INTRODUCCIÓN

Introducción:

Dentro de los Sami, una raza milenaria se ha mantenido en secreto. Los lobos basados en la naturaleza y el honor han logrado la supervivencia lejos del ojo humano.

La reserva es su hogar y transitaré en ella para conocer cada secreto. Es un gusto que ustedes me acompañen. Estoy segura que reirán y se emocionarán.

Por mi parte cada línea, cada párrafo sobre ellos, me ha llevado a un mundo de misterio y fascinación.

Lo siento no puedo prescindir de ellos. Ellos… también me han atrapado.

lunes, 6 de mayo de 2024

 Estimados, mil disculpas por la demora. Por problemas de salud no he podido subir antes el capi. Les deseo una genial semana y disfruten el capítulo. Besos, los quiero. Lou.


Capítulo 61.

Un nuevo día.

 

Bua.

 

Acaricié la seda del vestido que lucía el maniquí de la boutique. Fruncí el ceño y Neeja sonrió.

 

—¿No te gusta el rojo? Debe quedarte muy bien. Es alegre. Justo para una boda.

—No es eso. Es que pienso que no es adecuado para esta época. Pisamos el invierno.

—Pero los salones tienen calefacción. También el Registro Civil.

—No se hará en un salón de fiestas. Ni irán al Registro Civil. Mike y Chelle decidieron contraer nupcias en pleno bosque. Contrataron al Oficial por el tiempo estrictamente necesario.

—¿En serio? ¡Qué original! Me gusta. Entonces, ¿la fiesta será muy íntima?

—Mmm… Bueno lo que se dice íntima… Recuerda –miré alrededor para cerciorarme que no estaba la vendedora cerca— habrá lobos, vampiros, humanos...

—Seguramente todos los que los aprecian.

—Sí, eso sin lugar a duda.

 

La puerta de la boutique se abrió y mis ojos descubrieron al hombre que me quitaba el sueño hace ya tiempo.

 

Asgard nos descubrió después de echar un vistazo al salón y se acercó sonriente con su impecable traje negro y sonrisa.

 

—Hola cariño –me besó en los labios y depositó un beso en la frente de su madre—. Hola mamá. ¿Ya eligieron vestido?

—Neeja sí, yo aún estoy indecisa.

—¿Puedo ayudarte?

—Por supuesto. ¿Y Elvis? ¿Lo has dejado solo en el coche?

—¡Asgard!

—¿Cómo se les ocurre? Lo dejé en la casa de su amiguito. La mamá de Johnny me pidió si podía quedarse a dormir. ¿Hice bien? Te envié el mensaje para ver que opinabas pero no contestaste y tuve que tomar la decisión.

—Me parece bien. Johnny y él se llevan muy bien y es bueno que tenga un amigo –contesté—. En cuanto al mensaje, lo siento. Me quedé sin batería. Juro que lo cargué pero la batería no dura.

—Hay que comprar otra. Tienen una vida útil.

—No sé si vale la pena. Quizá convendría otro móvil. Aunque están muy caros. Recién comencé a trabajar en la farmacia.

—Te lo regalaré. Uno para ti y otro para ti, mamá.

—¿Has sacado la lotería? –bromeó Neeja

—No, pero me han ascendido esta semana.

—¡Ey! ¡Felicitaciones hijo!

—Asgard, ¿cuándo pensabas contarnos?

—Es que lo iba hacer en la cena este sábado. Pensaba invitarlas al Hans ´s Restaurante.

—¡Qué nivel! Pero no puedo comer demasiado, estos días. Debo mantenerme a dieta. Quiero lucir bien en la boda de mi hermano.

—Imposible que luzcas mal, mi amor. Eres bella con harapos.

—Umm, ¡cómo te amo! –besé sus labios y lo abracé.

—¡Qué lindos se lo ve! Estoy feliz que se hayan conocido.

—Disculpen –la vendedora se acercó temerosa—. No quiero interrumpir pero en media hora debemos cerrar. Es el nuevo horario de diciembre.

—Oh, no se preocupe, lo sentimos –se excusó Neeja—. Vendremos mañana con más tiempo.

—Aguarden –Asgard señaló un vestido bordou—. ¿Y ese? ¿No te gusta? Es…

—Terciopelo –interrumpió la vendedora.

—Sería ideal para la época. ¿Te gusta Bua? Deberías probártelo –sonrió Neeja.

