Sus ojos se dirigieron a un punto fijo de la sala como si pensara en ese nombre.

Alcancé a leer sus labios… Vepar, o algo así.

—Liz, ¿conoces quién ha firmado el libro? Liz… —volví a repetir.

Entonces me miró.

—No, no sé quién es.

Vikingo.



Hablar con Scarlet al día siguiente no solo no aclaró el panorama sobre Grigorii sino que me desorientó más. Parecía una joven muy compungida y triste por la separación y a la vez las razones no eran coherentes. Confesó que mi amigo fue el único hombre del cual se había enamorado y seguramente nunca amaría a nadie de esa forma. Sin embargo, no podrían estar juntos ni proyectar una familia en el futuro. Cuando pregunté si ella creía que Grigorii no la merecía, respondió… “soy yo que no lo merezco”.

Insistí, lo admito. Pero no llegué a buen puerto. Se mantuvo en la postura muy segura. Hizo que recordara esas parejas como Romeo y Julieta sin tanta tragedia. O familias de judíos y católicos enfrentadas. Aunque nada de eso ocurría entre los dos. Los Craig nunca habían demostrado desprecio por Grigorii, al contrario. Incluso Sebastien había pagado aquella suma importante para que saliera bajo fianza… ¿Qué cuernos ocurría con mi amigo? ¿Cuál era el impedimento inquebrantable para dejar escapar al amor de tu vida?

Conduje por la avenida principal cubriendo la ronda de vigilancia como casi todas las tardes. Esta vez me tomé el atrevimiento de desviarme dos manzanas y detenerme en el viejo negocio de Jack. No iba en busca de un objeto antiguo, ni de un cuadro de algún pintor en decadencia. Necesitaba un cargador para el móvil encontrado. Me urgía saber si podía encontrar alguna respuesta sobre los misteriosos Craig. Quizás no hallaría nada, solo mensajes de amantes. Quizás…

Apenas entré eché un vistazo a las estanterías. Relojes, botellas decoradas con velas de colores, balanzas antiguas, y hasta una máquina de escribir. Me acerqué al mostrador y saludé.

—Buenas tardes, Jack.

El hombre inclinado en una de las estanterías levantó la cabeza.

—Oficial, buenas tardes. ¿Qué lo trae por aquí?

Se acercó limpiando sus manos en una franela.
—Verás, busco un cargador para este móvil —extraje el aparato de mi bolsillo y lo exhibí.

Él se acercó más y lo miró detenidamente.

—No es tan viejo –observó la entrada de la ficha—. Se ha dejado de usar hará un par de años.
—Es posible. Pero ya no se consigue este modelo. Tú sabes salen al mercado nuevos teléfonos cada tres meses.
—Cierto, pero… no tengo nada parecido.
—¡Qué pena! ¿Estás seguro?
—Completamente.
—Okay.
—¿Por qué no se compra uno con tarjeta de crédito? Las compañías dan muchas facilidades.
—Eso haré. Gracias.

Subí a la patrulla y retomé la ronda. Había pensado que Jack seguramente tendría un cargador antiguo. De todas formas no me daría por vencido. Algo me decía que ese móvil guardaba algo más que conversaciones de enamorados.

Al llegar a la comisaría después de concluir mi jornada laboral, me crucé con Scarlet en el pasillo.

—Vikingo, buenas noches.
—Buenas noches, Scarlet.

Ella siguió camino pero a los segundos se detuvo.

—¿Grigorii no vino a trabajar?
—No, no se sentía bien.

Retomó sus pasos con el rostro preocupado.

—¿Qué le ocurre?
—¿Te interesa?
—Sabes que sí.
—Pues, nada grave. Ha amanecido con fiebre y ha tenido que guardar cama. Quizás sea gripe.

Ella no habló, solo me miró fijamente con esos ojos tan bellos similares al violeta.

—¿Solo fiebre?
—Sí, eso dijo.
—Iré a verlo.
—Preferiría que no. Tú sabes. Verte no le haría bien salvo que fuera para reconciliarse.
—Entiendo. De todas formas iré.
—Lo imaginé.

Hansen salió de la oficina.

—Vikingo, sé que terminó tu jornada pero Tom necesita refuerzos. ¿Podrás quedarte horas extras?
—Sí, no se preocupe.

Scarlet se alejó.

—¡Scarlet!

Giró para verme.

—Por favor, no le hagas más daño.

No respondió y se alejó apresurada.

Una descarga de contrabando en el puerto me entretuvo el resto de la noche ya entrando la madrugada. Finalicé mi larga e improvisada jornada muy cansado y con pocas ganas de prepararme algo de comer, así que de regreso tenía la idea fija de dormir al menos doce horas corridas. Antes llamé a Grigorii para saber cómo se sentía y si Scarlet y él habían cumplido un pacto de no agresión. Llamó la atención que Anne contestara mi llamada. Aunque me aseguró que su hermano parecía mejor a pesar de continuar con fiebre y escalofríos. No pude indagar sobre la relación amorosa. No hubiera sido ubicado de mi parte meter a Anne en ello.

La idea fue dormir y reponer energía, pero no lo conseguí. Me desperté varias veces y no por causas de pesadillas. En realidad, mi obsesión por saber de los Craig causó un descanso interrumpido y la incesante idea en mi cerebro de qué hacer para ayudar a la joven pareja.

Finalmente me levanté cuando un indeciso sol despuntaba el horizonte por la ventana de mi habitación. Preparé café y encendí un cigarrillo. Revisé mi móvil por si Grigorii mi había hecho una llamada, pero no. Solo tenía un mensaje de texto de Asgard, el ex Defensor de Menores. En él me contaba que Elvis se encontraba en un hogar transitorio y que deseaba poder adoptarlo pero no llenaba los requisitos.

Contesté que lo lamentaba, hubiera sido genial que Asgard y el niño, pudieran estar juntos. También aconsejé que no se diera por vencido.

Me senté frente a la pequeña ventana a beber mi café. A Susan le gustaba amargo. La extrañaba… Éramos muy confidentes… Por eso llamaba la atención que nunca me hubiera comentado nada sobre los Craig a los que ella admiraba, y a la vez sentía un temor reverencial.

¿Qué escondían los Craig? ¿Qué escondía Scarlet?

Maldito cargador…

Crucé los brazos sobre la mesa y bostecé. Miré el viejo calendario de cartón colgado de la pared, esos que te regalan en los negocios en todo lo largo y ancho de diciembre. Ya final de junio… Mitad de año y sin hacer nada de mi vida más que comer, dormir, y trabajar. Recordé que el viernes le había prometido a Patty salir a cenar. Éramos viejos amigos y colegas. Aunque no ignoraba que ella hubiera preferido ser algo más.

Patty…  Recosté la espalda en la silla y mi memoria hizo un “clic” como alguien que pone pausa en una parte importante de la película. Patty… Había visto que usaba un móvil como el de Susan… Bebí tres sorbos de café y la llamé.

“Vikingo, ¡qué sorpresa!”
—Sí, disculpa la hora.
“¿Estás bien?”
—Sí, gracias. Yo… Verás, necesito pedirte un favor.
“Dime. ¿No saldremos a cenar?”
—No, no se trata de nuestra salida. Es que… ¿Tú tienes un modelo XCM 2011?
“Ya no, me compré un aparato nuevo a doce cuotas. Hace tres meses”.
—Ah…
“Si sabía que necesitabas uno…”
—No, es que… quería un cargador para ese modelo.
“Pues, si es por el cargador aún lo tengo. Colecciono cargadores desde que me compré el primer móvil. Locuras o manías.”
—¿De verdad?
“Por supuesto.”
—¿Podrías dármelo? No ahora, quiero decir, mañana cuando nos veamos en la oficina.
“Cuenta con ello.”
—Gracias, Patty.
“Haría cualquier cosa por ti.”

La frase, “yo también” quedó suspendida en el aire pero no podía engañarla. Así que terminé la charla con el famoso, “eres una buena chica, gracias amiga”.

Me puse de pie y observé el horizonte. El naranja se diluía a medida que ascendía como abanico por el cielo. Seguramente a la noche llovería. La breve noche de Kirkenes y su particular estación de verano. Extrañaría la aurora boreal hasta finales de septiembre, donde la oscuridad ganaría paso a paso terreno y la ciudad se prepararía para las eternas nevadas.

Noches mágicas y misteriosas. Noches subyugantes y extraordinarias. Noches de Kirkenes, ciudad que acogía miles de turistas entusiasmados por la naturaleza. Nunca hubiera podido vivir en otro lugar del mundo. Amaba mi tierra rodeada de ese mar que en tiempo de tormentas parecía aterrador. De joven escapaba del colegio e iba a caminar por la playa. Cansado de andar me paraba frente al oleaje y dejaba que la brisa me arrebatara la energía para devolvérmela incrementada. Dicen que el mar te arranca el alma y se la lleva. La pasea entre las olas y la hunde en las profundidades. Después te la regresa. Pero ya no eres el mismo. Nadie vuelve siendo el mismo después de estar frente al mar.