—Sí, me gusta. Veremos cómo me sienta.

—Mi amor…

—Lo sé, lo sé… reí—. Todo me queda bien.

 

Mike.

 

Sentado en el sofá de la gran sala, aguardé impaciente a Charles. Observé de reojo el mobiliario tan elegante pero a la vez cálido. Se percibía riqueza. Sin embargo, no dejaba de sentirse como un hogar. Y no era por la chimenea encendida, ni el penetrante aroma a café, era… como decirlo… las voces de la casa, el trato cariñoso de sus integrantes. Hace un momento, Bianca había bajado de su habitación con una joven rubia, la llamó Ekaterina. Ambas reían, al parecer, por alguna travesura del niño Nicolay. Me saludaron y continuaron hacia la terraza donde se hallaba Sebastien, quien me había dado la bienvenida. En la terraza se escuchaba la charla amena. Los tres parecían llevarse muy bien. La bebé se había dormido y suponía que aprovecharían el tiempo para relajarse. Disfrutar como familia los momentos invaluables. La buena convivencia y amor se respiraba en esa casa tan grande y bella.

 

Margaret había traído mi café y había ido por Charles ante mi pedido de hablar con él. Lo tenía pensado desde hace un mes atrás y quería creer que estaría de acuerdo con la solicitud que le haría. Para mí sería una sorpresa excelente que Chelle jamás sospecharía.

 

Otro de los hijos de Sebastien bajó las escaleras apresurado. Llevaba consigo, colgado de su brazo, un traje en una percha. En cuanto me vio, sonrió y se detuvo.

 

—Mike, ¿verdad?

—Sí, pareja de Chelle.

—Okay… Ehm… Dime, ¿ninguno de los novios irá de azul? No me gustaría arruinarles el atuendo.

 

Observé el traje balanceándose en su brazo.

 

—Oh, no… Tranquilo. No nos casaremos de traje.

—¿Ah no? –se sorprendió.

—No, de hecho… nos vestiremos informal.

—Ah, bien, original. ¿Chelle también?

—Sí.

—Quién lo diría. Tan estructurado.

—Numa –Sebastien entró en la sala—. Bonito traje.

—Gracias, papá. Lo enviaré a la tintorería. He logrado escaparme de Nicolay y su video juego.

—Creo que estaba ganándote y huiste.

—En parte sí.

 

Sebastien sonrió y luego se dirigió a mí.

 

—Mike, ¿han avisado a Charles?

—Sí, sí, gracias.

—¿Deseas más café?

—No, está bien. Muchas gracias.

 

En ese instante hizo su entrada triunfal Charles Solberg. Me puse de pie de forma espontánea. Todo él era imponente, su seguridad al caminar hacia el centro de la sala, su mirada apacible, serena, plena de confianza en sí mismo. Sabía que había sido el gran amigo del líder de los vampiros, el que sirvió por decenas de años a Sebastien, fiel y leal a los Craig desde siempre. Se decía de él, muchas cosas. Quizás algunas exageradas… o no. En la reserva, los lobos más viejos comentaban que era el único vampiro que tenía el don de hipnotizar. Que su lealtad podía llegar a extremos insospechables. De hecho, había ayudado a Sebastien con el robo de Douglas a Sabina. Pero no existía ser que pudiera acusarlo de traidor. Por eso pensaba que podía ayudarme en mi objetivo. Después de todo, el fin era agradar a Chelle.

 

—Mike, ¡qué sorpresa! Margaret dijo que querías hablar conmigo.

—Sí, señor.

—Coge asiento, por favor.

 

Sebastien palmeó el hombro de Numa.

 

—Vamos, debo ir a la ciudad así que te alcanzaré.

—Odette duerme como ángel, Rose se ha quedado con ella –informó Charles.

 

Sebastien detuvo su andar y giró hacia él.

 

—Charles, no le pasará nada, es su habitación, acondicionada para una bebé. Por el momento no se le ocurrirá salir por la ventana y escapar.

—Es por si llora…. Y… no entiendo el porqué de tu “por el momento”, ella nunca se escapará.

—Veremos cuando sea adolescente.

—¿Quieres amargarme el día?

 

Sebastien y Numa rieron.

 

—Lo digo en serio. No hables de hechos que están muy lejos de ocurrir.

—Okay, okay.