El timbre de casa sonó dos veces. Alisé mi cabello para tratar de peinarme. Abrí la puerta en segundos pero no había nadie…

Eché un vistazo de izquierda a derecha y la calle parecía solitaria. ¿Quién habría llegado hasta mi portal y habría corrido tan veloz que no había alanzado a descubrirlo? De pronto, antes de cerrar la puerta mi pie chocó con un objeto… Lo levanté y arquee la ceja. ¿Un zapato de dama? ¡Qué extraño! ¿Quién querría dejar un zapato abandonado? ¿Una vagabunda? No, era muy costoso. ¿Una mujer mal de la cabeza? ¿Pero por qué yo? ¿Con qué fin?

Anouk.



—¡Ah pero tú sí que has perdido la cabeza, Rose! ¿Cómo se te ocurre?

Rose se sentó en mi cama y frunció el seño.

—Di lo que quieras. Se me ocurrió llamar su atención.
—Ese humano no recordará porqué alguien dejó su zapato allí. Y era tan costoso. ¡Qué lista eres te has quedado sin el calzado de marca!
—Me compraré otro.
—Aún no sé cómo Scarlet te dio su dirección.
—Le dije que debía agradecer al oficial por haber sido tan amable conmigo aquel día.
—¿Y te creyó?

Rose movió la cabeza tristemente.

—Scarlet no es la misma desde que se peleó con Petrov. Anda entre nubes, pero no rosas, nubes de tormenta.
—Pobrecilla. ¡Qué pena me da!
—No entiendo porque no le dice la verdad. Todos los Craig la apoyaremos.
—No, si tú no estás loca entonces has bebido alcohol y del malo. ¿Piensas que es fácil? Imagínate, “hola Grigorii, yo te amo pero no podemos estar juntos porque soy una vampiresa, asesino personas y tú cuidas de ellas”. ¡Olvídalo!
—Será peor si lo descubre por otro.
—Nadie se lo dirá.
—La mentira tienes patas cortas.
—¿De dónde has sacado esa frase?
—De una humana en la feria.
—Mira Rose, ponte a estudiar porque no salvarás exámenes copiando frases de humanos en la calle.
—Estoy enamorada –suspiró.
—Si lo has visto dos o tres veces.
—Da igual. No sabes, tiene unos ojos celestes como el cielo en verano. Esos músculos trabajados que luce bajo la ropa de faena. Y esas manos… ¡qué fuertes!
—¿Manos fuertes? ¿No será ancha o grande? Tu técnica del lenguaje me deja impresionada. Sigue así y rendirás literatura cuando los elefantes vuelen.
—¡Ay calla, Anouk! Déjame soñar con ese pedazo de humano. ¿Sabes qué cosas imagino con él?
—Okay… —rodee los ojos—. Aquí comienza tu lenguaje impropio. Que no es precisamente la envidia de Cervantes.
—¿Quién es Cervantes?
—¿Quién es? Yo digo que te pongas a estudiar ya mismo.

Unos golpes a la puerta interrumpieron la charla.

—¿Será Cervantes que viene a sermonearme? –bromeó.
—¡Cielos! Cervantes murió en 1616. Y antes de abrir la puerta te diré que fue el autor del famoso “Don Quijote de la Mancha”. Al menos dime que te suena Shakespeare.
—Siii, el autor de Romeo y Julieta. El cual se encontraba de muy mal humor cuando escribió el final.
—Es una tragedia.
—Ya lo sé, ellos mueren.
—Tragedia, Rose. Es el género dramático.

Abrí la puerta y me encontré con Sebastien.

—Ah, Sebastien. ¿Qué tal?
—Bien Anouk, Necesito hablar contigo.
—Rose rinde examen mañana y…
—Anouk, te espero en el despacho.
—Okay… Ya bajo.

Cerré la puerta y miré a Rose.

—¿No recuerdas si he metido la pata últimamente?
—Que yo sepa no. Pero si te pregunta algo sobre mí y Vikingo, no me delates.
—Aprendí que significa ser amigo, Rose. No te preocupes.

Salí de la habitación y avancé por el pasillo hacia la escalera. ¿Llamaría mi atención por el ofrecimiento a Bernardo? No le había consultado… Diablos, trabajaba para Sebastien Craig y ni siquiera le había dicho que dejaría el trabajo por otro. ¡Qué mala actitud! ¿Cómo pudo escapárseme no avisar la posible renuncia al empleo? No era digno procedimiento de una Gólubev…

La sala estaba vacía a no ser por Numa sentado en el sofá. Lo saludé pero no respondió. Parecía demasiado pensativo para darse cuenta de mi presencia. Golpee la puerta del despacho y esperé la voz de permiso de Sebastien Craig.

Apenas entré lo vi sentado en su escritorio. Levantó la vista e hizo ademán de invitarme a sentar.

En cuanto lo tuve frente a frente lo observé apagar la notebook y cerrarla. La hizo a un lado y apoyó los antebrazos en la mesa lustrada.

Una Gólubev hubiera guardado silencio hasta escuchar el motivo de su llamado pero yo… hace tiempo había dejado de tener costumbres de mi perfecto y educado aquelarre ruso. Para bien o para mal.

—Sé que puedes estar molesto porque no te he comentado sobre la idea de trabajar como docente y seguramente mi proposición al lobo te tomó de sorpresa. Disculpa por no haber actuado correctamente y avisarte de una posible rescisión del contrato. Mis padres hubieran desaprobado mi actuar y con toda razón. Lo olvidé, no fue a propósito para ocultarte algo. Mi cabeza últimamente no razona en orden y…

Callé…

Él me miraba con un gesto de paciencia que ni siquiera se lo había visto a mi padre en toda su vida.

—¿Terminaste Anouk? –habló con voz calma y melodiosa.
—Sí, perdón. Solo que creí que adelantaría parte de la conversación porque sé de antemano que no obre adecuadamente.
—Pues –se rascó la barbilla—, diré que si fueras Natasha te diría que tu don está fallando. Porque no es de eso que quiero hablarte.
—Ah… Te escucho.
—No solo quiero que me escuches, sino que me hables con la verdad. Y por una sencilla razón. No soy tu padre pero vives bajo mi techo y eres en cierta parte mi responsabilidad.
—Tienes razón.
—Iré al grano, sin rodeos.
—Sí…
—¿Qué hay entre Drank y tú?

La pregunta me descolocó. Como un disparo en el medio del pecho. Como un balde de agua helada sobre mí. No lo hubiera imaginado. Tonta de mí. Era imposible que un dato tan llamativo dado por el lobo hubiera escapado del líder de los vampiros.

—¿Tú dices porque el lobo lo nombró?

Cruzó las manos sobre el escritorio y me observó fijamente.

—No precisamente. No es el hecho que Bernardo o el lobo como tú lo llamas haya relacionado a Drank contigo. Sino que fue tu particular reacción al escuchar su nombre.

Listo Anouk, estás frita… No quedaba mucho por hacer frente a ese espécimen que adivinaba sentimientos escondidos.

—¿Se notó mucho? –balbucee.
—Al menos para mí.

Permanecí en silencio con la vista clavada en la alfombra de persa bajo mis pies.

—¿Entonces, Anouk? ¿Qué ocurre entre Drank y tú?

Levanté la vista y lo miré compungida.

—No ha ocurrido nada, para mi desgracia. Me gusta eso es todo.
—¿Por eso quieres trabajar en la reserva? ¿Para tenerlo cerca?
—Miento si diría que la idea me entusiasma. Sin embargo hace tiempo que no consigo hacer las prácticas finales para el título y para ello debo trabajar un tiempo como docente. Pensé que en la reserva sería un lugar adecuado para aprobar porque no consiguen quien se ofrezca a enseñar en esas condiciones. Me refiero al lugar y la distancia del centro de Kirkenes.
—Ajá… Pero son niños comunes. A pesar de tus ideas.
—No discrimino.
—En parte sí. Sin quererlo, lo sé. Pero lo haces. De lo contrario comenzarías a llamar a Bernardo por su nombre no por su raza.
—Lo siento. No me di cuenta.
—No es a propósito para hacerlo sentir de menos, eso lo sé. Sin embargo marcas inconscientemente una diferencia y te diré que no la hay. Los niños que educarás si Bernardo acepta son como cualquier niño, sean vampiros, lobos, o humanos.
—Lo entiendo. Estoy lista para la práctica de cualquier niño.
—Me alegro. Tengo entendido que necesitan cubrir un Jardín de Infantes con la idea de guardería. La necesidad de los padres de dejar a sus hijos en buenas manos mientras ellos, no están en sus hogares.
—Sí…
—¿Crees que podrás con esa tarea?
—Me gustan los niños, más que Drank. Si ese es tu temor.
—Bien, ahora… ya que me has confesado parte de tus intenciones, hablaremos de Drank.
—¿De Drank? No creo sea necesario, Sebastien. Te aseguro que no miento. No ha ocurrido nada entre él humano y yo. Perdón, entre Drank y yo.