 

Apenas quedamos solos volvió a la compostura, que al parecer la había perdido en segundos. Sonrió amable y aproveché a beber un trago de café y armarme de valor.

 

—Y bien, Mike. Me intriga tu visita.

—Sí, me imagino… Es… quiero pedirle un favor.

—En lo que pueda ayudarte, no hay problema. Dime.

—Ante todo, debe ser un secreto para Chelle.

—Ah… presiento que eso será un problema.

—Es que es algo bueno para él. Le gustará.

—¿Estás seguro?

—Lo estoy.

—Muy bien, soy todo oído.

 

Sabina.

 

Caminé con Gina hasta el lugar señalado por los novios. Allí, nos uniríamos a Louk, July, Vinter, Tim, Luna, y otros lobos más. Prepararíamos el sitio donde mañana se celebraría la boda de Mike y Chelle. Era un lugar donde muchos hechos transcurrían. Cotidianos como reuniones y votaciones, y especiales como aquella boda frustrada de Carl y Marin. Lo sé, no era un hecho para olvidar aunque pasaran cien años. La boda fue interrumpida nada menos que por mi hijo, Douglas Craig, y por supuesto… en complicidad con Drank y su falso ataque al corazón.

 

Apenas llegué al salón, observé la decoración de ramos de lupines blancos y lilas. Habían unido una decena de mesas formando una sola. Bancos largos y paralelos, para que todos los invitados pudieran disfrutar del banquete y acompañar a los novios en esta fecha tan importante para ellos.

 

Observé alrededor, a través de los grandes cristales que rodeaban el salón. La vista al bosque era bella, a pesar que el incipiente invierno comenzaba arrastrar parte de la vida silvestre. Las cenizas del volcán aún cubrían parte de la vegetación pero eso no sería motivo para desalentarnos. Habíamos podido salir de esa brutal catástrofe, y nos sentíamos más unidos que nunca. No solo entre lobos, también con los vampiros.

 

Observé los rostros animados y sonrientes. Louk, al vernos, se acercó con entusiasmo. Les gusta cómo está quedando. Armamos una tarima de madera para que Tim dirija la ceremonia.

 

—Es genial, Louk. ¿Tim? ¿Pero el oficial del Registro no será quién los case?

—Desde ya. Sin embargo Tim es imprescindible. Mike pidió que se casaran bajo la ley sami y ya se recibió de chamán. ¡Ey Tim! –lo llamó.

—Es cierto, está feliz. Los sami lo consagraron como guía espiritual –acotó Gina.

—Lo siento hay cosas que ya no me entero por estar tras de Yako —me disculpé—. Requiere mucho tiempo últimamente. Mi madre me lo hubiera reprochado.

—No te preocupes las que tenemos hijos sabemos de qué hablas –sonrió Gina.

—Gracias por tu comprensión.

 

Tim se acercó.

 

—Hola chicas, trajeron la mantelería.

—Sí, aquí está –dijo Gina—. Veremos cómo queda en las mesa.

—Tim, felicitaciones por ser el nuevo Chamán.

—Gracias Sabina.

—Sí, felicidades Tim.

—Gracias Gina. Es algo que deseaba hace mucho tiempo y los sami cumplieron mi sueño.

—Tú te lo has ganado –sonreí—. De lo contrario, ellos no te hubieran elegido. Me hubiera gustado estar en la ceremonia, supongo que ha Bernardo también –me lamenté.

 

Fueron segundos que noté miradas inquietas y esquivas…

 

—¿Bernardo asistió?

—Bueno, sí –balbuceó Tim— Solo los guardianes del alfa estaban invitados.

 

Puse los brazos en jarro.

 

—No me lo dijo –fruncí el ceño.

—Se habrá olvidado –Gina hizo una mueca de media sonrisa—. Tranquila, con lo de Drank…

—Sí… Es que por mi parte, con el trabajo de ayuda a las chicas de la reserva, el hotel, y Yako. También Bernardo está tan ocupado poniendo de pie la destrucción que dejó el volcán…Pero no podemos dejar que nuestra pareja se distancie por las labores u obligaciones de cada uno. No quiero que suceda eso.

—Pues lo hablas y ya.

—Okay, presentemos la mantelería. Ya hablaré con él.

 

Lenya.

 

Sentado en un sofá, en una de las suites del hotel, llevé el vaso de whisky a mis labios. Bebí un trago sin separar mi vista de la puerta del baño.