Sonrió levemente.

—Hablaremos de todos modos.
—Okay…
—Drank es un buen hombre. Sin embargo tengo entendido que Liz es la dueña de su corazón. No quiere decir que su actitud respetuosa y noble hacia mi hermano haya arrancado su amor por ella de un día al otro.
—Lo sé.
—Eso significa que no te será fácil la conquista. Que tendrás que ir con cuidado de no lastimarte. Pero hay otra barrera que deberás vencer si es que logras tu propósito.
—¿Cuál?
—Tu familia.
—Sebastien, los Gólubev nunca han puesto impedimento en esa clase de relaciones. Anoushka es humana y la adoran. Ha sido difícil al comienzo pero no por su raza sino por un tema del linaje. Es bisnieta del asesino de los Romanov. Sabes que ha significado para mamá.
—Conozco los pormenores.
—Y ya ves que la adora como una hija más.
—Te diré algo. Mi padre fue un ser bondadoso y justo pero recuerdo su rostro de decepción cuando confesé mi amor por una hembra que no era vampiresa. No es por maldad. A veces lo padres proyectan un futuro que creen perfecto para sus hijos y en el fondo del corazón un poco les preocupa cuando no es así.
—Pero a Bianca logró quererla mucho con el tiempo. La hubiera asesinado si deseaba otra hembra para ti.
—No hablo de Bianca.

Recordé que Sebastien no era la primera vez que se enamoraba de alguien de otra raza.

—Okay… Pero las cosas no fueron tan mal.
—¿Tú crees?
—Bueno… La loba y tú se llevan bien.
—¿Piensas que para llegar a donde hoy estamos parados no ha corrido agua bajo el puente?
—Supongo.
—A ello hago hincapié. Debes estar preparada porque sospecho que nada será fácil para ti. Y estás acostumbrada a que nada cuesta demasiado.

Abrí la boca para contestar de inmediato pero la angustia me ganó y la cerré. Ante el silencio sentí los ojos humedecerse. Tragué saliva y tomé impulso para mirarlo a la cara y responder.

—Quiero contarte que trabajar y mantenerme no fue fácil para mí. Como tú has dicho, acostumbrada a tenerlo todo. Tuve que valerme sola y no solo por el dinero, sino por no tener la contención de mi familia ante cada pequeño o grande escollo. Y aprendí… —una lágrima se deslizó por mi mejilla, sin embargo no bajé la mirada—. Aprendí a tener amigos y ser amiga. Aprendí a cumplir horarios y tareas de lo contrario no cobraría mi sueldo. Aprendí a no gastar demás en superficialidades porque no llegaría con el dinero a fin de mes. Aprendí a salir adelante sin los Gólubev cuidando mis espaldas. Cada avance, cada decisión, fue mi absoluta responsabilidad. Creo que no me fue tan mal.

Sonrió.

—No, te ha ido muy bien. Tienes razón.
—Sé bien que Drank es humano. También que no es rico… Y que no tendré junto a él un apellido ilustre como los Gólubev o los Craig, pero es el dueño de mi corazón. No me asusta luchar por él. Me aterra más que no crean en mí.
—Creo en ti, Anouk. Y… adelante, ve por tus sueños. Solo recuerda no lastimar a nadie en el camino. En cuanto a tus padres, no diré nada de esta conversación. Aunque algún día si todo sale como sueñas, tendrás que hablarlo tú.

Thashy.

Había oscurecido en esas tierras extrañas, cuando al fin pudimos entrar al lugar donde tenían encerrado a Huan yen. Era un especie de cueva húmeda como las que veíamos en Siberia. Pero tenían piedras rojizas como paredes y parecían idénticas unas a otras. También había largos hierros que impedían pasar entre ellos y llegar a él.

Miyo había quedado cerca de la entrada, cuidando que ningún humano apareciera. Tenía los ojos rojos, brillantes, casi escarlata, debido a la sangre bebida horas antes en aquel tren.

Huan yen parecía golpeado. Estaba echado en un rincón cuando me acerqué. Se sorprendió al vernos. Acaricié los hierros y probé mi fuerza. Pero no era suficiente para doblarlos.