Había avisado a mi hermano que Liz y yo nos quedaríamos esa noche en el hotel. Una escapada sin bebés, solo con mi bella esposa.

 

El alcohol refinado se deslizó por la garganta con un leve picor. Era el quinto trago y lejos de adormecerme, agudizó mis sentidos. Excelente marca...

 

Apoyé mi mano en el posabrazo y moví la mano que sostenía la bebida. Un ligero tintinear provocó el choque de único cubo de hielo contra el cristal. Suspiré…

 

Observé el reloj en la muñeca… quince minutos… ¿No era mucha espera para la Reina del Mar? No, la vida esperaría por la diosa de las algas y corales. La vida esperaría y la vida daría por ella. De todas formas… carraspee lo suficiente para que escuchará.

 

Silencio tras la puerta, aunque supe que sonreía.

 

Mis ojos se desviaron a la ventana del tercer piso con el afán de distraerme. A través de las cortinas de encaje y tul, una aurora boreal vestía el cielo oscuro. El invierno se acercaba a Kirkenes, con sus noches eternas, con sus luces permanentes en la calles, con el frio extremo, ese… que a los vampiros no molestaba.

 

Mi mente voló unos instantes a la cercana Rusia. Mi antiguo hogar. ¿En qué momento mi madre dejó de existir? ¿Cuándo crecí y fui convirtiéndome en un vampiro? ¿Cuándo Rodion se alejó para formar su propia familia? ¿No fue ayer? Pareciera…pero no. Había transcurrido el tiempo. Muchos hechos habían sucedido hasta hoy. Por suerte, la mayoría felices. Otros no tanto. Lamentablemente, ni siquiera los vampiros teníamos el don de que nuestro cerebro escogiera solo aquello que quisieras recordar. Todo está almacenado como en diminutas casillas. Van y vienen, dependiendo de tu estado de ánimo.

 

Extrañaba a mi madre, extrañaba a Rodion, aunque hablábamos a menudo por móvil. Había prometido venir con Sara y Dyre, para Navidad. Eso iba a ser maravilloso.

 

De pronto, una corriente electrizante recorrió mi espalda. Sentí la mano de Liz detenerse en mi hombro mientras me abrazaba por detrás. Sus labios helados en la nuca. Mis cabellos se erizaron.

 

—Hola –susurró en mi oído.

 

Giré mi rostro hacia la derecha para encontrarme con su rostro.

 

—¿En qué instante saliste del baño?

 

Sonrió y los dedos dibujaron mis labios.

 

—Parecías muy concentrado.

—Pensaba… en el tiempo, en lo rápido que pasa.

 

Me rodeó hasta quedar frente a mí.

 

Un babydoll negro muy escotado, que apenas tapaba sus muslos. Piernas delgadas aunque sus músculos se marcaban finamente. Su piel, blanca, sin imperfección alguna, parecía porcelana. Su vientre plano, no había dejado vestigios de una maternidad meses atrás.

 

Una de mis manos sujetó su cintura. La otra alcanzó su rodilla y serpenteó ascendiendo poco a poco. Nuestros ojos se encontraron. Ese verde sanguinolento… Ese iris tormentoso similar a un mar bravío. Ella aseguraba que mi mirada era la que atrapaba el cielo tormentoso, esa mirada gris plata que amaba. Y yo amaba que fuera así.

 

—No sabes cuánto te amo –susurré.

 

Ella cerró los ojos mientras mis dedos buscaban el bajo vientre.

 

—Tú no sabes que ya lo sé –me miró fijo, con una mirada ardiente—.

 

Mi cuerpo comenzaba a reaccionar ante tanta belleza al alcance de mis manos.

 

Se sentó a horcajadas y presionó mi sexo. Arqueó la ceja y sonrió de lado.

 

—¡Qué suerte que estés dispuesto con solo verme!

Guiñé un ojo y mis manos atenazaron su cintura.

 

—Cierto, aun cuando me odiabas. ¿Lo recuerdas?

—Te odiaba por amarte tanto.

—Creo que también porque era un poco engreído y terco.

—Bueno, sí… engreído un poco, y lo de terco… debo agradecértelo. Tu tenacidad ha llevado que hoy este aquí.

 

Sonreí.

 

—Es que desde que te conocí, no imaginaba una vida sin ti. Hubiera pagado un alto precio porque fueras mía para siempre.