—Vinieron por mí –balbuceó.
—Sí –contesté mientras seguía estudiando los hierros.
—Son barrotes. Los usan cuando quieren encerrar humanos que se han portado mal –informó.
—Pero tú no eres humano y no te has portado mal.
—Dijeron que estaba loco. Un loco asesino. Que vendrían por mí a la mañana.
—¿Sabes cómo abren estas cosas?
—No los abren. Las rejas tienen un candado –se puso de pie poco menos que arrastrándose—. Te mostraré.

Llegó hasta mí y tanteó un objeto de forma extraña.

—Es un candado. Se abre con una llave.
—¿Llave?
—Sí, es eso colgado allí. Pero está muy alta.

Seguí la perspectiva.

—Cierto, no llegaré con mi condición débil.

Miré a Miyo. Recostada en el marco vigilaba la profunda oscuridad de afuera.

—Hermana, ¿crees que podrás usar tu don?

Ella parpadeó sin entender y mordió una de sus uñas. Tenía la costumbre de hacerlo cuando se sentía preocupada o desprotegida.

—Miyo, debes intentarlo. Hay que salir de aquí antes de que el sol salga –señalé la llave colgada—. Usa tu don para mover eso de allí.

Se acercó con la vista fija en el objeto brillante.

—Debe caer. Inténtalo.
—¿Qué es?
—Huan Yen dice que se llama llave. Con ella podemos abrir los hierros y escapar.
—Quiero ver a papá otra vez.
—Escucha, no veremos a papá nunca si esos humanos nos atrapan. Vamos, inténtalo. Eres la que más se alimentó. No tengo fuerzas aún.

Huan Yen se aferró a los hierros y aguardó inquieto. Podía oler su miedo.

Miyo clavó la vista en la llave varios segundos. Sin embargo el objeto no se movió.

—Una vez más, Miyo… Una vez más. Concéntrate.

Negó con la cabeza y lloriqueó.

—Tranquila. No hagas ningún ruido. Los humanos deben rondar. Inténtalo otra vez. ¿Recuerdas cuando nuestro padre te decía, Miyo tú puedes lograr lo que desees?

Mi hermana frunció el seño y llevó la mirada al objeto. Pasaron segundos eternos antes que la llave comenzara a balancearse.

—Eso es… Tú puedes.
—¿Sabe telequinesia? –se sorprendió nuestro salvador.
—Sshh… no hables.

El objeto brillante continuó oscilando pero no lograba sacarlo de allí.

Estaba a punto de darme por vencida y eso que no era mi forma de ser. La realidad era que se hacía difícil lograr que la llave cayera al suelo. De pronto, el objeto saltó de la pared como si alguien lo hubiera descolgado.

El sonido que produjo fue la mejor música escuchada. Mejor que la flauta que tocaban los apetitosos pastores cuando cruzaban las montañas con las cabras.

—¡Lo hiciste Miyo! Muy bien.
—No, no lo hice –murmuró—. Alguien ayudó a Miyo.

Cogí la llave y la entregué a Huan Yen. No tenía la menor idea de cómo iba a servir ese objeto tan pequeño contra esos hierros tan gruesos.

Mientras él metía el objeto en eso llamado candado pensé en la frase de mi hermana. “Alguien ayudó a Miyo”. ¿Sería mi padre? ¿No era ilusión de Miyo haberlo visto hace unas horas? ¡Qué ganas de poder abrazarlo como aquella noche que se presentó para despedirse!

Mis ojos se llenaron de lágrimas.

—Thashy. El señor libre –señaló a Huan Yen.
—Gracias, gracias por venir por mí.
—Tú nos libraste del mal. Hicimos lo mismo por ti.

Huan yen le costaba caminar, pero aún así los tres salimos a través de la oscuridad que nos amparaba. Quién sabe hacia dónde. ¿Al bosque? ¿Dónde más podríamos ocultarnos?

Lo ideal hubiera sido descansar. Huan Yen no se veía nada bien. Pero él decidió seguir viaje atravesando el bosque. Dijo que debíamos llamar a los Craig. ¿Cómo lo haría? Otra vez nos quedaríamos solas aguardando que lograra encontrar ayuda. Era el único de los tres que podía mezclarse con humanos sin levantar sospechas. Al menos no tanto como nosotras.

Caminamos mucho, quizás una hora o más, hasta que llegamos a un claro donde se detuvo.

—Esas luces que ven son casas de humanos. Allí puede que me presten un teléfono para llamar.
—¿Llamar? ¿Teléfono? ¿Cómo Khatry?