 

Sus delgados dedos se mezclaron entre las hebras de mi cabello. Y por instantes, su mirada entristeció.

 

—Lo pagaste. No lo olvido. Quiero que sepas que lo mismo haría por ti.

—Lo sé.

 

Sus manos se apoyaron en mis hombros y echó la cabeza hacia atrás. Su cabello largo y rubio rozó el comienzo de su espalda. El cuello quedó expuesto ante mis ojos. La vista prodigiosa que gozábamos los vampiros, detectó el leve pulsar de la sangre por las venas. Deslicé la lengua por mis labios, segundos antes que mis encías comenzaran su trabajo de abrirse paso. Pero ella no era humana, su sangre no me atraía. Mi naturaleza a través de mis incipientes colmillos solo era parte de la excitación. Ella lo sabía, porque simplemente su cuerpo respondía con los mismos síntomas.

 

Sin embargo, hubiera apostado que aun siendo humana, en la misma situación, no le hubiera importado. Así era ella, y su amor por mí.

 

La cama cedió ante el peso de nuestros cuerpos. No supe en que instante me llevó hasta ella. ¡Si me dejé llevar? Posiblemente. ¿Por qué alguien se negaría al máximo disfrute con el ser amado? Adoraba dominar y dirigir. Había aprendido como era en el sexo y en la vida cotidiana. Su poder me volaba la cabeza. Ella conocía de mis gustos, de mis zonas más sensibles. Y no era comodidad no tener que especificar lo que más me agradaba, simplemente era la satisfacción de entendernos sin mirarnos.

 

Entrar en ella mientras mis brazos la rodeaban, no era solo posesión de mi parte. Siempre había ocurrido así. Era extraño… ¿Cómo explicarlo? Percibía todo mi ser y cada una de mis moléculas desintegrarse y unirse en una energía poderosa que provenía de su más íntimo ser. ¿Eso quería significar convertirse en uno solo? Pues sí, eso era.

 

Nunca me cansaría de ser su amante, de escuchar sus gemidos al compás de los embistes. No me cansaría de sus labios sabios recorriendo mi piel, de esos surcos ardientes que marcaba la lengua a su paso. Nunca me cansaría de contemplar sus ojos brillando de placer. De sus pechos perfectos contra mi pecho, de su belleza única de sirena. Nunca me cansaría de agradecer al destino, de esa noche de Navidad, de su vestido azul, y de esa mirada en la escalera, adentrando en mi corazón para no irse jamás.

 

Sebastien.

 

Entré al hotel buscando a George con la vista. Mientras avanzaba vi a Scarlet caminar hacia mí con una sonrisa fresca. Se notaba que con Grigorii las cosas iban de maravilla. Mi hermana era muy transparente y cualquier contratiempo en su vida podía adivinarse en segundos de verla.

 

—Buen día, hermanito.

—Buen día. El “¿todo bien?”, está demás, por lo que veo estás sonriente.

—Es cierto, la vida me sonríe. Encontramos casa con Grigorii, pensamos que íbamos a demorar en la búsqueda pero se dio la gran oportunidad. Es preciosa. Estamos muy felices.

—Me alegro. ¿Está en la ciudad?

 

Ambos avanzamos hacia la sala de reuniones.

 

—A dos manzanas de la comisaría. Es amplia y tiene una pequeña terraza. Aunque no tiene jardín, pero es lo de menos. Las plantas no son mi fuerte y me durarían minutos.

—Lo sé, para eso está Charles y Margaret –sonreí—. La cabaña tiene especies de las que quieras, suerte no soy alérgico.

 

Rio.

 

—¿Te quedarás a vivir allí?

—Por el momento. No deseo que cambie la rutina de mis anfitriones. Somos muchos.

—¿Numa y Ekaterina? ¿No volverán a la isla?

—Quizás el año entrante. Nicolay debe ponerse al día en el colegio, y a la vez debe acostumbrarse a Odette. Ekaterina nos ayudará en la adaptación. Además, está preocupada por Boris, hace tiempo que no sabe nada de él. Si regresa vendrá a Kirkenes y ella estará cerca para consolarlo.

—¿Es por lo de Branden?

—Exacto.

—Hablando de Branden… ¿Se sabe algo de Olaf?

—No está nada bien.

—¿En serio? ¿Qué pudo haber salido mal?

—Desde que un vampiro lo mordió, todo.