Huan Yen no me respondió. No entendía que quería decir. Mi mente recordaba el último tiempo después que murió mi padre. Kathry me llevó hasta un pueblo cercano y allí en un lugar que llamó “bar”, habló por un aparato con el hijo de Adrien. Insistía en que debía aprender a mezclarme entre los humanos. Que los Craig tenían razón. Me arrepentía de no haber practicado más.

—Debo llamar al número de la libreta. Alguien responderá y nos encontrará –insistió.
—¿Qué haremos nosotras?

Él observó las frondosas copas de los árboles y señaló.

—Allí estarán seguras.


Adrien.

La luz que rodeaba a Agni por momentos se opacaba. Su preocupación por el guerrero y sus hijas lograba desconcentrarlo. Lo entendía perfectamente. Había pasado por ello cuando Agravar tenía en sus manos a mis hijos. Sin embargo debía sobreponerse ya que no solo no lograría ayudarlos sino que corría el riesgo de que las sombras del limbo lo tragaran.

Lo vi acercarse con su manto lamiendo las grietas del suelo rocoso. Subía lentamente la pendiente donde tantas veces descendí para contactarme con mis seres queridos. Era un ser de luz, capaz de transmitir una paz profunda y una filosofía de vida de “no dañar”, salvo la propia subsistencia. Si tuviera que compararme con él resaltarían varias diferencias y muchas similitudes. Siempre jugué con los límites, lo admito. Nunca aguardé que el universo pusiera las cosas en su lugar. ¿Hubiera asesinado para resguardar nuestra raza? Sí, lo hubiera hecho. Permisivo, hasta un punto. Valiente y tenaz hasta mi última célula. Sin embargo, como Agni, me consideraba un amigo leal, y cuando amé, nunca mentí y lo hice con todo mi corazón.

Sonreí apenas llegó hasta mí, preocupado.

—Tranquilo, tú más que nadie cree que en la vida todo vuelve. Hallarán a Sebastien y esa serpiente tendrá su merecido.
—Las he ayudado –murmuró entristecido.
—¿Cambiaste el futuro por ello?
—No, ellas habían decidido que hacer.
—¿Entonces? No debes estar triste por hacer algo incorrecto.
—Me apena que no puedan solas. Tienen tan pocos recursos por mi culpa. Si hubiera escuchado a tu hijo.
—Por centenas de años no has tenido que abandonar las montañas, ¿por qué pensar que podría ocurrir?
—Por la razón que pensaste tú cuando dejaste a Sebastien vivir entre humanos.
—Quizás fue cumplirle su capricho.
—No, fue tu inteligencia.
—No te menosprecies… Y… ¿Manaslus? No la he visto entre nosotros últimamente.
—Mi hembra está destrozada. Si no se sobrepone las sombras la arrastrarán.
—Eso no ocurrirá.

Se mantuvo pensativo y finalmente asintió en silencio. Me miró sonriendo.

—Es verdad. No debo perder mi fe. El bien a la larga siempre triunfa. Todo vuelve.
—Me gusta que pienses así. Paciencia.
—Es tu energía poderosa que me contagia –sonrió—. Y dime, ¿ya sabes que será tu nieto? ¿Un niño o niña?

Mi vista se dirigió hacia la pendiente. Sonreí.

—Sí, lo sé desde que Bianca estuvo aquí. Y tienes razón… Todo vuelve.
















































12 comentarios:

  1. Anouk conseguirá lo que se proponga, tiene las ideas muy claras y el don de la palabra y de la filfa:))
    Rose será la Cenicienta de Vikingo.
    Es verdad que el final de una novela depende del estado de humor de los escritores? Si es así, Rose tiene mucha razón, Shakespeare estaba de muy mal humor.
    Bso

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    1. ¡Hola Ignacio! Muchas gracias por tu comentario. Anouk se ha propuesto acercarse a Drank aunque su vocación la ayudará mucho. Le encantan los niños y ha hecho una carrera adorable.
      ¿Rose será la Cenicienta de Vikingo? A mí también me gusta la idea, habrá que esperar.
      En cuanto al humor de los escritores salvando la distancia de ese genio de Shakespeare, espero estar de muy de buen humor al terminar este libro. Ansío que les guste como los anteriores. Un abrazo amigo, y buena semana para ti!

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  2. Uy a ver que pasa con Anouk esperó que algun día tenga oportunidad con Drank. Uy me dejaste intrigada con el final que todo vuelve. Te mando un beso

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    1. ¡Hola Citu! Muchas gracias por comentar! Ojala Drank y Anouk estén juntos pero para eso ambos deben limar asperezas.
      El todo vuelve es una ley universal y creo que Adrien lo dice pensando en su pasado y amistades... más no puedo adelantar. Gracias amiga, espero te haya gustado. Un besazo y buena semana!

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  3. Holaaaaa, me ha encantado que rescaten a Huan yen. Ojalá encuentren pronto a los Craig!!!! A Drank le va a encantar la nueva maestra. Cómooooo no tiró Patty el cargador??? Socorrocooooo!!!!!
    Capítulazo!!!!!

    Besoteeeeesssss!!!!!!

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    1. ¡Hola Merck! Como siempre tus comentarios son divertidos. Gracias por comentar y tu cuota de humor.
      Huan Yen ha sido rescatado pero falta que puedan los tres llegan a los Craig. Vilu puede estar tras ellos. Siiii, coincido a Drank le va a gustar mucho aunque veremos que hace cuando tenga que reconocer que le interesa una Gólubev.
      Patty tiene el cargador!!Si, Dios mío!! Vikingo no descansará hasta tener la respuesta. Hasta el próximo capi, te deseo una feliz semana y besotes miles.

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  4. Hola, Lou... Sigue el enigma del libro de los lobos... Adrien lo firmó, Maia también, pero hay una tercera firma desconocida... aunque Liz ha leído Vepar, y esto me ha sorprendido bastante
    Pues sí, Vikingo va a disponer del cargador de Patty... y creo que descubrirá lo que Scarlet no querría que Grigorii supiera nunca
    No puedo dejar de decirte que me ha encantado como has expresado lo que siente Vikingo frente al mar
    Me he reído con la idea de Rose de dejarle un zapato a Vikingo
    Mi padre no podría creer que Rose no sabe quién es Cervantes, y su magistral "Don Quijote de la Mancha"... es que esta novela es algo muy grande para él, es su favorita
    Miyo tiene razón... Agni la ha ayudado a coger la llave... y es que un padre es para siempre como dice el mío
    Felicidades, Lou... y permite que te agradezca los buenos momentos leyendo tu novela
    Besos

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  5. ¡Hola Mela! Soy yo que te agradezco tu bello comentario y tus palabras. Me hacen muy feliz.
    Es cierto, el enigma sigue pero al menos para algunos, no por mucho tiempo. Liz ha leído ese nombre y tendremos que esperar ya que Vepar se encuentra en otros mares.
    Vikingo tiene la idea fija pero pienso que tampoco se imagina que hay detrás de los Craig. Amí tampoco se me ocurriría. En cuanto lo que dice sobre el mar, coincido contigo, me ha encantado.Debe ser porque pienso igual que él. El mar es algo maravilloso y después de estar en soledad frente a él, no partes siendo la misma.
    He tenido la suerte de vivir cerca de una playa muchos años. Lástima que actualmente vivo en plena ciudad.
    Rose se le ha metido en la cabeza conquistar a Vikingo, quizás sea su verdadero amor, eso lo veremos.
    No conoce a Cervantes, terrible error si vas a rendir literatura. Por suerte aquí en Argentina sabemos y admiramos al autor. Un grande. Dile a tu padre que tiene toda la razón. Su obra es magnífica.
    Agni ha ayudado a Miyo con la llave aunque me temo que mucho más no podrá hacer sin romper las reglas.
    Pero siempre estará, como Adrien con sus hijos.
    Por último reitero mi agradecimiento, es un bálsamo tu comentario, como siempre. Y me ayuda en momentos difíciles como los de hoy.
    Un beso grande amiga y que tengas una bella semana.

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  6. Anouk puede estar tranquila y segura de que Drank se enamorara porque a Liz la quiere como a una amiga,Liz esta con Lemya y Drank ya no esta enamorado.Con el telefono Vikingo lo descubrira todo y no se que pasara.El capitulo me ha gustado mucho.Besos.

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    1. ¡Hola Ramón! Muchas gracias por tu comentario. Es verdad, Anouk puede estar tranquila ya que Drank piensa en Liz como amiga. Igual debe luchar contra otros escollos que seguramente se le irán presentando.
      Yo creo que Vikingo está muy cerca, tenemos que esperar para descubrir si hay algún secreto en el teléfono.
      Me alegro mucho que te haya gustado. Te mando un abrazo grande desde Buenos Aires y muy feliz semana!

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