—¡Señor Craig! ¡Señorita Craig! ¡Buenos días!

—¡Ah George! –estreché su mano.

—Buenos días, George –mi hermana inclinó la cabeza en señal de saludo.

—¿Todo bien?

—Sí, hay tres postulantes para ayudante de conserje. Un caballero y dos damas.

—Muy bien. Cuando baje mi hermano dígale que ya estamos en la sala. Aguarde quince minutos y haga pasar al primer postulante.

—Sí, señor Craig. Muchas gracias por considerar que necesito una ayuda.

 

Sonreí.

 

—Gracias a ti, George.

 

Entramos a la sala de reuniones y Scarlet se ubicó en la cabecera.

 

—¿Puedo sentarme aquí?

—¿Por qué no?

—Porque siempre la eliges para sentarte.

—Eso es porque llego primero que ustedes a cada reunión que convoco.

—Ah bueeenoo, okay. ¿Nunca has llegado tarde a ningún lado?

—No lo recuerdo –cogí asiento a su derecha.

 

En ese instante Lenya entró con una sonrisa de oreja a oreja y un efusivo, “¡Holaaaa, buenos díaaaas!”

 

Scarlet arqueó la ceja y yo sonreí de lado.

—Buen día, Lenya.

—Buen día… para ti parece serlo –aseguré.

—Por supuesto. ¿Y bien? ¿Qué tenemos? ¿Cuál es la orden del día en este maravilloso hotel?

—Ehm… Bueno… —acerqué la agenda del centro de la mesa—. Tenemos que elegir una ayudante para George. Se acerca la temporada de turistas y no podrá solo esta vez.

—Muy bien –suspiró—. Por mí ya estoy listo.

—Se nota –murmuró Scarlet.

—Por cierto, la suite es espléndida. Genial recomendación la tuya. Liz y yo quedamos satisfechos.

—También se nota –volvió a acotar mi hermana.

—Oye, ¿tienes algo que decirme?

—En absoluto. Admiro que después de tu noche maravillosa recuerdes como era la suite.

—Estoy enamorado no estoy ciego.

—Okay…

 

Tres golpes en la puerta interrumpieron la amena charla.

 

—¡Adelante! –invité a la primera postulante.

—Permiso –entró y cerró lentamente la puerta.

 

Nos miró a cada uno con cierta timidez y permaneció inmóvil.

 

—Pasa, siéntate cerca de nosotros. Soy Scarlet. Ellos son mis hermanos, Sebastien y Lenya. ¿Tu nombre?

—Ingrid Eiriksdóttir.

—Doble T, ¿verdad?

—Sí.

 

Anoté y ella cogió asiento apartada de nosotros.

 

—Puedes sentarte más cerca, si lo prefieres. No mordemos –sonrió mi hermana.

—A veces –bromeó Lenya.

—Prefiero quedarme aquí, no hay que olvidar el lugar que ocupan los jefes de los subordinados. Ese detalle, a la larga trae problemas –aseguró.

—Ah… okay –respiré profundo—. Le aseguro Ingrid, que nos interesa otras características. Por ejemplo… Disponibilidad, desenvolvimiento en días complicados de muchos turistas, y por supuesto… cuánto aspira de sueldo.

—Cuarenta y cinco mil coronas… Semanales.

 

Abrí la boca y la cerré. No lo creía apropiado exclamar, “¿qué?”. Para eso estaba Scarlet…

 

—¿Qué? ¿No es mucho?

—Pues, eso es lo que aspiro.

—Okay, lo respetamos. Lo que ocurre es que no está dentro de las posibilidades.

—Es un hotel muy famoso, señor Craig. Aquí –recorrió con los ojos la sala y sonrió—, debe entrar mucho dinero. La prensa habla mucho de los Craig y sus suculentas cuentas bancarias.

 

Antes que Scarlet saltara al cuello Lenya interrumpió. Demasiado teníamos con Ivan y el director Olaf Arve.

 

—Señorita Eiriksdóttir, no sé qué lee en la prensa, pero le aseguro que exageran  —mientras sus ojos achinados la traspasaban como laser.

—Usted verá lujo y confort –continué—, y todo está pensado para bienestar de nuestros huéspedes. Como razonará, tenemos gastos, y parte de ellos son los sueldos de quienes trabajan eficientemente para ello. Hay mucho personal en todo el hotel, noche y día. Un sueldo razonable serían veinticinco mil coronas. Es nuestra oferta.

—Pues, les dejaré mi número de teléfono por si se arrepienten. Cuando lean mi curriculúm verá.

 

Observé de reojo las siete u ocho hojas que me había brindado.

 

—Okay, lo tendremos en cuenta. Buenos días.

—Buenos días.

 

Apenas salió de la sala y cerró la puerta Scarlet juntó las hojas y las desechó en la papelera.

 

—Estamos de acuerdo que no tiene probabilidad alguna de quedarse, ¿no?

—Por mí, de acuerdo –contestó mi hermano.

—De verdad que no podemos. Douglas me acercó la cifra que podíamos ofrecer. Y es buen contador.

—No lo dudo –reafirmó Scarlet.

 

En eso momento la puerta se abrió dejando ver un hombre de rasgos orientales que de inmediato hizo una reverencia con un “buenos días” algo dudoso.

 

—Buenos días, adelante, coja asiento –invité.

 

Se sentó lentamente y apenas sonrió.

 

—¿Su nombre? –preguntó Scarlet.

—Chang Li Jie Chen.

—¿Es usted chino? –Preguntó Lenya.

—No, si va a ser árabe –murmuró mi hermana.

 

Lo que siguió a continuación fue un monólogo de parte de él en su idioma de origen, el cual no entendimos absolutamente nada.

 

Resumiendo, no pudimos hacernos entender, cuestión que hacía difícil contratarlo. Lo despedimos con la mejor de las sonrisas y reverencias hasta que desapareció por la puerta.

 

—¿Solo tres aspirantes? –pregunté.

—Eso le escuché a George –aseguró Scarlet.

—Quizás mañana tengamos mejor suerte.

—No Lenya, vamos contrarreloj, debemos contratar alguien sin falta. Además George tiene que enseñarle muchas cosas.

 

En ese momento la puerta se abrió por tercera vez…

 

Los tres aguardamos expectantes quien sería el postulante. Próxima postulante, George había dicho dos damas, y un caballero.

 

—Buenos días.

 

Una señorita de alrededor de veinticinco años, de cabello castaño peinado en una trenza, y silueta delgada, se presentó ante nuestros ojos.

 

—Buenos días, adelante, coge asiento donde prefieras –dije con un dejo de desaliento.

 

Parecía muy joven para la experiencia que necesitábamos. Su atuendo fue lo que nos llamó más la atención. Llevaba unos jeans, botas marrones sin taco, y una especie de poncho de colores.

 

Scarlet la observó hasta que se sentó. Ella no bajó su mirada pero no abandonó la sonrisa.

 

—¿Eres sami? –preguntó mi hermana.

—Sí, pero hablo tres idiomas. Noruego, inglés, y español.

—¡Qué bien!

 

Ella se sentó junto a Lenya y acomodó sobre su falda un morral pequeño tejido a rayas.

 

—¿Cómo te llamas? –pregunté.

—Beiwe Gormsdóttir.

—Beiwe, como la diosa de la fertilidad, del amor, y de la primavera –afirmó Scarlet.

—Sí, y del sol y la cordura –agregó ella, sin perder la sonrisa.

—Dime Beiwe, ¿tienes tu currículum para que lo veamos? –sonreí.

—Oh sí, disculpen –de inmediato buscó bajo la solapa de su morral y extrajo una hoja doblada a la mitad.

—No he tenido muchos empleos anteriores a esta entrevista pero les aseguro que tengo muchas ganas de trabajar.

—Eso es muy bueno, Beiwe –contestó mi hermana.

 

Extendió el papel y procedí a leerlo. De reojo pude ver como Lenya clavaba sus ojos en el morral. Con un movimiento lento acercó su mano al morral y preguntó.

 

—¿Puedo?

 

Ella siguió la vista de mi hermano y se adelantó.

 

—Por supuesto, es un libro. Siempre leo. Me gusta leer.

 

Acto seguido se lo ofreció a Lenya.

Mi hermano tardó segundos en contemplar la tapa y murmuró

 

—¿Hijos de la sombra? ¿De qué trata?

—De vampiros.

 

Me atragante, lo juro. Aunque supe reponerme.

 

—¿Crees en vampiros? –preguntó el insensato de mi hermano.

—No creo que tenga que responder. No deseo que mis locuras influyan en la entrevista –contestó algo temerosa.

—¿Por qué podría influenciar? –siguió el inconsciente.

—Bueno, creo que podríamos seguir con las preguntas de rutina –carraspee mientras mi mirada asesina disparaba contra Lenya.

—No, no, espera… ¿Qué piensas de los Craig?

—¡Pero qué tiene que ver una cosa con la otra! –se exaltó Scarlet, pronta a darle un ataque de presión.

 

Ya éramos dos…

 

—Es que si tú dices que crees en toda clase de criaturas –explicó Lenya—, ¿qué podrías pensar de nosotros? Los Craig, una familia misteriosa e insociable que se sabe poco y nada de ellos.

—Pues… ¿podría beber un vaso de agua? –titubeó ella.

 

Scarlet corrió al bar y volvió con un vaso que depositó frente a ella.

 

—Esto no es… agua.

—No, es whisky, bébelo igual. Te dará valor para responder –subió el tono mirando a Lenya—, las preguntas delirantes que se le están ocurriendo a mi hermano. Es el gracioso de la familia.

—Discúlpalo, no ha dormido bien –agregué.

 

Me recosté en el respaldo y respiré profundo.

 

—Okay, Bewie… cuéntanos si tienes disponibilidad de horario.

—Sí, no hay problema. Terminé mis estudios el año pasado. Curse enfermería y fui guardabosque. En mi curriculúm tienen las referencias. Sé tratar con grupos grandes de gente.

—Interesante –acoté.

 

En lo sucesivo no hubo más sobresaltos de parte de Lenya, gracias al universo. La entrevista prosiguió sin preguntas extrañas y realmente quedamos satisfechos con la joven.

 

Por supuesto, que al retirarse nuestra futura nueva empleada, y la puerta cerrarse a su espalda, Scarlet y yo disparamos contra Lenya.

 

—¡Te has vuelto loco! –exclamé.

—¡El sexo te hace perder las neuronas! ¿Qué diablos haces? –Exclamó mi hermana indignada— Casi me da un infarto.

—No exageren, solo la quise probar. Viniendo de los sami no saben si es una infiltrada que desea acabar con almas del infierno. ¿No vieron lo que lee?

—¡Estás muy loco! Se habrá ido pensando que no tenemos “los patitos en fila”.

—Calla Scarlet, partió feliz de conseguir el puesto –protestó.

 

En ese instante mi móvil vibró.

 

Me puse de pie y me aparté para poder hablar sin que la discusión impidiera escuchar la conversación.

 

—Buen día, ¿cómo va todo?.................... No puede ser…………… De verdad lo lamento………. Lo siento de verdad………… Cuenta conmigo, por favor………….. Voy de inmediato……….

 

Corté la llamada. Mi rostro transmitió que se trataba de una mala noticia, ya que mis hermanos callaron y me miraron.

 

—¿Qué ocurrió? –preguntó Scarlet.

—Era Branden… Olaf Arve falleció.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


3 comentarios:

  1. Es genial volver a leerte. Lo dejaste super interesante. Te mando un beso.

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    1. Muchas gracias querida Judit. Me alegro te haya gustado. Besotes miles.

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  2. Querida Lou
    Siento mucho que hayas tenido problemas de salud, y me alegra saber que te encuentras recuperada... o que te encuentras mejor... Sea como sea, cuídate mucho
    Yo creo que voy a tener que dar una explicación de por qué no publico los últimos capítulos de mi novela... Ya veremos, lo cierto es que estoy muy estresada, saturada y alterada... pero reconozco que leer tu capítulo ha sido un bálsamo que agradezco

    Me ha encantado que Asgard sea un ladrón de sueños, y que le quite el sueño a Bua desde hace tiempo
    Siento curiosidad por lo que le habrá pedido Mike a Charles... Me pregunto con qué sorpresa quiere sorprender a Chelle, y que deseen casarse en el bosque me parece ideal
    ¡Qué bello es el amor entre Lenya y Liz! Y qué bien lo has expresado
    Ya veo que no es tarea sencilla encontrar a alguien para trabajar en el hotel... Parece que vaya a ser Beiwe... ya veremos
    No esperaba para nada la muerte de Olaf, y lo siento
    Enhorabuena por este nuevo capítulo, Lou... De verdad que ha sido un placer
    Cuídate mucho... Te deseo lo mejor
    Un abrazo muy fuerte

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